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Novena

De Nuestra Señora
del
Perpetuo Socorro
INTRODUCCIÓN

Presentamos una breve novena en honor a la Madre del Perpetuo Socorro.


Creemos que es importante brindar a nuestra familia en la fe instrumentos para
conocerla mejor y amarla más. Así como ella sale a nuestro encuentro para
socorrernos, también nos comprometemos para enseñar a otros el amor a tan
dulce protectora.
Proponemos un esquema sencillo, para hacer en comunidad o bien de manera
personal. Aunque la novena suele realizarse del 18 al 26 de junio y se celebra la
solemnidad el día 27, también consideramos posible este rezo durante “nueve
martes”. Sugerimos orar frente a la imagen de la Santísima Virgen del Perpetuo
Socorro, para ir contemplando cada día un detalle distinto.
El rezo va precedido de una oración inicial. Luego algún versículo de la Palabra
de Dios, que ilumina cada día. La reflexión pretende acercarnos a distintos
puntos del icono de Nuestra Madre, guiados por la Santa Palabra proclamada y
una palabra de San Alfonso María de Ligorio, el fundador de la Congregación del
Santísimo Redentor y autor del libro mariano más famoso: Las Glorias de María.
A continuación, un listado de peticiones, que pueden enriquecerse con las
intenciones que se consideren convenientes. Le siguen las letanías, que son
elenco de dulces títulos para la intercesora que tenemos en el cielo.
La oración conclusiva cierra cada día y nos mueve a presentar una ofrenda a
Dios y a Nuestra Madre. Su pretensión es “poner en acción” la fe,
comprometernos para ser también nosotros socorro para nuestro prójimo,
especialmente los más necesitados. En un mundo herido, los hijos del mismo
Padre no podemos ser indiferentes ante el que sufre.
En fin, esta breve obra va con especial aprecio a todas las personas que aman a
María y encuentran en ella un soporte para la vida espiritual. Pensamos en la
abuela que enseña a rezar a sus nietos, los padres que no se cansan de sembrar
la semilla de la fe en los hijos, los enfermos que buscan consuelo y todos
aquellos que necesitan una palabra de aliento en el camino.
Que podamos tener la confianza de que si somos fieles en invocarle, ella será
fiel en socorrernos siempre.

Bryan Arriola, CSsR


Provincia Redentorista de América Central
¿POR QUÉ NUEVE?
Nueve es un número simbólico y puede tener distintos significados. Recordemos
que nueve son los meses de espera en un embarazo. De esta manera, la novena
es un tiempo de espera, de preparación para algo grande.
También representa perseverancia, constancia y permanencia. Este
acompañamiento es gozosa espera, como en las novenas de la Virgen y los
santos, antes de la fiesta patronal. Nueve significa compañía: en el novenario, la
comunidad se hace presente en el duelo de una familia y está con ellos durante
los primeros días, los más duros.
También es solidaridad en el dolor, como sucede con los novenarios de los
difuntos. En todo caso, es cercanía desde la esperanza. Nos unimos, rezamos,
compartimos.
Aunque la novena es una forma típica, son práctica común los triduos, quinarios
y septenarios. Sea el número que sea de días, son convocatorias comunitarias
desde la fe, instrumentos de unión en las familias y también motivo de
encuentro social.

ESQUEMA SUGERIDO
• Oración introductoria a la Madre del Perpetuo Socorro.
• Breve Palabra de Dios.
• Reflexión.
• Peticiones.
• Letanías.
• Oración conclusiva y ofrenda de la “buena acción”.
ORACIÓN A LA MADRE DEL PERPETUO SOCORRO
(para hacer al inicio de la novena)

Tú fuiste elegida por Dios como Madre para su Hijo,


Yo te pido hoy que seas mi socorro perpetuo.
Así como confiaste en la palabra del ángel,
enséñame a creer en las promesas del Señor.

Que, como tú con Isabel, pueda salir presuroso,


a servir a aquel que lo necesita.
En los momentos de amenaza e inseguridad,
guíanos a puerto seguro.

Cuando nos alejemos y nos sintamos perdidos,


no descanses hasta hacernos volver a casa.
Al faltar el vino de la alegría,
que sepamos escucharte para recuperarnos en Jesús.

En los días de enfermedad, en el dolor, en la muerte,


que tu firmeza en la cruz nos sostenga.
Ayúdanos a permanecer unidos en la oración,
recibe junto a tus hijos el Espíritu Santo.

Que tu mirada tierna, cercana, dulce,


no se aparte de nosotros.
Y al final de nuestros días, Madre,
llévanos hacia la Casa del Padre misericordioso.
Amén.
LETANÍAS A LA MADRE DEL PERPETUO SOCORRO
(después de las peticiones de cada día)

María hija del Eterno Padre Ven siempre en nuestro socorro


María receptora del Espíritu Santo
María Madre de Jesús

Madre de la Iglesia
Madre de la mirada protectora
Madre que ruega ante su Hijo por nosotros
Madre refugio de atribulados
Madre que nos conduce al buen camino
Madre misericordiosa
Madre fiel en la cruz
Discípula siempre dispuesta a servir
Mujer atenta a la voluntad de Dios
Auxiliadora de las causas difíciles
Fortaleza de los débiles y caídos
Intercesora de los pecadores
Esperanza de los alejados
Misionera de la abundante redención
Estrella que nos guía hacia Jesús
Ejemplo de solidaridad
Instrumento de la gracia de Dios
Compañía de los migrantes
Modelo de creyente
Maestra de oración
Perpetuo Socorro nuestro
ORACIÓN FINAL

¡Feliz es el que se acoge a tu protección!


Nos unimos a las plegarias de tantos santos,
hombres y mujeres que durante generaciones
encontraron en ti refugio y consuelo.

Con la confianza que nos da tu socorro


volvemos a nuestras labores cotidianas,
llenos de alegría, fe y esperanza,
rebosantes del amor de Dios.

En tus manos quedan nuestras preocupaciones,


las lágrimas y el dolor que traíamos,
tu Hijo Redentor nos da a cambio
la paz y la fortaleza que necesitamos.

Como humilde ofrenda


recibe nuestra buena acción de este día,
que sea semilla de bendición para otros
y compromiso con el Evangelio de Jesús.

(Ofrecer una “buena acción” en silencio)

Nota: esta acción puede ser bien una obra de misericordia, una limosna,
un gesto de perdón, el acceso al sacramento de la reconciliación, una
visita al Santísimo o a un santuario mariano, etc.
Es poner en acción nuestra fe y al mismo tiempo sentirnos instrumentos
del amor de Dios hacia otras personas.
Obras de misericordia corporales:
• Dar de comer al hambriento.
• Dar de beber al sediento.
• Vestir al desnudo.
• Acoger el extranjero.
• Visitar y cuidar a los enfermos.
• Visitar a los presos.
• Enterrar a los difuntos.

Obras de misericordia espirituales:


• Dar buen consejo al que lo necesita.
• Enseñar al que no sabe.
• Corregir al que está en error.
• Consolar al triste.
• Perdonar las ofensas.
• Soportar con paciencia los defectos de los demás.
• Rogar a Dios por los vivos y los muertos.
Primer día
LOS OJOS DE UNA MADRE

¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo
de sus entrañas? Pues aunque esas llegasen a olvidar, yo no te olvido
(Is49, 15).

Cuando contemplamos el icono de Perpetuo Socorro, es imposible no


detenernos en su mirada. Ella nos ve a nosotros. Así es una madre,
pendiente siempre de sus hijos. Ella gusta vernos llenos de salud, de
alegría, de paz en el corazón. Y ruega para que esto suceda. De la misma
manera, cuando una mamá ve que su hijo enferma, entristece o tiene
dificultades, le brinda especial cariño y atención. Así es María con sus
hijos.

Dice San Alfonso María de Ligorio: “no en vano los devotos de María le
llaman Madre; no saben darle otro nombre, y no se cansan de invocarla
con el título de Madre”. Y es que la presencia de la madre da seguridad
a los hijos. Siendo niños es motivo de confianza, garantía de cariño,
refugio en el dolor. Así es también María con sus hijos.
“Los ojos de María -repite San Alfonso- son ojos de madre, y la madre no
solo mira porque su hijo no caiga, sino para que, habiendo caído, lo
pueda levantar.” Acerquémonos con confianza a la que está siempre
dispuesta a socorrernos. Y que al ver sus ojos podamos repetir con el
Cantar de los Cantares: “me robaste el corazón con una mirada tuya”
(Cantar4,9).

Jaculatoria (repetimos todos)


Que tus ojos, Madre, no nos dejen nunca de mirar…

PETICIONES
• Por la Iglesia, para que podamos encontrar en la fe la fuerza para
vivir como auténticos hermanos, hijos todos del mismo Padre,
roguemos al Señor…
Escúchanos, Jesús misericordioso.
• Por el Papa, para que siga siendo instrumento de unión y nos
confirme en la esperanza, roguemos al Señor…
• Por las familias, para que sepamos cultivar el amor, el respeto, el
perdón, la alegría y la ternura, roguemos al Señor…
• Por los responsables eclesiales, delegados de la Palabra, ministros
de la comunión, catequistas y todos aquellos que sirven en la
Iglesia, para que sepamos colaborar juntos en la construcción del
Reino, roguemos al Señor…
• Por los que se han alejado de Dios y de nuestras comunidades,
para que el Padre bueno siga manifestándoles su amor y podamos
reencontrarnos pronto, roguemos al Señor…
Segundo día
LAS MANOS DE LA MADRE

Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: Hijo, ¿por


qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando (Lc2,48).

Detengamos la mirada en la mano izquierda de María: con ella sostiene


al Niño Jesús. Es una mano fuerte, que da soporte, que acerca y protege.
Una madre no deja a la deriva a su hijo, incluso cuando este se pierde o
se aleja. Sale a buscarlo, no descansa, pide ayuda. Eso hizo con Jesús
siendo apenas un muchacho y eso hace hoy con nosotros. De la misma
forma, la Madre nos interpela, nos pide volver al camino del bien.

La mano derecha de Perpetuo Socorro también sujeta, pero acá la fuerza


se manifiesta desde la ternura. Acoge las manos del Niño y dirige nuestra
mirada hacia Él. María nos sostiene llevándonos a Jesús. Con la mirada
nos busca, con la mano nos guía.
En el libro “Las Glorias de María”, San Alfonso nos recuerda en más de
quince ocasiones que todas las gracias de Dios se dispensan por manos
de tan dulce Madre. Pidamos al Señor que no se canse de bendecirnos a
través de María del Perpetuo Socorro.

Jaculatoria (repetimos todos)


Acógenos, Madre, y condúcenos a tu Hijo Jesús.

PETICIONES
• Por todas las naciones, por los que luchan por la paz, para que
podamos conseguir pronto un mundo más justo y fraterno, roguemos
al Señor…
Atiende, Padre amoroso, nuestras plegarias.
• Para que con la solidaridad, podamos colaborar para vencer el hambre,
la desnutrición y la pobreza, roguemos al Señor…
• Por los países que están en guerra, para que encuentren soluciones
prontas para el cese a la violencia y acabe así tanto dolor, roguemos al
Señor…
• Por los pueblos que sufren a causa de la corrupción, la injusticia, la
inseguridad y el abuso de poder, para que encontremos pronto la
senda de la conversión social, roguemos al Señor…
• Por los que rigen a los pueblos, para que luchen por mejorar sus países
y velen especialmente por los jóvenes, los vulnerables y los
descartados, roguemos al Señor…
Tercer día
LOS ÁNGELES
He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para
que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te
tengo preparado (Ex23,20).

La palabra “ángel” significa “mensajero”. Son emisarios de


Dios, encargados de transmitir su mensaje y hacer su
voluntad. Un ángel del Señor pide a Abrahán no sacrificar
la vida de su hijo. La noche del nacimiento de Jesús, varios
dan gloria en el cielo. El día de la resurrección, también es
uno de ellos quien dice a las mujeres que no tengan
miedo. Comparten la alegría de Dios cuando un pecador
se arrepiente.

Entre todos los ángeles hay unos que tienen mayor


importancia. Son los llamados “arcángeles”. Diversos
libros hablan de siete. Sin embargo, en la Biblia solamente
son nombrados tres: Miguel, Gabriel y Rafael. Los dos
primeros se encuentran en el icono del Perpetuo Socorro.
Miguel, a la derecha de María, sostiene en un vaso, la
lanza y la esponja. Gabriel, en el lado opuesto, porta una
cruz y los clavos de la crucifixión.

San Alfonso llama a Gabriel afortunado embajador, porque trajo el anuncio más
venturoso a María. Y siguiendo las palabras de San Buenaventura, afirma que
Miguel es enviado por la Madre del Redentor en auxilio de sus siervos en la hora
de la muerte, para que defienda de las asechanzas de Satanás y les conduzca en
triunfo al cielo. ¿Qué mensaje de Dios tienen para nosotros hoy? ¿Qué nos quiere
decir a través de estos enviados?
Jaculatoria (repetimos todos)
Que tus santos ángeles, Señor, sean siempre nuestros compañeros de camino.

PETICIONES
• Para que podamos sentirnos corresponsables en la ayuda a los más
necesitados de nuestra sociedad y estemos siempre dispuestos a
colaborar, roguemos al Señor…
Haznos, Señor, instrumentos de tu amor.
• Para que con nuestro testimonio podamos contrarrestar la indiferencia,
la apatía y la falta de generosidad de nuestras comunidades, roguemos al
Señor…
• Por nuestro país, para que sepamos vernos y amarnos como hermanos,
que valoremos lo que nos une y no lo que nos divide, roguemos al Señor…
• Por los líderes nacionales, sociales y religiosos, para que busquemos junto
a ellos sendas de solidaridad, roguemos al Señor…
• Para que tengamos mayor conciencia del daño que causamos a la tierra,
nuestra casa común, y sepamos asumir actitudes urgentes de cuidado y
protección, roguemos al Señor…
Cuarto día
EL NIÑO JESÚS

El ángel le dijo: no tengas miedo, María, porque


has hallado gracia delante de Dios; Vas a
concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande
y será llamado hijo del Altísimo y el Señor Dios le
dará el trono de David, su padre; reinará en la
casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá
fin (Lc1,30-33).

Jesús es el centro del Evangelio y el corazón de nuestra fe. María está unida a Él
y comparte su misión. En el icono de Perpetuo Socorro, la mano derecha de la
Madre nos conduce a su Hijo. Pareciera que nos repite la frase que dice en las
bodas de Caná: “hagan lo que Él les dice”.

San Alfonso dice que Jesús es rey del universo y que por Él, lo es también María.
Si Él es el Padre de nuestras almas, ella es la Madre. Jesús es hijo por la carne,
nosotros por la fe. Nos recuerda que en el momento de la cruz, María recibe el
encargo de amarnos. Y que si hemos sido redimidos por Jesús, por eso ella nos
ama a todos y nos colma de favores.

Así como el Niño descansa en tus brazos, buscando tu protección, acógenos


también a nosotros, Virgen del Perpetuo Socorro. Acércanos a Él, muéstranos el
camino para hacer su voluntad y amarle como tú le amas. Que al contemplar tu
santo icono, nos sintamos llamados por Jesús, invitados a colaborar con Él para
empezar el cielo hoy acá en medio de nosotros.
Jaculatoria (repetimos todos)
Jesús, Redentor nuestro, aumenta nuestra confianza en Ti.

PETICIONES
• Para que unidos al amor de la Madre de Jesús, podamos también ser
nosotros socorro para los más necesitados, roguemos al Señor…
Recibe, Padre bueno, nuestras plegarias.
• Enséñanos, Jesús, a vernos y ayudarnos como hermanos, para formar
familias en la fe y comunidades en misión, roguemos al Señor…
• Para que en nuestros hogares aprendamos a amarnos, perdonarnos,
cuidarnos y ayudarnos siempre, roguemos al Señor…
• Para que no nos falte el pan en la mesa, ni tu Palabra en el corazón, y
sepamos siempre compartir, roguemos al Señor…
• Que aprendamos a velar por los más débiles: en nuestra casa, en la
comunidad, en la nación, roguemos al Señor…
Quinto día
LA CRUZ

Cristo nos rescató de la maldición de


la ley, haciéndose Él mismo
maldición por nosotros, pues dice la
Escritura: maldito todo el que está
colgado en un madero (Gal3,13).

El libro del Deuteronomio nos dice:


“Maldito el que cuelga de un árbol”
(Dt21,23).

La cruz es lugar de sufrimiento, dolor,


vergüenza y muerte. Jesús recibe el
peor de los castigos, siendo inocente.
El lugar de maldición, con su entrega
y amor, lo convierte en sitio de
bendición. El evangelista nos
recuerda algo importante en ese
momento: “Estaba junto a la cruz de
Jesús, su madre” (Jn19,25).
Así, en el icono del Perpetuo Socorro, también se une el amor del Hijo con
María. La cruz se encuentra en tres puntos: en las manos del arcángel Gabriel,
en la aureola del Niño y en la frente de María. Esta imagen nos une de manera
intensa a la redención en Jesucristo.

San Alfonso dirá que María estaba crucificada en la misma cruz que su Hijo. Es
la mujer que vive el dolor de quien ama, la Madre que carga en sus hombros
este sufrimiento. Por eso ella, que ha participado fiel de la pasión de Jesús,
desea consolarnos en nuestros “viernes santos”.
Acompáñanos, Madre, cuando la cruz llegue a nuestra vida. Que podamos,
como tú, unir nuestro sufrimiento al dolor de tu Hijo crucificado. Y que esto
nos conceda la esperanza de participar algún día en el gozo eterno, contigo,
con Jesucristo, en la casa del Eterno Padre.

Jaculatoria (repetimos todos)


Que sepamos ser fieles como tú, Madre, en los momentos de cruz.

PETICIONES
• Que en las dificultades de la vida podamos reconocer tu voluntad y que
no nos dejemos vencer por el miedo, roguemos a nuestro Dios…
En los momentos de prueba, ampáranos siempre, Señor.
• Que la luz de la fe ilumine nuestras vidas cuando llegue la oscuridad del
dolor, la incertidumbre, la enfermedad o la muerte, roguemos a nuestro
Dios…
• Para que encontremos constante apoyo en nuestras familias y que al
mismo tiempo estemos dispuestos a sostener a los que pasan
circunstancias difíciles, roguemos a nuestro Dios…
• Que podamos nutrirnos en Ti, en tu Palabra, en los sacramentos y que
demos testimonio constante de la fe que nos anima, roguemos a nuestro
Dios…
• Para que, como creyentes, siempre estemos dispuestos a cuidar la vida
humana en todas sus etapas, roguemos a nuestro Dios…
Sexto día
LA ESTRELLA

Ellos se pusieron en camino y la estrella que


habían visto en el Oriente iba delante de ellos,
hasta que llegó y se detuvo encima del lugar
donde estaba el niño. Al ver la estrella se
llenaron de inmensa alegría (Mt2,9-10).

La estrella pertenece al cielo, pero su luz la apreciamos desde la tierra. Es


orientación y símbolo de esperanza para los navegantes después de una
tormenta. Una estrella guía a los sabios de oriente al encuentro con Jesús. Así
es María, la que nos pone en camino hacia su Hijo. Es un instrumento de Dios
para acercarnos a Él.

San Alfonso emplea las palabras de San Bernardo y nos recuerda: “Si no
quieres naufragar vuelve los ojos a esta estrella que es María. Mira a la
estrella, llama a María. En los peligros de pecar, en las molestias de las
tentaciones, en las dudas que debas resolver, piensa que María te puede
ayudar; y tú llámala pronto, que ella te socorrerá”.

La estrella en la frente de la Virgen del Perpetuo Socorro nos invita a no perder


el rumbo cuando la tormenta nos amenace. Cuando sintamos la tentación de
encerrarnos en nosotros mismos por causa de la dificultad, alcemos la mirada
al cielo, al encuentro de María y pidamos con confianza su intercesión. Que la
inmensa alegría que sintieron los magos de oriente al ver la estrella, la
encontremos nosotros al contemplar a la que nos conduce a Jesús.
Jaculatoria (repetimos todos)
Que tu estrella nos conduzca siempre a buen puerto, Señor.

PETICIONES
• Oremos por aquellos que tienen dificultades económicas, para que se
mantengan fuertes en la esperanza y encuentren pronto una salida
favorable, roguemos al Señor…
Que nuestra oración sea incienso en tu presencia.
• Por las personas que han abandonado su país en busca de mejores
condiciones, que encuentren trabajo, bienestar y prosperidad, roguemos
al Señor…
• Por nuestros momentos de debilidad en la fe, para que el buen Padre Dios
nos aliente de manera constante y nos sintamos fortalecidos, roguemos al
Señor…
• Pidamos por los que luchan por la justicia, por los que rehúsan la
corrupción, por los que trabajan por la paz, para que sus esfuerzos den
fruto en la sociedad, roguemos al Señor…
• Por los que sufren, por los que lloran, por los que experimentan
desesperación, para que la intercesión de la Madre del Perpetuo Socorro
sea su consuelo constante, roguemos al Señor…
Séptimo día
LA CRUZ Y LOS CLAVOS

Nosotros proclamamos un Mesías


crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y
para los griegos ¡qué locura! Pero para los que
Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías
es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
(1Cor1,23-24).

El arcángel Gabriel sostiene en un paño la cruz y los clavos de la pasión del Señor.
El sufrimiento, el dolor, sigue siendo un misterio para el ser humano. A veces
quisiéramos que Dios acudiera con poder y suprimiera toda angustia y dificultad.
Sin embargo, su respuesta es vivir en carne propia nuestros padecimientos y
dolencias. En el árbol de la cruz Jesús se une a nosotros, para que en nuestras
angustias acudamos a Él como fuente de consuelo. Juntos traspasamos el
sendero del dolor.

En el Monte de los Olivos vemos a Jesús sufriendo al punto de la agonía. Llega a


rogarle al Padre que aleje el cáliz que está por venir, pero le pide que se haga su
voluntad y no lo que Él desea. En el icono del Perpetuo Socorro, el Niño
experimenta temor al ver los instrumentos que el ángel le muestra. Se aleja de
esa visión tan dura y busca refugio en la Madre. El Niño que hoy se aparta con
temor del sufrimiento es después el hombre que asume la cruz por amor.

Oremos junto a San Alfonso: “Madre dolorosa, por el mérito del dolor que
sentiste al ver a tu amado Jesús condenado a muerte, alcánzame la gracia de
llevar con paciencia las cruces que Dios me manda”. Pidamos al Señor que junto
a su Hijo Jesús y con la intercesión de nuestra Madre, podamos avanzar y vencer
en todo camino de sufrimiento en nuestra vida. Que logremos descubrir ahí la
fuerza y sabiduría que viene de lo alto.
Jaculatoria (repetimos todos)
Que tu fuerza, Señor, nos anime en el dolor.

PETICIONES
• Pidamos por la gran familia de la Iglesia Católica, que aprendamos
a dar testimonio de amor, misericordia y esperanza en el mundo,
roguemos al Señor…
Padre Santo, haznos familia en tu amor.
• Por todos los que creen en Cristo, para que sepamos abandonar las
diferencias y propiciemos todo lo que nos une, roguemos al Señor…
• Por los que creen en Dios, pero al mismo tiempo sirven a la
violencia y la división, para que a todos el buen Padre nos enseñe
a trabajar por la paz, roguemos al Señor…
• Para que no haya más guerra, odio o discriminación a causa de la
fe, para que encontremos el camino de la tolerancia y el diálogo
interreligioso, roguemos al Señor…
• Así como todos vivimos el dolor y el sufrimiento, que sepamos
también compartir el consuelo y el apoyo en medio de la
adversidad, roguemos al Señor…
Octavo día
LA LANZA Y LA ESPONJA

Uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja,


la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña,
le ofrecía de beber (Mt27,48).

Uno de los soldados le atravesó el costado con


una lanza y al instante salió sangre y agua
(Jn19,34).

Es difícil comprender cómo desde el sufrimiento se puede manifestar el amor y la


vida. El cariño no es solamente vivir tiempos alegres, sino saber sostenerse y
apoyarse en la dificultad. El auténtico amor conoce el gozo, el regocijo y la fiesta,
pero también sabe mucho de renuncias, sufrimientos y dificultades juntos. Del
costado abierto de Jesús, desde donde se certifica la muerte, brota agua y sangre,
símbolo de su amor, lo que da vida a la Iglesia.

San Alfonso afirma que el corazón de María se vio traspasado por la espada del
dolor de la pasión de su Hijo. Te pedimos, Madre Santa, que así como
acompañaste fiel a Jesús en su sufrimiento, también nos consueles con tu
presencia en la hora de la aflicción. Pide para que nosotros también sepamos ser
solidarios con los hermanos que pasan dificultades.
Jaculatoria (repetimos todos)
Ven siempre en nuestro socorro, oh Madre de bondad.

PETICIONES
• Oremos por los cristianos perseguidos, por los que no pueden
manifestar su fe, por los que están entregando su vida por seguir a
Cristo, roguemos a nuestro Dios…
Que baje a nosotros tu misericordia, Señor.
• Por las personas que se encuentran lastimados por la enfermedad,
por los pacientes en hospitales, por los que luchan contra
padecimientos crónicos, para que sientan la fortaleza que solo
viene de lo alto, roguemos a nuestro Dios…
• Pidamos por las familias que no tienen pan en su mesa, por los que
no encuentran trabajo para su sustento, para que no desmayen en
la esperanza y encuentren salida a su dificultad, roguemos a
nuestro Dios…
• Por aquellos que no logran salir de los vicios, por los que sufren por
distintas adicciones, para que logren encontrar la salida a sus
males, roguemos a nuestro Dios…
• Oremos con insistencia por los hogares donde hay violencia, odio,
división y resentimiento, para que sea posible reconstruir el amor
y la unión, roguemos a nuestro Dios…
Noveno día
LA SANDALIA CAÍDA

Vayan. No lleven monedero, ni bolsón, ni


sandalias (Lc10,4).

Jesús les dijo: Cuando les envié sin bolso ni


equipaje ni calzado, ¿les hizo falta algo? Ellos
contestaron: nada (Lc22,35).

Pablo dice a los filipenses que Jesús no se aferró a su categoría de Dios, sino que
se empequeñeció, haciéndose uno de nosotros. Reducirse, rebajarse, tomar la
condición de servidor, son actitudes del Señor. Es despojo que se hace por amor.
Él lava los pies de sus discípulos, comparte la comida con pecadores, brinda
misericordia a los que otros quieren apedrear, pide perdón incluso para aquellos
que lo están asesinando.

En el icono del Perpetuo Socorro, el Niño muestra la planta del pie, con la
sandalia caída. ¿Nos está pidiendo soltar las falsas seguridades, las actitudes de
grandeza, la soberbia y el engreimiento? Solo se enseña la planta del pie a quien
se tiene mucha confianza. Dos que discuten desde el orgullo no llegan a
acuerdo. Los que dialogan empleando la humildad, fácilmente encuentran
salida. ¿Estará pidiéndonos Jesús desde el icono un cambio de actitud ante la
vida?

Al finalizar la novena a la Madre del Perpetuo Socorro, pidamos que interceda


por estos devotos suyos, que durante este tiempo nos hemos reunido en
oración. Que sintamos su maternal protección y al mismo tiempo nosotros nos
mostremos disponibles para amar y servir a los demás.
,

Jaculatoria (repetimos todos)


Que no olvidemos nunca el mandamiento del amor, Señor.

PETICIONES
• Oremos por toda la Iglesia, por el Papa, nuestros pastores y personas
en puestos de responsabilidad, por todos los que la conformamos,
que podamos seguir los pasos de Jesús hoy en medio de nuestra
realidad, roguemos al Señor…
Que tu Santa Madre interceda por nosotros.
• Por la familia redentorista, que sepamos continuar la senda que inició
San Alfonso, para anunciar la abund ante redención de Jesucristo,
roguemos al Señor…
• Por los devotos de la Madre del Perpetuo Socorro y por todos
aquellos que confían en su protección, que nos sintamos siempre bajo
la mirada de la Toda Santa, roguemos al Señor…
• Para que nuestro buen Dios no s ayude a formar familias santas,
matrimonios llenos de amor y alegría, donde podamos compartir la
fe y custodiar la vida, roguemos al Señor…
• Pidamos al Dueño de la mies que envíe más operarios a su mies:
hombres y mujeres llenos de santidad, dispuestos a seguir
respondiendo con generosidad el llamado de Dios y sirviendo con
alegría a su Santo Pueblo, roguemos al Señor…
,

ORACIÓN AL FINALIZAR LA NOVENA


Hemos estado cerca de ti durante nueve días,
Madre del Perpetuo Socorro.
Contemplamos tus detalles
y nos dejamos endulzar por tu mirada.

Alabamos y bendecimos a Dios,


porque su salvación la manifiesta a través de Jesús.
Él no se cansa de decirnos cuánto nos ama
y que quiere lo mejor para nosotros.

En ese canto de amor por nuestra salvación,


también te encuentras tú, Virgen María:
sirviendo con generosidad, bendiciendo,
acercándonos al Redentor constantemente.

No te apartes de nosotros, Madre,


aunque caigamos en la ingratitud del enfriamiento;
ven en nuestro auxilio, alcánzanos la perseverancia,
haz arder de fe nuestro corazón una vez más.

Y en el último de nuestros días,


danos tu dulce socorro,
conduciéndonos cerca de ti,
en compañía de nuestro amado Jesús.

Amén.

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