La Tempestad

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Por: Kevin Andrés Chaparro Areiza

Geografías del más allá. Imaginarios Europeos del Nuevo Mundo, siglos XV-XVII

La Tempestad, de Shakespeare

La obra de Shakespeare, La Tempestad, nos ubica en un mundo alternativo, donde se nos


introduce a un barco que termina naufragando. Acto seguido, aparece el duque exiliado de
Milán, Próspero, quién fue abandonado en una isla desierta por años, después de ser
traicionado por su hermano. Éste termina aquí junto con su hija, Miranda, quien era una
pequeña cuando Próspero y ella fueron dejados aquí. Ellos tuvieron la suerte de sobrevivir
gracias a que uno de sus ejecutores se apiadó de ellos, y dejó provisiones, ropa y algunos de
los preciados libros del duque.

El duque termina aprendiendo cómo controlar espíritus, y esclaviza al que sería el único
habitante de esta isla, Calibán. Usando al espíritu Ariel, derriba el barco donde se
encontraba su hermano. Todo esto, parte de una venganza que venía planeando desde hacía
años. Tras esto, y prometiendo al espíritu liberarlo, logra hacer que su hermano y
seguidores naufraguen en las costas de la isla.

Parte de sus planes incluían que su hija terminara involucrando sentimentalmente al


príncipe Fernando, quién se encontraba perdido en la isla. Por otro lado, Calibán, cansado
de su amo, conspiró con algunos marineros para retomar la isla que antaño le perteneció.
Aquí se puede ver cómo cada una de las facciones busca constantemente algún tipo de
poder, sea sobre tierra, personas o su destino.

Si bien Próspero en un inicio fue increpado por su hermano, Antonio, traicionado y botado
en la isla, consumido por su deseo de venganza e ira, cometió sus propios excesos en la
misma, apropiándose de los recursos, poderes mágicos y su único habitante. Calibán, -hijo
de la bruja Sycorax, que gobernaba la isla antes de la llegada de los exiliados- se siente
especialmente amargo respecto a todo esto, ya que en un inicio ayudó a Próspero y su hija,
pero después terminó esclavizado por el duque, provocándole un enorme arrepentimiento y
resentimiento. Mencionando lo siguiente:
“Y entonces te amé y te hice conocer las propiedades todas de la isla, los frescos
manantiales, las cisternas salinas, los parajes desolados y los terrenos fértiles. ¡Maldito
sea por haber obrado así!”

Ariel antes se encontraba encarcelado por Sycorax, la bruja gobernante de la isla y madre
de Calibán. Es Próspero quien la “libera”, aunque bajo una promesa de servidumbre y de
libertad total en un futuro. Y el duque maquina constantemente detrás de escenas, usando a
su hija, a Ariel e intentando controlar lo que sucede en la isla. Finalmente, Próspero
habiendo hecho que su hija y Fernando se enamorasen y luego se prometiesen en
matrimonio, selló el destino de ambos en Nápoles, e hizo que su hermano, Alonso, le
regresara el ducado de Milán. Libera también a Ariel y en términos vagos, se da un final
feliz.

Ahora, con todo lo anterior dicho, podemos empezar a identificar estos imaginarios que se
plantan en la que se considera la última obra de Shakespeare, empezando por lo que sería el
choque de dos mundos, el viejo mundo, Europa, y una analogía al Nuevo Mundo, que sería
esta isla sin nombre y desierta de pobladores, pero rica en recursos. Se nota muy claramente
esta intención de “civilizar” a los nativos de nuevas tierras –para los europeos- con la
“civilización” de Calibán por parte de Próspero, quien le enseñó su idioma, costumbres y
otros conocimientos. Cosa que se puede relacionar directamente con la labor de “civilizar”
que hicieron los europeos que llegaron a América, o los romanos siglos atrás con los galos
y germanos, e incluso lo que siglos a futuro harían los estadounidenses con poblaciones de
otras zonas de América y más allá. Este “imperio universal” de querer llevar la supuesta
civilización a culturas que se presupone, no la tienen.

Y las analogías con el Nuevo Mundo no acaban solo aquí, ya que también se muestra a la
isla como un lugar despoblado, pero rico en recursos, incivilizado y con criaturas místicas y
poderes extraños que no se encuentran en otro lugar, cosa que se veía presente en la
mitología europea sobre lo que había más allá de los límites y bordes conocidos. Los
pensamientos de lugares sumamente ricos, aunque místicos y extraños. Y cómo se debían
colonizar estos lugares. Fue la expedición de Alonso y su hijo las que hasta cierto punto
retratarían esto, y cómo terminaron naufragando en tierras extrañas, donde sobrevivieron
gracias a una providencia mayor. Esto, por su puesto, era uno de los principales riesgos de
las expediciones al Nuevo Mundo. La cantidad de naufragios o expediciones que
terminaron en fracaso no fueron pocas, pero la promesa de éxito y grandes riquezas que
venían con ello, producto de estos imaginarios, de estos mitos, fue el combustible que
impulsó a continuar con estas exploraciones.

La relación que se hace también, de manera muy directa entre la isla y Milán, la tierra de
Próspero respecto a la realidad también es muy directa. En el sentido de que la isla se
encontraba gobernada por una bruja, tirana y practicante de artes oscuras, y que dicha isla
era básicamente un edén inmaculado al que debía traerse la providencia del Señor. Y fue
precisamente así, en cierto modo, como los europeos vieron el proceso de evangelización y
conversión de la población nativa y llevar el cristianismo por todo el Nuevo Mundo, que la
presencia del “único Dios verdadero” fuera universal y alcanzara también estas nuevas y
vírgenes tierras.

Aquí entra también otro aspecto que toca la obra, y es el deseo de unos por poder, de otros
por tierras y de otros por un nuevo comienzo y el deseo de salvación. También de cómo
inicialmente Calibán ayuda a Próspero, pero este es traicionado y esclavizado, obligado a
realizar todo tipo de labores y también “civilizado”. Esto también responde a todas las
dinámicas, bastante complejas en no pocos casos, que se presentaron en la época de la
colonización y conquista de parte de los europeos a las tierras del Nuevo Mundo. Unos
impulsados por el deseo de ganar poder bien fuera en estas nuevas tierras, o en Europa.
Otros impulsados por la promesa de riquezas sin fin y tierras bastas y fértiles. Y otros
impulsados por el deseo de llegar al Edén prometido por Dios, de encontrarse con él y
encontrar la salvación, o en su defecto de huir de las presiones, restricciones o problemas
del Viejo Mundo.

Y es precisamente esa promesa de grandes riquezas uno de los mayores motores de los
conquistadores, de quienes impulsaron expediciones. En el caso de la isla de Próspero, este
aprovechó estos recursos y se aprovechó del único habitante de esta isla. Y si bien no tenía
realmente carencias, sus deseos se encontraban en la venganza y en volver a su ducado en
Milán. Y si bien no es específicamente el caso de algunos de estos conquistadores, sí fue el
de muchos otros, que esperaban ascender socialmente, hacerse ricos en estas nuevas tierras
para regresar a sus anheladas patrias nuevamente. Se esperaba de estas tierras vírgenes que
brindaran ríos de oro, comida de todo tipo al alcance de la mano y cuyo único esfuerzo
sería recolectarla, sin mayor esfuerzo de otro tipo. En cuanto a la relación de Fernando y
Miranda, no podría darse una analogía directa tan obvia, pero podría hablarse del esfuerzo
de padres por unir a sus hijos y forjar con ello alianzas para cimentar sus propias
posiciones.

Finalmente, respecto al “país carnavalesco de Cucaña”, mito medieval que hace referencia
a ese más allá de las tierras conocidas, en hipotéticas islas o países, en donde todo tipo de
alimentos se encuentran ya listos desde los mismos árboles y cuyo trabajo sería solamente
el recolectarlos, se podría relacionar con las riquezas en la isla de Próspero, donde si bien se
encontraba solo con su hija y su esclavo, nunca tuvieron realmente carencias ni
precisamente dificultades. Incluso los náufragos que llegaron junto a Alonso y el príncipe
Fernando de Nápoles no tuvieron, o al menos no es explícito en la obra, que tuvieran
dificultades reales con los alimentos mientras estuvieron presos. Esto se podría decir que
contrastaba con la realidad europea de la época, donde obtener alimentos si bien no era una
tarea precisamente difícil, tampoco era sencilla, y era normal que, en ciertas épocas del año,
o con el paso de eventualidades climáticas o naturales, terminara escaseando la comida. Es
por eso que esta hipotética tierra de Cucaña era tan atractiva, y que el Nuevo Mundo en
cierta medida se convertiría en la versión real del maravilloso país de Cucaña.

Se podría decir entonces que la cantidad de analogías que pueden hacerse entre la obra de
Shakespeare y los mitos y realidades que rodearon al autor, son amplias. Si bien la obra en
su extensión no es precisamente grande, sí es muy rica en muchos aspectos sobre los cuales
se puede ver las realidades europeas, los deseos, los anhelos. Es esto lo que permite que se
puedan extraer muchas cosas desde esta obra.

Referencias

Shakespeare, William. 2003. La Tempestad. Biblioteca virtual universal.

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