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Las tectónicas de

las placas y la
Deriva Continental

PROFESOR: Luis Martínez Vera

Asignatura: ciencias de la tierra


Nombre: Miguel Ángel Moreno González
5to año
Deriva continental
La Deriva Continental se refiere a la hipótesis, acreditada al
meteorólogo alemán Alfred Wegener, y publicada en 1915 en su obra
“The Origin of Continents and Oceans” (el origen de los continentes y
océanos), donde plantea que durante el final del periodo Paleozoico y
el principio del periodo Mesozoico las masas de tierra estaban unidas
originalmente en un sólo supercontinente que llamó Pangea (del
griego pan [todo] + gh o gaia Tierra “toda la tierra”; Panthalassa
("todos los mares") fue el enorme océano global que rodeaba la
Pangea.

La idea de que la geografía de la Tierra era diferente comenzó


cuando aparecieron los primeros mapas confiables de América. A
partir de entonces, la propuesta de que los continentes debieron estar
unidos en el pasado fue mencionada por Sir Francis Bacon en 1620.
Ya a fines del siglo XIX, con las observaciones del geólogo sueco
Edward Suess acerca de las semejanzas entre fósiles de la India,
África y Sudamérica, también halladas en la Antártida y Australia, y
con evidencias de glaciación en rocas de estos continentes, propuso
en 1885 el nombre de Gondwanalandia o Gondwana para un
supercontinente compuesto de estas cinco grandes masas
meridionales (Gondwana- deriva de una provincia del oriente central
de la India en la que hay evidencia de una extensa glaciación así
como abundantes fósiles). El geólogo sudafricano Alexander du Toit
publicó en 1937 su obra “Our Wandering Continents” (nuestros
continentes errantes), en donde llamó Laurasia a una masa de tierra
que incluía a la actual Norteamérica, Groenlandia, Europa y Asia.
Las evidencias para respaldar esta hipótesis se basaron en pruebas
geográficas, geológicas, climatológicas, paleontológicas y
paleomagnéticas descritas brevemente a continuación:

Geográficas: ajuste de los litorales continentales. Existe una estrecha


semejanza entre los litorales de los continentes en lados opuestos del
océano atlántico, en particular entre Sudamérica y África, en donde se
mostró que el mejor ajuste se da a una profundidad de unos 2000m.
Reconstrucciones posteriores han confirmado el ajuste entre
continentes cuando estaban unidos formando la Pangea.

Geológicas y Tectónicas: semejanza de secuencias de rocas y


cadenas montañosas, así como la cronología de las mismas. En los
continentes que formaban Gondwana, las secuencias de roca marina,
no marina y glacial de la era Pensilvánica a la Jurásica, son casi
idénticas, lo que indica marcadamente que alguna vez estuvieron
unidos; también, se ven orientaciones de varias cadenas montañosas,
que parecen terminar en la costa de un continente, sólo para continuar
aparentemente al otro lado del océano, por ejemplo: los Montes
Apalaches de Norteamérica que terminan abruptamente en la costa y
las cadenas montañosas de la misma edad y estilo de deformación
que se presentan en Groenlandia, Irlanda, Gran Bretaña y Noruega.
Así, aunque separadas por el océano Atlántico, forman una cadena
montañosa continua si los continentes se colocan juntos.
Climáticas: evidencia glacial. Pruebas de glaciación (morrena y
estrías) demuestran que en la era Paleozoica Tardía grandes áreas
continentales del Hemisferio Sur fueron cubiertas por enormes
glaciares. El hemisferio norte no da indicios de glaciación y,
actualmente, todos los continentes de Gondwana excepto la Antártida
están ubicados en el ecuador en climas tropicales y subtropicales. Las
estrías glaciares en lechos de roca en Australia, la India y Sudáfrica
indican que los glaciares se movieron de las áreas de los océanos
actuales sobre la Tierra; si uno reensambla los continentes en una
masa de tierra única, ubicando Sudáfrica en el polo sur, la dirección
del sentido de los glaciares cobra sentido.

Paleontológicas:
evidencia fósil. Algunas de las pruebas más indiscutibles de la deriva
continental provienen de estas evidencias. Se encontraron fósiles
(flora) de edad equivalente en los cinco continentes que formaban
Gondwana, a pesar de que los climas actuales de cada continente
varían lo suficiente como para contener el mismo tipo de plantas; es
decir, tenían que haber estado unidos alguna vez para que estuvieran
todas en el mismo cinturón climático de latitud. Los restos fósiles como
el mesosaurio (reptil de agua dulce) se encuentran únicamente en
rocas de ciertas regiones de Brasil y Sudáfrica, y dado que la fisiología
de los animales de agua dulce y los marinos es completamente
diferente, se puede deducir que un reptil de agua dulce no lograría
nadar a través del océano y hallar un ambiente de agua dulce casi
idéntico a su hábitat anterior. Otro tipo de reptiles moradores de tierra
cuyos fósiles se hallan sólo en los actuales continentales de
Gondwana, ciertamente como animales de tierra no podrían haber
nadado a través de los océanos que actualmente separan a estos
continentes.

Paleomagnetismo y Deriva polar. El magnetismo remanente en


rocas antiguas (paleomagnetismo) registra la dirección de los polos
magnéticos en el tiempo de la formación de las mismas. Midiendo el
magnetismo de rocas recientes se descubrió que, en general, este era
congruente con el campo magnético actual de la tierra. Sin embargo,
el paleomagnetismo mostraba orientaciones diferentes para las
antiguas, lo que permitió determinar la ubicación de los continentes
cuando se formaron las rocas. La mejor interpretación para tales datos
es que los polos magnéticos han permanecido en sus ubicaciones
actuales, cerca de los polos geográficos norte y sur, y que los
continentes se han movido.

Anexos
Cuando los márgenes magnéticos se hacen encajar, de modo que los
datos paleomagnéticos apuntan a un sólo polo magnético, resulta que
las secuencias de las rocas y los depósitos glaciares coinciden y que
la evidencia fósil es congruente con la paleogeografía reconstruida.
La investigación oceanográfica proveyó, en 1960, pruebas
convincentes de que los continentes habían estado una vez unidos y
se habían separado posteriormente. Con ello la hipótesis de la Deriva
Continental fue aceptada, sin embargo, no se podía explicar cómo
podían los continentes mover sus raíces a través del manto.
La tectónica de placas
La Tectónica de Placas es una teoría unificadora que explica una
variedad de características y acontecimientos geológicos. Se basa en
un sencillo modelo de la Tierra que expone que la rígida litosfera se
encuentra fragmentada, formando un mosaico de numerosas piezas
de diversos tamaños en movimiento llamadas placas, que encajan
entre si y varían en grosor según su composición ya sea corteza
oceánica, continental o mixta.

La litosfera descansa sobre la astenósfera que es semiplástica, más


caliente y débil, por lo que se cree que algún tipo de sistema de
transferencia de calor dentro de la Tierra, procedente del núcleo y del
manto, hace que las placas litosféricas se muevan. Entre 1923 y 1926,
el científico irlandés John Joly propuso que, a causa de la mala
conductividad térmica de la corteza, el calor radiactivo que se genera
en la Tierra se acumula debajo de la corteza y funde el manto, lo que
provoca una convección térmica (transferencia convectiva de calor).
Esta hipótesis fue la base de la teoría de la convección en el manto,
cuyo principal exponente Griggs (1939), la aplicó a la deriva
continental. Posteriormente, A. Holmes (1944) postuló que la
convección también podía llevarse a cabo en el manto sólido.
Por todo lo anterior se admite que la corteza terrestre está
fragmentada en Placas Tectónicas, las cuales se desplazan
pasivamente gracias a las corrientes de convección. Existen zonas
donde las corrientes ascienden y otras en donde las corrientes
descienden, siendo el propio peso de la masa hundida el que arrastra
tras de sí al resto de la placa. Esto ha sido aceptado, pero aún no está
determinado.

Las principales Placas Tectónicas son: Africana, Antártica, Arábiga,


Caribe, Cocos, Euroasiática, Filipina, Indoaustraliana, Norteamericana,
Sudamericana y del Pacífico; otras menos grandes serian Nazca, Juan
de Fuca y la Escocesa; existen además, placas muy pequeñas
llamadas microplacas como la Rivera, entre muchas otras y pueden
estar situadas dentro de las principales o éstas pueden a su vez
subdividirse, pero no todas están aún identificadas. A continuación se
muestra su ubicación:

El movimiento de las placas no se da en forma uniforme, se tienen


zonas donde el movimiento es muy lento, del orden de una centésima
de milímetro al año y otras en las cuales el movimiento es muy rápido,
de más de 10 cm al año. De igual forma existen segmentos de la
corteza que chocan entre sí y otros en que no existe este choque.
Estos movimientos son llamados tectónicos y son los responsables de
la aparición de montañas, volcanes, sismos, formación de
plegamientos y fallas geológicas, expansión de océanos,
desplazamiento de continentes y también está asociado a yacimientos
minerales y petrolíferos. La configuración mundial de las placas es
inestable y se está modificando lenta pero continuamente (ciclo de
Wilson).

Se dice que las placas son rígidas porque al moverse interaccionan


entre sí sin deformarse mayormente excepto en sus bordes, donde las
deformaciones son importantes. Las placas divergen (se separan),
convergen (se juntan) o se deslizan lateralmente unas sobre otras
dando como resultado, sobre sus límites o bordes, la mayor parte de la
actividad volcánica y sísmica de la Tierra así como el origen de los
sistemas montañosos.
Anexos
El estudio del fondo oceánico dio algunos de los datos que apoyan con
más firmeza la teória de la Tectónica de Placas. La batimetría se
encarga del mapeo de la profundidad del fondo oceánico, es decir, la
topografía submarina. Cuenta con barcos provistos de equipos de
perforación donde se obtienen muestras de la estructura del fondo
marino en muchos puntos de la Tierra.

Durante los últimos años de la década de 1950 y los primeros de


1960, se encontró en el fondo oceánico "bandas" de distinta polaridad
llamadas bandas magnéticas, alineadas con las cordilleras oceánicas
y distribuidas simétricamente a ambos lados de éstas. Cada banda
indica una edad diferente de formación, lo que significa que cada
pedazo de fondo oceánico lleva escrita su historia. Identificando la
banda magnética se llega a saber cuándo fue formado el fondo
oceánico y qué orientación tenía entonces con respecto al polo
magnético; el ancho de la banda indica qué tan rápida era entonces la
extensión en el centro donde fue creado.

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