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UNIVERSIDAD PRIVADA SAN JUAN

BAUTISTA
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

CASO ANA ESTRADA UGARTE


INFORME

DOCENTE
Mg. Iris Villasante Montes

PRESENTADO POR

Carmen Ramos Quin

Lima – Perú

2021
INTRODUCCIÓN

El tema de la eutanasia siempre se ha considerado interesante y sobre todo


polémico en vista de que existe una gran confrontación de posturas entre los
defensores del derecho a la existencia frente a aquellos especialistas que
predominan el derecho que tiene el ser humano a no sufrir innecesariamente;
por padecer fuertes dolores, tanto físico, como moral e invalidez física a causa
de diferentes enfermedades, y en fase terminal, decidiendo el paciente de estas
dolencias culminar con esa etapa de agonía y descansar en paz; Por ello la
eutanasia es denominada como “buena muerte” o “el arte del bien morir”.

Para los profesionales de enfermería muchas veces predomina hacer el uso de


sus conocimientos científico y éticos para poder así enfrentarse a situaciones
difíciles en el contexto de pacientes en estado terminal; muchas personas no
fallecen de manera brusca e inesperada sino que terminan postrados en camas
de los hospitales o en su domicilio, ya sea por enfermedades crónicas,
degenerativas y tumorales; que frecuentemente se presentan en personas de
edad, las cuales suelen ser progresivas durante varios años antes de la muerte
y por los tratamientos recibidos prolongan su calidad de vida.

En tanto, la eutanasia se mantiene como un tema de debate moral y ético para


el enfermero, a razón que contrapone el principio de no maleficencia ante el
principio de autonomía del paciente, el cual significa que el paciente tiene la
libertad de tomar decisiones sobre sí mismo, el cual también incluiría la decisión
de cuando morir y como morir, y si acepta o no los tratamientos o procedimientos
invasivos ofrecidos por el médico.

Los conceptos éticos y bioéticos aplicados a la enfermería tiene el deber moral


de conocer y aplicar los conocimientos de ética durante la atención al paciente
bajo su cuidado, y realizar sus intervenciones con habilidad y responsabilidad,
bajo los principios humanísticos de la bioética, vinculándose en procesos de
investigación para comprender, aplicar y difundir los conceptos de la ética y la
bioética, ofreciendo una atención con calidad y eficiencia; con el fin de mantener
y restaurar la salud, evitar las enfermedades, aliviar el sufrimiento y contribuir a
la rehabilitación del enfermo.
En nuestros tiempos, muchos pacientes en los hospitales y centros de salud
padecen de enfermedades irreversibles e incurables, que, a pesar de
encontrarse en un estado de salud terminal, por más voluntad que tengan, no
pueden decidir dar fin a esa vida de dolor y postración insoportables que llevan,
ello porque nuestra normativa no permite decidir por una muerte digna.

Para enfermería, por sus propias responsabilidades inherentes a su labor, están


constantemente enfrentados a la realidad de la muerte de otras personas. Esta
confrontación frecuentemente es dolorosa, sin embargo, se muestran serenos y
equilibrados para aliviar sus sentimientos de tensión y a su vez las necesidades
del paciente con enfermedades terminales. Otro punto sumamente importante
es que la presencia de la muerte remueve las actitudes del personal sanitario y,
relativamente, esto influye de manera positiva o negativamente en el proceso
terminal del paciente que está a su cargo y en su familia. Entonces, para la
mejora de la calidad de vida y el brindar una muerte digna a los enfermos
terminales, es necesario de que las actitudes como profesionales, ante esta
realidad del día a día, sean lo más positivas y acertadas posibles.
DESARROLLO

Ana Estrada se define como una activista de su derecho a una muerte digna, y
una defensora y guardiana de su libertad. Hoy, su nombre es sinónimo de lucha,
resiliencia, coraje y fortaleza. Es una mujer defensora de los derechos humanos
que, en su lucha por la defensa de los suyos, ha peleado por los de todos. A sus
12 años, le diagnosticaron polimiositis, una enfermedad muscular degenerativa,
progresiva e incurable que va debilitando sistemáticamente sus músculos.
Intentó de todo para frenar su avance, pero no se pudo. Hoy, a sus 44 años, esta
ha paralizado casi todos los músculos de su cuerpo. Como ser humano, quiere
evitar el sufrimiento que afrontará al final de sus días, y por ello, busca tomar el
control sobre su vida.

Demanda: Ana tiene polimiositis, una enfermedad incurable, progresiva y


degenerativa que le hace ser dependiente. Por los “intolerables dolores de la
enfermedad que padece y a las condiciones de deterioro de su salud que derivan
de ésta, y porque prolongar su existencia es incompatible con su dignidad”.

En 2015, la polimiositis alcanzó sus músculos respiratorios y Estrada acabó con


una traqueostomía y una gastrostomía (sondas en la tráquea y en el estómago
para respirar y comer), renunció a ser autónoma y quedó bajo el cuidado de
enfermeras las 24 horas al día.

Ana supo que quería morir cuando entre 2015 y 2016 no solo no le respondían
los brazos y las piernas, sino que comenzaron a fallarle los músculos
respiratorios. “Me dijeron que era la última fase de la enfermedad. Yo no podía
creerlo”, cuenta ella.

Un episodio clave en su vida la llevó a emprenderlo. “Yo morí aquel día que fui
internada en el hospital Rebagliati. Perdí todo lo que había construido, perdí mi
vida. Todo me recordaba a mi vida anterior. Era un duelo. Yo había perdido a
alguien que era a mí misma. Esa frase que tanto se usa de estar muerte en vida
es real”. Estas palabras de su blog relatan su estadía en 2015, cuando fue
internada seis meses en cuidados intensivos e intermedios, por complicaciones
respiratorias. Ahí conoció de primera fuente lo que significa el dolor intolerable
físico y mental, que hoy quiere evitar.

Una neumonía se le complicó a tal punto que acabó en cuidados intensivos hasta
en dos ocasiones. La primera vez, incluso, pasó seis meses en el hospital
Rebagliati. Cuando retornó a casa devastada por las intubaciones, la
traqueostomía que hoy le complica el habla, y una gastrostomía, entendió que
ya no era la misma persona. En el blog donde relata sus experiencias, escribe:
“Yo había muerto ese 18 de julio de 2015 y regresó un pedazo de piel con huesos
de 35 kilos, con la cabeza rapada. Era casi un cadáver”.

Los daños no solo eran físicos, sino también emocionales, por supuesto. Terminó
la relación sentimental que mantenía, tuvo que dar en adopción a Amaro, el gato
que la acompañaba, y perdió todo su espacio y privacidad. En el departamento
al que se había mudado cinco años atrás tuvieron que llegar a instalarse sus
padres y las cinco enfermeras que se turnan para atenderla las 24 horas. Aun
así, decidió que no volvería a abandonar ese hogar. “Yo no vuelvo más al
hospital”, se prometió a sí misma y a su familia, y desde entonces ha sufrido más
complicaciones, pero siempre ha logrado ser atendida en casa gracias a un
programa gratuito de terapia respiratoria de Essalud. Es en esa condición,
conectada a un respirador mecánico durante toda la noche y buena parte del día,
que empezó a pensar en cómo podría morir por elección. Libremente.
Dignamente.

En 2016 su enfermedad la enclaustró casi un año en el hospital, de donde salió


con la traqueotomía permanente en su cuello. "Ahí sí me quería morir porque fue
un trauma muy fuerte. Lo había perdido todo y mi vida había cambiado por
completo, pero seguí un tratamiento y luego ya volvió la lucidez. Transformé ese
'me quiero morir' en 'quiero mi derecho a morir con dignidad'"

Lo primero que tuvo que hacer Ana fue investigar. Navegó en Internet, hizo
contactos, consultó a su abogado. Luego conversó con su hermano y sus padres
sobre su deseo. Convencerlos fue una de las partes más difíciles del proceso,
pero ellos terminaron por entenderla y aceptar su decisión. Ana empezó a
indagar sobre la forma de viajar a Suiza para someterse a la muerte asistida,
pero la realidad la desalentó.
El 2018 fue un muy buen año para ella. Se sintió mejor física y anímicamente.
Empezó a escribir muchísimo (tiene un proyecto de libro sobre sus vivencias),
probó las bondades del cannabis medicinal y decidió hacerse nuevos tatuajes.
“Esa es una cosa bien importante porque tatuarme es una forma de hacer con
mi cuerpo lo que yo quiero”, explica. Sobre su piel se ha hecho dibujar un colibrí,
una lavanda, unas cantutas. “Ahora soy feliz y estoy fuerte”.

La batalla personal de Ana se volvió judicial en octubre de 2019 cuando la


Defensoría del Pueblo asumió su caso. Ahí empezó un trabajo en equipo
meticuloso, dedicado y constante, en el frente legal y mediático. Tres meses
después, fue presentada la demanda de amparo a su favor con el fin de inaplicar
el artículo 112 del Código Penal, que sanciona como delito la eutanasia. De esa
manera, se garantizarían los derechos fundamentales que le asisten, vulnerados
y/o amenazados por la norma. Esto es, a una muerte en condiciones dignas, a
la dignidad, a una vida digna, al libre desarrollo de su personalidad y a no ser
sometida a tratos crueles e inhumanos.

Ana Estrada: Se presenta e indica cómo se ha preparado para poder acudir a la


audiencia. Se encuentra feliz de ser escuchada. Agradece la posibilidad de
presentar la demanda, a los medios de comunicación peruanos y extranjeros.
Explica cómo es su enfermedad y que, a pesar de todos los tratamientos, no se
ha logrado detenerla. Con el esfuerzo de su familia, hizo la carrera de Psicología,
y logró ser independiente. Desarrolla otra etapa de su vida, en el 2015, cuando
le hicieron la traqueotomía. En enero de 2016 regresa a su casa, y necesita
enfermeras las 24 horas del día. Actualmente depende totalmente de sus padres.
Cree que hay que evaluar su situación y reconoce que ha tardado en hacer
pública su situación. Manifiesta que está lúcida. Sabe y conoce la depresión, dice
que no la tiene. Revela que tiene mucha alegría y energía, no se ha derrumbado,
ni ha querido poner fin a su vida de manera clandestina. Acota que “la razón de
mi demanda es tener la libertad de poder elegir mi muerte”.

Durante la audiencia, Estrada ya dejó claro que tiene ganas de vivir, y que lo que
pretende es tener la libertad de poder elegir el momento en el que quiera morir
con dignidad. "No se trata de querer morir o de hacer una apología a la muerte,
sino, más bien, al contrario: seguir hasta el último capítulo de mi vida con mi
forma de pensar y con mi forma de desarrollarme, tomando mis propias
decisiones"

El Ministerio de Salud: Discrepa con la posición del Defensor del Pueblo. No


se podrían generar protocolos para atender la postura de Ana Estrada. La
ponderación la encontramos entre el derecho a la vida y el derecho a la dignidad.
El primero de ellos es el fundamental. La muerte digna que se plantea es un tema
que no es posible se desarrolle a través de un Amparo.

Essalud: Se solidarizan con la situación de Ana Estrada. Y de entrada indica


que la demanda sea infundada en todos sus extremos, porque la considera como
un proceso legislativo en sede judicial, que no resulta procedente.

En la demanda se solicita el derecho a la muerte para Ana, que “a través del


presente amparo contra norma legal, la inaplicación del respectivo artículo legal,
cuyos efectos jurídicos desplegados, desde su entrada en vigor, crean una
situación jurídica que impide reconocer y garantizar el derecho a la muerte en
condiciones dignas”; “que una Junta médica interdisciplinaria deberá iniciar sus
funciones dentro de los 7 días siguientes a la emisión de la resolución judicial,
para el ejercicio del derecho a la muerte en condiciones dignas, a través de la
eutanasia”. Se habla del “ejercicio del derecho a la muerte”, que “frente a la
evidente progresión de su enfermedad y a la ausencia de tratamientos para
mejorarla, la Sra. Ana Estrada Ugarte ha solicitado tener control del final de su
vida, a fin de ejercer su derecho a la muerte en condiciones dignas, así como su
derecho fundamental a la dignidad, a la vida digna, al libre desarrollo de la
personalidad y a no sufrir tratos crueles e inhumano”.

Con la pandemia de telón de fondo que ralentizó los procesos judiciales, y tras
una serie de escritos presentados para acelerarlo, un año después, el juez Jorge
Ramírez Niño de Guzmán, convocó a una audiencia virtual donde las partes
involucradas en el proceso sustentaron su informe oral.

El Poder Judicial aceptó casi todos los pedidos de la demanda, salvo el de


extender el protocolo que se realizaría para Ana a casos similares (aunque no
desarrolló los motivos para ello). Ordenó, así, a Essalud y al Ministerio de Salud
respetar la decisión de Ana y disponer las medidas para viabilizar la eutanasia
cuando ella así lo decida.
La tenacidad, el coraje y la historia personal de Ana ha cruzado fronteras y ha
sensibilizado a la opinión pública nacional e internacional. El fallo a su favor,
incluso, ha recibido el respaldo del Presidente de la República del Perú, la
Primera Ministra, los Ministros de Salud y Justicia, e incluso, los procuradores de
estas últimas entidades y de Essalud las partes demandadas, que decidieron no
apelar la sentencia.

"Soy libre. Mi lucha siempre fue la defensa por el derecho a elegir. Hoy lo he
conseguido gracias a las personas que difundieron mi voz: aquellas que se
tomaron el tiempo para leerme y comprender desde enero de 2019" El fallo
dictado por el juez José Luis Ramírez, titular del Undécimo Juzgado
Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima, despenalizó la
eutanasia exclusivamente para el caso de Estrada, que en Perú está
castigada con hasta tres años de prisión. Asimismo, estableció una serie de
plazos para que tanto EsSalud como el Ministerio de Salud elaboren
distintas comisiones encargadas de elaborar el protocolo que se seguirá
para atender y aplicar la eutanasia en el caso que sea solicitada
expresamente por Estrada.

Una vez aprobados los protocolos, EsSalud deberá practicar el procedimiento a


Estrada en un máximo de diez días desde el momento en que ella manifieste
formalmente su voluntad.

En otras palabras, el reconocimiento de este derecho le otorga la seguridad de


que, llegado el momento, ella podrá decidir libremente dejar de resistir los
dolores físicos y/o psicológicos que hacen indigno, para ella, seguir prolongando
su existencia. La incertidumbre y el miedo de un desenlace tortuoso a futuro es
también una fuente de agonías. No lo ven así quienes no entienden de qué va el
derecho a una muerte digna.

El único aspecto que el juez no aceptó de la demanda fue ordenar al Ministerio


de Salud que elabore una directiva para otros casos similares al de Estrada, por
lo que de momento Ana será la única persona en Perú con derecho a la
eutanasia.
CONCLUSIÓN

El caso de Ana Estrada ha hecho y seguirá haciendo historia en el Perú, pues


dependerá de nosotros naturalizar y mantener latente un tema que, conforme
pasa el tiempo, empieza a concebirse como lo que es: un asunto vital de
derechos humanos. Pues los seres humanos que son agobiados por una
enfermedad terminal son propensos a experimentar diversos fenómenos
corporales producto del mal que padecen y con ello solo se logra fomentar en la
vida del enfermo un agónico sufrimiento que hace cada vez más difícil la
existencia humana, transgrediendo de esta manera la dignidad de la persona el
cual es el pilar de todos los derechos humanos

Los profesionales de enfermería son claves en el cuidado centrado en la persona


y familia, en su continuidad, su proximidad, dado el conocimiento que han ido
desarrollando en el cuidado paliativo sobre la satisfacción de las necesidades al
final de la vida, especialmente en el manejo del dolor, el bienestar en el día a día
y el apoyo emocional a la persona y a su familia

Es muy probable que la legalización de la Eutanasia en el Perú fomente


controversia y una serie de posturas por parte del entidades y público en general;
pues será el momento oportuno para fomentar y dar a conocer que todos
merecemos una vida digna y no siempre se da, pero también merecemos morir
dignamente, un resto de vida lleno de dolor y sufrimiento no lo quisiera nadie;
peor aún si sabes en que terminará. Pues ese dolor y sufrimiento no solo es para
el paciente sino también para sus familias, es elección de las personas en estas
condiciones y debería ser accesible para estas sin que haya una condena de por
medio.
RECOMENDACIONES

✓ Favorecer la accesibilidad y eficacia del cuidado enfermero y


salvaguardar los principios que lo rigen como la solidaridad, integridad,
equidad y calidad.
✓ Permitir la ayuda familiar o restringirla. La visita familiar ofrece
demostrados efectos benéficos para los pacientes porque da ánimo,
alegría, compañía y permite la orientación en la realidad, salir de la
soledad y desesperanza y recibir el cariño y el amor que las personas
necesitan en los eventos de enfermedad.
✓ Buscar la aceptación del cuidado y la adherencia a los tratamientos para
llevar a cabo todas las intervenciones del cuidado enfermero.
✓ El aspecto de la esperanza es fundamental. El personal sanitario necesita
que el paciente la mantenga. Esto no significa que se vayan a ofrecer
garantías de recuperación, porque sería alentar falsas esperanzas, pero
sí lograr mantener una tenue luz que ayude a mantener la comunicación
interpersonal.
✓ Preservar en la medida de lo posible la autonomía y autocontrol del
paciente. La sensación de menor dignidad resulta de la excesiva
dependencia y la pérdida de control de las funciones orgánicas. El
personal sanitario debe, en la medida de sus posibilidades, mantener esta
autonomía.
✓ Intervenir en las decisiones que se deban tomar sobre su enfermedad o
sobre su persona. El paciente debe recibir verdadera información acerca
de la decisiones y procedimientos que le afecten a él y a su bienestar y
debe consentirlos antes de que se lleven a cabo.
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