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ACTIVIDAD FISICA ES SALUD.

La importancia de la actividad física durante la niñez y la adolescencia ha sido el centro de atención


de diversos estudios pediátricos a partir de la década pasada. La salud física y psicológica del niño
está íntimamente ligada a la realización de actividad física de manera regular. Se ha establecido su
importancia en el crecimiento y el desarrollo armónico, en la disminución de la exposición a los
agentes no saludables, en el desempeño académico y como mecanismo para instaurar hábitos de
vida saludables que brinde a los niños y niñas beneficios presentes y futuros para la salud, debido a
que los patrones de actividad física adquiridos en edades tempranas, repercuten en los hábitos y
estilos de vida de la edad adulta haciendo menos probable la aparición de enfermedades e
incapacidades en edades avanzadas. Este nuevo paradigma de salud ubica la actividad física como
un elemento primordial del desarrollo humano, razón por la cual los programas orientados al
fomento de la actividad física desde los primeros años de vida se identificaron como una estrategia
efectiva, lo que condujo al diseño de programas y modelos orientados al afianzamiento de las
prácticas saludables en la infancia y la juventud.
La actividad física, junto a los hábitos alimenticios, higiénicos y sociales entre otros, son los que
van a determinar que la persona adquiera o no un estado saludable. Estas conductas, cuando tienden
a ser habituales en la vida de una persona, no están aisladas unas de otras, sino que se entrelazan
configurando un determinado estilo de vida

Estilo de vida saludable


Entendemos por estilo de vida saludable aquellos hábitos de nuestra vida diaria que nos ayudan a
mantenernos más sanos y con menos limitaciones funcionales. Para llevar una vida más sana nos
debemos centrar, principalmente, en dos aspectos: nuestra dieta y el ejercicio físico.

LA DIETA
¿A qué llamamos dieta saludable?

Es aquella que cubre nuestras necesidades vitales sin el uso de alimentos que pueden resultarnos nocivos
a nuestro organismo.

Una dieta saludable debe tener las siguientes características:

 Incluir cinco raciones diarias entre frutas y verduras.


 El consumo diario de cereales y féculas.
 Dos veces por semana es recomendable comer pescado azul.
 Usar de forma restringida la carne roja (ternera), siendo preferible el consumo de pollo, conejo o
pavo. En general, tomamos más carne de la recomendada.
 Reducir las proteínas animales en favor de los cereales y féculas. Los cereales, son ricos en
hierro, calcio, ácido fólico y vitaminas. Está comprobado científicamente, según la Asociación
Americana de Cáncer, que basar una dieta en una gran variedad de alimentos vegetales, disminuye
el riesgo de enfermedades crónicas graves. Las féculas y harinas deben ser integrales, al refinarlas se les
quita la cáscara que es precisamente el lugar que contiene las vitaminas y los nutrientes.
 Utilizar el aceite de oliva en cantidad limitada (el equivalente a una cucharada de sopa al
día), los propios alimentos ya llevan grasa.
 Evitar cocinar los alimentos con aceite (fritos o rebozados), siendo preferible la cocción al
vapor, horno o plancha.
 Evitar la comida precocinada.

. SIGUE una dieta saludable y equilibrada

La dieta juega un papel importante en el desarrollo y evolución de la


enfermedad. Los hábitos alimentarios están siendo objeto de debate en los
últimos años por su potencial contribución en el proceso inflamatorio. Una dieta
saludable, variable y equilibrada aporta al organismo los nutrientes suficientes
para su correcto funcionamiento.
Come abundantes verduras, hortalizas frescas, fruta de temporada y legumbres
junto con pescado fresco. Evita al máximo consumir productos que contengan
grasas saturadas y azúcares, tales como la bollería industrial, comidas
precocinadas o zumos envasados.
En los últimos estudios publicados se ha visto que determinadas colonias
bacterianas de la flora intestinal pueden tener efectos sobre la inmunidad.
Ciertos alimentos como el miso, el té Kombucha, las microalgas, el yogurt y el
chocolate negro podrían contribuir al buen estado de la flora intestinal.
 

2. Controla tu peso

Aunque el mecanismo no está claro, diferentes estudios sugieren un efecto


causal del aumento del índice de masa corporal en la EM y hablan de un
posible papel inflamatorio de éste. Además, la obesidad es un factor de riesgo
cardiovascular. La Organización Mundial de la Salud recomienda equilibrar
nuestro peso corporal con el fin de disminuir el riesgo de sufrir problemas de
salud como la diabetes, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
Una reducción en el peso corporal se asocia también a mejoras en
la fatiga, síntoma muy frecuente en la EM.
 

3. Disminuye el consumo de sal

Hay investigadores que asocian el consumo de sal en la dieta con un


incremento en la  actividad de la enfermedad. También se asocia a numerosos
problemas de salud como la hipertensión, alteraciones cardíacas, retención de
líquidos…
Puedes optar por añadir hierbas o especias para condimentar tus comidas
(pimienta, ajo en polvo, comino, azafrán…) o bien sal dietética con bajo
contenido en sodio. Recuerda que los embutidos, productos precocinados y
alimentos para picar acostumbran a tener un alto contenido en sal.
 

4. Duerme las horas suficientes

El sueño interviene en la restauración del sistema nervioso central y nos permite


restablecer funciones físicas y psicológicas. Si no descansamos
bien experimentaremos un incremento en la fatiga, somnolencia durante el día,
disminución del rendimiento físico y mental.
Si tienes problemas para dormir evita el consumo bebidas o alimentos
estimulantes, realiza actividades relajantes antes de ir a dormir y toma algún
alimento que te facilite el sueño.
 

5. Intenta disminuir el estrés

En estudios con modelos animales y en observaciones clínicas con seres


humanos se ha demostrado que las hormonas del estrés modifican el
funcionamiento del sistema inmune. Para evitarlo, debes integrar en tu rutina
diaria actividades que puedan ayudar a relajarte: ejercicios de
respiración, meditación, pintura de mandalas o escuchar música.
 

6. Realiza actividad física regularmente

Casi cualquier tipo de actividad física regular impacta positivamente sobre la


evolución de la enfermedad, la discapacidad y algunos síntomas como la fatiga.
Además, la actividad física es fundamental para prevenir el sobrepeso y
enfermedades cardiovasculares.
Practica ejercicio físico de intensidad leve-moderada, como, por ejemplo,
pasear entre 30 y 60 minutos, al menos tres días por semana.
 
7. Evita el consumo de tabaco

Existen numerosos estudios que demuestran que el hábito de fumar incrementa


el riesgo de EM y afecta la progresión de la enfermedad. Las personas con EM
fumadoras acumulan mayor discapacidad en un periodo más corto de tiempo
respecto a las no fumadoras y dejar de fumar tiene un efecto beneficioso para la
enfermedad. Además está demostrado que los tratamientos modificadores de la
enfermedad en las personas son menos efectivos en las personas que fuman.
En el artículo Dejar de fumar con esclerosis múltiple: 10 consejos
prácticos encontraréis estrategias para dejar de fumar.
Dejar de fumar con esclerosis múltiple: 10 consejos prácticos

. SIGUE una dieta saludable y equilibrada

La dieta juega un papel importante en el desarrollo y evolución de la


enfermedad. Los hábitos alimentarios están siendo objeto de debate en los
últimos años por su potencial contribución en el proceso inflamatorio. Una dieta
saludable, variable y equilibrada aporta al organismo los nutrientes suficientes
para su correcto funcionamiento.
Come abundantes verduras, hortalizas frescas, fruta de temporada y legumbres
junto con pescado fresco. Evita al máximo consumir productos que contengan
grasas saturadas y azúcares, tales como la bollería industrial, comidas
precocinadas o zumos envasados.
En los últimos estudios publicados se ha visto que determinadas colonias
bacterianas de la flora intestinal pueden tener efectos sobre la inmunidad.
Ciertos alimentos como el miso, el té Kombucha, las microalgas, el yogurt y el
chocolate negro podrían contribuir al buen estado de la flora intestinal.
 

2. Controla tu peso

Aunque el mecanismo no está claro, diferentes estudios sugieren un efecto


causal del aumento del índice de masa corporal en la EM y hablan de un
posible papel inflamatorio de éste. Además, la obesidad es un factor de riesgo
cardiovascular. La Organización Mundial de la Salud recomienda equilibrar
nuestro peso corporal con el fin de disminuir el riesgo de sufrir problemas de
salud como la diabetes, hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
Una reducción en el peso corporal se asocia también a mejoras en
la fatiga, síntoma muy frecuente en la EM.
 

3. Disminuye el consumo de sal

Hay investigadores que asocian el consumo de sal en la dieta con un


incremento en la  actividad de la enfermedad. También se asocia a numerosos
problemas de salud como la hipertensión, alteraciones cardíacas, retención de
líquidos…
Puedes optar por añadir hierbas o especias para condimentar tus comidas
(pimienta, ajo en polvo, comino, azafrán…) o bien sal dietética con bajo
contenido en sodio. Recuerda que los embutidos, productos precocinados y
alimentos para picar acostumbran a tener un alto contenido en sal.
 

4. Duerme las horas suficientes

El sueño interviene en la restauración del sistema nervioso central y nos permite


restablecer funciones físicas y psicológicas. Si no descansamos
bien experimentaremos un incremento en la fatiga, somnolencia durante el día,
disminución del rendimiento físico y mental.
Si tienes problemas para dormir evita el consumo bebidas o alimentos
estimulantes, realiza actividades relajantes antes de ir a dormir y toma algún
alimento que te facilite el sueño.
 

5. Intenta disminuir el estrés

En estudios con modelos animales y en observaciones clínicas con seres


humanos se ha demostrado que las hormonas del estrés modifican el
funcionamiento del sistema inmune. Para evitarlo, debes integrar en tu rutina
diaria actividades que puedan ayudar a relajarte: ejercicios de
respiración, meditación, pintura de mandalas o escuchar música.
 
6. Realiza actividad física regularmente

Casi cualquier tipo de actividad física regular impacta positivamente sobre la


evolución de la enfermedad, la discapacidad y algunos síntomas como la fatiga.
Además, la actividad física es fundamental para prevenir el sobrepeso y
enfermedades cardiovasculares.
Practica ejercicio físico de intensidad leve-moderada, como, por ejemplo,
pasear entre 30 y 60 minutos, al menos tres días por semana.
 

7. Evita el consumo de tabaco

Existen numerosos estudios que demuestran que el hábito de fumar incrementa


el riesgo de EM y afecta la progresión de la enfermedad. Las personas con EM
fumadoras acumulan mayor discapacidad en un periodo más corto de tiempo
respecto a las no fumadoras y dejar de fumar tiene un efecto beneficioso para la
enfermedad. Además está demostrado que los tratamientos modificadores de la
enfermedad en las personas son menos efectivos en las personas que fuman.
En el artículo Dejar de fumar con esclerosis múltiple: 10 consejos
prácticos encontraréis estrategias para dejar de fumar.
Dejar de fumar con esclerosis múltiple: 10 consejos prácticos

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