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Programa Yo Leo. Sobre Las Palabras, El Conocimiento y La Humanidad
Programa Yo Leo. Sobre Las Palabras, El Conocimiento y La Humanidad
Las palabras conforman un muy amplio sistema de comunicación y expresión, que nos
ha permitido descubrir y ordenar el universo que nos rodea, así como las tan variadas
ideas y emociones que se presentan en el interior de cada una y cada uno de nosotros. El
lenguaje, oral o escrito, siempre esconde una historia que, al ser observada y analizada
con cuidado, revela los variados procesos atravesados por nuestra especie desde sus
orígenes.
Desde sus inicios, y aún más a partir de la aparición de la escritura como complemento y
extensión de la oralidad, las palabras son artefactos con diversos niveles de
funcionamiento, con innumerables posibilidades de interrelacionarse entre sí, y con
múltiples efectos sobre la conciencia, sobre la manera de sentir y de construir las
realidades individuales y colectivas.
La lectura sólo existe o sólo debería existir cuando permite el surgimiento de intensas
relaciones psicoemocionales e incluso fisiológicas entre los lectores/as y las palabras,
entre las personas y las interminables posibilidades de ordenar, alterar, destruir,
transformar y reinventar el universo y la totalidad de las cosas con simples letras.
Allí se juega la construcción del comportamiento lector, que sólo tiene razón de ser
cuando está fundado y anclado en las necesidades más profundas, los pensamientos más
fuertes y las emociones más extremas y recurrentes de cada persona.
Así, puerta es la unión de seis letras que nada significan por sí solas, pero que al integrarse
generan un conjunto, visual y sonoro, que nos proyecta hacia un elemento del mundo
externo con el que mantenemos una relación muy específica.
Las palabras moldean y transforman el mundo. Por un lado, nos permiten organizar,
describir, ordenar y comunicar la realidad externa, la naturaleza, el mundo físico, el
movimiento de los cuerpos o los fenómenos climáticos.
Además, son testimonio del surgimiento y de la caída de civilizaciones, de la aparición y
mutación de comunidades, sentimientos, ideologías y relaciones de poder. Las utilizamos
para ordenar la vida cotidiana, para construir vínculos con otras personas y para definir
nuestros gustos y pasiones, así como aquello que rechazamos o condenamos.
Las posibilidades de la lectura y la escritura llegan aún más lejos. No sólo manifiestan la
inmensa diversidad del universo que habitamos: también permiten imaginar formas
ilimitadas para cambiar, reordenar y reinventar ese universo. En épocas pasadas, un
mundo de aviones, computadoras, teléfonos celulares, viajes al espacio, cine,
automóviles, autopistas, aspirinas, edificios o cámaras fotográficas hubiera sido
considerado una ficción e incluso un delirio.
Sin embargo, ese es sólo un pequeño fragmento de la realidad que hoy tenemos frente a
nuestros ojos. En gran medida, la existencia de esta realidad ha dependido y depende de
los movimientos del lenguaje, del ordenamiento y reordenamiento de las palabras, que a
su vez modifican y reorganizan todos los vínculos con lo que nos rodea y también con
nuestra vida interior.
Los grandes descubrimientos de las ciencias y las más importantes innovaciones en las
artes, en cualquier cultura o punto geográfico, jamás hubieran ocurrido si las personas se
hubieran conformado simplemente con vivir el día a día, con la subsistencia o la
estabilidad de sus bienes materiales.
Generar prácticas de lectura diversas al interior de las instituciones es clave para que las
estudiantes y los estudiantes descubran las cualidades de la palabra escrita como
instrumento de libertad, como medio de autoconocimiento y como herramienta para que
su percepción y sus realidades adquieran densidad, complejidad, variedad y riqueza.