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LA OSTENTACIÓN ES UNA FORMA DE ENGANCHAR AHIJADOS. Para la Reflexión. Omolófaorò.

La ostentación es uno de los métodos más eficaces de enganche, muy utilizado en la actualidad por
algunos sacerdotes de Ifá mediante lo cual, pueden obtener suntuosos dividendos a través de la constante
popular que dice: ¡Vista hace Fe! No obstante, este dogma popular, ha convertido en víctimas de la estafa
religiosa a muchas personas ignorantes, las que han evaluado a determinados sacerdotes por la forma
ostentosa en que viven, de la forma lujosa en que visten y no por el conocimiento que poseen para
proporcionar una mejor forma de vida a las personas necesitadas. Por supuesto, el propio ‹‹ahijado
ignorante›› es el que le va proporcionando una mejor calidad de vida al ‹‹sacerdote padrino›› a costa de ir
perdiendo su propia calidad de vida. Otros opinan: “Si mi padrino vive mal, cómo él puede ser capaz de
lograr que yo viva bien”. Hay cierta razón en ello pero, ahí radica un polémico enigma. Primero, se
debería cuestionar si están claros referente al concepto de lo que significa “‹‹vivir mal o vivir bien››”.

Según la tradición: “En la cultura yoruba, haber vivido una provechosa vida terrenal es equivalente a
completar las tres fases bendecidas con riquezas (owó u olá), buena salud (Arikú) y muchos niños (omo).
Uno puede mirar atrás uniéndose con los ancestros después de la vida y participar en su poder y su
gloria, incluyendo el privilegio de la reencarnación (àtúnwá) en un nieto. En cuanto a la riqueza olá, se
considera lo que a una persona lo haga honorable y feliz no a la cantidad de dinero que posea”. Un
sacerdote debe tener una forma constante y humilde de buscar su sustento (owó); de tener una comunidad
de seguidores e hijos que lo quieran (omo) por los resultados de su trabajo y el carácter resolutivo de los
mismos y que su legado sea perdurable como su vida (Arikú Bàbáwá).

Un sacerdote sabio es un rico sin dinero, ya que posee valores espirituales, tiene cuanto necesita sin tener
que pagarlo, utilizando para ello el poder del Àșe (poder para hacer que las cosas sucedan) y no mediante
el Iré (beneficios que se obtienen por nuestro Orí o cabeza interna particular). De forma contraria el
hombre rico (adinerado) sabe el precio de todas las cosas, pero no sabe el valor de ninguna y solo puede
obtener lo que necesita mediante el uso del dinero. Han caído en desuso pensamientos filosóficos que
instruyen al respecto como: “Hay quien necesita muy pocas cosas para vivir y las pocas cosas que
necesita, las necesita muy poco”. “Rico no es el que mucho tiene sino el que mucho da”. “El que no tiene
más que dinero, es un pobre diablo”. “Era tan pobre, pero tan pobre, pero tan pobre, que nada más que
tenía dinero”, entre otras.
Muchos de estos sacerdotes, a los cuales nos referimos al principio, cuando los visita un extranjero o un
gerente u otra personalidad con buenos recursos económicos, en busca de ayuda religiosa, expresan: “me
cayó un ‹irecito›”; ven una ganga en la persona necesitada de ayuda espiritual y no a alguien con el cual
pueden sentir la satisfacción de poner en práctica sus conocimientos y darle solución a sus problemas. Al
contrario, le crean un nuevo problema: ¡La venta de un sinnúmero de divinidades y atributos religiosos!

Casi todos los extranjeros y personas de buena absorbencia económica, que no dejan de estar llenos de
problemas, a pesar de su bastante dinero, rechazan a los sacerdotes que viven de forma humilde o en
cuarterías (solares). Por su parte, el ‹solar› representaba para muchos de nuestros antepasados, la
incubadora de las tradiciones afrocubanas. Allí se preservó además, las memorias y las costumbres de
nuestras formas de religiosidad. Los solares y cuarterías representaron la verdadera y original escuela
familiar y religiosa a la usanza de nuestros predecesores. Los más destacados sacerdotes de Ifá del siglo
pasado, como lo fueron: Félix Quesada Òsárètè, Panchito Febles Òturaniko, Joaquín Salazar Òsálobe,
Asunción Villalonga Ògúndáfún, Tata Gaitán Ògúndáfún, Bernabé Menocal Bàbá Éjìogbè, Guillermo
Castro Ogbè Òşé, Babel Èjìogbè, Miguel Febles Padrón Òdí Ìká entre otros, se asentaron, casi toda su vida
en los ‹solares›, allí dentro del bullicio habitual y la constante insalubridad e incómodas habitaciones,
desprovistas del espacio suficiente, dictaron un rico legado que hoy engalanan la mayoría de los religiosos
afroamericanos, algunos sacándoles grandes dividendos para vivir en mejores condiciones de las que
vivieron esos grandes de la historia y a veces en condiciones excesivamente confortables, ello gracias a la
perseverancia y tolerancia de aquellos que no tomaron en cuenta sus limitaciones sino que, dedicaron su
vida a preservar el conocimiento de la tradición yoruba.

Tomando en cuenta la dialéctica y el desarrollo, es bueno encaminar a cada persona, en la vida, a un


mejoramiento y una vida mejor cada día, calidad de vida pero, un sacerdote experimentado no debe vivir
en la pobreza ni tampoco en la riqueza; debe mantenerse justo en el medio, entre pobres y ricos, para
aconsejar a los pobres que están abajo y a los ricos que están arriba. En el medio puede recomendarle al
pobre de cómo puede llegar a tener riqueza y recomendarle al rico como evitar caer en la pobreza, sirve
como portero en la frontera que divide ambos mundos en contraposición y sabe quiénes pueden transitar
de un lado a otro y mantener el justo equilibrio terrenal. Puede vivir estrecho y humilde y aún más
importante rodeado de sabiduría pues representa la verdadera felicidad. Dice Ògúndá Ogbè:

“Aquel que conoce a Olófin no será más pobre”.

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