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La cultura moche

La cultura moche o mochica es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló
entre los siglos II y VII en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el
departamento de La Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del
actual Perú. Esta hizo grandes obras de ingeniería hidráulica como canales de riego y represas,
lo que les permitió ampliar su frontera agrícola a gran escala.

Para la cultura mochica la materia prima fue el adobe. Construyeron complejos religiosos-
administrativos de carácter monumental, conformados por palacios y templos o huacas (en
forma de pirámide trunca), las cuales los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve,
pintados con colores extraídos de la naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas y
toda su cosmovisión cultural. Las más notables de estas construcciones son las llamadas
Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de Moche.

Fueron los mejores metalurgistas de su época en Américaː conocieron una gran variedad de
técnicas (dorado, laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc.), lo que les permitió
fabricar herramientas, armas, atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica
parafernalia ritual.

Son considerados los ceramistas del antiguo Perú, gracias a su fino y elaborado trabajo que
realizaron en sus ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica como
pictórica, a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas
ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa
expresividad, perfección y realismo con que los dotaban. De este arte sobresalen los huacos
retratos y los huacos eróticos.

Fueron navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños para la
pesca y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían conchas
de Spondylus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del
Antiguo Perú.

Políticamente, las sociedades moches ―de fuerte segmentación en clases sociales― se


organizaban en reinos o señoríos confederados. Se ha podido conocer más sobre esta cultura
gracias al descubrimiento de algunas tumbas intactas de sus gobernantes o señores, como la
del Señor de Sipán y la Dama de Cao.
Esta cultura deriva su nombre del valle homónimo de Moche, actualmente también llamado
Valle de Santa Catalina, sede de las más conocidas e imponentes construcciones moches, las
huacas del Sol y de la Luna.

Los mochicas se expandieron por el sur hasta el valle de Nepeña (Áncash) y por el norte hasta
el valle de Piura (Piura).

Ocuparon los siguientes valles de la costa norte peruana:

Piura (Piura)

La Leche (Lambayeque)

Lambayeque (Lambayeque)

Zaña (Lambayeque)

Jequetepeque (La Libertad)

Chicama (La Libertad)

Moche (La Libertad)

Virú (La Libertad)

Chao (La Libertad)

Santa (Áncash)

Nepeña (Áncash)

Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o Chimú temprano, pero recibió el
nombre de «cultura moche» tras los descubrimientos en el valle de Moche. También se la
denomina «cultura mochica» en razón del nombre de la lengua, el muchik, que hablaban sus
pobladores.

Tradicionalmente se ha considerado a la cultura moche como un estado centralizado, con su


núcleo en las huacas del Sol y de la Luna. Sin embargo, modernos estudios demuestran que
hubo dos regiones mochicas bien diferenciadas, una al norte y otra al sur, geográficamente
separadas por la Pampa de Paiján.1

Mochica norte

En el valle de Lambayeque: Sipán, Pampa Grande.

En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro, Huaca Dos Cabezas, Complejo
Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito (entre San Pedro y Pacasmayo), Sincapecerce de
Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica sur

En el valle de Chicama: Sonolipe, Urricape, Mocollope, La Campana, Huaca Cartavio, Huaca


Colorada, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas dos últimas forman parte del Complejo
Arqueológico El Brujo).

En el valle de Moche: las Huacas del Sol y de la Luna, Huanchaco y Galindo.

Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz (valle de Virú), Pampa de los Incas
(valle de Santa) y Pañamarca (valle de Nepeña).

Descubrimiento

El arqueólogo alemán Max Uhle, descubridor científico de la cultura mochica, a la que


denominó como proto-chimú.

La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en 1909, quien la clasificó como proto-
chimú (es decir, antecesora de la cultura chimú). Uno de sus principales investigadores fue el
alemán Enrique Brüning, ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de
Lambayeque y La Libertad. En 1899, con el patrocinio de la madre del editor de periódicos
William Randolph Hearst, Brüning excavó 31 yacimientos funerarios en las inmediaciones de la
Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche, el pueblo actual que dio su nombre
a la antigua cultura).

Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos peruanos Julio C. Tello y Rafael Larco
Hoyle (1901-1966).2En particular, destaca la labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera
científica los diversos períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su cerámica.

No obstante, el constante saqueo de yacimientos arqueológicos hace difícil estudiar la


civilización hoy en día. Por ello, el descubrimiento de tumbas intactas de dos gobernantes
mochicas en 1987 y 2006 (el Señor de Sipán y la Dama de Cao, respectivamente) fue clave para
relanzar el estudio científico de la cultura.3

Historia

La historia moche se desenvuelve en el llamado Intermedio Temprano, periodo de la


civilización andina caracterizado por el desarrollo de culturas regionales, tras la decadencia del
Formativo Andino. Contemporáneas con la cultura moche fueron la cultura nazca, la cultura
recuay, la cultura lima, la cultura cajamarca y la cultura tiahuanaco.

El arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle, gran estudioso de la cultura mochica.


Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco Hoyle, de Luis Jaime Castillo Butters y
de Christopher Donnan, se puede dividir la historia moche de la siguiente manera:4

El período del Comienzo, que abarcaría entre 150 y 300 d.C. Durante esta época los mochicas
se imponen sobre la cultura Virú-Gallinazo, tanto en el plano militar como en el ideológico, es
decir, imponen sus creencias. De fines de esta época data el llamado Señor de Sipán.

El periodo de la Expansión, aproximadamente de 300 a 600 d.C. Constituye el periodo de


apogeo de la cultura moche, con sus máximos logros, en lo político, militar, económico y
cultural. Se forma el Estado Mochica del Norte (en el valle de Jequetepeque y otros del actual
departamento de Lambayeque) y el Estado Mochica del Sur (en los valles de Moche y Chicama,
y otros más al sur). Sipán (Huaca Rajada) fue indudablemente uno de los principales centros
del Estado norteño, mientras que las huacas del Sol y de la Luna (en el valle de Moche) y las del
Complejo El Brujo (en el valle de Chicama), lo fueron del Estado sureño. De esta época es la
gobernante moche conocida como la Señora de Cao. La ideología moche se hace más guerrera,
como se deduce de sus representaciones artísticas.

El periodo del Ocaso, es un periodo de decadencia que empieza entre el 650 y 700 d.C.,
aparentemente debido a la devastación climatológica ocasionada por un fortísimo fenómeno
del Niño. La alta jerarquía moche debió perder de manera creciente su poder sobre la
población, la cual se hallaría muy revoltosa ante las secuelas dejadas por la furia de los
elementos (pérdida de cosechas, hambrunas, colapso de los santuarios). Esta decadencia
afectó principalmente a los mochicas del Sur, quizás por la pérdida de la huaca de la Luna.
Mientras que los mochicas del Norte resistieron por más tiempo, teniendo como nueva capital
a Pampa Grande, hacia donde, según una hipótesis del arqueólogo Luis Chero Zurita, se habría
trasladado la élite de Sipán.5

Hipótesis sobre el colapso de la cultura Moche

Existen diversas hipótesis formuladas principalmente por arqueólogos, para explicar el colapso
de las sociedades moches 6

Fallas ideológicas: Existen hasta el momento, tres modelos conocidos cuáles apuntan a que el
fin de las sociedades moches se relaciona al aspecto ideológico, cuál fundamentado
principalmente en la religión moche, servía como justificación a las élites moche para explicar
sus posiciones de poder. La primera, apoyada por Izumi Shimada y fundamentada en sus
hallazgos en Pampa Grande, explica que el colapso moche se debió a rebeliones de grupos no-
moche quienes, al no haber sido asimilados a la religión estatal, no habrían encontrado
razones para justificar a los gobernantes moches en el poder. El segundo modelo, formulado
por Luis Jaime Castillo, explica que el colapso se debió a la nueva ideología imperante entre los
pobladores moches y no-moches, cuál habría sido promovida y traída por las mismas élites que
los gobernaban y que según el mismo Castillo, habría sido la misma imperante en el territorio
imperial de los Wari, basándose en la aparición para el periodo de Moche V de cerámica y
arquitectura moche claramente influenciadas por la cultura Wari (como es el caso de la
aparición del Dios de los Báculos en iconografía moche o la arquitectura presente en Centros
administrativos de dicho periodo como la de Cerro Chepén). Esta nueva ideología no habría
ofrecido la justificación necesaria que ofrecía la ideología anterior cuál justificaba a las élites
moche en sus puestos de poder.

Factores climáticos: Los modelos que entran en esta clasificación apuntan a la presencia de
factores climáticos anómalos, como los desencadenantes del colapso de las sociedades moche,
yendo desde quienes señalan al fenómeno del Niño como el principal responsable de este
colapso (Walter Alva), hasta quienes proponen a las sequías que asolaron la fase V moche,
basándose en muestras de hielo obtenidas del barrenado de glaciares peruanos.

Conflictos internos: Esta teoría surge de análisis de patrones de asentamiento desarrollados


por Tom Dillehay, quién propone que para algún momento del periodo Moche Tardío, existió
un fuerte periodo de conflicto entre las diversas comunidades mochicas existentes, lo cuál los
pudo dejar indefensos frente al ataque de algún actor externo, como pudiera ser el por
entonces estado Cajamarca, que según Marco Rintel, habría ocupado parte del Jequetepeque
mochica en la época de decadencia moche. No se menciona al Imperio Wari como posible
actor externo, pues a pesar de haber sido popular la idea de un dominio Wari sobre la Costa
Norte peruana, actualmente la mayoría de arqueólogos, coinciden en que la influencia de Wari
hacia la cultura moche fue meramente ideológica.

Herederas de la cultura moche fueron la cultura lambayeque y la cultura chimú.

Economía

Agricultura

Los moches tuvieron una especial preocupación por el desarrollo agrícola. En este sentido,
cultivaron maíz, camote, yuca, papa, calabaza; frutas, tales como tuna, lúcuma, chirimoya,
tumbo, maní y papaya. Cultivaron además el algodón en sus colores naturales (blanco, marrón,
rojizo y morado), para uso industrial. También cultivaron totora.

La ingeniería hidráulica

Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas, construyeron canales (Wachaques)
que se muestran como notables obras de ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La
Cumbre.

Asimismo construyeron represas como la de San José, cuales aguas almacenadas servían para
irrigar las tierras en tiempo de sequía y escasez.

Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que está relacionada con una
erupción del volcán Krakatoa, que generó un invierno de dos;años en todo el mundo (Véase
Fenómenos meteorológicos extremos de 535-536). Es más probable, sin embargo, que se
debiera al Fenómeno del Niño, que hacia el 650 d.C. ocasionó una terrible crisis en la
producción agrícola, que llevó al abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del
territorio moche.

Pesca

Caballitos de totora en la playa peruana de Huanchaco.

Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y eso lo demuestra las antiguas
embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen fabricando, denominadas caballitos de
totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados, etc. y recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.

Navegación y comercio

El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial. Provistos de sus caballitos de totora,
que ya tenían cerca de tres mil años de antigüedad entonces, se convirtieron en diestros
pescadores. Con embarcaciones más grandes (balsas de totora y cañas, o posiblemente,
troncos) organizaron expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano,
tan eficiente para el abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron expediciones hasta
el Ecuador, por el norte, y hasta Chile, por el sur. Del Ecuador traían las conchas de Spondyllus,
sagradas para los moches, de las cuales hacían pectorales y brazaletes o los trituraban y los
espolvoreaban en los templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.

Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que
transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas
embarcaciones no son distintas a las fabricadas por otras culturas costeñas desde el 1000 a. C.

La cerámica

Una de las culturas peruanas que se caracteriza por tener una de las mejores cerámicas, es la
Moche. Hombres, divinidades, animales, plantas y escenas cotidianas de la vida moche fueron
representados en vasijas de arcilla y barro. La cerámica resalta por su expresividad, realismo y
perfección, usando metales de oro y plata.

Organización política

Tocado de oro, atributo de la realeza mochica.

Moche era un estado militar conquistador gobernado por reyes conectados con los dioses o
considerados de herencia divina. Arqueólogos que han estudiando la zona tienen la teoría que
la Huaca de la Luna era residencia del soberano-rey mientras que la Huaca del Sol, era el lugar
de la nobleza principal.

Poseía distintos niveles de organización política: en un primer lugar el soberano, en segundo


lugar un grupo de la nobleza principal, quienes estaban encargados de la administración. Y en
un tercer lugar, un grupo de burócratas.

Cada valle controlado por el Imperio, poseía dos huacas, es decir un lugar sagrado, que al ser
característico de Moche le otorgaba poder político y religioso. Aunque dichos valles debían
contar con su rey o señor; que se aliaba con sus vecinos para realizar obras de bien común,
para efectuar ceremonias rituales o para emprender conquistas militares.

Los señores se vestían con prendas lujosas, con adornos de oro, plata y cobre, que
simbolizaban sus atributos sagrados, y al morir eran enterrados con igual fastuosidad, como se
puede ver en la tumba del Señor de Sipán.

Organización social

El cie-quich: era el rey del valle y los dominios moches. Tenía autoridad semidivina pues creían
que descendía de los dioses y diosas. Su autoridad era militar, religiosa y civil.

El coriec: era el rey vencido y subordinado al poder de un soberano mochica.

Los sacerdotes: encabezados por un sumo sacerdote, habitaban en los templos piramidales. En
este grupo también están la sacerdotisa y el sacerdote guerrero. Todos ellos formaban parte
de los rituales.

Jefes militares y nobles: Los llamados “bien vestidos” por su rica indumentaria.

Dignatarios civiles, asistentes religiosos y soldados o guardias adscritos a las específicas


funciones anteriores.

Artesanos especializados: Se dividían en:

Los metalurgistas, encargados de hacer los atuendos, emblemas y ornamentos rituales.

Los ceramistas, encargados de hacer la cerámica escultórica ritual y también de los huacos
retratos de los nobles. Había castas de estos dos grupos.

Las tejedoras, encargadas de hacer los tejidos, que laboraban en talleres.

El pueblo: agrupaba a agricultores, comerciantes y pescadores.

Yanas o servidumbre: asignada a los anteriores estamentos.

Arte

Usaron arcilla, oro, plata, cobre, etc.

En la pintura usaron color rojo, negro, blanco amarillo, anaranjado y marrón.


Trabajaron sobre moldes para la producción masiva de cerámica; aplicaron técnicas de
modelado, grabado y pintura.

Hicieron diseños y motivos domésticos, religiosos y ceremoniales; representaron dioses,


enfermedades, danzas, sacrificios humanos, etc.

Tipos de cerámica:

común: Tienen cuerpo globular.

pictográfica: Con escenas pintadas y son complejas.

escultórica: Con mucho realismo.

Arte mochica.

Cerámica

El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como


ofrenda para los muertos.

Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la
forma de imágenes escultóricas, o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su
cerámica constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura.

Sus principales características son:

Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huaco retratos.

Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni imaginaban
en su obra ceramista, que era expresión de las actividades.

Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la
vida de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero documento o fuente
escrita.

Pictográfica: ya que algunos huacos representan figuras pintadas y ornamentadas.

Huaco retrato. Representa de manera muy realista a un personaje sonriente.

Su realismo es característica resaltante en sus huaco retratos, su famosa plástica asombra por
la expresividad y perfección de verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de
perfección y realismo se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres
con atributos zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo, también
realizaron cerámica con gran contenido simbólico de pensamiento e ideas donde las imágenes
se vuelven más abstractas y conceptuales; ambas tradiciones, tanto la simbólica como la
realista, se encuentran sumamente vinculadas. Incluso hay piezas cerámicas donde conviven
estas dos tendencias.

Analizando la iconografía de la cerámica, los investigadores actuales también pueden conocer


interesante información sobre la vida de los moches:[cita requerida] ceremonias funerarias,
ceremonias rituales, paisajes, viviendas, guerras, enfermedades, etc., proporcionando así un
vínculo entre los vivos y los muertos.

Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las complejas escenas de ceremonias,


combates, cacerías rituales y probables relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario,
utensilios domésticos y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente
decorados. También destacan los huacos de representaciones de carácter sexual, mostrándose
de forma explícita escenas de onanismo, coito en grupo e incluso reproducción animal. Se cree
que estas manifestaciones artísticas podrían tener unas connotaciones culturales y religiosas
de simbolismo de la fertilidad.

La cerámica mochica generalmente se propicia en masa, mediante el uso de moldes. Sobre


ellas el especialista aplicaba técnicas como: modelado, grabado, pintura. El asa estribo era
confeccionado aparte. Por último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y
el crema.

Periodos

Tomando como base el estudio de más de 30.000 ceramios, Larco Hoyle estudió la evolución
de las formas de la cerámica moche y dividió su desarrollo en cinco etapas, que son:

Mochica I: La cerámica es pequeña, de aspecto sólido, en algunos casos de forma lenticular; de


asas proporcionales y circulares con picos cortos y fuertes rebordes. Las formas comunes son:
vasos retratos, antropomorfos de cuerpo entero, zoomorfos, fitomorfos, cántaros sencillos con
asa de estribo. Colores crema y rojo, crema y ocre, rojo, crema y anaranjado; crema y negro.
Hay una influencia de la decoración negativa. Los motivos más comunes son los puntos
grandes, los círculos, rombos, cabezas de lagartijas estilizadas, triángulos con círculos
concéntricos, signos escalonados, bandas cuyos temas pictóricos en colores están delineadas
por incisiones.

Mochica II: El grosor de las paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia
en darle la misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y el pico
crecen proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma redondeada, el pico pierde el
reborde pronunciado, quedando tan solo un pequeño ribete. Existen vasos retratos,
antropomorfos de cuerpo entero, fitomorfos y zoomorfos. Predominan los colores crema y
rojo, crema y ocre, rojo y crema plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.

Mochica III: Se inicia el refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin
perder su solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente
pulida. Los hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La cerámica es
un poco más grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor capacidad. Las asas y los
picos se afinan notablemente, siendo las primeras elípticas y los picos pequeños,
acampanulados y con reborde casi imperceptible. Los ceramios son de líneas armónicas y
proporcionadas. Las esculturas antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La
escultura religiosa adquiere importancia.

Mochica IV: Los motivos escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor


complejidad. El artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos
comunes de su vida diaria, sino también las actividades de sus instituciones organizadas. El rico
acervo de su vida espiritual es sintetizado en las escenas pictóricas que cubren los numerosos
vasos de caracteres religiosos. Los vasos se alargan y también proporcionalmente el asa, que
ya no es chata sino, redonda o ligeramente angular. La mayoría de los picos son largos y rectos,
aunque hay algunos más angostos en la punta con bordes levemente afilados.

Mochica V: La cerámica de este período, por sus formas y decorado, constituye el «arte
barroco» de la cultura mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más
pequeño. El asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza troncocónica
con bordes afilados del interior hacia afuera. Las representaciones geométricas abundan. El
motivo escultórico pasa a segundo plano, desplazado por el arte pictórico. Las técnicas de
manufactura que mayormente conocieron fueron el moldeado y el estampado. Por el gran
dominio de la cerámica escultórica y pictográfica se le ha denominado, y con mucha justicia, el
Período de los Maestros Artesanos. Dada la calidad estética y temática de su innumerable
producción, se ha convertido en el mejor espejo de su vida cotidiana y espiritual.

Arquitectura

Maqueta de la Huaca de la Luna.

Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que
tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales recubrían de
murales en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les
agregaban colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una
especie de látex; decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su
cosmovisión.

En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra
adelante; esto se puede apreciar en todas las huacas.

En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche. La Huaca
del Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas:
los expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción.
A 500 m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta
destaca por sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro fiero de un dios,
posiblemente Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro administrativo, mientras
que la Huaca de la Luna era un centro religioso.

Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los
materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción de
las pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.

Pinturas murales

Muro decorado de la Huaca de la Luna.

En muchos edificios moches se han encontrado pinturas murales, de inspiración religiosa, ya


que representan a seres divinos o escenas relacionadas con ellos. Son de destacar dos lugares
donde se han encontrado bellos murales: la Huaca de la Luna y la Huaca Cao Viejo (o El Brujo).

Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5 colores (blanco, negro, rojo, azul y
amarillo), los cuales fueron obtenidos de minerales. Su mural más famoso es el que representa
a un personaje antropomorfo conocido como el “demonio de las cejas prominentes”, que se
ha identificado con la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador.

En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa una procesión de prisioneros
desnudos y unidos con una soga, sin duda condenados a muerte que caminan hacia el
“degollador”.

También existen murales en la Huaca de Pañamarca, con representaciones mitológicas


(caracol-felino) y escenas cotidianas (luchadores).

Metalurgia y orfebrería

Orejeras mochica de oro con incrustaciones de piedras preciosas.

Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre
y sus aleaciones. La aleación más característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre).
Doraron el cobre mucho antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el
laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas, atuendos,
emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.

Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles,
unidas con pequeñísimas grapas.
Escritura

Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), los mochicas
poseían un sistema de escritura a la cual llamó escritura pallariforme, y que consistiría en
grabar líneas, puntos, zigzags y otras figuras con diferente significado en los pallares pintados
en muchos vasos cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en algún
sistema original de transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.

Religión

El dios mochica Ai Apaec representado en un muro de la Huaca de la Luna.

Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común, siendo
el principal Ai Apaec, quien también era la principal deidad de los mochicas. Adoraron además
al sol y a la luna. También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos de
cangrejo, zorro, búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto), serpiente, águila, puma, jaguar,
lagartija, perros, sapos, venados, arañas, pulpos, monos, cóndores y iguana.

Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fue anterior a la cultura
mochica. Se puede apreciar el parecido en los colmillos y los rasgos felinos que se observan en
algunas de sus representaciones.

Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines rituales.

Sus dioses eran muy variados dependiendo el lugar donde este situado

Tumbas encontradas

El Señor de Sipán

Artículo principal: Señor de Sipán

Tumba del Señor de Sipán.

Sipán es una pequeña localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva
logró erradicar a los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a realizar excavaciones.

Es la primera tumba de un gobernador precolombino hallada intacta en el Perú. Data del siglo
III. Actualmente, los restos de este personaje se encuentran en el Museo Tumbas Reales de
Sipán, en Lambayeque. Se trata de un hombre de 1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se
lo halló al lado de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un niño y dos
guardianes) y animales (dos llamas y un perro). El cuerpo del personaje estaba cubierto de
numerosos ornamentos, armas y emblemas de oro, plata y cobre dorado. Se hallaron también
209 ceramios, muchos de los cuales contenían ofrendas. Meses después se hallaron dos
tumbas más: la de un sacerdote contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que,
por las armas, atuendos, ornamentos y emblemas, debió tener el mismo cargo del señor de
Sipán, y al que se bautizó como el “Viejo Señor de Sipán” (antepasado del Señor de Sipán en
tres generaciones).

Las sacerdotisas de San José de Moro

Dos tumbas de sacerdotisas fueron halladas en el complejo arqueológico San José de Moro, en
el distrito de Pacanga, provincia de Chepén. Una fue hallada en 1991 y otra en 1992.
Comparten una serie de rasgos comunes: se hallan acompañadas de otros cuerpos, así como
de individuos sacrificados en las entradas; así como contienen una profusión de objetos a
manera de ofrendas: vasijas cerámicas, mates (que estarían sin duda llenas de alimentos) y
adornos de metal.

La Dama de Cao

Artículo principal: Dama de Cao

Reproducción de la Dama de Cao.

El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue dado a conocer en 2006. Fue
hallada en la huaca Cao Viejo y data aproximadamente del 400 d. C., unos 150 años después
del apogeo del Señor de Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45
metros de altura y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli,
cuarzo y turquesa, narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba se encontraron
también cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de
poder y hegemonía, y diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón
natural. Se trata sin duda de los restos de una gobernante moche que rigió en el valle de
Chicama.

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