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Una de las palabras clave de este sistema es el crecimiento.

La economía está basada en la


explotación, transformación, consumo y desecho de recursos naturales limitados. El
capitalismo nos vende la posibilidad de un crecimiento ilimitado, pero esto es imposible
porque, como ya hemos dicho, los recursos son limitados. Estamos en la encrucijada más
difícil del planeta y todavía nos dicen que la solución es crecer. No, la solución está en un
reparto justo de la riqueza, en funcionar con los recursos que tenemos y no en el
crecimiento para que nada cambie.

La preocupación mundial es como rápidamente están deteriorándose cada día más y más
nuestro ecosistema. Especies en extinción aumentan rápidamente debido a la caza ilegal
de especies exóticas. Las grandes potencias arrasan con todo lo que ven a su paso sin
medir el impacto con tal de crecer en la industria.

Las consecuencias del capitalismo en el medioambiente se pueden ver con solo mirar a
nuestro alrededor. El aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que
comemos, están contaminados.

Los países industrializados tienen una deuda enorme a causa del control de los recursos
naturales, así como por la destrucción del planeta causada por sus patrones de consumo y
producción, afectando a la sostenibilidad local y el futuro de la humanidad. Basados en
esta definición, los pueblos en el Sur son acreedores de esta deuda y los deudores los
países más ricos. Esta deuda tiene como base el actual modelo de producción industrial, el
consumo desmesurado, la generación exhaustiva de residuos, la emisión de gases de
efecto invernadero, así como el capitalismo y el libre mercado.

Nosotros como ciudadanía de estos países y como consumidores y consumidoras de todos


esos recursos, también somos responsables y deudores de la “deuda ecológica”. Nuestro
bienestar es a costa del bienestar de otros. Esta realidad debe servirnos para repensar y
cambiar el modelo de desarrollo que tenemos.

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