Está en la página 1de 4

La primera vez que escuché la palabra “sociología”, ya hace tiempo, pensé en

una concepción de esta ciencia muy distinta a la que más tarde conocí y de la
que he aprendido más de ella durante estas últimas semanas: Pensé que se
centraría exclusivamente en el plano socioeconómico de las diversas culturas
y poblaciones que han surgido a lo largo de la historia, como por ejemplo la
sociedad jerarquizada de la Edad Media, el proceso de feudalización y
vasallaje… y cómo han ido evolucionando las sociedades, desde las más
primitivas del Neolítico hasta la actual e indagando sobre sus características.
Sin embargo, no fue cuando empecé a indagar por curiosidad en el tema y
cuando inició el curso a inicios de septiembre, que me di cuenta de que la
sociología iba mucho más allá. Si bien lo que he aprendido de momento se
puede aplicar perfectamente, en mayor o menor medida, a distintas épocas
de la humanidad, no esperaba que la sociología se centrara tanto en otros
aspectos, como la filosofía o la biología.

La sociología, como su nombre indica, trata sobre la ciencia de la sociedad,


pero la explica a partir de la unidad básica de cualquier sociedad: El ser
humano, ya que es indispensable estudiarlo si se quiere estudiar y analizar la
naturaleza, la lógica de las sociedades. Tenía la percepción de que la
sociología se centraba, efectivamente, en la naturaleza de la sociedad, pero
de una manera más general y global, y no centrándose especialmente en los
individuos y sus acciones. Cuando es exactamente al revés: La sociedad se
explica, se entiende y está siendo moldeada continuamente por nuestras
acciones ante una serie de circunstancias, que a su vez dependen de la
sociedad que creamos. La sociedad no es algo que se adapte ante cambios
de forma paralela a nosotros y nos rija como debemos actuar; la sociedad no
cambió mágicamente porque de repente hubiera una pandemia y nosotros
tuviéramos que cambiar con ella para adaptarnos y seguir viviendo como
siempre hemos hecho, sino la sociedad cambió porque fuimos nosotros con
nuestras acciones los que nos adaptamos a esta situación y creamos un nuevo
modelo de sociedad que ha dado lugar a nuevas circunstancias de manera
global. La sociedad podría haber continuado de la misma manera antes y
durante la pandemia porque podríamos haber hecho caso omiso a ella, pero
hemos decidido tomar una serie de acciones ante esa situación, que se han
convertido en unas características únicas de esta sociedad (llevar mascarilla,
mantener la distancia de seguridad, no hacer ciertas actividades…)

Los humanos, por lo tanto, son actores que cumplen una serie de roles
variados, siguiendo una serie de normas y reglas, y cuyas acciones están
influidas por su naturaleza (tanto universal como particular), experiencia,
entorno y recursos. Estas acciones dan lugar a los fenómenos (que se dividen
entre físicos y sociales), que establecen la realidad social. Otro ejemplo menos
particular y concreto que el de la pandemia donde se puede mostrar la
influencia de la naturaleza y sus consecuencias es el siguiente: Un grupo de
personas nómadas se asientan al lado de un río. La tierra de la orilla es muy
fértil (más recursos que condicionan su vida social), por lo que deciden
asentarse en ese lugar. Con el paso del tiempo, el asentamiento se transforma
en una ciudad y se expande hasta la otra orilla, por lo que es necesario la
creación de un puente, un claro ejemplo de fenómeno social, fruto del hecho
y conocimiento técnico de las personas que lo construyeron (Homo faber).

El ser humano es una especie de animal social, que, a diferencia de otros


muchos mamíferos, cuyas crías pasan una mayor cantidad de tiempo con sus
padres antes de independizarse. Durante este periodo de tiempo se produce
la socialización primaria, donde se forma el sujeto y la más importante. Más
tarde, cuando el sujeto es adulto y se independiza comienza la socialización
secundaria, que moldeará su visión única formada durante la socialización
primaria, reforzando sus valores o modificándose. El proceso de socialización
de los actores está fuertemente marcado por su naturaleza de Homo socialis:
Como mamíferos primates que somos tenemos un gran apego por los demás
individuos, preocupándonos por ellos (reflectividad) y quienes toman un gran
papel en nuestras vidas. Esto se manifiesta en los intentos de imitar sus
acciones (aprendizaje sociocultural) y en los numerosos agentes transmisores
que intervienen en nuestro proceso de socialización, como nuestros padres o
la escuela. Por otra parte, y al igual que otros primates, tenemos la capacidad
de conciencia y raciocinio (Homo sapiens); de tomarnos en cuenta al observar
a otros, la capacidad de observarnos a nosotros mismos y percatarse de que
tenemos propiedades independientes (excentricidad).

Durante el continuo proceso de aprendizaje (socialización) del humano, que


dura prácticamente hasta la muerte, vamos teniendo numerosas interacciones
que derivan en experiencias. Estas experiencias forman un acervo de
conocimiento que determinará nuestras acciones. Si bien cada acervo es único
de cada individuo (No todas las personas han vivido exactamente las mismas
experiencias), distintas experiencias pueden dar lugar a la misma acción. El
acervo interfiere en la intención del individuo, de tal manera que cada sujeto
tiene su propia interpretación de una situación actual, dando lugar a la acción.
Dicha acción siempre tiene una intención que la determina (en el caso anterior
del puente la intención es que la ciudad se expanda), pero no siempre la
intención es tan clara y precisa.

No todas las acciones que realiza un actor son sociales. Beber agua porque
tengas sed o quedarte dormido porque tengas sueño no son ejemplos de
acciones sociales, mientras que lavarte los dientes antes de ir a la cama
porque en tu casa tus padres lo hacían y te lo inculcaron si es una acción
social, en este caso individual, ya que lo haces por influencia de otra(s)
persona(s), en este caso de tus padres. Por otra parte, las acciones sociales
se dividen en privadas o individuales (finalidad individual, como el ejemplo de
cepillarse los dientes) y acciones conjuntas o colectivas (un grupo de personas
realizan la misma acción de manera consciente o inconsciente).

Éstas últimas pueden ser coordinadas (una tercera persona es el punto de


coordinación, como una marcha benéfica), acciones colectivas (aquellas que
conscientemente responden a un fin común sin la necesidad que exista una
coordinación, como es el caso de un grupo de personas comprando en un
centro comercial), acciones grupales (un tipo de acción colectiva con
conciencia social [se atribuye a “nosotros”]: Una protesta o manifestación de
cierto sector de la sociedad). Por último, están las acciones comunes, que se
realizan conforme a un esquema establecido de normas y reglas (un coche
para porque el semáforo está en rojo y el que le sigue también).

Como se ha visto, las acciones sociales de están influenciadas por el acervo y


naturaleza del sujeto (entre otros factores), determinadas por la intención y
limitadas por el rol y un marco de normas y reglas. La naturaleza del propio
rol, o papel, que cumple un actor determina su naturaleza. Al igual que en
una obra de teatro donde cada persona tiene que cumplir su papel, esto
mismo se puede aplicar a la sociedad: Una persona que haya sido padre
tendrá que adaptarse a ello y cumplir acciones que uno se espera de un padre,
establecidas vagamente (Los papeles no explican una conducta concreta, sino
una orientación) por un estereotipo normativo. Por ejemplo, un padre tendrá
que jugar con su hijo, darle de comer, llevarlo al médico etc. Las acciones de
una persona también se pueden ver limitada por dos o más roles (rol de padre
y rol de administrativo en su trabajo).

Por otra parte, el marco normativo limita a las acciones a través de las normas
y reglas. Las reglas limitan a toda la sociedad en actividades concretas y
pueden ser constitutivas (determinan una acción y la regulan, dictaminando
lo que está prohibido y lo que se puede hacer: Circular por la derecha) y
regulativas (regulan actividades ya preexistentes: La sintaxis y las normas de
ortografía regulan la escritura, pero no la prohíbe. Las personas pueden
escribir sin poner tildes o signos de puntuación y aun así están escribiendo).
Por otra parte, las normas buscan la convivencia y si no se cumplen dan lugar
a una sanción. Están más orientadas a la parte moral y ética de las sociedades
(“Prohibido robar”).

En la sociedad, los actores por su naturaleza tienden a agruparse en conjuntos


que a su vez determinan y explican en conjunto sus acciones, roles, valores,
normas… ya sea de forma sistemática, como las categorías sociales, o
esporádica y momentánea, como los agregados sociales limitados por un
espacio y tiempo concreto (personas en la Plaza Mayor a las de la tarde).
Estos dos tipos de agrupaciones difieren de los grupos, cuyos integrantes
tienen conciencia de pertenecer al conjunto, aunque no estés de acuerdo con
el consenso del grupo y no te identifiques con sus integrantes. Se pueden
clasificar teniendo en cuenta si son voluntarios (gente que se alista en
ejército) o involuntarios (núcleo familiar). Estos a su vez se pueden dividir
entre reversibles (joven o recluta) o irreversibles o difícilmente reversibles
(mutilado, recluso de un campo de concentración…) También se pueden
clasificar por tamaño ( a mayor número, menor presión e influencia social) y
por las relaciones entre sus integrantes, primarios si hay relaciones cara a
cara con frecuencia (Generalmente grupos pequeños como la familia) o
secundarios si apenas hay contacto (un grupo grande, por ejemplo).

Muchos grupos legitiman sus acciones e intentan fortalecer el sentimiento de


unión e identidad mediante la simbología, que actúa como un elemento
aglutinante y unificador. Desde el totemismo purificador de algunas tribus
hasta sectas religiosas, pasando por escudos y banderas de países, o incluso
fórmulas y ecuaciones (v=velocidad), el ser humano ha tenido la capacidad
de abstracción y de atribuir cualidades o valores a varios signos ( Homo
symbolicus) con el fin de una unificación social (Homo theoricus).

Con todo esto explicado, mi opinión, de momento, de la sociedad es que no


es un término que hayamos inventado para dar explicación a nuestras
conductas, sino que ha sido con el paso del tiempo y los avances en las
ciencias que nos hemos empezado a interesarnos por la sociedad, que lleva
existiendo desde el Neolítico. Como dije al principio, la sociedad no es algo
que actúa paralelamente a nosotros. Cuando algunas personas dicen que “la
sociedad ha cambiado”, dan a entender que nosotros no podemos hacer
nada ante esa “entidad” y tenemos que evolucionar con ella. El ser humano
tiene muchas facetas que participan continuamente en los cambios sociales
sin que nosotros nos enteremos, y ahí está el problema. Hemos pasado
mucho tiempo sin prestar atención a lo que dice la sociología, ya sea por
rechazo o por creer que no es una ciencia como tal. Por suerte, parece que
las personas se han dado cuenta de su papel activo en la sociedad y son
conscientes de que la sociedad puede cambiar y de que no hay ningún
evento planteado de antemano que cambie inevitablemente la sociedad. La
pandemia, al igual que otros eventos de escala mundial como crisis, no han
cambiado la sociedad. Siempre hemos sido nosotros.

También podría gustarte