Está en la página 1de 155

ss?

¡s
0*
XA •T r ,rOAI»\

nardo Boff
Leo

Colección
LEONARDO BOFF

LA TRINIDAD,
LA SOCIEDAD
Y LA LIBERACIÓN

EDICIONES PAULINAS
CONTENIDO

Pág.

Introducción 7
1. En el principio está la comunión 17
2. Cómo se nos reveló la santísima Trinidad 37
3. Esfuerzos de comprensión de la verdad trini-
taria 58
4. La comprensión dogmática de la santísima
Trinidad 86
5. La santísima Trinidad en la imaginativa teoló-
gica 125
6. La doctrina trinitaria en una situación cultural
en cambio 138
7. La comunión trinitaria, base para una libe-
ración social e integral 153
8. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espí-
ritu Santo 191
9. Gloria al Padre, origen y fin de toda libe-
ración 202
10. Gloria al Hijo, mediador de la liberación in-
NIHIL OBSTAT tegral 218
Dr. Frei Fidelis Venng, Ofm 11. Gloria al Espíritu Santo, motor para la libera-
Petrópolis, 10 de junio de 1986
ción integral 231
IMPRIMATUR 12. Como era en el principio: la Trinidad inma-
Mons. Adriano Hypolito, obispo de Nova-Iguassuensis
nente, en sí misma 260
Nova Iguacu, 29 de junio de 1986 13. Ahora y siempre: la Trinidad económica, para
nosotros 267
14. Por los siglos de los siglos: la Trinidad en la
creación y la creación en la Trinidad 276
15. Amén. La totalidad del misterio en un frag-
© Ediciones Paulinas 1987 (Protasio Gómez, 11-15 28027 Madrid)
© CESEP - Sao Paulo 1987 ' mento 282
Bibliografía 287
Título original: A Trindade, a sociedades a libertacao Glosario 294
Traducido por Alfonso Ortiz García
índice 301
Fotocomposición: Grafilia, S. L. Pajaritos, 19. 28007 Madrid
Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. Humanes (Madrid)
ISBN: 84-285-1.172-1
Depósito legal: M. 8-199-1987 5
Impreso en España. Printed in Spain
INTRODUCCIÓN
DE LA SOLEDAD DEL UNO
A LA COMUNIÓN DE LOS TRES

En la raíz de toda doctrina religiosa está el encuentro con


el misterio divino. Este encuentro produce una experiencia ra-
dical que globaliza las diversas dimensiones de la existencia, el
afecto, la razón, la voluntad, el deseo y el corazón. La primera
reacción, expresión de gozo, es la alabanza, el canto y la pro-
clamación. Viene luego el trabajo de apropiación y de traduc-
ción de la experiencia-encuentro, hecho por la razón devota.
Es cuando surgen las doctrinas y los credos.

1. La fe y las explicaciones de la fe

La doctrina trinitaria del cristianismo conoció un recorrido


semejante. En primer lugar se dio la experiencia-fuente: los
primeros discípulos convivieron con Jesús; observaron cómo
rezaba, cómo hablaba de Dios, cómo predicaba, cómo trataba
con las personas, especialmente con los pobres; cómo arrostró
los conflictos, cómo sufrió hasta la muerte y cómo resucitó;
también observaron todo lo que ocurría en la comunidad que
había creído en él, especialmente a partir de pentecostés. Pro-
clamaban con alegría en sus oraciones y con sencillez en sus
predicaciones al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Sin querer
multiplicar las divinidades, ya que todos procedían del ju-
daismo, donde el monoteísmo es un dogma estricto, le llama-
ban Dios a cada uno de ellos. Más tarde, los cristianos comen-
zaron a pensar en esta experiencia y a traducir en una fórmula

7
2. La Trinidad como misterio de inclusión
esta proclamación. Surgió entonces la doctrina trinitaria, ex-
presada clásicamente de este modo: un Dios en tres personas,
La racionabilidad de la fe en la Trinidad se muestra mejor
o una naturaleza y tres hipóstasis, o tres amantes y un solo
cuando la confrontamos con el monoteísmo y el politeísmo, en
amor, o tres sujetos y una única substancia, o tres únicos y una
diálogo con la unidad y la pluralidad.
sola comunión. ¿Qué es lo que ocurrió? La doxología (la ala-
banza) se trasformó en teología (reflexión sobre Dios) y la fe En el monoteísmo nos enfrentamos con la soledad del uno.
le abrió espacio a la razón. Por más rico y pleno de vida, de inteligencia y de amor que
En este desdoblamiento es importante distinguir entre lo sea, ese Dios no tendrá nunca a nadie a su lado. Estará eterna-
que es la fe y lo que es la explicación de la fe. Así, decir que mente solo. Todos los demás seres serán subalternos o depen-
Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo es fe; decir que Dios es dientes de él. Si hubiera comunión, sería siempre desigual.
una naturaleza y tres personas es explicación de la fe. Aco- En el politeísmo, en la comprensión común, nos las te-
gemos la fe con corazón abierto, pero podemos discutir, y nemos que ver con la pluralidad de divinidades, con jerarquías
hasta rechazar, la explicación de la fe. La fe es respuesta a la y diferencias de naturaleza, benéfica o maléfica. Se evapora la
revelación divina; la explicación de la fe es respuesta de la ra- unidad divina.
zón a las cuestiones que la fe suscita.
Cada una de estas expresiones religiosas encierra un mo-
Todas las explicaciones de la fe intentan aclarar la fe, a fin mento de verdad que hay que recoger. Existe la percepción de
de que la fe sea más robusta y tenga más razones para cantar y que en la experiencia del misterio hay unidad y diversidad.
proclamar. Cuando han sido asumidas por la Iglesia en sus ¿No existirá la unión de los diversos? ¿No podrá ser la diversi-
pronunciamientos oficiales (concilios, sínodos y pronuncia- dad la revelación de la riqueza de la unidad?
mientos del magisterio), las explicaciones de la fe merecen un
gran respeto. Pero, en sí mismas, esas explicaciones no son la La fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, o sea,
fe. Por eso, como enseñaban los grandes maestros de la teolo- en la Trinidad, sale al encuentro de estas exploraciones. En la
gía, el acto de fe va más allá de las explicaciones (fórmulas) y experiencia del misterio se da ciertamente la diversidad (el Pa-
alcanza a lo que éstas intentan, pero sin llegar siempre a ex- dre, el Hijo y el Espíritu Santo) y, al mismo tiempo, la unión
presarlo adecuadamente. Todas las nuevas explicaciones de la de esta diversidad, mediante la comunión de los diversos por la
fe trinitaria tienen que hacer la fe más creíble y apetecible. que ellos están los unos en los otros, con los otros, por los
Pero solamente alcanzarán ese objetivo si asumen toda la ver- otros y para los otros. La Trinidad no se ha excogitado para
dad presente en las explicaciones consagradas y van más allá responder a la problemática humana. Es revelación de Dios tal
de ellas. Entonces lo nuevo deja de ser extravagante. Es recono- como es: Padre, Hijo y Espíritu Santo en eterna correlación,
cido como una expresión del tesoro de la fe, en el que —como interpenetración, amor y comunión, por lo que son un solo
dice el Señor— hay cosas nuevasy viejas (cf Mt 13,52). Dios. El que Dios sea trino significa la unión de la diversidad.
Si, por ventura, se expresan cosas nuevas en nuestras expli- Si Dios fuera uno solo, se daría la soledad y la concentra-
caciones, entonces habrá que entenderlas como intentos de ar- ción en la unidad y unicidad. Si Dios fuese dos, una diada (Pa-
ticulación del mismo tesoro en comunión con las cosas viejas dre e Hijo solamente), habría separación (uno es distinto del
(pero no envejecidas), cuya verdad abrazamos. otro) y exclusión (uno no es el otro). Pero Dios es tres, una
Trinidad. El tres evita la soledad, supera la separación y sobre-
pasa la exclusión. La Trinidad permite la identidad (el Padre),
la diferencia de la identidad (el Hijo) y la diferencia de la dife-

8 9
rencia (el Espíritu Santo). La Trinidad impide un frente a designa al Hijo; y la relación de amor entre el Padre y el Hijo
frente del Padre y del Hijo en una contemplación «narcisista». significa al Espíritu Santo, eje de la unión entre ambos.
La tercera figura es el diferente, el abierto, la comunión. La
En esta perspectiva no se descarta por completo el riesgo
Trinidad es inclusiva, ya que une lo que separaba y excluía
de la teogonia. Funciona el principio metafísico de la causali-
(Padre e Hijo). Lo uno y lo múltiple, la unidad y la diversidad,
dad, aplicado a Dios. Donde todo es eterno, ¿puede hablarse
se encuentran en la Trinidad como circunscritos y re-unidos. El
de generación y de espiración? Y existe además el riesgo del
tres aquí no significa tanto el número matemático como la afir-
modalismo (de Sabelio), según el cual la misma naturaleza di-
mación de que bajo el nombre Dios se verifican diferencias
vina o el mismo Espíritu absoluto se mostraría bajo tres modos
que no se excluyen sino que se incluyen, que no se oponen
distintos o tres concreciones diversas, pero permanecería final-
sino que se ponen en comunión; la distinción es para la unión.
mente y para siempre la unicidad del mismo Espíritu absoluto.
Por ser una realidad abierta, este Dios trino incluye también
De esta forma nos quedaríamos dentro de los límites del mo-
otras diferencias; de este modo el universo creado entra en la
noteísmo pre-trinitario.
comunión divina.
Nosotros intentaremos un tercer camino. Partimos decidida-
mente de la Trinidad, o sea, del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, tal como nos los revelan las Escrituras y como aparecen
3. Dios es la unión de los tres únicos
en el caminar histórico de Jesucristo. Coexisten simultánea y
originalmente; son los tres co-eternos. Como veremos en el ca-
¿Cómo hemos de concebir la unidad de los tres? ¿Cómo el
pítulo 2, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no surgen como
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son, para la fe cristiana, un
separados o yuxtapuestos, sino siempre implicados y relacio-
solo Dios? En la reflexión teológica encontramos dos explica-
nados mutuamente. ¿Dónde reside la unidad de los tres? Re-
ciones principales.
side en la comunión entre los tres divinos. Comunión significa
La primera explicación parte del Padre. Es la opción de los común-unión (communio). Solamente entre personas puede
teólogos griegos. Según ellos, el Padre es el origen y la fuente haber unión, ya que ellas se abren intrínsecamente unas a
de toda la divinidad. El comunica toda su sustancia al Hijo y al otras, existen unas con otras y son unas para las otras. El Pa-
Espíritu Santo. Los tres son consustanciales, y por eso un solo dre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en comunidad por causa
Dios. En esta visión se da el riesgo de introducirnos en una es- de la comunión. La comunión es expresión del amor y de la
pecie de teogonia, es decir, de una génesis de Dios. El Padre, vida. La vida y el amor son dinámicos y exuberantes por su
que no es causado, causa al Hijo y hace proceder de sí mismo propia naturaleza. Por tanto, bajo el nombre de Dios hemos
al Espíritu Santo. También se da la tentación del subordinacio- de entender siempre la Tri-unidad, la Trinidad como unión del
nismo (de Arrio). Según él, el Hijo y el Espíritu Santo estarían Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En otras palabras, la
subordinados al Padre; habría una jerarquía desigual entre las unión trinitaria es propia de la Trinidad. De esta manera,
divinas personas. tanto la unidad idéntica de la misma naturaleza divina como la
unicidad del mismo Espíritu absoluto poseen un sentido estric-
La segunda explicación parte de la naturaleza divina y espi- tamente trinitario. La interpenetración permanente, la correla-
ritual. Es la posición de los teólogos latinos. Para ellos, Dios cionalidad eterna, la autoentrega de las personas unas a otras
es ante todo un Espíritu absoluto que piensa y ama. La constituye la unión trinitaria, la unión de las personas. Para ex-
suprema inteligencia de sí mismo se llama Hijo, y el infinito presar esta unión, la teología, a partir del siglo VI, acuñó la ex-
amor es el Espíritu Santo. O también, Dios es el sumo bien, presión griega perijóresis (cada persona contiene a las otras
que se derrama intrínsecamente: la completa autoentrega de sí
11
10
dos, cada una penetra a las demás y se deja penetrar por ellas,
cada una mora en la otra, y viceversa), y la latina habló de cir- Debido a la perijóresis y a la comunión, todo en la Trini-
cumincesión (interpenetración activa de unas en las otras) o de dad es ternario. Cada persona actúa en unión con las otras, in-
circuminsesión (el estar estática y extáticamente de unas en las cluso cuando se trata de acciones propias, como la creación
otras). En el centro de nuestra reflexión situaremos precisa- por parte del Padre, la encarnación por parte del Hijo y la
mente la perijóresis; éste será el principio que estructure nues- pneumatificación por parte del Espíritu Santo. El Padre crea
tra explicación de la fe trinitaria. Conservaremos esta expre- por el Hijo en la inspiración del Espíritu Santo. El Hijo se en-
sión griega por no haber encontrado otra mejor en nuestra carna, enviado por el Padre en la virtud del Espíritu vivifica-
lengua. En la Trinidad todo será perijorético: la unión, el dor. El Espíritu desciende sobre María e inunda la vida de los
amor, las relaciones hipostáticas. justos, enviado por el Padre a petición del Hijo.

El fundamento principal de nuestra opción se encuentra en Usando la terminología descriptiva de la tradición, decimos:
Jn 10,30: «Yo y el Padre somos una sola cosa (en)». Nótese el Padre «engendra» al Hijo en el seno del Espíritu Santo (Filius
que Jesús no dice: «Yo y el Padre somos numéricamente uno a Patre Spirituque), o el Padre «espira» al Espíritu Santo junto
(eis)», sino que estamos juntos (en en griego; idea que apare- con el Hijo (Spiritus a Patre Filioque), o el Espíritu revela al Pa-
ce luego en Jn 10,38: «El Padre está en mí y yo en el Padre») dre por el Hijo o el Hijo ama al Padre en el Espíritu, o el Hijo y
(cf Mt 19,5.6). La unión del Padre y del Hijo no suprime la di- el Espíritu se reconocen en el Padre y así sucesivamente. De este
ferencia y la individualidad de cada uno. Antes bien, la unión modo tendremos un equilibrio trinitario, ya que todo es ternario
supone la diferencia. Por el amor y por la comunión recíproca y está implicado perijoréticamente, todo es participado, todo
ellos son una sola cosa, el único Dios-amor. El Espíritu Santo circula, todo es donación recíproca, todo está unido por la co-
está también siempre junto a ellos porque es el Espíritu del munión.
Hijo (Gal 4,6; Rom 8,9), porque nos revela al Padre en la ora-
ción (cf Rom 8,16), porque viene de junto al Padre (Jn 15,26) Esta comprensión del misterio de la santísima Trinidad es
a petición del Hijo (Jn 14,16). sumamente sugestiva para la experiencia de la fe en un con-
texto de opresión y de ansias de liberación. Los oprimidos lu-
El riesgo del triteísmo, presente en esta opción, se evita chan por su participación en todos los niveles de la vida, por
por la perijóresis y por la comunión eterna que originalmente una convivencia justa e igualitaria dentro del respeto por las
existe entre las personas. No hemos de pensar que existan pri- diferencias de cada persona y grupo; quieren la comunión con
mero los tres, cada uno por sí mismo, separado de los otros, otras culturas y otros valores, con Dios como el supremo sen-
para entrar luego en comunión y en una relación perijorética. tido de la historia y del propio corazón. Como se les niegan
Esta representación sería un error y pondría la unión como re- históricamente estas realidades, se sienten urgidos a entrar en
sultado posterior, como fruto de la comunión. Las personas es- un proceso de liberación que intenta ensanchar los espacios
tán intrínsecamente y desde toda la eternidad y sin principio para la participación y la comunión. Para los que tienen fe, la
entrelazadas unas con las otras. Co-existieron siempre; nunca comunión trinitaria entre los divinos tres, la unión entre ellos
existieron separadas. en el amor y en la interpenetración vital les puede servir de
fuente de inspiración y de utopía, engendrando modelos cada
Esta unión-comunión-perijóresis se abre hacia fuera: invita vez más integradores de las diferencias. Esta es una de las ra-
a las criaturas humanas y al universo a insertarse en la vida di- zones por las que este camino de perijóresis trinitaria ha sido
vina. «Que todos estén en nosotros..., para que sean una sola asumido como eje estructurador de nuestra reflexión. Sale al
cosa, como nosotros somos una sola cosa (en)» (Jn 17,21-22). encuentro de la búsqueda de los oprimidos que quieren luchar
por la liberación integral. La comunidad del Padre, del Hijo y
12
13
del Espíritu Santo significa el prototipo de la comunidad hu- misma palabra para tres realidades diferentes, creando la im-
mana que sueñan los que quieren mejorar la sociedad y cons- presión errónea de que son homogéneas e iguales. Un con-
truirla así para que sea a imagen y semejanza de la Trinidad. cepto colectivo —persona— sólo puede expresar lo que es
común; aquí queremos realmente expresar lo que es propio y
diferente de cada uno. Por eso, lógicamente, deberíamos utili-
4. Las palabras esconden más que revelan zar un concepto para el Padre, otro para el Hijo y un tercero
para el Espíritu Santo, ya que cada uno es único. A pesar de
Enfrentada con el misterio inefable, la teología sufre por el eso, seguiremos usando la expresión «personas» como lo ha
reconocimiento de la insuficiencia de nuestros conceptos y ex- hecho la tradición y toda la teología, ya que no existe una al-
presiones humanas. Aplicados a la Trinidad, nuestros términos ternativa mejor para esta palabra. A no ser que digamos en
tienen un significado analógico e indicativo; esconden más de cada ocasión: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Semejante
lo que revelan, aunque lo revelado corresponde aproximada- dificultad encontramos en la expresión «naturaleza divina»;
mente a la realidad divina. afirmamos que esta naturaleza es igual en los tres divinos y
Las mismas expresiones Padre, Hijo y Soplo (Espíritu) apropiada diferentemente por el Padre, por el Hijo y por el
Santo sugieren ciertas relaciones, tal como aparecen en las Es- Espíritu Santo. Fácilmente se la entiende de forma modalista,
crituras y como profundizó la reflexión teológica, dos veces mi- con lo cual permaneceríamos en el monoteísmo y no ha-
lenaria. Así es como surgieron las explicaciones de la fe en tér- bríamos expresado la fe en la Trinidad; o también corremos el
minos de procesiones de las personas: el Padre sin principio, el riesgo de jerarquizar las personas, y de este modo introdu-
Hijo engendrado y el Soplo (Espíritu) Santo espirado. Estas cimos subordinaciones y desigualdades inadmisibles en la Trini-
expresiones permitieron, casi con toda naturalidad, que entrase dad. La excesiva acentuación de la unidad de la esencia, como
en la reflexión trinitaria el principio de causalidad (por parte ocurre en muchos autores de la Iglesia occidental, puede hacer
del Padre) y la dependencia causal, como resultado de una a la Trinidad superflua o sin sentido histórico-salvífico. La Tri-
producción (por parte del Hijo y del Espíritu Santo). Es difícil nidad es un misterio que se nos ha comunicado para nuestra
combinar este lenguaje con el otro que emplearon también salvación, para que, penetrando aunque sólo sea un poco en la
los concilios, por el que en la Trinidad nadie es anterior o realidad divina, nos veamos liberados e insertos en la vida
posterior, mayor o menor, superior o inferior (cf DS 75, 569, eterna. Pero si entendemos la naturaleza divina, según ha-
618, etc.), sino que los tres divinos son co-eternos (DS 616- remos a lo largo de nuestras reflexiones, como perijóresis
618, 790, 800, 853) e igualmente inmensos y omnipotentes (DS eterna de las personas, como amor y comunión intrínseca a los
325, 529, 680, 790). En virtud de estas reflexiones tenemos que divinos únicos, entonces resultará más fácil representarnos la
usar los conceptos trinitarios ligados a las procesiones con gran unidad que garantiza esa naturaleza; será siempre un concepto
cautela, siempre con la conciencia de que se trata de formas trinitario, como la unión de las personas entrelazadas entre sí
descriptivas para expresar la interrelación de las personas y ga- en comunión eterna. Dios es uno, y jamás está solo; es siem-
rantizar también su diferencia. Seguiremos usándolas en la pre con-vivencia y co-existencia de Padre, Hijo y Espíritu
línea de la tradición y del magisterio, pero siempre con esta Santo. Los tres existen originalmente, revelándose entre sí, re-
reserva fundamental. Además, son expresiones altamente su- conociéndose recíprocamente y autocomunicándose eterna-
gestivas de procesos de vida, de amor, de autocomunicación, mente.
de unión de diferentes.
Esta misma reserva vale también para el término «persona»
aplicado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Usamos la

14 15
CAPÍTULO 1
5. Ante la Trinidad EN EL PRINCIPIO
conviene callar en adoración
ESTA LA COMUNIÓN
Queremos ya indicar en el prólogo lo que mejor cabría en
la conclusión. Ante el augusto misterio de la comunión trinita-
ria tenemos que callar. Pero callamos solamente al final de un
esfuerzo por hablar lo más adecuadamente posible de esa reali-
dad para la que no existe ninguna palabra adecuada. Callamos
al final, y no al principio. Sólo al final, el silencio es digno y
santo. Al comienzo sería perjudicial e irreverente. Las palabras
mueren en los labios. Los pensamientos se oscurecen en la
mente. Pero la alabanza enciende el corazón, y la adoración
hace doblar las rodillas.
Bajo el nombre de Dios la fe cristiana ve al Padre, al Hijo
Lector atento, si al estudiar estas páginas crece en ti el sen- y al Espíritu Santo en eterna correlación, interpenetración y
timiento del misterio, agradéceselo al Padre, porque en él se amor, de tal manera que son un solo Dios uno. La unidad sig-
revela el misterio abismal y amoroso. Si tu mente encuentra nifica la comunión de las personas divinas. Por eso, en el prin-
más luz, atribuye esa luz al Hijo, que es la luz de la luz, la in- cipio no está la soledad del uno, sino la comunión de las tres
teligencia y la sabiduría. Si te sientes atraído a la comunión divinas personas.
con las tres divinas personas y con todos los seres a los que
¿Qué relación tiene la Trinidad como experiencia de los
ellos dan vida, si te empeñas en la liberación integral para
cristianos con el Dios que se experimenta en la historia de la
que haya más participación y comunión, atribuyeselo al Espí-
humanidad? ¿Viene a confirmar lo que ya sabíamos o dice algo
ritu Santo, ya que en él reconocemos el amor, la vida y la
diferente?
comunión.
Hemos de decir que, en un sentido ontológico, viene a con-
Pero si el misterio acaba siendo más oscuro, entonces echa
firmar y a ampliar lo que ya sabíamos; pero que, por otra
la culpa al autor de este escrito; es una señal de que él no ha
parte, en el nivel de la conciencia, viene a traer algo diferente.
santificado aún suficientemente su inteligencia ni se ha sumer-
gido debidamente en la vida de la Trinidad para poder hablar En un nivel ontológico (que dice relación con la verdad en
con los labios purificados y el entendimiento iluminado. Reza sí misma), la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, no son
por él. otra realidad diferente de la que han buscado y encontrado los
corazones sinceros de todos los tiempos. Siempre que las per-
Sea como fuere, aunque no entiendas nada o aunque en-
sonas han tenido un encuentro con el misterio y con un sentido
tiendas mal o entiendas sólo un poco, demos siempre honor y
absoluto, con lo decisivamente importante en sus vidas, han
gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
entrado en contacto con el Dios verdadero. Ese Dios verda-
dero existe como comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Los nombres pueden variar, pero todos ellos apuntan
hacia esta realidad. Puede ser que los hombres no hayan te-
nido conciencia de Dios en cuanto Dios; y no la han tenido
ciertamente de la Trinidad de personas en cuanto unión de los

17
16
divinos tres. Pero no por eso dejó de ser el Dios trino y verda- En primer lugar, nos interesa saber, reverentemente, cómo
dero lo que ellas experimentaron. Lo que pasa es que esa rea- es Dios en sí mismo. El que se siente amigo de Dios, se siente
lidad trinitaria no se había asomado a sus conciencias. urgido a conocer su misterio. ¿Cómo, siendo tres personas-en-
Es en el nivel de la conciencia donde la fe cristiana trae comunión, constituye un solo Dios uno?
algo diferente y nuevo. La fe dice que Dios se ha revelado tal En segundo lugar, queremos acercarnos más a las dos auto-
como es en sí, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta revela- comunicaciones divinas, el Hijo y el Espíritu. Hemos sido visi-
ción tuvo lugar en la vida de Jesús de Nazaret y en las mani- tados en las personas del Hijo y del Espíritu, que han asumido
festaciones del Espíritu Santo, tanto en Jesús como en la co- la realidad concreta de Jesús (el Hijo) y de María (el Espíritu
munidad que se formó a su alrededor (pentecostés). No es que Santo, según una teoría teológica nuestra). Nuestro ser mascu-
antes la Trinidad no se hubiera comunicado a los hombres. Se lino y nuestro ser femenino se encuentran insertos en el miste-
comunicó, ya que Dios se revela tal como es; por tanto, trini- rio de la comunión trinitaria. ¿Cómo definir nuestra vocación y
tariamente. Pero, como ya hemos dicho, no siempre ha sido el sentido de nuestras vidas en el marco de esta revelación?
captada esta dimensión por la inteligencia devota. A pesar de
eso, por una y otra parte, en las teologías del Egipto antiguo, Finalmente, nos interesa saber cuál es el tipo de sociedad
en la mística de la India, en las reflexiones de algunos grandes que Dios quiere para sus hijos e hijas. La forma de conviven-
pensadores, se había llegado a la afirmación de la tríada 1 . Se cia social que hoy tenemos no puede agradar a Dios. En ella
había intuido que el misterio divino es una realidad de comu- no encuentran lugar la mayor parte de las personas. Hay poca
nión en sí mismo y para con el universo. Sin embargo, nunca participación, poca comunión y mucha opresión de los pobres.
les fue dado a los hombres verificar la verdad de aquello que Estos gritan justicia y se organizan para la liberación de sus ca-
intuían consciente o inconscientemente. Es aquí donde el cris- denas y para que brote la vida, la creatividad, el aprecio entre
tianismo ofrece su contribución. Mediante Jesús y su Espíritu todos y la fraternidad. ¿Dónde se inspiran los oprimidos que
llegó a la humanidad la conciencia plena de la realidad perijo- creen para proyectar su utopía social y buscar concreciones his-
rética de Dios; de que, bajo el nombre de Dios, de ahora en tóricas de una sociedad diferente?
adelante, tenemos que entender la comunión del Padre, del Aquí es donde la fe en la santísima Trinidad, en el misterio
Hijo y del Espíritu Santo. Lo nuevo, lo que no puede dedu- de la perijóresis, de la comunión trinitaria y de la sociedad di-
cirse de ningún principio previo, es esto: la persona del Hijo y vina adquiere especial resonancia, ya que la Trinidad se pre-
del Espíritu Santo no sólo se revelaron, sino que se autocomu- senta como el modelo de toda convivencia social igualitaria,
nicaron personalmente. El Dios-Trinidad que estaba presente respetuosa de las diferencias y justa. A partir de la fe en Dios
en la historia humana ha asumido ahora, por el Hijo y por el trino, los cristianos postulan una sociedad que pueda ser ima-
Espíritu enviado del Padre, esta historia como suya y habitan gen y semejanza de la Trinidad.
en medio de nosotros como en su propia morada. Es tarea de
la teología intentar profundizar en este conocimiento que se Por otro lado, la fe en la Trinidad de personas, Padre, Hijo
nos ha dado. Tres razones principales nos mueven al estudio y Espíritu Santo, viene a responder a la gran búsqueda de la
de la fe en la Trinidad. participación, igualdad y comunión que hace arder a las con-
ciencias de los oprimidos. Tanto en las bases de la sociedad
como en los medios eclesiales se rechaza el tipo de socie-
1
Cf R. SCHULTE, La revelación extrabíbíica de Dios como preparación de dad excluyente que todos sufrimos.
la revelación trinitaria, en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 77-
85; se encuentran muchos datos en J. BRINKTRINE, Die Lehre von Gott. II: Von
der góttlichen Trinitat, Paderborn 1954, 183-212; B. DE MARGERIE, La Trinité
chrétienne dans l'histoire, París 1975, 24s.

18 19
1. Santísima Trinidad, sociedad y liberación oscilaban en consonancia con las coyunturas históricas: unas
veces vivían un cristianismo progresista adecuado a sus inte-
Veamos más de cerca los desafíos que la sociedad lanza a la reses de clase en ascensión, otras veces un cristianismo liberta-
fe en la santísima Trinidad y la contribución que esta fe puede rio cuando les amenazaba el empobrecimiento. Las clases
ofrecer a su liberación. subalternas sufrieron una fuerte interiorización de los valores
Todas las sociedades latinoamericanas viven bajo el estigma religiosos de las clases dominantes; y, por eso, en contra de sus
de la dependencia, primero de los imperios coloniales ibéricos, propios anhelos, tuvieron que vivir un cristianismo devocional
luego del capitalismo expansionista europeo y actualmente del y alienado de las dimensiones de la justicia. Por otro lado, de-
capital mundial. Todos vivimos bajo el mismo tipo de desarro- sarrollaron una codificación del mensaje en términos de resis-
llo, caracterizado por un profundo dualismo: por un lado, la tencia y de liberación, adecuada a sus deseos. Desde el princi-
abundancia de bienes que se apropian los países ya desarro- pio, la Iglesia supo denunciar las violaciones de los derechos
llados o las clases dominantes de los países subdesarrollados; de los indios y de los negros, y fue sin duda un factor de pro-
por otro lado, la pobreza y la miseria impuestas a los países ya moción de la vida. Hoy más que nunca la Iglesia ha asumido
pobres. El desarrollo y el subdesarrollo constituyen realmente su misión social en términos de liberación, y no de consolida-
la cara y cruz de una misma moneda. Se trata, analíticamente ción del status quo. La Iglesia defiende cambios radicales. Los
considerado, del mismo sistema mundial de desarrollo de oprimidos saben que tienen en la Iglesia un aliado y un defen-
moldes capitalistas, que engendra profundas desigualdades sor. El surgir de la teología de la liberación sólo se ha hecho
de todo tipo. En el Tercer Mundo nos sentimos mantenidos en posible a partir de la pastoral liberadora de aquellas Iglesias
el subdesarrollo por un capitalismo que depende del de los que han tomado en serio la opción preferencial por los pobres.
países desarrollados, asociado a él y fuertemente excluyente. La liberación histórica, expresión epocal de la salvación
La dependencia tiene lugar en todos los niveles sociales: en plena en Dios, encuentra su concreción en la participación de
el sistema económico y en la división social del trabajo, en la todos en los distintos niveles de la vida social, en la promoción
instancia socio-cultural, en el orden político y en el terreno re- de la dignidad humana, en la creación de oportunidades de des-
ligioso. La consecuencia visible a simple vista es la clara divi- arrollo para todas las personas. Esa liberación será integral y
sión de clases sociales con antagonismos de intereses que en- verdaderamente humana si favorece la comunión con Dios, si
gendran continuamente una desenfrenada lucha de clases y una ayuda a concienciarse de la filiación divina y de la fraternidad
inestabilidad social. Los pocos ricos van siendo cada vez más y sororidad universal. Esta conciencia se organiza en la comu-
ricos a costa de los pobres, cada vez más pobres. nidad eclesial de los seguidores de Jesús; a partir de ahí se
abre a todos los valores que ha producido la humanidad en su
Los pobres poseen muchas caras, como han denunciado pa- encuentro con Dios o que ha creado con su trabajo, su ingenio
téticamente los obispos latinoamericanos en Puebla (32-39). y su arte.
Son los hijos e hijas de Dios desfigurados, son los negros se-
Una sociedad estructurada de este modo podrá ser sacra-
gregados, los indígenas despreciados, las mujeres reprimidas,
mento de Trinidad. Nos facilita la asimilación de la comunión
los pobres socio-económicos explotados.
trinitaria. Pero mientras perduren las desigualdades sociales, la
El cristianismo ha tenido una presencia ambigua en este fe en la Trinidad significará una crítica de todas las injusticias y
proceso contradictorio; no podría haber sido diferente. Cada una fuente de inspiración para llevar a cabo cambios funda-
grupo se apropió a su manera del mensaje cristiano. Las clases mentales 2 .
dominantes le dieron una versión espiritualista y reductiva para
2
poder mantener y solidificar su dominación; las capas medias Cf S. ARCE MARTÍNEZ, El desafío del Dios trinitario de la Iglesia, en La

20 21
Para que la fe en la santísima Trinidad muestre su energía
liberadora, hemos de superar las distorsiones que han cristali- cielo. Es el dominio de la religión sólo del Padre. La relación
zado en la piedad de los fieles y en la misma comprensión de preponderante es la vertical.
los teólogos. Consideremos más detalladamente esta cuestión. En sectores más democráticos y modernos en donde predo-
minan las relaciones horizontales surge la figura del líder y del
militante, dentro de los partidos y de los movimientos sociales.
2. Experiencia desintegrada de las tres divinas personas Se valora altamente el compromiso personal, y las figuras ca-
rismáticas asumen un papel especial de conducción e inspira-
La disgregación de la sociedad latinoamericana alcanzó ción. En su expresión más extrema aparecen los «caudillos» y
también a la experiencia de la fe; no creó las condiciones favo- «condottieri», que fascinan a las masas y pueden incluso pre-
rables para una expresión integrada del misterio trinitario 3. sentarse como «el gran Hermano», el «compañero», «guía y ti-
En la sociedad colonial y agraria todavía vigente en gran monel del pueblo». El fascismo nació del seno de este tipo de
parte de América Latina y en otros lugares del mundo rico, la experiencia.
figura del padre es central y uno de los ejes organizadores de En este contexto y en un ambiente poco crítico se proyecta
la sociedad y de la cultura. El padre tiene en sus manos el sa- otra imagen de Dios, identificada esta vez con la figura de
ber, el poder y las principales decisiones. Todos dependen de Cristo. En no pocos ambientes cristianos, especialmente de los
él; los demás son considerados como menores y personas so- movimientos modernos, se proclama efectivamente a Jesús
metidas. El paternalismo domina en las relaciones familiares y como el «Hermano», «nuestro Jefe y Maestro»; se elabora una
públicas. Por el paternalismo las personas se convierten en ob- piedad fuertemente emocional, juvenil, entusiástica de la figura
jeto de ayuda, pero nunca en sujetos de una acción autónoma. del líder Jesús de Nazaret. En esta visión, seguir a Cristo
La ayuda mantiene la dependencia e impide el desarrollo de la supone asumir sus actitudes heroicas y humanitarias, general-
libertad personal y social. mente desvinculadas del conflicto humano y de una relación
Este tipo de sociedad patriarcal y patrimonialista (en polí- profunda con el Trascendente (el Padre), de donde proviene la
tica) proyecta una imagen de Dios adecuada a la misma, ya fuerza del compromiso de Jesús para con el reino y para con
que refuerza su existencia y legitima sus prácticas. Se repre- los más humillados de la tierra. Es la religión sólo del Hijo. La
senta a Dios como Padre todopoderoso, omnisciente, juez relación que domina es la horizontal.
supremo y señor absoluto de la vida y de la muerte. A su lado Hay, finalmente, grandes sectores sociales, tanto de las
no queda propiamente lugar alguno para un Hijo ni para el Es- clases pudientes como de las pobres y marginadas, en los que
píritu Santo, con los que estar en comunión. Se designa al se exacerba la dimensión de subjetividad y de creatividad per-
mismo Jesús como «Padre mío» o «el Padre del gran poder» de sonal. Este ocurre particularmente en la experiencia religiosa
tantas iglesias barrocas de España y de América Latina. El ser de los grupos carismáticos. Personas de los sectores medios y
humano se siente más siervo que hijo, esclavo sumiso que se altos, que viven de los beneficios del sistema individualista que
conforma a la voluntad soberana del Padre que está en el los llena de privilegios, tienden a encontrar en el movimiento
carismático cristiano, de cuño interiorista, la satisfacción de sus
necesidades religiosas de búsqueda de paz, de superación de
teología como desafío, Habana 1980, 45-54, uno de los primeros estudios lati- los conflictos y del sentimiento de soledad. Los de las capas
noamericanos sobre la santísima Trinidad a la luz de la realidad latinoameri- pobres y oprimidas, a quienes se les niega toda participación
cana y socialista de Cuba.
3
Cf D. BARBÉ, A Tríndade e a política, en A graca e o poder, Sao Paulo social, descubren en el carismatismo de las sectas y de los mo-
1983, 76-84. vimientos de reanimación religiosa un conducto de expresión
22 23
para su anhelo de libertad, de respeto y de reconocimiento. Santo), en donde se elabora la creatividad y se proyectan las
Surge entonces la amplia gama de experiencias religiosas, de utopías trasformadoras de la historia.
sectas y de movimientos en los que consigue un espacio de ex- La persona necesita preservarse siempre con un nudo de re-
presión la dimensión de la subjetividad humana y de su indivi- laciones, y la sociedad con un conjunto de relaciones de parti-
dualidad. Son frecuentes los testimonios: «Dios me iluminó... cipación y de comunión. Sólo así se evitan las patologías. La
Dios me inspiró esta palabra de sabiduría... El Espíritu me in- desintegración de la experiencia trinitaria se debe a la pérdida
citó a esa acción...» La forma extrema de esta interiorización y de la memoria de la perspectiva principal y esencial del miste-
de este carismatismo se encuentra en el fanatismo y en la anar- rio del Dios trino, que es la comunión entre las divinas per-
quía. Es la religión sólo del Espíritu. La relación que predo- sonas. El hacia arriba, el hacia los lados y el hacia el fondo
mina es la interior. deben coexistir y abrirnos así el camino seguro para la recta re-
Estas tres expresiones religiosas ponen de manifiesto la des- presentación del Dios cristiano. En otras palabras, el Padre
articulación social y, en consecuencia, la desarticulación de la está siempre en el Hijo y en el Espíritu. El Hijo se interioriza
experiencia del Dios cristiano como Trinidad. La verticalidad en el Padre y en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo une al Pa-
(el Padre), la horizontalidad (el Hijo) y la profundidad (el Es- dre y al Hijo y se une totalmente con ellos. En fin, la Trinidad
píritu) no conviven en la experiencia, sino que se encuentran toda inserta a la creación en sí misma. La comunión es la pri-
yuxtapuestas. De ahí que puedan surgir expresiones patoló- mera y la última palabra del misterio trinitario. Traduciendo
gicas de un principio de suyo sano y verdadero. socialmente esta verdad de fe podemos decir, como ya se ha
dicho, que «la Trinidad es nuestro verdadero programa social».
Un cristianismo centrado demasiado en el Padre sin la co-
munión con el Hijo y la interiorización del Espíritu Santo
puede dar origen a una imagen opresiva de Dios, misterio ate-
rrador, cuyos designios parecen imprevisibles y absolutamente 3. Dificultades inherentes a la fe monoteísta
escondidos. Un cristianismo fijado en el Hijo sin la referencia
al Padre y sin la unión con el Espíritu Santo puede ocasionar La concepción de la Trinidad-comunión encuentra enormes
la autosuficiencia y el autoritarismo de los líderes y de los pas- dificultades para su vivencia, debido al predominio de la fe en
tores. Finalmente, un cristianismo asentado excesivamente en un único Dios y Señor. El peso del monoteísmo, o sea, de la
el Espíritu Santo sin vinculación con el Hijo y sin su última re- afirmación de la unicidad y de la unidad de Dios, es tan
ferencia al Padre favorece el anarquismo y la anomía. grande porque encuentra razones de orden histórico-social (la
centralización propia del espíritu moderno) y también de orden
Una sociedad no puede organizarse a partir de la opresión religioso (la organización de las Iglesias a partir del principio
de la norma (sólo la imagen del Padre), ni a partir del dominio de autoridad) que lo realimentan continuamente. Convendrá
de los líderes (sólo la figura del Hijo), ni a partir de la anar- profundizar un poco en esta cuestión, ya que en ella se en-
quía y de la insensatez de los espíritus creativos (sólo la figu- cuentran fuertes obstáculos al proceso de liberación a partir de
ra del Espíritu Santo). Nadie (ni la persona ni la sociedad) la fe 4.
subsiste sin una referencia hacia arriba y sin la memoria de su
origen (el Padre); de la misma forma nadie (personal o social-
mente) vive sin alimentar relaciones hacia los lados y sin cul- 4
R. PANIKKAR, The Trinity and the Religious Experience of Man, New
tivar la fraternidad (el Hijo); finalmente, no hay persona ni York 1973, esp. 9-39; J. MOLTMANN, Crítica del monoteísmo cristiano, en Tri-
sociedad que puedan estructurarse sin respetar la dimensión nidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983, 145-168; J. DANIÉLOU, Théo-
logie du judéo-christianisme, París 1958, 169-196; véase también más abajo la
personal y sin animar la interioridad humana (el Espíritu nota 7.

24 25
3.1. La herencia judía 3.2. La herencia griega
En primer lugar, el cristianismo se hizo heredero de la gran En segundo lugar, la reflexión cristiana heredó la grandiosi-
tradición judía, que fue también la de Jesús. La afirmación dad del pensamiento arquitectónico griego. Tanto los antiguos
central del Antiguo Testamento y del judaismo histórico reside como los modernos (Einstein, por ejemplo) han quedado pro-
en la profesión de fe de que Yavé es uno solo y el único Dios fundamente impactados por la armonía y el orden del uni-
vivo y verdadero. Esta proclamación se vio siempre sellada por verso. Esta innegable racionalidad del todo postula la existen-
la sangre de los mártires. ¿Cómo sostener entonces una tríada cia de una inteligencia suprema; la multiplicidad de las causas
(el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) al lado o juntamente supone una causa última; el sinnúmero de las mismas implica
con esta unicidad divina? Siempre se mantuvo que Dios es ab- un ente absoluto. Afirmar la existencia de un ser supremo sig-
solutamente simple, que no se divide ni se desdobla. De lo nifica que él se hace presente en todos los entes, se vislumbra
contrario, vendría la multiplicidad. Y entonces nos encontra- en ellos y se revela por medio de ellos. Por eso, para los
ríamos ya en el politeísmo. griegos toda la realidad se constituye en un gran sacramento
revelador de la presencia inefable del ser supremo. Dios es ese
La fe cristiana en la Trinidad santísima deberá asimilar, a ser supremo, la causa última, la substancia infinita. A diferen-
su manera, la fe de nuestros padres Abrahán, Isaac, Jacob, cia del mundo, que es mudable, él es inmutable; a diferencia
Moisés y todos los profetas y sabios. Al decir Trinidad, no de los seres, que son mortales, él es inmortal; a diferencia de
queremos multiplicar a Dios. No afirmamos solamente la unici- los hechos, que son pasajeros, él es necesario.
dad de Dios, sino que insistimos en la unidad de las tres per-
sonas divinas. Queremos profesar que esa trinidad se da en el En la jerarquía de los seres todo termina en un último
interior de una absoluta comunión. punto de convergencia irrebasable. Lo múltiple conduce a lo
uno y del uno se deriva todo. De este modo el orden de todos
Además, el cristianismo de los primeros siglos tuvo que en- los seres es presidido por la monarquía del único ser supremo.
frentarse con el abundante panteón grecorromano. Nada mejor
Esta reflexión de cuño filosófico reforzaba la fe del Antiguo
que la proposición del monoteísmo para combatir al poli-
Testamento en la unicidad del Dios-Yavé. La teología cris-
teísmo. Proponer la Trinidad sin una recta comprensión del
tiana, especialmente la de los grandes maestros medievales
misterio de la comunión uníficadora significaría mantener aún
(santo Tomás, san Buenaventura, san Alberto Magno y otros),
cierto politeísmo. Los muchos dioses quedarían reducidos a incorporó en su elaboración esta importante contribución de la
tres, los de la Trinidad. Se habría mantenido así fundamental- filosofía griega. No sin razón, a partir de santo Tomás, la teo-
mente el politeísmo. Razones apologéticas y de orden pastoral logía occidental trata primero del Dios uno, y pasa luego a es-
frente a una cultura ampliamente politeísta hacían imperativa tudiar el Dios trino; de esta forma reasume en su sistematiza-
la insistencia en el monoteísmo. Esta prevalencia monoteísta ción tanto la tradición veterotestamentaria como la aportación
debilitó la fuerza de la originalidad de la experiencia cristiana filosófica dentro de la novedad cristiana del Dios-Trinidad.
del Dios-Trinidad. La consecuencia más inmediata consistió en
que gran parte de la exposición teológica de la Trinidad santí- Sin embargo, críticamente cabe observar que esta compren-
sima se hiciera siempre a partir del Dios uno, para llegar luego sión no capta toda la experiencia de la realidad. Parte de la ve-
al Dios trino. El monoteísmo siguió siendo la idea-matriz a rificación inconcusa de la armonía y del orden de la creación.
partir de la cual se elaboró la doctrina de la Trinidad. ¿No ha- Pero la realidad muestra también otra cara; en ella hay desor-
bría sido más conveniente recorrer el camino inverso? En ver- den, absurdos inexplicables para la razón analítica, violencia,
dad, el único Dios que realmente existe se llama Padre, Hijo y corrupción y pecado. El grito de Job inocente y el desconsuelo
Espíritu Santo. de Adán caído no pueden escamotearse. ¿Cómo pensar a Dios

27
26
como causa última y ser supremo en lo profundo de la expe- tonces Dios se presenta como el espíritu infinito; si el ser hu-
riencia del sufrimiento? mano irrumpe como misterio, entonces Dios será el misterio
Esta cuestión obligó a los pensadores cristianos de esta lí- abismal. Esta personalidad suprema se autocomunica, man-
nea de pensamiento a elaborar la teodicea, es decir, la justifi- tiene un diálogo con las personas humanas y entra en la histo-
cación de Dios frente a la realidad cruda del sufrimiento, espe- ria de los hombres.
cialmente de los inocentes. ¿Cómo mantener simultáneamente Pero este discurso se queda en el nivel del monoteísmo, de
las dos afirmaciones: la de la bondad de Dios y la de la ruin- la una y única persona infinita, del único y supremo espíritu.
dad en tantas cosas del mundo? Por más razones que puedan Esta tendencia se ha visto tanto más reforzada cuanto más ur-
excogitarse, el sufrimiento no queda suprimido ni la ruindad gente se hacía enfrentarse con el ateísmo como negación siste-
sanada. mática de un principio último, de un sentido de los sentidos,
Afirmar la bondad de Dios no hace que se cierre la herida de una conciencia infinita.
abierta que sigue sangrando. Negar que Dios sea la causa de La necesidad de responder al ateísmo hizo que los cris-
las contradicciones absurdas del mundo tampoco soluciona esta tianos se preocupasen más por un Dios fruto de la argumenta-
cuestión, ya que sin Dios el sufrimiento continúa y se agrava, ción antropológica y filosófica que del testimonio de la Trini-
porque queda sin esperanza. dad como comunión absoluta de las tres personas divinas.
Encontramos una posible salida en el libro de Job: la fe en Así pues, no es de extrañar que I. Kant haya escrito lo
Dios lleva a una profunda protesta contra el sufrimiento y a un siguiente: «De la doctrina de la Trinidad no se saca definitiva-
compromiso por su superación mediante la práctica de la soli- mente nada importante para la práctica, incluso cuando se pre-
daridad. La teología del siervo doliente del Antiguo Testa- tende entenderla; mucho menos todavía cuando alguien se con-
mento señala que Dios no se mostró indiferente al dolor de sus vence de que supera absolutamente todos nuestros conceptos.
hijos. El mismo lo asumió y lo redimió 5. Al alumno no le cuesta nada aceptar que en la divinidad ado-
ramos tres o diez personas. Para él es lo mismo una cosa que
3.3. La herencia del pensamiento moderno otra, ya que no tiene ninguna idea sobre un Dios en varias
personas (hipóstasis). Más aún, porque de esta distinción no se
En tercer lugar, esta cuestión ha sido bien percibida por el
deriva absolutamente ninguna pauta para su conducta» 6.
pensamiento moderno, que ha acabado reforzando la persisten-
cia del monoteísmo a-trinitario. Se dice: el mundo no está en Esta observación de Kant revela que la Trinidad, en la
orden, pero ese orden puede ser creado por el trabajo hu- comprensión común, se había trasformado en un misterio ló-
mano. El punto de partida para la reflexión sobre Dios no es gico y había dejado de ser un misterio de nuestra salvación.
tanto el mundo como el hombre en su práctica. A partir de las Había quedado reducido más a una curiosidad que a una reali-
indagaciones humanas, de la profundidad personal y del miste- dad que nos concierne, porque esclarece nuestra propia exis-
rio existencial es como gana sentido la palabra Dios. ¿Cuál es tencia y nos comunica con la estructura última del universo y
el sentido último del hacer? El ser humano se define como de la vida humana: la comunión y la participación. De ahí re-
persona, y el espíritu como libertad. sultan prácticas y pautas para el comportamiento social y per-
sonal, como habremos de señalar posteriormente.
Si el ser humano aparece como persona, entonces Dios es
la persona absoluta; si el ser humano surge como espíritu, en-
5
Cf G. GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una
6
reflexión sobre el libro de Job, Lima 1986. I. KANT, Der Streit der Fakultaten VIII, Berlín 1917, 38-39.

28 29
4. Riesgos políticos de un monoteísmo a-trinitario lutus est), así también el príncipe está por encima de todas
ellas (princeps legibus solutus est). Es el albedrío del soberano
Si Kant no advirtió ninguna consecuencia práctica del mis- el que establece las leyes, no la verdad o la justicia. Se justifi-
terio de la Trinidad, otros en cambio han señalado las peli- caban de nuevo, por razones teológicas, los reyes absolutistas
grosas consecuencias políticas y religiosas de un monoteísmo cristianos.
desvinculado de una concepción trinitaria de Dios 7. El mono- Esta comprensión rígida del monoteísmo condujo a la pre-
teísmo estricto puede justificar el totalitarismo y la concentra- potencia, por un lado, y al sometimiento, por otro; trajo la ar-
ción del poder en una única persona, sea política o sea reli- bitrariedad y el absolutismo, por una parte, y la dependencia y
giosa. Aquí se verifica una curiosa dialéctica: las concepciones la servidumbre, por otra. El ejercicio de la libertad como prác-
autoritarias pueden ocasionar la comprensión de un mono- tica colectiva queda en entredicho; solamente el soberano es li-
teísmo rígido, así como la visión teológica del monoteísmo bre, los demás son siervos. El aprendizaje de la democracia
a-trinitario puede servir de justificación ideológica de un poder por parte de los ciudadanos se vio enormemente perjudicado
concentrado en una sola persona, como el príncipe, el monarca por este tipo de ideología introyectado en la cabeza del pue-
o el líder religioso. blo, cuyas consecuencias palpamos hasta el día de hoy 9 .
Estas consecuencias no quedaron en meras especulaciones. El monoteísmo a-trinitario puede abrir igualmente el ca-
Ya en los primeros siglos del cristianismo hubo pensadores que mino a una concepción poco flexible de la unidad de la Iglesia
establecieron ciertas correspondencias como éstas: así como Is- y a una visión monopolística del poder sagrado. Así como en
rael es un único pueblo mediante la fe en un único Dios, así el cielo hay una sola cabeza (Dios), también en la tierra tiene
también la humanidad, dividida ahora en muchas naciones y que haber una única cabeza que lo represente, el papa. Ya san
lenguas, volverá a ser una única humanidad bajo el imperio de Ignacio de Antioquía (t 104) fundamentaba la unidad de la co-
un único señor político; lo mismo que hay un solo Señor en el munidad eclesial con el siguiente raciocinio: un único Dios, un
cielo, tiene que haber un único señor en la tierra; lo mismo único Cristo, un único obispo, una única comunidad local. La
que existe un único Dios, también tiene que haber una única función del papa se comprende como servicio a la unidad; pero
realeza y una única monarquía 8 . De este modo justificaban el en amplios sectores religiosos esta unidad se representa dentro
absolutismo de los emperadores cristianos. del esquema monárquico-monoteísta: una Iglesia, un papa, un
En los tiempos modernos del absolutismo de los reyes hubo Pedro, un Cristo y un Dios. Hubo épocas en que el papa era
teólogos que argumentaron de manera semejante: el rey con considerado como el Dios visible en la tierra, el Deus ter-
poder absoluto es la imagen y semejanza de Dios absoluto. Así renus 10. El que se atrevía a romper aquel tipo de unidad co-
como Dios está por encima de todas las leyes (Deus legibus so- rría el riesgo de ser excomulgado o tenía que someterse total-
mente. En consonancia con ello, al papa le competía la
suprema potestas, sin que estuviera sujeto a las leyes positivas
7
de la Iglesia.
Cf Y. CONGAR, El monoteísmo político de la antigüedad y el Dios trino,
en «Concilium» 163 (1981) 353-362; F. DVORNIK, Early Christian and Byzan-
tine Political Philosophy. Origins and Backgrounds, 2 vols., Washington 1966; 9
E. PETERSON, Der Monotheismus ais politisches Problem, en Theologische El paternalismo social y el patriarcalismo político de las sociedades lati-
Traktate, München 1951, 45-158; J. MOLTMANN, Trinidad y reino de Dios, Si- noamericanas encuentran en cierta predicación cristiana de Dios como único
gúeme, Salamanca 1983, 207-220. Señor (patrón celestial) una permanente realimentación ideológica. En esta
8
Véase el ejemplo citado por J. MOLTMANN de absolutismo político-reli- tradición antidemocrática enseñaba Donoso Cortés: «Todo para el pueblo,
gioso: decía Gengis Kan: «En el cielo sólo existe un único Dios y, en la tierra, pero nada por el pueblo»; A. Lincoln, por el contrario, decía: «Todo para el
un único Señor, Gengis Kan, el hijo de Dios»: La unidad convocante del Dios pueblo y por el pueblo».
10
uno y trino, en «Concilium» 197 (1985) 68. Cf Y. CONGAR, L'ecclésiologie du Haut Moyen-Áge, París 1978, 388-389.

30 31
Esta concepción origina un modelo de Iglesia piramidal,
con la concentración del poder sagrado solamente en un lado de la diferencia propia de cada persona una razón para la pre-
(jerarquía) y la falta completa de competencia en el otro valencia de una sobre la otra. Esta comunión completa de las
(laicos). Esta forma de concebir y organizar la unidad no fa- personas, la perijóresis plena de una en la otra, por la otra,
vorece la aparición de una comunidad de hermanos y herma- para la otra y con la otra, destruye la figura del monarca uni-
nas (a no ser metafóricamente) o de una Iglesia toda ella mi- versal único y solitario, sustrato para la ideologización del po-
nisterial. der totalitario y excluyente. Solamente la comunidad humana
de hermanos y hermanas, formada de relaciones de comunión
Existe además otra derivación política del monoteísmo, y de participación, puede ser el símbolo vivo de la Trinidad
cuyas consecuencias han seguido ampliamente vigentes en eterna.
nuestra cultura: el patriarcalismo y el paternalismo. El único
Dios fue representado como el gran patriarca, padre supremo De manera semejante la communiolkoinonía (comunión)
y señor absoluto. Se le atribuyeron los predicados de los po- resulta mucho más adecuada que la potestas sacra para enten-
tentados absolutos de nuestra cultura, tanto a nivel familiar (el der por dentro a la Iglesia. Como una red de comunidades que
dominio del padre) como a nivel social (el dominio absoluto vive la comunión con los hermanos y hermanas y su participa-
del cesar o del príncipe). De esta forma el dominio socio-histó- ción en todos los bienes, la Iglesia se construye a partir de la
rico del padre sobre la familia, del macho sobre la hembra, de Trinidad y se convierte en su sacramento histórico.
las figuras masculinas sobre las femeninas encontraron sus La unidad de la Iglesia, más allá del poder sagrado que se
raíces y su justificación teológico-ideológica en una representa- atribuye a la responsabilidad de Pedro y de sus sucesores, es
ción unitarista de Dios. Dios es concebido sólo como Padre, y realizada por la propia Trinidad, cuyo modelo señaló el mismo
no ya también como madre de infinita ternura, o simultánea- Jesucristo en su sermón de despedida: «Que todos sean una
mente como padre y madre eternos. La exclusividad de la fi- misma cosa como tú, Padre, en mí y yo en ti, para que ellos
gura del padre atribuida a Dios impidió que la experiencia reli- estén en nosotros y el mundo crea que me has enviado» (Jn
giosa de las mujeres y de los hombres, que posee también una 17,21). Surge de nuevo la idea de la comunión y de la inser-
base materna, fuese integradora y más humanizadora n . ción mutua como engendradora de unidad dinámica e integra-
dora. Dios no es tanto un poder solitario como un amor infi-
Estas distorsiones políticas y religiosas pueden quedar pro- nito que se ofrece para engendrar otros compañeros en el
fundamente corregidas con la vuelta al Dios-Trinidad de los amor.
cristianos. De la Trinidad se derivan importantes consecuen-
A la luz del misterio de comunión e n t r e las divinas
cias, insospechadas para Kant, víctima de su Dios único, postu-
personas se puede proyectar un modelo de Iglesia realmente li-
lado por la razón práctica. Los dictadores y los tiranos jamás
berada y principio de liberación. Aparece así una Iglesia, co-
podrán sacar del Dios-Trinidad argumentos para legitimar su munidad de hermanos y hermanas, reunida alrededor del Hijo
prepotencia absolutista. Y esto porque la unidad de Dios es enviado por el Padre de bondad a fin de que, en el dinamismo
menos la unicidad del único principio que la unidad de las per- del Espíritu, lleve adelante de forma consciente y comprome-
sonas divinas, Padre-Hijo-Espíritu Santo. Ellas están en un tida el reino de Dios, que irrumpe siempre que triunfa la vida
permanente y eterno desarrollo de comunión plena, sin hacer justa y la libertad personal y social.
Este modelo de Iglesia, inspirado en la comunión trinitaria,
11
Cf los estudios de F. K. MAYR, Trinitatstheologie und theologische An~ se concreta gracias a la división más equitativa del poder sa-
thropologie, en «Zeitschrift für Theologie und Kirche» 68 (1971) 427-477; It>s grado, por medio del diálogo y de la apertura a todos los ca-
Die Einseitigkeit der traditionellen Gotteslehre, en C. HEITMANN-H. MUHLE^
(eds.), Erfahrung und Theologie des Heiligen Geistes, München 1974, 239-272 rismas concedidos a los miembros de la comunidad, por la

32 33
superación de todo tipo de discriminación, especialmente la de cales. La inmanencia constituye el espacio de la revelación hu-
origen patriarcal y machista, y por la búsqueda permanente del mana. El Hijo es por excelencia la revelación del Padre; en su
consenso que hay que construir mediante la participación orga- encarnación asume la situación humana tal como es, en su
nizada de todos. grandeza y en su decadencia. El quiere una sociedad fraternal
y sororal (horizontal) que reconozca sus raíces (vertical).
Mediante la trasparencia queremos ver unida la trascenden-
5. La unión integradora de las tres divinas personas cia con la inmanencia, el mundo humano con el mundo divino,
hasta el punto de que, respetadas debidamente las diferencias,
Para superar los atolladeros que ha ocasionado una com- se hagan trasparentes. En el esfuerzo humano queremos expe-
prensión estrecha del monoteísmo, tanto pre-trinitario (en las rimentar el don de Dios; anhelamos un nuevo corazón y la
religiones superiores y en el judaismo) como a-trinitario (que trasformación del universo. El Espíritu Santo constituye la
no toma en consideración la trinidad de las personas), tenemos fuerza de la amorización divina y humana, la trasfiguración de
que volver al Dios cristiano, al Padre, al Hijo y al Espíritu todo.
Santo. Las personas eternas coexisten unas dentro de las otras.
Un dinamismo de vida y de amor las une de tal manera que se ¿Qué sería del ser humano si no tuviera Padre, si no se
constituyen a sí mismas en una unión integradora, plena y arraigase en algo mayor y no se viera envuelto en un misterio
completa. Se trata de la unión perijorética, como analizaremos de ternura y de cariño? Sería como un bólido perdido en el es-
en detalle posteriormente; es decir, nos las tenemos que ver pacio o un peregrino sin ruta y sin rumbo.
con la unidad propia de la Trinidad de personas igualmente ¿Qué sería de nosotros si no tuviéramos al Hijo, si no
eternas, omnipotentes y amorosas. Esta unidad se constituye supiésemos de dónde venimos, si no acogiésemos a cada ins-
por la apertura esencial de una persona a la otra; más aún, por tante la vida recibida como don, si no pudiéramos amar al Pa-
la interpenetración de una en la otra, de tal manera que siem- dre maternal o a la Madre paternal? ¿Qué sería de la persona
pre son la una con la otra. Esta unidad está abierta hacia humana si no tuviese relaciones dialogales y fraternas; si no
afuera, ya que inserta a las personas amadas, incluso a las per- pudiera abrirse a un tú? No sería solamente un peregrino sin
didas que buscan el perdón, y al universo en su totalidad. ruta y sin rumbo, sino un caminante solitario en un mundo
La concepción trinitaria de Dios nos proporciona una expe- agresivo y opaco.
riencia global del misterio divino. Cada uno de los seres hu- ¿Qué sería del ser humano sin el Espíritu Santo, sin una in-
manos se mueve dentro de una triple dimensión: la de la tras- mersión en su propio corazón, sin la fuerza de ser y de trasfor-
cendencia, la de la inmanencia y la de la trasparencia. inar la creación? Sería un peregrino sin entusiasmo y privado
Mediante la trascendencia, cada ser humano se yergue hacia del coraje necesario para caminar. Sin el Espíritu no podría-
arriba (hacia el fondo), rumbo a los orígenes de sí mismo y a mos creer en Jesús ni entregarnos confiadamente al regazo del
las referencias supremas. En esta experiencia surge el Padre, Padre.
ya que él es el Dios del origen sin ser originado, el Dios del
Así como la trascendencia, la inmanencia y la trasparencia
principio sin tener principio, el Dios de la fuente de la que
constituyen la unidad dinámica e integral de la existencia, de
todo emana. El es la última referencia.
forma análoga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se unifican
Mediante la inmanencia, el ser humano se encuentra con- integradoramente en la comunión recíproca, plena y esencial.
sigo mismo, con el mundo que tiene que organizar, con la so- Cada persona humana surge como imagen y semejanza de la
ciedad que ha de construir, en relaciones horizontales y verti- Trinidad; el pecado introduce una ruptura en esta realidad, sin
34 35
CAPÍTULO 2
destruirla por completo. La sociedad ha sido eternamente que- COMO SE NOS REVELO
rida por Dios para que fuera sacramento de la comunión trini- LA SANTÍSIMA TRINIDAD
taria en la historia; el pecado social y estructural enturbia esta
vocación que permanece siempre como un llamamiento que
hay que atender mediante las liberaciones históricas que inten-
tan crear las condiciones para que puedan ser significados en el
/^
tiempo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Comúnmente, y con razón, se dice que el misterio de la


santísima Trinidad constituye el corazón del cristianismo, por-
que en él nos encontramos con Dios mismo tal como es, es de-
cir, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si esto es así, sería de
esperar que esta verdad fontal estuviera atestiguada literal-
mente en los textos fundadores de nuestra fe, que son las Es-
crituras. Pero realmente no encontramos en ellas las expre-
siones propias que utilizan las Iglesias para expresar su fe,
como son: las tres personas, una naturaleza, las procesiones,
las misiones, etc. Esto no significa que las Escrituras no nos
comuniquen la revelación de la Trinidad; nos la comunican de
forma plena, pero de otra manera. Esta constatación nos
obliga a distinguir adecuadamente entre doctrina de la santí-
sima Trinidad y realidad de la Trinidad santísima.

1. Doctrina y realidad de la santísima Trinidad

La doctrina trinitaria representa la elaboración humana y


sistemática acerca de la realidad transubjetiva de la santísima
Trinidad. La doctrina supone la revelación de la santísima Tri-
nidad en cuanto Trinidad, y significa el esfuerzo humano y ri-
guroso de profundización en este misterio. En este sentido, la
doctrina trinitaria posee su larga historia con diversas tenden-
cias, caracterizada por la acumulación inmensa de reflexiones,
desviaciones y definiciones dogmáticas que estableció la comu-
nidad de fe a lo largo de los siglos.
37
36
animar con fuego los corazones de los apóstoles, es el que nos
La realidad de la santísima Trinidad no depende de las doc- revela al Dios-Abba y el misterio del hijo de Dios.
trinas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estuvieron siempre
San Ireneo (t 208) nos dice que el Hijo y el Espíritu consti-
en la historia de los hombres y de las mujeres comunicando su
tuyen las dos manos por las que el Padre nos toca y nos mol-
amor, insertando el devenir humano dentro de la comunión di-
dea a su imagen y semejanzax. Han sido enviados al mundo
vina de las tres personas. En otras palabras, la realidad de la
para levantar su tienda entre nosotros y asumir nuestra propia
Trinidad no se expresa solamente en las doctrinas o en las
situación en orden a la salvación y a la inserción en la comu-
frases que por ventura llegamos a identificar en las Escrituras
nión trinitaria.
acerca de las tres personas. En primer lugar, la Trinidad es un
hecho; solamente después es una doctrina sobre ese hecho. Estos dos acontecimientos terminales son absolutamente re-
Porque es primeramente un hecho que siempre estuvo presente veladores de Dios tal como es en sí mismo, ya que implican
en la vida humana, en cualquier época de su evolución, es por que el Hijo y el Espíritu se nos han comunicado totalmente,
lo que podemos hablar de emergencias de la conciencia trinita- sin residuo y sin fallo. Ellos han inaugurado un tiempo nuevo
ria en la historia, hasta su plena concientización en el Nuevo para nosotros y también para ellos. Mirando hacia ellos,
Testamento. atentos a sus acciones y a sus comunicaciones, descubrimos la
Podemos hablar con razón de preparaciones de la revela- presencia densa de las tres personas trinitarias. Fuera de este
ción de la realidad trinitaria antes del acontecimiento cristiano, acontecimiento de infinita ternura del Padre por su Hijo en la
bien en los sucesos y palabras del Antiguo Testamento o bien unión con el Espíritu, nuestras ideas sobre la Trinidad no pasa-
en las religiones del mundo y en los acontecimientos históricos. rían de ser meras especulaciones o afirmaciones sin una verifi-
La Trinidad presente en la historia se fue desvelando lenta- cación concreta.
mente, dejándose descubrir por la reflexión devota de los hom- Este hecho fue inicialmente acogido como debe ser: en la
bres hasta que nos la revelaron plenamente Jesucristo y el alabanza, en la alegría del corazón que se abre para agradecer
Espíritu Santo, cuando estas dos personas entraron hipostática- y celebrar. Por tanto, la atmósfera litúrgica constituyó el am-
mente en relación con nosotros. El Nuevo Testamento atesti- biente en que se expresó la fe en la Trinidad santísima. Las
gua la presencia encarnatoria del Hijo y pneumatificadora del doxologías, esto es, las oraciones de alabanza y de gloria (tal
Espíritu Santo, tanto por el propio acontecimiento en sí mismo es el sentido griego de doxá), como todavía hoy caracterizan a
como por las palabras reveladoras del sentido de este aconteci- nuestras celebraciones, son los primeros testimonios de recono-
miento. cimiento de la Trinidad por la fe de la comunidad orante.
Todo procede del Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo, y
tiene que volver al Padre en gloria y acción de gracias, por el
2. Las dos manos del Padre que nos tocan: Hijo en el Espíritu Santo 2. El primer filósofo cristiano, san
el Hijo y el Espíritu Santo Justino (t 167), recomendaba: «Nosotros..., por todo lo que
tomamos como alimento, bendecimos al creador universal me-
Jesucristo se muestra como Hijo de Dios-Padre por sus pa- diante su Hijo Jesucristo y mediante el Espíritu Santo» 3 .
labras, sus oraciones, sus prácticas liberadoras, su muerte y re-
surrección por la fuerza del Espíritu. El es el que nos revela a
la santísima Trinidad. También el Espíritu presente en María, 1
IRENEO, Adv. haer. V, 6,1.
al formar la santa humanidad de Cristo, al descender sobre 2
Cf A. HAMMAN, La Trinidad en la liturgia y en la vida cristiana, en My¡
Jesús en el bautismo, al hacerlo portador permanente del Espí- terium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 124-134.
3
JUSTINO, Apología I, 67.
ritu, al trasfigurar su realidad terrena por la resurrección, al
39
38
liado; nos bastará señalar la dirección y recoger los elementos
La práctica sacramental, principalmente del bautismo y de
esenciales.
la eucaristía, constituye el segundo ambiente donde se profe-
saba la fe en la Trinidad. Ya en el evangelio de san Mateo se
conserva la práctica de la Iglesia primitiva de bautizar «en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). 3. Jesús, el Hijo, revela al Padre de infinita bondad
Las anáforas eucarísticas más antiguas, como la de la tradición
apostólica, se estructuran también en forma trinitaria. El Dios de Jesús no es una ilustración de aquello que, por
otros caminos, sabíamos de Dios. Propiamente Jesús no se re-
La práctica bautismal y eucarística conduce hacia las pri- fiere doctrinalmente a su Dios para responder a una pregunta
meras insinuaciones de profesiones de fe de la verdad trinitaria. común: ¿Quién es Dios? Jesús responde quién es Dios en la
En Pablo leemos dentro de una perspectiva litúrgica: «La gra- medida en que muestra cómo actúa Dios.
cia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios (Padre) y la
comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros» (2 Cor
13,13). 3.1. La simbólica política: el Dios del reino
La tercera situación que llevó a identificar con plena con- ¿Cómo actúa Dios? Para aclararlo, Jesús toma una figura
ciencia la verdad trinitaria es la reflexión teológica sobre la na- sacada de la simbólica política. Habla innumerables veces del
turaleza de Cristo y del Espíritu Santo. Al definir en medio de reino de Dios. Dios actúa construyendo e inaugurando el
profundas discusiones que Jesús muerto y resucitado era hijo reino. El reino no constituye un territorio, sino el modo de ac-
de Dios, de la misma naturaleza que el Padre, e igualmente el tuar de Dios, mediante el cual se hace señor sobre toda su
Espíritu Santo, Señor y fuente de vida, con la misma natura- creación; se trata, por tanto, del ejercicio del poder que va li-
leza del Padre y el Hijo, los cristianos de los siglos IV y v esta- berando de todo lo que rechaza a Dios o se rebela contra él, y
blecían de hecho una formulación doctrinaria sobre el Dios va inaugurando el designio último de Dios, que es vida en co-
cristiano. munión, en fraternidad y en justicia. Este señorío de Dios no
De esta forma, la santísima Trinidad aflora como el funda- tiene como analogía al sátrapa antiguo o al déspota moderno,
mento último de la visita salvadora del Padre por su Hijo en- solitarios en su poder, solos sobre todos, sino la cena en que
carnado en Jesús y por su Espíritu pneumatificado en los agra- todos participan para celebrar la fiesta, la ciudad nueva en
ciados y en la Iglesia. Si no admitiéramos la Trinidad, se nos donde todos son hermanos y hermanas y donde Dios está
haría totalmente imposible afirmar lo que la fe de los apóstoles en medio de sus hijos e hijas sirviendo a todos. Por tanto, las
y de todos los tiempos ha profesado acerca de Jesucristo y de imágenes de comunión y de participación configuran la forma
su Espíritu, es decir, que son realmente Dios presente en nues- del señorío de Dios.
tra carne histórica, como enviados por Dios-Padre. Jesús se presenta como el proclamador y el realizador de
Veamos más específicamente la forma como se reveló la este reino, ya que él mismo se siente parte esencial del mismo:
Trinidad en la vida y en las palabras de Jesús y en la actuación «Si yo expulso los demonios con el dedo de Dios es que cierta-
del Espíritu Santo 4. No podemos pretender un trabajo deta- mente el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Le 6,20). La
práctica de Jesús es instauradora del reino porque es una prác-
4
Cf F. J. SCHIERSE, Revelación de la Trinidad en el Nuevo Testamento, en tica de comunión con los pobres, de reconciliación con los pe-
Mysterium salutis II, o.c., 87-123; A. W. WAINWRIGHT, La Trinidad en el
Nuevo Testamento, Secretariado Trinitario, Salamanca 1976; VARIOS, La Trini- cadores, de convivencia con todos, particularmente con los
dad en la Biblia (Semanas de Estudios Trinitarios, 6), Salamanca 1973; F. A. marginados, y de servicio indiscriminado a cada uno de los que
PASTOR, Kerygma bíblico e ortodoxia trinitaria, en Semántica do misterio, Sao encuentra.
Paulo 1982, 5-22.

40 41
Por un lado, Jesús se relaciona con ese Dios, le reza a él,
Esta práctica de Dios y de Jesús revela que la naturaleza de
es decir, deja vislumbrar cierta distancia y cierta diferencia a
Dios es comunión, y no soledad del uno; es desbordamiento
pesar de toda la intimidad. Por otro lado, Jesús actúa en lugar
de vida para aquellos que la sienten más amenazada, como los
de ese Padre, se porta como aquel que instaura el reino del
enfermos y los pobres. Esta comunión se revela diáfanamente
Padre, se identifica con el Padre. El que reza a Dios invocán-
en la relación de Jesús con su Dios.
dolo como papá es señal de que se siente hijo suyo de verdad
(Mt 11,25-27; Me 12,1-9; 13,32). Efectivamente, así es como él
3.2. La simbólica familiar: Abba, papá de bondad infinita
se autodenomina para expresar su conciencia de filiación.
Los evangelios nos han conservado la originalidad de la ex-
periencia de Jesús con su Dios 5 . Se trata de algo sumamente
íntimo y único, ya que Jesús lo expresó con una palabra sacada
de la simbólica de comunión familiar: Abba, que en la lengua 4. En Jesús se revela el Hijo eterno que se hizo carne
infantil significaba papá. Era en la oración, que casi siempre
hacía a solas (cf Me 1,35; 6,46; 14,32-42; Le 3,21; 5,16; 6,12; Más que anunciarse explícitamente como Hijo, Jesús se
9,28; 11,1), donde Jesús invocaba a su Padre. comportó y vivió como hijo de Dios. Su práctica de vida revela
Este Padre se revela de infinita bondad, ya que no espera una autoridad que se situaba en la esfera de lo divino. Esto no
que lo busquen las mujeres y los hombres. El mismo va en les pasó totalmente desapercibido a los judíos, que acabaron
busca de los hijos y las hijas, especialmente de los extraviados condenando a Jesús no sólo por divergencias en la interpreta-
y de los enfermos. Así, en las parábolas de Jesús, él se nos ción de las tradiciones y de los preceptos legales, sino porque
presenta como alguien que «ama a los ingratos y malvados» se dieron cuenta de la suprema autoridad que había asumido,
(Le 6,35), como Dios de los pecadores y no de los justos (Le propia del mismo Dios. No sólo representaba a Dios en el
15,7), como Padre del hijo pródigo (Le 15,11-32), de la mo- mundo, sino que lo hacía visible y palpable en su bondad y mi-
neda perdida (Le 15,8-10), de la oveja descarriada (Le 15,4-7; sericordia. Perdona los pecados, introduce algo nuevo más allá
Mt 18,12-14). Evidentemente, es también el padre bondadoso de la ley y de la tradición, cosas que se atribuían exclusiva-
de los hijos sensatos que permanecen fieles en casa (Le 15,31); mente a Dios (Me 2,8). Los judíos hacían bien en decir: «Se
sin embargo, se muestra misericordioso con los desheredados y hace igual a Dios» (Jn 5,18).
los perdidos, como demuestra ejemplarmente la parábola del Más aún, Jesús exige fe en él mismo. Es verdad que esta fe
hijo pródigo. está conectada con historias de milagros y de curaciones. Pero
Esta experiencia de intimidad del papá no se trasforma en es precisamente en tales situaciones donde se revela, en la
una doctrina, sino en una práctica para Jesús. El mismo, a imi- práctica densa de la historia, lo que significa de hecho ser hijo
tación del Padre celestial, se hace solidario de todos los des- de Dios. Los que se benefician de la acción liberadora de Jesús
preciados; son éstos los primeros destinatarios de su mensaje (el leproso, el ciego, la mujer encorvada, etc.) se dan cuenta
(Le 6,20), y en el comportamiento que se tenga con ellos es lo de que están bajo la fuerza del poder personalizado de Dios
que hace decidir la salvación o la perdición (Mt 25,36-46). que cura y salva. Jesús actúa como quien tiene en sí mismo la
fuente del poder divino. No le suplica al Padre la fuerza mila-
grosa, sino que actúa milagrosamente como quien tiene en sus
manos el poder de Dios. En la persona y en la práctica de
5 Jesús, lo que es imposible para el hombre se hace posible por
Cf W. MARCHEL, Abba, Padre. Mensaje del Padre en el Nuevo Testa-
mento, Herder, Barcelona 1967; L. BOFF, El Padre Nuestro. La oración de la Jesús (Me 10,27).
liberación integral, Paulinas, Madrid 19864, 35-55.

42 43
Más que buscar frases en las que Jesús muestre su concien- lar». En este pasaje nos enfrentamos con un conocimiento ex-
cia de Hijo (cf Mt 11,25-27; Me 12,1-9; 13,32), tenemos que fi- clusivo; hay un secreto en esa mutua relación que resulta im-
jarnos en sus actitudes, que hablan de manera más convincente penetrable para un tercero. El Padre posee una anterioridad
y globalizante. Sin embargo, vamos a detenernos en dos pa- respecto al Hijo. El conocimiento que el Padre tiene del Hijo
sajes que muestran bien la relación de Jesús como Hijo para se basa en el hecho de que el Padre dé origen al Hijo. El Hijo
con su Dios-Padre. lo recibe todo del Padre. Como lo recibió todo, solamente el
Hijo conoce verdaderamente al Padre. El conocimiento en este
Le 10,21-26 (Mt 11,25-27): «En aquella misma hora Jesús caso no significa solamente una operación intelectual; es, ante
se sintió inundado de alegría en el Espíritu Santo y dijo: Te todo, un reconocimiento, un encuentro de dos intimidades y de
doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has un mismo proceso de comunión y de entrega mutua. Por eso el
escondido estas cosas a los sabios y prudentes y se las has reve- Padre puede expresar su conocimiento en forma de amor:
lado a los pequeños. Sí, Padre, porque fue éste tu agrado. «Este es mi Hijo muy querido» (Mt 3,17). Y Jesús puede res-
Todo me ha sido entregado por el Padre. Nadie conoce quién ponder: «Mi Abba, mi papá» (Jn 20,17).
es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Quien revela a los demás al Padre es solamente el Hijo. El
es el camino permanente e insustituible hacia el misterio úl-
En primer lugar, notemos aquí la presencia de las tres per- timo que llamamos Padre. Ya no podremos en adelante hablar
sonas divinas. Es el Espíritu el que nos revela la presencia del del Padre sin hablar antes del Hijo. Solamente él nos da la
Hijo en la figura humilde de Jesús de Nazaret. El Hijo, a su verdadera indicación de cómo actúa el Padre, y así de cómo es
vez, nos revela al Padre. Alabando, y no especulando, es como él de hecho. Por eso, para saber quién es el Padre, tenemos
tenemos acceso a este misterio. Por eso el ambiente en que se que observar cómo actúa el Hijo. Su práctica y sus palabras
nos comunica la revelación de la santísima Trinidad es el litúr- nos dan acceso al Padre. No se trata de un acceso abstracto y
gico-doxológico. Aquí todos, incluso los sabios y prudentes, metafísico, sino de una historia; mejor dicho, de una gesta re-
tienen que aprender a rezar a Dios como rezan los niños, lla- veladora del Padre en el caminar de su Hijo por en medio de
mándolo papá; tienen que olvidarse de que son sabios y pru- sus hijos e hijas. Por tanto, no basta con creer en el Hijo en
dentes, porque su prudencia y sabiduría no alcanza a enten- términos de pura profesión de fe separada de la ética, sino que
der la comunión de los tres sin multiplicar a Dios. Sin la se trata de un seguimiento que nos hace descubrir a Jesús
devoción, la reflexión rebaja la verdad de la fe e impide el ac- como Hijo. Este descubrimiento nos hace amar la persona del
ceso a su comprensión; sólo el que se haga pequeño entenderá Hijo, y amar así al Padre, al cual siempre remite el Hijo. La
la revelación. ética nos lleva a la ontología, el seguimiento nos conduce al
«Todo me ha sido entregado por el Padre»: este «todo» credo. El mismo Jesús fue el que estableció este orden para
tiene que tomarse en su sentido más fuerte. Primeramente, el nosotros: «¿Por qué me llamáis ¡Señor, Señor!, y no hacéis lo
Hijo recibe del Padre la misión de instaurar el reino, que es el que os digo?» (Le 6,46).
reino del Padre. Luego, recibe todo el conocimiento sobre El otro texto de fundamental importancia es el que formula
quién es el Padre para comunicarlo a los demás. Finalmente, la teología de san Juan, el apóstol que penetró mejor que cual-
recibe lo que hace al Hijo ser Hijo del Padre. Se da aquí una quier otro en el secreto de Jesús como el hijo de Dios: «Yo y
insinuación de que el Hijo está a la misma altura que la reali- el Padre somos una misma cosa» (Jn 10,30); «Que todos sean
dad del Padre. una misma cosa como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para
«Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el que ellos estén en nosotros y el mundo crea que me has en-
Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera reve- viado» (Jn 17,21).

44 45
Observemos que el texto no dice: «Yo y el Padre somos (Me 5,30). Esta fuerza que está en Jesús y al mismo tiempo es
uno (eis en griego)», sino que dice: «somos una misma cosa», diferente de Jesús significa aquello que más tarde la comuni-
es decir, somos una realidad de comunión. Esta comunión se dad apostólica llamará la presencia del Espíritu Santo. Esta
explicita aún mejor en Jn 17,21: se trata de un estar en el otro; presencia del Espíritu se hace patente en el acontecimiento de
cada uno es él mismo y no el otro, pero están de tal forma la resurrección. Allí Jesús según la carne se ve totalmente tras-
abiertos el uno al otro que forman una misma cosa, es decir, figurado por la fuerza del Espíritu. En lenguaje paulino, él se
son Dios. Le toca a la reflexión teológica profundizar en esta trasforma en cuerpo espiritual, es decir, en una realidad que
afirmación en clave trinitaria, tal como lo hizo la Iglesia de asume las características del Espíritu, que implica plenitud de
forma sistemática a partir de los siglos m v hasta nuestros días. vida divina (cf 1 Cor 15,45).
Para concluir esta parte podemos decir: Jesús revela un
Dios-Padre en la medida en que este Dios-Padre instaura su
5. En la vida y acción de Jesús se manifiesta reino, muestra su misericordia y devuelve la libertad a los
la revelación del Espíritu Santo hombres. Jesús mismo se revela como Hijo en la medida en
que inaugura, en nombre y en lugar de Dios-Padre, la práctica
Más que por las palabras, es por las acciones de Jesús y en histórica del reino, que es de libertad, de comunión con los
su gesta liberadora donde se revela el Espíritu Santo. Las refe- marginados y de confianza ilimitada en el Padre. En esta prác-
rencias de Jesús al Espíritu Santo son muy parcas (cf Me 3,28- tica de Jesús se muestra también la acción liberadora del Espí-
30; Jn 14,16s), pero no por eso deja de hacerse permanente- ritu, tergiversada por los adversarios como obra de Belzebú
mente presente la realidad del Espíritu 6 . Los evangelios, parti- (Me 3,22), obra del espíritu impuro, y no del Espíritu Santo.
cularmente Lucas, nos lo presentan no simplemente como un La Trinidad no puede comprenderse fuera de este contexto li-
carismático que es poseído esporádicamente por el Espíritu. La berador; no constituye una curiosidad teológica que tenga va-
propia encarnación del Hijo se presenta como obra del Espí- lor por sí misma; se trata siempre de una realidad de comunión
ritu (Le 1,35; Mt 1,20); por tanto, Jesús está lleno del Espíritu que nos redime, que nos libera y que hace a nuestra humani-
desde el principio. Sobre él baja el Espíritu con ocasión de su dad más rica y más plena 7 . Por eso la Trinidad es un misterio
bautismo por Juan Bautista (Me 1,9-11; Le 3,21-22; Jn 1,32- salvífico, revelado para nuestra salvación.
33); sintiéndose ungido por el Espíritu, lanza su programa me-
siánico (Le 4,18). Es el Espíritu el que lo «empuja al desierto»
(Me 1,12), de donde regresa «en la fuerza del Espíritu a Gali- 6. El Espíritu Santo en la historia revela al Hijo y al Padre
lea» (Le 4,14). El Espíritu constituye aquella fuerza (dynamis)
y aquella autoridad (exousía) con que realiza milagros y gestos Decíamos que el Espíritu Santo constituye la otra mano por
liberadores (Me 3,20-30). Explícitamente dice Jesús: «Si ex- la que nos alcanza el Padre para liberarnos. El, a semejanza
pulso demonios por el Espíritu de Dios, es señal de que ha lle- del Hijo, plantó su tienda entre nosotros; primero en María
gado a vosotros el reino de Dios» (Mt 12,28). con ocasión de la concepción de Jesús (Le 1,35: «El Espíritu
Esta fuerza que es el Espíritu habita en Jesús y brota de él Santo vendrá sobre ti»), luego sobre el mismo Jesús en su bau-
de una forma que sorprende a todos, como en el caso de la he- tismo y, finalmente, sobre toda la comunidad apostólica re-
morroísa: «Jesús percibió entonces que de él salía una fuerza» unida alrededor de María en pentecostés (He 2).

7
Cf H. ECHEGARAY, A prática de Jesús, Petrópolis 1982, 133-159; Ch. Du
6
Ct Y. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983, 41-89. QUOC, Dios diferente, Sigúeme, Salamanca 1978, 39-51.

46 47
ritu sale del Padre» (Jn 15,26), el Padre nos lo envía y nos lo
¿Cómo nos revela el Espíritu Santo en su acción el misterio da a petición del Hijo (Jn 14,16). El Espíritu nos da acceso al
trinitario? Sería largo y exigiría entrar en muchos detalles pe- Hijo, porque el Hijo nos lo ha enviado (Jn 16,8) de parte del
netrar en la concepción paulina y joanea del Espíritu, no siem- Padre (Jn 15,26).
pre clara y fácil de entender 8. Pero en ambos teólogos se per- El Espíritu no comunica otra verdad más que la del Hijo;
cibe una línea maestra que se mueve siempre bajo formula- toma de lo que es de Jesús y nos lo da a conocer (Jn 16,14).
ciones sumamente variadas: el Espíritu nos conduce al descu- Bajo su acción y por su luz, el misterio del Hijo del Padre no
brimiento de Jesús como Hijo de Dios y nos permite llamar se queda en una realidad del pasado, sino que es siempre ac-
Abba al Padre. tual como experiencia de salvación para cada generación.
En primer lugar, el mismo Espíritu se muestra como Dios.
A lo largo de todo el proceso revelador, el Espíritu constituye En los testimonios del Nuevo Testamento se reconoce al
la fuerza activadora de Dios en la historia. En este sentido, él Espíritu Santo como un alguien divino que actúa personal-
significa al propio Dios en cuanto que actúa, renueva, abre ca- mente, anima, consuela, intercede por nosotros, nos comunica
minos nuevos en la historia con los hombres y las mujeres y el espíritu de oración, el sentido de ser hijos de Dios, la expe-
con la creación. Aparte algunas excepciones, el Espíritu fue riencia de Dios como Padre y los muchos carismas-servicios en
aceptado siempre como Dios, lo cual no ocurrió fácilmente con la comunidad con vistas al bien común (cf Rom 8,9-11.25.27;
Jesús. Gal 4,6; 1 Cor 12,8.11; etc.). Para ser persona, nos dice el exe-
geta F. J. Schierse, «en el sentido del dogma eclesial (indivi-
Sin embargo, la obra del Espíritu reside fundamentalmente dualidad distinta y relacionada con las otras personas), basta
en revelar para todos al Hijo y en actualizar la gesta liberadora con describir al Espíritu como una realidad relativamente dis-
del Hijo. El acceso al Hijo se da por el Espíritu. Por eso es tinta del Padre y del Hijo, pero esencialmente igual a ellos» 9.
llamado con razón el Espíritu de Cristo (Rom 8,9), o el Espí- Pues bien, eso es lo que ocurre en conjunto con los testimo-
ritu del Señor (2 Cor 3,17; Flp 1,19), o también el Espíritu de
nios neotestamentarios. El Espíritu se encuentra siempre junto
su Hijo (Gal 4,6). El Espíritu constituye algo así como la at-
al Padre y el Hijo; e, históricamente, mediante la permanente
mósfera que favorece el encuentro del Hijo con los bautizados,
repetición del mensaje de Jesús y en virtud de la apertura al
formando con él un solo cuerpo (1 Cor 12,13). Por eso, consi-
guientemente se le atribuyen funciones intercambiables con las Padre, nos introduce cada vez más en el misterio trinitario.
del Hijo. Ambos están en los bautizados (1 Cor 1,30; 2 Cor
5,7 con Rom 8,9); tanto el Hijo como el Espíritu moran en los
corazones de los fieles (Rom 8,10; 2 Cor 13,5; Gal 2,20 con 7. Las fórmulas ternarias en el Nuevo Testamento:
Rom 8,9; 1 Cor 3,16). Eso mismo se dice también de la paz, indicios de la conciencia trinitaria
de la caridad, de la gloria y de la vida del Espíritu y del Hijo
que se han infundido en los bautizados. En el Nuevo Testamento no existe todavía una doctrina tri-
Este Espíritu es también aquel que «sondea las profundi- nitaria. Pero lentamente se va formando la conciencia clara de
dades de Dios (Padre)... Nadie ha conocido lo que hay en que Jesucristo, el Padre y el Espíritu son igualmente Dios.
Dios sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2,11). El Espíritu nos Aparecen por una y otra parte indicios de esta conciencia en
conduce a Dios reconocido como Abba. San Juan en su teolo- las fórmulas ternarias 10. Estas fórmulas no pueden aducirse
gía trinitaria nos hace comprender el porqué. Es que «el Espí-
9
Ib, 158.
10
Cf los detalles de este análisis: F. J. SCHIERSE, O.C, 146-159. Véanse los análisis minuciosos que hace W. WAINWRIGHT, O.C, 279-290.

48 49
como pruebas contundentes de la revelación trinitaria, pero no zados en Cristo, os revestísteis de Cristo... Por tanto, ya que
dejan de ser testimonios de la experiencia original de comu- todos sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de
nión con referencia a la realidad de Dios. Todavía no hay lu- su Hijo que clama: ¡Abba, Padre!» (3,26-27; 4,6). La fórmula
gar para la reflexión y el cuestionamiento que aparecerá pos- de san Mateo ciertamente circuló en las comunidades varios
teriormente: ¿cómo se combina la experiencia de Dios como años antes de ser incorporada a la tradición evangélica y conse-
Padre, Hijo y Espíritu con la de la estricta unicidad de Dios? guir así su lugar actual. Las comunidades primitivas no duda-
¿Cómo se han de entender de manera coordenada las rela- ban en poner semejantes frases en labios del Resucitado, ya
ciones que mantienen entre sí los tres divinos? que estaban convencidas de que él estaba presente («yo estaré
Lo que se verifica en el Nuevo Testamento es la presencia con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos»:
de la fe trinitaria en la doxología y en la catequesis, particular- Mt 28,20) y guiaba a los fieles en la comprensión creciente de
mente bautismal. Es en el ámbito de estos contextos donde su misterio. Esta comprensión suponía ya la divinidad de los
aparecen las fórmulas ternarias, base de una referencia trinita- tres nombres, sin llegar aún a una formulación doctrinal de
ria para nuestra lectura cristiana de Dios. Veamos los princi- esta convicción. Pero es sintomático que ya por los años 85,
pales pasajes: época de la elaboración del evangelio de Mateo, se constate
una formulación claramente trinitaria de la fe de la Iglesia ma-
7.1. Mateo 28,19 teana.
«Id; pues, haced discípulos míos a todos los pueblos, bauti-
zándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu 7.2. 2 Corintios 13,14
Santo». «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comu-
La fórmula bautismal es explícitamente trinitaria; no está nión del Espíritu Santo esté con todos vosotros».
atestiguada en ninguno de los otros evangelios, y constituye Esta fórmula ternaria, que se utiliza hoy en la liturgia, po-
una particularidad del evangelista Mateo. Entre los autores se see ciertamente su ambiente vital en las celebraciones de la
da prácticamente unanimidad en afirmar que esta formulación Iglesia antigua. Pablo la sacó de allí y, con pequeñas variantes,
no se remonta al Jesús resucitado. Representa la cristalización la propagó en sus cartas (cf Rom 16,20.21; 1 Cor 16,23; 1 Tes
doctrinal de la comunidad del evangelista, que ya había re- 5,28; 2 Tes 3,18). Jesucristo es considerado como gracia por-
flexionado mucho sobre el significado del rito más importante que en él se manifiesta la «caridad» de Dios (cf Rom 5,7;
de la Iglesia antigua, el bautismo. Inicialmente se bautizaba 8,39), que es, bíblicamente, sinónimo de gracia; «el amor de
«en nombre de Jesucristo» (He 8,16; 19,5; cf 1 Cor 1,13.15). Dios» está en lugar del Padre; este Padre amó tanto al mundo
El nombre representa la persona. Ser bautizado en nombre del que le envió su Hijo; «la comunión del Espíritu Santo»: el
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo significa introducir al bau- Espíritu confiere innumerables dones a la comunidad y es
tizado en la comunión de estas tres personas y entregarlo a su también la comunión entre todos ellos en beneficio de todos
especial protección. Sabemos por la Didajé y por san Justino (cf 1 Cor 14,5). Esta fórmula apunta a la doctrina trinitaria.
(son los primeros testimonios) que antes del bautismo había El uso frecuente que hace de ella la liturgia aceleró sin duda la
una catequesis especial sobre el misterio cristiano. En esta formulación de una doctrina trinitaria.
iniciación los catecúmenos aprendían que el Padre había en-
viado al mundo a su Hijo y que el Espíritu había sido derra-
mado en los corazones de los fieles. Pablo resume estos datos 7.3. 2 Tesalonicenses 2,13-14
primordiales en la carta a los Gálatas: «Todos sois hijos de «Hemos de dar incesantes gracias a Dios por vosotros, her-
Dios por la fe en Cristo Jesús. Es que todos habéis sido bauti- manos amados del Señor, a quienes desde el principio escogió
50 51
Dios para salvaros por la santificación del Espíritu y por la fe
en sí mismos, sino también por la importancia que asumieron
verdadera. Por medio de nuestra evangelización, él os llamó en las reflexiones posteriores de los padres y teólogos de la
también para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesu- Iglesia. La significación de un texto no se reduce, en una recta
cristo». hermenéutica, al significado contextual, sino también a los des-
Estos versículos muestran cómo en la mente de Pablo todo doblamientos prácticos y teóricos que desencadena. Citemos
se estructura alrededor de estas tres fuentes de gracia y de sal- los principales:
vación: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No podemos de-
«Por la ley nadie se justifica delante de Dios; esto es evi-
cir que haya aquí una formulación claramente trinitaria, pero sí
dente... Cristo nos rescató de la maldición de la ley... y por la
un pensamiento que se organiza trinitariamente. Si no hubiera
fe recibimos la promesa del Espíritu» (Gal 3,11-14).
semejante pensamiento, sería imposible que surgieran las ex-
presiones trinitarias, primero en las celebraciones (doxología) y «La prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros
luego en las reflexiones teológicas. corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba, Padre!»
(Gal 4,6).
7.4. 1 Corintios 12,4-6
«Es Dios el que nos confirma junto con vosotros en Cristo,
«Hay diversidad en la distribución de los carismas, pero hay que nos consagró y nos selló y nos dejó como una primera se-
un solo y mismo Espíritu; hay también diversidad en la distri- ñal al Espíritu en nuestros corazones» (2 Cor 1,21-22).
bución de los ministerios, pero hay un solo y mismo Señor;
hay también diversidad en el reparto de operaciones de fuerza, «No hay duda de que sois una carta de Cristo, redactada
pero hay un solo y mismo Dios que lo realiza todo en todos». por nuestro ministerio y escrita, no con tinta sino con el Espí-
ritu de Dios vivo, no en tablas de piedra sino en tablas de
El contexto es eclesial: Pablo se da cuenta de la profusión carne, esto es, en vuestros corazones» (2 Cor 3,3).
de servicios y de ministerios que surgen en la comunidad de-
bido a la adhesión a Cristo, Hijo de Dios, por el entusiasmo «El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz
que viene del Espíritu. No se puede hablar de la vida de la co- y alegría en el Espíritu Santo. El que sirve así a Cristo, agrada
munidad sin apelar a los tres principios vivos y estructurantes a Dios y goza de la estima de los hombres» (Rom 14,17-18).
de toda la novedad cristiana: el Padre, el Hijo y el Espíritu. «Soy ministro de Cristo Jesús entre los paganos, encargado
De la misma forma, no se puede hablar de las manifestaciones de un ministerio sagrado en el evangelio de Dios, para que la
del Espíritu sin una referencia a Cristo, de quien es Espíritu, oblación de los paganos sea aceptada y santificada por el Espí-
y al Padre, que lo engloba todo. Si no hay aquí una doctrina ritu Santo» (Rom 15,16).
trinitaria manifiesta, sí que hay elementos para una futura
doctrina. «Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesu-
cristo, por la caridad del Espíritu, que me ayudéis en esta
7.5. Otros textos ternarios lucha, dirigiendo a Dios por mí vuestras oraciones» (Rom
Hay una serie significativa de textos de san Pablo que no 15,40).
son directamente trinitarios, pero que muestran un pensa- «Los verdaderos circuncidados somos nosotros, que ser-
miento trinitario, desarrollado luego doctrinalmente en las ela- vimos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús y
boraciones trinitarias n . Los textos no tienen sólo significación no ponemos nuestra confianza en la carne» (Flp 3,3).
11
Cf J. N. D. KELLY, Primitivos credos cristianos, Secretariado Trinitario, «Por él (Jesucristo) es como nosotros, judíos y paganos, te-
Salamanca 1980, 28s. nemos acceso al Padre en un mismo Espíritu» (Ef 2,18).
52 53
«En él (Jesucristo) todo el edificio, dispuesto armoniosa- señales y preparaciones de la revelación plena que tiene lugar
mente, se une y crece hasta formar un templo santo en el Se- con el acontecimiento cristiano en el Nuevo Testamento.
ñor; en él sois integrados también vosotros en la construcción,
para haceros morada de Dios en el Espíritu» (Ef 2,20-22). El presupuesto es el siguiente: si el único Dios verdadero es
la Trinidad de personas, entonces toda revelación histórica de
«Por eso doblo las rodillas ante el Padre, a quien debe su Dios implica una revelación de la Trinidad. Puede ser que esta
existencia toda la familia en el cielo y en la tierra, para que os revelación no sea adecuadamente captada por las personas
conceda, según su tesoro glorioso, que seáis poderosamente ro- como revelación trinitaria, pero no por eso deja de ser una au-
bustecidos por su Espíritu, con vistas al crecimiento de vuestro téntica revelación trinitaria. Precisamente porque es auténtica,
hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros cora- por una y otra parte se pueden vislumbrar insinuaciones y ves-
zones...» (Ef 3,14-16). tigios que apuntan hacia el carácter tripersonal del misterio de
Dios 12. Esta comprensión fundamenta la relectura cristiana es-
7.6. Fórmulas ternarias en otros escritos del Nuevo Testamento pecialmente del Antiguo Testamento.
El modelo ternario no aparece solamente en san Pablo, Los hagiógrafos veterotestamentarios afirman consciente-
sino en otros escritos neotestamentarios. No necesitamos anali- mente el monoteísmo divino a partir de la experiencia histó-
zarlos aquí, ya que su contenido trinitario es muy parco. Pero rico-salvífica de Dios que actuó en favor del pueblo; a partir
muestran la presencia de un pensamiento que siempre asocia a de ahí, él manifestó su acción creadora en el universo. Sin em-
los tres divinos en la obra de la salvación. Así, por ejemplo, bargo, este monoteísmo no tiene nada que ver con la rigidez
los conocidos textos de Tit 3,4-6; 1 Pe 1,2; Jds 20,21; Ap 1,4.5; del sujeto absoluto del pensamiento moderno, o con la concep-
Heb 6,4. Será tarea de la reflexión de los siglos m y iv traducir ción deísta, para la que el principio último del universo es
las experiencias de fe, de celebración y de instrucción catequé- ajeno al curso de la historia y al destino de la creación.
tica de las comunidades del Nuevo Testamento en doctrinas
con conceptos que dejen claras la unidad de naturaleza y de Ya vé es un Dios que se revela, que hace alianza con un
comunión y la trinidad de personas en el misterio del Dios cris- pueblo, que libera a los oprimidos de las opresiones y suscita
tiano. Con ello no queremos insinuar que lo oscuro del Nuevo la esperanza de un reino de paz y libertad. Es un Dios que
Testamento quede claro en la teología patrística. El misterio tiene pasiones y una infinita filantropía. En una palabra, Ya vé
de la Trinidad será siempre oscuro, tanto en una expresión es fundamentalmente un Dios vivo, creador de vida y defensor
como en la otra. Pero es siempre imprescindible que cualquier de los que sienten su vida amenazada (cf Sal 42,3; 84,3; Jer
reflexión cristiana se confronte con aquellos testimonios que 10,10; 23,36; Dan 6,27). Porque está vivo, se advierten en ese
fueron los primeros en vislumbrar el augusto misterio del Pa- Dios desdoblamientos que los cristianos perciben como indicios
dre, del Hijo y del Espíritu como la revelación suprema del de la revelación tripersonal. La figura más impresionante en
misterio. esta línea es la del ángel de Yavé que acompaña al pueblo,
que ayuda a los oprimidos y que manifiesta la sabiduría y la
energía de Dios (cf Ex 14,19; Gen 16,7; 1 Re 19,5; 2 Re 1,3;
8. Relectura cristiana del Antiguo Testamento: 2 Sam 14,20). Pues bien, este ángel parece distinto de Dios, y
la preparación para la revelación otras veces es idéntico a él (Gen 31,11.13; Ex 3,2.4). Los
mismos tres hombres o ángeles que se le aparecen a Abrahán
A partir de la conciencia trinitaria, los cristianos pueden 12
hacer su lectura específica del pasado, tanto de las religiones Cf R. SCHULTE, Preparación de la revelación trinitaria, en Mysterium sa-
lutis II, o.c, 56-85; R. PANIKKAR, The Trinity and the Religious Experience of
del mundo como del Antiguo Testamento, para discernir las Man, New York 1973, 9s.

54 55
en Mambré (Gen 18), figuras que tanto influyeron en la re- Con estas y otras perspectivas veterotestamentarias no se
flexión de los padres y en la iconografía trinitaria (recordemos quiere decir que encontremos ya allí la revelación tripersonal
el famoso icono de Rublev del siglo XV), no dejan de caracteri- de Dios. Lo que encontramos es una aproximación creciente
zar una realidad misteriosa, abierta a un interrogante sobre la de Dios que, sin perder su trascendencia, entra cada vez más
naturaleza divina 13. en la historia y en el corazón de los fieles, renovando la ten-
En los escritos tardíos del Antiguo Testamento aparecen dencia a una autocomunicación. Esta autoentrega de Dios la
tres tipos de personificaciones de Yavé que resultan altamente vemos atestiguada en el Nuevo Testamento en las expresiones
sugestivas para nuestro tema de las preparaciones trinitarias en del Hijo y del Espíritu, enviados por el Padre para la vida del
el Antiguo Testamento. En primer lugar, se personifica a la sa- mundo. El Antiguo Testamento posee un valor en sí mismo,
biduría divina: la sabiduría camina por el mundo y en medio ya que es testimonio de la revelación histórica de Dios a un
de los hombres; los cánticos sapienciales la personifican de tal pueblo. Pero su dinámica interna llega a una plenitud cuando
manera que adquiere ya más o menos una existencia autónoma lo leemos a partir de la manifestación definitiva en Jesucristo y
(cf Prov 1,20-23; 8; 9,1-6; Job 28; Eclo 24; Sab 6,12-8,1). Li- en el Espíritu Santo que nos atestigua el Nuevo Testamento.
gada a la sabiduría está también la personificación de la pala- Es entonces cuando podemos teológicamente confesar con san
bra de Dios (Sal 119,89; 147,15s; Sab 16,12); por un lado, la Epifanio: «La unidad está ya enseñada en Moisés; la dualidad
palabra de Dios revela la soberanía de Dios, ya que crea todas es anunciada en los profetas; la Trinidad se encuentra en los
las cosas por su palabra; por otro, manifiesta su presencia en- evangelios» 14.
tre los hombres y mujeres como orientación, juicio y salvación
realizados por la fuerza de esta palabra. Finalmente, aparece
en el Antiguo Testamento una hipostatización del Espíritu de
Dios: fundamentalmente el Espíritu es Dios en su fuerza y en
su presencia en la creación y en la historia; esta fuerza se da
en la creación, en los líderes políticos, en los profetas y, par-
ticularmente, en el Mesías, portador privilegiado del Espíritu
(cf Is 42,1-3; 61,1-2); llegará un tiempo en el que todos posee-
rán el Espíritu (Is 4,4-6), renovando el corazón (Ez 36,26-27),
introduciendo una nueva creación (Ez 11,19; 18,31; 36,26;
37,1-14). Yavé está, por el Espíritu, en medio de su pueblo.
La fe en el Nuevo Testamento dirá: el Espíritu habitará como
en un templo en la comunidad de los fieles, que constituye el
verdadero pueblo de Dios.

13
La fórmula plural de Gen 1,26, «Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza» (cf Gen 3,22; 11,17; Is 6,8) no tiene un carácter trinitario; se trata
de un plural mayestático según algunos, o de un plural deliberativo (pluralis
deliberationis) según otros: Dios estaría deliberando consigo mismo; el plural
es solamente estilístico. El triple «Santo» de los serafines en Is 6 tampoco tiene
un carácter trinitario: la triple repetición de «Santo» es un recurso estilístico
para resaltar la trascendencia y soberanía de Dios. A pesar de eso, estos pa- 14
sajes tuvieron un gran significado en la elaboración trinitaria de los santos pa- Véase el pequeño ensayo de L. BOFF, O dogma da Santíssima Trindade
dres. na Sagrada Escritura, en «Sponsa Christi» 19 (1965) 264-269.

56 57
CAPÍTULO 3 nació de la virgen María,
ESFUERZOS DE COMPRENSIÓN padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado;
DE LA VERDAD TRINITARIA al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos,
está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso;
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión
de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne, la vida eterna. Amén» (DS 12).
Como se desprende de este texto, la concepción trinitaria
es visible y consciente. Sin embargo, hasta el siglo III fueron
pocos los que se preocuparon de los problemas que se escon-
dían detrás de estas formulaciones. ¿Cómo se articulan los tres
con la fe bíblica en la estricta unicidad de Dios? ¿Se yuxtapo-
De todo lo expuesto anteriormente ha quedado claro que nen solamente? ¿Qué tipo de relaciones existen entre el Padre,
en sus comienzos la fe en la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu el Hijo y el Espíritu Santo? ¿Existe algún orden en esas rela-
Santo, fue antes una experiencia tranquila de fe que una doc- ciones? Todo esto se celebraba, se proclamaba y se creía, pero
trina elaborada por la inteligencia. Se bautizaba en nombre del sin que se reflexionase en ello.
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como demuestran los
principales testimonios antiguos, empezando por el final del
evangelio de san Mateo (Mt 28,19). 1. Caminos equivocados:
estímulos para la doctrina trinitaria
Junto con el bautismo, administrado generalmente a los
adultos, venía la profesión de fe, considerada como «regla de A partir de la segunda mitad del siglo II comienzan a apare-
fe», ya que expresaba los marcos fundamentales de identifica- cer, especialmente en Alejandría (norte de Egipto), que era un
ción de la comunidad. También se llamaba a eso redditio sym- gran centro de estudios y de debates, toda una serie de cris-
boli, o sea, recitación del símbolo. Aquí símbolo, en un sen- tianos cultos 2 . Manejan bien la filosofía de la época, plató-
tido técnico-religioso, designa los formularios por los cuales nica, neoplatónica y estoica; conocen el gnosticismo, que fue
resume la Iglesia su fe. Conocemos muchos de estos símbo- quizá el mayor competidor del cristianismo antiguo. El gnosti-
los 1 ; uno de los más conocidos se remonta a mediados del si- cismo se presentaba como un camino de liberación a base del
glo II, y no es sino el símbolo bautismal de la Iglesia romana. conocimiento del misterio de nuestra existencia, de dónde ve-
Se recita hasta nuestros días en el rito del bautismo por boca nimos, adonde vamos y cuál es nuestra situación presente.
de los padres y padrinos. Dice así: Mezclaba en una amalgama sincretista toda clase de elementos
«Creo en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra. 2
Para esta parte véanse las diversas historias de los dogmas, especial-
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, mente: L. SCHEFFCZYK, La formación del dogma trinitario en el primitivo cris-
que fue concebido del Espíritu Santo, tianismo, en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 135-189; J. LE-
BRETON, Histoire du dogme de la Trinité, 4 vols., Paris 1927-1928; Th. RÉG-
NON, Études de théologie positive sur la Sainte Trinité, 4 vols., París 1892-1898;
A. ADAM, Lehrbuch der Dogmengeschichte I, Gütersloh 1965; B. DE MARGE-
1
Véanse los principales símbolos reunidos en E. DENZINGER-SCHÓN- RIE, La Trinité chrétienne dans l'histoire, Paris 1975; J. L. PRESTIGE, Dios en el
METZER (DS), Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de pensamiento de los padres, Secretariado Trinitario, Salamanca 1977; E. HOOR-
rebus fidei et morum, Herder, Barcelona 1976 , nn 1-76. NAERT, La memoria del pueblo cristiano, Paulinas, Madrid, 1986.

58 59
plativo. Hay que reconocer aquí que es preciso pagar cierto
religiosos y filosóficos, favoreciendo la fantasía y la creatividad precio en aras de una mayor claridad en los términos con
especulativa. menos calor devocional y con menores exigencias de conver-
Los intelectuales cristianos (Justino, Clemente de Alejan- sión. Las formulaciones teológicas sobre la santísima Trinidad
dría, Atenágoras, Orígenes y otros), al respirar semejante at- se caracterizarán por un altísimo nivel de abstracción y un for-
mósfera, se veían enfrentados con dos tareas primordiales: malismo conceptual sin precedentes en la historia de Occi-
En primer lugar, se trataba de pensar la propia fe celebrada dente. Al lado de la fe en la Trinidad surge la doctrina trinita-
en función de sus propios problemas, internos a la Iglesia. La ria. Tendremos que presentar en este capítulo sus principales
reflexión exige rigor; pregunta qué es lo que se entiende exac- articulaciones.
tamente cuando proclamamos que el Padre es Dios, que el En segundo lugar, los intelectuales cristianos tenían que en-
Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Se puede tolerar frentarse con problemas nacidos fuera de la Iglesia. Había tres
la exaltación en la liturgia y hasta el exceso verbal en la pie- flancos de donde procedían las objeciones más graves: el ju-
dad, ya que cuando se reza no se tiene la preocupación de la daismo tradicional, la cultura griega politeísta o filosófica y el
exactitud ni de la precisión en el lenguaje. Pero cuando se gnosticismo. Se sentían entonces estimulados a mostrar la ló-
quiere saber la verdad de Dios, surge la teología como disci- gica de la forma cristiana de significar a Dios como Padre,
plina del pensamiento y de la forma. Se busca ante todo el Hijo y Espíritu Santo. Había que sostener y defender la Trini-
concepto claro, expresado por una palabra exacta. dad contra el monoteísmo judío, contra el politeísmo griego 3 ,
La reflexión se hace con los instrumentos propios de cada contra la doctrina de las emanaciones y mediaciones de la filo-
cultura. En nuestro caso, los intelectuales cristianos se sentían sofía neoplatónica y contra las especulaciones teogónicas de los
herederos del instrumental teórico del judaismo y de la cultura gnósticos. De teólogos, los intelectuales cristianos tenían que
grecorromana. Con estas matrices intentaron repetir en un ni- convertirse en apologetas.
vel crítico lo que la piedad recitaba en un nivel espontáneo. De este doble esfuerzo, teológico (volcado hacia dentro de
En la oración y en la celebración predominan las imágenes, la Iglesia) y apologético (volcado hacia fuera, hacia las obje-
que tienen una fuerte carga afectiva y una fuerza propia. Así, ciones de la cultura), surgió la doctrina de la Trinidad. No sur-
las imágenes de Padre, Hijo y Espíritu Santo (filológicamente gió de un día para otro; fue un laborioso tantear, con intermi-
significa viento o soplo) actúan fuertemente sobre nuestra ima- nables disputas, con esfuerzos por fijar el vocabulario y con la
ginación. Imponen ciertas actitudes y coordinan ciertos conte- aparición de muchas herejías. Las herejías son doctrinas que
nidos afectivos; de esta manera establecemos nuestra relación y no permiten a la fe reencontrarse a sí misma ni a la piedad re-
nuestro encuentro con Dios. flejarse en ellas, o son formulaciones que contradicen a los
La reflexión, por su propia exigencia interna conceptual, datos reguladores de las Sagradas Escrituras. Las herejías cons-
rompe con las imágenes. Introduce conceptos con el mínimo tituyen un grave peligro para la fe; pero a pesar de eso hacen
de afectividad y el máximo de comprensión intelectual. La re- avanzar la teología 4 , ya que su refutación exige mucho estudio
flexión tiene cierto formalismo inevitable, lo cual no ocurre
con la experiencia de la fe trinitaria (en el bautismo, en la li- 3
Por defender la Trinidad contra el monoteísmo y el politeísmo, los cris-
turgia, en la celebración eucarística), que engloba muchas imá- tianos en algunos lugares fueron acusados de ser ateos; véase la afirmación de
genes y una rica simbología. La reflexión deja atrás toda esta Atenágoras, apologeta del siglo n: «¿Quién, pues, no se extrañaría de oír lla-
mar ateos a los que afirman un Dios Padre, un Hijo de Dios, un Espíritu
riqueza afectiva, y proyecta modelos de pensamiento que ten- Santo, que muestran su poder en la unidad y su distinción en el orden?»: Le-
gan racionalidad y coherencia. No exige actitudes concretas, gado pro christianis 10.
4
sino que se queda en el nivel abstracto y, todo lo más, contem- No llegamos tan lejos como E. BLOCH cuando decía: «Pensar es trasgre-

60 61
y una profundización más cuidadosa de la propia fe. Las 1.1. ¿Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres modos de aparecer
mismas herejías ofrecen a veces conceptos que van a constituir del mismo Dios?: el modalismo
la doctrina ortodoxa. Un ejemplo de ello lo tenemos en la
misma doctrina de la Trinidad, donde las palabras-clave tienen Los cristianos se sentían herederos de la fe del Antiguo
un origen herético. Así, la expresión Tríada (Trinidad) fue em- Testamento, según la cual Dios es uno y único y habita en una
pleada por primera vez por Teodoto, un hereje monarquiano luz inaccesible. Por otro lado, llamaban Dios a Jesús muerto y
(afirmaba la absoluta unicidad = monarquía de Dios), a me- resucitado. ¿Cómo conciliar estas dos proposiciones? Algunos
diados del siglo II. Luego fue consagrada por Teófilo de Antio- teólogos cristianos (Noeto y Práxeas en el siglo II, y Sabelio en
quía, un gran apologeta del siglo II, con lo que entró en el len- el siglo III) resolvían en Roma esta cuestión de la siguiente ma-
guaje teológico de la ortodoxia 5 . Tertuliano (t 220) toma de nera: Dios es efectivamente uno y único; él fundamenta una
la gnosis valentiniana la expresión técnica prolatio para expre- monarquía cósmica, ya que sólo él es el señor de todas las
sar la procesión del Hijo por parte del Padre. Igualmente, la cosas; por él reinan los reyes y mandan los gobernadores. Sin
palabra-clave de la doctrina trinitaria homoousía (una sola na- embargo, en su comunicación con la historia este Dios único se
turaleza) está tomada de los gnósticos Tolomeo, Teodoto y ha mostrado bajo tres modos de revelación (de ahí modalismo,
Heracleo 6 . como lo llamó Harnack en el siglo Xix). La misma y única divini-
dad aparece bajo tres rostros (prósopa) y mora entre nosotros de
Pero volvamos a la cuestión: profesar que Jesús es hijo de
tres maneras diferentes (idíaperigraphé), como Padre, Hijo y Es-
Dios, Dios mismo en la carne; proclamar al Espíritu Santo
píritu Santo. El mismo Dios, en cuanto que crea y nos entrega la
como Dios, ¿es solamente una exageración de la piedad, es de-
ley, se llama Padre; el mismo Dios, en cuanto que nos redime, se
cir, una figura retórica de exaltación, o tiene realmente un
llama Hijo; y el mismo Dios, en cuanto que nos santifica y nos da
contenido objetivo? ¿Dios es realmente en sí mismo Padre,
siempre la vida, se llama Espíritu Santo. Así pues, el mismo Dios
Hijo y Espíritu Santo? ¿O estamos ante un problema de antro-
tendría tres pseudónimos. Enseñaban que Dios es indivisible,
pología, es decir, con una cuestión del pensamiento humano
que no hay en él comunión de tres personas; lo que existe es la
que se complace en establecer sus más grandes indagaciones en
unicidad divina, que se proyecta para nosotros mediante tres
clave de tres? ¿Será Dios en sí mismo uno y único, aparecién-
modos diferentes. Dentro de esta comprensión, ¿podemos se-
dose sólo como tres para nosotros! Todo esto tuvieron que
guir tranquilamente en la piedad pensando y proclamando a
aclararlo los pensadores cristianos de los siglos II al IV. Veamos
Jesús como Dios? ¿El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo serán
tres intentos de solución que fueron considerados como erró-
sólo tres palabras para designar la misma y única realidad di-
neos en aquellos tiempos y que todavía hoy constituyen una
vina? En consecuencia, decían también que es lo mismo afir-
continua tentación para nuestra forma de representar el miste-
mar la encarnación, el sufrimiento y la muerte del Padre (pa-
rio de la santísima Trinidad.
tripasianismo) que la encarnación, el sufrimiento y la muerte
en la cruz del Hijo.
dir. Lo mejor de la religión es que crea herejes»: Atheismus in Christentum,
Frankfurt 1968, 15. Esta actitud sólo se compagina con el avance del conoci-
miento sin respeto a la fe de los fieles. Esta interpretación subraya fuertemente la doctrina de la
5
6
Véanse otros ejemplos en L. SCHEFFCZYK, o.c, 199SS. unidad y de la unicidad de Dios, pero acaba liquidando la Tri-
Los gnósticos fueron considerados por A. HARNACK (Dogmengeschichte nidad. Esta no constituye una realidad, sino sólo una palabra.
I, 250ss) como los primeros teólogos cristianos (aunque heréticos); fueron tam-
bién los primeros en reflexionar sobre la santísima Trinidad: A. ORBE, Hacia Permite pensar a Cristo sin Dios y a Dios sin Cristo. En esta
la primera teología de la procesión del Verbo 1/1, Roma 1958, 4; cf B. DE MAR- comprensión no se supera aún el judaismo ni se capta la nove-
GERIE, o.c, 102-104. Pero desarrollaron más bien una teogonia y una cosmo- dad cristiana de las tres personas divinas que constituyen una
gonía que una auténtica doctrina trinitaria, según aparece en los teólogos cris-
tianos que los combatieron, como Ireneo y Tertuliano. unidad de comunión entre ellas.

62 63
El modalismo fue condenado como insuficiente para expre- adoptado por el Padre como Hijo suyo. Pero frente al misterio
sar la fe cristiana en la Trinidad de personas, realmente dis- abismal del Padre, el Hijo sigue estando siempre subordinado
tintas pero en comunión plena y absoluta. a él (subordinacionismo, ya que ha sido creado o engendrado
por el Padre, o subordinacionismo adopcionista, ya que mere-
1.2. ¿El Padre es el único Dios, el Hijo y el Espíritu son ció ser adoptado por el Padre). Se caracteriza como la criatura
criaturas?: el subordinacionismo más semejante al Padre que es posible concebir, pero sin llegar
a la igualdad de naturaleza con el Padre. De esta manera, esta
Los datos son idénticos a la cuestión anterior: se recita la fe corriente —cuya problemática sigue siendo actual hasta nues-
en un Dios único, y, al mismo tiempo, en la piedad y en la li- tros días— pretendía hacer justicia a las dos afirmaciones de la
turgia se proclama a Jesucristo como Dios. ¿Habrá que tribu- devoción del pueblo de Dios: Dios conserva su unicidad, ya
tar a Jesucristo una prudente veneración, pero no hasta el que no hay a su lado nadie igual a él, y al mismo tiempo tiene
punto de igualarlo con Dios mismo, ya que tal exceso destrui- un primogénito, sumamente perfecto, divino, en cuanto que
ría el sentido auténtico de Dios? Jesús sería entonces seme- fue adoptado por Dios y propuesto como mediador, salvador
jante (homoioúsios) a Dios, pero nunca igual (homooúsios) a y camino exclusivo de acceso de la humanidad al misterio
él. Sería la primera criatura, el prototipo de todas las criaturas, del uno 7 .
pero no Dios.
Después de muchas discusiones, el concilio de Nicea (325)
Así pensaban algunos cristianos, como, por ejemplo, el definió solemnemente que Jesucristo, hijo de Dios, es «de la
obispo de Antioquía en el 260, Pablo de Samosata, o el teó- misma substancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios
logo Arrio ( t 336) en Alejandría. Además, existen afirma- verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado de la
ciones de Jesús en el Nuevo Testamento que insinúan abierta- misma substancia que el Padre (homooúsios, como dicen los
mente la subordinación del Hijo al Padre (cf Jn 14,28: «El Pa- griegos), por quien todo fue hecho, lo que hay en el cielo y en
dre es mayor que yo»; cf Mt 19,16; Me 10,17; Le 18,18; He la tierra» (DS 125).
2,36; 1 Cor 15,20-28; Flp 2,5-11).
Con esta definición vinculante para todos los cristianos
Para mantener las dos afirmaciones corrientes en la piedad quedó sellado el destino de la comprensión cristiana de Dios.
acerca de la unicidad de Dios y de la divinidad de Jesús, Arrio Dios jamás podrá ser pensado como la soledad del uno eterno.
se sirvió de la filosofía religiosa platónica, muy viva en Alejan- La unidad de Dios trino es algo propio y específico, ya que
dría. Según esta corriente, Dios constituye un misterio indesci- será la unidad de las personas que están siempre interpene-
frable y absolutamente trascendente. Por su propia naturaleza tradas unas en otras. La unidad de Dios no es pura y simple-
es indecible e incomunicable. Para entrar en contacto con el mente la del Antiguo Testamento; si el cristianismo asume el
mundo, se sirve de un mediador que es el Logos. Este Logos monoteísmo bíblico, es dentro de la única comunión de las
no es Dios, pero pertenece a la esfera divina; es la criatura pri- personas, ya que solamente ellas existen como el Dios Padre,
mera y ejemplar de todas las criaturas. Pues bien, san Juan en Hijo y Espíritu Santo. El señorío de Dios no significará ya la
el prólogo de su evangelio identifica a Jesús, hijo de Dios, con monarquía celestial, con las derivaciones políticas y religiosas
el Logos, pero añadiendo: «El Logos era Dios» (Jn 1,1). que denunciamos anteriormente. El señorío de Dios se mani-
fiesta, no en el dominio de uno sobre los demás, sino en la co-
Arrio y sus discípulos subrayaban el hecho de que Jesús fue
un ser humano perfectísimo, ya que en él plantó el Logos su 7
tienda; estaba lleno del Espíritu. Alcanzó las cumbres de la Véase la indicación de los textos de aquel tiempo con la moderna biblio-
grafía sobre el tema en A. PASTOR, Semántica do Misterio: a linguagem teoló-
perfección hasta el punto de merecer un nombre divino. Fue gica da ortodoxia trinitaria, Sao Paulo 1982, 47-80, esp. 51-54.

64 65
munión de todos entre sí, en la entrega mutua y en la libertad. danos que forman un pueblo. Vemos entonces la distinción,
Profundizaremos más adelante en estos enunciados. pero no se ve adecuadamente la comunión esencial o perijoré-
tica, con lo que está claro el riesgo del triteísmo 9 .
1.3. ¿El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres dioses?: Estos tres caminos equivocados no caracterizan solamente a
el triteísmo las representaciones erróneas de la Trinidad en el pasado. To-
La superación del monoteísmo estricto (pre-y a-trinitario) y davía hoy subsisten en el pensamiento y en el lenguaje de mu-
del subordinacionismo, o sea la victoria de la piedad del pue- chos fieles, incluso de los que tienen el ministerio de la palabra
blo de Dios sobre la especulación fantástica de los teólogos 8 , en la Iglesia. Es posible que crean correctamente, pero su re-
dejó todavía un camino abierto para un nuevo equívoco: el tri- presentación conceptual y verbal de esa fe puede ser errónea.
teísmo. El triteísmo afirma las tres divinas personas. Acepta al Muchas veces se habla de Dios como si fuéramos judíos y mu-
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, pero como tres substancias sulmanes y no hubiera existido la revelación trinitaria, acogida
independientes y autónomas. No se afirma la relación entre por el cristianismo; o se habla de la Trinidad, del Padre, del
ellas ni la comunión como constitutivo de la persona divina. Hijo y del Espíritu, pero de tal forma que parecen tres dioses,
De ahí que se afirme que Trinidad significa la profesión de fe porque se presupone que existen tres centros de conciencia,
en tres dioses. Se suman los tres divinos, como si detrás de tres voluntades y tres inteligencias distintas y yuxtapuestas unas
cada persona no hubiera un único, imposible de sumarse a los a otras; o, finalmente, se habla del Hijo o del Espíritu Santo
otros. Además, el triteísmo no piensa en la incongruencia de como si fueran realidades menores, subordinadas al verdadero
orden filosófico que implica la afirmación de tres dioses: la Dios, que sería solamente el Padre.
coexistencia de tres absolutos, de tres eternos, de tres crea-
dores.
2. Teólogos creadores del lenguaje trinitario:
La afirmación trinitaria afirma la existencia objetiva de tres
rumbo al camino cierto
únicos, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero no los cree sepa-
rados y sin relación alguna entre ellos. La fe trinitaria ve a las
personas relacionadas eternamente en comunión infinita. En- Veamos ahora algunos nombres de teólogos que nos han
tonces podemos decir: hay tres personas de una única comu- enseñado a hablar correctamente sobre la divinidad del Padre,
nión. La perijóresis (circumincesión: interpenetración de las del Hijo y del Espíritu Santo de forma que evitásemos los ca-
personas) no es posterior a la constitución de las personas minos equivocados que hemos mencionado anteriormente.
divinas, sino que es original, simultánea y constitutiva de las Hubo una formidable lucha de palabras y de fórmulas, aparte
personas. de los intereses políticos, ajenos a la teología. Esto demuestra
que la reflexión no está nunca separada de la vida, sino que
El triteísmo persiste de forma velada cuando se debilita la está siempre comprometida en ella, abarcando todas las dimen-
unidad de las personas, tal como sucedió con Joaquín de Fiore siones de significación de la existencia humana.
(t 1202). Según él, la unidad de las personas resulta de la
unión colectiva entre ellas (unitas collectiva et similitudinaria:
9
DS 803), en virtud de la amistad que vige entre las tres, al es- También Roscellino (t 1125) pensaba a las personas divinas como tres na-
tilo de la unión de los cristianos en la Iglesia o de los ciuda- turalezas autónomas, «como tres almas o tres ángeles» (cf ANSELMO DE CAN-
TORBERY, De incarnatione Verbi 1); Gilberto de Poitiers (t 1154) autonomi-
zaba tanto las personas respecto a la naturaleza que resultaba una cuaternidad.
8
Véase el interesante estudio de J. LEBRETON, Le désacord de la foi popu- Fue condenado en 1148 en el concilio de Reims (DS 745). Véase G. DI NA-
lare et de la théologie savante dans l'Église chrétienne du lile, siécle, en «Re- POLI, La teología trinitaria di Gioacchino da Fiore, en «Divinitas» 23 (1979)
vue d'histoire ecclésiastique» 19 (1923) 481-506; 20 (1924) 5-37. 281ss.

66 67
2.1. Punto de partida, la Trinidad económica: san heneo pos, para recapitular todas las cosas, se hizo hombre entre los
San Ireneo es considerado como uno de los mayores hombres, visible y palpable, para destruir la muerte, hacer
obispos-teólogos de la antigua Iglesia (t 202). Sus escritos que aparezca la vida y realizar una comunión entre Dios y el
(Contra los herejes y Demostración de la predicación apostó- hombre.
lica) no sólo atestiguan la fe común en la Trinidad, sino que El Espíritu Santo, por el que los profetas profetizaron y los
son ya una reflexión seria sobre este misterio Iü. padres aprendieron lo que concierne a Dios y los justos fueron
conducidos por el camino de la justicia, y que al final de los
Los primeros teólogos trinitarios parece ser que fueron los
tiempos fue derramado de una forma nueva sobre nuestra hu-
gnósticos valentinianos n. Sus especulaciones se perdían en la
manidad para renovar al hombre en toda la tierra dentro de la.
consideración de las procesiones de las divinas personas, mez-
perspectiva de Dios» u.
clando elementos bíblicos con mitologías teogónicas y cosmo-
gónicas. No había un control a partir de los datos reguladores Este pequeño cuerpo de doctrina trinitaria pone el acento
del Nuevo Testamento. Una reflexión sobre la Trinidad en sí en la dimensión salvífica de la Trinidad. Es lo que importa en
misma que no parta ni se deje confrontar continuamente con la definitiva, ya que en la gesta salvadora Dios se revela tal como
Trinidad económica, es decir, con la Trinidad tal como se mos- es, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin embargo, san Ire-
tró en nuestra historia de salvación, deriva generalmente hacia neo no se limita a esta perspectiva. Sobre todo respecto al
la imaginación incontrolada. Hijo, subraya su preexistencia y su verdadera comunión con el
Padre: «Tú, hombre, no eres increado, ni coexistes siempre
San Ireneo tuvo que hacer frente a las especulaciones ridi- con Dios como su propio Verbo...» 13 «No sólo antes de
culas de los gnósticos. Su importancia, válida hasta nuestros Adán, sino antes de toda la creación, el Verbo glorificaba al
días, reside en su insistencia (casi positivista) de que hay que Padre, permaneciendo en él y siendo él mismo glorificado por
partir de la fe concreta (regla de fe) y de los testimonios bí- el Padre» 14. Y no se queda en esta interrelacionalidad; incluye
blicos. A partir de ahí, san Ireneo se atreve a penetrar, con además en ella al Espíritu Santo: «Ese Dios es glorificado por
unción y devoción, en la investigación de la Trinidad como es su Verbo, que es su Hijo eterno, y por el Espíritu Santo, que
en sí misma, desde toda la eternidad. es la sabiduría del Padre universal» 15.
En su Demostración de la predicación apostólica escribe: San Ireneo, como uno de los iniciadores de la reflexión teo-
«Esta es la regla de nuestra fe, el fundamento del edificio y lo lógica, no siempre mantuvo el rigor en sus formulaciones; se
que confiere solidez a nuestra conducta: advierten en él fórmulas que sugieren cierto subordinacionismo
Dios Padre increado, que no está contenido, invisible, un o modalismo. Pero en la globalidad de su pensamiento aparece
solo Dios y creador del universo; éste es el primer artículo de con claridad la distinción de los tres divinos.
nuestra fe. Y como artículo segundo:
El Verbo de Dios, el Cristo Jesús Señor nuestro, que apa- 2.2. La Trinidad es un dinamismo de comunicación: Orígenes
reció a los profetas según el género de sus profecías y según Orígenes (182-253) es considerado como el mayor genio
el estado de las economías del Padre: por el que fueron he- teológico del cristianismo 16. Para él, la Trinidad significa un
chas todas las cosas; que, además de eso, al final de los tiem-
12
IRENEO, Demonstratio 6: Sources chrétiennes 62, París 1959, 39-40.
10 13
Un buen resumen de la teología trinitaria de san Ireneo es el que pre- IRENEO, Adv. Haer. II, 25,3.
14
senta C. FOLCH GOMES, A doutrina da Trindade eterna. O significado da ex- IRENEO, Adv. Haer. IV, 14,1.
15
pressáo «tres pessoas», Rio de Janeiro 1979, 219-231. IRENEO, Epid. 10.
11 16
Cfnotaó. Cf J. DANIÉLOU, Origine, Paris 1948, 243-258; también nos presenta un

68 69
dinamismo eterno de comunicación; no tiene que ser concebida terminológico que introdujo, y que sirvió luego de modelo a
como una realidad cerrada sobre sí misma, sino como un pro- toda la evolución posterior.
ceso de realización eterna. Dios es uno (monas), pero no está
La tesis central de Tertuliano se enuncia de este modo:
solo. Lo mismo que la luz emite su fulgor, de forma semejante
Unitas ex semetipsa derivans Trinitatem 20 : la unidad por sí
Dios-Padre da origen al Logos (Hijo). El Padre y el Logos ori-
misma hace derivar la Trinidad. ¿Cómo es esto? Tertuliano
ginan también al Espíritu Santo. Orígenes es el primer teólogo
responde: Dios no es simplemente una cosa, sino uno. En
que usa la palabra hipóstasis (persona) para caracterizar a los
otras palabras, Dios no es una mónada cerrada en sí misma,
tres divinos como Dios 17 . La distinción de las personas es
sino una realidad en proceso (dispensatio o oeconomia) que
eterna; así queda totalmente superado en él el modalismo. De-
constituye una segunda y una tercera persona, que forman
bido a su comprensión dinámica de la Trinidad, se advierte su
parte de su substancia y de su propia acción. Estas dos per-
tendencia a un fuerte subordinacionismo: el Padre deja desbor-
sonas (individuos concretos) son distintas pero no divididas
dar de sí al Hijo y, a través del Hijo, al Espíritu Santo. No
(distincti, non divisi), diversas pero no separadas (discreti, non
forman tres principios, sino derivaciones del único principio de
separad). Este proceso es eterno, ya que el Padre engendra
toda divinidad y acción, que es el Padre. Esta idea de la Trini-
siempre al Hijo y lo hace salir de él (prolatio); el mismo Pa-
dad como juego de relaciones y comunicaciones a partir de tres
dre, por el Hijo, origina también eternamente al Espíritu
personas distintas constituirá una matriz fecunda de sistemati-
Santo. Existe un orden (dispensatio o oeconomia) en este pro-
zación para la reflexión trinitaria posterior.
ceso de comunicación: el Padre es la totalidad de la substancia
divina; el Hijo y el Espíritu Santo son portiones totius, comuni-
2.3. Dios es uno, pero no una cosa: Tertuliano caciones individuales (personas) de este todo substancial.
El principal creador del lenguaje trinitario, que consigue Substancia es lo que responde a la unidad de los tres di-
evitar tanto el modalismo como el subordinacionismo, fue Ter- vinos; persona caracteriza a lo que distingue. Así pues, en Dios
tuliano (160-220), teólogo laico, eximio lingüista y jurista de existe la unidad de substancia, igual al Padre, al Hijo y al Es-
Cartago, en África del norte. El creó 509 sustantivos nuevos, píritu Santo, y la diversidad de personas del Padre, del Hijo y
284 adjetivos, 28 adverbios y 161 verbos. No es extraño que del Espíritu Santo, que se deriva de esta misma substancia;
proceda de él la palabra consagrada Trinitas (Trinidad) y la ésta, al comunicarse eternamente, mantiene la comunión y la
fórmula con que se expresaría la verdadera fe en el Dios trino: unidad con las comunicaciones. En otras palabras, la unidad de
una substantia, tres personae 18, una substancia en tres personas. Dios es siempre la unidad de las personas; lo uno de Dios re-
No es posible detallar aquí la concepción de Tertuliano sobre sulta de los tres.
el tema en cuestión 19: nos bastará captar su intuición y el rigor
Este proceso divino de unidad y diversidad se refleja en la
creación. El Verbo se expresa en la historia y asume nuestra
carne. El Espíritu vivifica la creación y los corazones. Los dos
buen resumen J. BARBEL, Der Gott Jesu im Glauben der Kirche. Die Trinitáts- lo conducen luego todo hacia la Trinidad inmanente, y en-
lehre zum 5. Jahrhundert, Aschaffenburg 1976, 65-68.
17
ORÍGENES, Contra Celsum 8,12; Com. in Johan. 2,10,75. tonces Dios será todo en todas las cosas.
18
Otras formulaciones semejantes: TERTULIANO, De pudicitia 21: «tres per- Tertuliano estableció las conexiones fundamentales de la
sonae unius divinitatis»; ID, \Adv. Praxeam 25: «tres unum sunt, non unus»;
ib, 2: «tres autem... gradu... forma... specie, unius autem substantiae et comprensión trinitaria. Sin embargo, no llegó a elaborar las re-
unius status et unius potestatis».
19
Véanse los siguientes estudios: J. MOINGT, Théologie trinitaire de Tertu-
llien I-III, París 1966; Th. L. VERHOEVEN, Studien over Tertullianus «Adversus
Praxeam», Amsterdam 1948. TERTULIANO, Adv. Praxeam 2.

70 71
laciones entre las tres personas, lo cual fue posible solamente peto, se callan en todo lo que se refiere al contenido propio de
después de las definiciones conciliares de Nicea (325). Pero vio cada una de las personas divinas. Es el ámbito abismal del mis-
con agudeza el camino que había que seguir para que no se terio, inaccesible a la razón especulativa, aunque penetrada de
perdiera la especificidad del Dios cristiano. fe y de unción. Afirman que la comunión es plena, ya que el
Padre lo realiza todo por el Verbo en el Espíritu Santo. La
2.4. Las personas divinas constituyen un juego de relaciones: Trinidad sólo puede ser concebida como un juego de mutuas
los capadocios relaciones de verdad y de amor.
Lo que faltaba en Tertuliano —la reflexión sobre las rela- La gran contribución de los capadocios está ligada a la cla-
ciones entre las tres personas divinas— lo encontramos bien rificación de la doctrina sobre el Espíritu Santo como Dios,
desarrollado en los padres capadocios 21 . Se trata de tres como persona divina. Perduraba una dificultad presente siem-
grandes teólogos de Capadocia (Asia Menor): san Basilio pre en la tradición. Las Escrituras hablan del Espíritu como
Magno (330-379); su hermano de sangre, Gregorio de Nisa viento, lengua de fuego, paloma; se dice que es derramado en
(t 394), y el amigo de ambos, Gregorio Nacianceno (329-390). nuestros corazones, que viene del cielo, etc. Estas expresiones
Los capadocios parten, no ya de la unidad de la naturaleza di- hacen difícil admitir que el Espíritu Santo sea una persona di-
vina, sino de las tres personas divinas. Ellas constituyen la pri- vina. A pesar de eso, Jesús se refiere a él como abogado,
mera realidad. A partir de la comunión y de las relaciones que como paráclito, como alguien. San Gregorio Nacianceno, en el
establecen entre sí las tres personas surgirá la unidad que cons- 380, tuvo un famoso sermón en el que resumía los diversos sig-
tituye la esencia de las personas. Para ellos las personas (lla- nificados corrientes en la época: «Para algunos él es una
madas hipóstasis en lengua griega) significaban la existencia energía, para otros una criatura, para otros es Dios... Otros
singular, concreta e individual. Al afirmar solamente esto, se aceptan como nosotros la Trinidad, pero al mismo tiempo pre-
percibe fácilmente el riesgo del triteísmo (tres dioses). Lo que tenden decir que solamente la primera persona es infinita en
permite superar el triteísmo es la consideración de la peculiari- substancia y en energía, que la segunda es infinita en energía
dad de cada persona, peculiaridad que se define siempre en re- pero no en substancia, que la tercera no es infinita de ninguna
lación con las otras personas, empezando por el Padre, fuente de estas maneras» 22 . Los discípulos de un tal Macedonio
y origen de toda la divinidad. (t 362), llamados también pneumatómacos, negaban abierta-
mente la divinidad del Espíritu Santo. En el concilio I de
Así, la peculiaridad del Padre es ser ingénito, no ser engen- Constantinopla (381), gracias a la colaboración de Gregorio de
drado por nadie y constituir la fuente de toda divinidad; la pe- Nisa y de Gregorio Nacianceno, se deshicieron todas las dudas
culiaridad del Hijo es ser engendrado eternamente por el Pa- con la definición solemne: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y
dre, recibiendo del Padre toda su realidad consubstancial; la vivificador, que procede del Padre, que es adorado y glorifi-
peculiaridad del Espíritu Santo reside en el hecho de proceder cado juntamente con el Padre y con el Hijo y que habló por
del Padre de una manera distinta del Hijo (no es un segundo los profetas» (DS 150).
Hijo) y a través del Hijo.
Los capadocios se limitan a esta diferenciación de las per- Así quedó establecida la fe ortodoxa en la Trinidad como
sonas en un nivel puramente formal. Debido a un santo res- unidad de las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

21
Cf M. G. MOURÁO DE CASTRO, Die Trinitatslehre des hl. Gregor von
Nyssa, Freiburg 1938; A. M. RITTER, Das Konzil von Konstantinopel und sein
Symbol, Góttingen 1965. GREGORIO NACIANCENO, Or. theol. V, 5: PG 36,137.

72 73
2.5. Una exposición sistemática del misterio trinitario: tiene un Hijo; el Hijo es eternamente Hijo porque es Hijo del
las personas como sujetos respectivos y eternamente Padre, y el Espíritu Santo es desde siempre Espíritu Santo por-
relacionados: san Agustín que es espirado por el Padre y por el (o a través del) Hijo.
Las intuiciones de los capadocios acerca del juego de las re- Ninguno de ellos tuvo comienzo ni tendrá fin, ya que si tuvie-
laciones fueron llevadas a su plena expresión, hasta llegar a ran comienzo o fin serían accidentales, y no substanciales. Para
constituir el núcleo principal de la comprensión humana del iluminar la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad,
inefable misterio trinitario, por obra de san Agustín de Hipona Agustín elaboró dos famosas analogías sacadas del dato antro-
(354-430). pológico, el hombre creado a imagen y semejanza de Dios,
Agustín empleó muchos años en la producción de su genial como detallaremos más adelante: espíritu, conocimiento y
De Trinitate (399-422) en quince libros (I-VII, de cuño bíblico- amor (mens, notitia, amor) 25 o memoria, inteligencia y volun-
positivo; VIII-XV, de corte especulativo). Su doctrina habría tad (memoria, intelligentia, voluntas) 26 . Cada uno de los tér-
de ser fuente de inspiración para toda la reflexión posterior he- minos contiene a los otros; así, el espíritu conoce y ama; el
cha en el campo de la teología latina. Para Agustín, Dios en conocimiento supone el espíritu y el amor; el amor implica es-
sentido absoluto no es, como para la mayoría de los teólogos píritu y conocimiento. Los tres son la propia alma humana,
orientales, el Padre, sino la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Es- que es vida y acción continua en una simultaneidad completa
píritu Santo juntamente. Son comunes en su obra expresiones de operación y de ser. De la misma forma, nadie recuerda, si
como ésta: «La Trinidad es el único Dios verdadero» 23 ; o tam- no quiere ni entiende; nadie entiende, si no quiere ni recuerda;
bién: «Dios es la Trinidad» 24 . nadie quiere, si no entiende ni recuerda. Estas analogías nos
dan una pálida imagen —aunque la más perfecta para el espí-
Con coraje y unción al mismo tiempo, Agustín arrostra el ritu humano— de la unidad y de la distinción en la Trinidad.
problema: ¿cómo combinar la fe en un único Dios con la fe en
la trinidad de personas? ¿Afirmar la unicidad de Dios no es Las tres personas son para Agustín tres sujetos respectivos,
hacer imposible cualquier diferenciación personal? ¿Sostener la o sea, que son uno respecto al otro, que están relacionados el
diferenciación personal (Trinidad) no es liquidar la unicidad? uno con el otro. El ser significa ser-para-sí (esse ad se dicitur);
Para responder a esta cuestión, Agustín asume la categoría de la persona, por su parte, significa al ser en relación con el otro
relación, utilizada por los padres griegos, profundizando en (persona vero relative) 21. Agustín profundizó genialmente en
ella. En la articulación entre unidad y trinidad destaca el polo el concepto de persona 28 ; se da cuenta de la insuficiencia del
de la unidad. La unidad es de la substancia divina (esencia o concepto, ya que se trata de un concepto común aplicado a
naturaleza), que coexiste en cada una de las personas divinas; cada uno de los tres divinos, que son distintos uno de otro.
por eso las tres son consubstanciales. Sin embargo, esta subs- Para cada realidad propia se necesitaría un nombre propio.
tancia divina existe de tal forma que es necesaria y subsiste ¿Por qué no aplicamos esto a la Trinidad de las personas?
eternamente como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Cada persona divina es persona a su modo propio. Y este he-
Las tres personas son tres relaciones que coinciden con la subs- cho no se expresa cuando usamos para las tres el término per-
tancia divina. Estas relaciones no desdoblan ni sobredetermi- sona. Agustín lo conserva, a pesar de su insuficiencia, por res-
nan la substancia, sino que revelan esa misma substancia en su peto a la tradición teológica, que se habituó a hablar así, y
correlación interior. El Padre es eternamente Padre porque también por no encontrar otro modo —nos dice él mismo—

23 Ib, IX.
AGUSTÍN, De Trinitate I, 6,10 y 11; cf O. DU ROY, Intelligence de la fot Ib, X, 14-15.
en la Trinité selon Augustin, París 1966. Ib, VII, 6,11.
24
Ib, VII, 6,12; XV, 4,6. Ib, V y VII.

74 75
que fuera más apto para expresar por palabras lo que enten- que en Dios no existe nada fortuito o accidental, como sucede
demos sin las palabras. Debido a ello, Agustín prefiere usar los en las criaturas. Agustín había visto las personas como sujetos
términos bíblicos Padre, Hijo y Espíritu Santo, que son por sí relacionados, había percibido que la relación coincide con la
mismos dinámicos y relaciónales. esencia, pero no había afirmado claramente que las relaciones
No podemos detallar los demás temas de la teología trinita- eran substanciales. Tomás define precisamente a las personas
ria de san Agustín. Señalemos solamente la feliz combinación divinas como relaciones subsistentes 32 . Lo mismo que persona
que logró entre la especulación más atrevida y la piedad más significa un subsistente distinto en la naturaleza humana, per-
profunda. Nunca perdía de vista el aspecto del misterio vivido sona en la Trinidad significa analógicamente un subsistente dis-
en la historia, en las experiencias humanas y en la contempla- tinto en la naturaleza divina. Este subsistente está siempre en
ción. Vides Trínitatem, si caritatem vides: «ves la Trinidad si relación eterna con los otros subsistentes. De este modo te-
ves la caridad» 29 . Este aforismo se encuentra en la base de nemos las personas divinas que son subsistentes relacionados
todas sus especulaciones. En otras palabras, es la práctica permanente y eternamente, constituyendo un único Dios o la
del amor la que abre el acceso verdadero al misterio de la única naturaleza divina. De esta forma santo Tomás llevó a
Trinidad. cabo la dinámica especulativa abierta por san Agustín, perma-
neciendo en occidente como el gran teólogo sistemático del
misterio trinitario. Más adelante veremos que, en una situación
2.6. Dios uno y trino: santo Tomás de Aquino
cultural que ha cambiado, habrá que hacer nuevas precisiones
El genio teológico-especulativo de santo Tomás (1224-1274) al concepto de persona, pero siempre en discusión con las doc-
completó la obra de san Agustín. El creó un sistema trinitario trinas de estos dos grandes maestros del pensamiento cristiano.
altamente lógico. Parte primero 30 de lo que es uno en la Trini-
dad, es decir, de la esencia una. De esta forma garantiza desde
el principio el carácter divino y consubstancial de las personas. 3. La lucha de las palabras y de las fórmulas:
Estudia luego las procesiones, siguiendo el camino que había una naturaleza y tres personas
abierto san Agustín y tomando la analogía del espíritu que,
siendo lo que es, conoce (Verbo, Hijo) y ama (el Don, el Es- Cada ciencia posee sus palabras técnicas, con las que hay
píritu Santo). Establecidas a continuación las distinciones de que comprender con exactitud lo que se pretende decir. La
las personas a partir de las procesiones (formas distintas de teología tiene un acervo grande de palabras-clave para expre-
provenir una de la otra), analiza las relaciones reales entre sar lo que se piensa en la fe. Las palabras son para la teología
ellas. Es aquí donde Tomás profundiza y, en cierto modo, más importantes que para cualquier otra ciencia, ya que nadie
completa las intuiciones de Agustín. Las relaciones se dan por ve ni experimenta a Dios empíricamente como experimen-
el hecho de las procesiones; pero considerando bien de qué re- tamos las realidades del mundo. Las palabras técnicas en teolo-
laciones se trata, se pone de manifiesto —según santo Tomás— gía fijan el consenso que se ha encontrado después de muchos
que son exactamente las que constituyen internamente a la Tri- titubeos, equívocos y aciertos a través de generaciones y gene-
nidad 31 . Las relaciones son subsistentes y permanentes, por- raciones de pensadores cristianos.

29
Especialmente en la doctrina de la Trinidad estamos vincu-
Ib, VIH, 8,12.
30
Cí TOMÁS DE AQUINO, S. Th. I, 2 prol. Cf P. VANIER, Théologie trinitaire
lados a un cierto número de palabras (y de conceptos), sin los
chez St. Thomas d'Aquin, Paris 1953; F. BOURASSA, Note sur la traite de la cuales no podríamos entender la tradición y el lenguaje vivo de
Trinité dans la Somme Théologique de St. Thomas, en «Science et Esprit» 27
(1975) 187s.
31
TOMÁS DE AQUINO, S. Th. I, 28-2. TOMÁS DE AQUINO, De potentia 9-4.

76 77
nuestra fe. Necesitan apropiárselas todos los que desean llegar mar a la unidad de los mismos, ya que constituyen un solo
a una visión teológica de su fe, que va más allá de una simple Dios? La evolución fue diferente entre los latinos y los griegos.
formulación existencial y catequética. Para mayor claridad, nos atendremos estrictamente a los ele-
mentos esenciales, con la conciencia de que así estamos tam-
No debemos olvidar tampoco que cada palabra-clave de la
bién simplificando la realidad.
teología encierra grandes controversias, ya que cada una de
ellas esconde un gran misterio de la fe en el enorme esfuerzo Para significar lo que en Dios es tres, los griegos usaban la
de iluminar su contenido. Cada palabra fija un contenido de- palabra prósopon 34 . Prósopon significa una realidad concreta,
terminado y decide una cierta dirección del pensamiento. Sin individual, como José, María, este caballo, aquella planta. Lo
embargo, ningún contenido capta toda la profundidad del mis- importante no es expresar si esta realidad es consciente o no,
terio. Este permanece siempre virgen, desafiando nuevas for- si es persona o cosa, sino subrayar que se trata de algo indivi-
mulaciones. dual y objetivo. Aplicado a la Trinidad, esto significa: en Dios
hay tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo, diferentes, concretos y
Así, por ejemplo, cuando Tertuliano divulgó la expresión objetivos. El Dios cristiano son tres prósopa. Con la palabra
«Trinidad», «economía» (el orden entre los nombres divinos: no se indica cómo es cada uno de estos prósopa (o individua-
primero el Padre, segundo el Hijo y tercero el Espíritu Santo) lidad).
y otras, sintió el desconcierto provocado entre los simples
fieles, que constituyen siempre la gran mayoría del pueblo cris- Tertuliano tradujo prósopon por persona en latín (lo mismo
tiano. Ellos se habían convertido del politeísmo a la fe en un que en español). Para los latinos, persona es el individuo hu-
único Dios. Había sido un gran paso. Ahora, con la proclama- mano concreto; nadie llamaría persona a un caballo o a un ár-
ción de la Trinidad tenían la impresión de que volvían a lo que bol. La traducción de Tertuliano es correcta, pero añade al
habían abandonado, al politeísmo. Gritaban: Monarchiam te- prósopon griego una connotación que no existe en él, la di-
nemus! [«¡Tenemos la monarquía (el monoteísmo!»)]. Tertu- mensión de subjetividad, de espiritualidad, de personalidad,
liano, eminente teólogo, confiesa: «Estas personas sencillas nos aun cuando el mismo Tertuliano aproximaba persona a res (ob-
acusan constantemente de predicar dos o tres dioses y están jeto concreto). Cuando Tertuliano dice que en Dios hay tres
convencidos de que son ellos los que adoran al único Dios» 33 . personas, quiere decir lo siguiente, como los griegos: en Dios
Realiza a continuación un esfuerzo inmenso por demostrarles existen tres realidades concretas, distintas, objetivas, Padre,
que la Trinidad no destruye la unidad, ya que la Trinidad de- Hijo y Espíritu Santo; por tanto, tres individualidades obje-
riva de la unidad. Por su propia naturaleza intrínseca, la uni- tivas. Por consiguiente, no se trata sólo de palabras, sino de
dad divina constituye la Trinidad, no por un proceso de sub- realidades objetivas.
división (lo cual sería el politeísmo), sino por un principio de Podemos decir, en resumen: en Dios subsisten tres prósopa
integración que posee la divinidad de forma esencial. (griegos) o tres personae (latinos), es decir, tres individuali-
dades concretas, que el Nuevo Testamento llama Padre, Hijo y
3.1. ¿Cómo denominar lo que se distingue en Dios? Espíritu Santo.
El problema que surge entonces es el siguiente: ¿cómo de-
nominar lo que se distingue en Dios y cómo denominar lo que
siempre es idéntico en Dios? En otras palabras, ¿qué nombre 34
Para toda esta cuestión véanse: C. FOLCH GOMES, O.C, dedicada por
común dar a los tres, Padre, Hijo y Espíritu Santo? ¿Cómo 11a- completo al estudio de lo que significa «tres personas» en la historia antigua y
en el pensamiento moderno; R. CANTALAMESSA, Evolución del concepto del
Dios personal en la espiritualidad cristiana, en «Concilium» 123 (1977) 331-342;
TERTULIANO, Adv. Praxeam 3: PL 2,180. J. L. PRESTIGE, O.C, 171-188.

78 79
3.2. ¿Cómo denominar lo que une en Dios? con la finalidad de evitar falsas comprensiones, los griegos sus-
Para significar la unidad en Dios, o sea, lo que une a las tituyeron prósopon por hypóstasis.
tres personas, los griegos usaban la expresión hypóstasis. La fi- ¿Por qué esta sustitución? ¿No se había reservado la pala-
lología de esta palabra griega sugiere claramente su contenido: bra hypóstasis para expresar la unidad de Dios? ¿Por qué es
lo que está debajo, el fundamento, lo que es constante frente a asumida ahora para significar la diferencia? La razón está en el
las diferenciaciones que pueden darse. Hypóstasis se empleó hecho de que hipóstasis no significa sólo un concepto abstracto
también como sinónimo de ousía, que significa esencia. Esen- para expresar la substancia, aquello que permanece en los
cia, como veremos más adelante, es aquello por lo cual una cambios de una realidad concreta. Hipóstasis podía expresar
cosa es lo que es. Por tanto, en Dios existe una hypóstasis, o también una realidad objetiva y subsistente en oposición a una
una ousía, o una esencia, y tres personas 35 . realidad inconsistente, mera palabra sin contenido. No raras
Los latinos tradujeron hypóstasis por substantia, ya que veces se equiparaba hipóstasis a cosa (pragma en griego y res
existe una correlación filológica perfecta entre una palabra y en latín). Además, Orígenes, el mayor genio del cristianismo,
otra (hypo = sub; stasis = stantia, del verbo stare). Substantia había usado por primera vez esta palabra hypóstasis para ex-
(substancia en español) significa, por tanto, lo mismo que presar las tres personas de la Trinidad. Y la autoridad de Orí-
esencia, aquello que es estable, que no cambia, que permanece genes pesaba mucho en aquel tiempo. Entonces se convino en
cuando tienen lugar las diferenciaciones. Los latinos decían en- llamar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo tres hipóstasis 36 ;
tonces: en Dios hay una substantia et tres personae: una subs- hipóstasis sería sinónimo de persona.
tancia y tres personas. En lugar de la antigua hipóstasis, que expresaba la unidad
de Dios, se conservó su sinónimo ousía. Los griegos expresa-
3.3. Confusión y clarificación de las palabras ban así su fe en la Trinidad: en Dios existen tres hipóstasis y
A finales del siglo III se dio una gran confusión. Los griegos una ousía (treis hypostáseis kai mía ousía), o en formulación la-
se vieron obligados a abandonar el término prósopon para de- tina: tres personae et una essentia vel substantia («Dios existe
signar a las tres personas divinas, ya que la palabra pasó a ser en tres personas y en una naturaleza, esencia o substancia», en
usada por los modalistas, que propagaban con ella su herejía: castellano).
el modalismo sostenía que Dios es uno y único, sin que pueda La confusión surgió cuando los latinos tradujeron el nuevo
verificarse en él ninguna diferencia. Como ya indicamos ante- uso de hipóstasis aplicado a las tres personas. En vez de tradu-
riormente, los modalistas afirmaban que ese Dios uno y único cir por persona, la tradujeron literalmente por substantia (subs-
se manifestó mediante tres pseudónimos, tres caras o máscaras, tancia, naturaleza, esencia). Y entonces era evidente la here-
como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. jía: en Dios habría tres substancias (naturalezas) y, por tanto,
Pues bien, sucede que en griego cara o máscara puede de- habría tres dioses. Por eso los latinos insistían en mantener el
signarse con la palabra prósopon. Anunciar entonces que en término ya consagrado de prósopon. Esta confusión se puso de
Dios hay tres prósopa (caras, máscaras o individualidades obje- relieve en Antioquía a finales del siglo IV.
tivas) podía entenderse de forma ambigua y herética, des-
truyendo la comprensión trinitaria. En aras de la claridad y 36
En el sínodo de Alejandría del 362, presidido por san Atanasio, se con-
sagró como legítima la fórmula treis hypostáseis. Se iluminó igualmente su sen-
35
tido: treis hypostáseis no son ya sinónimo de treis ousíai (tres esencias), ya que
La sustitución de hypóstasis por ousía se vio facilitada por el concilio de eso supondría el triteísmo (la afirmación de la existencia de tres dioses). En el
Nicea (325), que había definido a Cristo como de la misma ousía del Padre caso de que hypóstasis siguiera siendo sinónimo de ousía deberíamos decir: en
(homooúsios), es decir, con la misma naturaleza y esencia del Padre. Dios hay una sola hypóstasis o ousía (naturaleza, substancia o esencia).

80 81
Durante cerca de veinte años, dos obispos sostuvieron una con claridad la auténtica intención de los padres conciliares al
gran disputa, con la creación de dos facciones. La facción del usar las palabras que usaron: hipóstasis (griegos) y personas
obispo Melecio (t 381) quería mantener la expresión tres hi- (latinos). Todos quieren reafirmar que Dios coexiste en tres
póstasis para las tres personas, apoyándose en los grandes ca- subsistentes distintos. Los tres no son algo meramente verbal o
padocios; existía el riesgo de ser entendidos de forma triteísta metafórico, sino algo realmente objetivo y concreto. Dicho en
o subordinacionista (arriana). La otra facción, del obispo Pau- una formulación que toma como paradigma al dogma cristoló-
lino, sostenía la expresión tria prósopa, y contaba con el apoyo de gico: aquello que en Cristo es uno (la persona divina del Hijo),
los occidentales, del papa Dámaso (f 384) y de san Atanasio de en la Trinidad es múltiple (las tres personas); aquello que en
Alejandría (t 373); existía el riesgo de ser entendidos de forma Cristo es múltiple (las dos naturalezas, divina y humana), en la
modalista. Un grupo anatematizaba al otro; los griegos critica- Trinidad es uno (una única ousía o substancia o naturaleza).
ban especialmente el término prósopon (individualidad con- Esta fue la intención del concilio y lo que hace fe.
creta) por ser muy ambiguo y evocar el modalismo; los latinos ¿Cuál es el contenido concreto de los tres? Parece ser que
criticaban la expresión hipóstasis (individualidad subsistente y el concilio de Constantinopla no definió nada en este sentido.
concreta, en el sentido de Orígenes ya consagrado) porque te- Dejó la cuestión abierta a la reflexión de los teólogos. Lo dice
mían que se entendiera literalmente y se tradujera entonces al expresamente san Agustín: «Cuando se nos pregunta qué son
latín no como «persona», sino como «substantia» (substancia, esos tres, hemos de reconocer la indigencia extrema de nuestro
naturaleza), lo cual llevaría al triteísmo o al subordinacio- lenguaje. Decimos tres personas para no guardar silencio, no
nismo. como si pretendiésemos definir la Trinidad» 3? .
Fue san Gregorio Nacianceno quien obtuvo el acuerdo en Sin embargo, las palabras utilizadas por los griegos y por
el concilio ecuménico de Constantinopla (381), cuando dejó los latinos tienen, filológica y pragmáticamente, connotaciones
clara la equivalencia, aceptada por todos, entre la fórmula diversas. Los griegos usan hipóstasis para expresar lo que dis-
griega «tres hipóstasis» y la fórmula latina «tres personas». tingue en Dios. De suyo, esta palabra hipóstasis, en el uso co-
rriente, designa tan sólo a un individuo concreto y distinto de
El año 382 los obispos que estaban presentes en el conci-
otro; así, era posible llamar hipóstasis a un caballo, a un árbol,
lio I de Constantinopla (381) enviaron una profesión de fe al
a una persona. El acento en el empleo de esta palabra no re-
papa Dámaso explicitando esta equivalencia en los siguientes
caía en la dimensión de la subjetividad, sino sólo en la de la
términos: Creemos «en la única divinidad y poder y substancia
objetividad. En otras palabras, hay allí un ser distinto e identi-
(ousía) del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en la digni-
ficable que no es otro, sino que se distingue de él. Aplicado a
dad igual y el imperio coeterno en tres perfectas hypostáseis,
la Trinidad, esto supone decir: coexisten tres realidades obje-
esto es, en tres perfectas prósopa (personas)...». Como se ve,
tivas y distintas entre sí, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo:
aparecen aquí los dos términos clásicos y técnicos: una esencia
la Trinidad santa.
o substancia (ousía) y tres hipostáseis o prósopa, es decir, tres
personas. Evidentemente, al tratarse de Dios, la palabra hipóstasis
asume un contenido de subjetividad; pero esto no es necesi-
3.4. ¿Hay realmente equivalencia entre hipóstasis y persona? tante, ya que la palabra en sí misma quiere subrayar que el
Dios cristiano implica la existencia de tres «cosas» (prágmata)
Era intención de los teólogos latinos y griegos expresar con reales, y no meramente imaginadas: el Padre, el Hijo y el Es-
palabras diferentes la misma fe. Sin embargo, las palabras tie-
nen diversas connotaciones y sugieren perspectivas que no
37
siempre son idénticas en latín y en griego. Aquí importa ver AGUSTÍN, De Trinitate V, 9,10; cf Ib VII, 6,11.

82 83
píritu Santo. Sin embargo, hemos de observar que la investiga- De todas formas, siguiendo la concepción latina de persona,
ción de los últimos veinte años ha demostrado que la expresión la teología de Occidente, a partir de Agustín, con Boecio,
prósopon (persona) asumió también entre teólogos notables, Tomás de Aquino, Duns Escoto y los modernos, irá profundi-
como Tertuliano, Novaciano, Ireneo y otros, una connotación zando de manera original en el concepto de persona, para po-
de subjetividad. Al comentar los textos bíblicos que aludían a der aplicarlo ortodoxamente a la santísima Trinidad. Pero este
una posible revelación trinitaria (Gen 1,26; 19,24; Is 45,14s; punto lo tocaremos más adelante.
Sal 44,1.8; 109,1), usaban la expresión prósopon-persona en
una perspectiva dialogal y de mutua relación, por lo menos en-
tre el Padre y el Hijo, apareciendo así el carácter subjetivo y
«personal» de los tres divinos 38.
La palabra latina persona que corresponde a hipóstasis,
apunta en su uso hacia esta dimensión de subjetividad. Para
los latinos, persona encierra la idea de un sujeto consciente, un
interlocutor, y no una realidad meramente objetiva y concreta.
Así pues, persona connota la idea de tres portadores de los
atributos divinos de forma igual, como aparece en la confesión
de fe del papa Dámaso al obispo Paulino: los tres son igual-
mente vivos, vivificantes, creadores de todo, salvadores, etc.
(DS 173). La palabra persona evoca espontáneamente tres di-
vinos, como creyó siempre la fe.
Se pregunta ahora: ¿hay equivalencia entre hipóstasis y per-
sona? En un primer sentido sí que la hay, en la medida en que
los griegos y los latinos quieren expresar que Dios encierra tres
«realidades» y que por eso Dios es Trinidad; también la hay en
la medida en que prósopon en algunos autores (que ayudaron
a formular la teología trinitaria) encerraba ya una referencia
personalista. Pero no la hay en muchos pasajes en los que hi-
póstasis no incluye aquella dimensión de subjetividad que está
presente en la persona latina. Repitiendo: hipóstasis afirma la
objetividad de los tres divinos, y persona su subjetividad. Aun-
que las connotaciones sean diversas, ambas se completan, ya
que puede decirse con razón: lo que es objetivo cuando ha-
blamos de Dios es la naturaleza (ousía o substantia), y lo que
es subjetivo son las tres personas (personae o hypostáseis).
38
Cf C. ANDRESEN, Zur Entstehung und Geschichte des trinitarischen Per-
sonenbegriffes, en «Zeitschrift für neutestamentliche Wissenschaft» 52 (1961)
1-39; B. STUDER, Zur Entwicklung der patristischen Trinitütslehre, en «Theolo-
gie und Glaube» 74 (1984) 81-93, que valora positivamente la perspectiva de
Andresen.
85
84
CAPÍTULO 4 1.1. El símbolo de Nicea: el Hijo, consubstancial al Padre
LA COMPRENSIÓN DOGMÁTICA El 19 de junio de 325, el emperador Constantino convocó
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD en la pequeña ciudad de Nicea a 318 obispos, que estuvieron
reunidos hasta el 25 de agosto del mismo año. Contra los
arríanos, que defendían que Jesús era solamente semejante a
Dios, pero no igual a él en naturaleza, los padres conciliares
definieron de forma solemnísima la siguiente fórmula, que abre
el camino a una concepción trinitaria de Dios:
«Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de
todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesu-
cristo, Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, esto es, de la
substancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial (en
griego homooúsion) al Padre, por quien fueron hechas todas las
En esta parte pretendemos exponer sucintamente la doc- cosas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por
trina obligatoria, tal como la consagraron los grandes concilios nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó (del cielo) y
que trataron de la santísima Trinidad. La experiencia cristiana se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día,
que se expresaba en la fe en Dios-Padre, en Dios-Hijo y en subió a los cielos, y ha de venir para juzgar a los vivos y a los
muertos.
Dios-Espíritu Santo exigió cerca de ciento cincuenta años de Y en el Espíritu Santo.
reflexión para llegar a formularse en una doctrina con sus pala- Pero a los que afirman: Hubo un tiempo en que no fue y que
bras técnicas (instrumentos teóricos), con las que conseguimos antes de engendrado no fue, y que fue hecho de la nada; o a
hablar ortodoxamente sobre este augusto misterio. Este tiempo los que dicen que es de otra hipóstasis o de otra substancia, o
corre desde principios del siglo ni, con Tertuliano, hasta el que el hijo de Dios es cambiable o mudable, a esos los anate-
concilio I de Constantinopla en el año 381. La formulación de matiza la Iglesia católica» (DS 125).
la doctrina trinitaria caminó a la par con la doctrina sobre Subrayamos los siguientes puntos: en primer lugar, se enun-
Cristo, hijo de Dios, consubstancial con el Padre. cia la fe en la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En se-
gundo lugar, se define la relación entre el Padre y el Hijo: son
de la misma substancia; aquí aparece la palabra-clave homooú-
1. Pronunciamientos oficiales del magisterio sion, de la misma e igual ousía, es decir, esencia o substancia;
esta palabra se va a imponer, como hemos visto, para expresar
De entre los muchos pronunciamientos oficiales del magis- lo que une en la Trinidad. En tercer lugar, se usa la palabra
terio (tanto papal, v.gr., de los papas Dionisio y Dámaso, hipóstasis como sinónimo de ousía o substancia; ya hemos visto
como conciliar), destacaremos algunos que nos parecen recoger que era así hasta Nicea; posteriormente, bajo la influencia de
la substancia de la fe dogmática sobre la Trinidad. Utilizamos Orígenes y decisivamente por los capadocios, hipóstasis se hizo
la expresión «dogmática» en un sentido positivo: la doctrina sinónimo de prósopon para designar lo que distingue en Dios.
vinculante para todos los fieles expresada oficialmente por la Finalmente, se habla del Espíritu Santo sin precisar nada obje-
instancia doctrinal auténtica de la Iglesia, que es el magisterio tivamente sobre él, tal como lo hará luego el primer concilio
de los concilios ecuménicos o la enseñanza solemne de los de Constantinopla, en 381; no obstante, el Espíritu Santo fi-
papas. gura como perteneciente al credo común de toda la Iglesia.
Nicea decide el camino posterior de la cristología y de la

86 87
doctrina sobre la Trinidad, porque deja claro que en Dios 1.3. El símbolo «Quicumque» o pseudo-atanasiano:
coexisten tres, Padre, Hijo y Espíritu Santo, constituyendo la unidad en la trinidad y trinidad en la unidad
unidad y unicidad de Dios.
Tomando como base los puntos asegurados por Nicea y
Constantinopla de que Dios es tres personas o hipóstasis y una
1.2. El símbolo niceno-constantinopolitano: el Espíritu Santo susbstancia o ousía (esencia), el genial san Agustín construyó
es Dios con el Padre y el Hijo la primera elaboración verdaderamente sistemática del dogma
Lo que insinuó Nicea, lo explícito plenamente el concilio trinitario. Agustín marca el camino típicamente occidental de
ecuménico de Constantinopla, que reunió a 150 obispos entre acceso al misterio (aunque no exclusivamente, ya que también
el mes de mayo y el 30 de julio del 381: el Espíritu Santo es de algunos teólogos orientales siguieron este mismo camino, como
la misma naturaleza del Padre y del Hijo; por tanto, es Dios. Gregorio Nacianceno, Epifanio y otros). Parte de la unidad ab-
Veamos el texto que recoge el credo de Nicea completándolo: soluta de Dios. Dios significa, no como para los griegos —en
sentido absoluto— el Padre, sino la Trinidad de las personas,
«Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del
cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles. ya que «la Trinidad es el único Dios verdadero» '. De esta uni-
Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, na- dad pasa a la consideración de cada una de las personas. Esta
cido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verda- diferenciación de la unidad viene de la relación absolutamente
dero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial substancial que es propia de Dios. Las relaciones que Dios
al Padre, por quien fueron hechas todas las cosas, que por nos- tiene para consigo mismo no son determinaciones ulteriores o
otros los hombres y por nuestra salvación bajó de los cielos y se
encarnó por obra del Espíritu Santo de la virgen María, se hizo modificadoras de su esencia; son esa misma esencia en correla-
hombre y por nosotros fue crucificado bajo el poder de Poncio ción inmanente, inherente y eterna. Estas relaciones absolutas
Pilato, padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las constituyen el único Dios verdadero, que se llama Padre, Hijo
Escrituras, subió a los cielos y está sentado a la derecha del Pa- y Espíritu Santo. La unidad en la trinidad y la trinidad en la
dre, y ha de venir otra vez con gloria para juzgar a los vivos y a unidad: tal es la fórmula básica de san Agustín.
los muertos, y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre, que junto con el Padre y el Hijo es adorado y glori- Esta expresión teológica de la fe trinitaria común adquirió
ficado, y habló por los profetas. cuerpo en un credo llamado Quicumque (por la palabra con
En una única santa Iglesia católica y apostólica. Confesamos que empieza en latín), atribuido falsamente a san Atanasio
un solo bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos la (295-373). Realmente fue compuesto por un autor anónimo,
resurrección de la carne y la vida del mundo futuro. Amén» entre el 430 y el 500, en el sur de Francia. Este símbolo consi-
(DS 150).
guió una autoridad enorme, hasta el punto de ser equiparado
En este credo se indica con toda claridad lo que es tres en al niceno-constantinopolitano y de entrar en la liturgia. Posee,
Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El texto conciliar sin embargo, un límite interno, ya que yuxtapone demasiado la
no utiliza la expresión típica, que fue acuñada y aceptada por unidad y la trinidad sin poner suficientemente en abundancia
todos: tres hipóstasis (en griego) o tres personas (en latín), de- la articulación de ambas. Trascribimos el texto porque en él
bido al esfuerzo de san Gregorio Nacianceno. Pero expresa aparecen todos los términos técnicos de la comprensión
con igual claridad la unidad de substancia o naturaleza entre dogmática:
los tres. Obsérvese que en la fórmula solamente se dice que el
Espíritu Santo procede del Padre. Se deja abierta la forma en
que procede: si directamente, o a través del Hijo (espirituali- 1
AGUSTÍN, De Trinitate I, 6, 12; XV, 4, 6. Cf F. BOURASSA, Théologie tri-
dad griega) o con el Hijo (espiritualidad latina). nitaire chez saint Augustin, en «Gregorianum» 58 (1977) 675-725.

88 89
«Todo aquel (Quicumque) que quiera salvarse, es necesario igual dignidad; por eso se le atribuyen a cada una todos los
ante todo que mantenga la fe católica; el que no la guarde ínte- atributos divinos.
gra e inviolada perecerá para siempre.
Pues bien, la fe católica es ésta: que veneremos a un solo
Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la unidad, sin confundir 1.4. El símbolo del concilio de Toledo y del concilio
a las personas ni separar la substancia. Porque una es la per- de Florencia: el Espíritu Santo procede del Padre
sona del Padre, otra la del Hijo y otra (también) la del Espíritu v del Hijo («Filioque»)
Santo; pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen una
sola divinidad, una misma gloria y una coeterna majestad. El símbolo niceno-constantinopolitano, cuando se refiere al
Como el Padre, así el Hijo y así (también) el Espíritu Santo; in- Espíritu Santo, dice que procede del Padre sin mencionar
creado el Padre, increado el Hijo e increado (también) el Espí- al Hijo. Los latinos, para reforzar la igualdad de substancia
ritu Santo; inmenso el Padre, inmenso el Hijo e inmenso (tam- también del Espíritu Santo y rebatir así el subordinacionismo
bién) el Espíritu Santo. Y no obstante, no son tres eternos, sino
un solo eterno, como no son tres increados, ni tres inmensos, (arrianismo) que todavía persistía en la España visigótica, em-
sino un solo eterno y un solo inmenso. Igualmente, omnipo- pezaron a decir que el Espíritu Santo procede del Padre y del
tente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente (también) el Hijo (Filioque). El texto del I concilio de Toledo del año 400
Espíritu Santo; sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un reza de este modo:
solo omnipotente.
Así, Dios es Padre, Dios es Hijo, Dios es (también) Espíritu «Existe también el Espíritu Paráclito, que no es ni el Padre ni
Santo; sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios. Así, el Hijo, sino que procede del Padre y del Hijo. Así pues, es in-
Señor el Padre, Señor el Hijo, Señor (también) el Espíritu génito el Padre, engendrado el Hijo, no engendrado el Espíritu
Santo; sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Santo, sino procedente del Padre y del Hijo» (DS 188).
Porque, así como por la verdad cristiana se nos impulsa a con-
fesar como Dios y Señor a cada persona en particular, así la re- Bastante después, en el III concilio de Toledo del 589, el
ligión católica nos prohibe decir tres dioses y señores. rey Recaredo, recién convertido del arrianismo, ordenó inter-
El Padre no fue hecho ni creado ni engendrado por nadie. El calar la nueva fórmula del Filioque en el símbolo niceno-cons-
Hijo fue engendrado solamente, no creado, por el Padre. tantinopolitano. En el llamado símbolo del rey Recaredo, ela-
El Espíritu Santo no fue hecho ni creado ni engendrado, sino borado en este concilio de Toledo, se dice claramente:
que procede del Padre y del Hijo.
Por consiguiente, hay un solo Padre, no tres padres; un solo «El Espíritu Santo es igualmente profesado y predicado por
Hijo, no tres hijos; un solo Espíritu Santo, no tres espíritus nosotros como procediendo del Padre y del Hijo y con el Padre
santos. Y en esta Trinidad nada es antes ni después, nada y el Hijo tiene la misma substancia; por tanto, la tercera per-
mayor o menor, sino que las tres personas son entre sí co- sona de la Trinidad es el Espíritu Santo, que tiene también con
eternas y coiguales, de manera que, como antes se dijo, por el Padre y el Hijo la esencia de la divinidad» (DS 470).
todo hay que venerar tanto la unidad en la Trinidad como la
Trinidad en la unidad. La fórmula, útil para combatir a los que negaban la divini-
Así pues, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trini- dad del Hijo y del Espíritu Santo (arríanos), se divulgó por
dad» (DS 75). toda la Iglesia latina hasta que, en 1014, con ocasión de la co-
ronación de Enrique II por el papa Benedicto VIII en Roma,
Como se deduce, predomina una consideración doctrinal se cantó el credo con la interpolación del Filioque en la basílica
con un sentido casi estatuario de las formulaciones. A diferen- de San Pedro.
cia de los símbolos anteriores, en los que se destacaba en pri-
mer lugar a la Trinidad económica (su revelación y su acción Los orientales consideraron como un acto cismático la mo-
en la historia), aquí se permanece en la perspectiva de la Trini- dificación del texto sagrado del credo común, teniendo además
dad inmanente. Se siente que está asegurada ya la doctrina tri- en cuenta que el concilio de Efeso (431) había condenado con
nitaria: unidad de substancia y diversidad de personas con anatema a quien profesase «otra fe» distinta de la del concilio

90 91
de Nicea. El concilio de Calcedonia (451) había renovado esta del Padre y del Hijo, y tiene juntamente del Padre y del Hijo su
misma sanción. esencia y su ser subsistente, y procede del uno y del otro eter-
namente como de un solo principio y por una única espiración;
Pero había, además, razones de orden teológico. Para los declaramos además que lo que dicen los santos doctores y los
orientales, la causa única de las personas divinas es el Padre padres que el Espíritu Santo procede del Padre por y a través
(monarquía del Padre). San Juan Damasceno, en el siglo VIII, del Hijo tiende a esta comprensión, para significar a través de
resumía así la posición de los orientales: «El Espíritu es el Es- ello que también el Hijo es, según los griegos, causa, y según
píritu del Padre..., pero es también Espíritu del Hijo, no por- los latinos, principio de la subsistencia del Espíritu Santo, como
también el Padre. Y puesto que todo lo que es del Padre, el
que proceda del Hijo, sino porque procede mediante el Hijo mismo Padre se lo dio a su Hijo unigénito al engendrarlo, ex-
del Padre, ya que no hay más que una única causa, el Pa- cepto el hecho de ser Padre, el mismo proceder del Hijo al Es-
dre» 2 . Por tanto, el Padre en la concepción griega constituye píritu Santo lo tiene también el mismo Hijo eternamente del
la fuente originante de toda divinidad y de la diversidad de las mismo Padre, del que es también eternamente engendrado. De-
personas. En otro texto insiste san Juan Damasceno: «Nos- finimos además que el añadido de la palabra Filioque fue
puesto lícita y razonablemente en el Símbolo para declarar la
otros no decimos que el Hijo sea causa; por eso no decimos verdad y por necesidad urgente de aquel tiempo» (DS 1300-
que él sea Padre... No decimos que el Espíritu proceda del 1302).
Hijo, sino que decimos que es el Espíritu del Hijo» 3 . El Hijo
y el Espíritu provienen del Padre conjuntamente y los dos Esta declaración lleva la fecha de 6 de julio de 1439. Como
juntos, ya que la Palabra y el Soplo (Espíritu) salen juntos de se observa, hay un esfuerzo de conciliación. A partir de su
la boca del Padre 4 . No queremos entrar por ahora en esta ar- concepción de fondo (que todavía tendremos que aclarar), los
dua discusión; sólo queremos entender la perspectiva de los griegos distinguen entre la causalidad del Padre (arené) y la del
orientales y las dificultades que encontraron en el Filioque in- Hijo (aitía); para los griegos, Dios es fundamentalmente el Pa-
terpolado en el credo. Junto con las disputas políticas entre dre; de él procede todo, ya que es la causa única de todo y de
Occidente y Oriente, esta cuestión del Filioque llevó a un dolo- todos, incluso del Hijo y del Espíritu Santo; si el Hijo es tam-
roso cisma en 1054, cuando el legado papal Humberto depositó bién causa, lo es de una forma recibida del Padre; por eso dis-
sobre el altar de Santa Sofía, en Bizancio, un documento, acu- tinguen las dos causalidades. Los latinos, como se expresa en
sando a los griegos de haber suprimido el Filioque del credo. el texto conciliar, engloban las dos causalidades en la única ex-
presión «principium». Al espirar juntos al Espíritu Santo, el
El concilio de Florencia (de 1431 a 1447), después de difí- Padre y el Hijo no son dos principios, sino un solo principio
ciles discusiones, formuló un texto de conciliación dogmática (el concilio de Florencia dice oportunamente: tamquam ab uno
entre la concepción occidental del Filioque y la clásica de los principio (DS 1300), ya que el Hijo juntamente con el Padre
griegos (del Padre a través del Hijo: ek Patrós diá Hyoü). Pre- espira al Espíritu Santo en cuanto que es Hijo del Padre, y no
sentamos la traducción del latín: Hijo simplemente. Las expresiones «el Espíritu Santo procede
«De la procesión del Espíritu Santo. En nombre de la Santa del Padre y del Hijo» (latinos) y «el Espíritu Santo procede del
Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, con la apro- Padre por (a través de) el Hijo» (griegos) pueden perfecta-
bación de este concilio universal de Florencia, definimos que mente decir la misma cosa.
sea creída y recibida por todos los cristianos esta verdad de fe y
así profesen todos que el Espíritu Santo procede eternamente
1.5. Decreto para los jacobitas: la interpenetración
2
JUAN DAMASCENO, De flde orthodoxa I, 12: PG 94,849. de las tres personas («perijóresis»)
3
4
Ib, 832-833.
Cf P. EVDOKIMOV, L'Esprit Saint dans la tradition orthodoxe, París Entre las divinas personas no hay ninguna anterior, supe-
56. rior, mayor, menor o posterior. Son co-eternas, co-iguales, co-
92 93
omnipotentes. La razón aducida por el magisterio es la unidad 1.6. El IV concilio de Letrán: armonía entre la Trinidad
de la misma naturaleza, substancia o esencia que hay en cada inmanente y la Trinidad económica
persona. Debido a la naturaleza común, cada una de las per-
Quizá !a fórmula más clara en sus términos y en el equili-
sonas está toda en la otra (circuminsesión), penetra y es pe-
brio entre una visión económica y una visión inmanente de la
netrada por la otra (circumincesión o perijóresis). El concilio
Trinidad se la debamos al IV concilio de Letrán, celebrado en
de Florencia en su d e c r e t o p a r a los j a c o b i t a s (coptos y
1215 bajo la presidencia del papa Inocencio III. Se trata de dos
etíopes), en el año de 1442, expresó la comunión entre las di-
textos, uno contra los valdenses y albigenes, y otro contra el
vinas personas, tema fundamental para nuestras reflexiones. Se
abad Joaquín de Fiore. Veamos el primero:
trata de la perijóresis (término griego para significar la comu-
nión trinitaria), base para una comprensión personalista y viva «Creemos firmemente y confesamos con sencillez que uno y
de la santísima Trinidad. Traducimos el texto del latín: solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso e inmutable, incom-
prensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu
«En virtud de la unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo Santo, tres personas realmente y una sola esencia —o substan-
en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el cia o naturaleza— absolutamente simple.
Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en El Padre no se origina de ningún otro; el Hijo solamente del
el Hijo. Ninguno precede al otro en eternidad, o lo excede en Padre, y el Espíritu Santo de ambos juntamente; sin comienzo,
grandeza, o le sobrepuja en poder. Efectivamente, eterno y sin sin continuación y sin fin el Padre engendra, el Hijo nace y el
comienzo es que el Hijo exista del Padre; y eterno y sin co- Espíritu Santo procede; consubstanciales y co-iguales, co-om-
mienzo es que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo. nipotentes y co-eternos; principio único de todos los seres,
El Padre no tiene de otro cuanto es o tiene, sino de sí mismo; y creador de todas las cosas visibles e invisibles, espirituales y
es principio sin principio. El Hijo tiene del Padre cuanto es o corporales, por su fuerza omnipotente produjo de la nada, si-
tiene, y es principio del principio. El Espíritu Santo tiene junta- multáneamente, al comienzo del tiempo, a ambas criaturas, la
mente del Padre y del Hijo cuanto es o tiene. Pero el Padre y espiritual y la corporal, o sea, al ángel y al mundo, y después al
el Hijo no son dos principios del Espíritu Santo, sino un solo hombre como término medio, compuesto de espíritu y de
principio; así, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres cuerpo. Satanás y los demás demonios fueron creados por Dios
principios de la creación, sino un solo principio» (DS 1331). buenos por naturaleza, pero se hicieron luego malos; y el hom-
bre pecó por insinuación de Satanás.
El concilio de Letrán de 1215 reafirmó contra el abad Joa- Esta santísima Trinidad, indivisa según la esencia común y
distinta según las propiedades de las personas, concedió al gé-
quín de Fiore (t 1202) la unidad divina, propia de la Trinidad, nero humano la doctrina de la salvación, primero por Moisés,
ya que, en palabras del concilio, el mencionado abad «confe- los santos profetas y los demás siervos suyos, según la ordenadí-
saba que no es ésta una unidad propia y verdadera, sino colec- sima sucesión de los tiempos.
tiva y por semejanza, al estilo como muchos hombres se dicen Y finalmente el Hijo único de Dios, Jesucristo, encarnado
un pueblo y muchos fieles una Iglesia» (DS 803). por la operación común de toda la Trinidad (a tota Trinitate
communiter incarnatus), concebido de María siempre virgen por
A continuación, el concilio de Letrán enseña: obra del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, compuesto
de alma racional y de carne humana, persona única en dos na-
«La naturaleza no engendra, ni es engendrada, ni procede, turalezas, nos enseñó más abiertamente el camino de la vida»
sino que es el Padre el que engendra, el Hijo el que es engen- (DS 800-801).
drado y el Espíritu Santo el que procede, de modo que la dis-
tinción está en las personas y la unidad en la naturaleza. Por Los textos trinitarios sobre la Trinidad para rebatir a Joa-
consiguiente, aunque sea uno el Padre, otro el Hijo y otro el quín de Fiore (t 1202) no son menos claros:
Espíritu Santo, no son otra cosa; sino que lo que es el Padre,
eso mismo es absolutamente el Hijo y el Espíritu Santo; de «Creemos y profesamos con la aprobación del concilio... que
modo que, según la fe ortodoxa y católica, creemos que son existe como una suprema realidad (summa res), ciertamente in-
consubstanciales» (DS 805). comprensible e inefable, que es verdaderamente Padre, Hijo y

94 95
Espíritu Santo, que son al mismo tiempo tres personas, cada
una distinta de la otra, y por eso hay en Dios una única Trini- Dios se reveló tal como es, o sea, como Trinidad, Padre, Hijo
dad y no una cuaternidad; en efecto, cada una de las tres per- y Espíritu Santo. A partir de la Trinidad que se manifestó en
sonas es esta misma realidad (res), o sea, la substancia, esencia el camino de Jesucristo y en la actuación del Espíritu Santo se
o naturaleza divina; y sólo ella es el principio único de todas las nos permite contemplar, en la penumbra, el misterio propio de
cosas, no habiendo otro más allá de él. la comunión que las tres divinas personas mantienen entre sí.
Pues bien, esta realidad ni engendra, ni es engendrada, ni
procede, sino que es el Padre el que engendra, el Hijo el que Modernamente, algunos teólogos en el marco de una concep-
es engendrado y el Espíritu Santo el que procede; así las distin- ción radical de la historicidad proyectada incluso hacia dentro
ciones se refieren a las personas y la unidad a la naturaleza. Por de Dios, han sostenido que Dios como Trinidad comenzó una
consiguiente, aunque sea uno el Padre, otro el Hijo y otro el vez, cuando estableció una relación con su creación. Así se po-
Espíritu Santo, no son, sin embargo, otra cosa, sino que lo que nía en entredicho la eternidad de la Trinidad. Estos teologú-
es el Padre, lo mismo absolutamente es el Hijo y el Espíritu
Santo, de modo que, conforme a la fe ortodoxa y católica, son menos (teorías teológicas) provocaron un pronunciamiento de
creídos como consubstanciales. la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe el 21 de fe-
De hecho, el Padre al engendrar al Hijo desde toda la eterni- brero de 1972; es importante, porque no solamente reafirma el
dad le comunica su substancia, según afirmó el mismo Hijo: carácter ontológico de la Trinidad (Dios es trino eternamente,
"Lo que me ha dado el Padre es mayor que todas las cosas" (Jn porque tal es su naturaleza), sino también el orden de nuestro
10,29). No es lícito, sin embargo, decir que el Padre le haya conocimiento: de la economía a la teología, de la Trinidad ma-
dado parte de su propia substancia, reteniendo para sí otra
parte, dado que la substancia del Padre es indivisible y absolu- nifestada en la historia a la Trinidad tal como es en sí misma.
tamente simple; tampoco se puede decir que, al engendrar al He aquí el texto:
Hijo, el Padre le haya trasferido su propia substancia, como
dándosela sin retenerla para sí, ya que de esta forma dejaría de «La idea de que la revelación nos dejó en la incertidumbre
ser substancia. Por tanto, queda en pie que, sin disminución al- sobre la eternidad de la Trinidad y particularmente sobre la
guna de la substancia del Padre, el Hijo la recibe al nacer, y así existencia del Espíritu Santo como persona en Dios, distinta del
el Padre y el Hijo tienen una misma substancia. Padre y del Hijo, se muestra contraria a la fe. Es verdad que el
misterio de la santísima Trinidad se nos ha revelado en la eco-
De este modo la misma realidad (res) es el Padre, el Hijo y nomía de la salvación, y principalmente en el propio Cristo, el
el Espíritu Santo, procediendo este último de los otros dos» cual, enviado al mundo por el Padre, envía juntamente con el
(DS 804-805). Padre al Espíritu Santo al pueblo de Dios para vivificarlo. Pero
por esta revelación se da a los fieles cierto conocimiento de la
En estas dos formulaciones encontramos la expresión clá- vida íntima de Dios, en la cual el Padre que engendra, el Hijo
sica del dogma trinitario: una naturaleza única y tres personas unigénito y el Espíritu Santo procedente son de la misma subs-
distintas; la distinción de las personas entre sí se establece a tancia y perfectamente iguales, co-omnipotentes y co-eternos»
partir de su origen: el Padre sin origen, el Hijo con su origen (AAS 64 [1972] 237s).
en el Padre y el Espíritu Santo con su origen en el Padre y en
Queda con ello salvaguardada la relación entre la Trinidad
el Hijo. El pronunciamiento del concilio equilibra maravillosa-
económica y la Trinidad inmanente, así como el «conocimiento
mente la Trinidad inmanente (las personas en sí mismas) con
cierto» que, debido a esta relación, podemos desarrollar sobre
la Trinidad económica (su acción en la historia).
la Trinidad tal como ella es en sí misma.
Para concluir esta parte doctrinal hay que recordar el de-
1.7. La declaración «El misterio del hijo de Dios»:
creto a los jacobitas del concilio de Florencia de 4 de febrero
de la Trinidad económica a la Trinidad inmanente
de 1442, en donde se enunció un principio muy importante
En las reflexiones iniciales sobre los datos normativos de la para la teología trinitaria, principio que formuló por primera
fe que se encuentran en el Nuevo Testamento quedó claro que vez san Anselmo de Cantorbery (t 1100): In Deo omnia sunt

96 97
unum, ubi non obviat relationis oppositio («en Dios todo es las distintas formas de sistematizar todos los datos reguladores
uno, donde no lo impide la oposición de relaciones») (DS de la fe.
1330). En este concilio de Florencia, Juan, teólogo de los la- En la historia de la reflexión trinitaria, e incluso en una
tinos, atestiguó lo siguiente: «Según los doctores griegos y la- perspectiva teórica, se pueden discernir tres grandes tendencias
tinos, sólo la relación es lo que multiplica las personas en las de sistematización 7 . Estas tendencias no surgen por capricho.
producciones divinas, y se llama relación de origen; ésta Se constituyen cuando el tema de la Trinidad ha de ser pen-
atiende a dos cosas: de quién es uno y quién es de otro». De sado y expuesto teniendo en cuenta los errores que hay que
forma semejante, el doctísimo cardenal Bessarion (t 1472), combatir. En un ambiente impregnado de politeísmo (como era
teólogo de los griegos y arzobispo de Nicea, dijo en este el caso del imperio romano y de los teólogos latinos en gene-
mismo concilio de Florencia: «Nadie ignora que los nombres ral), es natural que la reflexión trinitaria empiece subrayando
personales de la Trinidad son relativos» 5 . En otras palabras, la unicidad de Dios; si empezase predicando la Trinidad, a los
en Dios todo es uno (la creación, la redención, la grandeza, la oyentes les daría la impresión de oír hablar de un politeísmo
infinitud, la bondad) cuando no lo impide aquello que es pro- reducido a tres dioses en vez de muchos; la situación favorece
pio y exclusivo de cada persona; así es propio y exclusivo del una reflexión centrada en la unidad de Dios y, a partir de ahí,
Padre el ser sin origen; es propio del Hijo el ser engendrado y en la diversidad de las personas.
proceder del Padre; es propio del Espíritu Santo el ser espi-
rado por el Padre y por el Hijo. Fuera de estas propiedades En otro ambiente, en el que se insiste en el monoteísmo y
exclusivas, todo en la Trinidad es uno y todo es realizado com- en la monarquía absoluta de Dios hasta negarse a aceptar a
muniter por toda la eternidad. cualquier otro al lado de Dios y negarse entonces la divinidad
de Jesucristo (situación de los pensadores griegos enfrentados
con el arrianismo y el modalismo), la reflexión se ve llevada a
2. Tres tendencias en la sistematización trinitaria acentuar la diversidad en Dios; se insistirá en la Trinidad y en
las personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo); a partir de la di-
La doctrina teológica de la Trinidad construyó de forma ri- versidad se llega a la unidad; solamente así se hace frente a los
gurosa los instrumentos teóricos (términos y conceptos) con los errores de un monarquismo rígido, que no da acceso a la acep-
que se piensa y se expresa la verdad de Dios uno y trino. Hay tación de la Trinidad.
reglas estrictas para el juego lingüístico trinitario; con eso se En otra situación, en la que predomina fuertemente el in-
intenta evitar las herejías (formas corrompidas de formular la dividualismo, la falta de comunión y de solidaridad entre las
fe) y decir, de modo más o menos pertinente (en la medida en personas a nivel personal y social (es nuestro caso, con las so-
que es posible esta diligencia) el misterio inefable 6 . ciedades excluyentes en el modo de producción capitalista), la
reflexión se ve invitada a dirigir su mirada no tanto hacia el
Cada término técnico tiene su lugar y su posición en el
monoteísmo o el trinitarismo, sino hacia la forma de relación
juego del lenguaje; pero los acentos varían en consonancia con
que se establece entre las divinas personas; se insistirá en la
5
comunión como el principio primero y fundamental en Dios y
Nota explicativa referente al Decreto para los Jacobitas, en el Denzinger,
n 703 Esta nota quedó suprimida en la nueva edición de Denzinger-Schon-
metzer 7
6
Véanse las hermosas advertencias de san Agustín, válidas para todos los La tipificación, con las simplificaciones que supone, fue sugerida primero
tratadistas del misterio trinitario El obispo de Hipona reconoce que «no hay por Th DE REGNON, Études de théologie positive sur la sainte Tnnité I, Pans
asunto a propósito del cual el error sea más peligroso, la investigación más ar- 1892, 335-340 428-435, J PIKAZA, Trinidad y ontología en torno al plantea-
dua y el descubrimiento más fecundo». De Trinitate I, 3,5 Santo Tomás acon- miento sistemático del misterio trinitario, en «Estudios Trinitarios» 8 (1974)
seja en este tratado de la Trinidad «cautela y modestia»: S Th I, 31-2. 189-236, esp 200-205; H. BARRE, La Tnnité que ¡'adore, París 1965, 21-54

99
98
en todos los seres, hechos a imagen y semejanza de las rela- soluto que se llama Espíritu Santo. Esta trinidad de personas
ciones trinitarias. no multiplica al Espíritu perfectísimo, sino que manifiesta su
Como es evidente, las distintas tendencias se definen de dinámica interna y eterna. Entonces las personas divinas son
fuera hacia dentro; todas ellas intentan hacer significativa la ese mismo Espíritu en su proceso eterno. Por eso hemos de
verdad de la fe para la existencia humana en donde ésta sufre decir que las personas no tienen una esencia propia, sino una
ciertas corrupciones que pueden quedar corregidas por la ver- esencia única, el Espíritu perfectísimo. Este Espíritu perfectí-
dad de la fe; además, la doctrina trinitaria ayuda a la existen- simo es llamado, en teología trinitaria, substancia o naturaleza
cia y a la sociedad a encontrar su propia verdad querida por la única.
Trinidad. Veamos rápidamente cada una de estas tendencias.
El segundo camino se inspira en una larga tradición mística
que viene de Platón, pasa por Agustín, san Buenaventura y la
2.1. De la unidad de la naturaleza a la trinidad escuela franciscana medieval, y encuentra seguidores en la ac-
de las personas tualidad. Según esta tradición, Dios es mucho más que un espí-
En el credo rezamos: «Credo in unum Deum... Creo en un ritu perfectísimo; es el sumo bien, el amor supremo. Es propio
solo Dios». En esta fórmula se puede expresar una auténtica del bien y del amor ser difusivo y autocomunicarse, salir de sí
experiencia espiritual centrada en la unicidad de Dios. Se dejó y hacerse bueno a otros. Pues bien, la revelación atestigua que
ya atrás la multiplicidad de «dioses», y la persona dialoga con Dios es amor (1 Jn 4,8.16). Al difundirse este infinito principio
un principio único, Señor de los cielos y la tierra, Dios, co- amoroso, se muestra como Verbo o Hijo, de la misma natura-
mienzo y fin de todo. Al rezar, el fiel no se dirige a una Trini- leza que él. El Verbo es un único Dios con el Padre, distinto
dad, a un Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino simplemente al de él como Hijo. La relación de amor es mutua entrega entre
misterio supremo, personalísimo, espiritual, accesible a la bús- el Padre y el Hijo y tan suprema y perfecta que origina al Es-
queda del hombre. ¿Cómo pasar de esta unidad a la trinidad píritu Santo, expresión de la comunión entre ambos. De esta
de las personas? Para esta cuestión se elaboraron dos caminos forma se cierra el círculo amoroso de los supremos amantes de
que evitasen los errores históricos: impedir, por un lado, que una única realidad de amor.
se entendiese a las personas como modalidades de expresión
del mismo y único Dios (modalismo) y, por otro, que se viera En esta comprensión queda asegurada la unidad, ya que
en él una evolución descendente del único Dios (subordinacio- constituye el punto de partida de todo lo demás; efectiva-
nismo o arrianismo). mente, se arranca de la unidad y unicidad del espíritu supremo
o del amor infinito; se avanza hasta percibir que la dinámica
El primer camino se elaboró de la siguiente manera: Dios interna de esta summa res (suprema realidad) se diferencia in-
es un espíritu absoluto y perfectísimo. Es propio de todo espí- ternamente: allí surgen las divinas personas como tres modos
ritu (también del espíritu creado) pensar y querer, como con- de concretarse realmente y de poseer verdaderamente la misma
creción de su esencia. El Espíritu perfectísimo es reflexivus sui, naturaleza divina. El tratamiento sistemático empezará ha-
es decir, se piensa a sí mismo también de forma perfectísima, o blando del Dios uno (De Deo uno) para pasar luego a tratar
sea, produce en sí una expresión absolutamente perfecta de sí del Dios trino (De Deo trino). Santo Tomás fue el sistematiza-
mismo. Engendra aquello que la fe llama Hijo o Verbo. Al en- dor más genial de esta perspectiva, prolongando las intuiciones
gendrar esta expresión de sí, Dios se revela como Padre capaz de san Agustín. Dice así en su Suma Teológica: «Primero
de engendrar un Hijo eterno y unigénito. El Padre y el Hijo hemos de considerar lo que concierne a la esencia divina (cues-
no sólo se piensan mutuamente, sino que también se quieren tiones 2-26), luego las que pertenecen a la distinción de las
eternamente. El amor recíproco de ambos es tan perfecto y ab- personas (cuestiones 27-43) y, en tercer lugar, todo lo que se

100 101
refiere a la creación procesual de las criaturas por obra de que eso sería puro modalismo: habría una sola esencia y tres
Dios (cuestiones 44 y siguientes)». modos verbales y mentales diferentes de expresar lo mismo.
Sin embargo, debe haber alguna distinción entre la esencia
El riesgo permanente de esta concepción que parte de la única y las personas. Los teólogos dicen que hay una distinción
unidad de la esencia divina reside en el modalismo; es decir, formal (virtual, según la escuela tomista), que evita fundir la
las personas aparecen como modos del mismo ser, no habiendo Trinidad en la unidad y al mismo tiempo sustenta y permite
realmente tres en Dios; nos quedaríamos entonces en el nivel mantener una diferencia dentro de la identidad divina. En la
del monoteísmo. Para hacer frente a este riesgo y sostener una distinción formal no se multiplica la realidad, pero es posible
comprensión ortodoxa, la teología (especialmente la latina, captar —como en el caso de la Trinidad— tres modos de sub-
pero no exclusivamente) subrayará que los modos de posesión sistencia, diferentes entre sí, de la misma realidad. Esto es
y de concreción de la misma esencia son modos reales y dis- exactamente lo que significa la distinción formal: bajo otra for-
tintos; no se trata, por consiguiente, de modos de expresión o malidad (por eso es formal) se entrega la misma esencia, na-
de etapas de revelación para nosotros, es decir, de una cues- turaleza o realidad 8 . Trinitariamente hablando, esto quiere
tión verbal; el modo de poseer la esencia por parte del Padre decir: la realidad de Dios (naturaleza) es captada como reali-
es realmente distinto del modo con que la posee el Hijo, y zándose bajo la formalidad del Padre, del Hijo y del Espíritu
ambos, a su vez, la poseen de modo distinto del Espíritu Santo. Con esto se quiere expresar la dinámica y la riqueza in-
Santo. La diferencia real en los modos de posesión y de con- terna de esta misma y única realidad divina.
creción de la misma y única esencia se basa en la procedencia
diferente de una persona respecto a otra. Así decimos: el Pa- De esta forma se entiende por qué las tres personas divinas
dre (la primera persona) posee la esencia como esencia no en- tienen juntas la misma y única naturaleza, por qué hay unidad
gendrada ni comunicada, principio sin principio; el Hijo (la se- de los atributos (el Padre es eterno, el Hijo es eterno, el Espí-
gunda persona) recibe la esencia por generación del Padre; el ritu Santo es eterno; así como es infinito, creador, misericor-
Espíritu Santo (la tercera persona) recibe la esencia por espira- dioso, etc.) y por qué hay unidad en la acción externa (las tres
ción del Padre y del Hijo juntamente. personas divinas actúan inseparablemente juntas en la historia,
redimiendo, salvando, divinizando, llevándolo todo al reino
Las personas se definen por la relación de la una con la eterno en la gloria). En resumen podríamos decir: aunque cada
otra; nunca son absolutas, subsistentes en sí mismas (esto es lo una de las personas sea verdaderamente Dios, todas las tres
que caracteriza a la esencia), sino relativas, esto es, relacio- personas son un solo Dios. Esta es la argumentación básica de
nadas unas con otras. Entonces hemos de comprender las cosas esta corriente que sistematiza los datos de la fe en el Dios
tal como lo enseñó el XI concilio de Toledo (675): el Padre se trino a partir de la unidad y de la unicidad fundamental de la
refiere al Hijo, el Hijo al Padre y el Espíritu Santo al uno y al naturaleza divina.
otro; aunque se hable de tres personas por relación, se cree,
sin embargo, en una sola substancia (DS 528). En otras pala- 2.2. De la unidad de la substancia del Padre
bras, las personas reciben su personalidad únicamente de la re- a la trinidad de las personas
lación que mantiene cada una de ellas con las otras.
En el credo rezamos: «Credo in unum Deum Patrem omni-
La distinción entre las personas es real; por eso una no es potentem... Creo en Dios Padre todopoderoso». Podemos po-
la otra, aunque esté siempre relacionada con las otras. La dis-
tinción entre las personas y la esencia no puede ser real, ya 8
Para una explicación más detallada de lo que es una distinción for-
que en ese caso tendríamos una cuaternidad: una esencia más mal, particularmente en Duns Escoto, y su aplicación a la Trinidad,
cf M. SCHMAUS, Teología dogmática I, Rialp, Madrid 1960, 492-493.
las tres personas. Tampoco puede ser una distinción mental, ya
103
102
ner el énfasis en el carácter personal de Dios, que aparece en- consubstancialidad. Dios es las tres personas consideradas
tonces como Padre. El Padre es Dios por antonomasia; como juntas y en comunión absoluta y eterna.
decían los teólogos griegos: «El es la fuente y el origen de la Esta comunión es tan absoluta que el número tres tras-
divinidad». La unidad no reside tanto en la naturaleza divina, ciende todo número matemático. El gran teólogo del Espíritu
igual en las tres personas, sino que «la unidad es el Padre, del Santo, san Basilio (llamado también el Grande), dice a este
cual y mediante el cual se cuentan las otras personas» 9 . Hay respecto: «Nosotros no contamos yendo de lo uno a lo múlti-
un solo Dios porque hay una única fuente divina, el Padre om- ple, aumentando y diciendo uno, dos, tres, o primero, segundo
nipotente. Hay un solo principio de la divinidad, el Padre, y y tercero. Confesando a las tres personas (hipóstasis) sin divi-
por eso existe la más absoluta monarquía. Sin embargo, el Pa- dir la naturaleza en multitud, permanecemos en la unidad del
dre comunica toda su substancia divina al Hijo; él solo o me- Padre (monarquía)» n . En otras palabras, al decir tres, no
diante (o juntamente con) el Hijo entrega también toda su queremos expresar una cantidad, sino un orden inefable de
substancia al Espíritu Santo. En el misterio de la Trinidad, por tres que son uno en la comunión. De forma muy feliz lo dijo
consiguiente, todo proviene de un único principio engendrador un teólogo ortodoxo moderno: «La Trinidad de las personas,
y espirador, que es el Padre. La unidad reside en la substancia unidas por la distinción y distintas por la unión, designa una
del Padre comunicada. Por eso las tres personas divinas son diferencia que no se opone, sino que se pone, poniendo a las
consubstanciales, ya que participan de forma absoluta de la demás» 12.
misma substancia del Padre.
Esta forma de sistematizar nuestros pensamientos sobre la
En esta comprensión, las relaciones entre las personas de la Trinidad se sitúa en la plataforma del Nuevo Testamento. En
santísima Trinidad no son de oposición ni de separación, sino él se habla de cada una de las personas como realidades subsis-
de diversidad en la comunión con el Padre. El Padre comunica tentes y con su acción propia en orden a la salvación y divini-
toda su sabiduría, todo su amor, toda su voluntad, toda su zación del ser humano. Se evita todo abstraccionismo y forma-
eternidad al Hijo y al Espíritu. Por eso no hay tres eternos, lismo esencialista. Al hablar de Dios no se piensa, en primer
sino un solo eterno, un solo santo, un solo señor. A diferencia lugar, en una esencia divina, en un misterio sin nombre, sino
de la concepción anteriormente expuesta, en ésta la naturaleza que se piensa concretamente en el Padre, el Hijo y el Espíritu
(substancia o esencia divina) aparece ya personalizada. El Pa- Santo. No se corre el riesgo de despersonalizar a Dios. Y
dre es el que coloca las relaciones de origen a partir de él cuando se piensa en la unidad de Dios, no se piensa en una
mismo, ya que él es y constituye la única fuente y origen de naturaleza común, substrato idéntico de cada una de las per-
toda relación. sonas, sino que se piensa en el Padre que comunica toda su
La distinción de las personas con referencia al Padre no se substancia a las demás personas. La Trinidad es una porque
resume ni se concluye en la distinción; esto no haría más que proviene del uno, que es el Padre.
aclarar que uno no es el otro, que el Padre no es el Hijo, etc. Si el riesgo de la tendencia anterior era el modalismo, en
La distinción es para posibilitar la comunión. Un movimiento ésta es el subordinacionismo. Las dos tendencias parten de la
eterno de amor envuelve a las tres personas y las hace insepa- unidad, vista bien como naturaleza o como persona (Padre).
rables una de las otras. En expresión de san Juan Damasceno, La monarquía del Padre es tan absoluta que en él está y se re-
son «como tres soles que se compenetran mutuamente en una suelve todo. El Hijo y el Espíritu Santo constituyen expre-
única luz» 10. Cada una de las personas es Dios debido a la
11
BASILIO, Tract. de Spiritu Sancto 18, Sources chrétiennes 17, París 1945
9 190s.
GREGORIO NACIANCENO, Oratio 42,15: PG 36,476.
10 12
JUAN DAMASCENO, De fide orthodoxa 18: PG 94,828. P. EVDOKIMOV, o.c, 44.

104 105
siones (aunque eternas e infinitas) del único principio, el Pa- en el Padre y el Padre en mí» (Jn 14,11); o también, in-
dre. El Padre es fundamentalmente todo. Las demás personas cluyendo a los hombres: «Que todos sean uno como tú, Padre,
son derivaciones eternas de él. Evidentemente, se afirma y re- en mí y yo en ti, para que estén en nosotros y el mundo crea
afirma la igualdad de substancia (naturaleza o esencia), pero que me has enviado» (Jn 17,21). Por la radical y eterna comu-
las formulaciones teológicas, a fuerza de derivarlo todo del Pa- nión entre las tres personas divinas, «el Padre está todo en el
dre, favorecen una comprensión subordinacionista. Hijo y todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre
El riesgo se supera más fácilmente si tenemos presente que y todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el
se trata de relaciones entre personas divinas, sumamente amo- Padre y todo en el Hijo; ninguno precede al otro en eternidad
rosas; ninguno de los tres de define, como puede acontecer en- o lo supera en grandeza o le excede en poder», como se dice
tre los seres humanos, el uno contra el otro, sino en relación en el concilio de Florencia (1442) (DS 1331).
con el otro, para el otro, por el otro, con el otro y en el otro.
Existe tal intercambio de amor eterno entre las tres per-
Lo ponderaba acertadamente san Gregorio Nacianceno: «La
sonas, circula entre ellas la vida tan absolutamente, es tan infi-
gloria del principio (Padre) no consiste nunca en el rebaja-
nita su comunión en la que cada persona entrega a las otras
miento de los que proceden de él... Dios es los tres consi-
todo lo que puede entregar, que ellas forman una unión. Las
derados juntos; cada uno es Dios por causa de la consubstan-
tres tienen una sola voluntad, una sola inteligencia, un solo
cialidad; los tres son Dios por causa de la monarquía (del
amor.
Padre)» 13 .
No hemos de imaginar que las tres divinas personas sean
2.3. De la trinidad de las personas a la unidad como tres individuos que, posteriormente, se relacionen en co-
de naturaleza-comunión munión y se unan. Esa representación no evitaría el triteísmo.
Hay que decir que las personas no sólo establecen relaciones
Esta tendencia pretende partir de la experiencia específica
entre sí, sino que se constituyen como personas exactamente
de la fe cristiana, que afirma en primer lugar la Trinidad. Lo
por la mutua entrega de la vida y del amor. Entonces son dis-
que existe realmente es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
tintas para unirse y se unen no para confundirse, sino para
Porque existe una eterna comunión y unidad entre los tres,
contener la una a la otra. La unidad, más que unidad de una
existe un solo Dios. No basta con afirmar que existen tres per-
misma substancia común o unidad del mismo origen (del Pa-
sonas. Esto podría derivar hacia la herejía del triteísmo (afir-
dre), sería una unión de las personas en virtud de la comunión
mar que existen tres dioses). Lo que hay que sostener es el he-
recíproca entre ellas. Por consiguiente, al Filioque habría que
cho de que cada persona está plena y totalmente en la otra. La
añadir siempre el Spirituque.
tradición, especialmente los teólogos capadocios y san Juan
Damasceno (f 749), insistió en la total perijóresis (circumince- Esta eterna perijóresis de amor y de vida entre el Padre, el
sión o circuminsesión) trinitaria 14. Con estas dos palabras téc- Hijo y el Espíritu Santo constituye la matriz fontal de todo
nicas se quiere expresar «la íntima y perfecta inhabitación de amor, vida y comunión en la creación, hecha a imagen de la
una persona en la otra» (intima et perfecta inhabitatio unius Trinidad.
personae in alia). Las tres personas divinas se compenetran re- No vamos a detallar más esta perspectiva, que es la que nos-
cíprocamente (perijóresis en griego, circumincessio en latín). otros vamos a adoptar; más adelante intentaremos articular
Ya lo decía claramente Jesús: «Creed en mí, ya que estoy una visión más estructurada y completa de la misma; mostra-
remos su importancia para la sociedad y para la Iglesia, como
13
GREGORIO NACIANCENO, Oratio 40: PG 36,417B.419B. la que engendra más participación, comunión y simetría en
14 todos los niveles de las relaciones humanas.
JUAN DAMASCENO, Defide orthoioxa I, 8: PG 94,828-829.

106 107
Establecidas estas tres posibilidades conocidas de sistemati- Esencia designa la razón íntima del ser, aquello por lo que
zación de la fe en la Trinidad, consideraremos ahora cada una una cosa es lo que es. La esencia de Dios (divinitas, divinidad)
de las palabras-clave con las que la reflexión intenta hablar con es lo que constituye a Dios en sí mismo, lo que lo diferencia
algún sentido sobre tan augusto misterio. Al final, ciertamente, de cualquier otro ser. Así pues, la esencia de Dios es el ser, el
el teólogo consciente y el fiel perspicaz acabarán guardando un bien, el amor, la verdad, en el modo de lo infinito, lo eterno,
silencio respetuoso. La Trinidad se presenta así como un miste- lo omnipotente, etc. La esencia indica la propia substancia o
rio, más para contemplar y adorar que para reflexionar y escu- naturaleza de una forma más abstracta, en la medida en que
driñar. Pero eso sólo al final; ahora corresponde hacer un es- nos preguntamos qué significa propiamente Dios como distinto
fuerzo de comprensión. de todos los demás seres que podemos imaginar 15.
No hemos de olvidar nunca que estos términos-clave son
instrumentos teóricos de la cultura greco-latina, mediante los
3. El juego del lenguaje trinitario: cuales balbucimos algo —para no quedarnos totalmente ca-
explicación de los términos-clave llados— sobre el misterio de Dios. Dios, propiamente, no es ni
substancia, ni naturaleza, ni esencia; está por encima de estas
3.1. Substancia, naturaleza, esencia: una única categorías; sin embargo, si empleamos estas palabras para de-
Para expresar lo que en Dios es uno, la tradición doctrinal signar la realidad divina, es siempre de modo analógico y
de la Iglesia utilizó estas tres palabras técnicas: substancia, na- aproximativo, aunque en un sentido eminente, que excluye
turaleza y esencia. Se utilizan como sinónimos (DS 804), aun- toda sombra de imperfección. La poca vigilancia sobre los lí-
que cada una tiene sus propios matices. mites de nuestro lenguaje acerca de Dios puede engendrar dis-
Substancia (del latín sub-stare, estar debajo de, sustentar) torsiones teológicas, como ya indicamos anteriormente.
designa aquella realidad que soporta de forma permanente
3.2. Hipostasis, subsistencia, persona: tres realmente distintas
todas las diferenciaciones que se deriven en ella o sobre ella o
a partir de ella. Así, en el misterio trinitario decimos que la Para designar lo que es tres en Dios, la teología oficial de
substancia divina es lo que sustenta permanentemente a las la Iglesia utilizó las palabras hypóstasis (en griego), persona
tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; la substancia di- (en latín) y subsistencia. Respecto a las connotaciones propias
vina está en cada una de las personas de modo diverso y de de cada una de estas palabras, son equivalentes en el lenguaje
forma igualmente real, verdadera y plena, de tal forma que de teológico. Veamos rápidamente el significado de cada una de
la unicidad y unidad de la substancia divina resulta la unidad estas palabras.
de las personas. Hipóstasis designa la individualidad que existe en sí y por
Naturaleza (natura, del latín nasci, nacer; physis, del griego sí, distinta de todas las demás. Así hemos de decir que cada
phyomai, nacer) designa esta misma substancia en la medida persona divina existe en sí y por sí, distinta de las otras dos 16.
en que constituye un principio que origina algo, un principio
15
de actividad. Así podemos representar la naturaleza divina con Dios es Dios no porque posea la divinidad como Pedro es hombre por
tal exuberancia de vida interior, de inteligencia y de amor que poseer la humanidad, que está a su vez en Juan y en Luis, y así indefinida-
mente. Dios es Dios por su propia divinidad (Deus est ipsa deitas; Deus est
se diferencia y se concreta en tres modos reales (no sólo para quod habet). La substancia divina existe en unidad numérica absoluta (unici-
nosotros) que son las tres personas; o también esa misma natu- dad); existe por tanto una sola vez, aunque bajo tres modos reales de apropia-
raleza personalizada de tres maneras distintas que actúa hacia ción o de subsistencia, que son las tres personas divinas.
16
Los escolásticos lo expresaban así: indivisum in se, divisum ab omni alio;
fuera del círculo trinitario y crea el universo de los seres como se trata, por tanto, de un individuo que existe en sí y es distinto de todos los
manifestaciones de su gloria (cf DS 804). demás.

108 109
Subsistencia es el término latino para hipóstasis. Cada per- San Agustín describe así su desolación: «Cuando nos pregun-
sona divina es un subsistente, o sea, tiene una existencia real, tan qué son esos tres, hemos de reconocer la enorme indigen-
independiente de nuestra mente y de nuestra representación, cia del lenguaje. Decimos tres personas para no guardar silen-
en cuanto que subsiste en sí misma y por sí misma. cio, no como si tuviéramos la pretensión de definir la Trini-
dad» 17. Además, Agustín suscita el siguiente cuestionamiento:
Persona designa la individualidad racional, el sujeto es-
Si cada una de las personas es realmente distinta de la otra,
piritual que se posee a sí mismo. Inicialmente, como ya in-
¿por qué las llamamos con un nombre común y genérico, el de
dicamos, el término se usaba solamente para significar la exis-
persona? ¿No deberíamos dar una denominación específica
tencia objetiva de tres en Dios. Con el término persona o hi-
para cada una? Por eso concluye Agustín: «No se ha encon-
póstasis no se pretendía decir más que esto. Sin embargo,
trado ese nombre; persona es un nombre muy genérico, que se
como persona para los latinos implicaba cierta subjetividad y
puede aplicar también al ser humano, a pesar de la distancia
espiritualidad, se abrió el camino a la profundización teológica.
que hay entre Dios y el hombre» 18. En otras palabras, la dis-
La reflexión teológica sobre esta realidad de la persona consti-
tinción es tan sólo uno de los aspectos de la persona. Hay
tuye uno de los grandes acontecimientos culturales de Occi-
otros; los medievales acentuaron particularmente el de la inco-
dente. Fue en el interior del discurso de la fe sobre la santí-
municabilidad o irreductibilidad de la persona.
sima Trinidad y sobre el misterio de la encarnación como se
elaboró esta categoría, que hoy es ciertamente la más impor- El segundo sentido de persona fue elaborado por la vigo-
tante de la cultura de nuestro planeta. rosa reflexión escolástica sobre las procesiones y las relaciones
entre los divinos tres 19. Por la relación, un término se ordena
No queremos adentrarnos en las distintas etapas de enri-
al otro. En Dios, esta ordenación es eterna y substancial (no
quecimiento de la comprensión de persona. Destacaremos tan
accidental y pasajera como en la criatura); por eso, las rela-
sólo tres momentos decisivos que ayudaron a penetrar mejor
ciones son subsistentes. Persona significará entonces una rela-
en lo incomprensible de Dios.
ción subsistente o la substancia individual e incomunicable de
El primer sentido de persona es el de los antiguos: el sujeto una naturaleza racional. En la Trinidad se pone en común todo
existente (subsistente), distinto de los otros. Mediante esta for- lo que es posible, entrando en el juego eterno de las relaciones
mulación se enfrentaban con el unitarismo monoteísta, que no y realizando la comunión trinitaria.
permitía la pluralidad de personas en Dios: evitaban, además,
Sin embargo, la comunión, por más completa y eterna que
el modalismo (las personas son sólo modos de considerar hu-
sea, deja siempre un residuo: el hecho de ser uno que lo en-
manos). Persiste, sin embargo, el riesgo de triteísmo, ya que se
trega todo al otro. El Padre se lo entrega todo al Hijo, menos
insiste demasiado en la individualidad de las tres personas.
el hecho de ser Padre; el Hijo se lo entrega todo al Padre y al
Este riesgo se evita al acentuar que todas ellas son consubstan-
Espíritu Santo menos el hecho de ser Hijo engendrado del Pa-
ciales, o que el Hijo y el Espíritu proceden de un único princi-
dre; el Espíritu Santo se lo entrega todo al Padre y al Hijo,
pio (la substancia del Padre). Si las personas son distintas entre
menos el hecho de ser espirado por el Padre y por el Hijo.
sí es porque cada una procede de manera diferente del único
principio, o por el hecho de que cada una se apropia diferente-
mente la misma y única substancia divina. 17
AGUSTÍN, De Trinitate V, 9,10.
18
Ib VII, 4,7.
Esta comprensión ayuda a entender que una persona no es 19
Cf F. BOURASSA, Personne et conscience en théologie trinitaire, en «Gre-
la otra y que existen, verdadera y realmente, tres personas di- gorianum» 55 (1974) 471-493.677-719; ID, Sur la Trinité. Dogme et théologie,
vinas. Pero así no se reflexiona nada sobre las propiedades de en «Science et Esprit» 24 (1972) 257-284; en relación con la escolástica pre-
senta un buen resumen C. FOLCH GOMES, A doutrina da Trindade eterna, o.c,
cada persona. ¿Cuál es el contenido concreto de cada persona? 310-370.

110 111
Esta incomunicabilidad constituye para los teólogos medievales rioridad (la conciencia en su aspecto ontológico) y la apertura
la esencia de la persona. Duns Escoto, genial teólogo francis- al otro (la libertad y la dimensión ética) constituyen el modo
cano que especuló profundamente sobre la especificidad de la de ser propio de la persona. Jesús alude a esta dialéctica entre
persona, la define de este modo: la incomunicabilidad actual y él y el Padre: «Yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (Jn
potencial. En otras palabras, la persona está en sí y para sí en 14,11; 17,21).
total independencia del otro, exactamente en el acto de entre- Este concepto nos ayuda a entender las relaciones entre los
garse totalmente al otro. Así es como se entiende el axioma divinos tres. No se trata de aplicar estrictamente la compren-
trinitario de que en Dios todo es uno o común a las tres per- sión moderna de persona a la Trinidad, ya que en ella no te-
sonas, menos la oposición de relación, por la cual una persona nemos tres conciencias, sino una sola, así como una sola liber-
procede de la otra y se distingue por eso de la otra. En una tad y una única felicidad. Todo lo más podríamos decir que en
palabra: en Dios todo es uno menos el hecho de que el Padre la Trinidad tenemos una única conciencia substancial (natura-
es Padre, de que el Hijo es Hijo y de que el Espíritu Santo es leza) que se expresa realmente por tres conscientes divinos
Espíritu Santo. (personas). Lo que podemos sostener es que, analógicamente,
El tener-conciencia-de-sí no es un elemento distintivo de las cada persona divina es un centro de interioridad y libertad,
personas. Evidentemente, cada persona tiene conciencia de sí, cuya razón de ser (naturaleza) consiste en estar siempre en re-
pero esto se lo da la substancia divina que cada una lleva con- lación con las otras personas, impidiendo así llegar a un puro
sigo. El realismo de esta incomunicabilidad substancial podría triteísmo. ¿No quería decir esto mismo la tradición cuando ha-
llevar al triteísmo, pero éste queda soslayado con la afirmación blaba de los tres subsistentes en la divina naturaleza?
de que las tres personas son concreciones reales de una misma Este concepto moderno no se opone, sino que prolonga y
y única substancia divina. La incomunicabilidad de la persona completa, el concepto clásico, haciendo más accesible el miste-
reside en el modo propio como ella concreta realmente (no rio trinitario a partir del misterio de la persona y compren-
modalísticamente) esta substancia divina. diendo mejor por qué este misterio de la persona es imagen y
semejanza de las tres divinas personas de la Trinidad.
Frente al primer concepto de persona, este segundo signi-
fica un avance: acentúa la relación entre los divinos tres. Sin Nuevamente conviene recordar el carácter fragmentario de
embargo, en la relación subraya aquello que no entra en la nuestros instrumentos teóricos con los que intentamos signifi-
relación, ya que es la condición de su posibilidad, la incomuni- car al Dios cristiano, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Que en
cabilidad de cada uno al comunicarse. La reflexión moderna Dios haya uno y tres es materia de fe. Que llamemos a lo uno
intentará explorar precisamente aquello que menos se conside- en Dios con el nombre de naturaleza (substancia o esencia) y a
raba en el pensamiento medieval. los tres con el de personas (hipóstasis, subsistentes) es cuestión
de teología, construcción humana para vislumbrar mejor la
El tercer concepto de persona se construye a partir del pen- realidad del misterio. Tenía razón san Agustín al decir que
samiento moderno. Aquí surge la persona como un ser-para, estas expresiones (naturaleza, persona) «son partos de la nece-
como un nudo de relaciones, una identidad que se hace y per- sidad», más para evitar equívocos y herejías que para expresar
fecciona a partir de la relación con el otro. En primer lugar, la una aprensión adecuada de la santísima Trinidad.
persona es un estar en sí consciente. Tiene una configuración
ontológica (substancial, dirían los clásicos); pero, en segundo
3.3. Procesiones: dos, por generación y por espiración
lugar, se estructura de tal manera que siempre se orienta hacia
el otro. Es en el encuentro con el otro como el estar-en-sí se La experiencia histórico-salvífica de Dios nos da cuenta de
enriquece y alimenta la reciprocidad para con el otro. La inte- que junto al Padre, como misterio absoluto y último, existen el

112 113
Hijo y el Espíritu Santo, que también son llamados Dios. Se En analogía con este proceso humano, se pueden vislum-
dice además que el Hijo procede y viene de Dios (Jn 8,42) y brar en el Espíritu absoluto dos operaciones inmanentes sin
que el Espíritu Santo es enviado por el Hijo de junto al Padre, herir la infinita simplicidad de Dios, dos operaciones: la inte-
ya que este Espíritu de verdad procede del Padre (Jn 15,26). lección y la volición. El Padre se conoce absolutamente, y la
Existe un orden en las tres personas: primero está el Padre, se- expresión de esto (Logos, Verbo) es el Hijo. Es la primera
gundo el Hijo y tercero el Espíritu Santo. Los testimonios de procesión, que tiene el carácter de generación. Esta generación
la revelación de este misterio atestiguan igualmente que las se enuncia en la misma terminología usada en el proceso cog-
personas proceden una de otra. Por procesión (processio, ema- noscitivo humano (concebir, concepto, reproducir); como se
nado en latín; ekpóreusis o probóle en griego) se designa el trata de un proceso eterno y absolutamente perfecto, el Padre
origen de una persona de la otra. Así existen en el misterio tri- no causa al Hijo, sino que le comunica su propio ser; por eso
nitario dos procesiones: la del Hijo y la del Espíritu Santo. El se dice que el Padre no es causa, sino principio del Hijo.
Padre engendra desde toda la eternidad al Hijo y, junto con
(a través del) Hijo, da origen al Espíritu Santo. Dios Padre se contempla en el Hijo y se ama. El amor que
une al Padre y al Hijo se llama Espíritu Santo. Como el Hijo
Hay que dejar bien entendido que en Dios no puede tra- procede por una operación intelectiva, el Espíritu Santo pro-
tarse de sucesión temporal, ya que en Dios todo es eterno (no cede de una operación volitiva del Padre y del Hijo.
existe un antes y un después temporales) y simultáneo; los
actos generadores no encierran ningún carácter pasivo, ya que De esta manera, el Hijo y el Espíritu Santo proceden por
en Dios se da la explosión y la implosión de vida, de amor y dos procesiones de origen, cada uno en su orden: el Hijo del
de inteligencia. Padre solamente; el Espíritu Santo, del Padre y del Hijo (se-
gún la comprensión latina); sin comienzo, sin interrupción, sin
El Padre no procede de nadie. Como asegura el concilio de fin, el Padre engendra, el Hijo nace y el Espíritu Santo pro-
Florencia (1442), «todo lo que posee el Padre no lo recibe de cede (cf DS 804).
otro, sino de sí mismo, ya que es el principio sin principio»
(DS 1331). A él le pertenece la innascibilidad, el ser fuente Cuando estudiemos a cada una de las personas, analiza-
primordial de la que todo emana y promana. remos más detalladamente este tipo de comprensión analógica,
Para explicar el proceso trinitario de las personas, la teolo- que intenta esclarecer lo que son las procesiones en Dios.
gía, desde san Agustín, pasando por santo Tomás de Aquino
(y el magisterio se apropió de esta hermenéutica), utiliza una 3.4. Relaciones: cuatro reales
analogía sacada del proceso espiritual humano. Ya nos refe-
rimos a él cuando hablamos de las tres tendencias básicas de la El hecho de que el Hijo proceda del Padre y el Espíritu
reflexión trinitaria. La analogía se basa en los procesos especí- Santo del Padre y del Hijo (según los latinos) como de un
ficos e inmanentes al espíritu humano. Es propio del espíritu único principio hace que entre las tres divinas personas se den
amarse a sí mismo, forjarse una idea de sí mismo (elaborar el relaciones mutuas. Relación significa la ordenación de una per-
verbo mental de sí mismo), estableciendo una operación inte- sona a otra, la conexión entre los divinos tres.
lectiva. También es propio del Espíritu amarse a sí mismo, con En la Trinidad, por causa de las procesiones, distinguimos
una total adhesión consigo, estableciendo una operación voli- cuatro relaciones reales: la paternidad del Padre para con el
tiva. El sujeto pensante se convierte para sí mismo en objeto Hijo - la filiación del Hijo para con el Padre - la espiración ac-
pensado, y entre esos dos términos se establece una conexión, tiva del Padre y del Hijo para con el Espíritu Santo - la espira-
que es el amor.
ción pasiva del Espíritu para con el Padre y el Hijo.
114 115
Sólo las personas establecen la diferencia en Dios; todo lo
Como se ve, las relaciones constituyen a las personas ; en
demás es uno y participado igualmente por las tres personas.
otras palabras, por la relación es como una persona sitúa a la
otra, y así se diferencia de ella; cada una supone esencialmente Ya vimos anteriormente que estas relaciones son entita-
a la otra y la exige. Así el Padre supone al Hijo, el Hijo exige tivas. Esto significa que cada relación se identifica con la subs-
al Padre, el Espíritu Santo sólo se entiende en la espiración del tancia divina: en el Padre está toda la substancia divina, así
Padre y del Hijo. Las personas se oponen (una no es la otra) y como en el Hijo y en el Espíritu Santo, en cada caso con un
se exigen (una sitúa a la otra) mutuamente 21 . modo de apropiación diverso.
Cada una de las personas entrega todo a las otras (todas las
perfecciones) menos aquello que es propio y exclusivo de la 3.5. Nociones: cinco
misma, y que por eso es incomunicable: en el Padre la paterni- Por nociones trinitarias se designan las características o
dad, en el Hijo la filiación, en el Espíritu Santo la espiración notas (de ahí, notiones) que nos permiten conocer a las per-
pasiva. Dice bien el concilio de Florencia (1442): «Todo lo que sonas en ellas mismas, diferente una de otras.
tiene el Padre, se lo entregó a su Hijo unigénito en el acto de
Comúnmente se enumeran cinco nociones (características):
engendrarlo, menos el ser Padre» (DS 1301). Lo mismo vale
la paternidad y la innascibilidad para la primera persona (Pa-
para el Espíritu Santo. La paternidad es la propiedad personal
dre), la filiación (verbo, imagen, expresión, sacramento) para
del Padre; por ella se distingue del Hijo. El Hijo por su filia-
la segunda persona (Hijo), la espiración activa para el Padre y
ción constituye al Padre como Padre. Lo mismo vale para el
el Hijo, la espiración pasiva para el Espíritu Santo (don, amor,
Espíritu Santo en relación con su principio de procedencia:
nexo entre el Padre y el Hijo).
el Padre y el Hijo (siempre dentro de la comprensión latina).
En razón de las relaciones se entiende el axioma que en- 3.6. Afirmaciones esenciales y nocionales
contramos ya como idea en san Basilio (Contra Eunomio 1,19)
Por afirmaciones esenciales se designan aquellas afirma-
y san Gregorio Nacianceno (Oratio 29,16), y que encontró su
ciones que se fundamentan en la esencia divina. Estas afirma-
formulación clásica en san Anselmo de Cantorbery: «En Dios
ciones valen tanto para Dios (esencia) como para las personas,
todo es uno, cuando no se trata de las relaciones opuestas» 22 .
portadoras de esta esencia divina. Así podemos decir: Dios es
misericordioso, la Trinidad es misericordiosa, el Padre es infi-
20
AGUSTÍN, De Trinitate VII, 4,9. Agustín tuvo plena conciencia del pro- nitamente misericordioso.
blema y de las dificultades del empleo del término «persona» para los tres
nombres (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Cada persona es un único. ¿Cómo Afirmaciones nocionales son aquellas que se basan sola-
aplicar un término común —persona— al Padre, al Hijo y al Espíritu? «No mente en las personas en su distinción unas de otras. Así,
queda más que confesar —dice Agustín— que estas expresiones son partos de
la necesidad para enfrentarse mejor con los errores de los herejes». decimos que la generación y la espiración (las dos procesiones
21
La espiración activa por parte del Padre y del Hijo, haciendo proceder trinitarias) son realidades nocionales y permiten afirmaciones
al Espíritu Santo, constituye una propiedad del Padre y del Hijo. Constituye nocionales. También decimos que en Dios hay cuatro actos
también una oposición relativa a la tercera persona. Por la lógica trinitaria de
las relaciones debería constituir una personalidad propia. Pero esto no acon- nocionales (que se refieren a las propiedades de las personas):
tece porque no se concibe la espiración activa como un principio único del Es-
píritu Santo (el Hijo recibe del Padre ser también principio). La espiración pa-
siva es la propiedad del Espíritu Santo, y no produce otra persona porque el axioma (DS 1330). Para una profundización en este axioma y en sus orígenes
Espíritu Santo constituye la unión entre el Padre y el Hijo, cerrando así el históricos cf M. SCHMAUS, Teología dogmática I, Rialp, Madrid 1960, 455-456;
círculo trinitario. Si esto es así, hemos de decir: hay sólo tres relaciones consti- H. MUHLEN, Person und Appropriation. Zum Verstándnis des Axioms: In Deo
tutivas de persona: la paternidad, la filiación y la espiración pasiva. omnia sunt unum, ubi non obviat relationis oppositio, en «Münchener Theolo-
22 gische Zeitschrift» 16 (1965) 37-57.
SAN ANSELMO, «In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationis op-
positio»; De processione Spiritus Sancti 2. El concilio de Florencia asumió este
117
116
la generación activa y pasiva y la espiración activa y pasiva. 3.9. Acciones apropiadas y acciones propias
Igualmente afirmamos que existen cinco propiedades nocio-
Todas las acciones ad extra (hacia fuera de la Trinidad),
nales: ser-sin-origen, paternidad, filiación, espirar y ser espi-
dentro de la creación, tienen que atribuirse a las tres personas
rado.
divinas juntamente. Sin embargo, la liturgia y la piedad atri-
buyen, en virtud de cierta afinidad, a alguna persona ciertas
3.7. Perijóresis, circumincesión, circuminsesión acciones que de suyo pertenecen a las tres. Así se atribuye al
Las relaciones de comunión entre las tres personas, una to- Padre la creación, ya que él es dentro de la Trinidad el que en-
talmente dentro de la otra, el hecho de que el Padre, el Hijo y gendra y espira (junto con el Hijo); al Hijo se le atribuye la re-
el Espíritu Santo sean consubstanciales, permite contemplar la velación, ya que él es en la Trinidad la expresión y revelación
plena interpenetración de las personas entre sí. Esta realidad del Padre; también se le atribuye la redención, ya que fue el
se expresa por la palabra griega perijóresis, o por las latinas que se encarnó y nos liberó; al Espíritu Santo se le atribuye la
circuminsessio o circumincessio 23 . Como sugiere la filología de santificación, ya que es llamado por excelencia el Santo. Estas
los términos, se trata de la cohabitación, de la coexistencia, acciones son apropiadas a tal o cual persona, aunque sean co-
de la compenetración de las personas divinas entre sí. Se da munes a los tres. Cuando la Trinidad actúa como «suprema
una circulación total de vida y una co-igualdad perfecta entre causa eficiente» (DS 3814) en orden a la creación, siempre es-
las personas, sin ninguna anterioridad o superioridad de una tán actuando simultáneamente y en perfecta koinonía el Padre,
sobre las otras. Todo en ellas es común y es comunicado entre el Hijo y el Espíritu Santo.
sí, menos aquello que es imposible comunicar: lo que distingue Existen, además, acciones propias de una o de otra per-
a una de las otras. El Padre está todo en el Hijo y en el Espí- sona. La persona establece una relación personal con alguna
ritu Santo; el Hijo está todo en el Padre y en el Espíritu criatura. Aquí no se trata, propiamente hablando, de creación
Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre y en el Hijo. De (ya que las personas actuarían conjuntamente), sino de una au-
ahí deducimos la utopía de la igualdad, respetadas las diferen- tocomunicación personal del Hijo o del Espíritu Santo a la
cias, de la comunión plena y de las relaciones justas con la so- criatura. Las personas asimilarían, por así decirlo, hacia dentro
ciedad y la historia. de la Trinidad a la criatura a la que se entregan personal-
mente. Así, hemos de decir que la encarnación es obra propia
3.8. La Trinidad como único sujeto de acción del Hijo, ya que sólo se encarnó él. Evidentemente, en la en-
carnación hay una presencia del Padre (que envía al Hijo) y
La perijóresis nos hace entender que las tres personas di-
del Espíritu Santo (que viene junto a él y forma en el seno de
vinas actúan siempre juntas dentro de la creación. La comu-
María la humanidad del Hijo), pero el que se encarna efectiva-
nión en ellas es de tal categoría que, cuando crean (el cosmos,
mente es sólo el Hijo. Lo mismo diríamos del Espíritu Santo;
el hombre, la historia), salvan, juzgan, intervienen en el des-
según nuestro teologúmeno, el Espíritu fue enviado a María y
arrollo de los acontecimientos, etc., actúan siempre conjunta-
se pneumatificó en ella de manera que esta acción es propia de
mente. De lo contrario, habría tres infinitos, tres creadores,
él, así como su presencia en la vida de los justos y como alma
tres eternos, con lo que se rompería la interpenetración de los
de la Iglesia.
divinos tres.

3.10. Las misiones divinas


La reflexión sobre las acciones propias nos abre a la com-
Trataremos en especial este tema en el capítulo VIL prensión de las misiones divinas. Las misiones designan la pre-

118 119
sencia de la persona divina en la criatura; se trata, como mente y se va revelando simultáneamente. Así decimos que ha
hemos dicho, de una autocomunicación de una persona a al- sido por el camino concreto de Jesucristo, Hijo de Dios encar-
guien creado. Las personas divinas no se entregan mutuamente nado, y por la actuación del Espíritu dentro de la historia
tan sólo en el círculo trinitario. La efusión de la vida divina y como se nos ha comunicado el misterio de la santísima Trini-
la fecundidad de su amor hace que las personas se autoentre- dad. En la experiencia de fe y de revelación de los cristianos,
guen hacia fuera, en la creación. A la Trinidad no le bastó Dios se ha aparecido como Padre, como Hijo y como Espíritu
darnos bondad, belleza, amor, fuerza, etc. Quiso insertar a al- Santo. La Trinidad que se revela en ese transcurso histórico-
guien de nuestra historia dentro de su historia eterna. Así, el salvífico es lo que llamamos la Trinidad económica.
Padre envió al Hijo al mundo para divinizar, verbificar y ahijar
a todos los seres humanos en el hombre Jesús. Envió, junto Pues bien, Dios se revela tal como es. Si para nosotros se
con el Hijo, al Espíritu Santo para pneumatificar a la humani- aparece como Trinidad, es porque él es en sí mismo Trinidad;
dad en María y revelar el rostro materno de Dios. no solamente para nosotros, sino también en sí mismo, Dios es
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si Dios se presentó como miste-
Las Escrituras nos hablan explícitamente del envío y de la rio fontal y principio sin principio (de ahí su absoluta trascen-
misión del Hijo al mundo; el Hijo fue enviado por el Padre (Jn dencia), es decir, como Padre, es porque Dios es Padre. Si se
3,16; 5,23.36.38); el Espíritu Santo fue enviado también por el nos reveló como palabra iluminadora y como verdad, es decir,
Padre a través del Hijo (Le 24,19; Jn 14,16.26; 15,26; 16,7; como Hijo o Logos eterno, es porque Dios es Hijo. Si se nos
Gal 4,6). Por la presencia personal del Hijo y del Espíritu comunicó como amor y fuerza que busca la realización del de-
Santo en el mundo se nos revela el rostro inefable y misterioso signio último de Dios, es decir como Espíritu Santo, es porque
del Padre. La encarnación y la pneumatificación significan ya Dios es Espíritu Santo. La realidad trinitaria hace que la mani-
la llegada total de Dios a su creación de forma anticipada y la festación divina en la historia sea trinitaria, y la manifestación
entronización de la creación en Dios y en su reino. Por eso son realmente trinitaria de Dios nos hace comprender que Dios es
acontecimientos escatológicos, definitivos y anticipadores del de hecho Trinidad de personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
fin eternamente buscado por Dios. La Trinidad entendida en sí misma, la relación interna entre
las divinas personas, el misterio eterno de procesión trinitaria:
3.11. Trinidad económica y Trinidad inmanente todo eso es lo que llamamos Trinidad inmanente.
Esta rápida reflexión sobre las misiones divinas nos lleva a
otra expresión que hay que aclarar y que ha recibido una for-
4. Reglas de sintaxis para un discurso trinitario correcto
mulación en forma de axioma gracias a Karl Rahner: «La Tri-
nidad económica es la Trinidad inmanente, y viceversa» 24 ; el
La reflexión trinitaria a través de los siglos desarrolló una
modo por el que Dios sale al encuentro del ser humano es el
sintaxis rigurosa del modo de hablar sobre Dios y sobre las
modo en que él subsiste. Por Trinidad económica entendemos
personas divinas, con la intención de salvaguardar la fe de ex-
la presencia de la Trinidad o de las distintas personas dentro
presiones inadecuadas o erróneas. No se trata de domesticar el
de la historia de la salvación. Esta historia era entendida en la misterio, sino de regular el lenguaje para no dividir la esencia
Iglesia antigua como economía, es decir, como la sucesión de divina ni confundir las personas.
fases de un proyecto divino que se va realizando progresiva-
a) Los sustantivos que designan la esencia divina tienen
24 que emplearse en singular: la misericordia, la bondad, la sabi-
Véase en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 341-353;
un análisis crítico con el alcance y el límite de este axioma puede verse en duría. No se dirá, por ejemplo: tres sabidurías, tres dioses...,
W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sigúeme, Salamanca 1985, 311-315. sino una sabiduría y un solo Dios.

120 121
b) Los adjetivos pueden emplearse en plural cuando se les — dos procesiones (o emanaciones): la del Hijo y la del
atribuyen a las personas: el Padre es omnipotente, el Hijo es Espíritu Santo;
misericordioso; o también: el Padre y el Hijo son (igualmente) — tres personas (hipóstasis o subsistentes): Padre, Hijo y
misericordiosos y omnipotentes. Espíritu Santo;
Los adjetivos deben emplearse en singular cuando se apli- — cuatro relaciones: paternidad, filiación, espiración activa
can a la naturaleza divina: un único Dios omnipotente, eterno, y espiración pasiva;
bueno, y no tres omnipotentes, tres eternos, etc. — cinco nociones: innascibilidad, paternidad, filiación, es-
piración activa y espiración pasiva.
c) Los adjetivos y los adverbios no tienen que utilizarse
para designar a la naturaleza. Así, no hay que decir: Dios tri-
ple, o en el único Dios existe la Trinidad; sino que hay que de- 5. Conclusión: siete proposiciones de la ortodoxia trinitaria
cir: el Dios uno es la Trinidad. Sin embargo, puede decirse: el
Dios trino (DS 528). Al cabo de todas estas explicaciones podemos resumir en
siete proposiciones las afirmaciones principales de la fe orto-
d) Las propiedades personales no pueden aplicarse a la
doxa trinitaria, tal como han sido elaboradas por la Iglesia:
naturaleza divina. No se dirá: la naturaleza engendra, nace,
procede; sino que se dirá: el Padre engendra, el Hijo nace, el 1.a proposición sobre la primera persona de la Trinidad: Es
Dios Padre, creador omnipotente del cielo y de la tierra, prin-
Espíritu procede (DS 804).
cipio sin principio, fuente y origen de la vida trinitaria. Es el
Sin embargo, tomándose en el sentido de persona (dado Padre del Hijo unigénito. Es también el principio activo espira-
que cada persona es Dios), podemos decir: Dios es Padre, dor del Espíritu Santo (DS 1, 10, 19, 21, 25, 27, 36, 40, 44, 46,
Dios sufre, Dios muere en la cruz, etc. 48, 50, 55, 60, 64, 71, 125, 139, 150, 441, 470, 485, 490, 525,
572, 683, 1330, 1862, 3326).
e) Se han acuñado ciertos modismos trinitarios que expre-
san mejor la verdad de fe; así, no se dice que las personas tie- 2.a proposición relativa a la segunda persona de la Trini-
nen una esencia igual, sino una única esencia, porque la esen- dad: Es el Hijo, eternamente engendrado del Padre, no siendo
cia en Dios no es común, sino única, con una unidad numérica por eso criatura. Recibe del Padre por comunicación la natura-
absoluta. leza divina, la esencia y la substancia, no por un acto arbitrario
de la voluntad ni por una coacción extrínseca. Siendo consubs-
En consonancia con la formulación anterior se dice: el Pa- tancial al Padre, es su verbo, imagen y sacramento, tanto en la
dre es otro, el Hijo es otro y el Espíritu Santo es otro, pero no esfera intratrinitaria como en su misión encarnatoria (DS 2, 11,
son otra cosa, ya que los tres tienen la misma y única natura- 25, 40, 60, 71, 125, 150, 178, 258, 266, 300, 683, 3350; 40-51,
leza (DS 805). 250-263, 430, 441).
Tampoco se habla de tres personas diversas, sino distintas. 3.a proposición relativa a la tercera persona de la Trinidad:
Ni se hablará de un Dios solitario, ya que Dios es siempre Es el Espíritu Santo, que procede como de un solo principio
trino. del Padre y del Hijo, siendo consubstancial a ellos, igualmente
adorado y glorificado. La procesión del Espíritu a partir del
Resumiendo en breves proposiciones la gramática trinitaria,
Padre y del Hijo (o también por el Hijo) no debe llamarse ge-
podemos decir con san Buenaventura (t 1274) en el Brevilo-
neración, sino espiración, expresión eterna del amor mutuo del
quium que en Dios discernimos progresivamente:
Padre y del Hijo (DS 570, 1300, 1529, 1552, 1561, 1690, 1986,
— una naturaleza (esencia o substancia); 330, 3331).

122 123
4.a proposición relativa a las propiedades y misiones salví- CAPÍTULO 5
ficas de las divinas personas: En el orden inmanente (Trinidad LA SANTÍSIMA TRINIDAD
en sí misma) se dice que es propio del Padre la innascibilidad y
la paternidad; del Hijo el ser engendrado; del Espíritu el ser EN LA IMAGINATIVA TEOLÓGICA
espirado del Padre y del Hijo (o por el Hijo). En el orden de
la historia de la salvación (Trinidad económica) la fe cree y
profesa que el Padre es origen de la historia de la salvación
y de las misiones del Hijo y del Espíritu Santo. Es propio
del Hijo la encarnación, y del Espíritu Santo la misión de san-
tificación y de producción de la humanidad de Jesús en el
s e n o de la virgen M a r í a (DS 7 1 , 1 8 8 , 2 8 4 , 3 6 7 , 4 7 0 , 5 3 2 ,
800; 101,145,527,538,1522,3806; 60,145,681,3325).
5.a proposición relativa a la distinción entre las divinas per-
sonas en la esfera intradivina: Las personas se distinguen por La rigidez de las fórmulas trinitarias y el rigor de las expre-
la relación de procedencia y de origen. Son distintas para siones teológicas han quedado para uso de los eruditos de la fe
unirse, y su distinción se funda en la oposición mutuamente re- cristiana. Hay que reconocer que difícilmente es posible rezar
lativa entre las divinas personas: paternidad, filialidad, espira- y dejar inflamarse el corazón con tales construcciones men-
ción activa y pasiva (DS 73, 125, 150, 188, 408, 470, 527, 532, tales. Son necesarias para la inteligencia de la fe, y aquí es
570, 800, 850, 973, 1330). donde se realiza la vigencia de su significado. Pero no es ése el
único acceso al misterio trinitario. El lenguaje de la catequesis,
6.a proposición relativa a la comunión que existe entre las de la homilética y de la piedad ha utilizado fuertemente el ca-
tres personas divinas: Entre las personas y la naturaleza divina mino de la imaginación. Mediante símbolos e imágenes, po-
existe solamente una distinción formal o virtual, pues de lo demos concretar mejor el significado de este augusto misterio.
contrario tendríamos una cuaternidad (las tres personas, más la Los mismos santos padres, cuando hablaron en sus largas y ar-
naturaleza divina). La mutua interpenetración o el existir de dorosas discusiones de la santísima Trinidad, no dejaron de
una en la otra, por la otra y para la otra (perijóresis o circu- trabajar sobre analogías, figuras e imágenes.
mincesión) constituye la in-existencia de las personas divinas
(DS 534, 745, 800, 803, 1330, 3814), expresión de la eterna co-
munión.
1. El significante, el significado y la significación
7.a proposición relativa al carácter de misterio de la revela-
ción trinitaria: aun revelada, la verdad sobre la santísima Trini-
Para nuestra exposición ulterior conviene distinguir tres
dad sigue siendo un misterio siempre abierto a nuevas com-
conceptos: el significante, el significado y la significación. El
prensiones humanas y constituye finalmente un misterio abso-
significante está constituido por las palabras técnicas utilizadas
luto, que se nos entrega en libertad y amor para nuestra divini-
en la exposición de esta verdad de fe, como vimos en el capí-
zación (DS 3115, 3225). Este misterio es esencial y, por eso, si-
tulo anterior (naturaleza, persona, relación, procesiones, mi-
gue siendo misterio también en la eternidad.
siones, etc). El significado está constituido por los contenidos
de los significantes (naturaleza es lo que une en Dios, y es la
misma en las tres personas; persona es lo que diferencia al Pa-
dre, al Hijo y al Espíritu Santo entre sí, y al mismo tiempo lo
124 125
y de agradecimiento De la misma forma, cuando pronun-
que los sitúa en comunión; procesión es el orden existente en- ciamos la palabra Espíritu Santo, nos viene a la mente todo lo
tre las tres divinas personas, de tal manera que, según la doc- que el Espíritu significa como vida, comprensión de la reali-
trina tradicional, el Hijo procede del Padre, y el Espíritu dad, comunión y amor El que se deja conducir por la anima-
Santo, del Padre y del Hijo (o a través del Hijo) La significa- ción suscitada por el Espíritu Santo acepta al Hijo, y el que
ción es el contenido afectivo, la vibración valorativa que cada acepta al Hijo descubre el rostro paternal y maternal de Dios
término (significante y significado) produce en nuestra vida Estas actitudes constituyen la base de nuestra fe viva en la san-
Dentro del régimen de las significaciones es donde surgen las tísima Trinidad Significan también, pedagógicamente, el punto
imágenes y los símbolos mediante los que nos relacionamos de de partida para la reflexión ¿Podría acaso ser de otro modo7
forma globahzante con el misterio trinitario, o mejor dicho, San Gregorio de Nisa (t 394), en su gran Catecismo (Oratio
con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo Las imágenes no sus- catecheüca magna), dice «Así como aprendemos a conocer la
tituyen a las palabras técnicas ni a los contenidos definidos por palabra elevándonos de la esfera de nuestra vida hasta la natu-
la Iglesia \ necesitamos saber lo que queremos decir y lo que raleza soberana, así también llegamos a concebir el Espíritu
no debemos decir del Dios tn-uno cuando intentamos pensar considerándolo en nuestra propia naturaleza, que es una som-
en este misterio Las imágenes, sin embargo, intentan concre- bra y una imagen del poder invisible En la naturaleza divina,
tar y materializar lo que representamos de forma abstracta y la piedad nos obliga a creer en un Espíritu (Soplo) de Dios, ya
conceptual que existe también una palabra de Dios La palabra de Dios
Asi como nuestras palabras y nuestros conceptos tienen su no debe ser inferior a nuestra palabra, lo mismo que nuestra
propio alcance y su inmensa limitación (esconden de la Trini- palabra viene acompañada del soplo, así la Palabra viene
dad más de lo que revelan), del mismo modo las imágenes acompañada del Soplo (Espíritu)» 2 Esta pedagogía no deduce
tienen su campo estricto de validez Muchas de ellas pueden la santísima Trinidad de nuestra experiencia, al revés, a la luz
incluso encerrar ciertos peligros, ya que nos dan la ilusión de de la Trinidad descubre en la experiencia humana semejanzas
haber captado en las redes de nuestra imaginación la realidad y analogías, que confirman la fe de que hemos sido hechos a
inconmensurable del misterio trinitario imagen y semejanza de Dios, que es siempre trino
La importancia de las imágenes reside en el hecho de que Vamos a considerar algunas de estas estructuras simbólicas
nos ayudan a mantener determinadas actitudes frente a la Tri-
nidad en sí misma y frente a cada una de las personas Así,
cuando decimos padre o madre, repercuten en nosotros ciertas 2. La simbólica «económica»
resonancias que llegan hasta lo más profundo de nuestra psi-
que. Estamos ante arquetipos ancestrales cargados de valores, La forma más accesible de la Trinidad sigue siendo la que
ya que están ligados a las experiencias matrices de nuestra es- el mismo Dios trino escogió para revelarse en el camino de Je-
tructuración psicológica Cuando decimos Hijo, surge en nos- sucristo Bastará con recordar lo que ya dijimos en el capítu-
otros el sentimiento de una relación con el padre o la madre, lo 2 Veíamos allí cómo de las relaciones que mantuvo Jesús
no ya de dependencia, sino de altendad en razón del origen, con su Dios, llamándolo Padre, en un contexto liberador, se
puede manifestarse en términos de reconocimiento, de entrega revela simultáneamente el Padre y el Hijo Jesús se entiende

1
San Agustín, que elaboró la gran imagen antropológica de la Tnnidad, 2
GREGORIO NACIANCENO, Oratw catecheüca magna 2,1, cf A HAMMAN
era muy consciente de que no se trata nunca de verdaderas analogías, sino sólo La Trinidad en la catcquesis de los padres griegos, en La Trinidad en la cate
de imágenes aproximativas, en donde lo que distingue es más que lo que quesis (Semana de Estudios Trinitarios 12), Salamanca 1978, 87 101
aproxima cf Sermo 52,10 23 PL 38,364

126 127
comienzan con la invocación del Padre, del Hijo y del Espíritu
como el enviado del Padre, viviendo en una profunda intimi- Santo. Las conclusiones se hacen en forma de agradecimiento
dad con él, hasta el punto de expresarse de forma divina. La y glorificación al Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo.
fuerza que lo arrastraba, el entusiasmo que suscitaba su predi-
cación y la irradiación que difundía sobre sus oyentes revelaba Esta presencia trinitaria se hace visible en los ritos sacra-
a los hombres al Espíritu Santo. A estos tres los llamamos mentales, especialmente en el bautismal y en el eucarístico.
Dios, sin querer con esto multiplicar a Dios. La Trinidad se Desde la Tradición Apostólica de Hipólito (t 235) hasta la ce-
entrega a nuestro conocimiento en la vida y en la práctica de lebración actual tenemos la triple pregunta sobre la fe en las
Jesús; no se trata de una reflexión abstracta sobre las profundi- tres personas divinas con sus respectivas apropiaciones. En la
dades del misterio, sino de relaciones, actitudes y prácticas celebración eucarística se lleva a cabo una especie de recapitu-
desarrolladas por Jesús, que nos sitúan ante significaciones di- lación universal: la historia de la salvación camina hacia el Pa-
vinas. La simbólica «económica» contenida en las expresiones dre mediante la obra liberadora del Hijo y en la fuerza trasfor-
Padre, Hijo y Espíritu Santo nos permiten penetrar en la reali- madora y unificadora del Espíritu Santo. ¡Es el sacramentum
dad de Dios tal como es desde toda la eternidad, precisamente fidei!4
como triunidad. Llegamos a la Trinidad por las acciones de las
divinas personas: el Padre que envía al Hijo como referencia
última de toda la historia; el Hijo que habla y actúa en nombre 4. La simbólica arquetípica
del Padre en favor de los hombres, particularmente de los po-
bres y pecadores; el Espíritu que nos lleva a acoger al Hijo y La presencia de los tres es más que una cuestión de nú-
nos incita a adorar al Padre. mero. El tres, como ha señalado especialmente C. G. Jung 5 ,
es un arquetipo umversalmente aceptado. Expresa la totalidad;
Este lenguaje «económico» impregna la producción teoló- psicológicamente, es el símbolo de la individualización de la
gica de los santos padres. Así por ejemplo, san Ignacio de An- persona humana en la medida en que el inconsciente y el cons-
tioquía (t 104) escribe a los efesios: «Sois piedras del templo del ciente se vinculan de forma creadora y armoniosa. El número
Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levan- tres aparece bajo mil formas en los sueños, en las representa-
tadas a las alturas por la palanca de Jesucristo, palanca que es ciones artísticas, en las formulaciones conceptuales. Este sím-
la cruz, sirviéndoos del Espíritu Santo como de una cuerda» 3.
bolo atiende a las exigencias de la vida humana en busca de
Las tres personas divinas aparecen en su acción en la historia
integración, de asociación y de totalidad. Muestra, a nivel an-
de los hombres. La Trinidad no es un misterio de pura con-
tropológico y visible, la verdad religiosa de que la persona
templación; es un misterio de trasformación de la vida hu-
mana, de irrupción de nuevas formas de vida, cada vez más se- humana es imagen y semejanza de Dios trino.
mejantes a aquella vida que se concreta en los divinos tres. El estudio de las representaciones de la Trinidad revela
que, junto a ella, aparece frecuentemente un cuarto elemento
(la creación, la virgen María, la eucaristía), generalmente de
3. La simbólica de la piedad naturaleza femenina. Este hecho no destruye la naturaleza del
símbolo trinitario. Demuestra solamente la riqueza interna del
La santísima Trinidad impregna la vida cotidiana de los
cristianos que llevan una práctica cristiana explícita. Así todas 4
Para toda esta parte cf A. HAMMAN, La Trinidad en la liturgia y en la
las oraciones y actos litúrgicos y cualquier acción importante vida cristiana, en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 124-135.
C. G. JUNG, Tentativa de urna interpretagáo psicológica do dogma da
Trindade, en Obras completas XI, Petrópolis 1980, 109-202; cf P. UNTERSTE,
3
IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Ad Ephesios 9,39-40. Die Quaternitát bei C. G. Jung, Zurich 1974, 61-85.145-158.

128 129
fresco termina uniendo a las personas por abajo con los sím-
mismo. El cuarto elemento significa la apertura de la totalidad bolos manifiestos de la generación humana. Otras veces se pre-
mediante la inclusión de un elemento extraño, que participa así senta a la Trinidad apoyándose en una esfera, que simboliza la
de la integración. La integración humana (expresada por las creación. Siempre se expresa de manera concreta la verdad de
tríadas) no reposa en sí misma ni se hace solamente por la con- la fe de que la Trinidad es un misterio de comunión y de amor
jugación de todas las energías psíquicas, sino que incluye tam- que envuelve y penetra todo el universo para hacerle participar
bién a los otros, al mundo y a la historia. Algo parecido ocurre de su océano de vida.
con el misterio de la santísima Trinidad. De hecho, tal como
nosotros lo conocemos, el Dios triuno nunca está solo; se En todos estos ejemplos se expresa siempre en concreto la
comunica creando el universo y, a continuación, autoentre- verdad de fe de que la Trinidad es un misterio de comunión y
gándose en amor y comunión a los seres inteligentes. Por eso de amor, que envuelve y penetra todo el universo para hacerlo
decíamos que el misterio trinitario es siempre para nosotros, participar de su océano de vida en su expresión masculina y fe-
peregrinos, un misterio histórico-salvífico y un proceso eterno menina.
de comunión que desborda por fuera del círculo estrictamente
trinitario. Este hecho es el que se expresa por el símbolo de
cuatro: es una totalidad abierta e integradora de otros ele- 5. La simbólica antropológica
mentos. El famoso icono de Andrei Rublev (por el año 1410)
muestra maravillosamente a las tres personas divinas iguales, y A la luz de la fe trinitaria se enriquece la intuición de la fe
al mismo tiempo distintas, alrededor de una mesa sobre la cual de que la persona humana es imagen y semejanza de la divini-
está la eucaristía. El cuarto elemento es tanto la eucaristía dad (cf Gen 1,27). Si hay un símbolo real de este augusto mis-
como la misma persona que contempla el cuadro, dejándose terio, éste será la misma dinámica vital del ser humano. Se ma-
impregnar de él y participando así del proceso de divinización, nifiesta, primeramente, como una unidad vital y simultánea de
tema central de la espiritualidad y de la teología oriental. tres concreciones radicales, tal como lo intuyó san Agustín des-
arrollándolo ampliamente en su Tratado sobre la santísima Tri-
Otras veces se representa a las tres personas coronando a la nidad ''. Está, inicialmente, el sentimiento profundo de que la
virgen María, como muestra la imagen de la Trinidad en el persona humana es un misterio; cuanto más conocido, más se
santuario de la Trinidad de Goiás (Brasil central), uno de los abre al conocimiento; no hay categorías que puedan recoger
pocos del mundo en que se venera específicamente a la Trini- toda la exuberancia de una existencia concreta. Sin embargo,
dad. También es ilustrativa la grandiosa pintura del techo de la este misterio se manifiesta como comprensión de sí mismo y
capilla mayor de la Matriz de Nuestra Señora de Nazaret, en como verdad de su propio ser; no es la inteligencia que en-
Cachoeira do Campo, en Minas Gerais, o la coronación de la tiende, sino la persona que aparece como inteligente y por-
Virgen por la santísima Trinidad de la catedral basílica de San tadora de la verdad de sí misma. Este misterio no sólo se
Joáo del Rei 6 . Sumamente sugestivo es el fresco de la santí- expresa inteligiblemente, sino que además se comunica y esta-
sima Trinidad de la iglesia de Urschalling, en Prien, junto al
lago Chiemsee, en la Baja Baviera. En él, el Espíritu Santo es 7
Cf AGUSTÍN, De Trinitate, libros IX-XV Véase la obra clásica de
representado por una mujer, entre el Padre y el Hijo, los M SCHMAUS, Die psychologische Tnnitatslehre des hl Augustinus, Munster
cuales descansan sus manos en los senos de la Virgen. El 1927, y las críticas correctivas de A TURRADO, Trinidad, en Gran Enciclope-
dia Rialp, vol 22, Madrid 1975, 775-782, B DE MARGERIE, La Tnnité chré-
tienne dans l'histoire, París 1975, 397-417, A VAN DEN BERG, A SS Tnndade e
6
a existencia humana, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 33 (1971) 629-648, 36
Cf C. VIDIGAL CARVALHO, A devocáo á Santíssima Tnndade na época co- (1976) 323-346, M F SCIACCA, Tnnité et umté de l'espnt, en Augustinus Ma-
lonial, Mariana 1979, PP REDENTORISTAS, Santuario da Tnndade. Sua histo- gister I, París 1954, 521-533
ria, sita imagem, sua mensagem, Aparecida do Norte 1982.

130 131
blece una comunión de amor con el otro; no es voluntad que Ya el Antiguo Testamento veía en el matrimonio un sím-
ama, sino la persona que ama y se autoentrega. El sentimiento bolo de la relación de amor entre el pueblo elegido y su Dios.
profundo, la inteligencia y la voluntad, es decir el misterio, la El Nuevo Testamento ve en la unión amorosa de los esposos
verdad y el amor, no son solamente potencialidades del alma; un símbolo del amor de Cristo a la humanidad fiel (la Iglesia:
es la propia vida humana en su vivir como unidad dinámica, Ef 5,23). En la tradición de la Iglesia, en los grandes teólogos
siempre idéntica y al mismo tiempo diferenciada. Estas mani- griegos, como Gregorio Nacianceno, Metodio y Efrén, se
festaciones se revelan como figurativas de una realidad mayor, usaba con frecuencia esta analogía. Efectivamente, lo que en
de la que provienen y de la que son imagen: el Dios trino, el ella cuenta son los tres términos que están siempre en relación,
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por analogía con la existen- dentro de la diversidad: el padre, la madre, el hijo (Adán-Eva-
cia humana (creada ya a imagen de la Trinidad) podemos de- Set). Los tres juntos forman una sola realidad, que es la fami-
cir: el misterio abismal, en cuanto misterio, sin origen y del lia. El padre y la madre se aman, se conocen y reconocen. El
que todo procede, fuente y referencia última de todo, repre- hijo es el testimonio de la realidad de este amor ante los pa-
senta la persona del Padre. Este mismo misterio, en cuanto dres, y todos ellos ante los otros. Analógicamente, tienen lugar
que se comunica y se muestra como verdad, simboliza al Hijo. en la Trinidad relaciones de conocimiento y de amor. El Espí-
Finalmente este misterio, en cuanto que se da en amor y lo ritu Santo es prueba de que el Padre y el Hijo se aman; él pro-
unifica todo por el Hijo con el Padre, significa al Espíritu clama y atestigua este amor. El es el condilectus (co-amado).
Santo. Los tres juntos forman la familia de Dios, en donde todo cir-
No estamos ante tres misterios, sino ante un único misterio cula y todo se ve envuelto en un mismo círculo de vida, a se-
abierto y vivo, en un eterno proceso de estar-en-sí, salir de sí y mejanza de la familia humana. Esta analogía tiene una pode-
volver a sí, envolviendo a la creación, particularmente a los rosa fuerza de evocación, ya que se apoya en la experiencia
seres humanos. humana más natural, elevada a sacramento por la fe cristiana:
Cuanto más vive una persona la radicalidad de su propia la vida matrimonial. No se trata de introducir en la analogía
vida, en la pureza y la entereza de sus concreciones, más se las diferencias sexuales; sólo se consideran las diferencias per-
convierte en revelador potencial de la Trinidad en la historia, sonales, que constituyen la unidad plural de la misma y única
más se hace camino de acceso al misterio último que habita su familia.
propia profundidad existencial: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
7. La simbólica eclesial

6. La simbólica familiar Tertuliano acuñó una expresión famosa, cuyo sentido no ha


profundizado aún suficientemente nuestra teología: «Donde
La simbólica antropológica acentúa preferentemente las re- están el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, allí también se
laciones z'níra-subjetivas (la vida humana como expresión de la encuentra la Iglesia, que es el cuerpo de los tres» 9 . ¿Dónde
Trinidad), subrayando de modo especial la unidad del Dios aparece hoy con mayor visibilidad el misterio trinitario? En
trino. La simbólica familiar tiene la ventaja de destacar las re- aquella comunidad de fe, esperanza y amor que procura vivir
laciones i'níer-subjetivas, y acentuar así el carácter tripersonal conscientemente el ideal de unidad propuesto por Jesús a sus
de Dios 8 . discípulos: «Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí
8
Para esta imagen véase el estudio detallado de B. DE MARGERIE, La Tri-
nité, o.c, 368-390. 9
TERTULIANO, De baptismo VI, 1.

132 133
y yo en ti, para que ellos estén en nosotros» (Jn 17,21). La cias de base: la económica, la política y la simbólica. Por la
unidad de la Iglesia no reside en una uniformización burocrá- instancia económica los hombres garantizan la producción y la
tica, sino en una perijóresis entre todos los fieles, al servicio reproducción de la vida mediante el acceso organizado a los
unos de otros (misión) 10 . Esta unidad se construye sobre tres bienes de la tierra; esta instancia es fundamental porque con-
ejes principales: la fe, el culto y la organización con vistas a la cierne a todos indistintamente, ha de verse atendida permanen-
cohesión interna, la caridad y la misión. Estos tres momentos temente y permite todas las demás manifestaciones de la vida.
son concretizaciones de la propia comunidad que se reúne para Por la instancia política, los hombres organizan las relaciones
proclamar y profundizar la fe, para celebrar la presencia de los sociales, los regímenes de convivencia y la distribución del tra-
magnalia Dei en la historia de ayer y de hoy, organizada con bajo con vistas al bien común; nadie vive fuera del haz de las
vistas a la construcción armónica del mismo cuerpo, en razón relaciones sociales, y cada uno ocupa un lugar determinado en
del servicio a los demás, particularmente de los pobres y de la el conjunto humano. La instancia simbólica (ideas, filosofías,
misión. No son tres partes de la Iglesia, sino la misma y única religiones, etc.) responde al sentido que los seres humanos
Iglesia, que se desdobla en estos tres momentos de su realiza- confieren a su trabajo, a su convivencia social, a la vida, a los
ción histórica. Esta unidad no se restringe solamente a la pers- fracasos, a la historia y a la muerte. Ninguna organización
pectiva religiosa, sino que se traduce en un proyecto de comu- humana prescinde de estos tres ejes fundacionales: todos nece-
nión de bienes y de vida, tal como lo vivió la comunidad primi- sitan garantizar la vida, relacionarse comunitaria y socialmente,
tiva de los Hechos de los Apóstoles (cf He 2,44-45; 4,34-36). conferir valor a sus prácticas y sentido a su esperanza. Estas
En la medida en que la comunidad realiza esta interpenetra- tres instancias se interpenetran siempre entre sí, cohabitan y se
ción, se convierte efectivamente en una figura y una analogía implican mutuamente. No se trata de tres partes separables (a
de la Trinidad, haciéndola casi palpable a los ojos de los hom- modo de una falsa comprensión liberal-burguesa), sino de tres
bres. La Iglesia se convierte, en el seguimiento evangélico, en historificaciones de la misma y única sociedad, de tal manera
el templo del Dios tri-uno. La unidad trinitaria, que es siempre que en lo económico se da también siempre lo político y lo
unidad de los divinos tres, se refleja en la unidad de los mu- simbólico, en lo político se da lo económico y lo simbólico y en
chos que forman una sola comunidad (cf UR 2). Este simbo- lo simbólico se da lo político y lo económico. Hay una verda-
lismo, como todos los demás, sólo se constituye progresiva- dera perijóresis entre estas tres instancias. Por otra parte, es
mente en la comunidad que se va renovando siempre de nuevo algo que ya hemos visto anteriormente. Hay diversas formas
y supera sus estrecheces institucionales. Ella es «el cuerpo de de concretarse históricamente estas tres instancias, favorecién-
los tres», no simplemente por el hecho de existir como Iglesia dose en unas más la participación y la fraternidad, y en otras
y llamarse de este modo, sino en el esfuerzo continuo por ha- más bien la segregación y los conflictos. En la medida en que
cerse comunidad de fe, de celebración y de servicio. una sociedad consigue formas históricas de interacción en que
los seres humanos ven promovida y desarrollada su vida perso-
nal, social y utópica, más se convierte en espejo de la Trini-
8. La simbólica social dad, que es la convivencia de la diversidad en la comunión y
unidad de una misma vida y misterio. Ya hemos considerado
Toda sociedad humana se construye, se estructura y per- largamente este punto: la realidad-fuente en la Trinidad reside
dura históricamente por la interacción dialéctica de tres instan- precisamente en la interpenetración y coexistencia armónica de
los tres divinos, que así encuentran en la sociedad un reflejo,
10
Cf Y. CONGAR, La Trinité de Dieu et l'Église, en «La Vie Spirituelle» aunque pálido, gracias a la dialectización de las tres instancias
604 (1974) 687-703; B. FORTE, La Chiesa, icona della Trinitá, Brescia 1984, que sostienen toda la realidad social.
27-59.
135
134
9. La simbólica material 11. Conclusión: el carácter insustituible, pero limitado,
de los símbolos
Ya en las más antiguas reflexiones trinitarias se echó mano, Después de estas breves reflexiones sobre la simbólica trini-
a efectos pedagógicos, de analogías sacadas del orden de la taria, conviene subrayar la importancia y los límites de este
creación material. Así se decía que tenemos el sol, el rayo y la tipo de comprensión y de interiorización del misterio de la fe.
luz, que constituyen una única realidad; o también el fuego, la Ya los grandes teólogos, como san Juan Damasceno y santo
luz y el calor; las tres velas que se encuentran por arriba en Tomás 12, lo vieron con claridad: es una necedad, y hasta una
una sola llama; el trébol que siendo una sola hoja presenta tres impiedad, querer representar lo divino, ya que Dios es incor-
puntas distintas... Otros apelan a las tres energías fundamen- poral y no podrá ser nunca representado por figuras corpo-
tales del mundo físico: la energía gravitatoria, la electromagné- rales. Sin embargo, la creación entera, el ser humano y el he-
tica y la atómica, que constituyen la única e idéntica realidad cho de la encarnación del hijo de Dios nos abren la posibilidad
de la energía n . La fuerza de evocación de estas imágenes es de vislumbrar las imágenes de lo divino reflejadas en la histo-
muy reducida, debido a su carácter formal y a su escasa rela- ria. En estas imágenes, como enseñó el concilio IV de Letrán
ción con los procesos de vida y de sentido. Esta simbólica ma- (1215), la desemejanza entre el creador y la criatura es mayor
terial puede representar unas doctrinas, pero no el encuentro que la semejanza (DS 806). Por eso, toda imaginación hu-
con el Dios vivo. mana, sea cual fuere la fuente de la experiencia humana de
donde haya sido sacada, se muestra limitada. A nivel de la
comprensión intelectual, no ilumina nunca las tinieblas lumi-
10. La simbólica formal nosas del misterio trinitario 13 .
No obstante, indicábamos al principio, existe el campo de
Finalmente, la pedagogía cristiana buscó símbolos mera- la significación humana, que se expresa mejor por imágenes
mente formales, sacados de la matemática, como el triángulo que por categorías conceptuales. Estas no atienden suficiente-
equilátero: tiene una única superficie y tres lados absoluta- mente a las exigencias del espíritu humano que, en su pasión
mente iguales; otras veces este símbolo formal se vio enrique- infinita, anhela una expresión de la totalidad. Esta totalidad
cido con un nimbo para recordar la unidad de naturaleza así sólo puede expresarse por símbolos que brotan de las profundi-
como la distinción y la igualdad de las personas, como puede dades del inconsciente personal y colectivo. Ningún concepto,
verse en el siguiente dibujo: ni siquiera el más sistemático, puede sustituir a los símbolos de
la totalidad, especialmente en su carácter de significación exis-
tencial, de valor incondicional y de unificación de los sentidos en
un sentido último. En este contexto es donde adquieren un valor
insustituible los símbolos trinitarios, tal como los desarrollamos
anteriormente. Por ellos la fe se concreta, el propio ser humano
se siente participante de la Trinidad y la Trinidad se hace pre-
sente en la vida diaria. Se da aquí una verdadera perijóresis, cuyo
prototipo es la perijóresis de las propias personas divinas.
12
JUAN DAMASCENO, De fide orthodoxa IV, 16: PG 44,1172; TOMÁS DE
AOUINO, S.Th. III, 25-3, ad 1.
11 13
Cf C. KALIBA, Die Welt ais Glüchnis des dreieinigen Gottes, Salzburg Véanse las críticas de K. Barth a la doctrina de los vestigios de la Trini-
1952, 165-199. dad, en Kirchliche Dogmatik 1/1, 352-367.

136 137
CAPÍTULO 6 temas y en la producción de ideologías totalitarias, mante-
LA DOCTRINA TRINITARIA EN UNA nemos profundas reservas frente a ella. Desconfiamos de sus
SITUACIÓN CULTURAL EN CAMBIO vuelos, de sus deducciones, de su capacidad para discernir la
verdad del error. Finalmente, accedemos a la realidad y a la
verdad no solamente por el logos sino principalmente por el
pathos, no sólo por la razón sino también por el corazón, tal
como por otra parte supieron y vivieron siempre todas las reli-
giones. Debido a todo esto, la doctrina clásica de la Trinidad
—que suponía confianza en la razón y entusiasmo por su «per-
formance»— ha perdido para nuestras generaciones (aunque
no para todas las personas) gran parte de su fuerza persuasiva.
Importa rehacer la experiencia de la fe en el Dios cristiano
1. Cambios que afectan a la doctrina trinitaria Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al hablar de la Trinidad necesi-
tamos ver, en la fe, el fenómeno divino expresado en nuestro
La teología trinitaria clásica adolece de un gran formalismo, hablar. En otras palabras, se hace urgente encontrar un puente
como se ha podido comprobar en los capítulos anteriores. Sólo fiable entre la economía y la teología. Me explico: la reflexión
a los iniciados en la gramática y la sintaxis trinitaria les es dado sobre las personas en sí mismas, en su proceso eterno (teolo-
saborear las profundidades del misterio. La gran mayoría de gía), tiene que guardar una estrecha relación con las manifesta-
los fieles, de los mismos sacerdotes y obispos, se distancia con ciones de las mismas dentro de nuestra historia salvífica en la
sospechas de los vuelos demasiado altos de la razón teológica. gesta del Hijo encarnado en Jesucristo y en la acción del Espí-
La impresión (que no deja de tener su peso en la práctica de la ritu Santo pneumatizado en María y actuando siempre en los
fe) producida por las disquisiciones de la teología es que la Tri- procesos históricos (economía).
nidad se presenta más como un mysterium logicum que como Al reiterar el misterio del Dios trino no podemos prescindir
un mysterium salutis. de las aportaciones de nuestra cultura moderna, que afectan
El sentido de la fe nos garantiza, a pesar de todo, que el directamente a la comprensión trinitaria. Los dos últimos siglos
misterio trinitario debe ser el misterio más fontal, más pró- han conocido la irrupción de la subjetividad; se ha valorado
ximo, más iluminador del sentido de la vida que puede imagi- enormemente la conciencia y se aprecia en grado sumo a la
narse. Tiene que haber una forma de presentarlo que no es- persona humana; se ha puesto a la historia como una categoría
conda esta riqueza, sino que la comunique adecuadamente. básica para entender la vida, la sociedad y la libertad. Han sur-
Persiste la sospecha (sin que haya razones suficientes para gido las ciencias del hombre, de la sociedad, de la historia. La
demostrar lo contrario) de que la complicación conceptual y categoría persona, tan decisiva para la doctrina trinitaria, ha
terminológica se debe menos al misterio mismo que a nuestra conocido profundizaciones que eran imposibles en los siglos
herencia cultural y a nuestra forma de pensar, que destaca la anteriores. ¿Cómo no aprovechar estas aportaciones en nuestro
claridad de los conceptos y de las formas más que la inserción acceso al misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?
existencial.
Vislumbramos con creciente claridad que Dios y el mundo
Además, nuestra época se caracteriza por la crisis de la ra- no son realidades que se opongan simplemente como inmanen-
zón. Desde que la razón instrumental-analítica mostró su poder cia y trascendencia, como tiempo y eternidad, como criatura y
destructor en las guerras, en la quiebra de casi todos los ecosis- creador. Una visión estática del ser favorecía este tipo de me-

138 139
En todas estas tendencias está presente y queda asegurado
tafísica de la representación. Sin embargo, si introducimos las un punto decisivo: en la reflexión trinitaria hay que partir
categorías de historia, de proceso, de libertad, etc., aparece el siempre de la Trinidad económica, es decir, de la revelación
dinamismo, el juego de las relaciones, la dialéctica de la inclu- del misterio tal como nos lo presentan las Escrituras cristianas.
sión mutua. Surge el mundo, no ya como mera exterioridad de
La Trinidad no ha sido revelada como «doctrina», sino
Dios, sino como receptáculo de su autocomunicación. El
como historia del Hijo encarnado en Jesús y como gesta vivifi-
mundo empieza a pertenecer a la historia de Dios trino.
cadora del Espíritu Santo en María, en la Iglesia y en la huma-
Esta verdad se confirma con la encarnación y la pneumatifi- nidad, teniendo siempre como telón de fondo y como última
cación. Algo de la creación y de la historia empieza a pertene- referencia el misterio del Padre. La revelación tiene lugar en
cer definitivamente a la segunda persona y, respectivamente, a una narración más que en una reflexión formal, aunque no
la tercera persona de la santísima Trinidad. ¿Qué consecuen- falte tampoco ésta en el evangelio de san Juan. Los estudios
cias tiene para nuestra comprensión de la Trinidad el hecho de patrísticos y litúrgicos han puesto de relieve que fue siempre
que el ser humano haya quedado inserto irreversiblemente, por éste el punto de arranque de la gran reflexión trinitaria de la
Jesús y por María, en el misterio trinitario? La reflexión trini- Iglesia.
taria ha pensado muy poco sobre este acontecimiento de infi-
A partir de la Trinidad económica, teniendo siempre ante
nita dicha para nosotros. Con esto se señala que el mundo y
la vista los datos normativos de la revelación histórico-salvífica,
Dios tienen que ser concebidos en una especie de perijóresis,
la teología puede elevarse a una especulación que intenta vis-
y no simplemente a través de categorías de oposición y de
lumbrar la Trinidad inmanente, cómo son en sí las personas di-
distinción.
vinas y cómo se relacionan mutuamente.
Estos hechos nos convencen de la urgencia de replantear la
Aquí se esbozan varias actitudes teóricas: en la primera
doctrina trinitaria, poniendo bajo una luz más meridiana el
—doxológica— el teólogo queda satisfecho con lo que expre-
misterio de la Trinidad. Las doctrinas deben apuntar hacia la
san el Nuevo Testamento y la tradición litúrgica. Recelando de
realidad de Dios trino y, en la medida de lo posible, traspor-
la especulación desligada de la historia de la salvación, renun-
tarnos al corazón del misterio.
cia a ir más allá de lo que dicen los datos normativos. Termina
en la doxología, en la alabanza y en la celebración litúrgica de
las tres divinas personas: per Filium in Spiritu Sancto ad Pa-
2. Caminos de acceso a la Trinidad santa trón o a Patre per Filium in Spiritu Sancto. Aquí prácticamente
no hay teología, sino exégesis y piedad.
Queremos presentar algunas tendencias de la reflexión sis-
temática cristiana que tienen en cuenta los desafíos proce- En la segunda actitud —historicista— el teólogo se atiene
dentes del cuadro cultural en cambio. Se trata solamente de estrictamente a la revelación histórica de la Trinidad. La histo-
identificar algunos rumbos, sin entrar en los detalles de cada ria se presenta para él como un proceso del propio Dios. El
posición en los autores y en sus obras; otros se han encargado Dios uno y único, según algunos teólogos, se hace Trinidad en
ya de hacer esto último con más competencia que nosotros 1.
míe chrétienne dans l'hisloire, París 1975, 335-420, C WbLCH, The Trinity in
contemporary Theology, London 1953, W BREUNING, Trmltatslehre, en Bilanz
1
Véase alguna bibliografía orientadora en C FOLCH GOMES, A doutnna da der Theologie 3, Freiburg 1970, 21-36, U RUH, Das unterscheidend Christliche
Tnndade eterna, Rio de Janeiro 1979, 15-162 310-352; B GROM-J R. G U E in der Gottesfrage Zu neuren Entwicklungen in der Tnnitatstheologie, en
RRERO, El anuncio del Dios cristiano, Secretariado Trinitario, Salamanca 1979 «Herderkorrespondenz» 36 (1982) 187-192, VARIOS, Trinidad y vida cristiana,
34-57, J. M ALONSO, La reflexión teológica trinitaria hoy, en La Trinidad hoy', Secretariado Trinitario, Salamanca 1979 i
Secretariado Trinitario, Salamanca 19842, 165-202, B DE MARGERIE, La Tri-
141
140
el proceso de penetración en su creación. Así se inaugura en la pneumatificación concretan la unidad de la Trinidad inmanente
historia una «trinificación del Dios uno debido a su libre de- con la Trinidad económica, y viceversa.
cisión de autocomunicarse a la criatura, como ocurrió en A partir de esta fundamentación, la teología puede hacer lo
Jesús» 2 . En esta concepción, la Trinidad no sería eterna, sino que se espera de ella: reflexionar sobre el Dios trino, no sólo
que ella misma revelaría una historia procesual del mismo en su relación con la historia, sino en sí mismo, como misterio
Dios. Llamamos historicista a esta actitud porque absolutiza escondido que se revela y que sigue siendo misterio en la reve-
de tal forma la historia que proyecta realidades nuevas en el lación. De ahí resulta una elaboración sistemática de la verdad
propio misterio de Dios. Esta actitud parece romper con la tra- trinitaria revelada.
dición de la fe.
Dentro de la elaboración sistemática cristiana (católica y
En la tercera actitud —la dialéctica— el teólogo asume ra- protestante), en el trasfondo común de la Trinidad económica
dicalmente lo que significa la presencia de la Trinidad en la como punto de partida se distinguen varias tendencias. Enume-
historia y la historia en la Trinidad. Se trata de un misterio de raremos sólo las más destacadas.
salvación, comunicado no para nuestra curiosidad, sino para
nuestra divinización. 2.1. Prolongando y ahondando en la tradición
Dios se revela tal como es; si se reveló como Padre, Hijo y Hay un significativo número de teólogos 4 que asumen la
Espíritu Santo, es señal de que en sí mismo es Padre, Hijo y aportación moderna sobre la noción de persona e intentan pro-
Espíritu Santo. Entonces podemos formular el axioma bá- longar y enriquecer la comprensión clásica (persona como
sico de la reflexión trinitaria: «La Trinidad económica es la subsistens distinctum). La comprensión actual explora unas
Trinidad inmanente y la Trinidad inmanente es la Trinidad intuiciones que se encuentran germinalmente en los padres ca-
económica» 3 . padocios, en santo Tomás, en san Buenaventura y en Duns Es-
coto 5 . Para los modernos, la persona significa fundamental-
En la encarnación y pneumatificación tiene lugar esta iden- mente un ser-de-relación. La persona es un sujeto que existe
tificación. En la historia tiene lugar una autocomunicación del como centro de autonomía, dotado de conciencia y de libertad.
Hijo y del Espíritu Santo que no es simplemente fruto de la Para evitar el triteísmo, se acentúa la relación, la apertura total
causalidad eficiente de Dios uno, sino un acto propio de cada de una persona a otra; por el hecho de tratarse de una realidad
una de estas personas. La encarnación es la autocomunicación espiritual, la persona es esencialmente conciencia, no mera-
personal del Hijo, de tal modo que él está realmente, sin fi- mente en sentido psicológico como un centro de toda la activi-
guras ni metáforas, presente como Hijo en la santa humanidad dad psíquica, sino en sentido ontológico como presencia per-
de Jesucristo. De manera semejante podríamos hablar del Es- manente del espíritu a sí mismo. Se trata, por tanto, de una
píritu Santo en relación con María (en consonancia con nuestro presencia del sujeto al sujeto, y no sólo de una presencia del
teologúmeno). El Hijo y el Espíritu Santo son atestiguados objeto al sujeto. En la terminología clásica diríamos: la con-
como enviados por el Padre, que se hace presente y actuante ciencia trinitaria es un acto esencial; por ser un acto esencial,
en ellos, cada vez de un modo peculiar. Así la encarnación y la
Citamos sólo algunos de los nombres más conocidos en la teología trinita-
2 ria, como C Folch Gomes, R Guardim, M Schmaus, B Lonergan, F Bou-
P SCHONENBERO, Trimtat-der vollendete Bund Thesen zur Lehre von rassa, H Muhlen, G Lafont, G Ebeling, E Brunner y otros.
dreipersonhchen Gott, en «Onentierung» 37 (1973) 115-117 5
Véanse los eruditos estudios de F BOURASSA, Personne et conscience en
K RAHNER, El Dios trino como principio y fundamento trascendente de théologie trinitaire, en «Gregonanum» 55 (1974) 471-493, I D , Sur la Trinité
la historia de la salvación, en Mystenum Salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, Dogme et théologie, en «Science et Espnt» 24 (1972) 257-284, ID, Questions de
269-335 théologie trimtaire, Roma 1970

142 143
Hijo). Por otro lado, también él se relaciona en verdad y amor
es participado por cada una de las personas, y se presenta en-
con el Padre y el Hijo. En esta relación surge su personalidad.
tonces como un acto nocional. Existe así una conciencia y tres
En la perijóresis Padre-Hijo, uno está en el otro; en la perijó-
sujetos conscientes.
resis del Espíritu Santo, la persona del Espíritu Santo está en
En la formulación rigurosa que le ha dado B. Lonergan, las otras dos personas, en la del Padre y del Hijo, simultánea-
podemos decir entonces que «el Padre, el Hijo y el Espíritu mente.
Santo son, por medio de una conciencia real, tres sujetos cons-
En la formulación de H. Mühlen, que elaboró esta perspec-
cientes tanto de sí como de cada uno de los otros, y tanto de
tiva, podemos decir: «El Espíritu Santo es como persona una
su acto nocional como de su acto esencial» 6 . El Padre, el Hijo
persona en dos personas» 8 . De esta forma aparece la peculia-
y el Espíritu Santo son tres sujetos inteligentes y libres, pero
ridad del Espíritu Santo, que quedaba sin solución clara en la
tienen la misma inteligencia y la misma voluntad, a semejanza
reflexión clásica.
de un triángulo que tiene tres ángulos pero una misma y única
superficie 7 . Cada persona se afirma como un yo, no para ce- Esta reflexión trinitaria sitúa bajo su debida luz la verdad
rrarse sobre sí misma, sino para poder darse a las otras dos. de fe de que las personas humanas son creadas a imagen y se-
Surge así una verdadera perijóresis psicológica. mejanza de la Trinidad. El juego de amor, de vida y de rela-
ciones intersubjetivas en el seno de la santísima Trinidad se re-
Esta perijóresis de las subjetividades puede expresarse tam-
fleja en las relaciones humanas y sociales, haciendo urgente la
bién de otra manera, según el modelo de una analítica ontoló-
trasformación de la presente situación de decadencia para que
gica fundamental de las relaciones yo-tú-nosotros. En la exis-
sea cada vez más un reflejo de la realidad que es fundamento
tencia personal sorprendemos dos modos de relación con ca-
de toda comunión.
racterísticas propias. El primero está constituido por la relación
yo-tú, de la que resulta el diálogo. El segundo establece la re-
2.2. Alternativas al concepto de persona
lación de comunión (relación común) entre el yo-tú y origina el
nosotros. Los pronombres personales yo-tú-nosotros designan Hay otros teólogos 9 que han visto el carácter de despiste
al individuo, no como encerrado en sí mismo, sino en cuanto que encierra el concepto moderno de persona aplicado a la
abierto al otro, como su vis-a-vis o interlocutor (cf Gen 2,18). Trinidad. Si entendemos persona como subjetividad, como
El Padre puede designarse como el yo intratrinitario que sus- centro espiritual de acción y como libertad, y la aplicamos sim-
cita el tú intratrinitario, que es el Hijo. El Hijo no es sola- plemente a la Trinidad, caemos, según ellos, en un triteísmo
mente la palabra del Padre, sino que se constituye además vulgar. En la Trinidad no se encuentra triplicada la conciencia,
como la palabra al Padre. Entonces, entre el yo y el tú se esta- aunque cada persona sea consciente; pero no lo es en razón de
blece un diálogo de conocimiento y de amor, de mutua pro- tres subjetividades, sino en razón de una única conciencia, que
puesta y de respuesta mutua. es consubstancial a los tres divinos. La conciencia y la libertad
no son características distintivas, sino comunes a las tres per-
El Espíritu Santo, que procede por una espiración activa
sonas.
del Padre y del Hijo, puede ser considerado como el nosotros
del Padre y del Hijo. Es «nuestro Espíritu» (del Padre y del Cuando la teología clásica habla de persona, no la entiende

6
B. LONERGAN, Divinarían Personarum conceptio analógica, Roma 1956, H. MUHLEN, Der Heilige Geist ais Person. In der Trinitát, bei der Inkar-
165; una buena presentación de la concepción trinitaria de B. Lonergan puede nation und im Gnadenbund: Ich-Du-Wir, Münster 1963, 164; ID, El Espíritu
encontrarse en C. FOLCH GOMES, O.C, 72-95. Santo en la Iglesia, Salamanca 1974.
9
7
Cf R. GARRIGOU-LAGRANGE, Le clair-obscur de la Sainte Trinité, en «Re- Pensamos especialmente en K. RAHNER, O.C, 298-299, y en K. BARTH,
vue Thomiste» 45 (1939) 659. Kirchliche Dogmatik 1/1, 165s, Zürich 1964.

144 145
como los modernos. Si en cada ocasión no se lo explicamos al ción indistinta en sí misma, sino como una diferencia verdade-
pueblo, corremos el peligro de que ésta entienda el misterio de ramente real.
forma herética. Para expresar esta triple autocomunicación del único miste-
Debido a estas dificultades, Barth, por ejemplo, propone rio divino, Rahner aconseja que no se abandone la terminolo-
que se eche mano de un concepto también antiguo, que surgió gía clásica que emplea el término «persona». Se trata de un
en tiempos de las discusiones trinitarias en la Iglesia de los si- término consagrado que conviene mantener. Pero le corres-
glos IV y V: el modo de existencia o manera de ser. Estas expre- ponde al teólogo explicarlo de tal forma que su sentido dogmá-
siones traducen el concepto griego tropos hypárxeos o el latino tico quede inmune de los riesgos latentes en el sentido mo-
modus entitativus 10. El modo de ser no es un nuevo ser. De derno de persona. Rahner, siguiendo a Barth, pero con una
esta forma Barth mantiene la unidad en Dios posibilitando pequeña precisión, entiende persona como forma distinta de
también una diversidad. Las personas significan entonces para subsistencia 12. Rahner encuentra ventajoso expresar de este
Barth «tres modos de existencia» u del mismo y único sujeto modo lo que es tres en Dios, ya que así se expresa bien la uni-
absoluto y eterno. dad divina. «Tres personas» no expresa de suyo nada respecto
Sugiere, sin embargo, que se mantenga el concepto de per- a la unidad de estas personas, teniendo que agregar a la uni-
sona para calificar a Dios y superar así una representación im- dad las «tres personas».
personal y substancialista; Dios es el sujeto absoluto, el espí- Si con esta alternativa a «persona» Rahner gana en claridad
ritu infinito, y por eso un centro de conciencia, de amor y de teológica (al disipar la falsa imagen triteísta), pierde en clari-
libertad, una persona divina. dad espiritual. Nadie adora a un «modo distinto de subsisten-
Rahner ofrece una reflexión genial sobre la Trinidad, bus- cia», sino que adora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
cando intencionalmente acercarla a la experiencia cristiana, ya «Modo distinto de subsistencia» o —en la versión de Barth—
que este misterio acontece en nosotros incluso antes de que se «modo distinto de existencia» son expresiones que «se encuen-
formule la doctrina sobre él. La intuición básica de Rahner tran en un plano subpersonal, un tanto cosístico, sin que digan
consiste en presentar a Dios como un misterio absoluto que se nada a la vida cristiana concreta, que se sitúa en un plano per-
autocomunica. Esta autocomunicación tiene un triple aspecto: sonal, y sobre todo dejando en la sombra el carácter relativo
la autocomunicación como realidad comunicada, que sigue de las personas divinas» 13.
siendo soberana, incomprensible, como un principio sin princi- Esta crítica fundamental nos permite discernir un valor más
pio, se llama Padre; la autocomunicación como realidad que se elevado en las reflexiones que profundizan en el concepto tra-
expresa, que está presente, que es verdad, se llama Hijo; la dicional de persona que en las que buscan una alternativa para
autocomunicación como realidad que acoge la autocomunica- las mismas.
ción en el amor se llama Espíritu Santo. Este triple aspecto de
la autocomunicación no debe concebirse, advierte Rahner, 2.3. Un nuevo punto de partida: la perspectiva comunitaria
como un desdoblamiento puramente verbal de una comunica- v social de la Trinidad
Las sistematizaciones trinitarias clásicas y recientes que aca-
10
K. BARTH, Kirchliche Dogmatik 1/1, 379. Esta expresión fue utilizada bamos de señalar tienen un límite interno sensible. Se orientan
por san Basilio y otros padres; el mismo santo Tomás caracteriza a la persona
como un modus existendi (De Pot. 9-4c). Para los textos patrísticos de esta ex-
presión cf J. L. PRESTIGE, Dios en el pensamiento de los padres, Salamanca 12
K. RAHNER, O.C, 328-330.
1977, 245-264, especialmente 248s. 13
M. DE FRANCA MIRANDA, O misterio de Deus em nossa vida. A doutrina
11
K. BARTH, Kirchliche Dogmatik 1/1, 379s; cf C. WELCH, O.C, 190S. trinitaria de K. Rahner, Sao Paulo 1975, 178.

146 147
o bien por la categoría de substancia (naturaleza, esencia) o logo belga Taymans d'Eypernon y por J. Moltmann. Taymans
bien por la de persona (sujeto, subsistente); la tónica hegemó- subraya el hecho de que la sociedad resulta de la unidad de
nica del pensamiento o es metafísica o personalista. Aquí y allá una multiplicidad de personas y de acciones. La interacción de
se alude a lo social y a lo histórico. Sin embargo, la sociedad, todos produce la justicia y la felicidad social. Sirve de analogía
la comunidad y la gran historia (la del cosmos y de la humani- al ser único de Dios, cuyas personas divinas actuando en co-
dad) no significan un punto de partida y un objeto de tema- mún y en su propia acción engendran la comunión eterna y la
tización; cuando entran, entran por vía de consecuencia de igualdad infinita. Además de esto, la Trinidad sirve de modelo
las reflexiones hechas sobre la persona, el sujeto libre, reali- para la sociedad integrada 1? . En Dios, cada persona actúa de
dades que encuentran en la Trinidad su forma suprema de forma consonante con su peculiaridad, pero con una actividad
concreción. que es común a los divinos tres. En el juego trinitario de la
La renovación de la teología trinitaria se está realizando a perfecta perijóresis se vislumbra la coexistencia entre lo perso-
partir de una reflexión, incipiente todavía, pero muy seria, so- nal y lo social, entre la felicidad de cada uno y el bienestar de
bre las relaciones comunitarias y sociales que envuelven a todos. Estas cuestiones están en la base de toda vida comunita-
todos los hombres y mujeres entre sí, y también a las personas ria y social, y se pueden iluminar y animar por la comunión tri-
nitaria.
divinas.
La sociedad no es el resultado de la suma de sus indivi- J. Moltmann ha elaborado una reflexión original y estimu-
duos, sino que constituye un ser propio, urdido por el entra- lante sobre la base de una visión comunitaria de la Trinidad 18.
mado de las relaciones entre personas, funciones e institu- La afirmación fundamental de la fe cristiana, salvaguardando
ciones, constituyendo la comunidad social y política. De la así la imagen específicamente cristiana de Dios, reside en la
cooperación y colaboración de todos se deriva el bien común. adhesión a las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo en
Se verifica una unidad del proceso social dentro de una plurali- permanente y eterna reciprocidad, que se abre a toda la crea-
dad de mediaciones, instrumentos sociales y políticos y mani- ción. Dios es comunidad de personas, y no simplemente el
festaciones de la vida comunitaria. uno; su unidad existe en la forma de comunión (común-unión)
de los divinos tres entre sí y con la historia. Hay una historia
La sociedad humana representa un indicador en dirección trinitaria. Las misiones del Hijo y del Espíritu introducen a la
al misterio trinitario; el misterio trinitario, tal como lo cono- creación en el proceso trinitario. La Trinidad se constituye así
cemos por la revelación, significa un indicador para la vida en un misterio abierto. La unidad, fruto de la comunión, in-
social y un arquetipo para la misma 14 . La sociedad humana cluye a la humanidad y a la creación; entonces escatológica-
encierra un vestigium Trinitatis, ya que la Trinidad es la «so-
ciedad divina» 15 . Esta idea de la Trinidad como sociedad
suprema, modelo para todo tipo de sociedad que busque rela- y sin matizar de G. A. GORDON, Ultimate Conceptions of the Faith, Boston
1903, 354: «La verdadera cuestión es la de saber si Dios es un ser social o un
ciones de participación y de igualdad, fue ya recogida por ser solitario, si es un eterno egoísta o un eterno socialista. Si Dios es un eterno
M. J. Scheeben 16. Modernamente fue sistematizada por el teó- egoísta, está en contradicción con la humanidad. Si es un eterno socialista, en-
tonces está en él el principio y la esperanza».
17
Cf B. FRAIGNEU-JULIEN, Reflexión sur la signification religieuse du mys-
tére de la Sainte Trinité, en «Nouvelle Revue Théologique» 87 (1965) 673-687;
14
Es la tesis central de F. TAYMANS D'EYPERNON, Le mysíére primordial. G. SALET, Charité trinitaire et charité des chrétiens, en «Christus» 6 (1959) 362-
La Trinité dans sa vivante image, París 1946, esp. 56-62. 376; L. LOCHET, Charité fraternelle et vie trinitaire, en «Nouvelle Revue Théo-
15
B. GROM-J. R. GUERRERO, O.C, 36.99-106; cf A. GRECK, Sozialtheolo- logique» 78 (1956) 113-134.
gie, en Lexikon für Theologie und Kirche 9, 925s. Su obra clásica es: Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983;
16
M. J. SCHEEBEN, Handbuch der kathoüschen Dogmatik, Gesammelte ID, La dottrina sociale della Trinitá, en Sulla Trinitá, Napoli 1982, 15-40; ID,
Schriften TV, Freiburg 1948, art. 1038, 439. Véase esta declaración sorprendente La unidad convocante del Dios uno y trino, en «Concilium» 197 (1985) 67-77.

148 149
mente todo quedará unificado en la Trinidad. «La historia tri- que todo camina. Sin embargo, esta realidad sólo se representa
nitaria no es sino la perijóresis eterna del Padre, del Hijo y del por medio de símbolos y de imágenes, que son elaborados cul-
Espíritu Santo en su plan salvífico, es decir, en su apertura turalmente y que en nuestra historia han caído bajo el control
para la acogida y la unificación de todo lo creado. La historia del grupo dominante, constituido por varones. La imagen de
de la salvación es la historia del Dios trino eternamente vivo, Dios-padre, en su significación cultural vigente, no apunta ha-
que nos introduce en su vida eterna» 19. Aquí aparece con cla- cia algo más allá de sí misma, es decir, a la fuente original,
ridad el aspecto comunitario y social de la Trinidad: unidad y transexista, sino que tiende a identificarse con la figura empí-
diversidad se mediatizan en una comunión en Dios, fuente de rica del padre, y así corre el riesgo de trasformarse en un ídolo
su asociación con aquello que es no-Dios, pero que entra por y de legitimar la dominación de los padres y patronos sobre los
la comunión y perijóresis a participar del misterio trinitario. hijos, las mujeres y todas las categorías femeninas. No ha ha-
Esta visión impide todo totalitarismo que pretenda basarse en bido en las Iglesias y en las teologías suficiente vigilancia sobre
el monoteísmo divino, o todo paternalismo basado en el mo- la forma de utilizar los símbolos, y se ha descuidado el peligro
narquismo del Padre que los somete a todos o del que todos que encierran de discriminar lo femenino y de reforzar subrep-
dependen. El modelo de la dominación queda sustituido por el ticiamente la dominación machista y patriarcal. Sabemos que
de la participación. La Trinidad comprendida humanamente son principalmente las imágenes las que plasman las concien-
como comunión de personas fundamenta una sociedad de her- cias y crean los comportamientos sociales; el predominio de
manos y hermanas, de seres iguales, en donde el diálogo y el imágenes masculinas en el cristianismo ha impedido que las
consenso constituyen los fundamentos de la convivencia tanto mujeres pudieran expresar su experiencia religiosa a partir de
para el mundo como para la Iglesia. su propia condición femenina utilizando una simbólica ade-
cuada.
Esta visión servirá de estímulo para nuestra propia elabora-
ción posterior. El postulado que hacen ciertas corrientes de la teología fe-
minista consiste en la creación de conceptos que no puedan ser
2.4. Otro nuevo punto de partida: la teología transexista manipulados sexistamente (tanto del lado masculino como del
del Dios-padre maternal y del Dios-madre paternal lado femenino) y de imágenes que permitan captar la experien-
cia global de lo humano, que se da siempre bajo el signo del
En los últimos decenios se ha dado una profunda toma de varón y de la mujer. Así, Mary Daly 21 sugiere que compren-
conciencia del carácter sexista y patriarcal de las teologías cris- damos a Dios menos como substancia y más como proceso, a
tianas 20. Estas teologías no son universalistas, porque son pro- Dios como un verbo activo y menos como un substantivo. Dios
ducidas casi absolutamente por varones, que utilizan símbolos significaría el vivir, el eterno hacerse, incluyendo el devenir de
en su mayor parte masculinos: Dios es Padre que engendra a la creación entera que, en vez de estar sometida al ser su-
un Hijo, que se encarna y se llama Jesús, cuya obra histórica, premo, participaría como creación del vivir divino. Este Dios
la Iglesia, está dirigida y controlada casi exclusivamente por podría ser expresado por los símbolos del padre y de la madre,
varones. Evidentemente, a nivel de la comprensión estricta de o por la combinación de las propiedades de cada uno de ellos:
la teología, Dios-padre es transexual, indicándose en él sola- Dios como padre maternal y Dios como madre paternal. La
mente aquella fuente de vida de la que todo procede y hacia la misma tradición cristiana, especialmente la ortodoxa, no dejó
de aludir a estas formulaciones. El concilio de Toledo (675) se
refiere al «seno del Padre», del que es concebido y nacido el
20
J. MOLTMANN, Trinidad y reino de Dios, o.c, 174.
Cf R. RADFORD RUETHER, Religión und Sexistn, New York 1974; para
una visión de conjunto cf la obra informativa de M. HUNT-R. GIBELUNI, La 21
sfida del femminismo alia teología, Brescia 1980. M. DALY, Beyond God the Father, Boston 1973, esp. 34s.

150 151
Hijo (DS 526). Lo mismo valdría para el Hijo, que no hay que CAPÍTULO 7
entender sexistamente, sino en una perspectiva abierta, como LA COMUNIÓN TRINITARIA,
la revelación absoluta y plena de la fuente original, pudiendo BASE PARA UNA LIBERACIÓN SOCIAL
expresarse en lo masculino o en lo femenino. La humanidad E INTEGRAL
asumida en la encarnación es simultáneamente masculina y fe-
menina, aunque Jesús fuera varón y no mujer; no obstante, él
no era sólo masculino; en él se daba también la dimensión fe-
menina, asumida por la palabra o verbo eterno.
De la misma forma, el Espíritu Santo podría ser expresado
en un lenguaje transexista. Por las descripciones bíblicas, él
se aproxima a las dimensiones femeninas de la vida (en he-
breo, ruah es femenino): creación, animación, consuelo, último
amparo.
Conviene subrayar que no se trata de introducir la figura
Después de presentar la gran herencia teológica que hemos
femenina en la Trinidad (la madre en vez del padre, la hija en
recibido del pasado y de las reflexiones recientes, queremos
lugar del hijo, y destacar el carácter femenino del Espíritu
ofrecer una modesta sistematización, que intenta acoger y ela-
Santo), sino de elaborar la dimensión femenina de todo el mis-
borar los desafíos que plantea nuestra realidad marcada por la
terio trinitario y de cada persona divina 22 . En la conciencia de
opresión y por los anhelos de liberación.
la humanidad crece cada vez más la convicción de que la sim-
bólica femenina es tan digna como la masculina para significar Profundizaremos de forma esquemática en una tendencia
al Dios trino. Hemos llegado a un punto de la historia en que que hemos identificado en el pasado: pensar el misterio trinita-
se nos permite expresar a Dios en la riqueza de las dos formas rio a partir de las relaciones entre las divinas personas. La pe-
de comunión y de co-existencia, la masculina y la femenina. rijóresis, la circuminsesión, la circumincesión, la cohabitación e
Así, nuestra experiencia de Dios puede ser más completa e in- interpenetración de las tres personas divinas constituyen las pa-
tegradora. Más adelante, en nuestra elaboración, intentaremos labras que han engendrado esta comprensión.
dibujar los rasgos femeninos de la revelación de cada una de Partimos de la convicción profunda que ha imperado en
las personas divinas. todas las disputas trinitarias: tenemos que afirmar de la forma
más real posible la existencia de tres que son el único Dios: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta era la cuestión primor-
dial y protoprimaria. Solamente luego se discutía la cuestión de
la unidad de las tres personas.
Pero no basta con afirmar la existencia real de los divinos
tres. Es preciso acentuar, con la misma insistencia, la relación
que vige entre ellos; la comunión más completa y la participa-
ción más absoluta y eterna hacen que exista un único Dios. La
unión de las tres personas expresa el dinamismo infinito de co-
22
munión y de interpenetración que vige eternamente en la santí-
Cf M. C. LUCCHETTI BINGEMER, A Trindade a partir da mulher, en
«Revista Eclesiástica Brasileira» 46 (1985) 73-99. sima Trinidad.

152 153
Le corresponde a la reflexión teológica articular los argu- leza divina. Dios, en sus entrañas, se siente atraído por los
mentos de tal manera que muestren la lógica de este dina- oprimidos e injustamente empobrecidos. La ofensa que se les
mismo y la belleza de vida que brota de la comunión trinitaria. hace es una ofensa a su naturaleza y a su gloria. Es explicable
Para este objetivo necesitamos iluminar los tres conceptos- entonces la frecuencia de las tomas de posición de Dios en fa-
clave de esta comprensión: el concepto de vida, el de comu- vor de los que ven violados sus derechos: «El Señor hace justi-
nión y el de perijóresis. Los dos primeros tienen claras raíces cia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, libera a los cau-
bíblicas; el tercero es un término eminentemente teológico, tivos, da vista a los ciegos, endereza a los curvados, protege a
que pretende subrayar lo esencial que está presente en los con- los extranjeros, sustenta al huérfano y ampara a la viuda» (Sal
ceptos de vida y de comunión. 146,7-9; Prov 14,31; 17,5; 22,23; Dt 10,18; Jer 22,16).
Así pues, Dios se presenta como el Dios vivo, cariño para
los pobres, engendrador de vida y defensor de los que tienen
1. Dios es un vivir eterno su vida amenazada.
Dios es, pura y simplemente, el viviente 1. Con razón, Cuando se habla del Espíritu que actúa en la creación, que
el concepto que los hombres consideran más rico y eleva- revoluciona la historia, que potencia la vida humana, siempre
do —el de vida— se le ha atribuido a Dios. La realización nos encontramos con esta idea del Dios vivo, vivificante y vivi-
suprema de la vida humana se representa como participación ficador (Gen 1,2; Sal 104,29-30; Ez 37).
en la vida divina (cf 1 Pe 1,4). En el Nuevo Testamento aparece clara la conciencia de
Ya en el Antiguo Testamento se adora a Dios, en polémica Jesús de que él es la vida en persona (Jn 11,25; 14,6; 5,26); su
contra la idolatría (Sal 115,4-8), como el Dios-Yavé-que-vive misión consiste en traer la vida, y vida en abundancia (Jn
(Sal 18,47) y como fuente de vida (Sal 36,10). Por él todo 10,10). La resurrección lo revela como «el viviente..., aquel
viene a la vida, especialmente el ser humano (Sal 104,30; Is que tiene las llaves de la muerte y del infierno» (Ap 1,18-19).
42,5; Gen 2,7). Porque es vivo, Dios puede presentarse como El que participa de él se convierte en una nueva criatura
«Yo soy el que está ahí» (Ex 3,13-15), el que establece una (2 Cor 5,17; Rom 5,18.21; 6,22; Ef 2,5-6).
alianza con el pueblo (Ex 6,7; Dt 26,12), el que escucha el
grito del oprimido y se decide a liberarlo (Ex 3,7-10); en una 1.1. ¿Qué supone la vida?
palabra, como el Dios que construye su reino en la historia Necesitamos profundizar, analíticamente, en qué es lo que
promoviendo la vida, la justicia, el amor y la paz. supone la vida 2; renunciamos por completo a la pretensión de
Por ser la naturaleza íntima de Dios, la vida constituye la definir la vida; es simplemente un misterio de espontaneidad,
gran promesa que Dios hace a los hombres y el don supremo un proceso inagotable y multiforme de desdoblamientos a par-
que concederá a sus amigos. Todos los que se sienten ame- tir de dentro, irrumpiendo en relaciones hacia fuera. A pesar
nazados en su vida pueden contar con el apoyo de Dios de ello, necesitamos elaborar una representación mínima que
(cf 1 Sam 17,26.36; Dt 6,21; Os 2,1). La opción preferencial nos pueda orientar en la captación de los seres vivos y que nos
por los pobres encuentra su fundamento en la propia natura-
2
Cf P. TILLICH, La vida y sus ambigüedades y la búsqueda de la vida sin
1
Cf F. GUTIÉRREZ, El Dios de la vida, Lima 1982; V. ARAYA, El Dios de ambigüedades, en Teología sistemática III, Sigúeme, Salamanca 1984, 363-434;
los pobres, San José de Costa Rica 1982; sobre la dimensión bíblica véase el F. JACOB, A lógica da vida, Rio de Janeiro 1983, 95-99; 229-321; J. SCHRÓDER,
artículo Vita, en Gran Lesico del Nuovo Testamento (Kittel), III, Brescia 1976, Was ist Leben?, München 1971; P. JORDAN-K. RAHNER, Das Geheimnis des
1365-1480. Lebens, Freiburg 1968.

154 155
garantice un contenido conceptual ínfimo de lo que puede ser como entelechia (Aristóteles), es decir, como aquello que tiene
la vida eterna, la vida de Dios y el Dios de la vida. Las expe- un fin y un sentido en sí mismo. Esto es lo que se expresa por
riencias reflejas de las varias formas de vida nos sirven de base la partícula auto, que significa una fuerza de realización, de ex-
para representarnos la vida eterna. En nuestra experiencia dis- pansión y de cohesión arraigada en sí misma; por eso todo vi-
tinguimos las siguientes características del viviente: viente tiene una interioridad.
— Organismo: se presenta como la conjugación articulada — Realización: es una acción que realiza, o sea, que tras-
de múltiples partes, funciones o comportamientos, que se auto- forma en real lo que es potencial. La vida es un proceso de
rregula a partir de dentro constituyendo una organización o un emergencia, de producción y de expansión; un permanente lle-
sistema. gar-a-ser, que no termina jamás y que concluye en una síntesis
cerrada. Es un organismo, una totalidad y un plan abiertos
— Autofuncionamiento: el organismo resulta del funciona-
permanentemente cada vez más a nuevas expresiones. La cate-
miento interno (auto) de los diversos órganos, partes y com-
goría presencia es propia del viviente, ya que implica conviven-
portamientos en un proceso permanente de emergencia, des-
cia y ser en plenitud; por la presencia, lo real es más intensa-
arrollo, maduración, degeneración y disolución.
mente real, hasta el punto de ser un sentido que irradia, que
— Totalidad arquitectónica: cada organismo en funciona- obliga a tomar posición y que lanza un mensaje que puede ser
miento presenta una totalidad orgánica, realiza un sentido evi- acogido (afirmación de la vida) o rechazado (negación de la
dente en sí mismo, ya que la vida significa presencia y ejecu- vida). Presencia es vida en proceso. Lo que está en proceso no
ción de un plan (programa, proyecto); cada vida contiene un puede ser captado por el concepto, pero puede ser intuido; la
curriculum vitae que viene de un pasado, que pasa y se mues- vida llama a la vida e invita a una adhesión al proceso vital a
tra en el presente y que está abierto hacia el futuro; cada exis- partir de dentro; participando y viviendo juntos (con-viviendo)
tente es un universo con un adentro y un afuera, con un centro es como captamos el sentido de la vida.
a partir del cual todo se organiza y se va ordenando escalona-
— Ek-sistente: existente y vivo son sinónimos. Ek-sistencia
damente.
es la propiedad de aquel ser que a partir de dentro (interiori-
— Reproducción: constituye una marca distintiva de todo dad) se relaciona hacia fuera (ex) con otros seres, estable-
viviente la facultad de reproducirse en otro ser vivo de la ciendo una comunión y unas relaciones de dar-y-recibir. Por
misma especie, que lleve adelante el mismo plan de vida, cuyas eso la vida supone comunión y participación, síntesis con lo di-
posibilidades de concreción son ilimitadas. ferente, desdoblamiento de sí mismo en dirección al otro.
Quizá podamos resumir en una corta fórmula el proceso de La vida que nosotros vivimos está cargada de ambigüe-
la vida, que es de suyo irresumible: la vida consiste en la auto- dades, ya que es siempre vida contra la muerte, proceso de
realización de un ek-sistente. Intentemos aclarar cada uno de manutención de la vida contra fuerzas disgregadoras y letales.
estos conceptos: La esperanza humana reside fundamentalmente en una vida
que no esté ya amenazada por la muerte, en un proceso de
— Auto: la vida saca la vida de su mismo fondo y brota de auto-realización que se renueva continuamente en dirección
su propio ser; no recibe el principio de su espontaneidad y de hacia el futuro.
su actividad de fuera. Ya los antiguos 3 consideraban la vida
1.2. Dios como auto-realización eterna
3
ARISTÓTELES, De anima II, 4,415B, Cf SANTO TOMAS, Super III Sent Cuando decimos Dios, queremos expresar a aquel que es la
d. 35, 1-1; S.Th. I, 18-1; Contra Gentes I, 97-98. vida eterna y vive eternamente (Ap 4,9; 10,6; 15,7) y que, por

156 157
eso mismo, es de suyo inmortal (athanasía: 1 Tim 6,16). El es Ninguna persona existe en sí misma para sí, sino en el «en-sí»
simplemente el viviente (zóon: Rom 9,26; Mt 16,16; 26,63; es «para la otra». Un dinamismo de comunión eterna, de parti-
He 14,5). Jesús es el logos de la vida (Jn 1,4), en el que «apa- cipación de la vida de cada una en la de las otras, la interpene-
reció la vida» (1 Jn 1,2), por ser el principio fontal de vida tración y cohabitación de las tres constituye, propiamente ha-
(He 3,15). blando, el proceso de auto-realización de la santísima Trinidad.
Así repetimos las fórmulas de la tradición: el Padre está todo en
Considerando bien las cosas, Dios es más que vida, ya que el Hijo y todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre y
la vida representaría un estado o resultado de un proceso de en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre y en
auto-realización. Dios sería el vivir absoluto, como intuyeron el Hijo. Todos son igualmente eternos, infinitos y amables en co-
acertadamente los místicos. Las criaturas no viven propia- munión.
mente, ya que dependen siempre de un equilibrio difícil, conti-
nuamente amenazado y finalmente destruido por la muerte. La diversidad-en-comunión forma la realidad-fuente en
Las criaturas pasan por la vida. Dios permanece en la vida en Dios. La unidad sólo puede ser la unión de esta diversidad
proceso eterno de irrupción, de desbordamiento, de autocomu- personal. La unidad divina resulta del proceso de comunión de
nicación y puro vivir. Por eso se representa mejor a Dios como una persona en las otras, de la participación de un viviente
un vivir, como una acción que eternamente «produce» la reali- de la vida de los otros. Usando una pálida metáfora: es como
dad divina, manifestándola, sin necesidad de responder a la si fueran tres manantiales de agua que simultáneamente brota-
pregunta: ¿por qué vivir? Dios vive por vivir, en una absoluta sen hacia fuera y cada cual en dirección al otro, encontrándose
espontaneidad, en un sentido evidente en sí mismo como la luz de tal forma unidos y unificados que constituyesen un único
que brilla por brillar, como el agua cristalina de la fuente que brote de agua 4 . Ese brote no es lo primero; lo primero son los
mana por manar y como el pájaro que canta por cantar. Dios manantiales. Las personas divinas forman el principio sin prin-
es en la medida en que está viviendo eternamente, es decir, cipio, simultáneo y coeterno. El proceso de auto-realización
está en un proceso infinito de auto-realización. A él le corres- consiste en poder cada persona realizar a otras personas.
ponde la vida eterna. Entonces, asumiendo la fórmula que Esta realidad procesual, llamada perijóresis por la tradición
hemos explicado anteriormente, podemos decir: «la vida eterna (circumincesión o circuminsesión), es considerada lateralmente
consiste en la auto-realización del ek-sistente eterno». Perte- en la reflexión teológica; aquí se sitúa en el centro del misterio
nece a la vida, también a la vida eterna, estar en comunión trinitario. Por tanto, son las relaciones eternas, realizando la
consigo misma y en comunión con lo distinto de ella, pero que interpenetración y la cohabitación de los divinos tres, lo que
se relaciona con ella. constituye propiamente la trinidad y la unidad en Dios: tres
personas y un único Dios; tres vivientes y una sola vida eterna.
La fe cristiana profesa que la realidad primera no es la vida
eterna indiferenciada, sino la vida eterna brotando como Pa-
dre, Hijo y Espíritu Santo. Son tres vivientes. Porque son
vivientes, en la plenitud del vivir eterno, cada uno brota en
dirección hacia el otro, se auto-entrega al otro sin reservas,
excepto en el hecho indestructible de ser cada uno un ek-sis- 4
El papa san Dionisio, al escribir al obispo Dionisio de Alejandría por el
tente distinto del otro. año 259, usaba la siguiente figura: «Es necesario que la divina Trinidad se re-
capitule y se reúna como en un vértice, en uno solo, es decir, en el Dios om-
No basta con afirmar la trinidad y la distinción de las di- nipotente del universo» (ideoque divinam Trinitatem in unum quasi quem-
vinas personas. La característica esencial de cada persona con- dam verticem, hoc est, Deum universorum omnipotentem reduci atque colligi)
(DS 112).
siste en ser para la otra, por la otra, con la otra y en la otra.
159
158
2. Dios es un comulgar infinito presencia significa, más que ser, una potenciación de ser.
La presencia implica un presentarse al otro en la espera y la
Bíblicamente, vivir implica comulgar, ya que vivir es siem- esperanza de ser escuchado y recibido por él y, simultánea-
pre con-vivir, vivir para estar en presencia de otros. La muerte mente, de escuchar y recibir su mensaje. El mensaje es la pro-
significa la ruptura con todos los lazos vitales, y por eso es la pia presencia de uno que quiere entrar en diálogo y comunión
soledad absoluta. A partir de la comunión es como la reflexión con el otro.
moderna entiende la persona, y también, como hemos visto, la
naturaleza de Dios 5 . Queremos ahora profundizar en la cate- — Reciprocidad: la comunión supone un camino de ida y
goría comunión para que sirva de instrumento de conoci- vuelta hacia el otro. No hay comunión sólo de un lado. La co-
miento. Ha sido aplicada en diversos terrenos teológicos, espe- munión, en su propio concepto, supone por lo menos dos pre-
cialmente a la Iglesia, a la antropología y a la gracia 6 . Aquí sencias que se relacionan. Existe, pues, una reciprocidad entre
haremos un esfuerzo analítico para conseguir alguna claridad las dos presencias. La reciprocidad, a su vez, tiene como pre-
teórica, ya que raras veces —en la literatura que conocemos— supuesto cierta connaturalidad entre los que comulgan entre sí.
este concepto ha sido definido semánticamente y aplicado uní- Dos seres totalmente distintos, entre los que haya poco de co-
vocamente. Luego podremos considerar la manera como puede mún, difícilmente pueden establecer lazos de comunión. Entre
ser referido a Dios. recíprocos y connaturales se da cierta atracción; cuanto mayor
es esa atracción, más perfecta se presenta la comunión; nunca
2.1. La perspectiva analítica habrá fusión, ya que cada parte conserva su identidad; pero el
deseo y el impulso de fusión, de hacerse uno con el otro, ca-
La comunión, tal como la estudia la sociología y la antropo-
racterizan el nivel de profundidad de la comunión.
logía, no es entendida como una cosa, sino como una relación
entre las cosas. Constituye una forma de sociabilidad y de — Inmediatez: en la comunión uno quiere estar con el
unión, la más alta de todas, propia de los seres dotados de espi- otro, por sí mismo, mediante la propia presencia, sin interme-
ritualidad. Porque es una relación, la comunión sólo existe en dios; quiere estar para el otro hasta ser en el otro. La comu-
su e j e r c i c i o . Por e s o , más que de c o m u n i ó n , h e m o s de nión supone intimidad, trasparencia de intención, unión de co-
hablar de comulgar. Veamos algunas características de esta razones, convergencia de intereses. El bien común personal y
relación. social solamente resulta de lazos de comunión entre todas las
— Presencia del uno al otro: no basta con estar ahí; para la partes.
comunión se necesita la presencia de uno frente al otro. La — Comunidad: el resultado de las relaciones de comunión
es la comunidad; implica convivencia, valoración de cada uno
5
Cf C. FOLCH GOMES, Deus e comunhüo. O conceito moderno de pessoa e en su individualidad, acogida de la diferencia, porque significa
a teología trinitaria, Roma 1978; es una pena que en la obra falte por completo riqueza comunicada, establecimiento de relaciones nominales,
una exposición del concepto de comunión.
6
Véanse algunos títulos sobre este tema: F. A. PASTOR, Semántica do mis- ausencia de formalidades. Sociológicamente considerada, la co-
terio. A linguagem teológica da ortodoxia trinitaria, Sao Paulo 1982, 81-106; munidad es más bien un espíritu que debe presidir todas las
J. MOLTMANN, La dottrina sociale della Trinitá, en Sulla Trinitá, Napoli 1982, formas de convivencia humana que una formación social con-
15-37; ID, La unidad convocante del Dios uno y trino, en «Concilium» 197
(1985) 67-77; J. A. BRACKEN, The Holy Trinity as a Community of Divine Per- creta. Por eso el espíritu comunitario, considerado histórica-
sons, en «Heytrops Journal» 15 (1974) 166-182; 257-270; A. VAN DEN BERG, A mente, implica una utopía: de una convivencia sin conflictos,
SS. Trindade e a existencia humana, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 33 de un juego de relaciones en las que el bien común prevalece
(1973) 629-648: 36 (1976) 323-346; P. BORI, Koinonía. L'idea della commu-
nione nell'ecclesiologia recente e nel Nuovo Testamento, Brescia 1972; J. HA- sobre el bien individual, porque los miembros se sienten inte-
MERJ L'Église est une communion, París 1962. grados y realizados unos en los otros, por los otros y con los

160 161
otros. Esta utopía, aunque no se realiza jamás en las condi- de ser por el cual formamos un momento de un todo numéri-
ciones de la historia tal como la conocemos al presente, tiene camente uno. Somos, vivimos y existimos como seres humanos
una eminente significación social y antropológica, ya que des- que se encuentran siempre en determinada comunión con
encadena continuamente energías de trasformación social en otros. El yo no existe nunca solo; es habitado por muchos, ya
dirección hacia unas formas cada vez más simétricas y partici- que sus raíces penetran en los otros lo mismo que él es pe-
padas de convivencia. netrado por ellos. Por eso podemos decir que es propio de lo
humano, no ya el vivir sino el con-vivir; no el ser sino el exis-
2.2. La perspectiva filosófica tir-en-comunión con los semejantes, incluso con los más dis-
tantes; es dejarse penetrar por los otros y penetrar también en
Considerada filosóficamente, la comunión encierra, entre
ellos. El ser-en-comunión vive permanentemente en una excen-
otros, algunos elementos fundamentales; estos elementos no
tricidad, ya que su centro es llamado por otro centro fuera de
son otra cosa más que los que hemos presentado antes; son los
él para formar con él una comunidad.
mismos, aunque considerados a partir de un interés ontológico,
es decir, a partir de los modos concretos de ser que presupo-
nen estos elementos. ¿Qué forma de ser es ésta que es capaz 2.3. La perspectiva teológica
de comunión? Es la filosofía la que tiene que responder a esta Después de estas sucintas consideraciones analíticas y filo-
cuestión. sóficas, puede hacerse una reflexión teológica. La teología in-
tenta discernir la presencia de Dios en los procesos humanos e
— Ser-en-apertura: sólo puede comulgar, relacionarse,
históricos. Si analíticamente uno está presente al otro, percibe
constituir comunidad con un diferente y connatural el que está
una reciprocidad de base con él, vive una inmediatez en la re-
abierto al otro. Es propio del espíritu caracterizarse por la
lación hasta el punto de formar comunidad; si filosóficamente
apertura. Estar abierto significa sentirse referido hacia fuera de
este modo de ser concreto muestra que estamos frente a una
sí mismo, no constituir una totalidad cerrada sobre sí misma.
existencia que se caracteriza esencialmente por la apertura, por
Sin esta apertura no hay acogida ni entrega, no se da eso
la autotrascendencia, formando un «nosotros» con la persona
nuevo que surge del encuentro de dos presencias que se comu-
con quien se relaciona, entonces teológicamente esto significa
nican. Ser-en-apertura es ser en libertad, ser capaz de amor
que tales valores y tal modalidad de ser encuentra en Dios su
que trasfigura todo el universo.
raíz última y su modelo final. Las criaturas son imagen y seme-
— Ser-en-trascendencia: significa que el ser sale efectiva- janza de Dios. Dios tiene que ser la apertura absoluta, la pre-
mente de sí mismo, entra en comunión con el otro, hace una sencia suprema, la inmediatez total, la trascendencia eterna y
historia con él, establece lazos de interdependencia. Esta tras- la comunión infinita. Si Dios debe ser todo esto (ya que sus
cendencia viva no se agota en ninguna realización, ya que se signos son percibidos en la creación), entonces tiene que de-
mantiene abierta a otras modalidades de comunión. Estamos jarse también percibir tal como es en la revelación histórica
aquí ante un modo de ser ortológico, por el cual el espíritu que nos ha hecho en las Sagradas Escrituras. Veamos cómo
humano está siempre orientado hacia más allá de él mismo, aparece en ellas Dios como comunión 7 .
hacia más allá de la propia historia, buscando un absoluto en
quien reposar. En la comunión con él es donde ve su máxima En el Antiguo Testamento Dios se revela como el Dios de
realización. la alianza con la humanidad, es decir, quiere asociar a todos

— Ser-nosotros: lo que resulta de la dinámica de comunión


7
es el nosotros, la comunidad concreta. No se trata solamente Cf F. HAUCK, Koinonía, en el Gran Lessico del Nuovo Testamento V,
de la comunidad social, familiar o amorosa, sino de un modo Brescia 1969, 693-726.

162 163
y en la preocupación por la pobreza de otras comunidades para
los seres humanos a él (Gen 9). La alianza con el patriarca las que se hacían colectas como expresión de comunión
Abrahán (Gen 12) está destinada a crear una señal entre los (cf 2 Cor 9,13; Rom 15,26). La carta a los Hebreos nos re-
pueblos, llamados también ellos a ser pueblos de Dios (cf Ap cuerda además que esta mutua asistencia (comunión) consti-
21,3). La alianza con todo el pueblo de Israel (Ex 19 y 24) es tuye el sacrificio en el que se complace Dios (13,16).
anticipación y símbolo de lo que Dios quiere hacer con todos
los pueblos; las doce tribus y los doce apóstoles en el Nuevo Por la fe, por la celebración de la cena, por la adhesión al
Testamento tienen una significación simbólica: la reunión de mensaje de Dios, por la puesta en común de todos los bienes,
los pueblos dispersos para servir a Dios y hacerse así pueblos se realizaba la utopía comunitaria: «La multitud de fieles era
de Dios en una única humanidad redimida y convertida en un solo corazón y una sola alma» (He 4,32).
comunidad mesiánica. Esta comunión que desea Dios con la En la Iglesia antigua la comunidad eclesial se autodefinía
humanidad, expresada por la figura de la alianza, es interiori- como communio sanctorum. No se pensaba tanto en la institu-
zada en el corazón de cada persona (cf Jer 31,33; Ez 37,26; ción como en las actitudes y comportamientos que regían las
cf Heb 10,16). La comunión busca la intimidad y la libertad relaciones entre los hermanos y entre las Iglesias locales. La
del corazón humano, y no sólo su expresión social y política. eucaristía de cada comunidad, reconocida por las otras, era ex-
presión de esta vida en comunión. Además, los fieles que via-
En el Nuevo Testamento son san Pablo, san Juan y los He-
jaban llevaban las litterae communicatoriae (cartas de recomen-
chos de los Apóstoles los que expresan mejor a Dios-comu-
dación), una especie de pasaporte que significaba la comunión
nión. Ahora la comunión adquiere una historización.concreta
entre las diversas Iglesias locales. La comunión revelaba la
en la realidad-Jesús y en la comunicación del Espíritu. Estar en
apertura mutua, la reciprocidad de relaciones, el reconoci-
Cristo y en el Espíritu, vivir con Cristo y con el Espíritu consti-
miento mutuo.
tuye la gran comunión con el Padre (cf 1 Jn 1,3).
En san Pablo hay dos caminos de comunión: la fe y la cena Saltando a nuestro tiempo, el concilio Vaticano II (y tras él
eucarística. Por la fe nos unimos al Señor resucitado: vivimos el sínodo extraordinario de los obispos en 1985) subrayó la rea-
con él, morimos con él, resucitamos con él, estamos sentados lidad de la comunión como dimensión básica de la antropolo-
en la gloria con él (cf Rom 6,6; 8,17; 2 Cor 7,3; Gal 2,19; Col gía, de la eclesiología y de la acción política de los cristianos 8 .
2,12; 3,1; Ef 2,6; 2 Tim 2,12); por la adhesión a Cristo co- Puebla (1979) hizo de la comunión y de la participación los
mienza una comunidad de vida y de destino con él, incluso en ejes fundamentales de todo el proceso evangelizador y la meta
el sufrimiento (Flp 3,10). Esta comunión se hace más profunda que alcanzar mediante la auténtica liberación 9 .
mediante la cena eucarística. Comiendo del cuerpo del Señor, A la luz de estas reflexiones podemos vislumbrar mejor lo
la comunidad se hace cuerpo de Cristo (cf 1 Cor 10,16-18; que significa afirmar que Dios es comunión. Es comunión pre-
Rom 12,5). La comunión con Cristo significa también comu- cisamente porque es trinidad de personas. Son tres personas y
nión con el Espíritu de Cristo (cf 2 Cor 13,13). una sola comunión y una sola comunidad trinitaria. Esta es la
San Juan meditó en la comunión en que nos introdujo fórmula más correcta para representar al Dios cristiano. Al ha-
Cristo con el Padre para que todos fuésemos una sola cosa blar de Dios hemos de significar permanentemente al Padre, al
(Jn 17,21). El evangelista la expresa también mediante los
8
verbos estar-en y permanecer-en (cf Jn 14,20; 15,4). Cf A. ACERBI, Due ecclesiologie. Ecclesiologia giurídica ed ecclesiologia
di communione nella Lumen Gentium, Bologna 1975.
9
La comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se A. ANTONIAZZI, Comunhüo e libertagáo em Puebla, en «Atualizagáo»
traduce en comunión fraterna (cf 1 Jn 1,1-3). Toma contornos 115-116 (1979) 265-277; J. B. LIBÁNIO, Libertad para a comunhüo e a liberta-
gao, CRB, Rio de Janeiro 1980.
materiales en la puesta en común de los bienes (He 2,42; 4,32)
165
164
al Padre todo el amor que ha recibido. Es un encuentro abso-
Hijo y al Espíritu Santo en presencia uno del otro, en recipro-
luto y eterno. Pero no es un amor de amantes encerrados entre
cidad total, en inmediatez de relaciones amorosas, siendo el
sí, sino que se derrama. El Padre y el Hijo hacen una entrega
uno para el otro, por el otro, en el otro y con el otro. Ninguna
común de sí mismos: es el Espíritu Santo. Así, el Dios cris-
persona divina existe sólo para sí. Son siempre y eternamente
tiano es un proceso de efusión, de encuentro, de comunión en-
personas en relación. El Padre es Padre porque tiene un Hijo.
tre distintos enlazados por la vida y por el amor.
El Hijo es sólo Hijo en relación con el Padre. El Espíritu es
Espíritu debido al amor con que el Padre engendra al Hijo y el La teología cristiana ha acuñado una palabra para expresar
Hijo lo devuelve al Padre. Al pronunciar su Palabra (Hijo), esta vida y esta comunión de que hemos hablado: perijóresis
el Padre emite el Soplo que es el Espíritu Santo. Fruto del (en griego) o circumincesiónlcircuminsesión (en latín). Ahon-
amor, el Espíritu ama al Padre y al Hijo tal como es amado en demos a continuación en este punto.
un juego de mutua entrega y comunión, que viene de la eterni-
dad y va hacia la eternidad. Las personas existen como per-
sonas en virtud de las relaciones eternas de unas con otras. 3. La perijóresis, la comunión e interpenetración
La unidad trinitaria está constituida por estas relaciones; es de las tres divinas personas
una unidad propia de la santísima Trinidad, una tri-unidad.
Esta unidad es la que indica san Juan cuando hace decir a Con esta expresión griega —perijóresis—, traducida al latín
Jesús: «Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo medieval por circumincessio o circuminsessio n , se quiere resu-
en ti, para que estén en nosotros..., a fin de que sean uno mir lo esencial de la unidad trinitaria, así como de la unidad de
como nosotros somos uno..., para que sean consumados en la las naturalezas en Jesús, Dios-hombre 12. Expliquemos en pri-
unidad» (Jn 17,21-23). La unidad en sociedad que existe en la mer lugar la cuestión, y después el significado de las palabras.
Trinidad es el fundamento de la unidad humana; ésta se in-
serta en aquélla. Las personas no quedan anuladas, sino poten- 3.1. ¿ Qué significa perijóresis?
ciadas. La unidad se constituye a partir de las mismas per- El Nuevo Testamento atestigua la conciencia de Jesús sobre
sonas, tanto en la Trinidad como en la humanidad, en cuanto su unión íntima con el Padre: «Yo y el Padre somos uno» (Jn
que las personas son esencialmente relaciónales. La unión que 10,30); «el Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn 10,38;
se da entre las personas y en la comunidad humana prefigura 14,11); «que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo
la unión que existe en la Trinidad. A pesar de toda ruptura, la en ti» (Jn 17,21). La tradición cristiana, en su lucha contra el
Trinidad quiere verse figurada en la historia, en la medida en arrianismo, el triteísmo y el modalismo, afirmó, como hemos
que las personas lo ponen todo en común, establecen rela- visto, la consubstancialidad de las tres divinas personas. El
ciones igualitarias y justas entre todos, comparten lo que son
y lo que tienen. Le corresponde a Ricardo de San Víctor
11
(t 1173), en la tradición teológica, haber profundizado magis- Cf la principal bibliografía sobre el tema: Th. DE RÉGNON, Études de
théologie positive sur la Sainte Triniíé, París 1892, I, 409s; A. DANEFFE, Peri-
tralmente en esta perspectiva comunitaria de la santísima Trini- choresis, circumincessio, circuminsessio, en «Zeitschrift für katholische Théolo-
dad y en sus incidencias sobre la vida humana 10. Para él, Dios gie» 47 (1923) 497-532; L. PRESTIGE, Perichoreo and Perichoresis in the Fa-
es esencialmente amor que se comunica y establece comunión. thers, en «Journal of Theological Studies» 29 (1928) 242-252; I D , Dios en el
pensamiento de los Padres, Salamanca 1977, 281-297; J. M. SCHEEBEN, Katho-
El amor del Padre hace surgir como fuego de sus entrañas al lische Dogmatik II, nn. 1036-1038; A. D'ALÉS, De Deo uno et trino, París
Hijo a quien entrega todo su ser. El Hijo, a su vez, devuelve 1934, 249-257.
12
Véase esta afirmación en A. DANEFFE, art. cit., 531-532; también en PE-
TAVIUS, De Incarnatione 4,14,8; W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sigúeme,
Cf RICARDO DE SAN VÍCTOR, De Trínitate III, 3 y 4; PL 196,917-923.
Salamanca 1985, 322ss.

166 167
concilio de Florencia (1441) derivó de allí acertadamente que rar uno en el otro), estar uno en el otro. Se trata de una situa-
«el Padre está todo en el Hijo y todo en el Espíritu Santo, el ción de hecho, estática. Los latinos tradujeron esta compren-
Hijo está todo en el Padre y todo en el Espíritu Santo, el Espí- sión por circuminsessio; es una palabra derivada de sedere,
ritu Santo está todo en el Padre y todo en el Hijo. Ninguno sessio, que significa estar sentado, tener su sede. Aplicado al
precede al otro en eternidad o lo excede en grandeza o le so- misterio de la comunión trinitaria, significa: una persona está
brepuja en potestad» (DS 1331; cf 112). El concilio de Toledo dentro de la otra, envuelve a la otra por todas partes (cir-
(675) había señalado: «No hay que pensar que las tres per- cum), ocupa el mismo espacio que la otra, llenándola con su
sonas sean separables, ya que no se debe creer que existió o presencia.
actuó una antes que la otra, o después de la otra, o sin la otra, El segundo significado de perijóresis es activo y quiere de-
en cuanto que son inseparables tanto en lo que son como en lo cir: interpenetración o entrelazado de una persona en la otra y
que hacen; porque entre el padre que engendra y el Hijo que con la otra. Esta comprensión quiere expresar el proceso de
es engendrado y el Espíritu que procede no creemos que se dé relacionamiento vivo y eterno que las divinas personas tienen
algún intervalo de tiempo, como si el engendrador precediese intrínsecamente, haciendo que cada una de ellas penetre siem-
alguna vez al engendrado o el engendrado le faltase al engen- pre en las otras. Este sentido se tradujo al latín por circumin-
drador o el Espíritu que procede apareciese posterior al Padre cessio, derivado de incedere, que quiere decir impregnar, com-
y al Hijo» (DS 531). Estas afirmaciones destacan la coexisten- penetrar e interpenetrar 15.
cia eterna de las divinas personas y su respectividad, es decir,
la relacionalidad que las envuelve una respecto a las otras. El término perijóresis, como se ve, traduce bien lo que
antes decíamos sobre la comunión y kiononía. Se trata siempre
Para expresar esta interpenetración de las personas, la teo- de un proceso de reciprocidad activa, de un camino en doble
logía utiliza el término técnico perijóresis. Su origen en el dirección: las personas se interpenetran unas con otras y este
campo trinitario es oscuro 13. Parece haber sido el Pseudo-Ci- proceso de comunión constituye la propia naturaleza de las
rilo (del siglo Vi) el primero en emplear este término trinitaria- personas.
mente. Quien lo asumió y lo trasformó en instrumento teórico
fue san Juan Damasceno (t 750) 14. No lo utilizaron grandes El término perijóresis era conocido en la teología en dos te-
teólogos como Pedro Lombardo, santo Tomás, Cayetano o los rrenos distintos: en la relación de Dios con la materia, y en la
Salmanticenses. La escuela franciscana, con san Buenaventura, relación entre las dos naturalezas en Jesucristo. Se decía que
Duns Escoto, Ockham y los teólogos posteriores conocieron y hay una penetración de Dios en la materia toda de la creación:
explicaron el término en cuestión. Dios está en el mundo, lo impregna de su presencia, de su ac-
tuación y providencia; pero no hay una reciprocidad, ya que la
El término griego tiene un doble significado, lo cual explica materia no es capaz de responder conscientemente a Dios y de
la aparición de dos traducciones distintas en latín. En primer estar en Dios. La perijóresis no es completa.
lugar, perijóresis significa contener uno al otro, inhabitar (mo-
En Jesucristo se da la coexistencia de dos naturalezas, la di-
13
vina y la humana, unidas por la única persona del Hijo. Esta
El estudio más completo, en el que se exponen todos los vaivenes de
este término, es el de L. PRESTIGE, Dios en el pensamiento de los Padres, o.c,
281-297.
14 15
Son éstos los lugares clásicos donde aparece el término en la obra de He aquí algunos sinónimos latinos de circumincessiolcircuminsessio: cir-
SAN JUAN DAMASCENO: De fide orthodoxa 1,8: PG 94,829A; 1,14: PG 94.860B; cuitio, immentio, commeatio, immansio, immanentia, assessio, inexistentia,
3,5: PG 94,1000B; 4,18: PG 94.1181B; De recta sententia 1: PG 94,1424A; circuminexistentia, accesio, o los verbos permeare, pervadere y circumdare. La
Contra jacobitas 78: PG 94.1476B; De natura composita contra Acephalos 4: expresión circumincessio fue acuñada por primera vez por el primer traductor
PG 95,1180. de Juan Damasceno, el juez de Pisa Burgundio, a mediados del siglo xil.

168 169
unión es tan profunda que las propiedades de una naturaleza vales, particularmente la escuela franciscana, distinguían entre
pueden intercambiarse con las propiedades de la otra. Así se la personalidad inicial del Padre (con anterioridad a la genera-
puede decir sin error: «Dios se apareció en la tierra, sufrió y ción del Hijo) y la personalidad completa del Padre (al engen-
murió»; o también: «Este hombre es increado y eterno». Las drar al Hijo) 17. Como se ve, se trata de una solución de emer-
dos naturalezas se interpenetran sin fusión ni confusión a partir gencia, insatisfactoria de suyo.
de la naturaleza divina, que asumió la naturaleza humana. La reflexión moderna parte de Dios como sujeto absoluto
Cada una ocupa la totalidad de la misma hipóstasis divina y es- concretado en tres modos distintos de existencia (K. Barth) o
tablece la posibilidad de una verdadera perijóresis (llamada en tres modos distintos de subsistencia (K. Rahner). Por más
también communicatio idiomatum) 16. ingeniosas que resulten estas maneras de combinar la unidad
Finalmente, la expresión perijóresis se introdujo en la re- con la trinidad de personas, difícilmente escapan del mono-
flexión trinitaria, aunque nunca ocupó aquel carácter central teísmo de versión cristiana 18. Estas fórmulas difícilmente se
que está conquistando en la actualidad. Profundicemos en esta ajustan en plenitud a los datos normativos de la historia de la
cuestión, que sale al encuentro de nuestros anhelos de una salvación, que hablan de tres sujetos distintos y relacionados
convivencia humana en comunión abierta, en la igualdad y en entre sí, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
la acogida respetuosa de las diferencias. El modelo perij oré tico-comunitario se presenta, a nuestro
juicio, como el más adecuado para dar razón de la revelación
3.2. La interpenetración de las personas, principio trinitaria, tal como se nos ha comunicado y atestiguado en las
de la unión trinitaria Escrituras. Como veremos, los instrumentos teóricos de cono-
Por la perijóresis-comunión se pretende expresar mejor que cimiento que la teología y la Iglesia han creado para significar
por otras fórmulas la unidad trinitaria, conservando lo especí- al Dios cristiano, como persona, relación, naturaleza divina y
fico de la experiencia cristiana de Dios como Padre, Hijo y Es- procesión, no quedan invalidados, sino que adquieren su con-
píritu Santo. La tradición teológica del Oriente y del Occidente texto adecuado de comprensión dentro del marco de la perijó-
ha encontrado dos caminos para equilibrar la unión y la trini- resis.
dad. Los griegos partían de la monarquía del Padre. El es el Debemos partir de la revelación concreta de la Trinidad tal
principio de toda la divinidad, ya que él es el que comunica la como nos la narra el Nuevo Testamento. En el capítulo 2 de
esencia y la substancia al Hijo y al Espíritu Santo. Aunque el nuestro libro hemos tocado ya esta cuestión. El centro de todo
punto de partida sea personalista (la persona del Padre), real- lo ocupa Jesucristo. El tiene conciencia de que es el Hijo
mente no deja de ser una teología de la esencia y de la unidad (cf Mt 11,25-27; Me 12,1-9; 13,32); actúa como quien ocupa el
divina, centrada en la primera persona. Los latinos parten de lugar de Dios (Mt 12,28pp); mantiene con su Dios una relación
la única substancia divina, que se diferencia internamente en íntima expresada por el lenguaje de la familiaridad, Abbá, mi
las tres personas. Para todos ellos son las relaciones las que papá querido; se siente enviado por este Padre; el reino que
constituyen a las personas. Sin embargo, surge aquí un pro- predica es la causa del Padre, que se ha de realizar para todos
blema: ¿cómo puede el Padre ser persona si lo es solamente al a partir de los pobres (Le 6,3; 4,17-21). En la obediencia al Pa-
engendrar al Hijo? ¿Cómo puede ser sujeto que engendra si su dre, Jesús asume el conflicto provocado por su mensaje libera-
personalidad se constituye solamente por el acto de engendrar?
Los griegos no reflexionaron sobre esta cuestión. Los medie-
17
Cf M. SCHMAUS, Der Glau.be der Kirche II, St. Ottilien 1979, 208-209.
16 18
Ese uso se encuentra explícito en GREGORIO DE NISA, Ep. 101,6: PG Véase la crítica permanente que le hace J. MOLTMANN, Trinidad y reino
37,181, y en MÁXIMO EL CONFESOR, Disputatio cum Pyrrho: PG 91,337C. de Dios, o.c, 24ss; 155-161.

170 171
dor. Reza y suplica al Padre, tal como se ve en la oración de
Getsemaní. Hay una diferencia entre él y el Padre; por eso cae sino como tres sujetos en comunión eterna (y por eso esen-
de rodillas, le da gracias, le adora y le implora. Pero al mismo cial), unidos siempre e interpenetrados entre sí.
tiempo puede decir: «Yo y el Padre somos una sola cosa» (Jn El error del triteísmo consistió en haber afirmado solamente
10,30). Esta unión es dinámica y recíproca, una verdadera in- la existencia de los divinos tres, pero sin la recíproca interrela-
habitación: «Yo en el Padre y el Padre en mí» (Jn 14,11; ción, yuxtapuestos y separados los tres como si fueran tres
17,21). Entre Jesús y su Padre se realiza una auténtica perijó- naturalezas y substancias («tres quasdam virtutes ac separatas
resis-comunión, tal como la definimos anteriormente. hypostases tresque deitates dividentes ac discindentes», como
declaró el papa san Dionisio contra los triteístas en el 259: DS
Con el Padre y el Hijo Jesús está también el Espíritu
112). En este mismo error cayó Roscellino (t 1125), por consi-
Santo. El es el Espíritu de Jesús porque produjo, a partir del
derar a las personas tan separadas y desrelacionadas como si
seno de María, la santa humanidad del Hijo encarnado (Mt
fuesen «tres almas o tres ángeles» (condenado en 1121 en el sí-
1,18; Le 1,27-35; 2,5). Este Espíritu que llena a Jesús desde el
nodo de Soissons). Joaquín de Fiore (t 1202) afirmaba a los
primer momento baja sobre él en el bautismo, suscita su voca-
tres relacionados con menor intensidad, como si fueran tres
ción mesiánica, lo impulsa hacia el desierto para que se en-
amigos; la unidad sería sólo «colectiva y por semejanza», pero
frente con el principio del anti-reino (cf Le 4,1-13), le asiste en
no esencial y derivada de un principio intrínseco a las propias
sus acciones liberadoras (cf Me 5,30; Mt 12,28). Donde está
personas vinculadas perijoréticamente entre sí (Joaquín fue
Jesús, se encuentra también el Espíritu Santo. Este Espíritu
condenado por el concilio de Letrán de 1215: DS 803-805).
«sale del padre» (Jn 15,26). El Padre nos lo envía con toda la
plenitud a petición del Hijo (cf Jn 14,16). El no enseña más Estudiemos más detalladamente la unidad trinitaria en vir-
verdad que la de Jesús (Jn 16,14). Después de la resurrección tud de la comunión-perijóresis de los divinos tres.
y ascensión del Hijo es el Espíritu el que actualiza la significa-
ción redentora de Jesús. El Espíritu nos conduce al Hijo y nos 1) En primer lugar, el dato bíblico, base de toda nuestra
manifiesta inefablemente a Dios como Abbá, como papá que- reflexión trinitaria, nos asegura: existe el Padre, el Hijo y el
rido (Rom 8,15; Gal 4,6). Espíritu Santo, que en las profesiones de fe, en el culto y en la
piedad de cada día son adorados como Dios. Esto significa: la
Leyendo la gesta de salvación de los divinos tres tal como experiencia cristiana integra diferencias en Dios sin multiplicar
nos la narran las Escrituras, se ve que se trata de tres sujetos por ello a Dios ni caer en el triteísmo o politeísmo. Esta profe-
que dialogan entre sí, se aman, se relacionan íntimamente. sión de fe está cargada de consecuencias antropológicas y so-
Cada persona es para las otras, nunca solamente para sí; es ciales, ya que supone que el fundamento último de la realidad
con las otras personas y en las otras personas. El amor eterno no está en la soledad del uno, sino en la co-existencia y en la
que las impregna y constituye, las une en una corriente vital comunión de los tres. Las visiones del mundo que tienen como
tan infinita y completa que surge la unidad entre ellas. La uni- horizonte y como punto de partida de todo la unidad y la iden-
dad trinitaria, como ya señalamos anteriormente, es siempre la tidad tienen especiales dificultades para convivir con las dife-
unión de las personas. No es posterior a ellas, sino simultánea, rencias. En general, no las toleran; hacen todo lo posible por
ya que las personas están siempre unas con otras y en las otras. reducirlas o someterlas al imperio de lo uno y de la identidad.
Las personas no son el resultado de la relación de la naturaleza Debido a la fe neotestamentaria en la Trinidad divina, es im-
consigo misma, sino que son originales, ya que son co-eternas portante saber acoger las diferencias como diferencias, proyec-
y co-iguales (DS 616). No aparecen como concreciones del uno tar una visión de Dios y del universo como realidades abiertas
(naturaleza o substancia o Espíritu absoluto o sujeto absoluto), y en proceso vital. La unidad no significará la negación de las
diferencias ni la reducción de las mismas a lo uno, sino que
172
173
expresará la comunión y la interpenetración de todas ellas trinitaria. Si sustantivamos cada uno de estos momentos sin
entre sí. mantenerlos unidos entre sí, corremos el peligro de caer en
graves equívocos y en errores doctrinales rechazados por la
2) El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son solamente Iglesia.
diferentes entre sí; son también irreductibles los unos a los
otros. Esto quiere decir: cada uno es único e impermutable. El Así, si nos detenemos sólo en el primero y segundo mo-
Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, y así sucesivamente mentos —la existencia de los tres y su irreductibilidad—, po-
con cada persona. La impermutabilidad de las personas divinas demos caer en el error del triteísmo. Habría entonces tres
se muestra en las características y acciones propias de cada una dioses, cada uno por sí mismo y aislado del otro, sin comu-
de ellas, como nos revelan las Escrituras. El Padre se presenta nión. Tendríamos que admitir, contra la razón filosófica, que
como misterio abismal y acogedor y como origen último de sería posible la existencia de tres infinitos, de tres todopode-
todo. Envía al Hijo al mundo y, junto con él, al Espíritu Santo rosos y de tres creadores.
como Espíritu del Hijo. El Hijo actúa de forma liberadora en Si por ventura nos quedamos en el tercer momento —las
medio de los hombres, instaurando el plan del Padre, que es el relaciones de comunión entre los tres divinos—, podemos caer
reino de la vida y de la libertad. El Espíritu aparece como en el error del modalismo. Según esta representación, las rela-
fuerza divina que se vislumbra en la actuación del Hijo, y ciones trinitarias no corresponderían a nada en Dios, sino que
como entusiasmo que lleva a las personas a reconocerlo como serían solamente un reflejo de nuestras estructuras antropoló-
señor y a descubrir el rostro del Padre. gicas. Las relaciones existirían en nosotros y no en Dios, que
es siempre uno, simple y único.
3) Los tres diferentes e irreductibles se encuentran siem-
pre y eternamente en comunión. Los mismos nombres divinos Si centramos nuestra atención solamente en el último paso
designan relaciones. Así, el Padre es Padre en relación con el —el orden de las relaciones—, podríamos caer en el subordina-
Hijo. El Hijo es siempre Hijo del Padre. El Espíritu Santo es cionismo. Según esta comprensión, rechazada ya por la Iglesia
espirado por el Padre al proferir la Palabra (el Hijo), ya que la antigua, sólo el Padre es verdaderamente Dios. El Hijo y el
Palabra (Hijo) y el Soplo (Espíritu) siempre vienen juntos. La Espíritu Santo lo serían de forma subalterna y subordinada o
diferencia no significa oposición (uno no es el otro), ni la irre- serían criaturas excelsas, solamente adoptadas por el Padre
ductibilidad quiere decir separación pura y simple. Es la diver- (adopcionismo).
sidad lo que permite la comunión, la reciprocidad y la mutua En la reflexión trinitaria hemos de poner en cuestión todos
revelación. nuestros conceptos humanos. Nos encontramos ante el abso-
luto más radical, ante la raíz más absoluta, en sí misma, y ante
4) Según las Escrituras, hay un orden en las relaciones.
la realidad total. ¿Qué valor tienen entonces nuestras pala-
Primero viene siempre el Padre. Segundo viene el Hijo, como
bras? Son aproximativas, lo cual no significa que sean mera-
engendrado por el Padre. Tercero es el Espíritu Santo co-
mente relativas; apuntan hacia el misterio, describen imágenes
mo aquel que procede y que une por el amor. Luego discuti-
suyas sin pretender definirlo. Por eso hemos de preguntarnos
remos si este orden implica un proceso causal en sentido pro-
sobre el valor de las expresiones «causa de toda la divinidad»,
pio y estricto, o si es más bien un procedimiento descriptivo
«generación», «espiración» o «procesiones trinitarias». Desde
para sugerirnos la diferencia y al mismo tiempo la reciprocidad
la Iglesia antigua se utilizó el pensamiento metafísico causal
entre las divinas personas co-eternas.
para entender las relaciones trinitarias. El Padre sería la causa
Estos cuatro pasos tienen que entenderse como momentos fontal de la divinidad y de las personas del Hijo y del Espíritu
lógicos de un único proceso real y como la dinámica de la vida Santo. ¿Es legítimo hablar de «causa» dentro de la perspectiva

174 175
supone aceptar —tal es la tesis fundamental de nuestras re-
trinitaria? Hablamos con razón de Dios como origen y causa
flexiones— que las tres personas divinas son originalmente
del mundo. Pero ¿podemos hablar correctamente del «origen
simultáneas y coexisten eternamente en comunión e interpene-
divino», del «Padre, origen de toda la divinidad»? Se dice que
tración. Cada una es distinta de la otra por sus propias caracte-
el pensamiento causal, tan arraigado en nuestra estructura an-
rísticas personales y por las relaciones de comunión propias
tropológica y en nuestra temporalidad, proviene de la cosmolo-
que establecieron desde siempre con las otras, revelándose a sí
gía y de la etiología. De todo podemos preguntarnos ¿de
mismas y revelando unas a otras.
dónde vino?, ¿cuál es su origen? Así, los contemporáneos
de Jesús, admirados por su actuación, preguntaban: «¿De Los teólogos cristianos de los primeros siglos expresaron su
dónde vino éste?, ¿de dónde le viene esta sabiduría?; ¿no es fe en la Trinidad dentro de las categorías que dominaban tanto
éste el hijo del carpintero?» (cf Mt 13,54-56; Me 6,23; Le 4,22- en Occidente como en Oriente: la metafísica de la unidad y de
23; Jn 6,42). ¿Pero podemos hacer estas mismas preguntas so- la identidad. Tanto unos como otros parten de la unidad: los
bre Dios, sobre aquel que por definición es eterno y no tiene griegos, de la monarquía del Padre; y los latinos, de la unidad
comienzo ni fin? Cada persona divina, el Padre, el Hijo y el de la naturaleza divina. Ambos hacen derivar (expresión favo-
Espíritu, son coeternos (DS 616-618, 790, 800s, 853), igual- rita de los latinos) o proceder a las demás personas del Padre o
mente poderosos e inmensos (DS 325, 529, 680, 790, 800); de la naturaleza divina.
todo en las personas es simultáneo (DS 75, 144, 162, 173, 284,
La exposición de esta derivación/procesión trinitaria, tal
531, 618, 1331); ninguno es mayor o superior, inferior o me-
como a veces se encuentra en los manuales, da la impresión de
nor, antes o después (DS 75, 569, 618). Al tomar en serio
que las personas del Hijo y del Espíritu Santo son producto de
estas expresiones de los documentos oficiales de la Iglesia, nos
representaciones teogónicas, expresiones del principio de cau-
vemos movidos a entender las expresiones teológicas tradicio-
salidad, como si las imágenes y los conceptos no tuviesen un
nales (aunque consagradas por los concilios ecuménicos) de
carácter analógico y ejemplar. San Agustín no perdió nunca la
forma analógica y descriptiva. Así por ejemplo, «causa» no es,
conciencia del carácter constructivo de nuestros conceptos tri-
en la comprensión trinitaria, un concepto filosófico, sino un re-
nitarios. En el De Trinitate dice claramente: «Al discurrir sobre
curso lingüístico que nos ayuda a ver la diversidad y la comu-
lo inefable, para expresar de algún modo lo que es imposible
nión entre las divinas personas. Se trata de una figura descrip-
de enunciar, nuestros griegos dicen una esencia y tres substan-
tiva. Trinitariamente, la «causa» (el Padre) es anterior a los
cias, mientras que los latinos hablan de una esencia o substan-
«efectos» (el Hijo y el Espíritu Santo). Los «efectos» tienen la
cia y tres personas, ya que en latín esencia y substancia son
misma eternidad y dignidad que la «causa». ¿Qué es aquí
términos sinónimos. Y me atrevo a hablar así para dar a enten-
causa y qué es efecto? De manera semejante, ¿qué significa
der, al menos en enigma, lo que se intenta expresar y para res-
«generación del Hijo» y «procesión-espiración del Espíritu
ponder cuando se nos pregunta qué son estos tres. Que son
Santo»? No es extraño que los santos padres, especialmente los
tres, nos lo asegura la fe verdadera al decirnos que el Padre no
griegos, tocasen con suma reverencia estas cuestiones y termi-
es el Hijo, y que el Espíritu Santo, don de Dios, no es ni el
nasen en una actitud apofática (que no usa ya las palabras, por
Padre ni el Hijo; pero cuando se nos pregunta qué son estos
ser totalmente inadecuadas).
tres, hemos de esforzarnos en encontrar un nombre genérico o
En vez de utilizar la terminología causal, podríamos específico que abrace a los tres; y no se nos ocurre nada, ya
emplear también la terminología bíblica de revelación y de re- que la excelencia infinita de la divinidad trasciende la posibili-
conocimiento. Las tres personas divinas se auto-revelan y se dad del lenguaje» 19 . En otro lugar completa esta idea di-
revelan unas a otras. Una es la condición de que la otra se re-
vele, siempre en eterno amor y en comunión recíproca. Esto AGUSTÍN, De Trinitate VII, 4,7.

176 177
ciendo: «Cuando se nos preguntaba qué son estos tres, te- tratado De Trinitate a base de una metafísica del espíritu 22.
níamos que reconocer la extrema pobreza de nuestro lenguaje. Parte de Dios como perpetua caritas, como amor eterno 23 . En-
Decimos tres personas para no guardar silencio, pero no como tre las personas existe una intercomunión tan sublime que hace
si pretendiésemos definir la Trinidad» 20 . que haya una trina unitas o una una trinitas 24 . Para él, persona
En este texto queda claro lo que es de fe —la aceptación significa siempre una relación con el otro: en la Trinidad las
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como realmente dis- personas son siempre relativae (relacionadas unas con otras) vi-
tintos— y lo que es el esfuerzo de la razón humana y cultural cissim y ad invicem (vueltas unas hacia las otras) o pluraliter
por encontrar fórmulas que expresen la Trinidad y la unidad relativae (relacionadas pluralmente). Por tanto, se trata de
en Dios. sujetos respectivos, es decir, de sujetos que dicen relación el
uno al otro 25 . En su tratado De Trinitate decía muy bien:
El magisterio de la Iglesia en sus documentos solemnes ha «Cada una de las personas divinas está en cada una de las
asumido el lenguaje que vino de la tradición griega y latina. otras y todas en cada una y cada una en todas y todas están en
En el horizonte de esta racionalidad y con las cuestiones que todas y todas son solamente uno» 26 .
suscita consiguió repetir la fe ortodoxa. Pero al mismo tiem-
po que enseña las procesiones, insiste en la perijóresis de las El fundamento de la perijóresis, tradicionalmente, se veía
divinas personas y en la co-eternidad y co-igualdad de las en la unidad de naturaleza divina, apropiada por cada una de
mismas. El Padre «engendró» intemporalmente y sin comienzo las personas, o en la reciprocidad de las relaciones de origen
al verdadero Hijo. El discurso de las procesiones no debe con referencia al Padre. Nosotros sostenemos aquí todavía otro
entenderse como una génesis en Dios o como un proceso fundamento: la perijóresis de las tres divinas personas, origi-
teogónico, como si Dios estuviera sometido al principio de cau- nalmente simultáneas y co-eternas, en infinita comunión recí-
salidad. Con las procesiones divinas se quiere destacar simultá- proca, de manera que se uni-fican (es decir, «se hacen una
neamente la diferencia entre las personas y su recíproca res- cosa»), sin confusión, y son un solo Dios.
pectividad o comunión. Si las personas son distintas, es para Santo Tomás de Aquino, en su comentario al evangelio de
comulgar y estar en unión. Acertadamente ha escrito el teó- san Juan, reafirma lo que acabamos de decir: «Hay una doble
logo ortodoxo P. Evdokimov: «La Trinidad no es el resultado unidad en el Padre y en el Hijo, de esencia y de amor (dúplex
de un proceso, de una teogonia, sino un dato primordial de la unitas essentiae et amoris), y en virtud de las dos el Padre está
existencia divina. No es una obra de voluntad hipostática ni de en el Hijo y el Hijo en el Padre» 27 . El amor es la forma más
necesidad de naturaleza: Dios es eternamente, sin comienzo, elevada de unión. Hace que las diferentes personas sean una
Padre, Hijo y Espíritu Santo, reciprocidad interna de su unión de vida, de entrega mutua y de comunión.
amor» 21 . Difícilmente podría expresarse mejor lo que que-
remos afirmar. Dios es, originalmente y sin comienzo, Padre, Los conceptos que analizamos al comienzo de este capítulo,
Hijo y Espíritu Santo en comunión recíproca tan absoluta y tales como vida, comunión y perijóresis, están todos ellos en
eterna que están siempre en unidad; por eso son Trinidad o 22
Véase el estudio de A. TURRADO, en VARIOS, La Trinidad en la cate-
una unidad trina. quesis, Salamanca 1978, 105-157.
23
AGUSTÍN, De symbolo s. ad catech. 2,4: PL 40,629.
San Agustín desarrolló en sus catequesis y en sus sermones 24
ID, Sermo 182,3,3: PL 38,986.
25
una concepción de la unidad trinitaria más abierta que la de su Cf A. TURRADO, O.C, 139, con los textos de Agustín. En el De Trinitate
VII, 6,11, Agustín dice que, si el ser es para sí y estar en sí, entonces la per-
20 sona indica relación al otro: «Nam si esse ad se dicitur, persona, vero, rela-
Ib, V, 9,10. tive».
21
P. EVDOKIMOV, L'Ésprit Saint dans la tradition orthodoxe, París 1969, 26
AGUSTÍN, De Trinitate VI, 10,12.
43. 27
TOMÁS DE AQUINO, In Joann. 17, lectio V.

178 179
el lugar que el Nuevo Testamento reserva para Dios: Dios es camente trinitario. Por eso no significan ninguna teogonia,
amor (1 Jn 4,8.16). Todos estos conceptos implican intrínseca- ningún resultado de una producción intradivina y ninguna de-
mente desbordamiento, diferenciación como expresión de la ri- pendencia causal. Cada una de las personas es «sin comienzo»,
queza interna y de la propia esencia. Si la tradición teológica y por eso se revela simultánea y originalmente, como si brotara
dice que la esencia (naturaleza y substancia) de Dios es aquello una en dirección hacia la otra. Esta es la realidad primera, la
que lo constituye, entonces hemos de decir que Dios es amor y co-existencia en comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu
comunión de los divinos tres. Dios es tres únicos en comu- Santo o, en un lenguaje más formal, de los tres únicos perijo-
nión de amor. Esta comunión eterna de amor hace que sean retizados, siendo un solo y único Dios. De esta forma evitamos
un solo Dios. el riesgo de la jerarquización subordinacionista en Dios (pri-
mero el Padre, segundo el Hijo y tercero el Espíritu Santo) o
En esta comprensión no hay monarquía del uno (bien sea de la subordinación desigual: el Padre lo tiene todo sin reci-
de la substancia del Padre o bien de la unidad de la misma na- birlo de nadie, el Hijo recibe sólo del Padre y el Espíritu Santo
turaleza divina), sino la comunión eterna de los tres simultá- recibe del Padre y del Hijo, o sólo del Padre mediante el Hijo.
neos, que están siempre uno en el otro, por el otro, con el Evitamos también el teogonismo y el modalismo cuando deri-
otro, a través del otro, para el otro, interpenetrándose en vamos las personas de la naturaleza divina, que sería apropiada
amor, conteniendo el uno al otro, según la feliz expresión de de modos distintos por cada una de las personas o que se des-
san Juan Damasceno: «A semejanza de tres soles, cada uno doblaría por una virtud intrínseca en tres concreciones hipostá-
contenido en el otro, de forma que habría una sola luz debido ticas.
a la íntima compenetración» 28 .
Nuestro esfuerzo reside en partir trinitariamente del Padre,
3.3. Las relaciones siempre ternarias entre el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en perijóresis eterna. Dios es la
el Hijo y el Espíritu Santo Trinidad de personas entrelazadas por el amor y por la comu-
nión. Las tres son originales desde toda la eternidad. Ninguno
Si reconocemos el carácter descriptivo y analógico de las es anterior al otro. Las relaciones son de participación recí-
expresiones clásicas como «causa», «generación», «espiración» proca y no de derivación hipostática; son de correlación y de
y «procesiones», también hemos de admitir que son fórmulas comunión y no de producción y procesión. Lo que se produce
altamente sugestivas. Tienen una lógica relacional interna, ya y procede es la revelación intratrinitaria e interpersonal. Una
que decir Padre, Hijo y Soplo (Espíritu) Santo es significar di- persona es condición de la revelación de la otra en un dina-
ferencia y relación. Por eso hay que decir siempre que el Padre mismo infinito, como espejos que se reflejan triplemente sin
es fecundo y origina al Hijo. Los dos, el Padre y el Hijo, están fin. Se evita el riesgo del triteísmo mediante la comunión y la
en éxtasis de amor y comunión y permiten la revelación del perijóresis, es decir, por las relaciones siempre ternarias que
don y del amor que es el Espíritu Santo. Nosotros utiliza- existen originalmente entre las personas. Esta comunión peri-
remos, como lo hace la Iglesia en la doxología y en la teología, jorética no es el resultado de las personas. Es simultánea y ori-
las mismas expresiones de generación y de espiración; no ginal con las personas. Ellas son lo que son por su comunión
obstante, lo haremos con la conciencia de su carácter específi- esencial e intrínseca. Si esto es así, queda claro que en Dios
todo es ternario, todo es Patreque, Filioque y Spirituque. Las
28
JUAN DAMASCENO, De fide orthodoxa I, 8,14: PG 94,829.860. Santa Ger- partículas de conjunción se aplican absolutamente a las tres
trudis (t 1302) traduce de esta manera su experiencia trinitaria: «Entonces las personas. La partícula y se encuentra siempre y en todo.
tres personas irradiaban juntamente una luz admirable; cada una parecía lan-
zar su llama a través de la otra y ellas se encontraban todas unas con otras»: Consiguientemente, hemos de decir que el Padre se auto-
W. DEHL, Deutsche Mystiker II, 90. Como se ve, la relación entre las personas revela como misterio abismal y acogedor, misterio paternal y
tiene un carácter claramente perijorético.

180 181
maternal, a través del Hijo y en el Espíritu. El Padre revela al 3.4. La inclusión trinitaria: la Trinidad, todo en todas
Hijo como su Palabra con la participación del Espíritu Santo, las cosas
que es siempre Espíritu del Hijo y del Padre. El Hijo es «en-
Así pues, la unidad trinitaria es perijorética y de comunión.
gendrado» por el Padre en el Espíritu Santo. Dicho de manera
No aparece únicamente en la revelación neotestamentaria en-
figurada: el Padre «engendra» al Hijo virginalmente en el seno
volviendo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sino que se da
materno y virginal del Espíritu Santo. Trinitariamente diríamos
también en la historia salvífica universal y en su condensación
entonces: el Padre «engendra» al Hijo Spirituque, esto es, en
en el espacio eclesial. Aquí, en la Iglesia, se encuentran aque-
comunión con el Espíritu Santo.
llos a los que el Espíritu Santo ha llevado a aceptar a Jesús
A su vez, el Hijo se revela al Padre en la luz del Espíritu como salvador e Hijo, guiándolos en el descubrimiento de
Santo, que escudriña las profundidades del misterio (cf 1 Cor Dios como Abbá. Este Espíritu y el resucitado juntos actúan
2,10). Se revela también al Espíritu Santo como correlacionado en el nivel de toda la creación, fermentan las trasformaciones
con el Padre, ya que el Padre será eternamente el Padre del del mundo, hacen avanzar el proyecto del Padre, que es la
Hijo. Revela igualmente al Espíritu Santo el misterio insonda- inauguración progresiva del reino hasta su culminación escato-
ble del Padre en su desbordante erupción de amor y de en- lógica. El padre surge como el término-omega de la historia
trega. mediante la expansión del señorío del Hijo, constituido a partir
Finalmente, el Espíritu «procede» del Padre y reposa sobre de la resurrección como señor del universo (cf Rom 1,3) por la
el Hijo. El es así ex Paire Filioque (del Padre y del Hijo). El fuerza actualizadora y trasformadora del Espíritu.
Espíritu revela el poder del Padre, que se manifiesta como sa- San Pablo y san Juan aluden a una inclusión de las per-
biduría en el Hijo. Es una potencia infinita de amor y de unión sonas y de la historia en la unión perijorética de la Trinidad.
por la comunión. El Espíritu y el Hijo participan de la innas- En su oración sacerdotal, Jesús lo dice claramente: «Que todos
cibilidad del Padre y atestiguan juntos la diversidad y la comu- sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que ellos
nión en la Trinidad. El Espíritu Santo es el que permite al estén en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado» (Jn
Padre y al Hijo amarse infinitamente. El es el que siempre 17,21). Esta unidad trinitaria es integradora e inclusiva. Está
innova y renueva, ya que el amor jamás es repetición, y la destinada a la glorificación plena de toda la creación en el Dios
exuberancia de vida nunca se agota. trino, que sana al que está enfermo, que libera al que está cau-
En fin, cada persona lo recibe todo de la otra y lo da simul- tivo, que perdona al que está ofendiendo a la comunión divina.
táneamente. Como son tres únicos, nunca hay verdaderamente Esta integración trinitaria tiene que mostrarse ya ahora en la
relaciones diádicas de oposición (Padre e Hijo, o Padre-Hijo y historia, en la medida en que se superan las rupturas de la co-
Espíritu Santo), sino relaciones ternarias de comunicación y de munidad (Gal 3,28: judíos y paganos, griegos y bárbaros, es-
comunión. Existiendo como tres eternamente, también se en- clavos y señores, hombres y mujeres; cf Rom 10,12) y se esta-
trelazan y convergen eternamente en la suprema comunión que blece una economía del don, atendiendo a las necesidades (He
se muestra como unidad del mismo y único Dios trinitario. Por 4,31-35), en una comunidad en la que haya «un solo corazón y
su propia dinámica interna, las tres divinas personas se derra- una sola alma» (He 4,32).
man hacia fuera, creando otros diferentes (creación cósmica y San Pablo se refiere a los pasos de la instauración del rei-
humana), para que puedan ser el receptáculo de la trasfusión nado de Jesús resucitado por la fuerza del Espíritu vivificante
del amor comunicativo y del océano sin límites de la vida trini- hasta que «Dios sea todo en todas las cosas» (1 Cor 15,28). En
taria. cierta forma, podemos decir que la Trinidad tiene todavía un
futuro en la medida en que la creación que le pertenece no ha

182 183
sido aún asumida e integrada en la comunión de las tres di- doras. Esta crítica vale también para la comunidad, en donde
vinas personas. Sólo entonces las tres personas serán una única las relaciones son próximas, nominales e integradoras de la
comunión total. persona y del trabajo, de la vida y del interés común. La co-
munidad tiene que situarse en un todo mayor, ya que no cons-
tituye un mundo cerrado y reconciliado. El comunitarismo está
4. La comunión trinitaria como crítica e inspiración cerca del anarquismo.
de la sociedad humana La sociedad moderna, en las dos versiones que ha asumido
históricamente en el socialismo y en el capitalismo, presenta
La consideración de la comunión de los tres diferentes nos grandes desviaciones cuando se ve enfrentada con el ideal de la
lleva a una actitud crítica frente a la persona, la comunidad, la comunión trinitaria. Bajo el régimen liberal-capitalista se vive
sociedad y la Iglesia. En nuestra cultura dominante ha impe- realmente una dictadura de clase burguesa con sus intereses in-
rado en el nivel de la persona el predominio del individuo, del dividualistas y empresariales, resguardados siempre a partir del
descompromiso aislado, de sus derechos comprendidos fuera control del aparato de Estado. Este régimen ha introducido las
de la relación con la sociedad. El monoteísmo a-trinitario de divisiones más radicales que se conocen históricamente entre
las Iglesias, la ideología de la subjetividad, de la unidad/ ricos y pobres, entre razas y entre sexos. Gran parte de la des-
identidad, han acabado reforzando y reflejando además esta gracia de los pobres del mundo, particularmente en el Tercer
distorsión. Comprender a la persona humana como imagen y Mundo, es una consecuencia del hambre incontrolada de acu-
semejanza de la Trinidad implica medirla siempre por su rela- mular individualísticamente (la persona o la empresa), promo-
ción abierta hacia los demás; tan sólo estando en los otros, en- vida por el sistema del capital, hoy con dimensiones mundiales.
tendiéndose a partir de los otros y siendo a través de los otros Junto a la empresa económica que hace cada vez más homogé-
es como construye su identificación. La incomunicabilidad pro- neos los mercados, se lleva a cabo simultáneamente la imposi-
pia de cada persona solamente existe para permitir la comu- ción del mismo modelo político, basado en la elitización del
nión con otros diferentes. A la luz de la Trinidad, ser persona poder y en la marginación de la gran mayoría del pueblo, más
a imagen y semejanza de las divinas personas significa mante- bien invitado a adherirse mediante el voto que estimulado a
nerse como un nudo de relaciones en permanente actuación: ser creativo y a encontrar formas sociales más adecuadas de
hacia su origen (hacia atrás y hacia arriba) en el misterio abis- promoción de la vida de todos. Al mismo paso camina la em-
mal del Padre, hacia sus semejantes (hacia los lados) revelán- presa ideológica masificante, indiferenciadora de valores, mer-
dose a los otros y acogiendo la revelación de los otros en el cantilizadora de las diferencias en interés de élites de poder.
misterio del Hijo, hacia dentro de sí mismo en su interioridad En el capitalismo se lleva a cabo, siguiendo el surco de la pro-
en el misterio del Espíritu Santo. fanización, el dominio a partir del uno: se intenta crear un solo
La Trinidad constituye una comunión abierta hacia más allá capital total, un solo mercado, un solo mundo de consumi-
de las mismas personas, incluyendo a la creación. La persona dores, una sola visión legítima del mundo, una sola forma de
no puede agazaparse dentro de sus propias relaciones interper- relacionarse con la naturaleza, una sola manera de encontrarse
sonales, perdiendo el sentido de las relaciones mayores, so- con el absoluto. Las diferencias son consideradas como patolo-
ciales e históricas, de carácter traspersonal y estructural. La gías y desviaciones de la única norma; por eso se las arranca
personalización por la comunión no puede desembocar en un de raíz o se las tolera con malos ojos.
personalismo alienado de los conflictos y de los procesos so-
ciales de trasformación, sino que ha de buscar el estableci- Veíamos que la grandeza de la comunión trinitaria residía
miento de relaciones distintas, más participadas y humaniza- precisamente en el hecho de ser la comunión entre los tres di-

184 185
ferentes; la diferencia acogida mutuamente es la mediación nión. En la Trinidad santa no hay dominación a partir de un
para la unidad plural de los divinos tres. Las sociedades bajo el polo, sino convergencia de los tres en una aceptación recíproca
régimen capitalista contradicen por su práctica y por su teoría y en una donación mutua. Son diferentes, pero ninguno es
las interpelaciones y las invitaciones de la comunión trinitaria. mayor o menor, antes o después del otro. Por eso, una socie-
No son (solamente por vía de la negación) mediación para que dad que se inspire en la comunión trinitaria no puede tolerar
las personas y los cristianos experimenten la Trinidad en la his- las clases, las dominaciones a partir de un poder (económico,
toria. sexual o ideológico) que someta y margine a los demás dife-
rentes.
Las sociedades en régimen socialista se estructuran según
un principio verdadero, el de la comunión entre todos, el de la La sociedad que puede surgir bajo la inspiración del mo-
participación de todos en la producción y reproducción de la delo trinitario tiene que ser fraternal, igualitaria, rica por el es-
vida. Han captado la relevancia fundamental de lo social para pacio de expresión que concede a las diferencias personales y
la sociedad. Pero este elemento social es comprendido y es ac- grupales. Sólo una sociedad de hermanos y hermanas, cuyo en-
tuado históricamente de una manera colectivista, es decir, no tramado social esté urdido por la participación y la comunión
pasa por la mediación indispensable de la acogida de las dife- de todos en todo podrá reivindicar la posibilidad de ser una
rencias personales y de la comunidad de las personas. Hemos pálida imagen y semejanza de la Trinidad, el fundamento y el
de ver en el socialismo una especie de imposición de lo social bienestar último del universo. Escribía acertadamente J. Molt-
de arriba abajo, a partir del partido, que se entiende como mann en este sentido: «Solamente respeta al Dios trinitario
vanguardia de la revolución social y como el intérprete del sen- una comunidad cristiana una, única y unificante, sin dominio ni
tido de la historia. Lo social no es realizado en todas las di- opresión; y una humanidad una, única y unificante sin dominio
mensiones, desde abajo, en las relaciones personales, en la de clase y sin opresión dictatorial. Este es el mundo en el que
constitución de una red de comunidades, a partir de las cuales los seres humanos se caracterizan por su relación social, y no
se organice la sociedad civil con su aparato de articulación por su poder o por lo que tienen. Este es el mundo en el que
y conducción que es el Estado. Lo social burocráticamente los seres humanos lo tienen todo en común y lo comparten
impuesto no engendra una sociedad de iguales dentro del res- todo, a excepción de sus características personales» 29 . No le
peto a las diferencias, sino la colectivización con rasgos de ma- corresponde a la teología señalar los modelos sociales que más
sificación. se acercan a la utopía trinitaria. Sin embargo, si tomamos la
democracia fundamental, como la tomaron ya los antiguos
A la luz de la comunión trinitaria podríamos decir que en (Platón, Aristóteles y otros teóricos), no tanto como una for-
el socialismo vigente la comunión anularía a las personas, las mación social definida, sino como un principio inspirador de
personas no serían acogidas como diferentes-en-relación, salva- modelos sociales, entonces tendríamos que decir que los va-
guardada su diferencia, sino que serían subsumidas en un todo lores implicados en ella constituyen los índices mejores de res-
homogeneizador e igualitarista. peto y de acogida de la comunión trinitaria. La democracia
Pero más aún que de crítica, la comunión trinitaria es fundamental intenta la mayor igualdad posible entre las per-
fuente de inspiración para las prácticas sociales. Especialmente sonas mediante procesos cada vez más comprensivos de partici-
los cristianos comprometidos en los cambios estructurales de la pación en todo lo concerniente a la existencia humana personal
sociedad a partir de las grandes mayorías pobres encuentran en
la Tri-unidad su utopía eterna. Los tres diferentes afirman la 29
J. MOLTMANN, La dottrina sociale della Trinitá, en Sulla Trinitá, Napoli
diferencia uno del otro; al afirmar al otro y entregarse total- 1982, 36; ID, La unidad convocante del Dios uno y trino, en «Concilium» 197
mente a él, cada uno se constituye como diferente en comu- (1985) 67-77.

186 187
y social. Más allá de la igualdad y de la participación, intenta
queda entonces fundamentada de la siguiente manera: un solo
la comunión con los valores trascendentes, aquellos que defi-
cuerpo eclesial, una sola cabeza (el papa), un solo Cristo, un
nen el sentido supremo de la vida y de la historia. Pues bien,
solo Dios. Las raíces de esta comprensión se encuentran ya en
cuanto más se concretan tales ideales, mejor se reflejará la co-
el siglo II en san Ignacio de Antioquía (t 107). La monarquía
munión divina entre los seres humanos.
celestial da su base a la monarquía terrena, es decir, al princi-
Como esta comunión, esta participación y esta igualdad se pio de la concentración de todo el poder en una sola persona,
les niega a las mayorías, que se quedan oprimidas y secular- representante único del Dios único. Este poder sagrado se des-
mente marginadas, se hace urgente que, a partir de los propios dobla a continuación a través de jerarquías descendentes, ma-
oprimidos, se inaugure un proceso de liberación. Los que nifestando la desigualdad dentro de la comunidad. En esta vi-
creen, encuentran en el Dios de su fe una inspiración insupera- sión pre-trinitaria, la autoridad asume una actitud paternalista;
ble para la lucha de su liberación. Esta liberación intenta pro- queda imbuida de una aureola de buena voluntad y de solici-
mover la participación y la comunión, realidades que traducen tud, pero deja de reconocer y de valorar la capacidad de inteli-
más densamente en la historia el mismo misterio de la comu- gencia y de iniciativa de los subordinados. Hace todo lo posi-
nión trinitaria. ble para los fieles, para el pueblo de Dios, pero poco o casi
La comunión trinitaria nos ayuda además críticamente a nada con los fieles de ese pueblo de Dios. Dentro de esta prác-
apreciar la forma como se organiza la Iglesia. Ante todo tica resulta difícil que se pueda hablar, en términos prácticos,
hemos de reconocer que la Iglesia se inscribe en la dimensión de Iglesia-comunidad de bautizados y de servicios. En situa-
del misterio 30 , ya que en su seno se encuentran el Hijo encar- ciones-límite o de crisis de consenso, la solución va normal-
nado y el Espíritu Santo como su principio de animación, de mente en favor de la autoridad. A los demás no raras veces les
santificación y de comunión. Ella es el gran sacramento del re- queda sólo el camino del sometimiento o el de la revuelta, con
sucitado y de su Espíritu, enviados ambos por el Padre para la exclusión o con otras penas canónicas. Con esto no se quiere
que se construya a su alrededor la comunidad mesiánica, anti- poner en cuestión el primado que le corresponde a Pedro; pero
cipadora de la comunidad en el reino de la Trinidad. Sin em- es importante situarlo precisamente en donde debe estar, esto
bargo, esta realidad fundamental y estrictamente teológica se es, dentro de la Iglesia-comunidad-de-los-fieles, y no por en-
configura en la historia dentro de unos moldes vinculados a de- cima o fuera de ella.
terminadas concepciones del mundo y del poder, al lado de La comunión perijorética de la Trinidad, misterio solar, ilu-
otros elementos que, sin duda alguna, provienen de la tradi- mina el misterio lunar de la Iglesia. La Iglesia es un misterio
ción de los apóstoles y de Jesús de Nazaret. derivado (mysterium derivatum, como decían los padres de la
Así, la representación de la unidad de la Iglesia, en la Igle- Iglesia) de otros misterios más fundamentales, especialmente
sia de Occidente, se aferra —como ya han señalado eminentes del misterio del amor y de la comunión entre los divinos tres.
eclesiólogos 31 — a una visión del monoteísmo pre-trinitario o Lo mismo que hay una koinonía trinitaria, también hay una
a-trinitario. La estructura monárquica de la Iglesia institucional koinonía eclesial. La definición primera de la Iglesia es la si-
guiente: la comunidad de los fieles que están en comunión con
el Padre, por el Hijo encarnado, en el Espíritu santificador, en
30
Cf L. BOFF, A Igreja come misterio e a teología da libertacáo, en comunión entre sí y con sus coordinadores. A los fieles, el Es-
A Igreja se fez povo, Petrópolis 1986, 12-25. píritu y el resucitado les conceden múltiples dones y servicios
Sl
Cf Y. CONGAR, La Tri-unité de Dieu et l'Église, en «La Vie Spirituelle»
604 (1974) 687-703, con bibliografía; J. MOLTMANN, Crítica del monoteísmo po- (cf 1 Cor 12). Pero es uno mismo el Espíritu que los da y es
lítico y clerical, en Trinidad y reino de Dios, o . c , 207s; B. FORTE, La Chiesa, uno mismo el Señor (1 Cor 12,4). La colegialidad episcopal en-
icona della Trinitá. Breve ecclesiologia, Brescia 1984. cuentra en la comunión trinitaria su mejor fundamento teoló-
188 189
gico . Son muchos los obispos, pero forman un solo cuerpo CAPÍTULO 8
episcopal. Así como los tres únicos son un solo Dios en comu-
nión, también los doce apóstoles cumplen un solo episcopado
GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO,
colegial. De la misma forma, son muchas las Iglesias locales,
GLORIA AL ESPÍRITU SANTO
pero todas ellas juntas forman una sola Iglesia de Dios. La ca-
tolicidad de la Iglesia reside en el respeto y en la acogida de
los dones y de las particularidades que el Espíritu ha suscitado
en cada una de ellas. Todas las Iglesias locales se unen entre sí
por el resucitado y en el Espíritu. La comunión eclesial ex-
presa la comunión trinitaria: cada persona es distinta, pero re-
conoce a la otra y se entrega totalmente a ella. El texto de san
Juan que hemos citado anteriormente (Jn 17,20-21) muestra la
relación perijorética entre el Padre y el Hijo, que se sitúa
como modelo para la comunidad de los discípulos y discípulas Hasta ahora hemos intentado reflexionar sobre el misterio
de Cristo: «para que ellos estén en nosotros» (Jn 17,20). De la trinitario a la luz de la doctrina de la Iglesia o de las disquisi-
visión trinitaria se deriva un modelo de Iglesia que es más bien ciones de los teólogos. En este punto valía más la razón y la
comunión que jerarquía, más servicio que poder, más circular comprensión que el corazón y la alabanza. Intentaremos ahora
que piramidal, más de un gesto de abrazo que de un gesto de recuperar estos mismos datos a partir de otra preocupación
inclinación reverente ante la autoridad (proskynesis). que, en verdad, jamás estuvo ausente de nuestra exposición: la
Este modelo perijorético de Iglesia somete todos los servi- de la doxología 1. Por doxología (doxa en griego significa glo-
cios eclesiales (el episcopado, el presbiterado, los ministerios ria) entendemos la experiencia de las realidades divinas expre-
laicales, etc.) al imperativo de la comunión y de la participa- sada en alabanzas, acciones de gracia, actitudes de respeto y
ción de todos en todo lo que se refiere al bien de todos. En- de acogida alegre de los hechos que Dios llevó a cabo en fa-
tonces la Iglesia es de hecho «el pueblo reunido en la unidad vor de los hombres y mujeres. En la base de toda teología
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Lumen Gentium 4). (reflexión sobre y a partir de la revelación) está la doxología
(celebración del Dios que se revela). Esto vale de manera muy
especial para la verdad trinitaria. Antes de que surgieran la
discusión de los teólogos y las tomas de posición del magiste-
rio, estuvo la oración de los fieles, las celebraciones litúrgicas y
la vivencia cotidiana, tranquila y no refleja, de la presencia del
Padre por el Hijo en la unión con el Espíritu Santo, en medio
de la humanidad, en el seno de la Iglesia y en el corazón de
los fieles.

1
Para una reflexión doxológica cf A HAMMAN, en Mystenum salutis II,
32 Cristiandad, Madrid 19772, 124-134; VARIOS, Trinidad y vida cristiana, Sala-
El papa SIMMACO, en una carta a Aronio de Arles, alrededor del aflo manca 1979; E. SCHLINK, Trinitat, en Religión in Geschichte und Gegenwart
500, aludía a la referencia trinitaria del mismo sacerdocio que existe en los di- VI, Tubingen 1962, 1032-1043; J. MOLTMANN, Trinidad y reino de Dios, Si-
ferentes obispos: Epist. 3 PL 62.51A. gúeme, Salamanca 1983, 168-178.

191
Jesús reveló su secreto de Hijo y su relación íntima con el Hijo y Espíritu Santo es revelación; decir que Dios es una sub-
Padre en una oración (cf Mt 11,25-27; Le 10,21-22) cargada de stantia et tres personae es teología, esfuerzo humano por captar la
alegría del Espíritu (Le 10,21): «Te doy gracias, Padre, Señor revelación de Dios dentro de las exigencias de la razón. La si-
del cielo y de la tierra... Nadie conoce al Hijo sino el Padre ni tuación no cambia substancialmente cuando el cristiano consi-
conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo dera los pronunciamientos oficiales del magisterio. Allí encon-
quiera revelar». También nosotros juzgamos oportuno, en la trará formulaciones de gran precisión y coherencia lógica,
atmósfera de la piedad, acercarnos respetuosamente al misterio hasta el punto de haber refrenado históricamente el coraje es-
de la santísima Trinidad. Por eso lo hacemos comentando la peculativo de los teólogos. El progreso dogmático se cerró
oración diaria de los cristianos, el «Gloria al Padre». El co- prácticamente en el concilio de Florencia (1439-1445); la pro-
mentario incluirá la reflexión teológica, pero al servicio de la ducción teórica posterior hasta nuestros días (con algunas ex-
doxología y de la mistagogia (= iniciación del cristiano en el cepciones que hemos referido anteriormente) se centra espe-
misterio trinitario). cialmente en comentar los términos definidos y en ahondar en
cuestiones históricas o detalles del sistema ya construido 2 .
No es fácil explicar al cristiano, preso en el «misterio ló-
1. La santísima Trinidad como evangelio para los hombres gico» de la Trinidad, que el número tres de Trinidad {trias y
y las mujeres, especialmente para los pobres trinitas: expresiones consagradas a finales del siglo II por Teó-
filo de Antioquía y por Tertuliano) no significa ninguna conta-
Queremos responder a la siguiente cuestión: ¿en qué me- bilidad y ninguna operación aritmética de suma o adición. Las
dida la santísima Trinidad es evangelio, es decir, buena nueva Escrituras nunca cuentan nada en Dios; sólo conocen un nú-
para las personas, especialmente para los oprimidos? Para mu- mero divino, el «único»: un único Dios, un único Señor, un
chos cristianos la santísima Trinidad parece ser solamente un único Espíritu. Este único no es ningún número, el primero de
misterio lógico: ¿cómo es posible que el único Dios se realice una serie. Es más bien la negación de todo número. Es simple-
en tres personas?, ¿cómo puede la trinidad de personas consti- mente lo único. El Padre es un único, el Hijo es un único y el
tuir la unidad del Dios único? Realmente, un cristiano que en- Espíritu Santo es un único. Los únicos no se suman. Como in-
tra por primera vez en contacto con las discusiones trinitarias tentamos explicar anteriormente, es la eterna comunión de los
podrá tener esta impresión. La fe cristiana se aculturó en el únicos entre sí lo que constituye la unidad divina en la fuerza
mundo helenista. Los cristianos tuvieron que traducir su doxo- de la vida y del amor (naturaleza divina). Sin embargo, debido
logía en una teología adecuada a aquel ambiente para asegurar a la comunión y a las relaciones que se nos han revelado entre
la verdad de la fe; usaron las expresiones que estaban al al- el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, existe un orden en los
cance de la razón crítica de aquel tiempo, como substancia (na- nombres divinos. Aunque cada persona es co-eterna con las
turaleza y esencia), persona (hipóstasis, prósopon), relación, otras y no existe por eso ninguna anterioridad de una sobre la
perijóresis (circumincesión) y procesión. Fue aquél un camino otra, hemos de afirmar, sin embargo, que el Padre que engen-
atormentado, como vimos en los capítulos anteriores, pero que dra tiene una anterioridad lógica sobre el Hijo engendrado, y
ha marcado nuestra reflexión hasta hoy, aun cuando el miste- éste sobre el Espíritu, que es espirado por el Padre junto y a
rio siga desafiando todas las categorías humanas y provocando través del Hijo. Así es como hay que entender el orden en los
nuevas aproximaciones, nacidas del encuentro de la revelación nombres divinos. En virtud de esto, surge la conveniencia hu-
bíblica con la cultura ambiental. No hemos de olvidar nunca que
el Nuevo Testamento nunca utiliza las expresiones «trinidad de
2
personas» y «unidad de naturaleza». Decir que Dios es Padre, A. MICHEL, Trínité, en Dictionnaire de Théologie Catholique XV, Paris
1950, 1083.

192 193
mana de hablar de tres «personas» 3 . Pero la teología nunca 2. Reverencia ante el misterio
queda satisfecha con esta expresión «tres personas», como lo
demuestran las ininterrumpidas discusiones posteriores. La doxología es una actitud de adoración, de agradeci-
miento y de respeto ante el misterio trinitario. ¿Cómo hemos
Importa superar la comprensión de la Trinidad como miste- de situarnos ante el misterio? Conviene ver con claridad en
rio lógico y llegar a la del misterio salvífico. La Trinidad tiene qué sentido se presenta la santísima Trinidad como misterio.
que ver con la vida de cada persona, con su hacer cotidiano en La enseñanza oficial de la Iglesia proclama la santísima Trini-
el esfuerzo de dirigir la existencia en la conciencia recta, en el dad como un misterio estricto. Por misterio estricto (stricte dic-
amor y la alegría, en el sufrimiento de la pasión del mundo y tum) se entiende una verdad que trasciende las posibilidades
de las tragedias existenciales; tiene que ver también con la lu- de comprensión humana, una verdad garantizada solamente
cha por denunciar las injusticias sociales y por construir una por la comunicación divina y que, incluso después de comuni-
convivencia más humana y fraternal, con todos los sacrificios y cada, no puede ser captada positivamente. Esta comprensión
martirios que supone no raras veces este empeño. Si no conse- del misterio se elaboró contra el racionalismo, especialmente el
guimos incluir a la Trinidad en este camino personal y social, racionalismo idealista, que intentaba trasformar las verdades
no mostraremos el misterio salvífico ni evangelizaremos ade- de la revelación en meras conquistas de la razón natural. En
cuadamente. Si los oprimidos que creen concientizan el hecho este sentido, el misterio sería una particularidad de una frase y
de que sus luchas por la vida y la libertad son también las lu- se entendería a partir de la razón; el misterio sería algo pasa-
chas del Padre y del Hijo y del Espíritu por producir el reino jero, válido para el tiempo de la oscuridad de la razón en la
de la gloria y de la vida eterna, entonces tendrán más motivos historia: en la eternidad acabaría el misterio, ya que veríamos
para luchar y resistir; el significado de su compromiso romperá a Dios cara a cara.
el mezquino marco histórico y ganará una inscripción eterna en
el seno del mismo misterio absoluto. No estamos condenados a Efectivamente, entendido de este modo, la santísima Trini-
vivir solos y aislados unos de otros; estamos llamados a convi- dad es un misterio estricto, ya que escapa a la comprensión de
vir y a entrar en la comunión trinitaria. La sociedad no está la razón el que tres personas distintas puedan estar de tal
definitivamente perdida en sus relaciones injustas y desiguales, forma unas en las otras que constituyan un único Dios; es in-
sino llamada a trasformarse a la luz de las relaciones abiertas e comprensible a la razón humana la absoluta igualdad de las
igualitarias que vigen en la comunión trinitaria, utopía reali- personas, dado el hecho de que el Hijo «procede» del Padre y
zada de todo caminar histórico-social. Si la Trinidad es evange- el Espíritu Santo del Padre y del/mediante el Hijo; está más
lio, entonces lo es especialmente para los oprimidos y para los allá de la razón humana combinar la radical simplicidad de
condenados a la soledad. Dios con la trinidad de personas.
Este concepto de misterio difícilmente provoca una actitud
3
El Nuevo Testamento presenta varios órdenes de los nombres divinos: de veneración. Se define como el límite de la razón, blo-
Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 28,19; Rom 8,11; 15,16); Espíritu Santo,
Hijo, Padre (1 Cor 12,4-6; Ef 4,4-6); Hijo, Padre y Espíritu Santo (2 Cor queando su sed de comprensión. Este concepto, a pesar de su
13,13); Espíritu Santo, Padre, Hijo (He 20,28); Padre, Espíritu Santo, Hijo validez (en el sentido que expusimos anteriormente) provoca
(2 Tes 2,13-14; 1 Pe 1,1-2); Hijo, Espíritu Santo, Padre (Ef 2,18; 1 Cor 6,11). más bien una actitud de angustia y de estrangulamiento de la
San Gregorio Nacianceno se pregunta: «¿A qué se debe esta variación en el
orden?»; y responde: «Para mostrar la igualdad de naturaleza» (Oratio 34,15: mente. No obstante, hemos de reconocer que esta idea de mis-
PG 36,253). Teodoreto, gran teólogo en cuestiones cristológicas y trinitarias terio no corresponde a la amplitud y profundidad que el miste-
del siglo v, decía: con este cambio en el orden se quiere «enseñar que la dife- rio poseía en el cristianismo antiguo. Dios y la santísima Trini-
rencia de los nombres no significa ninguna diferencia ni dignidad...; se quiere
llamar la atención sobre la igualdad de la gloria en el seno de la Trinidad» dad eran considerados ciertamente como misterio, pero como
(Haereticorum fabularum Compendium 3: PG 83,456). misterio revelado. Pertenece al misterio cristiano ser revelado y

194 195
confiar nuestra vida, nuestro caminar y nuestra muerte al mis-
comunicado por los testimonios de la fe (cf Rom 16,25; 1 Cor terio de comunión que nos arropa y nos realiza infinitamente.
2,1-6; Ef 1,9; 3,9; Col 1,26; 1 Tim 3,9.16; cf Me 4,11; Mt Creer, en esta visión comprensiva, implica un modo de ser; no
13,11; Le 8,10). Pero pertenece también al misterio seguir es tanto reflexionar sobre el misterio como dejarse captar por
siendo misterio en la revelación; de este modo, no significa el él, entrar en la dinámica de su revelación, sumergirse en la
límite de la razón, sino lo ilimitado de la razón. Tiene una con- comunión de la vida divina trinitaria. Lo mismo que para en-
naturalidad con la existencia humana, ya que también ella es tender la música necesitamos el oído, y para captar el arte
misterio abismal, habitada por lo infinito, que le hace tener el necesitamos el sentido estético, lo mismo ocurre con el miste-
deseo de ver y amar a Dios y de vivir en una absoluta comu- rio: necesitamos la fe, que nos sitúa en aquella posición a par-
nión con él y con todas las cosas del universo 4 . En el caso del tir de la cual tiene sentido hablar del misterio de la comunión
misterio trinitario, se reveló en el camino histórico de Jesu- del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que son un único
cristo y en las manifestaciones del Espíritu. Por eso puede ser Dios. Asegurado este espacio de la fe cordial, la razón podrá
llamado, con razón, un misterio sacramental, es decir, un mis- llevar a cabo su acción, que consiste en escudriñar la lógica
terio que se comunica en la encarnación y en la venida del Es- graciosa del misterio. La razón no intenta eliminar el misterio,
píritu sobre María y los apóstoles en pentecostés. Se puede ha- sino apropiarlo a la existencia humana. Y cuanto más ahonda
cer el relato de su recorrido y cómo fue captado lentamente en las dimensiones de lo divino, más se abre el horizonte del
por los primeros testigos del misterio cristiano. misterio. Dios entonces no es un misterio pasajero, dentro de
Comprendiendo el misterio en este horizonte, podemos en- la situación terrena de las personas, que deje de serlo en la
tender que provoca la reverencia sagrada, única actitud válida eternidad. Dios (lo mismo que la persona humana y la historia
ante el último y supremo ser de nuestra vida. En vez de angus- de las colectividades) es un misterio en sí mismo, también por
tiar a la razón, hace ensancharse la mente y el corazón. No es la eternidad hacia fuera. El misterio es más que la verdad re-
un misterio ante el que nos quedemos mudos y atónitos, sino velada; misterio es Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en-
ante el que nos alegramos, cantamos y damos gracias. No es trando en la creación, pasando por sus negatividades, rescatán-
un muro que se levante frente a nosotros, sino una puerta que dola de la rebelión del pecado e integrándola en su comunión
se nos abre hacia el infinito de Dios. Si no podemos abrazar la eterna. Como se deduce, se trata siempre del trascendente que
montaña, sí que podemos acercarnos a ella, tocarla y cele- impregna lo inmanente haciéndolo trasparente 5 .
brarla. Lo mismo ocurre con el misterio de la santísima Trini- Si la razón dirigida por la fe no llega a entender siquiera lo
dad. No está fuera de nosotros. Nos rodea por todos los lados, fundamental de Dios, no por eso se entrega a la desesperación
mora dentro de nosotros y nos invita a integrarnos en la comu- o a la resignación. La misma razón reconoce amigablemente
nión eterna de las divinas personas. que «Dios puede ser aquello que nosotros no podemos enten-
Ante el misterio humano cabe el respeto y la veneración. der» 6 .
Ante el misterio de Dios vale todo eso, pero todavía más la fe.
Creer es mucho más que aceptar las afirmaciones que Jesús y
los apóstoles nos han hecho en nombre de la Trinidad (credere 5
Véanse las oportunas reflexiones de M. J. SCHEEBEN, LOS misterios del
Trinitati, Christo) y sobre la Trinidad. Creer significa funda- Cristianismo, Estella 1967, 483s; K. RAHNER, Sobre el concepto de misterio en
mentalmente entregarse al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, la teología católica, en Escritos de Teología IV, Taurus, Madrid 1961, 53-101;
A. MILANO, Trinidad, en Diccionario teológico interdisciplinar IV, Sigúeme,
Salamanca 1983, 587-588; A. BRUNNER, Dreifaltigkeit. Personale Zugange zum
4
El término griego mysterion fue traducido al latín arcaico por sacramen- Geheimnis, Einsiedeln 1976, 20-21.
tum; véase una profundización de su significado en L. BOFF, O que significa 6
HILARIO DE POITIERS, De Trinitate III, 1.
sacramento, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 34 (1974) 860-895.
197
196
3. ¡Hemos visto su gloria! La respuesta a esta gloria comunicada no puede ser otra
más que dar gloria, devolver amor, cantar alabanzas al miste-
Cuando el misterio se revela, manifiesta la gloria del Dios rio (cf Rom 11,33): «En cuanto a nosotros, amemos porque
trino. ¿Qué significa aquí gloria? Gloria consiste en la manifes- Dios nos amó primero» (1 Jn 4,19). Cuando los cristianos re-
tación de Dios trino tal como es. Gloria implica más que la zan el «Gloria», se sitúan en esta actitud responsorial. Agrade-
mera revelación de la existencia de la Trinidad; es mostrar su cen a la Trinidad su revelación y comunicación; dan gracias al
presencia. La presencia es la existencia potenciada, entregada, Padre, que nos envió a su Hijo para liberarnos, y al Espíritu
comunicada. Por eso la presencia y la gloria están relacionadas como amor derramado en nuestros corazones (Rom 5,5), al
con otras realidades: el resplandor, el amor benevolente, la fi- Hijo, que nos comunicó el rostro misericordioso del Padre, y
lantropía divina, como decían los padres. A esta presencia per- al Espíritu Santo que nos hace acoger al Hijo y gritar: ¡Abbá,
cibida, las personas responden con la alegría, con la fascina- Padre! (Rom 8,15; Gal 4,6). Los cristianos pueden decir de la
ción y con el sentimiento de estar salvadas y llenas de gracia. Trinidad lo que dijo Juan de Jesucristo: «¡Hemos visto su glo-
Con razón decía Karl Bart: «La Trinidad de Dios es el misterio ria!» (Jn 1,14). No sin razón los mayores teólogos que vislum-
de su belleza. Negarla es tener un Dios sin resplandor, sin ale- braron con sus reflexiones las dimensiones del misterio trinita-
gría (¡y sin humor!), un Dios sin belleza» 7. rio, como san Gregorio Nacianceno, el Pseudo-Dionisio y san
Agustín, las terminaron siempre con oraciones ardorosas de
La belleza de Dios se ha puesto de manifiesto; allí se ha
alabanza y de agradecimiento, conscientes siempre de sus limi-
manifestado su gloria. En ningún otro sitio mejor que en la
taciones 8 . Realmente, hemos de terminar con el silencio de la
epístola a Tito se muestra la conciencia de esta presencia gra-
razón para dejar que el corazón desborde en su admiración.
ciosa de Dios trino: «Un día apareció la bondad de Dios, nues-
Refiriéndose a la Trinidad, decía atinadamente santo Tomás:
tro salvador, y su amor a los hombres. Y no por causa de las
«Honramos a Dios con el silencio, no porque no tengamos
obras de justicia que hubiéramos practicado, sino solamente en
nada que decir o que indagar sobre él, sino porque adquirimos
virtud de su misericordia, él nos salvó por el bautismo de rege-
conciencia de que nos quedamos siempre más acá de su com-
neración y renovación del Espíritu Santo, que derramó abun-
prensión adecuada» 9 . Este silencio reverente representa el
dantemente sobre nosotros por Jesucristo, nuestro salvador»
habla más oportuna del fiel frente al misterio de la santísima
(Tit 3,4-6). La gloria de Dios es el hombre vivo, redimido, el
Trinidad.
pobre reintegrado en su justicia y en su derecho.
La gloria de la Trinidad aparece en la admiración de las
personas, los «queridos de Dios» (Rom 1,7), los «amados del
4. Motivos para la glorificación
Señor» (2 Tes 2,13), en la exclamación: «¡Con qué amor nos
amó el Padre...!» (1 Jn 3,1). O en aquella otra: «¿Quién nos La glorificación vive de la contemplación del misterio trini-
separará del amor de Cristo?... Nada podrá separarnos jamás tario tanto en su expresión económica (cómo se ha revelado
del amor de Dios, en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rom 8,35- para nosotros en la historia), como en su dimensión inmanente
39); «el hijo de Dios me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20). (cómo es Dios en sí mismo desde toda la eternidad), o bien en
Por fin encontramos una afirmación globalizante de todo el su significado salvífico-liberador. Consideremos cada uno de
proceso de autocomunicación divina: «Dios ha amado tanto al estos puntos, que ya hemos tocado anteriormente.
mundo que le ha entregado a su propio Hijo único» (Jn 3,16).
8
7
Véase la larga oración de san Agustín en el final De Trmitate XV, 28,51.
K. BARTH, Kirchliche Dogmatik II, 1,2. 9
TOMÁS DE AQUINO, In Boet. de Trinitate, Prooem. 2-1, ad 6.

198 199
El Nuevo Testamento nos manifiesta el proceso de revela- Las tres personas constituyen una sola comunión, un solo Dios
ción del misterio trinitario en el recorrido del caminar de trino.
Cristo y de la irrupción del Espíritu en las comunidades primi-
tivas. Jesús revela al Padre como misericordioso, como el Pa- Todo este misterio es significativo en sí mismo. Basta con-
dre del hijo pródigo y de la oveja perdida. Se siente enviado templarlo para llenarnos de alegría y de éxtasis espiritual. Dios
por este Padre. Su acción intenta instaurar el señorío del Pa- es glorificado por él mismo, ya que la gloria de la diversidad
de personas y de la unidad de comunión se presenta tan fasci-
dre, en cuanto que libera a las personas de sus opresiones con-
nante que no cabe otra actitud más que la, de exclamación, de
cretas. Libera en virtud de una energía y de un entusiasmo que
cántico, de alabanza, de adoración y de acción de gracias. Esta
lo impregna y que causa la admiración de los presentes. Es el
glorificación aumenta cuando nos damos cuenta de que es-
Espíritu Santo el que así se manifiesta en favor de Jesús y que,
tamos envueltos por esta comunión trinitaria: las tres personas
unido a él, actúa también en la historia. Jesús revela especial-
quieren introducir a todas las personas y a su mundo en esa
mente la unión y la comunión que existe entre él, el Padre y el
misma vida palpitante y comunitaria. Esa comunión no se da
Espíritu. El no está nunca solo, sino siempre relacionado. In- como promesa de un futuro todavía por venir; se realiza ya en
cluso en la cruz, donde experimenta el abandono del Padre, medio de las personas y de las comunidades. Se vive cuando se
sigue todavía dirigiéndose a él como «Dios mío» y entrega su saborea efectivamente como comunión de ser y de tener. La
espíritu en manos del Padre. Trinidad se comunica como Trinidad cuando se establece la co-
munión en la tierra. Se vive también como esperanza y se anti-
Todo este proceso de revelación se desarrolla en las di-
cipa en esta esperanza cuando los oprimidos y sus aliados
versas expresiones de la vida humana de Jesús: en su oración
luchan contra las rupturas y las opresiones. La comunión trini-
agradecida, en el anuncio de la buena nueva, en su acción
taria es fuente de inspiración, factor de protesta, paradigma
junto al pueblo, en su enfrentamiento con los fariseos, en sus
de construcción.
gestos de sanar y de exorcizar, en su trato con los apósto-
les. La revelación se hace por medio de palabras, de obras, de
actitudes asumidas por Jesús. Contemplar los «misterios/
sacramentos de la carne de Jesús» es el camino doxológico que
nos conduce a la acción de gracias, a la adoración y a la inte-
riorización del misterio trinitario.

La Trinidad económica es la puerta hacia la Trinidad inma-


nente. Dios se revela tal como es en sí mismo, esto es, como
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las hazañas del Hijo encarnado
y del Espíritu Santo actuando en la historia, a partir de su ve-
nida sobre María, dejan vislumbrar las acciones intratrinitarias.
El Padre será eternamente la vida en su misterio radical y os-
curo. El Hijo, la vida en su misterio luminoso, por ser recibido
del Padre y devuelto a él en amor filial. El Espíritu será para
siempre el misterio de vida que une la fuente al caudal y el
caudal (el Hijo) a la fuente (el Padre). En virtud de la vida co-
municada del uno al otro y del amor que brota entre los tres
en comunión suprema, aparece la unidad de los tres únicos.

200 201
CAPÍTULO 9
consideraremos la revelación del Padre en la historia de la sal-
vación, tal como nos lo ha dado a conocer el Hijo encarnado
GLORIA AL PADRE, (Trinidad económica); en la segunda meditaremos sobre el Pa-
ORIGEN Y FIN DE TODA LIBERACIÓN dre en el seno de la Trinidad y en sus relaciones perijoréticas
con el Hijo y con el Espíritu Santo (Trinidad inmanente). Ha-
remos valer la corivicción de que el Padre se revela tal como es
en sí mismo; lo que de él contemplamos en el tiempo es una
revelación de lo que es en la eternidad. Además de eso, los di-
vinos tres están siempre relacionados de tal manera que jamás
podrá hablarse solamente del Padre sin su comunión con las
otras personas, y viceversa.

Puede hablarse de muchas maneras de Dios como padre 1. 1. El Padre invisible, misterio insondable
En una perspectiva cosmológica, Dios es considerado como pa-
dre por haber creado el universo; esta denominación es fre- La fe cristiana no tiene ninguna imagen de Dios Padre. El
cuente en las religiones del mundo. En un sentido político, Hijo se apareció en forma humana en la figura de Jesús de Na-
como en el Antiguo Testamento, Dios es padre por haber zaret. El Espíritu en forma de paloma. El Padre es invisible.
creado, escogido y liberado a su pueblo (cf Ex 4,22; Is 63,16; Los testimonios del Nuevo Testamento son claros: «A Dios no
Jer 31,9). En un sentido espiritual, Dios es padre por mostrar lo ha visto nadie. El Hijo unigénito que está en el seno del Pa-
piedad y misericordia, refugio y protección a los piadosos, a dre es el que nos lo ha dado a conocer» (Jn 1,18; 6,46; 1 Tim
los pecadores y abandonados (cf Sal 27,10; 103,13; Is 63,15; 6,16; 1 Jn 4,12). Es un misterio abismal; cuanto más pe-
64,7). En un sentido psicológico, Dios es experimentado como netramos en él, más aumenta nuestro conocimiento y más lejos
padre, protección suprema del desamparo humano, realización se extienden los márgenes del océano infinito de la vida divina.
utópica de nuestra sed de inmortalidad y de omnipotencia. El Padre es aquel que eternamente es, antes de que hubiera
Todos estos sentidos tienen su propio valor, incluso teológico, ninguna criatura. El Dios Padre es más original que el Dios
pero no es ésta la perspectiva que asumimos en este capítulo. creador. Aun cuando no hubiese creación (la creación no es
Reflexionaremos sobre el Padre en una perspectiva trinitaria 2 , necesaria, sino fruto de la comunión trinitaria derramada hacia
como la primera persona de la Trinidad, Padre que engendra fuera, libremente), Dios sería Padre por estar engendrando
al Hijo y que junto con (y a través del) Hijo espira al Espíritu desde siempre y entrando en comunión con el Hijo. Lo decía
Santo en el sentido analógico de estas palabras, como se ha di- bien Jesús en san Juan: «Padre..., me amaste antes de la crea-
cho. Reflexionaremos en una doble dimensión: en la primera ción del mundo» (Jn 17,24) 3 .
Este Padre, misterio insondable, se nos ha revelado por Je-
sucristo, su Hijo unigénito. Jesús es, sin duda, el hijo de Dios;
1
Véase la obra que resume las diversas perspectivas: H. TELLENBACH, Das pero más correctamente —dentro de la perspectiva trinitaria—
Vaterbild im Mythos und Geschichte, Stuttgart 1976; la obra clásica es la de Jesús es hijo del Padre. El Padre es siempre el Padre de nues-
J. JEREMÍAS,2 Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Sigúeme, Sala-
manca
2
1983 ; L. BOFF, El Padre nuestro, Paulinas, Madrid 1982.
Cf L. BOUYER, Le Pére invisible, Paris 1976; J. GALOT, Pour une théolo- 3
gie du Pére, en «Esprit et Vie» 94 (1984) 497-503; 661-669; 95 (1985) 295-304; Véanse las reflexiones de P. AUBIN, Dio-Padre-Figlio-Spirito, Torino
todo el número 163 de la revista «Concilium» (1981). 1978, 83-84.

202 203
tro Señor Jesucristo (Rom 15,6; 1 Cor 1,3; 2 Cor 11,31; Ef narlo a muerte «porque llamaba a Dios su propio Padre, ha-
3,14; etc.), paternidad eterna, perteneciente a la esencia del ciéndose igual a Dios» (Jn 5,16). Porque el Padre engendra al
propio Dios. Si el Padre es invisible, entonces nuestro único
Hijo, hay una prioridad del Padre expresada por Jesús con la
acceso es por el Hijo y por el Espíritu Santo que procede de
frase que sólo puede entenderse bien en una lectura trinitaria
él. Fuera de la revelación única que nos ofrecen el Hijo y el
de Dios: «El Padre es mayor que yo» (Jn 14,28). Por el hecho
Espíritu, Dios Padre no pasa de ser sinónimo de Dios creador.
de recibirlo todo del Padre, el Padre es la fuente original; pero,
Por Jesús descubrimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
porque posee todo lo que tiene el Padre, es igual a él. Por eso,
como la realidad del único y verdadero Dios, la Trinidad
«el que me vio, ha visto al Padre» (Jn 14,9).
santa.
La misma denominación de Dios como Abbá muestra la
Veamos cómo el Hijo Jesús nos reveló al Padre eterno.
profunda intimidad que existe entre Jesús y su Padre. El habla
de «mi Padre»; confiesa que nunca está solo, «porque el Padre
está en mí» (Jn 16,32; 8,29); más aún, da a conocer la interpe-
2. «Nadie conoce al Padre sino el Hijo» netración del uno en el otro: el Padre en él y él en el Padre
(Jn 17,21).
En un contexto de oración y de gran densidad espiritual
(«inundado de la alegría del Espíritu», nos dice san Lucas
10,21), Jesús se presenta como el revelador del Padre: «Todo 3. En nombre del Padre, Jesús libera a los oprimidos
me ha sido entregado por el Padre. De modo que nadie co-
noce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo Jesús se siente enviado por el Padre. El Padre constituye el
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27; Le modelo de su acción: «El Hijo no puede hacer nada por sí
10,22). Jesús goza de una experiencia sumamente íntima con mismo; sólo hace lo que ve hacer al Padre» (Jn 5,19). El Padre
su Dios: en los evangelios lo llama 170 veces con la palabra es prototipo de la misericordia, de la acogida del hijo pródigo
que balbucea el niño: Abbá. ¿Qué significa «mi querido y del amor a los pequeñuelos. Si el mismo Jesús hizo personal-
papá»? ¿Solamente que Dios-Padre es el creador de este hom- mente una opción por los pobres y marginados de su tiempo,
bre piadoso y profético, Jesús de Nazaret? La conciencia de no fue ciertamente por un mero impulso humanitario, sino en
Jesús que nos dejan entrever los sinópticos y las profundas re- virtud de su encuentro con el Padre. «El Padre resucita a los
flexiones que hizo el evangelista Juan a partir de su conviven- muertos y les da la vida; así también el Hijo da la vida a los
cia con Jesús apuntan hacia un misterio. El Padre no es el que quiere» (Jn 5,21). Por eso Jesús, en nombre del Padre,
creador, sino el engendrador de un Hijo. Jesús llama Padre a cura, entra en conflicto con la imagen legalista de Dios del ju-
Dios porque se siente Hijo suyo. La relación de paternidad y daismo de entonces, pasa por encima del sacrosanto día del sá-
de filiación es el resultado de la generación. La frase de Jesús: bado (cf Me 3,1-6). Jesús invoca a Dios como Padre en el inte-
«Todo me ha sido entregado por el Padre» (Mt 11,27) encierra rior de una acción de liberación 4 . Jesús no elabora ninguna
el verdadero secreto: el Hijo ha recibido todo su ser del Padre. doctrina sobre el Padre. Vive la experiencia del Padre en la
Porque esto es así, el Jesús de san Juan podía decir con toda práctica de aproximación a los caídos, de ofrecimiento de per-
verdad: «Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío» (Jn 17,10); dón a los perdidos y dispuestos a la conversión, de convivencia
luego completa esta afirmación mostrando la identidad que con personas consideradas como malas compañías. Su práctica
viene de la mutua interpenetración y comunión: «Yo y el Pa-
dre somos una sola cosa» (Jn 10,30). Esta conciencia de Jesús
no pasó desapercibida a sus adversarios, que decidieron conde- i. DUQUOC, Jesús, el no-teólogo, en Dios diferente, Sigúeme, Salamanca

204
205
seres en el Hijo, por el Hijo, con el Hijo y para el Hijo. Así
es siempre liberadora, nacida del encuentro con el Padre. Al
todos son imagen y semejanza del Padre y del Hijo en el que
justificar un milagro en día de sábado revela su actitud de
han sido hechos (cf Jn 1,3; Col 1,15-17). Todos los seres parti-
fondo en relación con el Padre: «Mi Padre trabaja hasta el pre-
cipan de la filiación del Hijo unigénito, son hijos e hijas en el
sente y yo también trabajo» (Jn 5,17).
Hijo (cf Rom 8,29). Como todos son hijos e hijas, también
La gran causa del Padre es el establecimiento del reino. todos ellos son hermanos y hermanas por participación de la fi-
Reino no significa aquí el dominio de Dios al estilo de los po- liación del Hijo, Jesucristo, «primogénito entre muchos her-
derosos de este mundo. Es la inauguración de la bondad, de la manos» (Rom 8,29). Esta paternidad es algo más que el resul-
misericordia, de la renuncia a la prepotencia en función del tado de la creación; se deriva de la generación eterna del Hijo,
servicio; implica la exaltación del humilde y el restablecimiento en el que son pensados y amados todos los compañeros en el
del derecho violado. Reino supone una liberación grandiosa y amor, hechos también por participación y adopción hijos e
global; por eso su irrupción es buena noticia. Comenzó ya con hijas del Padre eterno. De este modo los seres no son meras
la presencia del Hijo Jesús, pero está abierto todavía a un pro- «criaturas», exteriores al misterio trinitario. Encuentran su ra-
ceso de realización, en la medida en que se vayan adhiriendo zón de ser en la superabundancia de vida, de amor y de comu-
las personas a él. Por eso es continuamente objeto de la espe- nión que sale del Padre, se desborda en el Hijo y desemboca
ranza y de la súplica de los seguidores de Jesús: «¡Venga a en el Espíritu Santo. Si quisiéramos mantener la palabra crea-
nosotros tu reino!» (Mt 6,10; Le 11,2). ción, deberíamos decir: el Padre crea por el Hijo en la fuerza
El reino de Dios comienza a realizarse en la historia y en del Espíritu Santo. A partir del Hijo unigénito todos son hijos
medio de los hombres. Por eso Jesús en su experiencia, car- e hijas. La teología introdujo la distinción entre Hijo unigénito
gada de ternura, descubre también al Padre en la creación, en e hijos/as adoptivos/as para marcar la diferencia entre la fuente
las aves del cielo que no siembran ni cosechan y que son ali- divina y sus imágenes y semejanzas fuera del círculo trinitario,
mentadas por el Padre celestial (cf Mt 6,26). Vislumbra tam- en la creación. El Hijo no ha sido creado de la nada, sino en-
bién al Padre como providencia, un Padre que conoce las nece- gendrado de la substancia del Padre; los demás seres son de la
sidades humanas (Mt 6,32). No se trata aquí de la percepción nada, pero en el Hijo y en el mismo movimiento por el que el
del creador, sino del Padre cuya paternidad irradia en la crea- Hijo fue concebido y nació. Esta adopción no debe entenderse
ción y que es captada filialmente por Jesús. jurídicamente (acto por el que uno asume a un extraño en su
propia familia), sino ontológicamente, es decir, de forma real,
sin figura ni metáfora. Somos hijos e hijas en el Hijo Jesús
4. La paternidad como base para la fraternidad universal (cf 1 Jn 3,1).

Después de la resurrección Jesús nos da la conciencia de


Es preciso comprender correctamente la paternidad univer-
esta paternidad y, respectivamente, de esta fraternidad univer-
sal de Dios. Se cree comúnmente que la paternidad es una
sal. Llama «mis hermanos» a los discípulos cuando dice: «Subo
consecuencia del misterio de la creación. El Padre creó a
a mi Padre y vuestro Padre» (Jn 20,17). El Padre de Jesús se
todos; por eso todos son hijos e hijas suyas. En esta perspec-
convierte en nuestro Padre. Por eso podemos invocarlo: «Pa-
tiva seguimos todavía dentro del monoteísmo veterotestamen-
dre nuestro que estás en los cielos». Dicho trinitariamente, el
tario o del a-trinitario de las religiones: le atribuimos a Dios la
Padre engendra la vida divina en las personas. Ellas se hacen
paternidad metafóricamente, por haber creado todos los seres.
real y concretamente hijas en el Hijo, que está siendo eterna-
En la perspectiva trinitaria, la paternidad es propia de la per-
mente engendrado. La distinción entre «mi Padre» y «vuestro
sona del Padre. El Padre engendra al Hijo unigénito. En este
Padre» apunta hacia esta distinción entre la generación eterna
amor con que engendra al Hijo, da origen a todos los demás
206 207
y natural y la generación temporal y adoptiva (pero real). capaz de ser manipulada políticamente para dar fundamento
Hubo místicos, como el maestro Eckhart, que llegaron a afir- ideológico al autoritarismo o al «señor, rey o caudillo por la
mar la eterna generación del Hijo por parte del Padre en el co- gracia de Dios». El patriarcalismo y el paternalismo que tanto
razón de los hijos 5 . En otras palabras, el Padre está eterna- han humillado a los pobres a lo largo de la historia reciben a
mente engendrando al Hijo, y proyecta simultáneamente con partir del Padre de Jesucristo su mayor crítica y su repulsa to-
el Hijo a sus hermanos y hermanas creados a su imagen y se- tal. Lo dijo claramente Jesús: «No llaméis padre a nadie en la
mejanza. Al amar a las personas como hijos e hijas suyas, el tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los
Padre está engendrando, como en un acto único, al propio cielos» (Mt 23,9). A partir de la filiación universal, se puede
Hijo eterno, fruto primogénito de su amor. establecer la sociedad de hermanos y de hermanas, todos hijos
e hijas, unidos al Hijo unigénito en comunión de amor con el
Esta comprensión trinitaria de la paternidad universal de Padre.
Dios es importante para evitar la unilateralidad de la religión
del Padre como la criticamos en el primer capítulo. Allí se pre- La verdadera religión del Padre incluye siempre al Hijo y a
senta a Dios como el gran padre, por ser creador del cielo y de los hijos e hijas en el Hijo, impidiendo de este modo las des-
la tierra. Como tal, es la autoridad suprema del universo. De viaciones autoritarias y las imágenes opresoras de Dios como
él se derivan jerárquicamente las demás autoridades religiosas señor absoluto, juez supremo y padre solitario.
y civiles. Como hay una sola autoridad eterna, así se afirma la
tendencia a que haya una sola autoridad en el mundo o en los
diversos campos del mundo: un solo jefe político, un solo jefe 5. El padre maternal y la madre paternal
militar, un solo líder social, una sola cabeza religiosa, un solo
portador de la verdad, etc. Se presenta a Dios como el gran La designación de Dios como padre no implica un lenguaje
super-ego universal, solitario y único. Gran parte del ateísmo sexista. Bien comprendida, incluye también la designación de
moderno de las sociedades avanzadas modernas no significa madre, ya que padre significa el único principio de generación.
otra cosa que la negación de este tipo de Dios autoritario, de Este principio puede ser expresado por el padre o por la ma-
la religión patriarcal, que pone obstáculos a las libertades hu- dre; es lo que en la generación humana corresponde a la pater-
manas 6 . nidad y a la maternidad. La misma terminología de la tradición
sugiere una representación transexista de Dios; así se dice que
Cuando de verdad pensamos la paternidad divina en la re-
el Hijo es engendrado por el Padre, no creado; que nace del
lación Padre-Hijo unida a la filiación de los demás hijos e hijas
Padre y no es hecho por el Padre. Ser engendrado y nacer
adoptivos, entonces descubrimos la comunión y la fraternidad
puede tener también como principio a la madre. Así por ejem-
universal. Porque somos todos hijos e hijas en el Hijo, porque
plo, eí concilio de Toledo (675) afirma sintomáticamente que
el Hijo eterno se hizo por la encarnación Hijo temporal de
«debemos creer que el Hijo no procede ni de la nada ni de
María, por esto somos todos verdaderamente hermanos y her-
otra substancia, sino que fue engendrado y nació (genitus vel
manas. El Padre no está nunca sin el Hijo y los hijos e hijas.
natus) del seno del Padre, o sea, de su substancia» (DS 526).
Cuando renunciamos a esta vinculación, entonces surge el Pa-
El Padre tiene aquí rasgos maternales. Solamente mediante las
dre patriarcal, creador de todos, pero solo y único, concepción
figuras del padre y de la madre terrenos podemos representar
5
toda la riqueza de la paternidad divina. Por eso podemos de-
MAESTRO ECKHART, Deutsche Predigten und Traktate, publ. y ed. por cir, sin lesionar la comprensión dogmática, que el Padre en su
J. Quint, Múnchen 1977, 185.
6
Cf H. DE LUBAC, Ateísmo y sentido del hombre, Euroamérica, Madrid generación del Hijo y en su espiración (con el Hijo y junto con
1969; C. FABRO, Introduzione all'ateismo moderno, Roma 1964; G. GIRARDI, el Hijo) del Espíritu Santo puede ser también llamado Madre.
El ateísmo contemporáneo, 5 vols., Cristiandad, Madrid 1971-1973.

208 209
Entonces diríamos mejor, para ser fíeles a las insinuaciones del el reino de la confianza de los hijos e hijas, libres, iguales,
lenguaje bíblico que presenta a Dios tanto con los rasgos pa- miembros de la familia divina. Jesús nos invitó a exclamar:
ternales como con los maternales, que el Padre es maternal y ¡Abbá! El Hijo nos reveló nuestra propia filiación. El misterio
la Madre es paternal 7 . más absoluto (Padre) se hace próximo e íntimo (en los hijos e
hijas y en el Hijo encarnado). ¿Qué podemos decir del Padre
Efectivamente, el mismo Antiguo Testamento presenta va- en sí mismo en su eternidad?
rias veces el amor de Dios a su pueblo bajo la figura de ma-
dre. «¿Puede una mujer olvidar a su niño, dejar de querer al
hijo de sus entrañas?» (Is 49,15). La ternura y el consuelo son 6. El Padre en la Trinidad inmanente:
expresiones del amor maternal. El oráculo profético dice: el principio sin principio
«Como una madre consuela a su hijo, así os consolaré yo»
(Is 66,13). Una de las características fundamentales del Dios A partir de lo que el Hijo nos ha dicho de su Padre po-
de la revelación es la misericordia (cf Ex 33,19; 34,6-7). Esta demos entrever algo del misterio del Padre en la dimensión in-
misericordia se presenta bajo la figura de las entrañas maternas manente de la Trinidad. Cuando la teología habla de Dios Pa-
(rahamim) 8. En la parábola del hijo pródigo, la reacción del dre, quiere referirse al misterio absoluto e insondable que
padre ante el hijo que vuelve arrepentido evoca las entrañas subyace a toda la realidad divina y creada. Se trata siempre de
maternales: «Todavía estaba lejos cuando el padre lo vio y, un misterio de vida, de comunión y de irrupción en todas di-
conmovido en sus entrañas, corrió a su encuentro y se lanzó a recciones. A partir de este misterio amoroso, todo debe que-
su cuello, cubriéndolo de besos» (Le 15,20). Los rasgos son dar más iluminado y entendido. Los textos del magisterio ha-
aquí paternales y maternales juntamente. La misericordia es la blan de él como del «principio sin principio» (DS 1331); todo
gran perfección del Padre maternal que Jesús nos pide que imi- lo que tiene, lo tiene por sí mismo desde toda la eternidad
temos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericor- (DS 1331), fuente y origen de toda la divinidad (DS 490, 525,
dioso» (Le 6,36). En una palabra, para caracterizar quién es el 3326). Los griegos decían que el Padre es la causa original (ar-
Padre, no bastan las características del padre terreno; hay que ché) y la fuente primordial (peghé) de todo en el ámbito de la
añadir además las perfecciones de la madre. El Padre de Jesús Trinidad y de la creación. Los latinos traducían estos dos con-
solamente es padre si es también madre. En él se encuentran ceptos por «principio». Es notorio que en la concepción de la
reunidos el vigor del amor paterno y la ternura del amor ma- Iglesia ortodoxa, el Padre es propiamente Dios. Sin perder
terno. Solamente asumiendo las dos figuras de padre-madre nada, transfiere la plenitud de su divinidad al Hijo y al Espí-
eternos, expresamos lo que creemos en la fe: hay un misterio ritu Santo. Esta concentración de la divinidad en el Padre no
último, acogedor, fuente y principio de todo, que nos invita a siempre ha evitado una comprensión subordinacionista. Las
la comunión, del que todo viene y hacia el que todo va: el pa- formulaciones litúrgicas de la Iglesia antigua conservaban cierta
dre y madre celestial. En comunión con el padre y madre ambigüedad de formulaciones acerca de la identidad de subs-
eterno se superan las divisiones y las servidumbres, se inaugura tancia de las tres divinas personas. La doxología litúrgica era
inicialmente: «Gloria al Padre por el Hijo». San Basilio la mo-
7 dificó para subrayar también la divinidad del Hijo y del Espí-
Cf J. MOLTMANN, El Padre maternal, en «Concilium» 163 (1981) 381-389;
ID, Ich glaube an Gott den Vater. Patriarchalische oder nichtpatriarchalische ritu Santo de esta manera: «Gloria al Padre con el Hijo y con
Rede von Gott, en «Evangelische Theologie» 43 (1983) 397-415; L. M. AR- el Espíritu Santo» 9 . Pero entonces no aparecía tampoco clara-
MENDÁRIZ, El Padre maternal, en «Estudios Eclesiásticos» 58 (1983) 249-275;
véase el conocido libro de M. DALY, Beyond God the Father, Boston 1973.
8
Véase la encíclica de JUAN PABLO II, Dives in misericordia 4, nota 52,
9
llena de textos bíblicos sobre este aspecto maternal de Dios. BASILIO, De Spiritu Soneto 6s.

210 211
mente la igualdad de naturaleza-comunión. Finalmente se llegó tiana de la primacía del amor y de la comunión en nuestro
a la formulación actual: «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu acceso a Dios y en la comprensión de lo que es Dios en
Santo», dando cuenta plenamente de la simultaneidad de la di- sí mismo, es decir, eternamente comunión de las personas
vina naturaleza y comunión de los divinos tres. eternas.
Este misterio impenetrable se entrega como inteligibilidad, El pensamiento de las procesiones sigue teniendo sentido,
como luz que lo ilumina todo y lo hace trasparente, como ya que se mantiene fiel al lenguaje del Nuevo Testamento y de
supremo sentido. Tal es el Hijo engendrado del Padre. El Hijo la teología magisterial de la Iglesia; por otro lado, traduce de
es otro, pero no otra cosa, respecto al Padre. Por eso el Hijo manera analógica una apropiación aceptable para el espíritu
posee todo lo que tiene el Padre, en comunión e interpenetra- humano de la trinidad de personas, sin multiplicar por ello a
ción mutua, menos el hecho de que el Padre es Padre. El Pa- Dios, quedando en pie la unidad y unicidad de Dios. Además,
dre trasmite también al Hijo el poder espirar juntamente al Es- ¿cómo podríamos hablar del sentido último e inefable más que
píritu Santo. La diferencia —Padre e Hijo— posibilita una re- apelando a los conceptos-límite, los más sagrados de nuestro
lación de comunión, de entendimiento, de amor, de mutua en- lenguaje, que son los de la generación de la vida y la comu-
trega. Surge así la unión y el don recíproco. Es el Espíritu nión en el amor? El pensamiento que se articula por medio de
Santo. Por tanto, el Padre es determinado por dos relaciones las procesiones muestra a un tiempo la diferencia en Dios y
originales, el Hijo y el Espíritu Santo. también la reciprocidad de las personas. Una no es la otra,
pero esencialmente está vinculada a la otra. El Padre será
Como ya señalamos anteriormente, este pensamiento orien- siempre Padre del Hijo, el Hijo será eternamente de la misma
tado por la causalidad es profundamente analógico. No tiene naturaleza que el Padre y en comunión infinita con el Espíritu.
que darnos la impresión de una derivación, como si estuvié- El Espíritu es desde siempre y será para siempre el don del Pa-
ramos en el terreno de la cosmología. Aquí se plantea siempre dre y del Hijo. Este círculo de amor no se cierra sobre sí
la cuestión del origen: ¿de dónde viene el mundo? La reduc- mismo, sino que se abre hacia el universo de la creación como
ción a una cadena infinita de causalidades es imposible; por expresión de la sobreabundancia de vida intratrinitaria más allá
eso concluimos en favor de una causa última y trascendente de del cara-a-cara de las personas, haciendo surgir otras diferen-
todos los seres. En el ámbito trinitario no puede ser así. Aquí cias en las que Dios puede estar también en comunión y en
todo es eterno y simultáneo. El Padre, el Hijo y el Espíritu amor.
Santo emergen de forma simultánea y original. Con razón en-
señaba el concilio de Toledo (675): «Sin comienzo y antes de Los grandes teólogos que crearon la terminología trinitaria
los siglos el Hijo nació de la substancia del Padre» (DS 526). y se abismaron en el misterio sacrosanto tenían conciencia de
Lo mismo vale para el Espíritu Santo, como subrayó el conci- la oscuridad de lo que llamamos procesiones. San Hilario de
lio de Letrán (1215): sin comienzo, siempre y sin fin, sien- Poitiers, autor de un importante tratado sobre la Trinidad, es-
do consubstancial, co-omnipotente y co-eterno ^DS 800; cf 850, cribe: «La generación es el secreto del Padre y del Hijo. Si al-
1331, 1986). Las procesiones y derivaciones de uno y de otro guien acusa la debilidad de la inteligencia al no conseguir com-
son fundamentales para un pensamiento que arranca de la uni- prender este misterio, aunque comprenda separadamente las
dad y de la identidad de Dios. Si partimos directamente de la palabras Padre e Hijo, ciertamente quedará aún más abrumado
fe trinitaria en el Dios cristiano como Padre, Hijo y Espíritu, al saber que yo también estoy en la misma ignorancia. Sí, tam-
como realidades igualmente fontales y originales, la unidad poco yo sé y desisto de saber, aunque me consuele pensando
surgirá como expresión de la eterna comunión e interpenetra- que los arcángeles lo ignoran, que los ángeles no tienen la inte-
ción esencial de vida y de amor entre los divinos tres. Esta re- ligencia de este misterio, que los siglos no lo pueden compren-
presentación, según creemos, recoge mejor la novedad cris- der, que el profeta no lo entiende, que el apóstol no lo indagó

213
212
y que el mismo Hijo no nos dijo nada sobre esto. Dejemos, perables, podemos discernir algunos vestigios del Padre en el
pues, de lamentarnos» 10. orden de la creación. Anteriormente vimos que la creación es
San Gregorio de Nisa dice más o menos lo mismo con fruto del amor eterno del Padre al Hijo. Al engendrar al Hijo,
cierto nerviosismo frente a los que muestran tener poca sensi- proyecta simultáneamente los posibles imitables, los hijos e
bilidad por el misterio: «¿Cómo es engendrado el Hijo? Res- hijas en el Hijo. En el ámbito intratrinitario, la creación apa-
pondo con el desdén que esta pregunta merece: la generación rece ya como eternamente pensada y amada en el acto mismo
de Dios recibe el honor del silencio. Ya es mucho para ti saber de pensar y amar al Hijo. En razón de ello podemos decir que
que el Hijo es engendrado. En cuanto al cómo, no se le ha la creación del universo (cosas y personas) Corresponde funda-
concedido saberlo ni a los ángeles, ni mucho menos a ti. mentalmente al Padre. A partir de la fecundidad eterna del Pa-
¿Quieres que te explique cómo? Bien. Es como lo conoce el dre (que engendra al Hijo y espira junto con el Hijo al Espí-
Padre que engendra y el Hijo que es engendrado. Todo lo ritu), la creación es obra de toda la Trinidad. Así pues, la
demás se esconde en la nube, se sustrae a tu miopía» u . Si ha- creación no es solamente efecto de un acto de la voluntad
blamos de generación, sin saber exactamente lo que esto signi- eterna posterior, sino una expresión de la vida íntima y perijo-
fica, es porque —subraya san Gregorio de Nisa— nos lo sugie- rética de Dios, vida que se derrama, que crea otros seres dife-
ren la noción de Padre y de Hijo. Al decir que Dios es Padre, rentes para poder autocomunicarse a ellos y entrar en comu-
principio sin principio, fuente y origen de todo, queremos decir nión con ellos.
que Dios no está nunca solo. Aunque exista independiente- Todo lo que tiene que ver con la creación y el origen es ex-
mente de la creación, el Padre nunca está sin el Hijo y es presión de la presencia inefable del Padre. El surgir de la vida
inconcebible sin el Hijo; existe una interrelación entre ellos humana es un misterio de ternura: es sacramento que nos re-
de forma semejante a la que existe entre la paternidad y la mite a la fecundidad eterna del Padre. La aparición de un
filiación. nuevo ser, incluso infrahumano, suscita el respeto debido al
misterio: es una señal de la presencia del Padre en su creación.
7. La economía del Padre: Todo lo que concierne al misterio, a lo que desafía siempre de
la misteriosidad de la creación nuevo nuestra capacidad de comprensión, todo lo que se nos es-
capa en la luminosidad que ciega y es por eso mismo indescifra-
Con la expresión «economía del Padre» queremos respon- ble, todo eso tiene que ver con el Padre. La misteriosidad de la
der a la siguiente pregunta: ¿cómo aparece el Padre en cuanto aparición del mundo, lo impenetrable del sentido del caminar
Padre en la creación? La economía significa el modo y el pro- histórico de los hombres, la profundidad abismal del corazón de
ceso de actuación del Padre en la creación y en la salvación de cada persona humana remiten al misterio del Padre.
los hombres. Nuevamente hemos de reconocer el carácter de Igualmente pertenece a la economía del Padre la era de la
misterio que rodea a esta investigación. El Padre es de suyo in- inconsciencia de la humanidad acerca de la real naturaleza tri-
divisible e inefable, ya que es el principio a partir del cual nitaria de Dios. El Dios descubierto y amado por los hombres
existe y ha de ser entendido todo lo demás. La comprensión es bajo la forma oscura de una fuerza cósmica, íntima y al
siempre comprensión de lo ya principiado. El origen es, por mismo tiempo trascendente, como un misterio que penetra la
definición, inaccesible. Pero, a pesar de estas limitaciones insu- existencia del mundo y de la vida, misterio todavía sin nombre
es la aparición del Padre en la historia, el ignotus Deus de las
10
HILARIO DE POITIERS, De Trinitate 11,9.
religiones, el Yavé de la experiencia judía, no es en realidad
11
GREGORIO DE NISA, Oratio 29,8. otro que el Padre eterno, que se revela y se oculta bajo mil

214 215
nombres entre los seres humanos. Pertenece a la economía del como Padre: «Abrahán no sabe de nosotros e Israel no nos co-
Padre, como misterio absoluto, ser vivido sin ser nombrado noce; tú, Señor, eres nuestro Padre y desde siempre te llamo
conscientemente. El es la fuente escondida de todos los cau- nuestro redentor» (Is 63,16). Yavé es vivido como padre en la
dales. Estos remiten al origen, pero ese origen está escondido medida en que constituyó un pueblo, y más aún en la medida
y es invisible en sus caudales. en que liberó al pueblo de la opresión. El Padre escucha el
Finalmente, pertenece a la economía del Padre el reconoci- grito de sus hijos humillados. Interviniendo en la historia para
miento de que nosotros recibimos el ser de otro, de Dios. sacarlos de la condición de siervos y conducirlos a la libertad
Jesús realizó aquí su experiencia fundamental, como ya hemos de hijos, el Padre manifiesta su creatividad. Es el Dios de la li-
visto. Aceptarse como derivado, en la intimidad de sentirse beración, el goel, el vengador de los empobrecidos injusta-
vinculado al misterio que nos penetra, es posibilitar la denomi- mente. Este Dios-Padre, lejos de ser paternalista, envía a los
nación de Dios como Padre. Sabemos que este proceso viene hijos como envió al Hijo Jesús a asumir su propia tarea, a sa-
cargado de dramas, ya que el deseo nos hace querer la inmor- cudir las cadenas y a construir en su nombre el reino de la li-
talidad y la omnipotencia; el infantilismo puede representarnos bertad de los hijos e hijas de Dios.
al Padre como un refugio para nuestros miedos a la hora de En fin, el Padre se presenta como el padrino y defensor de
enfrentarnos con la vida y como la realización utópica de nues- los pequeñuelos, de los que se encuentran totalmente desam-
tros deseos frustrados y reprimidos 12. El Padre resulta ser una parados, como los huérfanos, las viudas, los extranjeros y los
figura de la imaginación que no será nunca el Padre de la ex- despojados de todos los derechos. El Padre de todos los hom-
periencia cristiana. Cuando asumimos nuestra procedencia y li- bres se hace íntimo a todos ellos, ya que, como engendrador
mitación (no somos inmortales ni omnipotentes), cuando aco- de todos los bienes y especialmente de la vida, los defiende,
gemos nuestra filiación, entonces podemos libremente nombrar los protege y hace suya la causa de los últimos de la tierra. Su
e invocar a Dios como Padre; entonces el Padre surge como el Hijo unigénito ha hecho de ellos los primeros destinatarios de
misterio de nuestro origen, no olvidado ni reprimido, sino res- su mensaje, los privilegiados de los beneficios del reino, y fi-
petado y aceptado como fuente del ser, de vida, de sentido, nalmente se identificó con ellos. El Padre se hizo más presente
que sostiene nuestra limitada existencia 13. Dios se presenta en aquellos en donde su filiación se ve más negada y atrope-
como Padre cuando, en la fe, nos sentimos hermanos y her- llada. Solamente las personas liberadas de las opresiones pue-
manas del hermano Jesús, Hijo unigénito. Al ser hijos e hijas den significar la paternidad y la fraternidad universal.
en el Hijo, nuestro origen no se reduce a un acto de amor del
Padre que crea, sino a un acto eterno de generación del Hijo
que hace eco en nosotros, como sus hermanos y hermanas me-
nores. Nuestro origen se pierde dentro del misterio del Padre.
El Padre no aparece solamente en esta dimensión ontoló-
gica, en la medida en que es el sostén de nuestro ser y la res-
puesta última de nuestro origen. El es también Padre en el
proceso de liberación de los oprimidos. Fue a propósito de la
liberación de la servidumbre como Israel descubrió a Yavé

12
Cf P. RICOEUR, A paternidades da fantasía ao símbolo, en O confuto das
interpretacóes, Rio de Janiero 1978, 390-414.
15
Cf J. M. POHIER, En el nombre del Padre, Sigúeme, Salamanca 1976.

216 217
CAPÍTULO 10 compañero creado para la gloria de toda la Trinidad. De este
GLORIA AL HIJO, Hijo se profesa que se encarnó y padeció bajo Poncio Pilato.
Veamos rápidamente cómo el Hijo encarnado, Jesús de Naza-
MEDIADOR DE LA LIBERACIÓN INTEGRAL ret, se mostró como Hijo. No hemos de olvidar nunca que
todas las afirmaciones del credo sobre el Hijo unigénito del Pa-
dre se refieren siempre a Jesús de Nazaret. ¿Cómo vivió Jesús
humanamente su relación filial con el Padre? ¿Cómo, al vi-
virla, nos revelé que también nosotros sonios hijos e hijas en
el Hijo? Por la filiación económica podemos entrever, de al-
guna manera, la filiación inmanente. Primero expondremos la
filiación económica, para detenernos luego en la filiación
eterna.

1. Cómo Jesús se presentó como Hijo


Al lado del Padre está el Hijo, a quien glorificamos con las
palabras del concilio ecuménico niceno-constantinopolitano
No queremos repetir lo que ya escribimos en el capítulo 2.
(381) como «el Hijo unigénito, nacido del Padre antes de todos
Bástenos la referencia a algunos datos. Se da un consenso muy
los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, en-
amplio entre los estudiosos en la aceptación del hecho de que
gendrado, no creado, consubstancial al Padre» (DS 150). Aquí
los títulos de identificación de Jesús (mesías, hijo de Dios, Se-
se hacen dos afirmaciones fundamentales: el Hijo nace del Pa-
ñor, etc.) tienen un origen pospascual l. Por eso, exegética-
dre; por eso es Dios como el Padre, pero distinto de él como
mente, es difícil establecer las expresiones auténticas por las
Hijo; el Hijo no es el Padre, aunque provenga del Padre; en cuales Jesús de Nazaret reveló su autoconciencia de Hijo uni-
segundo lugar, se dice que este Hijo unigénito es consubstan- génito del Padre. De modo general, podemos decir que lo im-
cial al Padre. Por esta expresión «consubstancial» (homooú- portante para Jesús no era presentarse como Mesías liberador
sios) se quiere garantizar la unidad en Dios. El Hijo no es un ni como el Hijo eterno (realidades ciertamente que, así formu-
segundo Dios, sino que es el único Dios por la comunión en la ladas, habrían escandalizado a sus oyentes), sino obrar como
misma y única naturaleza. La consubstancialidad mira aún más quien está investido de la fuerza liberadora y como quien
lejos: quiere subrayar la interpenetración del Padre y del Hijo. asume la libertad propia del que habla en nombre de Dios y se
El Padre no puede existir sin el Hijo, como tampoco el Hijo entiende como venido de parte de Dios. Sin embargo, pienso
puede existir sin el Padre. El Padre y el Hijo no se suman en que del conjunto del Nuevo Testamento se deriva una figura
la divinidad, sino que por mutua exigencia son el único Dios. de Jesús que sólo puede interpretarse adecuadamente cuando
Cuando se habla del Hijo, el concepto Hijo es estricta-
mente trinitario; cualquier comparación con la filiación hu- 1
Dice el conocido teólogo católico W. KASPER: «Existe actualmente un
mana es tan sólo analógica. Por eso el credo subraya que el amplio acuerdo entre los exegetas sobre la fe de los discípulos en la resurrec-
Hijo no es creado, sino engendrado y nacido de la substancia ción de Jesús, el Crucificado como punto de partida y fundamento de la cristo-
(naturaleza o esencia) del Padre. En razón de esto, lo tiene logia neotestamentaria. Según esta tesis, antes de pascua no existió una creen-
cia cristológica expresa. Todos los títulos cristológicos de la Biblia: Cristo (Me-
todo en común con el Padre, menos la paternidad (si no, el sías), redentor, siervo de Dios, Hijo de Dios, etc., son confesiones pospas-
Hijo sería un segundo Padre). El mundo, como vimos en el ca- cuales, que el propio Jesús no reclamó para sí explícitamente»: El Dios de Je-
sucristo, Sigúeme, Salamanca 1985, 196-197.
pítulo anterior, es proyectado en el Hijo, pero como imitable y
219
218
se utilizan las categorías de lo divino 2 . La resurrección signi- 2. Cómo Jesús se comportó filialmente
fica, en este sentido, el resplandor que ilumina el misterio de
Jesús. A partir de este hecho único y escatológico se pueden Ya indicamos en el capítulo 2 y en el anterior la forma
justificar las afirmaciones de que él es de forma divina (Flp como Jesús reveló al Padre: en una práctica de liberación, ac-
2,6) y de que es el Hijo eterno enviado al mundo (Gal 4,4; tuando en nombre del Padre, asumiendo la libertad de Hijo y
Rom 8,3; Jn 3,16). dándonos la conciencia de que somos también hijos e hijas en
el Hijo. No vamos a repetir aquí los mismos datos. Sólo recor-
Sabemos la profunda intimidad con que Jesús se abría al
daremos algunas perspectivas sumarias.
Padre. El que llama a Dios Abbá se siente, sin duda, hijo
suyo. Los evangelios sinópticos, sin embargo, no ponen nunca Ante todo, Jesús se comporta como Hijo en la oración 4 .
en la boca de Jesús la expresión «hijo de Dios». Solamente los Los evangelios dicen con cierta frecuencia (especialmente
demonios (Me 3,11; 5,7), las voces celestiales en el bautismo Lucas) que Jesús se retiraba por la noche a lugares desiertos o
de Jesús y en su trasfiguración (Me 1,11; 9,7) y Pedro en su a la montaña para rezar. Los testimonios apostólicos no nos
confesión —considerada como una revelación divina (cf Mt han entregado el misterio de estos soliloquios de Jesús. Por las
16,16)— afirman que Jesús es hijo de Dios. La multitud que pocas oraciones que se nos han conservado de Jesús, podemos
clama contra él al pie de la cruz atribuye a Jesús la afirmación suponer sin temor a equivocarnos que eran de extrema intimi-
«Yo soy el hijo de Dios» (Mt 27,43); pero —como ha mos- dad. Invoca cariñosamente a Dios como «mi querido papá».
trado la exégesis— se trata de un añadido del evangelista. De este Dios se siente Hijo y enviado al mundo. Asume la
Sin embargo, por dos voces utiliza Jesús la expresión abso- causa del Padre, que es el reino. Reino no significa un territo-
luta Hijo: «En cuanto a esa hora, nadie la conoce, ni los án- rio, sino una forma de actuación de Dios, liberando a la crea-
geles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre» (Me 13,32), y ción de todo lo que la desfigura y planificándola con la gloria
aquella otra: «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y na- divina. El actuar de Dios, como esperaba ya el Antiguo Testa-
die conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo mento, comienza por los pobres y por los últimos, devolvién-
quiera revelar» (Mt 11,27). Especialmente este último pasaje doles la vida y la dignidad. Cuando Dios interviene en su crea-
deja entrever la autoconciencia de Jesús, a pesar de que la ex- ción, florece la justicia, brilla el derecho y sonríe la vida. Jesús
presión hijo no tuviera en tiempos de Jesús ninguna significa- se siente productor de estos bienes allí donde actúa. No actúa
ción mesiánica. San Juan asume este título de Hijo y lo con- como quien ejecuta un plan personal, sino como el que cumple
vierte en el eje teológico principal de la identificación de Jesús. una misión, la del Padre. Es el Hijo en su obediencia, no de
No es tanto una doctrina sobre el Padre ni una reflexión sobre sometimiento, sino de adhesión libre a la voluntad del Padre.
el Hijo lo que Jesús nos comunica; lo que hace es mostrar una Nadie fue nunca más libre que Jesús. Como se sentía hijo del
práctica, comportarse filialmente. Aquí es donde aparece con- Padre, se toma la libertad de comer con los pecadores para
cretamente el Hijo 3 . darles confianza en la misericordia divina, de romper con leyes
que oprimían y de reinterpretar la tradición.

Jesús muestra que es Hijo, no sólo debido a la intimidad


con el Padre, que insinúa su generación eterna, sino que tam-
2
Véase L. BOFF, Jesucristo liberador, en Jesucristo y la liberación del hom- bién vive la libertad filial. Para el Nuevo Testamento, hijo se
bre, Cristiandad, Madrid 1981, 193-216. contrapone a esclavo. Jesús se entiende como Hijo por haber
3
Cf J. SOBRINO, , Cristología I desde América Latina, Salamanca 1978,
ce. IV-V; ID, La aparición del Dios de vida en Jesús de Nazaret, en VARIOS,
4
La lucha de los dioses, San José de Costa Rica 1980, 79-121. G. GUTIÉRREZ, Beber del propio pozo, Sigúeme, Salamanca, 48-62.

220 221
recibido la libertad del Padre. Esta libertad se la entrega a los El Hijo no tiene sólo una relación con el Padre. Con él se
hombres y mujeres que lo rodean; por eso los libera de sus en- encuentra también el Espíritu Santo. El Espíritu es la fuerza
fermedades, de las diversas opresiones que estigmatizan la del Hijo. Están juntos desde el principio. Los dos son enviados
vida, del pecado y de la muerte. El Jesús de san Juan dice en- por el Padre. El Hijo es el que se encarna, y el Espíritu es el
fáticamente: «El que comete pecado es esclavo del pecado. que crea la humanidad asumida por el Hijo. Es siempre por la
Pues bien, el esclavo no se queda para siempre en casa, pero sí fuerza del Espíritu como Jesús actúa, revela al Padre, tras-
el hijo; si el hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres» forma la realidad deformada. Es en la alegría del Espíritu
(Jn 8,34-36). Una de las actitudes más fundamentales de Jesús como Jesús invoca al Abbá (cf Le 10,21).
fue ésta: como hijo, en nombre de Dios, perdonar pecados, li- En una palabra, podemos decir que Jesús en cuanto Hi-
berar a las personas de la injusticia que mantiene cautiva a la jo nos revela en primer lugar quién es Dios: es el Padre del
verdad y destruye el acceso a Dios, oscurece el rostro del Pa- Hijo y de todos los seres creados en él y por él. En segundo
dre y desfigura la faz del otro, que no es reconocido ya como lugar, es Hijo en la medida en que se hace el mediador y el
hermano o hermana. Jesús se hace el gran liberador de esta realizador del proyecto del Padre: anuncia el reino y lo anti-
opresión mayor. La libertad que trae el perdón es la de los cipa en su hazaña de liberación. En tercer lugar, Jesús es Hijo
hijos e hijas que vuelven a encontrar a Dios como Padre. San porque comunica el amor del Padre a todos los hombres, espe-
Pablo lo comprendió bien cuando escribía: «No habéis recibido cialmente a los pecadores y a los pequeñuelos; este amor es
un espíritu de esclavos para recaer en el miedo, sino que ha- misericordioso porque nos libera de la esclavitud del pecado y
béis recibido un espíritu de hijos adoptivos con el cual cla- nos devuelve a la libertad de hijos e hijas de Dios.
mamos: Abbá, Padre» (Rom 8,15). Porque podemos llamar
Abbá a Dios, esto es una prueba de que no somos ya esclavos,
sino hijos e hijas libres y liberados para las promesas del reino
3. La dimensión femenina del Hijo Jesús
(cf Gal 4,6-7).
Jesús se muestra también hijo en la obediencia y en la re- Lo femenino constituye una determinación fundamental de
sistencia 5 . Su mensaje, sus prácticas y la nueva imagen de todo ser humano, varón o mujer. Lo femenino expresa la di-
Dios que comunica, provocaron un conflicto en el judaismo de mensión de ternura, de cuidado, de autoaceptación, de miseri-
entonces. Jesús es amenazado de muerte. Sigue su camino, cordia, de sensibilidad ante el misterio de la vida y de Dios, de
obedeciendo a la causa del Padre y resistiendo contra todas las cultivo de la interioridad que existe y debe existir en toda exis-
tentaciones. Esta obediencia hasta la muerte de cruz expresa la tencia humana que alcance un nivel mínimo de madurez. Los
radical fidelidad del Hijo al Padre. Se ve probado hasta el ex- relatos evangélicos nos presentan a Jesús de Nazaret como un
tremo cuando decide entregar su propia vida en el tormento y ser libre e integrado; cuando lo comparamos con los hábitos
en la crucifixión. La resurrección revela la gloria del Padre y culturales de su tiempo a propósito de la mujer, aparece como
manifiesta también la gloria escondida del Hijo. Mientras vivió un libertador. En el movimiento que inaugura hay hombres y
entre nosotros, apareció bajo la figura del siervo, del profeta mujeres. No concedió nunca lo más mínimo a la discriminación
ambulante, del maestro de palabra inspirada, del taumaturgo social que las mujeres sufrían en aquella época. Al contrario,
que hacía portentos para liberar a los oprimidos. Ahora, por la asumió actitudes que llegaban al escándalo de los discípulos
resurrección y la exaltación, explota la gloria del Hijo eterno, (con la samaritana: Jn 4,27) y de los fariseos (al dejarse tocar,
lleno de gracia y de verdad (cf Jn 1,14). besar y ungir por una pecadora pública: Le 7,36-50). Varias
mujeres participaron activamente como retaguardia de su vida
5 de predicador (cf Le 10,38-42) y otras muchas fueron curadas
Cf H. ECHEGARAY, A prática de Jesús, Petrópolis 1983, 62-67.

222 223
o consoladas por él (cf Me 1,29-31; 5,25-34; 7,24-30; Le 8,2; La analogía con la generación humana nos permite percibir
Jn 11,23-38). que el Hijo tiene la misma naturaleza que el Padre. El Hijo lo
Jesús no reprimió, sino que dio expresión a su parte feme- recibe todo del Padre, la naturaleza-comunión, la eternidad, la
nina 6 . No se quedó insensible ante el drama del sufrimiento y gloria y la infinitud. No se deriva de él por un acto de volun-
de la muerte de los demás. Se llena de profunda compasión (se tad o por coacción alguna, sino de la totalidad de la naturaleza
conmueve en sus entrañas) ante el pueblo abandonado (Me del Padre (DS 71, 526). No debe entenderse como una exten-
6,34) y ante los innumerables enfermos que le traen para que sión del Padre, ya que en ese caso no habría distinción del Pa-
los cure, hasta el punto de no tener siquiera tiempo para co- dre. Como Hijo es distinto del Padre, pero está unido a él por
mer (Me 3,20); no teme acariciar a los niños (Me 9,36), ale- la misma naturaleza-comunión. Se dice que es unigénito (DS 2,
grándose por la apertura que constata entre la gente sencilla 11, 125, 150, 3350, 3352); en él el Padre lo entrega todo, de tal
para acoger los misterios del Padre (Mt 11,25-27); no esconde forma que no puede haber otro al lado del Hijo (solus Filius
sus lágrimas por el amigo Lázaro que ha muerto (Jn 11,35); de solo Patre: DS 75, 800, 1330). No sabemos cómo se da esta
llora decepcionado por la cerrazón de Jerusalén a su mensaje generación. Se trata de un misterio absoluto, jamás revelado,
(Le 19,41) y lamenta la incredulidad de Corozaín y de Betsaida promesa de contemplación para los justos en el reino de la Tri-
(Le 10,13-15). De forma muy femenina dice que quiere juntar nidad. De todas formas, hemos de reconocer que no se trata
a los hijos de Jerusalén lo mismo que una gallina reúne a sus de causalidad en el sentido técnico y lógico. El Hijo no es el
polluelos bajo sus alas, sin que ellos quieran (Le 13,34). resultado de un proceso causal. La relación de reciprocidad Pa-
Esta dimensión femenina pertenece a la humanidad de dre-Hijo está envuelta en el misterio, es hipercausal 7 . La com-
Jesús asumida hipostáticamente por el Hijo eterno. Lo feme- prensión dogmática ha expresado esta conciencia al decir que
el Hijo «es engendrado sin comienzo y sin principio» (DS 357,
nino hunde así sus raíces en el mismo misterio de Dios. Aun-
470, 617, 1331), que «desde el principio está con el Padre» (DS
que Jesús fue varón y no mujer, lo femenino que hay en él
61), que «subsiste en él desde toda la eternidad y para toda la
está igualmente divinizado, revelando el rostro materno de
eternidad» (DS 126, 147). Como ya hemos dicho, en vez de
Dios.
usar la dialéctica causal (procesiones trinitarias), quizá debe-
ríamos emplear la dialéctica de revelación. Las personas se re-
4. «El Hijo unigénito que está en el seno del Padre» velan mutuamente unas a otras. El Hijo es la revelación total y
exhaustiva del Padre.
El axioma trinitario «la Trinidad económica es la Trinidad
inmanente, y viceversa» vale especialmente para la compren- Esta revelación del Padre por el Hijo eterno queda bien ex-
sión del Hijo en su expresión inmanente en el seno de la Tri- presada por otra analogía que encontramos en la tradición con
nidad. su base en el Antiguo Testamento y en el prólogo de san Juan.
El Hijo es el Logos o el Verbo del Padre. San Agustín y santo
6
Véase M. C. LUCCHETTI BINGEMER, A Trindade a partir da perspectiva da Tomás 8 profundizaron en la comprensión trinitaria, especial-
mulher, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 46 (1986) 73-99, con amplia biblio- mente a la luz de una teología del logos (verbo o palabra).
grafía. Los comportamientos femeninos de Jesús —la ternura, la mansedum- Tiene la ventaja de evitar ciertos antropomorfismos presentes
bre, el amor a los desvalidos, la figura de alimentar con leche— no pasaron
desapercibidos para la piedad cristiana, que en ciertas épocas llegó a venerar a en la analogía de la generación. Como está sacada del mundo
Jesús como madre: A. CABASUT, Une dévotion médievale peu connue, la dévo-
tion á «Jesús notre Mere», en «Revue Ascétique et Mystique» 25 (1949) 234-
245; véase también C. WALKER BYNUM, Jesús as Mother and Abbot as Mother: 7
Cf P. EVODKIMOV, L'Esprit Saint dans la tradition orthodoxe, Paris
Some Themes in Twelfth-Century Cistercian Writings, en «The Harvard Theolo- 1969,8 71.
gial Revue» 70 (1977) 257-284. Presenta un buen resumen W. KASPER, O.C., 215-220.

224 225
del espíritu, permite ciertas aproximaciones al misterio trinita- entonces que el Hijo nace del Padre y del Espíritu (ex Padre
rio que aluden a ciertas semejanzas entre Dios y el ser hu- Spirituque) 9 . Estas relaciones no serían tanto de producción
mano, hecho a su imagen y semejanza. como de revelación mutua, en la innascibilidad participada por
los tres únicos, a partir del Padre.
La palabra en su sentido pleno (captado principalmente por
el Logos griego y por el Dabar bíblico) es más que un instru- El Hijo, verbo o imagen, revela también rasgos de la eter-
mento de comunicación. Representa toda la estructura de sen- na madre paternal o del eterno padre maternal, en sí mis-
tido de la realidad y del espíritu; es la misma realidad en mo, recibidos de su fuente de generación y de revelación. Nos
cuanto manifestada a sí misma y a los otros, la revelación del resulta difícil identificar qué es lo femenino en el Hijo soro-
ser al pensamiento y en el hablar y la unidad entre el pensa- ral o en la Hija fraternal. Podríamos caer fácilmente en los cli-
miento, la palabra y el ser. Aplicado al Hijo como palabra del chés culturales o en meras afirmaciones arbitrarias. Lo que
Padre, significa que por el hijo el Padre se expresa totalmente contemplamos de dimensión femenina en el Hijo encarnado
al conocerse a sí mismo y al representarse en la unidad de su encuentra su último fundamento en el Hijo inmanente. Todo
ser. Al hacerse una imagen de sí mismo, el Padre se expresa lo que significa ternura en las personas y en las criaturas, todo
tan substancialmente que esta imagen tiene la misma natura- lo que es respeto a los procesos vitales (todo lo que vive me-
leza viva que él mismo. La expresión es la palabra que comu- rece vivir), todo lo que es cuidado y reconocimiento expresa lo
nica la verdad y la inteligibilidad completa del Padre. Esta femenino divino que está en el Padre/Madre eternos y que es
palabra nace del Padre, pero es distinta de él. El misterio comunicado al Hijo/a desde siempre. Como todo es sacra-
invisible que es el Padre se hace visible en la palabra. mento del Hijo, todo esconde y revela esta dimensión feme-
nina íntima tanto como la dimensión masculina. El Dios Hijo
Esta misma idea se expresa igualmente en otra afirmación está más allá de los sexos, pero las perfecciones creadas de lo
que encontramos en el Nuevo Testamento. Allí se dice que masculino y de lo femenino, en la medida en que toda la crea-
Cristo «es la imagen del Dios invisible» (Col 1,15). Imagen ción está hecha en, para, por y con el Hijo, tiene en lo mascu-
tiene aquí un sentido semítico: es la presencia del mismo pro- lino y en lo femenino eternos del Hijo su última razón de ser y
totipo en su eficacia. Así pues, no se trata de una copia más o su ejemplar infinito.
menos fiel de un modelo, sino del mismo modelo revelado y
presente en su fuerza. Por consiguiente, el Hijo es la natura-
leza del Padre, su gloria y su omnipotencia comunicada y en- 5. La economía del Hijo: la verbificación del universo
tregada amorosamente. Por eso decimos que el Hijo es en
todo como el Padre, menos en el hecho de no ser Padre, El Hijo no es solamente la suprema revelación del Padre,
fuente y origen de toda la comunión. El Hijo no se convierte su palabra y su imagen perfecta dentro del círculo trinitario.
en otra fuente y origen (es lo que constituye la paternidad del Lo es también dentro de la creación. El ha sido enviado por el
Padre); por eso, cuando en la teología latina se dice que el Es- Padre al mundo (cf Jn 3,16s; 5,23.36.38; Gal 4,4; etc.). Ha-
píritu es espirado por el Padre y por el Hijo (Filioque), se blamos entonces de la misión del Hijo. Por misión, trinitaria-
añade a continuación: «como de un solo principio» (concilio de mente, entendemos la autocomunicación de Dios a la criatura.
Florencia en 1442: DS 1331). El Espíritu es espirado por el Pa- Este concepto de misión es distinto del otro sentido más co-
dre a través del Hijo y con el Hijo (ya que el que espira es el mún que utilizan también las Escrituras: las misiones que reci-
Padre del Hijo). En una perspectiva perijorética, como la pre- bieron los profetas, los sabios, los reyes para actuar en nombre
sentada anteriormente, podríamos decir: al ser «engendrado»
por el Padre, el Hijo recibe simultáneamente el Espíritu, que
9
queda sobre él y es eternamente inseparable de él. Diríamos P. EVDOKIMOV, L'Esprit Saint, o . c , 72.

226 227
de Dios. Dios estaba con ellos, pero no se entregaba personal- ya señalamos anteriormente, la creación entera está involu-
mente a ellos en una comunicación personal (hipostática), crada en la generación y revelación del Hijo. No debe ser con-
hasta el punto de estar él mismo presente de una forma que no cebida como un momento posterior a la revelación del Hijo,
tolera distancia alguna. En el caso del Hijo, la misión significa sino como un momento de su completa manifestación. En re-
entonces encarnación. El hombre Jesús de Nazaret es asumido sumen: el Padre se autoentrega totalmente y engendra y revela
por el Hijo de tal manera que su humanidad pasa a ser la hu- al Hijo y, en el Hijo, los infinitos imitables del Padre y del
manidad del Hijo. Hijo. La creación, en cuanto proyección del Padre en el Hijo,
¿Cuál es el sentido último de la encarnación (Cur Deus tiene una dimensión eterna e infinita. Allí están todos los infi-
homo)'? Sabemos que tradicionalmente las respuestas han en- nitos creables que pueden ser efectivamente creados de la
frentado a las escuelas teológicas desde la antigüedad 10. Dos nada. En cuanto proyecciones del Padre, son engendrados en
respuestas eran las que prevalecían. La primera, según la fór- el mismo acto de generación del Hijo; al ser producidos activa-
mula del credo, afirmaba que «por nuestra salvación (el Hijo) mente por el Padre en el Hijo, reflejan al Padre y, simultánea-
bajó del cielo y fue concebido por el Espíritu Santo»; por mente, al Hijo; son una imagen y semejanza de ambos. Entre
tanto, la encarnación se debió al pecado de los hombres. El todos estos seres creables que, una vez creados, significan la
Padre, en su inmensa misericordia, envió a su propio Hijo para gloria de la Trinidad, está la santa humanidad de Jesús de Na-
liberarnos de nuestra propia situación. La otra respuesta se ba- zaret; ella es por excelencia la imagen y semejanza del Padre y
saba en textos sacados del prólogo de san Juan, de las cartas a del Hijo, la verdadera imagen visible del Padre invisible. Para
los Efesios, a los Colosenses y a los Hebreos, y respondía: el que fuese realmente la más perfecta y suprema expresión
Hijo se habría encarnado independientemente del pecado, ya creada del Padre y del Hijo, el Padre quiso que estuviera
que todo ha sido hecho por él, en él y para él, en virtud del unida a la persona del Hijo de forma real, y no metafórica.
mismo amor intrínseco de la Trinidad, que se desborda hacia Ella daría al Padre, al Hijo y al Espíritu la gloria suprema, la
fuera y crea compañeros en el amor para la gloria del Padre, mayor que es posible darle en el orden de esta creación que
del Hijo y del Espíritu Santo. La encarnación no significa una conocemos. En otras palabras, el Padre quiso que el hombre
solución de emergencia ideada por el Padre para reconducir a Jesús de Nazaret, unido hipostáticamente al Hijo, por su vida,
la creación de su desvío al reino de la glorificación; demuestra su práctica y su pasión glorificase infinitamente al Padre y
el designio eterno de la Trinidad de asociar a su comunión a arraigase a la Trinidad en medio de los hombres, de las mu-
todos los seres por la mediación del Hijo en la fuerza propul- jeres y de toda la creación. Si, como hemos dicho, todas las
sora del Espíritu Santo. cosas han sido creadas en el Hijo y este Hijo se ha encarnado,
esto significa que todo refleja al Hijo encarnado. Todos los
Nos parece que esta segunda respuesta se inserta mejor en seres, de los más simples a los más complejos, encierran rasgos
las reflexiones que hemos hecho hasta ahora. La escuela fran- del Hijo; son a su manera hijos e hijas en el Hijo. La dimen-
ciscana con Duns Escoto y otros seguidores han detallado los sión filial tiene un rasgo trinitario. Esta dimensión filial de los
diversos pasos de esta misión encarnatoria del Hijo n. Como seres se presenta como apertura de comunión hacia fuera,
como autodonación, como capacidad de revelación. Ningún ser
de la creación es opaco y cerrado sobre sí; cada uno entra en
Véase un pequeño resumen de la problemática en J. MOLTMANN, Trini-
dad11y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983, 130-134. una estructuración de sentido; recibe y da. Así pues, el Hijo
Véase L. BOFF, O evangelho do Cristo cósmico, Petrópolis 1971, 103- eterno actuaba dentro de la creación desde su primer momento
108; ID, O primogénito da criacáo. Principios teológicos do Beato J. Duns creacional, haciendo que los seres expresasen su carácter filial.
Scotus para una teología da criacáo. Versión y anotaciones de J. Jerkovic, en
«Vozes» 69 (1966) 34-39; C. KOSER, Cristo-Homem, razao de ser da criacáo, Este Hijo actuó de forma suprema cuando se apropió de la hu-
en «Vozes» ib, 23-34. manidad de Jesús de Nazaret, a la que se autocomunicó total-
228 229
mente. La estructura filial que empapaba toda la creación asu- CAPÍTULO I I
mió una forma concretísima y suprema en Jesús de Nazaret, ya
que desde toda la eternidad Jesús fue pensado y querido para GLORIA AL ESPÍRITU SANTO,
ser el soporte de la venida plena del Hijo a su creación; es el MOTOR PARA LA LIBERACIÓN INTEGRAL
misterio de la encarnación.
La misión del Hijo es verbificar el universo, trasformarlo
en la gloria del Padre del que vino 12. La forma concreta que
asumió históricamente la encarnación, no ya en la modalidad
de la gloria sino de la humillación, no en la de Señor sino en la
de siervo, se debe al pecado humano. El Hijo quiso asumir
este camino oscuro para solidarizarse con la pasión del mundo;
lo libera desde dentro para la gloria plena de la Trinidad. Sola-
mente por la resurrección se dejó ver esta gloria en su pleni-
tud. Es una gloria todavía futura. Mientras el verbo encarnado El Dios cristiano es siempre trinitario. Por eso la relación
no libere por la cruz a la creación, Dios no podrá ser aún frente a frente del Padre y del Hijo queda superada por el ter-
«todo en todas las cosas» (1 Cor 15,28). El señorío del verbo cero, el Espíritu Santo. El es el diferente de ellos, que hace
encarnado, crucificado y resucitado reside en este inmenso pro- comprender la comunión perijorética de la vida trinitaria y el
ceso de liberación del pecado que oculta la gloria del Padre. surgir de otras diferencias con vistas a una comunión abierta y
Así, en la medida en que va estableciendo el reino de la vida, dinámica más allá del círculo trinitario.
de la libertad, de la reconciliación y de la paz, rescata la filia-
ción de todos los seres, especialmente la de los seres humanos, Podemos hacernos algunas representaciones del Padre y del
de la situación de cautividad en que ahora se encuentra. Sólo Hijo; estas mismas expresiones sugieren una lógica de rela-
entonces triunfará el reino de la Trinidad, del Padre, del Hijo, ciones en la línea de la fecundidad y de la generación. Del Es-
del Espíritu Santo, y de la creación inserta dentro de la comu- píritu Santo no poseemos imágenes. Es representado por sím-
nión trinitaria. bolos infrahumanos como el viento, el huracán, el soplo, el
fuego, la unción, el crisma, el sello, el agua, la paloma. Esta
simbólica marca la diferencia que existe entre la tercera per-
sona y el Hijo y el Padre. Debido a la ausencia de nombres
humanos para el Espíritu, éste ha quedado relegado a una es-
pecie de anonimato para la reflexión cristiana, particularmente
la latina. Por otra parte, al llamar Espíritu al tercero-único nos
estamos refiriendo a algo común a las tres personas: cada una
de ellas es Espíritu, ya que —como dice el evangelio de san
Juan (4,24)— «Dios es espíritu». Pero la tercera persona es
por excelencia Espíritu, ya que —en consonancia con la inter-
pretación de los padres latinos— es aquel que une al Padre y
al Hijo, siendo el cuño de amor entre los dos. En esta formu-
lación se muestra superando la separación del Padre y del
Hijo, yendo más allá de la diada (dos polos, Padre e Hijo)
Véase una exposición más detallada en L. BOFF, Natal: a humanidade e
a ¡ovialidade de nosso Deus, Petrópolis 1978. para constituir la Trinidad de personas. ¿Pero qué es en sí

230 231
mismo el Espíritu Santo? No es sino el nexo de unión entre los creatividad de los profetas, pero también por otros mil agentes
dos divinos *. personales e históricos en el sentido de la santificación (el Es-
La declaración dogmática sobre el Espíritu Santo más im- píritu es santo porque santifica por encima de todo) y de la in-
portante de la Iglesia tuvo ya lugar en el concilio de Constanti- troducción de la humanidad en la comunión trinitaria. Los pro-
nopla del 381 2 . Allí se dice en el credo: «Creemos en el Espí- fetas equivalen a todos esos agentes históricos.
ritu Santo, Señor y fuente de vida, que procede del Padre, que Esta breve fórmula dogmática conoció una añadidura a par-
con el Padre y el Hijo es igualmente adorado y glorificado y tir del III sínodo de Toledo en el año 589:, el famoso Filioque,
que habló por los profetas» (DS 150). Cuando se dice que es o sea, que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque).
Señor (los Setenta designan a Dios como Señor, Kyrios), se No es éste el lugar para señalar las razones (contradictorias)
quiere decir que es de la misma naturaleza del Hijo, Jesu- que motivaron esta introducción 3 . Pero hirió a la mentalidad
cristo, llamado Señor y Dios. Con la expresión «fuente de teológica y a las susceptibilidades político-eclesiales de la Igle-
vida» se subraya la acción del Espíritu, como aquel que no sia ortodoxa, que rechazó este añadido. Más tarde, el concilio
sólo es el don de la vida, sino el mismo dador de vida. La de Lión (1274) aclaró que la procedencia del Espíritu por parte
fuente de la vida sólo puede ser Dios; por tanto, el Espíritu es del Padre y del Hijo no constituye dos principios ni dos espira-
Dios. Esta afirmación queda aún más explícita cuando se dice ciones, sino un solo principio y una sola espiración (DS 850 y
que «procede del Padre»; con ello se quiere dejar en claro que 853). El concilio de Florencia (1439), en su esfuerzo por facili-
es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo que, a su vez, tar la unión con los ortodoxos, acogió también la expresión «el
también procede del Padre y es de la misma substancia del Pa- Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo (per Filium)»
dre. En esta formulación del credo de Constantinopla no se (DS 1301). Las discusiones provocadas por el filioquismo (de
dice nada sobre la relación entre el Hijo y el Espíritu Santo; los latinos) y por el monopatrismo (de los griegos) bloquearon
sólo se reconoce que, por ser de naturaleza divina, es igual- hasta fechas muy recientes la profundización teológica sobre el
mente adorado y glorificado como lo son el Padre y el Hijo. Espíritu Santo. En los últimos años asistimos a una nueva pro-
Con la expresión «que habló por los profetas» se subraya la fundización de la especificidad de la persona del Espíritu
presencia del Espíritu Santo en la historia de los hombres. El Santo, tal como nunca la ha habido en la historia de la re-
se manifiesta especialmente por el coraje contestatario y por la flexión trinitaria 4 .
A partir de nuestra tesis de base —la perijóresis completa
1
Véanse algunos de los títulos más significativos sobre el tema, dentro de entre los tres únicos— intentaremos mostrar la luz propia de la
la inmensa bibliografía que hoy existe bajo el influjo del movimiento carismá- persona del Espíritu Santo. Como en los capítulos anteriores,
tico católico: Y. M-J. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983; seguiremos la misma estrategia de exposición: primero resalta-
J. COMBLIN, O tempo da aguo. Ensato sobre o Espirito e a historia, Petrópolis
1982; ID, O Espirito no mundo, Petrópolis 1978; VARIOS (H. de Lima Vaz, remos la acción del Espíritu Santo en la historia (Trinidad eco-
H. Harada, L. Boff, etc.), O Espirito Santo, Petrópolis 1973; H. BRANDT, O nómica), luego señalaremos algunas perspectivas del Espíritu
risco do Espirito, Sao Leopoldo 1977; CLAR, Vida segundo o Espirito ñas co-
munidades religiosas da América Latina, Rio de Janeiro 1973; VARIOS (H. Santo en el seno de la Trinidad (perspectiva inmanente) y fi-
Küng, K. Rahner, etc.), A experiencia do Espirito, Petrópolis 1979; todo el nú-
mero 148 (1979) de la revista «Concilium», dedicado al Espíritu Santo: misterio
e historia; H. MÜHLEN, El Espíritu Santo en la Iglesia, Secretariado Trinitario, 3
Para un breve resumen de este problema véase D. RITSCHL, La contro-
Salamanca 1974; S. VEROES, Imagen del Espíritu de Jesús, Secretariado Trini- versia sobre el Filioque, en «Concilium» 148 (1979) 170-183.
tario, Salamanca 1974; Esprit, en G. KITTEL, Dictionnaire biblique, Genéve 4
Cf R. LAURENTIN, Pentecostalismo católico, PPC, Madrid 1976; VARIOS
1971. (P. R. de Oliveira, J. B. Libanio, etc.), Renovacáo carismática católica, Petró-
2
Cf K. LEHMANN-W. PANNENBERG, Glaubensbekenntnis und Kirchenge- polis 1978; H. MOHLEN, Die Erneuerung des christlichen Glaubens. Charisma-
meinschaft. Das Modell des Konzils von Konstantinopel (381), Freiburg-Gót- Geist-Befreiung, München 1976; C. HEITMANN-H. MOHLEN, Erfahrung und
tingen 1982. Theologie des Heiligen Geistes, München 1977.

232 233
nalmente reflexionaremos sobre la misión propia de la tercera Por fin, en la conciencia del judaismo, el Espíritu no con-
persona de la santísima Trinidad. figura solamente una fuerza trasformadora de Dios en la his-
toria, sino la presencia del mismo Dios (cf Sal 139,7; Is 63,
10-11; etc.). En la fase intertestamentaria se afianzó cada vez
1. La actuación del Espíritu Santo en los procesos de cambio más la convicción del Espíritu como Dios mismo conducien-
En hebreo, espíritu es ruah, y en griego pneuma. Los dos do a su creación, animando a su pueblo, consolando a los jus-
términos están ligados a procesos vitales, ya que significan so- tos, juzgando a los impíos, trasformando la faz de la tierra.
plo, viento, vendaval y huracán 5 . Inicialmente, el Espíritu no Ya consideramos en el capítulo 2 la revelación del Espíritu
es concebido como persona, sino como una fuerza divina y ori- Santo en el Nuevo Testamento. No pretendemos detallar la ri-
ginal que actúa en la creación, moviéndose en los seres vivos y queza inmensa que encontramos en los evangelios sinópticos,
actuando en los hombres. En éstos se hace especialmente pre- en san Juan y sobre todo en san Pablo, acerca de la actuación
sente en los profetas. Son aferrados por el Espíritu y hablan y la vida del Espíritu Santo. Destacaremos sólo los puntos
embriagados por su inspiración hasta el punto de llegar al éx- principales.
tasis en algunas situaciones (cf 1 Sam 10,1; Núm 11,24-30). El
En primer lugar, el Espíritu Santo surge como la fuerza de
Espíritu sobreviene también sobre algunos líderes políticos en
lo nuevo y como una renovación de todas las cosas. Así, él está
tiempos de crisis nacional. Se trasforman en carismáticos, lle-
presente en la primera creación (Gen 1,2) y en la creación de-
vando al pueblo a la victoria sobre sus enemigos (cf Jue 3,10;
finitiva que se inauguró con Jesús. Los evangelistas Mateo y
6,33; 11,29; 13,25; 14,6.9; 1 Sam 11,6). El Espíritu encuentra
Lucas atribuyen al Espíritu Santo el origen de la encarnación
una forma de actuación, incluso institucional, en la figura del
del Hijo: «Lo que ha sido engendrado en ella (María) es del
rey (cf 1 Sam 16,13). El rey queda investido de poder carismá-
Espíritu Santo», ya que «ha concebido del Espíritu Santo» (Mt
tico para dirigir al pueblo, defender a los pobres y garantizar la
1,18.20). San Lucas habla de una bajada del Espíritu sobre
paz en la justicia. Cuando los reyes caen en la seducción del
María; por eso lo que nace de ella es Santo e hijo de Dios
poder abusivo, el mismo Espíritu suscita profetas que denun-
(cf Le 1,35) 6 . El Espíritu es invocado al comienzo de la predi-
cien el exceso autoritario y les da fuerzas para soportar la per-
cación en la sinagoga de Nazaret (Le 4,17). Es el Espíritu el
secución y el martirio. Sorprendentemente el Espíritu se le
que se posa sobre el mesías en la hora del bautismo, cuando
confiere a una persona contrapuesta al rey, al siervo doliente,
irrumpe su conciencia mesiánica y su vocación liberadora
desarmado de toda pompa y grandilocuencia; es ungido para li-
(cf Me 1,9-11 par.). La predicación de Jesús se realiza en el
berar mediante el sufrimiento de las injusticias y opresiones y
Espíritu (Le 4,14). Es el Espíritu el que resucita a Jesús de en-
para rescatar el derecho de los pobres (Is 61,ls; cf Is 11,2;
tre los muertos (Rom 1,4; 1 Tim 3,16). El es el que está en el
42,ls). El mesías, como siervo que sufre, recibirá la plenitud
comienzo de la comunidad eclesial en pentecostés (He 2,32).
del Espíritu. El mismo Jesús, al lanzar su programa de libera-
La actuación del Espíritu Santo es eminentemente creadora,
ción en la sinagoga de Nazaret (Le 4,17-21), se apoya en
vuelta hacia el futuro. Toda creación implica ruptura, crisis de
un texto profético de Isaías (61,1). Finalmente, se le promete
lo establecido y apertura hacia lo no conocido ni ensayado to-
el Espíritu a cada persona, para que tenga un corazón nuevo
davía. El Espíritu libera de la obsesión del origen y del deseo
y pueda inaugurar una nueva humanidad (cf Ez 36,26-27;
de volver al seno paradisíaco, cuyo acceso ha quedado definiti-
Jl 3,ls).
6
Cf X. PIKAZA, El Espíritu Santo y María en la obra de san Lucas, en
5 «Ephemerides mariologicae» 28 (1978) 151-168; ID, María y el Espíritu Santo,
Cf E. SCHWEITZER, El Espíritu Santo, Sigúeme, Salamanca 1984; C. K.
BARRET, El Espíritu Santo en la tradición sinóptica, Secretariado Trinitario Salamanca 1981; A. FEUILLET, L'Esprit Saint et la Mere du Christ, en «Bulletin
Salamanca 1978. de la société francaise d'études mariales» 25 (1968) 39-64.

234 235
dad. El Espíritu conserva la continuidad entre «aquel tiempo»
vamente cerrado (cf Gen 3,23). El nos mueve hacia la tierra en que irrumpió el Hijo en la carne y el hoy de la historia. Las
prometida y hacia el destino que ha de construirse y revelarse virtualidades de la filiación divina y de la inserción de la huma-
en el mañana. nidad en el misterio trinitario no han sido aún explicitadas por
completo. Le compete al Espíritu desdoblar y realizar en las
Una segunda característica del Espíritu en el Nuevo Testa-
culturas (por ejemplo, de la India, de China, de los indígenas
mento, que parece ser contraria a la primera —fuerza de lo
latinoamericanos) la significación divina y humana de este he-
nuevo—, reside en ser la memoria de la práctica y del mensaje
cho único de la historia. Por eso el Espíritu «tomará de lo que
de Jesús. Si se considera más de cerca esta misión del Espíritu,
es mío (de Cristo) y os lo dará a conocer» (Jn 16,14). Lo
vemos que no es contraria a la anterior, sino complementaria
nuevo de la encarnación del Hijo sólo se mostrará en la nove-
de la misma. El Jesús de san Juan dice explícitamente: «El Es-
dad que surja con la prolongación de la encarnación del men-
píritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, os lo ense-
saje de Cristo hacia dentro de la historia humana.
ñará todo y os traerá a la memoria cuanto os he dicho» (Jn
14,26). El dará testimonio en favor de Jesús (Jn 15,26-27), La tercera misión del Espíritu reside en la liberación de las
conducirá a los discípulos a la plenitud de la verdad (Jn 16,13- opresiones de nuestra situación de pecado. La Biblia expresa
15), anunciará cosas futuras (Jn 16,13-14), pero siempre dentro esta situación con la palabra carne. La carne y el Espíritu están
de esta perspectiva: «Tomará de lo que es mío y os lo dará a en contradicción (Gal 5,17). La carne produce el proyecto de
conocer» (Jn 16,14). la persona vuelta hacia sí misma, entregada apasionadamente a
sus propios intereses. La ley muchas veces legitima tales inte-
Parecería como si el Espíritu de la creatividad siguiera sim- reses y se hace así opresora. Obliga a las personas a determi-
plemente la lógica de la imaginación y de las construcciones naciones excluyentes, confirma tradiciones religiosas que impi-
maravillosas de la fantasía en contra de la fuerza de los hechos den el acceso al Dios de la misericordia y aprisiona la vida en
establecidos. El gran hecho nuevo establecido por el Padre es las redes que obstruyen la creatividad necesaria para arrostrar
la presencia de su Hijo en la carne para que seamos hijos e las nuevas situaciones. El Espíritu es aquel que libera de seme-
hijas en el Hijo (cf Rom 8,29). Esta encarnación es obra del jantes situaciones, ya que «donde está el Espíritu del Señor,
Espíritu. Por eso, «todos los que son conducidos por el Espí- allí hay libertad» (1 Cor 3,17). Particularmente los pobres pa-
ritu de Dios son hijos de Dios» (Rom 8,14) en el Hijo. El Es- decen, por estar indefensos, las opresiones de los más pode-
píritu nos hace acoger al Hijo en la carne (1 Jn 4,2). Esto rosos. El Espíritu es el padre de los pobres (pater pauperum),
quiere decir que hay que aceptar la forma de siervo y de pro- dándoles fuerza para resistir, coraje para sublevarse, creativi-
feta-mártir que el Hijo asumió. Sería traicionar al Hijo y re- dad para encontrar nuevos caminos. Es el Espíritu el que «di-
chazar al Espíritu trasformar a Jesús en el sostén de todo tipo rige el curso de la historia..., renueva la faz de la tierra, está
de grandeza y dominación que rompe el carácter filial de los presente en la evolución humana» 7 . El es el que hace romper
seres humanos, estableciendo y legitimando las relaciones de los horizontes que encarcelan el espíritu, rompe las cadenas
opresión de unos sobre otros. El Espíritu nos hace vivir filial- mediante las prácticas de liberación de los oprimidos, mantiene
mente en el seguimiento del Hijo encarnado, impidiéndonos viva la esperanza y encendido el espíritu utópico 8 de un
olvidar la sencillez, la humildad, el coraje profético, la mentali- mundo sin dominaciones y dirigido por la justicia y por la fra-
dad de servicio, la relación íntima con el Padre que lo caracte- ternidad. Pablo veía al Espíritu como la fuerza que liberaba
rizaron. La misión del Espíritu consiste en actualizar perma-
nentemente el significado de la encarnación como proceso
7
mediante el cual Dios-Hijo asume la historia con sus trasfor- CfGS26.
8
maciones y la hace historia santa, historia de la santísima Trini- Cf la carta apostólica Octogésima adveniens, de Pablo VI (1971), n. 37.

236 237
del legalismo del antiguo régimen judío y confirmaba la liber- el Espíritu» (1 Cor 12,4), ya que todas estas tareas representan
tad traída por Cristo (cf Gal 4,6-7; 5,22-25). formas distintas de presencia y de actuación del propio Espíritu
Santo. Los diversos servicios se destinan al bien de la comuni-
Finalmente, el Espíritu Santo es principio creador de dife- dad, ya que «a cada uno se le ha dado la manifestación del Es-
rencias y de comunión. La comunidad de los seguidores de píritu con vistas al bien común» (1 Cor 12,7).
Jesús está construida sobre dos columnas: el Señor resucitado y
el Espíritu 9 . El polo cristológico representa más bien la di- El Espíritu es creatividad e irrupción de lo nuevo en medio
mensión de la continuidad y de la permanencia, ligada al mis- del grupo, pero nunca en un sentido individualista o para la
terio de la encarnación. El polo pneumatológico significa la autopromoción de la persona, sino siempre para el refuerzo de
emergencia de lo nuevo que, a su vez, introduce la discontinui- la comunidad en sus necesidades. Por eso, si el Espíritu es, por
dad. Tanto la institución como el carisma caminan juntos y un lado, principio de diferenciación, también es, por otro, fac-
constituyen la dinámica viva y tensa de la realidad cristiana. tor de comunión: «Hemos sido bautizados en un solo Espíritu
Así Cristo no está nunca solo, ni el Espíritu actúa sin la comu- para ser un solo cuerpo» (1 Cor 12,13). Por muy diferentes
nión con Cristo. Con razón dice Pablo que el Espíritu es siem- que seamos, «judíos o griegos, esclavos o libres, bebemos del
pre Espíritu de Cristo (Rom 8,9; Flp 1,19), Espíritu del Señor mismo Espíritu» (1 Cor 12,13). Nadie queda reducido a una
(2 Cor 3,17), Espíritu del Hijo (Gal 4,6). El Espíritu nos lleva misma categoría, ni ve suprimidas sus diferencias; al contrario,
siempre a Cristo, ya que «nadie puede decir: Jesús es Señor, con ellas se compone la riqueza de la comunidad. En Pente-
sino en el Espíritu Santo» (1 Cor 12,3). Decir que Jesús es Se- costés, el Espíritu no hizo que todos hablasen la misma lengua,
ñor es decir todo lo que de grande podemos afirmar de él, su sino que cada uno oyese en su propia lengua el mismo mensaje
divinidad, su señorío sobre el cosmos, su presencia redentora de salvación (cf He 2,11). La multiformidad de expresiones de
en medio de los hombres. El Espíritu es el que nos hace adhe- vitalidad y de servicios en la comunidad no es una amenaza a
rirnos a este Jesús, Señor nuestro. Esta coordinación entre el la unidad, sino una oportunidad de enriquecimiento para
Espíritu y Cristo se expresa, por ejemplo en san Pablo, en el todos. La comunión no suprime ni reduce a una sola las varias
estar en Cristo y en el Espíritu (cf Col 2,10; Ef 5,18; 1 Cor diferencias, sino que las integra en la perspectiva del bien co-
1,2.30; Rom 15,16; etc.), como realidades intercambiables. mún. Esta unidad es obra del Espíritu. Lo que se opone al ca-
risma no es la institución, sino el egoísmo, la prepotencia de
La presencia del Espíritu se manifiesta por la diversidad de unos sobre otros, la voluntad de poder que usurpa el carisma
dones y servicios que aparecen en la comunidad, en cada per- de los demás. Estas actitudes constituyen un atentado contra la
sona, según él lo desea (cf 1 Cor 12,11). San Pablo enumera construcción de la comunidad, precisamente porque implican la
algunos (1 Cor 12,7-11); efectivamente, en cada Iglesia local, ruptura de la comunión. Con razón advertía Pablo: «No aho-
por muy pequeña que sea, existe aquel que sabe organizar la guéis el Espíritu» (1 Tes 5,19).
oración, animar la celebración, catequizar a los niños, preparar
De todas estas actuaciones del Espíritu se deriva que él es
a los novios para el sacramento, consolar a los enfermos, con-
más que la fuerza de Dios en la historia. Es un sujeto, una
cientizar a los hermanos y hermanas de sus derechos, articular
persona divina. Según san Pablo, es el enviado a nuestros cora-
la presencia de los cristianos en el proceso de liberación en la
zones (Gal 4,6), que nos hace descubrir a Dios como Padre
sociedad, consolidar la unión entre todos. En el lenguaje de
(Rom 8,16), que escudriña las profundidades de Dios (1 Cor
Pablo diríamos: «Hay diversidad de dones, pero uno mismo es
2,10), que es para nosotros el don (Rom 5,5), es decir, el Dios
presente que se entrega a sí mismo; no es algo que se nos dé,
9
Para toda esta cuestión cf L. BOFF, Iglesia, carisma y poder, Sal Terrae, sino alguien que se da y da la vida (1 Tes 4,8). En san Juan, el
Santander 1982, 227-249; Y. CONGAR, L'Esprit, Esprít du Christ. Christomo- discurso es todavía más explícito: el Espíritu es el paráclito
nisme et Filioque, en La Parole et le Souffle, Paris 1984, 162-187.

238 239
(defensor e intercesor: Jn 14,16-17), que da testimonio en fa- tervención del Espíritu fecundando a toda la creación y permi-
vor de Jesús (15,26-27), que enseña, trae a la memoria y con- tiendo así que surgiera de ella todo tipo de vida u . La sabidu-
duce a la plenitud de la verdad (14,13-16); él viene de parte ría, amada y buscada como una mujer (Eclo 14,22s) y presen-
del Padre (15,26), a petición del Hijo (14,16), y se quedará tada como esposa y madre (Eclo 14,26s; 15,2s), es identificada
para siempre con los discípulos (14,16). Debido a todas estas a veces con el Espíritu (Sab 9,17), hecho común en los padres
acciones del Espíritu, podemos decir verdaderamente que él es de la Iglesia antigua. En el ambiente cultural sirio y judío, en
una persona junto con las personas del Padre y del Hijo. donde el espíritu es femenino, no es raro encontrar la com-
Queda por saber cómo ve la teología la comunión del Espíritu prensión del Espíritu como madre. En las Odas de Salomón,
en relación con el Padre y con el Hijo. Es lo que estudiaremos escrito de los orígenes del cristianismo sirio, la paloma del bau-
más adelante. tismo de Jesús es comparada con la madre de Cristo que da la
leche con los pechos de Dios 12. También en aquellos padres,
como señalamos anteriormente, se veía en la familia humana
2. La dimensión femenina del Espíritu Santo una analogía con el misterio trinitario, con expresiones feme-
ninas para el Espíritu Santo. Este aparece, analógicamente,
Atendiendo a lo que dice el Nuevo Testamento y valorando como la madre eterna, que luego, en la concepción virginal de
lo que afirma cierta tradición teológica, es posible discernir en Jesús, por obra del Espíritu, se convierte en algún modo en su
el Espíritu Santo algunas dimensiones femeninas, especial- madre divina, sin entrar por ello en conflicto con María, que
mente maternales 10. En primer lugar, importa constatar que, es por justo título la Theotókos, la madre de Dios encar-
en hebreo y en siriaco, espíritu es una palabra femenina. nado 13. En un hermoso texto, Macario, teólogo sirio (t 334),
Como ya hemos visto, el Espíritu Santo siempre tiene algo que dice: «El Espíritu es nuestra madre porque es el paráclito, el
ver con los procesos ligados a la vida y a la protección de la consolador, dispuesto a consolarnos como una madre a su hijo
vida. En san Juan, en el lenguaje de Jesús, el Espíritu es pre- (Is 61,13) y porque los fieles han renacido del Espíritu y son
sentado de tal forma que nos recuerda rasgos típica, aunque no así los hijos de la madre misteriosa, el Espíritu (Jn 3,3-5)» 14.
exclusivamente, femeninos. El nos consuela como paráclito, Es innegable, por otra parte, una relación especial del Espíritu
nos exhorta y enseña (Jn 14,26; 16,31); no deja que seamos con María (cf Le 1,35), como veremos más adelante. El tiene
huérfanos (Jn 14,18). Según san Pablo, el Espíritu asume la una misión especial con referencia a la irrupción de la vida. En
función de la madre y nos enseña a balbucear el verdadero la primera creación da origen al mundo (Gen 1,2); en la nueva
nombre de Dios: «¡Abbá!» (Rom 8,15); él nos enseña también creación es responsable de la concepción de Jesús (Mt 1,18),
el nombre secreto de Jesús, que es Señor (1 Cor 12,3); él nos suscita la misión mesiánica de Jesús (la figura femenina de la
enseña cómo rezar y pedir las cosas verdaderas (Rom 8,26). paloma) y su nuevo nacimiento por la resurrección (Rom 1,4;
cf He 13,33; Flp 2,6-11; Heb 5,5). En el cuerpo de Cristo, que
En el Antiguo Testamento, el Espíritu asume funciones fe-
meninas. Según ciertas interpretaciones, la figura del Espíritu
que aletea sobre el caos primitivo (Gen 1,2) sería el acto de in- 11
Véanse los datos aducidos por L. BOUYER, Le tróne de la Sagesse. Essai
sur la signification du cuite marial, París 1957, 272.
12
10
Cf Y. CONGAR, Sobre la maternidad de Dios, en El Espíritu Santo,
Véanse para esta cuestión: M. C. LUCCHETTI BINGEMER, A Trindade a o.c,13592.
partir da experiencia da mulher, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 41 (1986) Cf el estudio de R. MURRAY, Simbols of Church and Kingdom. A Study
73-99; Y. CONGAR, Sobre la maternidad en Dios y la feminidad del Espíritu in Early Syrian Tradition, Cambridge 1975, 312-320: «The Holy Spirit as Mot-
Santo, en El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983, 588-598; L. BOFF, El ros- her.»
tro materno de Dios, Paulinas, Madrid 19855; ID, A Ave-María. O femenino e 14
Este y otros textos en J. MOLTMANN, Dieu, homme et femme, Paris
o Espirito Santo, Petrópolis 1980. 1984, 120.

240 241
es la comunidad eclesial, el Espíritu ejerce cierta maternidad, 3. El Espíritu Santo, eternamente con el Padre y el Hijo
concibiendo nuevos hermanos y hermanas de Jesús, hijos e
hijas en el Hijo, suscitando servicios y animando toda la vida Hemos visto la presencia del Espíritu en la historia de la
de la gracia. Escribía acertadamente el padre A. Lémonnyex: salvación. El Espíritu se manifiesta en el tiempo tal como es en
«Es la persona divina (del Espíritu Santo) la que se nos da de la eternidad, en la medida que es posible para el tiempo.
una manera especial. El es el don de Dios por excelencia y ¿Cómo es el Espíritu Santo en el seno de la Trinidad? Esta
lleva este nombre. En la Trinidad es el amor, que es también pregunta puede parecer una curiosidad inoportuna. Pero puede
uno de sus nombres propios. Pues bien, estos calificativos con- significar también una búsqueda de luz para engrandecer la
vienen más bien a la madre que a cualquier otra persona, y en alabanza y hacer perenne nuestra adoración. Toda respuesta
cierta forma la definen. En la tierra no se nos ha dado ninguna tiene que imbuirse de reverencia frente al misterio. Aquí cabe
otra persona como nuestra madre; ella personifica el amor en más el silencio respetuoso que el hablar exuberante. La histo-
lo que éste tiene de más desinteresado, de más generoso, de ria de la teología está llena de polémicas sobre la procesión del
más dado» 15 . Repetimos lo que ya antes dijimos: Dios está Espíritu Santo, llegando en 1054 a separar a las dos Iglesias
más allá de los sexos; con razón san Gregorio Nacianceno hermanas, la ortodoxa y la romana. En el trasfondo hubo dispu-
subrayaba que Dios no es ni masculino ni femenino 16; sin em- tas de poder político-religioso entre la vieja Roma (de Italia) y
bargo, tanto lo masculino como lo femenino encuentran en la nueva Roma (Constantinopla), entre lo que quedaba del an-
Dios-Trinidad su prototipo; las raíces de estas determinaciones tiguo imperio romano en el Oriente Medio y su nueva forma
fundamentales del ser humano están en el propio misterio de bajo los francos de Carlomagno con el sacro imperio romano
Dios trinitario; cada persona, a su modo, encierra la fuente de (Aquisgrán). No es éste el lugar para compendiar esta polé-
estos valores axiales del ser humano, varón y mujer. En rela- mica, que surge bajo el signo del Filioque (el Espíritu Santo
ción con el Espíritu Santo, hemos de pensar como san Jeró- procede del Padre «y del Hijo»), pasando por los diversos sí-
nimo que, con cierto humor, escribía: «El Espíritu es femenino nodos y concilios (Toledo en 589 y 633 respectivamente,
en hebreo, neutro en griego y masculino en latín» 17 . En otras sínodos de Gentilly en 767, de Frankfurt en 794, de Friuli en
palabras, si decimos que cada una de las personas encierra di- 796, Aquisgrán en 809, concilio de Lión en 1274 y de Florencia
mensiones femeninas y masculinas, no queremos con ello con- de 1438-1439). Resumiremos las tesis principales de la posición
ferir o pretender descubrir características sexistas en el misterio oriental (alrededor del patriarca de Bizancio), de la posición
trinitario 18 . Lo que queremos es discernir la fuente última de occidental (a partir de san Agustín), de los esfuerzos de media-
los valores que la Trinidad misma puso en el ser humano en su ción y, finalmente, de los nuevos intentos que buscan una
concreción masculina y femenina. Por estar más allá de los superación de la polémica histórica rumbo a una profundiza-
sexos humanos, la Trinidad encierra las dimensiones de lo fe- ción específicamente trinitaria 19.
menino y de lo masculino en lo que incluyen de misterio y de
imagen y semejanza con la propia realidad fontal, que es la 3.1. La base bíblica sobre la procesión del Espíritu Santo
santísima Trinidad.
Toda reflexión trinitaria arranca de la economía. Ya hemos
hablado de los textos principales relativos al Espíritu Santo.
Aquí invocaremos especialmente los tres textos fundamentales
15
A. LÉMONNYER, Notre vie divine, París 1936, 66s. de san Juan (16,13-15; 15,26; 20,22). Convendría citarlos explí-
16
GREGORIO NACIANCENO, Oratio 31,7: PG 36,140-146. citamente:
17
JERÓNIMO, In Isaim 49,9-11; XI: PL 24.419B.
18
Cf E. WURZ, Das Mütterliche in Gott, en «Una Sancta» 32 (1977) 261-
272; G. K. KALTENBRUNNER, Ist der Hl. Geist weiblich?, ib, 273-279. Presenta un buen resumen Y. CONGAR, El Espíritu Santo, o.c, 608-645.
242 243
«El (el Espíritu) me glorificará, porque recibirá de lo que ferentes. El Hijo deriva por generación (gennesis), y el Espí-
es mío y os lo dará a conocer. Todo lo que el Padre posee es ritu Santo por procesión (ekporéusis). En lenguaje figurado
mío. Por eso dije: recibirá de lo que es mío y os lo anunciará». puede decirse, como se dice frecuentemente entre los padres
El otro texto dice: «Cuando venga el paráclito que os enviaré griegos: el Padre pronuncia su palabra que es el Hijo (Verbo);
de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del y el soplo que la acompaña, la hace audible y aceptable, es el
Padre, él dará testimonio de mí». Y, finalmente, dice también Espíritu Santo. Aunque distintos, la palabra y el soplo provie-
Jesús: «Como el Padre me envió, así también os envío yo. nen del mismo Padre y están siempre juntos.
Después de estas palabras sopló sobre ellos diciendo: recibid el
Para los latinos, Dios no es principalmente el Padre, sino la
Espíritu Santo».
Trinidad, la naturaleza única en las tres divinas personas. El
Estos textos se refieren tanto a la misión del Espíritu como Padre al engendrar al Hijo se lo entrega todo (cf Jn 16,15:
a su relación respecto al Padre y al Hijo. El en cierto modo, «Todo lo que posee el Padre es mío»), le da la misma natura-
según la letra de los textos, depende de otros. ¿Cómo entran leza. Así el Hijo recibe del Padre la capacidad de dar proce-
el Padre y el Hijo en la procesión o espiración del Espíritu dencia al Espíritu Santo juntamente con el Padre. Por la
Santo? Históricamente conocemos dos respuestas, estrecha- misma naturaleza única y común, el Padre y el Hijo son una
mente ligadas a dos mentalidades distintas y a dos estilos teoló- sola cosa (cf Jn 10,30). Por eso, al proceder del Padre, el Espí-
gicos diversos. Más que contrarías, son complementarias. Nos ritu Santo procede también del Hijo, no como de dos princi-
referimos a la respuesta de los griegos y a la de los latinos 20 . pios (entonces habría dos Padres), sino de un principio solo.
San Agustín acuñó la expresión clásica: el Espíritu Santo pro-
cede principalmente (principaliter) 21 del Padre y también del
3.2. ¿El Espíritu Santo procede sólo del Padre Hijo (Filioque). Así se evita una dificultad que se origina de
o del Padre y del Hijo? una lectura extrínseca de la concepción griega: la de que el Pa-
dre tendría dos hijos, ya que el Hijo y el Espíritu proceden del
Para los griegos el Padre es por excelencia Dios, ya que él
Padre 22 . Por otro lado, si es por la naturaleza única y común
es la única y la suprema causa, principio y fuente de toda divi-
como el Padre y el Hijo dan procedencia al Espíritu Santo, en-
nidad. Los concilios de Nicea y de Constantinopla afirman que
tonces deberíamos conceder que el Espíritu Santo es también
el Hijo es engendrado del Padre (ek). Luego se dice lo mismo
causa de sí mismo y al mismo tiempo efecto, ya que también él
del Espíritu Santo: él procede del Padre (ek). El Padre es el
posee la misma naturaleza única y común. Para eludir esta ob-
principio de la generación del Hijo y de la procesión del Espí-
jeción, decían los teólogos antiguos que hay que hablar de
ritu Santo. En consecuencia, son consubstanciales y son un
forma diferenciada sobre la procesión de la tercera persona y
solo Dios. Poseen la misma eternidad, la misma gloria y la
sobre su participación en la misma y única naturaleza común.
misma omnipotencia. Sin embargo, se distinguen por poseer
propiedades distintas: el Padre la innascibilidad, el Hijo la ge-
neración y el Espíritu Santo la procesión. Estas propiedades 21
Véase AGUSTÍN, De Trinitate XV, 17,29; 26,47; Sermo 71,26: PL 38,459.
son incomunicables y exclusivas de cada persona. Por lo de- Esta expresión se encontraba ya en TERTULIANO, Adv. Praxeam 3 y también,
más, lo comparten todo en común. Están siempre en comunión bajo formas verbales semejantes, en san Ambrosio y san Hilario.
22
y pertenecen el uno al otro. El Hijo y el Espíritu derivan del Los padres del siglo m en su lucha contra el subordinacionismo y contra
los que negaban la divinidad del Espíritu Santo encontraban una especial difi-
mismo Padre, pero de manera distinta; por eso son también di- cultad en mostrar cómo procedía el Espíritu del Padre sin ser por generación,
ya que es por la generación como se garantiza la misma esencia. Se usaba con
frecuencia la analogía de Eva. Eva no es hija, no surgió por generación, pero
20
tiene la misma naturaleza que Adán. Para todo esto cf A. ORBE, La procesión
Cf J. COMBLIN, O tempo da acáo, o.a, 112-153. del Espíritu Santo y el origen de Eva, en «Gregorianum» 45 (1964) 103-118.

244 245
Por ejemplo, según san Cirilo de Alejandría, el Espíritu Santo También se usaba entre los latinos (y sigue siendo todavía
tiene su existencia como persona a partir únicamente del Pa- la representación que más se evoca) el modelo del proceso
dre, pero en el modo de existir substancial procede del Padre y amoroso. Está el amante, el amado y el amor. El amor que es
del Hijo. En cuanto personas, el Hijo y el Espíritu poseen una Dios (cf 1 Jn 4,18) se auto-entrega. El Padre en su amor lo en-
relación única respecto al Padre y solamente con el Padre, ya trega todo al Hijo. El Hijo, a su vez, lo recibe todo del Padre
que el Padre es el origen de la especificidad incomunicable de y se lo entrega al Espíritu Santo. El Padre y el Hijo aman al
la persona del Hijo y del Espíritu Santo. Pero en consonancia Espíritu Santo, que es el co-amado (condilectus). El Espíritu,
con el modo propio con que cada una de las personas se apro- finalmente, ama al Padre y al Hijo, y así se revela una ab-
pia de la esencia divina, se manifiesta un orden según el cual soluta comunión e interpenetración eterna de las tres divinas
las personas son unas para otras la condición de su comunión personas.
consubstancial 23 . Finalmente, cabe recoger la intencionalidad de las dos ver-
Para la mentalidad griega, admitir el Filioque, o sea que el tientes teológicas: los griegos quieren garantizar la divinidad
Hijo concurre en la procesión del Espíritu Santo, equivale a del Hijo y del Espíritu Santo por el hecho de que ambos pro-
confundir las propiedades individuales de las personas de la ceden del Padre, que es la única fuente y el principio último de
Trinidad. Según esto, no podría decirse de forma absoluta que toda la divinidad, ya que él es por excelencia Dios.
el Padre es el único principio y fuente de toda la divinidad, Los latinos querían garantizar la divinidad de las tres di-
que sólo el Hijo es engendrado y sólo el Espíritu espirado. El vinas personas mostrando que son consubstanciales; el Espíritu
Hijo participaría de la propiedad exclusiva del Padre (que no Santo posee la misma naturaleza que el Hijo recibió del Padre;
sería entonces exclusiva), la de ser principio de toda la divi- como la recibió el Hijo, él la entrega junto con el Padre al
nidad. Espíritu Santo. Por eso mismo procede el Espíritu Santo del
Los latinos representaban, a su manera, la procesión del Padre y del Hijo, según los latinos.
Espíritu Santo como ya hemos expuesto en el capítulo 4. El
Padre se conoce de forma absoluta y proyecta una imagen 3.3. Fórmulas de mediación entre griegos y latinos
substancial de sí mismo, que es el Hijo. El Hijo y el Padre se Para superar la polémica entre griegos y latinos se ha recu-
reconocen mutuamente y se aman recíprocamente. El amor rrido a otras fórmulas, que es posible encontrar tanto en un
busca la unión. El Espíritu es ese amor y esa unión entre el campo como en el otro. Así por ejemplo, en un contexto no
Padre y el Hijo. En una expresión plástica de Mario Victorino polémico, se citaban los textos de san Epifanio (t 403) y de
(t 428), teólogo contemporáneo de san Agustín, el Espíritu san Cirilo de Alejandría (t 444), que en el ambiente griego ha-
Santo es «la cópula del Padre y del Hijo» 24 . En esta represen- blaban de la procedencia del Espíritu Santo del Padre y del
tación se ve claramente la diada, Padre e Hijo; el Espíritu Hijo (ek tou hyioú) 25 . También hablaban así san León Magno
cumple una función unitiva para constituir la Trinidad; ¿pero (t 461) y san Gregorio Magno (t 604) entre el siglo V y el vil.
qué es en sí mismo? En esta representación no aparece clara- Otras veces se usaban las siguientes expresiones: el Espíritu
mente su originalidad personal. Santo procede del Padre a través del Hijo (per Filium) o en la
presencia del Hijo. El concilio de Lión (1274) intentó explicar
el «ab utroque» (de ambos, Padre e Hijo) dejando claro que
23
Véase P. EVDOKIMOV, L'Esprit Saint dans la tradition orthodoxe, París
1969, 56-57.
24
Una buena exposición de los diversos modelos con los que la teología 25
Cf EPIFANIO, Anacoratus 8: PG 43,29; CIRILO DE JERUSALÉN, Thesaurus
griega y la latina representaban la procesión del Espíritu Santo se encuentra en
W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sigúeme, Salamanca 1985, 248-256. de Trinitate 34: PG 75,585.

246 247
con ello no duplicaba la causalidad: «El Espíritu Santo procede Pero estas construcciones no suprimen las idiosincrasias de
eternamente del Padre y del Hijo, no como de dos principios, cada lengua, embebidas en la carne y en la sangre de cada
sino como de un solo principio, no por dos espiraciones, sino mentalidad. Por eso siguen las polémicas hasta el día de hoy.
por una única espiración» (DS 850); se insistía además en el Por otra parte, en una perspectiva estrictamente teológica,
hecho de que la espiración a partir del Padre y del Hijo no esta construcción del Filioque o del per Filium consagradas por
puede significar posterioridad a la generación del Hijo; todo es los concilios de Letrán (1215), de Lión (1274) y de Florencia
coeterno y por eso simultáneo (DS 853). El concilio de Floren- (1439) difícilmente consiguen expresar las relaciones siempre
cia (1439) explicó el significado aproximativo del per Filium trinitarias entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, obstaculi-
(«por el Hijo»): «El Espíritu Santo procede del Padre por el zando la verdadera perijóresis. Realmente aparecen, debido a
Hijo: esto tiene la finalidad de hacer comprender que el Hijo la comprensión latina, dos diadas: por un lado, la diada Padre-
es también la causa (según los griegos) o el principio (según los Hijo, y por otro la' diada Padre/Hijo-Espíritu Santo. Más ade-
latinos) de la subsistencia del Espíritu Santo, como el Padre» lante intentaremos respetar el significado y las consecuencias
(DS 1301). Luego se aclara que el Hijo recibió del Padre el ser de las relaciones siempre y en todo trinitarias.
causa o principio del Espíritu Santo, y que por tanto, como
quieren los griegos, el Padre es principalmente (principaliter) el 3.4. Pasos hacia un equilibrio trinitario
espirador del Espíritu Santo. Este concilio buscó una equiva-
lencia entre el Filioque (y del Hijo) con el per Filium (a través En la teología ecuménica (entre ortodoxos, romano-cató-
del Hijo). Pero este intento no fue nunca incuestionable. Los licos, viejos católicos y anglicanos) se han intentado en las úl-
griegos poseen otra sensibilidad ligada a las palabras, que se timas décadas nuevos accesos al misterio trinitario que fueran
afianzaron después de arduas disputas contra el subordinacio- más allá de las fronteras definidas por las divergencias histó-
nismo (Arrio) y el modalismo (Sabelio); así los griegos no di- ricas 26 . Entre los diversos esfuerzos resaltaremos solamente
rían jamás que la causa (arché) del Espíritu puede ser también los i del! teólogo ortodoxo Paul Evdokimov y los del protes-
el Hijo; para ellos el ser causa es exclusivo del Padre; los la- tante J. Moltmann. Los dos se refieren a Boris Bolotov, fa-
tinos, cuando dicen principio (principium) como traducción de moso historiador ruso-ortodoxo (murió en 1900, con sólo cua-
causa (arché) significan algo genérico, un principio supremo o renta y siete años de edad), que escribió en 1897 un largo texto
mediado. Para los griegos es difícil aceptar que la palabra pro- con el título Tesis sobre el «Filioque» de un teólogo ruso 21. Se-
cesión (ekporéusis) pueda aplicarse también al Hijo (el Espíritu gún este autor, el Espíritu Santo procede sólo del Padre, en la
Santo procede del Padre y del Hijo), ya que ellos reservan esta medida en que el Padre es la fuente de toda divinidad; pero el
palabra solamente al Espíritu Santo en relación con el Padre, Hijo, por la generación del Padre, está tan unido al Padre que es
como su origen absolutamente primero. Para los griegos el ex el presupuesto lógico y la condición objetiva de la espiración del
Filio (del Hijo) no es totalmente equivalente al per Filium (por Espíritu Santo. Más aún, el Espíritu Santo es la condición trinita-
el Hijo); el ex significa la igualdad de substancia, y no el orden ria de la generación del Hijo por parte del Padre. De esta ma-
de las personas; el per, por el contrario, indica el orden de las nera las relaciones en la Trinidad son siempre trinitarias: al Filio-
personas y no la igualdad de la misma substancia. Los latinos, que hay que añadir el Spirituque.
además, desconfiaron siempre de que el «por el Hijo» pudiera
significar una inferioridad del Hijo o que el Hijo fuera causa 26
Cf R. SLECZKA, Das Filioque in der mueren ókumenischen Diskussion,
meramente instrumental, y no causa total junto con el Padre. en K. LEHMANN-W. PANNENBERG, Glaubensbekenntnis und Kirchengemein-
Pues bien, las actas del concilio de Florencia intentaron crear schaft, o.c., 80-99; Y. CONGAR, El Espíritu Santo, o.c, 608-645.
* Cf «Revue Internationale de Théologie» 5 (1898) 681-712 o moderna-
equivalencias entre las diversas expresiones, en un esfuerzo mente republicado en «Istina» 17 (1972) 261-289; un resumen de las tesis se
enorme por buscar la unión entre el Oriente y el Occidente. encuentra en Y. CONGAR, El Espíritu Santo, o.c., 626-628.

248 249
Paul Evdokimov, con una rara penetración del misterio y Creemos que es ésta la dirección que hace posible un encuen-
una notable simplicidad, cree que hemos de superar el pensa- tro ecuménico fecundo, superando las polémicas del pasado.
miento causal en la reflexión sobre el misterio trinitario 28 . El
Jürgen Moltmann ha recibido también la influencia de
lenguaje de la tradición es más descriptivo y analógico que ex-
Boris Bolotov, especialmente por su equilibrio trinitario 32 .
plicativo. Sugiere que hemos de partir más bien de la siguiente
Parte del Padre, que es siempre Padre del Hijo. El Padre no
parte del credo: «Creo en el Espíritu Santo..., que es adorado
es el Padre del Espíritu Santo. Solamente en cuanto que es Pa-
y glorificado con el Padre y el Hijo». Tenemos aquí expresado
dre del Hijo, el Padre espira al Espíritu Santo. El Hijo es el
el carácter relativamente ternario de las relaciones trinita-
presupuesto lógico y la condición objetiva de la procesión del
rias 29 . En vez de hablar de la dialéctica causal, piensa Evdoki-
Espíritu Santo. El Espíritu Santo procede del Padre del Hijo:
mov que hemos de pasar a la dialéctica de la revelación del Pa-
tal es la fórmula interpretativa más adecuada para expresar el
dre por el Hijo en el Espíritu Santo, dentro del horizonte del
credo 3 3 . El Padre sigue siendo, en consonancia con los
triple amor trinitario. La monarquía del Padre significa que él
griegos, la fuente de la divinidad, y por eso es la causa de la
es el sujeto de la revelación, ya que él es el que asegura la uni-
procesión del Espíritu Santo; el Hijo también participa de esta
dad, la consubstancialidad y la coeternidad de las tres personas
procesión en la medida en que participa, por ser Hijo, de la
divinas. Nunca se trata de la relación del Padre con una u otra
realidad del Padre. La relación directa del Padre con el Espí-
persona, sino que se trata de las relaciones de aquel que se re-
ritu es explícita. ¿Cuál es la relación del Hijo con el Espíritu
vela y de aquellos que lo revelan. Así el Filioque sólo se justi-
Santo? ¿Qué es lo que recibe el Espíritu del Hijo? Moltmann
fica si va acompañado del Spirituque 30 . El sentido de estas dos
responde: «El Espíritu Santo posee del Padre su existencia per-
fórmulas reside en la afirmación de que cada persona tiene que
fecta, divina (hypostasis, hyparxis), y recibe del Hijo su figura
ser contemplada simultáneamente en sus relaciones con las
relacional (eidos, prósopon)» 34 . En otras palabras: la existen-
otras dos. Así el Hijo en su generación recibe del Padre el Es-
cia del Espíritu Santo es recibida solamente del Padre del
píritu Santo y entonces, en su ser, él es eternamente insepara-
Hijo, pero la configuración concreta de esta existencia la re-
ble del Espíritu Santo; el Hijo es engendrado ex Patre Spiritu-
cibe del Hijo del Padre. Para usar una figura del mismo Molt-
que. De la misma forma, el Espíritu Santo procede del Padre y
mann: la persona del Espíritu procede del Padre, su rostro
reposa sobre el Hijo; es lo que corresponde al per Filium y al
concreto proviene del Hijo. Este rostro es expresión de la ab-
ex Patre Filioque. Siempre se encuentra el y y el a través de,
soluta belleza y revelación de la gloria suprema. Gestalt signi-
cada vez que se trata de las relaciones interpersonales siempre
fica aquí este rostro en la medida en que es la revelación de la
trinas. El Padre engendra al Hijo con la participación del Espí-
persona. Por eso el Espíritu Santo tiene su rostro vuelto siem-
ritu Santo y espira al Espíritu con la participación del Hijo. In-
pre hacia el Padre y hacia el Hijo, que, a su vez, se vuelven
cluso su innascibilidad comporta la participación del Hijo y del
siempre hacia él.
Espíritu Santo, que la atestiguan por el hecho de provenir del
Padre como de su fuente única 31 . Nos encontramos aquí ante Moltmann termina su comprensión dándose cuenta de que
un pensamiento rigurosamente trinitario, en la línea que hemos tanto el modelo griego como el latino se mueven dentro del
desarrollado a lo largo de nuestras reflexiones anteriores. principio de causalidad, que engendró las disputas del monopa-
trismo (las procesiones se derivan sólo del Padre) y del filio-
28
Cf P. EVDOKIMOV, O.C; I D , Panagion et panagia, en «Bulletin de la so-
32
ciété francaise d'études mariales» 27 (1970) 59-71. J. MOLTMANN, Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983,
29
P. EVDOKIMOV, L'Esprít Saint, o . c , 70. 194-205.
30 33
Ib, 71. Ib, 200.
31 34
Ib, 72. Ib, 201.

250 251
quismo (el Hijo junto con el Padre hacen proceder al Espíritu, acabar nunca, describir las mutuas y recíprocas implicaciones
que a su vez no hace derivar a ninguna otra persona). Postula entre las tres divinas personas. En relación con el Espíritu
entonces una presentación del misterio trinitario que parta de- Santo conviene finalmente, en la línea de los padres griegos 39,
cididamente de las relaciones interpersonales del Padre, del reconocer cierta función generadora. Siempre se da una corre-
Hijo y del Espíritu Santo 35. También nosotros comulgamos lación entre las relaciones intratrinitarias y la misión histó-
con esta idea. rico-salvífica de la persona. Así en el Nuevo Testamento se
reconoce la acción del Espíritu Santo en el momento de la en-
3.5. La simultaneidad del Espíritu Santo con el Hijo carnación del Hijo; éste, en su humanidad, es obra del Espíritu
y el Padre Santo. Es el Espíritu Santo el que hace nacer a Cristo en la
vida de los bautizados; es él el que habita en los justos y él es
Recordemos lo que ya dijimos en el capítulo 7 sobre la pe- el soplo de la voz del Padre que dice desde el cielo: «Tú eres
rijóresis eterna entre los divinos tres. Hay que partir del dato mi Hijo muy amado; yo te he engendrado hoy». No sin razón
primero de la fe: la coexistencia del Padre, del Hijo y del Espí- existe una relación íntima entre la virgen María y el Espíritu
ritu Santo 36. Las personas, cada una con su propiedad especí- en orden a la concepción, como veremos a continuación. Esta
fica, existe con las otras, por las otras, en las otras y para las misión generadora del Espíritu tiene cierta correlación intratri-
otras. Entre ellas existen relaciones de revelación y de recono- nitaria: él engendra la alegría del Padre con el Hijo, aquel en
cimiento recíprocos. Como decíamos, revelarse unas a otras y quien el Hijo y el Padre se encuentran en comunión, el amor
reconocerse es acoger la diferencia. Esta diferencia amorosa- que desborda y convida a la creación de otros compañeros
mente aceptada es condición de la comunión y de la unión 37. para el amor y para la vida. Por el Espíritu se sale de la vida
Lo que se produce en la Trinidad es el proceso eterno de reve- intratrinitaria y por el Espíritu se vuelve a la vida trinitaria
lación del amor recíproco y del misterio de la vida trina. La si- para la glorificación de los divinos tres, ahora en comunión con
multaneidad de los tres divinos significa que la innascibilidad, otros diferentes, insertos en la comunión sin fin.
la generación y la procesión no pueden entenderse como pro-
ducción de las personas, como una causa que produce sus
efectos 38. Cada persona se determina en la relación con las
otras dos. Aquello que en la tradición teológica se llama innas- 4. La economía del Espíritu Santo: la trasformación
cibilidad, generación y espiración es realmente un único acto y la nueva creación
tri-único de mutuo reconocimiento y de mutua revelación con
la participación simultánea de cada una de las personas. Lo que es el Espíritu Santo dentro del círculo trinitario se
manifiesta en el tiempo, dentro de las posibilidades tempo-
El Espíritu Santo revela el don del Padre y del Hijo, que es rales. Jamás se revela totalmente en la historia el misterio in-
él mismo. Por el Hijo, el Espíritu reconoce al Padre en su manente. Nos acompañan sombras del mismo en nuestra
superabundancia de vida y de donación. Con el Padre, el Espí- trayectoria hacia el reino de la perfecta libertad en Dios trino.
ritu reconoce al Hijo en su plena expresión del Padre y como
Como hemos visto anteriormente, el Espíritu es expansión
modelo de todos los posibles creables. Y así podríamos, sin
y unión, es diversidad y comunión; en una palabra, es amor
35
que revela a los otros y se revela por los otros. El Espíritu, en
Ib, 203-205. sentido bíblico y trinitario, es fundamentalmente acción y tras-
36
Ch. DUQUOC, Un Dios diferente, Sigúeme, Salamanca 1978, 95-100.
37
Cf E. FORTMAN, The Triune God, London 1972, donde aparece con fre- formación. Ahora vivimos bajo la economía del Espíritu (régi-
cuencia esta idea.
38
Cf P. EVDOKIMOV, L'Esprit Saint, o.c, 74-75, donde aborda esta cues-
tión, a mi juicio de forma convincente. Cf S. BULGAKOV, Le Paraclet, París 1969.

252 253
men, en la terminología de Pablo: Rom 7,6; 8,2). Esta econo- puestos de injusticia; cuando se llenan de fantasía creadora y
mía permanece siempre dialectizada por la del Hijo, teniendo proyectan utopías de un mundo reconciliado, en el que todos
como referencia última la economía del Padre. El Padre repre- puedan comer y abrirse a la gratuidad de la vida, entonces po-
senta siempre el carácter de misterio y de profundidad inacce- demos decir: allí está el Espíritu en acción y en fermentación
sible y, al mismo tiempo, protectora. El Hijo, en su economía, dentro de la historia conflictiva 41 . Estos procesos históricos
significa el arraigo de la Trinidad en la historia humana, por- vienen preñados de Espíritu. Este mismo Espíritu suscita lí-
que ha sido totalmente asumida nuestra naturaleza. El Espíritu deres carismáticos que sostienen el entusiasmo y reaniman en
actúa universalmente en los hombres, no solamente en uno de todos las fuerzas que estaban dormidas. En cada segmento de
ellos como en Jesús. Ha sido enviado y derramado en nuestros vida explota el espíritu creador en la fuerza del Espíritu Santo,
corazones (Gal 4,6; Rom 5,5). El Espíritu está presente en la en la dirección política, en la inventividad de las ciencias y de
multiplicidad y diversidad creando comunión. Pentecostés re- las artes, en la creación original del pueblo en su enfrenta-
vela la dinámica de la acción del Espíritu: respeta la diversidad miento con los problemas de la subsistencia, en la ternura que
y crea comunión (He 2,11), permite que en la pluriformidad de se conserva en medio de los combates de la vida y de los
las lenguas se comprenda el mismo mensaje. Esta presencia del dramas mortales. El Espíritu Santo toma mil rostros en todas
Espíritu produce entusiasmo, hasta el punto de que hace pare- esas articulaciones, precisamente él que es considerado sin ros-
cer ebrios a los apóstoles (He 2,12); el éxtasis de la alegría y la tro. Es que ha hecho de los rostros humanos trasfigurados o
fascinación de la creación son obras del Espíritu. humillados su propio rostro divino.
Por la acción es como el Espíritu realiza su obra en el El Espíritu Santo no actúa solamente en la multiplicidad de
mundo 40 . Su acción penetra en la acción humana, potencián- los hombres y de sus procesos sociales, especialmente en la de los
dola y haciéndola verdaderamente creadora. Por eso se es- pobres. El ha hecho de la comunidad de los seguidores de Jesús
conde el Espíritu; revela las potencialidades humanas y cós- su sacramento privilegiado. La Iglesia es sacramento de Cristo y
micas; imbuye de fuerza creadora a los agentes de la historia y también sacramento del Espíritu Santo. En ella se da lo que se
permite que se trasformen en verdaderos agentes, y no en deriva del misterio de la encarnación: la estabilidad de la institu-
meros repetidores y mandatarios de alguna persona exterior. ción, la ordenación comunitaria, la regla de fe, la autoridad in-
En la historia se da la ley y el orden; está la institución y las vestida de poder sagrado. Pero también vige en ella la irrup-
tradiciones; está la autoridad y la fuerza de los hechos. Pero ción de los dones y carismas (cf 1 Cor 12; Rom 12), de las per-
está también la revolución, el derrumbamiento de un tipo de sonalidades carismáticas que sacuden el cuerpo rígido de las
orden y la instauración de otro tipo; está la creación de lo instituciones, aquellos que abren nuevos horizontes a la fe a
nuevo, la ruptura de las tradiciones y el establecimiento de una partir de una experiencia nueva del misterio divino, que inau-
referencia distinta con sus comportamientos diferentes. Cuando guran nuevas prácticas en la atención a las urgencias históricas
los pobres se concientizan de su opresión, se reúnen, organizan de la comunidad. La Iglesia está asentada sobre estas dos
sus fuerzas, derriban los tabúes que los mantenían sometidos, bases: el Hijo encarnado y el Espíritu derramado sobre toda la
desenmascaran las normas que los estigmatizaban, denuncian humanidad, particularmente en la Iglesia. Una Iglesia sin ca-
proféticamente a los agentes de sus cadenas; cuando, obligados rismas, sin la legitimidad del espacio para el Espíritu, sin el vi-
a usar de la fuerza que no desean, se enfrentan con la violen- gor y la fuerza que le confieren juventud e inquietud, no es la
cia de los opresores y los derriban de sus privilegios y de sus Iglesia imagen de la Trinidad, la verdadera Iglesia de Dios. Sin

40 41
Es la tesis básica y convincente de J. COMBLIN, O tempo da aguo, Petró- Véase todo el número de «Lumiere et Vie» 173 (1985), dedicado al Es-
polis 1982. píritu Santo Liberador.

254 255
cultivar explícitamente el Espíritu no liberaremos a la comuni- remos entrar aquí en más detalles . Iremos directamente a lo
dad de los cristianos del autoritarismo de sus jerarcas, de la esencial. En san Mateo, y de manera muy especial en san
dominación por la verdad, de la dogmatización estéril de los Lucas, se da una asociación estrecha entre María y el Espíritu
dogmas, de la odiosa repetición de sus ritos, apagando el sen- Santo. El texto fundamental es éste: «El Espíritu Santo vendrá
tido de las celebraciones. Sin la consciente adoración del Espí- sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por
ritu y sin el respeto a su divina acción, la predicación perderá eso el Santo que va a ser engendrado será llamado hijo de
su aureola de buena nueva, el contenido del evangelio no libe- Dios» (Le 1,35). La letra del texto nos permite admitir una mi-
rará sus dimensiones humanizadoras, el seguimiento de Jesús sión propia del Espíritu Santo, es decir, una autocomunicación
se trasformará en mimetismo que estrecha la mente y hace me- personal (hipostática) a la virgen María. Es la primera vez en
diocre el corazón. toda la Escritura en que se afirma que el Espíritu bajó inme-
El Espíritu actúa también en los sacramentos, particular- diatamente sobre una mujer. El Vaticano II observa acertada-
mente en la confirmación y en la eucaristía. No vamos a discu- mente: «María es plasmada, por así decirlo, por el Espíritu
tir aquí el significado de la epiclesis (invocación del Espíritu Santo y formada como nueva criatura» (LG 56). Es connatural
Santo en la celebración) 42. Solamente subrayaremos la presen- que el novísimo Adán (1 Cor 15,45) tenga por madre a la noví-
cia trasformadora del Espíritu (sin discutir ahora las formas de sima Eva. Solamente Dios puede engendrar a Dios. María, por
esta actuación) con ocasión de la consagración de las especies la fuerza del Espíritu Santo, es elevada a la altura divina para
eucarísticas. El celebrante invoca al Espíritu Santo para que las que su maternidad fuese divina y ella fuera verdaderamente,
palabras de Cristo que instituyeron el sacramento consigan efi- sin figura o metáfora, la madre de Dios. La expresión lucana
cacia divina. El Espíritu es siempre el Espíritu del Hijo; por «la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Le 1,35) nos
eso, en este momento santo, él manifiesta la presencia viva de recuerda la teología de la shekiná (la tienda), la presencia pal-
Cristo bajo la forma de pan y de vino, identificando esta co- pable de Dios (cf Ex 40,34-35), que en el judaismo represen-
mida con la cena eucarística del Señor. Toda celebración se di- taba una tendencia encarnatoria. Efectivamente, María es he-
rige al Padre para que el Espíritu revele a Cristo presente en la cha llena de gracia (llena del Espíritu Santo), «sagrario del Es-
comunidad y sacramentalmente en la celebración eucarística. píritu Santo» (LG 53), la hija de Sión, morada de Dios de la
El ministro actúa simultáneamente, in nomine Christi e in per- que hablaban tanto los textos del Antiguo Testamento (cf Sof
sona Spiritus Sancti (en nombre de Cristo y por la fuerza del 3,14-17).
Espíritu Santo), con la Iglesia. Podríamos decir que el Espíritu Santo, al venir sobre Ma-
Finalmente, podría preguntarse: si el Espíritu fue enviado ría, se pneumatificó, o sea, asumió la configuración humana, a
juntamente con el Hijo por el Padre, ¿quién es realmente su semejanza del Hijo que, de un modo propio e inconfundible,
receptor? Ya hemos considerado la multiplicidad de las per- plantó su tienda entre nosotros en la figura de Jesús de Naza-
sonas, los procesos históricos de cambio, la Iglesia, la vida de ret (cf Jn 1,18). Lo que aquí afirmamos no es doctrina oficial;
los justos en los que está presente la gracia (en muchos lugares se trata de un theologoúmenon (hipótesis teológica), basado en
de la Escritura es sinónimo del Espíritu Santo). ¿No podríamos un dato bíblico en articulación con el nexo existente entre las
afinar más aún la cuestión y buscar un sujeto específico e his- diversas verdades de la fe. Así, decimos que la mujer en igual-
tórico como el receptor privilegiado del Espíritu? Ya hemos dad con el varón es imagen y semejanza de Dios (Gen 1,27);
tratado esta cuestión en dos publicaciones anteriores, y no que- que existe una llamada a la divinización; que lo femenino re-

42
Una buena orientación es la que ofrece L. BOUYER, Le Consolateur, 43
L. BOFF, El rostro materno de Dios, o.c, especialmente 99-127; ID, A
París 1980, 339-354; Y. CONGAR, El Espíritu Santo, o.c, 558-578. Ave-Maria, o.c, 41-46; 81-85.

256 257
vela a Dios; que la dimensión femenina presente en Jesús por destino futuro de la humanidad en su concreción femenina? Es
la encarnación ha sido asumida hipostáticamente, de forma que ser divinizada como lo fue María, cada uno en su medida y en
algo de lo femenino ha sido divinizado para siempre; que lo fe- su forma propia. María, de forma inmediata y plena; todas las
menino tendrá en la eternidad junto con lo masculino una demás mujeres (y participativamente los hombres por su as-
suma participación en la comunión trinitaria. A la luz de todas pecto femenino), en participación con María.
estas afirmaciones se puede legítimamente preguntar: así como Desde este núcleo fontal —María—, irradiaría el Espíritu
lo masculino fue asumido explícitamente por el Hijo al asumir su presencia sobre todos los justos, especialmente sobre las
la humanidad de Jesús de Nazaret (que implica una dimensión mujeres; sobre la Iglesia, de la que María es el miembro pri-
femenina implícita), ¿no podría igualmente lo femenino ser mero y más perfecto; sobre la humanidad en su marcha hacia
asumido explícitamente por el Espíritu Santo, ya que la Es- el reino entre trasformaciones y procesos de liberación, que
critura muestra una relación íntima del mismo con la virgen van conformando cada vez más la creación al designio último
María? ¿No habría un equilibrio histórico-salvífico en la de la comunión trinitaria.
afirmación, reverente y piadosa, de que la humanidad toda en
su expresión concreta femenina y masculina ha sido el recep- Si esto es así, podemos rezar con unción iluminada el credo
táculo de la auto-entrega de dos personas de la Trinidad, en- de la fe de nuestros padres: «Creo en el Espíritu Santo..., que
viadas al mundo por el Padre para introducirlas, a partir de sus con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado». ¡A él, que se
particularidades propias, en la comunión trinitaria? El Hijo di- habría pneumatificado en María, el honor, la gloria, la adora-
vinizó explícitamente lo masculino e implícitamente lo feme- ción perenne ahora y por los siglos de los siglos! ¡Amén!
nino, en la medida en que lo masculino y lo femenino vienen
siempre juntos y se relacionan perijoréticamente. El Espíritu
Santo habría divinizado explícitamente lo femenino e implícita-
mente lo masculino, dada la mutua implicación de lo uno y de
lo otro.
Jesús y María representarían a toda la humanidad ya asu-
mida, dentro del tiempo, como anticipación bienaventurada del
acontecimiento escatológico de la plena divinización de los va-
rones y de las mujeres en el reino de Dios.
Según este nuestro theologoúmenon, el Espíritu Santo ha-
bría densificado su presencia en María (habría que profundizar
en qué sentido se puede hablar de la asunción de la naturaleza
o solamente de la persona de María por el Espíritu Santo, qué
nombre acuñar para este acontecimiento único de la historia de
la salvación, etc.), de forma tan real e identificable que él está
allí presente de forma personal en plena autocomunicación, a
semejanza de la encarnación del Hijo. María sería entonces la
bendita entre todas las mujeres, la llena de gracia (gracia que
es el Espíritu Santo); no solamente el templo de Dios, sino el
mismo Dios del templo, o sea, el Dios que mora en María y
que se hace en ella el templo vivo y verdadero. ¿Cuál es el

258 259
amor. Existía la Trinidad inmanente. Nosotros como criaturas,
CAPÍTULO 12
hijos e hijas, existíamos en Dios como proyectos eternos, «en-
COMO ERA EN EL PRINCIPIO: gendrados» por el Padre en el corazón del Hijo con el amor
LA TRINIDAD INMANENTE, EN SI MISMA del Espíritu Santo.
De esta Trinidad inmanente, como ella es en sí misma, nos-
otros sabemos solamente lo que ella misma nos ha comunicado
graciosamente por palabras y por hechos, particularmente por
la encarnación del Hijo y por la pneumatificación del Espíritu
Santo.

1. Cuando la Trinidad económica es la Trinidad


inmanente, y viceversa
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo existen en comunión
eterna y son eternos. La oración «como era en el principio, La Trinidad se revela tal como es, trinitariamente. Nos
ahora y siempre», quiere expresar la eternidad del Dios trino, salva tal como es en sí misma. Por eso lo que observamos en la
aunque utilice el esquema de sucesión temporal, como lo ha- manifestación histórico-salvífica, o sea, que el Padre se mues-
cen las Escrituras. Sin embargo, el sentido de estas palabras no tra como el misterio del mundo, que el Hijo se encarna y que
es comprender la eternidad como un tiempo interminable o el Espíritu se derrama en nuestros corazones y desciende sobre
como la coincidencia del principio, del ahora y del siempre. María, corresponde a lo que el Dios trino es en sí mismo. Si
Eternidad dice mucho más que esto. No se trata de una canti- Dios no fuera Padre, Hijo y Espíritu Santo, jamás se habría
dad ilimitada, sino de una cualidad nueva que no depende del manifestado así y nunca los seres humanos habrían captado a
tiempo. La definición más concisa y más bella de eternidad es los divinos tres. Por eso es un axioma de la reflexión moderna
la que dio Boecio (480-524): «La posesión totalmente simultá- sobre la Trinidad: «Los tres únicos en comunión que se revelan
nea y perfecta de la vida interminable» 1. Se afirma aquí la en la economía de la salvación son la Tri-unidad inmanente, y
plenitud del vivir y de la vida. Como esta plenitud es absoluta viceversa» 2 .
y acabada (per-fecta), siempre existió y jamás dejará de existir. El argumento principal que legitima este axioma reside en
A nosotros nos resulta difícil representar la eternidad de las acciones propias del Hijo por la encarnación, y del Espíritu
Dios, ya que nuestra experiencia es siempre de sucesión, de Santo por su bajada sobre los justos y la virgen María. Hay
fragmentos de perfección o de perfección amenazada de per- una presencia del Hijo en el mundo que es inmediatez de su
derse. Lo que quiere afirmar la fe es la soberanía de la santí- propia persona divina, que asume la realidad humana de Jesús
sima Trinidad. Antes de que existiera el universo, antes de que de Nazaret y la convierte en la humanidad del propio Hijo.
se moviera el más pequeño átomo de materia cósmica, antes Aquí el Hijo no está solamente como luz que ilumina a toda
de que surgiera el primer rastro de inteligencia, antes de que
2
comenzase a haber tiempo, el Padre, el Hijo y el Espíritu El que ha desarrollado detalladamente este axioma ha sido K. RAHNER,
en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 277-279 y 323-324; véase
Santo estaban entre sí en erupción volcánica de vida y de también M. DE FRANCA MIRANDA, O misterio de Deus en nossa vida. A dou-
trina trinitaria de Karl Rahner, Sao Paulo 1975, 151-160. Véanse también:
1 J. MOLTMANN, Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983, 174-178;
BOECIO, De consolatione philosophiae V, 6: «Interminabilis vitae tota si- W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sigúeme, Salamanca 1985, 311-315.
mul et perfecta possessio».
261
260
persona humana que viene a este mundo (cf Jn 1,9), ni como manifestado a los seres humanos. Consiguientemente, tenemos
sabiduría, ni como sentido íntimo de todo ser; aquí está él per- que decir también que no toda la Trinidad inmanente es la Tri-
sonalmente auto-entregándose de forma absoluta y total. En nidad económica. La correlación es perfecta (lo cual permite
ese momento el hombre Jesús es Dios, que ha de ser adorado garantizar el «viceversa» del axioma) cuando se trata de la en-
y glorificado en su propia humanidad. Así pues, si en el orden carnación y, según nuestro theologoúmenon, de la pneumatifi-
de nuestra experiencia de fe descubrimos al hijo del Padre, cación del Espíritu. Aquí, de hecho, la autocomunicación del
que plantó su tienda entre nosotros, esto significa que existe el Hijo y del Espíritu Santo significa la presencia de lo eterno en
hijo del Padre en sí mismo inmanentemente. el tiempo, de la persona divina como persona en la realidad
Lo mismo vale también para el Espíritu Santo: siguiendo a humana. Lo que acontece en la tierra corresponde absoluta-
Jesús, creyendo en sus palabras y gestos, acogiendo el testimo- mente a lo que existe en el cielo. Pero la Trinidad es todo eso
nio de sus discípulos que tocaron al verbo de la vida (1 Jn 1,1), y mucho más todavía.
quedamos imbuidos de la fuerza trasformadora que es el Espí-
ritu, nos vemos guiados por él a entregarnos al Padre, somos
confirmados por él de que, de hecho, Jesús es el Hijo y el libe- 2. La autocomunicación del Hijo y del Espíritu Santo
rador, tenemos la certeza de que Dios es Padre y nosotros se da en la humillación
somos sus hijos e hijas. Más aún, vemos al Espíritu descender
sobre María para hacerla virgen madre de Dios; en ella el Es- Todo lo que acontece a las personas divinas en la historia
píritu está plenamente presente, de forma que María se pre- es asumido por ellas: por ejemplo, la pequenez humana, la si-
senta como el tabernáculo del Espíritu. Aquí está el Espíritu tuación de sierva en el caso de María, el hambre, la sed, la
de forma única, como persona divina que se auto-manifiesta tal alegría, la amistad y el amor. Considerando la historia de la
como es. Si así es su presentación en nuestra historia, esto sig- salvación y la forma como entraron en el mundo el Hijo y el
nifica que inmanentemente el Espíritu Santo es Dios con el Espíritu, hemos de reconocer que privilegiaron el camino de la
Hijo y el Padre. Como Dios trino se nos revela tal como es, la oscuridad y de la kénosis. Lo que vemos no es el deslumbra-
Trinidad inmanente guarda una correlación con la Trinidad miento de la gloria, sino la sencillez y la humildad. Esto signi-
económica. fica que no se da una connaturalidad entre el modo de ser de
No hay que entender esta correlación de forma reductiva, la Trinidad inmanente con el modo de ser de la Trinidad eco-
como si levantásemos la barrera que existe entre el tiempo y la nómica. Reconocemos que el Padre es de infinita bondad, pero
eternidad. Lo que se manifiesta en nuestra historia es efectiva- en el mundo impera la malicia al lado de la bondad, malicia
mente Dios tal como él es en sí mismo, trinitario. Pero la Tri- que repercute sobre los pobres y los débiles. El Hijo es la ex-
nidad como misterio absoluto y sacramental es mucho más de presión suprema de la sabiduría y del sentido, pero en su en-
lo que se manifiesta. La auto-entrega se da dentro del marco carnación tuvo que soportar la ignorancia de los hombres y el
espacio-temporal y en los límites de nuestra percepción creada absurdo existencial de la persecución y del odio. El Espíritu
y enturbiada por la opacidad del pecado. Lo que la Trinidad es Santo es amor y unión, pero en los procesos históricos de cam-
en sí misma se nos escapa y esconde en el misterio insondable, bio, en los que se hace especialmente presente, se constata el
misterio que se revelará en parte en la eternidad feliz y que furor destructor del odio y la fuerza disgregadora de la des-
siempre permanecerá, ya que la Trinidad es un misterio en sí unión. En su condescendencia, el Hijo y el Espíritu Santo han
mismo, y no solamente para los seres humanos. Por eso hemos asumido las condiciones humanas sometidas al pecado, y libe-
de decir: la Trinidad económica es la Trinidad inmanente, pero raron y redimieron desde dentro la vida y el cosmos.
no toda la Trinidad inmanente. Es mucho más de lo que se ha La propia contradicción hace que el Hijo y el Espíritu reve-

262 263
len lo que son en la Trinidad inmanente. Así, el conflicto que del todo el pábilo que todavía humea. El sustenta el aliento
sufrió Jesús, su pasión y, finalmente, su muerte demostraron débil de la vida en medio del imperio de la muerte. El Espíritu
su amor misericordioso, su solidaridad y hasta su identificación muestra su fuerza en la debilidad, su comunión en medio de
con los que sufren en el mundo. No es que el Hijo estuviera los anhelos torcidos de encuentro y de felicidad. Solamente en
eternamente destinado a la crucifixión 3 . El rechazo humano el reino de la Trinidad, cuando quede finalmente liberada la
del amor divino, amor expresado en la encarnación, crea la po- creación, el Hijo y el Espíritu se revelarán de una forma ade-
sibilidad de la persecución y de la cruz. El Hijo no deja de ser cuadamente comprensible a la criatura, hecha a imagen y se-
y de revelar lo que es: entrega, ofrecimiento de vida y de sal- mejanza de la Trinidad. Entonces la manifestación bajo la
vación, amor al mundo. Lo que pasa es que este amor se tras- forma serví (bajo la forma de siervo) habrá pasado; sólo que-
forma en sacrificio y en ofrecimiento de perdón. El Hijo no se dará la forma Dei (la forma de Dios), unida para siempre a las
queda indiferente al rechazo de los hombres. Se siente afec- criaturas, que han sido asumidas e introducidas en la comunión
tado por él, ya que cambia su manera de estar presente y de trinitaria.
actuar. Pero no cambia su amor y su invitación a la comunión.
La cruz no es eternizada junto a la Trinidad. La cruz, creación
del pecado humano, es asumida, no porque represente un va-
lor, sino porque permite mostrar la radicalidad del amor, que 3. La doxología eterna: la gloria y la alegría de la Trinidad
acepta sacrificarse para no romper la comunión con los demás
e incluso con los enemigos. No es la cruz la que da un valor; La teología se ha limitado normalmente a la reflexión for-
es el amor el que confiere valor a lo que no tiene valor y signi- mal sobre el misterio de la comunión trinitaria. Se intentaba
fica la corporificación del antivalor. penetrar racionalmente en ese sol deslumbrante que es la pro-
pia esencia del Dios trino. Al final de este esfuerzo llega el si-
El Espíritu Santo es por excelencia la vida y la comunica- lencio respetuoso. Cualquier locución que se atreva a parar las
ción de vida por la comunión y la unión. Esta realidad divina barreras de la percepción del misterio se trasforma en galima-
ha sido vivida muchas veces en la historia en la contradicción. tías y engendra un sentimiento de profanación de lo sacro-
En medio de los oprimidos y de los condenados a morir antes santo. Tal es la situación humana cuando se ve enfrentada con
de tiempo, el Espíritu se manifiesta como resistencia, como la Trinidad inmanente. Pero si no podemos ni debemos hablar,
superación de cualquier odio, como esperanza contra toda es- sí que podemos cantar y alabar. Cese la razón y tome alas la
peranza. En el lenguaje popular, el Espíritu Santo es como imaginación. Eso es lo que hicieron los místicos, a quienes se
aquella pequeña llama que arde en el fondo de un montón de les concedió la gracia de intuir la convivencia trinitaria. Son
basura. Se amontonan los detritus, las aguas apagan la llama, tres distintos, como desembocaduras de tres caudales sin már-
el viento se lleva la humareda; pero hay un tenue hilo de genes, que forman un solo océano de vida y de amor. Son tres
humo que se mantiene invencible. Es que allí, en las profundi- miradas distintas que constituyen una sola visión. La autodona-
dades, todavía queda una brasa inapagable. Así es el Espíritu ción del uno al otro, el matrimonio de los tres en un solo
Santo en medio de la impotencia y del fracaso de los hombres. amor, produce gloria y alegría sin fin. El flujo y el reflujo, la
No deja que se quiebre por completo la caña ni que se apague diástole y la sístole de los divinos tres interpenetrándose e
inundándose en la fuerza de su perenne comunicación produce
3
J. MOLTMANN ha profundizado en la relación entre la cruz y la Trinidad, el éxtasis del amor. El entrelazado de las divinas personas hace
considerando también la crucifixión como una expresión intratrinitaria: El Dios surgir la intimidad, el cariño y la expansión de la ternura, pro-
crucificado, Sigúeme, Salamanca 19772; ID, Trinidad y reino de Dios, o.c, 35- pias de la felicidad eterna. Esta felicidad es la propia Trinidad,
75. Véase la crítica que hemos hecho de Moltmann en Paixáo de Cristo - Pai-
xáo do Mundo, Petrópolis 1978, 138-141. mostrándose como Trinidad de personas distintas en la unidad

264 265
de una misma comunión, de un solo amor y de una única vida, CAPÍTULO 13
comunicada, recibida y devuelta. AHORA Y SIEMPRE:
Basta mirar y participar, participar y amar, amar y unifi- LA TRINIDAD ECONÓMICA,
carse con las divinas personas en una doxología eterna, como PARA NOSOTROS
era en el principio, ahora y siempre, de eternidad en eterni-
dad.

La Trinidad inmanente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por


la dinámica interna del amor y de la comunión, se manifiesta
hacia afuera del círculo trinitario íntimo. Este modo de hablar
—fuera y dentro, obras ad intra y obras ad extra— es real-
mente inadecuado. La Trinidad, por su omnipotencia y omni-
presencia, no conoce restricciones; lo invade todo y todo está
relacionado con la vida trinitaria. Pero hay una verdad que hay
que retener: la creación, posible receptáculo de las divinas per-
sonas, no tiene que confundirse con la «generación» o con la
«espiración» del Espíritu Santo. En la vida íntima de los di-
vinos tres hay una suprema libertad, propia del amor y de la
comunión, pero al mismo tiempo nada hay contingente. Sin
embargo, la creación es el espacio de la contingencia, de aque-
llo que es, pero que podría también no ser. ¿Qué relación
guarda la creación con la santísima Trinidad? Veamos esta
cuestión, que deberá poner de relieve la vinculación tan estre-
cha que existe, aunque sin separación ni confusión, entre la
Trinidad inmanente y la Trinidad económica, entre la creación
eternamente proyectada por el Padre a través del Hijo en el
amor del Espíritu Santo y su concreción temporal, en la que
aparecen los signos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1. La Trinidad crea lo diferente para autocomunicarse a ello


El concilio IV de Letrán declaró en 1215 que la Trinidad es
el único principio del universo (sola universorum principium:
266 267
DS 804). El concilio de Florencia precisó de forma trinitaria la
relación entre la creación y la Trinidad, enseñando que el Pa- propia naturaleza, creador y origen de diferencias, como ex-
dre, el Hijo y el Espíritu Santo no constituyen tres principios, presión de la superabundancia de su ser-de-comunión. La idea
sino sólo un principio de la creación (non tria principia creatu- de la creación, como desbordamiento de la comunión trinita-
rae, sed unum principium: DS 1331). Esta fórmula, sacada de ria, es eterna y co-eterna con la Trinidad. Eternamente el Pa-
san Agustín 1, debe entenderse en consonancia con lo que in- dre ama al Hijo; eternamente el Hijo responde con amor al
dica el mismo Agustín: «Si el Padre, el Hijo y el Espíritu amor recibido del Padre. El Espíritu Santo ama desde el prin-
Santo son un solo Dios, entonces un solo mundo ha sido hecho cipio al Padre y al Hijo, y juntos todos ellos se unen en un
por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo» 2 . único movimiento de auto-entrega y de amor.

La virtud creadora del universo es de toda la Trinidad; los Como ya expusimos anteriormente, al proyectarse el Padre
tres divinos participan cada uno en conformidad con su propie- en el Hijo proyecta también a todos los diferentes de él, a la
dad y su orden 3 , ya que las procesiones de las personas funda- creación posible, imagen y semejanza suya y del Hijo, en el
mentan las razones de la producción de las criaturas, en cuanto cual, por el cual, con el cual y para el cual existe todo. La co-
que incluyen los atributos esenciales que son la ciencia y la vo- munión y el amor que circulan entre el Padre, el Hijo y el Es-
luntad 4 . ¿Cómo hay que representarse entonces la creación píritu Santo es una comunión y un amor entre co-iguales y co-
del universo por la Trinidad? Aquí se presentan en la tradición eternos. No es todavía el amor y la comunión con lo diferente.
teológica dos grandes vertientes. La creación temporal significa exactamente, en una perspectiva
trinitaria, la manifestación del amor y de la comunión trinita-
La primera corriente, en una perspectiva más bien mono- rias para aquello que no es Dios, para lo absolutamente dife-
teísta que trinitaria, afirma que la creación salió de la libre rente: la criatura. Aquí es donde cabe la expresión opera ad
decisión de la voluntad divina. Dios es omnipotente y absoluta- extra amoris Trinitatis (obra del amor trinitario volcado hacia
mente libre. Puede crear lo que le agrada, sin ninguna coac- fuera). En cuanto que es idea del Padre en el Hijo con el amor
ción externa o interna; la creación no le quita ni le añade del Espíritu Santo, la creación es eterna y significa una obra ad
nada, como indican muchos textos litúrgicos 5 . Pero todo lo intra (está dentro del círculo trinitario); en cuanto que esa idea
que brota de su palabra omnipotente es bueno y gracioso, por- se concreta, se saca de la nada, es llevada al ser y configurada
que corresponde a la bondad esencial de Dios. En esta visión, a imagen y semejanza de la Trinidad, surge como una obra ad
la creación se presenta realmente como una obra ad extra (he- extra. Efectivamente, la Trinidad crea de la nada aquello que
cha fuera del círculo trinitario). El universo es manifestación no era y que pasa a ser por el acto creador. La Trinidad se
del juego divino, de la gloria sobreabundante del ser eterno. auto-limita 6 por el hecho de la creación de la nada, ya que
Otra vertiente parte del propio misterio de amor y de co- hace surgir algo distinto de ella. La creación es de la Trinidad,
munión perijorética entre los divinos tres únicos. El amor, na- viene de la Trinidad, va hacia la Trinidad, refleja a la Trini-
turaleza de Dios, es por sí mismo comunicativo y efusivo, dad, pero no es la Trinidad.
como hemos repetido tantas veces. Dios-Trinidad es, por su La creación no deja de ser contingente y dependiente por
completo de la Trinidad, pero no aparece como simple deci-
1
2
AGUSTÍN, De Trinitate V, 14,15. sión de una arbitrariedad omnipotente que decide a su capri-
3
AGUSTÍN, In Johannem 20,9: PL 35,1561. cho crear o no crear. Partiendo de la propia esencia de las tres
Véase la discusión de este punto en B. DE MARGERIE, La Trinité chré-
tienne dans l'histoire, París 1975, 254-262, a base de los textos de san Agustín y divinas personas —la comunión perijorética y el amor—, se ve
de santo Tomás de Aquino.
4
TOMÁS DE AQUINO, S.Th., I, 45-6. 6
5
Véase por ejemplo el prefacio del tiempo común. Véanse las oportunas reflexiones de J. MOLTMANN, Trinidad y reino de
Dios, Sigúeme, Salamanca 1983, 124-128.
268
269
mejor la lógica divina. La creación, sin ser necesaria (no le es Hijo) y por el amor (el Espíritu Santo). La bondad y la sabidu-
impuesta a Dios), es connatural a la divina esencia. Por eso es ría de las criaturas encuentran su ejemplar supremo en el Hijo
también libre. Prolonga y desdobla la erupción de vida y de y en el Espíritu Santo, que son referidos siempre al Padre. De
amor que constituyen eternamente el ser del Padre, del Hijo y este modo la creación no se refiere simplemente al Dios trino
del Espíritu Santo. En un lenguaje antropomórfico podemos sin distinción de personas, sino a cada persona que actúa per-
decir que la Trinidad no se quiso quedar en su espléndida co- sonalmente, con las propiedades de su hipóstasis. En virtud de
munión trinitaria; los divinos tres no se aman sólo recíproca- esto puede decir santo Tomás que «las procesiones de las per-
mente, sino que quisieron compañeros en la comunión y en el sonas constituyen las razones de producción de las criaturas» 8 .
amor. La creación surgió de esa voluntad de las divinas per-
Así pues, la creación tiene un carácter trinitario. Y por ser
sonas de encontrarse con lo diferente (que ellas crearon) para
trinitario, está siempre dentro de la perijóresis. Esta afirma-
poder incluirlo en su comunión eterna. En esto consiste la sig-
ción se ilumina si recordamos lo que expusimos al referirnos
nificación teológica de la creación. Es solamente exterior a la
anteriormente a la relación Padre-Hijo. Allí se decía que el Pa-
Trinidad para poder ser interior a ella. La obra ad extra se or-
dre, en su inmenso amor y sabiduría, «engendraba» al Hijo y
dena a la obra ad intra, porque el origen de la obra ad extra se
proyectaba en él la expresión eterna de todas las criaturas.
encuentra en la obra ad intra. En otras palabras, la creación
Estas son siempre por el Hijo, y así poseen, a partir de su ori-
antes de ser temporal fue eterna en el proyecto del Padre;
gen trinitario, una dimensión filial, fraternal y sororal. El Hijo
antes de concretarse «fuera» de Dios, fue plan «dentro» de
significa la respuesta infinita de la sabiduría y del amor del Pa-
Dios.
dre. Junto a su respuesta están las respuestas de todas las cria-
turas, especialmente las racionales, que ven en el Padre a su
creador, y en el Jesús histórico —destinado eternamente a ser
2. La creación del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo el Hijo encarnado de Dios— al que es «el primero entre mu-
chos hermanos» (Rom 8,29). La creación tiene que entenderse
Hay un famoso texto de santo Tomás que subraya el carác- como la obra propia del Padre (no solamente apropiada), que
ter trinitario de la creación: «Las divinas personas, siguiendo la al «engendrar» al Hijo expresa en él todas las posibles imá-
naturaleza de su procesión, ejercen una causalidad respecto a genes y semejanzas del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo.
la creación... Dios es causa de las cosas por su inteligencia y
por su voluntad, como el artista en relación con los productos El Padre crea por el Hijo en el Espíritu Santo. Esto signi-
de su arte. El artista actúa en función del concepto de su inte- fica que por el Espíritu la creación es introducida en la comu-
ligencia y del amor de su voluntad. De la misma forma Dios nión trinitaria. El se encuentra siempre activo en la creación.
Padre realizó la creación por su verbo, que es su Hijo, y por Sin el Espíritu y sin su fuerza trasformadora, la creación deja-
su amor, que es el Espíritu Santo. Y de este modo las proce- ría de ser (cf Sal 104,29.30). El ha sido derramado sobre toda
siones de las personas constituyen las razones de producción de carne (Jl 2,28-32; He 2,17), especialmente en nuestra interiori-
las criaturas, en cuanto que ellas incluyen los atributos esen- dad (cf Rom 5,3). Toda la creación grita por la unificación y el
ciales, que son la sabiduría y la voluntad» 7 . retorno al seno de donde vino (cf Rom 8,9s). El Espíritu es
aquel que unifica a los diferentes en la comunión y en el amor.
En este texto queda claro que las tres divinas personas, en De este modo toda la creación es creada en el Espíritu para
su orden trinitario, participan del acto único de la creación. El componer el reino de la Trinidad.
Padre es la causa original, que actúa por la inteligencia (el

7
TOMÁS DE A Q U I N O , S.Th., I, 45-6. ID, ib.

270 271
La creación es fundamentalmente la obra propia del Padre. Trinidad es un misterio vivo y en eterna actuación, podemos
A ella asocia al Hijo y al Espíritu. Así la Trinidad entera parti- decir con los autores místicos que en la vida de los justos el
cipa de la creación y se refleja en ella. Todo lo que de misterio Padre sigue «engendrando» al Hijo e insertando a los hijos e
se esconde en cada uno de los seres, por más trasparente que hijas adoptivos en el Hijo unigénito; el Padre y el Hijo siguen
se muestre, es el Padre, que se hace presente allí; todo lo que auto-entregándose en el amor, derramándose sobre las demás
de racional, de lógico y de sabio aparece en las criaturas es el criaturas y uniéndolas a sí; es decir, el Padre y el Hijo siguen
Hijo, que se revela allí; todo lo que de amoroso, gracioso e in- «espirando al Espíritu Santo» en las profundidades de la vida
tegrativo se advierte en las criaturas es el Espíritu Santo, que del justo.
actúa allí. La creación entera es un sacramento majestuoso de Pero esta visión está aún demasiado centrada en la persona
la Trinidad. tomada en su individualidad. En una perspectiva bíblica, la
persona es esencialmente social y un ser de comunión. Vivir
humanamente es siempre convivir; en el ejercicio de la co-hu-
3. Rasgos trinitarios en la creación manidad es donde cada uno llega a personalizarse verdadera-
mente. El Génesis (1,26-27) presenta a la humanidad como
imagen y semejanza de Dios. Pues bien, para nosotros Dios es
Acabamos de señalar los rasgos trinitarios en el orden cós- comunión y amor en eterna perijóresis. Si esto es así, el ser
mico. También es posible verlos en la existencia humana. Cada humano se hace imagen de la Trinidad en la medida en que
persona humana es innegablemente un misterio. Por más que realiza la comunión y establece relaciones de donación y de
se comunique y se auto-conozca, sigue siendo siempre una pro- acogida. Está Adán, está Eva y está lo que resulta del amor
fundidad insondable. Pues bien, esta situación permanente del recíproco, el hijo (Set). Aquí está la imagen de la Trinidad: el
ser humano traduce la presencia del Padre como misterio abis- Padre (Adán), el Hijo (Eva) y el innominado, pero presente,
mal e íntimo. En la persona humana, hombre y mujer, está la llamado el condilectus (co-amado) por Ricardo de San Víctor
dimensión de la verdad, autoconocimiento y revelación de sí (t 1173), el Espíritu Santo (Set). Evidentemente, a efectos de
mismo. El propio misterio tiene su luz y su sabiduría. Esta la analogía no se consideran aquí las determinaciones sexuales
condición humana expresa la presencia del Hijo (logos y sabi- (masculino-femenino), sino el tipo de relación entre los tres,
duría) actuando y desdoblando en la persona la comunicación de reciprocidad y de comunión vital.
del misterio. En la persona humana reside la inmensa sede de
comunión con lo diferente y de unión en el amor. El Espíritu Como se ve, la vida humana queda intrínsecamente inserta
Santo se hace presente en esta ansia humana y en el gozo de en la comunión trinitaria. Se trata de una estructuración del
su realización terrena. El misterio, la verdad y la comunión orden de la creación, y también del orden de la gracia. Po-
conviven en la misma y única persona; son realidades que se demos vivir conscientemente esta dimensión; en el tiempo pre-
interpenetran y constituyen la unidad de la vida. Se encuentra sente no sentimos palpablemente en el gozo y la alegría lo que
aquí un reflejo de la comunión trinitaria y el fundamento úl- significa esta verdad; se realiza en la fe, en la esperanza y en el
timo del ser humano como imagen y semejanza de la santísima amor bajo los velos de la oscuridad; en la eternidad forma-
Trinidad. Cuando la persona vive la intimidad del misterio remos parte —creada— del misterio del Padre, de la genera-
(está en estado de gracia), esta presencia trinitaria significa una ción del Hijo y de la espiración del Espíritu Santo de forma
verdadera inhabitación de las tres divinas personas en el cora- consciente, participativa y gozosa 9 .
zón del justo. Cuanto más justamente vive el justo, más deja
trasparentar el misterio de la vida (Padre), más brilla en él la 9
Más detalladamente en L. BOFF, Gracia y liberación del hombre, Cris-
verdad (el Hijo), más amor irradia (Espíritu Santo). Como la tiandad, Madrid 1978, 275-282.

272 273
La presencia trinitaria se da también en el proceso histó- pueblo reunido en la unidad del Padre, y del Hijo, y del Espí-
rico-social. Por su naturaleza, y más aún por la presencia del
ritu Santo» n .
pecado estructural, la lucha de los oprimidos por su liberación
tiene una especial densidad trinitaria. Siempre que en medio La Iglesia es, ante todo, comunión de personas que creen.
de las turbulencias se avanza hacia formas sociales más engen- El Hijo y el Espíritu, enviados por el Padre, que sostienen y
dradoras de vida, es el Hijo el que está siendo allí «engen- vivifican permanentemente a la comunidad, hacen que ella sea
drado» histórico-socialmente en el seno del Espíritu, que el cuerpo de Cristo. La comunión en Cristo y en el Espíritu, y
anima y promueve la vida. El Padre con su misterio se esconde la comunión entre los propios fieles forman la única Iglesia.
en el misterio del sentido último de la historia, que en última Ella es, además, una comunión de dones y servicios (cf 1 Cor
instancia queda oculto para todos. La unión de los oprimidos, 12,4). Todos ellos están orientados a la construcción del
la convergencia de intereses en dirección al bien común, el co- cuerpo de Cristo (cf 1 Cor 12). Pablo, en este contexto de los
raje para enfrentarse con los obstáculos seculares a su vida y a carismas que dan forma concreta a la comunidad, se refiere a
su libertad, la solidaridad y hasta la identificación de tantos los tres, al Padre, al Cristo Señor (Hijo) y al Espíritu. Y así es
hombres y mujeres con su causa, todo esto está penetrado de y debe ser, ya que la comunidad de los seguidores de Jesús, en
la secreta presencia del Espíritu de vida, de profecía y de libe- el entusiasmo que les infunde el Espíritu revelándoles al Padre
ración. La historia humana no deja de ser humana con sus y al Hijo, es un reflejo de la comunión trinitaria: ecclesia de
agentes de trasformación (o de conservación), con sus con- Trinitate n .
flictos, alianzas, avances y retrocesos. Pero la Trinidad habita En fin, de mil maneras el misterio augusto de la Trinidad
en ella, de forma misteriosa pero eficaz, dando ánimos para la se hace presente dentro de la creación y de la historia. El uni-
lucha, fuerza para resistir, espíritu creativo y voluntad de libe- verso está preñado de este misterio inefable; tan cercano que
ración de todo lo que amenaza a los retoños de vida nueva. La ni siquiera lo percibimos, trascendente porque nos desborda
historia es el teatro de la gloria posible de la Trinidad, en el por todos lados, íntimo porque mora en nosotros como en su
tiempo presente, bajo las sombras y la cruz, y en la escatolo- templo y en su propio hogar.
gía, bajo la forma de plena revelación y de fiesta interminable.
De manera muy especial está presente la santísima Trinidad
en aquella porción de la humanidad que por la fuerza del Espí-
ritu ha aceptado a Jesús como su liberador y como Hijo encar-
nado: en la Iglesia 10. En ella se realizan las dos misiones, la
del Hijo y la del Espíritu Santo. Por eso, la Iglesia está basada
en Jesús, Hijo encarnado, y en el Espíritu Santo, que bajó so-
bre María en la anunciación y sobre los apóstoles reunidos con
ella en pentecostés. En las condiciones de la carne, la Iglesia
vive de la comunión trinitaria; su unidad se deriva de aquella
perijóresis que existe entre los divinos tres; según la hermosa
expresión del Vaticano II, «la Iglesia toda se presenta como el

11
LG 4; CIPRIANO, De cath. Ecclesiae unitate, 7; De orat. dominica, 23: PL
'" Una exposición detallada puede verse en Y. CONGAR, La Trinité de 4,553; AGUSTÍN, Sermo 71,33: PL 38,463s.
Dieu et l'Église, en «La Vie Spirituelle» 604 (1974) 687-703; I D , El Espíritu 12
Cf B. FORTE, Ecclesia de Trinitate, en La Chiesa, icona della Trinitá,
Santo, Herder, Barcelona 1983, 205s. Brescia 1984, 9-22.

274 275
CAPÍTULO 14
Consideremos el significado de la creación inserta dentro de
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS: la santísima Trinidad, en la plenitud de la gloria y a partir de
LA TRINIDAD EN LA CREACIÓN la irrupción de la parusía en el término del proceso escatoló-
Y LA CREACIÓN EN LA TRINIDAD gico (que comienza en el tiempo y culmina en la eternidad).
Esta inclusión es el fin bienaventurado de aquello que co-
menzó en el tiempo. La creación solamente está en la Trinidad
porque primero la Trinidad estaba en la creación. Detallemos
estas dos perspectivas.

1. La era del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:


providencia, liberación, inhabitación

No entendemos aquí la palabra «era» en el sentido que le


El sentido de la creación reside en ser un receptáculo capaz
dio Joaquín de Fiore (t 1202), como un tiempo específico den-
de acoger la manifestación de la santísima Trinidad y, en el ni-
tro del tiempo, sucedido por otro que lo supera e integra 2 . El
vel humano, de ser templo de la autocomunicación del Hijo
monje calabrés decía que la era del Padre da lugar a la era del
(en Jesús de Nazaret) y del Espíritu Santo (según nuestro theo-
Hijo, que a su vez es sustituida por la del Espíritu Santo. En-
logoúmenon, en María y en la vida de los justos). Con la crea-
tendemos la palabra «era», trinitariamente, en el sentido de
ción comenzó la acción creadora de las tres divinas personas
que cada tiempo es tiempo del Padre, del Hijo y del Espíritu
más allá de la vida intratrinitaria. A lo largo del tiempo, esa
Santo. Sin embargo, esto no impide que distingamos varias di-
acción se va desarrollando hasta continuar, en un nivel de glo-
mensiones dentro de la presencia de los divinos tres en su crea-
ria y de perfección, en la eternidad hacia fuera. No hemos de
ción. En cada dimensión están los tres con sus propiedades hi-
imaginarnos que en la eternidad acabe el proceso creador de la
postáticas. Pero podemos destacar en cada ocasión una de
santísima Trinidad. El mismo concepto teológico de creación
estas presencias, sin negar la actuación de las otras. Así po-
supone que las tres divinas personas actúan permanentemente
demos hablar de la era del Padre, de la era del Hijo y de la
para que los seres continúen en el ser y no caigan en la nada
era del Espíritu Santo.
de donde han venido. Eternamente, la Trinidad lleva a cabo la
creación de lo diferente, para manifestarse y auto-entregarse. Cuando nos referimos a la era del Padre, queremos desta-
De este modo la creación queda inserta en la propia vida, co- car la creación en cuanto que significa un sistema abierto, en
munión e «historia trinitaria» *. A partir de la creación es proceso hacia su plenitud en la era de la Trinidad, en la gloria
como la Trinidad tiene una historia. En la eternidad pura y escatológica. Dios-Padre cuida de su creación, hecha mediante
simple no hay historia, aunque haya movimiento de vida su Hijo en el amor de su Espíritu. Este cuidado significa la
eterna, novedad de revelación de las divinas personas unas a providencia maternal y paternal en la conservación de todos
las otras. Pero estos procesos son simultáneos y eternos. Siem-
pre fueron, son y serán. Forman el nunc stans, es decir, el 2
Las dos obras principales que tocan esta cuestión son: Concordia Novi ac
«ahora» eterno del amor perijorético de los divinos tres. Veteris Testamenti, Venetiis 1519, y Expositio in Apocalypsim, Venetiis 1527,
Es fundamental el libro de H. DE LUBAC, La postérité spirituelle de Joachim de
1
Fiore, Paris-Namur 1979; E. BENZ, Ecclesia spiritualis, Stuttgart 1934; I D ,
Véase J. MOLTMANN, La historia trinitaria de Dios, en El futuro de la Creator Spiritus, Die Geistlehre des Joachim von Fiore, en Eranos-Jahrbuch
creación, Sigúeme, Salamanca 1979, 107-124. 1956, 285-355.

276 277
los seres. Más aún, vela para que su creación no se estanque explotación económica, por la marginación política y por la
en sí misma, sino que se mantenga siempre orientada hacia la alienación cultural y religiosa. El Hijo se entrega continua-
futura plenitud que está aún por venir. El Dios-Padre-y-Madre mente en la forma de siervo, de profeta-mártir y de crucifi-
vela por el destino humano, tantas veces entregado a las cado, para conquistar para sí y para sus hermanos, mediante el
fuerzas diabólicas de la opresión de los poderosos sobre los dé- amor sacrificial y el perdón, el reino de la libertad y de la vida.
biles; cuida de que los empobrecidos no pierdan por completo Para eso resucitó y fue hecho Señor.
el sentido de la vida y la esperanza de la libertad sin prisiones.
La era del Espíritu Santo prolonga e interioriza en las per-
El Padre-y-Madre celestial muestra una paciencia histórica
sonas y en los procesos sociales el ser nuevo conquistado por el
frente a los fracasos humanos y revela su omnipotencia al sa-
Hijo. El Espíritu hace al universo trasparente para la Trinidad.
car un bien del mal y una vida gloriosa de la misma muerte
El penetra toda la realidad histórica (cf Jn 2,28; He 2,16); el
(cf Rom 4,17). El que gobierna el universo no es un juez ni un
amor de Dios inunda nuestros corazones (cf Rom 5,5). Por el
monarca celestial, sino el Padre-y-Madre del Hijo muy amado,
Espíritu renacen las personas a su vocación divina (cf Jn
que con el Espíritu de amor son la eterna bondad. Es el Padre-
3,3.5). Por el Espíritu, la Trinidad mora en medio de los seres
y-Madre lleno de misericordia que nos revela la parábola del
humanos. Su presencia en la comunidad se hace notar por toda
hijo pródigo (cf Le 15,11-32). Es el Padre cariñoso de los po-
clase de servicios y carismas con vistas al bien común (cf 1 Cor
bres, por los que toma partido y a los que privilegia en su re-
12). Las personas se hacen en sus cuerpos templos del Espíritu
velación (cf Mt 11,25-27) 3 .
(1 Cor 6,13-20). El nuevo cielo y la nueva tierra son frutos del
Por la era del Hijo queremos señalar el momento de libera- Espíritu, que prepara el universo para ser el gran templo de la
ción de la creación corrompida por el abuso de la libertad hu- Trinidad (cf Ap 22,17 y 21,3). El Espíritu reside en el corazón
mana, que impide la realización de la vocación primordial, que de la creación llevando la simiente de la renovación traída por
es la glorificación de la Trinidad. El Hijo revela el carácter fi- el hijo del Padre.
lial, fraternal y sororal de todos los seres, como expresiones
Podríamos decir, finalmente, que la Trinidad está en la
del amor y de la sabiduría del Padre en el Espíritu. El se en-
creación, ya que el Padre lo crea todo a partir de la fuente
carnó para traer la vida en plenitud (cf Jn 10,10); en función
inagotable de su vida y de su amor, mediante el Hijo en el que
de esta misión, pone en crisis todas las formaciones que quitan
todo está encerrado como en su prototipo eterno, y por la
la vida, que oprimen con su legalismo y con el sometimiento
fuerza del Espíritu, que lo reunifica todo a partir del corazón
de unos a otros: El Hijo encarnado murió como protesta con-
de todas las cosas y las reconduce al Padre. Entonces, po-
tra las servidumbres impuestas a los hijos de Dios. Inauguró en
demos alabar y dar gracias al Padre, por el Hijo, en el Espí-
sí mismo y en la comunidad de sus seguidores la anticipación
ritu. La era del Padre contiene la era del Hijo y la del Espí-
más trasparente del reino de la libertad. Se presenta en la
ritu; por eso los tres son igualmente alabados y glorificados. La
creación como el gran liberador, en el sentido de liberar la
era del Hijo encierra la era del Padre y la del Espíritu, así
vida de todas sus opresiones y de liberarla principalmente para
como la era del Espíritu engloba a la del Padre y a la del Hijo.
la plenitud de la libertad y del servicio de unos a otros como
En virtud de esta inclusión perijorética, le corresponden el ho-
hermanos y hermanas. Esta liberación suya comienza por los
nor y la gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu para siempre, ya
más necesitados, que son los oprimidos históricamente por la
que en su amor y en su voluntad de comunión inundan la tota-
lidad del universo.
3
Cf V. ARAYA, El Dios de los pobres, San José de Costa Rica 1982;
M. DÍAZ MATEOS, El Dios que libera, Lima 1985, 27-50; G. GUTIÉRREZ, Ha-
blar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Lima 1986, 53-67.

278 279
2. La creación como el cuerpo de la Trinidad Santo. En la creación trinitarizada saltaremos y cantaremos,
alabaremos y amaremos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
La Trinidad en la creación busca la inserción de la creación Y seremos amados por él, alabados e invitados a saltar y a
en la Trinidad. La providencia del Padre, la liberación del Hijo cantar, a cantar y a bailar, a bailar y amar por los siglos de los
y la inhabitación del Espíritu se ordenan a la trasfiguración del siglos, amén.
universo. Es la era de la Trinidad. Después de los millones y
millones de años de su aparición, después del desarrollo de sus
virtualidades latentes que se han ido haciendo patentes, des-
pués de la crisis cósmica que lo sometió al crisol de toda igno-
minia y perversidad humana proyectada en la historia e infun-
dida en las estructuras de la naturaleza, la creación alcanza
finalmente la era de la Trinidad. A partir de la fuerza trasfor-
madora del Espíritu a través de la acción liberadora del Hijo,
el universo llega finalmente al Padre. Comienza ahora la ver-
dadera historia de la creación con su creador trinitario. Todo
el misterio de la creación se encuentra con el misterio del Pa-
dre. Cada ser se verá enfrentado con su prototipo eterno, el
Hijo del Padre. La comunión y la unión que reina entre todos
se revelará como expresión del Espíritu Santo. La creación es-
tará unida para siempre al misterio de la vida, del amor y de la
comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Los varones se descubrirán asumidos, a semejanza de Jesús
de Nazaret, por la persona del Hijo 4 ; ahora serán eterna-
mente hijos adoptivos en el Hijo eterno, expresiones del amor,
de la sabiduría y de la vida del Padre. Las mujeres se verán
asumidas, a semejanza de María de Nazaret, por el Espíritu
Santo y revelarán al Padre-y-Madre eterno y al Hijo unigénito,
unidas en el amor y en la ternura a los divinos tres para unirse
a su vez en la ternura y el amor a todos los seres de la crea-
ción. El universo en Dios trino será el cuerpo de la Trinidad,
en el que resplandece, bajo la forma limitada de la creación, la
plenitud posible de la comunión de los divinos tres.
Es la fiesta de los redimidos 5 . Es la danza celestial de los
liberados. Es el banquete de los hijos e hijas en la patria y en
el hogar de la Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu

4
Cf L. BOFF, Además del cielo, ¿qué podemos esperar?, en La fe en la pe-
riferia del mundo, Sal Terrae, Santander 19852, 103-111.
5
H. Cox, La fiesta de locos, Taurus, Madrid 1972.

280
281
CAPÍTULO 15 vinos tres, bien conjuntamente, bien cada uno individual-
AMEN. LA TOTALIDAD DEL MISTERIO mente, con vistas a nuestra salvación. Por Trinidad inmanente
EN UN FRAGMENTO entendemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su vida ín-
tima y eterna en sí misma. A partir de la Trinidad económica
vislumbramos algo de la Trinidad inmanente. Sólo en referen-
cia a la encarnación del Hijo y con la pneumatización del Espí-
ritu Santo podemos decir que la Trinidad económica es la Tri-
nidad inmanente, y viceversa. Fuera de estos casos histórico-
salvíficos, la Trinidad inmanente es misterio apofático.
3.1. La Trinidad se revela en la vida de Jesús de Nazaret
y en las manifestaciones del Espíritu Santo, tal como han sido
atestiguadas y pensadas por las comunidades de los discípulos
en el Nuevo Testamento. Las expresiones ternarias del Anti-
Al final de nuestra marcha de fe y de reflexión sólo nos
guo Testamento sólo son trinitariamente significativas a partir
cabe decir bíblicamente: ¡Amén! Amén es una expresión he-
de una lectura cristiana a la luz de la revelación del Nuevo
brea de asentimiento (cf Dt 27,15s; 1 Cor 14,16). Se deriva de
Testamento.
la palabra amin, que significa creer, acoger y entregarse a Dios
y a sus designios. Amén es la respuesta humana al Dios trino 3.2. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo aparecen en el
que se revela: «¡Sí! ¡Qué bueno es que así sea! ¡Ven, Trinidad Nuevo Testamento relacionados siempre mutuamente e impli-
santísima, ven!» Se articula dentro de la atmósfera de la doxo- cados recíprocamente. El Padre envía al Hijo al mundo. El
logía y de la reverencia ante el misterio inefable. Pero antes de Hijo se siente una sola cosa con el Padre. El Espíritu Santo es
rezar ese amén y de callarnos respetuosamente ante la Trini- también enviado al mundo por el Padre a petición del Hijo. El
dad augusta, intentemos aún escuchar a la razón, para resumir Espíritu Santo toma lo que es del Hijo, y nos lo da a conocer.
en unas cuantas proposiciones lo esencial de la doctrina trinita- El nos enseña a clamar Abbá-Padre.
ria que hemos desarrollado en estas páginas.
3.3. Las fórmulas ternarias del Nuevo Testamento, espe-
1. En la fe cristiana, por Dios hemos de entender al Pa- cialmente la de Mt 28,18, revelan la presencia de un pensa-
dre, al Hijo y al Espíritu Santo en comunión entre sí, de forma miento que siempre asocia a los divinos tres en la obra de la
que son un Dios uno y único. salvación. Estas fórmulas ayudarán posteriormente a la elabo-
ración de la doctrina trinitaria.
2. En relación con la Trinidad, la doxología precede a la
teología. Primero profesamos en la oración y en la alabanza la 4. El problema central de la doctrina trinitaria es éste:
fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo (doxología); cómo iluminar el hecho de que los divinos tres son un solo
luego, reflexionamos cómo esos divinos tres son un solo Dios Dios: La fe dice: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son real-
por la comunión perijorética entre sí (teología). mente tres distintos. Pero están siempre relacionados. Son un
solo Dios. ¿Cómo compaginar la trinidad con la unidad y la
3. En la reflexión teológica, la Trinidad económica pre- unidad con la trinidad?
cede a la Trinidad inmanente. Por Trinidad económica enten-
demos la manifestación (en el caso del Hijo y del Espíritu 5. Hay tres respuestas a la cuestión que resultan inacepta-
Santo la autocomunicación) en la historia humana de los di- bles para la fe cristiana, porque no preservan la trinidad, por-

282 283
7.2. Corriente latina: parte de la naturaleza divina, igual
que no respetan la unidad o porque lesionan la igualdad de los en las tres personas. Esta naturaleza divina es espiritual; por
divinos tres: eso posee un dinamismo interno. El espíritu absoluto es el
5.1. El triteísmo: se afirma que habría tres dioses, sepa- Padre, la inteligencia es el Hijo y la voluntad es el Espíritu
rados y distintos, cada uno eterno e infinito. Esta interpreta- Santo. Los tres se apropian de modo distinto la misma natura-
ción, además de contener graves errores filosóficos, conserva la leza: el Padre sin principio, el Hijo por generación del Padre,
trinidad, pero destruye la unidad. y el Espíritu Santo por espiración del Padre y del Hijo. Los
5.2. El modalismo: Padre, Hijo y Espíritu Santo serían tres están en la misma naturaleza, son consubstanciales, y por
tres pseudónimos del mismo y único Dios, o tres modos de eso son un solo Dios. Esta corriente implica el riesgo de ser in-
presentación (tres máscaras) de la misma substancia divina. terpretada como modalismo.
Dios sería tres sólo para nosotros, pero no en sí mismo. Esta 7.3. Corriente moderna: parte de la Trinidad de personas,
interpretación (sabelianismo) salvaguarda la unidad, pero Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero los tres viven en eterna pe-
abandona la trinidad. rijóresis, siendo el uno en el otro, por el otro, con el otro y
5.3. El subordinacionismo: en sentido estricto habría un para el otro. La unidad trinitaria significa la unión de las tres
solo Dios, el Padre. El Hijo y el Espíritu Santo recibirían del personas en virtud de la perijóresis y de la comunión eterna.
Padre la substancia divina de forma subordinada, de modo que Esta unión, por ser eterna e infinita, permite hablar de un solo
no serían consubstanciales, sino más bien criaturas adoptadas Dios uno. Esta interpretación corre el riesgo de ser entendida
(adopcionismo) para participar de su vida. Esta interpretación como triteísmo. Nosotros optamos por esta corriente, ya que
(arrianismo) lesiona la igualdad de los tres, ya que niega la di- parte desde el comienzo del dato de la fe —la existencia del
vinidad plena del Hijo y del Espíritu Santo. Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como distintos y en comu-
nión— y porque permite entender mejor el universo y la socie-
6. La respuesta cristiana ortodoxa se expresa con catego- dad humana como un proceso de comunicación, de comunión
rías de la cultura ambiental de origen filosófico, y dice así: y de unión por la total interpenetración de unos con otros (pe-
Dios es una naturaleza en tres personas, o Dios es una subs- rijóresis). Esta interpretación refuerza la lucha de los opri-
tancia en tres hipóstasis. Los conceptos naturaleza y substancia midos que quieren liberarse para que haya más participación y
(o esencia) denotan la unidad en la Trinidad; los conceptos comunión.
persona e hipóstasis garantizan la trinidad en la unidad.
8. El lenguaje trinitario es eminentemente figurativo y
7. Hay tres corrientes clásicas que intentan profundizar
aproximativo, tanto más cuanto que el misterio de la santísima
esta expresión de fe elaborando la doctrina trinitaria: la griega,
Trinidad es el más radical y absoluto de la fe cristiana. Las ex-
la latina y la moderna.
presiones «causa» con referencia al Padre, «generación» con
7.1. Corriente griega: parte del Padre, considerado como referencia al Hijo y «espiración» con referencia al Espíritu
fuente y principio de toda la divinidad. Del Padre hay dos Santo, o también las de «procesiones», «misiones», «natura-
salidas: el Hijo por generación, y el Espíritu Santo por pro- leza» y «personas», son analógicas o descriptivas, y no preten-
cesión. El Padre comunica toda su substancia al Hijo y al den ser explicaciones causales en un sentido filosófico. El sen-
Espíritu; por eso los dos son consubstanciales al Padre y son tido secreto de estos conceptos reside en mostrar por un lado
igualmente Dios. El Padre constituye también a la persona del la diversidad, y por otro la comunión que existe en la realidad
Hijo y a la del Espíritu Santo en un proceso eterno. Esta co- divina. Nosotros usamos la terminología que ha consagrado la
rriente entraña el riesgo de ser interpretada como subordina- tradición y también la bíblica, por ser menos ambigua, utili-
cionismo.
285
284
creados, todos los seres expresan el misterio del Padre, tienen
zada también por algunos teólogos modernos (revelación, reco-
nocimiento, comunión). un carácter filial (ya que provienen del Padre), fraternal-soro-
ral (porque son creados en el Hijo) y «espiritual» (es decir,
9. El lenguaje conceptual de la razón devota no es el llenos de sentido, de dinamismo, ya que han sido creados en la
único camino de acceso al misterio de la Trinidad. La Iglesia fuerza del Espíritu Santo).
ha desarrollado también el lenguaje simbólico de la imagina- 12.2 La acción propia del Hijo es la encarnación, por la
ción. Por él se subraya el significado que tiene la Trinidad para cual diviniza a toda la creación y la redime del pecado. Por él
la existencia humana, particularmente en su ansia de totalidad. lo masculino participa de la divinidad.
Esta totalidad es el misterio trinitario. Se expresa mejor por
símbolos que brotan de las profundidades del inconsciente per- 12.3 La acción propia del Espíritu Santo es la pneumatiza-
sonal y colectivo o del fondo religioso común de la humanidad. ción, por la que la vida se inserta en el misterio de la vida trinita-
El lenguaje simbólico no dispensa del lenguaje conceptual. ria y se ve redimida de toda amenaza de muerte. Por el Espíritu
Santo lo femenino es introducido en el misterio divino.
10. La humanidad, como masculino y femenino, ha sido 13. De la perijóresis-comunión de las tres divinas personas
creada a imagen y semejanza del Dios tri-uno. Lo masculino y se derivan impulsos de liberación para cada persona humana,
lo femenino encuentran su última razón de ser en el misterio para la sociedad, para la Iglesia y para los pobres, en un doble
de la comunión trinitaria. Aunque la Trinidad sea transexual, sentido, crítico y constructivo. La persona humana es invitada
podemos hablar de forma masculina y femenina de las divinas a superar todos los mecanismos de egoísmo y a vivir su voca-
personas. Así podemos decir: Dios-Padre maternal y Dios-Ma- ción de comunión. La sociedad ofende a la Trinidad al organi-
dre paternal. zarse sobre la desigualdad, y la honra cuanto más favorece la
participación y la comunión de todos, engendrando así la justi-
11. La cuestión del Filioque (el Espíritu Santo es espirado
cia y la igualdad entre todos. La Iglesia es tanto más sacra-
por el Padre y por el Hijo o a través del Hijo) está ligada a la
mento de la comunión trinitaria cuanto más supera las des-
sensibilidad teológica propia de la Iglesia de Oriente respecto a
igualdades entre los cristianos y los diversos servicios, y cuanto
la Iglesia de Occidente, así como a un cierto tipo de terminolo-
más entiende y vive la unidad como co-existencia de la diversi-
gía asumida (el Padre como principio o causa de toda la divini-
dad. Los pobres rechazan su empobrecimiento como pecado
dad —orientales—, y el Hijo como principio principiado —oc-
contra la comunión trinitaria, y ven en la interrelación de los
cidentales—). En otro presupuesto teológico que parta de la
divinos diferentes el modelo de una sociedad humana que se
perijóresis de las divinas personas no está sólo el Filioque, sino
asienta sobre la colaboración de todos, en plan de igualdad, a
también el Spirituque y el Patreque, ya que todo en la Trinidad
partir de las diferencias de cada uno, engendrando una forma-
es ternario.
ción social fraternal, abierta, justa e igualitaria.
12. En virtud de la perijóresis, todo en la Trinidad es tri- 14. El universo existe para manifestar la exuberancia de la
nitario, participado por cada una de las personas divinas. Esto comunión de los divinos tres. El sentido último de todo lo
no impide que haya acciones propias de cada una de las per- creado es permitir la autocomunicación de las divinas personas.
sonas, por las que aparece la propiedad de la persona indi- Así el universo, en la plenitud escatológica, quedará inserto
vidual. —según el modo propio de cada criatura, culminando en el va-
12.1 La acción propia del Padre es la creación. Al reve- rón y la mujer a semejanza de Jesús de Nazaret y de María—
larse al Hijo en el Espíritu, el Padre proyecta todos los crea- en la propia comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu
bles, expresión de sí, del Hijo y del Espíritu Santo. Una vez Santo. Entonces la Trinidad será todo en todas las cosas.

286 287
15. L a santísima T r i n i d a d constituye u n misterio sacra-
BIBLIOGRAFÍA
mental. E n cuanto sacramental, p o d r á irse e n t e n d i e n d o progre-
sivamente, según la Trinidad misma lo vaya comunicando y la
inteligencia cordial lo vaya asimilando. E n cuanto que es miste-
rio, seguirá siendo s i e m p r e lo d e s c o n o c i d o en t o d o conoci-
m i e n t o , ya que el misterio es el propio P a d r e , el propio Hijo y
el propio Espíritu Santo. Y el misterio d u r a r á e t e r n a m e n t e .

Fuentes clásicas

AGUSTÍN, Tratado sobre la santísima Trinidad, BAC 39, Madrid 1948.


CIRILO DE ALEJANDRÍA, Dialogues sur la Trinité, Sources Chrétiennes
237 y 246, París 1976-1978.
HILARIO DE POITIERS, La Trinité, 3 vols., París 1981.
MARIO VICTORINO, Traites théologiques sur la Trinité, Sources Chré-
tiennes 58 y 69, París 1960.
RICARDO DE SAN VÍCTOR, La Trinité, Sources Chrétiennes 63, París
1959.
TERTULIANO, Adversus Praxeam: Patrología latina 2, 175-219.
TOMÁS DE AQUINO, Suma teológica I, q. 27-43: Tratado sobre la santí-
sima Trinidad, BAC 41, Madrid 1953.

Libros y artículos

ANDRESEN C , Zur Entstehung und Geschichte des trinitarischen Per-


sonenbegriffes, en «Zeitschrift für neutestamentliche Wissenschaft»
52 (1961) 1-39.
A R A YA V., El Dios de los pobres, San José de Costa 1982.
ARCE MARTINEZ S., El desafío del Dios trinitario de la Iglesia, en La
teología como desafío, La Habana 1980, 45-54.
BARBÉ D., A Trindade e a política, en A graga e o poder, Sao Paulo
1983, 76-84.
BARDY G., Trinité, en Dictionnaire de Théologie Catholique XV,
1545-1702.
B A R T H K . , Dogmatique I, Genéve 1953.
BARRÉ H., La Trinité que j'adore, Perspective théologique, París
1965.
BERG A. van den, A Santíssima Trindade e a experiencia humana, en
«Revista Eclesiástica Brasileira» 33 (1973) 629-648; 36 (1976) 323-
346.

289
288
BOFF L., A Actualidade da experiencia de Deus, Rio de Janeiro 1974. FOLCH GOMES C , Personalidade psicológica e misterio trinitario, en
— El Padre nuestro. La oración de la liberación integral, Paulinas, «Liturgia e Vida» 20 (1973) 2-28.
Madrid 1982. — Deus é Comunhao. O conceito moderno de pessoa e a teología tri-
BONNIN E., Espiritualidad y liberación en América Latina, San José nitaria, Roma 1978.
de Costa Rica 1982. — A doutrina da Trindade eterna, Rio de Janeiro 1979.
BOURASSA, Questions de théologie trinitaire, Roma 1970. FORTE B., La Chiesa, icona della Trinitá, Brescia 1983.
— Personne et conscience en théologie trinitaire, en «Gregorianum» 55 F O R T M A N N E . , The Triune God, London 1972.
(1974) 471-493. GALOT J., Pour une théologie du Pére, en «Esprit et Vie» 94 (1984)
B O U Y E R L . , Le Consolateur. Esprit Saint et vie de gráce, París 1980. 479-503; 661-669; 95 (1985) 295-304.
BRACKEN J. A., The Holy Trinity as a Community of Divine Persons, GARRIGOU-LAGRANGE R., Le clair-obscur de la Sainte Trinité, en
en «Heytrops Journal» 15 (1973) 629-648; 257-270. «Revue Thomiste» 45 (1939) 647-664.
B R A N D T H . , O risco do Espirito, Sao Leopoldo 1977. — De Deo Trino et Creatore, Rurim 1944.
BRETÓN V.-M., A Santíssima Trindade. Historia, doutrina e piedade, GENDRON L., Le mystére de la Trinité et symbolique familiale, Roma
Petrópolis 1954. 1975.
BREUNING W., La Trinité, en Bilan de la théologie du XXéme siécle, GIRONES G., La divina arqueología. Apuntes para un tratado de la
t. 2, Casterman 1970, 252-267. Trinidad, en «Anales Valentinos» 8 (1982) 1-18.
CAMELOT T., Le dogme de la Trinité. Origine et formation des for- GOMES M O U R Á O DE CASTRO M., Die Trinitatslehre des hl. Gregor von
mules dogmatiques, en «Lumiére et Vie» 30 (1956) 9-48. Nyssa, Freiburg 1938.
CANTALAMESSA R., Evolución del concepto del Dios personal en la es- GONZÁLEZ DE CARDEDAL O., Misterio trinitario y existencia humana,
piritualidad cristiana, en «Concilium» 123 (1977) 331-342. Rialp, Madrid 1965.
CLAR, Vida segundo o Espirito ñas comunidades religiosas da América GRINGS D., A santíssima Trindade, en «Teocomunica§áo» 9 (1979)
Latina, Rio de Janeiro 1973. 433-449.
COMBLIN J., O tempo da aguo. Ensaio sobre o Espirito e a historia, GUTIÉRREZ G., Beber en su propio pozo, Sigúeme, Salamanca 1984.
Petrópolis 1982. — El Dios de la vida, Lima 1982.
— O Espirito Santo e sua missáo, Sao Paulo 1984. — Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Lima 1986.
CONGAR Y., El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983. HAMMAN A., Existe-t-il un langage trinitaire chez les Peres apostoli-
— La Tri-unité de Dieu et l'Église, en «La Vie spirituelle» 604 (1974) ques?, en «Augustinianum» 13 (1973) 455-458.
687-703. — La Trinidad en la liturgia y en la vida cristiana, en Mysterium sa-
— El monoteísmo político de la Antigüedad y el Dios Trino, en «Con- ltáis II, Cristiandad, Madrid 19772, 124-130.
cilium» 163 (1981) 353-362. ISAAC J., La révélation des personnes divines, Paris 1968.
DANIÉLOU i., La Trinidad y el misterio de la existencia, Paulinas, Ma- J U N G E L E . , Dios como misterio del mundo, Sigúeme, Salamanca 1984.
drid 1969. KAISER C , El discernimiento de la Trinidad a partir de situaciones em-
DANEFFLE A., Perichoresis, circumincessio, circuminsessio, en píricas, en «Selecciones de Teología» 16 (1977) 163-172, o también
«Zeitschrift für katholische Théologie» 47 (1923) 497-532. en «Scottisch Journal of Theology» 28 (1975) 449-460.
D Í A Z MATEOS M., El Dios que libera, Lima 1985. KALIBA C , Die Welt ais Gleichnis des dreieinigen Gottes, Salzburg
DUCHESNE-GUILLERMIN J., En el nombre del Padre, del Hijo y del 1952.
Espíritu Santo, en «Communio» 5 (1980) 466-477. KASPER W., El misterio trinitario de Dios, en El Dios de Jesucristo,
DuQUOCCh., Dios diferente. Ensayo sobre la simbólica trinitaria, Si- Sigúeme, Salamanca 1985, 265-357.
gúeme, Salamanca 1978. LEBRETON J., Histoire du dogme de la Trinité, 2 vols., Paris 1919.
ECHEGARAY H., A prática de Jesús, Petrópolis 1982. LIBÁNIO J. B., Libertar para a comunhao e a participagáo, Rio de Ja-
ESTUDIOS TRINITARIOS, revista dedicada totalmente al tema de la Tri- neiro 1980.
nidad; empezó en 1966; el Secretariado Trinitario, de Salamanca, LONERGAN B., De Deo trino, 2 vols., Roma 1964.
publica también excelentes obras sobre el tema y organiza fre- — Divinarum personarum conceptio analógica, Roma 1957.
cuentes congresos sobre la santísima Trinidad. LUCCHETI BlNGEMER M. C , A Trindade a partir da perspectiva da
EVDOKIMOV P., L'Esprit dans la tradition orthodoxe, Paris 1969. mulher, en «Revista Eclesiástica Brasileira» 46 (1986) 73-99.
FERNÁNDEZ ARDANAZ S., El problema del dinamismo trinitario en MARGERIEB., La Trinité chrétienne dans l'histoire, Paris 1975.
Orígenes, en «Angelicum» 49 (1972) 67-98.
291
290
MIRANDA M. DE FRANCA, O misterio de Deus en nossa vida. A dou-
trina trinitaria de Karl Rahner, Sao Paulo 1975. SCHMAUS M., Die psychologische Trinitatslehre des hl. Augustinus,
MOINGT J., Theólogie trinitaire de Tertullien, 4 vols., París 1966-1969. Münster 1927.
MOLTMANN J., Trinidad y reino de Dios, Sigúeme, Salamanca 1983. — Teología católica I. La Trinidad de Dios, Rialp, Madrid 1960.
— La dottrina sociale ¿ella Trinitá, en Sulla Trinitá, Napoli 1982, — El Credo de la Iglesia católica, 2 vols., Rialp, Madrid 1970.
SEGUNDO J. L., Nuestra idea de Dios, Buenos Aires 1971.
15-40.
— El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret, 3 vols., Cristiandad, Ma-
— La unidad convocante del Dios uno y trino, en «Concilium» 197
drid 1982.
(1985) 67-77.
SOBRINO J., Cristología a partir de América Latina, Sigúeme, Sala-
MUÑOZ R., O Deus dos cristianos, Petrópolis 1986.
manca 1982.
NÉDONCELLE M., Prosopon et persona dans l'Antiquité classique. Es-
— Jesús en América Latina. Su significado para la fe y la cristología,
sai de bilance linguistique, en «Revue des Sciences religieuses» 22
UCA, Santander 1982.
(1948) 277-299.
— La experiencia de Dios en la Iglesia de los pobres, en Resurrección
ORBE A., La procesión del Espíritu Santo y el origen de Eva, en de la verdadera Iglesia, Sal Terrae, Santander 1981.
«Gregorianum» 45 (1964) 103-118.
SOLANO RAMÍREZ L. V., El misterio salvífico de Dios Trinidad,
PANNENBERG W., El Dios de la historia. El Dios trinitario y la verdad USTA, Bogotá 1979.
de la historia, en «Salmanticenses» 24 (1977) 259-277. STUDER B., Zur Entwicklung der patristischen Trinitatslehre, en
P A N N I K A R R . , The Trinity and the Religious Experience of Man, New
«Theólogie und Glaube» 74 (1984) 81-93.
York 1973. TRIGO P., La Trinidad como fundamento del método teológico, en
PASTOR F., Semántica do misterio. A linguagem teológica da orto- «Nuevo Mundo» 104 (1979) 135-153.
doxia trinitaria, Sao Paulo 1982. VARIOS, Trinidad y vida cristiana, Salamanca 1979.
PENIDO M. T. L., Prélude grec a la théorie «psychologique» de la Tri- — Trinidad y vida comunitaria, Salamanca 1980.
nité, en «Revue Thomiste» 45 (1939) 665-674. — O Espirito Santo. Pessoa, Presenca, Atuacáo, Petrópolis 1973.
PlKAZA X., Experiencia religiosa, historia de Jesús y revelación trinita- — Trinitát. Aktuelle perspektiven der Theólogie, Freiburg 1984.
ria, en «Estudios Trinitarios» 13 (1979) 19-93. VIVES J., El Dios trinitario y la comunión humana, en «Estudios ecle-
— Trinidad y ontología en torno al planteamiento sistemático del mis- siásticos» 52 (1977) 129-137.
terio trinitario, en «Estudios Trinitarios» 8 (1974) 189-236. — Creer en Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo, en «Estudios Trinita-
PRESTIGE J. L., Dios en el pensamiento de los padres, Secretariado rios» 16 (1982) 81-104.
Trinitario, Salamanca 1978. VIDIGAL DE CARVALHO J. G., A devogáo da Santíssima Trindade na
PRETE S., Confessioni trinitarie in alguni Atti dei martiri del sec. II, en época colonial, Vinosa 1979.
«Agustinianum» 13 (1973) 469-482. WAINWRIGHT A. W., La Trinidad en el Nuevo Testamento, Secreta-
RABENECK J., Primera Persona divina, en «Estudios Eclesiásticos» riado Trinitario, Salamanca 1976.
102 (1952) 353-363. W E L C H C , The Trinity in Contemporary Theology, London 1953.
RAHNER K., El Dios trino, como principio y fundamento trascendente
de la historia de la salvación, en Mysterium salutis II, Cristiandad,
Madrid 19772, 269-335.
RÉGNON Th., Études de théologie positive sur la Sainte Trinité, 4 vols.,
París 1892-1898.
Rius CAMPS i., El dinamismo trinitario en la divinización de los seres
racionales según Orígenes, Roma 1970.
SCHEFFCZYK L., Formulación magisterial e historia del dogma trinita-
rio, en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 135-189.
— Reflexión teológica sobre la inhabitación de la Trinidad en el hom-
bre, en «Estudios Trinitarios» 13 (1979) 293-303.
SCHIERSE F. J., La revelación de la Trinidad en el Nuevo Testamento,
en Mysterium salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 87-123.
SCHULTE R., La preparación de la revelación trinitaria, en Mysterium
salutis II, Cristiandad, Madrid 19772, 56-85.

292 293
GLOSARIO ANÁFORA: literalmente significa «ofrecimiento»; es la parte
central de la celebración eucarística, que incluye la consa-
gración, la anamnesis (recuerdo de la pasión, muerte, resu-
rrección y ascensión de Cristo) y la comunión.
ANAMNESIS: literalmente significa «memorial»; es el re-
cuerdo, después de la consagración del pan y del vino, de la
pasión, muerte, resurrección y ascensión de Cristo.
APOFÁTICO: literalmente significa «sin palabra»; es la acti-
tud del teólogo ante el misterio divino; después de decir
todo lo que puede, guarda silencio respetuosamente. Se
ACCIÓN AD EXTRA: se dice de las acciones que la Trinidad dice que hay una teología apofática, que termina en el si-
realiza hacia fuera del círculo trinitario, como la creación lencio de la veneración y la adoración.
del universo, la revelación, la salvación de los seres hu- ARCHE: expresión griega para significar el hecho de que el
manos. Padre es principio, fuente y causa única en la generación
ACCIÓN AD INTRA: se dice de las acciones intratrinitarias, del Hijo y en la espiración del Espíritu Santo. Véase princi-
dentro del círculo trinitario, como la generación del Hijo y pio, causa.
la espiración del Espíritu Santo.
ARRIANISMO: es una herejía propuesta por Arrio (250-336),
ACCIÓN APROPIADA: es una acción atribuida a una de las sacerdote de Alejandría (Egipto). Arrio afirmaba el subordi-
personas divinas, aunque sea realizada juntamente por las nacionismo, o sea: el Hijo (y el Espíritu Santo) son subordi-
tres, debido a una afinidad con las propiedades de aquella nados al Padre; son criaturas sublimes, creadas antes del uni-
persona. Así, se atribuye al Padre la creación, al Hijo la re- verso, pero no son Dios. Está, además, el subordinacionismo
dención y al Espíritu Santo la santificación. adopcionista: el Hijo fue adoptado como Hijo por gracia del
ACCIÓN PROPIA: es una acción específica de una persona Padre, pero no tiene la misma naturaleza del Padre.
determinada, como la encarnación del Hijo o la venida del CARISMA: en griego significa «gracia»; es un don o una habi-
Espíritu Santo sobre María en el momento de la concepción lidad que el Espíritu Santo concede a una persona con
de Jesús. vistas al bien de todos.
AFIRMACIÓN ESENCIAL: es aquella afirmación que se fun- CIRCUMINCESION: significa la interpenetración activa de las
damenta en la esencia divina, igual y única en las tres per- personas divinas entre sí, debido a la comunión eterna que
sonas. Una afirmación esencial es, por ejemplo, decir que vige entre ellas. Véase Perijóresis.
Dios es misericordioso, infinito, eterno; es decir: la esencia
divina es eterna, infinita, misericordiosa. CIRCUMINSESION: indica el estar o el morar de una per-
sona en otra, ya que cada persona divina solamente existe
AFIRMACIÓN NOCIONAL: es aquella que se basa sola- en la otra, con la otra, por la otra y para la otra. Véase Pe-
mente en las personas en su distinción unas de otras. Hay rijóresis.
cuatro afirmaciones nocionales: el Padre engendra, el Hijo
es engendrado, el Padre y el Hijo (o el Padre por el Hijo) DOXOLOGIA: fórmula de alabanza (doxa en griego). Apa-
espiran al Espíritu Santo, el Espíritu Santo es espirado por rece generalmente al final de las oraciones, en las que se da
el Padre y por el Hijo (o a través del Hijo). gracias al Padre por el Hijo en la unidad del Espíritu Santo.

294 295
DS: abreviación del nombre de dos teólogos (Denzinger- GESTALT RELACIONAL: término usado por el teólogo ale-
Schónmetzer) que publicaron el libro Enchiridion Symbolo- mán J. Moltmann para expresar la contribución del Hijo en
rum, definitionum et declarationum de febus fidei et morum, la espiración del Espíritu Santo junto con el Padre; la per-
que es un elenco de los credos, definiciones y declaraciones sona del Espíritu proviene del Padre, mientras que la confi-
sobre asuntos de fe y de moral que el magisterio de la Igle- guración concreta (Gestalt) de la persona del Espíritu Santo
sia (concilios, sínodos y pronunciamientos oficiales del se deriva del Hijo. Es relacional, porque las personas están
papa) pronunció a lo largo de la historia del cristianismo. siempre vueltas hacia las otras y dentro de las otras.
La primera edición es de 1854, y la última (32.d) de 1963. HOMOIOUSIOS: literalmente, «de naturaleza semejante»; he-
ECONOMÍA: son las diversas fases de realización del pro- rejía según la cual el Hijo no es igual, sino de naturaleza
yecto de Dios en la historia o de la progresiva revelación del semejante al Padre.
mismo Dios; en el campo trinitario, economía significa el HOMOOUSIOS: literalmente, «de la misma o igual natura-
orden en la procesión a partir del Padre: en primer lugar leza»; se dice que el Hijo y el Espíritu Santo tienen la
viene el Hijo, y luego el Espíritu Santo. misma e igual naturaleza que el Padre; las personas son
EK: partícula griega que corresponde al latín ex o de, y signi- consubstanciales.
fica la procedencia de una persona divina de la otra. Así, el HIPOSTASIS: término griego para designar a la persona di-
Hijo es engendrado de (ek o ex o de) el Padre; el Espíritu vina; véanse Persona y Prósopon.
Santo procede del Padre y del Hijo (según la teología la-
tina). INNASCIBILIDAD: propiedad exclusiva del Padre, la de no ser
engendrado ni derivado de nadie; es principio sin principio.
EKPOREUSIS: término griego para designar la procedencia del
KENOSIS: expresión griega, que significa «aniquilamiento» o
Espíritu Santo a partir del Padre, que es siempre Padre del
«vaciamiento»; es el modo que escogieron las personas di-
Hijo. En latín, el término es spiratio (espiración).
vinas (el Hijo y el Espíritu Santo) de comunicarse en la his-
EPIKLESIS: celebración en la que se invoca al Espíritu Santo. toria. Se opone a doxa, que significa el modo glorioso.
ESENCIA DIVINA: es aquello que constituye al Dios trino en KOINONIA: expresión griega, equivalente a communio (co-
sí mismo, la divinidad; es el ser, el amor, la bondad, la ver- munión) en latín; es el modo propio de relacionarse entre sí
dad y la comunión recíproca, en la forma de lo absoluto e las personas, incluso las divinas.
infinito. Véanse también Naturaleza, Substancia.
MISIÓN: en la teología trinitaria significa la autocomunicación
ESPIRACIÓN: acto por el que el Padre, junto con el Hijo, de la persona del Hijo a la naturaleza humana de Jesús de
hace proceder a la persona del Espíritu Santo (según los la- Nazaret, y del Espíritu Santo a los justos, a María y a la
tinos) como de un único principio. Los griegos hacen proce- Iglesia. Se trata de la entronización de la humanidad en el
der al Espíritu solamente del Padre del Hijo o del Padre a seno del misterio trinitario.
través del Hijo.
MISTERIO: en sentido estricto significa la realidad de la santí-
FILIOQUE: literalmente «y del Hijo»; doctrina según la cual sima Trinidad como inaccesible a la razón humana; incluso
el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un después de comunicada, puede ser conocida indefinida-
solo principio. Esta interpretación doctrinal se llama tam- mente sin ser captada jamás totalmente por la mente hu-
bién «filioquismo»; es frecuente entre los teólogos latinos. mana. Dios trino es misterio en sí mismo, no sólo para la
GENNESIS: término griego para expresar la generación del mente humana, ya que la Trinidad es esencialmente infinita
Hijo por parte del Padre. y eterna. En sentido histórico-salvífico, el Dios trino es un

296 297
misterio sacramental, o sea, un misterio que nos es comuni- la misma forma, el Espíritu Santo ama al Hijo por el Padre
cado por las actitudes y palabras de Jesús y en la acción del y junto con el Padre, etc.
Espíritu Santo en la comunidad eclesial y en la historia hu- PEGHE: expresión griega para designar al Padre como fuente
mana. única e infinita de donde brotan el Hijo y el Espíritu Santo.
MODALISMO: doctrina herética según la cual la Trinidad PERIJÓRESIS: expresión griega que significa literalmente que
constituye sólo tres modos de ver humanos del único y una persona contiene a las otras dos (sentido estático) o
mismo Dios, o también tres modos (máscaras) de manifes- que cada una de las personas interpenetra a las otras, y re-
tarse el mismo y único Dios a los seres humanos; Dios no cíprocamente (sentido activo). El adjetivo perijorético de-
sería trinidad en sí, sino estrictamente uno y único. signa el carácter de comunión que vige entre las divinas
MONARQUÍA: en lenguaje trinitario significa la causalidad personas. Véanse Circumincesión y Circuminsesión.
única del Padre; sólo el Padre engendra al Hijo y espira, PERSONA: en lenguaje trinitario significa lo que es distinto
siendo Padre del Hijo, al Espíritu Santo; es una expresión en Dios; es la individualidad de cada persona, que existe si-
típica de la teología greco-ortodoxa. multáneamente en sí y para sí y en eterna comunión con las
MONARQUIANISMO: es la negación de la Trinidad en nom- otras dos. Véanse Hipóstasis y Subsistencia.
bre de un estricto monoteísmo. PROCESIÓN: es la derivación de una persona a partir de la
MONOTEÍSMO: es la afirmación de la existencia de un uno y otra, pero consubstancialmente, en la unidad de una misma
único Dios; el Antiguo Testamento conoce un monoteísmo naturaleza, substancia, esencia o divinidad.
pre-trinitario, anterior a la revelación de la santísima Trini- PROSOPON: literalmente significa máscara o careta; en len-
dad; puede haber, después de la revelación del misterio de la guaje trinitario es una palabra griega para designar a la per-
Trinidad, un monoteísmo a-trinitario: se habla de Dios sin te- sona divina en su individualidad; es sinónimo de hipóstasis.
ner en cuenta la trinidad de personas, como si Dios fuera una Véase Persona.
realidad única y existiera solo en su substancia; existe el mo-
noteísmo trinitario: Dios es uno y único, debido a la única RELACIÓN: en lenguaje trinitario significa la ordenación de
substancia que existe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu una persona a las otras, o la eterna comunión entre los di-
Santo, o debido a la comunión eterna y a la perijóresis que vinos tres. Hay cuatro relaciones: paternidad, filiación, es-
vige desde el principio entre las tres divinas personas. piración activa y espiración pasiva.
NATURALEZA DIVINA: es la substancia divina una y única SABELIANISMO: herejía de Sabelio (comienzos del siglo II
en cada una de las personas; responde a la unidad o a la en Roma), llamada también modalismo: el Hijo y el Espí-
unión en Dios. ritu Santo serían simples modos de manifestación de la divi-
nidad, y no personas distintas. Véase Modalismo.
NOCIÓN: son las características propias de cada una de las
personas, que las diferencian a unas de otras: la paternidad SÍMBOLO: en sentido técnico de la teología antigua designa
y la innascibilidad para el Padre, la filiación para el Hijo, la los formularios por los que la Iglesia resumía oficialmente
espiración activa para el Padre y el Hijo, la espiración pa- su fe; es sinónimo de credo.
siva para el Espíritu Santo. Por tanto, hay cinco nociones. SPIRITUQUE: literalmente «y del Espíritu»; como las rela-
PATREQUE: literalmente «y por el Padre»; en la Trinidad ciones en la Trinidad son siempre ternarias, se dice que el
todas las relaciones son ternarias; así el Hijo se relaciona Padre engendra al Hijo junto con el Espíritu Santo, o que
con el Espíritu Santo junto con el Padre o por el Padre; de el Hijo reconoce al Padre junto con el Espíritu Santo.

298 299
ÍNDICE
SUBORDINACIONISMO: es la herejía de Arrio, según la
cual el Hijo y el Espíritu Santo estarían subordinados, en
relación desigual, al Padre, sin poseer de forma idéntica la
misma naturaleza; serían entonces criaturas excelentes, sólo
adoptadas (adopcionismo) por el Padre en su divinidad.
SUBSISTENCIA: es uno de los sinónimos de persona o hipós-
tasis; como en la Trinidad no hay nada accidental, se dice
que las relaciones entre las personas son relaciones subsis-
tentes; la persona es considerada como una relación subsis-
Pág.
tente.
SUBSTANCIA: en lenguaje trinitario designa lo que une en Contenido 5
Dios y es idéntico en cada una de las personas; véase natu-
raleza y esencia. Introducción: De la soledad del uno a la comunión de los
TEOGONIA: proceso por el que surge la divinidad, o explica- tres 7
ción del misterio de la Trinidad de tal forma que da la im-
presión de que las personas no son co-eternas y co-iguales, 1. La fe y las explicaciones de la fe 7
sino que se producen unas a otras. 2. La Trinidad como misterio de inclusión 9
3. Dios es la unión de los tres únicos 10
TEOLOGÍA: en lenguaje trinitario designa la Trinidad en sí 4. Las palabras esconden más que revelan 14
misma, prescindiendo de su manifestación en la historia; 5. Ante la Trinidad conviene callar en adoración 16
teología se opone entonces a economía.
TRIADA (TRIAS): expresión griega para designar la trinidad 1. En el principio está la comunión 17
de personas.
1. Santísima Trinidad, sociedad y liberación 20
TRINIDAD ECONÓMICA: es la Trinidad en cuanto que se
2. Experiencia desintegrada de las tres divinas per-
autorreveló en la historia de la humanidad y actúa con
sonas 22
vistas a nuestra participación en la comunión trinitaria.
3. Dificultades inherentes a la fe monoteísta 25
TRINIDAD INMANENTE: es la Trinidad considerada en sí 3.1. La herencia judía 26
misma, en su eternidad y comunión perijorética entre el Pa- 3.2. La herencia griega 27
dre, el Hijo y el Espíritu Santo. 3.3. La herencia del pensamiento moderno 28
4. Riesgos políticos de un monoteísmo a-trinitario... 30
5. La unión integradora de las tres divinas personas. 34

2. Cómo se nos reveló la santísima Trinidad 37


1. Doctrina y realidad de la santísima Trinidad 37
2. Las dos manos del Padre que nos tocan: el Hijo
y el Espíritu Santo 38
301
300
Pág.

3. Jesús, el Hijo, revela al Padre de infinita bondad. 41 2.1. Punto de partida, la Trinidad económica:
3.1. La simbólica política: el Dios del reino 41 san Ireneo 68
3.2. La simbólica familiar: Abbá, papá de bon- 2.2. La Trinidad es un dinamismo de comunica-
dad infinita 42 ción: Orígenes 69
4. En Jesús se revela el Hijo eterno que se hizo 2.3. Dios es uno, pero no una cosa: Tertuliano. 70
carne 43 2.4. Las personas divinas constituyen un juego
5. En la vida y acción de Jesús se manifiesta la re- de relaciones: los capadocios 72
velación del Espíritu Santo 46 2.5. Una exposición sistemática del misterio tri-
6. El Espíritu Santo en la historia revela al Hijo y nitario: las personas como sujetos respec-
al Padre 47 tivos y e t e r n a m e n t e r e l a c i o n a d o s : san
7. Las fórmulas ternarias en el Nuevo Testamento: Agustín 74
indicios de la conciencia trinitaria 49 2.6. Dios uno y trino: santo Tomás de Aquino. 76
7.1. Mateo28,19 50 La lucha de las palabras y de las fórmulas: una
7.2. 2 Corintios 13,14 51 naturaleza y tres personas 77
7.3. 2 Tesalonicenses 2,13-14 51 3.1. ¿Cómo denominar lo que se distingue en
7.4. 1 Corintios 12,4-6 52 Dios? 78
7.5. Otros textos ternarios 52 3.2. ¿Cómo denominar lo que une en Dios? 80
7.6. Fórmulas ternarias en otros escritos del 3.3. Confusión y clarificación de las palabras .... 80
Nuevo Testamento 54 3.4. ¿Hay realmente equivalencia entre hipós-
8. Relectura cristiana del Antiguo Testamento: la tasis y persona? 82
preparación para la revelación 54

4. La comprensión dogmática de la santísima Trinidad... 86


Esfuerzos de comprensión de la verdad trinitaria 58
1. Pronunciamientos oficiales del magisterio 86
1. Caminos equivocados: estímulos para la doctrina 1.1. El símbolo de Nicea: el Hijo, consubstan-
trinitaria 59 cial al Padre 87
1.1. ¿Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres modos 1.2. El símbolo niceno-constantinopolitano: el
de aparecer del mismo Dios?: el moda- Espíritu Santo es Dios con el Padre y el
lismo 63 Hijo 88
1.2. ¿El Padre es el único Dios, el Hijo y el Es- 1.3. El símbolo Quicumque o pseudo-atana-
píritu son criaturas?: el subordinacionismo. 64 siano: unidad en la trinidad y trinidad en la
1.3. ¿El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son unidad 89
tres dioses?: el triteísmo 66 1.4. El símbolo del concilio de Toledo y del
2. Teólogos creadores del lenguaje trinitario: rumbo concilio de Florencia: el Espíritu Santo
al camino cierto 67 procede del Padre y del Hijo {Filioque) 91

303
Pág

1.5. Decreto para los jacobitas: la interpenetra- 5. La santísima Trinidad en la imaginativa teológica 125
ción de las tres personas (perijóresis) 93
1.6. El IV concilio de Letrán: armonía entre la
1. El significante, el significado y la significación ... 125
Trinidad inmanente y la Trinidad econó- 2. La simbólica «económica» 127
mica 95 3. La simbólica de la piedad : 128
1.7. La declaración «El misterio del hijo de 4. La simbólica arquetípica 129
Dios»: de la Trinidad económica a la Trini- 5. La simbólica antropológica 131
dad inmanente 96 6. La simbólica familiar 132
2. Tres tendencias en la sistematización trinitaria .... 98 7. La simbólica eclesial ....>. 133
2.1. De la unidad de la naturaleza a la trinidad 8. La simbólica social 134
de las personas 100 9. La simbólica material 136
2.2. De la unidad de la substancia del Padre a 10. La simbólica formal 136
la trinidad de las personas 103 11. Conclusión: el carácter insustituible, pero limi-
2.3. De la trinidad de las personas a la unidad tado, de los símbolos 137
de naturaleza-comunión 106
3. El juego de lenguaje trinitario: explicación de los
6. La doctrina trinitaria en una situación cultural en
términos-clave 108
cambio 138
3.1. Substancia, naturaleza, esencia: una única. 108
3.2. Hipóstasis, subsistencia, persona: tres real- 1. Cambios que afectan a la doctrina trinitaria 138
mente distintas 109 2. Caminos de acceso a la Trinidad santa 140
3.3. Procesiones: dos, por generación y por es- 2.1. Prolongando y ahondando en la tradición. 143
piración 113 2.2. Alternativas al concepto de persona 145
3.4. Relaciones: cuatro reales 115 2.3. Un nuevo punto de partida: la perspectiva
3.5. Nociones: cinco 117 comunitaria y social de la Trinidad 147
3.6. Afirmaciones esenciales y nocionales 117 2.4. Otro nuevo punto de partida: la teología
3.7. Perijóresis, circumincesión, circuminsesión. 118 transexista del Dios-padre maternal y del
3.8. La Trinidad como único sujeto de acción... 118 Dios-madre paternal 150
3.9. Acciones apropiadas y acciones propias 119
3.10. Las misiones divinas 119
3.11. Trinidad económica y Trinidad inmanente. 120
7. La comunión trinitaria, base para una liberación so-
4. Reglas de sintaxis para un discurso trinitario co- cial e integral 153
rrecto 121
1. Dios es un vivir eterno 154
5. Conclusión: siete proposiciones de la ortodoxia 1.1. ¿Qué supone la vida? 155
trinitaria 123 1.2. Dios como auto-realización eterna 157

305
Pág. Pág.

2. Dios es un comulgar infinito 160 6. El Padre en la Trinidad inmanente: el principio


2.1. La perspectiva analítica 1J60 sin principio 211
2.2. La perspectiva filosófica 162 7. La economía del Padre: la misteriosidad de la
2.3. La perspectiva teológica 163 creación 214
3. La perijóresis, comunión e interpenetración de
las tres divinas personas 167
3.1. ¿Qué significa perijóresis? 167 10. Gloria al Hijo, mediador de la liberación integral 218
3.2. La interpenetración de las personas, princi-
pio de la unión trinitaria 170 1. Cómo Jesús se presentó como Hijo 219
3.3. Las relaciones siempre ternarias entre el 2. Cómo Jesús se comportó filialmente 221
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo 180 3. La dimensión femenina del Hijo Jesús 223
3.4. La inclusión trinitaria: la Trinidad, todo en 4. «El Hijo unigénito que está en el seno del Pa-
todas las cosas 183 dre» 224
4. La comunión trinitaria como crítica e inspiración 5. La economía del Hijo: la verbificación del uni-
de la sociedad humana 184 verso 227

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu


Santo 191 11. Gloria al Espíritu Santo, motor para la liberación in-
tegral 231
1. La santísima Trinidad como evangelio para los
hombres y las mujeres, especialmente para los 1.La actuación del Espíritu Santo en los procesos
pobres 192 de cambio .' 234
2. Reverencia ante el misterio 195 2. La dimensión femenina del Espíritu Santo 240
3. ¡Hemos visto su gloria! 198 3. El Espíritu Santo, eternamente con el Padre y
4. Motivos para la glorificación 199 el Hijo 243
3.1. La base bíblica sobre la procesión del Es-
píritu Santo 243
Gloria al Padre, origen y fin de toda liberación 202 3.2. ¿El Espíritu Santo procede sólo del Padre
o del Padre y del Hijo? 244
1. El Padre invisible, misterio insondable 203 3.3. Fórmulas de mediación entre griegos y la-
2. «Nadie conoce al Padre sino el Hijo» 204 tinos 247
3. En nombre del Padre, Jesús libera a los opri- 3.4. Pasos hacia un equilibrio trinitario 249
midos 205 3.5. La simultaneidad del Espíritu Santo con
4. La paternidad como base para la fraternidad uni- el Hijo y el Padre 252
versal 206 4. La economía del Espíritu Santo: la trasforma-
5. El padre maternal y la madre paternal 209 ción y la nueva creación 253

307
Pag

12. Como era en el principio: la Trinidad inmanente, en


sí misma 260

1. Cuando la Trinidad económica es la Trinidad


inmanente, y viceversa 261
2. La autocomunicación del Hijo y del Espíritu
Santo se da en la humillación 263
3. La doxología eterna: la gloria y la alegría de la
Trinidad 265

13. Ahora y siempre: la Trinidad económica, para nos-


otros 267

1. La Trinidad crea lo diferente para autocomuni-


carse a ello 267
2. La creación del Padre, por el Hijo, en el Espí-
ritu Santo 270
3. Rasgos trinitarios en la creación 272

14. Por los siglos de los siglos: la Trinidad en la creación


y la creación en la Trinidad 276

1. La era del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:


providencia, liberación, inhabitación 277
2. La creación como el cuerpo de la Trinidad 280

15. Amén. La totalidad del misterio en un fragmento 282

Bibliografía 287

Glosario 294

308

También podría gustarte