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Simón Macías Trujillo - 1088359445

Hombre, ambiente y sociedad


Universidad Tecnológica de Pereira

La imprecisión del lenguaje en el concepto de realidad


El lenguaje siempre ha sido la base de cualquier intento de comunicación entre las
especies, tanto así, que sin él sería muy poco probable que la vida haya llegado hasta lo
que conocemos hoy en día. Desde una perspectiva biológica, el lenguaje no es
simplemente un juego de palabras ideado, compartido y entendido por un organismo o un
grupo de organismos, su definición va mucho más allá. De hecho, la mayoría de seres
vivos no poseen sólo una forma de comunicación, pueden comunicarse de mil y un
maneras, haciendo inclusive más difícil la determinación de qué es lenguaje y qué no, y
también dificultando la interpretación de la realidad de acuerdo a ese o esos lenguajes.
Tradicionalmente entendemos al lenguaje como una forma de comunicación entre las
especies, pero la realidad es que, si bien lo anterior es cierto, también es una forma de
comunicación entre nosotros mismos. Señales químicas, físicas, electromagnéticas,
lumínicas, o comportamentales son algunas de las formas en las cuales nos podemos
comunicar.
No obstante, el lenguaje no siempre es preciso, existen un sinfín de errores de
interpretación que nos abruman y suceden día a día. Es posible que no nos demos cuenta
de dichos errores porque su efecto no es tan grave o perceptible, o también es probable
que su efecto sea tan abismal y severo que lo sintamos de inmediato. Un error de
replicación en el genoma, una proteína mal sintetizada, una división celular a medias, un
gesto facial mal expresado, una palabra mal dicha, son algunos ejemplos.
Ahora bien, tomando como referencia el lenguaje humano, me atrevería a decir que
puede tratarse del más impreciso de todos. Algo que respalda la premisa anterior es que
gracias a la infinidad de lenguas, dialectos e idiomas que existen y han existido durante la
historia de la humanidad hay muchas formas de decir algo, y ese algo puede ser muy
diferente según el receptor o intérprete de lo que se esté leyendo o escuchando.
He aquí otro problema: el significado de las cosas. El lenguaje resulta impreciso por su
alta abstracción. Es imposible asumir que una palabra sea la misma en el cerebro de dos
personas. Por ejemplo, no es lo mismo pensar en el color rojo y pretender que todas las
personas de la Tierra piensen en el mismo tono de rojo (si es que incluso conocen el rojo).
Tampoco es posible asumir que el amor es el mismo sentimiento para todos. Así pues, el
significado de las cosas va a depender de aquel que sea testigo de ellas, y su existencia
también va a quedar ligada a lo que hayamos percibido, escuchado o asumido de ellas.
No se puede pensar en algo que no conozcamos, y si lo intentamos, la existencia de lo
desconocido sólo tendrá sentido con algo que ya conocemos.
Esto último es importante cuando se abarcan temas como el origen del universo o el
mismo origen de la vida. Todas son teorías, no hay nada que científicamente podamos
rotundamente comprobar. Y, la perspectiva que se tiene no es más que la que nuestra
realidad nos ha intentado hacer creer. Es irrefutable que muchos experimentos y
ecuaciones físico-matemáticas puedan demostrar el Big Bang y el tiempo que lleva
existiendo el universo; pero todas esas ideas salieron de alguien cuya mente ya estaba
permeada por una realidad específica, que efectivamente, será muy diferente a la que
tenga yo o usted como lector. Y esa realidad científica que se proclama la hemos asumido
porque tiene más sentido que simplemente divagar con lo que el mínimo alcance del
lenguaje humano proporciona.

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