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Searle
Searle
Hablar un lenguaje es tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas.
Aprender y dominar un lenguaje es aprender y haber dominado esas reglas. La “justificación” que
tengo para mis intuiciones lingüísticas es simplemente que soy un hablante nativo de cierto
dialecto del castellano y, consecuentemente, he llegado a dominar las reglas de ese dialecto. Mi
conocimiento de cómo hablar un lenguaje incluye el dominio de un sistema de reglas que hace
que mi uso de los elementos de ese lenguaje sea regular y sistemático.
Hablar un lenguaje consiste en realizar actos de habla, actos tales como hacer enunciados,
dar órdenes, plantear preguntas, hacer promesas, etc. Esos actos son en general posibles gracias a
ciertas reglas para el uso de los elementos lingüísticos.
Cuando considero un ruido o una marca como una instancia de comunicación lingüística,
debo suponer que fueron producidos por un ser más o menos semejante a mí mismo y que fueron
producidos con cierta clase de intenciones. Sin embargo, solamente ciertos géneros de
intenciones son adecuados para la conducta que denomino actos de habla.
Una teoría del lenguaje forma parte de una teoría de la acción, porque hablar un lenguaje es
una forma de conducta gobernada por reglas.
El significado de las oraciones y los actos de habla se presuponen. El acto de habla realizado
al emitir una oración es una función del significado de la oración. Los dos enfoques, interpretados
no como teorías, sino como enfoques para la investigación, son complementarios. Están
relacionados porque para todo posible acto de habla existe una posible oración, o conjunto de
oraciones, cuya emisión literal en un contexto particular constituirá una realización de ese acto de
habla.
Principio de expresabilidad
Cualquier cosa que quiera ser dicha puede ser dicha. Un hablante puede querer decir más
de lo que efectivamente dice, pero le es siempre posible, en principio, decir exactamente lo que
quiere decir.
Incluso si no digo exactamente lo que quiero decir, me es siempre posible hacerlo –si
existiera alguna posibilidad de que el oyente pudiera no comprenderme, podría hacerlo. Incluso
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en casos donde es imposible de hecho decir exactamente lo que quiero decir, es posible en
principio llegar a ser capaz de decir exactamente lo que quiero decir. Puedo incrementar mi
conocimiento del lenguaje, o enriquecerlo introduciendo en él nuevos términos u otros recursos.
Este principio tiene como consecuencia que los casos donde el hablante no dice
exactamente lo que quiere decir no son teóricamente esenciales para la comunicación lingüística.
Este principio nos capacita para considerar equivalentes las reglas para realizar actos de
habla y las reglas para emitir ciertos elementos lingüísticos, puesto que para todo posible acto de
habla existe un posible elemento lingüístico cuyo significado es suficiente para determinar que su
emisión literal constituye una realización de ese acto de habla.
La hipótesis de este libro es que hablar un lenguaje es participar en una forma de conducta
gobernada por reglas: hablar consiste en realizar actos conforme a reglas.
Al realizar cada uno de estos cuatro actos diferentes, el hablante realiza otros ciertos actos
que son comunes a los cuatro: al emitir cualquiera de esas oraciones el hablante se refiere a,
menciona o designa un cierto objeto (Juan), y predica la expresión “fuma habitualmente”.
Así separamos las nociones de referir y predicar de las nociones de actos de habla
completos, tales como aseverar, preguntar, ordenar, etc. Puede aparecer la misma referencia y
predicación al realizar diferentes actos de habla.
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Al emitir cualquier de esas cuatro oraciones se están realizando tres géneros distintos de
actos:
Los actos de emisión consisten simplemente en emitir secuencias de palabras. Los actos
ilocucionarios y proposicionales consisten característicamente en emitir palabras dentro de
oraciones, en ciertos contextos, bajo ciertas condiciones y con ciertas intenciones.
La predicación
Son expresiones y no universales lo que se predica de los objetos. Es de las expresiones que
puede decirse que son verdaderas o falsas. La predicación no se limita únicamente a la aserción,
como plantean la mayor parte de los filósofos.
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Proposiciones
Siempre que dos actos ilocucionarios contienen la misma referencia y la misma predicación,
se expresa la mima proposición.
Reglas
Existen dos tipos de reglas: las reglas regulativas y las reglas constitutivas. Las primeras
regulan formas de conducta existentes independientemente; las otras crean o definen nuevas
formas de conducta.
Las reglas regulativas regulan una actividad preexistente, una actividad cuya existencia es
lógicamente independiente de las reglas.
Las reglas constitutivas constituyen (y también regulan) una actividad cuya existencia es
lógicamente dependiente de las reglas.
Las reglas constitutivas no-imperativas tienen un carácter casi tautológico, pues lo que la
“regla” parece ofrecer es parte de una definición de <<jaque-mate>> o de touchdown. El hecho de
que, por ejemplo, se logre un jaque-mate en ajedrez de tal y tal manera puede aparecer bien
como una regla, bien como una verdad analítica basada en el significado de <<jaque-mate en
ajedrez>>. El que tales enunciados puedan interpretarse como enunciados analíticos es una clave
para el hecho de que la regla en cuestión es una regla constitutiva.
Las reglas regulativas tienen característicamente la forma <<Haz X>>, o <<Si Y haz X>>. Las
reglas constitutivas tienen la forma <<X cuenta como Y en el contexto C>>.
He dicho que la hipótesis de este libro es que hablar un lenguaje es realizar actos de habla
de acuerdo con reglas. La forma que tomará esta hipótesis es que la estructura semántica de un
lenguaje es una realización convencional de conjuntos de reglas constitutivas subyacentes, y que
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los actos de habla son actos realizados característicamente de acuerdo con esos conjuntos de
reglas constitutivas. Los actos de habla realizados dentro de un lenguaje son un asunto de
convención, el que la emisión de tales y cuales expresiones cuente bajo ciertas condiciones como
el hacer una promesa.
¿Son los lenguajes convencionales? Sí, lo son. ¿Tiene que haber convenciones de algún tipo
para que sea posible realizar actos ilocucionarios tales como enunciar, prometer o pedir? En
general, los actos ilocucionarios se realizan dentro de un lenguaje en virtud de ciertas reglas, y no
podrían realizarse a menos que el lenguaje permitiera la posibilidad de su realización. Es necesario
algún sistema de elementos gobernados por reglas para que haya ciertos tipos de actos de habla,
tales como prometer o aseverar. Debe existir para muchos géneros de actos ilocucionarios algún
dispositivo, convencional o de otro tipo, para la realización del acto, puesto que puede realizarse
solamente dentro de las reglas, y debe haber alguna manera de invocar las reglas subyacentes.
¿Las convenciones son plasmaciones de reglas? Sí, en general sí.
Significado
¿Cuál es la diferencia entre emitir sonidos o hacer trazos solamente y realizar un acto
ilocucionario? Una diferencia consiste en que los sonidos o trazos que una persona hace al realizar
un acto ilocucionario tienen significado, y una persona quiere decir algo mediante esos sonidos o
trazos.
Sin embargo, a pesar de que ese análisis del significado es valioso, es defectuoso en otros
dos aspectos cruciales. En primer lugar, no logra dar cuenta de hasta qué punto el significado
puede ser un asunto de reglas o convenciones. No muestra la conexión entre el hecho de que
alguien quiera decir algo mediante lo que dice y lo que efectivamente significa en el lenguaje
aquello que alguien dice. En segundo lugar, al definir el significado en términos de intentar
producir efectos, confunde actos ilocucionarios con actos perlocucionarios.
Debemos, por lo tanto, reformular la explicación del significado ofrecida por Grice de tal
manera que clarifique que el hecho de querer decir algo por parte de una persona está
relacionado con lo que la oración significa en el lenguaje en el que esa persona está hablando.
En nuestro análisis de los actos ilocucionarios debemos capturar tanto los aspectos
intencionales como los convencionales, y de manera especial las relaciones entre ellos. Al realizar
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un acto ilocucionario, el hablante intenta producir un cierto efecto haciendo que el oyente
reconozca su intención de producir ese efecto; y además, si está usando las palabras literalmente,
intenta que ese reconocimiento se logre en virtud del hecho de que las reglas para el uso de las
expresiones que emite asocian la expresión con la producción de ese efecto. Es esta combinación
de elementos la que necesitaremos expresar en nuestro análisis del acto ilocucionario.
Quiero argumentar que decir algo queriendo decir lo que significa consiste en intentar un
acto ilocucionario. Cuando digo <<hola>> queriendo decir lo que significa, no intento producir o
evocar ningún estado o acción en mi oyente que no sea el conocimiento de que está siendo
saludado. Pero ese conocimiento es simplemente su comprensión de lo que yo he dicho, no es
ninguna respuesta o efecto adicionales. Cualquier explicación del significado debe mostrar que
cuando digo <<prometo>> u <<hola>> queriendo decir lo que significa, quiero decirlo en
exactamente el mismo sentido de <<querer decir>> que cuando sigo <<Márchate>> queriendo
decir lo que significa.
Si intento decirle algo a una persona, entonces habré conseguido decírselo tan pronto como
esa persona reconozca que intento decirle algo y qué es exactamente lo que estoy intentando
decirle. En el caso de los actos ilocucionarios logramos hacer lo que intentamos hacer al conseguir
que nuestro auditorio reconozca lo que estamos intentando hacer. Pero el “efecto” sobre el
oyente no es ni una creencia ni una respuesta, consiste simplemente en la comprensión por parte
del oyente de la emisión del hablante. Es este efecto lo que denomino efecto ilocucionario.
En la parte del hablante, decir algo queriendo decir lo que significa está conectado
estrechamente con la producción de ciertos efectos en el oyente. En la parte del oyente,
comprender la emisión del hablante está conectado estrechamente con el reconocimiento de sus
intenciones. En el caso de las emisiones literales, el puente entre el lado del hablante y el lado del
oyente lo proporciona el hecho de que ambos tengan un lenguaje común. He aquí cómo funciona
este puente:
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intenciones se logre. Y eso se logra si el oyente comprende la oración, si conoce su
significado, si conoce las reglas que gobiernan sus elementos.
Ejemplo: <<Hola>>
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Capítulo III – La estructura de los actos ilocucionarios
A fin de dar un análisis del acto ilocucionario de prometer, preguntaré cuáles son las
condiciones necesarias y suficientes para que el acto de prometer haya sido realizado con éxito, y
no de manera defectiva.
Existen varias clases de posibles defectos en los actos ilocucionarios, pero no todos esos
defectos son suficientes para viciar el acto en su totalidad. En algunos casos, una condición puede
ser verdaderamente intrínseca al acto en cuestión, no ser satisfecha en un caso dado y, sin
embargo, el acto se habrá realizado. En tales casos digo que el acto era <<defectivo>>. Mi noción
de defecto de acto ilocucionario está estrechamente relacionada con la condición austiniana de
<<infelicidad>>.
Cómo prometer
4. Oyente preferiría que H hiciese Acto a que no lo hiciese, y H cree que O preferiría que él
hiciese Acto a que no lo hiciese.
5. No es obvio, ni para H ni para O, que H hará Acto
Regla preparatoria
Regla de sinceridad
REGLA ESENCIAL
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