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DE REGRESO A LA CALLE: con motivo del Día Mundial de la filosofía.

Por: Francisco Lara Salazar.

0. Evidentemente, hay que admitir que en estos tiempos de cultura


hifanizada en donde todo tiende a ser resuelto mediante el uso de
tecnología de información y de comunicación, redes sociales, sitios
web y contextos ciberespaciales existe un alejamiento, si no es que,
hasta olvido o renuncia, por las cuestiones más vitales y dignas que
una sociedad se impone como base esencial para una vida de bienestar
material y espiritual, de paz y de justicia. Pese a este entorno virtual y
al aparente olvido de la verdad, no hay que dejar de lado que la
filosofía estudia el planteamiento histórico de los razonamientos
teóricos y reflexiones fundamentales éticas y estéticas de una época,
por lo que nuestro tiempo requiere ser explicado y comprendido a la
luz de la negatividad de los juicios. Que mejor que liberar a la reflexión
filosófica de la caverna digital en la que ha sido encadenada y
condenada a agotarse en la gélida mazmorra de la positividad de la
información; que mejor que hacer retornar a la filosofía a su lugar de
origen: la calle.

1. En estos tiempos de existencia viralizada, de presencia virtualizada,


refugiados en el privilegio de la desolación que como consecuencia ha
traído a la habitación la época de la pandemia, que ha hecho de la
academia un estar sin estar con los otros fuimos confinados a un
“quedarse en casa” sin salir a andar con pies descalzos la calle ni
desplazarnos al salón de clase. La presencia fue recluida en el en vivo
de la trasmisión en tiempo real.

2. Aprendizajes trucados, reflexiones mediatizadas, evaluaciones


simuladas, preguntas sin respuestas, monólogos tiesos y rancios,
neutralidad de las discrepancias; balde de agua helada para las
acaloradas discusiones, acuerdos tomados a falta de diálogo en el
silencio puro de los 7 segundos; inercia de darle click al ícono de
levantar la “manita” y callar la voz, desarrollo de competencias
digitales para llenar formatos en línea: sesiones en pantallas,
reuniones en pantallas, diplomados en pantallas, jornadas en
pantallas, congresos anticipadamente programados también en
pantallas, calendarización de actividades en sitios web y en
plataformas de streaming que nos han convertido día a día en otros
totalmente distintos a nosotros, respaldados por un fondo y
“ambiente” virtual a la carta en donde se comparte pantalla y no vida.
Vacío de narración de la experiencia, linchamiento de toda actitud
cívica, inutilidad de la conciencia histórica.

3. Sin saber bien a bien o el por qué, abandonamos o renunciamos a la


negatividad del otro y a la propia: olvido del otro como misterio, el otro
como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como
infierno. Caímos en la positividad de lo igual, exceso de consumo de
imágenes, permisividad y afirmación de la información, publicidad del
ego y de las utopías de la individuación. Convocados a ser altamente
productivos en los espacios asfixiantes del ciberespacio para percibir el
mundo a través de los monitores de las pc de escritorio o portátiles de
las Lap top y en dispositivos móviles, exiliados de las aulas y de las
calles todos fuimos sorprendidos por estas tecnologías y tiempos de
pandemia mundial.

4. Acostumbrados cada vez más, a un aparecer y desaparecer más, a un


estar sin desplazamiento, de un aquí a un allá sin movimiento, en la
rutina de sentarse frente al monitor, en el hábito de mirar nuestro
reflejo en el espejo, en la bruñida, iluminada y a la vez opaca pantalla
de plasma, en la automática acción de encender el ordenador, en
oscilación monótona del cursor; acto repetitivo que tuvimos que
aceptar, hombres de hoy, para navegar y tramitar la existencia en el
mar de la información; ver desfilar la realidad en “series” de noticias,
aunque sean fak news, películas que se estrenan anticipadamente a las
salas cinematográficas, videos de todo género y condición infográfica,
temporadas de contenidos sin ninguna limitación temporal, todos, los
que nos plantamos en esa otra forma de existencia sin formatos
digitales tuvimos que decodificar y hacer una negociación a fin de
continuar en estos espacios de realidad virtual. Interesante y hasta
divertidos algunos aspectos de esta realidad son, al grado de que
muchos se dejaron seducir por los efectos de simulación y convertidos
ahora están en promotores y defensores de esta realidad virtual.
5. Seducidos, encantados y hechizados algunos quedaron por la
normalidad confinada, por los empleos volcados a plataformas, por la
educación vuelta instrucción, por las personas comoditizadas, por el
amor empaquetado en sistemas operativos sin advertir que: en la
existencia mediatizada la realidad crece en grado cero y estalla sin
ninguna tensión categorial; lo positivo de la mirada pasmada frente a
la pantalla hasta perder la conciencia se coloca; la experiencia satinada
que viaja por todas partes de la red se vacía de toda narración, pues,
en la realidad hifanizada, prevalece lo amorfo de lo igual calcado en el
me Gusta, en el Hastagt, en el ¡WoW!, que prosiguen e insisten sin
resistencia alguna en poner la vida on line … entonces las hadas ya no
caminan de aquí para allá en la yuxtaposición indiferente de lo antes
distinto y por estos días uniformado.

6. Suspensión de la existencia presencial no para una “epoje” ni


reducción fenomenológica, mucho menos para una ciencia de la
experiencia de la conciencia, sino apertura para el consumo y
almacenamiento de información, o sea, la subjetividad humana
pasando del “garabato” al Big Dato. Proliferan, por todos lados,
aquellos que afirman (que, por cierto han aprendido muy bien el
negocio de deslizarse en la red) que en esta modalidad de realidad
monótona e informatizada yacen innovadoras, profundas, abismales,
dislocadas, liberales formas y experiencias de la verdad y del ser a las
que recomiendan abismarse. Convirtieron al mundo de lo digital en
una hipóstasis de la realidad y de la verdad, también.

7. Estamos en un devenir continúo meramente ciberespacial en el que


entramos y salimos, nos asomamos de una ventana a otra, de
plataforma en plataforma navegamos, interactuamos y nos hundimos
en un tiempo digitalizado, permanente, estático, sin caminar más la
Tierra; rota la relación de la existencia con la naturaleza dejamos de
mirar hacia afuera por las ventanas de la casa para asomarnos hacia el
adentro de las ventanas de la red, aquí, otra conciencia es la del ser;
ligereza, fragilidad, flexibilidad, son los valores del entorno
diberespacial. Todo acontece en la cercana lejanía, todo sucede en la
lejana cercanía donde la lejanía es verdad y la cercanía también, pero
solo en su falsedad. Todo a la distancia se encuentra en un
congelamiento pausado de la realidad, enfriamiento de las relaciones
sociales humanas al modo como el veloz alejamiento de las galaxias en
el universo; saltamos y migramos a un lugar en donde lo diverso ya no
cabe en un verso, dado que en la red todo lo llena la inmediatez viral
de lo inequívoco.

8. A casi ya dos años que, de algún laboratorio en Wuhan por descuido,


por ensayo o por experimento global y mundial el mortal virus se
liberó, la anterior normalidad fue intervenida, lijada, limada, alisada,
aplanada, e igualada … ahora ya vacunada entre el bronce, la plata y el
oro olímpico una nueva normalidad acontece. Lo que no cambia entre
las crecientes olas de contagio de Covid-19 es el rondar de la muerte: a
diario, por aquí, por allá, por acullá.

9. A las crecientes estadísticas de la muerte diariamente corresponde un


alto volumen de ventas de medicamentos, de artefactos de
comunicación y de información por Amazón o por Mercado libre o
cualquier otro sitio de venta en línea. Altas han sido por estos días las
ganancias económicas para las trasnacionales: farmacéuticas y
empresas de tecnologías digitales. Campañas publicitarias que
convencieron u obligaron, aun a los más necesitados en el planeta a
conectarse a dispositivo satelitales para hacer búsquedas minuto a
minuto de la mismidad o al menos de la apariencia, en canales de
comunidades virtuales para no dejar salir a la calle a las mayorías
silenciosas, para no acudir a clase de latín o de francés y dejar de
escribir en viejas libretas de pasta dura para trasladar la literatura, la
filosofía y la historia a los muros de Facebook o de Twiterr, con lo cual
las humanidades varadas y ralentizadas por los actuales tiempos
quedaron.

10. Sea como sea. Colocar nuestro existir en lo rupestre y en lo arcaico


cada vez más, es una manera de sobrevivir a los solares baldíos en los
que por estos días la realidad en mundial corto circuito ha sido
comprimida para echársela al bolsillo. Si desde una ontología arcaica
vemos y oímos, pero entonces también desde una epistemología, ética
y estética rupestre, bien nos daremos cuenta que el ser no es una slfie;
aunque muchos también por estos días industriosa y publicitariamente
han sacado provecho de toda esta situación. Hay que evitar que el
existir sea depilado, aligerado, descorporizado. Por más difíciles y sin
gloria que sean estos tiempos: si con una sonrisa, con un espontaneo
jubilo, con una limpia mirada; si queremos comunicar nuestro libre ser
y caminar la tierra todavía, entonces: hay que defender nuestra arcaica
originalidad y rupestre ser.

11.Dejar atrás estos tiempos actuales de: cultura híbrida -como cantaba
Rodrigo Gonzáles-: De salvajes y científicos/ Panzones que estaban
tísicos / En la ampechana mental / En la vil penetración cultural / En el
agandalle transnacional /En lo oportuno norteño-imperial / En la
desfachatez empresarial / En el despiporre intelectual / En la vulgar
falta de identidad. Significa esto asomarnos y volver a caminar las
calles para dejar atrás estos tiempos actuales de convivencia
electrocutada, comunicación satinada, cercanía sanitizada, existencia
hifanizada, en una palabra: realidad simulada. El reto para nuestra
voluntad por estos días es algo así como empeño y esfuerzo por vivir
fuera del ciberespacio, al mismo tiempo, aprender a hacer uso ético y
estético del poder de la información.

12.Retornar a la arcaica, maciza, directa e irreversible realidad, en donde


por medio de la metis, pensar y decir eran una y la misma cosa. Ahí en
donde las cosas tenían un origen poético, mantico y mitológico, como
en el caso de la cultura griega arcaica, la de los poetas arcaicos, pero
también del adivino, del profeta, del rapsoda; todos ellos navegando
en el mar de la sabiduría y sus metamórficos modos de realidad,
hundidos el mundo de verdades contingentes, fragmentadas y
múltiples posibilidades de existencia. Metis significa consejo y truco a
la vez, es una deidad que no posee rostro específico alguno pues su
naturaleza o estado es la transformación continúa. Lo mismo que la
vida y la calle.

13.Volver a vivir el mundo a través de la mirabilia para mirar más allá del
milagro, la analogía y la semejanza para quedar de frente a un universo
mágico, fantástico y por supuesto maravilloso, como lo fue para una
parte de la cultura y sociedad medieval. Por lo menos para quienes
miraban por encima del programa teológico, para los que escapaban al
poder religioso y político del orden medieval y que por tal razón fueron
los trasgresores de los altos muros de la ciudad medieval; osados y
arriesgados a vivir el encantamiento de la tierra silvestre, salvaje,
enigmática y fantástica del bosque bajo la protección de Merlín, de
Excalibur y la Dama del lago. Claro, quienes así lo hicieron, hombres y
mujeres, no solamente adjetivados de forajidos o de brujas, sino que
fueron también acusados, perseguidos, castigados y torturados bajo el
uso de una tecnología del dolor y sufrimiento del cuerpo, pues se
trataba de salvar al alma del pecado y realidad ofrecida a los hombres
por el Oscuro demonio.

14.Regresar a esa edad de la razón en donde la imaginación y el


entendimiento jugaban libremente en un bricoleur, como ocurre en la
niñez, o quizás, en donde la imaginación pensaba y el pensamiento
imaginaba, como lo fue para la temprana modernidad. De cara a la
ciencia e industria, que procede conforme a axiomas y taxonomías, de
frente a lo “concreto” -a lo que especialista o expertos siguen sin
cuestionamiento-, paralelamente a las formulaciones teóricas que han
conducido a la formalización y positivización de la realidad humana-
social bien puede oponerse el pensar, el hacer y el proceder del
Bricolage. Un modo de hacer las cosas extremadamente plástico como
maleable en sus usos cotidianos.

15.Metis, Mirabilia y Bricoleur, son saberes espontáneos e imprecisos,


prácticos y de sentido común -de ahí su naturaleza rupestre- Tales
saberes han sido descalificados y ocultados por los relatos totalizantes
de las formas bajo las que la Razón se ha presentado históricamente:
ya como Logos, Ratio o Vernunft y ahora el Simulacro en esta era
digitalizada. Estos saberes siempre han existido paralelamente a los
grandes sistemas de la verdad, logrando mantenerse como resistencia
crítica a esas verdades teoréticas y trascendentales que fijan el mundo
a criterios de explicación a priori, obviamente conceptualizados. Estos
saberes rupestres pertenecen más a la vida y aun horizonte práctico,
mítico, mágico, poético. Por tanto, de sentido común y de carácter
estético, dialéctico y hermenéutico. Saberes artesanales y totalmente
callejeros.
16.En plena y bacanal edad de la comunicación e información digitalizada
quizás, por salud física, psicológica, ética, estética, etc., convenga
recuperar la fuerza de la ilusión y utopía del pensar y del existir en las
relaciones sociales en las que la dialéctica y la hermenéutica se
requerían para comprender el sentido a los fines humanos. Regresarle
a la existencia su carácter interpretativo y explicativo, intenso y
extensivo bajo la condición de la contradicción es traer de nueva
cuenta la escucha, el respeto, la hospitalidad, es decir, el diálogo, a la
vida. Simplemente, es volver a vivir.

17.Recuperar el sentido franco, honesto y simple de las relaciones


humanas conlleva a procurar que la tierra, el aire, el agua y el fuego
vuelvan a ser los elementos primordiales en los que se fundaba el arte
de andar la tierra, saludar y abrazar al prójimo y ser solidario con los
semejantes. Voltear la mirada a la invitación que hacía Heráclito por
una filosofía para los despiertos, para los que escuchan y para los que
respetan el sentido relativo de la búsqueda de la mismidad y la
profundidad del alma humana es un llamado de atención a nuestra
marcada indiferencia hacia la verdad, paradójicamente en donde, por
estos tiempos que corren hoy en día, se imponen como criterios
esenciales las mundiales y globalizadas verdades del mercado y de la
diversión, donde, por cierto, la mitad de las cosas son falsas y la otra
son mentiras.

18.La calle, sin duda alguna, es fuente de respeto como medida de


relación con los demás, es por igual un lugar de relaciones saludables y
no ensimismadas, es decir, con distancia. Por el contrario, los grupos
de Whatsapp o comunidades digitales no escuchan ni respetan: viven
atrapados en la obscenidad y en la violencia en todas sus formas, son
grupos sin distancia y sin respeto a lo privado. Ahí no se escucha al
logos, es decir, a la razón. En la red no hay necesidad de desvelar el
orden escondido en el aparente desorden pues no se tiene conciencia
de los opuestos o de la contradicción como base del humano existir.
Ahí ni se entiende el sentido de la vida ni se aceptan explicaciones;
para nada cabe ahí la filosofía. La lógica de la red no soporta la
interpretación o acción negativa del juicio, pues simplemente ahí no
hay vida alguna. La vida, como la calle son apertura y comprensión
-como decía Heráclito en alguno de sus fragmentos- de que lo “vivo y
muerto, despierto y dormido, joven y viejo, son lo mismo. Pues uno se
cambia en otro, y el otro en lo uno de nuevo”. Bien, podríamos decir,
que todo vibra en lo uno y lo uno en todo, como la vida en la calle y la
calle en la vida.

19.Volver a esa condición de existencia humana en donde, como bien


manifiesta Arturo Meza: Si te fijas -exclama él- en todas las cosas que
hay en el planeta, existen por la vibración. Estamos en un mundo
orgánico, un plasma donde todo vibra; desde la partícula más pequeña
hasta el mineral y las ideas. Todo es vibración. Entonces todos los seres
somos musicales. Concibo -termina por expresar Arturo Meza- al
universo esencialmente musical … me atrevo a decir que la música
sostiene al universo. Así entonces, en efecto, se trata de volver a
vibrar, que, sin duda, es vivir en la distancia presencial, no en la
distancia virtual, como es el caso en estos tiempos de existencia
hifanizada. Luego entonces, es vital vibrar de nueva cuenta en la
hospitalidad, en el respeto y por ende en el diálogo con todo lo
diferente que es el ser humano y con todo lo diverso que el universo.
El mundo solo puede estar sano plenamente cuando vibra al ritmo de
las estrellas y en proporción a los planetas.

20.Vibrar, sentir, oír, expresar, pensar para atender y entender al


auténtico y presencial ser sólo es posible en cuanto le pongamos un
alto a esta sociedad sorda, alborotada, enredada y yuxtapuesta. El
retorno al sentido arcaico de las relaciones humanas de la
comunicación y la convivencia franca, honesta, simple, sencilla,
fraterna y desinteresada, significa, individual y colectivamente, como
sostiene Byung-Chul Han, llevar a cabo una revolución temporal que
haga que comience un tiempo totalmente distinto, por supuesto, a
estos tiempos de hoy que han secuestrado al individuo en plataformas
y programas de simulación de convivencia en donde todo está
acelerado por una lógica del incremento del rendimiento y la eficacia;
sociedad del cansancio y del aburrimiento. Ilusión de que por vía de la
totalización de la producción se alcanza el éxito.

21.Quizás, retornando a la condición humana de nuestro arcaico y


rupestre ser, también volvamos a esos lugares comunes en donde
reinaba el tiempo del ocio, del rito, de la celebración, del carnaval, de
la fiesta, como ritmo de temporalidad bajo las que las comunidades
reales crecían y daban lugar relaciones humanas con sentido y con
altos fines buenos, bellos y verdaderos, sin importar que, a estos
primordiales tiempos, hoy añorados, se les califique -sobre todo en las
redes sociales- de inútiles y rupestres ¿y que, si así es, al fin y al cabo,
la existencia humana siempre será arcaica y rupestre? ¡Como la calle
misma!
22.Cuando el pensamiento tenía acceso a lo completamente distinto se
debía eso a que en la calle se deambulaba y se hacía vida pública. Fue
bajo la condición nómada de la existencia donde nació la fundamental
y primigenia interrogación del por qué. Fue en el Ágora en donde las
esenciales cuestiones humanas por la naturaleza, el hombre y Dios se
originaron. Fue en el pórtico en donde los principios de la ataraxia e
imperturbabilidad para una vida feliz, natural y social, se advirtieron.
Fue en el Jardín en dónde se criticaron y sistematizaron criterios para
una vida verdadera, buen ay bella desde el placer o hedone. Todos
estos lugares públicos, comunes, abiertos y democráticos eran los
espacios naturales de la reflexión filosófica. La filosofía estaba en las
calles. La calle como espacio de comunicación y convivencia franca,
honesta y cívica de los ciudadanos que exteriorizaban su opinión sin
miedo a la equivocación y mucho menos a la burla de los demás.

23.Entonces, regresar a la calle es algo así como: volver a vibrar con la luz
y con el viento; algo así como liberar la filosofía de la red. Acto de
transgresión y acción revolucionario que nos arroje de la tormenta
digital de datos que ensordecen la totalidad de nuestros sentidos.
Reactivemos, por tanto, las relaciones humanas de manera presencial.
Restablezcamos la sonoridad y fuerza de la palabra. Hagamos que el
pensamiento filosófico salga al pueblo para liberar a los ciudadanos de
sus opiniones, tal como ya lo hizo Sócrates y un tal Diógenes, que, a
plena luz del día, y en la calle, buscaba al hombre. Retirémonos del “en
vivo” en el que la realidad ha sido puesta en línea y lugar de
desaparición de la cercanía humana, dado que precisamente ahí, en la
red, en la hipercomunicación y sobreexsitación “Todo queda igual de
cerca que de lejos”. Ahí, todo es un callejón sin salida. Salgamos de ese
lugar no-lugar o de ese espacio comprimido y sin calles en donde todo
lo diferente muere en el close up, esto es, en la obscenidad de la
imagen y por tanto realidad pixelada. Rescatemos la filosofía de esos
espacios digitales y hagámosla circular de nueva cuenta por las calles,
plazuelas, mercadillos, callejones y aún avenidas y veloces ejes viales
de las ciudades y de las metrópolis. Airar el pensamiento otra vez es
un acto de renovación de la existencia.

24.Si rehabilitamos la condición arcaica de la realidad y la condición


rupestre de nuestro ser, bien podríamos, romper el cerco de la
industria cultural e impronta tecnológica del modelo de negocios con
la que ha sido cercada la realidad y se ha desterrado el sentimiento y el
pensamiento únicamente a las tareas, fuera de toda crítica, de tener
que estar inventando al otro, o peor aún, los individuos habitar en el
intercambio perpetuo de información día a día en plataformas y
dispositivos tecnológicos de digitalización de identidad simuladas y en
tener que inventar que todavía somos alguien.

25.Salir del reino de la fatalidad de esta existencia hifanizada y simulada


supone reivindicar, como expresa Eduardo Aute: el espejismo de
querer ser uno mismo. Ese viaje hacia la nada que consiste en la
certeza de encontrar en tu mirada: la belleza. De lo contrario,
seguramente y cada vez más, continuaremos existiendo en estos
tiempos blandos, limados, ligeros, superfluos y banales, en donde la
única acción que le queda al individuo es tener que negarlo todo, tal y
como lo sentencia Joaquín Sabina, ¡ese que canta! Lo niego todo,
incluso la verdad.

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