Está en la página 1de 1

TERCER

CANTO DEL SIERVO DE YAHVEH. 


(Is 50, 4-10)
El Señor me ha dado
lengua de discípulo,
para que pueda llevar al cansado
una palabra alentadora.

Mañana tras mañana


despiertas Tú mi oído,
para hacerme escuchar
como un discípulo.

EL SEÑOR, EL SEÑOR, EL SEÑOR


ME HA ABIERTO EL OÍDO.

Y yo no me resistí, no me resistí.
Ofrecí mis espaldas a los que me pegaban.

Y YO NO ME RESISTÍ, NO ME RESISTÍ.
Ofrecí mis mejillas a los que mesaban mi barba.

Y YO NO ME RESISTÍ, NO ME RESISTÍ.
Mi rostro no esquivó insultos ni salivazos.

Porque yo ya sabía
que Tú habrías de ayudarme,
por eso puse mi cara
dura como la piedra,
estaba yo seguro
que no quedaría avergonzado.

CERCA ESTÁS, CERCA ESTÁS TÚ.


SI TÚ SALVAS ¿QUIÉN PELEARÁ CONMIGO?
SI TÚ AYUDAS, SI TÚ ME AYUDAS,
SI TÚ SALVAS ¿QUIÉN ME CONDENARÁ?

Vosotros, que teméis a Dios,


escuchad la voz de su siervo.
Y si alguno se encuentra en las tinieblas
ponga su confianza en Él,
que se apoye
en su nombre.

CERCA ESTÁS ...

También podría gustarte