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INTRODUCCIÓN
El riesgo de que un paciente diabético desarrolle una ulcera en el pie a lo largo de su vida se
estima entre el 15% y 25% Si se consigue prevenir su aparición o se logra su curación, se pondría
prevenir la mayoría de las amputaciones en diabéticos, el 85% de estas amputaciones van
precedida por una ulcera Una buena estrategia va dirigida a una prevención, educación del
paciente y de los profesionales en salud con equipos multidisciplinarios , esto lograra reducir entre
un 50 y 80% de las amputaciones
DEFINICIÓN:
Consiste en una mezcla de patologías que afecta al pie de los pacientes diabéticos, como ser la
neuropatía diabética , la enfermedad vascular periférica, la neuroartropatia de charcot, la ulceración
neuropatica, neuroisquemica o isquémica y las infecciones
ARTROLOGÍA
El pie es el efector final de las funciones que ha de acometer el miembro inferior en su conjunto. La
funcionalidad, la eficacia del miembro dependen de la buena disposición de su extremo final.
El pie se compone de una unidad funcional y estructural compleja. Posee unos elementos óseos
propios, con estructuras articulares entre ellas y una musculatura intrínseca. Esta unidad funcional
se mantiene estrechamente unida a la región de la pierna, mediante una articulación muy presente
en la clínica diaria, el tobillo.
El tarso es el grupo de huesos que forman la base ósea de la porción posterior del pie. Está
formado por siete huesos, dispuestos en dos grupos, uno anterior de cinco huesos (escafoides,
cuboides y los tres cuneiformes o cuñas) y otro posterior con dos huesos (astrágalo y calcáneo).
El astrágalo forma parte de la articulación del tobillo. Esta tróclea queda encajada dentro del
marco óseo que le prestan las porciones distales de los huesos largos de la pierna, maleolo tibial y
peroneo.
El astrágalo se apoya, sobre el calcáneo a través de su cara inferior, denominada el seno del tarso
y nos muestra el eje de movimientos reales que ejecuta el pie; el pie propiamente,
independientemente del tobillo.
El calcáneo es un hueso alargado, muy robusto sobre el que asentará buena parte del peso
corporalEn una visión posterior del calcáneo vemos la tuberosidad, donde termina el tendón de
Aquiles, y en ella tendrá lugar el asiento de buena parte del peso corporal. La cara anterior se
articula con el hueso cuboides.
Los cinco huesos de la segunda línea del tarsopueden ser estudiados en conjunto. Las relaciones
articulares que establecen entre sí condicionan que estos huesos se muevan conjuntamente como
si de un bloque se trataran. Los huesos más posteriores y que se enfrentan y articulan con el
astrágalo y calcáneo son el escafoides, que se sitúa medial, y el cuboides que es lateral. Estas
cuñas o cuneiformes se denominan en función de su situación como primera, segunda y tercera,
vistos de medial a lateral.
Los cinco huesos metatarsianos, uno para cada dedo, forman buena parte del esqueleto del pie.
Son huesos largos. La base de los metatarsianos se encuentra en el extremo más cercano al tarso,
articulándose con los huesos de la segunda línea del tarso. La cabeza de los metatarsianos, con
forma de tróclea, para enfrentarse a las falanges. La longitud de estos huesos es variable siendo el
primero el más robusto y grueso. El segundo es el más largo de todos, y a partir de él decrecen
progresivamente hacia el exterior.Estas cinco diáfisis, vistas en conjunto, organizan un arco
cóncavo que mira hacia la planta del pie. En sentido transverso, las diáfisis de los metatarsianos
suponen uno de los niveles de amputación del pie.
A excepción del primer dedo que sólo tiene dos, todos los dedos tienen tres fragmentos
óseos,llamadas falanges. Entre ellas se designan por su posición, como son, la falange proximal,
media o distal. Son huesos pequeños, pero largos.
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LAS ARTICULACIONES DEL PIE
No suele ser este un nivel muy referenciado en cuanto a las amputaciones del pie. Son las
denominadas amputaciones de Boyd aquellas que intervendrían a este nivel subastragalino.
El astrágalo y calcáneo, se unen a los huesos más posteriores de la segunda fila del tarso –
navicular o escafoides y cuboides- en la denominada articulación mediotarsiana o de Chopart.
En conjunto la segunda fila del tarso, los cinco huesos articulados entre sí, se presentan como una
estructura cuadrangular con pocos grados de movilidad entre cada uno de ellos. El conjunto ofrece
una mayor plasticidad, y sensación de movimiento a todo el bloque de huesos de esta segunda fila
y por tanto, un reflejo macroscópico de movimiento del pie en conjunto.Estos cinco huesos, se
mantienen estabilizados con pequeñas cápsulas articulares, reforzadas bandas ligamentarias. Se
cumple pues, la función de mantener los huesos bien anclados.Anteriormente, los huesos del tarso,
se articularán con los metatarsianos, configurando la articulación tarsometatarsiana o de Lisfran
Los grandes músculos movilizadores del pie se encuentran en la pierna, denominados por ello
extrínsecos. Largos tendones derivados de los vientres musculares descenderán desde esta región
hasta el pie para movilizarlo. Por otro lado encontramos los músculos intrínsecos del pié en su cara
palmar y dorsal, distribuidos en planos, los cuales confieren movilidad a los dedos.
Estos comprenden un vientre muscular que se originan e insertan en estructuras óseas del propio
pie. No tienen una expresión cutánea al encontrarse dispuestos profundamente a los tendones de
los músculos de la pierna y, en el caso de la planta, al importante acúmulo graso.
Cuando la arteria poplítea sigue su recorrido por la zona posterior de la rodilla en la fosa poplítea
pasa a llamarse arterial tibial posterior. La rama de la poplítea que salta por encima de la
membrana tibioperonea, pasa a ser la arteria tibial anterior, dirigiéndose por la cara anterior del
tobillo entre los tendones de los músculos del tibial anterior y el extensor del dedo gordo. Discurre
por la superficie dorsal del pie, momento en que toma el nombre de arteria pedía.
El componente venoso se genera en el miembro inferior desde los pies, a través de pequeños
ramos venosos homónimos a los arteriales. A nivel dorsal del pie, la red venosa es muy evidente y
superficial, por el escaso componente de tejido celular. A este nivel comienza el sistema de drenaje
magno que bordea todo el miembro anterior y medialmente como vena safena magna. La red
venosa plantar es profunda en el plano muscular, oculta bajo la aponeurosis plantar y discurre junto
a los arcos arteriales descritos. Bajo el sustentáculo talli se apoya para salir del pie una vena tibial
posterior que discurrirá en el compartimento posterior de la pierna.
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NERVIOS DEL PIE
Dos grandes plexos nerviosos intervienen en la inervación sensitiva y muscular del miembro. El
plexo lumbar genera nervios motores y sensitivos que quedan lejos de nuestro objeto. Pero ramos
sensitivos alcanzarán el pie, a través del ramo superficial del nervio femoral (L1-L4), el nervio
safeno inerva la piel del borde medial del pie. Pero va a ser el plexo ciático, el que discurre por la
capra posterior del miembro, el que asuma el mayor componente sensitivo del pie y todo el
componente motor. Simplificando, la gran segregación del nervio ciático (L4-S3) como principal
efector del plexo sacro para nuestros intereses es su separación en un nervio peroneo, alrededor
del cuello del peroné, y un nervio tibial sobre la cara posterior del compartimento posterior de la
tibia. El nervio peroneo no inerva las musculatura intrínseca de la cara dorsal del pie una vez que
alcanza la región del tobillo. Pero si es responsable de la inervación del dorso del pie y dedos a
través de los nervios cutáneos dorsal e intermedio.El nervio tibial inerva somáticamente la
musculatura intrínseca –ventral y dorsal- del pie y sensitivamente la región de la planta y borde
lateral del pie. Para ello, penetra en el pie discurriendo bajo el sustentaculum talli, profundamente
al músculo abductor del dedo gordo. En este plano profundo muscular se sitúa superficialmente al
músculo de Silvio o cuadrado plantar. Se divide en dos grandes ramas: nervios plantares lateral y
medial. Discurren en el plano profundo, ofreciendo ramas motoras hasta el antepie y región de los
dedos.
FISIOPATOLOGIA
Cerca de la mitad de los enfermos diabéticos con úlceras en los pies presentan deformaciones en
los mismos, y en el 12% de ellos, la deformidad es la causa directa de la lesión. Finalmente, existe
un tercer grupo de factores agravantes o perpetuantes en el que pueden identificarse desde
alteraciones isquémicas subclínicas, hasta necrosis tisular progresiva.
Los factores predisponentes son aquellos que dan lugar a un pie vulnerable, de alto riesgo de
desarrollar complicaciones. Pueden ser de tipo primario—neuropatía y macroangiopatía— o
secundario — microangiopatía.
En esta situación de pie vulnerable o de alto riesgo actuarán los factores precipitantes o
desencadenantes, de los que el más importante es el traumatismo mecánico, que da lugar a una
úlcera o a la necrosis.
Una vez aparecida ésta, pasan a ejercer su acción los factores agravantes, entre los que se
encuentran la infección y la propia isquemia.
La primera puede provocar un daño tisular extenso, favorecida por la segunda que, además, actúa
retrasando la cicatrización. Finalmente, la neuropatía evitará el reconocimiento tanto de la lesión
como del factor precipitante
FACTORES PREDISPONENTES
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Son
alteraciones que afectan tanto a las fibras sensitivas y motoras como al sistema autónomo. La
neuropatía sensitiva altera inicialmente la sensibilidad profunda —sentido de posición de los
dedos del pie, reflejos intrínsecos de los mismos— y posteriormente a la sensibilidad superficial
—táctil, térmica y dolorosa.
La afectación motora atrofia la musculatura intrínseca del pie. Todo ello provoca acortamientos
tendinosos y alteraciones en la distribución de las fuerzas que soporta el pie, iniciando y
consolidando diferentes tipos de deformidades. Las más prevalentes son los dedos en martillo y en
garra, la prominencia de las cabezas de los metatarsianos y el desplazamiento anterior de la
almohadilla grasa plantar ya atrofiada. Suponen un riesgo potencial de lesión, en función del
aumento de la presión plantar máxima en zonas concretas del pie, propicias a desarrollar úlceras.
Las úlceras neuropáticas son consecuencia de estímulos lesivos, no percibidos por el paciente,
debido a la pérdida de la sensibilidad dolorosa.
Estos estímulos suelen ser mecánicos, aunque también pueden ser térmicos y químicos. La
ubicación más prevalente de las úlceras son las zonas de callosidades, secundarias a la presión
plantar en la zona (Figura 1).
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asociándose a isquemia aproximadamente en la mitad de ellos. Por tanto, el pie insensible, con
independencia de que se halle bien perfundido o isquémico, debe considerarse como un pie de alto
riesgo.
b) Macroangiopatía
La isquemia es consecuencia de una macroangiopatía que afecta a las arterias de mediano y gran
calibre.
c) Microangiopatía
Por otro, la susceptibilidad genética y las alteraciones endoteliales producidas por los cambios de
flujo y presión a nivel de la microcirculación debido a la neuropatía autonómica.
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Las alteraciones hemodinámicas consisten en la hiperemia microvascular reducida, es decir, en la
vasodilatación reactiva reducida, que conduce a una disminución de la respuesta inflamatoria ante
un traumatismo o una infección y en la disminución de la vasoconstricción inducida posturalmente,
que comporta la distribución deficiente del flujo sanguíneo. Por tanto, la microangiopatía en el
enfermo diabético, si bien tiene una importancia fisiopatológica demostrada en la lesión de la retina
y del glomérulo renal, y asociada a hiperglucemia mantenida, en la instauración y proceso evolutivo
de la neuropatía, tiene un papel secundario, todavía incierto, en la producción de las úlceras en el
pie
Aunque la enfermedad microvascular por sí misma es poco probable que cause úlcera en el PD, es
responsable de la necrosis tisular por el fracaso de la función de la microcirculación, que en los
enfermos diabéticos es debido a una interacción de los efectos que sobre ella tienen la neuropatía,
la macroangiopatía y la propia microangiopatía.
La neuropatía provoca:
a) El aumento del flujo en reposo a través de los shunts arterio-venosos, efecto que actúa a modo
de "robo" o by-pass de los capilares nutritivos. b) La disminución de la respuesta vasodilatadora
reactiva a estímulos dolorosos, térmicos o a situaciones de isquemia.
La macroangiopatía provoca:
La microangiopatía provoca:
Sobre el pie de riesgo desarrollado por los factores predisponentes, para que se inicie una lesión,
deben actuar los de tipo precipitante o desencadenante, siendo el más frecuente el traumatismo
mecánico cuando actúa de forma mantenida, provocando la rotura de la piel y la úlcera o la
necrosis secundaria.
En el caso del PD, los factores clave que influyen en su patogenia son:
- El nivel de respuesta sensitiva protectora o umbral de protección.
- El tipo, magnitud y duración del estrés aplicado, y
- La capacidad de los tejidos para resistirlo.
Si en un pie neuropático con sensibilidad alterada se aplica un estrés de tipo normal y moderado,
pero reiterativo en un intervalo evolutivo prolongado y concentrado sobre una zona de aumento de
la presión plantar condicionada por una deformidad como puede ser el hallux valgus o una
callosidad, el proceso va a determinar la autólisis inflamatoria seguida de necrosis, al no existir una
respuesta dolorosa defensiva.
En un pie isquémico, la capacidad de los tejidos para resistir el fracaso es menor, y un estrés ligero
y mantenido, como puede ser el de un zapato mal ajustado, es suficiente para iniciar la lesión.
a) Factores extrínsecos
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El traumatismo mecánico se produce habitualmente a causa de calzados mal ajustados, y
constituye el factor precipitante más frecuente para la aparición de úlceras, sean neuroisquémicas
o neuropáticas, correspondiendo el 50% de las mismas a zonas afectadas por callosidades en los
dedos.
El traumatismo químico suele producirse por aplicación inadecuada de agentes queratolíticos. Por
ejemplo, con ácido salicílico.
b) Factores intrínsecos
Cualquier deformidad del pie, como los dedos en martillo y en garra; el hallux valgus; la artropatía
de Charcot, o la limitación de la movilidad
La mayor sensibilidad a la infección en los enfermos diabéticos se debe a diferentes causas, entre
las que cabe mencionar como más prevalentes, la ausencia de dolor, que favorece el desarrollo
insidioso de una celulitis extensa o de un absceso; la hiperglucemia, que altera los mecanismos
inmunitarios, fundamentalmente la inmunidad celular y la isquemia, que compromete la perfusión
arterial y el aporte de oxígeno.
De todas las infecciones observadas en el PD, las bacterianas —básicamente las causadas por
estafilococos y estreptococos— y las micóticas —candidiasis, dermatofitosis, cromoblastomicosis—
son las más frecuentes.
Factores de riesgo.
Modificables
Descontrol metabólico.
Factores sociales.
Deformidades anatómicas.
Aumento de la presión plantar.
Calzado inadecuado.
Sobrepeso corporal u obesidad.
Alcoholismo.
Tabaquismo.
Ingestión de b bloqueadores.
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No modificables.
Edad
Tiempo de evolución de la DM.
Sexo.
Antecedentes de úlceras y/o amputaciones.
Antecedentes de neuropatía, angiopatía, retinopatía y nefropatía.*
Limitación de los movimientos articulares.
*Pudieran ser modificables en estadios iniciales.
Causas
1. Neuropatía diabética.
Periférica (sensitiva, motora, mixta).
Autonómica.
2. Angiopatía diabética.
3. Infecciones (bacterianas, micóticas y mixtas).
4. Traumatismos.
Mecánicos (fricción, presión y heridas).
Térmicos (quemaduras).
Químicos (yodo, callicidas, otros).
Manifestaciones clínicas
Úlceras.
Pie artropático o artropatía de Charcot.
Necrosis digital.
Celulitis y linfangitis.
Infección necrotizante de tejidos blandos.
Osteomielitis.
En general los grados 0-3 suelen ser neuropáticos y los 4-5 neuroisquémicos.
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2. Examen Físico:
Es importante en el examen físico del paciente con pie diabético precisar la existencia de pulsos
arteriales, una ausencia de pulsos, nos indicará que la isquemia se encuentra implicada en la
patogenia de la lesión, aunque el desencadenante sea otro.
No siempre es fácil la palpación de los pulsos pedios ya que la presencia de edema o la no
compresibilidad de la arteria por calcificación de la misma pueden dificultar la maniobra
exploratoria. Nos ayuda a valorar el componente isquémico la inspección del pie (signos clínicos de
isquemia) así como el antecedente de claudicación intermitente o la presencia de dolor en reposo.
No es infrecuente que estas fases de la enfermedad vascular periférica falten en el diabético
debido a la presencia de neuropatía concomitante, el estudio hemodinámico también nos puede
ayudar en el diagnóstico.
COMPLEMENTARIOS
Se realizaran de urgencia.
1.-.Hemograma Completo
2.-Glucemia
3.-Creatinina.
4.-Coagulograma Mínimo
5.-Parcial de Orina.
6.-Coloración de Gram.
7.-Muestra para cultivo y antibiograma
8.-Rx de Tórax AP de pie y Rx del pie AP y Lateral
9- ECG
10- Gasometría e Ionograma, si el cuadro del paciente lo requiere se realizará.
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-Coagulograma completo
-Lipidograma
-Fondo de ojo
-Cultivo y antibiograma
ESTUDIOS ANGIOGRAFICOS
El estudio angiográfico constituye la exploración básica e imprescindible en la que nos basamos
para escoger el proceder quirúrgico en cada caso, en aquellos pacientes con diagnóstico de pie
diabético isquémico, en la actualidad y en nuestro medio estamos utilizando el Angiotac de 64
cortes
TRATAMIENTO
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TRAMIENTO EMPIRICO DE LAS INFECCIONES DEL PIE DIABETICO. CONSENSO ESPAÑOL
INERSOCIEDADES (AEC, SEAYCV, SEQ, SEMI)
Tratamiento quirúrgico
Es esencial conocer los distintos compartimentos y la anatomía vascular del pie antes de realizar
cualquier cirugía sobre el mismo, puesto que una incisión mal diseñada puede conducir a necrosis
de los tejidos adyacentes y a dificultades en la cicatrización. Los procedimientos básicos son: el
desbridamiento y las incisiones de drenaje, que se pueden realizar bajo anestesia local o
locorregional.
La revascularización es esencial en presencia de isquemia crítica.
Desbridamiento
En las infecciones clasificadas como leves, es necesario un cierto grado de desbridamiento en casi
todas las úlceras. Se realiza a la cabecera del paciente con un bisturí del número 15 y
habitualmente en el pie neuropático no precisa anestesia. Un amplio desbridamiento implica con
frecuencia la amputación de uno o varios dedos, debiéndose intentar en este caso que haya una
buena proporción entre el tejido óseo extirpado y las partes blandas adyacentes para permitir una
cobertura ósea, inmediata o diferida.
Dependiendo de la gravedad y la extensión de la infección y el tejido extirpado, la herida resultante
puede precisar dejarla completamente abierta (para un cierre diferido a los 3-4 días o esperar a un
cierre por segunda intención), optar por un cierre parcial o bien un cierre completo de la herida. En
la mayoría de los casos, sin embargo, la presencia de franca supuración desaconseja cualquier
tipo de aproximación de la herida, siendo necesario dejarla ampliamente abierta y con gasas
humedecidas en suero fisiológico en todos los recovecos de la misma. En el postoperatorio, la
herida debe inspeccionarse diariamente, ya que la persistencia de la supuración al comprimir
manualmente el pie dirigiendo la presión hacia la herida, sugeriría la existencia de bolsas de pus
retenido, lo que implica la necesidad de facilitar más aún el drenaje abriendo ampliamente la zona,
ya sea mediante un nuevo desbridamiento en la cama del paciente o en el quirófano. Cuando el
defecto resultante de la pérdida de piel y partes blandas por la infección es grande, puede ser útil el
aparato de aspiración negativa sobre la herida (VAC). Si la herida presenta un adecuado tejido de
granulación que sangra con facilidad y no tiene signos de infección ni tejido necrótico, puede
plantearse su cierre diferido.
Toda úlcera infectada debe ser desbridada. Si es superficial, bastará con un pequeño curetaje que
elimine restos necróticos y ayude a estimular el crecimiento de los bordes. En infecciones que
afecten a campos más profundos, el desbridamiento debe ser más agresivo e incluir la resección
de todos los tejidos necróticos e infectados en quirófano.
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pero también de los compartimentos plantares centrales superficial y profundo. Una incisión plantar
que sigue una línea imaginaria que une el segundo dedo con el centro del talón, empezando
proximal a la zona de apoyo del antepié, y se dirige posteriormente para detenerse justo distal a la
superficie de apoyo del talón, permite el drenaje de los compartimentos plantares centrales
superficial y profundo. A veces puede establecerse el drenaje adecuado comunicando el área de la
úlcera infectada con el extremo más alejado del absceso, localizándolo con una pinza de
Rochester-Pean y abriendo la piel que lo recubre.
Revascularización
El desbridamiento del tejido necrótico o desvitalizado se realiza antes de cualquier intento de
revascularización. En presencia de afectación grave del retropié, con frecuencia la mejor opción
será la amputación infracondílea que, dependiendo del grado de afectación, puede realizarse con
cierre primario más frecuentemente diferido. En cualquier caso, cuando se considera necesario
algún tipo de amputación del pie, es preciso planificar adecuadamente el tratamiento, que nunca
debería realizarlo un cirujano poco experimentado. Como los pacientes diabéticos con isquemia
crítica en el pie tienen a menudo una coronariopatía concomitante, se clasifican como de alto
riesgo para los procedimientos tradicionales de bypass arterial. Por este motivo, muchos centros
intentan restablecer la perfusión del pie con procedimientos menos invasivos, como los
endovasculares, ya sea mediante angioplastia percutánea, con o sin stent, o bien endarterectomía
con láser.
La revascularización precoz es el tratamiento óptimo de la isquemia en la úlcera del pie diabético.
Entre revascularización endovascular o abierta, debe optarse por la endovascular.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Control de la glucemia mediante estudios de hemoglobina glicosilada periodicamente.
Higiene, uso de calzados apropiados
Programa de ejercicios
En situaciones graves analizar tema de bypass femoro popitleo
Evitar y prevenir las amputaciones en pacientes con ulceras y gangrenas.
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