Está en la página 1de 34

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida!

- Página 1
Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Agradecimientos especiales a:

Ale, Agos, Abri, Santi, mis maestros cotidianos


en la práctica concreta del amor incondicional
(¡es mi responsabilidad reprobar una y otra vez el curso!)

Marisa, primera y amorosa lectora de


este libro. Un ángel en motocicleta.

Tod@s quienes me transmiten su


cariño de múltiples maneras

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 2


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Presentación
¡Hola! ¡Bienvenid@!
Creé este pequeño libro digital para transmitirte de manera personal un mensaje
de esperanza.
Ante todo te digo qué es la esperanza para mí: confianza en el amor, puesta en
marcha. Es no sólo conocer, sino saber, experimentando, que en nuestro interior
contamos con un ser que contiene la potencialidad de lo mejor de nosotros mismos. Esa
mejor versión de nosotros mismos es la que nos brinda el amor. Y ese amor requiere ser
puesto en movimiento, darse, por medio de nuestro compromiso, para manifestarse en
nuestra vida cotidiana. La esperanza, entonces, no es esperar, sino saber que contamos
con ese potencial, y poner en acción ese saber.
La esperanza que quiero transmitirte por este medio es que, no importa cuáles
sean tus circunstancias de vida en este momento, si decides hacer un cambio hacia la
manifestación de tu mejor versión en todos los aspectos de tu existencia, puedes
hacerlo.
La esperanza, como es un saber y no una simple creencia, una mera opinión, se
apoya en la experiencia personal. Quiero invitarte a que no creas lo que leerás en las
siguientes páginas, sino que, si quieres, llegues a decidir practicarlo en tu propia vida.
No pretendo que creas que es posible cambiar, sino que, si eliges hacerlo, manifiestes el
cambio.
Como la esperanza es un saber basado en la experiencia, en este pequeño libro
quiero compartir contigo algunas perspectivas respecto al cambio personal, por qué es
factible llevarlo a cabo, cuál es el lugar desde el que solemos decidirnos a ponerlo en
práctica, qué dificultades hallamos a menudo, y qué encontramos a medida que
avanzamos por él.
Este libro, en definitiva, es una invitación a que experimentes la vida desde la
expresión de tu propio ser, y un aliciente a que lo hagas. Es apenas una mínima
introducción al tema, una invitación a que te decidas a seguir avanzando.
Cada palabra en este libro está escrita desde mi más profundo amor, desde mi
más profunda elección de decirte que sí, que se puede vivir de manera satisfactoria, con
sentido.
Confío en que pueda ser de utilidad para ti.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 3


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Me permito ahora hacerte tres pedidos:
1.- Que si te parece una propuesta interesante, no te quedes con ella sólo en el
plano del pensamiento. Llévala a la práctica en tu día a día. Es así como funciona.
2.- Que me cuentes qué te parece este material, y cómo te va con él. Me interesa
saber de ti, de tu propia experiencia. Del mismo modo, puedes comunicarme tus
dudas o inquietudes al respecto. Puedes enviarme tu mensaje a:
enelcamino_@hotmail.com
3.- Que si sientes que este libro te aporta algo valioso, así como lo recibes
gratuitamente, lo compartas con total libertad con aquellas personas a quienes sepas que
también puede resultarles de utilidad. “El amor es como el agua, si no fluye se estanca”
(Deepak CHOPRA)
Te agradezco tu compañía, y estoy a tu lado.

Pablo Gabriel Tojo

Puedes encontrarme y saber más sobre mí en:

http://www.enelcaminodevivir.neositios.com
http://www.enelcaminodevivir.blogspot.com
http://www.facebook.com/profile.php?id=100001705973054
http://www.facebook.com/pages/En-el-camino-de-vivir/114165685319350?sk=info
http://www.twitter.com/@caminodevivir

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 4


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Introducción
Cuando el balance de nuestra vida no nos satisface, cuando notamos un gran
contraste entre cómo vivimos y cómo nos gustaría vivir, cuando nos damos cuenta de
que ciertas situaciones desagradables se reiteran en nuestra existencia, cuando nos
interrogamos acerca de los “por qué” o los “para qué” de nuestras actividades
cotidianas y no hallamos respuestas que nos hagan sentir plenos, es posible que nos
planteemos realizar cambios en nuestra vida.
Para comenzar a movernos en dirección al cambio, es necesario que creamos que
dicho cambio es posible. Para creer que el cambio es posible, es preciso sentir que
tenemos libertad para elegir y capacidad para decidir en nuestra vida. Para sentir que
tenemos libertad para elegir y capacidad para decidir en nuestra vida, es imprescindible
que asumamos la responsabilidad respecto a ella. Para asumir esa responsabilidad, es
necesario que experimentemos “poder” sobre nuestra vida.
A menudo, un escollo importante, si no el principal, para recorrer ese camino
que va desde el poder hacia el cambio, es la actitud de que esto no es posible. A veces
es una actitud propia nuestra, a veces puede provenir de otros, incluso de gente
bienintencionada que nos quiere muchísimo (claro que con cierta clase de cariño,
anclado en el paradigma de las limitaciones y los miedos, pero que es lo mejor que
saben o pueden darnos en este momento de sus propias vidas). Como hablamos y
hablaremos de responsabilidad personal, aclaremos que esa actitud proveniente de otros,
sólo tendrá peso hasta el grado en que nosotros decidamos conferírselo, pues si no
hacemos nuestro su discurso, siempre quedarán como palabras ajenas. De manera que,
por una vía directa o indirecta, termina siendo nuestra actitud.
¿Cuál es el mensaje que nos transmite esa actitud? Que no podemos. La realidad
se impone. La realidad aplasta. Las cosas son como son y no como queremos que sean.
Es lo que hay. No soñemos despiertos. No creamos en peces de colores. No nos demos
la cabeza contra la pared pretendiendo imposibles. Maduremos. Ya somos gente grande.
¿No vemos que cada vez hay más miseria, hambre, desempleo, violencia, guerra,
delito… (acá podemos completar con “más” de lo que se nos ocurra, por supuesto que
de carácter negativo)? Si fuese tan fácil…
Te invito a que me acompañes a lo largo de algunas reflexiones, para tratar de
discernir dónde está realmente lo fácil, dónde lo difícil, y qué es lo imposible.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 5


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
¿Vamos?

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 6


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
I.- Una idea sobre la vida
Nuestra vida es la expresión de todo lo que pensamos, sentimos, decimos y
hacemos.
Somos nosotros quienes decidimos cómo nos manifestamos en cada uno de esos
ámbitos.
Cuando pensamos que nuestro vecino nos odia, cuando sentimos enojo ante un
automovilista que no respeta la senda peatonal, cuando insultamos a alguien, cuando no
llevamos a nuestros hijos al parque como castigo, somos nosotros quienes decidimos y
elegimos.
Los otros pueden pensar, sentir, decir y hacer a su manera, pero sobre nosotros,
somos nosotros quienes tenemos la última palabra.
Llegar a ser consciente de esto es tener conciencia del propio poder. Lo que
puede ser visto como algo aterrador o maravilloso. Es aterrador cuando nos damos
cuenta de todo lo negativo con que, hasta el momento en que tomamos conciencia,
cubrimos nuestra vida. Es maravilloso cuando, luego de ese “darse cuenta”, también
reconocemos que, si podemos hacer eso, también podemos cambiar e ir en otra
dirección.
Es maravilloso cuando llegamos a ver que nuestra vida, a través de todo lo que
pensamos, sentimos, decimos y hacemos, es la expresión de nuestro ser.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 7


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
II.- Desde dónde nos decidimos al cambio
Si desde niños fuésemos educados intelectual, emocional y espiritualmente para
ser conscientes del poder sobre nuestra vida, probablemente nunca deberíamos
enfrentarnos con la opción de realizar cambios radicales respecto a ella. Como seríamos
conscientes de las nociones de “propósito” y “sentido”, es probable que en nuestra
trayectoria realizásemos cambios suaves, ajustes menores, y rara vez experimentaríamos
terremotos existenciales.
De manera evidente, no es así como se desenvuelve la vida de la mayoría de
nosotros. Somos, más bien, formados (o deformados) en una intelectualidad
enciclopédica y memorista, en una emocionalidad de la desconexión y el miedo, en una
espiritualidad que separa y aísla, cuando no se agota en la pura formalidad del rito como
una cáscara hueca. Luego, ya adultos, y de modo previsible, continuamos
profundizando en esos modelos.
Acumulamos meses, años, quizás décadas, y con ellos vamos llenando nuestras
vidas de insatisfacción, soledad, desconcierto, ansiedad, angustia, más miedo. Nos
movemos dentro de los márgenes de lo que nos resulta conocido, y así acentuamos
patrones, profundizamos huellas, reiteramos situaciones, a la manera de mecanismos de
movimiento perpetuo, atrapados en una continua rutina. Cuando acertamos a reflexionar
sobre nuestra vida, solemos hacerlo más o menos así: “¿por qué me pasa esto?”, “tengo
mala suerte”, “no sé por qué me toca siempre lo mismo”, “ojalá algún día se me dé lo
bueno”, “es mi destino”, “Dios sabrá porqué”.
Vivimos, en el más optimista de los supuestos, deseando lo mejor pero
esperando lo peor, sintiendo que no queremos hacer algo pero lo hacemos porque
pensamos que no nos queda opción, con continuos desajustes entre lo que sentimos,
pensamos, decimos y hacemos. Y todavía no comprendemos, luego de todo eso, por qué
nos va como nos va.
Si respondiésemos con absoluta honestidad a la pregunta de cómo nos va,
deberíamos hacer nuestro lo que solía decir Inodoro Pereyra, ese personaje de historieta
creado por el genial Roberto Fontanarrosa: “mal, pero acostumbrado”. Porque
sentimos que nos va mal, nos sentimos insatisfechos, incómodos, entristecidos,
enojados. Pero acostumbrados. Mal habituados a sentirnos como nos sentimos, a que
nos vaya como nos va. Porque “nos va”, la vida nos pasa por encima, las situaciones

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 8


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
nos atropellan, somos sujetos pasivos que, cuanto mucho, reaccionamos ante lo que
acciona sobre nosotros. Es la física newtoniana, la concepción mecanicista del universo
en la que jugamos el rol de un engranaje cualquiera dentro de una maquinaria fuera de
nuestro control. La vida es lo que nos pasa. Vivimos reaccionando. Pero como toda
reacción es posterior a la acción, siempre llegamos tarde. Y nos acostumbramos a que
así sea. Nos resignamos. La resignación, el acostumbramiento, son hábitos. Hábitos
limitantes, que no disminuyen en absoluto el desasosiego que sentimos, al contrario, lo
alimentan, porque además de sentirnos mal, con esos hábitos nos instalamos en un lugar
en el que no sólo el panorama es como es, sino que seguirá siendo así, de no mediar un
milagro. Quizás allí echemos mano a lo que Elisabeth Kübler Ross describe como la
“negociación” con Dios: le pedimos y le prometemos a Dios, “si nos das esto, a cambio
te daremos aquello”. A nosotros, ya se nos escapó todo de las manos.
Son hábitos limitantes, con los cuales nos situamos en una posición de no poder,
pero que, a la vez, resulta cómoda. Dolorosa, pero cómoda. El paisaje allí ya nos es
familiar, los dolores nos son conocidos: ya sabemos por qué nos vamos a enojar con
nuestros hijos, cómo va a ser nuestra reacción, qué castigo les vamos a imponer, cuál va
a ser su respuesta, cuándo se nos va a pasar; ya sabemos qué actitud de nuestra pareja
nos va a dar celos, cómo se lo vamos a echar en cara, cómo nos va a responder, cómo
nos vamos a angustiar o enojar, cuántos días vamos a estar sin hablarnos, y cómo nos
vamos a reconciliar; ya sabemos qué es lo que sentimos cada mañana cuando nos
levantamos para ir a ese trabajo que nos agobia; ya sabemos qué es lo que sentimos
cuando nuestra amiga nos cuenta todos sus pesares; ya sabemos qué es lo que sentimos
cada noche cuando nos vamos a dormir y pensamos en que se fue otro día tan igual a
todos los demás de nuestra vida. Es doloroso, pero cómodo. Nos sentimos mal, pero no
hay grandes sobresaltos. O, si nuestro temperamento es vivir sobresaltados, también a
esas recurrentes dosis extra de adrenalina estamos habituados y, entonces, se nos vuelve
familiar.
Culpar a los demás (a otras personas, a la divinidad, a los astros, al destino, al
azar, etc.) puede darnos cierto aparente alivio, pero no nos mueve de nuestra dolorosa
zona cómoda y, más tarde o más temprano, acentúa nuestra desesperación. Porque si la
culpa de lo que nos ocurre está en otros, la única manera de que algo cambie, es que el
cambio se produzca en esos otros, entonces, por ejemplo, sólo nos queda esperar: que

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 9


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
nuestra pareja, que es infiel o violento/a o alcohólico/a, deje de serlo; que el/la
compañero/a de trabajo que nos transfiere todas sus tareas resuelva hacerse cargo de
ellas; que nuestro padre/madre deje de censurar cada cosa que hagamos; que nuestros
hijos se vuelvan prolijos y ordenados como los niños que se ven en las películas; que
Dios extienda su dedo a través de las nubes y nos toque, concediéndonos experiencias
felices; que la suerte golpee a nuestra puerta para entregarnos un baúl repleto de deseos
concedidos; que Sagitario se vuelva Aries… ¿Cómo? ¿Qué esto último no es posible?
¿Qué los signos astrológicos están en función de ciertas fechas y eso no va a cambiar
por más que deseemos que sea así? Bien, reconozco que es así. Lo que no me queda
claro entonces es por qué, si esperar eso es absurdo, no nos parece igual de extravagante
esperar que todo lo demás sí cambie para enderezar nuestro camino.
También y muy a menudo, podemos culparnos a nosotros mismos, hacernos
reproches, castigarnos duramente. Si hubiéramos hecho o dejado de hacer tal cosa, si
hubiéramos pensado esto o lo otro, si hubiéramos sentido de tal o cual manera, si
hubiéramos dicho o callado tales palabras… Hay dos aspectos sobre los que me gustaría
llamar tu atención en este punto:
1) La culpa surge de un desajuste entre lo que deberíamos haber manifestado (o
dejado de manifestar) a nivel de sentimiento, pensamiento, palabra o acción, y lo que
manifestamos (o dejamos de manifestar) en el mismo nivel. Hay un contraste entre el
deber ser y el ser. Con respecto a esto, dos acotaciones:
1a.- Ese “deber” al que tendríamos que habernos ajustado, ¿era un deber que
asumimos por nuestra decisión consciente, o que sólo hicimos nuestro de modo
automático? No es lo mismo no beber alcohol porque lo experimentamos y decidimos
que, realmente, no nos llama la atención, no sentimos placer al consumirlo, o nos sienta
mal, que no beberlo porque alguien dice que no está bien hacerlo, aunque nosotros
ardamos en deseos de tomarnos unas copas. Esto es lo que suele ocurrir con la mayoría
de las prohibiciones, acrecentar el deseo y la culpa, eludiendo la responsabilidad de la
elección libre. Nos dejan en estado de niñez perpetua, porque evidentemente no es lo
mismo prohibirle a un chico de 7 años que beba alcohol, que hacerlo con alguien de 18
años. Sucede que, como señalamos antes, al no educar intelectual, emocional ni
espiritualmente para hacernos cargo de nosotros mismos, a los 50 años podemos estar
tan necesitados de la decisión ajena como cuando teníamos 6.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 10


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
1b.- En la diferencia entre el deber ser y el ser, este último tiene un peso de
realidad incontrastable. Todo lo que debería o incluso podría haber sido de otra manera,
tiene muy escasa entidad respecto a como todo eso fue. Si un elefante pesara 2 kilos,
tuviese alas, plumas y un pico, sería un pájaro. Pero no tiene ninguna de esas
características, y por tanto no es un ave. Entonces, o podemos lamentarnos imaginando
qué bello hubiera sido que fuese un pájaro, o podemos tratar de ver qué es lo que
hacemos ahora con este elefante que tenemos aquí con nosotros.
2) Con la culpa nos instalamos en el pasado. Nos reprochamos que, en cierto
momento, sentimos, pensamos, dijimos o hicimos M, cuando deberíamos haber sentido,
pensado, dicho o hecho K. Lo cierto es que ya estamos en K, M se evaporó en el limbo
de las potencialidades no manifestadas. Eso no es lo mismo que negar que podamos
volver a generar la oportunidad, hoy o en el futuro, de volver a elegir entre K o M, y que
podamos elegir de manera diversa a como ya lo hicimos. No suele ser cierto que no
tengamos segundas oportunidades. Sí a veces ocurre que ciertas manifestaciones no
podemos reproducirlas de igual modo todo a lo largo de nuestra vida, por ejemplo si mi
sueño era ser jugador de fútbol de primera división, es probable que a los 65 años ya no
pueda realizarlo, o si quería ser primera bailarina de danza clásica, no pueda concretarlo
cuando tengo 72 años y peso 85 kilogramos. Pero en el marco global de la vida como
camino, siempre tendremos la oportunidad de expresar un sentido, más allá de tal o cual
manifestación particular. Y notemos que, salvo aquellas manifestaciones que exigen un
altísimo rendimiento físico de carácter competitivo, casi todas las actividades humanas
pueden ser realizadas a cualquier edad: ser artista (pintor, escritor, escultor, etc.), tener
una actividad que requiera un título académico (arquitecto, médico, contador), ser
hijo/a, padre/madre, amigo/a, vecino/a, ciudadano/a, son facetas que podemos
desenvolver en cualquier etapa de nuestra vida.
El pasado como tal es inmodificable. Puedo modificar mi visión presente acerca
de él, pero lo que ya fue, no puede ser cambiado. De modo que, con la culpa, nos
transportamos a una situación de no poder.
Toda culpa se refiere al pasado, aunque a veces aparente otra cosa. Si sentimos
culpa porque estamos comiendo un kilo de chocolate y estamos rompiendo nuestra
dieta, en realidad nos culpamos por haber decidido hacerlo, porque si nos situáramos en
el presente seríamos conscientes de que podemos interrumpir nuestra conducta de

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 11


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
comer. Si sentimos culpa porque mañana vamos a fingir que estamos enfermos para no
ir a trabajar, es porque ya decidimos actuar de esa manera, pues si estuviéramos en el
ahora seríamos conscientes de que podemos decidir ir a trabajar. Con la culpa siempre
nos vamos al pasado, en el presente y respecto al futuro tenemos elecciones, decisiones.
Y como el pasado ya fue, nos situamos en una posición pasiva, en la que no podemos
modificar esa realidad.

En ocasiones, podemos hacer declaraciones de buenos propósitos. A partir de


hoy, no vamos a volver a pensar, sentir, decir o hacer tal cosa. Son buenos deseos.
Sinceros. Pero formulados desde la posición existencial de que la vida es algo que nos
ocurre, y no que nosotros hacemos que ocurra. Así, esos buenos deseos duran hasta la
próxima oportunidad en que vuelva a presentarse algo que nos desequilibre y… ¡zas!,
allí se desvanecerán nuestras bellas intenciones, allí reaparecerán la culpa, la condena y
el castigo, enfocados hacia nosotros mismos o hacia otros.

Vivimos de este modo un día. Otro día. Y otro. Semanas. Meses. Años.
¿Décadas? Quizás se nos pasa toda la vida. Esperemos entonces que la reencarnación
exista, y que en la próxima “nos toque” algo mejor. Esperar, siempre esperar. Eso es lo
que mejor nos sale. Somos expertos en el arte de esperar.
¡Cuidado! Cuidado con este último párrafo que acabas de leer. Si te sientes
identificado/a, no es para que te sientas mal, no es una crítica ni una censura. Intenta ser
una descripción de lo que solemos hacer la mayoría de nosotros con nuestras vidas. Si te
sientes reflejado/a, es porque no eres la única persona en esa situación. Somos muchos.
Yo, al menos, seguro pasé por allí.

¿Por qué hacemos esto con nuestra vida?


Si vivimos nuestra vida recorriendo círculos con los que volvemos una y otra
vez al mismo punto de “mal-estar”, no es porque tengamos vocación de sufrimiento. Si
así fuese, ni siquiera llegaríamos a experimentar ese malestar al grado en que lo
hacemos.
Más bien, damos vueltas en círculos porque no sabemos cómo salirnos de esas
huellas que nos acostumbramos a transitar. Si vivimos en un pueblo mediterráneo y no

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 12


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
sabemos que existe algo que se llama “mar”, ¿por qué tendríamos que tener siquiera la
idea de verlo alguna vez? Aunque supiésemos que existe ese algo llamado mar, ¿cómo
podríamos saber que podemos ir a verlo, si siempre vivimos en nuestro pueblo y no
sabemos que existen los ómnibus que llevan y traen a las personas desde y hacia otros
lugares? Aunque supiésemos que existen el mar y los ómnibus, ¿cómo podríamos
decidir viajar hacia allí, si creemos que el camino está lleno de terribles peligros? Es
cierto, algunos lo han hecho, han ido hasta allí, pero la mayoría de los vecinos de
nuestro pueblo no, han estado siempre aquí, como nosotros. Vaya a saber qué
maravilloso don han recibido aquellos que sí lo han hecho. ¿Por qué nosotros vamos a
ser tan afortunados como ellos? ¿Acaso lo bueno no le sucede siempre a otros?
Quedémonos en el pueblo, que ya nos aburre, donde no experimentamos nada
estimulante, pero es lo que nos tocó. ¿Acaso no ha sido siempre así? Mamá y papá
nunca fueron al mar. Los maestros de la escuela nos dijeron que el mar era una fantasía.
Los administradores de las distintas religiones que tenemos en el pueblo afirman que es
pecado querer conocer el mar. Nadie de nuestra familia fue nunca allí. Tampoco
nuestros vecinos. Parece que un primo de una sobrina de la cuñada de don Victorio sí
fue, pero nunca regresó. El dueño de la ferretería a veces nos cuenta, en voz baja, que
cierto día intentó ir, pero que apenas el ómnibus se puso en marcha, se sintió mareado,
tuvo mucho miedo y, tras pedirle al chofer que se detuviese, se bajó y se quedó aquí.
Incluso en un cajoncito del mostrador tiene una foto del mar, que recortó de una revista.
Nos dice que a veces la mira, piensa en cuánto le gustaría conocer ese lugar, pero
finalmente suspira, entiende que eso no es para él, y vuelve a guardarla.

Pero en algún momento…


… si tenemos “suerte” (recordemos que en nuestra vida “nos suceden” cosas,
así que es cuestión de suerte), el hastío, el mal-estar, van haciéndose más y más
pesados. No queremos seguir estancados en el mismo lugar. No sabemos en absoluto a
qué otro lugar ir, ni cómo, pero sí estamos insatisfechos donde estamos.
Alguien tiene que saber. Vamos a un terapeuta (un médico, un psicólogo, un
armonizador de chakras, lo que sea). Conversamos con un religioso. Nos desahogamos
con un amigo. Compramos un libro (¡quizás hasta lo leemos!). Hacemos un curso.
Compramos algún método de los tantos que se ofrecen por Internet. Cada uno nos

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 13


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
aporta algo que nos entusiasma, por primera vez empezamos a creer que es posible
vivir de otra manera.
Pero el entusiasmo dura poco. La realidad no cambia. Hacemos durante una
semana la meditación que nos sugirieron y todo sigue igual. Practicamos afirmaciones
relativas a vivir en paz y a los tres días otra vez nos peleamos con nuestro jefe, como es
habitual. Vamos a dos sesiones de Reiki y antes de la tercera sentimos la misma tristeza
con la que hace años convivimos. Tomamos el antidepresivo que nos recetó el
psiquiatra, pero cuarenta días después nuestro padre o madre sigue aplastándonos con
sus críticas.
Ay ay ay… nada funciona. Evidentemente, no tenemos remedio. Se ve que lo
nuestro es incurable. Somos como somos, y no hay alternativa. Es lo que nos tocó.
Basta de creer que los milagros son posibles. A resignarse y seguir tirando.
En cualquiera de esos ejemplos, seguimos moviéndonos casi igual que siempre.
Esperamos que la solución “venga” a nosotros. Queremos que la pastilla resuelva
nuestros problemas. Queremos que la afirmación (en la que ni siquiera logramos creer
cuando la repetimos) cambie nuestro contexto. Queremos que la meditación nos vuelva
imperturbables. Queremos que el Reiki llene nuestro ser de luz. Pero no sólo queremos
todo eso, ¡sino que lo queremos ya! Si en dos o tres semanas no vemos cambios
radicales, pues ¡cambiemos el recurso al que echamos mano! Así, desfilamos
superficialmente por innumerables herramientas, hasta que un día nos cansamos y
renunciamos: no sirven las herramientas, no servimos nosotros… ¡o ambas cosas!

Hasta que un día…


… quizás, si volvemos a tener “suerte” (todavía en nuestra vida las situaciones
“nos suceden”), el mal-estar se vuelve intolerable, cada día una tortura, amanecer una
desgracia, el sufrimiento adquiere tal densidad que, aún en nuestra zona cómoda, nos
experimentamos insoportablemente incómodos.
Usar la expresión “un día” es una forma de decir, a veces sí lo experimentamos
en un día en particular, pero más bien se presenta como un proceso gradual en el que no
podemos establecer con precisión “este es el momento”.
Como sea, ese día, ese momento, en cierto tiempo de ese proceso, ya hartos de
estar hartos, nos planteamos que, siendo ya evidente que queremos cambiar nuestra vida

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 14


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
y, siendo también evidente que nada de lo que buscamos afuera funcionó, quizás no nos
quede otra alternativa que buscar dentro nuestro.
Cuando buscamos dentro nuestro, quizás veamos que nuestra vida se compone
de cuatro manifestaciones: lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. ¿Encuentras
alguna otra? Si lo haces, perfecto, súmala a las otras cuatro, es tu vida, así que será un
recurso más con el que podrás trabajar en tu favor.
Esto no significa que no empleemos ayuda del exterior. Puede ser ayuda
intelectual, emocional o espiritual. Puede provenir de una creencia, un terapeuta, un
facilitador, un coach, un amigo, un familiar, un libro, un método… según lo que
necesitemos. Lo que quiero significar es que, más allá de esa ayuda, tenemos que
comprometer nuestra propia vida en el proceso. Dejar de esperar que algo nos suceda, y
ponernos a trabajar en el cambio que deseemos realizar. Y cuando lo que queremos
lograr es el cambio personal, no nos queda más opción que poner toda nuestra vida en
ello.

Volviendo al comienzo. ¿Desde dónde nos decidimos al cambio?


Cerramos esta sección regresando a la pregunta con la que la abrimos.
Aquí podemos dar dos respuestas: nos decidimos al cambio desde una posición
horrible, y nos decidimos al cambio desde una posición maravillosa.
Sí, leíste bien, puse “y”, no “o”. Porque creo que ambos aspectos son ciertos a la
vez.
Nos decidimos desde una posición horrible, porque lo hacemos en un punto en
el que el sufrimiento que acumulamos en nuestra vida se nos volvió intolerable.
Algunos en ese punto se suicidan, otros lo intentamos (¡fallando hasta en eso!), otros
siguen por pura inercia, y otros se deciden a probar el cambio. No es una buena
posición. Es un lugar de no poder, de un dolor tan extremo que llega a superar el miedo
que siempre tuvimos a cambiar, de defensas bajas, de desconfianza absoluta en nuestros
recursos, de desconcierto, de enorme impotencia.
Como decíamos también al comenzar esta sección, si nos hubiésemos formado
intelectual, emocional y espiritualmente en el poder sobre nuestra vida, difícilmente
hubiésemos llegado a un paisaje de tal desolación. Quizás enfrentásemos crisis, pero no

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 15


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
parece probable que, transitando por ese camino, esas crisis apareciesen como
terminales.
Paradójicamente, ese lugar al que llegamos es, a la vez, un maravilloso punto de
partida. Porque es gracias a que nos sentimos como nos sentimos que, finalmente,
decidimos hacernos cargo de nuestro cambio. Es como si estuviésemos en un incendio.
No sabemos muy bien hacia dónde correremos, pero sí sabemos que no queremos
quedarnos allí, justo donde está el fuego. Empezaremos a movernos. Podremos corregir
el rumbo, pero mientras no nos movamos, sólo nos quemaremos. Cuando nos decidimos
a movernos, estamos reasumiendo nuestra capacidad de elección y decisión. Ya no sólo
esperamos que nos rescaten, sino que ponemos nuestro ser en ello. Cuando nos
decidimos a movernos para huir del fuego, es porque creemos que vamos a llegar a un
lugar que no esté en llamas. No hay garantías, pero mientras no nos movamos, ni
siquiera hay posibilidades.

El lugar desde el que nos decidimos al cambio es, al mismo tiempo, un lastre y
un impulso.
Un lastre, porque a medida que iniciemos el proceso de cambio, es posible que si
éste no se produce a la velocidad que desearíamos, o al grado en que nos gustaría, o
cuando enfrentemos contratiempos, nos desmoralicemos, nos demos por vencido, y
renunciemos.
Un impulso, porque sabiendo que venimos del fuego, renunciar es volver a él, y
quemarnos.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 16


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
III.- ¿Por dónde empezamos?
Aquí estamos. En un punto de nuestra vida en el que la mayoría de sus aspectos
no nos satisfacen y, a pesar del miedo que experimentamos, decidimos hacer cambios.
No leas lo que viene a continuación como una receta, ni como un manual de
instrucciones. Son apenas hitos que vamos recorriendo cuando ponemos en marcha un
proceso de cambio. Ni siquiera los tomes en el orden en que están aquí expuestos, a
veces algo ocurre antes o después que otra cosa, algunos no transitan por ciertas
situaciones, el panorama es tan variado como lo es una vida respecto a otra.
a) Dejamos de mirar al pasado para anclarnos en la culpa. Nos guste o no (y si
queremos cambiar, normalmente no nos gusta), el pasado ya está hecho. No es un
aspecto de la temporalidad sobre el que tengamos ya poder alguno. Podemos modificar
su repercusión en el presente, pero en cuanto pasado, queda como ya fue. Por tanto,
ninguna culpa, ni ajena ni propia, tiene sentido.
b) Dejamos de responsabilizar a los demás por nuestro presente. Cualquier
“otro” (Dios, el destino, el azar, otra persona) puede aportar “algo” a nuestra vida, pero
en ella, qué sentimos, pensamos, decimos o hacemos en relación a ese “algo”, es nuestra
responsabilidad. Elegimos responder o ignorar un insulto. Elegimos permanecer con
alguien o alejarnos. Elegimos el silencio o verbalizar nuestros sentimientos. Elegimos
dar un abrazo o un golpe. Elegimos hacer nuestro trabajo con amor o con desgano.
Elegimos elogiar a alguien o, si siento que no podemos decir nada constructivo sin
mentir, callarnos. Elegimos ir o no a un lugar. Los “otros” son precisamente eso, otros,
que como tales actúan respecto a nosotros desde “su” posición, su vida, no desde la que
nosotros deseamos o creemos que van a obrar.
c) Vemos, en cada situación, qué es lo que “ponemos” nosotros para que ella sea
como es. Es un paso más allá de dejar de culpar a los demás. Tampoco es culpa. Es
responsabilidad. Somos como faros, y tenemos en nuestras manos el interruptor con el
que decidimos qué es lo que aportamos al mundo: podemos esparcir luz, o podemos
apagarnos y dejar oscuridad.
d) Comenzamos a desmontar nuestros mecanismos buscadores de problemas,
fallas, aspectos desagradables. Empezamos a asumir que captamos el mundo desde
nuestra subjetividad personal. Un mismo suceso es interpretado diversamente por
personas distintas. Un mismo accidente de tránsito es visto de diferentes modos por dos

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 17


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
testigos. Esto erosiona las verdades objetivas y absolutas con que solemos movernos.
En ocasiones esas “verdades”, esas creencias, pueden darnos seguridad, un cierto
soporte, pero también a menudo pueden aplastarnos (cuando creemos que todo lo real es
externo a nosotros, e inmodificable).
Comenzamos a darnos cuenta de que aquello a lo que se le pone atención, crece.
La intención es el elemento con el que seleccionamos de qué cosas somos conscientes.
Cuando estamos esperando un ómnibus, estamos atentos a reconocer su color y, luego
de éste, el número que lleva en su frente. Si alguien nos preguntase, no podríamos
responder cuántos automóviles pasaron mientras aguardábamos el ómnibus, mucho
menos cuántos de ellos eran de marca tal o color cuál.
En este sentido, es frecuente que quienes se refieren a las “afirmaciones”
aconsejen formularlas con carácter positivo, porque el universo o nuestro subconsciente
no reconocerían la palabra “no”. Así, si decimos “no quiero enojarme”, seguiríamos
enojándonos. Te pregunto: si vas en auto por la calle y un inspector de tránsito te indica
que por cierto lugar no puedes avanzar, ¿sigues adelante? Claro que no. ¿Por qué el
universo o tu subconsciente habrían de ser menos inteligentes que tú? No se trata de que
no reconozcan el “no”, sino que cuando construimos una frase de ese modo, nuestra
atención sigue depositada en lo que queremos evitar, y expresamos en palabras nuestros
pensamientos y sentimientos de temor. Cuando ponemos atención sólo a los problemas,
seguimos inmersos en ellos.
A medida que vayamos incrementando nuestra conciencia, iremos desplazando
nuestra atención desde los problemas hacia las soluciones.
e) Nos damos cuenta que las declaraciones de buenos deseos que solíamos
utilizar en el pasado no son suficientes para modificar nada. Ellas expresan un nivel de
pensamiento y sentimiento muy tenue, débil, que no basta para movernos a la acción.
Esos buenos deseos no implican el compromiso personal de involucrar toda nuestra vida
en el proceso de cambio.
f) Cuando nos damos cuenta que los buenos deseos son demasiado superficiales
para impulsar el cambio personal, que son “epidérmicos”, pasamos a trabajar con los
cuatro ámbitos en los que se manifiesta nuestra existencia. Pasamos a elegir y decidir
activamente lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Esto conlleva, en cada uno
de esos niveles, observar, examinar, optar, corregir, modificar, reafirmar, insistir, y

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 18


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
aplicado todo ello a cada pensamiento, sentimiento, palabra y acción. Conlleva que
asumamos la responsabilidad de ejercer nuestra libertad de elegir nuestras expresiones
en cada ámbito en que nos manifestemos.
Es una labor de 24 horas diarias, desarrollada de momento a momento, aunque
sin caer tampoco en una obsesión controladora, pues parte del cambio es hacer a un lado
las resistencias, las ansias de dominarlo todo, para elegir fluir relajadamente y en paz.
Requiere sí muchísima dedicación y atención, y especialmente cuando damos nuestros
primeros pasos en el camino de vivir con conciencia, en que puede parecernos una
misión agobiante, anclados como estamos a viejos hábitos de signo opuesto.
Recordemos desde dónde nos decidimos a cambiar.
g) Ser conscientes y avanzar hacia el cambio no es el “pensamiento mágico” de
cruzarse de brazos y aguardar que nos lluevan cosas buenas, porque ahí no estamos
siendo activos sino pasivos. Se trata, por el contrario, de poner en movimiento lo mejor
que podemos sentir, pensar, decir y hacer.
En ese sentido, hay más “pensamiento mágico” en lo que solemos hacer antes
de “darnos cuenta”: repartir amargura y esperar alegría; despertar con tristeza y
pretender terminar el día con optimismo; sembrar discordia y aguardar cosechar amor;
caminar con desgano y aspirar a resultados estimulantes. Eso es más que pensamiento
mágico, es como ir a buscar manzanas a un peral… y enojarnos con el peral!!
En resignarnos, en acostumbrarnos a la rutina mientras aguardamos que nos
llegue lo bueno, ahí está lo realmente fantasioso.
h) Para salir de la resignación, de la rutina, debemos movernos, accionar,
pronunciar palabras distintas a las que usábamos antes, generar pensamientos nuevos,
experimentar sentimientos diferentes. Debemos salir de nuestra vieja y conocida “zona
cómoda”, en la que nos movíamos por inercia, en automático, sin asumir la
responsabilidad de decidir y elegir. Es verdad que en nuestra zona cómoda estamos a
salvo de nuevos sufrimientos, porque ya estamos familiarizados con los que
experimentamos. Pero también es verdad que, si no nos corremos, seguiremos quietos
donde ya estamos, sin un nuevo dolor, pero también sin eliminar ninguno de los que ya
tenemos.
i) Comenzamos a ver claro que, para cambiar los hábitos que tenemos arraigados
y que no nos dan más que insatisfacción (enojarnos, deprimirnos, angustiarnos, gritar a

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 19


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
los demás, resignarnos, adaptarnos a todo y a todos, maltratar o ser maltratados, etc.),
necesitamos poner esfuerzo, disciplina, constancia, persistencia. Los malos hábitos no
se marchan solos, ni siquiera cuando les decimos que se vayan; tenemos que
comprometer nuestro ser en la tarea de echarlos, de reemplazarlos por otros nuevos y
saludables.
j) Nos damos cuenta que hay partes de nuestra anterior existencia a las que
renunciaremos o que se irán por su propia voluntad. Las “perderemos”. Hábitos,
pensamientos, sentimientos, palabras, acciones, que abandonaremos. También puede
haber personas con las que dejemos de relacionarnos. Sucesos que ya no se presentarán
repetidamente ante nosotros. Experiencias que no volveremos a atravesar. Todo eso
puede resultar doloroso, en cierto punto. Toda pérdida es una pérdida, aunque un paso
más allá descubramos que lo que perdimos era, en realidad, un lastre. Aligerar nuestra
existencia no sólo nos permitirá volar más alto, sino que creará espacio para lo nuevo.
Pero ese “puente”, previo a hallarnos un paso más allá, hay que transitarlo, y en el
momento de hacerlo puede ser penoso.
k) Lanzarse al cambio personal es abandonar, también, los caminos conocidos,
los que ya recorrimos y a través de los cuales llegamos a estados de insatisfacción. Nos
encontraremos ante paisajes desconocidos, por momentos no sabremos dónde apoyar
nuestro próximo paso, y todo el tiempo estaremos construyendo un nuevo camino que
nos resulte propio.
Esto implica, a la vez, aceptar los riesgos que adentrarse en lo que no conocemos
puede acarrear: desde hallar aspectos nuestros que no nos gusten, a situaciones en que
estaremos en posición de realizar elecciones delicadas, desde sentirnos solos por
completo a experimentar por momentos que no estamos avanzando en ninguna
dirección.
Será conveniente hacer acopio de paciencia y constancia, pues no apareceremos
mágicamente en un estado de paz y felicidad, sino que, en todo caso, generaremos ese
estado paso tras paso.
Dado que estamos afrontando esa clase de desafíos, muy a menudo tendremos
que atrevernos a dar el siguiente paso aún cuando el miedo nos muerda los talones, el
estómago, la garganta, pretendiendo hacernos creer que es un abismo lo que se abre ante
nosotros.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 20


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
l) Una parte importante de nuestro trabajo personal es acrecentar los recursos
con que contamos, a nivel corporal, intelectual, emocional y espiritual: practicar hábitos
saludables, estudiar, capacitarnos, aprender a hacer algo, desarrollar alguna habilidad,
ejercitar el amor, la compasión, fomentar nuestra capacidad de comunicarnos, de
relacionarnos, etc.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 21


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
IV.- Seguimos
Antes o después en nuestro proceso de cambio personal, es probable que nuestra
mirada se ensanche con respecto a como era al principio de aquél. No es extraño.
Recordemos desde dónde iniciamos el cambio. A medida que nos distanciemos de esa
posición original, es posible que nos formulemos planteos que no nos había imaginado
antes. O quizás sí. En cada vida, los tiempos, y lo que sucede a través de ellos, son muy
personales.
Recordemos, con todo, que aquí ya no estamos en el lugar desde donde
comenzamos a caminar, pero apenas hemos dado algunos pasos.
Es posible que transites por algunas de las situaciones que veremos a
continuación, quizás por varias, todas, o tal vez por ninguna y tus pasos recorran otros
paisajes.
a) La mayor parte de nuestra realidad es lo que tenemos más a mano, lo que nos
rodea de modo próximo. Es más real el gesto cotidiano que podemos hacer a quien nos
cruzamos en la calle de nuestro barrio, que una no realizada revolución universal.
Esto no significa negar los grandes ideales, sino asumir que, en todo caso, su
realización es un proceso gradual que va desde lo más pequeño hacia lo más grande.
Si una semana al año vamos a llevar alimentos a un pueblo indígena que habita
en medio de una selva lejana, pero las restantes cincuenta y una semanas del año
tenemos empleados a quienes les pagamos menos de lo que corresponde, no tenemos
alineados nuestro mundo cercano con el macro mundo. Está muy bien esa semana de
buenas acciones, pero quizás sea conveniente ver qué nos gustaría cambiar en lo que
hacemos el resto del año.
b) Tener sentido de la realidad, aún cuando decidamos hacerlo desde la limitada
perspectiva de la dualidad bueno-malo, debería llevarnos a concluir que la mayoría de la
gente suele conducirse “bien” en términos de coexistencia. De lo contrario, el planeta
ya habría estallado, o viviríamos en una permanente guerra de todos contra todos.
Entonces, no podemos usar como excusa el hecho de que haya quienes obren “mal”. No
podemos inmovilizarnos porque existan abusadores de niños, narcotraficantes, asesinos
a sueldo, gobernantes despóticos o lo que sea. Es probable que ninguno de ellos deje de
ser como es. Pero si cada vez es mayor el número de quienes actúan desde la
conciencia, la diferencia se notará. A eso se tiende cuando se difunde conciencia,

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 22


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
cuando se exponen vías que permitan que cada vez más gente pueda elegir sabiendo lo
que elige. Y a eso se tiende cuando vivimos nuestras vidas en dirección a una creciente
plenitud, más felices, más alegres, más pacíficos, más saludables, más amorosos. No
tiene que ver con asumir el rol de predicadores, mucho menos de “empresarios
morales” (los que hacen de la moral un puro negocio), de pretender ir por la vida
convirtiendo a los demás. Tiene que ver con vivir nuestra vida con sentido, de
desarrollar la misión que creemos es nuestra, y luego dejar que cada quien escoja.
Se trata, al fin, de una dialéctica entre valores que fomenten la coexistencia y,
más allá, la convivencia, y valores que prescinden de ellas o se les oponen.
c) Ser consciente de la realidad implica, también, aproximarse con respeto a lo
que expresa una frase de Arthur Schopenhauer: “El azar reparte las cartas pero uno
las juega”. En lo personal, a mí me gusta acercarme a ella de este modo:
c1) Existe una dimensión de misterio en la vida, a la que no tenemos manera
de acceder. Son los interrogantes del estilo ¿de dónde viene o adónde va la humanidad?
Yo no lo sé, y no me satisfacen las respuestas que ensayan quienes pretenden saberlo.
c2) Existe una dimensión colectiva a la que no podemos modificar
individualmente de manera instantánea, porque es creada de modo grupal (en grupos de
tamaño cada vez mayor según el ámbito que observemos, comenzando por nuestra
familia, pasando por el vecindario, nuestra comunidad de intereses, la ciudad, la
provincia, el país, el continente, el planeta, etc.). En cuanto cada uno es integrante de
esos grupos, a medida que se realiza el cambio individual se producen también los
cambios colectivos. Pensemos, como ejemplo, en el avance de los derechos de las
mujeres en el curso del último siglo.
Por otra parte, esa manera de abordar lo grupal como fruto de lo que creamos en
conjunto, y no resultado del obrar de alguien por completo ajeno a nuestra comunidad,
acarrea dos importantes consecuencias: responsabilidad (nos hacemos cargo de lo que
co-creamos junto a quienes forman nuestro grupo) y poder (puedo co-crear para el
cambio).
c3) Y existe una dimensión individual, que es la de la propia vida. En la
medida en que esta se desarrolla en el seno de comunidades, y a su vez exhibe una
dimensión misteriosa, hay entre los tres elementos una interrelación dinámica y

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 23


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
constante. En el contexto de esa interrelación, siempre tenemos la posibilidad de elegir
cómo jugamos nuestras cartas (cómo vivimos nuestra vida).
No se trata, al fin, ni de la actitud caprichosa de “podemos lo que se nos
ocurra”, ni la fatalista de “no podemos nada”.
d) Con cada paso que damos en el camino del cambio personal, es posible que
aumente nuestra conciencia de que la vida no es algo que nos ocurrirá en el futuro,
cuando se den ciertas condiciones (cuando tengamos una relación de pareja
satisfactoria, una familia adorable, un trabajo en el cual nos realicemos personal y
profesionalmente, una situación económica sólida, buenos vecinos, amistades leales y
comprensivas, etc.), sino que es lo que estamos viviendo, y así asumimos la
responsabilidad de decidir y elegir cómo lo hacemos.
Esto es también ser conscientes de nuestra finitud en este mundo de
manifestación física, y entonces el presente es nuestro único recurso, por lo que no
parece saludable dejar lo importante para más adelante.
Para que el presente sea un proceso de maduración, puede ser útil analizar el
pasado, no para culparnos sino para aprender de lo que podemos ver como errores.
Ser en el presente implica también experimentar agradecimiento hacia todo
aquello en lo que ni siquiera reparamos porque lo damos por sentado, porque lo
consideramos obvio, cuando en realidad no tiene nada de eso: nuestro estado de salud,
contar con sentidos que funcionan, con un lugar donde vivir, con un trabajo, con ciertos
afectos… el panorama puede ser más o menos amplio, pero aún cuando sólo nos
tuviésemos a nosotros mismos, ya sería mucho para experimentar gratitud.
e) Avanzar en el cambio personal también requiere que seamos sinceros,
auténticos, dignos e íntegros en expresar lo que somos, y dejemos de lado la hipocresía
de mostrar lo que creemos que otros quieren o esperan ver en nosotros. No se trata en
absoluto de ser desconsiderados con los demás, sino de ser quienes somos, de
relacionarnos de manera transparente.
Es posible que ser fiel a nuestra esencia pueda incomodar a otro, en especial
cuando ese otro nos contempla desde una etapa vital que no es precisamente la de
hacerse responsable de la propia vida. Pero eso incumbe a la responsabilidad personal
de esa persona, y nosotros nos hacemos cargo sólo de nuestra parte.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 24


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
V.- Para tener en cuenta
Activar el cambio personal es tener presente que no se trata de un camino
rectilíneo.
Puede haber tropiezos, caídas, incluso retrocesos. Nuestras viejas maneras de
sentir, pensar, decir y hacer, aún serán, durante cierto tiempo, obstáculos.
Según persistamos en el camino, veremos que esos tropiezos serán, en primer
término, más espaciados en el tiempo y, luego, menos intensos. Por ejemplo, pasará más
tiempo entre cada ataque de ira o celos que experimentemos, y cada uno irá siendo más
leve que el anterior.
Por momentos quizás nos parezca que estamos pero que antes de comenzar el
proceso, pero en realidad se trata de que observamos el fenómeno con una nueva
mirada, desde un lugar diferente al que ocupábamos anteriormente. Cuando empezamos
a sentirnos mejor, a ser más conscientes del poder de elección, es probable que veamos
con horror o vergüenza las ocasiones en que resbalamos. Hay que ser conscientes de
que, antes, los resbalones eran la regla, vivíamos inmersos en ellos, y por tanto no
llamaban nuestra atención.
Es maravilloso si uno puede contar con un apoyo en esos momentos, porque nos
ayudará a tomar el aparente retroceso sólo como tal, como una etapa de un proceso más
amplio. Y, entonces, nos auxiliará a superar la tentación de renunciar al camino que
emprendimos. Ese apoyo puede ser el que mejor resuene con el momento vital que
atravesemos: un familiar, un amigo, un médico, un psicoterapeuta, un religioso, un
coach, un facilitador, un terapeuta alternativo… lo que sintamos que nos sirve de
soporte sin pretender reemplazar nuestra responsabilidad personal, será lo más
adecuado.
Pero si no se tiene a una persona o una creencia que nos anime, que nos
contenga, tenemos que redoblar la apuesta en nosotros mismos y ser nuestro propio
soporte.
Cuando tenemos una de esas caídas, de esos retrocesos, tenemos que acudir a
todos nuestros recursos para persistir, para continuar nuestro trabajo de cada momento
de cada día, y asombrarnos incluso ante lo inagotables que son esos medios que
podemos hallar en nuestro interior.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 25


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Es en esos tiempos de oscuridad, que se nos hacen cuesta arriba, cuando
podemos extraer valentía, esperanza, paciencia, compromiso, persistencia, confianza.
Son también los momentos de tener la mirada dispuesta a ver, más que nunca, que esos
tramos de nuestro camino son oportunidades de maduración, en la medida en que
extraigamos de ellos elementos que nos sirvan para crecer.
Es en esos tiempos que tenemos que saber que puede haber cosas fuera de
nosotros (personas, situaciones, herramientas, lugares, etc.) que nos ayuden, pero en
última instancia, nada ni nadie puede sustituirnos en la sala de comandos de nuestra
vida. No existe ni la pastilla milagrosa ni la persona que nos asegure vivir en paz.
Siempre, en el último punto de decisión y elección, estamos nosotros con nuestra vida.

VI.- En resumen
Hagamos un breve repaso por los principales puntos que recorrimos:
- Para implementar cambios en nuestra existencia, es necesario recorrer un
camino que comienza en la experiencia de poder sobre nuestra vida.
- Es común que descartemos de antemano ese camino, porque no creemos en la
posibilidad de vivir esa experiencia de poder. Porque la creemos imposible para
cualquiera, o porque la creemos imposible para nosotros en particular. Ni siquiera
escuchamos a quienes nos sugieren que nos atrevamos a intentarlo, porque si fuese tan
fácil…
- Nuestra vida es la expresión de cuanto sentimos, pensamos, decimos y
hacemos.
- Por lo común, no somos formados ni intelectual, ni emocional, ni
espiritualmente, para experimentar poder sobre nuestra vida.
- Más bien, vemos a nuestra vida como una sucesión más o menos inconexa de
sucesos que nos ocurren, y personas que aparecen en ella. Nosotros apenas
reaccionamos ante lo que se nos presenta.
- Con el correr del tiempo, acumulamos sentimientos, pensamientos, palabras y
acciones que refuerzan y certifican nuestra impotencia. Nos habituamos a mal-vivir.
- Nos sentimos mal, insatisfechos, pero nos resignamos a instalarnos en una zona
cómoda en la que, creemos, al menos ya no nos puede ir peor de lo que nos va.
- Esperamos algún milagro que nos saque de ese lugar.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 26


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
- Repartimos culpas: hacia los demás, hacia nosotros mismos. La culpa no
resuelve nada, aumenta nuestra impotencia y nos ancla en el pasado.
- A veces hacemos declaraciones de buenos propósitos, que duran lo que un
suspiro, pues formuladas desde niveles muy superficiales, no conllevan nuestro
compromiso personal en su realización.
- No vivimos de esta manera porque nos guste, sino porque no sabemos hacerlo
de otro modo. Hacemos lo que mejor sentimos que podemos. Que es poco y para nada
consciente.
- Acudimos a personas, creencias o herramientas que esperamos puedan
ayudarnos. Desde que seguimos esperando que la solución nos venga desde afuera, sin
involucrar nuestra vida en ello, nada funciona.
- Acentuamos nuestra insatisfacción. Podemos transcurrir toda nuestra vida así,
o puede que en algún momento el dolor que sentimos exceda en mucho al miedo que
tenemos a hacernos cargo de nuestra existencia. Cuando esto último ocurre, hartos de
estar hartos, nos decidimos a probar lo último que se nos ocurre: hacernos cargo de
nosotros mismos, y procurar el cambio.
- Decidimos el cambio desde una posición en la que nos sentimos mal, lo que no
nos ayudará cuando, más adelante, enfrentemos pruebas difíciles. Pero,
paradójicamente, ese mal-estar servirá de aliciente para avanzar, pues no desearemos
regresar a él.
- Cuando comenzamos a activar el cambio:

. Dejamos de mirar al pasado y de instalarnos en él.


. Dejamos de culpar a los demás y a nosotros mismos.
. Vemos qué aportamos a cada situación que experimentamos.
. Comenzamos a desplazar nuestra atención, desde los problemas hacia las

soluciones.

. Dejamos de lado las declaraciones de buenos propósitos, y en su reemplazo


pasamos a elegir y decidir qué es lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 27


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
. No aguardamos que nos sucedan cosas buenas, sino que comprometemos

nuestro ser en la vida.

. Nos decidimos a abandonar la zona cómoda en la que nos habíamos instalado,


para lo cual aceptamos los riesgos que implica el intentar nuevos caminos, incluyendo el
esfuerzo de modificar hábitos limitantes, renunciar a partes de nuestra vieja vida,
experimentar miedos, dolores e incertidumbres.

. Trabajamos para incrementar nuestros recursos personales.


- A medida que vamos dando pasos en nuestra nueva dirección, vamos
descubriendo interrogantes que, según cómo los respondamos, influirán en el modo en
que seguiremos nuestro camino:

. Podremos asumir que, sin renunciar a los grandes ideales, el mayor sentido de
realidad es comenzar a accionar en nosotros mismos y en nuestro entorno.

. Podremos aceptar que, si quienes dañan la coexistencia no quieren cambiar,


podemos contribuir con el pequeño grano de arena de nuestra vida a que,
paulatinamente, cada vez haya más seres que elijan conscientemente no hacer daño.

. Podremos reconocer que tenemos un amplio margen de señorío decidiendo


sobre nuestra vida en interrelación con las dimensiones de lo colectivo y lo misterioso.
Que a partir de nuestra individualidad aportamos y somos co-creadores de lo grupal.

. Podremos anclarnos en el presente como el material que tenemos para trabajar


nuestra vida, con lo cual dejaremos de posponer lo esencial y podremos experimentar
gratitud por lo que solemos considerar obvio.

. Podremos asumir nuestros pasos siendo sinceros, auténticos, dignos e

íntegros. Siendo quienes somos.


- En todo el proceso, debemos tener en cuenta que el camino no es rectilíneo,
que podemos (o no) experimentar caídas y aparentes retrocesos. Pero que, aún a esos
momentos, podemos capitalizarlos como etapas útiles en la ejecución de nuestra obra
maestra: nuestra propia vida.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 28


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
VII.- ¿Fácil, imposible o difícil?
Regresemos ahora a lo que nos planteamos al comienzo.
Tenemos a esta altura algunos elementos más que entonces para responder el
interrogante que usamos como punto de partida.
Ante todo, parece claro que, proponerse y poner en marcha el cambio, no es
fácil. No en el sentido de que vaya a ser algo que obtengamos con sólo esperarlo o
desearlo. Mala noticia para el lado perezoso de nuestra personalidad.
Luego de eso, podemos descartar la imposibilidad del cambio. Es imposible en
tanto no lo intentamos, pero cuando nos decidimos a vivir nuestra vida, ella ya no será
como nos habíamos acostumbrado a sobrevivirla. Al poco tiempo de empezar a recorrer
un nuevo rumbo, advertimos las señales que nos indican que esto es así. Cuanto más
profundicemos, más posible será.
Nos queda, entonces, la opción de que cambiar es difícil. Y sí, probablemente lo
sea. Desde que nos decidimos a cambiar cuando experimentamos a nuestra vida como
un caos, pasando por el hecho de que tendremos que desmontar mecanismos que se han
vuelto hábitos limitantes en el transcurso de muchos años, hasta el “detalle” de que
nuestra vida es la síntesis de cuatro niveles sobre los que debemos trabajar de modo
constante (sentimientos, pensamientos, palabras, acciones), a lo que se agrega que
somos seres que coexistimos con otros, respecto a los cuales erigir una convivencia
implica otra gran tarea consciente, y a lo que se añade que hay una dimensión de
misterio en nuestra existencia, pretender que no implique cierta dificultad es, como
mínimo, engañoso. Si nos imaginamos un panorama demasiado sencillo, no saldremos
de lo que ya experimentamos y que sabemos que no nos satisface, pues ante los
primeros tropiezos estaremos tentados a desistir.
Decir que se trata de un proceso difícil significa ni más ni menos que, para
llevarlo a cabo, tenemos que comprometernos a poner nuestra vida en él. Habituados a
vivir a medias, a que nos pasen cosas, a reaccionar ante personas y situaciones, a
esperar, a repetir patrones de limitación e impotencia, a renunciar ante el miedo, a no
poder, a culpar, asumir la dirección de nuestra vida, centrarnos en nosotros mismos, y
hacerlo con el compromiso que implica el que así sea cada instante de nuestro día a día,
requiere esfuerzos importantes. A medida que vemos que producimos cambios, que
empezamos a vivir de otro modo, de un modo que nunca creímos posible, la

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 29


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
satisfacción, la plenitud que experimentamos, superan en mucho esos esfuerzos que
realizamos. Cuando llegamos a ese punto, lo que se nos vuelve difícil es entender por
qué no lo intentamos antes, cómo pudimos vivir tanto tiempo al viejo estilo, cómo
pudimos sentir comodidad en aquella zona en la que apenas éramos dueños de nuestra
resignación para resbalar de un día a otro.
Y es que, finalmente, cuando hablamos de dificultad, es conveniente no olvidar
que se trata de un término relativo, en dos sentidos.
En un sentido, cuando consideramos la vida que llevamos antes de decidirnos al
cambio, cuando consideramos que sobrevivimos más que vivimos, transitar esa vida
también es difícil. Más allá de esa engañosa comodidad con la cual nos habituamos a
mal vivir, cada día de esa vida se nos hace cuesta arriba, cada amanecer es un reiterado
martillazo que nos hunde más y más en las arenas de la desesperación Vivir así, o durar,
para decirlo más apropiadamente, tampoco es fácil.
En un segundo sentido, cuando consideramos a la dificultad como parte de un
proceso, de un camino que nos conduce hacia otra parte, vemos que sobrevivir
resignados a nuestra impotencia también es difícil y, además, no nos lleva a ningún
lado, sólo nos deja donde ya estamos, cada vez más hundidos, más tristes, más
enojados. En este sentido, el camino del cambio es difícil, pero el camino que
abandonamos no nos lleva a ninguna parte, por lo que no sólo es difícil, sino que,
además, es frustrante.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 30


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
VIII.- Conclusión
Cualquiera sea el punto de nuestra vida en el que nos hallemos, sepamos que
elegir y decidir siempre son facultades que están en nuestras manos. Hasta cuando
renunciamos a hacer uso de ellas, estamos decidiendo y eligiendo.
Cuando decidimos y elegimos cambiar, no lo hacemos para ver qué pasa, cómo
resulta.
Lo hacemos para cambiar.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 31


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Post-Epílogo
Como regalo de despedida, quiero dejarte el texto de la llamada “Oración por la
Paz” u “Oración de San Francisco”, atribuida a San Francisco de Asís.
Parece existir hoy bastante consenso en cuanto a que no fue escrita por el San
Francisco histórico, sino que apareció por primera vez en una pequeña revista católica
francesa en 1912.
Si quieres saber más sobre su origen, cómo llegó a convertirse en una oración
mundialmente practicada más allá de la religión que se profese, y sobre lo que cada
parte de ella representa en esencia, te recomiendo calurosamente que leas el excelente
libro “La Oración de San Francisco – Un mensaje de paz para el mundo de hoy”
(Editorial Sal Terrae, España, 2000), de Leonardo BOFF.
Pero más allá de su origen concreto, como dice BOFF, ella proviene “de la
espiritualidad del San Francisco de la fe. Él es su padre espiritual, y por eso es su autor
en el sentido más profundo y amplio de la palabra” (op. cit., p. 11). Dicho con mis
palabras, si no la escribió Francisco, merece haber sido redactada por él.
En esta oración, nos conectamos con la Fuente, a la que puedes llamar Dios o
como prefieras, y le manifestamos nuestra decisión de ser expresiones suyas.
Manifestamos nuestra elección de optar por la paz, el amor, el perdón, la fe, la
esperanza, la luz, la dicha, el consuelo, la comprensión. No pedimos nada a algo o
alguien externo a nosotros, sino que entramos en comunión con la esencia que habita
tanto en nosotros como en todo en el universo, ese sustrato común del cual todos
participamos, pues no podemos pretender reflejar nada de lo que no participemos
íntimamente.
Te sugiero que acudas diariamente a esta Oración, y tantas veces como lo
desees. Pero no te acerques a ella de modo mecánico, memorista, formal. No se trata de
un rito en el que “debas” repetir estas palabras. Se trata, más bien, de trascender la
noción de “deber”, y elegir esta vía de entrar en contacto con tu interior más sagrado,
creando un espacio de paz. Se trata de “elegir” hacerlo, de expresar tu decisión al
respecto, y de sumergirte en lo que cada línea de la Oración expresa. Hacer propio lo
que las palabras dicen, meditar su sentido personal para nosotros. Y, luego, fuera de ese
espacio, sostener la decisión para vivir lo que decidimos expresar, en nuestra vida
cotidiana, de manera concreta, práctica.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 32


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Te deseo que llegues a experimentar el contenido de esta Oración en tu vida.
Estoy seguro que te agradará hacerlo.
Te dejo con sus palabras:

¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!


Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto


ser consolado, como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe;


olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 33


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com
Índice
Presentación Pág. 3

Introducción Pág. 5

I.- Una idea sobre la vida Pág. 7

II.- ¿Desde dónde nos decidimos al cambio? Pág. 8

¿Por qué hacemos esto con nuestra vida? Pág. 12

Pero en algún momento… Pág. 13

Hasta que un día… Pág. 14

Volviendo al comienzo. ¿Desde dónde nos decidimos al cambio? Pág. 15

III.- ¿Por dónde empezamos? Pág. 17

IV.- Seguimos Pág. 22

V.- Para tener en cuenta Pág. 25

VI.- Resumen Pág. 26

VII.- ¿Fácil, imposible o difícil? Pág. 29

VIII.- Conclusión Pág. 31

Post-Epílogo Pág. 32

¡Sí! ¡Puedo cambiar mi Vida! - Página 34


Pablo Gabriel Tojo
www.enelcaminodevivir.neositios.com - www.enelcaminodevivir.blogspot.com

También podría gustarte