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En los últimos años, el feminismo ha figurado con fuerza en las agendas políticas y sociales

de los países latinoamericanos, desde las demandas para legalizar el aborto hasta la condena
de las mujeres asesinas. El evento es global, pero con variaciones regionales que engloba
muchos deseos diferentes que van mucho más allá de la lucha por la igualdad de género.

Las ideas feministas en América Latina, como todas las ideas políticas antihegemónicas,
surgieron del proceso de identificación de agravios y prácticas políticas que se
desarrollaron con el tiempo. La participación de los pueblos criollos e indígenas en la lucha
contra el colonialismo fue generalizada pero no reconocida, y el triunfo de la libertad en
gran parte del continente no condujo a la justicia y la igualdad de derechos para las
mujeres. El racismo colonial no permitió que las mujeres fueran reconocidas como tales,
sino que las colocó en categorías en función tanto de su ascendencia como de su raza:
blanca, mestiza, indígena y negra sin compartir visiones del mundo ni espacios sociales,
solo maltratando a los hombres en este último caso. Incluye violencia de género.

A fines del siglo XIX, mujeres de Brasil, Venezuela, México y Argentina se unieron desde
zonas urbanas para publicar un periódico en el que expresaban sus opiniones sobre lo que
era ser hombre, dando a conocer su historia el derecho a leer y hablar, a controlar las
finanzas y a votar. Las tabacaleras, las hilanderas y otras trabajadoras de la industria
comenzaron a exigir un salario igual por su trabajo, a pesar de que las trabajadoras
constituían solo un pequeño porcentaje de la fuerza laboral. Como consecuencia, de
diferentes modalidades, desarrollaron la iniciativa de equidad de género que, en sus
siguientes y más brillantes términos, requería equidad de derecho y derecho al voto.

Las feministas latinoamericanas del siglo XIX parecen ser mucho más cautelosas que sus
contrapartes estadounidenses y europeas de esa época, porque todavía creían que la política
masculina las excluiría, en un mundo donde los liberales se enfrentaban a los conservadores
católicos uno tras otro. Asimismo, en México, las mujeres alcurnias que se negaron a
casarse con invasores franceses y austríacos y apoyaron con su dinero la lucha de Benito
Juárez contra Maximiliano creen que sus líderes religiosos reconocerán sus derechos como
iguales a sus sacrificios.
Existe un movimiento dentro del feminismo que tiene un significado particular en América
Latina se conoce como feminismo comunitario. Según la autora Sardiña, “El feminismo
comunitario parte de la base de que la revolución es colectiva; nace en la comunidad que
conforma una identidad común, ancestral y se centra en los cuerpos: compuestos por una
parte masculina, otra femenina y otra transgénero.” [ CITATION Sar20 \p 1. \n \t \l 22538 ] .

El feminismo comunitario es un desplazamiento político y filosófico que empezó en


Bolivia a fines del siglo XX y a partir de entonces se ha extendido a otros territorios de
Latinoamérica y el Caribe. Este es un tipo de feminismo de América Latina conocido por su
radicalización y sus inicios en la inclinación teórica y el pensamiento políticos. Como
desplazamiento político, exige un cambio extremista en el orden patriarcal-capitalista-
racista-colonial que históricamente ha oprimido no solo a las damas sino además a los
hombres y a la naturaleza, reproduciendo un sistema de discriminación, opresión y maltrato
construido sobre los cuerpos de las féminas.[ CITATION Mar19 \p 1 \l 22538 ].

Este propone, plantar la semilla de la necesidad de restablecer un nuevo orden político


basado en la igualdad, la complementariedad y la reciprocidad entre hombres y mujeres, así
como con la naturaleza. Como movimiento teórico, requiere un nuevo conjunto de teorías
sociales que definan la historia, la memoria y los valores de los no capitalistas de la vida
latinoamericana y caribeña. Recomienda repensar categorías teológicas como patriarcado,
reciprocidad, memoria, sociedad, país, cuerpo-territorios, soberanía del cuerpo, entre otras.
Este artículo otorga una breve explicación del feminismo latinoamericano, después
profundiza en el feminismo comunitario y concluye destacando el valor de este último para
el trabajo social emancipatorio.

Por otro lado, está el movimiento el feminismo descolonial. El feminismo descolonial es el


nombre que la feminista y filósofa María Lugonis le dio a resistir el colonialismo de
género, argumentando que era una tarea práctica.[ CITATION Fer20 \p 1 \l 22538 ].

Para definir el feminismo descolonial, se parte desde un período en la construcción y


producción de ideas feministas, se trata de un período contemporáneo en el que se ha
producido una voz subalterna, no superior, que ha estado presente durante un período de
tiempo más largo sin lograr mayor atención que la mirada particularizada que la cargaba de
especificidad.

La autora[ CITATION Vil181 \y \l 22538 ] afirma que;

El feminismo descolonial latinoamericano nace con una fuerte influencia del


feminismo autónomo latinoamericano que, a partir de 1980-1990, comenzó
un proceso de desarrollo de pensamiento y prácticas políticas de resistencia
para visibilizar la desigualdad de raza, etnia, clase, sexo y género en que
viven buena parte de las mujeres de América Latina. Se propone desmontar
la adscripción categorial de occidente tanto en lo académico como en lo
político, por ello tiene vital importancia en y para las relaciones
internacionales. [ CITATION Vil181 \p 1 \n \t \l 22538 ] .

El feminismo descolonial, igualmente conocido como feminismo periférico, es una parte


del feminismo latinoamericano que destaca el encuentro de los conflictos de sexo / género,
clase y raza, al tiempo que afronta las instituciones y clases culturales asignadas por el
colonialismo y el neocolonialismo, que retan el feminismo universal. Entre sus exponentes
más destacadas se encuentran la dominicana Yuderkys Espinosa Mioso, la boliviana
Adriana Guzmán, la guatemalteca Gladys Tzul Tzul, la colombiana Diana Gómez Correal,
las argentinas Mara Lugones, Karina Bidaseca, Rita Segato, Ana Marcela Montanaro y la
mexicana Karina Ochoa.[ CITATION Gir21 \p 1 \l 22538 ].

Uno de los desafíos del pensamiento poscolonial es comprender la escala universal y su


interacción con lo local, a fin de considerar posibles alternativas políticas a la globalización
neoliberal y al colonialismo, y darse cuenta de las características geopolíticas en este
sentido. Este movimiento en Latinoamérica reúne las contribuciones de pensadores
poscoloniales, pensadores coloniales, proposiciones no coloniales y otras complejidades
para promover el nuevo pensamiento de la epistemología sureña. Sobre todo, puesto que la
descolonización es una idea central en las luchas actuales, movimientos sociales
originarios, pueblos originarios, feministas y productoras intelectuales y académicas.

Teóricamente es el resultado del desarrollo de actitudes críticas y antihegemónicas


arraigadas en el colonialismo y poscolonialismo, y ha inspirado el desarrollo e
implementación de agendas políticas. El nuevo feminismo incluye la perspectiva histórica y
geopolítica de la colonización del poder, entendida como un proceso. La obligación
ordenada y la potestad de una cultura sobre otra.

En respuesta a la violencia femenil, el movimiento feminista ha crecido. Por estas y otras


circunstancias que estuvieron plagadas de violencia y desprecio por la vida humana
femenina. En las peores condiciones, la voz de las mujeres se elevó en América Latina,
dando lugar a un gran movimiento feminista y resurgiendo en los últimos años. La cuarta
ola de feminismo en América Latina es pluralista y diversa y acepta muchas demandas y
luchas diferentes. Sin duda, el movimiento popular más poderoso de la región.

Un artículo publicado en rtve.es escrito por la autora Sobero, afirma que según Mara-Noel
Vaeza, uruguaya y actual directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el
Caribe, asegura que este movimiento feminista es inclusivo y fomentará la "generación de
igualdad", mujeres jóvenes con coraje y sin miedo, indignadas por una realidad plagada de
discriminación y machismo, comprometidos con un feminismo transversal e inclusivo, y
dispuestos a colaborar con los demás.[ CITATION Sob20 \p 1 \n \t \l 22538 ].

Debido a estas circunstancias, una gran generación de mujeres ha llevado sus demandas a
las calles con mayor poder e influencia social que nunca. Estas mujeres transformaron los
lugares públicos en tribunas sus consignas comunes va desde “Ni más ni menos”, “Los
queremos a todos vivos” o “Toda Latinoamérica será feminista” hasta “Juventud”. La
violación es una recurrencia constante de las mujeres latinoamericanas.

Se puede decir que para el año 2020, las mujeres se enfrentaron dos pandemias: COVID-19
y violencia de género. El COVID-19 se ha dirigido a las mujeres con un veneno particular.
Las han encerrado en el hogar con sus atacantes, sin dinero ni ayuda ocasionando un
incremento de su exclusión.

Por otra parte, en Argentina, se aprobó desde hace algún tiempo atrás una ley que prohíbe a
las mujeres tener hijos. Aproximadamente 100 mujeres mueren cada año por abortos
ilegales en el país, cada año, alrededor de 50.000 mujeres son hospitalizadas por
complicaciones asociadas con el intento de concebir. 2.350 niñas menores de 14 años eran
madres y 87.000 eran niños de madres menores de 20 años. El recién elegido Alberto
Fernández se ha pronunciado en contra del aborto durante su campaña y planea presentar la
legislación al Congreso en un futuro próximo. Mucha gente dentro y fuera del centro de
convenciones elogió el anuncio. Los pañuelos verdes, que se han extendido en Argentina
para exigir un aborto seguro y legal, ahora han llegado al poder.

Las mujeres, adolescentes y niñas viven al margen en Venezuela. La contienda feminista en


esta nación sudamericano es una batalla contra todo, contra una intensa crisis política,
económica y social, a lo largo de una situación emergente que dicta el despliegue de grupos
humanos. En la situación de la pobreza, la dama tiene que tolerar la carga. Michelle
Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos, destacó este último año 2020; En
este hilo, las venezolanas son más sensibles a otros daños como lo son el acoso sexual y la
división familiar, la inseguridad alimentaria para la crianza de los hijos y el riesgo de morir
en un hospital sin seguro, luego de embarazos que no se pueden controlar o evitar por
desnutrición.

Sin embargo, en Colombia el aborto es la parte significativa de la agenda feminista y fue el


asunto más visible. La interrupción del embarazo de una mujer solo es legal en los casos en
que el feto está deformado y pone en peligro la vida, la salud física o mental. La Corte
Suprema no tomó ninguna medida contra las solicitudes de los abogados antiaborto de una
sentencia adecuada. Otro de los desafíos del gobierno de Iván Duque es la situación de
violencia sexual y feminicidios. 799 mujeres fueron asesinadas en Colombia entre enero y
octubre del 2020. Además, la Comisión para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer ha expresado su preocupación por la disparidad salarial de género en Colombia,
donde las mujeres continúan ganando menos que los hombres, con una brecha salarial del
19 por ciento.

Los movimientos feministas por la liberación de América Latina aún no han llegado a
Brasil, ni tienen protestas sociales. Pese a estas alarmantes estadísticas, la diferencia de
género no es uno de los más importantes temas de debate público o político. Cada hora en
2018, 4 chicos menores de 13 años fueron violados, conforme el Anuario de estabilidad
pública. Bastante más de 35.000 chicos permanecen esperando para ver si sobrevivirán al
trauma. Este es un hecho oscurecido por la ola de controversia que rodea al presidente Jair
Bolsonaro, un misógino conocido y una preocupación generalizada por la salud de la
democracia brasileña.

A pesar de que el feminismo va ganando terreno paso a paso, una de las protestas más
populares del Carnaval ha sido contra la agresión sexual: por ejemplo, la ministra de la
Mujer y la Familia, la evangélica pastora Damares Alves, ha estado animando a los
brasileños a presentar denuncias con la policía. La violencia machista está recibiendo
menos atención, pero está recibiendo mucha más de lo que solía. Los feminicidios han
aumentado un 7% en un momento en que los asesinatos, las violaciones y otros delitos
están disminuyendo. Según datos recopilados por el diario Folha de S.Paulo el año pasado.
Se registraron más de 1.300 feminicidios. A pesar de que Brasil tiene 210 millones de
habitantes y es uno de los países más violentos del mundo, más de tres mujeres son
asesinadas todos los días simplemente por ser mujeres.

En un Brasil agotado por las protestas masivas de los últimos años, el poder que ejercen las
iglesias evangélicas y su ideología ultraconservadora se refleja en las múltiples propuestas
legislativas que avanzan sin mucha perturbación en las legislaturas estatales para limitar el
libre acceso al aborto, es legal, solo en tres casos. Un campamento recibe pacientes de un
hospital público trasladadas para un aborto legal en São Paulo durante varias semanas.

Además, cabe destacar que el feminismo siempre ha sido el movimiento social más
perseguido en Nicaragua. Sin embargo, desde el regreso de Ortega al poder en 2008, el
régimen se ha centrado en las mujeres. El régimen sandinista, aparentemente de izquierda,
empezó a penalizar el aborto para ganarse la ayuda del templo católico, en un entorno
político que exigía la bendición política del clero. Luego amenazó a las activistas feministas
que se oponían a las sanciones y exigieron un compromiso real para poner fin a la violencia
de género. Finalmente, se aprobó una ley para castigar la violencia de género, pero el
gobierno rápidamente la socavó, permitiendo la reconciliación con los perpetradores.

En México, las feministas conocen las necesidades de la calle. Las impactantes estadísticas
del feminicidio, donde cada día son asesinadas 10 mujeres, dejan a la población
desacostumbrada al horror y al silencio. El año pasado dos se sabe que dos asesinatos,
provocaron la indignación pública y una fuerte respuesta del gobierno a las políticas que
abordan la violencia de género y el castigo, y se estima que el 90% de la población los
apoya. La prioridad fue tan alta que eliminó otras necesidades del establecimiento y dio a
las feministas mexicanas una voz en general, aunque solo sea por unos días. [ CITATION Jor20
\p 1 \l 22538 ].

En conclusión, las políticas neoliberales globales, a través de la inversión en agricultura,


exploración de petróleo y gas, turismo y la guerra económica tradicional, están dañando a
las mujeres indígenas al aumentar la desigualdad en el país. Estabilidad personal y familiar
gracias a la escasez de agua y otras escaseces. Fuera de sus metrópolis, las damas se tornan
más ciudadanas urbanas, menos seguras en medio de las féminas y más vulnerables a los
ataques de los hombres. En estos casos, es solo la ideología femenina la que puede permitir
a los ciudadanos entrar en una historia de resistencia y rebelión, en lugar de ser
victimizados.

La discriminación racial y racial sistémica, la discriminación económica, la marginación


social, la exclusión de la educación formal y los sistemas de atención de la salud son temas
de la teoría feminista latinoamericana contemporánea, porque todas las mujeres han sufrido
y continúan sufriendo por razones sexistas, con excepción de las mujeres blancas
feministas, que no las han enfrentado en su búsqueda de la igualdad. La colaboración de las
mujeres en la extensa tradición de resistencia indígena y peleas célebres le da una
totalmente nueva voz al feminismo latinoamericano.

La diferencia entre sexos no puede surgir del criterio de exclusión, pues el abandono de la
moral sexual y las decisiones genéticas se plantea como un componente del subjetivismo
político en América Latina hacia el enfrentamiento al capitalismo racista y la exclusión del
hombre del marco de la masculinidad.

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