fascina la estética soviética, por lo apocalíptico y tremendista que tiene, tan propia del alma rusa. Por muy criminal que haya sido el régimen comunista, tenía una música y estética brillante, genial, espectacular, superior a la de la Alemania hitleriana. Era la utopía encarnada, la entusiasta edificación del Nuevo Mundo, la contra-Cristiandad en su más radical sentido. La Unión Soviética fue una suerte de Edad Media invertida, satánica- comunista, llena de fervor (anti)religioso, con toda una simbología y estética épica, militarista. La epopeya soviética, de fervor (anti) religioso, desde la turbulenta Revolución hasta la llegada al espacio, pasando por la industrialización y la derrota del nazismo, en nombre del progreso y el socialismo. ¡Como comparar esta estética épica y gloriosa con la escoria y porquería de la Nueva Izquierda postmo- progre soyera! Todo lo grande que pudo haber en la épica soviética no era el comunismo, era el alma rusa que sobrevivió a pesar de las decenas de millones de muertos que dejó el bolchevismo. Esta canción la representa quizás como ninguna otra, la "Marcha de los Entusiastas". "Nada podrá detenernos, ni acantilados ni los mares, no tememos ni los icebergs ni las nubes, con fuego en nuestras almas y la brillante bandera de nuestra patria, la llevaremos a través de los siglos y el mundo".