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La crisis que generó esta “ruptura del orden constitucional” había iniciado meses antes
cuando el Presidente de la República Manuel Zelaya trató de realizar una consulta popular
para la inclusión de una “cuarta urna” en las elecciones del mes de noviembre del mismo
año, en la cual se consultoría cambios a la Constitución por medio de una Asamblea
Constituyente esto generó un enfrentamiento de poderes entre él, el Congreso y la Corte
Suprema, quienes afirmaban que con esto el Presidente buscaba posibilidades de
reelección. Tanto la Corte Suprema de Justicia como el Tribunal Superior Electoral
calificaron la consulta como ilegal y la prohibieron a través de una ley aprobada cinco días
antes de que se realizara. El presidente Zelaya mantuvo la consulta, entrando en conflicto
también con el Ejército, provocando incluso la renuncia de los jefes de la Fuerza Armada y
la Fuerza Aérea (Estaun, 2011, pág. 12).
Por su parte la OEA suspendió a Honduras como miembro de la organización hasta que
restaurara el gobierno democrático. El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Venezuela y los
Estados Unidos anunciaron sanciones económicas para Honduras a causa del golpe de
Estado.
Conociendo los hechos, ¿Cómo fue el rol de la OEA en la crisis institucional de Honduras?,
la organización jugo un papel importante. La Asamblea General de la Organización de
Estados Americanos convocó una sesión extraordinaria que dio como resultado reafirmar
su demanda de que Zelaya fuera restituido en su cargo. Después de varias negociaciones la
OEA no logro que Zelaya fuera restituido de nuevo en su cargo, lo que deja muy mal
internacionalmente a la OEA, a pesar de expulsarlo de la organización no logro que el país
regresara a la normalidad, aun celebrando elecciones nuevas. La OEA emitió diferentes
resoluciones que condenaban el gobierno de facto de Honduras, pero estas no tuvieron
ninguna relevancia en el país.
Luis Almagro se amparó en el Artículo 20 de la Carta que establece, entre otras cosas, que
“en caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional
que afecte gravemente su orden democrático cualquier Estado Miembro o el Secretario
General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una
apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente”.
Cabe destacar que la activación de este instrumento puede derivar en la suspensión de
Venezuela de la Organización.
Venezuela es un ejemplo de que a veces la política no gestiona sino agrava los conflictos.
La explosiva mezcla entre colapso económico y violencia seguirá siendo un lastre en el
corto plazo y más si el Gobierno y la oposición en vez de afrontar los problemas del país se
dedican a luchar por el poder y no a solucionar la crisis multidimensional.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, buscó aplacar la furia de las calles revocando
los aumentos en las contribuciones obreras y patronales al fondo de pensiones que
administra el Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS)
Esos incrementos fueron la chispa que encendió las protestas de estudiantes, que
rápidamente se extendió a otros sectores de la sociedad. Pero la inconformidad ya había
tomado nuevas razones para mantener las manifestaciones. Las protestas ya no solo eran
por el INSS, es contra el gobierno que niega la libertad de expresión, libertad de prensa y
de manifestación pacíficamente.
Conociendo los conflictos y la influencia de la OEA en cada uno de ellos, nos damos
cuenta de que la OEA no obtuvo éxito en ninguno, para comprender las razones por las
cuales no finalizó con éxito su intervención en estos tres conflictos, debemos analizar lo
siguiente: limitaciones del organismo surgidas a través de su principio de no intervención y
poca capacidad de adaptación a la nueva realidad regional.
Reconociendo las limitaciones de la Carta Democrática, Insulza dijo que desearía más
poder para manejar a tiempo las crisis políticas, cosa que aseguró no se pudo hacer en
Honduras porque el presidente Zelaya pidió ayuda "un día antes de que lo golpearan". Pero
para preservar la soberanía y evitar intromisiones en asuntos internos, muchos estados
limitan el grado de supervisión internacional y es poco probable que le den más
atribuciones a la organización.