Neoliberalismo sexual: El mito de la libre elección.
Ana de Miguel
Perla Mariana Muñoz Rodríguez
En este libro se habla de la diferencia
que existe entre los sexos, cuáles son
estas y desde donde vienen, todo esto,
por supuesto, analizado desde una
perspectiva feminista. Para empezar a
analizar estas diferencias se comienza
a analizar el mundo actual en el que
vivimos las jóvenes, este mundo, uno
que aparenta la modernidad, las
mujeres jóvenes nos encontramos con
la realidad de que debajo de estas
apariencias las cosas en los espacios
públicos como en el espacio privado no
han cambiado tanto. Los avances que
consiguieron las mujeres jóvenes
como el derecho a la educación
superior y a la población activa, ha sido
gracias a los valores feministas que se
han difundido por mujeres para
mujeres, y sin olvidar los obstáculos
que representan los hombres que se
negaban, y hoy en día continua en la
mayoría esta negación, de dejar sus
privilegios de atención, cuidado y
trabajos por parte de las mujeres en la
esfera de lo privado. Mirando
entonces la situación real actual en
que vivimos podríamos llegar a pensar
de manera optimista que ha
comparación de generaciones
anteriores de mujeres nuestra vida no
es tan mala, pero es importante
también tener presente que, si
comparamos nuestra vida con la de los
hombres, no de generaciones
anteriores, hombres actuales,
nosotras seguimos en una posición de
desventaja, en la que los hombres
siguen aprovechándose de nosotras,
no nos hemos librado de la opresión.
A pesar de esto las mujeres hemos ido
ganando terreno, reivindicándonos
como sujetas de derechos y logrando
cambias tanto en la esfera de lo
privando, como también llevando
nuestras demandas a la agenda
política, convirtiendo estas como un
interés social, reiterando que estos
han sido logros con el firme
compromiso de generaciones de
mujeres de llevarnos hacia nuestra
emancipación. Después de estos
esfuerzos y contribuciones hay
muchas mujeres, herederas directas
de estas conquistas no se sienten
cómodas reivindicándose como
feministas.
Este rechazo a nombrarse parte de
esta filosofía es debido a la
estigmatización que hay de la palabra
“feminismo” y que esto se refuerza por
el desconocimiento que hay de fuera
de los círculos que sean estrictamente
feministas, también la constante
descalificación a mujeres feministas, a
pesar del desconocimiento no dudan
en tener juicios contra nosotras. Esta
mezcla de desconocimiento y
descalificación hacia el feminismo no
es nueva, siempre ha estado cuando
las mujeres luchamos por lograr el
reconocimiento de nuestros derechos.
Muchas veces, erróneamente, suele
asociarse al feminismo con una lucha
de supremacía femenina y con el odio
a los hombres, con un pensamiento
poco inteligente al considerar que las
feministas queremos transformar
mujeres en hombres, esto debido a
que existen cuestionamientos a los
estereotipos patriarcales impuestos en
nuestros cuerpos y derivado de este
cuestionamiento, el accionar a no
seguir performando ni perpetuando
estos mandatos patriarcales. Las
mujeres en este proceso de análisis de
nuestras realidades, caer en la cuenta
de que el hombre es nuestro opresor,
es entendible que muchas mujeres
también opten por llevar el
separatismo en su vida diaria, evitar
situaciones que nos violenten evitando
a los hombres.
Este libro Ana de Miguel lo escribió con
la convicción de poder dar a conocer
qué es el feminismo, sus valores y sus
fines, y visibilizar también por qué
tantas mujeres deciden no ver.
Comprender de dónde venimos ayuda
a aclarar a dónde vamos, es por esto
por lo que se hace un pequeño y
resumido recuento de la historia
feminista, en el que para facilitar su
explicación se hace con tres maneras
de hacer distintas. La primera, el
feminismo como teoría, teoría crítica
de la sociedad, que desmonta la visión
patriarcal establecida de la realidad.
Así el feminismo como teoría nos
facilita una nueva visión, una nueva
interpretación de la realidad. En esta
forma, existen comentarios que
intentan invalidar esta nueva visión
feminista, argumentando que en
realidad no hay diferencias entre
hombres y mujeres, cometarios que se
niegan a ver las explotaciones,
paternalismos, feminización de la
pobreza y resignación de mujeres a las
violencias que las consideran como su
destino.
La segunda forma es como práctica
social y política, de aquí se puede ver
cómo partiendo desde la teoría se ha
ido formando el movimiento
feminista, que como todo movimiento
social, se caracteriza por la gran
diversidad de mujeres que lo
conforma, las condiciones son tan
diversas como la clase social, la etnia,
orientación sexual entre otras, tantas
realidades que la interseccionalidad se
hace necesaria como herramienta,
pero a pesar de nuestras diferencias,
compartimos la misma historia de
opresión, una exclusión de nuestros
derechos por el simple hecho de ser
mujeres.
La tercera y última forma es entender
y vivir el feminismo en la vida
cotidiana, esto es un proceso de
cambio personal, individual, de
decisiones propias y que sean diarias
de hacer frente a las tradiciones y
costumbres que nos mantienen en lo
que se considera nuestro destino, y
más aún, lo que consideran nuestra
obligación. Esta decisión de enfrentar
el lugar que el patriarcado nos tiene
asignado va a revolucionar la manera
en que vivimos tanto en lo público
como en lo privado.
Pero esta revolución no es sencilla, los
opresores no se mantienen de brazos
cruzados, los hombres de una manera
u otra buscan armas para mantenerse
en su lugar de poder, unas de estas son
la invisibilidad y la coacción.
La desigualdad entre los sexos es
dramática en la mayor parte del
mundo, y aun así existe un fuerte
rechazo de muchos jóvenes a
declararse feministas, también
muchas otras no les gusta reconocerse
como tales en público. La
desproporcionada carga que sigue
comportando el único hecho de ser
mujer se mantiene infravalorada, esto
en parte se debe a que se ha difundido,
sobre todo en mentes jóvenes, una
forma de comprensión de la realidad
que no registra o interpreta
coherentemente los datos negativos.
Estos datos negativos o no se perciben
realmente o se pueden atribuir a
factores no estructurales, esto lo
vemos claramente al escuchar
comentarios u opiniones atribuyendo
a la poca capacidad o preparación que
pueden tener algunas, o si son de
carácter dócil, u otros comentarios
que no hacen más que quitarle la
responsabilidad el sistema en el que
estamos inmersas. esto hace que no se
piensen en soluciones comunes, sino
sólo en fracasos y victorias personales,
poniendo a la individualidad sobre la
colectividad. SI también consideramos
las experiencias de las personas
privilegiadas, que jamás han sentido o
vivido discriminación y el hecho de que
a nadie le gusta saberse parte de un
grupo oprimido, se van añadiendo
razones para que las jóvenes sientan
un rechazo e incomodidad ante el
feminismo.
A pesar de que los avances hacia la
igualdad han sido significativos, el
sistema patriarcal es parte de la
estructura social actual por lo que sería
prácticamente imposible que éste se
aboliera sin hacer un cambio total y
profundo de nuestra sociedad. Es por
esto vemos, y lo podemos revisar en la
historia, que a pesar de nuestras
luchas el patriarcado no desaparece, si
no va reformándose para poder
adaptarse y no desaparecer.
Una de las causas de la perpetuidad de
este sistema de dominación es el
poder y los recursos simbólicos con los
que cuenta, por ejemplo, la
invisibilidad del mismo sistema.
Muchas mujeres de muchas
generaciones y diferentes clases
sociales han negado ardientemente la
existencia de una sociedad sexista,
esto debido a que las diferencias
sexuales se solapan con que son
normales y naturales, con las
tradiciones y costumbres, por eso nos
es tan difícil llegar a percibir la
desigualdad sexual. Se llega a pensar
ingenuamente, que la desigualdad
existió en el pasado, pero en la
realidad que habitamos nos vemos con
los frutos de la lucha organizada de
mujeres antepasadas, esto nos hace
creer que nuestra desigualdad es
lejana y remota. Pero al momento en
el que empezamos a analizarlo se nos
revela la realidad, este mundo es un
mundo masculino, En el que para las
conquistas que se han logrado se han
puesto obstáculos, y no por entes
abstractos que se niegan a cumplir
nuestros deseos, sino por hombres
que rechazan que sus esposas madres
hijas y hermanas tengan los mismos
derechos que ellos. Este ignorar la
participación de los hombres como
opresores también se debe al
desconocimiento de la genealogía
patriarcal, el no conocer que los
grandes teóricos que cuentan en la
escuela que se estudian como
obligación en realidad nos
conceptualizaron como inferiores y
reforzaban los estereotipos sexistas,
legitimando en sus trabajos la cultura
patriarcal Y como resultado tenemos
por supuesto la invisibilización el
sistema.
Como consecuencia tenemos
entonces mensajes de reacciones
antifeministas, cuya ideología se basa
en que la igualdad sexual ya es un
hecho y que el feminismo sólo era útil
para las mujeres de generaciones
anteriores, y que al ya haber
conseguido una igualdad con los
hombres las mujeres tenemos vidas
más infelices, empobrecidas y
estresadas.
a sociedad patriarcal continúa
perpetuando una ideología donde nos
coloca a los dos sexos de naturaleza
diferentes y complementarias, desde
este punto si no se adscribe a
funciones diferentes en el orden
social, esto es la imposición de normas
de comportamiento diferentes según
el sexo y representa una forma de
coacción, ya que difunde poderosas
ideas en torno a cuál es la identidad
correcta de un hombre o una mujer. Se
puede llegar a creer que estas normas
se han suavizado pero la realidad es
que se han ido transformando y aún
existen algunas que no toleran las
excepciones.
Hay que tener claro que estas normas
sexistas no se encuentran como ley, ni
las difunde el estado o en la educación
formal, sino que se forjan en lo que nos
rodean en la vida cotidiana, la música,
el cine, series, novelas, publicidad, en
general en los medios de
comunicación masivos y como
resultado tenemos poderosas
industrias que ofrecen consumo
diferenciado para mujeres u hombres.
Es entonces importante contemplar
que en la perpetuación del sexismo
esta siendo respaldado por el sistema
capitalista ya que las poderosas
industrias se benefician de esto.
Por todo esto y más no es
sorprendente que las mujeres
aceptemos estas normas e incluso
poder llegar a pensar que la decisión
de seguirlas es una decisión propia,
seguimos interpretando la coacción
como libre elección, y esto lo vivimos
al decir que elegimos usar tacones
enormes, cirugías, maquillaje o incluso
en el decir que elegimos no estudiar
ciencias o ingenierías, el abandonar
trabajos por dedicarnos al cuidado de
hijas e hijos,
Existe una gran presión social que nos
encontramos para poder desarrollar
una identidad femenina, y una
identidad que tiene que cumplir con
los estándares establecidos, pero al
mismo tiempo se niega que exista esta
presión y se muestra que es bajo la
libre elección o el consentimiento. Se
puede analizar entonces cuáles son los
factores de socialización que
continúan con la reproducción de la
desigualdad y el factor que tiene un
especial papel es el del amor
romántico.
El problema con las relaciones
heterosexuales es que la mujer y lo
hombre no se encuentran en un
mismo nivel, la jerarquía sexual no se
salta en el amor, y esto resulta en la
ausencia de reciprocidad en la
relación. Es importante tener en
cuenta que para los hombres le dan
importancia a desarrollar su
individualidad, dentro de su proyecto
de vida y el tener amor y formar una
familia pueden llegar a ser
importantes, pero siempre dentro de
un proyecto global.
Es entonces tan importante analizar el
amor romántico y el miedo a no tener
pareja desde una perspectiva en la que
se tiene claro que es un mecanismo de
reproducción de las mujeres a los
hombres. Es importante porque en
nombre de este amor romántico los
hombres se benefician del trabajo de
mujeres, en especial en el espacio
doméstico, o justificar celos o dosis de
violencia en las relaciones. Se puede
ver entonces que para los fines de un
sistema de dominación se ve
formulado una cierta concepción del tan perfecta, la aceptación
amor para las mujeres. incuestionable de sus valores tan firme
y la historia del mundo masculino tan
Nuevamente el capitalismo envuelve
larga y universal que apenas es
en como esta ideología del amor en la
necesario el respaldo de la violencia,
actualidad se reproduce, existe e el
aunque la sociedad patriarcal no
mercado una variada oferta de revistas
podría ejercer un control suficiente y
cuya principal audiencia es
eficaz si no contara con el uso de la
especialmente las adolescentes, y lo
fuerza, que no sólo constituye una
peor de estos medios de comunicación
medida de emergencia, sino también
es como se muestran como modernos
un instrumento de intimidación
y transgresivos cuando a la vista
constante.
feminista no son más que el medio
para difundir y reproducir los modelos Este uso de la fuerza del hombre sobre
hegemónicos más rancios, la mujer tiene raíces en que el proceso
encontramos contenido con temas de de socialización es diferencial, los
imagen, de sexo, de amor, pero todo hombres desde pequeños identifican
con una extraña combinación de lo masculino con la fuerza de la
libertad y desenfado sexual y la violencia, y en la persistencia velas
reproducción de estereotipos definición social qué representa cada
tradicionales. sexo por lo que la violencia aparece
como medio de control social cuando
En contraparte a todas estas
hay que restablecer cuando las
observaciones, nos encontramos con
mujeres dejan de satisfacer las
un Estado que dice tener una visión de
expectativas que nos corresponden.
igualdad sexual, nos preguntamos
Así, las mujeres, por miedo acatamos
entonces el por qué en una sociedad
solo las acciones y movimientos que es
igualitaria a nosotras se nos sigue
no son permitidos en el espacio
violentando, se nos sigue explotando
público. Y lo peor de este mecanismo
sexual y reproductiva mente, se nos
de uso de violencia es que se justifica
sigue matando, una continua violencia
el culpabilizar a las mujeres, porque a
contra nuestros cuerpos
los ojos de los hombres nosotras
permanentemente expuestos a los
fuimos las que elegimos colocarnos en
deseos de los hombres.
la situación para ser violentadas.
Muchas veces no hace falta el uso de
Si este mensaje de miedo a los
la fuerza para que los hombres
hombres con el que crecemos las
continúe en su lugar de poder, la
mujeres desde pequeñas lo
socialización en el sistema patriarcal es
combinamos con el mensaje que nos
imponen de amor romántico,
solamente nos hará tener ideas
contradictorias que deforman y
retuercen nuestro juicio y nos
desequilibran mentalmente. Esto sólo
nos lleva a encontrarnos en
situaciones vulnerables, porque nadie
nos dice qué debemos hacer o cómo
debemos actuar cuando el hombre
que me ama me pega.
Una de las prácticas más
nauseabundas en las que los hombres
garantizan el acceso a nuestro cuerpo
es la prostitución, en palabras de Ana
de Miguel, es la Encarnación del
derecho patriarcal, el derecho
incuestionable de todo varón a
disponer del cuerpo de las mujeres por
dinero. Con la globalización y de la
mano del surgimiento de las nuevas
libertades sexuales no se ha logrado
más que convertir a la trata de mujeres
en el tercer negocio más grande
internacionalmente. A eso se nos
reduce, a ser objetos negociables.
desde una postura neoliberal se
argumenta que la prostitución es un
trabajo más y que por tanto debe
entrar el cuerpo en el mercado
capitalista, que las prostitutas optaron
libremente por esta actividad y por
tanto hay que regularla. La regulación
de la prostitución se acerca más a
regular la esclavitud que a un ejercicio
liberador, las prostitutas no tienen
derechos humanos al momento de
estar con un hombre que les está
pagando. A esta falta de conciencia del
pensamiento neoliberal responde la
postura abolicionista, en la que se
plantea la búsqueda de lo que
realmente subyace a la prostitución de
las mujeres, que no es más que los
hombres se sienten con derecho sobre
nuestro cuerpo, la única diferencia que
se tiene de ser prostituida a ser violada
es el dinero. Por esto la postura
abolicionista busca justamente la
desaparición de esta actividad.
Es asquerosa la hipocresía y el silencio
con el que se encubre y protege a los
puteros, los clientes, y la amplia
legitimidad y aceptación social de la
prostitución. El que los hombres
encuentren placer con mujeres que es
evidente que no desean tener una
relación sexual muestra como la
aparente igualdad que se dice tener es
sólo una falacia, sólo se refuerza la
concepción de las mujeres como
cuerpos y trozos de cuerpos de los que
es normal disponer. Y tampoco olvida
recalcar que la pornografía fomenta
esta visión. La pornografía es la escuela
de los violadores.
También es importante tener a la mira
como a las mujeres en las clasifica en
dos categorías, las mujeres madres,
esposas e hijas, y Por otro lado las
mujeres que al no ser de ninguno
pueden ser de todos, se cristaliza
entonces la dicotomía entre santa y
puta. Las generaciones de mujeres
más jóvenes son llamadas a la
transgresión y empoderamiento al
hipersexualizar su cuerpo, y se
encuentran desarmadas teóricamente
para ver el trasfondo de estos
llamados del sistema de dominación
que no hacen más que remitir a las
más rancias y antiguas imposiciones
patriarcales. Esto lo podemos
visualizar también con las niñas que se
encuentran transición ando a la
adolescencia. Para estas jóvenes existe
un apuro por dejar de ser niñas,
ingenuas, y adentrarse en un espacio
en el que se les vea como mujeres con
fuerte interés de ser aceptadas a los
ojos de los hombres.
Volviendo a esta afirmación que suele
decirse sobre que hay igualdad entre
sexos tampoco hay que olvidar que la
cultura del Rosa y el azul sigue vigente
y continúa imperando en la formación
de niñas y niños. Esta cultura de la
desigualdad no es más que las normas
de género y que las tenemos tan
arraigadas que las consideramos
naturales.
En las sociedades formalmente
igualitarias, la desigualdad tiene que
inscribirse en los propios cuerpos de
las mujeres, llevarse puesta, y esto lo
podemos ver desde el momento en
que nacemos, con el simple hecho de
perforarnos las orejas por nacer
mujeres. el llevar pendiente nos marca
quiénes somos y a lo que tenemos
derecho, y esta es una práctica tan
universal que al poner sobre la mesa
las razones por las que realmente se
usan pendientes muchas mujeres se
niegan a verlas y vuelven con el
argumento de la libre decisión. Esto no
muestra más que la fuerza de la
costumbre y el prejuicio sobre
nuestras vidas y la falta de libertad
frente a nosotras mismas.
Otra normalización del género que
está llena de carga simbólica es el usar
el apellido paterno primero, a pesar de
que es posible poder registrar a
nuestras hijas e hijos con el apellido
materno primero se continúa
perpetuando la tradición de que la hija
o hijo portar el apellido paterno
primero.
Estas normas del género se van
gestando y nosotras con el ejemplo y
la imitación. Otra forma de verlo
claramente es con los trabajos
domésticos y de los cuidados que las
mujeres asumimos, y lo hacemos al ver
a nuestras madres y abuelas que ese es
el lugar que toman o más bien, que les
obligan a tomar. Así se va aprendiendo
a tolerar la desigualdad, pretendiendo
no verla y asumiendo el
comportamiento que espera de
nosotras.
Por otra parte, existe este dilema en el
que se encuentran muchas mujeres,
en el que soy feminista pero no quiero
dejar de ser femenina, para esto
podríamos pensar primero qué es lo
femenino y qué es lo masculino. Lo
femenino suele estar asociado con la
pasividad y la debilidad. Si vamos al
fondo de lo que se cree femenino en la
moda abarca todo lo que hace a las
mujeres sentirnos atractivas y sexis,
todo lo que parece darnos confianza
en nosotras mismas. Este se toma
como nuestro terreno porque ahí no
entramos en competencia con los
hombres y cuando competimos con
ellos perdemos nuestra feminidad.
También existe la realidad de qué se
identifica a la feminidad con aquello
que les hace sentir bien a ellos
respecto a las mujeres que les rodean,
por ejemplo, los valores asociados con
la maternidad, para ellos las mujeres
somos sus eternas madres que les
debemos eternos cuidados. Y esta
parte de ser de ser siempre
dependientes de nosotras también es
debido aquí a nosotras se nos exige la
excelencia, y a partir de ahí se nos
nombra como las más valiosas las más
capaces. Pero es importante no caer
en el error de infravalorar a los
hombres, han encontrado la manera
de dominarnos casi completamente y
ponernos a su servicio, en conclusión,
que sus habilidades las utilizan para
fines deleznables.
El objetivo del feminismo de la
igualdad es desmontar las identidades
coactivas y desarrollar un nuevo
concepto de ser humano en que lo
bueno y valioso sea igual para mujeres
y hombres. Existirán entonces valores
considerados masculinos y femeninos
que merecerán la pena preservar,
fomentar y universalizar. El verdadero
desencuentro entre los sexos no
procede de 2 naturalezas distintas sino
más bien de la falta de cambio por
parte de los hombres.
Una clave para poder afrontar un
rumbo nuevo es poner fin a la
reproducción del Rosa y el azul, abolir
el género, pensar en una formación
menos coactiva y más humana.
Socializar y educar en la igualdad
desde una perspectiva feminista,
logrando así poder desarrollar
íntegramente nuestras capacidades.
Como reflexión este libro es una obra
que nos acerca más a la libertad, cada
una de las ideas expuestas en el son
vigentes hoy mismo, Ana de Miguel
desde un lenguaje amigable y
entendible para todas logró transmitir
los análisis que se nos han negado
hacer y los saberes que se nos ha
negado enseñar. Es evidente que nos
encontramos en una realidad en la que
ser mujer es una posición subordinada
dentro de un sistema jerárquico de
poder, un sistema de dominación muy
severo y arraigado. En este libro, que
al describir de manera honesta y crítica
la realidad que nos atraviesa, combate
la desinformación e invita a continuar
investigando y adentrándose en la
visión feminista que por fin nos
permita ser sujetas libres. El
feminismo tiene como objetivo
explícito poner fin a la desigualdad
sexual que también es raíz material y
psicológica de la que se nutren el resto
de las desigualdades sociales. Buscar la
emancipación de las mujeres a través
de lazos solidarios que con genuino
amor y empatía permitan construir
otras realidades. Como escribe en su
libro Ana de Miguel, en definitiva, hoy
como ayer, las mujeres, especialmente
las de generaciones jóvenes, seguirán
tomando el testigo del feminismo y
ellas, como en su día las sufragistas, las
socialistas y las radicales, ellas
cambiarán el mundo.

Referencia:
de Miguel, A. (2015). Neoliberalismo
sexual, el mito de la libre elección (3.a
ed.). Ediciones Cátedra, Unversitat de
València.