Está en la página 1de 2

SEUDÓNIMO: SONIA NIEVAS KARINA BLANCO 09/08/21

DUELOS: Infancia

De muy pequeña conocí la intensa amargura de las lágrimas, corriendo por mi cara
como río tempestuoso.

Primero mi esperadísimo hermano arribado a la vida solamente por unas horas y al día
siguiente, mi madre. Muertes inexplicables e incomprensibles para la niña que yo era.

Demasiado dolor. Demasiada desesperanza. Demasiada angustia. Ninguna otra muerte


había pasado cerca. Ni perrito, ni gato, ni abuelos, ni vecino, habían muerto que yo
supiera.

Ninguna muerte posterior, que no fueron pocas, tuvieron la importancia, ni la intensidad


de la de mi madre y mi hermanito.

Después de aquellas partidas, supe que era capaz de sobrevivir a casi todo y que la vida
se gana batallando cada día contra la propia pulsión de muerte.

Los recuerdos de aquel momento están teñidos de relatos de otros, pero entrando en la
extraña penumbra que han formado, me remonto, me dejo aplastar nuevamente por las
1
noticias…

-Kari, vení, sentate conmigo en el comedor. -tengo que decirte una cosa anunció Sergio.

-Ciro no va a venir a casa a estar con nosotros. -Dios necesita un angelito en el cielo
dice papá. Así que se lo llevó para tenerlo con él.

Rápidamente pensé en que iba a necesitar todas las cosas que le habíamos comprado.
¿Cómo haríamos para dárselas a Dios para que se las transportara al cielo? ¡Qué rabia!
¿Por qué no había elegido a otro bebé? ¿Por qué nos quitaba a nuestro hermanito?

Lloré, lloré, lloré… Sergio me abrazó en silencio y después de un largo rato así, juntos,
apretaditos logré serenarme y le pregunté: ¿Mamá cuándo viene?

-No lo sé. Kari, no lo sé.

Me quedé todo el resto del día enojada con Dios. Traté de mantenerme despierta
esperando que papá trajera a mami, pero me quedé dormida sin que llegaran.

Al día siguiente me levanté con la ilusión de que estarían.


SEUDÓNIMO: SONIA NIEVAS KARINA BLANCO 09/08/21

No sé cómo lo supo, pero Sergio lo supo.

Otra vez sentados en el comedor de casa.

-Kari, me pidió papá que te avise que mami tampoco va a venir más, que también se fue
al cielo, para ayudar a Dios a cuidar a Ciro.

¡Qué malo era Dios! ¿A nosotros quién nos iba a cuidar? Salí corriendo de la casa.
Sergio me alcanzó y me abrazó, llorando fuerte. Yo también lloré mucho. Estaba muy
enojada con Dios, pero también con papá que no había hecho nada para que no los
llevaran. Quería que papá me abrazara como Sergio, dónde estaría papá.

Por unos días lloré mucho, de eso sí me acuerdo. Pero de todo lo demás que pasó no
recuerdo ni un minuto. Solamente que de pronto las cosas de Ciro y de mamá ya no
estaban en la casa. Quizá papá se las dio a Dios para mandarlas al cielo.

También podría gustarte