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BAUTISTA
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA PROFESIONAL DE ENFERMERÍA
DOCENTE
Mg. Iris Villasante Montes
PRESENTADO POR
Lima – Perú
2021
INTRODUCCIÓN
Ana Estrada se define como una activista de su derecho a una muerte digna, y
una defensora y guardiana de su libertad. Hoy, su nombre es sinónimo de lucha,
resiliencia, coraje y fortaleza. Es una mujer defensora de los derechos humanos
que, en su lucha por la defensa de los suyos, ha peleado por los de todos. A sus
12 años, le diagnosticaron polimiositis, una enfermedad muscular degenerativa,
progresiva e incurable que va debilitando sistemáticamente sus músculos.
Intentó de todo para frenar su avance, pero no se pudo. Hoy, a sus 44 años, esta
ha paralizado casi todos los músculos de su cuerpo. Como ser humano, quiere
evitar el sufrimiento que afrontará al final de sus días, y por ello, busca tomar el
control sobre su vida.
Ana supo que quería morir cuando entre 2015 y 2016 no solo no le respondían
los brazos y las piernas, sino que comenzaron a fallarle los músculos
respiratorios. “Me dijeron que era la última fase de la enfermedad. Yo no podía
creerlo”, cuenta ella.
Un episodio clave en su vida la llevó a emprenderlo. “Yo morí aquel día que fui
internada en el hospital Rebagliati. Perdí todo lo que había construido, perdí mi
vida. Todo me recordaba a mi vida anterior. Era un duelo. Yo había perdido a
alguien que era a mí misma. Esa frase que tanto se usa de estar muerte en vida
es real”. Estas palabras de su blog relatan su estadía en 2015, cuando fue
internada seis meses en cuidados intensivos e intermedios, por complicaciones
respiratorias. Ahí conoció de primera fuente lo que significa el dolor intolerable
físico y mental, que hoy quiere evitar.
Una neumonía se le complicó a tal punto que acabó en cuidados intensivos hasta
en dos ocasiones. La primera vez, incluso, pasó seis meses en el hospital
Rebagliati. Cuando retornó a casa devastada por las intubaciones, la
traqueostomía que hoy le complica el habla, y una gastrostomía, entendió que
ya no era la misma persona. En el blog donde relata sus experiencias, escribe:
“Yo había muerto ese 18 de julio de 2015 y regresó un pedazo de piel con huesos
de 35 kilos, con la cabeza rapada. Era casi un cadáver”.
Los daños no solo eran físicos, sino también emocionales, por supuesto. Terminó
la relación sentimental que mantenía, tuvo que dar en adopción a Amaro, el gato
que la acompañaba, y perdió todo su espacio y privacidad. En el departamento
al que se había mudado cinco años atrás tuvieron que llegar a instalarse sus
padres y las cinco enfermeras que se turnan para atenderla las 24 horas. Aun
así, decidió que no volvería a abandonar ese hogar. “Yo no vuelvo más al
hospital”, se prometió a sí misma y a su familia, y desde entonces ha sufrido más
complicaciones, pero siempre ha logrado ser atendida en casa gracias a un
programa gratuito de terapia respiratoria de Essalud. Es en esa condición,
conectada a un respirador mecánico durante toda la noche y buena parte del día,
que empezó a pensar en cómo podría morir por elección. Libremente.
Dignamente.
Lo primero que tuvo que hacer Ana fue investigar. Navegó en Internet, hizo
contactos, consultó a su abogado. Luego conversó con su hermano y sus padres
sobre su deseo. Convencerlos fue una de las partes más difíciles del proceso,
pero ellos terminaron por entenderla y aceptar su decisión. Ana empezó a
indagar sobre la forma de viajar a Suiza para someterse a la muerte asistida,
pero la realidad la desalentó.
El 2018 fue un muy buen año para ella. Se sintió mejor física y anímicamente.
Empezó a escribir muchísimo (tiene un proyecto de libro sobre sus vivencias),
probó las bondades del cannabis medicinal y decidió hacerse nuevos tatuajes.
“Esa es una cosa bien importante porque tatuarme es una forma de hacer con
mi cuerpo lo que yo quiero”, explica. Sobre su piel se ha hecho dibujar un colibrí,
una lavanda, unas cantutas. “Ahora soy feliz y estoy fuerte”.
Durante la audiencia, Estrada ya dejó claro que tiene ganas de vivir, y que lo que
pretende es tener la libertad de poder elegir el momento en el que quiera morir
con dignidad. "No se trata de querer morir o de hacer una apología a la muerte,
sino, más bien, al contrario: seguir hasta el último capítulo de mi vida con mi
forma de pensar y con mi forma de desarrollarme, tomando mis propias
decisiones"
Con la pandemia de telón de fondo que ralentizó los procesos judiciales, y tras
una serie de escritos presentados para acelerarlo, un año después, el juez Jorge
Ramírez Niño de Guzmán, convocó a una audiencia virtual donde las partes
involucradas en el proceso sustentaron su informe oral.
"Soy libre. Mi lucha siempre fue la defensa por el derecho a elegir. Hoy lo he
conseguido gracias a las personas que difundieron mi voz: aquellas que se
tomaron el tiempo para leerme y comprender desde enero de 2019" El fallo
dictado por el juez José Luis Ramírez, titular del Undécimo Juzgado
Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima, despenalizó la
eutanasia exclusivamente para el caso de Estrada, que en Perú está
castigada con hasta tres años de prisión. Asimismo, estableció una serie de
plazos para que tanto EsSalud como el Ministerio de Salud elaboren
distintas comisiones encargadas de elaborar el protocolo que se seguirá
para atender y aplicar la eutanasia en el caso que sea solicitada
expresamente por Estrada.
https://www.bioeticacs.org/iceb/seleccion_temas/eutanasia/EUTANASIA
_2000.pdf
https://revistas.unbosque.edu.co/index.php/RCE/article/view/3341/2866
https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20210225-peru-
justicia-eutanasia-caso-ana-estrada-dignidad
5. El caso Ana Estrada abre la puerta a la muerte asistida en Perú. [En línea].
2020 [Citado 29 Sep 2021]
Disponible en:
https://www.dw.com/es/el-caso-ana-estrada-abre-la-puerta-a-la-muerte-
asistida-en-per%C3%BA/a-56706874
https://pirhua.udep.edu.pe/bitstream/handle/11042/4775/Eutanasia_exist
e_derecho_morir_caso_Ana_Estrada.pdf?sequence=1
https://doi.org/10.1016/j.enfcli.2021.01.004