Está en la página 1de 7

1

La familia como primera escuela de formación para la ciudadanía, la paz y la


convivencia.

Iván Darío Moreno Acero


Instituto de la Familia

Introducción

Empoderar y concienciar a los individuos acerca de su condición como actores sociales y


políticos y, por ende, como gestores o co-constructructores de lo público, se ha planteado
desde los albores de la democracia como una tarea inaplazable que el Estado y sus principales
instituciones sociales deberían asumir, pues de esta capacidad de acción dependería el
desarrollo y el mantenimiento de los principales proyectos que una sociedad se ha impuesto,
No obstante, empoderar a los miembros de una nación sobre las modalidades que componen
su condición como sujetos sociales de derecho y como ciudadanos, ha sido una labor que se
le ha relegado en gran parte a la escuela, sin que se tengan en cuenta las discusiones de fondo
que existen sobre la corresponsabilidad en este proceso de todos los agentes socializadores
como el mercado, los grupos de pares, las instituciones educativas, los medios de
comunicación, la comunidad de vida, el trabajo, las instituciones religiosas y, entre ellas, la
familia, que asume ciertamente un rol protagónico.

Para el caso de esta investigación la mirada se centrará en la familia como una unidad
ecosistémica. Se estudiará el papel de la familia, pero no como una simple institución
formadora o transmisora de un capital cultural acrítico, es decir, como reproductora pasiva
de unas prácticas o esquemas de pensamiento y acción, sino como un ecosistema en el que
los sujetos pueden adquirir la capacidad de transformar, a partir de la relectura de la realidad,
su cotidianidad (Zemelman, 2006, pp. 83-84); como un espacio problemático en el que
confluyen diversas intencionalidades o divergen distintos intereses particulares y públicos.
De esta manera, la familia se asumirá como un sistema transaccional de interface que más
allá de la reproducción de los estereotipos sociales, de las prácticas culturales o de los ideales
de vida, tiene la tarea de donar, por medio de las continuas interacciones cotidianas, unas
2

estructuras y unos principios (valores, virtudes, etc.) que orientarán y estructurarán la


identidad de cada uno de sus miembros (Espinal, Gimeno y Gonzales, 2004).

La familia se ha reconocido como un espacio de enseñanza y reflexión ciudadana, que tiene


potencialidades, pero a la vez carencias que se deben estudiar en profundidad. El eje principal
de este trabajo, por tanto, será el de entender la problematicidad de las relaciones y
transacciones familiares, en relación a su capacidad para impulsar la formación ciudadana
por medio de las prácticas cotidianas. La comprensión de la formación ciudadana desde las
vivencias cotidianas de la familia, se presenta como una oportunidad para problematizar el
impacto permanente que generan los diversos rituales, mitos y epistemes familiares
(Estupiñan y Hernández, 2007) en la construcción identitaria de sus miembros como
ciudadanos; sirve, también, para comprender las tensiones, las transacciones materiales,
culturales, económicas o simbólicas entre la familia y la diversidad de espacios sociales y,
para estudiar la diversidad de formas en que, en cada espacio de la cotidianidad familiar, de
forma consciente o inconsciente, se construye o se refuerza la ciudadanía. De este modo, se
estudiará la familia como un sistema vital de formación, el cual, a través de sus prácticas
interactivas cotidianas, impactará de modo permanente en la identidad y los sentidos que
cada sujeto construye sobre la ciudadanía.

Problema de Investigación

Entre el año 2010 y 2012 en la Universidad de la Sabana de Bogotá se adelantó una


investigación empírica titulada “Discursos y prácticas en torno a la formación de sujetos
sociales de derechos en el marco de los colegios públicos de la ciudad de Tunja” (Moreno,
Puentes, Fonseca, Naranjo y Docal, 2012), que tenía como intención primordial responder
dos preguntas: “¿Cuáles son los discursos y las prácticas en la formación de sujetos sociales
de derechos en la escuela pública? Y ¿Cómo se promueve la formación de sujetos sociales
de derechos en el marco de los colegios públicos del sector urbano de la ciudad de Tunja?”.

La respuesta a estas dos preguntas se transformó en la oportunidad para comprender que las
acciones cotidianas ejemplarizantes de los docentes pueden contribuir a una formación
3

ciudadana virtuosa, es decir, que la escuela y sus miembros cumplen una función irreductible
en la formación de los sujetos sociales de derechos, los cuales se hacen capaces de actuar de
un modo ético y crítico frente a los procesos sociales y políticos de su contexto. Por otra
parte, el estudio dejó abierta la oportunidad de analizar a otro sujeto central en la formación
ciudadana: la familia, pues dentro de la investigación los estudiantes, docentes y directivos
docentes, reconocieron la necesidad de articular a la familia dentro de estos ejercicios
formativos, con el fin de que los procesos tuvieran mayor continuidad y se mostraran
coherentes ante los estudiantes (Moreno et al., 2012, p. 160).

Mayoritariamente las discusiones sobre la formación ciudadana han girado en torno a la


escuela; la han hecho exclusiva responsable de una tarea que no solamente le corresponde a
ella, pues la escuela es el segundo escenario de formación y la familia es el primero. A la
escuela y a los maestros se les ha atribuido el poco éxito que pudo haber tenido la formación
ciudadana en la vida de los estudiantes, se les ha increpado la desidia y el desinterés de los
ciudadanos por participar en la conservación de la democracia y sus principios. La mayor
parte de las propuestas sobre formación ciudadana se han enfocado en abordar el problema
desde la escuela, con lo que se han estudiado y promovido un conjunto de iniciativas
institucionalizadas encaminadas a transmitir formalmente un sentido de la ciudadana. En este
contexto, lo que ha prevalecido es el desarrollo de un conjunto de competencias, es decir, de
habilidades instrumentales de acción que resultan funcionales a las necesidades y
circunstancias de un juego competitivo entre los sujetos. Desde este escenario se han
formulado sistemas de enseñanza enfocados en hacer que los educandos asuman un concepto
abstracto de ciudadanía; sin embargo se ha descuidado la importancia primero, de un trabajo
sinérgico entre los diversos agentes de formación y, segundo, de iniciativas estructurales
dirigidas a fortalecer el rol particular de cada uno de los agentes educativos, y de otras formas
en que se puede vivenciar, y no aprehender acríticamente, un concepto formal de lo que es
ser ciudadano.

Por esto, es necesario que la mirada se mueva también de la escuela hacia la familia, pero
con un sentido crítico, tendiente a reflexionar sobre las condiciones cotidianas que permiten
o limitan tal formación. La familia en su función educativa se ha tomado de forma acrítica
4

como un sistema abierto al desarrollo máximo del sujeto, pues para los teóricos, es el espacio
donde primariamente se adquieren y desarrollan las habilidades indispensables para la vida.
Pero de entre todas las aptitudes que este ecosistema pueda desarrollar es necesario
comprender las aptitudes ciudadanas, ya que ellas, sin quitarles importancia a otras, son
centrales para cumplir con las necesidades formativas ciudadanas del sujeto, así como para
el desarrollo de la sociedad. La centralidad de esta reside en que le permitiría acceder a la
exigencia y cumplimiento de unos deberes y derechos que garantizarían su participación en
la construcción de ese futuro deseable. Por otra parte, también garantizaría el desarrollo de
otro tipo de aptitudes comunicativas que le facilitarían al sujeto enunciarse con respecto al
camino que ha seguido su comunidad local o global; esta enunciación le permitiría
empoderarse de su condición como sujeto de derechos y, de aparecer activamente en el
escenario político, ya sea aceptando o desaprobando las situaciones comunes que le atañen.

El problema está en que las afirmaciones que se hacen sobre la familia y su valor en la
formación ciudadana pueden ser no fundamentadas y por ende arbitrarias si no se identifican
y se estudia el conjunto de situaciones cotidianas que llevan o no a dicha formación. Desde
la literatura especializada se generan un conjunto de tópicos teóricos con los que se plantea
a priori que la familia es educadora; no obstante, estas afirmaciones sin el respaldo
investigativo, cualitativo o cuantitativo, pueden ser peticiones de principio, tópicos falaces
que, aunque se plantean como verdades universales y absolutas, no serían más que opiniones
acríticas, que no tendrían la suficiente fundamentación, sea esta empírica, socio crítica o
hermenéutica. Por esta razón, se hace necesario contar con una mirada analítica,
problematizadora y crítica que permita comprender la forma en que las situaciones cotidianas
familiares afectan o favorecen la formación ciudadana.

La familia se ha asumido como un espacio de socialización en el que convergen y se


resuelven un conjunto amplio de tensiones históricas, sociales y culturales. Se ha asumido
Como un ámbito en el que se socializan los principales códigos sociales que les permitirán a
sus miembros más jóvenes adquirir y desarrollar el espectro de habilidades que configurarán
su capacidad de acción como ciudadanos. Un espacio de relación, es decir, de encuentro y
desencuentro entre seres semejantes y diferentes, el cual posibilita la formación y la
5

adquisición de unos saberes y hábitos que les permitirían actuar en comunidad. Pero el
proceso de socialización de los valores o ideales sociales y ciudadanos no siempre puede ser
reconocido unívocamente como algo loable, neutral o simplemente negativo, ya que aquí,
como en cualquier escenario humano, existen conflictos, problemáticas y tensiones
hegemónicas; pugnas entre figuras de dominación y control patriarcal o matriarcal que deben
ser analizadas.

Este primer espacio de socialización se debe problematizar para reconstruir la diversidad de


elementos que están presentes en las transacciones cotidianas familiares, ya que, debe haber
claridad sobre la manera en que los juegos de roles hegemónicos o contrahegemónicos, el
reparto de poder con autoridad o autoritarismo, la manera en que se conciertan o se imponen
las decisiones, leyes normas o principios de convivencia, influyen en el sentido que los
sujetos construyen sobre la ciudadanía, su valor y su función social y política. Es así que
deben ser estudiados esos escenarios vivenciales, para comprender la forma en que las
relaciones democráticas o de subordinación cotidiana modelan los sentidos que tiene
implícitos la ciudadanía. Es importante recuperar y develar las prácticas cotidianas
familiares, para comprender cómo y por qué el entramado de relaciones familiares facilita o
no la formación ciudadana. En este caso a la mirada que se hace sobre la familia como un
espacio idealizado y funcional, se debe añadir, buscando la construcción de un sentido
holístico, esas situaciones anomalías que también hacen parte de su diario vivir, por ejemplo,
la violencia intrafamiliar, el abuso y la explotación infantil, la intolerancia y los prejuicios,
el control violento que se ejerce sobre el desarrollo de la identidad propia, la negligencia en
el cuidado, en la educación y la atención al desarrollo o la violación y privación de los
derechos básicos.

Observar y visibilizar dialógicamente y críticamente las prácticas cotidianas familiares es


una operación para salir de los lugares comunes que no explican ni aclaran, sino que
prescriben de forma moralizante cómo debería formar la familia. Es necesario que a partir
del cómo se le dé sentido al por qué y para qué de sus prácticas formativas. Comprender
cómo y por qué dentro del ámbito familiar se generan prácticas cotidianas que tienen un
alcance formativo, lleva al reconocimiento y problematización de las tensiones que en este
6

contexto se presentan, del modo en que se resuelven y de los alcances que tienen en la
formación ciudadana de sus miembros más jóvenes. Es necesario pasar de un modelo
prescriptivo de la familia como agente de socialización y formación de ciudadanías a uno
compresivo, que evite una mirada ingenua y propenda por una mirada crítica de las
actuaciones ejemplarizantes y de los roles de poder históricos que se repiten, de las formas
en que explícita e implícitamente se transmiten los distintos sentidos de la ciudadanía.

Pregunta orientadora de investigación

1. ¿Cuáles prácticas cotidianas de formación ciudadana se construyen desde la


cotidianidad de algunas familias en el municipio de Cajicá?

2.3. Objetivo general

1. Comprender la compleja trama de las prácticas familiares interrelaciónales,


transaccionales y discursivas que influyen en la formación ciudadana.

2.3.1. Objetivos Específicos.

1. Reconstruir los elementos fundamentales de la cultura ciudadana implícita en el


sistema de valores familiares.

2. Identificar el sistema de roles, de reparto de poder y el sistema de toma de decisiones


que influyen en la formación ciudadana.

3. Indagar sobre los modelos, tónicas y vivencias de las prácticas transaccionales


cotidianas (autoridad versus autoritarismo).

4. Evidenciar los campos emocionales que emergen en la formación ciudadana frente a


la autoridad y las normas, leyes o acuerdos (miedo/
7

timidez/temor/rabia/agresividad/rencor/alegría/respeto/cariño/confianza/solidaridad/
empatía).

5. Identificar la presencia de eventuales fenómenos dicientes de una orientación en la


formación ciudadana (actitudes de cooperación/el sentido del cuidado/el sentido de
la reciprocidad/el familismo amoral).

Metodología

Tipo de estudio: Mixto-descriptivo


Enfoque: Hermenéutico
Fases: Cuantitativo-Cualitativo
Instrumentos: Encuesta-Entrevistas grupales a profundidad
Contexto: De acuerdo al estudiante
Muestreo: Probabilístico (Aleatorio simple); No probabilístico (por conveniencia)
Población: De acuerdo al estudiante
Análisis de la información: Análisis de datos (SPSSS), Análisis hermenéutico crítico.
Grupo de estudiantes: Mínimo 6

También podría gustarte