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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TRUJILLO “BENEDICTO XVI”

FUNCIÓN DEL SINTOMA

DEFINICIÓN DE SINTOMA: Síntoma es un término con origen en el latín symptōma que, a su


vez, procede de un vocablo de la lengua griega. El concepto permite nombrar a
la señal o indicio de algo que está sucediendo o que va a suceder en el futuro. Para poder
hablar de los diferentes tipos de síntomas que podemos encontrar, resulta útil definir en
primer lugar qué es un síntoma.

Se entiende como síntoma el elemento o característica que podría estar señalando la


presencia de un problema médico o psicológico. No se trata pues de un indicador objetivo y
totalmente visible, como lo podría ser la falta de una parte del cuerpo, sino que estaríamos
hablando de un indicio de que algo está ocurriendo.

Si bien podría resultar de gran utilidad tener la posibilidad de detectar de manera directa
cualquier afección, desgraciadamente en muy pocas ocasiones esto es posible. Teniendo en
cuenta que los procesos mentales no son entidades físicas directamente observables (y
aunque lo fueran, su significado podría ser diverso) obtener signos inequívocos de la presencia
de un trastorno no es posible, con lo que se hace necesario recurrir a la observación de
conductas, comportamientos y expresiones que permitan visualizar los
pensamientos, emociones y creencias que nos hacen ser quiénes, qué y cómo somos.

DIFERENTES TIPOS DE SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS

La psique humana es una estructura compleja en la que interactúan múltiples sistemas que
ejercen diversas funciones, con lo que existe una gran variedad de aspectos que podrían
acabar dando como resultado una relación des adaptativa con uno mismo o con el mundo.

Esto implica asimismo que existe una gran variedad de posibles síntomas psicológicos, que
podríamos agrupar en los siguientes.

Perceptivos

La percepción o ausencia de ella de los estímulos que provienen del mundo real y la
diferenciación entre éstos y contenidos producidos por la mente son algunos de los síntomas
más característicos de ciertos trastornos. Dentro de esta categoría entrarían tanto los engaños
perceptivos, en los que se percibe algo que no existe en el mundo exterior, como las
distorsiones perceptivas en que un estímulo existente en el medio es captado de una forma
anómala. También se pueden incluir dentro de este tipo de síntomas las dificultades para
reconocer a través de los sentidos los estímulos que se nos presentan a pesar de que nuestros
sentidos actúen correctamente a nivel biológico, las agnosias.

De la forma del pensamiento

Si bien cuando se habla de síntomas cognitivos se suele pensar en “qué” pensamos, resulta
igualmente relevante considerar el “cómo” o “de qué manera” lo hacemos. Este tipo de
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síntomas hacen referencia a la forma del pensamiento, es decir a la manera en que


razonamos, la cual resulta visible a través del lenguaje. Falta de lógica y coherencia interna,
uso de palabras por características que nada tienen que ver con su significado, pérdida de
asociaciones, aceleraciones y/o incapacidad de seguir una línea de pensamiento hasta su
conclusión o emplear de manera excesiva elementos que no tienen una gran relación con lo
que se pretende son algunos de los síntomas psicológicos de este tipo.

Del contenido del pensamiento

Como ente vivo que tiene que realizar un esfuerzo activo con el fin de sobrevivir y permanecer
en el mundo, el ser humano capta y percibe la información del medio con el fin de poder
actuar en relación a los sucesos y circunstancias que le puedan afectar. Para ello es necesario
trabajar con la información recibida, siendo capaces de hacer juicios respecto a ésta y usar
éstos para responder al entorno. La interacción con el entorno y con nosotros mismos hace
que entren en juego las creencias de cada uno, las cuales en su mayor parte usaremos como
base para establecer un plan de actuación ante lo que pueda acontecer.

Sin embargo, algunas personas tienen creencias fijas, intensas, alejadas de la realidad e
inflexibles que provocan una gran angustia o dificultad en la vida del individuo, pudiendo ser
la conducta un indicador de la presencia de un problema a este nivel. Dentro de este tipo de
síntomas psicológicos entran principalmente los delirios, las ideas obsesivas y las ideas
sobrevaloradas.

De la conciencia

Si bien cuando hablamos de síntomas psicológicos lo primero en lo que pensamos es en


constructos vinculados a la percepción, pensamiento o emoción, para poder experimentar
todas estas cosas es necesario tener un cierto nivel de actividad consciente.

Es importante tener en cuenta que también podemos encontrar elementos sintomatológicos


en este aspecto, pudiendo una disminución de su nivel (como en el estupor o en caso extremo
el coma), un estrechamiento de lo que somos conscientes haciendo que lo cognitivo y
conductual esté disociado (siendo ejemplo de ello la personalidad múltiple), la introducción
de elementos extraños como la confusión o el delirium o incluso el exceso de consciencia que
puede acompañar al consumo de sustancias.

De la atención

Aun teniendo un nivel de consciencia suficiente como para captar los estímulos, debemos ser
capaces de focalizarnos en ellos y/o alejar nuestros recursos cognitivos.

Así pues, otro tipo de síntomas psicológicos a tener en cuenta son los referidos a la capacidad
de focalizar, dirigir, sostener y retirar la atención. Dentro de este tipo de síntomas podemos
encontrar encontrar tanto incapacidad, dificultad o exceso para concentrarse, dirigir la
atención, seleccionar los estímulos a los que dirigirla o reaccionar ante posibles estímulos.
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De la memoria y el reconocimiento

La memoria y el reconocimiento son elementos vitales para el ser humano, siendo básicos
para ser capaces de aprender y modificar nuestra conducta o adquirir habilidades para
responder ante las situaciones de nuestra vida cotidiana.

Los síntomas psicológicos que nos indican una alteración en este área incluyen la dificultad
para recordar hechos del pasado (amnesia anterógrada), codificar y almacenar nueva
información (amnesia retrógrada), realizar elaboraciones mentales que se toman por
recuerdos (como en confabulación), o una capacidad extrema para recordar acontecimientos
o estímulos (hipermnesia).

Del lenguaje

Como principal herramienta de comunicación el lenguaje tanto a nivel verbal como no verbal
nos permite establecer vínculos con el entorno y con el resto de seres vivos, e incluso organizar
nuestro pensamiento. Aspectos considerados como síntomas en el área del lenguaje incluyen
dificultades en la entonación, ritmo, expresión o comprensión.

Psicomotrices

El ser humano es un animal que precisa de ser capaz de desplazarse o mover partes de su
organismo para poder realizar la mayor parte de acciones. La incapacidad o dificultad en el
movimiento, la emisión de patrones estereotipados de movimientos involuntarios o un exceso
de movimientos o agitación motora son síntomas psicológicos típicos de esta área.

Afectivos

Uno de los tipos de síntomas que mayor efecto tienen en el bienestar subjetivo de la persona
y que más presencia tiene en la mayoría de trastornos son los síntomas vinculados a la
emoción y al afecto. Se refieren a características propias que hacen ver que existe una
alteración en la valoración subjetiva del individuo.

Alegría o tristeza excesivas, ansiedad, impulsividad, indiferencia, descontextualización,


incapacidad de expresión, ausencia de emoción, rigidez o variabilidad excesivas son síntomas
psicológicos típicos.

LA FUNCIÓN DEL SINTOMA EN LA FAMILIA

Podemos decir que “la enfermedad física, incluidos los desórdenes psicosomáticos, a menudo
juegan un papel inesperado para mantener el equilibrio emocional dentro de la familia”.

El surgimiento de esos desórdenes, igualmente, puede utilizarse por el médico o terapeuta


como un barómetro de las dificultades emocionales familiares.

El síntoma comunica, es una forma de comportarse en el sistema y cumple la función de


mantener en equilibrio el sistema. Resulta útil puesto que es fundamental para entender que
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está sucediendo en el sistema, define la situación familiar y se integra dentro de las


reglas del propio sistema. En ocasiones protege y encubre, y a la vez libera de responsabilidad
a quien lo porta. También distrae la atención de problemas mayores en la familia que, de
afrontarlos, directamente supondrían un peligro para el sistema. Por otra parte, el síntoma
puede otorgar durante su permanencia otro status a la persona que lo expresa, y sobretodo
el síntoma da a entender que la situación familiar es insostenible y que requiere de una
transformación, de cambios cualitativos de segundo orden.

El objetivo de la terapia familiar no es la eliminación del síntoma sino actuar sobre las
secuencias comunicativas defectuosas del sistema para modificarlas, sin restarle importancia
a los efectos biológicos que sufre la persona portadora del síntoma, teniendo claro que,
mientras subsista la necesidad familiar que le dio origen, el síntoma se mantendrá.

Jackson observó fenómenos clínicos que le hicieron postular la presencia de mecanismos


homeostáticos a nivel familiar, más allá de lo intra-psíquico: “En la entrevista familiar
conjunta, se observan presiones para mantener como incuestionable la definición de quién es
el que tiene un problema y cuál es el síntoma a tratar. Muchos intentos por explorar otras
cuestiones o problemas despiertan estas presiones o recelos.”

Esta observación sugiere que el problema es una parte integrante de la vida familiar, un
elemento clave para su nivel de equilibrio actual. La resistencia se pone al servicio de
mantener dicho equilibrio.

“Cuando un paciente empieza a mejorar, a veces surgen problemas en otro miembro de la


familia. Por ejemplo, después de que un señor con problemas de alcoholemia, deje la bebida
y se rehabilite, la esposa se deprime. Naturalmente, ello puede aumentar la probabilidad de
recaída del miembro que había empezado a mejorar.”

Jackson entiende que el síntoma estaba cumpliendo una función en la dinámica del sistema,
y ahora que no existe el sistema se desequilibra, y sólo se estabiliza con la aparición de un
nuevo síntoma. Estos mecanismos homeostáticos son la base de la resistencia al cambio,
orientada a mantener un equilibrio que no solamente afecta a las enfermedades emocionales,
sino también a las físicas.

Esta noción de inercia o resistencia al cambio no es nueva en la psicoterapia, pero la novedad


radica en basarla en la homeostasis de la familia como sistema, en lugar de explicarla en
función de la dinámica intra-psíquica. Así, las resistencias no son sólo conductas o actitudes
del paciente, sino que pueden ser interacciones entre cualquiera de los miembros de la familia
(o entre ellos y el terapeuta).”

Una mejora o curación del paciente, como vemos en el ejemplo anterior, puede conducir a
una fuerte reacción contraria de otros miembros familiares, hasta incluso a la disolución de la
familia. Así, el resto de la familia puede que insista en que el paciente identificado
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sigue realmente enfermo, llegando a graves extremos para probar esto o para hacerlo
posible. Ejemplos:

Un marido insistía en que su mujer acudiera a psicoterapia para tratar su frigidez. Tras varios
meses de terapia ella se sintió menos inhibida, ante lo cual el marido desarrolló impotencia.

Una joven con anorexia nerviosa fue alentada por su esposo para que acudiera a psicoterapia.
Tras un período de tratamientos de expresión personal más bien intensos y peligrosos, ella
comienza a tener una mayor intimidad con su marido. El inicial placer del marido ante la
respuesta de ella se complica con el desarrollo en éste de una úlcera duodenal.

LA FAMILIA DISFUNCIONAL Y SUS MANIFESTACIONES

Disfuncional significa que hay un desarreglo en el funcionamiento o en la función que le


corresponde. Cuando este calificativo se aplica a familia, habla precisamente de lo mismo: una
familia que no cumple con las funciones que les corresponden, una familia disfuncional.

Una familia es mucho más que la suma de individualidades, es un sistema dinámico y flexible
de interrelaciones entre sus miembros que se dan para cubrir las necesidades materiales,
sociales, culturales, espirituales y afectivas de sus miembros.

En una familia funcional están satisfechas todas esas necesidades. Si hay conflictos o crisis, sus
integrantes se complementan y apoyan para hallar las soluciones, alcanzar el desarrollo pleno
y, en esencia, ser felices. En la familia disfuncional la situación es diametralmente opuesta.

Cómo cría una familia disfuncional

En una familia disfuncional, es posible encontrar más de una de las situaciones que se
describen a continuación. La presencia de cualquiera de estas variables es un llamado de
atención a toda familia que se considere «funcional», y puede hacer evidente la necesidad de
acudir a terapia familiar.

Características:

Dependencia y manipulación emocional

La dependencia emocional limita el crecimiento y el desarrollo personal. La sobreprotección


de los padres genera inseguridad y dependencia en los hijos. Alguno de los padres es tan
inmaduro que es manipulado y sometido por el otro.

Violencia intrafamiliar

Uno de los padres ejercer un dominio absoluto y autoritario, mientras que el resto de la familia
acepta estar sometido. Hay abuso físico, verbal o sexual. El otro padre y los hijos niegan el
abuso evidente. Los niños consideran normal la violencia.

Muy autoritarios o muy permisivos


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Los límites que regulan la convivencia familiar o son inflexibles y coartan toda
expresión de las distintas personalidades, o son demasiados laxos, no hay respeto y los niños
no crean vínculos de pertenencia con la familia.

Problemas en la comunicación

No se sienten cómodos expresando lo que sienten o piensan. Se reprimen o usan indirectas


que generan más problemas. Los niños activan comportamientos a manera de defensa. Hay
miedo de expresar lo que viven en el seno del hogar.

No hay empatía

Como no se satisfacen las necesidades básicas de aceptación y afecto, los miembros de la


familia no son empáticos ni sensibles entre ellos. No hay tolerancia, se culpabiliza al otro.
Algunos niños son y se sienten rechazados o son injustamente tratados.

Prejuicios de género

Los padres prefieren a los hijos de un género. Le asignan responsabilidades excesivas o niegan
la educación y el afecto a los hijos de otro género. Los padres quieren imponer su orientación
sexual a los hijos, ya sean heterosexuales u homosexuales.

Conductas inapropiadas

Se acepta la humillación, el desprecio y la falta de respeto. Se aceptan como normales


comportamientos como el adulterio, la promiscuidad o el incesto.

Conflictos

Hay conflictos permanentes entre los padres, ya sea que estén separados o que deban
separarse, pero no lo hacen. El conflicto entre los padres les impide velar por los hijos.

Aislamiento

Los niños no comparten tiempo con la familia extendida, como los abuelos, tíos o primos.
Tampoco con otras familias con niños en edades y género similares. Los padres no propician
que los niños desarrollen amistades con otros niños.

Ausencia

Los padres están ausentes por exceso de trabajo o por otras adicciones como el alcohol,
drogas o juego. No hay tiempo para compartir en familia ni hacer cosas juntos.

Responsabilidades excesivas

Los niños son obligados a asumir responsabilidades no acordes a su edad: trabajo forzado,
cuidar de hermanos menores aun siendo pequeños.
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Cómo afecta una familia disfuncional a los hijos

Los niños pueden desarrollar alguna de estas conductas al crecer en el seno de una familia
disfuncional:

Son rebeldes. Se oponen a toda autoridad, ya sea la de los padres, de los maestros o de la
policía.

Al ser culpabilizados por todos los problemas familiares, desarrollan un profundo sentimiento
de culpabilidad, lo que los hace víctimas de otros.

Asumen el rol de los padres, crecen demasiado a prisa y pierden su niñez.

Son tímidos y callados, aprenden a esconder y reprimir sus emociones.

Su autoestima se encuentra lesionada.

Son oportunistas y manipuladores.

Se aprovechan de las debilidades de los demás para lograr lo que quieren.

Enfoque centrado en el Síntoma

El trabajo con los síntomas del paciente identificado, puede constituir el camino más rápido
para diagnosticar y modificar las pautas transaccionales disfuncionales de una familia. Los
síntomas del paciente identificado ocupan una posición especial en el sistema de
transacciones de la familia.

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