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Proceso de Transición Demográfica en Cuba

De acuerdo con la experiencia observada en los países de mayor desarrollo y los


conocimientos acumulados hasta el presente América Latina y el Caribe ocupan un
lugar pionero en la transición demográfica del mundo en desarrollo. Este proceso en la
región ha sido muy heterogéneo y ha estado enmarcado por disparidades, entre países
y sus grupos de población. Como característica fundamental de la transición
latinoamericana se señala su carácter dual, concentrándose en las zonas urbanas y en
los grupos de población más favorecidos. En general se cubren las etapas de
disminución de la mortalidad con más rapidez que las reducciones de la fecundidad.
Cuba, junto a un grupo de países como Argentina y Uruguay ocupa un lugar avanzado
dentro del proceso de transición demográfica en América Latina debido
fundamentalmente, al importante flujo inmigratorio europeo recibido en el primer tercio
del siglo en estos países, lo que ha facilitado la difusión de la transición demográfica en
la región. Se destaca el inicio de la transición demográfica cubana y su anticipación a la
mayoría de los países latinoamericanos y del mundo en desarrollo. Cuba atravesó una
fase temprana en el proceso de transición demográfica que se distingue, no sólo por su
naturaleza temprana a principios del presente siglo; sino por su culminación acelerada y
homogénea en los últimos años. Cuba es uno de los países latinoamericanos que más
tempranamente ha completado su transición demográfica.
Los principales rasgos de la etapa pretransicional en Cuba.
Se tienen limitados conocimientos sobre las particularidades del comportamiento
demográfico en Cuba en el siglo XIX. Este período es considerado como el período
pretransicional en el cual se crean las condiciones iniciales para el posterior proceso de
declinación de los niveles de mortalidad y fecundidad respectivamente.
Hasta el año 1841 la población creció rápidamente hasta alcanzar algo más de un
millón de habitantes según el censo de ese año como resultado.
En la segunda mitad del siglo XIX el crecimiento no sólo fue mucho más lento, sino
entre 1895 – 1899 se tornó negativo.
La tasa bruta de natalidad (TBN) comienza a disminuir de un nivel en 1824 de 42.7
nacimientos por mil habitantes a 37 por mil en 1844 y se mantiene con pocos cambios
hasta 1869.
Entre 1869–1899 se reflejan las disminuciones debido a las guerras de independencia,
llegando a un nivel de 34 nacimientos por mil habitantes al final del 95.
Por su parte, la mortalidad refleja una tendencia más suavemente descendente
interrumpida por la gran epidemia de cólera a principios de la década del 30.
En 1829 la tasa bruta de mortalidad, (TBM), se situó en 27.8 defunciones por mil
habitantes. En 1899 ocurrieron alrededor de 46 defunciones por mil habitantes.
Primera etapa del proceso de transición demográfica en Cuba
La primera etapa del proceso de transición demográfica en el país, (período 1904 –
1934) aunque su inicio es más bien a finales de la primera década del siglo XX.
En nuestro país, el descenso de la mortalidad se inicia 150 años después que en
Europa. Esto fue determinante en el proceso de “modernización” promovido por la
entrada de Estados Unidos en la etapa neocolonial. La mortalidad pasó de una
esperanza de vida al nacer (EVN), en 1899 de 33.2 a 41.5 años en 1930. Mientras, la
fecundidad comenzó su descenso algo más tarde, después de 1920, pasando de una
tasa bruta de reproducción (TBR) en ese año de 2.8 a 2.2 hijas por mujer en 1931. Por
tanto el crecimiento natural fue moderado al oscilar entre 13 y 19 por mil. Los factores
externos jugaron un papel crucial. En las tres primeras décadas del siglo XX, entraron
en Cuba 1.3 millones de inmigrantes. Todo esto provocó que el crecimiento de la
población presentara máximos históricos en la primera década del presente siglo.
La segunda etapa se ubica en el período de crisis del modelo neocolonial, entre 1934-
1958, ajustándose a lo que expresa la teoría: una aceleración de la disminución de la
mortalidad a la par de una relativa aceleración de la reducción de la fecundidad.
La tendencia de la fecundidad después de un descenso moderado entre 1920 y 1940,
según las tasas de natalidad, comienza una ligera aceleración de este descenso. La
TBN pasó de 33 nacimientos por mil habitantes en 1940-1944 a 28.2 por mil en el
período 1955-1960 como resultado de la crítica situación política y económica del país
en este último período de la dictadura de Fulgencio Batista.
La esperanza de vida al nacer antes de 1930 inicia un pronunciado ascenso,
ubicándose en el quinquenio 1955-1960 en 59.8 años, como resultado de la terminación
de la Segunda Guerra Mundial con la introducción de los avances de la medicina y de
los descubrimientos científicos de los países desarrollados como por ejemplo los
antibióticos.
Con el Triunfo de la Revolución comenzó un abrupto auge de los nacimientos desde
finales de los años cincuenta a mitad de los sesenta, ligado esto a la culminación de la
guerra de liberación nacional y a las expectativas de confianza de las masas con el
inicio de las transformaciones económicas y sociales en el país. Ello creó una ligera
explosión demográfica, de muy corta duración (considerada así porque se aprecia en
tendencia que la tasa bruta de natalidad alrededor del quinquenio 1970 – 1975 resultan
ser menores a las del quinquenio 1955- 1960) que no llegó a alcanzar la magnitud que
tuvo en la mayoría de los países subdesarrollados en los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial.
Según el Dr Raúl Hernández en su obra titulada “El Proceso de la Revolución
Demográfica en Cuba”, 1989, ubica el comienzo de la tercera etapa de la transición
demográfica a partir del año 1959.

La mortalidad acelera su proceso de decrecimiento. En el quinquenio 1950 – 1955,


tiene lugar la máxima disminución del nivel de la mortalidad, cuando se reportaron 11
defunciones por mil habitantes en comparación con las 20.3 defunciones que se
presentaron en el quinquenio 1930-1934. Posteriormente, se observa una disminución
sistemática de la mortalidad, debido a la reducción de las disparidades sociales y
territoriales logradas después del triunfo de la Revolución.
En general, esta última etapa ha estado marcada por pronunciados descensos de la
mortalidad y la fecundidad, acompañados de una creciente homogeneización de la
conducta reproductiva.
También por fuerte reducción de las disparidades de la fecundidad y de la mortalidad
infantil debidas, en gran parte, a los avances logrados por la población rural.
Los países (en su gran mayoría del mundo desarrollado) que han alcanzado esta etapa
han demorado varios decenios para pasar de niveles moderados a niveles muy bajos
de fecundidad y mortalidad. En Cuba esto no ha ocurrido así, pues al concluir la década
de los años sesenta la mortalidad ya había comenzado un fuerte descenso, mientras la
fecundidad solo había vuelto a alcanzar los niveles moderados observados a fines de
los años cincuenta. En solo nueve años desde 1970 hasta 1978, la fecundidad se
redujo en más de la mitad para colocarse y mantenerse desde entonces por debajo del
nivel de reemplazo.
La rápida disminución de la fecundidad desde mediados de la década de los setenta ,
conjuntamente con los elevados valores de la esperanza de vida al nacer, ambos
similares a los de los países desarrollados, permiten indicar que Cuba se encontraba
por esa fecha concluyendo su proceso de declinación hacia bajos niveles de fecundidad
y mortalidad. Esta situación ubica al país en una etapa avanzada de la transición
demográfica. En este sentido, el patrón demográfico cubano es una ruptura con el
modelo tradicional de transición demográfica por ser Cuba un país subdesarrollado con
niveles de salud del mundo desarrollado.
Durante la década de los años 80, el proceso de declinación de la mortalidad en el país
ha quedado perfectamente caracterizado a partir del estudio realizado por el Dr
Rolando García cuando plantea: “...la mortalidad cubana ha disminuido de altos niveles
a bajos niveles y ha precedido al descenso de la fecundidad, el peso principal de los
riesgos de muerte ha pasado desde las primeras etapas a las finales de la vida y el
sentido dominante de la transición epidemiológica se manifiesta en un desplazamiento
de las enfermedades infecciosas vinculadas a carencias primarias, por enfermedades
crónicas – degenerativas y los accidentes.

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