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Texto uno: Palabras claves

Las tres lluvias

Blanca Elena Paz - Bolivia

Busco en mi memoria y te encuentro, Luz Marina, sentada en el borde de mi cama, en


nuestra habitación de La Plata. Tus manos me han despertado y me preguntas al oído:

— ¿Sientes cómo llueve? ¿Salgamos a dar una vuelta?

Dimos muchas vueltas, Luz Marina, bajo la lluvia o bajo el sol. Ésos fueron nuestros
mejores años, los años de la facultad. Compartíamos no sólo el cuarto: sueños, aburrimiento,
hambre. Y a veces, cuando llegaba tu cheque, o el mío: pizza con una botella de vino.

Aún no se fue la imagen de la lluvia rebotando en tu paraguas azul. El tiempo no apagó el


eco de nuestros pasos sobre la alfombra lila del parque. Lila, Luz Marina, de ese lila que sólo
tienen las flores que caen del jacarandá.

Ahí estás, en mi memoria, chaqueta blanca, manos hábiles y pequeñas, practicando en el


hospital. Y estamos en la playa, las dos juntas frente al mar. No importa que sólo nos queden
dos salchichas para comer. Veo la plaza, los naranjos, la fuente y la catedral. Mis pensamientos
se impregnan del aroma de las magnolias y de los tilos. Tú y yo, sentadas en un banco, hablamos
sin parar, como dos cotorras. Que los novios nos han dejado; ya aparecerá algo mejor. Que estás
enojada; yo espero, segura de que se te pasará el enojo. Que estoy de mal humor y no te hablo;
también eso se irá y estallaremos las dos en una gran risa que se me va también como se van las
imágenes. Ya no estamos en la misma ciudad, ni en nuestra habitación. Regresaste a tu país y yo
al mío. No quise escribirte cuando leí la noticia en los periódicos. Me dije simplemente que
aquello no podía ser real; pero después la televisión mostró, sin evasivas, los hechos. Me aferré
entonces a la idea que siempre tuve de ti: inquieta, incapaz de permanecer demasiado tiempo
en un mismo sitio, y le escribí pidiendo noticias tuyas a tu hermano, el que vive en Bogotá. Hoy,
tras larga espera, recibí la respuesta. ¿Sabes qué hice? Busqué una postal que me envío tu madre
en Año Nuevo, hace tres años. La tenía guardada con la ruana, el muñequito, el joyero y otras
cosas que tú me regalaste. Me puse a mirar la postal deseando que en ella se hubiese detenido
el tiempo. Como buscándote.

Llueve esta tarde, Luz Marina, y saldré a dar un paseo. Mañana es Navidad. Mientras
camino bajo la lluvia, pienso en ti. Ahora da lo mismo que llueva aquí o allá. Pienso que estás a
mi lado y la vista se me empaña. La lluvia, esta lluvia que baja por mis cabellos, resbala por mi
frente y se mezcla con esa otra lluvia que nace de mis ojos.

— ¿Escuchas cómo llueve? ¿Salgamos a dar una vuelta?

Y te imagino, Luz Marina, corriendo por las calles de Armero, bajo una lluvia de fuego.

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