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Alegoría de La Caverna
Alegoría de La Caverna
Platón
Guillermo Caviasca
UBA/UNLP
Helicópterox@yahoo.com.ar
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en “todo”, y es donde se realiza la política y la vida. La Polis es total es un modo de
vida del individuo en la comunidad
Para Platón (asumimos como ideas de Platón todas las que éste pone en boca de
Sócrates y sus interlocutores), son “los filósofos” los que deberían gobernar un Estado
perfecto. Para Platón los filósofos son las personas en condiciones de inteligencia y
espíritu para conocer o aproximarse a los Bueno y lo Bello, en un sentido de bueno o
bello absoluto (no en el sentido cotidiano), lo que es el camino a la Verdad (también
absoluta) alcanzable a través de la inteligencia y la razón.
Es aquí donde Platón presenta el significado del Sol que tanta importancia tiene
inmediatamente después en La Caverna. Le comenta al interlocutor, que una persona
tiene ojos para mirar, y que pude haber dibujos coloridos en algún objeto para ver,
pero que la claridad de cómo los veamos depende de la luz, si se esta en la oscuridad
no veremos nada, si es la luz de la luna veremos poco y si el objeto es iluminado por el
Sol veremos los colores vivaces y con claridad. El Sol es la clave, el Sol esta fuera de
nosotros, existe más allá de nosotros y es el que nos permite ver las cosas como son. Es
el camino de la inteligencia y la razón hacia la verdad.
—Pues bien -dije-, este (el sol) pueden decirme que es el vástago del Bien (Con
mayúscula, el bien absoluto), que el Bien ha engendrado análogo a sí mismo (no tiene
otro origen que si mismo es el principio de todo). De este modo, lo que aquel lugar
pensable respecto del pensamiento y de lo que se piensa, esto es el sol en el lugar
visible respecto de la vista y de las cosas que se ven.
—¿Cómo? Explícate mejor.
—Los ojos, tú sabes, cuando se los vuelve sobre objetos cuyos colores ya no están
iluminados por la luz nocturna sino por el resplandor de la luna, ven débilmente y
parecen casi ciegos, como si no tuvieran claridad en la vista.
—Así es.
—Pero cuando el sol brilla sobre ellos, ven claramente, y parece como si estos mismos
ojos tuvieran claridad.
—Sin duda.
—Del mismo modo piensa así en lo que conviene al alma: cuando fija su mirada en
objetos sobre los cuales brilla la verdad y lo real, lo piensa, conoce y parece tener
inteligencia. Pero cuando se vuelve hacia lo sumergido en la oscuridad, lo que nace y
perece, entonces opina y ve débilmente opiniones que la hacen ir de aquí para allá, y
parece no tener inteligencia.
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—Eso parece, en efecto.
—Entonces, lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y al que conoce le otorga la
facultad de conocer puedes decir que es la Idea del Bien. Y por ser causa de la ciencia y
la verdad, concíbela como cognoscible, y aun siendo bellas ambas cosas -el
conocimiento y la verdad-, para considerar correctamente el asunto, consideramos que
la Idea del Bien es algo distinto y más hermoso que ellas. Y así como dijimos que era
correcto tener a la luz y a la vista como afines al sol pero sería erróneo creer que son el
sol, ahora es correcto considerar que ambas cosas, la verdad y el conocimiento, son
afines al Bien pero sería erróneo creer que una u otra fueran el Bien, ya que la
naturaleza del Bien es mucho más digna de estima.
—Hablas de una belleza extraordinaria, ya que produce la ciencia y la verdad, y
además está por sobre ellas en cuanto a belleza. Sin duda que no te refieres al placer.
-¡Dios nos libre! Más bien sigue examinando la comparación
—¿De qué modo?
—Creo que puedes decir que el sol no sólo aporta a las cosas que se ven la facultad de
ser vistas, sino la generación, el crecimiento y alimento, sin ser él mismo generación.
—Eso es cierto.
—Y así dirás que a las cosas cognoscibles no solo les viene del Bien el ser conocidas
sino que también les llega de El el existir y la esencia, aunque el Bien no sea esencia,
sino algo que se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y potencia.
Como vemos en esta parte de los Diálogos, Platón asigna al Bien, la categoría de
principio absoluto, el Sol es el que aporta La Verdad, “a las cosas cognoscibles” y lo
hace más allá de la inteligencia de los individuos. En realidad es “la idea de Bien” la
que permite la iluminación que le de a la inteligencia la capacidad de, a través del a
Razón, ver le verdad, o sea “las cosas como son”. La vedad existe tal como es, no
necesariamente como la vemos.
Y completa esta idea unos párrafos mas adelante
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Libro IV traducción Conrado Eggers Lan
Hasta aquí todo pareciera indicar que Platón, sostenedor de que existe una
verdad absoluta más allá de lo sensible cuyo origen es cuasi divino y hacia la cual
debemos avanzar, es solamente un conservador o esta en el origen de las ideas elitistas.
Puede ser, aquí no ponemos en cuestión las implicancias de su pensamiento en ese
sentido. Claramente Platón está cuestionando la democracia ateniense, al político
típico, el demagogo, que encandila al demos con su oratoria, y que considera
responsable de haber llevado a Atenas al desastre frente a Esparta en la guerra del
Peloponeso.
Lo que si advertimos es que, el concepto de Idea, asociada a lo Bueno y lo Bello,
accesibles a través de la inteligencia y la Razón, no son sostén específico, o intrínseco, o
directo, de ideas reaccionarias o conservadoras.
Si vemos el pensamiento de grandes filósofos, como Hegel , quien esta en la
base del Marxismo, o de Rousseau quien esta en la base de todo pensamiento
democrático radical, veremos la propuesta platónica. Para ir al caso del filósofo
ginebrino. Es claro que cuando habla de la diferencia entre “la voluntad de todos” y “la
voluntad general” esta retomando la idea platónica de la existencia de una verdad que
representa el interés estratégico de una sociedad mas allá de las aspiraciones
coyunturales de una mayoría circunstancial, en la que señala, gobiernan apetitos. Y que
esa voluntad general es expresada por alguna institución que va más allá de una
asamblea.
Mariano Moreno escribía el 15 de noviembre de 1810 en La Gaceta de Buenos
Aires, en pleno fragor de la lucha por la emancipación “No tienen los pueblos mayor
enemigo de su libertad, que las preocupaciones adquiridas en la esclavitud.
Arrastrados de la casi irresistible fuerza de la costumbre, tiemblan de lo que no se
asemeja a sus antiguos usos; y en lo que vieron hacer a sus padres, buscan la única
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regla de lo que deben obrar ellos mismos. Si algún genio felizmente atrevido ataca sus
errores, y le dibuja el lisonjero cuadro de los derechos, que no conocen, aprecian sus
discursos por la agradable impresión que causan naturalmente, pero recelan en ellos
un funesto presente, rodeado de inminentes peligros en cada paso que desvía de la
antigua rutina”. Es parte de un texto donde las referencias a la antigua Grecia aparecen
como argumentos de autoridad, Y son casi calcadas de las preocupaciones de los
filósofos griegos que presentamos aquí, para ser aplicadas a la situación del Virreynato
del Rio de la Plata en 1810. Son también las preocupaciones de contemporáneo
Rousseau, de los revolucionarios franceses, y en general de todos los revolucionarios al
presentar ante las masas propuestas que hacen que lo “natural” de las imágenes “de la
caverna” en las que se vivió inmerso siempre, sean solo falsedades.
Y así podríamos extendernos hasta los partidos revolucionarios.
No es que Platón fuera un “revolucionario”, claramente buscaba la afirmación
de principios y el establecimiento de una sociedad estable gobernada por una elite de
filósofos en condiciones de acercarse a lo Bueno, a La Verdad. La existencia de una
verdad que es discernible a través de la inteligencia, que eso es en general hecho por
una minoría, y que esa minoría debe intentar desvelar al resto de la sociedad, es
platónica.
Aclarados estos temas, que consideramos prerrequisitos para entender la
Alegoría de La Caverna, es posible avanzar sobre ella. Platón escribe el diálogo de
Sócrates con Glaucón.
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-Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase
de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de
diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
– Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
-Pero son como nosotros.
Aquí Platón muestra la clave de todo este relato “son como nosotros”. Nuestra
vida, que consideramos real, es como la de los prisioneros de la caverna, veamos por
que.
-Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa
que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a
sí?
– Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del
tabique?
– Indudablemente.
-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a
los objetos que pasan y que ellos ven?
– Necesariamente.
Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los
que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen
proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
– ¡Por Zeus que sí!
¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos
artificiales transportados?
-Es de toda necesidad.
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liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz,
y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir
aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le
dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más
próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le
mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a
contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que
considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le
muestran ahora?
– Mucho más verdaderas.
– Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?
– Así es.
– Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo
antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y,
tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de
los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
– Por cierto, al menos inmediatamente.
– Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
– Sin duda.
– Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros
lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio
ámbito.
– Necesariamente.
-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones
y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las
cosas que ellos habían visto.
-Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
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El desarrollo es claro, la luz es el conocimiento, lo verdadero, pero acceder a ello
cuesta, los objetos reales no son reconocidos como tales ya que la experiencia de vida
dice otra cosa. Los sentidos están embotados y es un proceso, cada vez, primero los
objetos en si, después el fuego, mas tarde el exterior y finalmente el Sol origen de toda
la Luz, elemento clave en el relato de Platón para que los sentidos humanos, entre ellos
la inteligencia, y las cosas como son, puedan ser iluminadas y aprehendidas. Es un
proceso de elevación, como la misma caverna esta pensada en el relato, desde abajo
hacia arriba. Desde la oscuridad y la proyección de sombras hacia el sol que ilumina la
naturaleza y todas las cosas. Un proceso que desarrolla una persona del conjunto
Sigue el relato
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-Seguramente.
Como vemos Platón no otorga al hombre que descubrió la Luz y con ella la
realidad la capacidad de que su “revelación” sea comprendida por el resto de sus
antiguos compañeros de la caverna. Cuya “realidad” (alienada) solo le permite saber
de la existencia de un mundo de sombras y proyecciones. Platón no le otorga al
hombre liberado la capacidad de revelar su verdad, pasaran a considerarlo loco o hasta
querer matarlo.
Ahora viene el desenlace, la explicación y a aplicación de la Alegoría al mundo
real.
– Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada–prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy
esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo
caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con
dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de
todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor
de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la
inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en
lo privado como en lo público.
-Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
La República. Platón. Libro VII, Traducción de Conrado Eggers Lan
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muy difícil mediante reglas institucionales, como bien señalara el heredero de Platón,
Aristóteles.
Muchos ponen el eje en que admiraban a Esparta, estado militarista, pero donde
una elite de ciudadanos concentraba todo el poder y se mantenía equilibrada en
riqueza. Pero en los filósofos atenienses Esparta también funciona como una idea para
desafiar. Sin embargo Esparta es la crónica de un fracaso, poco ha dejado más allá de
sus hazañas militares, ni siquiera una ciudad admirable para los arqueólogos. Fueron
Atenas y otras ciudades griegas donde floreció la ciencia. Quizás fuera solo el
“método” de la comparación lo que fue usado con Esparta, triunfadora sobre Atenas.
Y quizás el principal problema de todos los filósofos y científicos griegos sea
que su sociedad se basaba en la esclavitud en el desprecio al trabajo manual, y por lo
tanto no podían apreciar el valor del origen de todas las cosas, que la realidad era fruto
del trabajo y no de las ideas, o que las ideas y el trabajo, la creación iban de la mano.
Cosa que en Aristóteles llega al límite de lo posible para el pensamiento de su época
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podamos pensar que la Verdad, los Bueno y lo Bello tiene parámetros de identificación
que no dependen de la divinidad y con ella de cada secta religiosa (política o espiritual)
¿Estamos fuera o dentro de la Caverna, los militantes que participan de
movimientos de transformación social?
La respuesta actual pareciera ser desalentadora. Pero al estar formulada dentro
de ella, y con las tinieblas y proyecciones de sombras diversas, hasta que la misma luz
del sol se confunde. Los titiriteros han construido proyecciones ideológicas que sólo
nos permiten ver sombras de la realidad.
Guillermo Caviasca
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