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Procesos y contextos en la producción del conocimiento científico

y tecnológico1
Para comprender las complejas relaciones existentes entre la ciencia, la tecnología y la sociedad
(CTS), es de gran utilidad analizar el problema desde diversas perspectivas. Por un lado,
situándonos en el contexto actual, resulta claro que la actividad científica requiere la inversión de
recursos económicos y es desarrollada por equipos de investigación que trabajan en el marco de
instituciones. Es necesario entonces comprender cómo funcionan esos equipos, cuáles son las
reglas de asignación de recursos económicos que sustentan su tarea, cómo definen sus temas,
cómo dan a conocer sus resultados, cómo y quienes legitiman el conocimiento producido.

Del mismo modo, también es relevante comprender los procesos y aproximaciones metodológicas
que emplean los científicos para producir conocimientos. Por ejemplo, es interesante analizar si
existe un único método –generalmente mencionado como “el método científico”-, que a través de
una sucesión de pasos orienta la tarea de toda investigación científica o, en contraste, en la práctica
científica se emplean una pluralidad de metodologías, que no responden a este patrón.

Por otra parte, dado que la actividad científica se desarrolla en un determinado contexto social y
cultural -que varía en diferentes épocas y espacios geográficos-, para analizar la situación actual, es
de gran utilidad concebirla como un momento particular de un proceso histórico. Para ello, una
adecuada comprensión de la historia de la ciencia favorecerá una más completa percepción de la
complejidad de esta problemática en el presente. Existe una visión muy generalizada sobre la
producción científica —a la que llamaremos “concepción clásica”—, que la presenta como una
aventura intelectual desinteresada, resultado del esfuerzo y la imaginación de mentes brillantes. Sin
embargo, en general, el conocimiento científico en las sociedades contemporáneas no se produce
sin propósitos previamente determinados ni sus direcciones son definidas exclusivamente por los
científicos o grupos de investigación en forma aislada. Tampoco ocurre que la producción científica
en diferentes campos disciplinares se desarrolle de manera aleatoria o equilibrada, con la misma
velocidad y magnitud en todas las áreas. Por el contrario, en diferentes momentos, algunas
disciplinas o ramas disciplinares resultan claramente hegemónicas, mientras otras quedan reducidas
a una mínima expresión o incluso desaparecen.

Estas restricciones u orientaciones se deben a que la actividad científica está sometida a


condicionamientos tales como la definición de temas prioritarios, la disponibilidad de fuentes de
financiamiento, la posibilidad de superar obstáculos técnicos, la necesidad de inscribirse en marcos
teóricos y enfoques metodológicos considerados como aceptables, así como por la reputación de
cada científico, de los grupos de trabajo y de las instituciones donde se produce, entre otros
factores. A su vez, la relación existente entre los científicos y sus producciones está estrechamente
vinculada con sus compromisos académicos, económicos, sus valores personales, sociales y éticos,
entre otras variables complejas, las que a su vez están íntimamente relacionadas entre sí.

El financiamiento de la producción científica


Generalmente, la posibilidad de contar con recursos materiales para realizar gran parte de las
investigaciones científicas depende de partidas de dinero que se otorgan a las universidades,
institutos o grupos de investigación, los cuales provienen tanto de fondos públicos como de
subsidios asignados por organizaciones internacionales o por asociaciones o empresas privadas
nacionales o extranjeras, que evalúan la calidad y la temática de los proyectos y otorgan los
subsidios conforme a sus criterios y prioridades.

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Extracto del Módulo 1: Democratización del conocimiento científico. Alicia Massarini y Adriana Schnek
1
La magnitud del presupuesto y los criterios de asignación de subsidios que provienen de fondos
públicos son un aspecto central de una política científica que, de manera implícita o explícita, define
también un cierto tipo de vínculo entre los intereses del sector público y los de sectores privados.

Muchas investigaciones que aparentemente atañen sólo a la ciencia, están indisolublemente


vinculadas con aplicaciones tecnológicas de gran valor comercial, siendo en la actualidad estos dos
campos muy difíciles de distinguir. Esta inseparable relación entre ciencia y tecnología, muy
frecuente en la investigación actual, ha dado lugar al concepto de tecnociencia. En ese sentido, la
relación entre las necesidades de la sociedad y los intereses de las empresas privadas —que no
siempre tienen las mismas prioridades, pueden o no ser coincidentes, e incluso pueden ser
antagónicos— se presenta como un eje central en la definición de políticas en ciencia y tecnología,
que involucra aspectos económicos, sociales, ambientales, políticos y éticos.

De este potencial conflicto de intereses se desprende la necesidad de la participación ciudadana en


la definición de políticas en ciencia y tecnología, lo cual incluye el establecimiento de los criterios y
prioridades de selección y asignación de recursos. Algunas corrientes de pensamiento consideran
incluso, que la evaluación de acciones y proyectos no debería quedar exclusivamente en manos de
los expertos, es decir de los llamados “pares”, y sostienen que en esta etapa también se requeriría
la participación de otros sectores de la sociedad. (…)

Sobre los métodos de la producción científica


Existe una diversidad de métodos que permiten arribar a la creación de interpretaciones o modelos
explicativos de ciertos fenómenos del mundo natural. En algunos casos, la investigación puede
comenzar con una pregunta inicial, que puede surgir de trabajos anteriores realizados en la misma
línea temática o similar. También puede surgir de una observación accidental, de una aproximación
intuitiva o de una analogía surgida de otra disciplina o de otro campo de la cultura.

A partir de la pregunta o idea inicial, y teniendo en cuenta los modelos teóricos preexistentes, suelen
plantearse una o varias hipótesis que según el campo y el objeto de estudio, van a dar lugar al
establecimiento de la línea de trabajo y la metodología a seguir.

Por ejemplo, si un biólogo trabaja en el nivel celular y se propone explorar la reacción de ciertas
células a determinadas sustancias, deberá realizar un diseño experimental que puede incluir, por
ejemplo, el comportamiento de esa célula frente a la sustancia en cuestión en ciertas condiciones
ambientales, el seguimiento de esa sustancia mediante nuevos tipos de microscopios, la reacción de
esa célula en relación con la sustancia ante la sola manipulación, entre otros procedimientos. Si, en
cambio, el nivel de estudio focalizado son ciertas poblaciones de organismos y sus interacciones, los
métodos cambian. Por ejemplo, en el tratamiento de estudios poblacionales se requieren
herramientas de la matemática estadística y diseños experimentales en condiciones de campo y/o
de laboratorio. Si, en cambio, lo que se pretende estudiar se relaciona con la biología evolutiva,
deberá recurrirse a diferentes estrategias, que incluyen la observación de poblaciones actuales, los
datos paleontológicos y también a herramientas de exploración e interpretación propias del
historiador, e incluso del detective que investiga delitos penales.

Estos ejemplos ilustran que aun dentro de una misma disciplina científica, no hay un único “método
científico”, ni pasos definidos a seguir. En cambio, hay una multiplicidad de estrategias de
investigación y el modo de diseñar esa estrategia en cada caso, está relacionado con la pregunta
que se intenta contestar y con la escala o nivel en el cual se trabaja.

Diferentes disciplinas científicas y aun diferentes ramas o especialidades dentro de una misma
disciplina, recurren a diferentes estrategias de investigación, conforme a la pregunta planteada o al
enfoque empleado. El asumir la idea de que la ciencia tiene un único método sugiere que hay un
camino único, independiente del investigador que conduce al conocimiento. Este supuesto refuerza:
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o La dogmatización del conocimiento científico, en tanto se lo concibe como una respuesta
“objetiva” a la que necesariamente se arriba por un único camino.
o El lugar de autoridad en que se lo sitúa a partir de atribuirle la condición de  saber objetivo
y universal.
o Y, en última instancia, el carácter de verdad descontextuada que tendría desde esta
perspectiva, el conocimiento científico.

Los mitos acerca de la producción del conocimiento científico


De acuerdo con la visión clásica y lineal que previamente hemos comentado, el conocimiento
científico y tecnológico es presentado como un saber neutral, producido por observadores objetivos
y desinteresados que, mediante la aplicación de un método, indagan la naturaleza en busca de
leyes universales o mejoras tecnológicas. En esta mirada, la ciencia es un cuerpo de conocimientos
que se va enriqueciendo de manera acumulativa, de modo que progresa continuamente
apartándonos de la ignorancia, hacia aproximaciones cada vez más cercanas a la verdad. Por su
parte, el cambio tecnológico, entendido como un proceso de continuo desarrollo, contribuiría
inexorablemente al progreso de la sociedad.

También hemos comentado que, en contraste con esta visión, nuevas corrientes de pensamiento
conciben a la ciencia como un producto contextual, parte indisoluble de la cultura. La biología, por
ejemplo, al igual que las ciencias sociales, el arte, la filosofía, las costumbres, las creencias, forma
parte de la cultura de una sociedad determinada. Visto de este modo, cualquiera de las ciencias
naturales debería ser considerada como un cuerpo de conocimientos contextualizado en un sistema
de valores, prácticas de la sociedad, creencias, y situado en el momento histórico y social en el cual
han sido desarrollados.

Esta mirada considera que tanto la producción de teorías, modelos y conceptos de la ciencia, como
las innovaciones tecnológicas, están atravesadas por el sistema socio-económico, la lógica de las
instituciones científicas y técnicas, sus integrantes, los intereses que determinan las decisiones
relativas al financiamiento y los objetivos de quienes proveen o administran esos fondos, entre otros
factores.

Como expresara el neurobiólogo Steven Rose:

“La ciencia que hacemos, las teorías que preferimos y las tecnologías que empleamos y creamos
como parte de esa ciencia, jamás se pueden divorciar del contexto social en el cual se las crea, de
los propósitos de quienes las financian ni de las visiones del mundo en las cuales buscamos y
hallamos respuestas apropiadas.” 2

Los mitos acerca de la producción del conocimiento científico:


La historia de la ciencia, ayer y hoy
En la concepción clásica de la ciencia, los científicos son presentados como personajes solitarios y
extravagantes, que trabajan aislados en sus laboratorios. De acuerdo con esta visión, cuando se
habla de historia de la ciencia, se suele trasmitir una imagen de la producción científica en que los
protagonistas son individuos y, generalmente, no se hace referencia a los contextos sociales e
institucionales en que se desenvuelven.

Rose, S.  Trayectorias de vida. Biología, libertad, determinismo.  2001. Editorial Granica.
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Como consecuencia de ello, es frecuente que —tanto en los textos escolares como en los manuales
universitarios de disciplinas científicas—, la historia del campo disciplinar se presente como una
sucesión lineal de hitos o “descubrimientos” que se suman a través del tiempo, conformando de
manera progresiva el “corpus” de conocimientos de la disciplina.

En contraste con esta visión lineal y acumulativa, la concepción constructivista considera que el


conocimiento científico —del mismo modo que todo otro conocimiento humano— posee un modo de
producción histórico, social y colectivo. Este enfoque alternativo sitúa los conceptos y teorías en el
momento histórico y en el contexto cultural en que fueron producidos y permite visualizar las
controversias, debates, rupturas y conflictos de intereses que han signado la historia de la ciencia a
lo largo del tiempo. En relación con el papel de la historia de la ciencia en la democratización del
conocimiento científico, diversos autores, tales como G. Fourez [1], consideran que este tipo de
análisis —el de una historia social de la ciencia—, puede contribuir en mayor medida a visualizar las
actuales controversias y desafíos del conocimiento científico contemporáneo y contribuir a promover
el necesario debate acerca de las relaciones CTS.

Los mitos acerca de la producción del conocimiento científico:


Idea de neutralidad y objetividad
En una versión idealizada acerca de la actividad científica y sus productos, algunos autores afirman
que la ciencia no puede ser considerada ni buena ni mala, sino que es bueno o malo el uso que de
ella se hace.

Una concepción alternativa, vinculada con la democratización del conocimiento científico, incorpora
la idea de “no neutralidad” de la ciencia y la tecnología, entendiendo que sus marcos teóricos y
modelos no son universales ni neutrales y que sus aplicaciones constituyen resultados contingentes
de procesos sociales de construcción, que ocurren en un determinado contexto socio-histórico,
ideológico y político, cultural y filosófico.

Otra idea arraigada sobre la concepción del conocimiento científico es que la ciencia trata de
acercarse a la verdad objetiva a fin de descubrir las regularidades y estructuras esenciales de la
realidad como único camino para el establecimiento de leyes científicas.

Sin embargo, otras posturas ponen en duda la objetividad pura, considerando que es un sujeto en
un determinado contexto sociohistórico el responsable de la construcción, no sólo del camino para
conocer, sino también del propio objeto de conocimiento. Si bien este debate tiene una gran
importancia en el contexto actual, algunas de las posturas que se manifiestan encuentran sus raíces
en concepciones filosóficas que surgieron en épocas muy tempranas en la historia del pensamiento,
las cuales dieron lugar a argumentaciones que han atravesado los siglos y siguen generando
nuevos puntos de vista en la actualidad.

Los mitos acerca de la producción del conocimiento científico:


Ideas sobre progreso
La biología es una de las ramas de las ciencias naturales que más desarrollo ha tenido durante el
siglo pasado y el presente. Los nuevos conocimientos desarrollados en el campo de la biología
celular y molecular, la genética, la ecología y la neurobiología han sido muy significativos para la
comprensión de procesos y patrones biológicos en diferentes escalas, y han tenido y tienen un
fuerte impacto en la industria, la medicina y la agricultura, entre otros campos. En la actualidad los
conocimientos biológicos permiten comprender y enfrentar ciertos problemas de gran relevancia
tales como los mecanismos involucrados en las enfermedades infecciosas y su tratamiento, la
dinámica de la biodiversidad o el uso sustentable de los recursos ecosistémicos, entre otros

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aspectos.

Sin embargo, esta visión parcial puede conducir a la falsa impresión de que todo desarrollo científico
constituye necesariamente un aporte para el progreso de la sociedad. Un aspecto importante que
cuestiona la idea de progreso asociado al desarrollo científico es la consideración de los riesgos
asociados a la ciencia y la tecnología. Esta preocupación se instaló claramente luego de la segunda
guerra mundial, como resultado de la alarma que provocó la toma de conciencia acerca del inmenso
poder destructivo de la energía nuclear empelada con fines bélicos. Pero a fines de la década de
1960, la preocupación acerca de los riesgos científico-tecnológicos se hizo extensiva a
problemáticas no vinculadas con la guerra: accidentes nucleares, derrames de petróleo, desastres
sanitarios debidos al uso de productos farmacéuticos, impactos ambientales de agroquímicos,
pusieron definitivamente en jaque el optimismo de la sociedad acerca de las bondades del llamado
“progreso científico”. El impacto social y político de estos temas se manifestó a través del desarrollo
de movimientos sociales contraculturales que, tanto en Estados Unidos como en varios países de
Europa, pusieron el foco en la denuncia de los riesgos asociados a la ciencia y la tecnología. Estos
movimientos abrieron un debate político y teórico que comenzó a cuestionar las bases del modelo
unidireccional de desarrollo de la ciencia y la tecnología, poniendo en duda la legitimidad de la
regulación corporativa interna de la innovación tecnológica y abriendo el camino para la reflexión
acerca de la necesidad de un mayor protagonismo de toda la sociedad en las decisiones científico-
tecnológicas.

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