Está en la página 1de 2

De profesión: líder

En una conferencia sobre recomendaciones para ser un buen escritor,


Carlos Fuentes contó que el periodista e historiador mexicano Fernando Benítez
tenía unas tarjetas de presentación que sólo decían: “Fernando Benítez: lector de
novelas”. No hablaremos de literatura, tan gran océano necesita un mejor
capitán para navegarlo, sino de algo más mundano: el liderazgo político. Y es
que, República Dominicana, además de ser un gran productor de cacao y
tabaco, también lo es de personas que se autodenominan líderes; entonces,
cabría pensar que, si Fernando Benítez fuera un dominicano contemporáneo,
pondría en su tarjeta de presentación: “Fernando Benítez: líder”.
Pero ¿qué es el liderazgo? ¿Cuáles elementos deben tomarse en cuenta
para estudiarlo? ¿Los rasgos personales bastan para calificar a alguien como un
líder? El liderazgo es un fenómeno social difícil de caracterizar, sin embargo, ha
sido estudiado desde enfoques diferentes que engloban distintas etapas
temporales (NATERA, 2001): el enfoque de los rasgos personales —
preeminente hasta los años 40 del siglo pasado— entiende el liderazgo como el
conjunto de cualidades innatas de determinados individuos. Por otro lado, el
enfoque conductual basa su estudio en el comportamiento de los líderes (en lo
que hacen), y no en sus rasgos. El enfoque situacional-contingente —relevante
desde los sesenta hasta los ochenta— sitúa el liderazgo frente a situaciones
concretas, por lo que el perfil de un líder puede cambiar si los límites y
oportunidades del contexto lo ameritan. Por último, el enfoque del Nuevo
Liderazgo distingue el management del verdadero liderazgo al poner énfasis en
la fijación de un rumbo, la agregación de una visión y la construcción de una
estrategia para motivar e inspirar a las personas para impulsar el cambio, y no
en cuestiones de planificación, presupuesto y el cumplimiento controlado de un
plan mediante informes, como sí lo hace el management.
El enfoque del Nuevo Liderazgo cuenta con las mejores herramientas de
análisis de los que le precedieron, y refleja el carácter relacional del líder con su
ámbito de actuación, lo que lo hace el más relevante en la actualidad. Sin
embargo, en el contexto político dominicano, el enfoque predominante es el de
rasgos personales, por eso, como dice Enrique Krauze de México, “la psicología
presidencial se vuelve destino nacional”. Pero entender el liderazgo,
especialmente el político, desde los rasgos personales es insuficiente para
analizarlo en la actualidad. Esta puede ser la razón por la que la industria
nacional de personas autodefinidas como líderes tenga exceso de producción y
escasez de resultados. ¡Hasta en eso lideramos!
Entonces, creemos que una manera de equilibrar la producción y los
resultados no es con planes quinquenales, sino con una buena elección de
conceptos que nos permitan diferenciar lo que es un verdadero liderazgo de lo
que no lo es. Separar el grano de la paja, vamos… Por eso, para analizar el
liderazgo actual, debe partirse de tres conceptos importantes: la ecuación
personal del líder, su comportamiento político, y la estructura de
oportunidades del liderazgo.
La ecuación personal del líder refleja su competencia política. Dicha
competencia, según NATERA, se puede distinguir a partir de habilidades
técnicas, relacionadas con el conocimiento que el líder tiene sobre métodos,
instrumentos y procedimientos para trabajar en determinadas actividades
especializadas, incluyendo todas aquellas destrezas relacionadas con la expertise
que pone en práctica en su actuación política; habilidades cognitivas, es decir,
de la capacidad analítica para conceptualizar problemas ambiguos o complejos
y para pensar de forma táctica o estratégica, la creatividad a la hora de formular
ideas innovadoras para solucionar problemas, la capacidad para anticiparse a
los cambios y para reconocer oportunidades o problemas potenciales; y
habilidades interpersonales, es decir, la capacidad para entender las actitudes
y motivaciones de otros, para comunicar clara y persuasivamente, para
establecer relaciones de intercambio, así como para utilizar diferentes “tácticas
de influencia” en aquellas relaciones personales necesarias para lograr sus
objetivos.
Asimismo, el comportamiento político está determinado por tres
procesos: adopción de decisiones políticas y la fijación de la agenda (qué hacer),
el trabajo político de los líderes (cómo hacerlo), y la búsqueda de medios y
apoyos (con qué recursos). Por último, la estructura de oportunidades del
liderazgo. El liderazgo no surge en el vacío, sino que es fruto de un
determinado contexto que condiciona el comportamiento del líder, los factores
institucionales y no institucionales y la acción política propia del país donde se
desarrolla el liderazgo en cuestión.
Entonces, el análisis de las bases del liderazgo —tanto subjetivas, como
objetivas— debe ser más exhaustivo, y debe renunciar a la jactancia de las
condiciones suficientes y pasar a la humildad de las condiciones necesarias para
explicar las razones por las cuales alguien es un líder. Por razones de espacio,
no pudimos ahondar más en dicho análisis. Pero sí le aseguro, querido lector,
que a mí me gustaría tener una de las tarjetas de Fernando Benítez, no las de
“lector de novelas”, sino las de “líder”, porque, en definitiva, ¿a quién no?

También podría gustarte