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distinción entre lenguaje informativo y lenguaje declarativo. Nuestra racionalidad queda expuesta y
nuestro ser persona se manifiesta en nuestra habilidad para usar la primera persona del pronombre
personal. Menciona dos modos de utilizar este término:
1. El primer modo es el uso informativo de la palabra yo. Aquí simplemente nos nombramos a
nosotros mismos tal y como nombraríamos cualquier otro objeto del cual queremos decir algo. Por
ejemplo, “yo mido tantos centímetros” o “yo estoy en Santiago”. Esto mismo podría decirse de una
tercera persona. 2. Otro modo es el uso declarativo de la palabra “yo”. Supongamos ejemplos:
“(Yo) sospecho que estás estafando” o “(yo) debo pagar mis deudas” o “(yo) sé que esto es una
cebra” no enuncio meros datos sobre mí (mi sospecha, mi deber, mi conocimiento), sino que me
declaro a mí mismo como desconfiando de ti, y por consiguiente me declaro en mi quehacer
racional. Me comprometo en lo que digo. Este uso del término yo me expresa a mí, el hablante, en
cuanto agente racional, y, por tanto, en cuanto persona o agente de la verdad. Me exhibe
directamente en mi quehacer personal.
Esta diferencia entre el uso informativo y el uso declarativo del término yo es en ocasiones bastante
sutil. Esto se manifiesta en el hecho de que uno y el mismo enunciado puede ser utilizado de ambas
maneras. Cabe la posibilidad, aunque inusual, de que yo diga. “(Yo) desconfío de ti” y aseverarlo
como un simple hecho. Quizás diga algo así: “Bueno, después de todo lo que ha pasado, no es una
sorpresa que yo desconfíe de ti y que lo venga haciendo desde hace un tiempo”. No te estaría
declarando mi desconfianza en este momento, sino simplemente mencionándola como cierta
información (tal como informo de otras cosas). El declarativo “(yo) desconfío de ti” instituye o
reafirma desconfianza, mientras que el informativo simplemente lo dice. El declarativo se apropia
(el habla humana está “sazonada” por este lenguaje), cuando por el contrario el informativo
menciona.
Otra indicación de la sutileza de la distinción reside en el hecho de que es posible que no estemos
seguros si un enunciado es informativo o declarativo. Una oración como “(yo) estoy en esta
habitación” parece informativa, enunciando un hecho, pero también podría ser utilizada
declarativamente si el hablante estuviera transmitiendo un dato importante y reafirmándose en su
quehacer racional.