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Economía positiva:

La economía positiva parte de un fenómeno económico y busca


encontrar el origen y sus consecuencias. Para ello se trata
de establecer una cadena de relaciones causa-efecto entre los
distintos hechos. De esa manera, será posible conocer los impactos
en la realidad de cualquier cambio en las variables estudiadas, en
resumen, la economía positiva tiene como objetivo explicar la forma en
que la sociedad toma sus decisiones de consumo, producción e
intercambio de bienes y servicios. Todo ello, basándose en la
experiencia de la realidad, es decir, en el empirismo, y sin valorar si los
fenómenos son deseables o no éticamente.

Ejemplo:  El precio de la leche ha aumentado de 3 dólares el galón a


5 dólares por galón en los últimos cinco años.

Esta es una declaración positiva, ya que puede ser probada como


verdadera o falsa, comparando con datos del mundo real. En este
caso, la declaración se centra en los hechos.
Economía Normativa:
La economía normativa identifica qué objetivos son deseables para
después aplicar el conocimiento de la economía normativa para
lograrlos. La elección de objetivos depende de las consideraciones
éticas y políticas del economista, por lo que se suele considerar que
no es una economía puramente científica. Existe una corriente de
pensadores y economistas que consideran que la economía siempre
será normativa. Esta visión se basa en que cualquier realidad social
está basada en juicios de valor, por lo que su estudio no puede ser
objetivo y libre de consideraciones morales.

Ejemplo: Ninguna persona debería tener derecho a recibir una


herencia, porque las herencias pertenecen a la sociedad.

La economía normativa intenta brindar soluciones. Las declaraciones


económicas normativas se utilizan para influir en decisiones
económicas o recomendar formas de mejorar políticas económicas.

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