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4.

El loco bajo la cama


Esta es la historia de una joven de [....], llamémosla Sara. De pequeña, Sara tenía
miedo a la oscuridad, hasta que adoptó a un perro que le hacía compañía. Durante
años, Sara dormía tranquila porque sabía que bajo la cama estaba su perro, y si tenía
miedo solo tenía que extender la mano: entonces, el perro empezaba a lamerla hasta
que se quedaba dormida.

Así pasaron los años y Sara se hizo adulta. Una noche, en la radio, escuchó que
cerca de [....] estaba en busca y captura un asesino muy peligroso. Sara, acompañada
de su perro, no tenía miedo: se metió en la cama, extendió la mano hacia el borde y
el perro, como todas las noches, empezó a lamerla.

Durmió del tirón y, al despertar, le sorprendió que el perro no se hubiera cansado de


lamerle la mano en toda la noche. O eso creía: al abrir los ojos, encontró al perro
muerto sobre el suelo de la habitación. Bajo la cama, un hombre seguía lamiéndole
la mano.

[Recopilada en el grupo de WhatsApp de monitores de campamento].

5. El desafío del cementerio


Varias adolescentes habían ido a pasar la noche en casa de una amiga, aprovechando
que sus padres estaban de viaje. Cuando apagaron las luces se pusieron a hablar de
un viejo al que acababan de enterrar en un cementerio cercano. Se decía que lo
habían enterrado vivo y que se le podía escuchar arañando el ataúd, intentando salir.

Una de las chicas se burló de aquella idea, así que las otras la desafiaron a que se
levantara y fuera a visitar la tumba. Como prueba de que había ido, tenía que clavar
una estaca de madera sobre la tierra de la tumba. La chica se fue y sus amigas
apagaron la luz otra vez y esperaron a que volviera.

Pero pasó una hora, y otra más, sin que tuvieran noticias de su amiga. Se quedaron
en la cama despiertas, cada vez más aterradas. Llegó la mañana y la chica no había
aparecido. Aquel mismo día, los padres de la chica regresaron a casa y, junto al resto
de padres, acudieron al cementerio. Encontraron a la chica tirada sobre la tumba…
Muerta. Al agacharse para clavar la estaca en el suelo, había pillado también el bajo
de su falda. Cuando intentó levantarse y no pudo, creyó que el viejo muerto la había
agarrado. Murió del susto en el acto.

[De Tened miedo… Mucho miedo. El libro de las leyendas urbanas de terror, de Jan
Harold Brunvand].
6. “¿Has subido a ver a los niños?”
Una adolescente está cuidando por primera vez a unos niños en una casa enorme y
lujosa. Acuesta a los niños en el piso de arriba, y, cuando apenas se ha sentado
delante de la televisión, suena el teléfono. A juzgar por su voz, el que llama es un
hombre. Jadea, ríe de forma amenazadora y pregunta: “¿Has subido a ver a los
niños?”.

La canguro cuelga convencido de que sus amigos le están gastando una broma, pero
el hombre vuelve a llamar y pregunta de nuevo: “¿Has subido a ver a los niños?”.
Ella cuelga a toda prisa, pero el hombre llama por tercera vez, y esta vez dice: “¡Ya
me he ocupado de los niños, ahora voy a por ti!”.

La canguro está verdaderamente asustada. Llama a la policía y denuncia las


llamadas amenazadoras. La policía pide que, si vuelve a llamar, intente distraerle al
teléfono para que les de tiempo a localizar la llamada.

Como era de esperar, el hombre llama de nuevo a los pocos minutos. La canguro le
suplica que la deje en paz, y así le entretiene. Él acaba por colgar. De repente, el
teléfono suena de nuevo, y a cada timbrazo el tono es más alto y más estridente. En
esta ocasión, es la policía, que le da una orden urgente: “¡Salga de la casa
inmediatamente! ¡Las llamadas vienen del piso de arriba!”.

[De Tened miedo… Mucho miedo. El libro de las leyendas urbanas de terror, de Jan
Harold Brunvand].

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