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Introducción
Discute y crítica ciertas visiones que se hicieron en torno a los conceptos de estado y
sociedad civil.
Enfoque totalitarista: hay sin duda alguna vinculación entre Estado y sociedad civil,
pero de ello no se refiere a que ésta se desvanece hasta confundirse con aquél.
Englobar el conjunto de actividades superestructurales en una unidad
indiferenciada solo puede conducir a tergiversaciones analíticas y posiciones
políticas incorrectas. Medios de comunicación, centros educativos, sindicatos,
organismos eclesiales, etc, no son “aparatos ideológicos del Estado”, son instituciones
ideológicas y políticas de la sociedad civil cuyo funcionamiento se deslinda de los
dictados gubernamentales en la medida en que son espacios abiertos a la lucha de
clases.
Desde sus primeros escritos Gramsci estuvo empeñado en combatir el
economicismo predominante en la II Internacional. Su insistencia en este punto
llega al extremo e incurrir en proclamas voluntarias y en el exabrupto de considerar la
acción bolchevique como una revolución contra “El Capital” de Marx. Sin detenernos
ahora en examinar tales excesos, debe subrayarse la importancia de la contribución
gramsciana en la pugna contra ese flanco débil de la tradición marxista, el
economicismo y sus lamentables consecuencias en el plano del análisis teórico y en la
práctica política. Gramsci sostuvo que la quiebra de la sociedad capitalista no se
produce por el estallido de las crisis económicas. Su investigación revelaba la existencia
de Estados más avanzados, donde la “sociedad civil” se ha convertido en una estructura
muy compleja y resistente a las “irrupciones” catastróficas del elemento económico
inmediato (crisis, depresiones, etc): las superestructuras de la sociedad civil son como el
sistema de trincheras en la guerra moderna, se trata por consiguiente de estudiar con
“profundidad” cuáles son los elementos de la sociedad civil que corresponden a los
sistemas de defensa en la guerra de posición.
En efecto, para otros países con una endeble organización sociopolítica, el
resquebrajamiento económico pone en primer término la cuestión del poder estatal. La
crisis económica se traduce allí rápidamente en crisis general del sistema. No ocurre lo
mismo donde el régimen político se beneficia con una sólida articulación con el tejido
social.
No se trata, por supuesto, de minimizar la función del Estado en países con “una
robusta estructura de la sociedad civil”, pero sí asumir el hecho de que la
dominación de clase se apoya en esta estructura tanto como el aparato estatal
propiamente dicho.
Algo semejante ocurre con la coerción, la cual si bien es cierto que el Estado pretende
arrogarse en exclusiva, la realidad histórica muestra los límites de esa pretensión. En
todas partes, en diferentes coyunturas, es fácil advertir la existencia de organismos en
el interior e la sociedad civil cuyo cometido es estrictamente funcionar como
instrumentos de coerción.
En este nivel abstracto se puede conceder, en efecto, a Weber frente a Gramsci, que la
coerción es un “monopolio legal” del Estado capitalista. Sin embargo, la circunstancia
de que el ejercicio de la represión está “jurídicamente ausente” de la sociedad civil no
cancela los hechos. Para mencionar solo un ejemplo cercano: las “guardias blancas”
organizadas por los terratenientes podrán ser una figura “jurídicamente ausente”, pero
ello no elimina la brutalidad de su comportamiento real. En situaciones históricas de
relativa “paz social” tal vez quede enmascarado el potencial coercitivo existente en la
propia sociedad civil, pero no es nada excepcional la actualización de ese potencial: en
la historia de todos los países hay abundante evidencia empírica al respecto.
Hacia finales del siglo XIX se consolida como teoría dominante el movimiento
socialista. En Europa especialmente Alemania, empieza a tener un considerable peso el
cual puede observarse en los partidos socialdemócratas inspirados por Marx y Engels,
estos influyen fuertemente, y lo demuestran en las elecciones, donde comienzan a
tener grandes influencias en los sindicatos, transformando a la teoría del materialismo
histórico en una doctrina política que se convierte en una referente para grandes
masas de trabajadores.
Se establece el sufragio universal y la apertura de ciertos poderes legislativos a los que
los trabajadores no accedían, esto plantea la urgencia de la reflexión sobre el Estado.
Todos estos sucesos junto con las consecuencias del capitalismo por la Gran Represión
(el cual marca el comienzo de su fase “organizada” o monopolista definirán los rasgos
el llamado marxismo de la Segunda internacional.
En los primeros años del siglo XX se consolidan 3 líneas: la línea “revisionista” cuya
figura central será la del alemán Eduaurd Bernstein; la “ortodoxa” que reconocerá el
liderazgo intelectual de Karl Kautzkuy y la “revolucionaria” que se surge luego de la
Revolución rusa de 1905, cuyas figuras centrales serán la de Rosa Luxemburgo, Trotsky
y Lenin. La revolución hizo que se reabra un tema hasta entonces clausurado: la
insurrección, el problema de la destrucción violenta del Estado había salido de la
agenda luego del fracaso en la comuna de Paris en 1870 y los éxitos posteriores en la
integración electoral de los partidos socialdemócratas. Esta recuperación del POV
revolucionario iba a oscurecer otra vez la reflexión sobre el Estado, este sería visto
desde la perspectiva de su destrucción, como mero aparato de dominación de clase, y
el eje del discurso estaría colocado el clásico tema anti hegeliano de su extinción, para
lo cual se extremarían los sesgos instrumentalistas de la teoría, aquellos según los
cuales el Estado, no sería más que un comité administrativo de los negocios burgueses”
El texto clave de esta visión centrada en la utopía de una desaparición progresiva de la
estructura estatal como resultado del triunfo de la insurrección proletaria es “El Estado
y la revolución” de Lenin. En la medida en que otra vez se planteaba la actualidad de
una salida revolucionaria, las alas radicales del marxismo retomaban, para su
caracterización de las formas estatales, las proposiciones con que Marx había
comentado la comuna parisiense de 1870
Hoy día podemos ver que esas profecías fueron incumplidas. -Como plantea
Tocqueville en el texto de Ansaldi y Funes en “La revolución: ese sueño eterno” que las
circunstancias que hacen posible el cambio de situación no se reproducen de manera
mimética de un país a otro- la ola revolucionaria no se extendió más allá de Rusia y
como contrapartida, en la década del 20 la intervención de Estados capitalistas obligó a
una reflexión diferente sobre la temática. Dicha reflexión tendrá como principal figura a
Gramsci, su pensamiento gira alrededor de la capacidad que el capitalismo ha
demostrado luego de la guerra para recomponer su dominación, los nudos de su
reflexión están centrados en los rasgos modernos de la hegemonía burguesa. Sus
preocupaciones no eran solo académicas, sino también políticas.
Teoría de la hegemonía y teoría de la crisis aparecen así entrelazadas como temas
complementarios de un enfoque que privilegiará la mediación que las instituciones
efectúan en la relación entre clases dominantes y clases subordinadas.
Para Gramsci a fines del siglo XIX se produce un desarrollo de la política y el Estado
comienza a penetrar en la sociedad civil, y en el interior de esta, las mases se organizan
en grandes masas y sindicatos
Gramsci ubica la primera crisis del Estado liberal en el momento de la Primera Guerra
Mundial, se define en que los grupos sociales se separan de los partidos tradicionales,
en tanto no son más reconocidos por estos como expresión propia. La crisis se
convierte en una crisis de representación, de autoridad. Crisis de la hegemonía o el
Estado en su totalidad, observamos como el compromiso entre dominantes y
dominados se va descomponiendo así como también una desagregación de la vida
estatal por las grandes masas.
Su concepto de crisis trata de eludir dos condicionamientos habituales en el discurso
marxista: El economicismo y el catastrofismo
El estallido de la crisis no produce un colapso del sistema en el acto, su desenlace es un
problema abierto a como las características de la situación se van dando, entendida
como un haz complejo de relaciones de fuerza.
-Relaciones de fuerza
-Fenómenos orgánicos
>Económico corporativo:
>Solidaridad de intereses
-Lucha de clases
-Movimientos sociales
-Cambio de concepción de la sociedad contemporánea, la condición capitalista se
-Agenda de investigación