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INTRODUCCIÓN
Ahora bien, para interaccionar de forma positiva con los demás es preciso dotarse
de algunas habilidades sociocognitivas (como, por ejemplo, la capacidad de ponerse
en el punto de vista de los demás) que posibiliten la cooperación. Sin embargo,
estas habilidades, como descentrarse del propio punto de vista para situarse en el
punto de vista de los otros, no resultan una tarea fácil y es el propio acto de
cooperar, es decir, compartir actividades con los otros tratando de coordinarlas, lo
que proporciona el desarrollo de estas habilidades, convirtiéndose así en el medio
más eficaz para lograrlas.
Pero las situaciones interactivas entre iguales no sólo producen una mejora de las
habilidades sociales. Se ha comprobado que los juicios grupales de los niños
producen actuaciones cognitivas superiores y los trabajos de la Escuela de Ginebra
han demostrado que los procesos interactivos promueven y estimulan la actividad
cognitiva de los individuos y provocan la reestructuración cognitiva necesaria para
que se produzca el desarrollo.
Para comprender el por qué de estos cambios hemos de volver los ojos hacia los
dos pilares de la psicología del desarrollo: Piaget y Vygotsky.
PIAGET Y LA COOPERACIÓN
Piaget (1976) considera que las estructuras cognitivas son órganos intelectuales
cuya formación, a nivel ontogenético, está en función del propio sistema epigenético
y, por tanto, dependiente de cuatro grandes factores:
Ahora bien, para que este motor entre en funcionamiento es necesaria la aplicación
de una fuerza motriz que está constituida por las perturbaciones o resistencias que
encuentran los esquemas para ejercer su capacidad asimiladora. La perturbación,
en tanto que «acción», y merced al factor de autorregulación que posibilita la
conservación del sistema, genera «reacciones» destinadas a compensarlas y, de
esta forma, mantener o recobrar el equilibrio del mismo. De esta manera, en el
proceso de equilibración, tal y como lo describe Piaget (1975), se pueden destacar
tres aspectos secuenciales distintos:
- finalmente, tanto unas como otras, acaban por ser integradas en los sistemas
operatorios, las perturbaciones a título de variaciones previsibles e incluso
deducibles de lo real y las compensaciones a título de operaciones inversas.
Pero, ¿qué es una perturbación para el sujeto? y ¿por qué se producen las
perturbaciones?
En este proceso, Piaget destaca un aspecto fundamental vinculado al tema que nos
ocupa, la interacción entre iguales, cuando escribe que "sólo en el caso de que una
anticipación sea infirmada por un hecho externo, la contradicción se hace consciente
más o menos rápidamente por el propio hecho de que la negación viene impuesta
desde fuera" (ibid; p. 9).
Por todo lo expuesto en el apartado anterior hemos podido concluir que, para Piaget,
las acciones obedecen a una ley de desarrollo que posibilita la construcción de las
negaciones y, de esta forma, el desarrollo cognitivo supone un sistema de equilibrio
en el que a cada afirmación corresponde una negación. Este proceso va dotando al
sistema de una movilidad cada vez mayor, de manera que, en un momento
determinado, el juego de reciprocidades hace reversible al sistema. Las acciones de
unos individuos sobre otros no se sustraen a esta ley y, por tanto, desde una
perspectiva piagetiana, las relaciones sociales tienden, en el dominio de los
intercambios cognitivos, hacia una reciprocidad que implica la movilidad reversible
característica de las formas estructurales del pensamiento, es decir, "la cooperación
no es más que un sistema de operaciones efectuadas en común" (Piaget, 1965; p.
193). La pregunta, por tanto, se sitúa ahora en otros términos. En efecto, ya
sabemos qué es lo que está en equilibrio y con qué, pero ¿qué factores posibilitan
que el sujeto alcance ese equilibrio cognitivo? Busquemos la respuesta que nos
proporciona la Escuela de Ginebra.
Con relación a la segunda de las cuestiones que versaba sobre ¿cómo podrá lograr
el individuo conservar las totalidades sobre las que se ejercen sus operaciones, es
decir, cómo logrará alcanzar esa reversibilidad completa necesaria y deseada?, la
respuesta de Piaget es igualmente clara. En efecto, si tenemos en cuenta que "los
procesos sensoriomotores no pueden ser suficientes para explicar la reversibilidad
porque son esencialmente irreversibles y sólo llegan a invertirse parcialmente bajo la
acción de factores de orden superior, ...(y que, además,)... la reversibilidad completa
supone el simbolismo, ya que la asimilación de las cosas a los esquemas de acción y
la acomodación de éstos a aquellas, sólo llegan a un equilibrio permanente, y
constituyen así un mecanismo reversible, gracias a una referencia a la evocación
posible de los objetos ausentes, ...(y teniendo en cuenta que)... el simbolismo de las
imágenes individuales es demasiado fluctuante para conducir a este resultado, ...(se
hace)... "necesario un lenguaje y, así, nos encontramos de nuevo con los factores
sociales. La objetividad y la coherencias necesarias para un sistema operatorio
suponen , más aún, la cooperación. En una palabra, para hacer al individuo capaz de
construir estructuras cognitivas es preciso atribuirle todas las cualidades de la
persona socializada" (ibid.).
Sin embargo, a pesar de todo lo expuesto, la afirmación piagetiana de que las
funciones intraindividuales y las funciones interindividuales se exigen mutuamente en
la explicación de las condiciones necesarias para el equilibrio, Piaget no recurrió en
exceso al último tipo de funciones para explicar la adquisición de los conocimientos.
La diferencia esencial entre estas dos posiciones radica en el hecho de que cuando
Piaget se fija en la interacción entre iguales lo que busca es la evidencia del
desequilibrio y no le interesa, en absoluto, describir o explicar los procesos sociales
interactivos como un todo, es decir, la interacción entre iguales es un medio (eso sí,
un medio necesario y muy potente) para conseguir un fin. Por el contrario, para la
posición sociocognitiva la propia interacción tiene ya un cierto valor teleonómico y es
una condición necesaria para la gestación de los desequilibrios: "está claro que el
conflicto cognitivo no crea las formas de las operaciones, pero produce el
desequilibrio que hace necesaria la elaboración cognitiva, y de este modo el conflicto
cognitivo confiere un papel esencial al factor social, como uno de los varios factores
que dan lugar al desarrollo mental" (Perret-Clermont, 1980; p. 178), desde esta
perspectiva "el conflicto cognitivo puede verse como similar al papel que juega un
catalizador en una reacción química: no aparece para nada en el producto final,
pero, sin embargo, es indispensable para que se produzca la reacción" (ibid.).
VYGOTSKY Y LA COOPERACIÓN
La teoría de Piaget es de gran valor para explicar las situaciones en las que el
conflicto cognitivo se expresa de forma explícita. Sin embargo, parece ser mnos
explicativa en aquellas situaciones en las que el conflicto se encuentra dado de
manera implícita y donde la mediación cognitiva juega un valor primordial. Es decir,
el modelo piagetiano explica el papel jugado por la mayor parte de los factores
implicados en la cooperación pero no todos. Afortunadamente la teoría ygotsky nos
permite completar esta información porque, parafraseando al propio Piaget, regula
los aspectos de la cooperación que la teoría piagetiana ha dejado insuficientemente
regulados.
Esta afirmación, que es definida por el propio Vygotsky (1979) como la ley
fundamental del desarrollo, viene a postular que las funciones psicológicas
superiores (pensamiento, lenguaje, solución de problemas, etc.) surgen en
coIaboración con los otros, es decir, tienen en su origen un carácter interpersonal y,
a medida que el sujeto va siendo consciente de su significación (tanto cultural, como
histórica), van siendo interiorizadas por el niño, es decir, van adquiriendo un carácter
intrapersonal. Si esto es así, entonces el estado de desarrollo mental de un niño sólo
puede ser determinado correctamente si se hace con referencia a dos niveles:
- el de desarrollo potencial (lo que el niño puede hacer con la ayuda de los
demás).
La diferencia existente entre el nivel de las tareas realizables con ayuda de los
demás y el nivel de las tareas que pueden desarrollarse con una actividad
independiente, es lo que se conoce con el nombre de zona de desarrollo potencial.
Este concepto de zona de desarrollo potencial o próximo viene a subrayar la
importancia que para Vygotsky tiene la cooperación y el intercambio social en el
desarrollo.
En efecto, aprender es ser capaz de realizar por sí mismo, lo que antes sólo se era
capaz de realizar con ayuda de los demás, de ahí que "el rasgo esencial del
aprendizaje es que genera el área de desarrollo potencial, o sea, que hace nacer,
estimula y activa en el niño un grupo de procesos internos de desarrollo dentro del
marco de las interrelaciones con los otros que, a continuación, son absorbidos por el
curso interno del desarrollo y se convierten en adquisiciones internas del niño... Por
ello, el aprendizaje es un momento intrínsecamente necesario y universal para que
se desarrollen en el niño esas características humanas no naturales, sino formadas
históricamente" (Vygotsky, 1984; p. 115).
Desde esta perspectiva las teorías piagetiana (incluidas las variantes post-
piagetianas) y vygotskiana son complementarias respecto del fenómeno
cooperativo, si bien, desde la primera perspectiva el mecanismo más importante
del desarrollo cognitivo sería la contradicción o el conflicto y, desde la segunda
sería la colaboración. Esto nos conduciría a plantear, desde posiciones
piagetianas, grupos moderadamente divergentes (cooperación) y desde
perspectivas vygotskianas grupos homogéneos (colaboración) y relaciones
tutoriales (mediación).
De cualquier manera y como bien decía Vygotsky, parece existir una dependencia
recíproca, sumamente compleja y dinámica entre los procesos de desarrollo y los
procesos de aprendizaje y esta dependencia no puede ser explicada por ninguna
fórmula apriorística (Vygotsky, 1984; p. 116).