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EL ORDENAMIENTO JURIDICO

Abog. Prof. Marcelo R. López Mirabela

Podemos definir al Ordenamiento Jurídico como el conjunto de normas que rigen en una
sociedad en un tiempo determinado. De la diversidad de normas (sociales, religiosas, morales)
las normas jurídicas se caracterizan por la coacción y coerción, cuyo origen y modo de
manifestarse hemos estudiado al momento de analizar las fuentes del derecho. Ese complejo
normativo que regula conductas humanas en alteridad (como fenómeno social) coactivamente,
es lo que genéricamente denominamos Ordenamiento Jurídico. Este Ordenamiento normativo
se verifica exclusivamente en un contexto social, no puede entenderse el Derecho si no es en
una sociedad, cada sociedad en consecuencia cuenta con un ordenamiento jurídico, formal o
informal, escrito o no; lo esencial es que constituye un elemento regulador de la vida social.

Por otra parte no podemos dejar de tener en cuenta que la vida en sociedad no es estática,
constantemente a lo largo del tiempo van variando las regularidades sociales a las que el
derecho está llamado a regular, en consecuencia y a los fines de lograr el bienestar general de
la sociedad se hace necesario “ajustar” el orden normativo para ir dando soluciones más “Justas”
a tales relaciones sociales, al Valor Justicia es el que debe presidir la orientación del
ordenamiento jurídico, por ello, y en razón de que éste constituye un producto eminentemente
social el conjunto normativo va variando acorde a las variaciones sociales, por eso es que éste
está dotado de una temporalidad que debe tener la suficiente flexibilidad que permita
acompañar tales regularidades pero también fijeza de manera tal que sus destinatarios
(habitantes) gocemos de un mínimo de seguridad jurídica en razón de que la ley (en sentido
amplio o material) regula, dentro de un importante espacio temporal, las conductas que
desplegamos en un tejido social.

El Ordenamiento jurídico así entendido constituye ese entramado de normas Jurídicas,


reguladoras de la vida social sujeto a las condiciones de territorialidad y temporalidad. El primer
aspecto (territorialidad) hace referencia inmediata al ejercicio de la soberanía que cada Estado
tiene para ejercer el poder que la Constitución (primer orden normativo) otorga a los poderes
del Estado para el cumplimiento de sus fines; como hemos señalado en otros textos, tales
poderes o competencias constituyen herramientas (como el poder mismo) encaminadas a la
consecución de los fines del Estado, en general la búsqueda del Bien Común. Para ello el ejercicio
de la soberanía constituye la base fundamental en la que se asienta el Estado Político Moderno,
y el sistema democrático como base para el desarrollo pleno del ser humano. Entre los
caracteres propios del ejercicio soberano de un Estado la posibilidad de establecer normas en
un territorio o espacio determinado es naturalmente propio.

En una forma de Estado Federal como la nuestra, la potestad normativa es realizada en el orden
nacional, provincial y municipal, conforme con las competencias que encada caso posean dichos
órdenes de gobierno, que serán analizados en profundidad en otros espacios de la carrera, y a
los que nos hemos referido al tratar Ley en Sentido Material en otro texto.

CARACTERES DEL ORDENAMIENTO JURIDICO

Al referirnos a caracteres hacemos alusión a aquellos aspectos que nos ayudan a identificar el
objeto de estudio, analizando lo que lo identifica y diferencia de los demás objetos; en el caso
del Ordenamiento Jurídico podemos mencionar:
Unidad (Es único), Coherente, se Auto integra y se encuentra estructurado jerárquicamente.
Respecto de la unidad y coherencia, nos remitimos al texto “La Unidad del Ordenamiento
Jurídico”. Lo que aquí desarrollaremos brevemente se refiere a la Jerarquía Normativa del
Ordenamiento Jurídico.

Que el ordenamiento jurídico tenga un Orden Jerárquico, ha sido producto de la evolución del
reconocimiento de derechos y de consolidación del Estado de Derecho como garante del
respeto por la dignidad humana. Es una característica del Estado Político Moderno que sea la
Constitución la base organizativa de la vida en sociedad, en el cumplimiento fundamental de
garantizar el ejercicio de los derechos esenciales de los seres humanos a través de su
reconocimiento y del establecimiento de la principal garantía para ello, que se efectúa mediante
el establecimiento de límites al ejercicio del poder, asignando competencias específicas a cada
departamento de gobierno. De esta manera y como lo hemos señalado en reiteradas
oportunidades, se cristaliza el ideario de la libertad: para el individuo el amplio margen de la
vida en libertad, todo está permitido menos aquello que le está expresamente prohibido en
virtud de ley (en sentido formal) bajo el principio de razonabilidad que la regulación de los
derechos exigen. Para los órganos de gobierno la regla es inversa: todo lo está prohibido menos
aquello que le está expresamente permitido, dicha permisión es posible solo si el Estado de
Derecho a través de sus normas lo habilitan para el ejercicio de funciones específicas y
concretas, el margen de discrecionalidad en ese sentido es o debe ser mínimo.

El caso de nuestro país no escapa a la necesidad de organizar jerárquicamente a su


ordenamiento jurídico. Es la propia constitución la que establece al respecto dicha jerarquía
cuando en su artículo 31 expresa. “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su
consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley
suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a
ella…” Este principio de Supremacía Constitucional que se expresa en el artículo transcripto
coloca a la Constitución como la norma superior del Ordenamiento, en función de ello es que
constituye el elemento central para organizar jurídicamente a la Nación.

De lo expuesto se colige que las Leyes de la Nación se subordinan a la CN en razón de que deben
ser dictadas “en su consecuencia” ; de la misma manera que los Tratados Internacionales se
deben celebrar conforme a la Constitución, a este respecto el artículo 27 de la Constitución
expresa: “El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las
potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de
derecho público establecidos en esta Constitución”

En una forma de Estado Federal como la que adopta nuestro país que reconoce, como hemos
señalado oportunamente, por lo menos tres órdenes de gobierno en función del territorio:
Nación, Provincias y Municipios. Cada uno con competencias legislativas propias: La Nación con
competencias Delegadas por las provincias en la Constitución (por ejemplo las del artículo 75
inciso 12 que le encomienda el Congreso Nacional dictar normas en materia civil, penal,
comercial, etc) con otras competencias Reservadas por las Provincias (ver artículos 121 a 127 de
la Constitución Nacional) y con otras competencias en las que concurren de manera conjunta
Nación y provincias para el cumplimiento de sus obligaciones (por ejemplo las previstas en el
artículo 75 inciso 17 sobre reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas) y las
propias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con un estatuto jurídico propio y particular
establecido en el artículo 129.
Esa distribución de competencias legislativas debe conjugarse con la interpretación del artículo
31 de la CN respecto de que “las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse
a ella” en el sentido de que en la medida en que las provincias (o municipios) dicten normas que
no contradigan el reparto constitucional quedará garantizada su adecuación a la Supremacía de
ella; por su parte las Leyes y Tratados, si bien constituyen “norma suprema de la Nación” no por
ello pueden avasallar las autonomías provinciales, de la Ciudad de Bs. As. y de los municipios,
repetimos, en la medida en que cada uno dicte las normas para las que están habilitadas. Prueba
del ejercicio legislativo provincial lo constituyen los artículos 5° y 123 de la CN que ratifica las
potestades provinciales para dictar sus propias Constituciones Provinciales, que deberán estar
de acuerdo con los principios establecidos en la Nacional.

Hecha las aclaraciones precedentes, y en cuanto a la estructurar jerárquica del ordenamiento


jurídico Nacional, la disputa respecto de la supremacía de las Leyes sobre los Tratados (Casos
Yerbatera Martín c/ Estado Nacional o Café La Virginia c/Estado Nacional) o la supremacía de los
Tratados sobre las Leyes (Caso Ekmedjian c/Sofovich) concluyen con la consagración de los
Tratados Internacionales como normas superiores a las Leyes de la Nación; de esta manera la
reforma constitucional de 1994 incorporó el siguiente texto al artículo 75 inciso 22: Corresponde
al Congreso….“22° Aprobar o desechas tratados concluidos con las demás naciones y con las
organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos
tienen jerarquía superior a las leyes”

Producto de la misma reforma constitucional en idéntico inciso (22) del artículo 31, los
constituyentes avanzan en el reconocimiento y garantía para el ejercicio de los Derechos
Humanos, allí realiza una enumeración de Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos,
(cuya lectura recomendamos) otorgándoles Jerarquía Constitucional; así luego de enumerar los
once tratados allí mencionados expresa: “…en las condiciones de su vigencia, tienen Jerarquía
Constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos” se abre así una
nueva visión de la jerarquía del Ordenamiento Jurídico Argentino, este conjunto de tratados
internacionales se encuentra, junto con la Constitución, en la cúspide de dicho ordenamiento.
No en idéntico grado, ya que el texto constitucional delimita dicha jerarquía en un triple
condicionamiento: 1) “en las condiciones de su vigencia”, se refiere a la adhesión del país a los
tratados con formulación de reservas, cláusulas interpretativas u objeciones. 2) “no derogan
artículo alguno de la primera parte de esta Constitución” es decir que en caso eventual e
hipotético de contradicción entre alguna norma contenida en un tratado y las previsiones sobre
derechos establecidos en la primer parte de la Constitución, prevalecerán estas últimas, en estos
casos la Constitución se impone sobre las eventuales cláusulas contradictorias de los tratados
referidos; y 3) “deben entenderse complementarios de los Derechos y Garantías por ella
reconocidos”, complementando lo recientemente expuesto es muy poco probable que nos
encontremos en estos casos con normas contradictorias ya que todas apuntan a respetar la
dignidad humana, por ello esta última condición se orienta a reforzar los derechos reconocidos
en la CN, complementándolos con los reconocidos en los tratados sobre derechos humanos a
los que hacemos referencia.

Finalmente la norma constitucional que estamos comentando prevé la posibilidad de incorporar


a otros o nuevos tratados, siempre en materia de Derechos Humanos, otorgándoles jerarquía
Constitucional al igual que los allí enumerados. Le otorga esa competencia al Congreso Nacional
quien con la concurrencia de las dos terceras partes (2/3) de sus miembros (de ambas cámaras)
pueden otorgar dicha jerarquía (como lo fueron la Convención Interamericana sobre
desaparición forzada de personas, la Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de
guerra y de lesa humanidad y la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad). También el mismo inciso prevé la posibilidad de que los tratados dejen de tener
jerarquía con idéntica mayoría (2/3)

Respecto del ordenamiento jurídico provincial, ya hemos comentado, las dictan normas jurídicas
en el ámbito de sus competencias, dichas norma se encuentran subordinadas a la Constitución
Nacional, así el artículo 5° de la CN expresa “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo
el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías
de la Constitución Nacional…”. De la misma manera los municipios, cuya autonomía
Institucional, Política, Económica, Administrativa y Financiera se encuentran reconocidas en el
artículo 123 de la CN dictan normas jurídicas en el ámbito de sus competencias, cuyo contenido
y alcance se establecen en las Constituciones Provinciales.

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