Está en la página 1de 11

Instituto de Expansión de la Consciencia Humana

F: (09) 22 22 451
Correo Electrónico: alejandrocelis@terra.cl
Página Web: www.transformacion.cl

La Intuición:
su naturaleza y entrenamiento
Trabajo final para ser presentado ante la CONAPC para la acreditación como psicólogas clínicas de las autoras.
Santiago, Enero 2002.

Pamela Campos C.1


Alice Thomas S.2

Abstract

En este escrito se exploran diversas consideraciones respecto a la facultad intuitiva; su naturaleza, sus
características, la forma en que se manifiesta y, especialmente, la forma en que puede entrenarse en las personas el
contacto con ella. Se exponen diversas experiencias al respecto y las conclusiones extraídas, a ser aplicadas en el
entrenamiento de psicoterapeutas Humanistas y Transpersonales, para quienes esta habilidad es especialmente
importante.

Palabras clave: Intuición, entrenamiento de terapeutas, Psicoterapia Transpersonal.

La psicología –probablemente, al igual que otras ciencias- ha dejado de lado o


simplemente ignorado aquello que no logra comprender con sus conocimientos
actuales. Esto se aplica, por ejemplo, a todo ese conglomerado de fenómenos agrupados
bajo el revelador nombre de para-psicológicos. La parapsicología, según el Diccionario
de la Real Academia Española, es el “Estudio de los fenómenos y comportamientos
psicológicos de cuya naturaleza y efectos no ha dado cuenta la psicología científica. Entre ellos
están la telepatía, las premoniciones, la levitación, etc”. Sin embargo, la realidad es que ni
siquiera la naturaleza del mundo físico –de la cual, en nuestros días escolares, se nos
enseñó una versión teñida de rotunda certeza- es algo que se comprenda a cabalidad
(Capra, F., 1982; Grof, S., 1993; Wilber, K., 1990). Y esto se aplica, con mayor motivo, al
mundo psicológico.

La cualidad marginal a la que ha sido relegada este tipo de fenómenos ha generado una
literatura y cuerpo de conocimientos también marginal, en donde la charlatanería
abunda. Sin embargo, han existido estudios más serios de una diversidad de fenómenos
1
Psicóloga U. de Chile (1994). E-mail: atman@entelchile.net
2
Psicóloga U. Diego Portales (1993). E-mail: alicethomassuhr@terra.cl
2

(entre otros, Twemlow, S.W. et al, 1980; Celis, A., 1993). La Guerra Fría -con las dos
superpotencias espiándose mutuamente- fue un curioso contexto en el cual se
originaron algunos de los estudios más sistemáticos de los fenómenos paranormales
realizados hasta el presente. En 1963 –y en la creencia equivocada de que los
norteamericanos estaban desarrollando las habilidades psíquicas con fines estratégicos-,
el Kremlin dio un fuerte impulso a los estudios parasicológicos, tanto en la URSS como
en los demás países tras la cortina de hierro. En general, los resultados de estas
investigaciones tendían a desmitificar estos fenómenos, mostrándolos como habilidades
enteramente naturales que pueden ser entrenadas (Ostrander, S. y Schroeder, L., 1973).

La cultura popular, por otra parte, generalmente ha reaccionado con curiosidad y a


veces sensacionalismo frente a fenómenos aún inexplicados, como la premonición. Es un
hecho histórico que la esposa de Julio César intentó impedirle asistir a la reunión donde
fue asesinado, puesto que la noche anterior había soñado ese evento; como también lo
son las visiones y premoniciones de diversos profetas judíos, como José, Moisés o Juan
Bautista. Por lo demás, en los orígenes de prácticamente todas las tradiciones religiosas
existe referencia a visiones, revelaciones y, en general, a percepciones que parecen ser
producto de un estado expandido de consciencia.

La Intuición

La idea de que nuestro estado de vigilia “normal” es sólo una fracción de nuestras
posibilidades de experimentar la realidad ha sido explorada ampliamente por las
corrientes místicas y, en el terreno de la psicología, por la corriente Transpersonal
(Ornstein, R. E., 1972; Celis, A., 2000 y en prensa). El concepto de “estados alterados”, y
luego, el de “expansión de consciencia” han intentado describir esos otros estados
internos, en los cuales generalmente la percepción se modifica hasta incluir estímulos
que, en circunstancias “normales” pasan desapercibidos. Hallazgos como los
sintetizados en la obra mencionada más arriba (Ostrander, S. y Schroeder, L., 1973)
tienden a indicar que estos estados expandidos –en los cuales nuestras facultades se
amplían- constituyen habilidades que podemos desarrollar con algún grado de entrenamiento.

En este trabajo, nos abocaremos al fenómeno de la intuición, la que podríamos definir


en términos simples como algo que se sabe sin saber cómo se lo sabe; una súbita
comprensión de algo que no podemos justificar en términos racionales. M.L. Schulz
(1999) la define del siguiente modo: “La palabra intuición viene del latín intueri, que
significa mirar hacia adentro. La intuición es algo que vemos, oímos y sentimos dentro, un
lenguaje interno que facilita la percepción y la comprensión”. Este concepto –junto con los
demás fenómenos considerados paranormales- es un caso extraño dentro de la
psicología. Ninguna de las autoras recuerda haber oído mencionar el tema en su
formación –en las Escuelas de Psicología de la U. de Chile y Diego Portales,
respectivamente- salvo referencias breves a Jung y actividades prácticas desarrolladas
por algún exponente de la Psicología Humanista o Transpersonal. En contraste, a nivel
popular el término tiene un uso extendido: “lo sentí en la guata”, “me tincó que eso era así”,
3

“tuve un sueño que me clarificó las cosas”, “tengo un pálpito”, “el sexto sentido”, etc.
Probablemente, el motivo para que este contraste exista es la naturaleza escurridiza de la
intuición, la que tanto como concepto y como vivencia es difícilmente transmisible en
términos estrictamente racionales.

La relativa familiaridad existente tanto con el concepto como con la vivencia cotidiana
de sus manifestaciones hace difícil, sin embargo, que le consideremos un fenómeno
paranormal. Si bien es cierto que no le comprendemos, le aceptamos como un fenómeno
de sabiduría popular. Desde los orígenes de la humanidad, el hombre ha buscado
contactarse con un nivel invisible a sus ojos, que diese respuesta a fenómenos que no
lograba explicar: los fenómenos climáticos, la vida, la muerte. Los antiguos tuvieron
diversas interpretaciones para los contactos establecidos con ese nivel invisible:
elaboraron mitologías, crearon dioses e instituyeron brujos y brujas, sacerdotisas y
sacerdotes, atribuyéndoles a ellas y ellos la responsabilidad de contactarse con ese nivel
y de transmitirle a la gente común los mensajes de los dioses. En la antigua Grecia, el
oráculo de Delfos fue un famoso y respetado medio para comunicarse con ellos.

Como ya vimos, en los tiempos bíblicos estos mensajes eran considerados revelaciones o
visiones. Otras personas, en otras culturas, se declaraban poseídos por el Espíritu y
caían en trance, durante el cual el Espíritu hablaba a través de ellos. Los sueños
premonitorios o reveladores son mencionados desde muy antiguo como cierto tipo de
contacto con el "más allá". Juana de Arco decía oír voces: lamentablemente para ella y
para muchas otras personas sensitivas, este tipo de mensajes fue interpretado en algunas
épocas como la posesión por el mal o el demonio, siendo quemadas en la hoguera por la
Inquisición u otros movimientos fanáticos.

El límite que separa la intuición cotidiana de la súbita inspiración que ha dado origen a
numerosos inventos y descubrimientos científicos y a ambas de la premonición o de las
visiones místicas que se hallan a la base de las principales religiones parece ser sólo
asunto de grado, intensidad o profundidad –y no tratarse, en realidad, de fenómenos
esencialmente diferentes-. Algunas intuiciones de un alcance enteramente limitado al
momento presente no parecen ser menos sorprendentes o mágicas que las que cambian
la historia. Es probable que los diferentes nombres que hemos atribuido a estas variantes
sólo sean distinciones que hemos creado en nuestra ignorancia. En el mundo de los
artistas –especialmente literatos y músicos- esta capacidad es a veces utilizada
intencionalmente –como en el caso de Aldous Huxley, Robert Lewis Stevenson y otros-.
“Por ejemplo, Robert Lewis Stevenson ordenaba a los "duendecillos" de su mente que produjesen
historias mientras él dormía. Despertaba con la trama y los personajes enteramente definidos y
listos para ser volcados al papel. Al despertar de un sueño caprichoso, Jean Cocteau visualizó, tal
como si se hallara frente a un escenario teatral, escenas que se convirtieron en la base de su obra
"Los Caballeros de la Mesa Redonda"” (Green, A.M., en Grof, S. Ob.cit).

En el mundo de la ciencia también abunda este tipo de anécdotas:

“Poincaré, estando en cama antes de dormirse, vio símbolos matemáticos que surgían de las
nubes y que danzaban frente a él, chocando y combinándose en el primer conjunto de funciones
4

de Fuchs, funciones matemáticas cuya existencia su raciocinio, su mente lógica, había creído
imposible. El químico Kekule tuvo repetidas "visiones" de este tipo y fue diestro en la utilización
de este estado de producción de imágenes. En una cena en su honor, narró una serie de profundas
ensoñaciones en las que los átomos "hacían cabriolas" frente a sus ojos, lo que le llevó a
desarrollar su teoría de la estructura molecular. Y contó de una noche en que trabajaba hasta
tarde y decidió dormitar, girando su silla para enfrentar el fuego. Nuevamente los átomos hacían
cabriolas frente a sus ojos, formando esta vez largas filas de estructuras que giraban y se
retorcían como serpientes. De súbito, una de las serpientes atrapó su propia cola y giró
"burlonamente" frente a él. A partir de esta imagen, Kekule desarrolló el concepto molecular que
le hizo más famoso: la idea de que muchos compuestos orgánicos vienen en cadenas o anillos
cerrados tales como el anillo de benceno. Fue la solución a un problema que en la química
orgánica había quedado por mucho tiempo sin respuesta” (Green, A.M., en Grof, S. Ob.cit).

Los Talleres

Basándose en la información existente en diversas fuentes (Rosanoff, N., 1988 y


Vaughan, F., 1979) en relación a que la intuición es una facultad entrenable, Alejandro
Celis comenzó a ofrecer, en 1988, Talleres de desarrollo de la intuición a alumnos de
psicología de la Universidad Diego Portales, realizando en total unos cuatro o cinco
talleres de un semestre de duración cada uno. Una de las motivaciones centrales de este
docente fue la importancia que asignaba a esta habilidad para la actividad
psicoterapéutica, especialmente en las corrientes Humanista y Transpersonal.

Las actividades que se realizaban en esos talleres eran básicamente ejercicios


experienciales que potencialmente –a juicio del conductor- podían facilitar un mayor
contacto con lo que en psicología Humanista se conoce como “claves internas” o
valoración organísmica” (Rogers, C., 1964), junto con ejercicios propuestos en la
bibliografía existente mencionada más arriba.

Si bien nunca se realizó algún tipo de evaluación experimental respecto a la utilidad de


los ejercicios realizados en relación al objetivo propuesto, el conductor extrajo de la
experiencia una serie de conclusiones, las que fueron comunicadas a la Dirección de la
Escuela:

* que la intuición podría definirse como un "saber" sin disponer de los datos que
la mente racional necesitaría para llegar a la misma conclusión. Se refiere, no sólo a
anticipar hechos, sino a verdaderas sugerencias o advertencias respecto a lo que
hacemos o podríamos hacer y a las personas que encontramos. Y, si bien la intuición
aparece desde el mundo irracional –por lo cual se la suele confundir con las emociones-
no guarda ninguna relación con éstas. Las emociones pueden -al igual que los
contenidos mentales- también representar el mundo del condicionamiento.

* que la facultad intuitiva no es privativa de determinados individuos, sino una


capacidad existente en todo ser humano. Si bien parecen haber personas especialmente
5

dotadas, todos poseemos algún grado de capacidad intuitiva. No es entonces la idea


“adquirir” la habilidad, sino “re-descubrirla” o “despertarla”.

* que los mensajes intuitivos aparecen en paralelo con los contenidos de nuestra
mente racional, y que simplemente parecemos haber sido condicionados a poner mayor
atención a lo segundo. Poner atención a uno u otro aspecto parece excluir –al menos
momentáneamente- al otro aspecto, puesto que se vivencian como lenguajes diferentes.

* que la naturaleza de esta facultad no ha tenido, hasta ahora, explicación


satisfactoria. Las hipótesis al respecto varían desde las teorías más biológicas hasta las
más espirituales.

En 1997, las autoras formaron equipo con Alejandro Celis en la conducción de talleres
de desarrollo de la intuición, teniendo entonces el grupo así formado la oportunidad de
generar nuevos ejercicios y probar su efectividad, esta vez con un público más variado –
en cuanto a edad, nivel educacional y profesión-, si bien este tipo de Talleres se
siguieron impartiendo en Universidades –especialmente la Universidad Educares, en
Viña del Mar y Rancagua-. De igual modo, deseábamos verificar las conclusiones antes
expuestas y, en lo posible, obtener otras, de modo de trasladar las enseñanzas así
obtenidas al entrenamiento de psicoterapeutas, actividad que como equipo iniciamos en
1998.

Ejercicios Tipo

A continuación y, con un fin ilustrativo, describiremos dos de los ejercicios que más
utilizamos, y también expondremos algunas de las experiencias de los participantes de
nuestros grupos.

“El encuentro con la intuición”:

Este es un ejercicio publicado por Nancy Rosanoff (1988), al que se le hicieron ciertas
modificaciones. Se daba a los participantes indicaciones similares a las de una
imaginería (cerrar los ojos, relajarse y adoptar una postura cómoda), y luego se les
daban aproximadamente las siguientes instrucciones –cuyas indicaciones eran
deliberadamente inestructuradas, de modo de dar la mayor libertad posible al
participante para elaborar sus propios contenidos-:

“Has emprendido un viaje, y vas por un camino en plena naturaleza... al encuentro de tu propia
intuición. Has oído que todo el mundo tiene un encuentro diferente, muy personal. Algunos la
ven de una forma, otros de otra... algunos dialogan verbalmente con ella, otros en forma
telepática... pero a cada uno le habla en su propio lenguaje.
6

Vas caminando, entonces... y mientras caminas reflexionas en inquietudes que te surgen... quizás
deseas formularle preguntas, o te preguntas con qué forma se aparecerá tu intuición... y mientras
reflexionas estas cosas, te diriges a un lugar natural que conoces –que puede hallarse en la playa,
el campo, un bosque, el desierto u otro lugar-... y en ese lugar sabes que te sientes seguro(a), a
gusto, con la certeza de que nadie te va a interrumpir... y es allí donde te encontrarás con tu
intuición.

Imagina que ya has llegado al lugar... Mira a tu alrededor: todo se halla tal como tú lo quisieras.
Te sientas, disfrutando la paz que te inspira el lugar... y simplemente esperas la llegada de tu
intuición.... En un momento determinado, sientes que ésta se aproxima. ¿Cómo te diste cuenta?
¿Viste, oíste, oliste o percibiste algo? Y ahora ya sientes que tu intuición ha llegado a encontrarse
contigo... ¿cómo la percibes? ¿Cómo podrías describirla?

Ahora, como surja, dialoga un poco con ella –quizás te comuniques en palabras, por imágenes o
telepáticamente-. Quizás tu intuición desee contarte qué es para ti, qué rol juega en tu vida... y
quizás te haga recordar ocasiones en que te dio alguna indicación... ¿Recuerdas esas ocasiones?
¿Cuáles eran las circunstancias? ¿Qué ocurrió? ¿Seguiste o no la indicación de tu intuición... y
cuáles fueron las consecuencias de lo que decidiste? Observa también cómo sentiste las señales
intuitivas: fue una imagen, un pensamiento, una sensación corporal... u otra forma?

Si lo deseas, puedes hacerle preguntas... cosas que te inquietan, y esperar su respuesta. Comparte
unos instantes más, antes de separarte. Y ahora que sabes cómo es que la intuición se manifiesta
en tu vida, establece un acuerdo con ella acerca de cómo llamarla cuando la necesites... ¿cómo la
vas a llamar? Puede ser algo muy simple: por ejemplo, cerrar los ojos y pedir que te aconseje, o
hacer algún tipo de ritual... tú decides. Y ahora, te despides de tu intuición... en la certeza de que
ésta no es una verdadera separación y que siempre cuentas con ella cuando la necesites.

La Toma de decisiones:

Hemos enseñado este ejercicio (también adaptado de uno de Rosanoff, 1988) para
mostrar que la intuición a veces requiere de pequeños trucos o estructuras para
manifestarse con más claridad. En este caso, por ejemplo –como con la mayoría de los
ejercicios- no es la estructura lo importante, sino la oportunidad que a través de ella se le
da a la intuición de manifestarse. Estas son, a grandes rasgos, las instrucciones que
utilizamos:

Te encuentras sentado, en un lugar de la naturaleza, reflexionando respecto a una situación que


enfrentas en este momento en tu vida. Llamas a tu intuición para que te guíe en esta experiencia.
Puede ser un problema simple o una dificultad que se arrastra desde largo tiempo. Es importante
que, al elegir la situación, se trate de un problema en el que hay al menos dos alternativas para
enfrentarlo. Piensa en las alternativas que tienes... no consideres demasiadas, pero toma en
cuenta al menos tres: no te quedes sólo con las posibilidades extremas, pues puede que haya
posibilidades de solución que no imaginas. Incluso puedes considerar, como una de las
alternativas, la posibilidad que no has imaginado.
7

Una vez claras las alternativas que tienes, imagina que te levantas de tu asiento y te internas en
un camino campestre... a poco andar, llegas a un cruce de caminos, a una bifurcación. Frente a ti
se abren tantos caminos como alternativas tienes... imagina que cada uno de esos caminos
corresponde a una de las alternativas que has pensado: por ejemplo, que el primer camino de
izquierda a derecha corresponde a la primera alternativa en que pensaste, etc.

Una vez que has decidido cuál camino corresponde a cuál alternativa, intérnate en el primero de
ellos. Observa todo lo que va ocurriendo: cuál es tu experiencia al recorrer este camino, qué
sensación tienes. Observa si te resulta fácil o arduo recorrerlo; observa el paisaje a tu alrededor.
¿Te relaja o te cansa recorrer este camino? ¿Vale la pena recorrerlo?

Luego, regresa al punto inicial y repite el procedimiento con cada uno de los otros caminos. Al
finalizar la experiencia y, contactado con tu intuición, te sientas tranquilamente y te dejas sentir
la experiencia.

Experiencias de participantes

En el primer ejercicio se recogen las experiencias más variadas. Excepto las personas
que simplemente se bloquean –se duermen, no logran desconectarse de su mente
racional o dicen no lograr tener imágenes- la generalidad tiene una experiencia muy
didáctica, en la cual recuerdan incidentes en su vida en que han recibido claras señales
de la intuición; algunos han seguido la sugerencia y otros no, y la lección al respecto es
clara. La forma en que ven a la intuición varía en gran medida: algunos la ven con su
propio rostro y aspecto; otros, como una persona –conocida o no- a quien le atribuyen
sabiduría; otros, como un animal, una brisa, una voz interior. En general, las personas
quedan con la clara sensación de que en verdad depende de ellos –y no de otros
factores- conectarse con su propia intuición.

El segundo ejercicio resulta por lo general sorpresivo, puesto que las claves que se
muestran son a veces muy obvias e inesperadas. Una alternativa que se creía fácil y
simple aparece representada por un camino lleno de dificultades, y viceversa. Resulta
sorprendente para los participantes encontrarse con estas señales, las que sin embargo
suelen hacerles sentido. Por motivos que sólo podemos suponer –pues ni siquiera los
sujetos tenían claridad al respecto- solían aceptar estas indicaciones sin dudar de su
adecuación respecto a la situación conflictiva planteada. Lo que suponemos es que esto
simplemente se debe a que las señales provenientes de nuestro interior suelen ser
aceptadas más fácilmente que las que provienen de otras personas, y que, además, a los
participantes pueden haberles hecho sentido por quizás coincidir con alguna sensación
interna, aún vaga y poco formada.

Discusión
8

Junto con confirmar lo observado en los primeros Talleres con estudiantes, pudimos
extraer una serie de otras conclusiones tentativas:

* que las formas más frecuentes en que aparecen las señales intuitivas son:
sensaciones características en el cuerpo, imágenes, pensamientos repentinos (que se
diferencian de nuestro tren de pensamientos habitual y automático).

* que pueden variar ampliamente en su grado de profundidad y en la cantidad


de información obtenida. En un grado muy alto, se la conoce por "canalización" o
"capacidad psíquica".

* que los mensajes de la intuición parecen estar siempre disponibles; la


diferencia entre las personas que aparecen más intuitivas y las que lo parecen menos
parece ser, simplemente, que las primeras están más dispuestas a escuchar sus mensajes
intuitivos.

* que una de las dificultades para escuchar esta “voz interna” es que con
frecuencia se ve contaminada por nuestros temores o deseos. Es decir, con nuestros
temores imaginamos eventos terribles y puede que nos sugestionemos de que en verdad
ocurrirán; y si nuestros deseos son también intensos, puede ocurrir un fenómeno
similar.

* que la forma de entrenar la intuición consiste en permitirse escuchar sus


mensajes limpiamente -validar la información que nos entrega-, tanto en forma
espontánea como consultando a nuestra intuición respecto a algún asunto. Después de
escuchar, podemos decidir seguirla o no.

De lo anterior se desprende que cada persona elige, con mayor o menor consciencia,
escuchar o no sus propios mensajes intuitivos. Si damos prioridad a la comprensión
lógico-racional, el mensaje intuitivo simplemente se desdibuja y pasa a un segundo
plano. Producto del condicionamiento, este proceso ocurre en forma tan automática que
la persona rara vez se da cuenta de lo que hizo, y suele creer que simplemente no recibe
mensajes intuitivos.

El entrenamiento de la intuición parece consistir, entonces, en ayudar a la persona a


recuperar la familiaridad que alguna vez tuvo con su sensibilidad corporal –pues es ésta
la que abre las puertas a recibir los mensajes- y en ayudarle a confiar en sus propias
señales lo suficiente como para dejar de lado –al menos momentáneamente- la
seguridad de su mente racional. Con este fin, puede incluso resultar útil la información
cognitiva respecto a la forma como las personas suelen desconectarse de las capacidades
intuitivas que –como ellos mismos pueden recordar- les eran tan familiares en su
temprana infancia y, en algunos casos, incluso hasta más tarde. Resulta también muy
útil alentarles a descubrir y respetar en sí mismos sus expresiones y manifestaciones
“ilógicas”, aquellas que no siguen las pautas a las que su mente habitual se halla
acostumbrada. Les alentamos a descubrir que, de hecho, sabotean su propia intuición
9

cuando intentan hallar una explicación lógica al mensaje que perciben o acomodarlo
-por comodidad, temor o deseos personales- a sus circunstancias.

Si el psicoterapeuta desea intencionadamente darle espacio a la intuición en su trabajo y


en su vida, hemos visto que ciertas actitudes o principios son necesarios de su parte:

(1) Constancia:

La intuición nos hace navegar por aguas impredecibles. La realidad cambia, nosotros
cambiamos y también cambia nuestra intuición. “Escuchar la intuición” debe ser una
actitud continua en nuestra vida -en nuestra vida personal y profesional y en nuestras
actividades cotidianas- si deseamos obtener los máximos beneficios de ella. Y, también,
quizás no sólo estar abierto a que aparezca, sino también buscarla activamente: aprender
a situarse en el “espacio” psicológico en que podemos convocarla para solicitar su
orientación respecto a algo.

(2) Trabajar por el autoconocimiento:

Familiarizarnos con los propios estados subjetivos, las propias claves y con las trampas
en que habitualmente caemos nos ayudará a pulir la precisión de nuestra intuición.
Mientras más conozcamos nuestros temores, la forma en que nos auto-engañamos o
intentamos deformar la realidad para acomodarla a nuestros deseos, más factible será
que nuestra percepción se vuelva realmente acertada y fina. Este trabajo es continuo:
requiere la decisión de hacerlo y la mantención de la prioridad de la consciencia y la
verdad por sobre otros factores. En compensación, esta apertura traerá a nuestra vida
cotidiana la posibilidad de una mayor inspiración, creatividad y sentido.

(3) Estar valientemente abiertos a la verdad respecto a una situación:

Abrirse a la intuición implica estar dispuesto(a) a que las cosas no sean como las
imaginamos o como las deseamos. Implica la posibilidad de renunciar a nuestras
creencias y ver desmoronarse una falsa seguridad. Ciertamente, los seres humanos
deseamos la mayor parte del tiempo cosas y experiencias desde nuestra mente o
condicionamiento, las que no necesariamente sintonizan con un orden más profundo y
sabio que hay en nuestro interior. Es, por supuesto, obvio que tenemos preferencias
respecto a que las cosas se den de una forma determinada; sin embargo, mientras menos
obsesionados estemos con que las cosas se den de ese modo, menor será la tensión que
experimentemos en nuestra vida y más abiertos estaremos a la verdad.

El mensaje intuitivo es mejor aprovechado cuando se le escucha en forma incondicional;


es decir, como algo que puede que no comprendamos o que incluso puede no gustarnos,
pero que es enteramente válido como expresión de una dimensión interna que, la
10

mayoría de las veces, parece ser más sabia y de verdad conveniente para nosotros que
los cálculos de nuestra racionalidad, que muchas veces se hallan más teñidos por el
temor y la pequeñez que por la grandeza humana de la que nosotros mismos somos
capaces.

Bibliografía:

Capra, F. (1982) The Turning Point. Nueva York: Simon and Schuster.

Celis, A. (Ed.) (1993) Inspiración Visionaria: la canalización y sus mensajes para el presente y
futuro. Editorial Transformación, Santiago.

Celis, A. (2000) Aceptación y niveles de consciencia en psicoterapia Transpersonal. Revista


Praxis Nº2, Escuela de Psicología U. Diego Portales, Santiago.

Celis, A. (en prensa) El concepto de despertar espiritual en el enfoque psicoterapéutico


Transpersonal. Revista Psicología y Sociedad, Fac. de Cs. Sociales U. Central, Santiago.

Grof, S. (1993) Sabiduría Antigua y Ciencia Moderna (2ª Edición). Cuatro Vientos Editorial,
Santiago de Chile.

Green, A.M. (1993) Psicofisiología y salud: personal y transpersonal. Capítulo 19 de Grof, S.


(Ob. Cit).

Ornstein, R. E. (1972) La realidad "normal": una construcción. Cap. 2 de The Psychology of


Consciousness, Penguin Books, New York.

Real Academia Española (1992) Diccionario de la Lengua Española (21ª Edición). Espasa
Calpe, Madrid.

Rogers, C. (1964) Hacia un enfoque moderno de los valores: el proceso de valoración en la


persona madura. Publicado originalmente en el Journal of Abnormal and Social Psychology,
vol. 68, nº 2, 1964, págs. 160-67 y también en Persona a Persona, de C.R. Rogers, B. Stevens
y otros; Amorrortu Editores, B. Aires, 1980.

Rosanoff, N. (1988) Intuition Workout. Aslan Publishing, Boulder Creek, California.

Schulz, M.L. (1999) Despierta tu intuición. Urano, Barcelona.

Twemlow, S.W., Gabbard, G.O y Fowler, C.J. (1980) The out-of-body experience:
Phenomenology. Ponencia al Encuentro Anual de la American Psychiatric Association, San
Francisco, USA.
11

Vaughan, F. (1979) Awakening Intuition. Doubleday, New York.

Wilber, K. (1990) La conciencia sin fronteras. Aproximaciones de Oriente y Occidente al


crecimiento personal. Kairós- Troquel, Buenos Aires.

También podría gustarte