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Antecedentes:

Cuando se habla de bullying, se refiere a un concepto que ha sido asimilado por la


sociedad durante el paso de los años como una conducta violenta y abusiva
apreciada en el espacio. Si bien, la sociedad contemporánea camina hacia la
visualización de esta problemática, un amplio sector de ésta última la minimiza
bajo el argumento de una normalidad en el comportamiento típico de la
convivencia infantil, esto significa, que algunas personas no consideran que el
bullying sea un problema serio.

Con estos antecedentes, la comprensión del fenómeno del ciberacoso es aún


más complejo, dado que, si no se comprenden los alcances del bullying
tradicional, menos aún los riesgos y consecuencias del ciberacoso que no se han
definido claramente, por lo que sus límites están todavía en movimiento constante.

En las últimas dos décadas, el fenómeno del ciberacoso ha sido estudiado por
investigadores internacionales pertenecientes a diferentes disciplinas científicas
como la psicología y pedagogía. Por tanto, se ha demostrado que el acoso
cibernético está directamente relacionado con los factores de riesgo percibidos por
la sociedad contemporánea, sobre todo por los más jóvenes. Y se entiende que El
ciberacoso es una de las ultimas variantes de acoso en la vida real, en la que se
utiliza los medios electrónicos para acercarse a la víctima para intimidarla,
humillarla o amenazarla.

Situación actual:

En el contexto actual, las agresiones electrónicas o cibernéticas y la crueldad


social por internet son vistas como una nueva forma de acoso. Sin embargo, que
cada una de estas historias se considere ciberacoso o no, dependerá de los roles
que juegan los involucrados: víctimas, acosadores y audiencia; quienes identifican
o descartan el uso de tecnologías o aplicaciones como maliciosas o inofensivas.
Por ejemplo, para algunas personas dentro de la audiencia y agresores, estas
prácticas representan bromas divertidas, para otro sector de la audiencia y las
víctimas son, sin lugar a dudas, acoso cibernético, mientras que algunas víctimas
no saben cómo definir la agresión que han sufrido. Por otro lado, investigaciones
actuales centran su atención en los factores que inducen a un individuo a acosar
electrónicamente cuyos resultados están relacionados con la búsqueda y
reafirmación de poder, placer, prestigio, aburrimiento, envidia, venganza derivada
de una agresión previa, entre otras. Esta realidad multifactorial está relacionada
con el hecho de que las agresiones cibernéticas no implican un enfrentamiento
cara a cara, la condición de la fuerza física no es determinante y, sobre todo,
porque la mayoría de las víctimas no conoce a su agresor.

Actualmente, la crisis que ha hecho que aumente el ciberacoso es la pandemia


Covid 19. Parte del problema surge debido a que ahora gran parte de los trabajos
y la enseñanza se realizan en línea, aumentando así durante la cuarentena el
tiempo libre, el cual al no poder realizar actividades fuera de casa, se realizan
principalmente en línea.

Tener más tiempo digital de ocio sumado al estrés que ha aumentado debido a la
crisis sanitaria, puede hacer que las personas se vuelvan más hostiles. Se
descubrió un 40 % de incremento en la toxicidad en plataformas de juegos
populares. Además, debido a que un mayor número de personas está en línea,
existen muchos más posibles agresores y víctimas potenciales.

El estrés puede llevar a muchas personas a desarrollar comportamientos de


autoconservación y autodefensa, más si son provocados por una crisis mundial
como la pandemia. Y aunque todas las personas estamos expuestas al estrés, es
más probable que los jóvenes se vuelvan más hostiles en sus interacciones en
línea, incluso con sus amigos.

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