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STAFF
Moderadoras
Annabelle & Deydra Eaton
3

Traductoras
Annabelle Val_17 Aimetz
Deydra Eaton Dylan Andrade Sofí Fullbuster
Issel Juli Julieyrr
Aleja E CrisCras Sasu.Funes
Nnancy Francisca Abdo Arias Mel Cipriano
Mel Markham Buty Maddox Moni
Vanessa VR Katyandrea Mery West

Correctoras
ElyCasdel xx.MaJo.xx Meliizza
niki26 mariaesperanza.nino Melii
Gabbita Paltonika
SammyD Alessa

Lectura Final
Juli

Diseño
Deydra Eaton

UNA NOVELA DE HOPELESS


ÍNDICE
Sinopsis

Prólogo 4

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Agradecimientos

Sobre el Autor
SINOPSIS
Un casual encuentro en la oscuridad conduce a Daniel, de
dieciocho años, y a la chica que se tropieza contra él a profesar
5 su amor el uno por el otro. Pero este amor viene con
condiciones: ambos se ponen de acuerdo en que sólo durará
una hora y que será dejado la imaginación.
Cuando la hora termina y la chica sale corriendo como
Cenicienta, Daniel intenta convencerse a sí mismo que lo que
sucedió entre ellos sólo parecía perfecto porque ambos
pretendían que lo era. Momentos como ese con chicas como esa
no sucedían más allá de los cuentos de hadas.
Un año y una mala relación después, su incredulidad ante
el amor instantáneo se derrumba el día en que conoce a Six:
una chica con un nombre extraño y una personalidad aún más
extraña. Daniel pronto se da cuenta que todo lo que sentía por
Cenicienta y todo lo que siente por Six no resulta tan diferente
después de todo. Especialmente cuando los dos amores de su
vida terminan siendo la misma persona.
Desafortunadamente para Daniel, encontrar a Cenicienta
no garantiza su felices para siempre… de hecho, lo complica
aún más.
Hopeless #2.5

UNA NOVELA DE HOPELESS


PRÓLOGO
Traducido por Vanessa VR, Mel Cipriano & Val_17
Corregido por ElyCasdel

6
—¿Te hiciste un tatuaje?
Es la tercera vez que le había preguntado a Holder lo mismo, pero es
que simplemente no le creo. Está fuera de lugar para él. Sobre todo porque
no soy yo el que lo alentó.
—Jesús, Daniel —gruñe al otro extremo de la línea—. Detente. Y
deja de preguntarme por qué.
—Es algo extraño un tatuaje en ti. Hopeless. Es un término muy
deprimente. Pero aun así, estoy impresionado.
—Me tengo que ir. Te llamaré después esta semana.
Suspiro en el teléfono. —Dios, esto apesta, hombre. Lo único bueno
de toda esta escuela desde que te mudaste es el quinto período.
—¿Qué hay en el quinto período? —pregunta Holder.
—Nada. Se olvidaron de asignarme una clase, así que me escondo en
el armario de mantenimiento todos los días durante una hora.
Holder se ríe. Me doy cuenta de que lo estoy escuchando reír por
primera vez desde que Les murió hace dos meses. Quizás mudarse a
Austin será realmente bueno para él.
Suena la campana y sostengo el teléfono con el hombro, doblo mi
chaqueta y luego la tiro al piso del armario de mantenimiento. Apago la
luz. —Te llamaré más tarde. Hora de la siesta.
—Hasta pronto —dice Holder.
Termino la llamada y programo la alarma para cincuenta minutos
después, luego coloco el teléfono en el mostrador. Bajo al piso y me
acuesto. Cierro los ojos y pienso cuanto apesta este año. Odio que Holder
esté pasando por lo que ha tenido que pasar y no hay una maldita cosa
que pueda hacer al respecto. Nadie que sea cercano a mí ha muerto, y
mucho menos alguien tan cercano como una de mis hermanas. Una
hermana gemela, para ser exactos.
Ni siquiera trato de darle consejos, pero creo que le gusta eso. Creo
que me necesita sólo para continuar siendo él mismo, porque Dios sabe
que todo el mundo en toda esta maldita escuela no tiene ni idea de cómo
actuar cerca de él. Si no estuvieran todos esos imbéciles estúpidos,
probablemente todavía estaría aquí y la escuela no apestaría la mitad de lo
que lo hace.
Pero apesta. Todo el mundo en este lugar apesta y los odio a todos.
Odio a todo el mundo ya que son la razón de que Holder ya no está aquí.
Estiro las piernas delante de mí y cruzo los tobillos, luego doblo el
brazo sobre los ojos. Por lo menos tengo quinto período.

7 Quinto período es agradable.

Mis ojos se abren rápidamente y me quejo cuando algo cae sobre mí.
Escucho el sonido de la puerta golpeando al cerrarse.
¿Qué demonios?
Pongo mis manos en lo que sea que acaba de caer sobre mí y
empiezo a rodarlo fuera de mí cuando mis manos rozan una cabeza llena
de pelo suave.
¿Es un ser humano?
¿Una chica?
Una chica cayó sobre mí. En el armario de mantenimiento. Y está
llorando.
—¿Quién diablos eres? —pregunto con cautela. Sea quien sea, trata
de empujarse lejos de mí, pero los dos parecemos estar turnándonos para
movernos en la misma dirección. Me levanto y trato de rodarla a mi lado,
pero nuestras cabezas chocan.
—Mierda —dice.
Caigo de nuevo en la almohada improvisada y agarro mi frente. —Lo
siento —murmuro.
Ninguno de los dos se mueve en esta ocasión. Puedo oírla sollozando
tratando de no llorar. No puedo ver dos centímetros en frente de mí,
porque la luz todavía está apagada, pero de repente no me importa que
aún esté encima de mí porque huele increíble.
—Creo que estoy perdida —dice—. Pensé que caminaba hacia el
baño.
Niego con la cabeza, aunque sé que no lo puede ver. —No es un
baño —le digo—. Pero, ¿por qué lloras? ¿Te lastimaste cuando te caíste?

UNA NOVELA DE HOPELESS


Siento todo su cuerpo suspirando encima de mí y aunque no tengo
ni idea de quién es o qué aspecto tiene, puedo sentir su tristeza y me hace
sentir un poco triste también. No estoy seguro de cómo sucede, pero mis
brazos la envuelven y su mejilla baja a mi pecho. En el transcurso de cinco
segundos, vamos desde lo extremadamente incómodo a una especie de
comodidad, como si hiciéramos esto todo el tiempo.
Es raro y normal, caliente y triste y extraño y realmente no quiero
dejarla ir. Se siente una especie de euforia, como si estuviéramos en una
especie de cuento de hadas. Como si fuera Campanita y yo Peter Pan.
No, espera. No quiero ser Peter Pan. 8
Tal vez ella puede ser Cenicienta y yo seré su príncipe encantado.
Sí, me gusta más esa fantasía. Cenicienta es caliente cuando es
muy pobre y está sudorosa y esclavizada sobre la estufa. También se ve
bien en su vestido de fiesta. Tampoco hace daño que estemos reunidos en
un armario de escobas. Muy apropiado.
La siento llevar una mano a su cara, más como enjugándose una
lágrima. —Los odio —dice en voz baja.
—¿A quién?
—A todo el mundo —dice—. Odio a todo el mundo.
Cierro los ojos y levanto mi mano, luego la paso sobre su cabello,
haciendo todo lo posible para consolarla. Por fin, alguien que realmente lo
entiende. No estoy seguro de por qué odia a todo el mundo, pero tengo la
sensación de que tiene una razón muy válida.
—Yo también los odio a todos, Cenicienta.
Se ríe en voz baja, probablemente confundida de por qué me referí a
ella como Cenicienta. Como sea, acabo de hacerla reír, por lo menos no
son más lágrimas. Su risa es intoxicante y trato de pensar en cómo puedo
conseguir que lo haga de nuevo. Estoy tratando de pensar en algo gracioso
que decir cuando levanta su rostro de mi pecho y siento su movimiento
hacia adelante. Antes de darme cuenta, siento sus labios en los míos y no
estoy seguro de si debo empujarla o rodar encima de ella. Empiezo a
levantar mis manos a su rostro, pero se aleja tan rápido como me besó.
—Lo siento —dice—. Tengo que irme. —Coloca sus manos a mi lado
en el suelo y comienza a levantarse, pero agarro su cara y la tiro hacia
abajo, otra vez encima de mí.
—No —le digo. Llevo su boca de nuevo a la mía y la beso. Mantengo
nuestros labios apretados firmemente mientras la bajo a mi lado y la tiro
contra mí de modo que su cabeza está descansando en mi chaqueta. Su
aliento sabe como caramelos de frutas Starburst y me dan ganas de seguir
besándola hasta que pueda identificar cada sabor.
Su mano toca mi brazo y le da un fuerte apretón justo cuando mi
lengua se desliza dentro de su boca. Esa sería fresa, en la punta de su
lengua.
Mantiene la mano en mi brazo, moviéndola de vez en cuando a mi
nuca, y luego regresando a mi brazo. Mantengo mi mano en su cintura,
en ningún momento tratando de tocarla en otra parte. Lo único que
exploramos es la boca del otro. Nos besamos sin hacer otro sonido. Nos
besamos hasta que la alarma suena en mi teléfono. A pesar del ruido,
ninguno de los dos deja de besarse. Ni siquiera dudamos. Nos besamos
9 otro minuto sin parar hasta que suena la campana afuera en el pasillo y
de repente los casilleros se cierran de golpe y la gente está hablando y todo
nuestro momento es robado por todos los factores externos inconvenientes
de la escuela.
Mantengo mis labios contra los suyos, y luego retrocedo lentamente.
—Tengo que ir a clase —susurra.
Asiento, a pesar de que no puede verme. —Yo también —le
respondo.
Comienza a deslizarse de debajo de mí. Cuando ruedo sobre mi
espalda, la siento moverse más cerca de mí. Su boca se encuentra con la
mía brevemente una vez más, luego se aleja y se levanta. Al segundo que
abre la puerta, la luz del pasillo se filtra y cierro los ojos con fuerza,
lanzando el brazo por encima de mi cara.
Oigo la puerta cerrarse detrás de ella y para el momento que me
ajusto a la luminosidad, la luz se ha ido de nuevo.
Suspiro pesadamente. También me quedo en el suelo hasta que mi
reacción física a ella baja. No sé quién demonios era o por qué diablos
terminó aquí, pero le pido a Dios que vuelva. Necesito todo un infierno de
mucho más de eso.
No volvió al día siguiente. O el día después de eso. De hecho, hoy se
cumple exactamente una semana desde que, literalmente, cayó en mis
brazos, y me he convencido de que tal vez todo ese día fue un sueño. La
noche antes me había quedado casi toda la noche despierto viendo
películas de zombis con Chunk, pero a pesar de que llevaba dos horas de
sueño, no estaba seguro de que hubiera podido imaginármelo. Mis
fantasías no son tan divertidas.
Aunque ella no regresara, todavía no tengo un quinto período y
hasta que alguien se dé cuenta de eso, voy a seguir escondiéndome aquí.
En realidad, dormí demasiado anoche, así que no estoy cansado. Saco mi
teléfono y le envío un mensaje a Holder, justo cuando la puerta del
armario empieza a abrirse.
—¿Estás aquí, muchacho? —la oigo susurrar.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Mi corazón inmediatamente toma ritmo, y no puedo decir si es
porque regresó o porque la luz está encendida y no estoy muy seguro de
querer ver cómo se ve cuando abra la puerta.
—Estoy aquí —le digo.
La puerta está todavía apenas abierta. Ella desliza una mano dentro
y la mueve por la pared hasta que encuentra la luz, entonces la apaga. La
puerta se abre y entra en la habitación, luego la cierra rápidamente.
—¿Puedo ocultarme contigo? —pregunta. Su voz suena un poco
diferente a la última vez. Suena más feliz. 10
—No vas a llorar hoy —le digo.
La siento hacer su camino hacia mí. Roza mi pierna y puede sentir
que estoy sentado en un mostrador, por lo que tantea a mí alrededor hasta
que encuentra un lugar vacío. Se empuja a sí misma y se sienta a mi lado.
—Hoy no estoy triste —dice, su voz mucho más cerca esta vez.
—Bien. —Hay silencio durante unos segundos, pero es bueno. No
estoy seguro de por qué regresó o por qué le tomó una semana, pero me
alegro de que esté aquí.
—¿Por qué estabas aquí la semana pasada? —pregunta—. ¿Y por
qué estás aquí ahora?
—Percance de programación. Nunca me asignaron un quinto
período, por lo que me escondo y espero que la administración no se dé
cuenta.
Se ríe. —Astuto.
—Sip.
El silencio vuelve durante más o menos un minuto. Nuestras manos
están agarrando el borde de la mesa y cada vez que balancea sus piernas,
sus dedos apenas tocan los míos. Finalmente muevo mi mano sobre la
suya y la tiro en mi regazo. Se siente extraño sólo tomar su mano así, pero
la semana pasada nos besuqueamos por casi quince minutos
consecutivos, por lo que tomarse de las manos en realidad es retroceder
una base.
Desliza sus dedos entre los míos y nuestras palmas se encuentran,
entonces doblo mis dedos sobre los de ella. —Esto es bueno —dice—.
Nunca sostuve la mano de nadie.
Me congelo.
¿Qué edad tiene?
—No estás en preparatoria, ¿verdad?
Se ríe. —Dios no. Sólo nunca sostuve la mano de nadie. Los chicos
con los que he estado parecen olvidar esta parte. Pero es bueno. Me gusta.
—Sí —concuerdo—. Es bueno.
—Espera —dice—. Tú no estás en preparatoria, ¿verdad?
—No. Todavía no —le digo.
Balancea su pierna hacia un lado y me patea, entonces nos reímos.
—Esto es un poco raro, ¿cierto? —pregunta.
11 —Complicado. Hay muchas cosas que podrían considerarse raras,
así que no estoy seguro de a lo que te refieres.
Siento sus hombros encogiéndose. —No lo sé. Esto. Nosotros.
Besarnos, hablar y tomarnos de la mano sin siquiera saber cómo nos
vemos.
—Soy muy bien parecido —le digo.
Se ríe.
—Lo digo en serio. Si pudieras verme ahora mismo, estarías en tus
rodillas pidiendo que sea tu novio, así podrías alardear frente a toda la
escuela.
—Muy improbable —dice—. Yo no tengo novios. Sobrevalorado.
—Si no te tomas de las manos y no tienes novios, entonces, ¿qué
haces?
Suspira. —Casi todo lo demás. Tengo una gran reputación, ¿sabes?
De hecho, es posible que hayamos tenido relaciones sexuales antes y ni
siquiera nos dimos cuenta de ello.
—No es posible. Me recordarías.
Se ríe de nuevo y por mucho que me divierto hablando con ella, esa
risa me da ganas de arrastrarla al suelo conmigo y no hacer nada más que
besarla otra vez.
—¿Realmente eres bien parecido? —pregunta con escepticismo.
—Terriblemente guapo —le respondo.
—Déjame adivinar. Cabello oscuro, ojos marrones, grandes
abdominales, dientes blancos, vistes Abercrombie & Fitch.
—Cerca —le digo—. Cabello marrón claro, acertaste en los ojos, los
abdominales y los dientes, pero visto American Eagle Outfitters hasta el
final.
—Impresionante —dice.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Mi turno —digo—. Cabello grueso rubio, grandes ojos azules, un
pequeño y adorable vestido blanco con un sombrero a juego, piel azul, y
estás cerca de los sesenta centímetros de altura.
Se ríe a carcajadas. —¿Te sientes atraído por Pitufina?
—Un hombre puede soñar.
Todavía está riendo y el sonido de su risa en realidad le hace daño a
mi corazón. Me duele porque realmente quiero saber quién es esta chica,
pero sé que cuando me entere, probablemente no voy a quererla tanto
como la quiero ahora. 12
Inhala una bocanada de aire cuando su risa se calma y luego la sala
queda en silencio. Muy tranquilo, casi incómodo.
—No voy a volver aquí después de hoy —dice en voz baja.
Aprieto su mano, sorprendido por la tristeza que sentí ante esa
confesión.
—Voy a mudarme. No de inmediato, pero pronto. Este verano. Creo
que sería tonto si vuelvo aquí, porque, al final vamos a tener que encender
la luz o nos equivocaremos y diremos nuestros nombres, y no creo querer
saber quién eres.
Muevo mi pulgar sobre su mano. —¿Por qué has vuelto hoy,
entonces?
Exhala una respiración suave. —Quería darte las gracias.
Me río en voz baja. —¿Por qué? ¿Por besarte? Eso es todo lo que
hice.
—Sí —dice, como si fuera obvio—. Exactamente. Por besarme. Por
sólo besarme. ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que un hombre sólo
me besó? Después de irme, la semana pasada, traté de recordar, pero no
pude. Cada vez que un hombre me ha besado, siempre ha estado tan
apurado por pasar a lo que viene después de los besos, que no creo que
alguien se haya tomado el tiempo de darme un buen y verdadero beso.
Niego con la cabeza. —Eso es muy deprimente —le digo—. Pero no
me des demasiado crédito. He sido conocido por querer correr más allá de
esa parte en el pasado. Simplemente no me importó no hacerlo la semana
pasada porque eres una besadora bastante fenomenal.
—Sí —dice con confianza—. Lo sé. Imagínate cómo se sentiría
hacerme el amor.
Me trago el repentino nudo en la garganta. —Créeme, lo he hecho.
Por cerca de siete días seguidos.
Sus piernas dejan de balancearse a mi lado. No sé si la hice sentir
incómoda con ese comentario.
—¿Sabes qué es lo más triste? —pregunta—. Nadie nunca me hizo el
amor.
Esta conversación se dirige en una dirección extraña. Ya puedo
decirlo.
—Eres joven. Hay mucho tiempo para eso. La virginidad es en
realidad algo caliente, por lo que no tienes nada de qué preocuparte.
Se ríe, pero es una risa triste en esta ocasión.
Es extraño cómo ya puedo distinguir sus risas.
13
—No soy para nada una virgen —dice—. Por eso es lo triste. Soy
bastante experta en el departamento de las relaciones sexuales, pero
mirando hacia atrás… Nunca he amado a ninguno. Ninguno de ellos me
ha amado, tampoco. A veces me pregunto si el sexo con alguien que
realmente te ama es diferente. Mejor.
Pienso en su pregunta y me doy cuenta de que no tengo una
respuesta. Nunca he amado a nadie, tampoco. —Buena pregunta —le
digo—. Es un poco triste que ambos hayamos tenido sexo varias veces,
pero ninguno de nosotros jamás ha amado a nadie. Dice mucho sobre
nuestro carácter, ¿no te parece?
—Sí —dice en voz baja—. Claro que sí. Bastante triste la verdad.
Permanecemos en silencio por un tiempo y todavía me aferro a su
mano. No puedo dejar de pensar en el hecho de que nunca nadie le tomó
la mano. Esto me hace preguntarme si alguna vez he sostenido las manos
de alguna de las chicas con las que he tenido relaciones sexuales. No es
que haya habido un montón, pero las suficientes para que sea capaz de
recordar tomar una de sus manos.
—Yo podría ser uno de esos tipos —confieso avergonzado—. No sé si
alguna vez he tomado la mano de una chica.
—Estás sosteniendo la mía —dice.
Asiento lentamente. —Así es, lo estoy.
Unos cuantos segundos de silencio pasan antes de que ella hable de
nuevo.
—¿Y si me voy de aquí en cuarenta y cinco minutos y nunca más
sostengo la mano de otro tipo? ¿Y si voy por la vida como estoy ahora? ¿Y
si los chicos siguen dándome por sentado y no hago nada para cambiarlo?
¿Y si tengo mucho sexo, pero nunca voy a saber lo que se siente hacer el
amor?
—Entonces no hagas eso. Encuentra un buen tipo, átalo y haz el
amor con él todas las noches.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Gime. —Eso me aterroriza. Tan curiosa como me siento por
encontrar la diferencia entre hacer el amor y tener sexo… mi postura en
las relaciones hace que sea imposible de descubrir.
Pienso en el comentario por un tiempo. Es raro, porque suena un
poco como a la versión femenina de mí. No estoy seguro de estar tan en
contra de las relaciones como ella, pero definitivamente nunca le he dicho
a una chica que la amaba, y realmente espero que eso no ocurra por
realmente mucho tiempo.
—¿De verdad no regresarás? —le pregunto.
14
—De verdad —dice.
Dejo ir su mano, presiono mis palmas en el armario y luego salto.
Me muevo y me paro frente a ella, luego coloco mis manos a cada lado de
ella. —Vamos a resolver nuestro dilema en este momento.
Se inclina hacia atrás. —¿Qué dilema?
Muevo mis manos, las coloco sobre sus caderas y luego la jalo hacia
mí. —Tenemos unos buenos cuarenta y cinco minutos para trabajar. Estoy
bastante seguro de que podría hacerte el amor en cuarenta y cinco
minutos. Podemos ver qué se siente y si incluso vale la pena tener
relaciones en el futuro. De esta manera cuando salgas de aquí, no te
preocuparás sobre nunca saber lo que se siente.
Se ríe nerviosamente, luego se inclina hacia mí de nuevo. —¿Cómo
haces el amor con alguien de quien no estás enamorado?
Me inclino hacia delante hasta que mi boca está al lado de su oreja.
—Fingimos.
Puedo oír la respiración atrapada en sus pulmones. Gira su cara
ligeramente hacia la mía y siento sus labios rozar mi mejilla. —¿Y si somos
malos actores? —susurra.
Cierro los ojos, porque la posibilidad de que realmente podría estar
haciendo el amor con esta chica en cuestión de minutos es casi demasiado
para afrontarlo.
—Deberías audicionar para mí —dice—. Sólo si eres convincente
entonces podría estar de acuerdo con esta absurda idea tuya.
—Trato —le digo.
Doy un paso atrás, me quito la camiseta y luego la pongo en el
suelo. Agarro mi chaqueta del mostrador y la despliego, entonces también
la pongo en el suelo. Me giro de vuelta al mostrador, luego la recuesto. Ella
se me rodea, enterrando su cabeza en mi cuello.
—¿Dónde está tu camiseta? —pregunta, pasando sus manos sobre
mi hombro. La bajo al piso, sobre su espalda. Fácilmente me tiro a su lado
y la empujo contra mí.
—Estás acostada sobre ella —respondo.
—Oh —dice—. Eso fue considerado de tu parte.
Llevo mi mano a su mejilla. —Eso es lo que la gente hace cuando
están enamorados.
Siento su sonrisa. —¿Cuán enamorados estamos?
—En todas las formas —digo.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que amas tanto de mí?
15 —Tu risa —digo inmediatamente, no estoy seguro de cuánto de eso
es en realidad inventado—. Amo tu humor. También amo la manera en
que metes tu pelo detrás de las orejas cuando estás leyendo. Y amo como
odias hablar por teléfono casi tanto como yo. Realmente amo que me dejes
esas pequeñas notas todo el tiempo con tu letra adorable. Y amo que tú
ames tanto a mi perro, porque a él realmente le agradas. También amo
ducharme contigo. Esas siempre son divertidas.
Deslizo mi mano por su mejilla a su nuca. Tiro mi boca hacia
adelante y descanso mis labios contra los suyos.
—Guau —dice contra mi boca—, eres muy convincente.
Sonrío y me alejo. —Deja de salirte del personaje —bromeo—. Ahora
es tu turno. ¿Qué amas de mí?
—Amo a tu perro —dice—. Es un perro genial. También amo como
abres las puertas para mí a pesar de que se supone que quiero hacerlo por
mí misma. Amo que no intentas fingir que te gustan las viejas películas en
blanco y negro como todos, porque me enfadan como el infierno. También
amo cuando estoy en tu casa y cada vez que tus padres miran hacia otro
lado, me robas pequeños besos. Mi parte favorita de ti, sin embargo, es
cuando te atrapo mirándome. Amo que no mires hacia otro lado y me
observes sin pedir disculpas, como si no estuvieras avergonzado de que no
puedas dejar de mirarme. Es todo lo que quieres hacer porque piensas que
soy la cosa más increíble que has visto. Amo lo mucho que me amas.
—Tienes toda la razón —le susurro—, amo mirarte.
Beso su boca, luego dejo un sendero de besos por su mejilla hasta la
mandíbula. Presiono mis labios contra su oreja y aunque sé que estamos
fingiendo, mi boca se seca al pensar en las palabras a punto de pasar por
mis labios. Lo dudo, casi decidiendo que no lo haré. Pero una parte aun
mayor de mí quiere decirlo. Una gran parte de mí desea lo que podría
significar y una pequeña parte piensa que probablemente lo sea.
Corro mis manos hacia arriba y por su cabello. —Te amo —susurro.
El próximo aliento que aspira es profundo. Mi corazón está
martilleando en mi pecho y estoy quieto, esperando su próximo

UNA NOVELA DE HOPELESS


movimiento. No tengo ni idea de lo que viene después. Por otra parte,
tampoco ella.
Sus manos se mueven por mis hombros y poco a poco se abren
camino hasta mi cuello. Inclina la cabeza hasta que su boca está alineada
en mi oído. —Te amo más —susurra. Puedo sentir la sonrisa en sus labios
y me pregunto si coincide con la sonrisa en mi cara. No sé por qué de
pronto estoy disfrutando tanto esto, pero lo estoy.
—Eres tan hermosa —le susurro, moviendo mis labios a su boca—.
Tan malditamente hermosa. Y cada uno de esos tipos que de alguna
manera pasaron eso por alto son unos completos idiotas. 16
Cierra la distancia entre nuestros labios y la beso, pero esta vez el
beso parece mucho más íntimo. Por un breve momento, realmente siento
como si de verdad amo todas esas cosas de ella y ella realmente ama todas
esas cosas sobre mí. Estamos besándonos, tocándonos y tirando del resto
de nuestra ropa con tanta prisa, que se siente como si estuviéramos con
un temporizador.
Supongo que técnicamente lo estamos.
Saco mi billetera del bolsillo de mis pantalones y agarro un condón,
entonces me acomodo de vuelta contra ella.
—Puedes cambiar de opinión —murmuro, esperando al infierno que
no lo haga.
—Tú también puedes —dice.
Me río.
Se ríe.
Entonces ambos nos callamos de una maldita vez y pasamos el resto
de la hora demostrando exactamente cuánto nos amamos.

Estoy en mis rodillas, recogiendo tranquilamente nuestra ropa.


Después deslizo mi camiseta sobre mi cabeza, tiro de ella hacia arriba y la
ayudo con su propia blusa. Me levanto y me pongo los pantalones, luego la
ayudo a ponerse de pie. Descanso mi barbilla en la cima de su cabeza y la
jalo hacia mí, reconociendo el ajuste perfecto.
—Podría encender la luz antes de que te vayas —le digo—. ¿No estás
un poco curiosa por ver la cara del hombre del cual estás locamente
enamorada?
Sacude la cabeza contra mi pecho con su risa. —Lo arruinará todo
—dice. Sus palabras son amortiguadas por mi camiseta, así que levanta su
cabeza de mi pecho e inclina su cara hacia la mía—. No vamos a
arruinarlo. Una vez que descubramos quien es el otro, vamos a encontrar
algo que no nos gusta. Tal vez un montón de cosas que no nos gustan.
Éste momento es perfecto. Siempre podremos tener este recuerdo perfecto
de que alguna vez amamos a alguien.
La beso de nuevo, pero no mucho porque la campana suena. Ella no
suelta su agarre de mi cintura. Simplemente presiona su cabeza contra mi
17 pecho de nuevo y me aprieta más fuerte. —Tengo que irme —dice.
Cierro los ojos y asiento. —Lo sé.
Estoy sorprendido de lo mucho que no quiero que se vaya, sabiendo
que nunca la veré de nuevo. Casi le ruego que se quede, pero también sé
que tiene razón. Sólo se siente perfecto porque estamos fingiendo que lo es.
Comienza a alejarse de mí, así que levanto mis manos a sus mejillas
por última vez. —Te amo, nena. Espérame después de la escuela, ¿de
acuerdo? En nuestro lugar habitual.
—Sabes que estaré ahí —dice—. Y también te amo. —Se pone de
puntillas y presiona sus labios con los míos, duro, desesperado y triste. Se
aleja y hace su camino a la puerta. Tan pronto como empieza a abrirla,
camino rápidamente hacia ella y cierro la puerta con mi mano. Presiono mi
pecho contra su espalda y bajo mi boca a su oído.
—Desearía que esto pudiera ser real —le susurro. Pongo mi mano en
el pomo de la puerta y la abro, luego giro mi cabeza cuando ella se desliza
por la puerta.
Suspiro y corro mis manos por mi cabello. Creo que necesito unos
minutos antes de que pueda dejar esta habitación. No estoy seguro de
querer olvidar todavía la forma en que huele. De hecho, me paro aquí en la
oscuridad y trato con todas mis fuerzas de guardar cada cosa de ella en mi
memoria, ya que es el único lugar en donde alguna vez la veré de nuevo.

UNA NOVELA DE HOPELESS


1
Traducido por Aleja E & Mel Markham
Corregido por niki26

18
Un año después.
—¡Oh, Dios mío! —digo, frustrado—. Relájate. —Encendí el auto
justo cuando Val entró y cerró la puerta enfurruñada, y luego se empujó
contra el asiento.
Tan pronto como está dentro del coche, la abrumadora cantidad de
perfume que lleva, comienza a asfixiarme. Abro la ventana, pero sólo lo
suficiente para que no piense que la estoy insultando. Ella sabe cuánto me
molesta ese perfume, especialmente cuando las chicas huelen como si se
bañasen en él, pero nunca parece importarle lo que pienso, porque
continúa aplicándose todo el frasco
—Eres tan inmaduro, Daniel —murmura. Voltea la visera hacia
abajo, saca su lápiz labial de su bolso, y comienza a aplicárselo—. Estoy
empezando a preguntarme si alguna vez vas a cambiar.
¿Cambiar?
¿Qué demonios se supone que significa eso?
—¿Por qué debería cambiar? —le pregunto, inclinando la cabeza por
curiosidad.
Suspira y deja caer su lápiz labial en el bolso, frota sus labios
juntos, y se vuelve hacia mí. —¿Así que me vas a decir que estás contento
con la manera en la que te comportas?
¿Qué?
¿La manera en que me comporto? ¿Realmente está comentando
sobre mi manera de comportarme? ¿La misma chica que he visto insultar a
camareras por algo tan simple como el exceso de hielo en su vaso, está
comentando realmente sobre mi manera de comportarme?
Hemos estado juntos una y otra vez desde hace meses y no he tenido
ni una sola pista de que esté esperando que eventualmente yo cambie.
Esperando que me convierta en alguien que no soy.
Ahora que pienso en eso… sigo regresando con ella, pensando en
que es la única que debería cambiar. Para estar bien de una vez por todas.
Pero en realidad, las personas son lo que son y nunca cambian. ¿Entonces
por qué demonios Val y yo continuamos perdiendo nuestro tiempo en esta
relación agotadora si ni siquiera nos gusta la manera de ser del otro?
—No lo creo —dice con aire de suficiencia, asumiendo
incorrectamente que mi silencio era el reconocimiento de que no estoy
contento con la forma en que actúo. En realidad, mi silencio era por el
momento de claridad que he necesitado desde el día en que la conocí.
Me quedo en silencio hasta que nos estacionamos en su camino de
entrada. Dejo el auto en marcha, lo que indica que esta noche no tengo
19 planes de ir dentro con ella.
—¿Te vas? —pregunta.
Asiento y miro por la ventanilla del lado del conductor. No quiero
mirarla, porque soy un hombre y ella es caliente y sé que si la miro, mi
momento de claridad en cuanto a nuestra relación se convertirá en niebla
y voy a terminar en el interior de su casa, reconciliándome con ella en su
cama como siempre lo hago.
—Tú no eres el único que está enojado, Daniel. Te comportaste
ridículo esta noche. ¡Y nada menos que delante de mis padres! ¿Cómo
esperas que te aprueben alguna vez, si actúas de la manera en que lo
hiciste?
Tengo que exhalar despacio, calmando mi respiración por lo que no
levanto mi voz como ella lo está haciendo en este momento. —¿Cómo me
comporto, Val? Porque fui yo mismo en la cena, al igual que soy cada
minuto del día.
—Exactamente —dice—. ¡Hay tiempo y lugar para tus apodos
estúpidos y payasadas inmaduras, y la cena con mis padres no era el
momento ni el lugar!
Me froto las manos en la cara por frustración, entonces me doy la
vuelta y la miro. —Este soy yo —le digo, haciendo un gesto hacia mí
mismo—. Si no te gusta todo de mí, entonces tenemos problemas graves,
Val. No voy a cambiar y, sinceramente, no sería justo de mi parte pedirte
que cambies, tampoco. Nunca te pediría que pretendas ser algo que no
eres, que es exactamente lo que me estás pidiendo ahora. No voy a
cambiar, nunca voy a cambiar y realmente me gustaría que te largaras de
mi coche en este momento porque tu perfume está haciendo que me den
jodidas náuseas.
Sus ojos se estrechan y agarro su bolso de la consola y se lo tiro. —
Oh, eso es muy bonito, Daniel. Insultas mi perfume para vengarte de mí.
¿Ves lo que quiero decir? Eres el epítome de la inmadurez. —Abre la
puerta del coche y desabrocha su cinturón de seguridad.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Bueno, al menos no estoy pidiéndote que cambies tu perfume —le
digo en tono burlón.
Niega con la cabeza. —No puedo seguir con esto —dice, saliendo del
coche—. Hemos terminado, Daniel. Esta vez para siempre.
—Gracias a Dios —digo lo suficientemente alto como para que me
oyera. Cierra la puerta y se marcha hacia su casa. Bajo la ventana de su
lado para airear el perfume y salgo de su entrada de autos.
¿Dónde diablos está Holder? Si no me quejo con alguien acerca de
ella, voy a dar un jodido grito. 20

Me subo por la ventana de Sky y ella está sentada en el suelo,


hurgando en unas fotos. Levanta la mirada y sonríe mientras entro a su
habitación. —Hola, Daniel —dice.
—Hola, Tetas de Queso —le digo mientras me caigo sobre la cama—.
¿Dónde está tu novio desesperanzado?
Señala con la cabeza por la puerta de su dormitorio. —Están en la
cocina haciendo helado. ¿Quieres un poco?
—No —digo—. Estoy muy desconsolado para comer algo en este
momento.
Se ríe. —¿Val, está teniendo un mal día?
—Val está teniendo una mala vida —le digo—. Y después de esta
noche por fin me di cuenta que no quiero ser parte de ella.
Levanta las cejas. —¿Ah, sí? Suena serio esta vez.
Me encojo de hombros. —Rompimos hace una hora. ¿Y quiénes son
ellos?
Me lanza una mirada confusa, por lo que aclaro mi pregunta. —
Dijiste que estaban en la cocina preparando helado. ¿Quiénes son ellos?
Sky abre la boca para contestar cuando su puerta del dormitorio se
abre y Holder entra con dos copas de helado en la mano. Una chica está
detrás de él con su propio tazón de helado y una cuchara colgando de su
boca. Saca la cuchara de sus labios y patea la puerta del dormitorio para
cerrarla con el pie, luego se vuelve hacia la cama y se detiene cuando me
ve.
Me parece vagamente familiar, pero no puedo ubicarla. Lo cual es
extraño, porque es linda como el infierno y siento como si debería saber su
nombre o recordar dónde la he visto, pero no lo hago.
Ella se acerca a la cama y se sienta en el extremo opuesto de la
misma, mirándome todo el tiempo. Deja caer la cuchara en su helado, y
luego vuelve a poner la cuchara de nuevo en su boca.
No puedo dejar de mirar la cuchara. Creo que me encanta esa
cuchara.

21 —¿Qué estás haciendo aquí? —me pregunta Holder.


Lamentablemente tengo que retirar mis ojos de la chica del helado y ver
como él se sienta en el suelo junto a Sky y recoge algunas de las fotos.
—He terminado con ella, Holder —digo, estirando las piernas en la
cama—. Para siempre. Está jodidamente loca.
—Pero pensé que por eso la amabas —dice burlonamente.
Pongo los ojos en blancos. —Gracias por la comprensión, Dr.
Shitmitten.
Sky quita algunas imágenes de la mano de Holder. —Creo que es
realmente en serio esta vez —le dice—. No más de Val. —Sky trata de lucir
triste por mí, pero sé que está aliviada. Val nunca encajó con ellos dos.
Ahora que lo pienso, realmente nunca encajó conmigo, tampoco.
Holder me mira con curiosidad. —¿Terminaron para siempre? ¿En
serio? —Suena extrañamente impresionado.
—Sí, de verdad, verdad.
—¿Quién es Val? —pregunta la chica del helado—. O mejor aún,
¿quién eres tú?
—Oh, mi error —interrumpe Sky. Señala una y otra vez entre la
chica helado y yo—. Six este es el mejor amigo de Dean, Daniel. Daniel,
este es mi mejor amiga, Six.
Nunca me acostumbraré a escuchar a Sky llamarlo Dean, pero su
presentación me da una excusa para mirar hacia la cuchara de nuevo. Six
la saca de su boca y la apunta a mí. —Encantada de conocerte, Daniel —
dice.
¿Cómo demonios puedo robar esa cuchara antes de que se vaya?
—¿Por qué el sonido de tu nombre me es familiar? —le pregunto.
Se encoge de hombros. —No lo sé. ¿Tal vez porque seis1 es un
número bastante común? Es eso, o has oído hablar de la puta furiosa que
soy.

1 Juego de palabras ya que Six es su nombre y Six significa Seis.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me río. No sé por qué me río, ya que su comentario no fue realmente
divertido. En realidad fue un poco molesto. —No, no es eso —le digo,
todavía confundido en cuanto a por qué su nombre suena tan familiar. No
creo que Sky nunca la haya mencionado frente a mí antes.
—La fiesta del año pasado —dice Holder, obligándome a volver a
mirarlo. Estoy bastante seguro que ruedo los ojos cuando tengo que
apartar la mirada de ella, pero no quiero. Prefiero mucho más mirarla a
ella que a Holder—. ¿Recuerdas? —dice—. Fue la semana que volví de
Austin y unos días antes de que conociera a Sky. ¿La noche que Grayson
te dio una paliza por decir que tomaste la virginidad de Sky? 22
—Oh, ¿te refieres a la noche en la que me quitaste de encima de él
antes de que tuviera la oportunidad de patear su trasero? —Todavía me
molesto de tan sólo pensar en eso. Podría haberlo golpeado si Holder no se
hubiera metido en medio.
—Sí —confirma Holder—. Jaxon mencionó algo esa noche sobre Sky
y Six, pero no sabía quiénes eran para entonces. Creo que ahí fue que
oíste su nombre.
—Espera, espera, espera —dice Sky, moviendo las manos en el aire y
mirándome como si estuviera loco—. ¿A qué te refieres con que Grayson te
dio una paliza porque dijiste que tomaste mi virginidad? ¿Qué diablos,
Daniel?
Holder pone una mano tranquilizadora en la espalda baja de Sky. —
Está bien, cariño. Sólo lo dijo para hacer enojar a Grayson porque estaba a
punto de patear el trasero de ese idiota por la forma en la que hablaba de
ti.
Sky está sacudiendo la cabeza, todavía confundida. —Pero no me
conocías. Acabas de decir que fue unos días antes de que me conocieras,
entonces ¿por qué te enojaría el que Grayson estuviera diciendo mierda de
mí?
Miro a Holder, también, esperando su respuesta. Nunca pensé sobre
eso, pero es extraño que estuviera enojado por los comentarios de Grayson
cuando no conocía a Sky en ese momento.
—No me gustó como hablaba de ti —dice, inclinándose para besar el
costado de la cabeza de Sky—. Me hizo pensar que probablemente hablaba
igual de Les y me enfureció.
Mierda. Por supuesto que pensaría eso. Ahora realmente deseo que
me hubiera dejado patear el trasero de Grayson esa noche.
—Eso es muy dulce, Holder —dice Six—. La protegías desde antes de
conocerla.
Holder se ríe. —Oh, no sabes ni la mitad, Six.
Sky levanta la mirada hacia él y se sonríen el uno al otro, casi como
si tuvieran algún tipo de secreto, luego ambos vuelven su atención de
regreso a las fotos en el suelo frente a ellos.
—¿Qué son esas? —pregunto, indagando entre las fotos.
—Para el anuario —dice Six, respondiéndome. Coloca el tazón de
helado en la cama a su lado, luego levanta los pies y se sienta cruzando
las piernas—. Aparentemente se supone que subamos fotos nuestras de
niños para la página principal, así que Sky está buscando entre las fotos
que Karen le dio.
23
—¿Fuiste a la misma escuela que nosotros? —pregunto,
refiriéndome al hecho de que se incluyó en la explicación de la tarea. Sé
que fuimos a una escuela enorme, pero tengo la sensación de que la
recordaría, especialmente si es la mejor amiga de Sky.
—No estuve en esa escuela hasta último año —dice—. Pero estaré
allí una vez que llegue el lunes. —Lo dice como si no estuviera deseando
que llegue.
No puedo evitar sonreír con su respuesta. No me importaría ver a
esta chica regularmente. —Entonces, ¿eso significa que te unirás a
nuestra alianza en la cafetería? —Me inclino y tomo el tazón de helado que
no terminó y lo acerco a mí, luego doy una mordida.
Me observa mientras cierro los labios alrededor de la cuchara y la
saco de mi boca. Arruga la nariz, mirando la cuchara. —Podría tener
herpes, ¿sabes? —dice.
Le sonrío y le guiño un ojo. —De alguna forma hiciste que herpes
suene atractivo.
Se ríe, pero su tazón es de repente arrancado de mis manos por
Holder y me saca de la cama. Mis pies golpean el suelo y me empuja hacia
la ventana. —Vete a casa, Daniel —dice él, dejando ir mi camisa mientras
vuelve al suelo junto a Sky.
—¿Qué diablos, hombre? —grito.
Sin embargo, en serio. ¿Qué diablos?
—Es la mejor amiga de Sky —dice, moviendo la mano hacia Six—.
No tienes permitido coquetear con ella. Si ustedes dos se enredan sólo va a
causar tensión y hacer que las cosas estén raras, no quiero eso. Ahora vete
y no vuelvas hasta que puedas estar cerca de ella sin tener los
pensamientos pervertidos que sé que están pasando por tu mente.
Por primera vez en mi vida, creo que de verdad estoy sin palabras.
Quizás debería asentir y estar de acuerdo con él, pero el idiota acaba de
cometer el error más grande que podría hacer.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Mierda, Holder —me quejo, pasando las manos por mi cara—. ¿Por
qué diablos tienes que ir y hacer eso? Acabas de sacarla de los límites,
hombre. —Comienzo a caminar hacia la ventana. Una vez que estoy fuera,
meto mi cabeza y lo miro—. Deberías haberme dicho que saliera con ella,
entonces es más probable que no estuviera interesado. Pero tenías que ir y
prohibirla, ¿no?
—Vaya, Daniel —dice Six, sin entusiasmo—. Me alegra saber que me
consideras un ser humano y no un desafío. —Mira a Holder mientras se
levanta de la cama—. Y no me había dado cuenta que tenía un quinto
hermano sobreprotector —dice, caminando hacia la ventana—. Los veo 24
luego chicos. Probablemente debería ir a rebuscar entre mis propias fotos
antes del lunes, de todas formas.
Holder me mira de nuevo cuando doy un paso al costado y le
permito a Six salir por la ventana. Él no dice nada, pero la mirada que me
da es una advertencia silenciosa de que Six está completamente fuera de
los límites para mí. Levanto las manos defensivamente, luego cierro la
ventana cuando Six ya está afuera. Camina unos pocos metros hasta la
casa de al lado y empieza a subir por esa ventana.
—¿Tomas atajos por las ventanas todo el tiempo, o resulta que vives
en esa casa? —pregunto, caminando hacia ella. Una vez que está dentro,
da una vuelta y saca la cabeza.
—Esta es mi ventana —dice—. Y ni siquiera pienses en entrar. Esta
ventana ha estado fuera de servicio durante casi un año y no tengo planes
de reabrirla para los negocios.
Mete su cabello rubio largo hasta los hombros detrás de las orejas y
doy un paso atrás, esperando que un poco de distancia permita que mi
corazón deje de atacar las paredes de mi pecho. Pero ahora que Holder
estúpidamente la declaro fuera de los límites, todo lo que quiero hacer es
descubrir una forma de reactivar su ventana.
—¿De verdad tienes cuatro hermanos mayores?
Asiente. Odio el hecho de que tenga cuatro hermanos mayores, pero
sólo porque representa cuatro razones más por las que no debería salir
con ella. Eso sumado a que Holder la sacó de los límites, y sé que es la
única cosa en la que seré capaz de pensar ahora.
Gracias Holder. Muchas gracias.
Descansa su barbilla en su mano y me mira. Está oscuro fuera, pero
la luna sobre nosotros proyecta una luz justo hacia su cara y luce como
un maldito ángel. Ni siquiera sé si la gente debería usar las palabras
maldito y ángel en la misma idea, pero mierda. De verdad luce como un
maldito ángel, con su cabello rubio y sus grandes ojos. Ni siquiera estoy
seguro de qué color son porque está oscuro y realmente no presté atención
cuando nos encontrábamos en la habitación de Sky, pero cualquiera que
sea el color, es mi nuevo color favorito.
—Eres muy carismático —dice.
Jesús. Su voz me mata por completo. —Gracias. Eres bastante linda
también.
Se ríe. —No dije que eras lindo, Daniel. Dije que eras carismático.
Hay una diferencia.
—No tanto —digo—. ¿Te gusta la italiana?
25
Frunce el ceño y retrocede unos centímetros como si la hubiera
insultado. —¿Por qué me preguntarías eso?
Su reacción me confunde. No tengo idea de cómo ese comentario
puede haberla ofendido. —Uh… ¿nunca te han invitado a una cita antes?
El ceño fruncido desaparece de su rostro y se asoma de nuevo. —Oh.
Te refieres a la comida. Como que estoy un poco cansada de la comida
italiana, de hecho. Acabo de volver de siete meses de intercambio allí. Si
me estás pidiendo ir a una cita, preferiría el sushi.
—Nunca comí sushi —admito, intentando procesar el hecho de que
estoy bastante seguro de que acaba de aceptar ir a una cita conmigo.
—¿Cuándo?
Esto fue demasiado fácil. Creí que pelearía y me haría rogarle un
poco como Val siempre hacía. Me encanta que no esté jugando. Es directa
y hasta ahora eso me gusta de ella.
—No puedo llevarte esta noche —digo—. Una perra psicótica me
rompió el corazón hace una hora y necesito más tiempo para recuperarme
de esa relación. ¿Qué te parece mañana en la noche?
—Mañana es domingo —dice.
—¿Tienes un problema con los domingos?
Se ríe. —No realmente, supongo. Sólo parece extraño tener una
primera cita un domingo en la noche. Encuéntrame aquí a las siete en
punto, entonces.
—Te encontraré en tu puerta principal —digo—. Y puede que quieras
no decirle a Sky a donde irás a menos que quiera que me pateen el trasero.
—¿Qué hay que decir? —dice sarcásticamente—. No es como si
fuéramos a una cita al azar el domingo en la noche ni nada.
Sonrío y me alejo, lentamente volviendo a mi auto. —Fue lindo
conocerte, Six.
Coloca la mano en su ventana para bajarla. —Igualmente, creo.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me río, luego vuelvo mi cabeza hacia mi auto. Estoy casi en la puerta
cuando grita mi nombre. Doy la vuelta y está asomada en su ventana.
—Lo siento por tu corazón roto —susurra en voz alta. Se agacha de
nuevo en su habitación y la ventana se cierra.
¿Qué corazón roto? Estoy bastante seguro que esta es la primera vez
en que mi corazón de verdad se siente de alguna forma aliviado desde el
momento en que comencé a salir con Val.

26
2
Traducido por Julieyrr, Sasu.Funes, Sofí Fullbuster & Moni
Corregido por Gabbita

27
—¿Esto luce bien? —le pregunto a Chunk cuando entro a la cocina.
Se voltea, me mira de arriba abajo y se encoge de hombros.
—Supongo. ¿A dónde vas?
Camino al frente de uno de los espejos que recubren el pasillo y
reviso mi cabello otra vez. —Una cita.
Gime, luego da la vuelta alrededor de la mesa frente a ella. —Nunca
te has preocupado por cómo luces. Será mejor que no le propongas
matrimonio. Me divorciaré de esta familia antes de que la hagas mi
hermana.
Mi mamá camina delante de mí y me da una palmadita en el
hombro. —Te ves muy bien, cariño. Sin embargo, no usaría esos zapatos.
Contemplo mis zapatos. —¿Por qué? ¿Qué hay de malo con mis
zapatos?
Abre un armario, saca una sartén y después gira hacia mí. Sus ojos
caen a mis zapatos de nuevo. —Son demasiado brillantes. —Se da la
vuelta y camina a la cocina—. Los zapatos nunca deberían ser de neón.
—Son color amarillo. No neón.
—Amarillo neón —dice Chunk.
—No estoy diciendo que creo que son feos —dice mamá—, pero
conozco a Val y es muy probable que odie tus zapatos.
Camino a la mesada y agarro las llaves, luego pongo el celular en mi
bolsillo. —Me importa una mierda lo que piense Val.
Mi madre se da vuelta y me mira con curiosidad. —Bueno, estás
preguntando a tu hermana de trece años de edad si luces lo
suficientemente bien para tu cita, por lo que creo que te importa lo que Val
piense.
—No voy a salir con Val. Rompí con Val. Tengo una nueva cita esta
noche.
Los brazos de Chunk suben al aire y levanta la vista al techo. —
¡Gracias al Señor! —proclama en voz alta.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Mamá ríe y asiente. —Sí. Gracias a Dios —dice, aliviada. Se vuelve a
la estufa y no puedo dejar de mirar una y otra vez entre ambas
—¿Qué? ¿A ninguna de las dos les gusta Val? —Sé que Val es una
perra, pero a mi familia parecía gustarle. Sobre todo a mamá.
Honestamente pensé que estaría molesta porque rompimos.
—Odio a Val —dice Chunk.
—Dios, yo también —gime mi mamá.
—Conmigo somos tres —dice mi papá, caminando junto a mí.
28
Ninguno me está mirando, pero todos están respondiendo como si
este fuera un tema que han discutido previamente.
—¿Quieren decir que todos odiaban a Val?
Papá se da vuelta para mirarme. —Tu mamá y yo somos maestros
en psicología inversa, muchacho Danny. No actúes como sorprendido.
Chunk levanta la mano en el aire hacia papá. —Yo también papá.
También invertí su psicología.
Mi papá se acerca y choca la mano de Chunk. —Bien jugado,
Chunk.
Me apoyo en el marco de la puerta y los veo. —¿Fingieron que les
gustaba Val? ¿Por qué demonios?
Mi papá se sienta a la mesa y agarra un periódico. —Los chicos
están naturalmente inclinados a tomar decisiones que desagradan a sus
padres. Si te hubiéramos dicho cómo nos sentimos sobre Val,
probablemente habrías terminado casándote sólo para fastidiarnos. Por
eso fingimos amarla.
Idiotas. Los tres. —No conocerán nunca a otra de mis novias de
nuevo.
Papá se ríe, pero no parece en absoluto decepcionado.
—¿Quién es? —pregunta Chunk—. La chica por la que en realidad
estás haciendo un esfuerzo.
—No es de tu incumbencia —le respondo—. Ahora que sé cómo
funciona esta familia, no la traeré cerca de ninguno de ustedes.
Me dirijo a la puerta y mi mamá llama detrás de mí—: Bueno, si
ayuda ¡estamos listos para amarla, Daniel! ¡Ella es un encanto!
—Y es hermosa —dice mi papá—. ¡Es muy buena!
Niego con la cabeza. —Apestan.
—Llegas tarde —dice Six, cuando aparece en su puerta principal.
Sale de su casa de espaldas a mí, introduciendo su llave en la cerradura.
29 —¿No quieres que conozca a tus padres? —le digo, preguntándome
por qué está bloqueando la puerta a estas horas de la noche. Se da la
vuelta y me enfrenta.
—Son viejos. Cenaron hace como diez horas y se fueron a la cama a
las siete.
Azul. Sus ojos son de color azul.
Mierda, es bonita. Su pelo es más claro de lo que pensé que era la
última noche en la habitación de Sky. Su piel es impecable. Es como si
fuera la misma chica de anoche, sólo que ahora está en alta definición. Y
tenía razón. Realmente se ve como un maldito ángel.
Da un paso fuera del camino y cierro la puerta de la pantalla, sin
poder apartar los ojos de ella. —De hecho, llegué temprano —digo
finalmente en respuesta a su primer comentario—. Holder dejo a Sky en su
casa y te juro que les tomó media hora despedirse. Tuve que esperar hasta
que la costa estuviera despejada.
Desliza la llave de su casa en su bolsillo de atrás y asiente. —¿Listo?
La veo de arriba abajo. —¿Olvidaste tu bolso?
Niega con la cabeza. —Nop. Odio los bolsos. —Acaricia su bolsillo
trasero—. Todo lo que necesito es la llave de mi casa. No me molesté en
traer dinero ya que esta cita fue tu idea. Tú pagarás, ¿cierto?
Guau.
Retrocede.
Evaluemos los últimos treinta segundos, ¿de acuerdo?
Odia los bolsos. Eso quiere decir que no trae maquillaje. Lo que
significa que no se estará aplicando constantemente esa mierda como hace
Val. También significa que no está escondiendo un galón de perfume en
cualquier lugar de su cuerpo. Y también significa que no tiene planes en
absoluto de ofrecerse a pagar su mitad de la cena, lo que parece un poco
anticuado, pero por alguna razón me gusta.
—Me encanta que no lleves un bolso —le digo.
—Me encanta que tampoco lleves uno —dice, con una carcajada.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Lo hago. Está en mi coche —le digo, empujando mi cabeza hacia
mi coche.
Se ríe de nuevo y comienza a caminar hacia las escaleras del porche.
Hago lo mismo hasta que veo a Sky de pie en su habitación con la ventana
abierta. Inmediatamente agarro a Six de los hombros y tiro de ella hasta
que nuestras espaldas están planas contra la puerta principal. —Puedes
ver la ventana de Sky desde el patio delantero. Nos verá.
Six me mira fijamente. —Te estás tomando en serio esa orden de
fuera de los límites —dice en voz baja.
30
—Tengo que hacerlo —le susurro—. Holder no bromea cuando me
prohíbe salir en citas.
Arquea una ceja curiosa. —¿Holder usualmente te dice con quién
puedes y no puedes salir?
—No. En realidad tú eres la primera.
Se ríe. —¿Entonces cómo sabes que se enojará de verdad por esto?
Me encojo de hombros. —En realidad no lo sé. Pero la idea de
esconderme de él, parece bastante divertida. ¿No es un poco más
emocionante para ti ocultarle esta cita a Sky?
—Sí —dice, encogiéndose de hombros—, supongo que lo es.
Nuestras espaldas todavía se presionan contra la puerta y por
alguna razón todavía estamos susurrando. No es como si Sky nos pudiera
oír desde aquí, pero otra vez, el susurro hace que sea más divertido. Y me
gusta el sonido de la voz de Six cuando susurra.
—¿Cómo propones que salgamos de esta situación, Six?
—Bueno —dice, ponderando la pregunta por un momento—,
normalmente cuando voy a intentar una clandestina cita secreta y necesito
escapar de mi casa sin ser detectada, me pregunto: “¿Qué haría
MacGyver?”
Oh, Dios mío, ¿Esta chica acaba de mencionar a MacGyver?
Infiernos.
Sí.
Alejo mí mirada lo suficiente como para ocultar el hecho de que creo
que acabo de enamorarme de ella y también para evaluar nuestra ruta de
escape. Echo un vistazo al columpio en el porche y luego miro a Six
cuando estoy seguro de que la sonrisa cursi se ha ido de mi cara.
—Creo que MacGyver tomaría tu columpio y construiría un campo
de fuerza invisible de hierba y fósforos. Luego le adjuntaría un motor a
reacción y volaría sin ser detectado. Desafortunadamente me he quedado
sin fósforos.
Se ríe. —Hmmm —dice, entrecerrando los ojos como si viniera con
algún plan brillante—. Eso es un inconveniente lamentable. —Mira a mi
coche estacionado en el camino de entrada y luego de nuevo a mí—.
Podríamos simplemente arrastrarnos hasta tu coche para que no nos vea.
Y sería un plan brillante si involucrara a una chica ensuciándose.
He aprendido en mis seis meses, de idas y vueltas, con Val que a las
chicas no les gusta ensuciarse.
—Te ensuciaras las manos —le advierto—. No creo que puedas
entrar en un sofisticado restaurante de sushi con las manos y vaqueros
31 sucios.
Mira a sus vaqueros y luego a mí. —Conozco este gran restaurante
Bar-B-Q al que podríamos ir en su lugar. El suelo está cubierto de
cáscaras de maní desechadas. Una vez vi a un hombre muy gordo
comiendo en un reservado y ni siquiera llevaba una camisa.
Sonrío al mismo tiempo que me enamoro un poco más fuerte por
ella. —Suena perfecto.
Los dos nos tiramos en nuestras manos y rodillas, y nos arrastramos
fuera de su porche. Está riendo y su risa me hace reír. —Shh —le susurro
al llegar a la parte inferior de las escaleras. Nos arrastramos por el patio a
toda prisa, los dos mirando hacia la casa de Sky cada pocos metros. Una
vez que llegamos al coche, llego a la manija de la puerta. —Arrástrate por
el lado del conductor —le digo—. Es menos probable que te vea.
Le abro la puerta y se mete en el asiento delantero. Una vez que está
dentro del coche, subo detrás de ella y me deslizo en mi asiento. Los dos
nos agachamos, lo que no tiene sentido si piensas en ello. Si Sky fuera a
mirar por la ventana de su dormitorio, vería mi coche estacionado en la
vereda de Six. No importaría si viera nuestras cabezas o no.
Six limpia la suciedad de sus manos en las piernas de sus
pantalones lo que me enciende completamente. Se da vuelta para mirarme
y todavía estoy mirando la suciedad arrastrada por sus pantalones. De
alguna manera arranco mi mirada y la miro a los ojos.
—Vas a tener que disfrazar tu coche la próxima vez que vengas —
dice—. Esto es demasiado arriesgado.
Me gusta su comentario un poco demasiado.
—¿Confiada de que habrá una próxima vez? —le pregunto,
sonriéndole—. La cita acaba de comenzar.
—Buen punto —dice, encogiéndose de hombros—. Podría odiarte al
final de la cita.
—O yo podría odiarte a ti —le digo.
—Imposible. —Apoya su pie en el tablero—. Soy inodiable.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Inodiable ni siquiera es una palabra real.
Mira por encima de su hombro al asiento trasero y luego se voltea de
nuevo con el ceño fruncido. —¿Por qué huele como si tenías un harén de
prostitutas aquí? —Tira de su camisa sobre su nariz para cubrir el olor.
—¿Todavía huele a perfume? —Ya ni siquiera lo huelo.
Probablemente se filtró en mis poros y ahora soy inmune.
Asiente. —Es horrible —dice con la voz ahogada por su camisa—.
Baja la ventana. —Hace un sonido falso de escupir como si estuviera
tratando de quitar el sabor de su boca y me hace reír. 32
Arranco el coche y luego lo pongo en reversa y empiezo a retroceder.
—El viento hará un lío de tu cabello si bajo las ventanas. No llevas un
bolso, lo que significa que no traes un cepillo, lo que significa que no serás
capaz de arreglarlo cuando lleguemos al restaurante.
Extiende la mano a su puerta y pulsa el botón para bajar la ventana.
—Ya estoy sucia y prefiero tener el pelo enmarañado que oler como un
harén —dice. Baja la ventana por completo, entonces me incita a bajar la
mía, así que lo hago.
Pongo el coche en marcha y presiono el acelerador. El coche se llena
inmediatamente con el viento y el aire fresco y su pelo comienza a volar en
todas las direcciones, pero ella se relaja en el asiento.
—Mucho mejor —dice, sonriéndome. Cierra los ojos mientras inhala
una bocanada de aire fresco.
Trato de prestar atención a la carretera, pero lo hace malditamente
duro.

—¿Cómo se llaman tus hermanos? —pregunto—. ¿Y qué número


eres?
—Zachaary, Michael, Aaron y Evan. Soy diez años más joven que el
más joven.
—¿Fuiste un accidente?
Asiente. —Del mejor tipo. Mi madre tenía cuarenta y dos cuando me
tuvo pero se emocionaron cuando se encontraron con una chica.
—Me alegro de que saliera una chica.
Se ríe. —Yo también.
—¿Porqué te llamaron Six si en realidad eras el quinto hijo?
—Six no es mi nombre —dice—. Mi nombre completo es Seven Marie
Jacobs, pero me enojé con ellos por mudarnos a Texas cuando tenía
catorce años, así que empecé a llamarme Six para molestarlos. Realmente
no importaba, pero era terca y me negué a darme por vencida. Ahora todo
el mundo me llama Six, excepto ellos.
Me encanta que se diera un apodo a sí misma. Mi tipo de chica.
—La pregunta sigue en pie —le digo—. ¿Por qué te nombraron Seven
33 si fuiste el quinto hijo?
—No hay razón, la verdad. A mi papá sólo le gusta el número.
Asiento, luego tomó un bocado de comida, mirándola atentamente.
Estoy esperando ese momento. El que siempre viene con las chicas, donde
el pedestal en que las colocas al comienzo es expulsado de debajo de ellas.
Por lo general es el momento en que empiezan a hablar de ex novios o
mencionan cuántos niños quieren o hacen algo realmente molesto, como
aplicar el lápiz labial en el medio de la cena.
He estado esperando pacientemente a que se destaquen las fallas de
Six, pero hasta ahora no puedo encontrar ninguna. Por supuesto, sólo nos
hemos relacionado durante unas tres o cuatro horas hasta ahora, las
suyas pueden estar enterradas más profundo que las otras personas
—¿Así que eres un hijo del medio? —pregunta—. ¿Sufres de
síndrome del hijo del medio?
Niego con la cabeza. —Probablemente tanto como tú sufres de
síndrome de quinto hijo. Además, Hannah es cuatro años mayor que yo y
Chunk es cinco años más joven, así que tenemos una buena variedad.
Se ahoga en su bebida con su risa. —¿Chunk? ¿Llamas Chunk2 a tu
hermanita?
—Todos la llamamos Chunk. Era un bebé gordo.
Se ríe. —Tienes apodos para todos —dice—. Llamas a Sky “Tetas de
Queso”. Le dices a Holder “Desesperanzado”. ¿Cómo me llamas cuando no
estoy cerca?
—Si le doy a la gente apodos, lo hago a la cara —señalo—. Y aún no
he descubierto el tuyo. —Me recuesto en mi asiento y me pregunto por qué
no le he dado uno hasta ahora. Los apodos que doy a la gente suelen ser
bastante inmediatos.
—¿Es algo malo que todavía no me hayas apodado?
Me encojo de hombros. —En realidad no. Todavía estoy tratando de
entenderte, eso es todo. Eres un poco contradictoria.

2 Toro.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Arquea una ceja. —¿Soy contradictoria? ¿De qué manera?
—De todas. Eres increíblemente linda, pero no te importa un carajo
como luces. Pareces dulce, pero tengo la sensación de que eres la mezcla
perfecta del bien y del mal. Pareces muy relajada, no del tipo del que juega
con los chicos, pero eres bastante coqueta. Y no voy a juzgar todo con esta
nueva observación, pero soy consciente de tu reputación, sin embargo, no
pareces ser el tipo de persona que necesita la atención de un hombre para
acariciar su autoestima.
Su expresión es tensa mientras acepta todo lo que acabo de decir.
Alcanza su vaso y bebe un sorbo sin dejar de mirarme. Termina su bebida, 34
pero mantiene el vaso contra sus labios mientras piensa. Finalmente lo
baja a la mesa y mira a su plato, recogiendo el tenedor.
—No soy así —dice en voz baja, evitando mi mirada.
—¿Así cómo? —No me gusta la tristeza en su voz. ¿Por qué siempre
digo estupideces?
—No soy lo que solía ser.
Así se hace, Daniel. Idiota.
—Bueno, no te conocía en ese entonces, así que lo único que puedo
hacer es juzgar a la chica sentada frente a mí en estos momentos. Y hasta
ahora, ha sido una cita malditamente genial.
La sonrisa se extiende de nuevo en sus labios. —Eso es bueno —
dice, mirándome—. No estaba segura de qué tipo de cita sería, teniendo en
cuenta que es la primera que he tenido en mi vida.
Me río. —No hay necesidad de acariciar mi ego —digo—. Puedo
manejar el hecho de que no soy el primero en expresar un interés en ti.
—Lo digo en serio —dice—. Nunca he estado en una cita real antes.
Los hombres tienden a saltar toda esta parte, para poder llegar a lo que
realmente quieren de mí.
Mi sonrisa desaparece. Puedo decir por la mirada en su cara que
está siendo completamente seria. Me inclino hacia delante y miro con
dureza sus ojos. —Esos tipos eran unos tarados de mierda.
Se ríe, pero yo no lo hago.
—Lo digo en serio, Six. Todos esos tipos, necesitan una buena
patada en el clítoris, porque la cena-charla es, por mucho, la mejor parte
de ti.
Cuando la oración sale de mi boca, la sonrisa sale de su rostro. Me
mira como si nunca nadie le hubiera dado un auténtico cumplido. Eso me
enoja.
—¿Cómo sabes que es la mejor parte de mí? —pregunta, de alguna
manera encontrando ese tono insinuante de burla en su voz una vez
más—. Todavía no has tenido el placer de besarme. Estoy bastante segura
de que es la mejor parte de mí, porque soy una besadora fenomenal.
Jesucristo. No sé si era una invitación, pero quiero enviarle mi
asistencia en este mismo segundo. —No tengo dudas que ser besado por ti
sería fantástico, pero si tuviera que elegir, me quedaría con la cena y la
charla sobre un beso cualquier día.
Entrecierra los ojos. —Es todo pura mierda —dice con una mirada
35 desafiante—. No hay manera de que alguien escogería una cena-charla
sobre una buena sesión de besos.
Intento devolver su mirada desafiante, pero tiene un buen punto.
—Está bien —le reconozco—. Puede que tengas razón. Pero si por mí
fuera, me quedaría con besarte durante la cena-charla. Tener lo mejor de
ambos mundos.
Asiente, impresionada. —Eres bueno —dice, echándose hacia atrás
en su asiento. Cruza los brazos sobre el pecho—. ¿Dónde aprendiste esos
movimientos ingeniosos?
Me limpio la boca con la servilleta, y luego la pongo en la parte
superior de mi plato. Levanto mis codos hasta que están descansando en
la parte posterior de la mesa y sonrío. —No tengo movidas ingeniosas. Sólo
soy carismático... ¿Recuerdas?
Su boca se contrae en una sonrisa y niega con la cabeza, como si
supiera que está en problemas. Sus ojos están sonriéndome y me doy
cuenta de que nunca me he sentido así antes con cualquier otra chica. No
es que piense que estamos a punto de enamorarnos o que somos almas
gemelas o alguna mierda por el estilo. Nunca he estado cerca de una chica,
con la cual ser yo mismo fuera realmente una buena idea. Con Val,
siempre trataba con todas mis fuerzas de no enojarla. Con novias pasadas,
siempre me encontré guardando toda la mierda que realmente quería
decir. Siempre he sentido que ser yo mismo con una chica no es
necesariamente una buena cosa, porque seré el primero en admitir, que
puedo ser un poco exagerado.
Sin embargo, con Six es diferente. No sólo entiende mi sentido del
humor y mi personalidad, sino que siento como si lo alentara. Siento como
si el verdadero yo es lo que más le gusta y cada vez que se ríe o sonríe en
el momento perfecto, quiero chocar su puño.
—Me estás mirando —dice, sacándome de mis pensamientos.
—Así es —le digo, sin molestarme en mirar para otro lado.
Clava la vista fijamente en mí, pero su actitud y expresión
competitivas crecen mientras entrecierra los ojos y se inclina hacia

UNA NOVELA DE HOPELESS


adelante. Silenciosamente me está retando a un concurso de miradas
desafiantes.
—Sin parpadear —dice, confirmando mis pensamientos.
—Ni reír —le digo.
Y ahí está. Nos miramos en silencio el uno al otro durante mucho
tiempo, mis ojos comienzan a llenarse de agua y mis manos se aprietan
sobre la mesa. Doy mi mejor esfuerzo para mantener los ojos fijos en los
suyos, pero quiero mirar cada centímetro de ella. Quiero mirar su boca y
sus labios carnosos, de color rosa y su pelo rubio suave y sedoso. Por no 36
hablar de su sonrisa. Podría mirar su sonrisa todo el día.
De hecho, estoy mirándola ahora mismo, así que estoy bastante
seguro de que eso significa que acabo de perder el concurso de miradas.
—Yo gano —dice, justo antes de tomar otro sorbo de agua.
—Quiero besarte —le digo sin rodeos. Estoy un poco sorprendido por
decirlo, pero no tanto. Estoy impaciente y realmente quiero darle un beso y
suelo decir lo que pienso, así que...
—¿Ahora? —pregunta, mirándome como si estuviera loco. Pone su
vaso de nuevo sobre la mesa.
Asiento. —Sip. Ahora. Quiero darte un beso en la cena-charla para
poder tener lo mejor de ambos mundos.
—Pero acabo de comer cebollas —dice.
—Yo también.
Está moviendo la mandíbula hacia atrás y adelante, contemplando
la respuesta. —Está bien —dice encogiéndose de hombros—. ¿Por qué no?
Tan pronto como me da permiso, miro a la mesa entre nosotros,
preguntándome cuál es la mejor manera de hacer esto. Podría ir a
sentarme a su lado en la cabina, pero podría estar invadiendo demasiado
su espacio personal. Me estiro hacia delante y empujo mi vaso a un lado,
entonces ella se desliza hacia la izquierda.
—Ven aquí —digo, poniendo mis manos encima de la mesa mientras
me inclino hacia ella. Debe haber pensado que era una broma por la forma
en que sus ojos se mueven nerviosamente alrededor de nosotros, cayendo
en el hecho de que estamos a punto de darnos nuestro primer beso en
público.
—Daniel, esto es incómodo —dice—. ¿De verdad quieres que nuestro
primer beso sea en el medio de un restaurante?
Asiento. —¿Y qué si es incómodo? Vamos a tener una repetición más
tarde. La gente pone demasiado peso en los primeros besos, de todos
modos.
Tentativamente coloca las palmas boca abajo sobre la mesa, luego se
empuja a sí misma y se inclina lentamente hacia mí. —Está bien, entonces
—dice, con un suspiro siguiendo sus palabras—, pero sería mucho mejor
si esperas hasta el final de nuestra cita cuando me acompañes a mi
puerta, que estará oscuro y podrías estar realmente muy nervioso y
podrías tocar accidentalmente mi pecho. Así es como se supone que los
primeros besos deben ser.
Me río de su comentario. Todavía no estamos lo suficientemente
cerca para besarla, pero nos vamos acercando. Me inclino un poco más
37 hacia delante, pero sus ojos dejan los míos y se centran en la mesa detrás
de mí.
—Daniel, hay una mujer en la cabina detrás de ti cambiando en la
mesa el pañal de su bebé. Estás a punto de darme un beso y lo último que
voy a ver antes de que tu boca toque la mía es una mujer limpiando la cola
a su hijo.
—Six. Mírame. —Lleva su mirada de nuevo a la mía y finalmente
estamos lo suficientemente cerca para llegar a su boca—. No hagas caso a
los pañales —le ordeno—. Y no hagas caso a los dos hombres en la cabina
a nuestra izquierda que beben su cerveza y miran como estoy a punto de
inclinarme hacia ti sobre la mesa.
Sus ojos se mueven a la izquierda, así que agarro su barbilla con mi
mano y atraigo su atención de nuevo a mí. —Ignora todo. Quiero darte un
beso y quiero que quieras que te bese y no tengo ganas de esperar hasta
que te acompañe hasta tu puerta esta noche porque nunca he querido
besar tanto a alguien.
Sus ojos caen a mi boca y me miran como si todo lo que nos rodea
desapareciera de su campo de visión. Su lengua se sale de su boca y se
desliza con nerviosismo en sus labios antes de que desaparezca de nuevo.
Deslizo mi mano de su barbilla hasta su nuca y la atraigo hasta que
nuestros labios se encuentran.
Y mierda, si se encuentran. Nuestras bocas se funden juntas como
si fueran enamorados que acaben de verse por primera vez en años. Mi
estómago se siente como si estuviera en medio de un maldito delirio y mi
cerebro está tratando de recordar cómo hacerlo. Es como si de pronto me
olvidé de cómo besar, a pesar de que sólo ha pasado un día desde que
rompí con Val. Estoy bastante seguro de que ayer besé a Val, pero por
alguna razón mi cerebro se comporta como si todo esto fuera nuevo y me
está diciendo que debería estar separando mis labios o provocando su
lengua, pero las señales todavía no se pusieron en la boca. O mi boca me
está ignorando porque ha sido paralizada por el calor suave prensado
contra ella.

UNA NOVELA DE HOPELESS


No sé lo que es, pero nunca he tenido los labios de una chica entre
los míos durante tanto tiempo sin respirar o moverme o tomar el beso en
cuanto me sea posible tomarlo.
Inhalo, a pesar de que no he tomado un respiro en casi un minuto.
Suelto mi agarre de la nuca de Six y empiezo a retirar lentamente mis
labios de los suyos. Abro los ojos y los de ella todavía están cerrados. Sus
labios no se han movido y está tomando respiraciones tan cortas y
tranquilas que me quedo cerca de su cara, mirándola.
No sé si esperaba más de un beso. No sé si alguna vez ha tenido un
beso que dure más de un minuto antes. No sé lo que está pensando, pero 38
me encanta la expresión de su cara.
—No abras los ojos —le susurro, sin dejar de mirarla—. Dame diez
segundos más para mirar, porque te ves absolutamente preciosa en estos
momentos.
Esconde su labio inferior con los dientes para ocultar su sonrisa,
pero no se mueve. Mi mano todavía está en su nuca y en silencio hago la
cuenta regresiva desde diez cuando escucho a la camarera detenerse en
nuestra mesa.
—¿Listos para la cuenta?
Levanto un dedo, pidiéndole a la mesera que me dé un segundo.
Bueno cinco segundos para ser exactos. Six nunca mueve un músculo,
incluso después de escuchar hablar a la mesera. Cuento silenciosamente
hasta que mis diez segundos terminan, luego Six lentamente abre los ojos
y me mira.
Retrocedo, poniendo varios centímetros entre nosotros. Mantengo mi
mirada en la suya. —Sí, por favor —digo, dándole a la mesera su
respuesta. La escucho rasgar la boleta y ponerla bruscamente sobre la
mesa. Six sonríe, luego comienza a reír. Retrocede y se recuesta en su
puesto.
Respiro y se siente como si el aire hubiese cambiado.
Lentamente retomo mi asiento en la cabina, observándola reír.
Mueve la boleta hacia mí. —Tú invitas —dice.
Alcanzo mi bolsillo y saco la billetera, luego pongo el dinero encima
de la boleta. Me levanto y extiendo la mano hacia la de Six. La mira y
sonríe, luego la toma. Cuando se levanta, envuelvo el brazo alrededor de
su hombro y la atraigo hacia mí.
—¿Vas a decirme cuán impresionante fue ese beso o vas a ignorarlo?
Sacude la cabeza y se ríe. —Ese ni siquiera fue un beso real —dice—
. Ni siquiera trataste de meter tu lengua en mi boca.
Abro las puertas para salir, pero me hago a un lado y le dejo salir
primero.
—No tenía que meter mi lengua en tu boca —digo—. Mis besos son
intensos. Ni siquiera tengo que hacer algo realmente. La única razón por la
que retrocedí fue porque estaba seguro de que experimentábamos un
momento clásico, como el de la película “Cuando Harry conoció a Sally”.
Se ríe de nuevo.
Dios, amo que piense que soy divertido.
39 Abro la puerta del pasajero y se detiene antes de entrar. Me mira. —
Te das cuenta de que en esa escena clásica, Sally sólo está probando un
punto sobre cuán fácil es para las mujeres fingir orgasmos, ¿cierto?
Dios, amo pensar que es divertida.
—¿Tengo que llevarte a casa ya? —pregunto.
—Depende de qué tengas en mente para hacer ahora.
—Nada, en realidad —admito—. Sólo que aún no quiero llevarte.
Podríamos ir al parque junto a mi casa. Tiene juegos.
Sonríe. —Hagámoslo —dice, levantando el puño frente a ella.
Naturalmente, levanto el puño y lo choco contra el suyo. Entra al
auto y cierro la puerta, perplejo por el hecho de que su puño golpeara el
mío.
La chica acaba de golpear su puño con el mío, y esa es
probablemente la cosa más caliente que he visto alguna vez.
Camino a mi lado del auto y abro la puerta, luego me siento. Antes
de encender el auto, giro para mirarla. —¿Eres un chico en realidad?
Arquea una ceja, luego empuja el bordillo de su camiseta y le da un
rápido vistazo a su pecho. —Nop. Estoy malditamente segura de que soy
mujer —dice.
—¿Estás saliendo con alguien?
Sacude la cabeza.
—¿Vas a irte del país mañana?
—Nop —dice, confundida por mi línea de preguntas.
—¿Cuál es tu problema entonces?
—¿Qué quieres decir?
—Todos tienen uno y no puedo encontrar el tuyo. Ya sabes, ese
problema que eventualmente lo arruina todo. —Enciendo el auto y doy
marcha atrás—. Quiero saber cuál es el tuyo ahora. Mi corazón no puede

UNA NOVELA DE HOPELESS


soportar otra de esas pequeñas cosas que haces sin volverme totalmente
loco.
Su sonrisa cambia. Se transforma de una sonrisa genuina a una
cautelosa. —Todos tenemos problemas, Daniel. Algunos de nosotros sólo
esperamos poder mantenerlos ocultos para siempre.
Baja la ventana de nuevo y el ruido hace imposible el continuar con
la conversación. Casi estoy seguro de que el abrumador aroma del perfume
se ha ido, así que tengo curiosidad por saber si su necesidad de ruido es el
por qué bajó la ventana esta vez.
40

—¿Traes a todas tus citas aquí? —pregunta.


Pienso en su pregunta por un minuto antes de responder. —Más o
menos —digo finalmente, después de un recuento de todas mis citas—.
Una vez salí con una chica, en undécimo grado, pero la llevé a casa en
medio de la cita, porque tenía virus estomacal. Creo que ella es la única
que nunca traje aquí.
Entierra sus tacones en la tierra, deteniéndose junto al columpio.
Estoy de pie detrás de ella, así que se da vuelta y me mira. —¿En serio?
¿Has traído a todas aquí excepto a una?
Me encojo de hombros. Luego asiento. —Sí. Pero ninguna de ellas
quiso literalmente jugar. Generalmente sólo nos besuqueamos.
Hemos estado aquí por media hora y ya me ha hecho mirarla en el
travesaño, empujarla en el carrusel, y ahora he estado empujándola
mientras se columpia por los últimos diez minutos. Pero no estoy
quejándome. Es lindo. Muy lindo.
—¿Alguna vez has tenido sexo aquí? —pregunta.
No estoy seguro de cómo interpretar su brusquedad. Nunca he
conocido a alguien que realmente me haga las mismas preguntas que yo
hago, por lo que comienzo a sentirme un poco compasivo por la gente a la
que puse en esta zona. Miro alrededor del parque hasta que veo el
improvisado castillo de madera. Lo apunto. —¿Ves el castillo?
Se gira para mirar el castillo. —¿Tuviste sexo allí?
Dejo caer el brazo y deslizo ambas manos en los bolsillos traseros de
mis vaqueros. —Sí.
Se levanta y comienza a caminar en esa dirección.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunto. No estoy seguro del por qué
se está dirigiendo hacia al castillo, pero estoy casi seguro de que no es
porque sea rara o quiera tener sexo en el mismo lugar en el que tuve sexo
con Val hace dos semanas.
¿Verdad?
Dios, espero que no.
—Quiero ver el lugar en el que tuviste sexo —dice, indiferente—. Ven
a enseñármelo.
41 Esta chica me confunde demasiado. Lo que es extraño, es lo mucho
que jodidamente me encanta. Comienzo a trotar hasta que la alcanzo.
Caminamos hasta que alcanzamos el castillo. Me mira, expectante, así que
señalo la puerta. —Justo allí —digo.
Camina hacia la puerta y echa un vistazo al interior. Mira alrededor
por un minuto, luego retrocede. —Luce realmente incómodo —dice.
—Lo era.
Se ríe. —Si te cuento algo ¿prometes no juzgarme?
Ruedo los ojos. —Es la naturaleza humana el juzgar.
Inhala aire, luego lo suelta. —He tenido sexo con seis personas
distintas.
—¿A la vez? —digo.
Golpea mi brazo. —Detente. Estoy tratando de ser honesta aquí.
Sólo tengo dieciocho y perdí mi virginidad cuando tenía dieciséis. Además,
no he tenido sexo en casi un año, así que si haces la cuenta, he tenido
sexo con seis personas en un poco más de quince meses. Lo que significa
que estuve con una persona nueva cada dos meses y medio. Sólo las
zorras hacen eso.
—¿Por qué no has tenido sexo en casi un año?
Rueda los ojos y comienza a caminar más allá de mí. La sigo.
Cuando llega a los columpios, toma asiento de nuevo. Me siento a su lado
y giro mi cuerpo hasta que estoy mirándola, pero ella mira hacia delante.
—¿Por qué no has tenido sexo en casi un año? —digo de nuevo—.
¿No te gustó ninguno de los chicos que conociste en Italia?
No puedo ver su rostro, pero el lenguaje de su cuerpo demuestra que
esto podría ser una cosa. La cosa que lo cambia todo para mí.
—Hubo sólo un chico en Italia —dice suavemente—. Pero no quiero
hablar sobre él. Y sí, él es el por qué no he tenido sexo en casi un año. —
Me echa un vistazo—. Mira, sé que mi reputación me precede y no sé si ese
es el por qué me trajiste aquí o qué esperas que suceda al final de esta
cita, pero ya no soy esa chica.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Levanto las piernas, por lo que mi columpio está girando hacia
delante de nuevo. —Lo único que esperaba para el final de esta cita era un
beso en tu porche delantero —digo—. Y tal vez un accidental toque de
pechos.
No se ríe. Y de repente odio haberla traído aquí.
—Six, no te traje aquí esperando algo. Sí, he traído chicas aquí en el
pasado, pero es sólo porque vivo al otro lado de la calle y vengo aquí un
montón. Y sí, tal vez traje aquí a todas esas chicas para tener algo de
privacidad mientras nos besábamos, pero es probablemente porque sólo
quería que se callaran y me besaran ya que me sacaban de quicio. Pero 42
sólo te traje aquí porque todavía no estaba listo para llevarte a casa. Ni
siquiera quería besuquearme contigo porque me gusta demasiado hablar
contigo.
Cierro los ojos, deseando no haber dicho todo eso. Sé que a las
chicas les gustan los chicos que juegan a hacerse pasar por idiotas
desinteresados. Generalmente soy malditamente bueno haciendo esa
parte, pero no con Six. Tal vez porque usualmente soy un idiota
desinteresado, pero con ella estoy tan interesado, curioso e ilusionado
como puedo estarlo.
—¿Cuál es tu casa? —pregunta.
Apunto al otro lado de la calle. —Esa —digo, señalando la única con
las luces de la sala de estar encendidas.
—¿En serio? —pregunta, sonando genuinamente interesada—. ¿Está
tu familia en casa?
Asiento. —Sí, pero no vas a conocerlos. Son unos malvados
mentirosos y ya les dije que nunca iba a llevarte a casa para conocerlos.
Puedo sentirla darse vuelta y mirarme. —¿Les dijiste que nunca ibas
a llevarme a tu casa para conocerlos? ¿Así que ya me mencionaste?
Encuentro su mirada. —Sí, podría haberte mencionado.
Sonríe. —¿Cuál es tu habitación?
—La primera ventana a la izquierda de la casa. La habitación de
Chunk es la de la ventana en la derecha. La que tiene la luz encendida.
Se levanta de nuevo. —¿Está desbloqueada tu ventana? Quiero ver
cómo luce tu habitación.
Jesús, es entrometida.
—No quiero que veas mi habitación. No estoy preparado. Es un
desastre.
Comienza a caminar hacia la calle. —Voy a ir de todas formas.
Inclino la cabeza y gimo, luego me levanto y la sigo hacia la casa.
—Eres increíble —digo cuando alcanzamos mi ventana. Presiona sus
palmas contra el cristal y lo empuja hacia arriba. La ventana no se mueve,
así que la empujo a un lado y la abro para ella—. Nunca me he colado
dentro de mi propia habitación —admito—. Me he escabullido fuera, pero
nunca dentro.
Comienza a subirse sobre la cornisa, así que la agarro por la cintura
y la ayudo. Pone una pierna por encima del borde y se desliza en el
interior. Me meto detrás de ella, luego camino hacia el tocador y enciendo
la lámpara. Escaneo la habitación para asegurarme de que no hay nada
43 que no quiero que vea. Pateo un par de bóxers debajo de la cama.
—Los vi —susurra. Camina hacia mi cama y presiona las palmas
contra el colchón, luego se endereza. Escanea la habitación lentamente,
asimilando todo sobre mí. Se siente raro, como si estuviera expuesto.
—Me gusta tu habitación —dice.
—Es una habitación.
Difiere con una sacudida de su cabeza. —No, es más que eso. Aquí
es donde vives. Aquí es donde duermes. Aquí es donde has sentido la
mayor privacidad en toda tu vida. Es más que sólo una habitación.
—No se siente demasiado privado ahora mismo —digo, observándola
mientras mueve su mano a través de cada superficie de mi habitación.
Gira su cabeza y me mira, luego se voltea totalmente.
—¿Qué cosa en esta habitación es la que cuenta el mayor secreto
sobre ti?
Me río, sin aliento. —No voy a decirte eso.
Alza la cabeza. —Así que tengo razón. Tienes secretos.
—Nunca dije que no tenía.
—Cuéntame uno —pide—, sólo uno.
Se los diré todos si sigue mirándome así. Es tan malditamente
adorable. Camino lentamente hacia ella y aspira una bocanada de aire. Me
detengo cuando estoy a varios centímetros, luego muevo la cabeza hacia
mi colchón. —Nunca he besado a una chica en esta cama —le susurro.
Mira hacia el colchón, luego de regreso a mí. —Espero que realmente
no creas que crea que nunca te has besado con una chica en tu
habitación.
Me río. —No dije eso. Dije que nunca había besado a una chica en
esta cama en particular. Estaba siendo honesto, porque es un colchón
nuevo. Lo tengo desde la semana pasada.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Puedo ver el cambio en sus ojos. La pesada subida y caída de su
pecho. Le gusta que esté tan cerca, y le gusta que esté insinuando que
quiero besarla en mi cama.
Sus ojos caen en ella. —¿Estás diciendo que quieres besarme en tu
cama?
Me inclino más cerca, hasta que mis labios están justo al lado de su
oído. —¿Estás diciendo que me dejarías?
Inhala rápidamente y me encanta el hecho de que ambos estemos
sintiendo esto. Deseo demasiado besarla en mi cama. Lo quiero incluso 44
más de lo que quise la maldita cama. Diablos, ni siquiera me importa si es
en la cama. Sólo quiero besarla. No me importa dónde. La besaría en
cualquier lugar en el que me permita besarla.
Cierro el pequeño espacio entre nuestros cuerpos descansando mis
manos en sus caderas y atrayéndola a mí. Sus manos vuelan hasta mis
brazos y jadea. Hundo mis dedos en sus caderas y apoyo mi mejilla contra
la suya. Mi boca aún está rozando su oreja mientras cierro los ojos,
disfrutando la sensación de esto.
Amo la forma en que huele. Amo la forma en que se siente. E incluso
aunque no le haya dado realmente un beso honesto, ya amo la forma en
que besa.
—Daniel —susurra. Mi nombre choca contra mi hombro cuando sale
rápidamente de su boca—. ¿Me llevarías a casa ahora?
Me estremezco al escuchar sus palabras, inmediatamente
preguntándome qué hice mal. Me quedo quieto por varios largos segundos,
esperando a que sentirla contra mí ya no me tenga completamente
paralizado.
—No hiciste nada mal —dice, inmediatamente aliviando la duda
construyéndose dentro de mí—. Es sólo que creo que debería ir a casa.
Su voz es suave y dulce y de repente odio a cada chico en su pasado
que ha fallado en conocer este lado de ella.
No la suelto inmediatamente. Vuelvo mi cabeza un poco hasta que
mi frente está tocando un lado de su cabeza. —¿Lo amaste? —pregunto,
dejando que mi brillante cerebro arruine completamente este momento
entre nosotros.
—¿A quién?
—Al chico en Italia —aclaro—. El que te lastimó. ¿Lo amaste?
Su frente se encuentra con mi hombro y la manea en la que no
puede responder a esa pregunta releva su respuesta, pero también me
llena de muchas más preguntas. Quiero preguntarle si aún lo ama. Si aún
está con él. Si aún hablan.
Sin embargo, no digo nada, porque tengo el presentimiento de que
no estaría aquí conmigo justo ahora si alguna de esas cosas fuera el caso.
Llevo mi mano hacia su nuca y presiono mis labios en su cabello. —Vamos
a llevarte a casa —susurro.

45 —Gracias por invitarme a cenar —dice cuando llega a la puerta


principal.
—En realidad no me diste opción. Saliste de tu casa sin un centavo y
luego me pusiste la cuenta en la cara.
Se ríe mientras le quita el seguro a la puerta, pero todavía no la
abre. Se da la vuelta y levanta la mirada, mirándome a través de largas y
gruesas pestañas, tengo que abstenerme de estirar la mano y tocarlas.
Besarla en la cena fue definitivamente espontáneo, pero estaba
seguro de que haría de este momento algo más fácil.
No lo hace.
En todo caso, siento aún más presión de besarla porque ya pasó una
vez esta noche. Y el hecho de que ya pasó y sé lo malditamente bien que se
siente me hace quererlo aún más, pero ahora tengo miedo de que lo haya
aumentado demasiado.
Comienzo a inclinarme hacia ella cuando sus labios se parten.
—¿Vas a usar la lengua esta vez? —susurra.
Cierro los ojos con fuerza y doy un paso atrás, completamente
alterado por su comentario. Froto mis manos sobre mi cara y gruño.
—Maldita sea, Six. Ya me sentía inadecuado. Ahora acabas de
ponerle expectativas.
Está sonriendo cuando la miro de nuevo. —Oh, definitivamente hay
expectativas —dice en broma—. Espero que esto sea la cosa más
alucinante que he experimentado, así que es mejor que cumplas.
Suspiro, preguntándome si el momento puede posiblemente ser
recuperado. Lo dudo. —No te voy a besar ahora.
Asiente. —Sí lo vas a hacer.
Cruzo las manos sobre el pecho. —No. No lo haré. Acabas de
producirme ansiedad de rendimiento.
Da un paso hacia mí y desliza las manos entre mis brazos cruzados,
empujando contra ellos hasta que se abren. —Daniel Wesley, me debes

UNA NOVELA DE HOPELESS


una repetición ya que me hiciste besarte en un restaurante lleno de gente
junto a un pañal sucio.
—No estaba lleno —interrumpo.
Me mira. —¡Pon tus manos en mi rostro y tírame contra esta pared y
desliza algo de lengua! ¡Ahora!
Antes de que pueda reírse de sí misma, mis manos están tomando
su rostro, su espalda está presionada contra la pared de su casa y mis
labios están en los suyos. Pasa tan rápido, que la toma con la guardia baja
y jadea, lo que causa que sus labios se abran más de lo que 46
probablemente quería. Tan pronto como acaricio la punta de su lengua
con la mía, está apretando mi camisa con los puños y acercándome más.
Inclino la cabeza y profundizo el beso, queriendo darle todas las
sensaciones que posiblemente puede obtener de un beso y quiero que las
tenga todas a la vez.
Esta vez mi boca no está teniendo problemas recordando qué hacer.
Con lo que estoy teniendo problemas es con el recordar cómo reducir la
velocidad. Sus manos están en mi cabello y si gime en mi maldita boca
una vez más me temo que podría llevarla hasta el asiento trasero de mi
auto y trataría de degradar esta cita.
No puedo hacer eso. No puedo, no puedo, no puedo. Esta chica ya
me gusta demasiado y estaría maldito si esta no es nuestra primera cita y
ya me tiene pensando en la siguiente. Coloco mis manos en la pared detrás
de su cabeza y me obligo a apartarme de ella.
Los dos estamos sin aliento. Jadeando. Estoy respirando más
pesadamente de lo que cualquier beso me ha hecho respirar antes. Sus
ojos están cerrados y amo absolutamente cómo no los abre
inmediatamente cuando he terminado de besarla. Me gusta que al parecer
quiere saborear la manera en la que la hago sentir, justo como quiero
saborearla.
—Daniel —susurra.
Gimo y bajo mi frente hacia la de ella, tocando su mejilla con mi
mano. —Me haces amar mi nombre demasiado.
Abre los ojos y doy un paso atrás, mirándola, aún acariciando su
mejilla. Me está mirando de la misma manera en la que la estoy viendo.
Como si no pudiéramos creer nuestra suerte.
—Será mejor que no llegues a ser un idiota —dice en voz baja.
—Y será mejor que hayas terminado con ese chico en Italia —le
respondo.
Asiente. —Lo hice —dice, aunque sus ojos parecen decir una historia
diferente. Trato de no leer más allá porque lo que sea que sea, ahora no
importa. Ella está aquí conmigo. Y está feliz por ello. Lo puedo notar.
—Será mejor que no vuelvas con la chica que rompió tu corazón
anoche —añade.
Niego con la cabeza. —Nunca. No después de esto. No después de ti.
Se ve aliviada con mi respuesta.
—Esto es aterrador —susurra—. Nunca he tenido un novio. No sé
cómo funciona esto. ¿Las personas se vuelven exclusivas así de rápido?
¿Se supone que pretendamos que no estamos así de interesados durante
algunas citas más?
47 Oh, Dios mío.
Nunca me había excitado por una chica reclamándome como suyo.
Normalmente corro en la otra dirección. Ella está borrando cada cosa que
pensé que sabía sobre mí mismo con cada nueva frase que pasa por esos
labios.
—No tengo interés en fingir desinterés —digo—. Si quieres llamarte
mi novia la mitad de lo que yo deseo que lo hagas, entonces me ahorrarías
muchas súplicas. Porque literalmente estaba a punto de caer sobre mis
rodillas y suplicarte.
Entrecierra los ojos juguetonamente. —Sin súplicas. Eso grita
desesperación.
—Tú me desesperas —le digo, presionando mis labios de nuevo en
los suyos. Decido mantener el beso simple, aunque quiero tomar su rostro
de nuevo y mantenerla contra la pared. Me alejo de ella y nos quedamos
mirándonos. Nos miramos por tanto tiempo que comienzo a preocuparme
de que haya puesto algún tipo de hechizo sobre mí, porque nunca he
querido mirar a una chica como la quiero mirar a ella. Sólo mirarla hace
que mi corazón se queme y que mi pecho se contraiga y estoy
asustándome porque apenas la conozco y acabamos de hacernos
exclusivos.
—¿Eres una bruja? —pregunto.
Su risa regresa y de pronto no me importa si es una bruja. Si este es
un hechizo que ha puesto en mí, espero que nunca se rompa.
—No tengo idea de quién eres y ahora eres mi maldita novia. ¿Qué
demonios me has hecho?
Levanta las manos defensivamente. —Oye, no me culpes. He pasado
dieciocho años declinando novios y luego apareces de la nada con tu boca
vulgar y terriblemente raros primeros besos y mírame. Soy una hipócrita.
—Ni siquiera sé tu número de teléfono —digo.
—Ni siquiera sé tu cumpleaños —dice.
—Eres la peor novia que he tenido.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Se ríe y la beso de nuevo. Noto que tengo que besarla cada vez que
se ríe y ríe mucho. Lo que significa que tengo que besarla mucho. Dios,
espero que no se ría enfrente de Sky o Holder porque va a ser
malditamente difícil no besarla.
—Será mejor que no le digas a Sky sobre nosotros —le digo—. No
quiero que Holder lo sepa aún.
—¿Qué hay de la escuela? Me inscribo mañana. ¿No crees que será
obvio cuando interactuemos?
—Pretenderemos que nos odiamos. Puede ser divertido. 48
Inclina su rostro y encuentra mi boca de nuevo, dándome un
pequeño beso. —¿Pero cómo planeas mantener tus manos lejos de mí?
Deslizo mi otra mano por su cintura. —No mantendré mis manos
lejos de ti. Sólo te tocaré cuando no estén mirando.
—Esto va a ser muy divertido —susurra.
Sonrío y la acerco a mí de nuevo. —Tienes toda la razón. —Bajo la
cabeza y la beso una última vez. La suelto, luego estiro la mano por detrás
de ella y le doy vuelta al pomo de la puerta, abriendo la puerta principal—.
Nos vemos mañana.
Retrocede dos pasos y se dirige a la casa, pero tomo su muñeca y
tiro de ella afuera. Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y me inclino
hasta que mis labios tocan los suyos. —Olvidé tocar accidentalmente tu
pecho.
Atrapo su risa con mi boca y rozo su pecho con la palma de mi
mano, luego inmediatamente me alejo de ella. —Oops. Lo siento.
Está cubriendo su risa con la mano mientras retrocede a su casa.
Cierra la puerta e inmediatamente caigo de rodillas, y luego sobre mi
espalda. Miro el techo del porche de su casa, preguntándome qué
demonios pasó con mi corazón.
La puerta se abre lentamente y me mira, tumbado en el porche como
un idiota.
—Sólo necesito un minuto para recuperarme —le digo, sonriéndole.
Ni siquiera estoy excusando el hecho de que estoy vergonzosamente
afectado por ella. Me guiña un ojo, luego comienza a cerrar la puerta.
—Six espera —digo, levantándome. Abre la puerta de nuevo y estiro
la mano para tomar el marco de la puerta, luego me inclino hacia ella—.
Sé que terminé con alguien apenas anoche, pero necesito que sepas que
no eres un despecho. Lo sabes, ¿verdad?
Asiente. —Lo sé —dice con confianza—. Tampoco tú.
Con eso, vuelve a su casa y cierra la puerta.
Cristo.
Maldito ángel.

49

UNA NOVELA DE HOPELESS


3
Traducido por Buty Maddox, katyandrea & Aimetz
Corregido por SammyD

50
—¡Vamos! —le digo por quinta vez.
Agarra su mochila y gime, luego se levanta y empuja su silla. —
¿Cuál es tu problema, Daniel? Nunca tienes prisa para llegar a la escuela.
—Bebe el resto de su jugo de naranja. Estoy de pie en la puerta en la que
he estado durante cinco minutos, listo para salir. Mantengo abierta la
puerta y la sigo al exterior.
Una vez que estamos en el coche ni siquiera espero a que ella cierre
la puerta antes de ponerlo en reversa.
—En serio, ¿por qué tienes tanta prisa? —pregunta.
—No tengo prisa —le digo a la defensiva—. Estabas siendo muy
lenta.
La última cosa que necesita saber es lo absolutamente patético que
soy. Tan patético que he estado despierto durante dos horas, esperando
hasta que pudiéramos salir. Probablemente ni siquiera veré a Six hasta el
almuerzo si no tenemos clases juntos, así que realmente no sé por qué
estoy apurado.
Había pensado en eso. Espero que sí tengamos clases juntos.
—¿Cómo estuvo tu cita anoche? —pregunta Chunk mientras se pone
el cinturón de seguridad.
—Bien —digo.
—¿La besaste?
—Síp.
—¿Te gusta?
—Sí.
—¿Cómo se llama?
—Six.
—No, en serio. ¿Cuál es su nombre?
—Six.
—No, no el apodo que le diste. ¿Cómo la llaman los demás?
Giro mi cabeza y la miro. —Six. La llaman Six.
Chunk arruga la nariz. —Qué extraño.
—Le queda bien.
—¿La quieres?
—Nop.
—¿Te gustaría?
51 —Sí…
Guau.
Espera.
¿Me gustaría?
No sé. Puede ser. ¿Sí? Mierda. No sé. ¿Cuán jodido es romper con
una chica hace dos días y ya estar contemplando la posibilidad de amar a
otra persona?
Bueno, técnicamente, no creo que realmente amara a Val. En cierto
modo me pareció que lo hice en alguna ocasión, pero creo que si una
persona está real y verdaderamente enamorada, entonces tiene que ser
incondicional. Lo que sentía por Val no era definitivamente incondicional.
Tenía condiciones para cada sensación que tenía de ella. Diablos, la única
razón por la que alguna vez la invité a salir en primer lugar fue que
durante unos quince segundos, pensé que era Cenicienta.
Después de esa experiencia en el armario el año pasado, la
misteriosa chica era todo en lo que podía pensar. La busqué por todas
partes, a pesar de que no tenía ni idea de cómo lucía. Estaba bastante
seguro de que tenía el pelo rubio, pero estaba oscuro, así que podría haber
sido un error. Escuché la voz de cada chica que pasaba para ver si sonaba
como ella. El problema era, que todas se parecían. Es difícil memorizar
una voz cuando no tienes una cara que la respalde, así que siempre
encontraba cosas pequeñas que me recordaban a ella en todas las chicas
con las que hablaba.
Con Val, en realidad me convencí de que era Cenicienta. Una tarde,
caminaba junto a ella en el pasillo de camino a clase de historia. La había
visto en el pasado, pero nunca le presté mucha atención porque parecía
un poco exigente para mí. Choqué accidentalmente con su hombro cuando
pasaba cerca porque miraba en otra dirección y hablaba con otra persona.
Ella gritó detrás de mí. —Cuidado, muchacho.
Me quedé inmóvil en mi camino. Estaba demasiado asustado para
dar la vuelta porque oírla utilizar el término “muchacho” me había
convencido de que estaba a punto de encontrarme cara a cara con la chica

UNA NOVELA DE HOPELESS


del ropero. Cuando finalmente gané el coraje para dar vuelta, me quedé
anonadado por lo caliente que era. Siempre tuve la esperanza de que si
alguna vez supiera quién era Cenicienta estaría atraído por ella. Pero Val
era mucho más caliente que lo que había estado fantaseando.
Caminé hacia ella y le hice repetir lo que dijo. Parecía sorprendida,
pero lo repitió de todos modos. Cuando las palabras salieron de su boca de
nuevo, inmediatamente me incliné y la besé. Tan pronto como la besé,
supe que no era Cenicienta. Su boca era diferente. No estaba mal, sólo
diferente. Cuando me retiré después de darme cuenta que no era ella, me
molesté un poco conmigo mismo por no limitarme a dejar que se fuera. 52
Nunca iba a saber quién era la chica, así que no tenía sentido insistir.
Además, Val estaba realmente caliente. Me esforcé para invitarla a salir
ese día y así comenzó “la relación”.
—Acabas de pasar mi escuela —dice Chunk.
Piso el freno cuando me doy cuenta de que tiene razón. Pongo el
coche en reversa y hacia arriba, a continuación, estaciono para dejarla
salir. Ella mira por la ventana del pasajero y suspira.
—Daniel, llegamos tan temprano que todavía no hay nadie más.
Me inclino hacia delante y miro por la ventana, explorando la
escuela. —No es cierto —digo, señalando a alguien en un lugar del
estacionamiento—. Hay alguien.
Niega con la cabeza. —Ese es el tipo de mantenimiento. Le gané al
maldito tipo de mantenimiento de la escuela. —Abre la puerta y sale, luego
se da vuelta y se inclina en el coche antes de cerrar la puerta—. ¿También
tengo que programarte para que puedas estar aquí para recogerme una
hora más temprano? ¿Hoy tu cerebro está atrapado en la hora del Este?
Ignoro su comentario y cierra la puerta, entonces acelero y conduzco
hacia la escuela.

No sé qué tipo de coche conduce, así que estaciono en mi lugar de


siempre y espero. Hay algunos otros coches aquí, incluyendo el de Sky y
Holder, pero sé que están en la pista de atletismo como lo hacen todos los
días.
No puedo creer que no sepa qué tipo de coche conduce. Todavía no
sé su número de teléfono. O su cumpleaños. O su color favorito o lo que
quiere ser cuando sea mayor, o por qué diablos eligió Italia para su
intercambio o cuáles son los nombres de sus padres o qué tipo de
alimentos come.
Mis manos comienzan a sudar, así que las limpio en mis vaqueros, a
continuación, agarro el volante. ¿Qué pasa si es realmente molesta con
otras personas cerca? ¿Y si es una drogadicta? ¿Y si…?
—Hola.
Su voz me saca de mi casi ataque de pánico. También calma el
infierno, porque en cuanto la veo caer en el asiento delantero de mi coche,
53 mis temores injustificados son reemplazadas por puro alivio.
—Hola.
Cierra la puerta y acomoda su pierna, volviéndose hacia mí en el
coche. Huele tan bien. No a perfume en absoluto… sólo huele bien. Un
poco frutal.
—¿Ya has tenido tu ataque de pánico? —pregunta.
La confusión nubla mi cara. No tengo tiempo para responderle antes
de que comience a hablar de nuevo.
—Yo tuve uno esta mañana —dice, mirando a todo lo demás que nos
rodea, incapaz de hacer contacto visual conmigo—. Sigo pensando que
somos idiotas. Que tal vez toda esta conexión que creemos que tenemos
está en nuestras cabezas y realmente no nos divertimos tanto como
creímos anoche. Ni siquiera te conozco, Daniel. No sé tu cumpleaños, tu
nombre, el nombre real de Chunk, si tienes alguna mascota, cuál será tu
especialidad en la universidad. Sé que no es como si hayamos hecho este
gran compromiso o casarnos o tener relaciones sexuales, pero tienes que
entender que nunca había pensado en la idea de tener un novio que fuera
remotamente atractivo y tal vez todavía no crea que realmente este
pasando, pero… —Finalmente me mira y hace contacto visual—. Pero es
tan divertido y todo este último año ha sido el peor de mi vida y por alguna
razón cuando estoy contigo me siento bien. Aunque apenas te conozco, las
partes que conozco de ti, realmente me gustan. —Inclina su cabeza en la
cabecera y suspira—. Y eres lindo. Muy lindo. Me gusta mirarte.
Me vuelvo en mi asiento e imito su posición, apoyando mi cabeza en
mi propia cabecera. —¿Has terminado?
Asiente.
—Yo tuve mi ataque de pánico justo antes de que entrarás en el
coche. Pero cuando abriste la puerta y escuché tu voz, se fue. Creo que
ahora estoy bien.
Sonríe. —Eso es bueno.
Le sonrío de nuevo y ambos nos miramos fijamente durante unos
segundos. Quiero darle un beso pero también prefiero sólo mirarla. Me

UNA NOVELA DE HOPELESS


gustaría cogerle la mano, pero está pasando sus dedos hacia arriba y hacia
abajo de la costura del asiento del pasajero y me gusta verla hacer eso.
—Debería entrar y registrarme para las clases —dice.
—Asegúrate de que tienes el segundo almuerzo.
Asiente. —No veo la hora de fingir que te odio.
—No veo la hora de fingir que te odio más.
Puedo decir que está a punto de girar, por lo que me inclino hacia
delante y deslizo mi mano detrás de su cuello, y luego la atraigo hacia mí.
54
La beso por unos buenos días, un hola y un adiós de una vez. Cuando me
retiro, miro por encima del hombro y veo a Sky y a Holder hacer su camino
fuera de la pista hacia el estacionamiento.
—¡Mierda! —Empujo su cabeza hacia abajo entre nosotros—. Están
viniendo en esta dirección.
—Mierda —susurra.
Comienza a tararear el tema de Misión Imposible y empiezo a reír.
Empiezo a agacharme con ella, pero si llegan a mi coche nos verán incluso
si nuestras cabezas están abajo o no.
—Voy a salir del coche, así no vendrán por aquí.
—Buena idea —dice con la voz ahogada por los brazos—. Creo que
me has hecho una lesión.
Me inclino y beso la cima de su cabeza. —Lo siento. Nos vemos más
tarde. Cierra las puertas cuando salgas.
Abro la puerta del coche cuando Holder comienza a caminar en mi
dirección. Empiezo a caminar en la suya para interceptarlos. —¿Buena
carrera? —les pregunto cuando los alcanzo.
Ambos asienten, sin aliento. —Necesito cambiar mi ropa —le dice
Sky a Holder, señalando su coche—. ¿Quieres que tome las tuyas? —
Holder asiente y ella se dirige en esa dirección. Sus ojos pasan de ella a los
míos.
—¿Qué haces aquí tan temprano? —me pregunta. No lo pregunta
como si me estuviera acusando de algo. Probablemente sólo por hacer una
pequeña charla, pero me siento a la defensiva
—Chunk tenía que estar temprano en la escuela —digo.
Asiente y coge el dobladillo de su camisa, y luego se limpia el sudor
de la frente. —¿Todavía vienes esta noche?
Pienso en su pregunta. Pero no tengo ni idea de lo que podría pasar
esta noche para que necesitara que fuera.
—Daniel, ¿sabes de qué diablos estoy hablando?
Niego con la cabeza. —No tengo idea —reconozco.
—Cena en la casa de Sky. ¿Karen te invitó a ti y a Val? Van a dar
una gran bienvenida para la mejor amiga de Sky.
Eso capta mi atención. —Sí, por supuesto que estaré allí. Aunque no
llevaré a Val. Nos separamos, ¿recuerdas?
—Sí, pero la cena es en diez horas. La podrías amar de nuevo para
entonces.
Sky se acerca con la bolsa de Holder en sus manos. —Daniel, ¿has
55 visto a Six?
—No —suelto inmediatamente.
Sky mira hacia la escuela, sin haber notado la actitud defensiva en
mi respuesta inmediata. —Debe estar dentro registrándose para las clases.
—Se vuelve hacia Holder—. Voy a ir a buscarla. —Lo alcanza y le da un
beso en la mejilla, pero los ojos del Holder permanecen en la míos.
Se estrecharon.
Esto no es bueno.
Sky se aleja y empiezo a caminar detrás de ella, hacia la escuela.
Holder pone su mano en mi hombro cuando lo paso, por lo que me
detengo. Me doy la vuelta, pero me toma unos segundos mirarlo a los ojos.
Cuando lo hago, no parece feliz.
¿Daniel?
Levanto una ceja para encajarla con su expresión. ¿Holder?
¿Qué estás haciendo?
No sé de qué me estás hablando respondo inocentemente.
Sabes de lo que estoy hablando, porque cuando estás mintiendo,
no utilizas contracciones al hablar.
Reflexiono sobre su observación durante unos segundos. ¿Es eso
cierto?
Mierda. Es cierto.
Exhalo un suspiro y hago mi mejor esfuerzo para que parezca que le
voy a dar una confesión. Está bien digo, pateando el suelo bajo mis
pies. Tuve sexo con Val ahora. En mi coche. No quería que supieran
porque tú y Sky parecían muy contentos de que rompiéramos.
La tensión se libera de los hombros de Holder y niega con la cabeza.
Amigo, me importa un bledo con quien sales. Ya lo sabes. Comienza a
caminar hacia la escuela, así que sigo su ejemplo. A menos que sea Six
añade. No tienes permitido tener citas con Six.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Sigo caminando hacia adelante, a pesar de que ese comentario me
hace querer congelarme. No tengo ningún deseo de salir con Six
digo. No es tan linda, de todos modos.
Se detiene en seco y se da vuelta para mirarme. Levanta un dedo
como si estuviera a punto de dar una conferencia. No estás autorizado a
hablar mierda sobre ella, tampoco.
Cristo. Ocultarle nuestra relación puede ser más agotador que
divertido. No amarla, no odiarla, no follarla, no citas. Lo tengo. ¿Algo
más que quieras agregar?
56
Piensa por un segundo, luego baja el brazo. Nope. Eso lo cubre.
Nos vemos en el almuerzo. Se da vuelta y camina dentro. Miro de nuevo
a la zona de aparcamiento a tiempo para ver a Six salir de mi coche. Me da
un rápido saludo. La saludo de vuelta, luego me vuelvo y entro.

Voy con mi bandeja a la mesa y me regocijo interiormente cuando


veo que el único lugar disponible es justo al lado de Six. Me mira cuando
me acerco y sus ojos sonríen, pero sólo brevemente. Pongo mi bandeja
frente a Holder y me uno a la conversación actual. Todo el mundo está
hablando de la cena en la casa de Sky esta noche, pero ya he cenado allí
antes. Karen no sabe lo que es comida de verdad. Es vegetariana, así que
normalmente rechazaría las comidas en su casa. Sin embargo no esta
noche.
¿Habrá carne? pregunto.
Sky asiente. Sí. Jack cocina actualmente, así que la comida
debería ser buena. También he hecho un pastel de chocolate.
Estiro la mano a través de la mesa por la sal, aunque no la necesito.
Esto me da una excusa para inclinarme ridículamente cerca de Six.
Por lo tanto, Six. ¿Cómo están tus clases? pregunto a la ligera.
Se encoge de hombros. Están bien.
Déjame ver tu horario.
Entrecierra los ojos como si estuviera haciendo algo malo. Le doy
una mirada para hacerle saber que no tiene nada de qué preocuparse.
Aunque no estuviera con ella, no soy un imbécil. Todavía estaría haciendo
conversación.
Apesta que no tengamos clases juntas dice Sky. ¿Quién tienes
para historia?
Six saca su horario del bolsillo y me lo da. Lo abro y hago un
análisis rápido de las clases, pero ninguna es la misma que la mía.
Carson para historia le digo, en respuesta a la pregunta de Sky. Le
devuelvo a Six su horario y le doy una mirada para hacerle saber que no
tenemos clases juntos. Se ve desanimada, pero no dice nada.
¿Puedes hablar muy bien el italiano? pregunta Breckin a Six.
57 No bien del todo. Hablo español mejor que el italiano. Elegí Italia
porque había suficiente financiación y preferiría haber pasado medio año
allí que en México.
Una buena opción dice Breckin. Los hombres son más
calientes en Italia.
Six asiente. Sí lo son dice apreciativamente.
Pierdo inmediatamente el apetito y suelto el tenedor en el plato. Hace
un ruido de traqueteo sonoro, así que, naturalmente, todo el mundo vuelve
a mirarme. Está tranquilo e incómodo y todo el mundo sigue mirando, así
que digo la primera cosa en mi mente. Los hombres italianos son muy
peludos.
Sky y Breckin ríen, pero Six frunce los labios y mira hacia abajo a su
plato.
Dios, apesto en esto.
Por suerte, Val se acerca y quita la atención de mí.
Espera. ¿Acabo de decir por suerte? Porque Val viniendo no es una
buena cosa.
¿Puedo hablar contigo? dice, mirándome.
¿Tengo alguna opción?
Pasillo dice, girando sobre sus talones. Se dirige hacia la salida
de la cafetería.
Haznos a todos un favor y ve a ver lo que Val quiere dice Sky.
Si no vas con ella, va a volver a la mesa.
Por favor murmura Breckin.
Estoy viendo todas sus reacciones y no sé si siempre han
reaccionado de esta manera cuando se trata de Val o si sólo estoy
notándolo, por primera vez, porque por fin tengo claridad.
¿Por qué todos se refieren a Tessa Maynard como Val? pregunta
Six, confundida.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Breckin apunta por encima del hombro en dirección en la que Val
salió. Tessa es Val. Val es Tessa. Daniel parece que no puede llamar a
nadie por su nombre real, si no lo has notado.
Observo cómo Six inhala una respiración lenta, entonces me mira
directamente. Se ve muy disgustada. ¿Tu novia es Tessa Maynard?
¿Tienes relaciones sexuales con Tessa Maynard?
Ex novia y tuvimos sexo aclaro. Y sí. Probablemente coincidió
con el mismo tiempo en el que te enamorabas de un italiano peludo.
Six estrecha los ojos, entonces rápidamente mira hacia otro lado. Al 58
instante me siento mal por lo que dije, pero sólo bromeaba. Más o menos.
Se supone que debemos ser malos el uno con el otro. No puedo decir si
realmente herí sus sentimientos o si es una muy buena actriz.
Suspiro, y luego me pongo de pie y camino hacia las puertas de la
cafetería rápidamente para que pueda volver a la mesa y de alguna manera
asegurarme de que Six realmente no se molestó conmigo.
Camino por el pasillo y Val está de pie justo fuera de las puertas de
la cafetería. Te aceptaré de vuelta con una condición dice.
Tengo curiosidad por lo de la condición, pero no es realmente
importante en este momento.
No estoy interesado.
Su boca, literalmente, se abre. Ni siquiera es una linda boca ahora
que estoy viendo. No sé cómo me enamoré de ella todas las otras veces.
Lo digo en serio, Daniel dice con firmeza. Si metes la pata una
vez más, terminamos.
Dejo que mi cabeza caiga hacia atrás hasta que estoy mirando hacia
el techo. Jesús, Tessa digo. Ya no es realmente digna de mis apodos.
La miro a los ojos de nuevo. No quiero que me aceptes de vuelta. No
quiero salir contigo. Ni siquiera lo quiero hacer contigo. Eres mala.
Se burla, pero está congelada. ¿En serio? dice, estupefacta.
En serio. Positivo. Convencido. Iluminado. Elige tu opción.
Lanza sus manos en el aire y se da vuelta, y luego vuelve a entrar en
la cafetería. Camino a las puertas y las abro. Six me está mirando desde
nuestra mesa, así que hago una rápida mirada alrededor en el resto del
grupo. Nadie está prestando atención, por lo que hago un movimiento para
que salga al pasillo. Toma un trago de su agua, y luego se levanta,
presenta una excusa para el resto de la mesa. Doy un paso fuera de la
vista mientras hace su camino a la salida. Cuando las puertas se abren
inmediatamente la agarro de la muñeca y tiro de ella hasta llegar a los
casilleros. La empujo contra ellos y estrello mi boca con la suya. Sus
manos vuelan inmediatamente hasta mi pelo y nos lanzamos a nuestros
besos como si pudiéramos ser atrapados.
Y realmente podríamos.
Después de todo un minuto, empuja suavemente contra mi pecho,
así que me alejo.
¿Estás enojada? pregunto, casi arrancando la pregunta entre las
respiraciones pesadas.
No dice, sacudiendo la cabeza. ¿Por qué habría de estarlo?
59
Debido a que Val es Tessa y es obvio que no te gusta mucho Tessa
y porque tuve un momento celoso y llamé a los hombres italianos peludos.
Se ríe. Estamos actuando, Daniel. En realidad estaba un poco
impresionada. Y un poco encendida cuando te pusiste celoso. Pero muy
poco impresionada con el hecho de que Val es Tessa. No puedo creer que
tuviste relaciones sexuales con Tessa Maynard.
No puedo creer que tuviste relaciones sexuales con casi todos los
demás le respondo en broma.
Sonríe. Eres un idiota.
Eres una puta.
¿Vas a estar en mi cena de esta noche? pregunta.
Esa es una pregunta muy tonta.
Una sonrisa se extiende lentamente por su cara y es tan
condenadamente sexy que tengo que besarla de nuevo.
Debo volver susurra cuando me aparto.
Sí, deberías hacerlo. Yo también debería.
Tú primero. Se supone que debo estar en la oficina de
administración para aclarar un problema con mi agenda.
Está bien le digo. Yo voy primero, pero te extrañaré hasta que
regreses a la mesa.
No me hagas vomitar dice.
Apuesto a que eres adorable cuando vomitas. Apuesto a que tu
vomito es incluso adorable. Es probable que sea de color rosa chicle.
Eres repugnante en serio. Se ríe y me besa de nuevo. Empuja
contra mi pecho, y luego se desliza entre mi cuerpo y el casillero. Pone sus
dos manos en mi espalda y me empuja hacia las puertas de la cafetería.
Actúa natural.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me doy vuelta y le guiño, y luego camino a través de las puertas.
Casualmente me dirijo de nuevo a la mesa y tomo asiento.
¿Dónde está Six? pregunta Breckin.
Me encojo de hombros. ¿Cómo voy a saberlo? Estaba ocupado
haciéndolo con Val en el pasillo.
Sky niega con la cabeza y baja el tenedor. Acabo de perder mi
apetito, Daniel. Gracias.
Vas a tener el apetito de nuevo para la cena de esta noche le
digo. 60

Sky niega con la cabeza. No contigo y Val allí. Probablemente le


estarás chupando la cara al lado de mi comida. Si babeas en mi pastel de
chocolate no vas recibir nada.
Lo siento, Tetas de Queso digo. Pero Val no estará en la cena
de esta noche. Sin embargo yo sí.
Apuesto a que lo harás dice Breckin en voz baja.
Lo miro y me mira desafiante.
¿Qué acabas de murmurar, Sopla Polvo? Absolutamente odia
cuando le llamo Sopla Polvo, pero debe saber que sólo le doy apodos a la
gente que me gusta. Creo que lo sabe, sin embargo, porque en realidad no
me da demasiada mierda por ello.
Te dije que apuesto a que lo harás repite esta vez más fuerte. Se
vuelve a Sky, que está sentada a su lado. Seis, ¿verdad?
Sky asiente. Seis o seis y media.
Estaré allí a las seis dice Breckin. Me mira y sonríe. Apuesto a
que tú estarás allí a las seis, también, ¿cierto, Daniel? ¿Te gusta a las
seis? ¿Está bien para ti seis?
Está detrás de nosotros. Mierda.
Seis es perfecto le digo, sosteniendo su mirada. Mi hora
favorita del día.
Sonríe a sabiendas, pero no estoy preocupado. Tengo la sensación de
que va a estar tan divertido con esto como yo.
—¿Todo está bien? —le pregunta Sky a Six cuando regresa a la
mesa. Six asiente y toma su asiento. Su mano roza la cara externa de mi
muslo cuando se acomoda. Presiono mi rodilla contra la de ella y ambos
recogemos nuestros tenedores al mismo tiempo y tomamos un bocado de
la comida.
Tenerla aquí a pocos centímetros de mí y no poder tocarla es una
completa tortura. Estoy empezando a pensar que prefiero inclinarme y
besarla y tomar la paliza que Holder me va a dar, que tener que fingir que
no la quiero.
Desde el momento en que desapareció en su casa anoche me he
sentido más inquieto de lo que me había sentido antes. He estado inquieto
todo el día. No puedo parar de tocar mis dedos y mover mi pierna. Siento
como que quiero arañar mi piel cuando no está cerca, como si estuviera
cayéndome desde lo alto.
Eso es exactamente lo que se siente. Como si fuera una droga de la
que me he convertido adicto inmediatamente pero no tengo ningún
61 suplidor. Lo único que sacia el anhelo es su risa. O su sonrisa o sus besos
o la sensación de ella presionada contra mí.
Dios, es tan difícil no tocarla. Tan difícil.
Empieza a reír en voz alta de algo que Sky dijo, y el anhelo se vuelve
casi insoportable debido a la intensa necesidad que tengo que coger ese
sonido con mi boca.
Dejo caer el tenedor en mi plato y bajo mi cabeza en mis manos y
gimo. —Deja de reír —le digo en voz baja.
Está obviamente riendo demasiado fuerte como para escucharme,
así que me giro hacia ella y le digo otra vez—: Six. Deja de reír. Por favor.
Su mandíbula se cierra y se vuelve para mirarme. —¿Perdón?
Al mismo tiempo, Holder patea fuerte mi rodilla. Me deslizo hacia
atrás e inmediatamente levanto la pierna y froto el punto donde pateó. —
¿Qué demonios, hombre?
Holder me mira como si estuviera en las nubes. —¿Qué demonios
está mal contigo? Te dije que no fueras malo con ella.
Ja. ¿Piensa que estoy siendo malo? Si sólo supiera lo mucho que
quiero estar con ella en este momento.
—¿No te gusta mi risa? —dice Six. Puedo decir por su voz que sabe
cuánto me gusta su risa, pero está disfrutando el hecho de que Holder no
tiene ni idea de lo que su risa me hace.
—No —gruño deslizándome de vuelta a la mesa.
Se ríe de nuevo y su sonido me provoca una mueca de dolor.
—¿Siempre estás de tan mal humor? —pregunta—. ¿Quieres que
vaya a buscar a tu novia y la traiga a la mesa para que te puedas poner de
un mejor humor?
—¡No! —gritan Sky y Breckin al unísono.
Miro a Six. —¿Crees que mi novia podría ponerme de mejor humor?

UNA NOVELA DE HOPELESS


Sonríe. —Creo que tu novia es una patética idiota por aceptar salir
contigo.
Niego con la cabeza. —Mi novia toma decisiones muy sabias. No
puedo esperar hasta esta noche cuando le demuestre cuán inteligente fue
cuando decidió reclamarme.
—Pensé que dijiste que no iba a venir a cenar —dice Sky
decepcionada.
La mano de Six se desliza debajo de la mesa y empieza a frotar
suavemente en el punto en mi rodilla que Holder acaba de patear. 62
—Jesucristo —murmuro, inclinándome hacia adelante. Pongo mis
codos sobre la mesa y corro mis manos por mi cara, intentando parecer
inafectado por el hecho de que se siente como si Six se arrastrara dentro
de mi pecho y se envolviera alrededor de mi corazón.
—¿Aun no se termina el almuerzo? —le digo a nadie en particular—.
Tengo que salir de aquí.
Holder chequea su teléfono. —Cinco minutos más. —Me mira—.
¿Estás enfermo, Daniel? Hoy no estás siendo tú mismo. Está empezando a
asustarme un poco.
La mano de Six sigue en mi rodilla. Casualmente bajo mi mano y la
deslizo debajo de la mesa, luego la coloco sobre la suya. Gira su mano,
encajo nuestros dedos y aprieto su mano.
—Lo sé —le digo a Holder—. Sólo estoy teniendo un día extraño.
Novias. Tienen ese efecto en ti.
Él sigue mirándome con recelo. —En serio necesitas tomar una
decisión cuando se trata de ella. Esta más allá del punto que cualquiera de
nosotros te compadezca, porque en este momento es irritante.
—No ayuda que solía ser una zorra —dice Six.
—Six —dice Sky con una sonrisa—, eso fue tan malo.
Six se encoge de hombros. —Es cierto. La novia de Daniel solía ser
un gran, puta gorda. Escuche que tuvo sexo con seis tipos diferentes en
poco más de un año.
—No hables de mi novia de esa forma —le digo—. ¿A quién le
importa lo que hizo en el pasado? Seguro como el infierno que a mí no.
Six aprieta mi mano, luego se aleja y pone su mano de nuevo en la
mesa. —Lo siento —dice—. Eso no fue agradable. Si sirve de algo, escuché
que sabe besar muy bien.
Sonrío. —Sabe besar increíble.
Suena la campana y todo el mundo recoge sus bandejas. Me doy
cuenta de que Six no tiene ninguna prisa, así que también me tomo mi
tiempo. Sky besa a Holder en la mejilla, luego sale con Breckin hacia la
salida. Holder recoge ambas bandejas y levanta su mirada hacia mí. —Nos
vemos esta noche —dice—, y espero que el verdadero Daniel aparezca,
porque hoy no tienes nada de sentido.
—Lo sé —le digo, señalando brevemente mi cabeza—. Ella me tiene
todo jodido aquí, hombre. Todo jodido. Me estoy volviendo loco.
Holder niega con la cabeza. —Eso es exactamente de lo que estoy
hablando. Pareces más afectado por Val hoy de lo que nunca lo has
estado. Es extraño. —Se marcha, todavía mirando confundido. Me siento
63 un poco mal por haberle mentido, pero es por su culpa. No debería tratar
de decirme con quien puedo salir, entonces no tendría que esconderme de
él.
—Eso fue muy divertido —dice Six en voz baja. Comienza a recoger
su bandeja, pero la intercepto. Doy un paso hacia ella y la miro con dureza
a los ojos.
—No vuelvas a insultar a mi novia otra vez. ¿Me escuchas?
Aprieta los labios para ocultar su sonrisa. —Anotado.
—Quiero acompañarte a tu casillero. Espérame.
Su sonrisa se hace más difícil de ocultar mientras asiente. Tomo
nuestras dos bandejas y las coloco en la pila de las bandejas, y luego
regreso a la mesa. Echo un vistazo a nuestro alrededor y no veo a nadie
realmente prestar atención, así que me inclino rápidamente y la beso
brevemente en los labios, luego me aparto.
—Daniel Wesley, vas a conseguir ser atrapado —dice con una
sonrisa. Se da vuelta y comienza a caminar hacia la salida, así que
discretamente coloco una mano en su espalda y camino a su lado.
—Dios, espero que sí —le digo—. Si tengo que aguantar otro
almuerzo así, perderé mi mierda y vas a terminar de espaldas en la parte
superior de la mesa.
Se ríe. —Qué facilidad tienes con las palabras.
Salimos de la cafetería y caminamos a su casillero. Está en el pasillo
frente al mío, lo cual no pudo ser más inoportuno. No tenemos una sola
clase juntos y ni siquiera la veo en el pasillo mientras estamos en la
escuela. Incluso sé que no he estado saliendo con ella durante todo un día,
pero ya la extraño.
—¿Puedo ir antes de la cena? —le pregunto.
Niega con la cabeza. —No, voy a estar ayudando a Karen y Sky con
los deberes. Voy a ir allí justo después de la escuela.
—¿Que hay después de la cena?

UNA NOVELA DE HOPELESS


Niega con la cabeza otra vez mientras cambia sus libros. —Sky se
arrastra a través de mi ventana cada noche. No puedes estar en mi
habitación.
—Pensé que tu ventana estaba fuera de servicio.
—Sólo para personas con penes.
Me río. —¿Qué si te dijera que no tengo un pene?
Me mira. —Probablemente me regocijaría. Mis experiencias con
personas que tienen penes nunca terminan bien.
64
Niego con la cabeza. —Eso es algo que mi pene no quiere oírte decir.
Tiene un ego muy sensible.
Sonríe y cierra su casillero, luego se inclina contra él. —Bueno, tal
vez deberías ir a casa después de la escuela y acariciar su ego un poco
hasta que se sienta mejor.
Levanto una ceja. —Acabas de hacer una broma de masturbación.
Asiente. —Sí.
—Tengo la novia más genial del mundo.
Asiente otra vez. —Así es.
—Te veré en la cena.
—Lo harás —dice.
—¿Podemos salir y besarnos mientras todo el mundo está comiendo?
Entrecierra los ojos como si realmente estuviese considerándolo. —
No sé. Nos tocará improvisar.
Asiento y apoyo mi hombro contra el casillero junto a ella. Estamos a
sólo unos centímetros de distancia y nos encontramos mirándonos el uno
al otro otra vez. Me encanta la forma en que me mira como si realmente
disfruta mirándome.
—Dame tu número de teléfono —le digo.
—Siempre y cuando no estés planeando enviarme mensajes con
fotos de tu ego frotándose después de la escuela.
Me río y abrazo fuerte mi corazón. —Maldita sea, Six. Amo cada
palabra que sale de tu boca.
—Pene —dice secamente.
Es malvada.
—Excepto esa palabra —le digo—. No amo los penes.
Se ríe y abre su casillero de nuevo. Saca un bolígrafo, entonces se
gira y coge mi mano. Escribe su número de teléfono, y luego pone la pluma
en su casillero otra vez. —Te veo esta noche, Daniel. —Comienza a
alejarse. Todo lo que puedo hacer es asentir, porque estoy bastante seguro
de que su voz fue tan explícita que se lo hizo a mis oídos. Se vuelve y
desaparece al final del pasillo cuando algo aparece en mi línea de visión.
Miro a los ojos que ahora me están mirando a mí.
—¿Qué quieres, Sopla Polvo? —le pregunto, cerrando mi casillero.
—¿Te gusta?
—¿Quién? —le pregunto, haciéndome el tonto. No sé por qué estoy
65 tratando de hacerme el tonto. Ambos sabemos a qué se está refiriendo.
—Creo que es adorable —dice—. Le gustas, también. Lo puedo decir.
—¿En serio?
Se ríe. —Eres muy fácil. Y sí, no sé cómo, pero te puedo decir que le
gustas. Son todos lindos. ¿Por qué te escondes? O mejor aún, ¿de quién lo
escondes?
—Holder. Dice que no puedo salir con ella. —Empiezo a caminar
hacia la clase y Breckin tropieza conmigo.
—¿Por qué no? ¿Porque eres un idiota?
Me detengo y lo miro. —¿Soy un idiota?
Breckin asiente. —Sí. Pensé que lo sabías.
Me río, y luego empiezo a caminar de nuevo. —Él piensa que va a
arruinarlo todo ya que somos mejores amigos.
—Tiene razón. Lo hará.
Me detengo de nuevo. —¿Quién dice que las cosas no funcionarán
entre Six y yo?
—¿No acabas de conocerla? ¿Como hace dos días?
—No importa —le digo a la defensiva—. Es diferente. Tengo un buen
presentimiento sobre ella.
Breckin me estudia por un momento, y luego sonríe. —Esto debería
ser divertido. Nos vemos esta noche. —Se da vuelta y camina en dirección
opuesta, pero se detiene y me enfrenta otra vez—. Llámame otra vez Sopla
Polvo y tu secreto saldrá a la luz.
—Está bien, Sopla Polvo.
Se ríe y me señala. —¿Ves? Un idiota.
Se gira y se dirige hacia su clase. Saco mi teléfono de mi bolsillo y
abro la información de contacto de Val. Golpeo eliminar, a continuación,
agrego el número de Six en mi teléfono. Esperaré hasta llegar a mi salón
de clases antes de enviarle un mensaje de texto.

UNA NOVELA DE HOPELESS


No quiero parecer desesperado.

66
4
Traducido por Juli & CrisCras
Corregido por xx.MaJo.xx

67 Yo: Finge que vas al baño o algo así.


Dejo mi teléfono en la mesa y empiezo a comer otra vez. He estado
aquí casi una hora, Six y yo apenas hemos tenido la oportunidad de
hablar. Ni siquiera sé si será necesario que Breckin cuente acerca de
nosotros, porque estoy a punto de perder la paciencia y hacerlo yo mismo.
Sé que todo el mundo tiene curiosidad acerca de su viaje a Italia,
pero parece que a ella le resulta incómodo hablar de ello. Sus respuestas
son cortantes y no me gusta ser el único que parece darse cuenta de lo
mucho que no quiere hablar de Italia. Pero a la vez, me gusta ser el único
que lo nota, ya que demuestra que esta conexión que siento con ella es
más que genuina. Siento que la conozco mejor que nadie aquí. Tal vez
incluso mejor que Sky.
Aunque es absurdo sentirse de esa manera, ya que todavía ni
siquiera sé cuándo es su cumpleaños.
Six: Sólo hay un baño en el pasillo. Incluso si tuviera que ir allí,
sería obvio si tú te levantas y me sigues.
Leo su mensaje y gimo en voz alta.
—¿Todo bien? —pregunta Jack. Está sentado a mi lado en la mesa,
lo cual estaría muy bien en cualquier otro momento, pero realmente quería
que Six estuviera en su silla. Asiento, luego pongo el teléfono dado vuelta
sobre la mesa.
—Drama de novia molesta —digo.
Se ríe y se vuelve a Holder, continuando con su conversación. Six
está involucrada en una discusión con Sky y Karen. Y Breckin al final no
fue capaz de llegar, lo que probablemente sea algo bueno. No estoy seguro
de si podría haber manejado el hecho de que lo sabe.
Ahora mismo, sólo estamos mi impaciencia y yo teniendo una guerra
silenciosa en la mesa.
—Eso me recuerda —dice Six en voz alta—, te compré un montón de
regalos. Lo olvidé. —Se aparta de la mesa—. Están en mi casa. Ya vuelvo.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Se levanta y da dos pasos antes de volverse hacia nosotros—. ¿Daniel?
Son bastante pesados. ¿Te importaría darme una mano?
No te comportes demasiado emocionado, Daniel.
Suspiro pesadamente.
—Supongo —digo mientras me deslizo de la mesa. Miro a Holder y
ruedo los ojos, y sigo a Six fuera. Ninguno de los dos dice una palabra
mientras hacemos nuestro camino a un lado de la casa. Extiende una
mano hacia la ventana, y luego se da la vuelta.
—Mentí —dice. Sus ojos están preocupados, lo que hace que me 68
preocupe.
—¿Por qué?
Niega con la cabeza.
—No compré ningún regalo. Simplemente no puedo soportar otro
segundo más de todas las preguntas, y luego verte al otro lado de la mesa
y desear tanto que pudiéramos estar sólo nosotros dos, está haciendo toda
esta cena realmente irritante. Pero ahora no tengo regalos. ¿Cómo puedo
volver allí sin regalos?
Trato de no reír, pero me encanta que haya estado tan irritada como
yo. Me empezaba a preocupar que yo pudiera tener algunos problemas.
—Podríamos quedarnos aquí y no volver a entrar.
—Sí, podríamos —concuerda—, pero tarde o temprano vendrían a
buscarnos. Por no hablar de que sería grosero, ya que Jack y Karen se
tomaron el trabajo de cocinar para mí y, oh, Dios mío, ¿y si es cierto,
Daniel?
No sé si soy yo o si es realmente difícil seguirle el ritmo, pero no
tengo ni idea de lo que está hablando.
—¿Si es cierto, qué?
Exhala una respiración rápida.
—¿Qué pasa si nuestros sentimientos son sólo por psicología
inversa? ¿Qué pasa si Holder te hubiera dicho que me invitaras a salir el
sábado en la noche? Es posible que no estuvieras interesado en mí
después de eso. ¿Qué pasaría si la única razón por la que nos gustamos
tanto es que está prohibido? ¿Y si en el segundo en que todos se enteren
de la verdad, no podemos seguir juntos?
No me gusta que la preocupación en su voz suene real, porque eso
significa que de verdad cree esta mierda que está diciendo.
—¿Crees que hay alguna posibilidad de que sólo me gustes porque
se supone que no deberías gustarme?
Asiente.
La tomo de la mano y la llevo hacia la parte delantera de la casa.
—¡Daniel, no tengo regalos!
La ignoro y la acompaño hasta los escalones de la entrada, abro la
puerta y la llevo directamente a la cocina.
—¡Oigan! —grito. Todos se dan la vuelta y nos miran. Echo un
vistazo a Six y tiene los ojos muy abiertos. Aspiro una respiración
profunda, y luego me giro hacia la mesa. Específicamente a Holder.
69
—Ella es la chica que chocó su puño con el mío —digo, señalando a
Six—. No es mi culpa. Odia las carteras y golpeó mi puño, y luego me hizo
seguirla a ese maldito carrusel. Después de eso, me exigió que la llevara a
ver dónde tuve sexo en el parque, y entonces me obligó a escabullirme en
mi propia habitación. Es rara y la mitad del tiempo no puedo seguirle el
ritmo, pero piensa que soy gracioso como el infierno. Y esta mañana,
Chunk me preguntó si quería amarla algún día, y me di cuenta de que
nunca he esperado que pudiera amar a alguien más de lo que quiero
amarla a ella. Así que si alguno de ustedes tiene un problema con que
salgamos va a tener que superarlo porque... —Me detengo y me vuelvo
hacia Six—. Porque chocaste el puño conmigo y no podría importarme
menos quien sepa que estamos juntos. No voy a ninguna parte y no quiero
hacerlo, así que deja de pensar que estoy interesado en ti porque se
supone que no debería. —Levanto las manos e inclino su rostro hacia el
mío—. Estoy interesado en ti porque eres increíble. Y porque me dejas
tocarte accidentalmente la teta.
Tiene la sonrisa más amplia que le he visto.
—Daniel Wesley, ¿dónde aprendiste esos movimientos ingeniosos?
Me río.
—No son movimientos, Six. Es carisma.
Lanza los brazos alrededor de mi cuello y me besa. Espero el
momento en que Holder me aleje de ella, pero ese momento no llega. Nos
besamos por unos treinta segundos antes de que la gente comience a
aclararse la garganta. Cuando Six se aparta de mí, sigue sonriendo.
—¿Se siente diferente ahora que saben? —pregunto—. Porque para
mí, se siente mucho mejor.
Le da un empujón a mi pecho con una risa molesta.
—¡Basta! Deja de decir cosas que me hacen sonreír como una idiota.
Mi cara ha estado doliendo desde el segundo en que te conocí.
La atraigo hacia mí y la abrazo, de pronto tomo conciencia de que
todavía estamos de pie en la cocina de Sky y todo el mundo sigue
mirándonos. Vacilante me giro y miro a Holder para medir su nivel de ira.

UNA NOVELA DE HOPELESS


La verdad es que nunca antes me golpeó, pero he visto lo que puede hacer
y estoy completamente seguro de que no quiero experimentarlo.
Cuando mis ojos se encuentran con los suyos, está... sonriendo.
Realmente está sonriendo.
Sky lleva una servilleta a sus ojos y se limpia las lágrimas.
Karen y Jack están sonriendo.
Es raro.
Demasiado raro.
70
—¿Han hablado con mis padres? —pregunto con cautela—. ¿Les
enseñaron sus trucos sucios de psicología inversa?
Karen es la primera en hablar.
—Siéntense, los dos. Su comida se está enfriando.
Beso a Six en la frente, luego vuelvo a tomar mi asiento en la mesa.
Sigo mirando a Holder, pero no se ve alterado en absoluto. En realidad se
ve un poco impresionado.
—¿Dónde diablos está mi regalo? —pregunta Jack a Six.
Se aclara la garganta.
—Decidí esperar hasta Navidad. —Toma su vaso y lo lleva a los
labios, luego me mira. Le sonrío.
Todos retoman las conversaciones en las que estaban antes de mi
interrupción. Es como si nadie estuviera sorprendido. Actúan como si esto
fuera completamente normal. Como si fuera algo natural... Six y yo.
Y lo entiendo perfectamente, porque así es. Lo que sea que tenemos
es bueno y aunque todavía no sé cuándo es su cumpleaños... Sé que esto
está bien. Y basándome en la
expresión de su cara ahora
mismo, también lo cree.

—Me gusta mucho esta —digo, mirando la foto en mis manos. Estoy
apoyado en la pared, sentado en el suelo en la habitación de Sky. Six está
mostrando las fotos que tomó en Italia para Sky, Holder y yo.
—¿Cuál estás mirando? —dice. Está acostada a mi lado en el suelo.
La miro y volteo la foto para que pueda verla. Sacude la cabeza mientras
rueda rápidamente los ojos—. Sólo te gusta porque mi escote se ve muy
bien.
Inmediatamente doy vuelta la foto otra vez. Tiene razón. Se ve muy
bien. Pero esa no es la razón por la qué me gustó al principio. Parece feliz
en esta. Pacífica.
—Me tomé esa foto el día que llegué a Italia —dice—. Puedes
quedártela.
—Gracias. De todos modos, no pensaba devolvértela.
71 —Considéralo un regalo de aniversario —dice.
Inmediatamente miro hacia abajo, a la hora en mi teléfono.
—Oh. Vaya. Realmente es nuestro aniversario. —Me acomodo hasta
que estoy inclinado sobre ella—. Casi se me olvida. Soy el peor novio del
mundo. No puedo creer que todavía no me hayas abandonado.
Sonríe.
—No pasa nada. Puedes recordar el siguiente. —Desliza la mano en
mi nuca y me atrae hacia adelante hasta que nuestros labios se
encuentran.
—¿Aniversario? —dice Sky, confundida—. ¿Hace cuánto tiempo
exactamente han estado saliendo?
Me alejo de Six y me siento contra la pared.
—Exactamente veinticuatro horas.
Un silencio incómodo viene a continuación, entonces, por supuesto,
Holder lo llena.
—¿Soy el único que tiene un mal presentimiento sobre esto?
—Creo que es genial —dice Sky—. Nunca he visto a Six tan...
¿amable? ¿Feliz? ¿Comprometida? Le sienta bien.
Six se sienta y envuelve los brazos alrededor de mi cuello, y luego me
jala hacia el suelo con ella.
—Eso es porque nunca he conocido a nadie tan vulgar e inapropiado
y horrible en los primeros besos como Daniel. —Lleva mi boca a la suya y
me besa mientras se ríe de sí misma.
Esta es una primera vez. ¿Un beso y una sonrisa al mismo tiempo?
Creo que podría estar en el cielo.
—Six tiene una habitación, ya sabes —dice Holder.
Six se pone de pie riendo. Y deja de besarme.
Holder está a punto de entrar en mi lista negra.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—A Six no se le permite penes en su habitación —respondo sin dejar
de mirar hacia ella.
Six mueve su boca a mi oreja.
—Siempre y cuando no esperes que acaricie tu ego esta noche, como
que me gustaría besarte en mi cama.
No sabía que la gente podía moverse tan rápido como me estoy
moviendo ahora. Esto tiene que ser algún tipo de récord, porque mis
manos están debajo de su espalda y las rodillas, y la estoy levantando en
mis brazos antes de que incluso su oración se registre completamente. 72
Lanza los brazos alrededor de mi cuello y chilla mientras me dirijo
directamente a la ventana de Sky. La bajo con cuidado, pero luego
prácticamente le doy un empujón para que salga. Empiezo a seguirla sin
siquiera despedirme de Sky o Holder.
—Son tan extraños juntos —oigo decir a Sky justo antes de salir por
la ventana.
—Sí —dice Holder coincidiendo—. Pero también extrañamente...
correctos.
Hago una pausa.
¿Holder acaba de halagar mi relación con Six? No sé por qué siempre
deseé tanto su aprobación, pero oírle decir eso me llena de esta extraña
sensación de orgullo. Me doy la vuelta y doy un paso atrás hacia la
ventana y me inclino dentro.
—Te oí.
Mira a la ventana y me ve apoyado en el interior, así que rueda los
ojos.
—Vete —dice con una sonrisa.
—No. Estamos teniendo un momento.
Ladea una ceja, pero no responde.
—Eres mi mejor amigo, Holder.
Sky niega con la cabeza y se ríe, pero Holder sigue mirándome como
si me hubiera vuelto loco.
—En serio —digo—. Eres mi mejor amigo y te amo. No me
avergüenza admitir que amo a un hombre. Te amo, Holder. Daniel Wesley
ama a Dean Holder. Por toda la eternidad.
—Daniel, ve a besuquearte con tu novia —dice, despidiéndome con
la mano.
Niego con la cabeza.
—No hasta que me digas que me amas, también.
Su cabeza cae hacia atrás contra el cabecero de Sky.
—Joder, te amo, ¡ahora VETE!
Sonrío. —Te amo más.
Recoge una almohada y la lanza por la ventana. —¡Fuera de aquí,
imbécil!
Me río y me alejo de la ventana.
—Ustedes dos son tan extraños juntos —dice Sky.
73 Tiro de la ventana para cerrarla, luego me giro para enfrentar a Six.
Ya está en su habitación, inclinándose hacia afuera por su ventana con la
barbilla en sus manos. Está sonriendo.
—Daniel y Holder, sentados en un árbol —dice con una voz
cantarina.
Camino hacia ella e improviso la siguiente línea de la canción.
—Pero luego Daniel se baja —termino el resto de la frase a toda
prisa—: y va hasta la ventana de Six y trepa dentro de su habitación y la
lanza sobre la cama y la besa hasta que ya no puede más y tiene que ir a
casa y acariciar su ego.
Se está riendo y retrocediendo hacia su habitación para dejarme
espacio para que trepe hasta el interior.
Una vez que estoy dentro, miro alrededor y observo su habitación.
Finalmente entiendo lo que quiso decir cuando dijo que mi habitación era
más que sólo una habitación. Esto es como un vistazo secreto a quién es
Six en realidad. Siento como si pudiera estudiar esta habitación y todo en
ella, y descubrir todo lo que he necesitado saber alguna vez acerca de ella.
Desafortunadamente, está a los pies de su cama y parece un poquito
nerviosa y más hermosa de lo que merezco, y no puedo apartar mis ojos de
ella el tiempo suficiente para estudiar su habitación.
No puedo evitar sonreírle. Ya puedo decir que esto está a punto de
ser el mejor aniversario que he tenido jamás. Las luces están apagadas, así
que el ambiente ya es perfecto para besuquearse. Está silencioso, sin
embargo. Tan silencioso que puedo oír sus respiraciones aumentar con
cada paso deliberadamente lento que doy hacia ella.
Mierda. Tal vez esas son mis respiraciones. No puedo decirlo, porque
cada centímetro que me acerco requiere un aporte extra de aire.
Cuando la alcanzo, alza la mirada hacia mí con una extraña mezcla
de paz y anticipación. Quiero empujarla sobre la cama justo ahora,
colocarme encima de ella y besarla desesperadamente.
Puedo hacer eso, pero, ¿por qué hacer lo que está esperando que
haga?

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me inclino lentamente. Muy lentamente… hasta que mi boca está
tan cerca de su cuello que más que probablemente ni siquiera puede decir
si estoy tocando su piel o no.
—Tengo tres preguntas que necesito hacerte antes de que hagamos
esto —digo tranquilamente, pero con mucha seriedad. Me aparto sólo lo
suficiente para verla tragar suavemente.
—¿Antes de que hagamos qué? —pregunta con indecisión.
Levanto una mano hasta su nuca, luego tiro hacia atrás de su cuello
y coloco mis labios cerca de los suyos. —Antes de que hagamos lo que 74
ambos queremos hacer. Antes de que me incline un centímetro más. Y
antes de que tú separes los labios para mí, sólo lo suficiente para que
pueda robar una muestra. Antes de que ponga las manos en tus caderas y
te haga retroceder hasta que no tengas a donde ir excepto encima de tu
cama.
Puedo sentir su respiración probando mis labios y es tan tentador
que tengo que obligarme a mí mismo a inclinarme hacia su oreja otra vez,
así no estoy tan cerca de su boca. —Antes de que descienda lentamente
sobre ti y nuestras manos se vuelvan curiosas y valientes. Antes de que
mis dedos se deslicen bajo el borde de tu camiseta. Antes de que mi mano
empiece a explorar su camino ascendiendo por tu estómago, y descubra
que nunca he tocado una piel tan suave como la tuya.
Jadea, luego deja salir un suspiro tembloroso y es casi tan sexy
como el golpe de puño.
Puede que incluso sea más sexy.
—Antes de que finalmente toque tu pecho a propósito.
Se ríe ante eso, pero su risa se corta cuando presiono mi pulgar en
el centro de sus labios.
—Antes de que tus respiraciones cojan el ritmo y nuestros cuerpos
duelan porque todo lo que estamos sintiendo simplemente está haciendo
que queramos más y más el uno del otro… hasta que estoy asustado de
suplicarte que no me pidas que reduzca la velocidad. Así que en cambio,
lamentablemente, aparto mi boca de la tuya y me obligo a mí mismo a
alejarme de tu cama y tú te levantas sobre tus codos y me miras,
decepcionada, porque en cierto modo deseas que hubiera seguido
adelante, pero al mismo tiempo estás aliviada de que no lo haya hecho,
porque sabes que te habrías entregado. Así que en vez de ceder,
simplemente nos miramos fijamente. Nos miramos el uno al otro en
silencio mientras mi ritmo cardiaco empieza a disminuir y tus
respiraciones son más fáciles, y la insaciable necesidad sigue allí, pero
nuestras mentes están más claras ahora que ya no estoy presionado
contra ti. Me doy la vuelta, camino hacia tu ventana y me marcho sin ni
siquiera decir adiós, porque ambos sabemos que si cualquiera de nosotros
habla… será la desaparición colectiva de nuestra fuerza de voluntad y
sucumbiremos. Cederemos tan duro.
Muevo mi mano a su mejilla. Gime y parece que está a punto de
colapsar sobre la cama, así que envuelvo mi otro brazo alrededor de la
parte baja de su espalda y la atraigo hacia mí.
—Entonces sí… tres preguntas primero.
La dejo ir e inmediatamente me doy la vuelta dos segundos antes de
oírla caer sobre su cama. Camino directo hacia la silla del escritorio y me
75 siento, por dos razones. Una, quiero que piense que hablo en serio y que
todo lo que acabo de decirle no me afectó como a ella. Y dos, porque la
deseo más de lo que he deseado nada jamás y mis rodillas estaban a punto
de fallar si no me sentaba.
—Pregunta número uno —digo, observándola desde el otro lado de la
habitación. Está tumbada sobre su espalda con los ojos cerrados, y odio
no estar observándola de cerca ahora mismo—. ¿Cuándo es tu
cumpleaños?
—Octubre… —se aclara la garganta, obviamente todavía
recuperándose—, el treinta y uno. Halloween.
¿Cómo podría la fecha de un cumpleaños hacerme enamorar incluso
más de ella? No tengo ni idea, pero de algún modo lo hace.
—Pregunta número dos. ¿Cuál es tu comida favorita?
—Puré de patatas casero.
Nunca habría adivinado eso. Me alegro de haber preguntado.
—Pregunta número tres —digo—. Es una grande. ¿Estás lista?
Asiente, pero mantiene los ojos cerrados.
—¿Qué cosa en esta habitación dice el secreto más grande sobre ti?
Tan pronto como la pregunta deja mi boca, está completamente
quieta. Sus exageradas respiraciones se detienen. Permanece inmóvil
durante casi un minuto completo antes de erguirse lentamente hasta que
está sentada en el borde de la cama, mirándome de frente. —¿Tiene que
ser algo dentro de esta habitación?
Asiento lentamente.
Levanta una mano y toca con un dedo su corazón, apuntando hacia
él. —Este —susurra—. Mi mayor secreto está justo aquí dentro.
Sus ojos están húmedos y tristes, y de algún modo, con esa
respuesta, el aire entre nosotros cambia instantáneamente. De una
manera peligrosa. Una manera aterradora. Porque se siente como si su
aire acabara de convertirse en mi aire, y de repente quiero tomar menos
respiraciones con el fin de garantizar que nunca se quede sin él.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me pongo de pie y camino hacia la cama. Sus ojos me siguen de
cerca hasta que estoy directamente enfrente de ella. —Levántate.
Se levanta lentamente.
Paso mis manos a través de los mechones de su cabello hasta que
estoy sosteniendo la parte de atrás de su cabeza. La miro fijamente hasta
que mi corazón no puede soportarlo más, luego presiono mis labios sobre
los suyos. He perdido la cuenta de cuántas veces la he besado el día
anterior. Cada vez que la beso, la sensación que tengo es como nada que
haya experimentado jamás. Lo más cerca que he llegado de sentirme de
esta forma es el día que fingí estar enamorado con la chica del armario. 76
Pero incluso ese día, el día que pensé que superaría a todos los días
después de ese, no llega a acercarse a esto.
Su boca es cálida y acogedora, y todo lo que siempre es cuando la
beso, pero es también mucho más. El hecho de que tengo esta reacción
por ella después de un día, me asusta jodidamente.
Un día.
He estado haciendo esto con ella durante un día y no tengo ni idea
de lo que está sucediendo. No sé si es la luna llena o si tengo un tumor
envuelto alrededor de mi corazón, o si en realidad es una bruja. Sea lo que
sea, no explica cómo puede existir este tipo de cosa entre dos personas tan
ridículamente rápido… y en realidad durar.
Siento como si en el fondo de mi corazón supiera que es demasiado
buena para ser verdad. Mi mente y todo mi cuerpo saben que es
demasiado buena para ser verdad, así que la beso más fuerte, con la
esperanza de convencerme de que esto es real. No es algún cuento de
hadas. No es una hora de “hacer para creer”.
Esto es la realidad, pero incluso en nuestra imperfecta realidad, la
gente no se enamora así. No desarrollan sentimientos como estos por
alguien a quien apenas conocen.
La única cosa que todo mi proceso de pensamiento está
demostrando ahora mismo es lo mucho que necesito agarrarla con firmeza
y aguantar, porque donde vaya, yo también quiero ir. Y justo ahora, va
hacia atrás, hacia la cama. Desciendo sobre ella del modo en que le dije
que sucedería. Y estamos besándonos, justo como dije que haríamos, sólo
que esta vez podría ser un poco más frenético y necesitado, y mierda.
Su piel.
Realmente es la piel más suave que he tocado jamás.
Muevo mi mano desde su cintura unos centímetros por debajo del
borde de su camiseta, luego lentamente empiezo a trazar mi camino hacia
su estómago.
Empuja mi mano.
—Daniel.
Inmediatamente se levanta y me aparto rápidamente de encima de
ella. Está respirando muy pesadamente, y me sorprendo conteniendo mi
propia respiración, asustado de estar acaparando demasiado de su aire.
Parece arrepentida y avergonzada por haberme pedido de repente
que parara. Levanto la mano y acaricio su mejilla para tranquilizarla.
Mis ojos se desplazan sobre sus rasgos, abarcando su conducta
nerviosa. Está asustada de lo que podría suceder entre nosotros. Puedo
77 ver en su rostro y en la forma en que me mira que está tan asustada como
yo. Lo que sea esto que hay entre nosotros, ninguno lo buscaba. Ninguno
de nosotros sabía que existía. Ninguno estaba siquiera remotamente
preparado para ello, pero sé que ambos lo queremos. Quiere que esto
funcione conmigo tanto como yo quiero que funcione con ella, y ver la
mirada en sus ojos ahora mismo hace que crea que lo hará. Nunca he
creído en nada como creo en la posibilidad de nosotros dos.
Puedo decir por la forma en que está mirándome que si intentara
besarla otra vez, me lo permitiría. Es casi como si estuviera dividida entre
la chica que solía ser y la chica que es ahora, y está asustada de que si
intento besarla otra vez, cederá.
Y yo estoy asustado de que si no me levanto y me alejo, se lo
permitiré.
Ni siquiera hemos hablado. No me ha pedido que me marche, porque
sé que eso es lo que tengo que hacer. Asiento, respondiendo
silenciosamente a la pregunta que no quiero que tenga que hacer.
Comienzo a levantarme poco a poco de su cama y un silencioso gracias
destella en sus ojos. Me pongo de pie, me alejo de ella y salgo por la
ventana sin una palabra. Camino unos cuantos pasos hasta que alcanzo el
borde de su casa, luego me apoyo en él y me deslizo hacia abajo hasta el
suelo.
Inclino la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, tratando de averiguar
a dónde fui con mi vida para merecerla.
—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunta Holder. Alzo la mirada
y está a medio camino saliendo de la ventana de Sky. Una vez que sale del
todo, se gira y cierra la ventana.
—Recuperándome —digo—. Sólo necesitaba un minuto.
Camina hacia mí y se sienta en el suelo frente a mí, luego se inclina
contra la casa de Sky. Levanta las piernas y apoya los codos en sus
rodillas.
—¿Ya te marchas? —pregunto—. No son ni siquiera las nueve
todavía.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Extiende la mano hacia el suelo y arranca unas pocas hojas de
hierba, luego las gira entre sus dedos. —Me echaron por la noche. Karen
entró y mi mano estaba subiendo por la camiseta de Sky. No pareció
gustarle mucho eso.
Me río.
—Así que —dice, volviendo a alzar la vista hacia mí—, tú y Six, ¿eh?
A pesar de mi esfuerzo para no sonreír, lo hago de cualquier modo.
Sonrío patéticamente y asiento.
—No sé qué hay acerca de ella, Holder. Yo… ella sólo… sí. 78
—Sé lo que quieres decir —dice en voz baja, volviendo a bajar la
mirada a la hierba entre sus dedos.
Ninguno de nosotros dice nada más durante varios momentos hasta
que deja caer las hojas de hierba y se limpia las manos en sus pantalones
vaqueros, preparándose para levantarse.
—Bueno… me alegro de que hayamos tenido esta charla, Daniel,
pero el hecho de que ya hemos profesado nuestro amor mutuo el uno por
el otro está noche me está dejando un poco abrumado. Te veré mañana. —
Se pone de pie y empieza a caminar hacia su coche.
—¡Te amo, Holder! —gritó detrás de él—. ¡Mejores amigos para
siempre!
Sigue andando hacia delante, pero levanta su mano en el aire y me
muestra el dedo medio.
Es casi tan genial como un choque de puño.
5
Traducido por Issel & Francisca Abdo
Corregido por mariaesperanza.nino

79
—Te equivocas —dice ella.
Estamos de pie en la cocina. Su espalda está presionada contra el
mostrador y yo estoy de pie en frente, con mis brazos a cada uno de sus
lados. Atrapo sus labios con los míos y la hago callar. No dura mucho
porque aleja mi cara.
—Hablo en serio —susurra—. No creo que les guste.
Levanto una mano, la enrollo en la parte de atrás de su cuello y la
miro directamente a los ojos. —Les gustas. Lo prometo.
—No, no nos gusta —dice mi papá mientras entra a la cocina—. No
la soportamos. De hecho, esperamos que nunca la traigas de nuevo. —
Llena de nuevo su vaso con hielo, y luego camina de vuelta a la sala.
Los ojos de Six lo siguieron mientras salía de la habitación, luego
regresa su mirada hacia mí, con los ojos muy abiertos.
—¿Lo ves? —digo con una sonrisa—. Te aman.
Señala hacia la sala. —Pero él acaba…
La voz de mi padre la detiene cuando camina de regreso a la cocina.
—Sólo bromeaba, Six —dice riendo—. Una broma interna. Realmente nos
gustas bastante. Más temprano, traté de darle al pequeño Danny el anillo
de la abuela Wesley pero dice que aún es muy pronto para hacerte una
Wesley.
Six se ríe al mismo tiempo que deja salir un suspiro de alivio. —Sí, a
lo mejor. Sólo llevamos un mes. Creo que debemos esperar al menos dos
semanas más antes de hablar de proposiciones.
Papá se interna más en la cocina y se recuesta contra el mostrador
en frente de nosotros. Ahora me siento un poco incómodo parado tan cerca
de Six, así que me muevo a su lado y me recuesto en el bar.
—¿Regresaste acá para así poder pensar en cosas que puedas decir
que me avergüencen? —pregunto. Sé que es por eso por lo que está parado
aquí. Puedo verlo centelleando en sus ojos.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Se ríe, y luego toma un trago de su té. Arruga su nariz. —No —dice—
, nunca haría eso pequeño Danny. No soy el tipo de padre que le diría a la
novia de su hijo como él habla sobre ella incesantemente. Tampoco nunca
le diría que estoy orgulloso de ella por no tener sexo con él todavía.
Mierda. Gruño y me golpeo a mí mismo en la frente. Debería haberlo
pensado mejor antes de traerla aquí.
—¿Le contaste que no hemos tenido sexo? —dice Six, completamente
avergonzada.
Mi padre menea la cabeza. —No, no ha tenido que hacerlo. Lo sé 80
porque cada noche que llega a casa, va directo a su habitación y toma una
ducha de treinta minutos. Alguna vez tuve dieciocho.
Six cubre su cara con las manos. —Oh, Dios mío. —Le da una
mirada a mi padre a través de sus manos—. Creo que sé de dónde sacó
Daniel su personalidad.
Mi padre asiente. —Dímelo a mí. Su madre es bastante inapropiada.
Justo en ese momento, mi madre y Chunk entran por la puerta del
frente con la cena. Le doy una mirada enojada a mi padre, luego camino
hacia mi madre y tomo las cajas de las pizzas de sus manos. Ella coloca
abajo su cartera, camina hacia Six y le da un abrazo rápido.
—Siento no haber cocinado para ti. He estado muy ocupada hoy —
dice.
—Está bien —responde Six—. Nada como una conversación
inapropiada sobre pizza.
Miro como mi madre se da la vuelta y mira a los ojos a mi padre. —
¿Dennis?¿Qué has estado haciendo?
Se encoge de hombros. —Sólo diciéndole al pequeño Danny como
nunca lo avergonzaría en frente de Six.
Mi madre se ríe. —Está bien entonces, mientras no lo estés
avergonzando. Odiaría que Six supiera sobre sus largas duchas cada
noche.
Golpeo la mesa. —¡Mamá! ¡Jesucristo!
Ella ríe y mi padre le guiña el ojo. —Esa está cubierta.
Six camina a la mesa, meneando su cabeza. —Tus padres realmente
te hacen lucir como un caballero. —Toma asiento y me siento en la silla a
su lado.
—Lo siento mucho —le susurro. Me mira y sonríe.
—¿Estás bromeando? Me encanta esto.
—¿Por qué te avergonzarían las largas duchas? —dice Chunk,
tomando asiento en frente de Six—. Pensaría que querer estar limpio es
algo bueno. —Toma una rebanada de pizza para darle un mordisco, pero
luego sus ojos se cierran con fuerza y deja caer la pizza sobre su plato. Por
su cara, el significado de las largas duchas acaba de golpearla—. Oh,
asqueroso. ¡Qué asco! —dice, meneando su cabeza.
Six empieza a reír y coloco mi frente contra mi mano, convencido
que estos son por mucho los cinco minutos más incómodos y vergonzosos
de mi vida. —Los odio a todos. A cada uno de ustedes. —Rápidamente
81 miro a Six—. Excepto a ti, bebé. No te odio.
Ella sonríe y limpia su boca con una servilleta. —Sé exactamente a
lo que te refieres. También odio a todo el mundo.
Tan pronto como las palabras salen de su boca aparta la mirada
como si no acabara de golpearme en el estómago y enterrado y pisoteado
mis intestinos.
También odio a todo el mundo, Cenicienta.
Las palabras que dije ese día en el armario están gritando
fuertemente dentro de mi cabeza.
No puede ser.
No puede ser que no me haya dado cuenta que ella es Cenicienta.
Subo las manos a mi cara y cierro los ojos, tratando con todas mis
fuerzas de recordar algo acerca de ese día. Su voz, su beso, su olor. La
forma casi instantánea en que pareció que conectamos.
Su risa.
—¿Estás bien? —pregunta Six suavemente. Nadie más puede decir
que algo importante está pasando conmigo en este momento, pero ella se
da cuenta. Se da cuenta porque estamos en sincronía. Se da cuenta
porque tenemos esta conexión que no necesita palabras. La hemos tenido
desde el momento en que posé mis ojos sobre ella en el cuarto de Sky.
La tenemos desde que cayó sobre mí en el armario de
mantenimiento.
—No —digo, bajando las manos—. No estoy bien. —Agarro el borde
de la mesa y luego lentamente me doy vuelta para mirarla.
Cabello suave.
Boca increíble.
Besadora fenomenal.
Mi boca está seca, por lo que alcanzo mi vaso y tomo un gran trago
de agua. Golpeo mi vaso sobre la mesa y luego la miro. Estoy tratando de
no sonreír, pero todo esto es un poco abrumador. Darme cuenta que la

UNA NOVELA DE HOPELESS


chica de mi pasado que me hubiera gustado conocer es la misma chica de
mi presente que estoy agradecido de tener, es prácticamente uno de los
mejores momentos de mi vida. Quiero decirle a Six, quiero decirle a
Chunk, quiero decirles a mis padres. Quiero gritarlo desde los tejados e
imprimirlo en todos los periódicos.
¡Cenicienta es Six! ¡Six es Cenicienta!
—Daniel. Me estás asustando —dice, viendo como mi cara se pone
pálida y mi corazón late más rápido.
La miro. Realmente la miro esta vez. 82
—¿Quieres saber por qué todavía no te he dado un apodo?
Parece confundida de porque esto es lo que he decidido decir en
medio de mi ataque silencioso. Asiente cautelosamente. Coloco una mano
en el respaldo de su silla y otra en la mesa frente a ella, luego me inclino
hacia ella.
—Porque ya te di uno, Cenicienta.
Me aparto un poco y veo su cara, a la espera de la realización que
está a punto de tener. La escena retrospectiva. La claridad. Está a punto
de preguntarse cómo demonios tampoco se dio cuenta.
Sus ojos se mueven lentamente por mi cara hasta que encuentran
los míos. —No —dice, sacudiendo su cabeza.
Asiento lentamente. —Sí.
Todavía está sacudiendo la cabeza. —No —dice de nuevo con más
certeza—. No hay ninguna manera de que pudiera…
No la dejo terminar. Agarro su cara y la beso más fuerte que nunca.
Me importa una mierda que estemos sentados en una mesa. No me
importa que Chunk esté quejándose. Que mi mamá esté aclarándose la
garganta. La sigo besando hasta que empieza a alejarse de mí.
Está empujando mi pecho, así que me alejo justo a tiempo para ver
el remordimiento reflejarse en toda su cara. Me enfoco en sus ojos lo
suficiente para verlos cerrarse mientras se pone de pie para salir de la
cocina. Veo su salida lo suficiente para notar que ahoga un sollozo
abofeteando su mano sobre la boca. Me quedo en mi asiento hasta que la
puerta principal se cierra de golpe y me doy cuenta que se ha ido.
Inmediatamente estoy fuera de mi asiento. Me precipito a través de
la puerta y corro directo a su coche, que ahora está retirándose de mi
entrada. Doy un puñetazo a su capó mientras me apresuro a alcanzar su
ventana. No me está mirando. Está limpiándose las lágrimas, tratando
intensamente de no mirar la ventana que estoy golpeando.
—¡Six! —grito, golpeando repetidamente la ventana con mi puño.
Veo su mano bajando para poner el coche en marcha. Ni siquiera pienso.
Corro a la parte delantera del coche y pego mis manos sobre el capó,
parándome en frente para que no pueda avanzar. Veo que hace todo lo
posible para no intentar mirarme.
—¡Abre la ventana! —grito.
No se mueve. Continúa llorando mientras se concentra en cualquier
otra cosa menos en lo que está en frente de ella.
Yo.
Golpeo el capó otra vez hasta que finalmente encuentra sus ojos con
83 los míos. Ver su dolor me confunde terriblemente. No podría haber estado
más feliz al darme cuenta de que era Cenicienta, sin embargo, ella parece
avergonzada como el infierno de que me diera cuenta.
—Por favor —digo, haciendo una mueca por el dolor que acaba de
aparecer en mi pecho. Odio verla alterada y realmente odio que este sea el
por qué está alterada.
Pone el coche en estacionar, luego lleva una mano a su puerta y baja
la ventanilla del lado del conductor. No estoy seguro si no conducirá lejos
si me muevo del frente del coche. Con mucho cuidado y lentamente,
empiezo a hacer mi camino hacia la ventana, todo el tiempo manteniendo
un ojo en su mano para asegurarme de que no ha puesto el coche en
marcha.
Cuando alcanzo su ventana, doblo mis rodillas y me inclino para
estar cara a cara. —¿Tengo siquiera que preguntar?
Levanta la vista hacia el techo y descansa su cabeza contra el
reposacabezas. —Daniel —susurra a través de lágrimas—, no lo
entenderías.
Tiene razón.
Tiene mucha razón.
—¿Estás avergonzada? —le pregunto—. ¿Porque tuvimos sexo?
Cierra los ojos, dando por hecho que piensa que la estoy juzgando.
Llevo inmediatamente una mano a través de la ventanilla y arrastro su
mirada de vuelta a la mía. —No te atrevas a estar avergonzada por eso.
Nunca. ¿Sabes lo mucho que significó para mí? ¿Sabes cuantas veces
pensé en ti? Yo estuve allí. Tomé esa decisión junto a ti, así que por favor
no pienses ni por un segundo que te juzgaría por lo que pasó entre
nosotros.
Empieza a llorar aún más fuerte. Quiero que salga del coche.
Necesito sostenerla porque no puedo verla así de alterada y no hacer todo
lo que pueda para calmarla.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Daniel, lo siento —dice entre sollozos—. Esto fue un error. Esto fue
un gran error. —Su mano llega hasta la palanca de cambios y yo ya estoy
metiendo la mano en el coche, tratando de detenerla.
—No. No, Six —le suplico. Pone el coche en marcha y alcanza la
puerta, luego coloca su dedo en el botón de la ventana.
Hago un último intento de inclinarme y besarla antes de que la
ventana comience a subir bajo mío. —Six, por favor —digo, sorprendido
por la tristeza y la desesperación en mi propia voz. Continúa elevando la
ventana hasta que estoy completamente fuera de ella y ya está toda arriba.
Presiono mis manos en su ventana y golpeo el vidrio, pero se aleja. 84
No hay nada que me quede por hacer excepto mirar la parte trasera
del coche mientras desaparece por la calle.
¿Qué demonios fue eso?
Me paso las manos a través del cabello y miro hacia el cielo, confuso
por lo que acaba de suceder.
Esa no era ella.
Odio que tuviera una reacción completamente distinta a mí cuando
se enteró de quién era.
Odio que esté avergonzada de ese día, como si sólo quisiera
olvidarlo. Como si quisiera olvidarme.
Lo odio porque he hecho todo lo posible para poder aprender ese día
de mi memoria, como nadie o ninguna otra cosa que he experimentado
jamás.
Ella no puede hacer esto. No puede alejarme así sin una explicación.
6
Traducido por NnancyC
Corregido por Paltonika

85
No podía darles a mis padres una explicación cuando volví adentro
para agarrar las llaves. Se disculparon, sintiéndose mal por las bromas
que realizaron, pensando que hicieron algo incorrecto, pero ni siquiera
tuve el valor para asegurarles que no fueron el problema. No podía hacerlo,
porque ni siquiera sé cuál es el problema.
Sin embargo, estaré maldito si no lo descubro esta noche. En este
mismo momento.
Coloco el auto en el estacionamiento y apago el motor, aliviado de
ver su auto aparcado en el camino de entrada. Salgo y cierro de golpe la
puerta, luego me dirijo a la entrada principal. Antes de llegar hasta el
porche frontal, me desvío al costado de la casa. Sé, por la manera que dejó
mi casa hace unos minutos, que no hay forma de que hubiera pasado por
la puerta principal. Debió haber tomado la ventana.
Llego a su habitación y la ventana está cerrada, al igual que las
cortinas. El cuarto está oscuro, pero sé que está adentro. Golpear no hará
ningún bien, así que ni siquiera me molesto. Empujo la ventana hacia
arriba, luego deslizo las cortinas al lado.
—Six —digo con firmeza—, voy a respetar tu regla de la ventana,
pero es muy difícil justo ahora. Tenemos que hablar.
Nada. No dice nada. Sin embargo, sé que está en su cuarto. Puedo
escucharla llorar, pero apenas.
—Voy al parque. Quiero que me encuentres ahí, ¿de acuerdo?
Varios minutos de silencio pasan antes de que responda.
—Daniel, ve a casa. Por favor. —Su voz es suave y débil, pero el
mensaje detrás de esa voz triste y angelical es como una puñalada para mi
corazón. Me alejo de la ventana, luego pateo el costado de la casa con
frustración. O ira. O tristeza o… mierda. Todo eso.
Me recuesto en la ventana, sujetándome del marco. —¡Encuéntrame
en el maldito parque, Six! —digo fuerte. Mi voz suena irritada. Estoy
enfadado. Está enojándome muchísimo—. No hacemos este tipo de cosas.
No juegas esos juegos. Me debes una puta explicación.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Me aparto de la ventana y vuelvo a caminar hasta mi auto. Alcanzo
dos metros antes de que mis palmas estén pasando por mi rostro,
deseando poder dar un puñetazo al aire en frente de mí. Dejo de caminar,
deteniéndome por varios minutos mientras busco algo de paciencia. Sé
que está aquí, en algún lugar.
Camino de vuelta a la ventana y odio que ahora esté llorando mucho
más fuerte, a pesar de que está tratando de contener los sonidos con la
almohada.
—Escucha, nena —le digo con tranquilidad—, lo siento por maldecir.
Y decir puta. No debería maldecir cuando estoy disgustado, pero… — 86
Inhalo una profunda respiración—. Pero maldición, Six. Por favor. Por
favor, sólo encuéntrame en el parque. Si no estás allí en media hora, he
terminado. Tuve suficiente de esta mierda con Val y no voy a pasar por
esto nuevamente.
Giro para irme y hacer todo el camino a mi auto esta vez, antes de
pausar y patear el suelo. Camino hasta la ventana de nuevo. —No hablaba
en serio cuando dije que estaría terminando si no te presentas. Si no
quieres ir al parque, todavía querré estar contigo. Sólo estaré triste porque
no vayas. Porque enfrentamos las cosas, Six. Eso es lo que hacemos. Así
somos tú y yo, nena.
Espero una respuesta por mucho más tiempo del que necesito.
Nunca lo hace, así que vuelvo a mi auto y subo, luego me dirijo al parque,
deseando que aparezca.

Veintisiete minutos pasan antes de que su auto finalmente estacione


en un lugar del aparcamiento.
No estoy sorprendido de que se presente. Sabía que lo haría. Su
reacción era atípica y sé que sólo necesitaba tiempo para asimilar todo.
La observo mientras lentamente camina hacia mí, ni una vez
levantando la mirada. Mantiene los ojos dirigidos al suelo todo el tiempo
hasta que me pasa. Se hunde en el columpio al lado del mío y agarra las
cadenas, luego apoya la cabeza contra su brazo. Espero a que hable
primero, sabiendo que probablemente no lo hará.
No lo hace.
Paso las manos por arriba de la cadena hasta que están por la cima
de mi cabeza, luego me apoyo en el brazo y reflejo su posición. Ambos
estamos mirando en silencio a la noche oscura en frente de nosotros.
—Después que me dejaste ese día —le digo—, no me sentía seguro
de lo que querías que hiciera. Me pregunté si también pensaste en mí y si
cambiaste de opinión. Si tal vez querías que intentara algo y te encontrara.
Inclino la cabeza para mirarla. Su cabello rubio está puesto detrás
de las orejas y los ojos están cerrados. Incluso con los ojos cerrados puedo
ver el dolor en sus rasgos.
87
—Por días me pregunté si eso es lo que querías de mí. Esperé y
esperé para que regresaras, pero nunca lo hiciste. Sé que ambos dijimos
que sería mejor salir sin saber quién era el otro, pero honestamente, eras
todo en lo que podía pensar. Quería que regresaras tan jodidamente
mucho que pasé cada quinto periodo en ese maldito armario por el resto
del semestre. El último día de escuela fue el peor de todos. Cuando la
campana sonó y tuve que salir de ese armario por última vez, fue
absolutamente horrible. Muchísimo. Me sentí como un idiota por estar tan
consumido pensando en ti. Cuando conocí a Val, me obligué a avanzar con
ella porque ayudaba muchísimo a no pensar en ese maldito armario.
Giro el columpio hasta que estoy enfrentándola. —Me gustas, Six.
Mucho. Y sé que todo esto suena un poco raro o loco, pero fingir hacerte el
amor ese día fue lo más cercano y real que he estado de amar a alguien
hasta ahora.
Giro mi columpio para mirar adelante otra vez, luego me pongo de
pie. Camino y me arrodillo delante de ella, después envuelvo los brazos
alrededor de su cintura. Levanto la mirada y veo el destello de dolor por su
rostro cuando la toco. —Six. No dejes que lo que sucedió entre nosotros se
convierta en algo negativo. Por favor. Porque ese día fue uno de los mejores
días de mi vida. De hecho, fue el mejor día de mi vida.
Levanta la cabeza lejos del brazo y abre los ojos, luego me mira
fijamente. Las lágrimas están resbalando por su rostro. Rompe mi maldito
corazón.
—Daniel —susurra a través de las lágrimas. Aprieta los ojos y gira la
cabeza como si no pudiera mirarme—. Quedé embarazada.

UNA NOVELA DE HOPELESS


7
Traducido por Dylan Andrade
Corregido por Alessa Masllentyle

88
A veces cuando estoy casi dormido, oigo algo que me lleva de nuevo
a un estado de alerta máxima, escucho con atención, preguntándome si
realmente escuché un sonido o si es sólo mi imaginación jugando conmigo.
Aguanto la respiración, me mantengo quieto y sólo escucho en silencio.
Estoy callado.
Estoy quieto.
Conteniendo la respiración.
Estoy escuchando.
Estoy concentrándome realmente duro mientras descanso la cabeza
sobre sus muslos.
No sé cuándo bajé hasta aquí, pero mis manos todavía están
agarrando su cintura.
Estoy tratando de averiguar si esas palabras golpearán y noquearán
por completo mi corazón de nuevo, como si fuera un saco de boxeo, o si
fue sólo mi imaginación.
Dios, espero que fuera mi imaginación.
Una lágrima que acaba de caer de sus ojos, golpea en mi mejilla.
—No me enteré hasta que ya estaba en Italia —dice, su voz
recubierta y surcada por el dolor y la vergüenza—. Lo siento.
En mi cabeza, estoy contando hacia atrás. Contando los días, las
semanas y los meses, tratando de dar sentido a lo que está diciendo,
porque es obvio que ahora no está embarazada. Mi mente sigue revuelta,
calculando números, borrando errores y calculando más números.
Estuvo en Italia durante casi siete meses.
Siete meses allí, tres meses antes de irse y un mes desde que
regresó.
Eso es casi un año.
Mi mente duele. Me duele todo.
—No sabía qué hacer —dice—. No lo podía criar sola. Tenía apenas
dieciocho cuando me enteré, así que…
Inmediatamente me levanto y miro su cara. —¿Él? —le pregunto,
sacudiendo la cabeza—. ¿Cómo supiste…? —Cierro los ojos y exhalo un
gran respiro, luego, libero mis manos de su cintura. Me levanto y me doy
la vuelta, caminando de un lado a otro, absorbiendo todo lo que está
pasando.
—Six —digo, sacudiendo la cabeza—, yo no... estás diciendo… —
Hago una pausa y luego volteo y la encaro—. ¿Me estás diciendo que tuve
89 un jodido bebé? ¿Que tuvimos un bebé?
Está llorando otra vez. Sollozando, incluso. Diablos, no sé si alguna
vez se detuvo y asiente como si fuera doloroso hacerlo.
—No sabía qué hacer, Daniel, estaba muy asustada.
Se pone de pie y camina hacia mí, entonces coloca sus manos con
delicadeza en mis mejillas. —No sabía quién eras, así que no sabía cómo
decírtelo, si hubiera sabido tu nombre o cómo lucías, nunca hubiera
tomado esa decisión sin ti.
Llevo mis manos a las de ella y las aparto de mi cara. —No —le digo,
mientras siento el resentimiento construyéndose en mí, estoy tratando
tanto de detenerlo, para entender, para dejar todo se asimile.
Simplemente no puedo.
—¿Cómo no me lo dijiste? No es como si encontraras un cachorro,
Six. Esto es… —Niego con la cabeza, todavía sin entenderlo—. Tuviste un
bebé, ¡y ni siquiera te molestaste en decirme!
Agarra mi camisa en sus puños, sacudiendo la cabeza, deseando que
vea su lado de las cosas. —Daniel, ¡es lo que estoy tratando de decirte!
¿Qué se supone que debía hacer? ¿Esperabas que pusiera volantes en todo
el colegio pidiendo información sobre quién me embarazó en el armario de
mantenimiento?
La miro directamente a los ojos. —Sí —digo en voz baja.
Da un paso atrás, por lo que doy un paso adelante. —¡Sí, Six! ¡Eso
es exactamente lo que habría esperado que hicieras, debiste haberlos
pegado por todas partes en los pasillos, emitido por la radio, publicado en
el maldito periódico! ¿Te embarazas de mi hijo y te preocupas por tu
reputación? ¿Me estás tomando el pelo?
Mi mano cubre mi mejilla un segundo después de que me abofetea.
El dolor en sus ojos ni siquiera está cerca de igualar el dolor de mi
corazón, así que no me siento mal por haber dicho lo que dije. Incluso
cuando comienza a llorar más fuerte de lo que pensé que la gente era
capaz de llorar.

UNA NOVELA DE HOPELESS


Corre de nuevo a su coche.
La dejo ir.
Camino de vuelta al columpio y me siento.
Puta vida.
Maldita vida.
Yo: ¿Dónde estás?
Holder: Acabo de dejar la casa de Sky. Casi en casa. ¿Qué pasa?
Yo: Voy a estar allí en cinco minutos. 90

Holder: ¿Está todo bien?


Yo: Nop.
Cinco minutos más, tarde Holder está de pie en su acera
esperándome. Estaciono en el lado de su calle y abre la puerta del
pasajero, luego sube dentro. Estaciono mi coche en el aparcamiento y subo
mi pie en el tablero, luego miro por mi ventana.
Estoy sorprendido de lo molesto que estoy, incluso estoy sorprendido
de lo triste que estoy. No sé cómo separar todo lo que estoy sintiendo, con
el fin de obtener un control sobre lo que me molesta más. Ahora mismo no
puedo decir si es el hecho de que no tuve voz ni voto en cualquier decisión
que tomó o si es porque ella incluso se puso en esa situación de tener que
tomar ese tipo de decisiones, para empezar.
Estoy enojado por no estar allí para ayudarla. Estoy cabreado,
porque fui lo suficientemente descuidado para hacer que una chica pasara
por algo así.
Estoy triste porque… demonios. Estoy triste porque estoy tan
enojado con ella. Estoy triste por tener que saber algo tan abrumador y
que no haya ninguna maldita cosa que pueda hacer al respecto ahora,
incluso si quisiera. Estoy triste porque estoy aquí sentado en un auto
estacionado y estoy a punto de quebrarme frente a mi mejor amigo y
realmente no quiero hacer eso, pero ya es demasiado tarde.
Golpeo el volante al segundo que empiezo a llorar, lo golpeo varias
veces, una y otra vez, hasta que el coche comienza a cerrarse alrededor de
mí y necesito salir como el infierno de él. Abro la puerta y salgo, doy la
vuelta y pateo los neumáticos, lo hago una y otra vez hasta que mi pie
comienza a entumecerse, luego me derrumbo en el capó con los codos.
Presiono mi frente contra el frío metal del coche y me concentro en
enterrar la ira.
No fue su culpa.
No fue su culpa.
No fue su culpa.
Cuando por fin me calmo lo suficiente como para volver al coche,
Holder está sentado tranquilamente en el asiento del copiloto,
observándome con atención.
—¿Quieres hablar de ello? —me pregunta.
Niego con la cabeza. —No.
Asiente. Probablemente aliviado de que no quiera hablar de eso.
—¿Qué quieres hacer? —pregunta.
91
Envuelvo los dedos alrededor del volante y enciendo el coche. —No
me importa lo que hagamos.
—A mí tampoco.
Pongo el coche en marcha.
—Podríamos ir a casa de Breckin y así dejar salir tu agresividad en
un videojuego —sugiere.
Asiento y luego empiezo a conducir hacia la casa de Breckin. —Será
jodidamente mejor que no le digas que lloré.

UNA NOVELA DE HOPELESS


8
Traducido por Luna West
Corregido por Meliizza

92
—No te ves bien —dice Holder, apoyándose contra el casillero junto
al mío—. ¿Siquiera dormiste anoche?
Sacudo la cabeza. Claro que no dormí. ¿Cómo diablos podría
dormir? Sé que ella no está durmiendo, así que de ninguna manera yo
podría dormirme.
—¿Vas a decirme que ocurre? —pregunta. Cierro mi casillero, pero
mantengo mi mano en él mientras bajo la mirada al suelo e inhalo
lentamente.
—No. Sé que normalmente te cuento todo, pero no esto, Holder.
Golpea la taquilla de al lado un par de veces con su puño, luego se
aparta. —Six tampoco le ha dicho nada a Sky. No sé lo que pasó, pero… —
Me mira hasta que hago contacto visual con él—. Me gustas para ella. Sólo
soluciónalo, Daniel.
Se marcha y cierro por completo mi casillero. Espero un par de
minutos más de los necesarios porque mi siguiente clase es cerca del
pasillo donde está la taquilla de Six. No la he visto desde que se fue del
parque anoche y no estoy seguro de querer verla. No estoy seguro de nada.
Tengo tantas preguntas que hacerle, pero sólo pensar en decirlas en voz
alta hace que mi pecho duela tanto que no puedo respirar.
Después de que suena la última campana, decido ir a mi siguiente
clase. Hoy me debatí entre quedarme en casa o venir a la escuela, pero
pensé que sería peor quedarme en mi habitación pensando sobre ello todo
el día. Prefiero estar preocupado por qué momento en el día puedo
toparme con ella.
O quizás, supuse que debía enfrentarme a ella hoy, porque tan
pronto como doblo la esquina, mis ojos se posan en ella.
Me detengo silenciosamente y la observo. Es la única en el pasillo.
Sigue de pie allí, frente a su casillero. Quiero irme antes de que me vea,
pero no puedo dejar de mirarla. Todas sus expresiones me rompen el
corazón y quiero correr hasta ella y abrazarla, pero… no puedo. Quiero
gritarle y abrazarla y besarla y culparla por cada extraña emoción que he
sentido últimamente y que no he podido procesar.
Suspiro pesadamente y ella se vuelve a mirarme. Estoy lo
suficientemente lejos para no poder escuchar su llanto, pero lo
suficientemente cerca para poder ver sus lágrimas. Ninguno de los dos se
mueve. Nos miramos fijamente. Pasan varios segundos y puedo ver que
espera que yo diga algo.
Me aclaro la garganta y comienzo a caminar hacia ella. Cuanto más
me acerco, más audible es su suave llanto. Cuando avanzo unos cinco
metros, me detengo. Cuanto más cerca estoy de ella, más duro me es
respirar.
93 —¿Él es…? —Cierro los ojos y tomo una respiración para relajarme,
luego los abro de nuevo para reunir fuerzas y terminar la oración con los
ojos sin emoción—. ¿Cuándo hablaste sobre el chico que rompió tu
corazón en Italia… te estás refiriendo a él, verdad? ¿Al bebé?
Apenas puedo ver el movimiento de su cabeza cuando confirma mis
pensamientos. Cierro los ojos con fuerza y echo mi cabeza hacia atrás.
No sabía que el corazón pudiera doler tanto como ahora. Esto duele
demasiado, quiero abrirme el pecho y sacarlo para nunca sentir esto otra
vez.
No puedo hacer esto. No aquí. No podemos quedarnos en el pasillo
de la escuela y tener esta discusión.
Me doy la vuelta antes de abrir los ojos, así no tengo que ver su
mirada otra vez. Camino directo a mi salón de clases y abro la puerta,
luego entro sin mirar atrás.

UNA NOVELA DE HOPELESS


9
Traducido por Annabelle & Deydra Eaton
Corregido por Melii

94
No sé por qué sigo aquí. No quiero estar aquí y estoy bastante seguro
de que me iré en media hora. Sólo no puedo irme antes de eso porque
tengo miedo de lo que ella podría pensar si no aparezco para el almuerzo.
Podría mandarle un mensaje y decirle que hablaré con ella más tarde, pero
ni siquiera me siento seguro de querer enviarle un mensaje. Todavía hay
mucho que tengo que procesar, prefiero simplemente ignorarlo todo hasta
que encuentre la fuerza para investigar a fondo.
Camino a través de las puertas de la cafetería y me dirijo a nuestra
mesa. No hay manera en que pueda comer, así que ni siquiera me molesto
en pedir comida. Breckin está sentado en mi asiento habitual junto a Six,
pero probablemente eso sea algo bueno. De todos modos, no estoy tan
seguro de poder sentarme junto a ella en este momento.
Sus ojos están concentrados en el libro de texto que tiene enfrente.
Ya no está llorando. Tomo asiento delante de ella y sé que sabe que me
acabo de sentar, pero sus ojos nunca se mueven. Sky y Holder están en
una profunda conversación con Breckin, así que los observo, tratando de
encontrar un punto para involucrarme.
Sin embargo, no puedo porque soy completamente incapaz de
prestar atención. Sigo robando miradas hacia ella para asegurarme que no
está llorando o para ver si me está mirando. Nunca hace nada de eso.
—¿No estás comiendo? —dice Breckin, robando mi atención.
Sacudo la cabeza. —No tengo hambre.
—Tienes que comer algo —dice Holder—. Y una siesta también te
vendría bien. Tal vez deberías ir a casa.
Asiento, pero no digo nada.
—Si vas a casa, deberías llevar a Six contigo —dice Sky—. Ambos
lucen como si les vendría bien una siesta.
Ni siquiera respondo a eso con un asentimiento. Mi mirada baja de
nuevo a Six, justo a tiempo para ver a una lágrima aterrizar en una página
delante de ella. La limpia rápidamente con su mano y voltea la página.
Demonios si eso no me hizo sentir como una completa mierda.
Sigo observándola y las lágrimas continúan cayendo en las páginas,
una por una. Su mano está siempre dispuesta a secarlas rápidamente
antes de que alguien lo note y siempre le da la vuelta a la página antes de
que incluso haya leído la última.
—Levántate, Breckin —digo. Me mira fijamente, pero no hace un
esfuerzo para moverse—. Quiero tu asiento. Levántate.
Finalmente se da cuenta de lo que estoy diciendo, así que
rápidamente se pone de pie. Me levanto y camino alrededor de la mesa,
luego tomo asiento junto a ella. Me siento a su lado y, cuando lo hago,
95 pone sus brazos sobre la mesa. Los dobla y entierra su cabeza en el
pliegue de su codo. Observo cómo sus hombros comienzan a sacudirse y
maldita sea si puedo permitir que se siga sintiendo así. Envuelvo un brazo
a su alrededor y bajo mi frente a un lado de su cabeza y cierro los ojos. No
digo nada. No hago nada. Simplemente la sostengo mientras llora en sus
brazos.
—Daniel —le escucho decir entre lágrimas ahogadas. Levanta la
cabeza y me mira—. Daniel, lo siento mucho. Lo siento tanto. —Sus
lágrimas se convierten en sollozos y sus sollozos se hacen demasiado. Es
jodidamente demasiado.
La empujo a mi pecho. —Shh —digo en su cabello—. No lo hagas. No
te disculpes.
Su cuerpo se queda sin fuerzas contra el mío y todos en la cafetería
están empezando a mirarnos. Quiero sostenerla y decirle lo mucho que lo
siento por dejarla alejarse anoche, pero necesita privacidad. Envuelvo mi
brazo más fuerte alrededor de ella, y luego recojo sus piernas en mi otro
brazo. La jalo hacia mí, me pongo de pie y la cargo hacia el pasillo. Sigo
caminando hasta que doblo en la esquina y encuentro nuestro cuarto.
Sigue llorando en mi pecho, envuelta con fuerza a mí alrededor. Abro la
puerta del armario de mantenimiento, entonces la cierro detrás de
nosotros. Regreso hasta la puerta y me deslizo hasta que me encuentro
con el suelo, aún sosteniéndola en mis brazos.
—Six —digo, bajando mi boca a su oído—, quiero que intentes dejar
de llorar, porque tengo tantas cosas que quiero decirte.
Siento su cabeceo contra mi pecho y me quedo quieto, esperando a
que se calme. Varios minutos pasan antes de que finalmente se tranquilice
lo suficiente para que continúe.
—Antes que nada, lamento mucho dejarte ir anoche, pero no quiero
que pienses ni por un segundo que fue porque juzgaba tus decisiones. ¿De
acuerdo? No voy a ponerme en tus zapatos y decirte que hiciste una mala
elección, porque no estaba ahí y no tengo ni idea de lo difícil que debe
haber sido para ti.

UNA NOVELA DE HOPELESS


La acomodo y estiro las piernas, por lo que está obligada a sentarse
y mirarme. Pongo una de sus piernas al otro lado de mí hasta que me está
mirando. —Sólo estoy triste, ¿de acuerdo? Eso es todo lo que es esto. Me
permito estar triste por esto y necesito que me dejes estar triste porque
esto es todo un infierno que procesar en un día.
Sus labios se ponen en una delgada línea y asiente mientras seco
sus lágrimas con mis pulgares. —Tengo tantas preguntas, Six. Y sé que las
responderás cuando estés lista, pero puedo esperar. Si necesitas que te de
tiempo, puedo hacerlo.
Sacude la cabeza. —Daniel. Es tu hijo. Responderé cualquier cosa 96
que me preguntes. Sólo no sé si quieres escuchar las respuestas porque...
—Aprieta sus ojos fuertemente para contener más lágrimas—, porque creo
que tomé la decisión equivocada y es demasiado tarde. Es demasiado tarde
para volver atrás.
Está llorando fuerte de nuevo, así que envuelvo los brazos alrededor
de ella y la abrazo.
—Si hubiera sabido que era tuyo o que eventualmente te habría
encontrado nunca lo habría hecho, Daniel. Nunca lo hubiera abandonado,
pero lo hice y ahora estás aquí y es demasiado tarde, porque no sé dónde
está y lo siento. Dios, lo siento tanto.
Sacudo la cabeza, deseando que pudiera detenerse. Me está
lastimando mucho más verla molesta consigo misma que cualquier otra
cosa sobre toda esta situación.
—Escúchame, Six. —Retrocedo y la miro a los ojos, sosteniendo su
cara firmemente entre mis manos—. Tomaste una decisión por él. No por
ti. Ni por mí. Hiciste lo que era mejor para él y nunca podré agradecerte lo
suficiente por eso. Y por favor no pienses que esto cambia lo que siento por
ti. En todo caso, sólo me hace saber que no estoy loco. Durante el último
mes he estado pensando que mis sentimientos por ti no podrían ser reales,
porque hay muchos y son demasiado. Demasiado a veces. Constantemente
tengo que morderme la lengua cuando estoy cerca de ti, porque todo lo que
he estado queriendo últimamente es decirte cuánto te amo. Pero sólo ha
pasado un mes desde que nos conocimos, y la única vez que he dicho esas
palabras en voz alta fue a una chica hace más de un año. Justo aquí, en
este piso. Y no creerías lo real que quería que ese momento fuera para
nosotros, Six. Sé que no te conocía, pero Dios, lo deseé. Y ahora que te
conozco... que realmente te conozco... Sé que es real. Te amo. Y sabiendo
lo que compartimos el año pasado y ahora sabiendo lo que tuviste que
pasar y cómo eso te hizo exactamente lo que eres ahora... simplemente me
sorprende. Me sorprende que llegué a amarte.
Siento sus manos secando las lágrimas en mis mejillas cuando me
inclino para besarla. Me aferro a ella y ella se aferra a mí, y nunca más
tengo planeado soltarla. La beso hasta que sus manos se mueven hacia mi
rostro y separa sus labios de los míos. Nuestras frentes se unen y aún se
encuentra llorando, pero ahora sus lágrimas son diferentes. Siento como
que son lágrimas de alivio, en lugar de lágrimas de preocupación.
—Estoy tan feliz de que seas tú —dice, manteniendo sus manos
sobre mi rostro—. Estoy tan feliz de que hayas sido tú.
La halo hacia mí y la sostengo con fuerza. La sostengo por tanto
tiempo que la campana suena y el pasillo se llena para vaciarse de nuevo,
otra campana suena y aún nos encontramos aquí juntos, sosteniéndonos
mutuamente cuando el silencio en el pasillo retorna. Periódicamente, beso
97 su cabello, acaricio su espalda y beso su frente.
—Se parecía a ti —dice en voz baja. Su mano acaricia ligeramente mi
brazo de arriba abajo, y su mejilla se encuentra recostada sobre mi
pecho—. Tenía tus ojos marrones y era un poco calvo, pero pude darme
cuenta que tendría cabello marrón. Y tenía tu boca. Tienes una gran boca.
Froto su espalda y beso la cima de su cabeza. —Tiene todo resuelto
—digo—. Es idéntico a su papi, con suerte actuará como su mami, y
tendrá un lindo acento italiano. El chico no tendrá ni un problema en toda
su vida.
Se ríe, y escuchar ese sonido inmediatamente llena mis ojos de
lágrimas otra vez. La aprieto con fuerza contra mí, descanso mi mejilla
sobre su cabeza y suspiro.
—Probablemente es lo mejor que todo haya sucedido como sucedió
—digo—. Si hubiésemos decidido quedárnoslo, lo hubiese arruinado de por
vida con algún apodo estúpido. Probablemente lo hubiese llamado Bolas
Saladas o alguna mierda como esa. Aún no estoy listo para ser papá,
obviamente.
Sacude la cabeza. —Serías un papá genial. Y alguno de estos días,
Bolas Saladas será el apodo perfecto para uno de nuestros hijos. Sólo que
aún no.
Ahora soy yo el que ríe. —¿Y qué pasa si tenemos puras niñas?
Se encoge de hombros. —Mejor aún.
Sonrío y la mantengo junto a mí. Luego de lo de anoche, y de estar
alejado de ella, sabiendo lo mucho que estaba sufriendo, sé que nunca
querré sentirme de esa manera otra vez. Y sé que nunca querré que ella se
sienta de esa manera otra vez.
—¿Sabes de lo que me acabo de dar cuenta? —dice—. De que ya
hemos tenido sexo. Me había estado sintiendo algo deprimida porque si
hubiese tenido sexo contigo, eso te habría hecho la séptima persona con la
que me he acostado, y eso es bastante. Pero aún serás el seis, porque ya te
había contado y ni siquiera lo sabía.

UNA NOVELA DE HOPELESS


—Me gusta el seis —digo—. Es un buen número. De hecho, es mi
número favorito.
—No te emociones tanto ahora que sabes que ya hemos tenido sexo
—dice—. Aun así te haré esperar.
—Te convenceré en algún momento —bromeo.
Llevo una de mis manos hacia su cabeza y la sostengo mientras me
inclino hacia adelante para besar suavemente sus labios. Me mantengo
cerca de su boca y hago una confesión—: No había mencionado esto
porque aún no teníamos mucho tiempo juntos y no quería hacerte salir 98
corriendo. Pero ahora que sé que tenemos un hijo juntos, lo hace menos
embarazoso.
—Oh, no. ¿Qué pasa? —pregunta con nerviosismo.
—En menos de un mes nos graduamos. Sé que tú y Sky y Holder
planeaban ir a la misma universidad en Dallas luego del verano. Yo ya
había solicitado para una universidad en Austin, pero luego de haberte
conocido, puede que también haya aplicado para Dallas. Ya sabes… en
caso de que las cosas funcionaran entre nosotros. No me gustaba eso de
estar a cinco horas de distancia.
Ladea la cabeza y me mira. —¿Cuándo enviaste la solicitud?
Me encojo de hombros, como si no fuese gran cosa. —La noche que
Sky tuvo tu cena de bienvenida.
Se sienta derecha y me mira. —Eso fue veinticuatro horas después
de que salimos por primera vez. ¿Aplicaste a mi universidad luego de tan
sólo conocerme un día?
Asiento. —Sí, pero técnicamente te conocía desde hacía todo un año.
Si lo miras de esa manera, es mucho menos raro.
Se ríe ante mi lógica. —¿Y entonces? ¿Te aceptaron?
Asiento. —Puede que también hasta haya hecho arreglos en cuanto
a vivir con Holder.
Sonríe, y probablemente es la sonrisa que más he amado en toda mi
vida. —¿Daniel? Esto es serio. Esta cosa entre nosotros. Es bastante
intenso, ¿huh?
Asiento. —Sí. Creo que esta vez puede que estemos enamorados de
verdad. Se acabó eso de pretender.
Asiente. —Ahora que las cosas son tan en serio, creo que ya es hora
de presentarte a todos mis hermanos.
Dejo de asentir y comienzo a sacudir la cabeza de un lado a otro. —
Puede que esté exagerando. No te amo tanto así.
Se ríe. —No, sí me amas. Me amas muchísimo, Daniel. Me has
amado desde el instante en que te permití tocar mi seno accidentalmente.
—No, creo que te he amado desde que me forzaste a enterrar mi
lengua en tu boca.
Sacude la cabeza. —No, me has amado desde que te permití besarme
junto a un pañal sucio en medio de un restaurante lleno de gente.
—Nop. Te he amado desde que entraste por la puerta de la
habitación de Sky con esa cuchara en la boca.
99 Se ríe. —De hecho, me has amado desde la primera vez que me
dijiste que me amabas hace un año. Justo aquí en este cuarto.
Sacudo la cabeza. —Te he amado desde el momento en que te caíste
sobre mí y me dijiste que odiabas a todo el mundo.
Deja de sonreír. —Te he amado desde el momento en que dijiste que
también odiabas a todo el mundo.
—Solía odiarlos a todos —digo—, hasta que te conocí.
—Te dije que era inodiable. —Sonríe.
—Y yo te dije que inodiable ni siquiera es una palabra.
Su mirada se enfoca en la mía y toma mis manos, luego entrelaza
sus dedos con los míos. Nos miramos fijamente, como lo hemos hecho
tantas veces antes, pero esta vez, puedo sentirlo en cada parte de mi ser.
La siento a ella en cada parte de mí y la sensación es nueva y fuerte e
intensa, y me doy cuenta, justo en este momento, que juntos nos
convertimos en muchísimo más de lo que pudimos haber sido por
separado.
—Te amo, Daniel Wesley —susurra.
—Te amo, Seven Marie Six Cenicienta Jacobs.
Ríe. —Gracias por no haber resultado ser un idiota.
—Gracias por nunca pedirme que cambiara. —Me inclino y beso esa
sonrisa que acaba de esparcirse por sus labios, mientras silenciosamente
le agradezco al universo por enviarla de nuevo hacia mí.
Mi maldito ángel.

fin
UNA NOVELA DE HOPELESS
Agradecimientos
No puedo contar las veces que me han dicho que estaba loca por
regalar esta historia corta de forma gratuita. Tal vez así sea, pero nunca he
estado tan emocionada por un lanzamiento como lo he estado por este.
Estoy tan agradecida de ser capaz de mostrar mi agradecimiento a todos
los lectores que me han apoyado a lo largo de los últimos dos locos años. 100
Esta novela es para ti, por cambiar por completo mi vida.
Sobre el Autor
Colleen Hoover es la autora #1 del New York
Times por sus obras Slammed, Point of Retreat,
Hopeless, This Girl y Losing Hope. Colleen vive
en Texas con su esposo y sus tres hijos.
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página web: ColleenHoover.com.

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