Está en la página 1de 59

http://jovenestepa.wordpress.

com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

2.- El síndrome de la borrachera seca


7.- Primer síntoma (niño rey)
9. Segundo síntoma (Maestros de la excusa y campeones del pretexto)
13. Tercer síntoma (El escorpión amargado).
17. Cuarto síntoma (Navegando con bandera de culpable)
23 Quinto síntoma (Dime de lo que presumes y te diré de qué careces)
29 Sexto síntoma (El miedo al miedo: la necesidad de no sentir)
30 Séptimo síntoma (La depresión: esa agonía interminable)
31 Octavo síntoma (Ingobernabilidad sexual y sentimental
32 Noveno síntoma (El síndrome del avestruz: no veo, no oigo, no hablo).
32 Décimo síntoma (Sustitución del alcohol por otras drogas o sustancias
adictivas. Transformarse para no cambiar
33.- Onceavo síntoma (Los adoradores del becerro de oro
34.- Doceavo síntoma (Ni pichan, ni cachan, ni dejan batear.
35.- LOS PECADOS CAPITALES
42.- Guía para trabajar el Cuarto Paso
51.- La Espiritualidad y el Dinero
53.- La Oración de la Serenidad en su forma completa
55.- Comentarios al 6to. Paso
58.- Comentarios al 8vo. Paso

1
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Es un término que describe el estado de malestar del


alcohólico cuando no está bebiendo. El síndrome de la
borrachera seca es un conjunto de síntomas que
ocurren conjuntamente y que constituyen una
anormalidad. Dado que la anormalidad de las
actitudes y conducta del alcohólico durante su carrera
de bebedor es generalmente reconocida, la
persistencia de los rasgos de carácter después de que
el alcohólico deja de beber debe parecer igualmente
anormal. En consecuencia, el término "borrachera
seca" se refiere a la ausencia de un cambio favorable
en las actitudes y conducta del alcohólico que no
bebe. Se infiere, de esta falta de cambio, que el
alcohólico (hombre o mujer) está sufriendo de un
malestar en su vida. El síndrome puede ocurrir en
todos los alcohólicos, y prácticamente no hay duda
respecto de la causa de ese malestar. La frase
"borrachera seca" tiene dos palabras significativas
para el alcohólico. "Seca" se refiere sencillamente al hecho de que se está absteniendo de
beber, en tanto que "borrachera" significa una condición profundamente patológica
resultante del uso que con anterioridad ha hecho del alcohol. Como la palabra
"intoxicación" se deriva de la palabra griega "veneno", el término "borrachera seca"
implica un estado de ánimo y un comportamiento que son venenosos para el bienestar del
alcohólico.
Rasgos evidentes.
La conducta pomposa es un rasgo común de la borrachera seca. La pomposidad se
manifiesta con mayor frecuencia a través de la falta de percepción interior y de una
conducta personal pomposa. La persona que está padeciendo de una borrachera seca
puede exagerar su propia importancia a costa de otros. Puede sobrestimar sus propias
capacidades, inteligencia y criterio, o vivir por encima de su presupuesto. En cualquier
caso, su conducta es marcadamente irrealista, y, de acuerdo con las circunstancias que
prevalezcan, puede variar de ridícula a cruel. Al relacionar todas las cosas dentro de su
medio ambiente consigo mismo, el alcohólico parece no percatarse de las necesidades y
sentimientos de los demás.
Una rigidez de enjuiciamiento de los conceptos parece acompañar a su conducta
pomposa. "Enjuiciamiento" significa que el alcohólico tiende a pasar juicio sobre los
valores relacionados con "el bien" y "el mal" –siendo sus valoraciones notablemente
inadecuadas-. Como tiende a juzgarse a sí mismo más bien duramente en lo que respecto
a su conducta de bebedor, no es difícil que los demás detecten en ir sentimientos
profundos de desvalorización personal. Pero puede superficialmente disfrazar estos
sentimientos sometiendo a su familia, parientes, amigos, socios y patrón al mismo sistema
regido de valoración que aplica para sí mismo. Justificadamente ellos sienten que es la
persona menos aceptable para criticar. Esto, por sí solo, es prueba suficiente de que su
actitud es básicamente irrealista, sea que sus juicios reflejen o no algún grado de verdad.
Esta impaciencia describe la reacción a los demás y a la propia vida del alcohólico. Aunque

2
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

su reacción es irrealista, se relaciona con su deseo de satisfacción inmediata de sus


exigencias. Típicamente, el alcohólico busca una recompensa inmediata por sus esfuerzos
y un alivio inmediato de su tensión o presión. Si la satisfacción buscada no llega con la
suficiente rapidez, reacciona indignándose o deprimiéndose.
La conducta y actitudes infantiles son características del alcohólico que ha mostrado
señales de impaciencia, grandiosidad o de enjuiciamiento. Es un niño en muchos
respectos. Con facilidad se aburre, se distrae o se desorganiza. Constantemente
compromete sus éxitos a larga plazo debido a sus cambios de estado de ánimo de un
momento a otro. En cualquier momento está dispuesto a "recoger sus canicas" e irse a
casa. Puede no estar capacitado para apreciar los aspectos de la vida de los que disfrutan
las personas maduras, tales como la lectura, la conversación, el cine. Su entusiasmo es a
veces juvenil y de corta duración. Parece estar constantemente insatisfecho con su vida.
La conducta irrealista no se confina al alcohólico. Un empresario, atrapado en su
congestionamiento del tránsito, puede pegarse al claxon de su automóvil en un ataque de
irritación. O el ama de casa que se ha sentido desdichada todos los lunes por espacio de
treinta años debido a que tiene que lavar la ropa de toda la familia, puede culpar a la
familia por ensuciar la ropa. Parece estar desajustada a su papel. Ambos ejemplos
demuestran un comportamiento que no ni realista ni adecuado a la situación. Las
actitudes y conducta autodestructiva del alcohólico con una borrachera seca son
diferentes en grado pero no en hecho. Durante sus años de bebedor el alcohólico ha
aprendido a tener un enfoque profundamente inadecuado y radicalmente inmaduro para
resolver sus propios problemas.
BORRACHERA SECA
El alcohólico se siente evidentemente incomodo consigo mismo, pero no sabe el porqué.
Claramente carece de una percepción interior personal. A menudo los malestares de su
vida pasada parecen revolotear a su alrededor y ocasionarle las sensaciones actuales.
Firmemente desaprueba todo aquello que la sociedad le indica que es bajo, descontrolado,
egoísta y ofensivo. Pero no puede o no quiere encontrar dentro de sí mismo los impulsos
que gobiernan dicha conducta. Tiene que preservar su estima propia en vez de tener que
aceptar la realidad. Tiene que decirse a sí mismo: "Eso no es ni puede ser cierto respecto
de mm". Pero no tiene éxito en este autoengaño, porque sí reconoce en él sentimientos,
impulsos, deseos y recuerdos que son inaceptables. De suerte que tiene un conflicto entre
lo que vagamente percibe que es la verdad acerca de sus sentimientos, impulsos y
deseos, y aquello que su estima propia le permite aceptar como la verdad. Como esta
contradicción es insoportable para su consciente, la elimina y recurre a diversas maniobras
para evitar que salga a la luz. Si las maniobras logran ocultar lo que es inaceptable para la
estima propia del alcohólico, no se dará cuenta de que está haciendo uso de ellas.
Puede negar rotundamente la verdad acerca de sí mismo. Aun cuando tenga ante sí todos
los hechos, no podrá comprender su verdadero significado. Se le pasara por alto la grave
inferencia de una declaración como: "Sm, he estado en A.A. desde hace tres años, y
realmente me ha hecho mucho bien", aun cuando haya tenido varias recaídas.
A veces es culpable de racionalizar. Al disipar la crítica de los demás por medio de
explicaciones provisionales, intenta apoyar su estima propia. Tiene que justificarse en todo
momento, por descarriadas que sean sus actitudes y su conducta. En consecuencia,
encuentra muchas razones para rehuir el ir a A.A., y cada razón puede ser plausible, pero

3
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

su argumento es solo un intento de ignorar la realidad de que necesita ayuda de A.A. o de


otra fuente.
El alcohólico que racionaliza acerca de su propia conducta irresponsable tiende también a
encontrar fallas en las actitudes y conducta de los demás. Aunque no niegue sus propias
faltas, intenta ocultarlas a la atención de los demás catalogando con mucho detalle los
errores de su familia, amigos, patrón, y los de todos aquellos investidos de autoridad. Pero
esto salta a la vista. Realmente no está interesado en reformarse, sino que más bien en
decir con un poco de veracidad: "Miren, no soy tan distinto de todos los demás".
La maniobra de la proyección superficialmente se asemeja mucho a la de la
racionalización. Por medio de la proyección el alcohólico encuentra en los demás lo que es
inaceptable para sí mismo. Esto implica una gran falta de percepción y es un intento de
deshacerse de sus intolerables sentimientos y motivos al reconocerlos en los demás.
Puede interpretar la conducta de ellos como un comportamiento motivado por
sentimientos que inconscientemente siente que son indignos de él. Puede acusar a otros
de criticar en exceso, aunque esto describa su propia actitud hacia sí mismo. La maniobra
de la proyección puede llevarlo a acusar a otros de que desean se emborrache, o puede
acusar a sus amigos de A.A. de que están bebiendo. Puede también acusar a otros de que
sospechan que él esta bebiendo.
La maniobra clásica de la borrachera seca es la reacción exagerada. Puede darle una
aparente intensidad desproporcionada de emoción a un suceso o desventura. A veces
alberga un terrible resentimiento contra un superior por razone más bien triviales o por
ninguna razón evidente. Puede reaccionar con violencia extraordinaria al perder en un
juego de barajas o al no recibir una llamada telefónica. Al reaccionar de esta forma,
evidentemente descarga su cumulo de frustración, calera y resentimiento en un objeto
exterior. Esto a veces puede ocurrir en una situación que en cierta forma se asemeje a
una mayor frustración en su vida. Es incuestionable el peligro de la frustración dominante
del alcohólico.
Algunos alcohólicos que llegan a padecer de una borrachera seca parecen conocer todas
las soluciones. Rara vez carecen de las palabras apropiadas para hacer su auto
diagnóstico. Su conocimiento y percepción interior son bastante impresionantes en
apariencia, contrariamente a la percepción interior genuina que no es tan convincente.
Son sumisos...
El fenómeno de la sumisión implica una contradicción entre el dicho y el hecho. El
alcohólico parece la crítica y habla detalladamente acerca de sus defectos personales.
Pero no puede traducir sus palabras en actos efectivos. Su sumisión crea en otros la
esperanza de buenos resultados por llegar. Habiendo articulado sus problemas y dado
evidencia de que sabe cómo eliminarlos, el alcohólico parece estar en una situación de
poder actuar con efectividad para su propio bien. Pero sus hechos no son nunca iguales a
sus promesas.
La sumisión proviene de la tendencia del alcohólico de evitar las molestias. Le gusta
deslizarse a través de las veredas de la menor resistencia, tanto en sus relaciones
personales como en sus actividades de trabajo. Es un esquivador experto, a través de la
práctica, que reflexivamente elige la alternativa que presente la menor cantidad de
molestias inmediatas cuando se ve precisado a tomar decisiones. Sabe, y los demás lo
saben, cual es el curso de acción responsable a seguir, pero su conducta es predecible y él

4
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

gana todas las partidas en el juego de la esquivación. Su estancia en A.A. puede hasta ser
usada para adoptar otra forma de sumisión para minimizar su malestar. Utilizando el
peculiar vocabulario de A.A., puede explayarse respecto de sus "defectos de carácter" o
de la "ingobernabilidad de su vida", porque sabe bien que, de decir lo contrario, incurrirme
en el desagrado de sus compañeros de A.A., lo que le ocasionara molestias. Su sumisión
es de dientes para afuera a los principios que podrán darle el bienestar de que carece. El
acto de hablar sobre sus faltas parece disipar, por el momento, la necesidad de hacer algo
para corregirlas. Vagamente se percata dentro de sí mismo de una necesidad de cambiar.
Pero la maniobra defensiva de la sumisión esta ideada para evitar un reconocimiento
pleno de una situación inaceptable.
El alcohólico que está padeciendo de una borrachera seca parece incapaz de tener una
evaluación realista de sí mismo. En la mayor parte de los casos esto significa que no
puede verse a sí mismo como lo ven los demás. Por desagradable que haya llegado a ser
su vida, persiste en considerarse exento de culpa, víctima de circunstancias fuera de su
control. Mientras más firmemente convencido esta de su falta de culpabilidad, más tenaz y
listo es para resistirse a la ayuda, ya que el primer paso hacia la recuperación de su
situación consisten en aceptar su responsabilidad de ella. Para aquellos que sinceramente
desean ayudarle, el problema inmediato consiste en proporcionarle las condiciones y
situaciones dentro de las que pueda empezar a lograr una evaluación realista de sí mismo.
Más adelante se tratara la cuestión de cómo puede lograrse esto.
Es difícil para la familia del alcohólico proporcionar estas condiciones. Es el centro de los
agravios familiares. La reacción de la familia a su conducta puede variar desde el
desaliento y la confusión hasta la depresión, el resentimiento y la amargura. Es difícil,
pero no imposible, que los miembros de la familia permanezcan objetivos en su relación
con el alcohólico. S Su conducta ha sido descrita como irrealista. Lo que necesita
desesperadamente es precisamente objetividad que la familia no le puede dar. En algunos
casos puede ser necesario hace uso de la coerción para que el alcohólico se preste a
recibir ayuda. La familia que trata de hacer esto por sí misma con frecuencia tiene que
enfrentarse a consecuencias desastrosas tanto para el alcohólico como para ella misma,
particularmente cuando pierden los miembros de ella el control de sí mismos y la
objetividad en él procesa de hacerlo.
La ayuda exterior es la alternativa más satisfactoria para todos los involucrados. Hay
centros de remisión, centros de consultoría, los grupos familiares de Al-Anon y A.A. son
grupos ampliamente conocidos. Alcohólicos Anónimos es la mejor fuente para una ayuda
inmediata. Los centros de remisión proporcionan información para la familia, ayuda para
llegar a las decisiones relativas a la necesidad de tratamiento, y remisión para las fuentes
adecuadas de terapia. Los centros de consultoría tienen personal entrenado y capacitado,
cuya especialidad son los problemas derivados del alcohol. Estos centros están equipados
para ayudar al alcohólico a manejar su situación en lo particular. Generalmente son para
consulta externa.
os grupos familiares de Al-Anon proporcionan a la familia el alcohólico el apoyo en sus
intentos de tratar constructivamente con el alcohólico. Son particularmente valiosos
cuando el alcohólico se muestra resistente a la ayuda exterior. Los miembros del grupo
están muy familiarizados con el síndrome de la borrachera seca, y pueden proporcionarle
a la familia una riqueza de información práctica. En algunos casos, el padrino de A.A.

5
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

puede también ser una valiosísima fuente de ayuda para el alcohólico. En consecuencia,
están en buena situación para ayudar a que se tomen decisiones. En circunstancias
adecuadas, puede ser efectivo para persuadir al alcohólico de que por sí mismo busque
ayuda.
El alcohólico que padece de una borrachera seca vive una existencia empobrecida. Su
experiencia pasada y su tensión presente le impiden lograr la satisfacción de que otros
disfrutan en la vida. Experimentan limitaciones agudas en su capacidad para crecer, para
madurar y para beneficiarse de las posibilidades que brinda la vida. Carece de la frescura
y espontaneidad que otros alcohólicos genuinamente sobrios manifiestan, aun cuando
pueda ser impulsivo. Su vida es un sistema cerrado, y sus actitudes y conducta son
estereotipadas, repetitivas y consecuentemente, predecibles. Carece de la capacidad de
escoger, entre alternativas, el curso de acción que pueda ser mejor para él. Sus opciones
son pocas y estériles, y no puede sorprender a nadie cuando se excede.
Toda la evidencia existente apunta a la necesidad de que aprenda a conocer la humildad y
a darse cuenta de que hay un poder superior a él, antes de que pueda experimentar una
sobriedad genuina. Una medida desusada de autodisciplina debe acompañar este proceso
de desinflamiento del ego. Al principio, la autodisciplina respecto de honestidad, paciencia,
y responsabilidad será fastidiosa, porque estará acoplándose a un modo de vivir que le
parecerá arbitrario y difícil. Pero, con un esfuerzo sostenido para el logro de la
autodisciplina, crecerá en su aceptación del malestar y hasta el dolor a corto plazo,
conforme trabaja para llegar a la meta a largo plazo de una sobriedad genuina y duradera.
Vale la pena hacer notar que el alcohólico que está consciente de la tensión mental de la
borrachera seca instintivamente tratara de involucrarse más en los asuntos de A.A. Su
familia y amigos pueden oponerse a esta idea, sintiendo que ya está pasando el tiempo
suficiente en A.A. Deben ser advertidos de que debe, hasta donde le sea posible, resolver
su asociación con A.A.
Se le debe dar todo el ánimo para que medite concienzudamente si los Doce Pasos de
A.A. son todavía validos para él. Es de esperarse que empezara a darse cuenta de la
irónica insensatez del alcohólico que piensa que su vida se ha vuelto súbitamente
gobernable otra vez; cuyo sano juicio está fuera de duda; que no ve la necesidad de
poner su vida en manos de un poder superior a sí mismo; que piensa que los inventarios
personales son innecesarios, ya que rara vez deja de tener la razón; y que ya no está
sujeto a la embarazosa necesidad de reparar los daños que haya cometido. Una vez que
se percate de esta ironía: de que él, el todavía ingobernable, todavía impotente, es quien
ha hecho esta "recuperación" notable podrá sentirse lo suficientemente mortificado para
desear cambiar.

6
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Síntomas de la Borrachera Seca


Primer síntoma: inmadurez e infantilismo, estancamiento del crecimiento
emocional y persistencia de las dependencias.

El niño rey
―Con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. No
tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey‖.
Canción popular mexicana. José Alfredo Jiménez.
Una de las características principales del perfil psicológico de los alcohólicos es la
inmadurez emocional. En la psicobiografía de la mayor parte de los adictos al alcohol
encontramos antecedentes de rechazo afectivo, sobreprotección o responsabilidad
prematura. Estas vivencias infantiles determinan un retraso en el desarrollo de su
personalidad que da lugar a que este tipo de personas inseguras ansiosas, egocéntricas,
con baja autoestima y una serie de complejos que impiden un Optimo desarrollo de su
personalidad.
Al llegar a la adolescencia, surge una serie de fenómenos como la aparición de los
caracteres sexuales secundarios, la atracción por el sexo opuesto, la necesidad de ser
aceptado en su grupo de iguales, la búsqueda de una identidad propia y una mayor
presión social para el cumplimiento de responsabilidades escolares, familiares y sociales.
Estos futuros alcohólicos, al enfrentar esta serie de presiones, generan una gran angustia
que les produce un intenso malestar psicológico y al mismo sentirse incompetentes para
satisfacer esas necesidades.
Pero es también en la época de la adolescencia cuando se tienen los primeros contactos
con el alcohol. El inmaduro emocional, lleno de complejos y limitaciones en sus relaciones
interpersonales, al experimentar con alcohol, descubre una sustancia maravillosa que
transforma su personalidad y lo convierte de tímido en audaz, de cobarde en valiente, de
introvertido en extrovertido, de antipático en simpático y de lacónico en locuaz.
Es así, como este inseguro angustiado encuentra en el alcohol una muleta emocional que
le ayuda a sobrecompensar sus limitaciones psicológicas. De esta forma se inicia una
carrera que empieza por el uso, continua con el hábito, sigue con el abuso y termina con la
adicción al alcohol.
El alcoholismo es una enfermedad que produce un desgaste físico y psicológico
impresionante. La principal característica del desgaste psicológico del alcohólico es la
parálisis de su desarrollo emocional. Es decir, un alcohólico activo no crece
emocionalmente.
Está psicológicamente atrofiado porque para enfrentar los diferentes conflictos de su vida
o para evadirse de ellos, alcohol. Por lo tanto, en el alcohólico se presenta el fenómeno de
llover sobre mojado ya que antes de empezar a beber ya presentaba serias limitaciones
en el proceso de madurez de su personalidad, que eventualmente lo llevaron al
desarrollo de su alcoholismo, que a su vez produjo un estancamiento en ese proceso de
crecimiento emocional.
Pero una vez que el alcohólico decide dejar de beber y alcanza la abstinencia, persiste aun
la inmadurez emocional. La abstinencia por sí sola no provoca un crecimiento emocional,
sino que, el alcohólico en recuperación una vez que ha alcanzado un tiempo razonable de
abstinencia debe de empezar a trabajar en su crecimiento emocional. Por eso decimos

7
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

que el alcohólico que deja de beber, pero que no crece emocionalmente padece del
Síndrome de la Borrachera Seca. Este primer síntoma de la borrachera seca constituye el
núcleo central del síndrome. Los otros once síntomas son en cierta forma, consecuencia
de una inmadurez emocional.
Al inmaduro emocional le llamamos el niño rey porque su comportamiento es típico de un
individuo terriblemente egocéntrico que exige todos los derechos del niño, pero que no
cumple ninguna obligación del adulto. En otras palabras, cuando le conviene se comporta
como niño y cuando le conviene se comporta como adulto autoritario.

Las principales características del perfil psicológico del niño rey son las
siguientes:

• Infantilismo • Demandancia excesiva • Egoísmo • Narcisismo


• Intolerancia a la frustración • Caprichos • Inconsistencia
• Inconstancia • Dependencias emocionales • Superficialidad
• Manipulación • Incapacidad de aplazar satisfacciones
• Rebeldía ante la autoridad • Egocentrismo • Irresponsabilidad
• Pasividad

Los factores socioculturales también han influido mucho en el desarrollo del perfil
psicológico del niño rey. El machismo, la sobreprotección maternal, los roles
tradicionales de género en la familia mexicana, la sumisión de la mujer etcétera
han sido factores que han contribuido mucho a la configuración de este tipo de
alcohólicos, que son psicológicamente débiles pero que ejercen un dominio
basado en la fuerza física o en el poder económico.
En los hogares del niño rey, por lo general, la esposa o la madre son
psicológicamente fuertes. Para el niño rey la madre y la esposa son la misma
cosa, pues este tipo de personas siempre buscan una esposa con
características muy maternales y que no sea otra cosa que la continuación de su
madre. El niño rey domina a su esposa pero al mismo tiempo depende mucho de
ella; no puede vivir sin su esposa-madre y aunque suele engañarla, agredirla y
humillarla no puede tolerar que lo abandone o que lo ignore. Erich Fromm en su
Socio psicoanálisis del campesino mexicano describe esta dinámica en la familia
del campesino mexicano llamándolo el patriarcado minado, porque ese núcleo
familiar en donde aparentemente domina el hombre, la verdaderamente fuerte es
la mujer (madre o esposa), por lo que Fromm lo describió como ―un matriarcado
disfrazado de patriarcado―.
La irresponsabilidad, la inconsistencia y la inconstancia son otras características
típicas del perfil psicológico del niño rey. Son individuos que les cuesta mucho
trabajo asumir responsabilidades y tienden a evadirlas constantemente. Son
inconstantes e inconsistentes porque no terminan lo que empiezan. A veces se
ilusionan con un proyecto, lo empiezan con mucho entusiasmo y al poco tiempo se
aburren y lo abandonan. Este tipo de personas son de impulsos cortos pues les
cuesta mucho trabajo mantener una disciplina que implique perseverancia. El ser
irresponsables los hace atenidos. En muchas familias de niño rey la esposa es

8
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

quien aporta la mayor carga económica. En otros casos son los padres o los
hermanos quienes los mantienen.
Obviamente al niño rey le molesta sobremanera que le impongan reglas o
limitaciones. Son individuos caprichosos, cuya intolerancia a la frustración los
incapacita a aplazar satisfacciones. Casi siempre se salen con la suya mediante
caprichos, chantaje sentimental o manipulación. Estas características los llevan a
tener casi siempre conflictos con la autoridad, llámese padre, madre, hermanos,
autoridades civiles, policía, médico o sacerdote. Es por ello que casi siempre les
gusta llevar la contraria. Son oposicionistas por naturaleza.
Finalmente son individuos egoístas, narcisistas y egocéntricos. Esto es
consecuencia de un mecanismo de sobre compensación a sus complejos de
inferioridad. Desean llamar la atención, ser el centro de atracción. Les gusta ser ―en
las bodas la novia y en los entierros el muerto―. Están siempre atentos a sus
propias necesidades, pero poco les interesan los sentimientos o las
necesidades de los demás. Esto provoca decepción y resentimientos en las
personas involucradas sentimentalmente con ellos.
Muchos alcohólicos que han dejado de beber, que son miembros de Alcohólicos
Anónimos (AA) y que ya han cumplido varios aniversarios sin recaer en el alcohol,
persisten manifestando estas características de personalidad. Evidentemente
estas personas sufren de un Síndrome de Borrachera Seca, pues a pesar de la
abstinencia de alcohol no han trabajado en su crecimiento emocional y esto los
expone o a una recaída o a que lleven una vida muy pobre emocionalmente,
con problemas familiares crecientes y una insatisfacción permanente. Una
importante cantidad de matrimonios de alcohólicos se divorcian después de un
lapso prolongado de abstinencia del alcohólico. Esta situación, aparentemente
contradictoria, no es más que la expresión de la desilusión y el desencanto de la
esposa, que esperaba un cambio más satisfactorio en el alcohólico y no
simplemente una abstinencia mediocre.
Solamente mediante de un trabajo psicoterapéutico consistente se puede lograr
un mejor autoconocimiento y una auto aceptación que lleve a un conocimiento
más objetivo de cuáles son las áreas de la vida que requieren de un cambio.
Este trabajo se puede desarrollar en algunos casos, por medio del programa de
los doce pasos, pero en otros casos de neurosis más severas no es suficiente el
apoyo de los grupos de autoayuda y debe recurrirse a una psicoterapia
profesional.

Segundo síntoma: actitud permanente de deshonestidad ante sí mismo


y con los demás.
Maestros de la excusa y campeones del pretexto

El gran problema de la mentalidad del alcohólico es que la mentira y la


deshonestidad fueron utilizadas tanto tiempo para justificar su conducta adictiva
que quedó condicionada a su mente como un mecanismo automático que le
cuesta mucho trabajo manejar en la etapa de recuperación.
En el proceso de recuperación del alcohólico (y del adicto en general) uno de los

9
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

elementos que más trabajo le cuesta lograr al que se está rehabilitando es


recuperar la confianza de los demás. De hecho, uno de los objetivos claves en la
rehabilitación de los adictos es recuperar la confianza de los demás,
especialmente de sus seres queridos.
Y es que, en general, los alcohólicos y los adictos a otras drogas se vuelven
unos mentirosos consumados, profesionales del engaño, la mentira o, en el
mejor de los casos, la verdad a medias como un instrumento para obtener la
droga, disimular sus efectos o justificar el sistemático abandono de las
responsabilidades que generan la adicción al alcohol y a las drogas.
La más peligrosa de las herramientas psicológicas del adicto es la lengua. El
alcohólico se torna un hablador profesional. Su inseguridad y sus complejos de
inferioridad lo llevan a desarrollar fantasías compensatorias sobre su persona y
su vida, fantasías que se convierten en mentiras que termina por creer él mismo.
Sonia S., una alcohólica recuperada con seis años militando en los grupos de
Alcohólicos Anónimos (AA), refería que ella siempre se avergonzaba de su familia,
por ser de condición humilde. Cuando conoció a su novio, que era de una posición
social y económica más alta, siempre le mintió sobre su familia diciéndole que
radicaba en Estados Unidos y que ella vivía con unos parientes. Cada vez que
tenía que contestar alguna pregunta que su novio le formulaba acerca de su
familia, ella respondía con mentiras, mentiras que tenían que ser respaldadas por
otras mentiras, hasta tejer una red de engaños en la que ella misma terminó
atrapada, pues cuando decidieron formalizar los arreglos para la boda se
descubrió toda la verdad. Tal fue la decepción del novio por la actitud deshonesta
de ella que canceló la boda. Esta situación influyó para que Sonia desarrollara su
alcoholismo, del que felizmente se ha recuperado, teniendo en la actualidad como
principio fundamental de su recuperación decir siempre la verdad, pase lo que
pase.
Sin embargo, muchos alcohólicos y adictos en recuperación continúan siendo
maestros de la excusa y campeones del pretexto; siguen haciendo promesas
que no cumplen; presumen lo que no tienen; manipulan a los demás para obtener
beneficios; chantajean para controlar a otros; engañan a sus cónyuges; hacen
trampa; practican corruptelas; piden prestado y no pagan; venden kilos de 800
gramos; dicen que son solteros siendo casados; no respetan sus compromisos;
son convenencieros y acomodaticios; no respetan la ley ni los reglamentos; no
son sinceros, dicen una cosa y hacen otra y no logran recuperar la confianza de
los demás, sobre todo la de sus seres queridos más cercanos. Estos alcohólicos
en recuperación son borrachos secos que no han logrado superar su
deshonestidad. A estos borrachos secos les gusta que les digan que mintieron
mucho en el pasado, pero odian que les digan que siguen mintiendo a pesar de
que ya no beben
Esta incapacidad de superar la deshonestidad no es más que un síntoma de
inmadurez. Como dice Ann Landers: ―Madurez significa confiabilidad; mantener la
propia palabra, superar la crisis. Los inmaduros son maestros de la excusa, son
los confusos y desorganizados, sus vidas son una mezcla de promesas rotas,
amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se

10
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

convierten en realidad―. 0 como sentencia Patrón Luján: ―Ser hombre es tener


vergüenza, sentir pena de burlarse de una mujer, de abusar del débil o de mentir
al ingenuo―.

Del engaño al autoengaño


Además de la inmadurez, otro mecanismo psicológico que determina la
deshonestidad es la negación. El adicto es negador por naturaleza. No acepta su
realidad: ni su realidad alcohólica ni su realidad no alcohólica. Esto puede
constituir la raíz de su tendencia a la deshonestidad.

―El engaño a los demás casi siempre tiene sus raíces en el engaño a nosotros
mismos―, sentencia el Grapevine de agosto de 1961. El alcohólico es una
persona que vive permanentemente autoengañada como consecuencia de la
no aceptación de su realidad, y esto lo lleva a desarrollar el mal hábito de
engañar a los demás. Pero como se cree sus propias mentiras, en ocasiones
se siente víctima de los demás porque no le creen ni le tienen confianza.

0tra forma de deshonestidad es la proyección. Proyectarse es ver en otras


personas nuestros propios defectos, debilidades y desviaciones. Cuando en el
proceso de recuperación del alcoholismo o la drogadicción se piensa más en los
defectos de otras personas que en los propios, se está cayendo en un mecanismo
de evasión de nuestra propia realidad que no es más que una forma de
deshonestidad hacia uno mismo. Bill W. en una de sus cartas (1966) se refiere a
esta forma de deshonestidad de la siguiente manera: ―Esta es una forma sutil y
perversa de la satisfacción de sí mismo que nos permite seguir cómodamente
inconscientes de nuestros defectos―.

Finalmente, el otro mecanismo de defensa psicológico que hace del alcohólico el


rey del pretexto es la racionalización.
El alcohólico y el adicto a drogas siempre racionalizaron su necesidad compulsiva
de alcohol y drogas al tratar de justificar con pretextos el porqué consumían. Una
vez que dejan el alcohol o las drogas siguen racionalizando alrededor de su
realidad no alcohólica. Racionalizan sus actitudes deshonestas en su hogar o en
su trabajo. Siempre encuentran un pretexto para justificar por qué no han
cumplido una promesa o no terminaron un proyecto. Ya no beben, ya no
consumen drogas, pero siguen fallando, siguen fracasando, siguen
saboteándose el éxito, y siempre encuentran un pretexto para salir bien librados
y no aceptar su verdadera realidad.
Precisamente cómo y cuándo decimos la verdad —o nos quedamos callados— a
menudo puede representar la diferencia entre la auténtica integridad y la falta
completa de ésta.
Complementamos esta idea con lo que se lee en la página 68 del libro grande
de los Alcohólicos Anónimos: ―Más que la mayoría de las personas, el alcohólico
lleva una vida doble, tiene mucho de actor. Ante el mundo exterior representa su
papel de actor. Este es el único que le gusta que vean sus semejantes. Quiere

11
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

gozar de cierta reputación, pero sabe en lo más Intimo de su ser que no se la


merece―.
¿Honestidad absoluta?
Todo lo anterior no quiere decir que la única forma de no padecer de una
borrachera seca sea practicar una férrea, absoluta y fundamentalista
honestidad. Sólo Dios puede saber lo que es la honestidad absoluta, por lo tanto,
cada uno de nosotros tiene que formarse una idea de lo que puede ser este
magnífico ideal según su propia capacidad.
En otra de sus cartas (1966) Bill W. afirma: ―Falibles como somos y que seremos
todos en la vida, seria presuntuoso creer que pudiéramos en realidad lograr la
honestidad absoluta. Lo mejor que podemos hacer es esforzarnos por mejorar la
calidad de nuestra honestidad―.
Lo anterior constituye una característica de la sobriedad que es el equilibrio. En la
superación personal del alcohólico en recuperación hay que evitar los
perfeccionismos y los fundamentalismos y la honestidad absoluta es, como se
menciona líneas arriba, una cualidad exclusiva de Dios.
Algunas preguntas que me ayudarán a saber si soy honesto
Cada quién en su interior sabe perfectamente si está actuando con integridad
en la vida, si es congruente con lo que piensa, lo que dice y lo que hace, y
esgrime la verdad como herramienta fundamental de su existencia o si la
mentira es una forma de hábito existencial.
Sin embargo, la mente del alcohólico es traicionera y lleva, con frecuencia, al
autoengaño, por lo que, muchos alcohólicos en recuperación creen que son muy
honestos cuando en realidad no lo son tanto.
Estas cinco preguntas ayudarán al alcohólico en recuperación a reconocer el
grado de honestidad en su comportamiento.

1. ¿Soy honesto conmigo mismo acerca de mis motivaciones?


Aquí la respuesta correcta obviamente es Si. Sin embargo, es común que los
alcohólicos en recuperación se auto engañan con respecto a la autenticidad de
sus motivaciones, por ejemplo: el miembro del grupo de AA que un desusado
interés por ayudar a la compañera que acaba de incorporarse, cuando su
motivación real es seducirla; o aquel otro que asiste diariamente a sus juntas y se
queda varias horas charlando con los compañeros después de la sesión, cuando
su verdadera motivación es evadir de los problemas que tiene con su esposa.
2. ¿Trato de buscar pretextos para justificar mis faltas?
La respuesta correcta es No. No busco pretextos sino que acepto mis faltas y
trato de superarlas. El borracho seco practica a la perfección el libro de oro de los
pretextos. Nunca asume la responsabilidad de sus fallas o de sus defectos.
Siempre encuentra un culpable a quien responsabilizar: ―Llegué tarde porque
había mucho tráfico―, ―No fui a trabajar porque se enfermó mi abuelita―, ―Reprobé
por culpa del profesor―, ―No tengo dinero por culpa del gobierno―, etcétera.
3. ¿Procuro no decir mentiras, ni siquiera pequeñas?
Aquí se debe responder Si. Procuro nunca mentir ni siquiera decir mentiras
piadosas.

12
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

La mayoría de los adictos en recuperación siguen diciendo mentiras, sobre todo


de las pequeñas, hábito que adquirieron en su etapa de alcoholismo activo.
Muchos piensan que no tiene importancia decir mentiras pequeñas o mentiras
piadosas; algunos prefieren las medias verdades. No hay que olvidar que las
medias verdades son medias mentiras y, por tanto, una forma de
deshonestidad.
4. ¿Puedo ser íntegro con los demás manifestándoles quien soy?
La respuesta correcta es Si. No me apena decirles a los demás quien soy y qué
enfermedad padezco. Muchos alcohólicos, presuntamente en recuperación,
siguen negándose a sí mismos porque les apena mucho que los demás se
enteren. Niegan su origen, niegan su situación social y económica, niegan su
enfermedad, niegan sus debilidades y se convierten en actores que están
representando un papel para cuidar su imagen ante los demás, esto les impide
ser auténticos y, en consecuencia, no son sinceros y mienten con frecuencia.
5. ¿Tengo cuidado de no ser hostil o maligno bajo la capa de la honestidad?
La respuesta aquí también deberá ser afirmativa. Muchos alcohólicos que llevan
mucho tiempo en recuperación y que han adquirido cierto prestigio ante sus
compañeros de grupo, caen con frecuencia en la tentación del poder o del
prestigio y quieren controlar o manipular a los compañeros menos antiguos. En
ocasiones sienten envidia, resentimiento o antipatía y entonces los agreden o
satanizan argumentando que lo hacen por su bien. Asimismo, asumen estas
actitudes con sus seres queridos, amigos o compañeros de trabajo.
Desarrollar el hábito de la sinceridad, la honestidad y la honradez es una de las
metas fundamentales para quien aspira a alcanzar la sobriedad. Esto requiere
de una gran disciplina, auto observación y autovigilancia. Ser auténtico, Integro y
congruente con lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace implica
desarrollar a satisfacción la virtud de la honestidad.
Terminamos con el pensamiento de Confucio: ―El hombre honrado es el que
subordina su derecho a su deber―.
Tercer síntoma: amargura e insatisfacción existencial por persistencia de
los resentimientos.

El escorpión amargado
El alcohólico (y el adicto en general) cuando inicia su proceso de recuperación se
enfrenta a dos serios problemas de insanidad mental: La culpa y el
resentimiento. Ambos son sentimientos disruptivos que ponen en evidencia que la
persona en recuperación no ha logrado desencadenarse del pasado. No ha
logrado su verdadera liberación. Sigue atrapado por los fantasmas del ayer que le
impiden un correcto y adecuado manejo del presente. Es el alcohólico en
recuperación que no ha logrado ni perdonarse (culpa) ni perdonar a los demás
(resentimiento).
La culpa será motivo de un análisis posterior dentro de los doce síntomas de la
borrachera seca. Ahora analizaremos uno de los más frecuentes y que con más
tenacidad impiden el verdadero crecimiento del adicto en recuperación: el
resentimiento.

13
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

El escorpión, llamado también alacrán, es un arácnido de vida nocturna, que


pasa el día oculto bajo las piedras y por la noche sale a cazar. Su característica
más llamativa es el agudo aguijón en que termina su cola. Este aguijón está
provisto de una glándula venenosa y cada vez que pica segrega una tóxica
ponzoña con la que suele destruir o dañar a sus víctimas. Se dice que cuando el
escorpión no logra picar a su víctima, se clava a sí mismo su venenoso aguijón
provocando su muerte.
A veces los seres humanos y, en especial, los adictos en recuperación, que no
han tenido la posibilidad de liberarse de sus resentimientos, se comportan de
una manera similar a estos arácnidos y, a pesar de que están en abstinencia de
alcohol o limpios de drogas, la persistencia de sus resentimientos los hace caer en
una crónica amargura existencial que les impide alcanzar el estado de sobriedad.
Este es otro tipo de borracho seco a quien hemos nombrado el ―escorpión
amargado―.

El resentido vaga por el mundo como escorpión; envenena todo, y cuando su


aguijón falla en su intento de agredir, se pica a sí mismo provocando su propia
destrucción.
El resentimiento es un sentimiento natural. Todos lo hemos sentido. De hecho,
en algunas ocasiones, el resentimiento (positivamente manejado) puede ser útil,
por ejemplo, cuando provoca que una persona se levante y actúe en forma
positiva, sin embargo, lo que generalmente ocurre con los alcohólicos y adictos es
que manejan el resentimiento negativamente lo cual empeora su situación.

Existen muchos alcohólicos y adictos a drogas que, aunque ya no beben ni


consumen drogas, siguen resentidos. Resentidos con la vida, resentidos con sus
padres, con sus hermanos, con su exnovia, con su cónyuge, con algún amigo o
con su jefe. Y aunque están abstemios, el resentimiento persistente ha impedido
esa liberación que les permitirá disfrutar de todas aquellas cosas agradables de
la vida que generan serenidad y plenitud.

En otras palabras, el resentimiento provoca amargura y la amargura impide la


plenitud de vida.
Resentimiento quiere decir volver a sentir. El resentido está atrapado en ese
sufrimiento psicológico que provoca el rencor. El resentido sigue sintiendo esa
desagradable sensación porque de alguna manera se mantiene encadenado al
recuerdo. Está atrapado. No puede salir.
El resentido está anclado en el pasado. La situación que generó el resentimiento
queda guardada en su memoria emocional y, cada vez que evoca, en su
interrelación con otras personas a lo largo de su vida situaciones semejantes,
vuelve a sentir (re-sentimiento) el dolor psicológico de la primera experiencia,
repitiendo lo ocurrido una y otra vez en su mente. Al repetir esto durante mucho
tiempo, el resentimiento se alimenta solo y el resultado es que el resentido se
envuelva en la autoconmiseración.
Lo anterior hace que el resentimiento se vuelva la fuerza propulsora de sus

14
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

vidas; por supuesto, una fuerza propulsora muy negativa que convierte al
resentido en ese escorpión que va emponzoñando a todo el que se le acerca y
que finalmente termina destruido por su propio veneno.
Hay resentidos famosos en la historia que hicieron de su resentimiento la fuerza
propulsora de sus vidas. Tal es el caso de Adolfo Hitler, que con su
resentimiento ancestral hacia los judíos desencadenó el terrible holocausto, o el
reciente caso del terrorista saudita Osama Bin Laden que tanta destrucción
provocó con su rencor hacia los estadounidenses.
Cuando te encuentras ocupado resintiendo a alguien o algo, ese alguien o algo
está controlando tu vida en ese momento. Tu resentimiento ocupa todo tu tiempo
y energía y no deja espacio para el desarrollo de tu salud mental y espiritual.
―El resentimiento es el ofensor número uno. Destruye más alcohólicos que
cualquier otra cosa, de esto se derivan todas las formas de enfermedad
espiritual...‖ (Libro grande de AA, pág. 60).
‖Es evidente que una vida en la que hay resentimientos profundos sólo conduce
a la futilidad y a la infelicidad. En el grado exacto en que permitamos que esto
ocurra, malgastamos más horas que pudieron haber sido algo que valiera la
pena‖ (Op. cit., pág. 62).

¿Hacia quién se tienen resentimientos?


Uno puede estar resentido con personas. Estas personas pueden ser miembros
de la familia o individuos fuera de ella. Podemos tener resentimientos muy
antiguos o más actuales. También podemos estar resentidos con personas vivas
o con quienes ya murieron.
El resentimiento también se puede dirigir a las instituciones: el gobierno, la
policía, las escuelas, la iglesia, las empresas trasnacionales, el ejército,
etcétera.
También se puede estar resentido contra ciertos principios: leyes, códigos
morales, los diez mandamientos, las reglas de la moda, el reglamento de
tránsito, las obligaciones fiscales, entre otros.
Es importante la identificación de los resentimientos, por ello se recomienda a
todos los adictos en recuperación que hagan una lista cuidadosa de las
personas, las instituciones y los principios con los que están resentidos.
Causas del resentimiento
Una vez elaborada esta lista de personas, hay que reflexionar en cada uno de
ellos y analizar cuál fue la causa del resentimiento. En muchas ocasiones, las
raíces del resentimiento son inconscientes y ciertos mecanismos de defensa
psicológicos impiden a la persona llegar a las verdaderas causas, por lo que en
estos casos se hace necesaria la ayuda de un psicoterapeuta profesional que
ayude a esclarecer los verdaderos motivos. En otros casos, la simple reflexión o
trabajar un cuarto y quinto paso con los compañeros del grupo permite conocer la
causa de este dolor psicológico.
Por ejemplo: Oscar F., alcohólico en rehabilitación, mencionaba en su historial que
sentía un gran resentimiento hacia sus padres y su hermano menor, porque
cuando éste nació, lo desplazó de su posición de hijo consentido, lo que le hizo

15
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

bajar su autoestima, posteriormente, el hermano menor fue más afortunado en


sus estudios y con las mujeres, lo que agudizó los complejos y el resentimiento
de Oscar. (Resentimiento contra personas).
Alfonso P. mencionaba sentirse muy resentido con la policía, porque en una
ocasión lo acusaron injustamente, lo ridiculizaron y lo amenazaron con
encarcelarlo, por lo que tuvo que darles dinero para que lo soltaran. A raíz de esa
experiencia, Alfonso no solamente odia a la policía sino a toda persona que
represente autoridad (resentimiento contra instituciones).
Alicia Z. comedora compulsiva y con muchos sentimientos de minusvalía y baja
autoestima por ser obesa, sentía una gran animadversión contra todo lo que
fuera reglas de la moda, culto al cuerpo esbelto o prendas de vestir femeninas
que exaltaran la figura delgada. Inclusive sentía antipatía por actrices o
cantantes de moda que eran admiradas por su buen cuerpo (resentimiento
contra principios).
El que está resentido contra instituciones o principios, hostiliza a las personas
que representan, simbolizan o simplemente los asocia con tales instituciones o
principios.
Reflexionar sobre los resentimientos, hablar sobre ellos, analizarlos, asociarlos
con otros fenómenos emocionales e investigar sobre sus posibles causas,
permitirá descubrir muchos factores irracionales que giran en torno a ellos. Este
es un buen principio para empezar a superarlos.

¿Qué afecta mi resentimiento?


El resentimiento no es más que una forma de enojo, porque algo o alguien está
amenazando las necesidades instintivas de pertenencia y aceptación social
(autoestima, orgullo y relaciones interpersonales positivas), de seguridad
(emocional y material), de relaciones sexuales así como de las ambiciones en
general (sexo, poder y prestigio).

Es muy importante que quien trabaje en sus resentimientos logre conectar con
quién está resentido, la causa del resentimiento y las necesidades instintivas
que estén amenazadas por la causa del resentimiento.
Por ejemplo, en el caso de Oscar F, él se sentía resentido con su hermano
menor porque por su causa sus padres lo relegaron (al menos, ésta es su
vivencia subjetiva). Al sentirse rechazado y falto de afecto, sintió seriamente
amenazadas sus necesidades instintivas de autoestima, orgullo y relaciones
personales positivas.

El mal manejo del resentimiento


Generalmente, el resentido maneja inadecuadamente sus sentimientos hostiles
y, casi siempre, este mal manejo lleva a empeorar su situación.

En nuestro ejemplo de Oscar F, el resentido reacciona con soberbia agrediendo


a su hermano y asumiendo una actitud de enojo y de rebeldía ante sus padres,
sin tener la posibilidad de comunicar la verdadera causa de su enojo. Siempre

16
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

utiliza el juego de ―Adivinen por qué estoy enojado―. Su conducta se vuelve


retadora y rebelde. Empezar a beber excesivamente o consumir drogas es parte
de este juego y, desde luego, el inicio de su alcoholismo y adicción a las drogas
(el escorpión autoagrediéndose). Esto provocará una relación muy conflictiva entre
la persona resentida y su familia (sus padres y su hermano). En el caso de
Oscar, esta mala relación fue creciendo al grado que abandonó a su familia y no
quiso saber más de ella; cayó en un severo alcoholismo, sintiéndose expulsado de
su familia y rechazado por la sociedad (un típico cuadro de auto conmiseración)
hasta que tocó fondo y llegó a un grupo de A.A. Después de lograr un año de
abstinencia, trabajó seriamente en su cuarto y quinto paso. Con la ayuda de su
padrino y un psiquiatra especializado en adicciones, logró descubrir la causa de
sus resentimientos. Hoy ha vuelto con su familia y la relación con su hermano
menor h a mejorado muy favorablemente e incluso se han asociado en un exitoso
negocio de refacciones de automóviles. Oscar confiesa que hablar con su familia
de sus ancestrales resentimientos, lo liberó de un gran peso sobre su existencia.
Por eso es importante que, además de analizar con quién estoy resentido, la
causa del resentimiento y qué necesidades instintivas están amenazadas, se
analice también qué es lo que se hizo para ayudar a causar o empeorar la
situación.
Hay cuatro posibilidades, se puede ser egoísta, deshonesto, temeroso o
desconsiderado, o a veces una mezcla de dos o más de estas características.
Usualmente, si se es honesto se verá que en la mayoría de los casos hubo,
parcialmente al menos, un grado de culpabilidad en la situación que provocó el
resentimiento (excepto en los casos de abuso). Casi siempre el resentido,
después de analizar objetivamente todos los factores causales, descubrirá que
ninguno de sus resentimientos era verdadero. Simplemente había transferido su
culpa a otras personas, instituciones o principios.
Uno de los factores que con más frecuencia genera Síndrome de Borrachera
Seca es la persistencia de los resentimientos. Y es que no es fácil superar los
resentimientos si no se trabaja estos conflictos psicológicos con otras personas,
con determinación, mente abierta, honestidad, comunicación, constancia y
humildad

Cuarto síntoma: Permanente sentimiento de culpabilidad con


autodevaluación, minusvalía y tendencia al autocastigo.

Navegando con bandera de culpable

El adicto ha sido desde siempre una persona señalada, acusada, humillada y


avergonzada tan constante e intensamente que ha desarrollado un reflejo
condicionado en torno a la culpa. Pero lo más terrible del caso es que su más
implacable acusador resulta ser él mismo.
Es bien sabido, que el alcoholismo y la drogadicción durante muchos siglos fueron
considerados un grave problema de moral. Un vicio. Hasta nuestros días, todavía
muchas personas, incluyendo médicos, sacerdotes y maestros, siguen

17
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

pensando que aquel que desarrolla cualquier tipo de adicción, es un vicioso que
tiene que ser estigmatizado y expulsado por la sociedad. Todavía se sigue
utilizando la expresión Ya agarró el vicio para referirse al desarrollo de una adicción
a cualquier sustancia adictiva. Recuerden los términos que utilizan los padres
para dirigirse a sus hijos que han sido sorprendidos en el consumo de drogas:
¡Eres un vicioso! ¡Un degenerado! ¡No eres digno de llevar nuestro apellido! Y
quien sabe cuántas cosas más. 0 cómo se expresan los familiares de los
alcohólicos: ¡Eres un sucio y desgraciado borracho! ¡Eres un pobre diablo! ¡Eres
un mediocre bueno para nada!
La culpa genera vergüenza. Los alcohólicos y los adictos a otras drogas siempre
han estado girando alrededor de la culpa y la vergüenza. Los adictos siempre han
sido objetos de la vergüenza de los demás. La familia del alcohólico se
avergüenza de él. No se habla del problema en público, pero en privado siempre
lo están agrediendo y humillando. Los hijos del alcohólico no quieren llevar a sus
amigos a la casa pues sienten vergüenza de su padre. Los padres de los
consumidores de drogas ilegales no quieren hablar del problema y se convierte
en un secreto y en un tabú. Los propios adictos no quieren aceptar que tienen un
problema, pues aceptarlo sería reconocer que tienen un horrible vicio. En otras
palabras, el alcohólico y el adicto a drogas se avergüenzan de sí mismos.
Una gran cantidad de conductas que manifiestan los alcohólicos o los adictos
durante su etapa de actividad generan culpa y vergüenza: los insultos a la
esposa, la agresión a los hijos, aquel accidente automovilístico donde hubo
lesionados y se tuvo que pagar mucho dinero, el empleo que se perdió, las
deudas, los engaños, las mentiras descubiertas, la expulsión de la escuela, la
detención en la cárcel por posesión de drogas, etcétera.
Todo lo anterior va provocando que el adicto se vaya desprestigiando. Va
adquiriendo mala fama. Nadie confía en él. Este desprestigio, esta desconfianza,
esta permanente estigmatización familiar y social va creando en él, un intenso y
permanente sentimiento de culpa y de vergüenza que se va convirtiendo en un
lastre que día con día pesa más sobre su conciencia.
Y aunque en términos generales, el alcohólico y el adicto a las drogas, son unos
rebeldes y subversivos a las normas sociales y aparentemente rechazan los
señalamientos y las condenas de los demás y, hasta en ocasiones asumen una
actitud de cinismo y descaro, en el fondo de su ser son ellos mismos los que
más se autocondenan, los que más se rechazan y se odian a sí mismos y los
que más necesidad neurótica tienen de autocastigarse.

El saboteo al éxito y el no me lo merezco


Un miembro de AA repetía en su catarsis de tribuna una y otra vez: ―La cruda
física es lo que menos duele, pero la cruda moral es un sufrimiento insoportable,
es un tormento intolerable que hace que te odies mas a ti mismo, que vayas
perdiendo gradualmente tu autoestima y que te sientas el peor de los humanos,
el más detestable. Te sientes algo peor que basura, un detestable escupitajo‖.
La culpa genera vergüenza, la vergüenza provoca autodevaluación y minusvalía,
todo esto da lugar a un sentimiento de autorechazo y odio a sí mismo lo cual

18
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

produce una necesidad neurótica de expiación.


Cuando el alcohólico o el adicto a drogas se derrotan a sí mismos y toman la
decisión de la abstinencia y en esos momentos se incorporan a un grupo de
autoayuda o acuden con un profesional, llegan con ese terrible lastre de culpa,
vergüenza, odio y rechazo hacia sí mismos lo cual les impedirá alcanzar la
sobriedad. Por esa razón, el permanente sentimiento de culpabilidad, la
autodevaluación, la minusvalía y la tendencia al autocastigo constituyen uno de
los principales y más frecuentes síntomas generadores de Borrachera seca.
¿Cómo se manifiesta la necesidad neurótica de expiación? La respuesta se
puede dar en dos términos muy sencillos: el saboteo al éxito y el no me lo
merezco.
Como en el adicto, el sentimiento de culpa se ha vuelto un reflejo condicionado
ante cualquier conducta que desarrolle, va navegando por la vida con bandera de
culpable. Y aunque conscientemente se quiere recuperar y desea triunfar en
todas las áreas de su vida, inconscientemente se sabotea el triunfo, pues su
necesidad neurótica de expiación lo lleva a una oculta convicción de que no
merece el éxito, que no merece la felicidad, que la mejor forma de castigar todas
sus faltas es fracasando sistemáticamente en todos sus intentos de superación y
quedarse en una condición de perdedor permanente hasta que sea purificado
de sus culpas.
Y lo más terrible del caso es que muchos alcohólicos o adictos a drogas que
logran una abstinencia prolongada son perdonados por sus seres queridos, por
sus amigos, por su jefe, por sus compañeros de trabajo, por su pareja. Desde
luego que también son perdonados por Dios (o su Poder Superior) porque ellos
mismos en sus oraciones así lo han pedido. Pero no han logrado perdonarse a
ellos mismos. Resulta que, para el juez más implacable del adicto es el propio
adicto y, para el castigo, el verdugo más implacable del adicto, sea también el
propio adicto.
Ante la ausencia de perdón a sí mismo va a ser imposible alcanzar la sobriedad.
Mientras no suelte el lastre de la culpa, el adicto en recuperación no podrá
avanzar en la vida. Sigue atado al pasado, atado a sus culpas, continúa
sintiéndose avergonzado y menos que los demás y todo esto le impedirá triunfar
en la vida, será un formidable obstáculo para que alcance las metas por las
cuales decidió dejar el alcohol y las drogas y permanecerá en un estado de
mediocridad y estancamiento permanentes.
Culpa, resentimiento, amargura, depresión y baja autoestima
La culpa va muy ligada al resentimiento. Casi todos los que no se han logrado
liberar de sus resentimientos tampoco se han podido liberar de la culpa. Es un
ancla atorada en el pasado. Todo resentimiento lleva implícito algo de culpa y toda
culpa lleva implícita algo de resentimiento. El culpable y el resentido ni se
perdonan ni tampoco han perdonado. Por eso, la fórmula más recomendada para
superar estos dos sentimientos indeseables es: perdónate y perdona.
Otras emociones indeseables que genera la culpa son la amargura existencial y
la depresión. En su permanente miedo al triunfo, el adicto se sabotea a sí mismo,
lo que lo lleva a continuos fracasos existenciales, y como ese saboteo al éxito

19
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

opera desde el inconsciente, el adicto en recuperación empieza a buscar


culpables fuera de él y, por lo tanto, se siente víctima y se resiente contra los
demás, esto lo lleva, no solamente a reforzar sus resentimientos y a intensificar
su papel de víctima, sino que además se ahoga en la amargura existencial. Toda
esta situación, cuando se torna crónica lo hace caer en una depresión que tiende a
exacerbar la culpa. No se olvide que uno de los síntomas de la depresión es una
percepción distorsionada y exagerada de ciertos actos que generan un
desproporcionado sentimiento de culpa. La depresión provoca apatía y
estancamiento, aumenta la inseguridad y la baja autoestima y el adicto en
recuperación cae en un círculo vicioso que es culpa-vergüenza-autodevaluación-
necesidad neurótica de expiación-amargura- depresión-apatía e inmovilidad-
fracaso-más culpa.

Algunas preguntas para evitar culpas injustificadas


Ya vimos como la culpa aumenta la baja autoestima. Si el adicto ya se sentía
menos que los demás antes de empezar a consumir alcohol o drogas y durante
su adicción esta baja autoestima todavía se hizo más intensa, al dejar el alcohol
y las drogas, el adicto debe tomar la determinación de liberarse de sus culpas.
¿Cómo se logra esto? ―Adquiriendo un concepto de nosotros mismos más fuerte
y positivo y mantenerlo más allá de nuestra pericia o falta de ella en cualquier
ámbito particular, y más allá de la aprobación o desaprobación de cualquier otra
persona‖ (Nathaniel Branden: Como mejorar su autoestima, PaidOs, 1995).
Y es que las personas culpígenas, con baja autoestima, generalmente son muy
estrictas cuando emiten un juicio en relación con sus conductas que les generan
culpa (los adictos, en general, son muy perfeccionistas). Para evitar este mal
juicio, la persona debe evaluar su conducta lo más objetivamente posible, ser
tolerante, comprensivo y benévolo con él mismo para evitar un veredicto injusto,
que lo lleve a autocondenarse y, consecuentemente, a autocastigarse.
El ya mencionado Branden sugiere que la persona evalúe objetivamente su
conducta haciéndose las siguientes preguntas:
• ¿Según los parámetros de quién juzga usted su conducta: los suyos o los de
otra persona?
• ¿Trata usted de comprender por qué actuó como lo hizo?
• ¿Considera las circunstancias, el contexto, las opciones que, según usted
percibió, estaban a su disposición en ese momento?
• ¿Evalúa usted su conducta como si fuera la de otro?
• ¿Identifica las áreas o circunstancias especificas en las que tiene lugar su
conducta, o generaliza en exceso y dice: ―Lo ignoro‖ cuando en realidad ignore
un tema particular pero conozca bien muchos otros temas?
• ¿O dice: ―Soy débil‖, cuando en realidad puede faltarle coraje o fuerza en
una esfera particular pero no en otras?
• ¿Si lamenta sus acciones, trata de aprender de ellas, para que en su
conducta futura no repita las mismas equivocaciones?
¿O simplemente sufre por el pasado y sigue pasivamente atado a patrones de
conducta que sabe inadecuados?

20
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Necesito la aprobación de los demás


Un elemento típico en el perfil psicológico del alcohólico y del adicto a drogas es la
necesidad neurótica de obtener la aprobación de los demás. Su inseguridad y la
baja valoración que tienen de ellos mismos los convierten en personas pasivas
que siempre están pensando: ¿Qué esperan los demás de mí? No tienen metas
propias ni un plan de vida personal. Siempre esperan a que los demás decidan
su conducta. No creen en ellos mismos. Esa es una de las razones
fundamentales por las que caen en el alcoholismo o la drogadicción. En el historial
de la mayor parte de los adictos, la primera vez que consumieron tabaco, alcohol o
drogas en la adolescencia no lo decidieron hacer por ellos mismos, sino que
alguien los indujo a hacerlo. La motivación para ese primer consumo es la
aceptación de los demás, pertenecer a un grupo, no quedar aislado de la mayoría
dominante. En este contexto ambiental es claro entender que las primeras
experiencias con tales sustancias adictivas fueron consecuencia de la
expectativa: ¿Qué esperan los demás de mí? Y la respuesta: los demás esperan
de ti que hagas lo que ellos hacen, que manifiestes sometimiento al grupo, que no
tengas ideas propias diferentes a las de ellos, que aceptes incondicionalmente a
todas las pruebas que te pongan (acabarte una botella de tequila hasta que te
emborraches, o probar aquella droga nueva que nunca has consumido, etcétera.) y
que a cambio de eso tú vas a ser aceptado por los demás, y así satisfarás tu
necesidad de pertenencia. Podemos calificar al adicto como un dependiente
ambiental. Esto quiere decir que depende mucho de las expectativas que giren
alrededor del medio donde está sumergido. Por eso le cuesta tanto trabajo decir
NO. Muchos alcohólicos fallan en sus promesas de dejar de beber porque no
conciben tener que decir NO cuando les inviten una copa en una comida o en una
fiesta.
¿Qué tiene que ver lo anterior con la culpa? Pues mucho. La culpa tiene que
ver con la desaprobación o condenación de otros, de personajes muy influyentes
como los padres, los maestros, los amigos o los cónyuges. Cuando una persona
insegura no hace lo que los demás esperan de él experimenta culpa. Pero en
realidad, más que culpa tiene temor de ser repudiado, de no ser aceptado por
los demás y esto constituye una importante amenaza para su seguridad.
Cuando el adicto decide dejar su droga favorita y logra la abstinencia pero
persiste su necesidad neurótica de ser aprobado por los demás, esto determina
un impedimento para el logro de la sobriedad. Lo que ocurre con el adicto en
recuperación que continúa siendo un dependiente ambiental es que cambia una
autoridad por otra. Por ejemplo: Cuando estaba activo en alcohol o drogas la
autoridad estaba constituida por su grupo de amigos que influían en él. Ahora que
está en recuperación la autoridad pudiera ser su grupo de AA., o su terapeuta, y
él tal vez haga lo que le indiquen pero no por convicción sino para obtener la
aprobación de su nueva autoridad. Por eso, muchos miembros de AA que
padecen borrachera seca cambian su dependencia de la droga por una
dependencia neurótica hacia el grupo, o muchos más se vuelven dependientes
de su terapeuta y desarrollan la necesidad de que éste decida por ellos.

21
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Aquí el problema de fondo, repitiendo las palabras de Nathaniel Branden ―es la


dependencia y el miedo a la autoafirmación; más específicamente, el miedo a
desafiar los valores de otras personas influyentes‖. Por tanto, una gran tarea para
el logro de la sobriedad es liberarse de sus culpas a través de lograr una escala
de valores individual que permita construir las propias convicciones morales de
cada quien y sobre las cuales desarrollará su plan de vida y a partir de ese
momento se hará responsable de su conducta y de las consecuencias de la
misma. Este es un hombre maduro que no le teme al qué dirán, que atiende a la
auténtica voz de sí mismo y respeta su propio juicio sobre las creencias de los
otros que uno no comparte de manera genuina.

Del círculo vicioso al círculo virtuoso


No solamente la autoafirmación en sus propios valores va a lograr la liberación de
la culpa, también son importantes otros valores como la aceptación y la
responsabilidad.
En el caso de los adictos, la aceptación es una condición fundamental para la
liberación de la culpa. Muchos alcohólicos, por ejemplo, aceptan su enfermedad de
boca para afuera, pero en su yo interno, siguen pensando que son unos viciosos.
El pensar que uno es vicioso genera culpa. El pensar que uno padece una
enfermedad incurable, pero controlable, genera responsabilidad. Cuando el
adicto se mantiene en la línea de no aceptar su enfermedad (aunque finja que
si lo hace) seguirá anclado a su culpa y caerá en el ya mencionado círculo
vicioso que lo llevará al resentimiento, la amargura, el autodesprecio, la
necesidad neurótica de expiación, el fracaso, la amargura, la depresión y más
culpa.
En cambio, cuando el adicto acepta su enfermedad incurable, pero controlable,
adquiere la responsabilidad de tomar los medios para poder controlar su
enfermedad y no volver a consumir su droga favorita. Esta conciencia de padecer
una enfermedad lo libera de su culpa y aunque existan antecedentes de daños y
perjuicios por su adicción, los va a entender como síntomas de su enfermedad y
no como terribles pecados que son imperdonables. Entonces tomará los medios
para, primero, mantenerse en abstinencia, segundo, ejercer acciones para
alcanzar un crecimiento emocional y lograr la madurez y, tercero, reparará, en la
medida de lo posible, los daños que infringió a otras personas, como
consecuencia de su enfermedad adictiva y logrará reconciliarse consigo mismo y
con los demás.
Con lo anterior demostramos dos fenómenos: la persistencia de la culpa lleva a la
persona a un círculo vicioso que lo hará desembocar en mayor culpa, en cambio
la aceptación (tanto de la adicción como de la neurosis) hará que la persona
desarrolle una responsabilidad persistente que lo llevará a un círculo virtuoso
caracterizado por aceptación, perdón, responsabilidad, acción y crecimiento
emocional progresivo que le permitirán alcanzar la sobriedad.

Perdonar y perdonarse
Una vez que el adicto en recuperación logre romper el círculo vicioso y se

22
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

introduzca al círculo virtuoso podrá iniciar un promisorio viaje hacia la sobriedad.


Cambiar una actitud de culpa por otra de responsabilidad podrá permitirle que
pueda ejecutar la tarea del autoperdón. De acuerdo a lo postulado por Branden,
el autoperdón implica las siguientes condiciones:
•Reconocer (hacer real ante nosotros mismos, en lugar de negar o ignorar) que
somos nosotros los que hemos realizado esa acción particular. Si otra persona ha
sido herida por nuestra acción, es reconocer explícitamente ante esa persona (o
personas) el daño que hemos hecho y transmitir nuestra comprensión de las
consecuencias de nuestra conducta suponiendo que ello sea posible.
•Realizar todas las acciones a nuestro alcance que puedan enmendar o
minimizar el daño que hemos causado (pagar deudas, retractarse de una
mentira, etcétera.). Comprometernos firmemente a comportarnos de una
manera diferente en el futuro, porque sin un cambio de conducta recrearemos
continuamente la desconfianza. Estar dispuestos a explorar las razones por las
cuales se cometió dicha acción (la que generó culpa). Si evadimos eso, no nos
liberaremos de la culpa y es muy probable que repitamos el patrón de conducta
inadecuado.
Ya logrado el autoperdón, se adoptará una actitud de responsabilidad ante
nuestra propia conducta y se asumirá la consecuencia de la misma. Aquí ya no
tenemos que buscar culpables y, automáticamente, dejamos de jugar el papel
de victimas de los demás. En ese momento queda abierto el campo para
enfrentar, aceptar y superar nuestros resentimientos ya que, lo verdaderamente
difícil es el autoperdón y habiéndonos perdonado a nosotros mismos es mucho
más sencillo perdonar a los demás.
Si aprendemos a comprendernos y perdonarnos, siendo benevolentes y
autocompasivos con nosotros mismos, nuestra conducta tenderá a mejorar y
nuestro crecimiento emocional se superará; en cambio, si continuamos
autoflagelándonos y condenándonos, nuestra conducta, como nuestra
autoestima tiende a empeorar.
―La culpabilidad es de hecho el reverso de la medalla del orgullo. La
culpabilidad lleva a la autodestrucción, el orgullo a la destrucción de otros‖.
(Bill W, en Grapevine).

Quinto síntoma: Egocentrismo, autosuficiencia neurótica, mal manejo de


la agresividad y tendencia a la omnipotencia.

Dime de lo que presumes y te diré de qué careces


Algunos alcohólicos tienen una enorme necesidad neurótica de compensar un
sentimiento de inferioridad y minusvalía que los conduce a una conducta de querer
llamar la atención, es por ello que buscan el efecto del alcohol para convertirse en
sujetos presumidos, jactanciosos, exhibicionistas y fanfarrones. Cuando dejan de
beber y persiste el complejo de inferioridad, se vuelven narcisistas, soberbios y
omnipotentes, síntomas típicos de borrachera seca.
Una de las características psicológicas que con más frecuencia se presenta en
la estructura de personalidad del adicto es el llamado complejo de inferioridad o

23
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

minusvalía. Este consiste en un persistente sentimiento de sentirse menos que


los demás. La minusvalía es el resultado de experiencias desafortunadas en los
primeros años de vida, donde las necesidades de afecto y aceptación no fueron
satisfechas adecuadamente provocando una falta de autoafirmación en sus
cualidades y potencialidades, dando lugar a una persistente inseguridad y falta
de confianza en sí mismo.

Todo lo anterior provoca un evidente desequilibrio en la vida del individuo quien,


inconscientemente, trata de compensar su situación para recuperar el equilibrio
perdido. Este fenómeno recibe el nombre de sobrecompensación y es un
mecanismo de defensa psicológico de la personalidad.

La ley del todo o nada: el extremista


Las personas que utilizan la sobrecompensación tienden a ubicarse en el otro
extremo. Son extremistas. Esta es una característica típica del adicto y, en
especial, del alcohólico. Por ejemplo: Muchos alcohólicos son tímidos e
introvertidos, pero después de consumir tres o cuatro tragos de licor se vuelven
atrevidos, locuaces y extrovertidos. Es decir, transitan de un extremo al otro y,
para lograrlo, utilizan el alcohol como una muleta emocional. El cobarde se vuelve
valiente, el tímido, audaz, el que siempre es callado e inexpresivo se torna
hablantín y se atreve a decir lo que verdaderamente siente y piensa (Solo los
borrachos y los niños dicen la verdad); el que es inhibido con el sexo opuesto se
torna desinhibido y hasta atrevido, y aquel que se había callado sus
resentimientos y por temor no los había expresado, con unos tragos de más, los
grita a voz en cuello en la propia cara de la persona a la que, estando sobrio, no
se había atrevido a decírselo. Se van de un extremo a otro, les cuesta trabajo
situarse en el justo medio.
A propósito de esta tendencia a la sobrecompensación y a ser extremistas, Bill
W., el co-fundador de AA, refiere en su libro AA llega a su mayoría de edad,
(pp.55-56) lo siguiente: ―En mi adolescencia tenía que ser atleta porque no era
atleta. Tenía que llegar a ser músico porque no podía entonar la más simple
melodía. Tenía que ser el presidente de mi clase en la escuela. Tenía que ser el
primero en todo porque en mi perverso corazón me sentía la más insignificante de
las criaturas de Dios. Yo no podía aceptar esta profunda sensación de
inferioridad, y por lo tanto logré convertirme en capitán del equipo de béisbol y
aprendí a tocar el violín. Esta exigencia de todo o nada fue lo que más tarde me
destrozó―.
En la experiencia anterior referida por Bill W. Se puede apreciar cómo esa
profunda sensación de inferioridad que describe el co-fundador de AA lo lleva a
ser un individuo extremista, desarrollando esa exigencia neurótica del todo o
nada.

El egocéntrico: de la histeria a la paranoia


El egocentrismo es la necesidad neurótica de ser siempre el centro de atracción.
La necesidad de ser admirados y aplaudidos por los demás. Siempre quieren

24
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

tener la razón y no saben escuchar al otro. Evidentemente una necesidad


enferma, consecuencia de su temor a no ser aceptados, a ser rechazados por
los demás, de no ser tomados en cuenta. El ser egocéntrico no es más que una
consecuencia de esta sobrecompensación al complejo de inferioridad. Por eso, la
necesidad de destacar en todo, de ser siempre el primero, de llamar la atención
o, en otras palabras, la necesidad de ser en las bodas la novia y en los entierros
el muerto.
La psiquiatría define el egocentrismo como una disposición mental que mueve a
los individuos a referirlo todo a ellos, y a no abordar los problemas que se les
plantean sino desde su punto de vista estrictamente personal, con menosprecio
de los intereses vecinos o del interés general. Estos sujetos carecen totalmente
de sentido altruista.
Tal sentimiento se encuentra bastante a menudo como simple egoísmo, pero
también puede revestir formas insólitas, y a veces patológicas y peligrosas. Por
eso conviene recordar algunos aspectos psiquiátricos de esta inclinación del
ánimo.
En grado menor (y aquí se encuentran incluidos una buena parte de los adictos)
este egocentrismo se manifiesta en débiles, vanidosos,l desequilibrados,
mitómanos, habladores o fanfarrones. Ciertos histéricos que se desbordan en
manifestaciones tumultuosas y espectaculares, no tiene otro móvil que el de
atraer y retener sobre ellos la atención y la piedad de sus allegados. Otro
aspecto de estas variedades morbosas las podemos apreciar frecuentemente en
complicaciones psicóticas del alcohol y las drogas que presentan cuadros
megalomaniacos con estas características.
En casos de patología mental más severa, el egocentrismo es uno de los
elementos fundamentales de la mentalidad del paranoico y del reivindicador, que
persiguen con obstinación incansable lo que consideran como su derecho; a
menudo, a la sobreestimación del perjuicio que dicen haber sufrido se añaden
orgullo, desconfianza y agresividad, y ello los induce en ocasiones a reacciones
antisociales (imposiciones injustas, comportamientos abusivos, etcétera) que los
convierte en personas conflictivas y antipáticas.
Por eso se dice que el alcohólico y el adicto en general, tienen una doble
personalidad. La primera, cuando están sobrios y la segunda, cuando están
intoxicados. Pero parece ser que al alcohólico le gusta más la segunda, esta
falsa personalidad que adquiere cuando se emborracha, porque se comporta
como a él le gustaría comportarse siempre.
Resumiendo; un buen número de alcohólicos (y de drogadictos) tienen antecedentes
de privación afectiva y falta de afecto en sus años claves de la infancia, que les
provoca un intenso sentimiento de inferioridad y minusvalía con disminución de la
autoconfianza y una nula autoestima. Como consecuencia de lo anterior
desarrolla mecanismos de defensa psicológicos de sobrecompensación que los
lleva a un egocentrismo neurótico, con mucha necesidad de llamar la atención y
para eso recurren a la muleta emocional representada por el alcohol y las drogas
que les proporciona una segunda personalidad y que les permite compensar
todas sus carencias (al menos mientras permanecen ebrios) y en la cual brincan

25
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

de un extremo al otro.

Del egocentrismo al perfeccionismo


Ahora bien, ¿qué pasa con estos alcohólicos exhibicionistas, jactanciosos, fatuos,
fanfarrones y con fantasías de grandiosidad cuando dejan de beber? Los que
trabajan bien en su crecimiento emocional (mediante su programa de 12 pasos,
de una psicoterapia profesional o con ambas) logran paulatinamente una mayor
seguridad y autoafirmación, mejorando su autoestima y logrando un mejor
equilibrio emocional, disminuyendo las tendencias egocéntricas y desapareciendo
las conductas sobrecompensatorias. Pero muchos otros, a pesar de que ya no
beben ni consumen drogas, persisten en este egocentrismo que los hace caer en
otro tipo de conductas compensatorias, igualmente neuróticas, como el
perfeccionismo, la autosuficiencia neurótica y, el más grave de ellos, la
omnipotencia.
Muchas esposas o hijos de miembros de AA se quejan de que su familiar,
aunque ya no consume alcohol ni drogas, se ha vuelto una persona muy
perfeccionista, exigente, que todo lo ve mal y que sólo se dedica a criticar y a
corregir a todo el mundo. Una esposa de alcohólico se quejaba de que su marido,
aunque lleva casi tres años sin beber, se había vuelto una persona eternamente
malhumorada y amargada, que ya no quería ir a fiestas, que dejó de frecuentar
a sus amigos y que fuera de su trabajo se la pasaba eternamente encerrado
en su casa regañando a sus hijos y criticando todo aquello que, según él
estaba mal hecho. Este es un caso típico del alcohólico que brinca de un extremo
al otro. Cuando se emborrachaba era desordenado, llegaba tarde a casa, no
cumplía con sus responsabilidades y descuidaba sus aseo personal. Hoy en
cambio, que no bebe y que asiste a un grupo de AA, ha desarrollado todo ese
perfeccionismo rígido y moralista que ya describimos. Esta incapacidad para llegar
a un justo medio, es un claro síntoma de borrachera seca que sigue provocando
sufrimientos a los que conviven con el alcohólico. Aunque ya no bebe sigue sin vivir
ni dejar vivir. Muchos de estos familiares de alcohólicos llegan a desear que su
familiar vuelva a beber porque ahora las cosas se han vuelto más difíciles y
desagradables que cuando bebía.
Dicen que los perfeccionistas están llenos de presunción porque se imaginan que
han logrado alguna meta imposible, o se hunden en la autocondena por no
haberlo hecho.
El perfeccionismo no es más que otro mecanismo de sobrecompensación del
alcohólico que ya no toma o del adicto que ya no consume. En su yo interno
sigue pensando que son menos que los demás, que valen muy poco, que
siguen siendo culpables, que no están perdonados, que no tienen habilidades o
capacidades. Entonces, tratan de compensarse volviéndose perfeccionistas.
El perfeccionista es irracionalmente severo consigo mismo para calificar su propia
conducta, pero es igualmente severo al juzgar la conducta de los demás. Esto
tiene implicaciones importantes para los perfeccionistas que militan en un grupo
de Alcohólicos Anónimos o de Narcóticos Anónimos. Este tipo de perfeccionistas casi
siempre caen en la situación de ―ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el

26
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

suyo―. Siempre están criticando la conducta de los demás. Continuamente


condenan las imperfecciones de los otros y se vuelven unos expertos en
aconsejar a los demás. Mientras más critican y más condenan a los demás, más
buenos se sienten ellos mismos y terminan por creerse dicha mentira. Estos
alcohólicos en recuperación se vuelven unos auténticos fariseos que se
desgarran las vestiduras ante las imperfecciones de sus compañeros de grupo y
se convierten en verdaderos inspectores de la conducta de los otros y, al mismo
tiempo, van desarrollando una creciente incapacidad para la autocritica y se
sienten agredidos cuando alguien los critica, los corrige, los descubre o les dice
sus verdades.
Convertirse en el inspector de la conducta de los demás no es más que un
mecanismo de evasión de la realidad: ―Prefiero juzgar y condenar la conducta de
otros que la mía propia―. Este mecanismo de negociación de las propias
debilidades es progresivo y hace caer a la persona en lo que se llama la
autosuficiencia neurótica. Este fenómeno provoca que tipo de adictos en
recuperación crea que no necesita ayuda de nadie más que de ellos mismos.
Rechazan cualquier tipo de ayuda. A ningún compañero de su grupo lo
consideran suficientemente preparado para que sea su padrino y prefieren no
tener ninguno. A los sacerdotes los considera demasiado alejados de la realidad
terrenal para poder ayudarlos. A los médicos y, especialmente a los psiquiatras,
los califica de ignorantes en lo que concierne al alcoholismo y las adicciones, y de
no saber nada del programa de AA y, por tanto, también rechazan su ayuda. Esta
autosuficiencia neurótica los lleva a la soberbia, a la hipocresía, a proyectar una
imagen falsa de sí mismos y a convertirse en ―farol de la calle y oscuridad de sus
casa―.
La autosuficiencia neurótica es una forma de soberbia intelectual que encubre un
gran miedo a enfrentarse a uno mismo. Así como cuando al alcohólico activo se le
invitaba a un grupo de AA y no quería ir, la respuesta invariable siempre era: ―No,
muchas gracias, yo sé que cuando decida dejar de beber, lo podré hacer sólo―.
Esta es una forma de autosuficiencia neurótica con relación a su realidad alcohólica.
Sin embargo, cuando finalmente se acepta la derrota y se admite un tratamiento,
y se logra dejar el alcohol y las drogas, las persona continúa con esa
autosuficiencia neurótica, pero ahora en relación con su realidad no alcohólica,
porque, como mencionábamos párrafos arriba, tiene mucho temor de enfrentar su
verdadera realidad que no acepta, porque se aleja mucho de lo que él, por
mecanismos sobrecompensatorios, cree de sí mismo.
Este temor que el alcohólico tiene de enfrentarse a sí mismo tiene también su
origen en la infancia ya que, seguramente, vivieron cosas temibles, pasmosas,
dolorosas y frustrantes que forzaron a emplear mecanismos defensivos de
represión emocional como un medio de hacer la vida más tolerable. De esta
manera, el futuro adicto va aprendiendo con demasiada rapidez a evadir estas
pesadillas existenciales. Para poder sobrevivir se habitúan a hacerse los
indiferentes a este tipo de realidades dolorosas, revistiéndose de un escudo de
negación para evitar el dolor psicológico de su propia realidad que, desde luego,
no aceptan.

27
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Orgullo, soberbia y omnipotencia


Dice Bill W. que el defecto de carácter que encabeza a todos es el orgullo. El
orgullo genera la soberbia y la soberbia desemboca en la omnipotencia. Estos tres
rasgos de conducta son, sin duda los que mayormente agobian al adicto en
recuperación y constituyen un formidable obstáculo para alcanzar la sobriedad.
El orgullo, desviación instintiva del sentimiento de la personalidad, consiste en la
sobreestimación por el individuo de sus virtudes reales o supuestas. En el orgullo,
la hipertrofia del yo persuade sinceramente al sujeto de sus derechos a la
estimación y al reconocimiento de los demás.
En el proceso de recuperación del adicto, el orgullo interfiere con una sana
adaptación social. Se manifiesta habitualmente por intolerancia, tiranía,
despotismo y abuso de autoridad en todos los terrenos de la vida (en su familia,
en su trabajo y en su grupo de autoayuda). La altanería y la hostilidad despectiva
son las dos características del orgullo que hacen del individuo que lo padece, un
individuo antipático y odioso, aunque sea un hombre inteligente y hasta genial.
Hijas del orgullo son la vanidad y la soberbia. En ellas residen el germen y el
núcleo de la megalomanía, el motor primitivo de la ambición y uno de los
elementos de la constitución paranoica. Es un terreno de elección para el recelo,
la desconfianza y las ideas de persecución.
Se puede leer en el Doce y doce (p. 51): ―La soberbia es la fuente primordial de
dificultades para los seres humanos, el obstáculo principal a todo progreso. La
soberbia nos induce a imponernos a nosotros, o a los demás, exigencias que no
pueden cumplirse sin violentar o abusar de los instintos que Dios nos entregó.
Cuando la satisfacción de nuestros instintos sexuales, de seguridad y de
sociedad se convierte en el objetivo primordial de nuestras vidas, aparece la
soberbia para justificar nuestros excesos―. Y en el mismo libro (p. 49) se lee la
siguiente sentencia: ―Quienes están dominados por el orgullo se ciegan,
inconscientemente, a sus propios defectos. Estas personas no necesitan que se
les levante el ánimo, si no que se les ayude a descubrir una brecha por donde
pueda brillar la luz de la razón, a través de la muralla que su ego ha construido―.
Muchos miembros de AA, cobran un prestigio bien ganado de tener un gran
conocimiento de la literatura de AA, de ser grandes oradores en la tribuna y tener
un gran ascendiente sobre los nuevos miembros que llegan al grupo.
Lamentablemente, si estas personas se han infectado del virus del
egocentrismo, la soberbia y la omnipotencia, pueden causarle mucho daño al
grupo pues se convierten en tiranuelos siempre quieren tener la razón y se
sienten agredidos y atacados cuando alguien los objeta o los contradice. Este
tipo de personas suelen atacar con particular vehemencia a otros miembros del
grupo que empiezan a distinguirse entre los demás, pero que no piensan como
ellos. También suelen ser eternos críticos de personas, que sin ser miembros del
grupo, tienen autoridad moral para influir en él, tal es el caso de sacerdotes,
médicos o psicólogos que son exhibidos por estos tiranuelos por su
desconocimiento del programa u otras fallas. Esta indignación virtuosa no es más
que una forma farisaica de manipular a los demás para seguir adheridos a esa

28
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

necesidad neurótica de poder generada por omnipotencia. ¡Borrachera seca


pura!
La expresión máxima del orgullo es la omnipotencia. La omnipotencia puede ser
definida como el desbordamiento de un ego hipertrofiado que engendra una
deformación de espíritu, produciendo un ser narcisista, convencido de que es el
dueño de la verdad, que la razón sólo le pertenece a él que su razón es la única
que existe en el mundo.
El omnipotente crea sus propias verdades, porque no puede distinguir entre lo
que es real y razonable y lo que es una falacia nacida de la sinrazón. El
omnipotente obedece siempre a los impulsos de sus instintos y nunca a los
lineamentos de su sabiduría, ya que la sabiduría, siendo un atributo de la
conciencia no puede penetrar en este individuo, porque sus acciones y
pensamientos solo alimentan el ego y no el espíritu, y porque dichas acciones solo
son producto de la sinrazón.

Dignidad, amor propio y autoridad moral


La contraparte del orgullo es la humildad. La humildad genera virtudes de
sobriedad tales como la dignidad y el amor propio lo que lleva al desarrollo de una
autoridad moral. La autoridad moral constituye la cualidad ideal del líder. El
omnipotente ejerce una autoridad irracional, el que posee autoridad moral ejerce
una autoridad racional. El omnipotente es obedecido porque se le teme, el que
tiene autoridad moral es obedecido porque se le respeta. El omnipotente es
arrogante, el poseedor de la autoridad moral es digno. La arrogancia es hija de
la soberbia, la dignidad es hija de la humildad. El amor propio no es más que una
forma de respeto a los propios valores y a las convicciones personales. El amor
propio es síntoma de una alta autoestima personal.
Cuando no se crece emocionalmente, los primeros éxitos de la abstinencia
pueden llevar hacia el tortuoso camino del orgullo, la soberbia y la omnipotencia.
El crecimiento emocional más una abstinencia prolongada conducen
necesariamente hacia el desarrollo del amor propio y la dignidad, lo que confiere a
la persona en recuperación un alto grado de autoridad moral.

Terminamos con esta frase de San Agustín: ―Admitamos nuestras imperfecciones


para que podamos empezar a crecer hacia la perfección―.

Sexto síntoma: Miedos permanentes, actitud de temor ante los retos de


la vida con angustia y tensión continúas.
El miedo al miedo: la necesidad de no sentir.

La incapacidad para manejar la angustia es una de las características típicas de la


personalidad del adicto. Uno de los primeros síntomas que aparecen en la tabla de
la alcoholomanía del doctor Jellinek (*) es beber para aliviar tensiones. Los adictos
tienen algo que los caracteriza: su intolerancia ante la angustia y la angustia es
un sufrimiento insoportable para el alcohólico, por lo que busca de inmediato
eliminar con sustancias como el alcohol que a su vez se convierte en una muleta

29
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

emocional que permite a los adictos manejar su angustia.


Esta necesidad de manejar la angustia con alcohol o drogas se convierte en algo
así como un reflejo condicionado. El alcohólico empieza a asociar fiestas, comidas,
citas sentimentales, sexo o cualquier situación que provoque tensión, con consumo
de alcohol porque se adquiere una sensación de bienestar que le permite
manejar la situación generadora de angustia. Después de la intoxicación viene lo
que comúnmente se conoce como cruda. En la cruda se produce un fenómeno de
rebote, aumentando los niveles de angustia, lo que genera nuevamente la
necesidad de volver a beber, lo que a su vez, vuelve a aliviar la angustia,
formando así un circulo vicioso.

ANGUSTIA=>CONSUMO DE ALCOHOL=>LIBERACION DE LA
ANGUSTIA=>INTOXICACION=>CRUDA=>ANGUSTIA.

Permanecer atrapados en este círculo vicioso es uno de los factores que con más
fuerza impiden que el alcohólico pueda alcanzar la abstinencia.

En el artículo se explica qué es la angustia, sus características, sus síntomas, la


persistencia de los miedos, el trastorno dual angustia-adicción y sus
características también como: ataques de pánico, fobias, fobia social, fobia
específica, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno por estrés post-
traumático, y trastorno de ansiedad generalizada.
Finalmente menciona que en ocasiones la presencia de un síndrome de
borrachera seca asociado a trastornos de ansiedad es debido a la ignorancia
de que ese problema constituye otra enfermedad asociada a la adicción y no
simplemente un síntoma de la adicción como muchos lo interpretan.

Séptimo Síntoma: Depresión cíclica o permanente con actitudes de


pesimismo y desmotivación.

La depresión: esa agonía interminable.

La depresión es la enfermedad de nuestra era; la llaman la enfermedad invisible,


pues mucha gente que la ha sufrido permanentemente, jamás se ha enterado
de que padece una de las enfermedades crónicas más desgastantes e
incapacitantes que existen.
Alrededor de 60% de los adictos presentan alguna forma de depresión, que no
se cura con la abstinencia. En este artículo se menciona entre otras cosas, que
muchos adictos al alcohol, a la nicotina y otras drogas ilegales iniciaron su
consumo para evadirse de ese sufrimiento psicológico que provoca la depresión.
Los diferentes estudios sobre comorbilidad reportan entre 30% y 70% la
coexistencia de adicción y depresión. Muchos alcohólicos o adictos a drogas que
tienen propensión a la depresión, cuando finalmente dejan de consumir e inician
su recuperación, tienen una alta probabilidad de presentar un episodio depresivo.

30
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Debido a que el alcohol como la mayor parte de las drogas suelen enmascarar la
depresión y cuando se logra la abstinencia, que obliga al adicto a enfrentar su
realidad y a no evadirse de ella, se provoca un cuadro depresivo por la fuerte
predisposición del paciente a esta enfermedad. La depresión es un fenómeno
emocionalmente disruptivo, un sufrimiento psicológico que impide en el individuo la
plenitud a pesar de la ausencia de alcohol y de drogas. Por tanto, la persistencia
de la depresión es una forma de borrachera seca.

En el artículo se define a la depresión como un estado mental caracterizado por


una baja generalizada en el estado de ánimo, asociada a una disminución y
lentificación de la actividad desarrollada por la persona, así como una marcada
incapacidad para disfrutar las cosas de la vida, dentro de un marco de tristeza y
desmotivación existencial.
Se habla y se explica de las emociones con las que se pueden confundir la
depresión, como la tristeza y la angustia. Se proporcionan algunas cifras de la
depresión, según el Instituto Nacional de Psiquiatría en México. Se habla de las
personas en las que es más probable que se de este tipo de padecimiento, por
ejemplo, los altos ejecutivos y empresarios, las viudas y los jubilados, niños y
adolescentes.
Se describe y explica cuál es la depresión endógena y cuál es la depresión
reactiva, los principales aspectos neurobiológicos de la depresión endógena, los
principales síntomas de la enfermedad represiva, las principales señales de la
depresión y como se puede tratar la gente que los padece.

Octavo Síntoma: Ingobernabilidad sexual y sentimental.

La ingobernabilidad sexual y sentimental es uno de los síntomas de la borrachera


seca que con más frecuencia presenta el alcohólico y el drogadicto en
recuperación. Estas personas que ya no consumen alcohol o drogas, siguen
practicando malos hábitos en cuanto a su conducta sexual o sentimental: siguen
siendo mujeriegos, llevan una doble vida, siguen atados a amores imposibles o
a relaciones conflictivas con el sexo opuesto o cambian su adicción al alcohol y a
las drogas por una adicción de tipo sexual que los sigue manteniendo
encadenados y sin poder alcanzar esa libertad que implica la verdadera
sobriedad.

Los borrachos secos son víctimas de ciertos conflictos neuróticos no resueltos,


que los llevan hacia una vida sentimental muy conflictiva, pero sobre todo muy
insatisfactoria; o han tenido traumas sexuales en su infancia o juventud que los
llevan a tener múltiples conflictos en su sexualidad además de que también
influyen causas de tipo sociocultural ya que nuestra sociedad tiene una cultura
machista, una educación inadecuada y represiva en lo que a aspectos sexuales
se refiere.

31
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

En el artículo se analizan también los conflictos psicosexuales de los alcohólicos,


al adicto codependiente y se explican las características del misógino, que es un
tipo de codependiente muy patológico y peligroso.

Noveno síntoma: Negación de su realidad no alcohólica con persistencia


de los mecanismos de racionalización y proyección.

El síndrome del avestruz: no veo, no oigo, no hablo.

De nada sirve la aceptación del alcoholismo si se sigue negando la realidad no


alcohólica: esas zonas erróneas que giran alrededor de la adicción y que en parte,
fueron su causante. Conformarse con dejar de beber y no querer enfrentarse a la
realidad de las áreas neuróticas que están provocando la ingobernabilidad
emocional, es una pseudorecuperación que sólo lleva a la mediocridad
existencial.

Existe una versión popular sobre las avestruces: Cuando se ve amenazada,


esconde la cabeza bajo la tierra para forjarse la ilusión de que el peligro no existe
y esto queda como anillo al dedo a muchos alcohólicos que ya no beben, que
están en aparente recuperación, pero que no quieren saber nada acerca de su
realidad no alcohólica, esas zonas erróneas que giran alrededor de su adicción a
las cuales no quieren enfrentarse, porque sienten miedo de enfrentar esa
amenaza para su autoimagen, escondiendo su cabeza en el agujero
representado por los tres mecanismos de defensa psicológicos favoritos del
alcohólico que son la negación, la racionalización y la proyección.

Los alcohólicos son maestros de la excusa y campeones del pretexto. Cuando


bebían inventaban mil y un pretextos para justificar el por que se emborrachaban.
Ahora que ya no beben y que presuntamente se están recuperando siguen
fabricando pretextos para justificar su conducta ingobernable. Y es que los
pretextos constituyen una de las tres formas principales con las que el alcohólico
niega su realidad no alcohólica. Estos pretextos, que muchas veces termina
creyéndolos el propio sujeto, constituyen lo que en psicología se conoce como
racionalización. Esto quiere decir que el individuo construye una explicación falsa
que pretende justificar una conducta inadecuada, como una forma de no ver esa
realidad neurótica.

Cuando un adre golpea a su hijo con ira y desesperación, después quiere


justificarse diciendo: ―Me duele hacerlo, pero es por su bien―. La realidad que ese
sujeto no quiere aceptar es: ―Soy un individuo impulsivo que no sabe controlar su
ira y esto me convierte en un padre golpeador―.

En el articulo también se explican ampliamente los otros mecanismos

32
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

empleados para negar la realidad, los cuales son la negación y la proyección.

Décimo síntoma: Sustitución del alcohol por otras drogas o sustancias


adictivas. Transformarse para no cambiar.

Muchos alcohólicos dejan de beber pero continúan siendo adictos a otras


sustancias o a otras conductas adictivas. Los alcohólicos que dejan de beber
prometen un cambio, pero solo es una transformación superficial y todo sigue
igual. Para que un alcohólico en verdad se recupere y alcance la sobriedad debe
dejar de consumir sustancias adictivas, madurar psicológicamente y cambiar de
ambiente y de amigos para no exponerse al consumo de alcohol y drogas.
El alcohólico es un químicodependiente, es decir, no sólo tiene una adicción
específica al alcohol, sino que tiene una alteración neuroquímica cerebral que se
manifiesta mediante un trastorno adictivo. La biopsiquiatría moderna ha
desarrollado una hipótesis basada en las últimas investigaciones sobre genética
y neuroquímica cerebral, que es la teoría del Síndrome de Déficit de Recompensa.
Esta teoría afirma que todos los adictos tienen un defecto genético el cual
provoca que su cerebro produzca una menor cantidad de neurotransmisores,
como la Dopamina, que es el principal neurotransmisor encargado de estimular el
Centro de Recompensa Cerebral. Las personas que tienen este defecto y que por
lo tanto, su producción de Dopamina está por debajo de lo normal, tienen que
consumir sustancias que provoquen un aumento de Dopamina y
neurotransmisores afines, los alcohólicos tienen este defecto genético y al
consumir estas sustancias sienten un efecto placentero muy intenso, lo que los
lleva a consumir drogas de manera frecuente e intensa. Un alcohólico no debe
pensar que la única solución a su problema es dejar el alcohol, sino que debe
superar todas sus tendencias adictivas, cuando el adicto deja el alcohol, sus
tendencias adictivas lo llevan, por inercia, a sustituirlo por otra droga, ya que su
necesidad innata es estimular su centro cerebral del placer con ciertas
sustancias.
Se puede dividir las drogas con las que el alcohólico tiende a sustituir el alcohol en
drogas blandas y drogas duras. Las principales drogas blandas son la cafeína y
la nicotina. Son llamadas blandas porque son drogas legales que no afectan la
conducta del individuo y que están socialmente aceptadas.

Las principales drogas duras son la marihuana, la cocaína, las anfetaminas, los
inhalantes volátiles, los hongos, los alucinógenos, las pastillas tranquilizantes, el
ácido (LSD), las drogas de diseño (como éxtasis o el cristal) y los derivados de
opio como la heroína y analgésicos narcóticos.
Muchos alcohólicos piensan que solamente son adictos al alcohol, pero que
pueden consumir socialmente las otras drogas. Nada más falso que esto. No se
olvide que la verdadera enfermedad del alcohólico es su trastorno adictivo que
radica en su cerebro enfermo y que la tendencia a sustituir una droga por otra no
es más que una BORRACHERA SECA.

33
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

En el artículo se explica con mayor detalle las características y los efectos de las
drogas blandas y las drogas duras.

ONCEAVO SINTOMA: Espiritualidad ausente o muy empobrecida con


soberbia intelectual, tendencia al materialismo y nula o poca fe.
Los adoradores del becerro de oro.
El real propósito de la rehabilitación de un alcohólico es su recuperación integral. La
recuperación de la enfermedad adictiva tiene que alcanzar los cuatro niveles de
los cuales consta: el físico (desintoxicación y tratamiento de las complicaciones
médicas), el psico-emocional (autoconocimiento, auto aceptación y superación de
los conflictos neuróticos no resueltos), el psicosocial (reparación de daños,
reconciliación con seres queridos y superación social en todos los Órdenes) y
finalmente, el nivel espiritual (aceptación de un poder trascendente a uno mismo,
fortalecimiento de la fe y trascendencia de lo material). Algunos solo logran los
tres primeros niveles y se encadenan a una soberbia intelectual y un materialismo
a ultranza que atrofia su espiritualidad y les impide su verdadera liberación.
En la recuperación de muchos alcohólicos, la misma recuperación les va
generando una autosuficiencia que los lleva a una forma de soberbia intelectual,
y desarrollan la convicción que todo se debe a ellos mismos, esto es una forma
de BORRACHERA SECA. La crisis de valores hunde al hombre contemporáneo en
este materialismo a ultranza que lo convierte en un adorador del becerro de oro.
Un distinguido psicoanalista, el creador de la logoterapia, Viktor E. Frankl afirma
que el abuso del alcohol y de las drogas no es más que la consecuencia de la
falta de sentido en la vida, de la vacuidad existencial y de la carencia de valores
espirituales, el vacío existencial y la falta de un proyecto de vida con metas
trascendentes que vayan por encima de la propia persona hacen que el individuo
caiga en un enajenamiento existencial que lo lleva a buscar compulsivamente
satisfactores que le permitan vivir el momento para encontrar una felicidad
inmediata que sustituye a la verdadera felicidad del que va buscando metas
superiores en su vida. Todo esto conduce a una terrible pobreza de espíritu y
debilidades de la existencia que lo llevarán a la infelicidad y amargura. Aquellos
que mantienen una pobreza espiritual son los adoradores del becerro de oro que,
a pesar de llevar mucho tiempo de abstinencia en el programa de Alcohólicos
Anónimos, no dejan de ser borrachos secos, lo que les impedirá alcanzar la
verdadera liberación que los conduzca a la plenitud de la sobriedad.

DOCEAVO SINTOMA: Comportamiento inadecuado en su tratamiento, tanto


con el terapeuta como en el grupo de autoayuda. Ni pichan, ni cachan, ni
dejan batear.
Muchos alcohólicos y adictos, aunque logran la abstinencia, no toman en serio su
tratamiento y aunque acuden a él, no respetan la disciplina terapéutica ni los
principios de su programa de autoayuda, esto les impide alcanzar la sobriedad.
En términos beisbolísticos se dice que ni se picha, ni se cacha, ni se deja batear
cuando una persona no solamente no ayuda en alguna causa sino que, por el
contrario, solo estorba, interfiere y sabotea el objetivo de dicha causa. Un

34
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

alcohólico que en su grupo de AA tiene conductas inadecuadas se está alejando


del verdadero y único objetivo que tiene AA que es ayudar a otros a dejar la
bebida. No solamente en los grupos de autoayuda se da esta forma de saboteo,
sino también a nivel profesional. La consecuencia de estas conductas
inadecuadas será la recaída o el síndrome de la BORRACHERA SECA.
El adicto es el único caso de un enfermo que no solamente no acepta su
tratamiento para controlar su enfermedad, sino que hace esfuerzos inauditos por
seguirla padeciendo, se resiste a efectuar otros cambios que son necesarios
para la superación de sus áreas neuróticas, por lo que su actitud ante el
tratamiento se va a caracterizar por muchas resistencias y reticencias a esos
cambios, comportándose en forma anárquica e ingobernable, no respetando las
reglas de juego de la terapia y cayendo en conductas inadecuadas e indeseables
que sólo van a poner en peligro su recuperación. Las actitudes negativas y las
conductas inadecuadas de los miembros de AA o de otros grupos de autoayuda
son un síntoma inequívoco de resistencia al cambio. En el artículo se explican
detalladamente estas actitudes negativas y conductas inadecuadas tanto en el
tratamiento AA como en el tratamiento profesional.
Por el Doctor José Antonio Elizondo López

LOS PECADOS CAPITALES


Introducción:

En contraste con nuestra época, la ética medieval poseía claras delimitaciones. De esta
manera el hombre medieval cuenta con una suerte de código de conducta que le señala
claramente como debe ser su actuar. Esta codificación tiene su base, por un lado, en las
llamadas ―Virtudes Cardinales‖, verdaderas llaves maestras que posibilitan el ejercicio de
una conducta conforme con lo que es éticamente correcto. Por otro lado, los ―Pecados
Capitales‖ (denominados así por ser ―cabeza‖ o principio de todos los demás pecados)
muestran claramente la cuna de todo lo moralmente reprobable. Esta codificación moral,
que si bien fue formulada en el Medioevo tiene una sorprende actualidad, está cruzada
transversalmente por una problemática ética fundamental: la posibilidad de acoger
hospitalariamente al ―otro‖, al prójimo (el que está próximo) como una persona válida por
sí misma. Dicho de otra manera el entender a los seres humanos que están frente a mí,
cualquiera sea su condición, como un ―interlocutor válido‖, como un fin en sí mismo.
Como veremos más adelante, Lo que verdaderamente constituye el mal moral es entender
al ―otro‖ como un ―medio‖, como un objeto que puede ser utilizado para el propio
beneficio, en conformidad al principio del ―amor a sí mismo‖. Veamos a continuación una
síntesis de la definición de cada uno de estos conceptos, nos hemos basado en un antiguo
pero esclarecedor ―diccionario de teología‖ (se han alterado la redacción, la extensión y la
ortografía castellana antigua en función de la comprensión, así mismo se han traducido
algunas citas que en el texto original aparecen en latín)

1. La Soberbia

35
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Es el principal de los pecados capitales. Es la cabeza de ―todos‖ los restantes pecados.


Recordemos que por esta falta, según la teología cristiana, el hombre fue expulsado del
jardín del paraíso. Es una ofensa directa contra Dios, en cuanto el pecador cree tener más
poder y autoridad que Dios. En general es definida como ―amor desordenado de sí
mismo‖. Según Santo Tomás la soberbia es ―un apetito desordenado de la propia
excelencia‖. Se considera pecado mortal cuando es perfecta, es decir, cuando se apetece
tanto la propia exaltación que se rehúsa obedecer a Dios, a los superiores y a las leyes. Se
trata de renunciar a Dios en cuanto es Verdad y sentido conductor de la existencia e
instalarse a sí mismo como Verdad suprema e infalible y como fundamento de la acción
humana. De la misma manera, y guardando las distancias, se aplica al respeto y a la
consideración que los subordinados le deben a las autoridades legítimamente constituidas.
De la soberbia se desprenden las siguientes faltas menores:

 La vanagloria: es la complacencia que uno siente de sí mismo a causa de las


ventajas que uno tiene y se jacta de poseer por sobre los demás. Así mismo,
consiste en la elaborada ostentación de todo lo que pueda conquistarnos el aprecio
y la consideración de los demás.
 La Jactancia: falta de los que se esmeran en alabarse a sí mismos para hacer valer
vistosamente su superioridad y sus buenas obras. Sin embargo, no es pecado
cuando tiene por fin desacreditar una calumnia o teniendo en miras la educación de
los otros.
 El Fausto: consiste en querer elevarse por sobre los demás en dignidad
exagerando, para ello, el lujo en los vestidos y en los bienes personales; llegando
más allá de lo que permiten sus posibilidades económicas.
 La altanería: Se manifiesta por el modo imperioso con el que se trata al prójimo,
hablándole con orgullo, con terquedad, con tono despreciativo y mirándolo con aire
desdeñoso.
 La ambición: Deseo desordenado de elevarse en honores y dignidades como cargos
o títulos, sólo considerando los beneficios que les son anexos, como la fama y el
reconocimiento.
 La hipocresía: simulación de la virtud y la honradez con el fin de ocultar los vicios
propios o aparentar virtudes que no se tienen.
 La presunción: consiste en confiar demasiado en sí mismo, en sus propias luces, en
persuadirse a uno mismo que es capaz de efectuar mejor que cualquier otro ciertas
funciones, ciertos empleos que sobrepasan sus fuerzas o sus capacidades. Esta
falta es muy común porque son rarísimos los que no se dejan engañar por su amor
propio, los que se esfuerzan en conocerse a sí mismos para formar un recto juicio
sobre sus capacidades y aptitudes.
 La desobediencia: es la infracción del precepto del superior. Es pecado mortal
cuando esta infracción nace del formal desprecio del superior, pues tal desprecio es
injurioso al mismo Dios. Pero cuando la violación del precepto no nace del
desprecio sino de otra causa y considerando la materia y las circunstancias del
caso, puede ser considerada una falta menor.

36
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

 La pertinacia: consiste en mantenerse adherido al propio juicio, no obstante el


conocimiento de la verdad o mayor probabilidad de las observaciones de los que no
piensan como el sujeto en cuestión.

El remedio radical contra la soberbia es la humildad. Según el cristianismo, ―Dios abate a


los soberbios y eleva a los humildes (Luc. 14)

2. La Acidia (Pereza)

Es el más ―metafísico‖ de los Pecados Capitales en cuanto está referido a la incapacidad


de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. Es también el que más
problemas causa en su denominación. La simple ―pereza‖, más aún el ―ocio‖, no parecen
constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de ―acidia‖ o ―acedía‖. Tomado
en sentido propio es una ―tristeza de ánimo‖ que nos aparta de las obligaciones
espirituales y divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran.
Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe
para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes
cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los
ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar
voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital.

Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la


caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta
manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos
o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de
las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave
porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos.

Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien
necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y
deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados
impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

Son efectos de la pereza:

 La repugnancia y la aversión al bien que hace que este se omita o se practique con
notable defecto.
 La inconsistencia en el bien, la continua inquietud e irresolución del carácter que
varía, a menudo, de deseos y propósitos, que tan pronto decide una cosa como
desiste de ella, sin ejecutar nada.
 Una cierta pusilanimidad y cobardía por la cual el espíritu abatido no se atreve a
poner manos a la obra y se abandona a la inacción.
 La desesperación de considerar que la salvación es imposible, de tal manera que
lejos de pensar el hombre en los medios de conseguirla se entrega sin freno alguno
a sus propias pasiones.
 La ociosidad, la fuga de todo trabajo, el amor a las comodidades y a los placeres.
37
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

 La curiosidad o desordenado prurito de saber, ver, oír, que constituye la actividad


casi exclusiva del perezoso.

En el fondo, la acidia se identifica con el ―aburrimiento‖. Pero no con ese aburrimiento


objetivo que nos hace escapar de una cosa, de una situación o de una persona en
particular. Más bien se refiere al ―aburrimiento‖ que sentimos frente a la existencia toda,
frente al hecho de existir y de todo lo que esto implica. La vida nos exige trabajo, esfuerzo
para actuar según lo que se debe, esfuerzo que no es ni gratuito ni fácil. Cuando no
somos capaces de asumir este costo (este trabajo) y desconocemos aquello que debemos
―hacer‖ en la existencia, la vida humana se transforma en un vacío que me causa
―horror‖; se transforma en un vacío que me angustia y del cual escapamos
constantemente casi sin darnos cuenta. De hecho ‗aburrimiento‘ significa originariamente
―ab horreo‖ (horror al vacío). Decíamos que la acidia es el más metafísico de los pecados
capitales parque implica no asumir los costos de la existencia, de escapar constantemente
de hacer lo que se debe, por no saber lo que se debe.

3. La Lujuria

Tradicionalmente se ha entendido la lujuria como ―appetitus inorditatus delectationis


venerae‖ es decir como un apetito desordenado de los placeres eróticos. La tradición
cristiana subdividió este pecado en la simple fornicación, el estupro, el rapto, el incesto, el
sacrilegio, el adulterio, el pecado contra la naturaleza, comprendiendo bajo esta última
especie, la polución voluntaria, la sodomía y la bestialidad. La lujuria sería siempre un
―pecado mortal‖ pues involucra directamente la utilización del otro, del prójimo, como un
medio y un objeto para la satisfacción de los placeres sexuales.

Hay en este pecado dos grandes principios en juego: el verdadero concepto del amor y la
finalidad de la sexualidad. El cristianismo –y gran parte de la tradición clásica
especialmente la griega–, entienden por ―amor‖ algo muy distinto de lo que el mundo
contemporáneo comprende. El concepto de amor tiene una importancia central en el
cristianismo. De hecho Dios mismo es identificado con el amor. Para el cristiano el amor
es ―superabundancia‖, capacidad de dar y de darse, ―caritas‖, en definitiva: caridad, una
de las tres Virtudes Teologales. De esta manera el amor implica un donarse, un darse por
el otro, por el prójimo. Recordemos la segunda parte del único mandamiento que anuncia
el Nuevo Testamento: ―…amar al prójimo como a sí mismo‖. El amor cristiano, y también
el griego, está, de esta forma, desligado en su origen de cualquier tipo de sexualidad,
incluso de la corporeidad. Lo erótico es una consecuencia, un plus totalmente prescindible.
La casi sinonimia entre amor y sexo es producto de la modernidad. El ―hacer el amor‖
como sinónimo de ―relación sexual‖ es el mejor ejemplo de lo anterior. La Lujuria sería
entonces totalmente contraria al amor –y a Dios– entendido en términos cristianos. El
pecado de la lujuria no considera al otro como una ―persona‖ válida y valiosa en sí misma,
como un fin en sí misma por el cual tendríamos que darnos. El otro pasa a ser un objeto
una cosa que satisface la más fuerte de las satisfacciones corporales, el placer sexual. Aun
más, el sujeto mismo que incurre en un acto lujurioso se convierte así en un objeto, que
olvida o suspende su propia dignidad. Por otro lado, para el pensamiento cristiano la
sexualidad tiene una finalidad preestablecida, única y clara. La reproducción y la
38
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

perpetuación de la especie. Esta clara finalidad da también sentido a la existencia del


hombre ordenado su acción en vista del amor de Dios. La lujuria, en cambio, que no tiene
en vistas la finalidad de la reproducción y que por esto pierde todo sentido, se convierte
en una acción bacía, sin sentido, que de alguna manera nadifica al hombre y lo aleja del
Ser de Dios.

4. La Avaricia

La teología cristiana explica el pecado de la avaricia como ―amor desordenado de las


riquezas‖, es desordenado, continua, ―porque lícito es amar y desear las riquezas con fin
honesto en el orden de la justicia y de la caridad, como por ejemplo, si se las desea para
cooperar más eficazmente con al gloria de Dios, para socorrer al prójimo etc. El crimen de
la avaricia no lo constituyen las riquezas o su posesión, sino el apego inmoderado a ellas;
―esa pasión ardiente de adquirir o conservar lo que se posee, que no se detiene ante los
medios injustos; esa economía sórdida que guarda los tesoros sin hacer uso de ellos aun
para las causas más legítimas; ese afecto desordenado que se tiene a los bienes de la
tierra, de donde resulta que todo se refiere a la plata, y no parece que se vive para otra
cosa que para adquirirla.‖

―La avaricia, por consiguiente, es pecado mortal siempre que el avaro ame de tal modo las
riquezas y pegue su corazón a ellas que está dispuesto a ofender gravemente a Dios o a
violar la justicia y la caridad debida al prójimo, o a sí mismo.‖

En la avaricia se ven claramente los elementos comunes a todos los pecados. Por una
lado, el avaro pierde el verdadero sentido de su acción poniendo el fin en lo que debería
ser un medio, en este caso la obtención y la retención de las riquezas. Lo que importa al
cristianismo es que el prójimo reciba, en justicia, la caridad que todos le debemos al
menesteroso. La avaricia es directamente contraria a la caridad en cuanto es un ―no dar‖,
más aun en privar a otros de sus bienes para tener más que retener. Por otro lado, el
privar al otro de sus bienes, muchas veces con malas artes, y retener estos bienes en
perjuicio del otro, es también negar al otro en su calidad de persona, de fin en sí. Se lo
utiliza para satisfacer, mediante la acumulación de riquezas, el principio del amor a sí
mismo.

Son ―hijos‖ o faltas menores de la avaricia: el fraude, el dolo, el perjurio, el robo y el


hurto, la tacañería, la usura, etc.

5. La Gula

Como ―uso inmoderado de los alimentos necesarios para la vida‖ es definido este pecado.
La definición teológica se complementa con que ―el placer o deleite que acompaña al uso
de los alimentos, nada tiene de malo; al contrario, en el efecto de una providencia
especial de Dios para que el hombre cumpliese más fácilmente con el deber de su propia
conservación. Prohibido es, empero, comer y beber hasta saciarse por ese solo deleite que
se experimenta‖. De esta manera, la religiosidad latina especifica estas faltas en:
proepropere: comer antes de tiempo o cuando se debe abstener de comer, por ejemplo
39
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

en los días de ayuno señalados por la Iglesi; laute: cuando se comen manjares que
superan las posibilidades económicas de la persona; nimis cuando se bebe o se come en
perjuicio de la salud de la persona; ardenter: cuando se como con extrema voracidad o
avidez a manera de las bestias. La gula se transforma en pecado en los siguientes casos:

 Cuando por el solo placer de comer se llega al hurto o se reduce a la familia a la


mendicidad.
 Cuando el deleite en el comer se reduce a un fin único y preponderante en la vida.
 Cuando es causa de graves pecados como la lujuria y la blasfemia.
 Cuando trasgrede los preceptos de la Iglesia en los días de ayuno y de abstinencia
de ciertos alimentos.
 Cuando se provoca voluntariamente el vómito para continuar el deleite de la
comida.
 Cuando se auto infiere grave daño a la salud o sufrimiento a si mismo y a los que lo
rodean.

Además de lo dicho por la teología tradicional, la gula tiene un aspecto que no debemos
dejar de considerar. La gula es la manifestación física de un apetito más profundo y
significativo. El que cae en las tentaciones de la gula, no sólo quiere consumir comida.
Quiere, de alguna manera, ingerir todo el universo. Asimilar, hacer suyo, todo lo exterior,
reducir todo lo otro a sí mismo. En este sentido la gula se mimetiza estrechamente con la
lujuria, se trata de ponerse por sobre lo otro, reducirlo, objetivarlo y hacerlo suyo. De esta
manera el ―glotón‖ se transforma en el único centro de referencia, en conformidad con el
principio del amor a sí mismo. El asimilar, reducir, el universo en general y al prójimo en
particular a sí mismo es la más radical negación del otro.

6. La Ira

―Appetitus inordinatus vindictae‖ es decir, un ―apetito desordenado de venganza‖. ―Que se


excita –continua la definición latina– en nosotros por alguna ofensa real o supuesta.
Requiérase, por consiguiente, para que la ira sea pecado, que el apetito de venganza sea
desordenado, es decir, contrario a la razón. Si no entraña este desorden no será imputado
como pecado‖. De esto último se desprende que habría una ira ―buena y laudable‖ si no
excede los límites de una prudente moderación y tiene como fin suprimir el mal y
reestablecer un bien. ―El apetito de venganza es desordenado o contrario a la razón, y por
consiguiente la ira es pecado, cuando se desea el castigo al que no lo merece, o si se le
desea mayor al merecido, o que se le infrinja sin observar el orden legítimo, o sin
proponerse el fin debido que es la conservación de la justicia y la corrección del culpable.
Hay también pecado en la aplicación de la venganza, aunque esta sea legítima, cuando
uno se deja dominar por ciertos movimientos inmoderados de la pasión. De esta manera
la ira se convierte en pecado gravísimo porque vulnera la caridad y la justicia. Son hijos de
la Ira: el maquiavelismo, el clamor, la indignación, la contumelia, la blasfemia y la riña‖.

De la definición anterior se desprende que la ira es el uso de una fuerza directa o verbal
que trasgrede los límites de la legítima restitución de un bien ofendido. La violencia,
entendida como el uso de la fuerza, si es desmedida, es claramente una anulación del
40
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

otro. En el asesinato, por ejemplo, que no corresponde a la legítima defensa, se pretende


evidentemente la nadificación del otro. En el leguaje, mediante la ofensa o el improperio,
encontramos también el deseo de perjuicio e incluso de nulidad del otro.

Es importante hacer notar que el uso de la fuerza en contra del prójimo no siempre es un
mal moral. Debe ser entendida como un mal menor si el fin por el cual se realiza no es
sólo la anulación del otro sino que persigue fines legítimos como la conservación de la vida
propia o de terceros. Tal es el caso de la ―guerra legítima‖ que procura evita la propia
muerte o la privación de la legítima libertad a mano de un invasor, la legítima defensa. El
uso de la fuerza se justifica también cuando se procura, con esto, el bien del otro,
evitando de esta manera un daño mayor que el dolor que se infringe.

La ira se convierte en pecado gravísimo cuando nuestro instinto de destrucción sobrepasa


toda moderación racional y, desbordando todo límite dictado por una justa sentencia, se
desea sólo la inexistencia del prójimo.

7. La Envidia

La envidia es definida como ―Desagrado, pesar, tristeza, que se concibe en el ánimo, del
bien ajeno, en cuanto esté bien se mira como perjudicial a nuestros intereses o a nuestra
gloria: tristia de bono alteriusin quantum est diminutivum propiae gloriae et excellentiae‖
De esta manera, para saber si la envidia es una falta moral, es necesario investigar el
verdadero motivo que produce la tristeza que se siente frente al bien que posee el
prójimo. De esta manera la envidia no es pecado cuando

 Nos entristecemos por el cargo, potestad o bienes materiales alcanzado por quien
no los merece y podría hacer mal uso de esa autoridad causando grave daño a sus
semejantes.
 Sentimos insatisfacción por los bienes que posee quien no los merece y en vista de
que nosotros le daríamos mejor fin. Por ejemplo, el que abunda en riquezas
haciendo mal uso de ellas: los avaros que no hacen uso de sus bienes ni para
beneficio propio ni para el de los demás.
 Otras veces, nos entristecemos, no tanto de lo que el otro posee como del hecho
de que nosotros carecemos de ese bien, si esta constatación nos muestra el tiempo
y las oportunidades perdidas y alienta nuestro propio sentido de superación.

La envidia es falta gravísima, cuando nos incomoda y angustia a tal grado el bien o los
bienes materiales del otro, que deseamos verlo privado de aquellos bienes que
legítimamente a conseguido y al que, nosotros, por nuestra impotencia, no hemos logrado
conseguir. De esta manera, este deseo de ver privado al otro de sus bienes nos puede
conducir a procurar, por todos los medios, a efectivamente quitarle esos bienes o de hacer
ver, con el uso del chismorreo, que aquel no debería poseer lo que posee. La mentira, la
traición, la intriga, el oportunismo entre otras faltas se desprenden de esta tristeza frente
al bien ajeno y a nuestra propia incapacidad de acceder a tales bienes.

41
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Guía para trabajar el Cuarto Paso


«Sin miedo hicimos un detallado inventario moral de nosotros mismos.»
Esta guía tiene como finalidad ayudar a escribir un inventario para el Cuarto Paso. Es muy
importante que trabajemos con un padrino de AA. Si aún no lo tienes, éste es un buen
momento para encontrar alguien que pueda orientarte. Una vez que hayas leído esta guía
solo, te sugerimos que, antes de empezar a escribir, la vuelvas a leer con tu padrino.
También es útil usar el resto de las publicaciones de AA y acudir a las reuniones donde se
estudien los pasos, para obtener más información sobre el cuarto. Hay muchas maneras
de hacer un inventario y no una sola que sea correcta para todo el mundo. Esta guía es el
resultado de la experiencia, la fortaleza y la esperanza de muchos adictos que han
encontrado la recuperación en Alcohólicos Anónimos. Sea cual fuere el método que
usemos, nuestro Cuarto Paso tendrá éxito si es detallado y lo hacemos sin miedo.
Detallado y sin miedo…
El Cuarto Paso nos pide que seamos minuciosos y que trabajemos sin temor. Nos pide que
nos examinemos y que penetremos más allá del autoengaño que estuvimos utilizando
hasta ahora para escondernos la verdad sobre nosotros mismos. Debemos explorarnos
como si entrásemos en una casa a oscuras con una sola vela para orientarnos y, a pesar
de nuestro miedo o resistencia a lo desconocido, avanzáramos. Es preciso que estemos
dispuestos a iluminar cada rincón de nuestra mente, como si nuestra vida dependiera de
ello, porque en realidad depende de ello. Lo que aquí buscamos es una imagen completa
de nosotros mismos. Nos dimos cuenta de que para poder examinar nuestra conducta,
nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y las causas que los motivaron, a pesar de
lo poco importantes que pudieran parecer, hacía falta mucha honestidad. Ser honestos es
lo primordial, puesto que nos orientará hacia el descubrimiento de la forma en que
nuestra enfermedad afectó nuestra vida. Actuábamos con nuestra propia imagen
distorsionada, nunca la habíamos examinado en conjunto, toda a la vez. Ahora, quizás por
primera vez en nuestra vida, empezaremos a vernos tal como somos, y no como habíamos
imaginado o creído ser. Cuanto más precisa y completa sea esta descripción, tanto mayor
será la libertad que obtengamos.
Al llegar a este punto tenemos que poner énfasis en que el hecho de ser minuciosos no
quiere decir lo mismo que ser perfectos. No existe el Cuarto Paso perfecto. Lo hacemos lo
mejor que podemos. Con esmero y perseverancia escribimos lo más honestamente
posible. El hecho de esperar la perfección puede ser, a veces, una manera de ir
postergándolo y de no hacerlo. Es posible también que hayamos oído decir: «Si no haces
un inventario minucioso volverás a consumir.» En este caso tenemos que volver al Tercer
Paso y confiar sin reservas en Dios. Si nos quedamos fijados en el miedo a que nuestro
inventario no sea lo bastante bueno, o si nos preocupamos de lo que pueda decir nuestro
padrino cuando se lo leamos, es posible que nunca logremos hacerlo. Éste no va a ser el
último inventario que escribamos y no es necesario que sea una obra literaria; lo único
que hace falta es empezar con honestidad y ser tan exhaustivos como nos sea posible.
Una de las cosas que aprendimos en el Tercer Paso fue a confiar en Dios. Ahora podemos
escribir sin miedo la verdad. El Cuarto Paso es un proceso liberador y curativo.
Pongamos nuestra fe en un Dios que nos ama y confiemos en que aquello que
escribamos, si lo hacemos detalladamente y sin miedo, sea exactamente lo que tengamos
que escribir.

42
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

…inventario moral…
En el Cuarto Paso se nos pide que hagamos un inventario moral. La primera vez que
oímos la palabra moral, algunos entendimos mal su significado, mientras que otros no
entendimos nada.
La moral es simplemente una serie de valores, de principios que elegimos para guiarnos
en nuestra recuperación. El propósito de esta guía no es definir la moral, ni especificar un
sistema moral que debe regir la vida de los demás. Sabemos que cada uno de nosotros
tiene sus propios valores internos. Podríamos elegir como definición de bueno: aquello
que tiene la capacidad de sacar a relucir lo mejor que tenemos dentro y de consolidar
nuestra recuperación; y definir lo malo como: aquello que tiene el poder de sacar a relucir
lo peor de nosotros y que debilita nuestra recuperación.
Aquí nos puede ayudar el examen de nuestros sentimientos. Al escribir el Cuarto Paso,
tendremos que observar no sólo lo que hemos hecho, sino también lo que hemos sentido.
Es posible que nuestros conceptos morales hayan sido vagos o indefinidos, pero en todo
caso los teníamos, incluso durante nuestra adicción activa. Por lo tanto, en las situaciones
en que nos sentíamos mal, o sentíamos que algo andaba mal, lo más probable es que
hayamos transigido con nuestros conceptos morales o bien que hayamos sido incapaces
de mantenerlos. Cuando llegamos a entender esto, vimos como los pasos encajaban unos
con otros.
Comenzamos a observar la naturaleza exacta de nuestras faltas. Esto significaba algo más
que ver sólo los errores que habíamos cometido; significaba mirar más allá, ver su propia
naturaleza.
Por ejemplo: si habíamos robado dinero a nuestros padres para comprar drogas, está
claro que esto fue una falta. ¿Cuál fue su naturaleza? Fue nuestro egocentrismo, nuestro
miedo, nuestra deshonestidad y nuestra desconsideración. Fuimos egocéntricos porque
aquello que queríamos, lo queríamos a costa de otra persona. Fuimos miedosos porque
temíamos no conseguir lo que queríamos. Fuimos deshonestos porque quitamos el dinero
de otro sin su permiso ni su consentimiento. Y fuimos desconsiderados porque hicimos
algo que hirió a otro ser humano.
…de nosotros mismos
Es importante recordar que este es nuestro inventario. No es el lugar para hacer una lista
de faltas o errores de los demás. Cuando miramos nuestra vida de esta manera, vemos
que la naturaleza de nuestras faltas y nuestros defectos de carácter son los rasgos que se
oponen a los principios espirituales. Nuestro inventario, pues, es el proceso de descubrir la
forma en que nuestros defectos de carácter traen dolor y pena, no sólo a nosotros, sino
también a los demás y cómo nuestra nueva vida, basada en los Doce Pasos, puede
traernos serenidad, paz y gozo. A partir del Cuarto Paso aprendemos a descubrir las cosas
que interfieren en nuestro camino y las que nos ayudan.
Esquema general
Cuando estemos listos para comenzar, le pediremos a Dios que nos ayude a ser
exhaustivos y valientes en este inventario. Hay, incluso, quienes al principio escriben una
oración. Lo importante es sentarse y empezar a escribir. A medida que vayan surgiendo
diferentes emociones, tendremos que estar dispuestos a enfrentarnos a ellas y a seguir
escribiendo.

43
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Algunos sentimientos pueden resultar incómodos o molestos, pero pase lo que pase,
sabemos que Dios está con nosotros. Podemos sentirnos satisfechos por el simple hecho
de saber que estamos tomando medidas positivas para con nuestra recuperación.
Pidámosle a un Dios bondadoso que nos ayude, y procuremos recordar que lo que
escribimos es un asunto entre nosotros y Él, tal como lo concebimos.
La siguiente guía nos da un esquema para examinarnos. Contiene los elementos básicos
que solemos usar en nuestro inventario. Para no quedar atascado, mantente en contacto
con tu padrino. He aquí algunas sugerencias:
1. Sigue el esquema y ocúpate sólo de una sección a la vez.
2. Deja márgenes amplios, así tendrás espacio para apuntar las ideas que se te vayan
ocurriendo mientras escribas.
3. No borres, ni taches nada y no corrijas tu inventario.
A lo largo de esta guía encontrarás ejemplos del tipo de preguntas que solemos hacernos.
Algunas pueden parecerte ajenas a tu caso. Se incluyen para ayudarte a hacer tu
inventario.
Escríbelas una por una a medida que avances. Cuando la respuesta sea un sencillo «sí»,
añade una lista de ejemplos. En cada una de las situaciones intenta ver dónde te
equivocaste, cuáles fueron tus motivaciones y cuál fue tu papel.
Al examinar nuestra conducta de antes, durante y después de la adicción activa, empiezan
a aparecer pautas de conducta típicas que se repiten. El objeto de un detallado inventario
moral es averiguar la verdad, mirar fríamente la realidad. Lo que estamos intentando
hacer aquí en el Cuarto Paso, no es sólo descubrir dónde nos habíamos equivocado, sino
también comprender cuál fue nuestro papel y de qué manera podríamos estar
perpetuando en nuestro comportamiento actual esas pautas de conducta. El
descubrimiento y reconocimiento de ellas, es lo que nos permite librarnos de nuestros
defectos en los pasos siguientes. Aunque algunas veces pueda resultar vergonzoso o
incluso doloroso ser honestos con nosotros mismos, el simple hecho de volcar esta
información sobre un papel, no puede hacernos daño.
Repaso de los tres primeros pasos. Ya has hecho los tres primeros pasos con tu padrino.
Estos nos dan la base y la preparación necesaria para hacer, sin miedo, un detallado
inventario de nosotros mismos. A muchos nos resultó útil tomar un lápiz y escribir sobre
estos tres pasos.
Ahora, antes de escribir tu inventario, vuelve a mirarlos y a repasarlos. Recordemos al
llegar a este punto que sólo a través de un Poder Superior, y no de nuestro propio poder,
seremos capaces de proceder sin miedo. Antes de empezar a escribir, pídele en silencio a
Dios, tal como lo concibes, que te dé valor para ser exhaustivo y para poder trabajar sin
temor.
AHORA SÍ ESTÁS PREPARADO PARA EMPEZAR A ESCRIBIR EL CUARTO PASO.
I. El resentimiento. Nuestros resentimientos nos causaron malestar. Volvimos a vivir las
desagradables experiencias del pasado una y otra vez en nuestra imaginación. Estábamos
enfadados con todo lo que nos había pasado y teníamos una lista mental de
resentimientos. Lamentábamos no haber llegado a decir algunas cosas ingeniosas y
planeábamos venganzas reales o imaginarias. Estábamos obsesionados con el pasado y
con el futuro, y debido a ello, nos quedábamos sin presente. Ahora tenemos que escribir
sobre esos resentimientos para darnos cuenta cuál fue nuestro papel en su formación.

44
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

A. Haz una lista de las personas, organizaciones e ideas con las que estés resentido. La
mayoría de nosotros solemos empezar por la infancia, pero cualquier orden sirve, siempre
que la lista sea completa. Incluye a todas las personas (padres, parejas, amigos,
enemigos, tú mismo, etc.); organizaciones e instituciones (cárceles, policía, hospitales,
escuelas, etc.); e ideas (religiones, ideologías políticas, prejuicios, costumbres sociales,
Dios, etc.) con las que estés enfadado.
B. Haz una lista de la causa o causas de cada uno de los resentimientos. Con cada
resentimiento examinamos los motivos de nuestra ira y la manera en que éstos nos
afectaron. Solemos hacernos este tipo de preguntas, para ayudarnos a identificar nuestros
sentimientos:
• ¿Me sentí ofendido a causa de mi orgullo?
• ¿Puse en peligro mi seguridad?
• ¿Dañé o amenacé alguna relación personal o sexual?
• ¿Mi ambición me puso en conflicto con otras personas?
C. Con cada resentimiento tratamos de observar dónde nos equivocamos y cuál fue
nuestro papel en la situación. ¿Cómo reaccionamos frente a nuestras emociones en cada
situación?
Tenemos que ser lo más honestos que podamos y descubrir cuáles fueron los defectos de
carácter que intervinieron en nuestras acciones. He aquí algunas de las preguntas que
solemos formularnos:
• ¿Cuándo mis actos se basaron en la codicia y en la necesidad de poder?
• ¿Hasta qué extremos llevaba mis resentimientos?
• ¿De qué maneras manipulaba a los demás y por qué?
• ¿Cómo se manifestaba mi egoísmo?
• ¿Acaso creía que la vida me debía algo?
• ¿De qué manera aquello que esperaba de los otros me causaba problemas?
• ¿Cómo se manifestaban el orgullo y el ego en estas situaciones?
• ¿De qué forma el miedo me impulsaba a hacer las cosas?
D. Las situaciones en las que estábamos seguros de tener razón, requieren especial
atención y discusión con el padrino. La respuesta a estas preguntas y a otras que nos
podamos hacer nos ayudará a identificar nuestros defectos de carácter. Tenemos que
hacerlo con honestidad y no dejar nada de lado. En las situaciones en las que los demás
nos habían hecho daño, tenemos que darnos cuenta de la necesidad de dejar de esperar
que los otros sean perfectos. En nuestra recuperación no hay sitio para la santurronería.
Para tener paz mental, tendremos que aceptar a las otras personas tal como son.
II. Las relaciones personales. Aquí no se trata sólo de hacer una lista de las relaciones
sexuales. Hemos tenido problemas en todas nuestras relaciones personales. Muchos de
nuestros defectos de carácter salen a relucir e impiden que podamos mantener relaciones
sanas y prósperas.
A. Haz una lista de tus relaciones personales. Incluye en ella a compañeros de trabajo,
amigos, familia, parientes, vecinos, etc. Examina los aspectos positivos y negativos de
cada una de estas relaciones, siendo honesto sobre tus aciertos y tus errores. No pierdas
tiempo con las equivocaciones de los demás. Tratemos de concentrar nuestra atención
sobre nuestros propios errores, sobre las áreas en las que el egocentrismo u otros
defectos de carácter parecían ocupar el sitio más importante. Debemos buscar dentro de

45
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

nosotros y evaluar honestamente nuestras motivaciones. Examinemos cómo estos


defectos, por ejemplo la intolerancia, están presentes en nuestras relaciones. Es probable
que, a veces, les hayamos negado a los otros el derecho a expresar, o incluso a concebir,
sus propias opiniones; esta actitud generaba indiferencia, hostilidad y otros problemas.
Teníamos la necesidad, generada por el miedo, de «tener siempre razón». Criticábamos a
los demás sin necesidad, pero cuando nos hacían una crítica constructiva, no solíamos ser
muy receptivos que digamos. He aquí algunas de las preguntas que podemos hacernos:
• ¿Cuándo fui intolerante con los demás?
• ¿Cuándo me sentí superior?
• ¿De qué manera me aprovechaba y abusaba de otras personas?
• ¿De qué manera intentaba hacer sentir inútiles a los demás?
La autocompasión es otro ejemplo. Es una de las maneras que tenemos de manipular a
los otros en beneficio propio. Dar rienda suelta a la autocompasión era pedir a los demás
que cambiaran o que se sometieran a nuestras exigencias; era buscar la manera de evitar
la responsabilidad.
Preguntémonos:
• ¿Cómo utilizaba la autocompasión para conseguir lo que quería?
• ¿Mentía o exageraba? Si es así, ¿por qué?
• ¿De qué manera hacía sentir culpables a los demás?
• ¿Qué papel jugaba la terquedad y el egocentrismo en mis relaciones personales?
• Cuando no conseguía lo que quería, ¿me convertía en una persona miedosa, celosa o
deshonesta?
• ¿Estaba tan obsesionado con mi persona que tenía muy poca objetividad y comprensión
par con los demás?
B. Haz una lista de tus relaciones sexuales. Puedes incluir relaciones profundas y
duraderas o bien relaciones ocasionales, cónyuges, parejas, etc. He aquí el tipo de
preguntas que solemos contestar sobre cada una de estas relaciones:
• ¿Mentía o manipulaba para satisfacer mis propias necesidades?
• ¿Me importaba la otra persona?
• ¿Cómo se lo demostraba?
• ¿Me sentía más o menos valioso que mi pareja?
• ¿De qué forma influyeron mis dependencias y me obligaron a hacer concesiones
conmigo mismo?
• ¿Con qué frecuencia decía «sí», cuando en realidad quería decir «no»? ¿Por qué?
• ¿Acabé sintiéndome inútil, usado o abusado?
• ¿Creía que el sexo me «arreglaría» y haría que todo funcionase bien?
• ¿Terminaron mis relaciones en dolor e infelicidad para los otros?
• ¿Qué tipo de pareja elegía durante mi adicción activa?
• ¿Sigue siendo igual hoy en día?
• ¿Comerciaba con el sexo?
• ¿Era deshonesto en mis relaciones?
• ¿En qué momentos satisfacía mis necesidades sexuales a costa de otra persona?
Algunos tuvimos experiencias sexuales que no entran ni siquiera en la categoría de
«relaciones personales». Necesitamos escribir sobre éstas y sobre nuestros sentimientos,
especialmente cuando la vergüenza y la culpabilidad estén involucradas.

46
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

C. En cada una de las relaciones que has enumerado en las secciones A y B, resume la
manera en que te afectó y procura identificar cuáles son los defectos de carácter que
aparecen. Muchos de nuestros defectos de carácter dañaron nuestras relaciones
personales. Como adictos, las emociones nos suelen llevar a extremos que van más allá
del límite de lo apropiado. El hecho de escribir el inventario nos ayuda a ver dónde
nuestra adicción jugó un papel importante en nuestro trato con la gente, los lugares y las
cosas.
III. La autoobsesión y el egocentrismo. Parte del Cuarto Paso consiste en examinar
la forma en que hemos estado obsesionados con nosotros mismos. Muchos de nuestros
sentimientos, y hasta los mismos defectos de carácter tienen su origen en nuestro total
egocentrismo. Somos como niños pequeños que nunca llegaron a crecer. Durante toda
nuestra adicción activa y también, tal vez, durante nuestro tiempo «limpio», poníamos
énfasis continuamente en aquello que queríamos, necesitábamos o deseábamos.
Queríamos todo, pero a cambio de nada. No estábamos dispuestos a trabajar por ello, ni a
pagar su precio. Nos hemos dado cuenta de que estuvimos exigiendo demasiado.
Deseábamos que, de alguna manera, la gente, las cosas o los lugares nos hicieran sentir
felices, contentos y realizados. Ahora, en recuperación, hemos visto que sólo Dios puede
llevar a cabo esa tarea. A través de nuestro Cuarto Paso hemos examinado las situaciones
para ver que había detrás de nuestras acciones. También es útil prestar atención a los
sentimientos. Es importante aprender a identificar lo que podamos sentir. Quizás nos
interese buscar las palabras en el diccionario para empezar a saber lo que significan. Es
fácil decir: «Me siento mal por esto o por aquello», pero necesitamos profundizar aún más
para llegar a comprender lo que estos sentimientos quieren decir. A continuación hay una
lista de palabras que te pueden ayudar a identificar los sentimientos: culpabilidad,
vergüenza, intolerancia, autocompasión, resentimiento, ira depresión, frustración,
confusión, soledad, ansiedad, engaño, desesperación, fracaso, miedo, negación, soberbia,
e incapacidad…
A. Examina cada uno de los sentimientos de la lista de arriba, así como otros sentimientos
que hayas identificado en tu inventario. Haz una lista de los que experimentas más a
menudo y de las situaciones en las que suelen aparecer. Examina las circunstancias de
cada una de esas situaciones. Apunta las razones por las que te has sentido así y
pregúntate:
• ¿Cómo me afectó ese sentimiento?
• ¿Era adecuado ese sentimiento en esa situación?
• ¿Me comporté adecuadamente en esa situación?
• ¿Qué recuerdos me trajo?
B. Trata de ver qué papel desempeñó la autoobsesión y el egocentrismo en cada uno de
esos sentimientos y situaciones. Hazte las siguientes preguntas:
•¿Me sentí o me porté como si tuviera razón en esa situación?
•¿Fue egoísta mi conducta?
•¿Qué esperaba de mí mismo o de los demás?
•¿Me empeñé en salirme con la mía o me dio rabia al ver que no lo lograba?
•¿Qué reacción tuve con mis sentimientos?
IV. La vergüenza y la culpabilidad. Una de las excusas más frecuentes que utilizamos
para no hacer el Cuarto Paso son nuestros «profundos y oscuros secretos». Esas

47
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

situaciones que nos han causado tanta vergüenza y culpabilidad, las cosas que nunca
hemos examinado suelen ser las más difíciles de escribir y compartir. El no querer
enfrentarlas puede ser un obstáculo en nuestra recuperación. Al tratar con la culpa y la
vergüenza debemos recordar que muchas de las cosas que ocurrieron se debieron a
nuestra enfermedad. Es importante que nos demos cuenta de que no somos responsables
de muchas de las cosas que hicimos durante nuestra adicción activa, aunque sí somos
responsables de nuestra recuperación. Al llegar a este punto de tu inventario, tal vez
hayas descubierto algunos sentimientos de vergüenza. Es muy importante que ahondes en
esas situaciones, ya que estos sentimientos son la base de muchas de nuestras acciones.
Por esta razón te animamos a escribir con toda la honestidad posible.
Escribimos acerca de las situaciones que nos hacen sentir culpables e incluso sobre
aquellas en las que no hemos cometido ninguna falta. A veces nos sentimos culpables por
situaciones en las que no estábamos en falta. Es importante examinar cuidadosamente
este punto para poder identificar los sentimientos que todavía puedan estar afectándonos.
A. También es importante reconocer nuestros sentimientos y nuestros defectos de
carácter en los siguientes casos:
• ¿Cuáles son las cosas que nunca conté a nadie?
• ¿Qué había allí, que me impulsara a guardarlo en secreto?
• ¿Hubo algunas experiencias (por ejemplo de tipo sexual, económico, familiar o
relacionadas con el trabajo) que me crearan sentimientos de culpa, vergüenza o
confusión?
• ¿Recibía o infligía malos tratos físicos?
• ¿Dónde intervenían el miedo y el egocentrismo?
• ¿Por qué me quedaba aferrado a los sentimientos de culpa y vergüenza?
• ¿Cómo reaccionaba cuando las cosas no salían como esperaba?
• ¿Me culpaba por la mala conducta de otra persona?
• ¿De qué modo la culpa y la vergüenza afectaban otros aspectos de mi vida?
V. Los momentos en que nos sentimos víctimas. A lo largo de nuestra vida es
posible que
nos hayamos creído víctimas. Puede que hayan existido numerosas razones para sentirnos
así. Por ejemplo: de niños, tal vez, hayamos recibido malos tratos físicos, mentales y/o
emocionales por parte de los adultos. En ese caso fuimos víctimas en el estricto sentido de
la palabra, puesto que no teníamos capacidad para protegernos.
Desgraciadamente, y por la razón que sea, muchos hemos desarrollado el hábito de
reaccionar frente a la vida y de percibir el mundo como si constantemente fuéramos
víctimas. El deseo de estar desamparados y querer ser rescatados, y, la negativa a asumir
la responsabilidad sobre nosotros, son claros aspectos de nuestra enfermedad.
Culpábamos a los demás y les guardábamos rencor por todas nuestras penas y, al mismo
tiempo, éramos incapaces de ver nuestro propio papel en los problemas que teníamos. Es
un círculo vicioso, nos encontramos una y otra vez en situaciones en las que pasamos de
víctimas a verdugos. Al repasar nuestro pasado nos hemos dado cuenta de que
necesitamos examinar las situaciones en las que podríamos haber sido incitadores o
receptores de vínculos abusivos. Padecemos una enfermedad autodestructiva que exagera
este tipo de problemas. Nuestros deseos de recuperación pueden hacernos detallar
exageradamente todo esto en nuestro inventario. Juzgar honestamente estas situaciones

48
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

nos puede dar una nueva perspectiva que nos ayude a ver cómo nos hemos convertido en
víctimas. A través de este proceso, tenemos la oportunidad de librarnos de nuestros
pensamientos y reacciones de víctimas.
A. Contestemos preguntas de este tipo:
• ¿Me sentí víctima en alguna de las situaciones sobre las que escribí (o que todavía me
falte escribir)?
• ¿Qué esperaba de mis padres?
• ¿Sigo esperando lo mismo?
• ¿Cómo me comportaba de niño cuando no podía salirme con la mía?
• ¿Cómo me comporto en la actualidad cuando me pasa lo mismo?
• ¿De qué forma me comporto hoy en día como si fuera una víctima?
• ¿Qué siento en esas circunstancias?
• ¿Qué relación hay entre mi autoestima y esas situaciones?
• ¿De qué manera soy responsable de continuar con esa pauta de conducta?
VI. El miedo. Al haber observado de cerca nuestro egocentrismo, nuestros
resentimientos y nuestras relaciones personales, vimos que el miedo, la duda y la
inseguridad yacían en el centro mismo de gran parte de nuestra conducta. Queríamos
aquello que queríamos en ese preciso instante, y nos horrorizaba la idea de no poder
conseguirlo. En el fondo temíamos quedarnos desamparados. Muchos de nuestros
defectos y sus manifestaciones no eran más que torpes intentos de satisfacer nuestras
necesidades y de poder cuidar de nosotros mismos. Cuando lo miramos de cerca, nos
damos cuenta de que tenemos miedo de casi todo. Nuestros temores nos habían impedido
hacer las cosas que queríamos hacer y ser las personas que queríamos ser.
A. Hagamos una lista de todos nuestros miedos. Algunos de estos son: el miedo a lo
desconocido, al dolor, al rechazo, al abandono, a la responsabilidad, al compromiso, a ser
adultos, al éxito y/o al fracaso. Teníamos miedo de no tener nunca bastante, o bien de
perder lo que ya teníamos.
B. Contestemos las siguientes preguntas sobre nuestros temores:
• ¿Por qué tengo este miedo?
• ¿De qué manera este miedo me paraliza o impide que cambie?
• ¿Tengo miedo de sentir que dependo sólo de mí mismo?
• ¿Cómo reacciono frente a este miedo?
• ¿Cómo se manifiesta este miedo en mi vida actual?
VII. Las virtudes. Hemos examinado nuestras acciones, nuestros sentimientos, y hemos
descubierto la naturaleza exacta de nuestras faltas. Ahora ha llegado el momento de
considerar nuestras virtudes. Ten presente que un examen de nosotros mismos debe
incluir tanto lo positivo como lo negativo. Al mirar nuestra conducta es importante que
veamos qué es lo que queremos cambiar en nuestro comportamiento. Nuestras virtudes
nos proporcionan los modelos que nos pueden servir como ejemplo. Ganamos en
humildad cuando admitimos honestamente que somos seres humanos, ni perfectamente
buenos, ni completamente malos. Estamos hechos de virtudes y defectos, y siempre
podemos mejorar. Si no conseguimos encontrar nada bueno dentro de nosotros, debemos
investigar más cuidadosamente. Si buscamos, seguramente encontraremos algunas
virtudes. La siguiente lista te puede ayudar a reconocer algunas virtudes en ti:
 buena voluntad
 valor
 bondad
49
 solidaridad
Grupo Fortaleza Tetela  confianza
 tolerancia
 perdón
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

 fe
 honestidad
 receptividad
 conciencia de Dios
 paciencia
 aceptación
 generosidad

Estas virtudes nos demuestran que no somos tan «malas personas» como creíamos y nos
dan ánimo y fuerza para seguir adelante. Estamos limpios y dispuestos a cambiar y a
crecer; estamos tomando medidas positivas para nuestra recuperación. Hemos puesto
nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de un Poder superior a nosotros y estamos
aprendiendo a vivir de acuerdo a una nueva serie de principios. Aquellas actitudes y
comportamientos que no nos funcionaron en el pasado, se modificarán a medida que
sigamos adelante con los pasos. Estamos intentando edificar una vida feliz en
recuperación y el Cuarto Paso es un claro esfuerzo en esa dirección.
A. Escribe un párrafo sobre cada una de las virtudes anotadas en la lista de arriba (sección
VII).
Procura pensar en algún incidente del pasado o del presente en el que aparecieran estas
virtudes. Apunta ejemplos de tu vida diaria en los que practiques estas virtudes. Es tan
importante aquí, como en las otras secciones, no dejar nada de lado. Si te resulta difícil
reconocer en ti alguna virtud en particular, te sugerimos que hables con tu padrino.
Puedes hablar también con otros miembros de tu grupo a los cuales respetes. El talento
de saber reconocer lo bueno de los demás, es una virtud en sí misma. Este es el momento
de utilizar este talento en tu propio beneficio: poder ser tan buenos con nosotros mismos,
como podemos llegar a serlo con los otros. Descubrimos que al principio, muchas virtudes
son simples posibilidades y que sólo a través de la práctica se convierten en realidad.
¿Cuáles son los resultados de hacer sin temor un detallado inventario moral de nosotros
mismos? El Cuarto Paso nos ayuda a desprendernos de nuestros falsos conceptos y de
nuestras falsas percepciones de la vida, de la realidad y de nosotros mismos. El mundo de
fantasías en el que vivíamos durante la adicción activa se desvanece a medida que
empezamos a ver y a aceptar la vida tal cual es.
Ahora que hemos descubierto nuestros secretos, es hora de desprendernos de ellos. Los
defectos de carácter que habían destruido nuestra paz mental, empiezan a cambiar
mediante el trabajo continuo de los pasos. El hecho de poder ver la naturaleza exacta de
nuestras faltas, nos demuestra lo impotentes que en realidad somos. Vemos la futilidad de
intentar vivir por medio de nuestro propio esfuerzo. Al trabajar los pasos llegamos a creer
en un Poder superior a nosotros mismos. La honestidad del Cuarto Paso, nos reafirma el
Tercero, ya que vemos total y absolutamente el alivio que significa depender de un Poder
Superior. Al practicar los principios espirituales de honestidad, receptividad y buena
voluntad, nos damos cuenta de que el amor, la aceptación, la tolerancia, la fe, la
autoestima y la confianza se vuelven posibles. Cuando vivimos los Doce Pasos empezamos
a librarnos del pasado, a tener la libertad de ser nosotros mismos y a saber en realidad
quiénes somos y qué somos. Este proceso es un alivio y un gran paso hacia la libertad.

50
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Con este espíritu estamos listos para seguir caminando rumbo al Quinto Paso, para
compartir nuestro inventario con Dios y con otro ser humano.

La Espiritualidad y el Dinero
Me pregunto de dónde saca la gente la idea de que la espiritualidad no se lleva con el
dinero.
Muchos piensan que para ser una persona espiritual, se tiene que vivir en la pobreza
extrema, carecer hasta de lo indispensable y comer cuando alguien se apiade de nosotros
y nos regale un poco de ―sobras de comida‖ (aunque sea de lo que no quiso Firulais).
Puedo dar testimonio que he visto indigentes con una soberbia extrema.
Un día iba yo por la calle cargando un bulto de naranjas, pasó cerca de mí un indigente, y
yo de buena voluntad le quise obsequiar un par. Cuando extendí mi mano con el par de
naranjas para dárselas al hombre, éste sólo me dijo ―Ahí después‖ me esquivó y siguió su
camino.
En otra ocasión, saliendo de una reunión aproximadamente a las 6 de la mañana, (la
reunión duró toda la noche) un compañero me preguntó ―¿quieres ver un ejemplo de lo
que es la soberbia?‖ Me extrañó su pregunta, y sin saber exactamente a qué se refería
asentí con la cabeza.
Cruzamos la calle y se encontraba una señora vendiendo tamales, champurrado y arroz
con leche, pedimos cada uno de los que íbamos lo que deseábamos comer y mi amigo
pidió un arroz con leche y una torta de tamal extra.
Sin saber exactamente qué iba a hacer, vimos cuando se encaminó a la esquina en la cual
estaba sentado en el quicio de un establecimiento – que todavía no abría sus puertas – un
hombre. Era evidente que había tenido una noche de borrachera, supongo que la resaca
que estaría padeciendo sería terrible.
Mi amigo, solícito se acercó al hombre y le extendió la torta de tamal y el vaso de arroz
con leche, cuál no sería nuestra sorpresa al ver que el tipo, le dijo a mi amigo ―chinga tu
madre pendejo, ¿quién te está pidiendo algo?‖ Se levantó y se marchó tambaleándose.
¿Qué quiero decir con esto? Que hay personas que no tienen ni qué comer, ni en qué
caerse muertas y son propietarias de una soberbia extrema, lo que me lleva a la
conclusión de que el no tener o tener dinero no tiene nada que ver con lo espiritual.
El dinero es necesario, es muy útil y muy divertido tenerlo, es muy cierto el refrán que
dice ―el dinero no es la felicidad, pero como se le parece‖.
Es hora de cambiar la mentalidad y dejar de pensar que puede llegar a ser una persona
más espiritual quien carece de dinero.
De momento nos encontramos en un mundo físico, si es cierto todas esas teorías que
dicen que todo es una ilusión, estoy de acuerdo con ellas, pero mientras no alcanzo el
nivel de ser tan espiritual como para dedicarme a la contemplación de lo divino, es
necesario que compre comida, pague la renta, los servicios – agua, teléfono, luz, gas,

51
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

renta - y por supuesto que algunas diversiones, entre ellas el internet. Me divierte
realmente el internet.
Y para estar escribiendo mis temas, necesito tener internet, mismo que si quiero ir a la
compañía de cable y pagarles con la oración de la serenidad, o alguna otra de mi
preferencia, voy a encontrarme con que los dueños de mi compañía de internet son muy
materialistas y no quieren nada con mi espiritualidad y sí con mi dinero.
Igual están todos los materialistas de las gasolineras, y no se digan los del súper mercado.
Cuando voy a comprar comida y llego a la caja registradora, quizá pueda hablar con la
cajera de lo lindo que es vivir hacia dentro de uno y no hacia fuera, pero no creo que en
ese momento a la cajera le sea de mucho interés el tema y me va a pedir que por favor
pague con efectivo o tarjeta y me deje de idioteces para mejor ocasión.
¿Es mala la espiritualidad?
Por supuesto que no. ¿Entonces es malo el dinero? Por supuesto que no. ¿Se pueden
conjugar los dos en mi vida? Por supuesto que sí.
Veamos, leí en un libro – y me quedo con eso – el asunto de por qué una estrella del
deporte debe ganar millones de DOLARES al año, por qué una estrella porno, debe ganar
millones de DOLARES al año y por qué quien quiera llevar una vida espiritual deba vivir del
carajo.
¿Por qué tenemos la costumbre de darle tan poco a lo más alto?
¿Por qué una ayuda de clase inmejorable que yo le dé a alguien debe ser gratis mientras
una conferencista en sexología gana millones en un fin de semana explicándome la
posición del ―perrito‖ que a mi mujer ni le gusta?
Creo que debemos hacer conciencia que somos un ser trino, Mente, Cuerpo, Espíritu. Y
cada uno de estos tres tiene necesidades. Debo alimentar mi mente, mi cuerpo y mi
espíritu.
No me puedo dedicar nada mas a la contemplación de lo divino y olvidarme de mi cuerpo,
porque es seguro que éste va a protestar ¡y de qué manera!
Mi mente, ¿con qué la alimento? (Mente sana en cuerpo sano). Así que es necesario hacer
unos pequeños gastos para la manutención del individuo.
Yo los clasificó así: La alimentación del Espíritu es gratis.
La alimentación de la Mente, tiene algunos gastos. (La compra de buenos libros, la
entrada a una obra de teatro, unos CD de música, etc.) Aunque éstos no son de primera
necesidad, también puedo darle buen alimento a mi mente gratuitamente.
La alimentación de mi Cuerpo no es gratis, ya ni el agua. Mi cuerpo necesita un lugar
donde pasar la noche y mi casera no es muy espiritual que digamos y mes a mes pasa por
lo del alquiler. Igual la comida que necesita mi cuerpo, tengo que pagarla con dinero.
Concluyo, no es necesario pasarla del carajo económicamente para poder ser una persona
espiritual.
No hay una pelea entre la espiritualidad y el dinero, de hecho, Dios nos da todo el dinero
que le pidamos, todo, millones o centavos o nada de dinero.
Pero lo sugerido es anteponer lo espiritual a lo material. No podemos vivir sin lo uno o lo
otro.
Mal empezamos si anteponemos el dinero a lo espiritual, es ahí donde en verdad
empiezan las dificultades pero ya hablaremos de esto en otra ocasión.

52
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

¿Cómo se relaja mi mente si me paso una semanita tirado de panza al sol en una de las
Bahías de Huatulco?
¡Yo personalmente me la paso súper!, Mi Mente se siente bien, mi Cuerpo ni se diga y mi
Espíritu vuela hasta lugares inenarrables.
Pero hay que hacer un presupuesto y pagar con dinero esas vacaciones. Definitivamente,
desde mi óptica, lo espiritual no está peleado con lo material. Puedo tener todo el dinero
que desee tener, gastar es maravilloso, comprar lo que se me antoje es estupendo, ¿me
siento mal gastando dinero? Por supuesto que no.
Pero alguien dijo hace años – no sé quién sería – que tener dinero es malo y de ahí que
se ha venido de generación en generación esa idea. Yo sugiero a mi hipotético lector, que
cambie su manera de pensar y si se siente culpable por tener dinero, piense en cómo se
ha sentido las veces que ha comprado lo que se le antoje.
Créanme que Dios no se va a enojar si tienen mucho dinero porque es Él quien lo
proporciona.
Ahora que si tienes mucho, mucho, mucho, pues no te olvides de mí.

La Oración de la Serenidad en su forma completa:


―Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo
cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la
sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando
un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia
la paz; pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como
es, y no como me gustaría que fuera; creyendo que Tú harás que todas
las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que
pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz
Contigo en la siguiente. Amén.‖
Oración de la Serenidad. de Reinhold Niebuhr. (Wrigth City, 1892-Stockbridge, 1971)
Teólogo estadounidense. Ordenado ministro de la Iglesia evangélica, fue pastor en Detroit
hasta 1928 y después enseñó en el seminario teológico de Nueva York (1930-1960).
Demostró la unión entre el liberalismo político y la teología bíblica.
Actualización:
= Se trata del famoso teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr, como revela Elisabeth
Sifton, hija de Niebuhr, en un libro recién publicado con el título ―Fe y política en tiempos
de paz y de guerra‖.
La oración fue compuesta un domingo de 1943, durante las ansias de la Guerra Mundial
(su autor era teólogo de izquierda, socialista en su juventud, antifascista y antiestalinista
enconado). Observa su hija que a Niebuhr no le molestó que una versión abreviada de su
oración fuera empleada por Doble A, ni que se ignorara no sólo que él era el autor, sino
hasta que la Oración tenía un autor. Actitud que, desde luego, lo honra.=

La historia de esta oración se encuentra en uno de nuestros textos de literatura:


"TRASMITELO - La historia de Bill Wilson y de cómo llegó al mundo el mensaje
de A.A.

La historia es esta:

53
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

"Se descubrió en la columna "In Memoriam" de un número de principios de junio de 1941


del Herald-Tribune de Nueva York. La fraseología exacta fué: "Madre: Dios me de la
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las
cosas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia: Adios." Dijo Ruth: Jack
C. se presentó en la oficina una mañana y me mostró la esquela con la oración de la
Serenidad. Me impresioné tanto como lo estaba él y le pedí que me la dejara, de manera
que puidera copiarla y utilizarla en las cartas a los grupos y solitarios. Horace C. tuvo la
idea de mandarla a imprimir en tarjetas y pagó la primera impresión."

Desde entonces, cuando cualquiera, en cualquier lugar del mundo en el que haya un
Grupo de Alcohólicos Anónimos, entre, encontrará un cuadro en el que está escrita la
Oración de la Srenidad. Hoy la rezamos al incicio de cada reunión de la siguiente manera:
"Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la
diferencia".

Tiene un inmenso valor para nosotros los AA, pero si revisa y medita en profundidad su
contenido, encontrará una pieza de magistral sabiduría en tan cortas palabras. A muchos
de nosotros, nos ayuda en el discurrir cuotidiano, cuando las cosas no nos salen como
queremos, cuando la perturbación aparece, cuando algo nos inquieta.

En lo que tiene que ver con nuestra realidad como enfermos alcohólicos, esta oración
encierra una gran verdad, contenida en su primera frase: Dios concédeme el valor para
aceptar las cosas que no puedo cambiar, es decir, la naturaleza incurable de la
enfermedad del alcoholismo, por mas que tratemos, seremos incapaces de sanarnos de
dicha enferemedad. Sin embargo, la aceptación de la misma, es la piedra fundamental,
mediante la cual se inicia el proceso de recuperación; solo cuando nos percatamos de dos
cosas fundamentales:

1. Que padecemos la enfermedad del alcoholismo.


2. Que dicha enfermedad es incurable (esto se aprende dentro de A.A.)

Estamos francamente dando gigantescos pasos hacia nuestra recuperación. A cualquier


persona que padezca otra enfermedad no le ayudará en nada negarla. Por ejemplo si se
tiene la enferemedad de la diabetes, de nada le sirve al enfermo negar su mal y continuar
consumiendo dulces -esto por el contrario le precipita las consecuencias-solo cuando
acepte su estado, de la imposibilidad del dulce en su dieta; entonces estará dando pasos
para su recuperación. Igual con el alcoholismo, que es una enfermedad y no por que se
diga eso en Alcohólicos Anónimos, sino porque a nivel de las diferentes entidades de la
salud en todas partes, el ALCOHOLISMO es tenido en cuenta como una enfermedad.
Este es el fundamento del PRIMER PASO que ya relatamos anteriormente. Admitir,
como una base sólida a partir de la cual iniciar un proceso de recuperación.

La segunda parte es mucho más esperanzadora: "...valor para cambiar aquellas que
puedo..." Esa es la buena nueva, la buena noticia que ofrece el programa de Alcohólicos
Anónimos: Que podemos recuperarnos, que eso es posible y que cientos, miles y millones
54
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

de AA en todas partes lo estamos haciendo; es decir, estamos cambiando aquello que


podemos, y se necesita valor en alguna medida, el valor que nos da el cansancio de una
vida echada a perder, el cansancio de ser las ovejas negras en todas partes; cansancio de
causar desastres en todo nuestro alrededor.

Y la tercera parte nos habla de: "...sabiduría para reconocer la diferencia...", para ser
conscientes de la irremediabilidad de una condición de enfermos alcohólicos y nuestro
proceso de recuperación. Siempre estaremos enfermos, pero aún así, seremos personas
recuperadas, que volvemos a tener mucho de lo que perdimos por nuestro alcoholismo
desafortunado: Hay una gran diferencia entre el alcohólico activo y aquél que se
encuentra en franco estado de recuperación. Solo se nos pide -no para que se lo
demostremos al grupo o a cualquiera en particular- sino para que el programa nos
funcione, tres condiciones muy interiores, muy de nosotros mismos, que nadie puede ver:

1. Honradez consigo mismo.


2. Mente abierta.
3. Buena voluntad.

Finalmente, uno se recupera para sí mismo, no para ningún otro.

Comentarios al 6to. Paso


ESTUVIMOS ENTERAMENTE DISPUESTOS A DEJAR QUE DIOS ELIMINASE NUESTROS
DEFECTOS DE CARÁCTER.
En los pasos cuatro y cinco identificamos y admitimos nuestros patrones de pensamiento,
sentimiento y conducta. Vimos las maneras en que estos patrones han afectado nuestras
vidas y las de una buena parte de las gentes que nos rodean. El sexto paso es más que
tomar una acción difícil o desafiar una creencia atesorada. El mensaje del sexto paso fue
claro.
―DISPONTE A CAMBIAR-ENTERAMENTE DISPUESTOS‖
En un principio el concepto ―enteramente dispuestos‖ parecía imposible de llevarse a
cabo, muchos de nosotros creíamos que significaba que teníamos que dar este paso sin
miedo, una vez más pusimos la carroza antes que el caballo, equivocadamente asumimos
que podíamos liberar nuestros defectos de carácter en la medida en que estuviésemos
dispuestos a que nos liberasen de ellos. Se nos recordó que ―enteramente dispuestos‖
significa completamente preparados. El haber terminado el quinto paso representa gran
parte de esa preparación. Examinamos más de cerca esta frase y nos dimos cuenta que
podemos palparla en nuestro diario vivir. Por ejemplo, si estamos en un restaurante y el
mesero no nos tomó la orden con la rapidez que a nosotros nos pareciera que debiera de
ser, tenemos algunas opciones: podemos actuar como antes, -para algunos de nosotros
esto puede ser actuar irritados ó quizás quedarnos callados-; para otros la reacción puede
ser de resignación, ya que dudamos para hablar a nuestro favor. Lo que descubrimos en
el sexto paso fue una nueva opción. Nos enfrentamos con un defecto de carácter, en este
caso el orgullo, y nos preguntamos a nosotros mismos si estamos enteramente dispuestos
a que se nos eliminase, la elección fue nuestra.

55
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

Si nuestra respuesta fue NO debimos medir las consecuencias de este nuestro defecto, no
solo en los demás, sino en nosotros mismos ¿Estamos dispuestos a seguir pagando por
este tipo de actividades? Comenzamos a entender que una actitud o comportamiento
procedente de un defecto de carácter nunca nos lleva a la PAZ de pensamiento que
estamos buscando. Sin importar lo que esas VOCES EN NUESTRA CABEZA digan. Pero
¿qué hay de los defectos que creemos que necesitamos para sobrevivir? Avaricia, Lujuria,
Ira, Gula, Envidia y Pereza, estos defectos son generalmente los subtítulos para una baja
autoestima. El resentimiento parecía acolchonar nuestros límites contra la invasión. El
miedo nos tenía a muchos en alerta por aquellos que quisieran lastimarnos ¿cómo
podríamos algún día estar enteramente dispuestos a que estos defectos se eliminasen? La
respuesta vino a nosotros que todos nuestros defectos de carácter eran, de alguna
manera, productos de nuestra propia voluntad. Existían herramientas de supervivencia en
nuestro pasado y a pesar de que parecían ser para nuestro bienestar, ya no eran
suficientes. Queríamos vivir y no solamente sobrevivir y para ello necesitábamos un
programa limpio DEJAR A DIOS QUE ELIMINASE TODOS NUESTROS DEFECTOS DE
CARÁCTER. Como en el caso anterior, en el sexto paso se sugiere que pongamos nuestra
voluntad a un lado y dejemos a Dios el trabajo. A través de nuestras vidas, la mayoría de
nosotros hemos sobrellevado la adversidad en nuestros términos (a nuestro modo).
Apoyándonos en nuestros defectos para atravesar situaciones dolorosas y a menudo
complejas, muchos de nosotros hemos usado a nuestro Poder Superior, dirigiéndose para
hacer que realice nuestro mandato: ―Querido Dios, has que ella me ame‖. ―Oh, Dios mío,
no dejes que ella me abandone‖, ―Señor, hazlos que me den este trabajo ahorita mismo‖.
Decíamos estas oraciones tan honestamente como podíamos. El problema era nuestro
acercamiento, erróneamente, cuando nos veíamos a nosotros mismos estropeados,
nuestra arrogancia nos hacía pensar que nosotros solo teníamos la respuesta a los
problemas de todos los demás, incluyendo los nuestros, fue este razonamiento
distorsionado lo que nos dejó en tal estado de ingobernabilidad. En el sexto paso se nos
ofreció una solución PONER NUESTRA RECUPERACIÓN EN MANOS DE DIOS otra vez.
Pero ¿qué hay de lo que dice que dejamos TODOS nuestros defectos a Dios? ¿Porqué no
estar enteramente dispuestos a que Dios eliminase ALGUNOS de nuestros defectos? Se
nos sugirió que viéramos esos defectos como una concha protectora, con la que hemos
crecido, aferrarnos a ello sería como autodestruirnos, como un pájaro quedándose con un
pedazo de su cascarón, o una mariposa colgándole un pedazo de su capullo. A este punto
de nuestra recuperación, nuestros defectos de carácter no nos protegen para nada, eran
un exceso de equipaje que nos hundía a menudo, limitándonos hasta nuestro potencial.
6. Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de
carácter. Este Paso nos ofrece uno de los mayores regalos espirituales del programa:
El cambio
No importa qué descubrimos acerca de nosotros mismos en los Pasos anteriores, el
cambio es posible. No estamos condenados a vivir una vida envenenada por nuestra
enfermedad. Un Poder Superior a nosotros mismos puede sacarnos el temor, la
deshonestidad, la auto-obsesión y nuestro deseo de incurrir en hacer lo posible por
enterrarnos en la mediocridad.
Los Pasos Cuarto y Quinto nos han mostrado claramente nuestros defectos y sus efectos
en cada uno de los ámbitos de nuestras vidas; así como, en cada una de nuestras

56
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

relaciones con la gente. Comenzamos a entender que nuestros defectos de carácter no


nos han servido, de hecho fueron obstáculos para lograr experimentar en su plenitud la
riqueza de la Vida.
Muchos AA seguimos creyendo que nada podrá cambiarnos. Pero porque no tomar en
cuenta las siguientes interrogantes, a manera de identificar nuestra responsabilidad
(irresponsabilidad) ¿Cuántas veces has preferido -de manera consciente- actuar mediante
el soborno, la manipulación o la obstinación y abstenerte en tener una mejor actitud?
¿Cuántas veces has fallado con esa actitud? ¿Cuáles han sido los resultados de tu actitud?
¿Cómo te has sentido? ¿Cuánto te has recriminado? ¿Logras encontrar el consuelo?
¿Cómo se encuentra tu fe?
Seguramente, al leer estas preguntas, puedes identificar que tu autoestima se encuentra
herida y tu has sido responsable –como en muchas otras ocasiones- de retorcerte con el
dolor que provoca tu inmadurez ¿Es más fácil lastimarte ó lastimar, que crecer? Recuerdas
la frase con la que inicia el 6° paso? ¿Te suena familiar el ―Este es el Paso que separa los
hombres de los niños‖?
El Paso Sexto nos ofrece una solución espiritual a este dilema: ―La Madurez‖.
Trabajando este Paso comenzamos a estar listos para que eso suceda, esto será
realmente un milagro, y. La acción principal que se requiere, es cambiar nuestra actitud.
El Paso Sexto nos pide que estemos dispuestos a dejar nuestros defectos de carácter.
Comenzamos a estar dispuestos, a través de la oración, la meditación y hablando con
otros miembros de AA.
La disposición fue la clave de nuestra cura, sin ella nuestro corazón estaba bloqueado al
regalo de la transformación. Nuestro cambio se dará cuando le digamos a nuestro Poder
Superior que estamos listos y dispuestos para remover todos nuestros defectos de
carácter que descubrimos en el Paso Cuarto. Al crecer en este entendimiento,
descubrimos que estábamos listos para que Dios nos transformara.
El Sexto Paso es necesario para el desarrollo espiritual. El comienzo de una tarea para
toda la vida. Reconocer la diferencia entre esforzarse por lograr un objetivo y la
perfección. Por qué tenemos que seguir esforzándonos. ―Estar dispuesto‖ es de vital
importancia. La necesidad de ponerse en acción. La demora es peligrosa. La rebeldía
puede ser mortal. El punto en el cual abandonamos nuestros objetivos limitados y nos
encomendamos a la voluntad para con nosotros.
Por ejemplo: si tiendes a explotar con facilidad ó a engancharte con la actitud
manipuladora de ―soy víctima‖, ó te vuelves muy duro contigo porque existe mucha culpa
en tu corazón, deberías estar dispuesto a que Dios elimine esos defectos y actitudes. Esos
sentimientos y actitudes, que aunque sientas que te sirven, a la larga te hacen sentir peor.
SEXTO PASO: APRENDE A NO REGRESAR LA PELOTA (NO TE ENGANCHES)
Y ¿qué significa eso? Que aún cuando te sientas provocado por alguna persona ó
situación, no respondas agresivamente impulsado por la impotencia ó permitas que te
denigren a causa de tu timidez ¡Date la oportunidad de reaccionar adecuadamente!
Rompe con tus patrones conductuales que han causado tu inmadurez. Al principio te será
un poco difícil no caer en la trampa, pero con la practica llegarás a controlarte…será
importante darte cuenta que cuando has reaccionado justificado en tus argumentos
(defectos de carácter), las cosas no han salido bien, por lo que, el único que te puede
detener, el único que te puede regalar la tranquilidad necesaria para enfrentar ese

57
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

instante de agobio, es Dios ―….enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos
defectos de carácter…‖.

Comentarios al 8vo. paso


―Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos
dispuestos a reparar el daño que les causamos‖ (texto del 8vo. paso, 12 pasos de A.A.)
―Este no es el análisis del Paso Ocho y Nueve de hacer reparaciones. Más bien sugiere una
actitud hacia ellos que podría ayudarnos a hacerlas más fácilmente‖
―Cómo hacer reparaciones‖ ????
Comencemos conmigo mismo.
Todos están ganando dinero con la nueva moda de los libros ―Cómo‖, que van desde
―Cómo tocar la Guitarra‖ hasta ―Cómo pescar un Pez‖. Yo también caí. El verano pasado,
mientras estaba de vacaciones compré uno que se llama: ―Cómo convertirse en un
Observador de Pájaros‖. Y lo usé, más por la consternación y diversión que tengo por mis
amigos emplumados.
Sólo menciono esto para demostrar lo que unos pocos años de sobriedad hacen con
algunos de nosotros. Nunca en mis delirium tremens imaginé que llegaría tan bajo como
para molestar a pequeños e inofensivos pajarillos mientras jugaban, se alimentaban,
empollaban o tenían un romance.
Deberían haberme visto en los espesos matorrales y entre la maleza, libro en mano y
binoculares tratando de observar el pico de un colibrí. Hermano, ¡Esto es realmente vivir
la vida en AA!
Hay mucha distancia entre un pasatiempo, como observar aves, y algo tan importante
para nosotros como el ―Cómo hacer reparaciones‖, ahora que estamos sobrios. Pero
ambos tienen algo en común, cada uno requiere esfuerzo y práctica antes de obtener o
disfrutar los resultados.
Uno de los ejemplos más inmediatos e inspiradores de este tema lo cuenta un amigo mío
de AA cuya esposa le dice después de ocho meses de sobriedad: ―Por tu amabilidad,
consideración y cooperación en la casa, me has compensado más que todo el año de
amargura que sufrí durante tu alcoholismo.‖
Generalmente esto no sucede tan fácilmente. Y no fue así en mi caso, ni en mi casa, ni
con mis familiares, amigos o gente de negocios.
Usando mi ropa de reo (la cual no me quedaba bien al comienzo de mi membrecía en AA)
y montando mi caballo blanco árabe, galopé por todos lados para pedirle disculpas de
corazón a todo el mundo por mis antiguos defectos de carácter y personalidad durante mi
alcoholismo que los dañó, los ofendió, traicionó o defraudó.
Todos mis esfuerzos fueron un fracaso. El dolor o daño que les causé era demasiado
fuerte, o demasiado profundo, para algunos de ellos, y me recibieron (o me rechazaron)
muy fríamente.
Una vez que supe que la palabra clave del Paso Ocho es estar dispuesto a reparar el daño
causado, acepté aquellas situaciones desagradables tanto como pude. Más adelante,
después de un periodo de sobriedad, nuevamente les ofrecí mis disculpas y explicaciones
y, prácticamente en todos los casos, fueron aceptadas.

58
Grupo Fortaleza Tetela
http://jovenestepa.wordpress.com/2007/07/03/el-sindrome-de-la-borrachera-seca/

De esas experiencias he aprendido que algunas personas heridas son, como dice el dicho
―de Missouri, hay que mostrarles‖. Algunas veces las acciones valen más que las palabras
y tuve que mostrarles mi sinceridad al continuar estando sobrio.
No hay sugerencias fijas para todos en cuanto a ―Cómo hacer reparaciones‖. Las
circunstancias y los individuos varían. Pero debería haber, a mi juicio, un requisito
necesario para todos nosotros. El éxito de nuestros esfuerzos, con respecto a nosotros
mismos o a aquellos a quienes dañamos, o a ambos, debería depender de nuestra
absoluta honestidad y sinceridad de propósito.
Las reparaciones no funcionarán correctamente si las usamos solamente como palabrerías
para zafar de un problema, para apaciguar a alguien de quien queremos obtener una
buena opinión, o de quien podría estar en una posición que nos beneficiaría en el futuro.
No ganamos mucho, o nada, al imponer esta responsabilidad sobre nosotros y tomarla
como una obligación hacia otros, si solamente es una acción mecánica que otro miembro
de AA nos dijo que era lo que había que hacer.
Deberíamos desear hacer reparaciones porque sinceramente estamos convencidos de que
hicimos mal y honestamente queremos enmendar un error.
No hay un sustituto para esta actitud o estado de mente esencial. Una de las dificultades
que tuve al tratar de reparar el daño con otras personas fue saber la diferencia entre el
deseo verdadero de hacer lo correcto y un intento falso de apaciguar la culpabilidad en mi
conciencia.
Por otro lado, nunca es aconsejable tratar de hacer reparaciones directas cuando al
hacerlo implica perjuicio para ellos, o para otros.
En mi opinión, nuestro hogar debería ser el primer lugar. Nuestras familias soportaron lo
peor de nuestro alcoholismo durante todos esos años y generalmente son los últimos en
recibir los beneficios de nuestro programa personal de rehabilitación.
Las reparaciones con el alcohólico, al igual que la caridad, comienzan en casa. Si primero
ordenamos nuestra habitación, entonces estaremos mejor capacitados, mental y
emocionalmente, para intentar rectificar aquellas condiciones causadas en el mundo
exterior por nuestro beber incontrolado.
Esto también aplica si queremos hacer reparaciones espirituales. Hay mejores
oportunidades de alcanzar esa meta después de enmendar nuestra vida en el hogar.
Entonces la ―decisión de poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios,
como nosotros lo concebimos‖ dará frutos más rápidamente.
El hacer reparaciones puede ser una experiencia rica y reconfortante en humildad,
tolerancia y una mejor comprensión de mis compañeros.

59
Grupo Fortaleza Tetela

También podría gustarte