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Capitulo IX ESPACIO Y LUGAR 1. EL «LUGAR NATURAL” COMO LUGAR DE SER En el Libro Cuarto de la Fisica, Aristételes realiza una amplia reflexion sobre el concepto de Topos. Reflexién desde la cual, y a juicio de algunos filésofos, permitiria establecer en el Estagirita una especie de sinonimia entre los también conceptos de «ugar» y «espacio», razon por la que se hace necesario establecer desde el origen del término en qué se asemejan y en qué se diferencian estos dos conceptos. En tal sentido, y como recoge Ferrater Mora en su Diccionario filos6fico,! quienes sostienen que en Aristételes ambos conceptos son idénticos se basan en una muy precaria justificaci6n: 1. Enel hi o 2. En el hecho aparente de que puede decirse de la misma forma que las cosas estan en el espacio o en un lugar, siendo asi poco importante el uso del término designado para nombrar aquéllo en lo cual éstas se encuentran. En cambio, quienes sostienen que para Aristoteles «espacio» y «lugar» son entidades de naturaleza distinta afirman: ) Ferrater Mora, José, op. cit, p.p. 2043-2045. ae 274 CARLOS MARIO YORY e . Que lo dicho por el Estagirita sobre el lugar no puede facilmente aplicarse al espacio. 2. Que el fildsofo discute una realidad semejante a la tradicional- mente designada como «espacio», no en la teoria del lugar, sino en la Doctrina de la magnitud espacial. 3. Que el tema de preocupacién de Aristoteles no es propiamente «el espacio» sino la «posicién» en él, y 4. Que el propio Aristdteles sefiala que ninguno de los filosofos anteriores se habian ocupado de su tema de interés. Concluye Ferrater que hay que dar una respuesta «positiva y negativa» al tema de si son 0 no equivalentes los conceptos de «es- pacio» y de dugar», afirmando que lo que a Aristételes verdadera- mente le interesa Pero, gqué es propiamente lo que sostiene el maestro de Alejan- dro? veamos un ligero resumen de sus ocho tesis principales, las que Ferrater sintetiza, asumiendo la responsabilidad de traducir, sin mas, Topos por lugar. Responsabilidad que nosotros no esta- mos dispuestos a aceptar pues compartimos la tesis de Bollnow segun la cual «es dudoso» que se haga justicia a lo que Aristételes concibe como Topos, traduciéndolo por «ugar»? En este sentido, donde Ferrater usa el término dugar» nosotros usaremos el térmi- no original griego Topos. Veamos pues el contenido esencial de las tesis principales del Estagirita que, para nosotros, resultan cruciales en la definicién de la idea del lugar que hemos venido construyendo: Topos es una propiedad de los cuerpos auc no es forma, ni mate- ria, ni causa eficiente, ni finalidad. No es tampoco substrato, pues seria equivalente al «receptaculo» platonico o algo seme- jante a él. ? Bottnow, Otro, F, op. TOPOFILIA O LA DIMENSION POETICA DEL. HABITAR 275 5. A pesar de que Topos sea una «propiedad» de los cuerpos, ello no significa que el cuerpo arrastre consigo «su» i 7. Topos es comparable a una vasija, siendo asi ésta un Topos trans- portable. 8. Topos puede, pues, definirse como el primer limite inmovil del continente, como el limite del cuerpo continente. Resalta Ferrater en las anteriores afirmaciones, una especie de «método dialéctico» con el que el filésofo afirma pero a la vez niega ja naturaleza ontolégica del término; pues si por un lado, sefala que el concepto es separable de los cuerpos, ya que de no ser asi se desplazaria con ellos, por otro, afirma que no es enteramente sepa- rable, pues esto podria identificarlo con el espacio. A su vez, sostiene que el concepto no equivale a la masa del cuerpo puesto que permanece cuando é: yvimien- to, pero afirma que las cosas tienen su resultaria emparentado en cierto m los cuerpos que repo- san en él, a pesar de que éste no dependa exclusivamente de ella. De cualquier forma, Aristételes afirma que todo cuerpo sensible tiene un «ugar». Pero, gel «ugar» mismo tiene un lugar? se pregunta entonces el fildsofo. Asunto que no se plantearia si éste fuera espacio puro, pero como no lo es, Aristételes concluye que no hay un lugar del lugar, ni un lugar del lugar, del lugar... que nos remitiera al infi- nito y, finalmente, nos impidiera responder a la pregunta de gdon- de» estan realmente las cosas?, gen qué lugar? Recordemos que Aristételes sostenia la tesis de la impenetrabi- lidad de los cuerpos, que una vez superada por el concepto de «inter- penetrabilidad» de los estoicos, hace desaparecer como problema la determinacién puntual del «dénde» se esta, para hacerse paten- te esa pregunta que la fisica contemporanea, a partir de Heisenberg, pone nuevamente de manifiesto con la preocupacion por el «cémo» se esta. Veamos con un ejemplo, cémo tal preocupacion no solo es vali- da para el mundo subatomico, sino para la realidad efectiva del hombre en el mundo: 276 CARLOS MARIO YORY Existe en el sur de los Estados Unidos un laboratorio en el cual se sigue y estudia el clima del planeta. En él, éste aparece como un holograma, es decir, no como una maqueta que estaticamente representa el globo terraqueo, sino que gracias a la sefial que en- vian una serie de satélites dispuestos para ese fin, el planeta mis- mo se «introduce» espacial y «realmente» con todo y sus movimien- tos de nubes y mareas en una sala. Si se mirase con el suficiente cuidado y con la tecnologia del caso, por supuesto, se veria en él mismo, un pequefio laboratorio en el sur de los Estados Unidos, donde gracias a un holograma aparece en una de sus salas el planeta entero en el que a su vez es posible detectar en un pequeii edificio en el sur de los Estados Unidos dénde... Y asi ad infinitum. Lo verdaderamente importante no es, desde luego, donde esta el edificio, como en el juego de azar que pregunta ¢dénde esta la bolita? sino gdénde estoy yo?, gen qué punto de la proyeccién?, gen cual de todos esos mundos? y, ni hablar de lo que ocurre con el tiempo (con el pasado, con el presente en el que «creo» estar y, por supuesto, con el futuro. Situacién que como en un cuento de Borges, maravillaria a los viejos estoicos pero enloqueceria al pobre Aristételes, para quien el principal problema era el de evitar las antinomias que suscita la nocién del espacio vacio, las cuales pretendi6 resolver con su concepcién organicista del universo, donde «el lugar aparece como una propiedad de los cuerpos» y no del espacio. El asunto aqui es establecer si esa «propiedad de los cuerpos» implica una relacién con el espacio en que se encuentran y, en tal sentido, determinar qué clase de relacion es esa; a lo que el propio Aristételes parece responder cuando afirma que Topos no es simplemente un «algo», sino un «algo» que ejerce «cierta influenciw sobre los cuerpos que estan en él, y cuando sefiala que el término alude a un «modo de estar en», mismo que para el filésofo no es otro que el «modo natural de «descansan en el «lugar natural» de las cosas, el cual, como «modo de estar» implicaria, para nosotros un «pertenecer», un «corresponder» y un co-apropiar® de los cuerpos para con el «Topos» que asi resulta ser «su» lugar. ‘Aclaramos que el «préstamo» que estamos haciendo de estas expresiones heideggerianas, acufiadas por el fildsofo para referise exclusivamente al ser del ser-ahi, corresponde a la wutilidad» de las mismas (en otro sentido por suv puesto) para tratar de entender el original sentido del Topos griego que, Sim embargo, en su significado primero, involucra el ser de los entes que no tienen la misma forma de ser del_ser-ahi. ‘TOPOFILIA 0 LA DIMENSION POETICA DEL HABITAR 277 De esta forma, «pertenencia», «co-rrespondencia» y «co-apropiacién» @eGnirian el acto mediante el cual las cosas entran en propiedad s=jerciéndose» desde si mismas gracias a que, precisamente, «en- Gmentran» su dugar»; aquel desde el cual, las cosas son. Asi, esta «entrada en propiedad» significa la «apropiaciém de lo que para ellas 5 mas propio: el lugar al que «pertenecem, «correspondem y de tal Jorma se «apropian. Pero esta «apropiacién» tiene una particularidad, y es el hecho Ge que no es precisamente una «relacidn» que se establece entre os cosas que se encuentran separadas sino la especifica forma de estar de las cosas en el lugar al que «pertenecen» ; y «pertenecen», porque solo alli ellas son, de tal manera que esta forma de estar se define a si misma como «apropiada», en el sentido de «con- yeniente», no siendo posible, por tanto, otra forma de estar de las cosas en lo que son. Que éstas tengan un dugar natural» signifi- cara, entonces, que sdlo desde alli se pueden mostrar en eso que son y siempre de manera avenida. Es de aclarar que expresiones como «apropiado» o «conveniente» mo deben entenderse desde una perspectiva moralista que tiene la opcién de privilegiar una posibilidad entre varias, puesto que ambas aluden al acto mismo mediante el cual las cosas entran en propiedad de su ser mismo, el que por su parte, se en-funda en la manera de estar que de suyo les «con-viene» para ser lo que son. «Con-veniencia» que no es otra que la de su «enida de si a la pre- sencia» en ineludible mostracion. Particularmente importante nos resulta aqui el hecho de reco- nocer ese intimo nexo entre la forma de ser de las cosas y su «for- ma de estar», que en Ultima instancia se resuelve en una misma cosa, de suerte que las cosas se «enfundan» en el lugar que en tal acto fundan y del cual ellas mismas resultan fundacion, pues es impensable la preexistencia auténoma de cualquiera de las dos, razon por la cual, la apropiacion de la que hablamos es siempre una co-apropiacién.* Nuevamente aclaramos que el uso de expresiones heideggerianas en este con- texto, apunta a la comprensién del Topos griego en lo que de ellas nos pudiese resultar pertinente para tal fin y no a la simple comprensi6n de las cosas como tal, puesto que lo que en verdad nos interesa al ahondar en la arqueologia del término, es probar su pretendida relevancia a la hora de designar con el mismo el lugar de ser» del ser. Sin embargo, no sobra aclarar que el uso de tales expresiones en este contexto, no tiene el sentido que primeramente les diera el filésofo para referirse con exclusividad al ser del ser-ahi; de suerte que la «co-apropiacién» de la que aqui hablamos entre una cosa y su «ugar natural» no es, desde luego, del mismo tipo de aquella que ocurre entre hombre y ser. No 278 CARLOS MARIO YORY De este modo, gracias al Topos, el ser se revela en las cosas que s6lo desde él son lo que son. Revelacién que determina y hace pa- tente la naturaleza del lugar como «ubicacion» en el espacio que anuncia un «modo de estar,» a la vez que como «modo de estar» que define en si mismo una wbicacién espacial». En ambos sentidos lo que el «lugar en ultima instancia evidencia es el «modo en el que el ser se «encuentra» definiendo la manera de ser de las cosas en su «en-contrar-se» «espacial».> Lo anterior significa que asi como las cosas se «encuentran» (repo- san) en su lugar, éste a su vez hace posible que ellas «sean», es decir, que no «floten» en medio de ninguna parte; pues esto, impediria con- testar a la pregunta griega que interroga por el ga dénde pertenecen las cosas?. Pregunta a la que Aristételes inicialmente respondiera a través de su famoso dugar natural» (aquél desde el cual éstas son). Pero el «establecer ese lugar sera asunto de las cosas mismas puesto que, como dijimos, siguiendo a Aristételes, éste es una propiedad de aquéllas, acaso su propiedad mas propia desde la cual no sélo las cosas, sino el cuerpo mismo adquiere dugar». De acuerdo con lo anterior, el modo de estar (ser) de las cosas es definido por éstas al ocupar «su» lugar (nosotros diriamos «puesto», dado que reservamos la palabra lugar exclusivamente para el hom- bre) el cual es «arrebatado» del espacio cosmico sobre el que recla- ma «status»: el de la «aparicion» de cosas, en tanto éstas instauran el sentido y la direccién del espacio mismo y orientan en él la accién humana que asi es, gracias a los «lugares», propiamente espacial. El hombre no «flota» en el espacio sino que se mueve con sentido dentro de él gracias a la orientacién que le determinan los lugares. Por otra parte, el hombre mismo resulta un ser determinado como lugar: el ser-ahi entendido como lugar de ser del ser. Lo que signi- fica que el lugar no se «lega a ocupar» sino que acontece como fundacién, es decir, es abierto (espaciado) por el aparecer del ser en mostracién. De esta forma, la afirmacién que sostiene que los hombres «pertenecen» a «lugares concretos» respecto de los cuales resultan «arraigados», no debe entenderse en el sentido que el hombre «pertenezca a un determinado lugar» (relacién del tipo de obstante, lo que aqui buscamos es una aproximacién al uso del termino «Topos*, a través de una posible interpretacién del hombre como «lugar naturale de ser del ser. % Hablamos de un espacio «abierto por» y no previamente «dispuesto para». En tal sentido, lo que en verdad nos interesa es la accién de la «espaciacién» mas que sel espacio» en si mismo. Accién que, de hecho, es instaurada por la apresentificacién del ser mismo en su venida de si a la presencia como seren- el-mundo, es decir, como Dasein. ‘TOPOFILIA © LA DIMENSION POETICA DEL HABITAR 279 «una cosa para con otra»), sino que é] mismo es ya lugar y sélo «es» en tanto tal. Ahora bien, que «el hombre se mueva con sentido gracias a la orientacién que le determinan los lugares», significara que asi como él se sabe ya lugar, sabe de otros y sabe a los otros como tales, orientando asi, en con-sideracién® su ser (andar) en el mundo. Unica forma posible de comunicacién en tanto la orientacion misma se pone en juego sdlo a través del trato con otros. En este sentido y haciendo una lectura heideggeriana de Aristételes, la «ocupacién» de lugares’ que definen asi modos de estar no es, con todo, «simplemente espacial», puesto que el senti- do de la accién humana le da a ésta un caracter fundamental- mente «situacional» bajo la doble connotacién de la ubicacién» y del «encuentro» (atributos por demas exclusivos del habitar). El primero, referido a la determinacién de su magnitud extensa con respecto a un marco dado (el dénde del aparecer) y, el segundo, al caracter «circo-estancial» del modo de estar de las cosas en «su» respectivo lugar, el cual en su dimensién «circunstancial», «sabe» del mundo en el que esta (el como se da el aparecer). Es de aclarar que por «circunstancial» no debe entenderse aqui al caracter «relativo», «efimero» 0 «azaroso» de una forma de estar «abandonada» al «vaivén» de las situaciones, sino a la compleja y rica red de relaciones que en su dinamys le da una dimension significacional, social, cultural y, por qué no, politica, al modo de estar de las cosas en su lugar, el cual desde esta perspectiva clara- mente se dibuja como un «no estar» simplemente espacial... De esta forma Topos no es nunca un «receptaculo» espacial que simplemente se dlena» u «ocupa», pues en tanto propiedad de los cuerpos, define el caracter co-apropiante, co-perteneciente y co- rrespondiente de estos para con su «ugar» que asi es «natural». De suerte que, como dijimos, el entrar de esta forma en propiedad de si, hace que tal manera de estar resulte «apropiada» y que el acto de reposar en si que el «Topos» propicia sea de este modo una «apro- piacién». Misma que por demas ayuda a definir el caracter ontolégico de los cuerpos de tal forma «en-fundados» en la funda- cién que asi resulta ser el Topos mismo. © Con-siderar es aqui sinénimo de vestar con lo sidereo», esto es, en comun-unién con un todo diverso pero puesto a compartir un «espacio comin»: el universo. 7 Si bien para Aristételes los lugares se socupan», reiteramos que, para nosotros, ‘son los puestos 0 sitios los que se «ocupans, mientras que los lugares se «habi- tan», Sin embargo, nos parece relevante la reflexién de Aristételes, en tanto, desde la misma, el «lugar» no es entendido como algo «simplemente espacial» sino como una propiedad de aquello que como tal y sdlo desde ahi se muestra. EN 280 CARLOS MARIO YORY De otra parte, asi como la «situacién» tiene un doble caracter, el de la «ubicacién» y el del «encuentro», el encuentro mismo tam- bién conlleva una doble connotacién: la de «salir al encuentro», que siendo de si mismo, corresponderia con un dlamado hacia si la del «e: » En el caso de Aristdteles ese «encontrarse» no seria otra cosa que un «caer en si» en el lugar de si, esto es, en el acto afirmativo de co-apropiacién entre cuerpo y lugar que de esta forma son cosubstanciales y coapropiantes. Por lo anterior, la balanza de la traduccion del término griego que oscila entre «espacio» y dugar», histéricamente ha tendido a inclinarse mas hacia el lado de este ultimo, es decir, hacia el lu- gar que «ocupan» los cuerpos, mas que hacia la determinacién del «espacio» en el que «estan», En este sentido y ateniéndonos por ahora a la tradicién, una vez hechas las salvedades y aclaraciones del caso, adoptaremos la aso- ciacién entre Topos y lugar, no sin antes reconocer que el desarro- llo posterior de las deliberaciones de Aristételes conduce a nuevos problemas que no siempre aceptan la traducci6n del uno por el otro. Sin embargo, y acorde con nuestro objeto; que no es otro que el de construir una especifica idea de lugar a partir del concepto heideggeriano de Dasein, y no el de evaluar las distintas connota- ciones que el término ha tenido a lo largo de la historia, adoptare- mos tentativamente la equivalencia entre ambos, dada la familiari- dad del modo griego de entender el Topos con ciertos aspectos afi- nes a la idea heideggeriana de espaciar que, para nosotros, resulta crucial en la idea de lugar que estamos construyendo. 2. EL DES-ENCUBRIMIENTO DEL LUGAR POR LA ESPACIACION Encontramos pues entre el Topos griego y el espaciar heideggeriano una cierta vecindad en el hecho de que en ambos conceptos el espacio nunca es un a-priori que se «ocupa» sino que, por el contrario, éste resulta practicamente «abierto», en el primer caso, por la «aparicién» de entidades que lo «fundan» otorgandole el «status» de dugar» y, en el segundo, por la «disposicién» de las mismas implicita con la presencia del Dasein. En el caso del Topos

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