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La imagen que arde y la imagen intolerable.

Viviana Martínez

Al relacionar los textos Arde la imagen de Georges Didi-Huberman y la

imagen intolerable de Jacques Ranciere, encontramos dos propuestas de

análisis de la imagen a partir de las experiencias relacionadas con la violencia

en la cultura, donde la palabra y la imagen se vuelven instrumentos para

preservar y entender los procesos de memoria, donde también está muy

presente la afectividad. Para plasmar sus reflexiones, ambos autores realizan un

análisis reflexivo en el que se desarrollan propuestas teóricas y se analizan

diferentes producciones artísticas contemporáneas.

Así mismo, ambos autores realizan una disertación acerca de la verdad y

la mentira que pueden representar las imágenes, ya que ha sido un tema muy

debatido a lo largo de la historia, e implica cómo idealizamos la realidad a partir

del ejercicio de la memoria colectiva. Por lo que aparece en ambos casos la

figura del testigo y el testimonio, que tanto en palabra como en imagen

constituyen un papel primordial en la preservación de la memoria.

Ranciére por su lado reflexiona sobre el carácter intolerable de las

imágenes que producen dolor o indignación, y el carácter político que se

desprende a partir del uso de ese tipo de imágenes. La relación que se crea

entre el espectáculo y el espectador implica un poder, por lo que se hace

necesario pensar en las formas de representación. En este sentido, también

aparece la pregunta de cómo representar lo irrepresentable, como sucede con


los horrores de las guerras, como fue el caso de los campos de exterminio nazis

en la segunda guerra mundial.

El tratamiento de la imagen de lo intolerable también funciona como un

dispositivo de visibilidad que crea un sentido de realidad 1 y construye lo que

conocemos como sentido común, es decir, una “comunidad de datos sensibles”

que compartimos con otros, formas de percibir y de dar sentido a lo que vemos

en el mundo. Es por ello que es de vital importancia la creación de imágenes

que construyan otras formas de sentido al relacionar las palabras y las cosas,

las formas y sus significados. Ranciere hace uso de la figura retórica de la

metonimia, es decir, designar algo con el nombre de otra cosa, para explicar las

diversas estrategias utilizadas por los artistas contemporáneos para abordar

desde un posicionamiento político el uso de las imágenes en relación con

diferentes conflictos bélicos. Esas imágenes, además, “pertenecen a un

dispositivo de visibilidad que regula el estatuto de los cuerpos representados y

el tipo de atención que merecen”. 2

Georges Didi-Huberman, por su parte, desarrolla la idea de cómo las

imágenes “arden”, y como producen conocimiento ya que saber mirar una

imagen sería, “ser capaz de distinguir ahí donde la imagen arde, ahí donde su

eventual belleza reserva un lugar a un "signo secreto", a una crisis no

apaciguada, a un síntoma”. 3 Propone que la imagen arde al acercarse a lo real,

al deseo, la urgencia, la destrucción, al estar en movimiento, con audacia. Su

1
 Rancière, J. "La imagen intolerable", en El espectador emancipado,  pp 102
2
Ibid p 99
3
Didi-Hubermann, G. Arde la imagen 26
fuerza se hace tangible al invocar al dolor del que proviene, es decir, de la

memoria.4

La gran proliferación de imágenes a nuestro alcance hace que reflexionar

sobre la imagen sea un asunto importante ya que el uso de estas influye en

diferentes aspectos de nuestra vida cotidiana, desde cuestiones históricas,

políticas, técnicas y estéticas. 5 Es tanta la polémica que suscita el uso de las

imágenes que en el espacio digital nos encontramos constantemente con

diferentes formas de censura, juegos y cuestionamientos sobre la paradoja que

envuelve encontrar la verdad y la mentira de las imágenes.

La situación se vuelve más compleja al relacionar las imágenes con las

palabras, las cosas y las acciones, ya que a partir de estas interacciones hay

diferentes cruces que modifican nuestro entendimiento del impacto que pueden

tener dichas imágenes en nuestra concepción de la realidad. Por otro lado, las

imágenes también son portadoras de una memoria que constantemente está

amenazada de olvido, tanto por la destrucción como por la saturación, por lo

que se hace necesario desarrollar estrategias especificas para la lectura de

esas imágenes que crean una narrativa desde su heterogeneidad.

Didi-Huberman retoma el concepto de arqueología para a partir de él

hacer composiciones de distintos fragmentos que hacen posible la articulación

de una idea más compleja. Este autor revisa las prácticas desarrolladas por Aby

Warbug para reconstruir los vínculos entre la palabra y la imagen, tomando en

cuenta los intervalos y las lagunas o vacíos que existen entre el conocimiento de
4
Ibid 42
5
Ibid, p10
diversos acontecimientos y los restos que quedan de ellos. Por lo que el

concepto de montaje aparece como una respuesta al problema de la

“construcción de la historicidad”, 6 haciendo visible a partir de los gestos, los

restos y la falta, las complejidades del tiempo y el contexto. Esta idea de

montaje es retomada tanto por Aby Warbug como por Walter Benjamin para

hablar sobre la memoria inconsciente. Estas reflexiones derivan en la

concepción histórica de la guerra y los signos que se derivan de ella, sobre lo

que Benjamin refiere que “La barbarie está oculta en el concepto mismo de

cultura”.7 Las imágenes se nos muestran como síntomas de la historia que

produce la cultura de la destrucción.

Las irregularidades, los sinsentidos y las fisuras son parte fundamental en

la construcción del conocimiento. Según Didi-Huberman “Uno de los grandes

poderes de la imagen consiste en producir al mismo tiempo síntoma (una

interrupción en el saber) y conocimiento (la interrupción en el caos)”. 8 Tanto los

artistas como los historiadores vuelven visible la tragedia en la cultura, pero es

necesario que haya un proceso de implicación.

Frente a la cultura mediática y sus clichés, el arte se convierte en una

forma de resistencia, justo al implicarse emocionalmente en los acontecimientos

pero desde una cierta distancia que le permita mirar lo que sucede y al mismo

tiempo acudir a la explicación que ofrece la crítica, el análisis y la comparación. 9

6
Ibid 21
7
Ibid 18
8
Ibid 25
9
Ibid 34
Me parece interesante la relación que ambos autores establecen con la

importancia de la afectividad ante diferentes situaciones adversas que se

presentan en la actualidad, la importancia de la implicación con dichos

fenómenos, tanto como espectador, como ser humano. Esta mirada empática

hace posible generar diferentes estrategias de acercamiento a los fenómenos

políticos y sociales que nos acontecen, y como artista me resulta más

significativo cuestionar las formas de representación a través del uso de la

imagen y sus significados posibles, desde una perspectiva crítica y

contrahegemónica a la visualidad generada por el espectáculo y los medios de

comunicación. Por otro lado me parece relevante la exploración de diferentes

lecturas retóricas a las formas de representación de lo visual y su relación con el

uso de la imagen, así como la relevancia de las materialidades, el uso del

lenguaje y la observación de los fenómenos que construyen nuestro entorno.

Referencias:

Didi-Hubermann, G. Arde la imagen, Ediciones Manantial. Argentina, 2008.


Rancière, J. "La imagen intolerable", en El espectador emancipado. Fundación Televisa.
México, 2012.

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