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Radiación electromagnética
λ lambda (la letra griega "lambda") es la longitud de onda (en metros) y ν nu (la
letra griega "nu") es la frecuencia (en hertz). Su producto es igual a la constante c,
la velocidad de la luz, que es igual a 3,00x108 m/s
Como podemos ver, el espectro visible —es decir, la luz que podemos ver con
nuestros ojos— es tan solo una pequeña fracción de las diferentes clases de
radiación que existen. A la derecha del espectro visible, encontramos las clases de
energía que son menores en frecuencia (y por lo tanto mayores en longitud de
onda) que la luz visible. Estas clases de energía incluyen los rayos infrarrojos (IR)
(ondas de calor emitidas por los cuerpos térmicos), las microondas y las ondas de
radio. Estos tipos de radiación nos rodean constantemente; no son dañinos, pues
sus frecuencias son muy bajas. Como veremos en la sección siguiente, "El fotón",
las ondas de baja frecuencia tienen poca energía, y por lo tanto no son peligrosas
para nuestra salud.
A la izquierda de espectro visible, encontramos los rayos ultravioleta (UV), los
rayos X y los rayos gamma. Estas clases de radiación son dañinas para los
organismos vivos, pues tienen frecuencias extremadamente altas (y por lo tanto,
mucha energía). Es por esta razón que usamos loción bloqueadora en la playa
(para bloquear los rayos UV provenientes del sol) y que, para prevenir que los
rayos X penetren otras áreas del cuerpo distintas de la que requiere visualizarse,
un técnico de rayos X coloca una placa de plomo sobre nosotros. Los rayos
gamma son los más dañinos, pues son los más altos en frecuencia y en energía.
Afortunadamente, nuestra atmósfera absorbe los rayos gamma que provienen del
espacio, y así nos protege del daño.
A continuación, hablaremos sobre la relación entre la frecuencia de una onda y su
energía.
La lava derretida actúa como un cuerpo negro, pues, a muy altas temperaturas,
emite radiación electromagnética en la región visible.
Lava derretida emitiendo radiación de cuerpo negro. Imagen cortesía del U.S.
Geological Survey (Servicio Geológico de los EEUU).
El fotón
Los descubrimientos de Planck pavimentaron el camino para el descubrimiento del
fotón. El fotón es la partícula elemental, o cuanto, de la luz. Como pronto veremos,
los átomos y las moléculas pueden absorber o emitir fotones. Cuando un átomo o
una molécula absorbe un fotón, este le transfiere su energía. Ya que la energía
está cuantizada, se transfiere toda la energía del fotón (recuerda que no puede
transferirse en fracciones de cuantos, que son los "paquetes de energía" más
pequeños posibles). El proceso inverso también es verdadero. Cuando un átomo o
una molécula pierde energía, emite un fotón con exactamente la misma cantidad
de energía que perdió. Este cambio en la energía es directamente proporcional a
la frecuencia del fotón emitido o absorbido, y está dado por la famosa ecuación de
Planck:
E=hν
Donde E es la energía del fotón absorbido o emitido (dada en joules, J, ν es la
frecuencia del fotón (dada en hertz), h es la constante de Planck, 6,26×10−34 J⋅s
Conclusión
Podemos describir la radiación electromagnética por medio de su amplitud (brillo),
su longitud de onda, su frecuencia y su periodo. Con la ecuación E=hν. Hemos
visto cómo la frecuencia de una onda luminosa es proporcional a su energía. Al
principio del siglo veinte, el descubrimiento de que la energía está cuantizada nos
llevó a la revelación de que la luz no solo es una onda, sino que también puede
ser descrita como una colección de partículas conocidas como fotones. Los
fotones tienen distintas cantidades de energía, llamadas cuantos. Esta energía
puede transferirse a átomos y moléculas cuando absorben los fotones. Los
átomos y las moléculas también pueden perder energía al emitir fotones.
EL EFECTO FOTOELÉCRICO
Introducción: ¿qué es el efecto fotoeléctrico?
Cuando la luz brilla en un metal, los electrones pueden ser expulsados de la
superficie del metal en un fenómeno conocido como el efecto
fotoeléctrico. También, a este proceso suele llamársele fotoemisión, y a los
electrones que son expulsados del metal, fotoelectrones. En términos de su
comportamiento y sus propiedades, los fotoelectrones no son diferentes de otros
electrones. El prefijo foto simplemente nos indica que los electrones han sido
expulsados de la superficie de un metal por la luz incidente.
El efecto fotoeléctrico.
En el efecto fotoeléctrico, las ondas de luz (las líneas rojas onduladas) que
golpean la superficie del metal causan que los electrones salgan expulsados del
metal. Imagen de Wikimedia Commons, CC BY-SA 3,0.
La física del siglo XIX intentó explicar el efecto fotoeléctrico usando física clásica
(¡pero falló!). Esto llevó en última instancia al desarrollo de la descripción moderna
de la radiación electromagnética, que tiene tanto propiedades de onda como de
partícula.
Predicciones basadas en la luz como una onda
Para explicar el efecto fotoeléctrico, los físicos del siglo XIX teorizaron que el
campo eléctrico oscilante de la onda de luz que entraba les transmitía calor a los
electrones causando que vibraran, lo que eventualmente terminaba liberándolos
de la superficie del metal. Esta hipótesis estaba basada en la suposición de que la
luz viajaba por el espacio puramente como una onda. Los científicos también
creían que la energía de la onda de luz era proporcional a su brillo, lo cual se
relacionaba con la amplitud de la onda. Para probar su hipótesis, realizaron
experimentos para ver el efecto de la amplitud y frecuencia de la luz en la razón de
expulsión de electrones, así como en la energía cinética de los fotoelectrones.
Con base en la descripción clásica de la luz como una onda, hicieron las
siguientes predicciones:
La energía cinética de los fotoelectrones emitidos debería incrementarse con la
amplitud de la luz.
La razón de emisión de electrones, que es proporcional a la corriente eléctrica,
debería incrementarse con el aumento de la frecuencia de la luz.
Para ayudarnos a entender por qué hicieron estas predicciones, podemos
comparar una onda de luz con una ola. Imagina unas pelotas de playa que están
en un muelle que se extiende hacia el océano. El muelle representa una superficie
metálica, las pelotas de playa representan electrones y las olas del océano
representan ondas de luz.
Si una sola ola grande chocara contra el muelle, esperaríamos que la energía de
esa ola grande mandara a volar las pelotas de playa fuera del muelle con mucha
más energía cinética comparada con una sola ola pequeña. Esto también es lo
que pensaban los físicos que pasaría si se incrementara la intensidad de la luz. Se
esperaba que la amplitud de la luz fuera proporcional a la energía de la luz. Se
predijo que esa amplitud de la luz más alta resultaría en fotoelectrones con más
energía cinética.
Los físicos clásicos también predijeron que un incremento en la frecuencia de las
ondas de luz (con amplitud constante) incrementaría la razón de electrones
expulsados, y por lo tanto aumentaría la corriente eléctrica medida. Al usar nuestra
analogía de las pelotas de playa, esperaríamos que las olas que golpearan el
muelle más seguido dieran como resultado más pelotas de playa sacadas del
muelle, en comparación con las olas del mismo tamaño que golpearan el muelle
menos seguido.
Ahora que sabemos lo que los físicos pensaban que pasaría, ¡veamos lo que en
verdad observaron experimentalmente!
Cuando la intuición falla: ¡fotones al rescate!
Cuando se realizaron los experimentos para ver el efecto de la amplitud y
frecuencia de la luz, se observaron los siguientes resultados:
La energía cinética de los fotoelectrones se incrementa con la frecuencia de la luz.
La corriente eléctrica permanece constante a medida que la frecuencia de la luz
aumenta.
La corriente eléctrica aumenta con la amplitud de la luz.
La energía cinética de los fotoelectrones permanece constante a medida que la
amplitud se incrementa.
¡Estos resultados estaban completamente en desacuerdo con las predicciones
basadas en la descripción clásica de la luz como onda! Para explicar qué estaba
pasando, resultó que se necesitaba un modelo de la luz completamente nuevo.
Ese modelo fue desarrollado por Albert Einstein, quien propuso que la luz a veces
se comporta como partículas de energía electromagnética que ahora
llamamos fotones. La energía de un fotón se podría calcular usando la ecuación
de Planck:
E=hν
es la energía del fotón en joules
h es la constante de Planck (6,626×10−34 J⋅s).
ν\nu es la frecuencia de la luz
De acuerdo con la ecuación de Planck, la energía de un fotón es proporcional a la
frecuencia de la luz, ν. La amplitud de la luz es, entonces, proporcional al número
de fotones con una frecuencia dada.
Verificación de conceptos: a medida que la longitud de onda de un fotón
aumenta, ¿qué pasa con la energía del fotón?
Podemos pensar en la luz incidente como un chorro de fotones con una energía
determinada por la frecuencia de la luz. Cuando un fotón golpea la superficie del
metal, la energía del fotón es absorbida por un electrón en el metal. La gráfica
siguiente ilustra la relación entre la frecuencia de la luz y la energía cinética de los
electrones expulsados.
Los efectos de la frecuencia de la onda en la fotoemisión
Si tratamos de explicar este resultado usando nuestra analogía del muelle y las
pelotas de playa, no importa la altura de la ola al golpear el muelle -sea un oleaje
pequeño o un enorme tsunami- ¡las pelotas de playa serán lanzadas fuera del
muelle exactamente con la misma velocidad! Por tanto, nuestra intuición y
analogía no hacen un buen trabajo en explicar estos experimentos en particular.