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La aportación de la medicina aborigen americana a la medicina moderna es un tema

siempre apasionante, no solo por su interés histórico, sino por que es un tema siempre
abierto a nuevas perspectivas.

Comenzó esta aportación en 1492 y constituyó una verdadera revolución terapéutica


en su tiempo, que aun no ha cesado ya que en nuestros días se esta trabajando en
Botánica aborigen en diversos centros de la investigación de América y la Botánica
americana sigue proporcionando nuevos elementos valiosos a la terapéutica moderna.

¿Cómo era la Medicina aborigen americana a la llegada de los descubridores españoles


al Nuevo Mundo?. Acompañando a Cristóbal Colon fueron a América el cirujano
maestre Alonso, vecino de Moguer, el doctor Diego Álvarez Chanca, el flebótomo
Melchor, el maestre Juan, cirujano y el maestre Diego, boticario. Posteriormente irían
el cirujano Berlanga, que introdujo en América la caña de azúcar, base de riqueza para
muchos países de aquel continente aun en nuestros días, el cirujano Camacho y los
médicos Sepúlveda y Navarro.

Entre los primeros mártires hubo dos médicos, junto con el primer contingente de
españoles que Colon deja en el Fuerte de la Natividad en las islas recién descubiertas:
maestre Alonso y maestre Juan. La ciencia medica fue la primera en pagar con su
sangre y su vida la nueva etapa del Descubrimiento.

El contacto con la nueva patología americana, desconocida en su mayor parte por los
españoles, les hace conocer tempranamente garrapatas y coloradillas, jejenes y
morrongóys, moscas y mosquitos de voracidad inusitada, pulgas arenarias y niguas, y
les da pestilencias "de las cuales murieron muchos soldados y demás desto todos los
demás adolecimos de unas malas llagas en las piernas" según dirá Bernal Díaz del
Castillo.

Balboa ya había señalado anteriormente que de las entradas o exploraciones por


aquellas selvas del Darién regresaban todos plagados de llagas en brazos y piernas.
Todos los españoles que desde el primer momento escriben sobre las tierras recién
descubiertas de Indias, repiten una y otra vez que los insectos les hacen la vida
imposible. Oviedo hace repetidas menciones y descripciones de los nuevos males, en
especial de la bubas, que tanta polémica creará hasta nuestros días.

Sífilis tropical, treponematosis, no transmitida en forma venérea, pian, frambesia,


yaws, leishmaniasis, pinta o mal del pinto o carate, fiebres palúdicas, disenterías a
causa de las aguas contaminadas, amebiasis, alimentos descompuestos, escorbuto en
las tripulaciones que pasaban meses en el mar sin comer alimentos frescos vegetales,
parasitosis de todo tipo, dermatomicosis, filariosis, enfermedad de Chagas, viriasis
múltiples, epidemias de modorra...

¿Qué hacer ante esta variada, polimorfa e infinita de nueva patología, muchas veces
de insospechado origen?

Hernán Cortes dará solución, observando en carta al Rey que "no necesita médicos de
España, ya que con los curanderos indios tiene bastante", Cortes comprobó en si
mismo la eficacia terapéutica de aquellos hombres que si no tenían hospitales, ni
religión cristiana, ni ancestrales avances filosóficos, tenían algo que para él era mucho
más sutil como hombre práctico que era: un empirismo tradicional, una experiencia de
ensayos milenarios y que les había hecho llegar al conocimiento por medio del acierto
y el error, transmitido de generación en generación de los efectos curativos de las
plantas. La extensa Botánica del Nuevo Mundo proveían al descubridor de toda clase
de nuevos remedios desconocidos para el europeo. Dios daba la llaga, pero también
daba la Medicina.

Bernal Diaz, Pedro de Alvarado, Hernán cortes, Balboa y miles de descubridores


españoles fueron maláricos. Disentería de sangre adolecieron muchos de los que
participaron en la batalla de Uspactán en 1529.

Bernal nos habla del mucho padecimiento de bubas que sufrieron los soldados de
Cortes, Pedrarías Dávila sufrió una úlcera en sus partes pudendas, probablemente
leishmaniasis, hasta el fin de sus días. Y así, infinidad de nuevas enfermedades, junto
con exacerbación de otros viejos padecimientos, maltrataron a los descubridores.

No es de extrañar que desde el primer momento que los españoles pisaron tierra de
América se despertase en ellos el interés por las cosas que en ella había y en especial
de las plantas. Basta leer a los cronistas de todo tiempo para comprobarlo. Así
debemos al propio médico de Colón, Álvarez Chanca, el conocimiento de la patata,
cacao, maíz, mandioca, copaiba, guayaco y palo Brasil. El mismo Colón anota que hay
miles de árboles nuevos para él. Oviedo dedica buena parte de su obra a la descripción
de las plantas y animales de las tierras recién descubiertas y una especial atención a la
acción medicinal y alimenticia de las plantas del Nuevo Mundo.

Le seguirán con más preparación científica, aunque no con mayor capacidad de


observación, el P. José de Acosta, quien ya menciona la patata como alimento y
numerosas plantas medicinales como la zarzaparrilla, la raíz de mechoacan y otras
muchas.

Agustín de Zárate en su Historia del Descubrimiento y conquista del Perú (1555) habla
también de la patata.

¿Cómo era la medicina aborigen en América a la llegada de los descubridores


españoles? Dependía del grupo cultural y había muchísimos y muy variados. Mientras
la mayoría basaba la terapéutica en la magia y en el empirismo, otros grupos habían
evolucionado hacia estados mas avanzados y así aztecas, mayas e incas habían
logrado un notable desarrollo tanto en la terapéutica medicinal como en la quirúrgica.
Se daba, sin embargo el contrasentido de que su desarrollo no había podido prescindir
del sacrificio humano ni del canibalismo por muy ritual que fuese.

El chamanismo era una institución generalizada como lo es aún en los grupos que,
como fósiles vivientes, conservan sus antiguas tradiciones y culturas lo es aún en
Oceanía y África. Pero en las altas culturas americanas había evolucionado hacia una
medicina sacerdotal, como ya había ocurrido en el antiguo Egipto, Siria y Babilonia por
ejemplo.
En Méjico, capital del Anahuac, el emperador disponía cerca de sus templos de grandes
jardines botánicos donde se aclimataban, a la par que plantas ornamentales de todo el
imperio, otras medicinales de todos los territorios bajo su mando. En los tianquez o
mercados aztecas, que eran verdaderas instituciones, los herbolarios vendían toda
clase de plantas medicinales. Los Tlama-tepati-ticitl eran los medicos generales que
curaban con plantas, baños, dietas, laxantes o purgantes. El Texoxo-Tlacicitl era el que
se dedicaba a la cirugía. Los que practicaban flebotomías y sangraban eran los Tzoc-
tzoani. Las parteras eran las Tlamatkiti-tzitl. Los yerberos eran los Papiani-
Panamacani. Los especialistas en las enfermedades de los ojos tlancotinalitztli y los
arregla huesos eran los teomiquetzani.

Practicaban la adivinación para llegar al diagnostico y la purificación para desagraviar


al dios ofendido. Extraían la causa del mal por medio de la succión, como hacían
todavía muchas tribus primitivas. La fisioterapia estuvo muy extendida entre los
aztecas y así conocieron y usaron el baño de vapor o temazcalli, el masaje, la dieta y
el ayuno como técnicas curativas.

La cultura médica de los mayas fue en conjunto muy similar a la azteca. El ahmen es
el que sabe y era capaz de curar por diversos procedimientos, seguían a la previa
ceremonia de adivinación o diagnostico.

Entre los incas, al llegar los primeros españoles, la medicina era como entre aztecas y
mayas, una mezcla de religión, magia y empirismo. El amauta es el medico-sacerdote
de la nobleza incaica, casta sacerdotal dedicada al arte de curar, con sus propias
escuelas donde eran entrenados los mas selectos de sus descendientes. Llegaron a
tener conocimientos muy por encima de su tiempo en Neurocirugía, cirugía craneal
principalmente, practicando con profusión la trepanación craneal (a veces parece haber
existido una verdadera locura de trepanar) logrando un elevado índice de
supervivencias, incluso en casos muy delicados de traumas craneales tan frecuentes a
causa de sus armas y forma de luchar. Sus mazas golpeaban espacialmente la cabeza,
de manera que la fractura con hundimiento fue su principal lesión craneal en la que
adquirieron gran practica quirúrgica los cirujanos militares.

Los hampi-camayoc, por su parte, eran los guardadores de medicinas. Otros eran los
comasca o sancoyoc, que en un plano inferior equivalían al curandero, hechicero,
envenenador y médico del pueblo llano. Utilizaban la adivinación diagnóstica lanzando
las hojas de coca y la succión como terapéutica unida al uso de hierbas de acción
medicinal.

Los collahuaya eran otros buenos hierberos, buenos botánicos y el ichuri era el chaman
adivino.

Todos los cronistas de Indias refieren extensos capítulos al arte de curar entre los
pueblos amerindios.

Los españoles no dejaron de aprovechar los nuevos descubrimientos en materia


médica, y los nuevos remedios fueron pasando en una u otra forma al viejo mundo.
En esta acción destacan los médicos Nicolás Monardes, que vivió en Sevilla donde
ejerció su profesión y recibía de América las plantas y substancias medicinales que
utilizaba en sus propios pacientes, observando sus buenos efectos curativos y el doctor
Francisco Hernández, protomédico de Felipe II, quien realizó en 1570 su viaje a Nueva
España para estudiar la Historia Natural por orden del monarca. Allí conoció e hizo
amistad con numerosos médicos aborígenes, utilizando sus conocimientos para escribir
su voluminosa obra, gran parte de la cual estaba dedicada al estudio de los remedios
vegetales. Posteriormente, las numerosas expediciones como la de Mutis, que estudió
las plantas del Nuevo Reino de Granada, que abrió el camino para el conocimiento de
innumerables plantas medicinales de América que luego penetraron en Europa. Su
Flora de Bogotá y Nueva Granada es algo verdaderamente notable, como lo son los
miles de dibujos del natural que aún se conservan en sus maravillosos colores, por
fortuna bien guardados en un armario de acero, contra todo riesgo de incendio o
inundación en los sótanos del Instituto Botánico Cavanilles del Jardín Botánico de
Madrid, donde he podido verlos y estudiarlos.

Ruiz y Pavón estudiaron la Flora de Perú y Chile, resultado de lo cual es su obra Flora
peruviana et chilensis. Ellos fueron quienes extendieron el uso de la Ratania y la
Calaguala y el conocimiento de las quinas del Perú.

Mociño, Sessé y Castillo harán otro trabajo de investigación botánica en América,


resultado del cual será su obra Plantae Novae Hispaniae.

¿Qué influencia ejercieron las nuevas substancias en España y posteriormente en


Europa, en la dieta y en la terapéutica?

Bastaría que citásemos la quina, la zarzaparrilla, la ipecacuana, el palo santo o


guayaco, el curare, la coca, la cáscara sagrada, jalapa, el Bálsamo del Perú, el
Podófilo, la ratania, la angostura, la escobilla, la cuasia, la kamala, la copaiba, el paico,
el jaborandi y la guaraná y la raíz de polígala entre miles de plantas americanas de
acción medicinal. Y la yuca, el maíz, la patata, el cacao entre las alimenticias para
comprender que podemos hablar de una verdadera revolución terapéutica y
alimentaria, sin mencionar las especias, como la canela(Cinamomun ceylanicum),
vainilla (Vanilla planifolia), nuez moscada (Myristica fragans), pimienta(Piper nigrum),
clavo(Eugenia aromática).

O las plantas de uso industrial como las tintóreas: añil (Indigofera tinctorea), palo
Brasil (Caesalpina brasiliensis), alheña (Lawsonia inermis), achiote (Bixa orellana),
jagua (Genipa americana), cúrcuma (Cúrcuma longa), glasto (Isatis tinctorea), Reseda
silvestre (Reseda lutea), y otras maderables o productoras de substancias tan
difundidas como el caucho (Hevea brasiliensis), el marfil vegetal o cabeza de negrito
(Phytelephas seemanii), la caoba, el guayacán, los cedros amargos, los bongos, los
tangarés, etc.

La quina (Cinchona spp) fue una verdadera panacea. Decía Ramazzini que "la quina
fue a la medicina lo que la pólvora al arte de la guerra". Una verdadera revolución.
Y el maíz y la yuca (Zea mays y Manihot utilísima o mandioca para millones de seres
humanos en el continente africano) que son originarias de América, hoy son base
alimenticia, especialmente la yuca.

En cuanto a la patata (Solanum tuberosum) siendo oriunda de América hoy es base


alimenticia de muchos pueblos de Europa. Venció el hambre en Inglaterra y países
como Rusia, Polonia, Alemania y todos los países de Europa no se conciben hoy sin
patatas. Por ello podemos decir, que como muchas de las plantas medicinales, las
alimenticias han ejercido una influencia decisiva y la seguirán ejerciendo sobre la salud
y la dieta de los pueblos europeos.

La quina tiene una larga historia que no vamos a exponer aquí, pero ha dado lugar a
muchos libros escritos sobre sus propiedades y ha curado a millones de personas,
especialmente sus derivados, utilizados aún hoy día para curar la malaria.

El Curare (Strichnos toxifera) también utilizado ampliamente en cirugía moderna,


como anestésico de base, mediante sus derivados.

La Cáscara sagrada o jalapa (Convolvulus jalapa) purgante que se encuentra hace


muchos años en la Farmacopea de toda Europa. La raíz de Michoacán o el ruibarbo de
Indias que tanto alababa Monardes.

La ipecacuana (Psychotria emética) excelente amebicida y emético, del que se obtiene


la emetina, insustituible amebicida.

El guayacán (Guayacum officinale) muy utilizado como sudorífico, diurético y


antisifilítico en tiempos pasados. Se le llamó también palo santo o palo de bubas
porque los indios lo usaban para curar esta enfermedad.

La zarzaparrilla(smilax sp) se usó y aún se utilizaba como diaforético, antigotoso,


tónico gástrico, depurativo, diurético y aún antisifilítico. Hoy ha caído en desuso, pero
durante varios siglos ha sido medicina de uso diario. Mutis preparaba con ella su
famosa cerveza policresta combinada con la quina anaranjada.

El Bálsamo del Perú (Myroxylon peruiferum) aunque nunca lo hubo en el Perú, sino en
Méjico, América Central y Colombia, fue muy usado por los indios (su savia negruzca)
para la curación de las heridas. Luego se difundió por Europa para curar enfermedades
de la piel, entre ellas la sarna y para la elaboración de pomadas. A este árbol se le
llamó en Méjico huitziloxitl.

El Bálsamo de Tolú (Myroxylom balsamum o Toluiferum balsamum). Se utilizó su


resina como la del Bálsamo del Perú para curar las heridas. Monardes lo alabó en gran
medida entre las plantas recibidas por él.

El Podófilo (Podophyllum peltatum), purgante, colagogo, usado en trastornos


hepáticos. En tintura concentrada es excelente y aún se usa para extirpar las verrugas
especialmente el herpes progenital.
El Paico(Chenopodium antihelminticum) excelente vermífugo ampliamente utilizado,
primero por los indios y luego en toda Europa.

La Ratania o estancadera (Ratania trinada) usada por los indios tupí como
antihemorrágico fue introducido por Hipólito Ruiz en España. La había encontrado en el
Perú. Hizo extractos que proporcionó al famoso médico Ruiz de Luzuriaga quien trató a
varios pacientes con excelentes resultados, presentando luego un trabajo sobre el
tema a la Real Academia de Medicina.

La Cuasa (Cuasia amara L.) traída a Europa desde Surinam pasando del Caribe a las
Farmacopeas europeas como febrífugo, aperitivo y alexitérico, diurético y tónico
estomacal, así como vermífugo en enemas.

La Angostura (Cusparia trifoliata) estudida por Mutis, se difundió por Europa como
febrífugo, antipalúdico y tónico digestivo.

La Escobilla (Scoparia dulcis) que cito aquí por ser la preferida de Mutis quien la usaba
como tónico y febrífugo, asegurando que había reducido toda su farmacopea personal
a esta sola planta.

La Kamala (mallotus philippinensis) una Euforbiáceas de gran poder tenífugo y


vermífugo, así como excelente en muchas dermatitis fue utilizada en Filipinas
trayéndola a Europa donde fue también muy usada como tenífugo.

El Jaborandi (Pilocarpus gondotianus) conocido por los indios tupí-guaraní como


emenagogo, abortivo, antirreumático, antianémico, anticatarral, también fue muy
utilizado en Europa como sialorreico, sudorífico, gracias a sus alcaloides,
isopilocarpina, pilocarpina, y pilosina, excitantes del Sistema Nervioso Central, muy
utilizado en oftalmología.

La lista sería in terminable y aún más... ya que existen en América todavía miles de
especies y géneros de plantas cuyos efectos terapéuticos aún no se han difundido.

Personalmente he tenido la suerte de conocer y utilizar numerosas plantas de Centro y


Sudamérica en diversos procesos patológicos. Pondré un ejemplo de los más
llamativos para terminar: la jagua(Genipa americana). He podido experimentar en
repetidas ocasiones sus efectos antimicóticos, fungicidas, extraordinarios en las
dermatomicosis, pie de atleta y afecciones dermatológicas pruriginosas. Fue desde los
primeros tiempos del Descubrimiento muy alabada por Gonzalo Fernández de Oviedo,
nuestro primer cronista de Indias y tenía mucha razón para hacerlo.

En el instituto de Investigaciones Amazónicas de Manaos, en Brasil, así como en otros


muchos centros de investigación se están llevando a cabo una serie de estudios sobre
las plantas utilizadas por los indios actuales como remedios para sus enfermedades,
para comprobar en ella la existencia de posibles substancias terapéuticas nuevas.
Algunas de ellas podrían revolucionar la terapéutica actual.

Los indios conocen muchos de sus efectos terapéuticos aunque las utilicen por sus
aspectos mágicos. El amplio campo de los líquenes, de los hongos, de los cactus, aún
casi virgen, está aún por estudiar. Creemos que en este terreno existe aún un gran
futuro para la medicina y la terapéutica de las enfermedades que no debemos olvidar.

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