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Nicolás Garayalde

Zelig o no he leído El silenciero

Nicolás Garayalde
Profesor – Escritor
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Resumen

De la Escuela de Constanza al posestructuralismo, pasando por las teorías active-


reader del antitextualismo norteamericano, la manera de entender la lectura ha sufrido
diversas transformaciones dentro de las teorías literarias desde la década del ’60.
Buscaremos aquí enfrentar esta problemática desde el concepto de no-lectura que
tomamos y precisamos a partir del crítico francés Pierre Bayard. La no-lectura implica no
sólo un cuestionamiento a las formas convencionales de entender la lectura sino también
un nuevo modo de vincularnos con los libros a partir de un modelo específico.
Procuraremos aplicar aquí este modelo a la novela El silenciero de Antonio Di Benedetto.
Palabras clave: teorías literarias, no lectura, Pierre Bayard, El silenciero, Antonio Di Benedetto

Abstract
Since the 60´s literary theories have been under profound transformations relating
to the way we approach the act of reading; from the School of Constanza to the Post
structuralism, through to the theories of “active-reader” of the American antitextualism,
the question about “reading” gets different answers. We try to get a response to this
problematic from a “non-read” viewpoint, a concept we take from Pierre Bayard. The non-
read concept assumes not only a method of questioning the notion of conventional reading
but also a new way we can relate with books. I will try to develop this model with the non-
reading of a particular book; “El Silenciero” by Di Benedetto
Key words: literary theories, non- read, Pierre Bayard, El silenciero, Antonio Di Benedetto

El juramento leído. Su lectura se explicita allí donde


Juro, y que a mi madre se le
la escritura lo demuestra. Si alguien
caigan los brazos si miento, que no he
comenzara jurando una lectura sería de
leído El silenciero de Antonio Di
entrada sospechoso. Aquí, sin
Benedetto. El juramento es extraño.
embargo, juro no haber leído El
Sea cual sea el género en el que se
silenciero. Es decir, no sólo no afirmo
enmarque este escrito (ensayo,
explícitamente su lectura (obviedad
artículo, crítica, etc.) es común afirmar
que siempre se pasa por alto), no sólo
lo contrario. Quiero decir, demostrar lo
no escondo su no-lectura (fenómeno
contrario. Nadie juraría en un artículo
que a menudo se encuentra en la
crítico sobre cierto texto que lo ha
crítica) sino que afirmo a riesgo de no
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ser creído (por ello el juramento que placer: porque los métodos académicos
pone en peligro los brazos de mi de análisis suelen acortar la posibilidad
madre), la no lectura del libro. del desvarío (aquí reivindicado), del
libertinaje, del hedonismo
Y el juramento es doblemente antimetodológico, del escape
significativo. Por un lado, hago irrestricto en un movimiento de
evidente lo que nadie diría en un expulsión fuera del texto, en un arrojo
artículo, lo que lo deslegitima, aquello (para volver o perderse) en la semiosis
que tira por la borda toda su infinita de la literatura, las artes, la
credibilidad (¿cómo creer una lectura filosofía, los discursos triviales, los
que no ha sido tal?); por otro, me recuerdos, la autobiografía, la
ofrezco en un acto de honestidad, nostalgia.
afirmo lo ocultable, lo vergonzoso,
aquello que a menudo disfrazamos Es de esa no-lectura de la cual
fingiendo una lectura que no fue. quisiera hablar aquí y a través de la
Ambos aspectos se tornan cual quisiera entrometerme en la
comprensibles dentro del marco en el fantástica novela de Antonio Di
cual me aboco al estudio de la novela Benedetto. Novela que, por lo demás,
de Di Benedetto. La propuesta de un no he leído.
análisis desde la no-lectura exige no
llevarla a cabo. La concepción de tal La no lectura
noción que aquí trabajo me conduce a
cuestionar las condiciones que hacen Detengo la objeción: “¡eso es
posible el surgimiento de la vergüenza: charlatanería!”. El concepto de no-
la vergüenza de Zelig, personaje de lectura sorprende por su seriedad y
Woody Allen que sufre de un desorden productividad crítica, para aquellos
psicológico ante el temor de quedar aficionados al desarrollo de categorías
descubierta su no-lectura de Moby de análisis rentables. Pero ¿qué es la
Dick. no lectura?

¿Qué se juega en este Quisiera empezar por dos


juramento? Se juega la reflexión anécdotas relativamente
acerca de lo que significa leer, pero contemporáneas una de otra.
también acerca de lo que define a la
literatura. Se juega la radicalidad del La primera se sitúa fuera del
movimiento que va del romanticismo ámbito académico. Transcurre hace
(del autor) al posestructuralismo (al unos años, cuando un amigo me
lector). Se juega una novedad. Una comentó que había conseguido unos
nueva forma de abordar la literatura y audiolibros bastante bien editados de la
las cantidades desbordantes de Radio Nacional de España. El
posibilidades que se ofrecen ante este comentario iba acompañado de una
panorama. Se juega, por último, una invitación a escucharlos. Acepté
manera diferente de relacionarse con el gustoso y decidimos empezar por Viaje
libro: el abandono del fetiche, de la al centro de la Tierra de Julio Verne.
vergüenza, del rigor académico, de la Tanteada la grabación advertimos que
limitación al placer. De la limitación al sería posible seguirla con un libro en la
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mano, lo que nos condujo a hacernos profesora puso en escena. Más aún, mi
de un ejemplar cada uno y reunirnos mano se extendió con una hipocresía
un miércoles a la noche a realizar la soberbia luego de un prolegómeno de
actividad simultánea de escucha y años: mi fantasía secundaria de
lectura. Pero ni bien comenzada, intelectual, mis desatinos ególatras de
descubrimos que seguir la escucha con sobresaliente, me repulsiva vanidad de
el libro en la mano la tornaba más elevarme solo, mano firme y abierta,
pobre, utilizando tanta energía nuestra sobre las cabezas pasivas de los demás
percepción en la vista y perdiendo la alumnos. Pero el problema no estaba
sensación que los efectos de sonidos allí. El problema sobrevino cuando la
podían darnos. Decidimos por ello profesora dirigió su mirada hacia mí
dejar los libros (recuerdo haber ido al (imagino que mi cara de no lectura
día siguiente a cambiarlo por El debió haber sido evidente) y preguntó
entenado de Saer) y sentarnos en un pausadamente: “¿Cuál leíste?” No era
sillón simplemente a escuchar la difícil tantear un título. Conocía
narración. Nos tomó dos semanas de algunos. Dije, todavía tranquilo: “La
reuniones terminar la aventura del sangre derramada”. Pero entonces ella
profesor Lidenbrock. El último día, contraatacó: “¿Y de qué se trata?”.
extasiados ante los enigmáticos Miren, no podré decirles todavía si mi
sucesos que se relataban respuesta fue acertada o no (todavía no
vertiginosamente (aún recuerdo el he leído ese libro). Puedo decir que mi
espasmo que sentí cuando Axel estómago se golpeó contra sí mismo en
descubre a un hombre en aquellas un acto deliberado de castigo y mi voz
profundidades), mi amigo me preguntó comenzó a tartamudear como un disco
una vez terminada la escucha: “¿Vos rayado, balbuceando incongruencias,
decís que, si alguien nos pregunta, oraciones mal conjugadas y frases a
podemos decir que leímos Viaje al medio terminar. Por fin, mi pequeña
centro de la Tierra?”. cabeza recordó algo: en mi casa el
libro había estado en el comedor un
La segunda anécdota es tiempo (alguien de la familia lo leía) y
académica y se recubre de un hojeando un día había leído un párrafo
patetismo que afortunadamente logré donde hablaba de Erdosain (personaje
superar: la mentira de Zelig. Estaba yo para mí entonces desconocido) y luego
en primer año de la Licenciatura en comentaba algo de Los siete locos. No
Comunicación Social y la profesora de tardé en asociar la violencia que
Introducción a la Comunicación conocía de oídas de la novela de Arlt
preguntó en un curso pequeño si con el ensayo de Feinmann y dije casi
alguno de nosotros había leído algún para mí (tuve que repetirlo a pedido de
libro de J. P. Feinmann. No sé que la profesora) las palabras “Erdosain”,
estúpida idea me llevó a levantar la “literatura” y “violencia” no sé de qué
mano cuando apenas si conocía manera articuladas y en el paroxismo
algunos títulos de ese autor. Quiero de mi terror. “¿Pero qué violencia”?
decir, mi mano ganó espacio por increpó. Un torrente de alivio me vino.
encima de todas las demás cabezas De algún escondrijo de mi memoria
luego de un prolegómeno de elogios de saqué información suficiente para
los libros del filósofo argentino que la recordar que Feinmann hablaba de los
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montoneros, que la expresión “la partir de diversos mecanismos de no-


sangre derramada” estaba extraída de lectura (hojear, escuchar a un tercero
una mayor y que la violencia, por lo discurrir sobre el libro, leer artículos
tanto, era la violencia política de los críticos, etc.). Pero aún más, y aquí el
’70. Así, como un torrente de agua a verdadero sentido de porqué tomarnos
presión, las palabras me salieron de la el trabajo en reflexionar sobre esta no-
boca y la profesora se apartó lectura en el área de la crítica literaria
satisfecha. (bien podría guardarse el tema para
una sociología de la lectura), a veces
Las dos anécdotas, que en su es conveniente. Es probable que la
momento me produjeron una sonrisa y palabra no sea la adecuada en tanto
vergüenza respectivamente, me establece un sistema de jerarquía que
parecen ahora mucho más queremos aquí evitar. Pero tomemos
significativas. Muchos no tardarían en de ella el sentido de que una no-lectura
responder a mi amigo que sí ha leído la es capaz de ofrecer una rica
novela de Verne (supongo que habrá experiencia crítica desarrollando
quién tenga reservas). Después de todo nuevos sentidos, exprimiendo en toda
la ha escuchado palabra por palabra su intensidad la polifonía del texto.
sólo acompañada por algunos efectos Pero ¿qué texto? O tal vez la pregunta
sonoros. Pero casi nadie se atrevería a sería ¿sobre qué texto?
afirmar que yo he leído La sangre
derramada. La primera anécdota me Bayard plantea la existencia de tres
interesa para subrayar el absurdo al libros: por un lado, el libro – pantalla,
que nos lleva a menudo el carácter categoría que deriva de Freud,
sacro de la lectura. La preocupación de designaría el sustituto falaz del libro
mi amigo no es menor si se piensa qué interior, segunda tipo propuesto. El
condiciones han llevado a semejante libro interior refiere al “conjunto de
pensamiento. ¿Qué visión de lectura representaciones míticas, colectivas o
estamos desarrollando para que individuales, que se interponen entre el
alguien pueda enmarcarla en tan lector y todo relato escrito, y que
rigurosa forma? La segunda anécdota cincelan su lectura a sus espaldas”1. Se
me interesa para demostrar – junto a trata de un libro inconsciente, libro
Pierre Bayard – que es posible hablar imaginario qu actúa sobre la lectura,
de un libro que no se ha leído y que, objeto interno ideal, de lectura y de
aún más, a veces es conveniente. escritura, y por lo tanto inasible,
imposible. Por último, el libro –
Cómo hablar de los libros que no se fantasma, categoría articulada entre los
han leído límites de los dos anteriores, designa
aquel libro del cual hablamos con
Se trata de un título otros, “se encuentra en la encrucijada
provocador. Pero hay allí una de los diferentes libros – pantallas que
interesantísima propuesta de lectura. los lectores construyen a partir de sus
Podríamos resumir la propuesta en el libros interiores”2.
siguiente enunciado: es posible hablar
de libros que no se han leído en tanto Es momento de decir que la
es posible desarrollar una lectura a propuesta de Bayard no es de ninguna
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manera un método para desarrollar través de sus discursos periféricos)


lecturas académicas de libros. Entre lo ¿los sentidos se multiplican o
lúdico se esconde una teoría de la disminuyen? Puede que está pregunta
lectura que se acerca más a un modo no guste a más de uno. Permítanme
de relacionarnos con los libros, de quedarme con ella para qué podamos
acercarnos a ellos, que de un método advertir las posibilidades de la no –
propiamente dicho para abordarlos. lectura y el sentido de la palabra
Pero quisiera yo aquí hacer conveniente.
exactamente eso: trabajar con la no –
lectura como un método, del mismo El método que aquí propongo
modo que alguno de ustedes puede leer requiere del agregado de otro
El silenciero desde la hermenéutica concepto: el de ambigüedad. Bayard
(como Gaspar Pío del Corro ha hecho trabaja muy lateralmente sobre esta
con Zama) o desde el estructuralismo o idea, pero Umberto Eco nos da una
de cual perspectiva prefieran. Aquí, si mano al hablar de la obra “abierta”3.
se me permite, yo quisiera proponer la Pues es sobre la ambigüedad que se
no – lectura como una opción más de evidencia la apertura de una obra:
acercamiento académico al texto. Es sobre aquella se deposita la
decir, no me interesa sólo repensar el conveniencia de la no lectura y la
modo en que leemos, me interesa leer proliferación de la escucha. Los
El silenciero. elementos de la obra son tan
elementales que el lector trabaja con el
Volvemos entonces a la mismo mecanismo que describen los
pregunta: leer, pero ¿qué texto? Si gestálticos para la percepción a través
adoptamos los libros de Bayard de la ley de Pragnaz: desarrollar de la
estaremos leyendo un texto doble (la manera más completa y regulada la
dialéctica entre el texto – pantalla y el percepción. Bien visto, este fenómeno
texto – interior) cuyo resultado será el se advierte en toda lectura en el
texto – fantasma, que es siempre ordenamiento de un sistema caótico.
móvil. Por ello se abren aquí dos Allí donde unos pocos elementos me
opciones: un corte sincrónico que me exigen el esfuerzo y la activación
ofrezca las posibilidades dialógicas de (siempre de goce) en la que establezco
un aquí y ahora; un seguimiento nuevas combinaciones y donde me
diacrónico a partir de diferentes sumerjo en las posibilidades de
lecturas durante un tiempo relaciones paradigmáticas de sentido.
determinado que ponga en evidencia la Aquí, si la apertura de una obra puede
movilidad del texto. Ambas propuestas medirse en grados, una obra no sólo
son interesantes y compatibles: el define su apertura de manera
seguimiento diacrónico no es más que inherente: la lectura contribuye en la
una acumulación de lecturas apertura.
sincrónicas donde además obtenemos
un plus: la posibilidad de verificar no Junto a la ambigüedad transita
sólo el fluir de la lectura, la activación vecinamente la imaginación. Estos dos
de la relectura, sino además las conceptos definen completamente el
posibilidades del método: cuanto más complejo de fruición presente en la
nos acercamos al texto (acercamiento a recepción de una obra y en el proceso
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de estallido de sentido que emerge. La entrar a ese texto, de qué manera


imaginación se articula a la hablar de él? El método que propongo
ambigüedad en un afán de resolverla se advierte en la famosa escena
en un juego de proporciones proustiana de El camino de Swann
matemáticas exactas: cuanto más cuando el narrador nos relata el
presente se halla una de las dos, menos momento en que, al untar una
la otra, cuanto más ambigüedad menos magdalena en el té y llevársela a la
terreno para la imaginación y boca, siente algo extraordinario que
viceversa. Este fenómeno puede sucede dentro de él:
observarse por su similitud en la teoría
de la metáfora de Ricoeur: la “Un placer delicioso me
conjunción de elementos semánticos invadió, me aisló, sin noción de
conflictivos o ambiguos se resuelve en lo que lo causaba. (…) Pero,
la metáfora por la intervención de un mejor dicho, esa esencia no es
escape de resolución del conflicto que que estuviera en mí, es que era
yo mismo”.4
encuadra en un nuevo plano la
coherencia y armonía de los términos
La magdalena orienta hacia su
en conflicto. Para Ricoeur la
propio yo, de la misma manera que
imaginación se esconde detrás de la
cualquier libro (como la trivialidad de
metáfora en las posibilidades de
una magdalena sumergida en un té)
resolución del conflicto. Cuanto mayor
nos conduce a un acercamiento con
es la tensión entre los términos mayor
nuestro propio libro - interior (que
es el esfuerzo metafórico (e
también es nuestro yo mismo). El
imaginativo) y las posibilidades de
narrador continúa:
revelar una realidad otra.
“¿De dónde podría
Es en este sentido en que venirme aquella alegría tan
podemos hablar de una conveniencia fuerte? Me daba cuenta que iba
de la no-lectura: se trata de ver en lo unida al sabor del té y del bollo,
ambiguo (no por conflicto sino por pero le excedía en mucho (…).
precariedad cuantitativa de elementos) Bebo un segundo trago, que no
la posibilidad de merodear me dice más que el primero;
posibilidades de sentido mayores a luego un tercero, que ya me dice
través de la imaginación. Posibilidades un poco menos. Ya es hora de
que no lleven a una plurivocalidad en pararse, parece que la virtud del
la que hable tanto nuestro libro - brebaje va aminorándose. Ya se
ve claro que la verdad que yo
interior como el terreno de la semiosis busco no está en él, sino en mí”.5
infinita por el que el azar y nuestro
aquí y ahora nos lleve a transitar. Una El segundo trago le dice un
lectura nómade, imprevisible como un poco menos. La solución al problema
tiro de dados. está en detenerse en el primero y
rastrear luego a través de un proceso
El método: la magdalena en el té de asociación libre la verdad que ese
trago de té (como una suerte de
Pues bien, a El silenciero estímulo estético de la obra abierta) le
entonces. Pero ¿cómo? Es decir ¿cómo ofrece. Del mismo modo, el método
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sincrónico que aquí propongo consiste otros casos, como lo es El silenciero


en detener la lectura en su periferia para mí, una polifonía adviene. Es
(relatos de amigos, comentarios, título, evidente que tal experiencia no es sino
contratapa, etc.), en su grado más resultado de mis propias condiciones
intenso de ambigüedad. Si la hipótesis de no-lectura: mi pasado, mis otras
de conveniencia tiene un halo de lecturas, mis deseos, mis fantasías. El
verdad, el mayor acercamiento al libro silencio ha sido para mí, desde
actúa como cada nuevo sorbo de té: siempre, un objeto de seducción,
nos aleja del libro - interior, pero libro objeto de fascinación y terror
de la totalidad, libro de nosotros y simultáneamente: terror de la angustia,
libro de todo, recortando la terror y fascinación de la locura. Pero
ambigüedad, ordenando el caos en también objeto de deseo: deseo de
menos direcciones. Puede, por otro fuga, deseo de anulación del
lado, desarrollarse el método intolerable sinsentido del ruido
diacrónico y rastrear las lecturas constante, del imposible no cerrar los
propias de diversos momentos en un párpados que no tienen los oídos.
proceso gradual de acercamiento
(comentarios, artículos críticos, lectura Mi acercamiento a El
casual, hojeo, lectura final). Este silenciero se ofrece casualmente: la
mecanismo podría ofrecernos un diario escucha de un amigo mientras hablaba
de lectura donde resultaría muy yo del silencio. Tal escucha me reveló
interesante advertir las diferentes un título y una trama: un hombre no
interpretaciones y derivas que en los tolera el fluir continuo del sonido,
distintos modos y acercamientos se enloquece, incendia un salón de baile y
produce. es encarcelado pero no deja en su
encierro de escuchar el murmullo de lo
Procuraré aquí, en el poco acústico. En el momento en que esa
espacio del que dispongo ahora, información es recibida adviene a mí
mencionar algunas líneas en las que una experiencia de polifonía: mi
llevaría a cabo mi primer no-lectura de interpretación entabla una cadena de
El silenciero, la de mayor ambigüedad, asociaciones: “El mensaje se convierte
la más alejada del texto. - dice Eco a propósito de los
El método consiste en una intercambios comunicativos provistos
polifonía que adviene. Aquí el de ambigüedad - en la fuente de una
procedimiento revela una limitación: nueva cadena de comunicación”.6 De
sólo algunos textos son capaces de pronto, mi lectura se revela como una
someterse con resultados interesantes a asociación dentro de una cadena y de
la no-lectura para un lector receptor torno a fuente de mensajes: se
determinado. Todos los libros, en trata de un proceso de escritura. Y es
realidad, son susceptibles de no- allí mismo donde se revela la
lectura, pero no de igual manera para potencialidad de nuestra relación con
todos. La ambigüedad puede resultar la obra: el deseo de escritura, deseo de
en algunos libros un vacío semántico abandonar la lectura para escribir. El
que inmoviliza, revelando una método de no-lectura sustituye a la
esterilidad interpretativa que detiene: lectura por la escritura. En mi caso, mi
el terror al vacío semántico. Pero en deseo articula una escritura entre el
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estímulo estético producido por la poética de la obra abierta tiende a


trama de El silenciero y mis lecturas e promover en el intérprete actos de
inquietudes. Dos ejes trazo para leer libertad consciente”7 - es un miedo
aquella trama: el concepto bajtiniano infantil: miedo de locura y miedo de
de silencio como cercano al infierno; delito. La primera vez que mi amigo
mis lecturas de Quignard y Cage. Por lector de El silenciero me contó la
ser los libros el mundo en el que me trama entendí que el delito era un
acomodo con mayor soltura, la no- asesinato, no un incendio. La
lectura remite a otros: a un libro que revelación posterior me defraudó, o
no he podido identificar de Bajtín defraudó mi imaginación. Troncaba
donde a propósito de Thomas Mann más con mi conmoción (y mi fruición)
menciona la idea del silencio como ese aniquilamiento del otro, el otro que
infierno; El odio a la música de habla, el otro que no cesa de hacerse
Quignard. La idea de Bajtín es para mí escuchar. En El silenciero el delito se
imposible de afirmar como lectura transporta al delito de lo tecnológico:
verificada. Es decir, no he leído jamás lo que se destruye no es el otro que
esa idea en Bajtín, no he leído el libro habla, sino la técnica, la fuente de una
en el que se encuentra y, aún más, ni música. La locura se detiene allí, ante
siquiera sé cuál libro es ese: tengo sólo la técnica. El personaje parece
un comentario de clase de una confundir lo intolerable y la cárcel no
profesora y el sentimiento de recibir puede solucionar la causa de su locura.
una idea reveladora, pero Pero la locura se vincula también a la
contradictoria a mis propias esquizofrenía de un murmullo
sensaciones y concepciones. El incesante que no viene de ninguna
infierno bajtiniano es precisamente el parte: porque el sonido es lo inasible,
deseo ansiado, el deseo imposible del lo inidentificable, intangible,
héroe de El silenciero y del mismo inhusmeable, inalcanzable (Quignard);
Quignard, del mismo Cage: en pero también porque el sonido
Quignard, el imposible de unos oídos proviene desde el propio yo: no sólo
que no tienen párpados; en Cage, el del cuerpo (Cage en la cámara
imposible del fluir vibratorio de la anecoica) sino también del murmullo
sangre que anula la utopía dentro de del pensamiento: ha sido para mí el
una cámara anecoica; en El silenciero, sentido revelado con el murmullo
el imposible de una cárcel donde el surrealista, la de una escritura que no
sonido no cesa. El imposible como puede detenerse, a la que el autor debe
búsqueda que se revela aquí es decir ¡detente! (Blanchot), pero
emplazable en un nivel anterior al ¿cuándo?
imposible del libro-interior, articulable
siempre a un libro fantasma siempre La semiosis puede detenerse
móvil: suerte de deseo lacaniano. en cualquier momento, puede
reorientarse, reacomodarse en un acto
Pero automáticamente me de libertad consciente. Pero también el
detengo y buceo en otro detalle: la método ofrece la posibilidad de una
locura - el delito - el imposible. La lectura inconsciente donde la no-
trama me ofrece esa tríada cuyo lectura se besa con el psicoanálisis,
referente en mi asociación libre - “la donde el camino se conduce al propio
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libro interior. Mientras tanto,


deteniendo aquí, supongamos, como El nacimiento del lector se hará
un surrealista decide súbitamente a costa de la muerte de la obra.
detener la escritura automática, se me
revelan ya diversas líneas de búsqueda: _____________________
la tríada locura - delito - imposible, por NOTAS
un lado; la reflexión sobre el silencio 1
Bayard, P. Como hablar de los libros que no
como infierno, como deseo, como se han leído. 2008. Pág. 97.
ausencia de escritura, como utopía, por 2
Ibídem. Pág. 170
3
el otro. Eco, U. Obra abierta. 1992.
4
Proust, M. Por el camino de Swann. 2004.
Desde allí, la no-lectura nos Pág. 56.
5
Ibídem.
permite tanto bucear en distintas 6
Eco, U. Obra abierta. 1992. Pág. 165.
vertientes que el estímulo estético 7
Ibídem. Pág. 74.
despierta así como trabajar
psicoanalíticamente y en pos de una BIBLIOGRAFÍA
escritura. Bayard, P. ¿Cómo hablar de los libros que no
se han leído? Barcelona: Anagrama. 2008.
Pero también funcionar como Eco, U. Obra abierta. Buenos Aires: Planeta
un punto de anclaje para reflexionar Agostini. 1992.
Littau, K. Teorías de la lectura. Buenos Aires:
acerca de la lectura, del miedo, de la
Manantial. 2008.
vergüenza, de la pedagogía, de nuestro Proust, M. Por el camino de Swann en Obras
vínculo con los libros. completas. Tomo I. Barcelona: Aguilar. 2004.

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