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OPORTUNIDADES
Significado y alcance del principio de igualdad de oportunidades
Uno de los pilares básicos de las sociedades democráticas actuales lo constituye el principio de igualdad (en todas
sus manifestaciones y dimensiones) entendido como la prohibición de la discriminación por raza, sexo, nacionalidad,
origen étnico o procedencia, edad, discapacidad, orientación sexual, o cualquier otra condición personal o social.
- igualdad de razas
Debemos entender la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, como una cuestión de justicia con las
mujeres y, en este sentido, desarrollar la Igualdad de Oportunidades significa contribuir a la construcción de sociedades
más justas y más democráticas, en la medida que posibilita la plena incorporación de las mujeres en los ámbitos social,
político y económico, contribuyendo de esta forma a mejorar la eficiencia económica de la sociedad en su conjunto.
Con todo, el reconocimiento del principio de igualdad desde la doctrina jurídica no implica necesariamente la
desaparición de todas las discriminaciones, ya que garantizar el principio de Igualdad de Trato (igualdad formal), si bien
resulta una condición necesaria, no es suficiente para alcanzar una situación realmente igualitaria (igualdad real), al no
permitir reducir las diferencias sociales existentes.
“La igualdad entre mujeres y hombres, por mucho que sea una exigencia de la razón humana, no es un hecho, ni
siquiera en las sociedades que proclaman ideales democráticos”.
Discriminación de género
Equidad de género
Igualdad Formal
Igualdad Real
Aplicación de las medidas necesarias para que la Igualdad sea efectiva, removiendo los
obstáculos tanto culturales como de cualquier otro tipo que entorpezcan su consecución
Siendo un hecho innegable que mujeres y hombres no somos iguales biológicamente, esta diferencia no justifica en
modo alguno ni el trato desigual dispensado a las primeras ni mucho menos la discriminación soportada por la
población femenina a través de los tiempos.
Sin necesidad de remontarnos muy atrás en el tiempo, decir que la desigualdad es un hecho siempre presente en la
historia de la humanidad y que la reivindicación por la igualdad de sexos ha sido una constante que, en los últimos
tiempos ha protagonizado grandes logros (reconocimientos) pero que, por desgracia, aún tiene muchas resistencias
que afrontar.
SEXO GENERO
PRODUCTIVO REPRODUCTIVO
Espermatozoides Óvulos
(más valorado) (menos valorado)
NATURAL (se hace) SOCIO - CULTURAL (se aprende)
Ejemplos: Ejemplos:
Las sociedades elaboran en términos de valores, todo un ideario femenino o masculino dependiendo de cada
momento, cultura, intereses…, hasta el punto de que feminidad y masculinidad son construcciones sociales que nada
tienen que ver con el sexo de nacimiento.
Sexo
Género
• Capacidades
• Valores
• Funciones sociales
• Espacios
• Pautas de comportamiento
En la década de los 70 del siglo pasado la teoría sexo-género, junto con otras teorías sociales, deslegitiman la
concepción esencialista de la naturaleza femenina, al distinguir claramente entre los hechos biológicos que determinan
el sexo (hombre/ mujer) y los hechos sociales que construyen el género (masculino/ femenino).
El concepto de género es un concepto social. Parte de las supuestas diferencias biológicas entre los sexos y define
más particularmente tales diferencias, así como las desigualdades entre los roles que se asignan a hombres y mujeres
en función del contexto socioeconómico, histórico, político, cultural y religioso de las diferentes sociedades en las que
viven esos hombres y mujeres.
A lo largo de nuestras vidas aprendemos a ser mujer o a ser hombre, en el marco de la sociedad en la que vivimos;
esto es, desarrollamos nuestra identidad de género, según sea nuestro sexo de referencia.
Androcentrismo
Modelo del que han emanado los procesos educativos y que, además de transmitir valores
jerárquicos diferenciadores y discriminatorios para la mujer, promueve una serie de
actitudes basadas en la intervención de los estereotipos, los prejuicios y los roles de
género discriminatorios para la mujer.
Estereotipos de género
Entendemos por desigualdades vinculadas al género aquéllas que reflejan las diferencias de situación entre
hombres y mujeres en un ámbito o lugar determinado.
Al ser resultado de una percepción social diferente de lo que deben ser los roles femeninos y masculinos, son
producto mucho más de los roles relativos a mujeres y hombres dentro de las estructuras económicas y sociales del
mundo contemporáneo, que de las supuestas diferencias biológicas entre ambos sexos.
Desigualdad económica
De los 1.200 millones de personas que viven en la pobreza, el 70% son mujeres. A pesar de que las mujeres realizan
dos tercios del total del trabajo mundial, poseen menos del 1 % del total de los bienes mundiales.
Desigualdad social
Diferencias ligadas a aspectos sociales (como por ejemplo la marginación de las viudas o las madres solteras), hasta
el punto de que, en muchas culturas, las normas sociales exigen de las mujeres una actitud pasiva.
En todos los niveles educativos, las mujeres sufren un retraso con respecto a los hombres. De los 129 millones de
niños y niñas escolarizables, en educación primaria y que no van a la escuela, 77 millones son niñas, lo que representa
el 60%; de las niñas se piensa que no tienen tanta necesidad de educación, puesto que el papel que les corresponderá
en la familia será el de madres y esposas
Desigualdad cultural
Asimetría de derechos y obligaciones, matrimonios forzados de las mujeres, mutilación genital, etc.
Desigualdad política
Diferencias con respecto a las distintas posibilidades de tomar decisiones de manera autónoma, así como de
participar en la toma de decisiones colectivas.
A nivel mundial, las mujeres raramente ocupan más de un 1 o 2 % de los puestos directivos. En el mundo, menos de
un 5 % de las Jefaturas de Estado, de los altos cargos directivos de empresas y organizaciones internacionales están en
manos de mujeres.
Desigualdad ética
Diferencias en relación a las normas morales, aplicadas de forma muy diferente a mujeres y a hombres (como, por
ejemplo, los fundamentalismos que invaden los Estados).
Al hablar de división sexual del trabajo, nos referimos al reparto de tareas en función del sexo. El ya comentado
modelo androcéntrico, al establecer que la función de las mujeres era la maternidad, condicionó que las tareas que les
son propias se relacionaran con el cuidado de la prole y de todas las personas de la unidad familiar.
Así mismo, el modelo androcéntrico no sólo ordenó el mundo a su medida, dividiendo los espacios y las tareas
según los intereses masculinos, sino que asignó valores a esta división, propiciando que cualquier actividad ejercida por
las mujeres tenga menos valor que las ejercidas por los hombres.
Aunque las políticas públicas potencian el empleo femenino y reducen los desequilibrios entre hombres y mujeres
en términos de acceso al empleo, siguen persistiendo graves disparidades, hasta el punto de ser preocupante la
persistencia de diferencias entre los sexos en lo referente al empleo a tiempo parcial.
Aunque la opción de trabajar a tiempo parcial puede deberse a preferencias personales y ser una ayuda para
incorporarse (o regresar) al mercado de trabajo y mantenerse en él, la magnitud de la disparidad es una prueba de que
hay diferencias en las pautas de utilización del tiempo, pues la mujer asume en la mayoría de los casos las tareas
asistenciales y tiene dificultades para compatibilizar el trabajo con la vida privada.
La división sexual del trabajo se manifiesta en la concentración de las mujeres en las tareas de la reproducción
(ámbito doméstico) y en la inserción diferenciada en determinadas actividades y puestos de trabajo, produciendo
sistemáticamente diferencias salariales en detrimento de las mujeres.
Manifestaciones de la división social y técnica del trabajo
- Diferente distribución de varones y mujeres por ramas y sectores de actividad, por tipo y
tamaño de empresas, y dentro de ellas, por determinados procesos de trabajo, secciones,
puestos y calificaciones laborales
- Diferente remuneración
Mención más detallada requiere la segregación ocupacional, fenómeno que comporta exclusión y discriminación,
así como un desaprovechamiento de recursos humanos (exclusión en una ocupación de muchas de las personas más
capacitadas y adecuadas para desempeñarla).
La segregación ocupacional es más desventajosa para las mujeres que para los hombres.
La discriminación en el mercado del trabajo y la desigualdad entre hombres y mujeres tienen también graves
efectos negativos sobre las futuras generaciones, al condicionar las decisiones de padres y jóvenes sobre su educación
y formación, lo cual, a su vez, contribuye a perpetuar las desigualdades entre hombres y mujeres, tanto en el mercado
del trabajo como en sus hogares.
• Posición desventajosa de las mujeres en el mercado del trabajo debida al patriarcado, a la posición
subordinada de las mujeres en la sociedad y a las responsabilidades que asumen con las tareas domésticas y el
cuidado de los hijos.
• Estereotipos negativos que la sociedad aplica a las mujeres (menor fuerza física, supuesto desinterés por
supervisar a otros, etc.).