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Índice
1Antecedentes
2Los ejércitos
3La batalla
4Consecuencias
5Fuentes
o 5.1Bibliografía principal
o 5.2Referencias
6Enlaces externos
Antecedentes[editar]
Tras la declaración de guerra a la Argentina por parte del presidente paraguayo Francisco
Solano López,1éste envió sobre territorio argentino dos columnas de ataque: una de ellas,
comandada por Wenceslao Robles, ocupó la ciudad de Corrientes el 14 de abril de 1865; la
segunda, formada por unos 12 000 hombres y comandada por el teniente coronel Antonio de
la Cruz Estigarribia, se dirigió hacia el este de esa provincia para atacar
territorio brasileño sobre el río Uruguay.
Originalmente, la idea era que la columna del río Uruguay fuera la más importante, ya que el
objetivo central de López en su guerra era evitar el expansionismo del Imperio del Brasil; la
columna que debía atacar Corrientes estaba destinada más bien a distraer al Ejército
Argentino y asegurar las comunicaciones del Paraguay con el Océano Atlántico. Pero un
cambio de planes de López determinó que dos tercios de las fuerzas fueran destinados a
invadir la capital correntina, con la idea de avanzar desde allí en dirección sudeste y atacar
territorio uruguayo.
En respuesta, el 1 de mayo se firmaba entre la Argentina, el Uruguay y el Imperio del Brasil
la Triple Alianza.
Tras la exitosa captura de Corrientes, el general argentino Wenceslao Paunero se lanzó a un
audaz ataque - el 25 de mayo - con el que recuperó la ciudad. Pero, ante la enorme
superioridad numérica del enemigo, la evacuó dos días más tarde y se dirigió hacia el
sudoeste de la provincia. Sólo después de haber fracasado en Corrientes, Paunero se enteró
del avance paraguayo sobre el río Uruguay.
El presidente argentino Bartolomé Mitre encargó al general Urquiza, gobernador de
la provincia de Entre Ríos, enfrentar la columna del Uruguay. Este llamó en su ayuda a
Paunero, que se retiró a Esquina, esperando órdenes. A esas fuerzas se sumó un batallón de
voluntarios correntinos, dirigidos por el coronel Desiderio Sosa, que habían participado en la
reconquista de Corrientes; en este batallón figuraban muchos futuros protagonistas de
la Historia de la Provincia de Corrientes, como Santiago Baibiene y Plácido Martínez.2
Mientras tanto, se producía la batalla del Riachuelo, un combate naval en que la flota
brasileña destruyó la escuadra paraguaya cerca de la ciudad de Corrientes.3Esa derrota
impidió a la columna paraguaya del río Paraná prestar ayuda alguna a la del río Uruguay.
Los ejércitos[editar]
Tras haber invadido el noroeste de la provincia de Corrientes, el general Estigarribia envió el 5
de mayo al coronel Pedro Duarte al frente de una pequeña columna de avanzada, a controlar
las costas del río Uruguay. Duarte ocupó la ciudad de Santo Tomé, siendo alcanzado en ese
lugar por las fuerzas de Estigarribia cuatro días después. A continuación, cruzó el río Uruguay
hombres y penetró en el estado de Río Grande del Sur, en Brasil. A sus espaldas dejaba a la
columna de Duarte, con más de 3000 soldados.
Pasaje del Ayuí por el Paso de la Patria, provincia de Corrientes, del primer cuerpo argentino. El 13 de
agosto de 1865 el ejército atravesó el profundo zanjón o arroyo seco, el cual era sumamente pintoresco,
por sus elevadas y caprichosas barrancas. — El general Paunero y el coronel Chenaut presencian el
desfile, acompañados de algunos oficiales y del Doctor José M. Guastavino, Auditor de guerra.
El 2 de agosto, Duarte ocupaba la villa de "San José de Restauración", hoy ciudad de Paso de
los Libres. Una semana más tarde, sus avanzadas fueron derrotadas y sufrieron 20 bajas en
el combate de Capí Quisé. Ante la noticia de que todas las fuerzas enemigas iban en su
busca, Duarte pidió ayuda a su superior, el general Estigarribia, quien le mandó contestar:
Dígale al mayor Duarte que si está con el ánimo caído venga a hacerse cargo de la fuerza de
Uruguayana, que yo iré a librar la batalla.
Estigarribia6
La batalla[editar]
También da una versión en primera persona de su captura, hecha por el coronel Magariños, y
no por Paunero:
Duarte fue tomado prisionero por el coronel oriental Magariños Cervantes. Una bomba de palanquetas
le había hecho saltar del cinto el revólver y se defendía al ser atacado con su espada, que estaba ya
arqueada, cuando lo atacaron por la izquierda dos morenos de pantalón punzó (orientales del batallón
de Palleja. Florida) y le asestaron unos bayonetazos. Se los quitó con la mano izquierda, quedando
herido en la mano y dedos, cuando apareció el coronel Magariños y gritó:
―Soldados, dejen ese señor oficial, no le hagan mal.
Los morenos se alejaron con pena, pues Duarte usaba lujosas prendas de plata en el caballo, látigo y
espuelas. El [tachado: oficial] coronel galopó hacia Duarte y Duarte hizo ademán de atropellarlo. El
coronel gritó:
—Deténgase señor oficial, yo le garanto la vida.
—[¿]Y quién es usted? [¿]Qué graduación tiene?
—Soy el coronel Magariños.
—[¡]Bueno! Envaine su espada, yo envainaré la mía y conversaremos.
Así se hizo y se dieron la mano. El coronel Magariños creía que se trataba de un oficial; pero quedó
grandemente sorprendido cuando supo que llevaba nada menos, que al comandante en jefe enemigo.
Llevado a presencia del general Paunero, Magariños pidió a este que autorizara las garantías dadas al
prisionero. Paunero le dijo que eso no había ni que recordarse entre soldados de honor y trató
amistosamente a Duarte llevándolo a presencia del general Venancio Flores. Este se paseaba en el
campo raso y cuando le fue presentado Duarte, puso un gesto amenazador. El general Venancio Flores
estaba irritado contra el jefe paraguayo porque le había fusilado pocos días antes un sujeto francés que
le mandó con comunicaciones.
Estanislao Zeballos
Los párrafos anteriores fueron redactados por Estanislao Zeballos en entrevista personal con
Duarte, que entonces era ministro de Guerra de Paraguay, con grado de general.12
Una última resistencia de los infantes del teniente Zorrilla, que cruzaron el arroyo Yatay, fue
abortada por un ataque de la caballería de Suárez y Madariaga, que los atacaron por la
retaguardia. Unos cien soldados paraguayos cruzaron a nado el río Uruguay, mientras el resto
era muerto o tomado prisionero. En total, sufrieron 1500 muertos13 y 1600 prisioneros, de los
cuales 300 heridos.
Pese a los comentarios despectivos de jefes como Flores o Palleja, que preferían interpretar el
comportamiento de los soldados paraguayos como el resultado de la barbarie o de la
brutalidad inducida por el régimen de López, la resistencia había sido heroica; un anticipo
cabal del comportamiento brillante de los paraguayos cuando, a partir del año siguiente, se
vieran obligados a defender su propio territorio.