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RESUMEN BREVE

Antes de comenzar el siglo XVIII destaca la figura de Christine de Pizan con la publicación
de su obra “La ciudad de las damas”, donde defiende la imagen del cuerpo femenino como
algo positivo, trata la violación y el acceso de las mujeres al conocimiento, rebatiendo los
argumentos misóginos que la sociedad de la época daba por válidos.

• Como Pizan, hubo más voces (algunas han llegado, otras no) que ponían en cuestión la
situación femenina. Pero son voces individuales, que no forman un colectivo más o menos
organizado.

• Hay que destacar que la Primera Ola del feminismo tiene lugar en el siglo XVIII, cuando
las mujeres y algunos hombres comenzaron a luchar colectivamente por los derechos
igualitarios de hombres y mujeres.

• Cuando en la Revolución Francesa y la Ilustración se hablaba de los tres principios de


libertad, igualdad y fraternidad, se destaca que en ningún momento se incorporaba aquí a
las mujeres, estos principios iban directamente relacionados con los hombres.

• François Poullain de la Barre defendió el acceso al conocimiento de las mujeres como


forma de superar las desigualdades de las que eran objeto.

• 1791 fue el año en el que Olympie de Gouges escribió la Declaración de los Derechos
de la Mujer y de la Ciudadana.

• La Vindicación de los derechos de la Mujer, de Mary Wollstonecraft estaba avalada por el


difuso sentimiento igualitarista que fluía en el conjunto social en el momento previo a la
Revolución y que la Ilustración había cultivado.

• La Segunda Ola del feminismo va a abarcar parte de dos siglos, segunda mitad del XIX y
el XX, hasta la Segunda Guerra Mundial. Supuso una gran prueba de la capacidad,
estrategia y paciencia de las feministas, consiguiendo por fin en este entonces su primera
victoria; el sufragio.

• En el siglo XIX, en Estados Unidos tuvo lugar la Declaración de Seneca Falls, además,
en este país contaron con especialistas muy representativas del feminismo, como fueron
Soujourner Truth, Elizabeth Cady Stanton, Susan B. Anthony y Lucy Stone.

• En el siglo XIX, en Inglaterra se van a destacar el feminismo moderado de Stuart Mil y


Harriet Taylor, además de destacar, en cuanto al sufragismo, la Unión nacional de
Sociedades de Sufragio Femenino y la Unión Social y Política de las Mujeres.

• En el siglo XIX, en Francia, se destaca el feminismo socialista de la mano de Flora Tristán.

• En el siglo XX tiene lugar el socialismo, el cual se relacionaba con el patriarcado. Las


figuras más representativas al respecto fueron Engels y Weber. En Alemania se dio el
socialismos y el feminismo de la mano de Clara Zetkin. Alexandra Kollontai, en Rusia, es
la figura representativa del feminismo y el comunismo.
• Con la Tercera Ola del feminismo se va a reivindicar un cambio de valores, donde la
justicia se va a encargar de legislar aspectos considerados hasta entonces como privados.
• El feminismo de los años setenta llevó a una serie de cambios en los valores y las formas
de vida que todavía se siguen produciendo.

• El feminismo radical es considerado como una corriente de pensamiento feminista que se


basa en que el origen de todas las desigualdades en las sociedades hasta ahora existentes
ha tenido un aspecto común: el patriarcado.

• Diferentes han sido las corrientes que se han desarrollado en busca de la identidad
femenina, como en Francia con el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir o Luce
Irigaray; o en Estados Unidos, con la representación de Betty Friedan, Kate Millet, Ann
Oakley, Germaine Greer y Judith Butler.

• Al respecto de las Mujeres en la Historia, destacar que han sido muchos los puntos de
vista y los análisis que se han hecho de su posición en la sociedad, como por ejemplo
Sheila Rowbotham y Anna Jonásdottir.

• Uno de los objetivos presentados por la perspectiva de género va a ser contribuir a la


construcción subjetiva y social de una nueva configuración a partir de la resignificación de
la historia, la sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y con las mujeres.

TEMA 1: QUÉ ES EL FEMINISMO. PRECEDENTES. FEMINISMO Y MODERNIDAD.

¿Qué es el feminismo?
Cuando hablamos de feminismo, hablamos de una tradición política que tienes tres
siglos a la espalda. Aunque está todavía lleno de novedad, el feminismo no es nuevo. Pero
se le ha ignorado, obliterado, silenciado. Hay demasiada argumentación, autoría, hitos
como para no atribuir tanta ignorancia o tanto silencio a una cierta saña. El feminismo es
“aquella tradición política de la Modernidad, igualitaria y democrática, que mantiene que
ningún individuo de la especie humana debe ser excluido de cualquier bien y de ningún
derecho a causa de su sexo”. El feminismo no es un discurso de la excelencia que
contribuya positivamente a la desigualdad entre los sexos exaltando las virtudes y
cualidades femeninas, sino un discurso de la igualdad.
Pero para poder llegar a plantear el feminismo, fue necesario que existiera un marco
determinado de pensamiento que posibilitara su nacimiento. “En algunas épocas se
pudieron poner en cuestión algunas de las consecuencias del dominio masculino, las más
onerosas, pero oponerse de modo concreto a la jerarquía en sí, declararla ilegítima,
preguntarse su porqué y su hasta cuándo, no fue posible hasta que a su vez no se produjo
el adecuado marco de ideas”.
Así, aunque previamente pudo haber quejas y reivindicaciones por parte de mujeres
o colectivos por la injusticia del amargo destino que el patriarcado tenía preparado para
las mujeres, como es el caso de Christine de Pizan o del movimiento de las Preciosas, no
podemos hablar técnicamente de feminismo hasta el fin de la Modernidad.
Feminismo y Modernidad
Durante el Antiguo Régimen hubo una jerarquía que presionaba fuertemente a la
mayor parte de la sociedad. La nobleza y el clero ostentaban todo el poder, obteniendo
privilegios a costa de un “tercer estado” o “pueblo llano” que soportaba todo el peso del
trabajo y los impuestos. Con el tiempo, el sistema entró en crisis y fue cogiendo mayor
fuerza la burguesía, lo que precipitó el paso a la Modernidad. En este contexto, surge un
movimiento cultural que más tarde sería denominado Renacimiento, cuyas ideas
humanistas determinan una nueva concepción del mundo y del ser humano reivindicando
ciertos aspectos de la cultura clásica grecolatina. Tras siglos de predominio de una
mentalidad rígida y dogmática propia de la Europa medieval, surgiría una nueva etapa de
la Historia en la que se propone que cada ciudadano se proponga metas en función de su
propia voluntad, de manera lógica y racional, dando sentido a su vida y negando un destino
impuesto por la tradición, la autoridad, o los lazos de sangre. Estamos hablando de la
Edad Moderna, momento en que la sociedad pasa del teocentrismo al antropocentrismo.
Y su mejor fruto fue la Ilustración.
Así, comienza un cambio de época que culminó en la Revolución Francesa (1789),
en el cual las mujeres, como colectivo oprimido, encontraron un argumentario con el que
poder liberarse de las cadenas que hasta entonces se les habían impuesto. En palabras
de Amelia Valcárcel: “El feminismo comienza cuando, dentro del escenario de ideas del
racionalismo, es capaz de articular su discurso”. El espíritu de libre examen y el apetito de
saber comenzaban a dar muestras de que efectivamente se estaba gestando ese hijo no
querido de la Ilustración. “Gracias” a los planteamientos igualitarios de filósofos como
Rousseau, las mujeres pudieron hacer suyo el cuestionamiento de la desigualdad entre
los sexos y la reclamación de iguales oportunidades para el acceso a la educación.

Precedentes
Como hemos visto, durante el siglo XVIII tuvieron lugar numerosos
cuestionamientos que dieron como resultado un nuevo marco de pensamiento en el que
se puede deducir que la libertad debe ser extendida a toda la ciudadanía, y no solo a los
hombres, inaugurando como polémica la igualdad de ingenio y trato para las mujeres con
autoras como Mary Wollstonecraft y su obra Vindicación de los derechos de la mujer
(1792), que abren oficialmente lo que más tarde sería considerada la Primera Ola del
Feminismo. Sin embargo, antes de la Ilustración nos encontramos con algunas obras y
movimientos precursores del feminismo, que fueron adelantados a su tiempo:
Christine de Pizan (1364-1430), considerada la primera mujer escritora profesional,
fue una filósofa, escritora y poeta humanista que destaca por su obra La ciudad de las
damas. En esta obra, combate las afirmaciones misóginas de Jean de Meun en Roman de
la Rose, proponiendo una ciudad alegórica en la que se alojan mujeres ilustres de la
Historia. Esta compilación de mujeres célebres es a su vez un argumentario contra la
misoginia. Así, esta obra comienza la querelle des femmes, nombre con el que se conoce
al debate literario y académico que tuvo lugar desde el siglo XIV al XVIII y que surge en
defensa de la capacidad intelectual de las mujeres.
Marie de Gournay (1565-1645) fue una escritora, filóloga, traductora, poeta y
filósofa francesa, reconocida por la Europa erudita del momento, que analizó la tradición
filosófica y el mundo en el que vivió, argumentando acerca de las causas de la desigualdad
y los mecanismos de desautorización femenina. Por obras como Égalité des hommes et
des femmes o Agravio de damas está considerada como una de las precursoras históricas
del feminismo. De Gournay no solo defiende los deseos, necesidades y expectativas de
una mujer que buscaba ser dueña de su propia vida, sino que, al igual que de Pizan,
elabora una argumentada defensa de la dignidad y de las capacidades intelectuales de
las mujeres.
Más adelante, en la primera mitad del siglo XVII surgió en Francia el Preciosismo,
un movimiento cultural de naturaleza barroca protagonizado por mujeres, que precede al Comentado [AMM1]: PRECIOSISMO
clasicismo francés y que es vinculado a una moda que responde a un deseo de elevación
y refinamiento en los modales, costumbres y gustos por una parte de la alta sociedad
parisina del momento. En palabras de Ana de Miguel, “los salones comenzaban su
andadura como espacio público capaz de generar nuevas normas y valores sociales”, y en
ellos las mujeres establecieron normativas en terrenos en los que las mujeres rara vez
habían decidido. Dos siglos después, las preciosas retomaron la labor de Pizan y
trasladaron la luz a sus salones, para discutir abiertamente sobre igualdad de géneros y
amor libre, cuestionar la irrefutable sacralidad del matrimonio y la autoridad marital, y poner
sobre la mesa temas de escándalo moral como el divorcio o el control de la natalidad. Así,
impusieron un nuevo estilo de amor neoplatónico en el que generaron que los hombres
debían comportarse a la altura que ellas exigían. Este empoderamiento femenino se debe
a que estas mujeres fueron hijas de apoderados y hasta de padres protestantes, lo que les
permitió ilustrarse de manera secreta.
Por último, es imprescindible mencionar al escritor, sacerdote (mas tarde convertido
al calvinismo) y filósofo cartesiano Paulain de la Barre, autor del considerado primer gran
precedente del feminismo ilustrado con su obra De la igualdad de los sexos (1673). Su
discurso no es el memorial de agravios, tampoco es un discurso de la excelencia. Es un
género de vindicación que se produce a partir del momento en el que las ideas del Barroco
y las de la filosofía cartesiana fundamentaron un concepto de igualdad válido contra el
Antiguo Régimen y los privilegios de sangre que, sin embargo, excluía a las mujeres. La
modernidad del pensamiento de Poullain de la Barre se enmarca en la corriente de
pensadores que batallaron contra los prejuicios que constreñían la libertad de los
individuos. Celia Amorós llega a considerar que este autor transmite un mensaje mucho
más acertado e innovador que el de muchos de los hombres ilustrados que un siglo
después mostraron apoyo a las reivindicaciones de las mujeres.

TEMA 2: FEMINISMO E ILUSTRACIÓN. LA PRIMERA OLA. LA POLÉMICA


FEMINISTA: CONTENIDOS Y AGENDA

El feminismo es aquella tradición política de la Modernidad, igualitaria y


democrática, que mantiene que ningún individuo de la especie humana debe ser excluido
por motivos de sexo/género.
Es, por lo tanto, una tradición política fuerte y que nunca se ha deslegitimizado. Sin
embargo, cuando a lo largo de la historia casi todas las jerarquías han sido cuestionadas,
la jerarquía existente entre varones y mujeres se ha mantenido y ha sido muy difícil de
impugnar. El feminismo como filosofía y práctica ha tenido tres grandes etapas:

- Feminismo ilustrado: con origen en el Barroco hasta la Revolución Francesa. -


Feminismo liberal-sufragista: desde el manifiesto de Seneca (1848) hasta el final de la
II Guerra Mundial.
- Feminismo contemporáneo: comenzó en el 68 y lo seguimos viviendo ahora.
Feminismo e Ilustración

El feminismo proviene de la Ilustración, pero arranca previamente de la filosofía


barroca europea (concretamente de un movimiento denominado Preciosismo). Es en el
Siglo de las Luces cuando toma su primer impulso gracias a inaugurar como polémica la
igualdad de ingenio y trato para las mujeres.
El origen ilustrado del feminismo consigue distinguir la tradición literaria europea que
se ha ido arrastrando desde la Baja Edad Media, en la cual nacen una serie de ideas
denominadas Amor Cortés. Surgen entonces dos tipos de literaturas:
- Discurso de la excelencia de las nobles mujeres: literatura en la cual se proporcionaban
modelos de autoestima y conducta de mujeres de las castas nobles, ofreciendo
modelos de feminidad que mantuviesen el grupo de poder masculino.
- Literatura misógina: tanto clerical como laical en la que se mostraban los defectos y
estupideces del sexo femenino.
Estos dos estilos de literatura compitieron de forma paralela en el tiempo, sin llegar a
un acuerdo (quizás tampoco lo pretendían), pero ninguno ponía en duda un marco común:
la autoridad masculina.

La primera ola: la polémica ilustrada

El feminismo es un pensamiento político de la ilustración, que surge como


corrección al primitivo democratismo. Esta primera ola dura más de un siglo, y su primer Comentado [AMM2]: 1 OLA
precedende es gracias a Poullain de la Barre (1673) cuando escribe De la igualdad de los
dos sexos, también gracias al primer clásico del feminismo en sentido estricto, Vindicación
de Mary Wollstonecraft (1792) escrita durante la Revolución Francesa.

En el texto de la obra escrita por Mary Wollstonecraft la sólida argumentación se


abre en diferentes direcciones: La defensa de la igualdad de la especie y como
consecuencia la igualdad entre los sexos, la lucha radical contra los prejuicios, la exigencia
de una educación igualitaria para niños y niñas, y la reclamación de una ciudadanía para
las mujeres.
El feminismo es un hijo no querido de la Ilustración, una Ilustración protagonizada,
entre otros, por Rousseau. Que defiende un democratismo excluyente (democracia viril),
argumentando políticamente contra un feminismo que ya tiene algún espacio discursivo
conquistado. Todas las mujeres, con independencia de su situación social o sus dotes
particulares, son privadas de la esfera de ciudadanía y libertad, las mujeres son un sexo
segundo y su educación debe garantizar que cumplan con su cometido, así decantaba
Rousseau la polémica feminista del XVIII.
En el marco de la Revolución Francesa, Wollstonecraft (cuya vida y obra esta ligada
a Rousseau por propia voluntad), pese a ser demócrata rousseauniana, no puede digerir
que el sexo excluya a la mitad de la población de este anhelo de razón y derechos. En el
cultivo de reivindicaciones de la Revolución, no solo se escribe Vindicación, sino un
“Cuadernos de quejas”, enviados por mujeres a la Asamblea, así como Declaración de los
derechos de la mujer y de la ciudadana, redactada por Olimpia de Gouges (1791) como
argumentación contra la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano, donde
se excluía a la mujer. Dos años más tarde fue guillotinada.
En la argumentación roussauniana se transformó el desigual trato al sexo femenino
basado en desfasadas argumentaciones mítico-religiosas, por argumentos de la moral y
basada en la naturaleza. La familia es la sociedad original y es jerárquica. Si las mujeres
no pertenecen al orden de lo político-público es porque pertenecen a lo doméstico-privado
(El Emilio de Rousseau). Las mujeres se encuentran desamparadas, ya que la sociedad
está dispuesta a asegurar la opresión femenina por el bien de la humanidad.
Las conquistas del feminismo ilustrado se basan en la puesta en el punto de mira el
orden establecido hasta el momento, cosa que no generó una buena acogida para quienes
deseaban mantener dicho sistema de dominación. Un sistema en el que se perpetuaba
para las mujeres la minoría de edad, en la que no eran dueñas de sí mismas (por lo que
no existía la libertad) y no tenían derecho alguno, además contaban con un nuevo derecho
penal que forjaba delitos específicos para las mujeres como el adulterio o el aborto. Las
mujeres quedaron excluidas formalmente de los tramos educativos medios y superiores,
siendo esta la llave para acceder a los ejercicios profesionales. Por ello, sin capacidad de
ciudadanía, fuera del ámbito de los derechos y bienes liberales, el obtenerlos, conseguir
el voto y la entrada en las instituciones de alta educación, se convirtió en el objeto del
sufragismo.
En esta primera ola, se cerró con avances de agenda que pueden parecer tímidos,
pero no nulos, logrando lo principal: la variación del marco conceptual que hizo posible
proseguir la argumentación.
TEMA 3: SEGUNDA OLA: EL FEMINISMO: EL FEMINISMO LIBERAL SUFRAGISTA
(1848-1948) • El Manifiesto de Séneca Falls y el Feminismo Liberal: John Stuart Mill y Harriet
Taylor Mill
El siglo XIX fue consolidando el modelo sociopolítico liberal pese a los intentos de
restauranción del orden antiguo debido a la alteración producida por el napoleanismo y la
incipiente sociedad industrial. La teoría política en la que se fundó el primer liberalismo
resultó del concepto de estado rousseauniano (separación de esferas pública y privada,
familia y estado) y la teoría estatal de Benjamin Constant. Tras la Revolución Francesa,
bajo la influencia de Napoleón en Europa, se realizaron las codificaciones que se conocen
como napoleónicas que pusieron las bases a todo el derecho contemporáneo. Se declaran
los derechos individuales, se introduce dentro del derecho a Cesare Beccaria, lo que
supone un cambio completo del derecho penal, Beccaría partía de la llamada teoría
contractualista, por el cual la sociedad se funda sobre un contrato que tiene como objetivo
salvaguardar los derechos de los individuos, garantizando el orden. Sin embargo, el
Código Civil, desde el punto de vista de los derechos y libertades de las mujeres, se
anquilosa. Las mujeres son declaradas menores de edad y quedan a disposición de sus
padres, tutores o maridos, sin capacidad económica ni jurídica. El Código penal introduce
delitos específicos para ellas como el aborto y el adulterio. Ni siquiera la patria potestad
sobre sus hijos. Se afianza la minoría de edad perpetua denunciada por Poulain de la
Barre...
El primer liberalismo concibe al ciudadano como un <<pater familias>> y utiliza las
ideas de contrato social y voluntad general. La familia es la garantía del orden y en ella la
separación de los sexos y sus funciones son el fundamento último de la eticidad. Las
conceptualizaciones de Rousseau acerca de lo que varones y mujeres tenían derecho a
esperar de la politica, dictaminaban que existía el territorio político intelectual para los
varones y el natural para las mujeres. Esta división había sido dictada por la filosofía
vinculada a la misoginia. Al quedar los argumentos religiosos desfundamentados la filosofía
dio nuevas respuestas que seguían excluyendo a las mujeres de forma argumentada.
Surgen las voces discordantes del primer feminismo: Wollstonecraft, Gouges, Condorcet).
Contra ellas se construyó el monumental edificio de la misoginia romántica: toda una
manera de pensar el mundo cuyo único referente es la contextualización rousseaniana y
que tuvo como fin reargumentar la exclusión. Los filósofos que teorizaron por qué las
mujeres debían estar excluidas fueron Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche.
Hegel fue el primero en abordar la reconceptualización de los sexos.. Filósofo oscuro, de
terminología complicada. En la Fenomenología del Espíritu explica que los sexos son
realidades del mundo de la vida, del mundo natural pero que en la especie humana cada
uno tiene un destino distinto. Las mujeres, la familia, los varones, el estado. Para ellos un
destino público, privado para ellas. Schopenhauer, al contrario de Hegel, se expresa con
enorme fluidez y con una terminología sencilla, por ello fue muy influyente. Su misoginia
forma parte esencial de su pensamiento y no se esconde. Sobre las teorías rousseaniana
y hegélica añadió que no solo el sexo masculino encarna el espíritu mientras que la
naturaleza es el sexo femenino, sino que además la continuidad en la naturaleza es la
característica fundamental de la naturaleza. Lo femenino es una estrategia de la naturaleza
para perpetuarse. Schopenhauer decanta la misoginia popular y sus tópicos y la dota de
una apariencia imponente y respetable. Afirma que la naturaleza quiere que las mujeres
busquen constantemente a un varón que cargue legalmente con ellas. La misoginia
romántica se utilizó contra la segunda gran ola del feminismo, el sufragismo.
1948 es un año de gran significado para el liberalismo, el socialismo y el feminismo,
en este año tiene lugar una de las revoluciones burguesas, aparece el “manifiesto
comunista” de Marx y Engels, y un grupo de mujeres americanas dirigidas por Lucretia
Mott y Elizabeth Candy Staton firman “la declaración de Seneca Falls”.
En el año 1848, “Año de los Manifiestos”, el feminismo comparecía con su propio
discurso y agenda. 70 mujeres y 30 varones que habían formado parte del movimiento
que intentaba abolir la esclavitud a uno y a otro lado del Atlántico, se reunieron en el Hall
de Séneca y firmaron la “Declaración de Sentimientos”. Consta de 12 decisiones e
incluye dos grandes apartados : las exigencias para alcanzar la ciudadanía civil para las
mujeres y los principios que deben modificar las costumbres y la moral. Esta Declaración
es el manifiesto de la segunda ola del feminismo. En ella se van enumerando todas las
trabas que el derecho civil pone a la libertad de las mujeres y a su ciudadanía y se afirma
que todas ellas deben ser abolidas , también las penales, que no son proporcionales ni
justas ni equitativas. Cada artículo fue votado por las personas presentes e iban saliendo
adelante por abrumadora mayoría, excepto uno que estuvo a punto de ser rechazado por
no obtener un apoyo unánime: el sagrado derecho de voto para las mujeres. La autoría
del manifiesto es obra de las grandes feministas norteamericanas que respaldan el texto
escrito por Elizabeth Cady Stanton, muchas son cristianas, bastantes cristianas cuáqueras.
La mayor parte han trabajado en el abolicionismo. Escriben que lo que padecen las
mujeres es esclavitud, una forma de sujeción similar. Más antigua y más aceptada pero,
en esencia, lo mismo.
E. Cady y L. Mott comandaron la Declaración de Séneca Falls que abrió el
movimiento sufragista. Más tarde serían editoras y compiladoras de un texto clásico del
sufragismo, La Biblia de la Mujer. Fue el sufragismo un movimiento de agitación
internacional, con dos objetivos concretos: el derecho al voto y los derechos educativos. Y
consiguió ambos en un periodo de 80 años. Estos derechos marcharon a la par
apoyándose mutuamente. Los derechos educativos fueron el pilar sobre el que se
asentaron los derechos civiles y los derechos políticos (que las españolas conseguimos
en 1931 gracias a Clara Campoamor), argumentándolos, por descontado, dentro del
orden. En un primer momento algunas mujeres se aseguraron la enseñanza primaria
reglada. La razón aducida fue que para ejercer adecuadamente sus funciones de esposa
y madre en el ámbito doméstico eran necesarios los conocimientos de lectura, escritura y
cálculo. Se crearon las escuelas primarias para las niñas. Poco después reclamaron la
entrada en los tramos medios de enseñanza. De nuevo la razón fue que pudieran subsistir
ejerciendo una profesión digna en caso de no poder contraer matrimonio y tener hijos, por
causas imprevistas como la orfandad, o la falta de recursos para pagar una dote. Se
crearon las escuelas de institutrices primero, y, de enfermeras, después. La educación
superior tuvieron que argumentarla dentro de “la excepción”. Tuvieron que luchar primero
por el acceso, luego por los títulos y finalmente por las colegiaciones. Sin embargo el libre
ejercicio de cualquier profesión que exija un título no llegó hasta bien terminada la
Segunda Guerra. Harriet Taylor y su marido John Stuart Mill pusieron las bases de la
teoría política del sufragismo. El sufragismo innovó las formas de agitación e inventó la
lucha pacífica.
La Segunda ola del feminismo, el sufragismo, finaliza en 1948 por dos motivos. El primero
el final de la Segunda Guerra y el segundo la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. La Declaración fue una Declaración feminista, realizada por la gran feminista,
Eleanor Roosvelt. En ese año casi todos los países que habían sido contendientes
aprobaron el voto y enmendaron los derechos civiles. El feminismo comenzó a ser un
movimiento global. Fue además internacional e internacionalista. A la Internacional
Socialista de Mujeres le debemos la conmemoración del 8 de marzo. En 1910 en una
reunión en Copenhague, a propuesta de la política alemana Clara Zetkin acordaron no
diferir en la demanda del voto. No seguir manteniendo que primero iba la revolución y luego
el sufragio, sino que éste iría como primer punto de la agenda. Se unificó, de este modo,
la agenda del feminismo liberal con la del feminismo socialista. Y este movimiento remató
con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las únicas armas del feminismo
han sido la voluntad decidida y la palabra.

La Segunda Ola

A las reivindicaciones feministas de la primera ola, originadas ante las revoluciones ilustradas y su
defensa de la igualdad solo para los hombres, le sigue una dura represión -encarcelamiento,
prohibición de reunión-. A principios del 1800 se extiende por Europa El Código Napoleónico, que
priva a las mujeres de todo derecho civil y las somete a las órdenes del hombre. No obstante, a
pesar de esta aparente derrota, el cambio de conciencia ha comenzado y no retrocede; los
postulados universalistas acerca de la igualdad confieren el marco teórico-político propicio para que
el feminismo se articule. Así pues, este primer movimiento, de corte más intelectual, se encadenará
a lo que se conocerá como sufragismo, que pone el foco en la acción social. Nos situamos en la
segunda ola del feminismo, que abarca aproximadamente desde la Declaración de Séneca Falls
(1848) al fin de la Segunda Guerra Mundial. Este movimiento comienza en los dos países
anglosajones, pero se extiende rápidamente al resto de países, motivo por el cual se ha
caracterizado como internacional.
Frente a la misoginia romántica como movimiento filosófico reaccionario a las reivindicaciones
feministas, y que trata de justificar la inferioridad de la mujer desde un discurso no religioso acorde
con la nueva era ilustrada, el contexto político del segundo liberalismo y el feminismo liberal de J.
S. Mill y H. Taylor se presenta como el cuerpo teórico que respalda esta segunda ola Así, ante
argumentos como los de Hegel, que defiende que el destino de los sexos -privado o público- es lo
que garantiza el bien de la comunidad, o los de Schopenhauer, que nos presenta a la hembra como
un “ser humano aparente”, pues para él es solo una estrategia de la naturaleza para reproducirse,
Mill y Taylor se centrarán en desarticular estas teorías. Por un lado, en contra de las ideas de la
diferente naturaleza y complementariedad de los sexos, se plantea que el carácter femenino que
se conoce es fruto de la socialización que han recibido y, por tanto, artificial. Se hablará también de
la universalidad de la conducta humana, por la que ambos sexos encontrarán la felicidad en la
autonomía, y no solo el hombre. Otro de los argumentos que se plantean es sobre el beneficio para
toda la comunidad de la emancipación de las mujeres. A nivel moral, la igualdad ayuda al desarrollo
de una auténtica democracia, donde el ciudadano sea cada vez más solidario y menos egoísta. A
nivel práctico, la igualdad supondría duplicar las facultades utilizables, generando mayor progreso.
Finalmente, la igualdad plantea también una nueva visión del amor por la que se ha de mantener
relación con alguien que, al no ser inferior, no nos suponga un empequeñecimiento moral o
intelectual. Mill, en el parlamento británico, será un constante defensor del voto femenino y, pese a
fracasar en numerosas ocasiones y estar sometido a la constante burla, deja abierto, de forma
definitiva, el debate sobre la emancipación de la mujer.
Uno de los hitos que se consideran el detonante de esta segunda ola es la convención organizada
por Lucrecia Mott y Elisabeth Cady en 1848 en pro de los derechos de la mujer. En EEUU, las
mujeres participaban en del movimiento abolicionista, pero encuentran trabas a su participación en
él -entre otras discriminaciones- por motivo de su sexo. Es así como estas dos mujeres deciden
organizar su lucha en favor de los derechos de la mujer. En esta convención se leerá el primer
manifiesto por los derechos de la mujer de EEUU, la Declaración de Sentimientos. Más de 300
participantes asisten a este evento, y este manifiesto consigue las firmas de 70 mujeres y 30
varones. En él se exigen derechos civiles -educación, propiedad, divorcio y custodia, acceso a
profesiones e igualdad de salario, voto- y se critican las costumbres y la doble moral religiosa. A
partir de este momento, y pese a las burlas y rechazo que genera este movimiento, se comprende
la necesidad de la lucha feminista como herramienta de cambio, ya que las instituciones no
garantizan estos derechos. Comienzan las décadas de convenciones, manifestaciones, marchas y
protestas que se extienden de Norteamérica a Europa y al resto del mundo, a las que debemos las
formas de manifestación ciudadanas comunes hoy en día.
La agenda de esta segunda ola se centrará en conseguir la educación y el voto. Con el argumento
conforme al canon doméstico, esto es, ser una buena ama de casa, madre y esposa, las mujeres
consiguen acceder a la enseñanza primaria. Más tarde, exigiendo un mecanismo de subsistencia
para aquellas que no pudieran cumplir con sus destinos como madres/esposas, se consigue el
acceso a profesiones donde se extienda la supuesta virtud femenina del cuidado a la sociedad. Se
crean escuelas de institutrices -más tarde maestras- y de enfermería, profesiones que, hoy, siguen
estando fuertemente feminizadas. El paso a la educación superior se da mediante la dinámica de
excepciones, por la cual se considera que hay mujeres que representan casos excepcionales -
confirmando esto la regla para el resto de ellas-. La conquista de este dominio, no obstante, será
también limitada, pues muchas veces no se las dejó obtener el título, colegiarse, o ejercer. La otra
cara de esta situación fue que muchas de ellas, ante la imposibilidad de ejercer su profesión,
deciden dedicarse a la investigación y acaban siendo galardonadas con el Premio Nobel. La lucha
por el voto va en paralelo a los avances en educación; cuando se consigue el sufragio universal
masculino es imposible invisibilizar el contraste entre sexos: mujeres de clase alta y más formadas
que algunos hombres siguen sin poder acceder al voto. Será el esfuerzo bélico realizado por las
mujeres para mantener la economía mientras los hombres se encuentran en la guerra lo que
propiciará que, al finalizar la guerra, todos los países que no fueran dictaduras reconocieran el
derecho al voto femenino. En este contexto se redacta la Declaración de los Derechos Humanos,
considerada como una declaración feminista por la supervisión e influencia de Eleanor Roosevelt,
quien fuera primera dama de los EEUU y estuviera implicada activamente en la lucha feminista.
No hay que olvidar que el movimiento sufragista representa un movimiento de mujeres blancas
burguesas, por lo que, a la vez que se desarrolla, empiezan a surgir otros movimientos dentro del
feminismo que nos hablan de las distintas realidades de la mujer. Sojourner Ruth será una esclava
negra que habla por primera vez de la doble exclusión por negra y por mujer. Flora Tristán se
centrará en las mujeres obreras, definiéndolas como “las proletarias del proletariado”, y será una
de las precursoras del feminismo socialista. Clara Zetkin, en Alemania, articulará estas diferencias
proponiendo que los intereses de las mujeres no son homogéneos, y que se definen según su
pertenencia a diferentes clases sociales. En Rusia, Alejandra Kollontai contradecirá los postulados
marxistas afirmando que no basta la abolición de la propiedad privada y la incorporación de la mujer
al trabajo para conseguir la igualdad, sino que es necesaria una transformación moral, sexual y
psíquica -La Nueva Mujer-. Así, la segunda ola finaliza con nuevos derechos civiles para la mujer y
con un debate, aún abierto, sobre el paso de un único feminismo a la concepción plural del mismo.
TEMA 4: HUMANISMO ILUSTRADO-LIBERAL EN LA EMANCIPACIÓN DE LAS
MUJERES. FEMINISMO Y CIUDADANÍA

El feminismo es una tradición política y filosófica de la modernidad que defiende que


ningún ser humano puede sufrir merma de ningún tipo por el hecho de haber nacido varón
o mujer. El feminismo es, por tanto, un humanismo.

El primer feminismo fue un justo levantamiento contra un planteamiento de ciudadanía


excluyente y una corrección a un democratismo que excluía a las mujeres. Esta primera
ola se puede considerar iniciada por la obra de Poullain de la Barre (discípulo de
Descartes) De la igualdad de los dos sexos en 1673, obra que supuso el surgimiento del
feminismo ilustrado situado en el contexto de un florecimiento de otras teorías críticas de
la modernidad.

Gracias a este primer feminismo las ideas barrocas se tornan vida vivida iniciando en
occidente un proceso que derivará en cambios radicales en el horizonte político y moral,
cambios que se suceden en torno a dos grandes ideas: la libertad y la igualdad. Este inicial
movimiento feminista constituye ya, por tanto, una teoría de la justicia social y trae consigo
una agenda de logros sociales a conseguir: el acceso a una cierta educación formal y la
libertad (de las mujeres) para casarse por voluntad.

Esta agenda, aunque escueta, será fundamental porque dará paso a las vindicaciones
recogidas tanto en la obra de Mary Wollstonecraft Vindicación de los derechos de la mujer
en 1791 como en la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana de Olympe
de Gouges un año después. Esas vindicaciones se hacen posibles gracias a la existencia Comentado [AMM3]: Mary Wollstonecraft
previa de un corpus de ideas filosóficas, políticas y morales de vocación universalista, esto
es, aplicables a toda la humanidad.

Mientras la Vindicación de Mary Wollstonecraft supuso una reivindicación moral de la


individualidad de las mujeres y de su capacidad de decisión sobre su propio destino, la
Declaración de Gouges reclama derechos políticos y cívicos concretos. Wollstonecraft
toma los conceptos barrocos de individuo y autonomía como bases para la libertad en
sentido de ciudadanía mientras Gouges vindica derechos específicos que permitan a las
mujeres ejercer esa autonomía y libertad como ciudadanas de pleno derecho. Ambas
defienden las potencialidades emancipatorias de la ilustración que les eran negadas a las
mujeres y culminan el proceso inicial por el que la primera ola feminista conceptualizará a
las mujeres como sujetos racionales y como sujetos políticos dignos de habitar la
ciudadanía naciente en aquel periodo histórico.

En las primeras democracias modernas las leyes consagraban la minoría de edad


perpetua para las mujeres de manera que éstas quedaban fuera del ámbito de los
derechos y bienes liberales. El primer liberalismo moderno, el de John Locke o Jean
Jacques Rousseau, equiparaba ciudadano con varón y libertad con libertad masculina con
lo que legitimaba y blindaba políticamente la tradicional escisión entre la esfera privada y
la esfera pública y relegaba a las mujeres al ámbito de lo privado perpetuando lo público
como privilegio masculino. Las mujeres eran consideradas la masa pre-cívica que
reproduce, dentro del estado, el orden natural. No debían ser ciudadanas sino madres y
esposas porque así se consideraba óptimo para el orden social.
En la segunda ola del feminismo, un liberalismo feminista se abriría paso través de figuras
como John Stuart Mill y Harriet Taylor que escribieron profusamente en defensa de la Comentado [AMM4]: 2 ola del Feminismo
equidad social alcanzable mediante educación y sufragio femenino como garantía de una
ciudadanía no patriarcal sino universal.

Ya en el siglo XX, conseguidos los objetivos del sufragismo en muchas democracias


occidentales, el proceso civilizatorio feminista continuó su desarrollo incidiendo en
aquellos aspectos de la vida de las mujeres que todavía de facto las mantenían en el
ámbito de lo natural-doméstico privado. La agenda feminista se concentró en los derechos
sexuales y reproductivos y en la paridad como objetivos para una ciudadanía todavía no
plenamente alcanzada.

Desde ese momento y hasta la actualidad, el logro de la libertad ha seguido en proceso


en cuanto no se ha salvado aun el salto entre oportunidades y logros efectivos en gran
parte de los ámbitos de nuestras sociedades: el ámbito público, el científico o del
conocimiento, el entramado económico-empresarial, el conglomerado cultural-artístico-
creativo, los medios de comunicación y tantos otros.

En todas las épocas históricas el feminismo se caracteriza por cuatro grandes elementos
que lo han conformado: un conjunto teórico explicativo (bases del movimiento), una
agenda de objetivos a lograr, una vanguardia de gente comprometida y una poblacion
desconectada del feminismo pero participante del cambio social. El conjunto teórico, son
las bases en las que se basa el movimiento feminista para la confección de la agenda de
logros a perseguir y el activismo de la vanguardia de gente comprometida luchando para
revertir las tradiciones que han impedido la emancipación de las mujeres. Junto a estos
elementos hay todo un conjunto lateral de gente y acciones en las que se va reflejando el
cambio social (acciones deseadas y no deseadas) y muy a menudo también las
resistencias a éste.

Puesto que la agenda feminista continúa abierta por diferentes páginas en diferentes
lugares del planeta, el movimiento feminista sigue siendo un movimiento mundial e
irreversible de innovación social y moral. Además de conseguir plenos derechos y su
efectivo ejercicio, deberá dar paso a pensar un mundo según criterios feministas, basado
en una justicia universal que se nutra de los aprendizajes del feminismo y, por tanto, de
una idea humanitaria global.

TEMA 5: EL SUFRAGISMO. CLAVES TEÓRICAS, CONTENIDOS Y AGENDA. 2 OLA

El sufragismo es como se conoce la gran segunda ola del feminismo y abarca desde
el manifiesto de Seneca Falls de 1848 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial y la
Declaración de los Derechos Humanos de 1948, en la que casi todos los países que
habían sido contendientes aprobaron el voto y enmendaron los derechos civiles. 100 años,
con un resultado fantástico, una agenda dirigida a la consecución de los derechos
educativos, los derechos civiles y los derechos políticos, casi completada. Todos los
derechos educativos, incluida la educación superior, aunque no el ejercicio de algunas
profesiones, las magistraturas, el clero, que alguna puerta sigue cerrada todavía. La
consecución de los derechos políticos (el voto). La entrada a pie firme en el sistema de los
derechos civiles. Su entramado teórico fue la sólida doctrina del liberalismo individualista
milleano –Stuart Mill y Harriet Taylor fueron el principal aporte del constructo teórico-
político que tenía detrás. Comentado [AMM5]: 1 Según Nuria Varela en
La segunda ola fue además internacional y se define como internacionalista. Intenta Feminismo para principiantes, argumentando racional y
emocionalmente que la mujer es un individuo libre,
dotarse de programas, demandas y estructuras organizativas. Aprovecha las exposiciones defendiendo una reforma en la ley de matrimonio,
universales y las convenciones políticas. Las sufragistas se daban cita en las reuniones divorcio y la necesidad de una educación que
internacionales políticas y en las Exposiciones Universales. Aprovechaban cada evento permitiera la independencia económica de la mujer,
acabar con la desigualdad.
para encontrarse e intercambiar agenda y estrategias. Estaban también en las
Internacionales Socialistas, donde se gesta y funda su propio feminismo socialista. En
1910, en una reunión decisiva en Copenhague, a propuesta de Clara Zetkin acordaron no
diferir en lo sucesivo la demanda del voto. Dejaron de mantener que primero iba la
revolución y luego el sufragio. Bien al contrario, tomaron el 8 de marzo para recordar a
toda la Internacional Socialista que las mujeres socialistas pondrían delante el sufragio
como primer punto de la agenda. Gracias a esta importante decisión se unificó la agenda
del feminismo liberal con la del feminismo socialista. Un único movimiento estuvo presto
para actuar.
El movimiento fue mucho más amplio que antes: hubo un movimiento feminista en
todas las naciones de Occidente, a uno y otro lado del Atlántico. E incluso en naciones
que no eran occidentales, por ejemplo, Egipto, Turquía, Túnez, China y Japón. El
feminismo comenzó a ser un movimiento global.

LOS DERECHOS EDUCATIVOS

Las mujeres eran declaradas como menores de edad, a disposición de sus maridos,
padres o tutores, sin capacidad económica o jurídica, ni la patria potestad sobre sus hijos
y con delitos propios como el aborto o el adulterio (todo ello establecido así por el Código
Civil de corte napoleónico, también en España), justificado porque eran madres y estaban
dotadas de una especial sensibilidad. Lo femenino era esencia. Para mantener esa
sensibilidad es adecuado ser semi-analfabeta y no tener presencia pública o visibilidad.
La minoría de edad perpetua denunciada por Poulain de la Barre. El mejor destino de una
mujer era casarse, fundar una familia, tener hijos, cuidarlos y a su marido.
La justificación de la consecución de los derechos educativos recae dentro del orden
prevalente, de la domesticidad existente. Por un lado, a golpe de utilitarismo elemental:
saber leer para llevar la casa y aritmética para hacer las cuentas. Por otro lado, alegando
que algunas mujeres no podrían casarse y sería mejor que tuvieran recursos para evitar
caer en la pobreza, la dependencia de parientes o que cayeran en el vicio para subsistir.
Al principio las mujeres reivindicaron escuelas elementales para formarse como
institutrices.
Conseguido ese primer escalón de la formación elemental, argumentaron que
podrían ser formadas como profesoras de primaria y extender sus papeles de madres
como maestras, alcanzadndo así el segundo escalón educativo: Las escuelas de
maestras. También pidieron la formación profesional como enfermeras, dado que
compasión y cuidado eran predisposiciones femeninas. Estas profesiones, a día de hoy
profesiones feminizadas, se les abrieron a causa de su pretendidas sensibilidad y
capacidad innata de abnegación, al estar relacionadas con niños, ancianos y enfermos
(institutrices, maestras, enfermeras, auxiliares), profesiones además mal pagadas y no
queridas por los hombres.
A partir de 1880 algunas universidades europeas, pocas, comenzaron a admitir mujeres
en las aulas, en muchos casos con restricciones respecto a los títulos y con la renuncia
expresa de la alumna a ejercer la profesión para la que le habilitaban los estudios (ej.
Concepción Arenal, primera mujer formada en Derecho en España, aunque sin derecho
a título ni a ejercer la profesión). Muchas de las primeras licenciadas se vieron abocadas
así a la investigación. La idea que lo permitió fue la “excepcionalidad”. Bajo esta dinámica
de excepciones algunas mujeres consiguieron abrirse paso en el seno de la cultura formal.
Como Lou Andreas Salome o Marie Curie. La obtención de títulos se fue generalizando,
lo que no significaba que pudieran optar a los ejercicios profesionales.

LA DERECHOS POLÍTICOS

El sufragismo hizo correlatar los méritos educativos con los votos. Las nuevas
habilidades y saberes de las mujeres probaban su derecho a la ciudadanía plena y la
injusticia de la merma de los derechos civiles y políticos. El espinoso camino educativo se
conectaba directamente con el de los derechos políticos. A medida que avanzaban las
mujeres en la educación se hacía más difícil negarles el voto. El movimiento sufragista
aprovechó esa tensión. En la segunda mitad del XIX multiplicaron sus convenciones,
reuniones, actos públicos y manifestaciones. Los derechos políticos se fueron
consiguiendo país por país en un lapso de 70 años. Se comenzó por poder votar en
elecciones a consejos municipales, poder votar en órganos variados de escaso nivel. Sin
embargo, poder votar a los parlamentos fue más difícil.
El esfuerzo bélico no fue ajeno a esta victoria. Cuando los varones fueron llamados
a filas y llevados al frente las mujeres tuvieron que sostener la economía fabril, la industria
bélica, así como grandes tramos de la administración pública y subsistemas estales. La
economía no falló, la producción no descendió y la administración estatal pudo afrontar sin
lagunas momentos críticos.
Las mujeres podían mantener en marcha un país. Ni siquiera los más misóginos pudieron
oponerse a la demanda del voto. Se limitaron a augurar catástrofes por la nueva libertad
de las mujeres y cómo afectaría a la familia.
Al movimiento sufragista le debe la política democrática dos grandes aportaciones
de estilo. Una es la palabra solidaridad, que remplaza a fraternidad, de connotaciones
masculinas. La otra los métodos de la lucha cívica: El activismo no violento, con
manifestaciones pacíficas, interrupción de oradores con preguntas sistemáticas, huelgas
de hambre, encadenamientos, lanzamiento de panfletos autoeditados…

TEMA 6: LA ARTICULACIÓN DEL FEMINISMO Y EL SOCIALISMO: FEMINISMOS


SOCIETARIOS. ARTICULACIÓN DEL CONFLICTO CLASE-GÉNERO.

SOCIETARISMOS Y FEMINISMO
La relación entre el feminismo y los societarismos es bastante turbia. Para el
movimiento obrero cualquier liberalismo es sospechoso porque todos intentan lo mismo:
encubrir con la excusa de la libertad la escisión social entre propietarios y proletarios. El
feminismo es percibido como amenazador en un doble sentido: por un lado, contribuye a
fragilizar la estima del varón obrero y, por otro, rompe la unidad de la lucha proletaria.
Desde el sindicalismo ocasional al anarquismo, la libertad liberal de las mujeres suscita
rechazo. Frente al liberalismo sufragista, el movimiento obrero afirma que cuando las
cadenas de la explotación capitalista se rompan para todos, habrá libertad de sobra para
repartir. Mientras eso no suceda, que las burguesas deseen tener lo que sus burgueses,
no es asunto que deba preocupar a las obreras, por el contrario, deben aprestarse a la
faena de dejar de serlo.
Todas las posiciones políticas resistentes a la ampliación de la ciudadanía a las
mujeres, interpretan que bajo la petición de sufragio y la educación, se oculta la negativa
de aceptar la jerarquía sexual heredada. Es decir, que las mujeres que piden el voto no
quieren ser mujeres. Las caricaturas de la época dan cuenta de esa lucha de dualidades.
“O ellas, o nosotros” dice una proclama del naturalismo científico.
El socialismo (como el conservadurismo), asume que en la sociedad futura las
mujeres seguirán haciendo de mujeres, pero serán libres para hacer por voluntad propia y
sin miseria moral aquello que desean porque a ello están destinadas: ser madre, amas de
casa y dignas enamoradas. La vinculación que Engels estableció entre dominio de las
mujeres y opresión de clase no tuvo apenas consecuencias. Aún admitida la teoría, ello
no significa que la supresión de las clases haya de variar la división natural de los sexos.
Morris en News from Nowhere (1972), abomina del sufragismo al que supone capaz de
acabar con la domesticidad, la maternidad y la belleza. La pésima condición social de las
mujeres se debe a la opresión de clase; redimidas gobiernan la casa, producen el contento
familiar y cumplen su misión: ser bonitas y cuidar de los demás. El mutuo respeto entre
los sexos se basa en que sus esferas estén separadas.
Existen en los societarismos los aspectos redentoristas también presentes en el
feminismo sufragista. La idea de igualdad que manejan, siendo más radical que la del
segundo liberalismo, porque incluye el reparto de bienes, o la desaparición de la propiedad
privada, y en algunos casos del Estado, tiene respecto al sexo restricciones mayores. Es
una igualdad mermada que asume la ideología de la complementariedad. Algunos
societarismos extremos incluso juegan con la idea de “comunidad de las mujeres”. Cuando
las mujeres se impliquen abrirán su propia agenda. Los societarismos desconfían de
cualquier principio generador de desigualdades, a la vez que intentan no nombrar por su
verdadero nombre a la más patente de ellas, la que divide a los sexos, así se elimina la
centralidad del cambio de la condición de todos provocada por el cambio en la condición
femenina; y puede seguirse tratando la cuestión como una política marginal de ayuda en
situaciones límite.

LA SOCIEDAD MASA
El sufragio masculino, que recibió el inapropiado nombre de sufragio universal, estaba
admitido en la mayoría de las democracias en el cambio del siglo XIX al XX. La exclusión
de las mujeres seguía argumentándose sobre la base de su deficiencia innata de tipo
intelectual y moral. Desde la convención feminista de Seneca Falls (1848) y su vindicación
de plenos derechos, casi 70 años habían transcurrido sin que el panorama de la ciudadanía
de las mujeres pareciera haber cambiado. Aunque algunas cosas se movían. Unas pocas
universidades admitían a mujeres en las aulas, solo en algunas licenciaturas y sin derecho
a obtener los títulos. Se habían creado instituciones educativas medias exclusivas para el
sexo femenino y se admitía solo la formación primaria, encomendada a cuerpos de
maestras. Existía una reconocida meritocracia a las excepciones de algunas mujeres fuera
de las normas y los estereotipos aceptados.
La filosofía política convencional y la naciente sociología, sin embargo, miraban para
otro lado. La idea de que existen fenómenos sociales independientes de la voluntad y
percepción individual, forma el núcleo de la naciente sociología. Durkheim asegura que
estamos en un conjunto teórico explicativo más que desiderativo (filosófico). Regresando
a los inicios del sorites, es claro que la libertad de las mujeres correlaciona negativamente
con la estabilidad social. Durkheim no necesita hacer esa afirmación, le basta con señalar
lo indeseable del resultado. La anomia social es la condición social errática cuyo peor no
puede pensarse. Émile Durkheim, uno de los teóricos cuyos postulados tuvieron mayor relevancia
en este sentido, sostiene que la sociedad es la encargada de integrar a los individuos que la forman
y de regular sus conductas a partir de del establecimiento de normas. El autor sostiene que si la
sociedad cumple adecuadamente, tanto la colectividad como cada uno de sus miembros, lograrán
un orden estable que les permita desarrollarse plenamente. Cuando esto no ocurre, y la sociedad
cae en una situación de anomia, pierde su fuerza para regular e integrar a los individuos, pudiendo
producirse consecuencias adversas tales como el suicidio estudiado por Durkheim
Los postulados feministas resultaban más peligrosos que los socialismos. Los
partidos obreros aceptaban las reglas de la democracia representativa, y la individualidad
del varón según el modelo antiguo. Carol Pateman (El contrato sexual, 1988) supone que
con el movimiento obrero se llegó a un pacto: el salario familiar; que pretendía cerrar el
camino al feminismo ya que suponía su repercusión sobre el precio de los bienes, pero
también su objetivo último, era apartar a las mujeres de las tareas productivas fabriles ya
que debía permitirle mantener a la familia (no así para los salarios de las mujeres reducidos
a mera subsistencia).
El pacto económico y social que favorecía a las familias creó barrios para reconducir a la
sociedad de las situaciones extremas producidas por la primera revolución industrial. Se
mantuvo este viejo rigor para el conjunto, concesiones de permisividad relativa para las
excepciones. Se las utilizó como “becarios desclasados” (expresión de Amorós). Pero no
se aflojó la mano en lo que tuviera que ver con el sufragio o la simetría de derechos. Y
mientras tales ajustes se hacían, el pánico a la sociedad de masa siguió creciendo.
En la primera década nuestro siglo, surgieron los temores al principio de mayorías.
El temor al “entusiasmo” como detonante de la acción colectiva ya fue expresado en el
sigo Ilustrado. La posibilidad real del establecimiento de la democracia avivó ese temor.
La desconfianza hacia el gregarismo, rasgo presente en las democracias. Pero en los
inicios del siglo XX el argumento se engrosaba a la par que se aplanaba. “La tiranía de
las mayorías” estaba cambiando de sentido rápidamente. En esos mismos se creó el
concepto de “hombre masa”, que era mayoría y que si tomaba conciencia de su poder
meramente numérico, haría tambalear cualquier orden. Quienes más lo vindicaban, unían
antidemocratismo con misoginia exacerbada. Acabó la Primera Gran Guerra, la dinámica
de las excepciones (que había dado figuras señeras en literatura y alguna premio Nobel)
de nada servía ya. Parecía que ellas reforzaran las aspiraciones del conjunto. El miedo a
las masas también influyó en el miedo al voto femenino, los conservadores pensaron que
su apoyo sería a los izquierdistas y viceversa.

FASCISMO Y PATRIARCADO
Los fascismos rara vez consiguieron gobernar gracias a las urnas, solo por
oligarquías que no eran capaces de controlar las nuevas condiciones. Fueron encargos el
hitlerianismo, el mussolinismo y la dictadura de Primo de Rivera. Sin partidos políticos,
organizados por el trabajo, de manera vertical y con las mujeres en su destino marcado
por la biología: maternidad y cuidado. Formación justa para llevar a cabo esa tarea. Algo
debe hacerse con las niñas. Deben ser instruidas por las ideas patrióticas y costumbres
higiénicas correctas. Las mujeres no estaban llamadas al mando. Valcárcel cree que los
fascismos no eran “además” sexistas sino “sobre todo” sexistas. Llevando la idea del orden
a la paranoia suprimieron las libertades de asociación, reunión, opinión y prensa.
Consiguieron, con su idea de orden, frenar la progresiva neutralización de la jerarquía de
sexos, los efectos de ello en la familia, las leyes, y los valores.

FEMINISMO Y DEMOCRACIA
Los fascismos fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial. En los diez años
posteriores, las mujeres consiguieron el voto en la mayoría de las democracias
representativas, así como se levantaron las restricciones pendientes en las altas
instituciones educativas. Los dos objetivos por los que el feminismo sufragista había
empeñado su acción se habían conseguido en un siglo. El New Deal de EE UU, el
consumo y el cambio del sistema tributario, supuso una nueva entrada de las mujeres en
el mundo fabril y administrativo. Finalizada la contienda, el contingente de mujeres nuevas
ciudadanas insertas en las instituciones y la economía eran cuantitativamente significativo.
Pero también fueron despojadas de los puestos de mando que habían desempeñado
durante la guerra, no porque no sirvieran, sino para que regresaran a sus antiguas
responsabilidades. Fueron llamadas a mantener trabajos, pero también y sobre todo,
fueron animadas a regresar a la vida familiar, por obra de una maniobra publicitaria: La
Mística de la Feminidad. Genialmente analizada por Friedam, puso un conglomerado de
técnicas operacionales cuya finalidad era redefinir el ámbito doméstico y convertirlo en
atractivo para un nuevo tipo de ciudadana que con instrucción y voto, se pretendió que
renunciara a los ejercicios normalizados de la ciudadanía. Se complementó la industria de
la imagen, la promoción asociativa de las mujeres ama de casa, y esa cultura hegemónica
de EEUU se exportó al resto de países desarrollados. En los años 50 y 60 el rasgo que
más estaba influyendo es el profundo cambio de los ámbitos sociales, el sistema
productivo y el consumo. Esto es la salida cuantitativamente significativa de las mujeres
de sus espacios tradicionales. Pero la sociología y la filosofía política ejercieron la política
del avestruz.
La tercera ola del feminismo gestada en los aledaños del 68, tuvo sus precursoras
en Beauvoir y en Friedam, cuyas obras fueron ignoradas. Del mismo modo que fue Comentado [AMM6]: 3 OLA
ignorado el movimiento feminista que en los 70 sacudió Occidente. Hoy cualquiera admite
que ha sido el cambio en la posición social de las mujeres el rasgo principal del siglo XX,
del mismo modo que reconoce su motor de legitimación en el feminismo y a este como
uno de los elementos fuertes de la tradición política moderna. Sin embargo, se ha
pretendido ningunearlo llamando al proceso “la revolución silenciosa”. En los años setenta
y ochenta, con los cambios legales de la tercera ola de vindicación feminista, el propio
feminismo y sus políticas ganan presencia institucional y pública. No fue pacífico: se
acudió sobremanera a la sociobiología, del mismo modo que en el pasado había
funcionado la misoginia romántica o el darwinismo social. Se hizo una fuerte llamada al
marco naturalista, pero no llegó a cuajar siendo poco homologables las libertades y
derechos de las mujeres con los animales, si bien nunca hay que desdeñar que estos
discursos recurrentemente resuciten.
TEMA 7. EL FEMINISMO EXISTENCIALISTA DE SIMONE DE BEAUVOIR.

Simone de Beauvoir nació en París el 9 de enero de 1908 en el seno de una familia


acomodada. Su infancia y adolescencia estuvo determinada por los convencionalismos
sociales y morales sustentados sobre una férrea moral cristiana. En 1957 se licenció en
Filosofía en la Sorbona, y fue allí donde conoció a Jean-Paul Sartre con el que iniciaría
una relación que salvo breves interrupciones duró toda su vida. Fue profesora en la
Sorbona, pero tras la ocupación alemana de París a causa de la Segunda Guerra Mundial
decidió abandonar la docencia para dedicarse por entero a escribir.
Escritora y filósofa existencialista, Simone de Beauvoir es sobre todo conocida por
su aporte teórico al movimiento feminista, realizado en su impresionante obra “El segundo
sexo”. En realidad, su producción filosófica y literaria es mucho más amplia y ha
contribuido de manera significativa en diversos frentes al desarrollo del panorama cultural
y del pensamiento del siglo XX. El pensamiento de Simone de Beauvoir se presenta como
una filosofía de la libertad y del compromiso. Su modo de entender al existente queda
delineado ya desde sus primeros trabajos, en los que la ontología existencialista aparece
profundamente fundida con la cuestión ética.

El existencialismo comienza en la etapa de entreguerras y tendrá su máximo


esplendor tras la Segunda Guerra Mundial. Esta corriente filosófica pone la cuestión de la
existencia en el centro de la reflexión filosófica. El existencialismo sartreano en el que se
inscribe a Simone de Beauvoir se define como un ateísmo consecuente, asumiendo que
dios no existe y por lo tanto, tampoco la naturaleza humana. El ser humano no tiene
esencia porque se ha hecho a sí mismo. En el feminismo existencialista de Simone de
Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino "existencia", es decir "proyecto",
"trascendencia", "autonomía", "libertad".

“El segundo sexo” se publicó en 1949, y es considerado por muchos el ensayo


feminista más importante del siglo XX. En esta piedra angular del feminismo, la autora
analiza a la luz de la filosofía existencialista la condición de las mujeres en las sociedades
occidentales, y desde una perspectiva histórica, social, y filosófica intenta dar respuesta
al porqué de la situación de subordinación en la que se encuentran.
Beauvoir se pregunta cómo la mujer siendo un ser humano de pleno derecho es
considerada por la cultura y la sociedad como la “otra”, como un ser diferente del varón.
Su intención de descubrir por qué la mujer encarna la alteridad absoluta le lleva a
interrogar a la biología, al psicoanálisis y al materialismo histórico, disciplinas que tienen
presencia en el momento en el que redacta su ensayo.

De su estudio sobre los datos de la biología, Beauvoir concluye que no es la


constitución biológica lo que explica que la mujer haya sido reducida a la categoría inferior
de “otra”, relegada a una situación de subordinación y de opresión. La jerarquización de
los sexos no se puede justificar recurriendo a argumentos de tipo biológico, y además, si
la opresión de la mujer dependiera de su constitución biológica, las mujeres no lucharían
por su liberación puesto que no tendría sentido rebelarse contra la naturaleza. Lo que sí
diferencia profundamente a la mujer del hombre, según Beauvoir, es su evolución
funcional, que es lineal y sencilla en el hombre y mucho más compleja en la mujer. La
mujer en cuanto hembra está, según Beauvoir, más subordinada a la especie que el
hombre en cuanto macho, pues su función reproductora marca todos los momentos de su
desarrollo biológico. Desde una expectativa existencialista los factores
biológicos forman parte de la situación de la mujer, dependen de elementos sociales y
culturales, pero sobre todo, se definen en función de los proyectos de vida.

Beauvoir no considera que las mujeres sean una clase social sino una casta, porque
las castas son grupos cerrados de los que no se puede salir y sin embargo, dentro de las
clases sociales existe el movimiento y el cambio, se puede ascender o descender. Opina
que, ni la división del trabajo ni la división de clases han podido ser la consecuencia directa
de la subordinación de la mujer. Para Beauvoir, es la estructura ontológica de la conciencia
humana la que permitió al hombre oprimir a la mujer desde los primeros tiempos, es decir,
la subordinación de la mujer al hombre ha sido una constante histórica. El único trabajo
que la mujer pudo compatibilizar con la maternidad en los inicios históricos es el trabajo
doméstico, pero éste es repetitivo y monótono y con él, la mujer no se trasciende sino que
permanece encerrada en la inmanencia.

El hombre siempre se ha apropiado del poder, ha escrito la historia, y ha creado los


mitos, de manera que cuando describe o define a la mujer siempre lo hace en relación
con él y planteando una relación de subordinación, de dependencia. La mujer es lo que
es para el hombre, pero el hombre no es para-sí únicamente lo que es para la mujer. El
hombre es para-sí y la mujer es para-otro de forma que no hay reciprocidad. El hombre
sólo considera a otro hombre como su semejante, sólo con él establece relaciones de
igualdad, la mujer es por lo tanto la alteridad absoluta con respecto al hombre el cual se
afirma como el único esencial sin posibilidad de reciprocidad.

Beauvoir no encuentra verdaderamente una explicación única y definitiva al origen


de la opresión femenina. La historia nos muestra, según Beauvoir, que las mujeres
siempre han estado subordinadas al hombre, su dependencia no ha sido consecuencia
de un acontecimiento o de un proceso histórico, por eso la categoría de “otra” aparece
como un absoluto, es decir, como algo que siempre ha sido así. La situación de la mujer
está marcada por el hecho de ser considerada por los hombres y por ella misma “la otra”,
se le impone ser la “otra”, y como consecuencia de esta imposición se produce una
situación de opresión y de inferioridad para la mujer. La mujer hace el aprendizaje de su
condición a través de una formación que comienza desde la más tierna infancia, como
dice Beauvoir: “No se nace mujer: se llega a serlo”. Esta afirmación con la que se inicia el
segundo volumen de la obra encierra un núcleo teórico: lo femenino no es una esencia,
“el eterno femenino” es un mito masculino, es decir, la feminidad es un constructo
sociocultural. La feminidad no es natural es algo artificial, los factores biológicos no
determinan la forma de ser que se denomina “femenina” o “masculina”; es irracional
́
entenderlo así.
Al final del ensayo propone dos vías de liberación: la independencia económica y la
independencia afectiva, y señala que estas se consiguen mediante una educación
igualitaria que nos lleve a alcanzar un mundo de iguales donde las diferencias vengan por
las características individuales, no por el sexo, y como este objetivo debe alcanzarse
colectivamente, la sociedad debe cambiar.
El feminismo existencialista de Simone de Beauvoir.

Simone de Beauvoir fue una filósofa existencialista que consiguió volver a poner en pie al feminismo
después de la segunda guerra mundial con su obra, El Segundo Sexo. Se considera esta como la
obra puente entre el final de la segunda ola y el inicio de la tercera, y constituye uno de los estudios
más completos sobre la condición de la mujer. Beauvoir trata de dar respuesta al porqué de esta
subordinación del sexo femenino a través de los postulados existencialistas.

Para ello, Beauvoir intentará responder a la pregunta de qué es ser mujer. Se ha concebido a la
mujer, según esta autora, en relación con el hombre: el hombre es el modelo, el universal, la
realidad; la mujer es una variación del hombre, una especificidad, o como decía Aristóteles, un
hombre fallido. Así pues, Beauvoir establece como punto de partida la ausencia de la definición de
la mujer en sí, siempre concebida tomando la definición del hombre como referencia, como uno de
los elementos bases de la subordinación. El mecanismo que subyace a este fenómeno es el de la
autorrealización de la conciencia y la formación de la identidad.

Los seres humanos toman conciencia de sí mismos diferenciando lo que es Uno -yo- y lo que es
Otro -lo que no soy yo-. Como decíamos, la mujer ha sido definida desde los que son el Uno, por
lo que es la Alteridad. El Uno se considera esencial, la Alteridad es lo inesencial, lo no
universal, lo específico, lo que se define con relación a la carencia/presencia de
características que hay en lo esencial, en el modelo. El Otro es, pues, la categoría que
asociamos a todo aquello que no soy yo, y la mujer siempre ha sido la Otra. Establecer esta
dinámica de Yo/Otro hace que también seamos conscientes de su relatividad; para otra persona,
yo soy el otro. Sin embargo, Beauvoir encuentra que entre hombres y mujeres no funciona así,
replicándose las relaciones de amo/esclavo hegelianas; el hombre ha ocupado el lugar del amo, del
Ser, y se ha afirmado como lo esencial reconocido por otra conciencia inferior, la mujer, el Otro, lo
inesencial y, por tanto, nunca se ha revertido esta unión, pudiendo llegar a entender el hombre que
también es el Otro de la mujer. Esta situación es explicada por Beauvoir mediante el concepto de
Androcentrismo, donde el hombre es el centro y la medida de todas las cosas, y la mujer es solo
una proyección de lo que el hombre espera de ella, a lo que llamará heterodesignación.

Por su parte, para el existencialismo, el ser humano es un ser continuamente en trance de


realización a través del cumplimiento de sus proyectos de vida; solo se puede ser si se trasciende.
Cada vez que la existencia recae en inmanencia hay una degradación de la existencia en sí. Así,
esta línea base marcada por el hombre en función de la cual la mujer es definida hace que sus
condiciones para desarrollar sus proyectos de vida sean distintos. Este es uno de los puntos en los
que Beauvoir se desmarcará de Sartre, quien considera que la situación es definida por el proyecto
de vida. Para Beauvoir, la libertad y, por tanto, la situación para la existencia y trascendencia de
hombres y mujeres es distinta. La situación forzosa en la que se encuentra la mujer la relega a la
inmanencia, a no poder ejercer su trascendencia, y a que sus proyectos hayan girado siempre en
torno al hombre.
Beauvoir analiza la situación de las mujeres en las sociedades occidentales interrogando a la
biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico -áreas del conocimiento importantes en su
momento- para tratar de entender el origen de esta condición de Otra. Llega a la conclusión de que
ninguna de estas áreas pueden confirmar el estatuto de la mujer como la Otra. Desde el punto de
vista biológico, aunque sí acepta la diferencia de la mujer y del hombre en sus funciones, desmiente
que esto sea lo que explique la subordinación de la mujer. Los factores biológicos dependerán
también de elementos sociales y culturales, se definen en función de los proyectos de vida. Beauvoir
nos hablará del sistema patriarcal y del género avant la lettre en su famosa frase: “Mujer no se nace,
se llega a serlo”, haciendo referencia a toda la serie de mecanismos culturales y sociales que se
encargan de crear esa esencia femenina, que no es, pues, ninguna esencia, sino un mito masculino.

Así, Beauvoir llega a la conclusión de que ser mujer es una construcción cultural y no una esencia
biológica, en la línea de lo que otros autores como Poullain de la Barre, J. Stuart Mill o Harriet Taylor
ya habían adelantado al aludir a las fuerzas educativas y sociales que llevan a la mujer a ser lo que
es, y es a través de esta concepción mediante la cual otras autoras formularán su concepto de
género dentro de un sistema patriarcal (e.g., Kate Millet).

Las aportaciones de Beauvoir, por tanto, se basan en revelar cómo la mujer ha sido concebida
siempre como una alteridad en función del hombre, lo que lleva a una subordinación a través de la
construcción cultural de falsas esencias o destinos para la mujer. Pone el foco de atención, siendo
una de las primeras, en la aparición de estos roles y relaciones de género para justificar la jerarquía
entre sexos. Para esta autora, las vías de liberación de la mujer pasan por la independencia
económica y afectiva. El trabajo fuera del hogar es una de las condiciones para la liberación, pero
resulta insuficiente si la mujer continúa sometida al trabajo doméstico. Beauvoir denuncia la
educación diferencial que reciben niños y niñas y las diferentes vocaciones que se les inculcan -
como la maternidad-. Así, Beauvoir propone una socialización del trabajo doméstico, como ya
pensara Kollontai, pero, a diferencia de esta, afirma que debe estar a cargo del grupo familiar y no
del Estado. También apostará por una educación, por tanto, igualitaria, que lleve a alcanzar un
cambio social donde las diferencias vengan dadas por las características de cada individuo, y no
por el sexo. Con estas propuestas desmontaría también el concepto clásico de familia, que para
ella es una trampa para la mujer.

Finalmente, cabe destacar que Beauvoir se transformará de teórica a feminista políticamente


comprometida y participará en el activismo feminista. Un ejemplo de ello es su participación en el
manifiesto de las 343 como defensa a la libertad de la mujer a decidir sobre su cuerpo y, en concreto,
a abortar. A su vez, su forma de vida desafía los roles de género y representa también la liberación
afectivo-sexual, quedando retratadas sus múltiples relaciones, tanto con hombres como con
mujeres, y la relación abierta que compartía con Sartre.
TEMA 8: III OLA. EL FEMINISMO AMERICANO. BETTY FRIEDAN. (LA MISTICA DE LA
FEMINIDAD)

• II Guerra Mundial y nueva ubicación de la mujer en la sociedad americana. •


Acceso de las mujeres a las Universidades y a la vida política. Siguen sin ser
iguales. • Betty Friedan y la mística de la feminidad.
• 3ª Ola: comprendida entre los años 60 y 70 del siglo XX.
• Lucha por la abolición y cambio de leyes como la despenalización del aborto, etc.

Durante la II Guerra Mundial, debido a la gran escasez de mano de obra masculina,


las mujeres tuvieron que abandonar el hogar familiar para suplir la mano de obra de sus
maridos y padres. Mantuvieron a flote la economía de muchos países gracias a su
esfuerzo y trabajo, a pesar de ello, los varones regresaron del frente y solicitaron su
incorporación inmediata a la vida laboral. Este hecho provocó que las mujeres volvieran
al hogar masivamente y se instaurara de nuevo la antigua división pública/privada de una
manera muy poco natural. Las mujeres habían obtenido dos derechos fundamentales
como eran el sufragio universal y la educación, pero habían perdido la poca libertad que
habían conseguido. Para reconducir esta situación, las publicaciones femeninas creadas
en los años 20 en EE. UU, destinaron una campaña sin precedentes en los años 50, para
crear un nuevo modelo de mujer. Las “mujeres modernas” eran ciudadanas inteligentes,
con formación, libres, competentes, que además nada tenían que ver con sus
antecesoras. El ejemplo perfecto de este hecho fue la serie de gran éxito Embrujada, la
protagonista no es una vieja bruja cascarrabias como su madre, ella es sofisticada, buena,
sensible, que abandona de manera amorosa sus poderes para cuidar de su marido
(personaje mediocre) y ayudarle a escalar en su faceta profesional. Ya no se veían
mujeres independientes en el cine, ni en las revistas, la mujer debía ser una gerente
entusiasta de su propio hogar, no debía salir de casa para sentirse productiva. Ella dirigía
la empresa más importante, la familia. Como cabía esperar, las tasas de natalidad en
aquella época se dispararon considerablemente, durante unos años la mujer estuvo
ocupada ejerciendo de madre a tiempo completo, pero la frustración iba creciendo. El
único mecanismo de encuadre político previsto para las mujeres fueron las asociaciones
de amas de casas, lugares donde podían aprender la mejor manera para envasar
alimentos, o la mejor elección de productos a la hora de realizar la compra. Esta situación
estaba abocada al fracaso más absoluto. La mujer moderna vivía en un mundo tecnificado,
por lo tanto, sus quehaceres menguaban, provocando que la soledad y las patologías
psicológicas como la depresión fueran una constante de la época. De hecho, los
profesionales médicos denominaron a estos cuadros como “típicamente femeninos”.
Las obras de Simone de Beauvoir “El segundo sexo” y “La mística de la feminidad”
de Friedan, en mayor medida, provocaron un tsunami en la población femenina. La
primera, en 1949, narraba las dificultades de las mujeres en los ámbitos más elevados de
la sociedad, mientras que la segunda, en 1963, daba una visión mucho más accesible a
la gran mayoría de mujeres de clase media.
En la mística de la feminidad la autora analiza la situación de simetimiento y dominio
que pesaba sobre las mujeres americanas después de la posguerra, y lo hace atendiendo
al aspecto piscologico-social de tema de la identidad. En el contexto en el que ella hace el
análisis, con entrevistas personales y estudios sociológicos y psicológicos las mujeres
aparecen definidas únicamente como madres y esposas, y a esto se reduce su identidad.
Tal y como lo presenta Friedman estas mujeres son victimas de una
heterodesignacion, es decir, de una desinacion de su identidad que ellas no se han dado
a si mismas.
Friedan, psicóloga y ama de casa de profesión, en su libro se define a sí misma
como “una ama de casa suburbana más bien ingenua, aunque brillante, con una carrera
universitaria, que se topa con un descubrimiento asombroso: que las amas de casa
estadounidenses viven, de hecho, sumidas en la desdicha”. La mística de la feminidad
produjo un gran cambio en las mujeres de la época, ya que la obra fue una descripción
magistral del modelo femenino, avalado por la política de los tiempos postbélicos y
contribuyó a que una nueva generación de mujeres abriese los ojos.
A partir de ahí ya se podía nombrar “al malestar que no tenía nombre” (primer capítulo de
la obra), que no era más que la sensación que muchas mujeres tenían al darse cuenta de
la falta de horizontes que tenían. Estas primeras feministas realizaron un diagnóstico
precoz, el patriarcado se mantenía incólume. Este término fue acuñado. por ellas, para
definir el orden sociomoral y político que mantenía y perpetuaba la jerarquía masculina.
Un orden que repelía los derechos recientemente conseguidos por las mujeres, de hecho,
los ignoraba a favor de mantener las mismas prácticas.
A mediados de los años 60, las mujeres se dieron cuenta que las conquistas
alcanzadas por las sufragistas no habían modificado ni un ápice la jerarquía masculina.
Lo que originó el creciente malestar de la población femenina y la aparición de un nuevo
movimiento colectivo. El punto de inflexión fue la agitación del 68, un movimiento de
traspaso de saberes en las formas de vida, que acunó muchas causas diferentes desde
la libertad sexual, al feminismo, a la educación igualitaria…
La tercera Ola fue una revuelta feminista protagonizada por las mujeres que se
estaban formando en las Universidades a finales de los años 60 y principios de los 70. Su
nicho político se basó en la izquierda contracultural sesentayochista. Comenzó en la Costa Comentado [AMM7]: sesentayochismo: ideología de
Oeste de los EE. UU y floreció con pocos meses de diferencia en todos los países género permisividad sexual, aborto libre,
cuestionamiento de la "familia tradicional", hostilidad al
europeos. Su capacidad difusiva vino dada por las condiciones de estas mujeres jóvenes cristianismo, pacifismo radical ("buenismo"),
y el cómo afrontaban las nuevas oportunidades y la esperanza por un futuro mejor. Estas multiculturalismo "asimétrico" (es decir, idealización
mujeres, activistas todas ellas en núcleos políticos radicalizados, se dieron cuenta de la sistemática de las culturas no occidentales y
denigración de la occidental), ecologismo "profundo"
desigualdad que había entre ellas y sus compañeros varones. Toparon con la misoginia, (deep ecology), anti-industrial y antihumanista ...
la exclusión, los dobles juicios… en ambientes donde ellas pensaban que estas prácticas
estaban totalmente abandonadas. Por lo que se reunieron, manifestaron, escribieron
panfletos, surgieron nuevas vindicaciones como abolir y cambiar leyes. Ya no bastaba con
el sufragio y la educación, querían acabar con buena parte de la legalidad civil y penal
como: los derechos sexuales, reproductivos, despenalización del aborto, el cambio en las
relaciones de pareja, la imagen, los abusos, la violencia… estaban en el punto de mira del
movimiento feminista. Por ejemplo, en España algunas profesiones estaban vetadas a la
mujer, como era el acceso a la magistratura, a la política, la diplomacia, la medicina, … y
un largo sin fin de titulaciones.
El feminismo de la tercera Ola no se podía contentar con solo el derecho a voto, por
lo que se inició una tarea de repaso sistemático de todos y cada uno de los códigos a fin
de detectar y eliminar en ellos los arraigos jurídicos de la discriminación. En todos los
países desarrollados se realizaron las reformas legales necesarias que permitieran a las
mujeres el efectivo uso de su libertad. En paralelo a estas reformas también se iba
gestando una revolución en la moral, las costumbres y los modales. Las mujeres deseaban
su libertad sexual, por lo que se presentó la agenda de los derechos sexuales y
reproductivos. Las relaciones prematrimoniales empezaban a normalizarse, el empleo de
anticonceptivos permitía a la mujer ser más dueña de sí misma.
El movimiento militante abogó por dos grandes temas “la abolición del patriarcado”
y “lo personal es político”, así conseguían con dos ítems abarcar un objetivo global y otro
más particular trabajando desde un registro contracultural. De toda esta amalgama
surgieron obras tan relevantes como “La política sexual” de Kate Millet y la “Dialéctica del
sexo” de S. Firestone. Tuvieron una alta capacidad de agitación, pero no mantuvieron un
liderazgo fuerte, no lo deseaban, ya que los grupos solían ser por afinidad (militante y
amistosa) debido a la alta carga emocional del discurso y de las experiencias personales
de cada una de las militantes. De esta manera el feminismo intentaba incidir en lo público,
construyéndose en las esferas semiprivada y buscando la transformación de cada
militante en una mujer distinta y liberada.

TEMA 9: LO PERSONAL ES POLÍTICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO


RADICAL. CLAVES TEÓRICAS Y CONTENIDOS.

Feminismo radical
Radical porque va a la raíz de las cosas. Esta nueva forma de feminismo se define
radical por buscar la raíz de la dominación. Radical en su teoría y en sus formas
intempestivas en la época que nació. Se origina en los movimientos contestatarios de los
años 60 del siglo XX, en particular como resultado de la insatisfactoria respuesta dadas a
las reivindicaciones feministas del Movement, nombre con el que se referían a SNCC Y
SDS. En su teorización del sexo como categoría social y política, el modelo racial es clave
para analizar las relaciones de poder entre hombres y mujeres. El Black Power que inició
las políticas de identidad en EE.UU. marcó la militancia feminista. En Europa, las teorías
circularon al calor de los movimientos de descolonización. El feminismo radical se
diferencia del feminismo liberal reformista que solo pedía la integración de las mujeres en
el mundo capitalista del trabajo asalariado y de la cultura. También la edad, sus militantes
eran jóvenes y solteras. De ahí que este movimiento reivindicara la sexualidad y el aborto. Comentado [AMM8]: El feminismo radical reivindica la
El feminismo radical se separa de la izquierda tradicional por su atención a las relaciones sexualidad y el aborto. El poder ya no reside en el
Estado y las clases, sino que hay que descender a las
de poder no originadas por la explotación económica. El poder ya no reside solo en el relaciones de pareja. Se amplia el concepto de
Estado o la clase dominante. Se encuentra también en relaciones sociales micro, como la construcción política al considerar la sexuaidad como
pareja. Fue pionero en considerar la sexualidad como una construcción política. Dará parte de ella. Dara origen al feminismo lesbico, como
forma de liberación de la mujer.Para el feminismo
origen a un feminismo lesbiano que considerará el amor entre mujeres que puede y debe radical no se trata solo de conseguir el espacio publico
ser un acto político de liberación. Rechazarán la pornografía y el sado masoquismo entre sino también transformar el privado.
lesbianas por considerarlos patriarcales. Las feministas radicales trabajaron a fondo el
tema de la violencia como política patriarcal. Violación no como acto aislado de un
individuo enfermo, sino como control patriarcal, toque de queda para todo el colectivo
femenino que ve reducida su movilidad: lugares y horarios donde no se aventuran las
mujeres decentes.

Lema “lo personal es político”: Dio lugar, en ciertos sectores del movimiento, a una
interpretación rígida que terminaba invirtiendo los términos al introducir un único código de
conducta y estilo para la “verdadera feminista”. Preocupación obsesiva que terminaría por
reducir lo político a lo personal.
Kate Millet (forma parte de la 2º Ola)

Militante de NOW organizacion de Betty Friedman pertenece a finales de los 60 al


grupo de feministas radicales New York radical Women fundado en 1967. Este grupo
esta formado por unas 30 miembros que provenían de mov de derechos civiles, y
este origen determina una mayor independencia. Se definen como un grupo
anticapitalista, antirracista y que lucha contra la supremacía masculina.
Norteamericana. En 1970, en un reportaje del Time Magazine, se produjo gran
escándalo introduciendo claramente el tema de la bisexualidad y el lesbianismo en el
movimiento feminista. Libro: Sexual Politics (1969).En 1998, The New York Times la Comentado [AMM9]: Es un libro que une crítica
incluyo en la lista de los 10 personajes que más han marcado el s. XX. Analiza las literaria, antropológica, economía, historia, sociología
en una combnacion que inspira a los movimientos
relaciones de opresión entre los sexos y se dedica al estudio del sistema de género. contestatarios.
Consta de 3 partes:
1ª.- Expone la Teoría de la política sexual en sus aspectos ideológicos, biológicos,
sociológicos, psicológicos y económicos. 2ª.- Titulada “Raíces históricas” -Describe el
período 1830-1930 como fase inicial de la “revolución sexual” (1ª ola del feminismo),
analiza polémicas como la de Ruskin de la complementariedad que justificaba la educación
de las mujeres, se detiene en los planteamientos de Engels sobre el origen del patriarcado,
la familia y la prostitución, llevando a cabo una revision de las posturas marxistas sobre
este tema.. -1930-1960.- Analiza la Contrarrevolución. Nazismo y stalinismo como
reacción de la política patriarcal ante el avance feminista. El psicoanálisis freudiana sería
la oposición ideológica frente al progreso de la libertad de las mujeres. 3ª.-
“Consideraciones literarias” sobre autores de “ejemplos de política sexual” (D.H. Lawrence,
Henry Miller, etc).
La relación entre los sexos es política, una relación de poder. Las mujeres son
colonizadas por el imperialismo masculino, sufren una “colonización interior” y dominación.
Millet consideraba que las condiciones materiales impiden una verdadera elección a las
mujeres, castigando a las rebeldes con soledad, empobrecimiento y privación sexual. Los
hombres poseen todo el poder: ideología del sistema (ciencia, arte, religión, filosofía) y la
industria, finanzas, ejército, policía y gobierno. El patriarcado se rige por 2 principios:
Dominio del macho sobre la hembra y Dominio del macho adulto sobre el joven.

El patriarcado, aunque suele recurrir a la fuerza, se apoya en el consenso generado


por la socialización de género. La interiorización de los valores patriarcales impide la
autoestima ya que las mujeres se menosprecian y subestiman a las demás. Las que han
destacado se declaran “femeninas” (antifeministas) para subrayar su aceptación del orden
patriarcal. Coartada para negar la discriminación de género. Miller en su libro lanza un
mensaje final optimista. Sugiere que un signo de cambio es la existencia del análisis
crítico, discusión contemporánea y hasta los mismos discursos reactivos sexistas.

Germaine Greer
Australiana afincada en Gran Bretaña. Feminista que subraya la necesidad de
retornar a una de las convicciones más profundas y revolucionarias de un movimiento de
liberación que ha cambiado la faz de las sociedades modernas. “Lo personal sigue siendo
político. La feminista del nuevo milenio no puede dejar de ser consciente de que la
opresión se ejerce en y a través de sus relaciones más íntimas, empezando por la más
íntima de todas: la relación con el propio cuerpo”. Preguntas que siguen siendo ajenas al
colectivo femenino: ¿Deseos, fantasías, decisiones, temores o ideales estéticos sobre el
propio cuerpo, nos pertenecen o son producto del sistema de relaciones entre sexos que
nos oprime? ¿Es posible otro mundo sin la constante dominación masculina, entre
contestatarios, okupas o antiglobalización?
Las nuevas generaciones tienen la tarea de desentrañar la lógica de los lazos
opresivos. La represión es suplantada por una aparente libertad. Ahora no se discrimina
en las leyes, simplemente se deja actuar la inercia estructural erosionada por políticas de
igualdad. Obra: The Female Eunuch (1970) Denuncia de la profunda misoginia patriarcal.
Bipolaridad de sexos, roles sexuales que no dependen de la biología, sino que son
creaciones sociales. Por la discriminación, se reprime la energía e independencia de las
niñas desde la cuna. Recoge que la maternidad no es destino y que las mujeres deben
salir al ámbito de lo público y construir su identidad ejerciendo la autonomía. Y que, para
amar, el yo no debe sentirse degradado. Fiel a la teoría de la sexualidad revolucionaria
del freudo-marxismo, Greer critica la represión de la sexualidad femenina. Rechaza el
matrimonio y propone la promiscuidad. 1974.- Conferencia “Marxismo y feminismo”. El
colectivo femenino se integraría al sistema al adoptar la competitividad y agresividad
masculinas, perdiendo su potencial subversivo. Las mujeres deberían crear una nueva
forma de poder femenino, aunque Greer no nos explica cómo.

Amelia Valcárcel
A mediados del s. XIX, el concepto de patriarcado cambia su signo (de positivo e
idílico a negativo y explotador) pero solo en los 60-70 del s. XX, con el auge del feminismo,
el patriarcado será concebido en términos de relaciones de poder. Así, el feminismo
radical, con su noción de patriarcado como sistema político, es una respuesta a las
posiciones de la izquierda que consideraba “el problema de la mujer” o “la condición de la
mujer”, como se solía decir, como algo secundario que se solucionaría automáticamente
con la supresión del capitalismo.
En la actualidad, el feminismo radical ha dado extraordinarias aportaciones, aunque
ahora esté debilitado y fragmentado. Su idea de que el patriarcado es un sistema de
dominación diferente al capitalismo dio origen a un feminismo socialista liberado de las
tesis marxistas sobre la “condición femenina” Generó un movimiento de salud y
ginecología alternativas y ayudó a transformar nuestra visión de la sexualidad.

TEMA 10: «LA DIALÉCTICA DEL SEXO» DE SHULAMITH FIRESTONE.


MODULACIONES EN CLAVE FEMINISTA DEL FREUDO-MARXISMO

EL FEMINISMO DE LOS 70 supuso el fin de la mística de la feminidad y abrió una serie de


cambios en los valores y las formas de vida que todavía se siguen produciendo. Lo primero
que se realizó fue una constatación: aunque los derechos políticos (el voto) se tenían, los
educativos se ejercían, las profesiones se iban ocupando, las mujeres aún no habían
conseguido una posición paritaria respecto de los varones. Se diagnosticó que la obtención
del voto no había supuesto un cambio en los esquemas legislativos y que el conjunto
completo de lo normativo no heredado apenas había sufrido cambios. En los países
avanzados, en la década de los 70, se produjeron revisiones y reformas legales que
permitieran a las mujeres el efectivo uso de su libertad, pero el feminismo de esta era no
estaba dispuesto a detenerse ahí: su misión siempre había sido la subversión del orden
normativo heredado, que no se limitaba a lo estrictamente legal. La revolución de los mores
—la moral, la costumbre y los modales— se iba produciendo en paralelo con la renovación
legislativa. Se presentó la agenda de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Este cambio en los mores se iba produciendo en parte con independencia del núcleo
militante, cuyos grandes temas fueron «lo personal es político» y «abolición del
patriarcado».

LO PERSONAL ES POLÍTICO designaba una nueva forma de entender la política que tenía
sus claves no en la política gerencial, sino en el registro contracultural. Se impuso un
registro más amplio y poco manejable del término político., heredero directo de la filosofía
frankfurtiana — político es todo aquello que entrañe una relación de poder— sobre todo a
través de Marcuse. Tal acepción, a la que luego se le añadieron aditamentos foucaultianos,
permitía volver a tematizar la veta más clásica y profunda del feminismo desde sus
orígenes: el injusto privilegio. Kate Millet, S. Firestone, J. Mittchell, C. Lonzi, cada una a su
manera, receptaban un minucioso trabajo previo, el de grupos de mujeres que por todas
partes habían surgido al amparo de «lo personal es político». De este humus previo,
ahormado por el lenguaje político prevalente de la izquierda contracultural, surgieron las
obras de cabecera de este período: Política sexual de Kate Millet y la Dialéctica del sexo
de Sulamith Firestone. A medida que los análisis iban abarcando más temas — situación
laboral, legal, medios de comunicación, educación, salud, sexualidad, pareja—, El
segundo sexo de Beauvoir se iba haciendo más relevante, aun no estando articulado en
un lenguaje inmediatamente político. Había iniciado en solitario el feminismo en la filosofía
de la sospecha. Sin embargo, había reservas, y estas eran mayores en los grupos más
radicalizados, que recibieron como algo propio el Manifiesto del SCUM de Valerie Solanas. Comentado [AMM10]: El Manifiesto SCUM,
publicado en 1967 por Valerie Solanas, es un texto que
intenta ofrecer una teoría homóloga a la teoría de
EL FREUDOMARXISMO supone un intento de síntesis entre el psicoanálisis freudiano y envidia del falo de Sigmund Freud. Se enmarca dentro
el marxismo, siendo en la primera época, (en la segunda década del siglo XX) su de la segunda ola del feminismo de los años 60
representante principal Wilhelm Reich. Posteriormente se darán nuevos intentos por
conjugar las dos teorías, especialmente a partir del movimiento de 1968 y en la década
de los setenta. En esta segunda fase, uno de los principales exponentes del
Freudomarxismo es Herbert Marcuse. Wilhelm Reich: Fundamentó que el germen de la
neurosis en el rechazo de las pulsiones sexuales desde una sociedad fundada en la
represión. Herbert Marcuse: Rescató del olvido, tras mayo de 1968, la obra de Reich y el
Freudomarxismo. En su obra previa de 1955, Eros y civilización, Marcuse diría que si bien
la represión pulsional colectiva es condición sine qua non de la existencia de la civilización,
actualmente, y debido a sus propias técnicas, ésta puede establecerse de un modo menos
rígido.
LA DIALÉCTICA DEL SEXO, Shulamith Firestone
Escritora feminista, figura importante en la historia del feminismo radical y de la
segunda ola del feminismo canadiense-estadounidense. Fue cofundadora de los tres
grupos feministas radicales de Nueva York: New York Radical Women, Redstockings y
New York Radical Feminists. Es especialmente conocida por su libro: La dialéctica del
sexo: el caso de la revolución feminista publicado cuando tenía 25 años, en septiembre
de 1970, convertido en un influyente libro en la historia del movimiento feminista. Firestone
extendió las teorías marxistas de opresión de clase para ofrecer un análisis radical de la
opresión de las mujeres, argumentando que la inequidad sexual surge de la carga de la
maternidad, que se transfiere a las mujeres por pura casualidad biológica. El libro, fue
traducido a varios idiomas y situó a Firestone a la vanguardia de las feministas de la
segunda ola, junto a Betty Friedan, Kate Millett y Germaine Greer.
Firestone argumentó que la sociedad moderna no podría lograr una verdadera
igualdad de género hasta que los rasgos biológicos de las mujeres fueran separados de
su identidad de género. Firestone consideraba que Freud y Marx habían ignorado la «clase
de sexo», la dominación de las mujeres por los hombres debido a su biología. La
desigualdad de género se origina en las estructuras sociales patriarcales impuestas a las
mujeres debido a sus cuerpos, particularmente las desventajas físicas, sociales y
psicológicas causadas por el embarazo, el parto y la crianza de los hijos. Ser humano es
superar a la naturaleza, «ya no podemos justificar el mantenimiento de un sistema
discriminatorio de clase sexual sobre la base de su origen en la naturaleza». La abolición
de la clase sexual requiere que las mujeres tomen el control de los medios de
reproducción. Consideraba que el embarazo y el parto eran «bárbaros» y la familia nuclear
como una fuente clave de la opresión de las mujeres. La anticoncepción, la fertilización in
vitro y otros avances significaron que el sexo algún día se separaría del embarazo y la
crianza de los hijos, y las mujeres podrían ser libres. Anticipó que grupos de personas en
el futuro se reunirían voluntariamente para criar niños sin recurrir a relaciones
permanentes entre hombres y mujeres y sin la idea de que ciertos niños «pertenecen» a
una pareja. Es considerada como una de las fundadoras del feminismo radical. Reformuló
el feminismo como un proyecto radical en el sentido marxista. Radical porque apunta a la
raíz misma de la opresión. Defiende «un nuevo materialismo histórico», que ella define
como: «Aquella concepción del curso histórico que busca la causa última y la gran fuerza
motriz de todos los acontecimientos en la dialéctica del sexo: en la división de la sociedad
en dos clases biológicas diferenciadas con fines reproductivos, y en los conflictos de
dichas clases entre sí; en las variaciones habidas en los sistemas de matrimonio,
reproducción y educación de los hijos creadas por dichos conflictos; en desarrollo
combinado de otras clases físicamente diferenciadas (castas); en la prístina división del
trabajo basada en el sexo, que evolucionó hacia un sistema (económico, cultural) de
clases». Para Firestone, que sigue a Marcuse, la familia es la causa de la existencia del
tabú del incesto, el auténtico origen de la represión sexual percibida por el niño desde la
infancia. Bastará por tanto con eliminar la familia biológica para eliminar el tabú del incesto
y, en consecuencia, desinhibir los instintos reprimidos, o las pulsiones básicas del placer
que oprimen a los individuos y a la sociedad. Llegaríamos así a la sociedad del Eros,
presidida por el principio de placer. Especial consideración tiene para Firestone el tema
de los niños. Según ella existe un paralelismo entre el mito de la infancia y el mito de la
feminidad. La infancia también es una construcción cultural, y de la misma manera que
debe producirse una emancipación de la mujer, debe también producirse una
emancipación sexual de la infancia. Ella repudia de la cultura de protección y cuidado de
los niños, y entiende que el programa del feminismo radical debe asumir la solidaridad
histórica con los niños y conseguir la emancipación de la infancia.

TEMA 11: LA AGENDA DE LA TERCERA OLA. PATRIARCADO Y PODER. LOS


DERECHOS REPRODUCTIVOS. LA PARIDAD.

La Segunda Guerra Mundial abrió un mundo de sentido que pervive hasta el día de hoy.
Culminó casi entera la agenda sufragista, pues fueron conseguidos los derechos políticos,
afirmados los educativos y abordados los civiles. De manera que se dio por resuelto el
asunto feminista hasta que apareció Betty Friedan que en 1963 escribió un clásico del
pensamiento feminista “La mística de la feminidad”, un libro de investigación en el que
constataba que la mayoría de las mujeres de clase media sufrían un “malestar que no
tiene nombre”, una especie de insatisfacción constante. Porque, aunque las mujeres de
los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial no tuvieron que luchar por sus
derechos, la verdad era que lo más importante seguía siendo casarse y tener hijos y la
mayoría de las mujeres no tenían más horizonte vital que la familia y dentro de ella, la
perfección femenina promulgada por las revistas, la publicidad, las series y el cine, con
Doris Day como modelo. La rebelión de las mujeres contra la línea patriarcal de fondo que
“La mística de las mujeres” estudiaba en el caso estadounidense, tuvo lugar en todo
occidente. Es decir, el patriarcado se hizo visible porque las mujeres ya tenían las
capacidades intelectuales para detectarlo y habían perdido las complicidades que con él
habían establecido. Friedan y Beauvoir (con “El segundo sexo” de 1949) son
imprescindibles para entender el mundo actual: la libertad y expectativas nuevas de las
mujeres, la agenda actual de la democracia feminista. El feminismo de la tercera ola
supone un grito de libertad que encuentra su encaje teórico en la contracultura.
En primer lugar, cabe aclarar que en ninguna sociedad humana conocida ha ocurrido que
las mujeres y los varones tuvieran el mismo rango. En todas ellas, el sexo masculino tiene
un poder y una autoridad incuestionable. A esto se le denomina “patriarcado”. Eso no
quiere decir que cada uno de los varones sea poderoso, pero sí que cada uno de ellos
tiene derecho a sentirse mejor en su piel que el colectivo entero de mujeres que,
genéricamente, le son inferiores, aunque alguna le pueda ser superior en rango. Por tanto,
cada hombre sabe de su importancia como parte de un colectivo superior al de mujeres.
El patriarcado siempre supone una división del trabajo en función del género, es la división
entre lo público y lo privado. En su uso académico, “patriarcado” alude a la forma de poder
en la cual los varones dominan a las mujeres, tienen mayor relevancia que ellas en todas
sus actividades y resultan ser el polo humano por el que se mide el prestigio. El patriarcado
es universal, pero sus modalidades son históricas y civilizatorias.
Y con este panorama ya diagnosticado, aparece la agenda de la tercera ola que es la
plenitud de los derechos civiles – pasar de derechos a hechos – y la novedad vindicativa
de los llamados derechos sexuales y reproductivos. Aparece el “Mi cuerpo es mío” ante
el frente moralista que incluso representan algunas sufragistas. En España esta agenda
comenzó con la aprobación del divorcio en 1981 y del aborto en 1986, pero ha sido una
agenda dura que aún está en trámite en la mayoría de América. Lo primero fue que todos
los estados que no eran plenamente democráticos, fueran hacia la democracia, luego
conseguir la plenitud de los derechos civiles y por último conseguir los derechos sexuales
y reproductivos. Se juega el último bastión de la decencia femenina.
Ya en los años 80, después de asegurar los derechos sexuales y reproductivos se abrió
una segunda agenda: la paridad. Ante la pregunta de qué queremos las mujeres, la Comentado [AMM11]: ACCESO MEDIANTE
respuesta está clara, la mitad de todo. Hay, sin embargo, un error que conviene aclarar: MERITROCACIA
en la paridad, la discriminación positivai no existe. Discriminación positiva es conceder un
plus que no se posee a cambio de obtener un objetivo final, es decir, el objetivo de
cualquier medida de discriminación positiva es siempre lograr el bien mayor de la
integración social, aunque ello comporte no usar la misma evaluación con los colectivos
que la vindican que con el resto de los ciudadanos. Estas medidas de discriminación
positiva fueron adoptadas en los años 70 por sociedades multiétnicas que pretendían la
integración de diferentes minorías raciales y sobre todo para insertarles en el mercado
laboral o en la universidad. Más tarde, medidas de este tipo se aplicaron a las personas
con discapacidad. En cuanto a la discriminación por razón de género, se puede poner
como ejemplo las oposiciones de magisterio en Francia, donde entran el mismo número
de hombres y de mujeres, aunque ellos se presenten en menor número o saquen peores
notas. En todos estos casos, ser negro, ser discapacitado o ser varón supone un plus con
el que se compensan diversos déficits. En tal caso el plus es legítimo puesto que la
desviación de la imparcialidad que comporta sirve para obtener bienes mayores que la
sociedad política busca, es decir, concede una ventaja para garantizar un igual punto de
salida, igualdad de oportunidades. Estos serían casos de discriminación positiva, en
cambio, que el 50% de las listas electorales sean mujeres, no lo es, porque si no lo
aseguras por ley, se produce la discriminación. Con la paridad las mujeres no piden que
les den más, sino imparcialidad, que tu sexo no opere en tu contra. El uso del sistema de
cuotas, es decir, que ninguno esté sobrerrepresentado o disminuido en las esferas de la
autoridad o el poder, no es un caso de discriminación positiva. La paridad no busca integrar Comentado [AMM12]: INDIVIDUOS AFINES NO
al diferente, busca romper el techo de cristalii. El sistema de cuotas puede tener PUEDEN SER TRATADOS DE MOD AFIN PARA
ASEGURARNOS UN PEQUEÑO MARGEN A FAVOR
perversiones, como que se tenga en cuenta la cantidad y no la calidad. En este sentido DEL GRUPO MINORITARIO AL INICIO DE LA
cabe destacar que el sistema de poder, al que el feminismo del 68 llamó patriarcado, COMPETICION.
EL SISTEMA DE CUOTAS VISIBILIZA A LAS
existe y es un pacto fuerte que excluye a las mujeres de los bienes y de los derechos. MUJERES EN LAS ESFERAS DE LO PUBLICO
Funciona regularmente y se reproduce incluso en condiciones adversas. De este modo,
ante el sistema de cuotas, no dejarán que sean las vanguardias feministas las que elijan
a las mujeres que representen al resto, sino que es el propio patriarcado el que elegirá a
las mujeres menos combativas y menos molestas, cumpliendo únicamente la exigencia
numérica. Por otro lado, el techo de cristal no sólo existe, sino que se ha demostrado que Comentado [AMM13]: A MEDIDA QUE SE SUBE DE
actualmente hay menos mujeres en puestos de poder que hace una década y por tanto NIVEL JERARQUICO, A IGUAL FORMACION, LAS
MUJERES NO ACCEDEN A LOS PUESOS DE
debería estudiarse por cuáles procedimientos es apartado el talento femenino, por qué los PODER
genios que nacen mujer se pierden para la historia.
El objetivo de paridad y las leyes de igualdad son los objetivos de nuestros tiempos. El
feminismo tiene una amplia agenda internacional. Pero no sólo somos internacionalistas
por ética, sino también por necesidad. No podemos desentendernos del resto del mundo,
entre otras cosas porque a veces nuestras conquistas no sólo no avanzan, sino que
incluso retroceden. El feminismo en este momento está produciendo la autoconciencia de
las mujeres como grupo. Las mujeres nunca han tenido conciencia clara de pertenecer a
un colectivo, precisamente por su posición minorizada y ahora está surgiendo un
“nosotras” global. El feminismo nos está construyendo como sujeto político. Invertir en
redes de solidaridad es una cuestión de supervivencia. Sin contar con las que viven en
peores condiciones, que aún son muchas. Porque la agenda del feminismo está abierta
por diferentes páginas en cada lugar del mundo. Y es que la agenda puede ser diversa,
pero la teoría es sumamente estable. El feminismo no ha cambiado como conjunto teórico
explicativo en estos tres siglos. Tanto sus recursos argumentativos cuanto lo que dice, a
quién se lo dice, cómo lo dice, contra qué argumenta, con qué argumentos…todo se
mantiene estable a lo largo del tiempo.

TEMA 12: DEBATES ABIERTOS.FEMINISMO Y MULTICULTURALISMO. FEMINISMO


QUEER

Multiculturalidad vs. Universalismo. Es un hecho, la humanidad no es única, existen


múltiples formas de humanidad (Celia Amorós). Elogio de la diferencia. Democracia
participativa en la que todos tengan asegurado igualdad de trato y protección bajo la ley
respetando y valorando su diversidad. Es la toma de posición respecto al hecho de la
multiculturalidad (Celia Amorós). Esta toma de posición es complicada, porque hay una
diferencia, la femenina, que las recorre a todas. Una comunidad son un conjunto de
prácticas, especialmente relevantes las de género.

Individualismo: Es el disolvente del sentido de comunidad. Tenemos personas morales


porque las comunidades los fabrican. Las sociedades tienen que ser reconocidas como
fuentes de sociabilidad moral. El individualismo les está supuesto a los hombres, y
prohibido a las mujeres. Nadie puede ser individuo sin individualismo, pero las mujeres,
las personas encargadas de asegurar la pervivencia del grupo, no pueden tener
individualismo.

Comunitarismo: Surge en los años 80. Vindica la comunidad como sujeto moral y político.
Afirma que (1) las comunidades que se integran en el estado son sujetos morales y
políticos que han de encontrar vías de interlocución y participación en el estado (2) y que
el individualismo es un mal compañero moral. Multiculturalismo y comunitarismo se
vinculan partiendo de que la diferencia añade riqueza a la convivencia.

La Modernidad: La gente cree tener derechos individuales, pero están lanzados a una
lucha de todos contra todos en la que la eticidad se diluye.A partir de la Ilustración,
comienza la disolución del sentido moral y el ascenso al individualismo.

Las comunidades: Para la mejor existencia de la comunidad, han de ser desterrados los
rasgos del individualismo y el ejercicio pleno de algunos derechos individuales. Hablar en
abstracto de la comunidad borra las diferencias de género. Una comunidad es un conjunto
de prácticas, entre ellas las de género. Hombres y mujeres no están separados por una
mera dimorfia natural espontánea, son conjuntos normativos los que separan los sexos.
Los varones: lo público, las mujeres: lo privado. Ningún grupo humano ha visto con buenos
ojos la indiferencia a estas normas. Las normas cambian, pero siempre existen normas
diferentes en función del sexo. En todas ellas se mantiene un estatuto diferencial de
mujeres y hombres, siempre hay una eticidad que norma al colectivo femenino: cuidado,
decencia, abnegación…. cualquier comunidad se fija en que sean las mujeres las que no
se desmanden. Las mujeres se sientan Hipernormadas, por la existencia de una doble
moral y por tener que cumplir el doble o triple de deberes. Hasta las sociedades más
individualistas mantienen esta eticidad, en las que se producen las “situaciones de
contraste”. Ejemplos: cuando cae enfermo alguien, se busca a las mujeres. Para ejercer
violencia o presión, a los hombres. Además existen regresos a esa eticidad grupal en forma
de ritos o festividades.

Universalismo y feminismo: El feminismo es un universalismo. Nace como una


polémica sobre la igualdad de los dos sexos, se transforma en una lucha por los derechos
individuales y políticos. El feminismo tiene su nicho de acogida dentro de las tradiciones
progresistas, y ahí es donde también el multiculturalismo busca su lugar también.
El feminismo es un universalismo y un adherente a la idea de derechos individuales.
Resulta disolvente para la eticidad y ha contribuido a disolverla. Ha sacado a las mujeres
de la eticidad y ha convertido en opresión política lo que eran consideradas “buenas
costumbres”. En el plano teórico, se ha servido de fuentes muy próximas al
multiculturalismo.

El relativismo cultural: Cada grupo tiene una serie de leyes distintas, se plantea si hay
una naturaleza humana común o no.
El núcleo del relativismo es que todas las sociedades son más o menos equivalentes. Ha
sido muy útil al feminismo. Permite relativizar. Contra la idea de que los rasgos que se
atribuyen a las mujeres en un determinado contexto son naturales, basta con buscar
rasgos diferentes en otro contexto. El feminismo ha utilizado la cara amable del
relativismo, no llevándolo al extremo. Pero el multiculturalismo puede utilizar la otra cara:
cada cosa es un rasgo de la cultura, defendible en su contexto.

El Feminismo multicultural: Es difícil de asumir. La demanda de respetar la diferencia


puede llevar a pasar por la violación de derechos individuales, como son los derechos de
las mujeres: el derecho a la libertad puede ser interrumpido por las prácticas matrimoniales
o paternales; el derecho a la integridad física para por los mismos avatares en algunas
culturas etc. Con la familia como principal mecanismo de encuadre de las mujeres,
sometidas a una eticidad diferencial en honor de la decencia grupal, aceptando y
reproduciendo practicas de exclusión, las mujeres no han adquirido el estatuto de
individuos de pleno derecho. Muchas prácticas que se llaman culturales son simplemente
de minoramientos de las mujeres. El feminismo es internacionalista y universal, se
pretende una solidaridad internacional feminista para ayudar a las mujeres que no pueden
defenderse a sí mismas. Una persona demócrata es difícil q sea multiculturalista. Es
necesario que el multiculturalismo se quite el núcleo duro del patriarcado. Multiculturalismo
SI, pero sin patriarcado.

La tolerancia: Plantea bastantes problemas prácticos al feminismo. La ciudadanía global


exige un manejo prudente de la tolerancia, por el riesgo de tolerar lo intolerable y porque
la tolerancia no puede ponerse por encima de la justicia. El papel de las mujeres en los
grupos humanos correlata con la libertad y la igualdad que haya fluyendo en el conjunto
social. La libertad de las mujeres es la medida de la libertad que hay en un lugar o país.
En sociedades no igualitarias, la sumisión de las mujeres asegura la igualdad de los
varones, habrá más sumisión cuanta menos igualdad efectiva haya para repartir. Los tipos
sociales más rígidos extremaran las formas de sumisión femenina para asegurar la relativa
igualdad de los varones. Muchos hombres prefieren la tiranía a la libertad femenina. De
ellas depende la autoestima e identidad de grupo.

Identidades reactivas: Se crean como efecto del rechazo a la integración,


(fundamentalismos islámicos por ejemplo) intento de control de grupo de los pares, los
varones hermanos sobre las mujeres propias porque están dejando de ser propias o
apropiadas. Casar por fuerza asegura que el grupo no se abrirá al matrimonio exogámico.
La identidad del grupo va cargada sobre los hombros de la mujer. Donde el patriarcado
se fragiliza, las mujeres dejan de representar la identidad de grupo. La libertad de las
mujeres supone inseguridad en el patriarcado
FEMINISMO Y TEORÍA QUEER:

El feminismo no se resuelve en un debate sobre las identidades afectivas. No es


una teoría de los deseos, es una teoría de las libertades elementales mínimas.
Las reivindicaciones de las personas Trans llevan el concepto de género al
“contexto del deseo”, se ve el género como una opción personal. Esto puede ser un
“troyano” que consuma el feminismo desde dentro.
Si el género se convierte en una categoría identitaria, subjetiva, se subvierte uno de
los principios del feminismo entendido como un movimiento político de vanguardia y de
cambio social, según se sostiene desde el feminismo de la igualdad.
El feminismo de la segunda ola, representado por Simone de Beauvoir, rompió con
la idea que había imperado hasta entonces de que ser mujer respondía a un esencialismo
biologicista, un destino del que no se podía escapar y que justificaba la discriminación.
El “No se nace mujer sino que se llega a serlo”. Ser mujer es estar dentro de mil
lazos normativos tenues, es aprender esa normativa y cumplirla.
En los años 80 surgió el término género, que se empezó a utilizar con cierta
liberalidad. Ese concepto se convirtió en una “tapadera” del feminismo, término que gozaba
de “poca aceptación”. Con el tiempo se empezó a desvirtuar el concepto de género. Más
tarde, la teoría queer tomó el concepto para llevarlo a contextos diferentes de los de la
antropología: los contextos del deseo. Según esto, género es aquel dispositivo elemental
de tu personalidad que va a dirigir tus opciones y gustos sexuales.
La teoría queer va más allá del “no se nace mujer sino que se llega a serlo” y
asegura que todo es un constructo de la voluntad. Por consiguiente, admitir la pulsión en
la expresión que quiera tomar y adoptar esto como políticamente relevante. Se expresa
meramente como capricho, o como gente que admite todos los binarismos contra los que
dice luchar.
Es necesario ver si el concepto “género” conviene al feminismo o es si no casa
con él. El debate es difícil puesto que hay gente que quiere que no haya debates, utilizando
la palabra “fobia”, y la pone detrás de lo que quiere evitar. De ahí surgen la islamofobia,
la transfobia, la putofobia etc. la palabra ‘fobia’ se ha sacado de su contexto y lo que
ahora quiere decir es “cállate”.
La teoría queer es “una derivada no contemplada” ni buscada de la tercera ola
feminista.
En el feminismo tienen que existir cuatro componentes:
1. Una teoría que ofrezca una explicación del mundo.
2. Una agenda, que normalmente es de cambio social, no de cambio individual; 3.
Una vanguardia, la gente que se va a ocupar de hacer cumplir la agenda y que tiene
debates con la gente de dentro y de fuera;
4. Y los precipitados lateral de acción, las derivadas de las victorias que no estaban
contempladas y que, sin embargo, pertenecen también al feminismo.
En la primera ola el precipitado lateral fueron las primeras leyes del divorcio, que no
las había pedido nadie. En la segunda, un cambio profundo en la imagen de la feminidad.
En la tercera lo fue la teoría queer.
El género, cuando es algo sin límites, pasa a ser un dispositivo que no es social, pero
esta socialmente admitido. En el género, si no hay identidad, todas las identidades son
parodias.
TEMA 13: GLOBALIZACIÓN Y NUEVAS SERVIDUMBRES DE LAS MUJERES. LA
VIOLENCIA DE LAS MUJERES. TRATA PROSTITUCIÓN. LOS VIENTRES DE
ALQUILER. LA AGENDA INTERNACIONAL.

LA AGENDA INTERNACIONAL
La agenda feminista tiene una enorme estabilidad a lo largo de la historia. Si bien es cierto,
que cada inflexión histórica del feminismo ha venido acompañada de una agenda
específica. Y la agenda ha definido aquellos temas de los que la vanguardia feminista
debía ocuparse. La agenda ilustrada comenzó tratando la obligada sumisión de las
mujeres; el entendimiento contractual del matrimonio y la equidad en la herencia. La
agenda sufragista, se fijó en los derechos educativos, civiles y políticos, más el
abolicionismo. La agenda contemporánea incluye la plenitud de los derechos individuales,
y, desde los ochenta, la paridad. Esas son agendas, por así decir, invariantes en el devenir
de la teoría y la acción pública.
Ahora bien, la agenda no se produce en un medio que no posea circunstancias propias.
Actualmente el feminismo en Occidente lidia con un par de agendas sobrevenidas que se
suman a la principal. El intenso y acelerado proceso de globalización, que ha producido
ya dos guerras mundiales y una paz vigilada durante el último siglo, ha empujado al
feminismo más allá de su internacionalismo inicial. El sufragismo fue un movimiento y una
vanguardia internacional que ocupó ambos lado del Atlántico con frecuentes relaciones.
La capacidad migratoria de los grupos humanos contemporáneos nos pone ante la agenda
sobrevenida.
Si sabemos que determinado grupo sigue con prácticas de la primera agenda, esto sin
duda puede parecernos desdichado, pero no compromete la claridad de la acción ni las
prioridades. Pero si miembros de ese grupo se instalan en nuestras propias sociedades,
sin duda la cosa cambia y bastante. Por esta circunstancia, aliada con el surgimiento de
políticas identitarias, el debate del multiculturalismo ha venido ocupando al feminismo
desde hace tres décadas. El multiculturalismo y sus derivados actuales son una.
No es la única. Dos debates se le han unido más recientemente. Se trata de la prostitución
voluntaria y los vientres de alquiler altruistas.
Respecto del primero hay que decir que proviene directamente del debate sobre la
pornografía habido en los años setenta del XX, el patriarcado supo reinterpretar ese
movimiento a su favor: desde el inicio intentó incluir la vieja maquinaria pornográfica y
prostitucional dentro del orden de la libertad. Con los resultados que conocemos.
Y otro tanto sucede con la maternidad. Adquiridos por fin los derechos de filiación, custodia
y patria potestad, ser madre se convirtió en algo diferente. Y cuando a ello se añadió la
libre elección, en algo radicalmente diferente. Sin embargo en el momento presente se
pretender comprar y alquilar los cuerpos de las mujeres para que unos terceros tengan
hijos, criaturas que a ellas no les pertenezcan.
La bandera del feminismo es pesada. Se enfrenta desde el principio a un sistema de
minoración, humillación y venta que funciona razonablemente. Que produce privilegios,
por lo tanto apoyo, en casi la mitad de la humanidad. Que cursa necesariamente con
violencia porque nunca ha tenido todo el asentimiento que tanta falta de equidad requiere.
La violencia es el huracán que llena las velas. Deflactar esa violencia, desaparecerla, es
por lo tanto una condición sine que non del cumplimiento completo de la agenda. No
parece que vaya a ser fácil ni que suceda espontáneamente de hoy para mañana. De ahí
la constante necesidad de políticas feministas. Instalan a la humanidad frente a su propio
objetivo humano. La obligan a trascenderse e inventarse como tal. La mantienen en pie.
Nunca por lo tanto dejarán de ser necesarias, porque la libertad y la igualdad no
pertenecen al orden espontáneo de las cosas.
GLOBALIZACIÓN Y NUEVAS SERVIDUMBRES DE LAS MUJERES
La globalización es el mayor proceso de transformación social después de la revolución
industrial. Está dando lugar a nuevas formas de estratificación social, nuevas relaciones
sociales, así como un nuevo imaginario colectivo.
El origen de la globalización se encuentra en dos factores: las tecnologías y la
reestructuración del capitalismo. Es un proceso que pretende hacer del planeta un espacio
único y sin fronteras para el dinero, las mercancías y los servicios. Este sistema crea
grandes bolsas de pobreza al privar de los beneficios del informacionalismo a millones de
personas en todo el planeta.
La hipótesis de la mayor parte de las investigaciones críticas con la globalización es que
los estados han facilitado los intereses del neoliberalismo. Sin embargo, han sido las
grandes entidades transnacionales de carácter financiero (FMI, Banco Mundial…) las que
han impuesto las reglas del juego que se están consolidando como estructuras de poder
políticas y económicas que trascienden los estados, socavando su soberanía y minando
las bases de la democracia.
En este sentido: ¿Qué capacidad tienen las mujeres para influir en las nuevas estructuras
sociales y en qué manera se pueden modificar los escenarios sociales que se están
creando en esta nueva era marcada por la globalización?
Es crucial producir conocimiento y reflexiones feministas que iluminen los nuevos hechos
sociales que se están gestando y que afectan las vidas de las mujeres. Se debe explicar
los múltiples cruces de dominación en que están inscritas las mujeres y que tan excelentes
beneficios están produciendo a los varones y la nueva economía capitalista.
Tenemos la obligación de desmontar conceptual e ideológicamente esa especie de
determinismo económico ya que las políticas económicas neoliberales tienen efectos
perversos para diversas zonas del planeta y para ciertos colectivos sociales.
La globalización tiene dos caras: la positiva y la perversa. El capitalismo aprovechó
ágilmente para adueñarse de estas tecnologías y expandirse con los menores controles
posibles con la idea de hacer imperar lo económico por encima de las consideraciones
éticas. Es importante entonces entender que las tecnologías informacionales, con internet
a la cabeza, no han servido solo para este fin si no también para el contrario. Las inmensas
posibilidades tecnológicas para la humanidad y las facilidades que abre a los individuos y
comunidades a efectos de una comunicación intercultural para a la larga construir una
comunidad moral global. Si el neoliberalismo no se hubiera apropiado de la globalización,
ésta hubiese podido desembocar en el interculturalismo.
El principal instrumento de las políticas económicas neoliberales son los Programas de
Ajuste Estructural (PAE) diseñados por los estados y dictados por el exterior (BM y FMI):
en general se basan en cortes en los presupuestos gubernamentales, programas de
privatización, desregularización de los mercados, entre otras medidas. “El propósito de
estas medidas era proporcionar la “competitividad” de las economías estatales, lo que
comúnmente significa agudas restricciones en los programas sociales”. Los PAE
“ciertamente han tenido en muchos casos el efecto contrario. Han aumentado la
dependencia y deuda de los estados, así como multiplicado el desempleo y la pobreza.
Estas políticas se basan en el recorte en el gasto público que, con el desempleo, suelen
tener efectos catastróficos pues obstaculizan el acceso a la salud y a la nutrición de los
sectores más vulnerables, mujeres e infancia. Cuanto esto sucede en países altamente
endeudados o con alta pobreza tiene efectos similares a un “genocidio económico”.
Es necesario reconocer que la reestructuración global se produce en un terreno marcado
por el género, ya que los efectos de la globalización neoliberal sobre la vida de las mujeres
son tan significativos como la feminización de la pobreza o la segregación genérica del
mercado laboral. ¿Cuál es el resultado de la aplicación de estas políticas sobre la vida de
las mujeres?: La pobreza, la supervivencia, la exclusión y el trabajo gratuito se feminizan
cada vez más. Ya que las funciones que el estado abdica, al realizar los recortes sociales,
recaen en las familias y son asumidos por las mujeres del mismo modo que antes de que
se aplicasen las políticas sociales. Por tanto, tenemos como resultado que las mujeres
trabajan más y en peores condiciones. Las mujeres no acceden al mercado laboral en las
mismas condiciones que los hombres ya que no cuentan con los mismos recursos ni
movilidad que ellos. Su acceso se ve muy condicionado al “impuesto reproductivo” surgido
de la explotación económica y doméstica en la familia, donde los varones controlan y
explotan los poderes de amor y cuidado de las mujeres sin devolver equitativamente lo
recibido. Este proceso de explotación las deja incapacitas para reconstruir reservas
emocionales y sus posibilidades de autoestima y autoridad. Lo cual explica en buena parte
la precaria y débil inserción de las mujeres en el nuevo mercado laboral global. De todas
formas, hay que señalar que la globalización económica está haciendo crecer el empleo y
el trabajo de las mujeres. En los países desarrollados, las mujeres se trasladas de la
industria a los servicios y en los países en desarrollo, se trasladan del trabajo gratuito del
hogar y la agricultura de subsistencia a la economía monetaria. Es cierto que, en la
mayoría de los lugares del mundo, la participación de las mujeres en el mercadora laboral
ha aumentado, pero las condiciones son desfavorables. Es obvio que las mujeres trabajan
más, pero en las mismas condiciones de invisibilidad de siempre.
Lo cierto es que estos nuevos sistemas de producción “flexible”, requieren de un nuevo
perfil de trabador/a: personas flexibles, capaces de adaptarse rápidamente a cambios, a
los que despedir fácilmente, dispuestos a trabajar en horarios irregulares. Esto se produce
en un marco en que los estados están eliminando progresivamente las regulaciones
protectoras con el objetivo de eliminar barreras para la competitividad y flexibilidad.
Se está intensificando la segregación laboral, distinguiendo entre dos clases de
trabajadores/as: autoprogramables y genéricos. Los primeros poseen educación en el
entorno organizativo adecuado por lo que pueden reprogramarse hacia las tareas en
cambio constante del proceso de producción; los segundos son asignados a tareas
determinadas, solo se espera que reciban y ejecuten señales. Los autoprogramables son
en su mayoría varones y las genéricas mujeres.
El hecho de que solo el 1% de la riqueza mundial este en manos de las mujeres y de que
la tasa de analfabetismo femenina duplique a la masculina sienta las bases de esta
desigual distribución laboral. Además, los prejuicios y estereotipos de género ejercen
poderosa influencia, este fenómeno también ocurre con las personas migrantes que llegan
al “primer mundo”. El género, la etnia, la inmigración, entre otras variables, determinan en
muchas ocasiones el espacio laboral de trabajadores y trabajadoras. Refuerza la reflexión
feminista que asegura que el sistema capitalista no actúa en solitario si no que consensua
con otros sistemas hegemónicos como el patriarcado.
Todos estos motivos muestran la necesidad de que el feminismo construya un discurso
crítico hacia la globalización económica. Los datos apuntan a la necesidad de que los
argumentos feministas tengan un espacio relevante en los movimientos antiglobalización.
Esto requiere que el feminismo se articule críticamente contra la feminización de la
exclusión social y contra la feminización de la supervivencia que se concreta en la industria
del sexo, pues si se construyen
alternativas creíbles a la globalización neoliberal y el feminismo está ausente de su
formulación y de su defensa política, después no podrá obtener ninguno de los beneficios
de ese éxito político.

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES


Es importante subrayar el título: violencia contra las mujeres. Ya que las mujeres son
quienes soportan un índice elevado de violencia por una razón que no pueden cambiar:
por ser mujeres. El desafío de la violencia es antiguo como problema, pero nuevo como
política. ¿Con qué contamos para enfrentarnos a él? Podemos contar con las acciones
políticas y presupuestarias para minimizar su efecto.
Pero seguimos viviendo bajo los mandatos del patriarcado, que es un tipo de esquema de
poder en que las mujeres están, real y simbólicamente bajo la autoridad masculina. Que
pretende hacer aparecer al poder masculino como justo y legítimo, puesto que ellos son
mejores que las mujeres y así lo han creído, con mayor o menor firmeza, todas las
sociedades.
La jerarquía sexual lleva fragilizándose los últimos tres siglos, pero esto produce confusión
ya que cuesta acostumbrarse a que nadie “mande”. El orden antiguo está roto, o al menos
en trances avanzado de disolverse.
La fratría es un grupo viril, en formación. Los varones se inician en las fratrías a temprana
edad, hay momento en que los grupos se separan. Mas bien, el grupo viril se separa y
comienzan a ocupar juntos el espacio, aprenden unos de otros unas reglas diferentes a
las comunes y explicitas, desdoblan roles y reconocen diferentes tipos de virilidad
(sancionando lo que no se adaptan a la norma). En estos grupos la violencia es importante,
forma parte de su educación informal. Desde el sistema político se debe interrumpir el
momento del aprendizaje viril donde la fuerza y la violencia están presentes si queremos
erradicar la violencia contra las mujeres.
Cualquier sistema de poder implica violencia y el patriarcado no es una excepción. Hemos
heredado un sistema en que las mujeres sufrían violencia y la aceptaban. Ya que no ser
dócil conllevaba un castigo que merecía. Aprendieron a caminar de puntillas, ceder,
mostrar buena cara ante la adversidad. Este sistema ejerce violencia cuando es necesario,
la violencia masculina recae sobre algunas para que todas aprendan.
El patriarcado, sin fisuras, tiene tantos valedores como valedoras ya que para percibir lo
injusta de una situación hay que haberse apartado relativamente de ella. La libertad de
las mujeres es reciente consiste en poder ver y juzgar, en adentrarse con riesgo en lugares
antes prohibidos. Hoy en día hay dos tipos de violencia: la del viejo sistema y la violencia
igualitaria. La primera es la explicita, la motivada por la convicción de creer en su
superioridad y en su derecho a la violencia, es la cara que se muestra al tambalearse el
viejo sistema. La segunda emana de una igualdad mal entendida: “¿No es igual a mí?
Bueno, que lo demuestre”. Hoy en día, ambas violencias se solapan.
La igualdad significa ser política y moralmente iguales, pero ni mucho menos asumir un
único modelo de comportamiento. En este sentido las mujeres han tenido que asumir las
normas existentes de valor y éxito que han sido creadas para seguir perpetuando la
jerarquía viril. Debemos deshacernos del modelo completo.
Hay que comenzar a hablar de la universalidad de la violencia: la violencia cursa en todas
partes y no nos vale con imaginar que solo se produce en los márgenes.
Un sistema de poder no cursa sin violencia, y el patriarcado es un grande y vigente sistema
de poder. Gran parte de la cultura heredada consiste en asumir esa violencia. Se trata
entonces de entender qué es la violencia estructural de un sistema y se trata también de
entender, qué es lo que un individuo del sexo femenino acepta como parte de su culpa en
una relación violenta.
¿En qué confiamos para que estas actitudes decrezcan? Confiamos en el sistema de
pareja. Dejamos que la fratría crezca y aprenda y después entendemos que como están
destinados a fundirse en el matrimonio allí será cada mujer la encargada de recibir y domar
la braveza de su marido, que antes no ha sido deflactada. Dicho en otras palabras:
convertir a la bestia en un gentil caballero. ¿Cómo lo va a lograr? Mediante su paciencia
y el agrado, una receta que nos viene de antiguo.
Lo cierto es que la violencia se canaliza, no se elimina. Los seres humanos somos
violentos y no toda violencia es mala, todavía nos sirve para muchas cosas. Pero,
obviamente, la violencia entre los sexos nos demuestra que no está canalizada aún.
¿Cómo podríamos lograr esto? Con una educación en democracia, en debate y esto ya lo
hacemos. Pero el patriarcado no ha muerto, está templado por la democracia y por otro
aspecto: las mujeres, en su mayoría, ya no creen en el patriarcado ni en la superioridad
de los hombres. Pero el patriarcado muere matando y es ahora cuando muestra su gran
crueldad y ferocidad.
La canalización de esta violencia pasa por dejar de mostrar a las mujeres siempre como
víctimas, lo que llamamos “publicidad de la violencia contra las mujeres”. Las mujeres no
pueden ser siempre el sexo humillado y habrá que redimensionar ese flujo mal orientado.
Según el Tratado de Amsterdam de 1997, se pueden y deben ofrecer ventajas concretas a
quienes sufren desventajas con relación a la igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres. Esto debería aplicarse también en el caso de la violencia contra las mujeres, si
las mujeres necesitan amparo el Estado debería procurárselo con el mayor cuidado.
Perfeccionar la democracia significa tratar de modo diferente situaciones que necesitan
afrontarse de modo diferente. Cuando la mera simetría no es capaz de producir justicia
hay que hacer más. El objetivo de las acciones de discriminación positiva es siempre
lograr el bien común aunque eso suponga no usar el mismo nivel de evaluación con los
colectivos vulnerables que con el resto de ciudadanía.

TRATA Y PROSTITUCIÓN

La globalización ha producido otro conjunto de dinámicas en las cuáles las mujeres están
desempeñando un rol crítico, se está feminizando la supervivencia. En efecto, la
producción alimenticia de subsistencia, el trabajo informal, la emigración o la prostitución
son actividades económicas que han adquirido una importancia mucho mayor como
opciones de supervivencia para las mujeres. La participación de las mujeres está
creciendo, tanto en los sectores económicos legales como en los ilegales. El tráfico ilegal
de mujeres para la industria del sexo está aumentando como fuente de ingresos y las
mujeres son el grupo de mayor importancia en los sectores de la prostitución y la industria
del sexo.

La prostitución es el eje de la industria de la explotación sexual, en su mayor parte ilegal,


que utiliza los cuerpos de las mujeres como mercancía. La característica que tienen las
mujeres para esta economía ilícita es su bajo coste y sus altos beneficios.
El argumento para legitimar la prostitución por parte de los propios movimientos que
representan a los colectivos oprimidos, es el de la libertad y de la autonomía. Utilizar la
palabra libertad para legitimar la explotación sexual es inédito. Los seres humanos no
elegimos en abstracto, elegimos en situaciones concretas. La falta de recursos
económicos y culturales, la racialización, la falta de expectativa o la ausencia de
estructuras de oportunidades, en una gran
parte del mundo, está en el origen de la industria de la explotación sexual. No hay libertad
en la absoluta necesidad ni en la supervivencia. Y eso es la prostitución: supervivencia.
La industria de la prostitución exalta los deseos, como así lo viene haciendo el capitalismo
neoliberal, está fabricando un imaginario en el que los deseos de las mujeres no cuentan.
La prostitución niega los deseos sexuales de las mujeres, deben renegar de sus deseos
para satisfacer los masculinos. Esta concepción del deseo responsabiliza a los colectivos
oprimidos basándose en la premisa de la libertad individual.
Resulta increíble que desde el interior se defienda la prostitución con el objetivo de
proteger a las mujeres prostituidas. Ya que la única forma de ejercer esa defensa es
ofrecer alternativas de vida que les permitan construir su propio proyecto vital. Solo
podemos hablar de libertad cuando existen otras alternativas y oportunidades. La libertad
sin igualdad se convierte en la ley del más fuerte.
¿Cómo erradicar la prostitución? Es imprescindible que la sociedad se conciencie de que
no es aceptable ni deseable y que por supuesto esto se traduzca en leyes que criminalicen
la industria de la prostitución así como políticas de discriminación positiva que aporten
igualdad de oportunidades a las mujeres.

LOS VIENTRES DE ALQUILER


Sin duda, el término gestación subrogada es un eufemismo. Se trata de la mercantilización
de los cuerpos de las mujeres. La búsqueda de mujeres pobres y, en su mayoría
racializadas, por parte de la economía ilegal para convertirlas en un negocio. En este
fenómeno como en la prostitución, podemos ver la intersección entre el patriarcado y la
economía capitalista.
Asistiremos a una nueva agenda sobrevenida que, por muy molesta que resulte, no puede
ser abandonada. Los vientres de alquiler han de ser explicados y combatidos desde el
feminismo. Venimos de una tradición que trata de incorporar el sujeto femenino y
abolicionista, no hay un solo resquicio que nos permita prestar el mínimo apoyo a este
asunto.
El debate actual sobre los vientres de alquiler vuelve a asociarse a la palabra “libertad”. La
libertad de las mujeres para alquilar sus cuerpos y entregar a las criaturas a personas que
lo “desean” por una cantidad de dinero. También se utiliza el argumento de la “decisión
propia”, tampoco este argumento es válido ya que muchas prácticas abusivas son
consentidas y se dan sin violencia explicita y bajo un contrato; esto no es algo nuevo.
De otro lado, los colectivos que justifica y que buscan la legalización de los “vientres de
alquiler” lo justifican hablando del deseo (neoliberal). Deseo no significa derecho.
El deseo es el pilar del consumo. Se intenta que la sociedad entienda la prostitución, la
pornografía y los vientres de alquiler, como deseos que deben convertirse en la antesala
de los derechos. Si tienes un deseo y tienes dinero para pagarlo, ¿por qué no habría de
convertirse en una realidad? Sin embargo, este discurso de exaltación y legitimación de
los deseos como fundamento de derechos tiene otra cara: la de las mujeres en situaciones
de pobreza que encuentran en esto su última alternativa para garantizar su supervivencia
y la de sus familias.
Este fenómeno social está lleno de implicaciones simbólicas, sobre todo la gran misoginia
que caracteriza esta práctica de explotación.

Tema 13. Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres. La violencia de


las mujeres. Trata prostitución. Los vientres de alquiler. La agenda internacional.
LA AGENDA INTERNACIONAL
La agenda feminista tiene una enorme estabilidad a lo largo de la historia. Si bien es cierto, que cada
inflexión histórica del feminismo ha venido acompañada de una agenda específica. Y la agenda ha definido
aquellos temas de los que la vanguardia feminista debía ocuparse. La agenda ilustrada comenzó tratando
la obligada sumisión de las mujeres; el entendimiento contractual del matrimonio y la equidad en la
herencia. La agenda sufragista, se fijó en los derechos educativos, civiles y políticos, más el abolicionismo.
La agenda contemporánea incluye la plenitud de los derechos individuales, y, desde los ochenta, la paridad.
Esas son agendas, por así decir, invariantes en el devenir de la teoría y la acción pública.
Ahora bien, la agenda no se produce en un medio que no posea circunstancias propias. Actualmente el
feminismo en Occidente lidia con un par de agendas sobrevenidas que se suman a la principal. El intenso
y acelerado proceso de globalización, que ha producido ya dos guerras mundiales y una paz vigilada
durante el último siglo, ha empujado al feminismo más allá de su internacionalismo inicial. El sufragismo
fue un movimiento y una vanguardia internacional que ocupó ambos lado del Atlántico con frecuentes
relaciones. La capacidad migratoria de los grupos humanos contemporáneos nos pone ante la agenda
sobrevenida.
Si sabemos que determinado grupo sigue con prácticas de la primera agenda, esto sin duda puede
parecernos desdichado, pero no compromete la claridad de la acción ni las prioridades. Pero si miembros
de ese grupo se instalan en nuestras propias sociedades, sin duda la cosa cambia y bastante. Por esta
circunstancia, aliada con el surgimiento de políticas identitarias, el debate del multiculturalismo ha venido
ocupando al feminismo desde hace tres décadas. El multiculturalismo y sus derivados actuales son una.
No es la única. Dos debates se le han unido más recientemente. Se trata de la prostitución voluntaria y los
vientres de alquiler altruistas.
Respecto del primero hay que decir que proviene directamente del debate sobre la pornografía habido en
los años setenta del XX, el patriarcado supo reinterpretar ese movimiento a su favor: desde el inicio intentó
incluir la vieja maquinaria pornográfica y prostitucional dentro del orden de la libertad. Con los resultados
que conocemos. Y otro tanto sucede con la maternidad. Adquiridos por fin los derechos de filiación, custodia
y patria potestad, ser madre se convirtió en algo diferente. Y cuando a ello se añadió la libre elección, en
algo radicalmente diferente. Sin embargo en el momento presente se pretender comprar y alquilar los
cuerpos de las mujeres para que unos terceros tengan hijos, criaturas que a ellas no les pertenezcan.
La bandera del feminismo es pesada. Se enfrenta desde el principio a un sistema de minoración, humillación
y venta que funciona razonablemente. Que produce privilegios, por lo tanto apoyo, en casi la mitad de la
humanidad. Que cursa necesariamente con violencia porque nunca ha tenido todo el asentimiento que
tanta falta de equidad requiere. La violencia es el huracán que llena las velas. Deflactar esa violencia,
desaparecerla, es por lo tanto una condición sine que non del cumplimiento completo de la agenda. No
parece que vaya a ser fácil ni que suceda espontáneamente de hoy para mañana. De ahí la constante
necesidad de políticas feministas. Instalan a la humanidad frente a su propio objetivo humano. La obligan
a trascenderse e inventarse como tal. La mantienen en pie. Nunca por lo tanto dejarán de ser necesarias,
porque la libertad y la igualdad no pertenecen al orden espontáneo de las cosas.
GLOBALIZACIÓN Y NUEVAS SERVIDUMBRES DE LAS MUJERES
La globalización es el mayor proceso de transformación social después de la revolución industrial. Está dando
lugar a nuevas formas de estratificación social, nuevas relaciones sociales, así como un nuevo imaginario
colectivo. El origen de la globalización se encuentra en dos factores: las tecnologías y la reestructuración del
capitalismo. Es un proceso que pretende hacer del planeta un espacio único y sin fronteras para el dinero,
las mercancías y los servicios. Este sistema crea grandes bolsas de pobreza al privar de los beneficios del
informacionalismo a millones de personas en todo el planeta.
La hipótesis de la mayor parte de las investigaciones críticas con la globalización es que los estados han
facilitado los intereses del neoliberalismo. Sin embargo, han sido las grandes entidades transnacionales de
carácter financiero
(FMI, Banco Mundial…) las que han impuesto las reglas del juego que se están consolidando como
estructuras de poder políticas y económicas que trascienden los estados, socavando su soberanía y
minando las bases de la democracia.
En este sentido: ¿Qué capacidad tienen las mujeres para influir en las nuevas estructuras sociales y en qué
manera se pueden modificar los escenarios sociales que se están creando en esta nueva era marcada por
la globalización? Es crucial producir conocimiento y reflexiones feministas que iluminen los nuevos hechos
sociales que se están gestando y que afectan las vidas de las mujeres. Se debe explicar los múltiples cruces
de dominación en que están inscritas las mujeres y que tan excelentes beneficios están produciendo a los
varones y la nueva economía capitalista. Tenemos la obligación de desmontar conceptual e ideológicamente
esa especie de determinismo económico ya que las políticas económicas neoliberales tienen efectos
perversos para diversas zonas del planeta y para ciertos colectivos sociales.
La globalización tiene dos caras: la positiva y la perversa. El capitalismo aprovechó ágilmente para
adueñarse de estas tecnologías y expandirse con los menores controles posibles con la idea de hacer
imperar lo económico por encima de las consideraciones éticas. Es importante entonces entender que las
tecnologías informacionales, con internet a la cabeza, no han servido solo para este fin si no también para
el contrario. Las inmensas posibilidades tecnológicas para la humanidad y las facilidades que abre a los
individuos y comunidades a efectos de una comunicación intercultural para a la larga construir una
comunidad moral global. Si el neoliberalismo no se hubiera apropiado de la globalización, ésta hubiese
podido desembocar en el interculturalismo.
El principal instrumento de las políticas económicas neoliberales son los Programas de Ajuste Estructural
(PAE) diseñados por los estados y dictados por el exterior (BM y FMI): en general se basan en cortes en los
presupuestos gubernamentales, programas de privatización, desregularización de los mercados, entre otras
medidas. “El propósito de estas medidas era proporcionar la “competitividad” de las economías estatales, lo
que comúnmente significa agudas restricciones en los programas sociales”. Los PAE “ciertamente han
tenido en muchos casos el efecto contrario. Han aumentado la dependencia y deuda de los estados, así
como multiplicado el desempleo y la pobreza.
Estas políticas se basan en el recorte en el gasto público qué sumados al desempleo, suelen tener efectos
catastróficos pues obstaculizan el acceso a la salud y a la nutrición de los sectores más vulnerables q ue
suelen ser mujeres e infancia. Cuanto esto sucede en países altamente endeudado y con alta pobreza tiene
efectos similares a un genocidio, estaríamos hablando de un “genocidio económico”.
Es necesario reconocer que la reestructuración global se produce en un terreno marcado por el género, ya
que los efectos de la globalización neoliberal sobre la vida de las mujeres son tan significativos como la
feminización de la pobreza o la segregación genérica del mercado laboral.
¿Cuál es el resultado de la aplicación de estas políticas sobre la vida de las mujeres?: La pobreza, la
supervivencia, la exclusión y el trabajo gratuito se feminizan cada vez más. Ya que las funciones que el
estado abdica, al realizar los recortes sociales, recaen en las familias y son asumidos por las mujeres del
mismo modo que antes de que se aplicasen las políticas sociales. Por tanto, tenemos como resultado que
las mujeres trabajan más y en peores condiciones.
Las mujeres no acceden al mercado laboral en las mismas condiciones que los hombres ya que no cuentan
con los mismos recursos ni movilidad que ellos. Su acceso se ve muy condicionado al “impuesto
reproductivo” surgido de la explotación económica y doméstica en la familia, donde los varones controlan y
explotan los poderes de amor y cuidado de las mujeres sin devolver equitativamente lo recibido. Este
proceso de explotación las deja incapacitas para reconstruir reservas emocionales y sus posibilidades de
autoestima y autoridad. Lo cual explica en buena parte la precaria y débil inserción de las mujeres en el
nuevo mercado laboral global.
De todas formas, hay que señalar que la globalización económica está haciendo crecer el empleo y el trabajo
de las mujeres. En los países desarrollados, las mujeres se trasladas de la industria a los servicios y en los
países en desarrollo, se trasladan del trabajo gratuito del hogar y la agricultura de subsistencia a la economía
monetaria. Es cierto que, en la mayoría de los lugares del mundo, la participación de las mujeres en el
mercadora laboral ha aumentado, pero las condiciones son desfavorables. Es obvio que las mujeres trabajan
más, pero en las mismas condiciones de invisibilidad de siempre.
Lo cierto es que estos nuevos sistemas de producción “flexible”, requieren de un nuevo perfil de trabador/a:
personas flexibles, capaces de adaptarse rápidamente a cambios, a los que despedir fácilmente, dispuestos
a trabajar en horarios irregulares. Esto se produce en un marco en que los estados están eliminando
progresivamente las regulaciones protectoras con el objetivo de eliminar barreras para la competitividad y
flexibilidad.
En este sentido se está intensificando la segregación laboral, distinguiendo entre dos clases de
trabajadores/as: autoprogramables y genéricos. Los primeros poseen educación en el entorno organizativo
adecuado por lo que
pueden reprogramarse hacia las tareas en cambio constante del proceso de producción, sin embargo, los
segundos son asignados a tareas determinadas, solo se espera que reciban y ejecuten señales. Los
autoprogramables son en su mayoría varones y las genéricas mujeres.
El hecho de que solo el 1% de la riqueza mundial este en manos de las mujeres y de que la tasa de
analfabetismo femenina duplique a la masculina sienta las bases de esta desigual distribución laboral.
Además, los prejuicios y estereotipos de genero ejercen poderosa influencia, este fenómeno también ocurre
con las personas migrantes que llegan al “primer mundo”. El género, la etnia, la inmigración, entre otras
variables, determinan en muchas ocasiones el espacio laboral de los trabajadores y trabajadoras. Esto
refuerza la reflexión feminista que asegura que el sistema capitalista no actúa en solitario si no que
consensua con otros sistemas hegemónicos como el patriarcado.
Todos estos motivos muestran la necesidad de que el feminismo construya un discurso crítico hacia la
globalización económica. Los datos apuntan a la necesidad de que los argumentos feministas tengan un
espacio relevante en los movimientos antiglobalización. Esto requiere que el feminismo se articule
críticamente contra la feminización de la exclusión social y contra la feminización de la supervivencia que
se concreta en la industria del sexo, pues si se construyen alternativas creíbles a la globalización neoliberal
y el feminismo está ausente de su formulación y de su defensa política, después no podrá obtener ninguno
de los beneficios de ese éxito político.

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES


Es importante subrayar el título: violencia contra las mujeres. Ya que las mujeres son quienes soportan un
índice elevado de violencia por una razón que no pueden cambiar: por ser mujeres.
El desafío de la violencia es antiguo como problema, pero nuevo como política. ¿Con qué contamos para
enfrentarnos a él? Podemos contar con las acciones políticas y presupuestarias para minimizar su efecto.
Pero seguimos viviendo bajo los mandatos del patriarcado, que es un tipo de esquema de poder en que las
mujeres están, real y simbólicamente bajo la autoridad masculina. Que pretende hacer aparecer al poder
masculino como justo y legítimo, puesto que ellos son mejores que las mujeres y así lo han creído, con
mayor o menor firmeza, todas las sociedades.
La jerarquía sexual lleva fragilizándose los últimos tres siglos, pero esto produce confusión ya que cuesta
acostumbrarse a que nadie “mande”. El orden antiguo está roto, o al menos en trances avanzado de
disolverse. La fratría es un grupo viril, en formación. Los varones se inician en las fratrías a temprana edad,
hay momento en que los grupos se separan. Mas bien, el grupo viril se separa y comienzan a ocupar juntos
el espacio, aprenden unos de otros unas reglas diferentes a las comunes y explicitas, desdoblan roles y
reconocen diferentes tipos de virilidad (sancionando lo que no se adaptan a la norma). En estos grupos la
violencia es importante, forma parte de su educación informal. Desde el sistema político se debe interrumpir
el momento del aprendizaje viril donde la fuerza y la violencia están presentes si queremos erradicar la
violencia contra las mujeres.
Cualquier sistema de poder implica violencia y el patriarcado no es una excepción. Hemos heredado un
sistema en que las mujeres sufrían violencia y la aceptaban. Ya que no ser dócil conllevaba un castigo que
merecía. Aprendieron a caminar de puntillas, ceder, mostrar buena cara ante la adversidad. Este sistema
ejerce violencia cuando es necesario, la violencia masculina recae sobre algunas para que todas aprendan.
El patriarcado, sin fisuras, tiene tantos valedores como valedoras ya que para percibir lo injusta de una
situación hay que haberse apartado relativamente de ella. La libertad de las mujeres es reciente consiste
en poder ver y juzgar, en adentrarse con riesgo en lugares antes prohibidos.
Hoy en día hay dos tipos de violencia: la del viejo sistema y la violencia igualitaria. La primera es la explicita,
la motivada por la convicción de creer en su superioridad y en su derecho a la violencia, es la cara que se
muestra al tambalearse el viejo sistema. La segunda emana de una igualdad mal entendida: “¿No es igual
a mí? Bueno, que lo demuestre”. Hoy en día, ambas violencias se solapan.
La igualdad significa ser política y moralmente iguales, pero ni mucho menos asumir un único modelo de
comportamiento. En este sentido las mujeres han tenido que asumir las normas existentes de valor y éxito
que han sido creadas para seguir perpetuando la jerarquía viril. Debemos deshacernos del modelo completo.
Hay que comenzar a hablar de la universalidad de la violencia: la violencia cursa en todas partes y no nos
vale con imaginar que solo se produce en los márgenes.
Un sistema de poder no cursa sin violencia, y el patriarcado es un grande y vigente sistema de poder. Gran
parte de la cultura heredada consiste en asumir esa violencia. Se trata entonces de entender qué es la
violencia estructural de un sistema y se trata también de entender, qué es lo que un individuo del sexo
femenino acepta como parte de su culpa en una relación violenta.
¿En qué confiamos para que estas actitudes decrezcan? Confiamos en el sistema de pareja. Dejamos que
la fratría crezca y aprenda y después entendemos que como están destinados a fundirse en el matrimonio
allí será cada mujer
la encargada de recibir y domar la braveza de su marido, que antes no ha sido deflactada. Dicho en otras
palabras: convertir a la bestia en un gentil caballero. ¿Cómo lo va a lograr? Mediante su paciencia y el
agrado, una receta que nos viene de antiguo.
Lo cierto es que la violencia se canaliza, no se elimina. Los seres humanos somos violentos y no toda
violencia es mala, todavía nos sirve para muchas cosas. Pero, obviamente, la violencia entre los sexos nos
demuestra que no está canalizada aún.
¿Cómo podríamos lograr esto? Con una educación en democracia, en debate y esto ya lo hacemos. Pero
el patriarcado no ha muerto, está templado por la democracia y por otro aspecto: las mujeres, en su
mayoría, ya no creen en el patriarcado ni en la superioridad de los hombres. Pero el patriarcado muere
matando y es ahora cuando muestra su gran crueldad y ferocidad.
La canalización de esta violencia pasa por dejar de mostrar a las mujeres siempre como víctimas, lo que
llamamos “publicidad de la violencia contra las mujeres”. Las mujeres no pueden ser siempre el sexo
humillado y habrá que redimensionar ese flujo mal orientado.
Según el Tratado de Amsterdam de 1997, se pueden y deben ofrecer ventajas concretas a quienes sufren
desventajas con relación a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Esto debería aplicarse
también en el caso de la violencia contra las mujeres, si las mujeres necesitan amparo el Estado debería
procurárselo con el mayor cuidado.
Perfeccionar la democracia significa tratar de modo diferente situaciones que necesitan afrontarse de modo
diferente. Cuando la mera simetría no es capaz de producir justicia hay que hacer más. El objetivo de las
acciones de discriminación positiva es siempre lograr el bien común aunque eso suponga no usar el mismo
nivel de evaluación con los colectivos vulnerables que con el resto de ciudadanía.

TRATA Y PROSTITUCIÓN

La globalización ha producido otro conjunto de dinámicas en las cuáles las mujeres están desempeñando
un rol crítico, se está feminizando la supervivencia. En efecto, la producción alimenticia de subsistencia, el
trabajo informal, la emigración o la prostitución son actividades económicas que han adquirido una
importancia mucho mayor como opciones de supervivencia para las mujeres. La participación de las
mujeres está creciendo, tanto en los sectores económicos legales como en los ilegales. El tráfico ilegal de
mujeres para la industria del sexo está aumentando como fuente de ingresos y las mujeres son el grupo de
mayor importancia en los sectores de la prostitución y la industria del sexo.

La prostitución es el eje de la industria de la explotación sexual, en su mayor parte ilegal, que utiliza los
cuerpos de las mujeres como mercancía. La característica que tienen las mujeres para esta economía
ilícita es su bajo coste y sus altos beneficios.
El argumento para legitimar la prostitución por parte de los propios movimientos que representan a los
colectivos oprimidos, es el de la libertad y de la autonomía. Utilizar la palabra libertad para legitimar la
explotación sexual es inédito. Los seres humanos no elegimos en abstracto, elegimos en situaciones
concretas. La falta de recursos económicos y culturales, la racialización, la falta de expectativa o la
ausencia de estructuras de oportunidades, en una gran parte del mundo, está en el origen de la industria
de la explotación sexual. No hay libertad en la absoluta necesidad ni en la supervivencia. Y eso es la
prostitución: supervivencia.
La industria de la prostitución exalta los deseos, como así lo viene haciendo el capitalismo neoliberal, está
fabricando un imaginario en el que los deseos de las mujeres no cuentan. La prostitución niega los deseos
sexuales de las mujeres, deben renegar de sus deseos para satisfacer los masculinos. Esta concepción
del deseo responsabiliza a los colectivos oprimidos basándose en la premisa de la libertad individual.
Resulta increíble que desde el interior se defienda la prostitución con el objetivo de proteger a las mujeres
prostituidas. Ya que la única forma de ejercer esa defensa es ofrecer alternativas de vida que les permitan
construir su propio proyecto vital. Solo podemos hablar de libertad cuando existen otras alternativas y
oportunidades. La libertad sin igualdad se convierte en la ley del más fuerte.
¿Cómo erradicar la prostitución? Es imprescindible que la sociedad se conciencie de que no es aceptable
ni deseable y que por supuesto esto se traduzca en leyes que criminalicen la industria de la prostitución así
como políticas de discriminación positiva que aporten igualdad de oportunidades a las mujeres.

LOS VIENTRES DE ALQUILER


Sin duda, el término gestación subrogada es un eufemismo. Se trata de la mercantilización de los
cuerpos de las mujeres. La búsqueda de mujeres pobres y, en su mayoría racializadas, por parte de la
economía ilegal para convertirlas en un negocio. En este fenómeno como en la prostitución, podemos
ver la intersección entre el patriarcado y la economía capitalista.
Asistiremos a una nueva agenda sobrevenida que, por muy molesta que resulte, no puede ser abandonada.
Los vientres de alquiler han de ser explicados y combatidos desde el feminismo. Venimos de una tradición
que trata de incorporar el sujeto femenino y abolicionista, no hay un solo resquicio que nos permita prestar
el mínimo apoyo a este asunto.
El debate actual sobre los vientres de alquiler vuelve a asociarse a la palabra “libertad”. La libertad de las
mujeres para alquilar sus cuerpos y entregar a las criaturas a personas que lo “desean” por una cantidad
de dinero. También se utiliza el argumento de la “decisión propia”, tampoco este argumento es válido ya
que muchas prácticas abusivas son consentidas y se dan sin violencia explicita y bajo un contrato; esto no
es algo nuevo. De otro lado, los colectivos que justifica y que buscan la legalización de los “vientres de
alquiler” lo justifican hablando del deseo, ese deseo neoliberal del que ya hemos hablado. Deseo no
significa derecho, porque si no tendríamos que asociar cualquier derecho a cualquier deseo.
El deseo es el pilar del consumo. Se intenta que la sociedad entienda la prostitución, la pornografía y los
vientres de alquiler, como deseos que deben convertirse en la antesala de los derechos. Si tienes un deseo
y tienes dinero para pagarlo, ¿por qué no habría de convertirse en una realidad? Sin embargo, este
discurso de exaltación y legitimación de los deseos como fundamento de derechos tiene otra cara: la de
las mujeres en situaciones de pobreza que
encuentran en esto su última alternativa para garantizar su supervivencia y la de sus familias. Este
fenómeno social está lleno de implicaciones simbólicas, sobre todo la gran misoginia que caracteriza
esta práctica de explotación.

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