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F: (09) 22 22 451
Correo Electrónico: alejandrocelis@terra.cl
Página Web: www.transformacion.cl
La Intuición:
su naturaleza y entrenamiento
Trabajo final para ser presentado ante la CONAPC para la acreditación como psicólogas clínicas de las autoras.
Santiago, Enero 2002.
Abstract
En este escrito se exploran diversas consideraciones respecto a la facultad intuitiva; su naturaleza, sus
características, la forma en que se manifiesta y, especialmente, la forma en que puede entrenarse en las personas el
contacto con ella. Se exponen diversas experiencias al respecto y las conclusiones extraídas, a ser aplicadas en el
entrenamiento de psicoterapeutas Humanistas y Transpersonales, para quienes esta habilidad es especialmente
importante.
La cualidad marginal a la que ha sido relegada este tipo de fenómenos ha generado una
literatura y cuerpo de conocimientos también marginal, en donde la charlatanería
abunda. Sin embargo, han existido estudios más serios de una diversidad de fenómenos
1
Psicóloga U. de Chile (1994). E-mail: atman@entelchile.net
2
Psicóloga U. Diego Portales (1993). E-mail: alicethomassuhr@terra.cl
2
(entre otros, Twemlow, S.W. et al, 1980; Celis, A., 1993). La Guerra Fría -con las dos
superpotencias espiándose mutuamente- fue un curioso contexto en el cual se
originaron algunos de los estudios más sistemáticos de los fenómenos paranormales
realizados hasta el presente. En 1963 –y en la creencia equivocada de que los
norteamericanos estaban desarrollando las habilidades psíquicas con fines estratégicos-,
el Kremlin dio un fuerte impulso a los estudios parasicológicos, tanto en la URSS como
en los demás países tras la cortina de hierro. En general, los resultados de estas
investigaciones tendían a desmitificar estos fenómenos, mostrándolos como habilidades
enteramente naturales que pueden ser entrenadas (Ostrander, S. y Schroeder, L., 1973).
La Intuición
La idea de que nuestro estado de vigilia “normal” es sólo una fracción de nuestras
posibilidades de experimentar la realidad ha sido explorada ampliamente por las
corrientes místicas y, en el terreno de la psicología, por la corriente Transpersonal
(Ornstein, R. E., 1972; Celis, A., 2000 y en prensa). El concepto de “estados alterados”, y
luego, el de “expansión de consciencia” han intentado describir esos otros estados
internos, en los cuales generalmente la percepción se modifica hasta incluir estímulos
que, en circunstancias “normales” pasan desapercibidos. Hallazgos como los
sintetizados en la obra mencionada más arriba (Ostrander, S. y Schroeder, L., 1973)
tienden a indicar que estos estados expandidos –en los cuales nuestras facultades se
amplían- constituyen habilidades que podemos desarrollar con algún grado de entrenamiento.
“tuve un sueño que me clarificó las cosas”, “tengo un pálpito”, “el sexto sentido”, etc.
Probablemente, el motivo para que este contraste exista es la naturaleza escurridiza de la
intuición, la que tanto como concepto y como vivencia es difícilmente transmisible en
términos estrictamente racionales.
La relativa familiaridad existente tanto con el concepto como con la vivencia cotidiana
de sus manifestaciones hace difícil, sin embargo, que le consideremos un fenómeno
paranormal. Si bien es cierto que no le comprendemos, le aceptamos como un fenómeno
de sabiduría popular. Desde los orígenes de la humanidad, el hombre ha buscado
contactarse con un nivel invisible a sus ojos, que diese respuesta a fenómenos que no
lograba explicar: los fenómenos climáticos, la vida, la muerte. Los antiguos tuvieron
diversas interpretaciones para los contactos establecidos con ese nivel invisible:
elaboraron mitologías, crearon dioses e instituyeron brujos y brujas, sacerdotisas y
sacerdotes, atribuyéndoles a ellas y ellos la responsabilidad de contactarse con ese nivel
y de transmitirle a la gente común los mensajes de los dioses. En la antigua Grecia, el
oráculo de Delfos fue un famoso y respetado medio para comunicarse con ellos.
Como ya vimos, en los tiempos bíblicos estos mensajes eran considerados revelaciones o
visiones. Otras personas, en otras culturas, se declaraban poseídos por el Espíritu y
caían en trance, durante el cual el Espíritu hablaba a través de ellos. Los sueños
premonitorios o reveladores son mencionados desde muy antiguo como cierto tipo de
contacto con el "más allá". Juana de Arco decía oír voces: lamentablemente para ella y
para muchas otras personas sensitivas, este tipo de mensajes fue interpretado en algunas
épocas como la posesión por el mal o el demonio, siendo quemadas en la hoguera por la
Inquisición u otros movimientos fanáticos.
El límite que separa la intuición cotidiana de la súbita inspiración que ha dado origen a
numerosos inventos y descubrimientos científicos y a ambas de la premonición o de las
visiones místicas que se hallan a la base de las principales religiones parece ser sólo
asunto de grado, intensidad o profundidad –y no tratarse, en realidad, de fenómenos
esencialmente diferentes-. Algunas intuiciones de un alcance enteramente limitado al
momento presente no parecen ser menos sorprendentes o mágicas que las que cambian
la historia. Es probable que los diferentes nombres que hemos atribuido a estas variantes
sólo sean distinciones que hemos creado en nuestra ignorancia. En el mundo de los
artistas –especialmente literatos y músicos- esta capacidad es a veces utilizada
intencionalmente –como en el caso de Aldous Huxley, Robert Lewis Stevenson y otros-.
“Por ejemplo, Robert Lewis Stevenson ordenaba a los "duendecillos" de su mente que produjesen
historias mientras él dormía. Despertaba con la trama y los personajes enteramente definidos y
listos para ser volcados al papel. Al despertar de un sueño caprichoso, Jean Cocteau visualizó, tal
como si se hallara frente a un escenario teatral, escenas que se convirtieron en la base de su obra
"Los Caballeros de la Mesa Redonda"” (Green, A.M., en Grof, S. Ob.cit).
“Poincaré, estando en cama antes de dormirse, vio símbolos matemáticos que surgían de las
nubes y que danzaban frente a él, chocando y combinándose en el primer conjunto de funciones
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de Fuchs, funciones matemáticas cuya existencia su raciocinio, su mente lógica, había creído
imposible. El químico Kekule tuvo repetidas "visiones" de este tipo y fue diestro en la utilización
de este estado de producción de imágenes. En una cena en su honor, narró una serie de profundas
ensoñaciones en las que los átomos "hacían cabriolas" frente a sus ojos, lo que le llevó a
desarrollar su teoría de la estructura molecular. Y contó de una noche en que trabajaba hasta
tarde y decidió dormitar, girando su silla para enfrentar el fuego. Nuevamente los átomos hacían
cabriolas frente a sus ojos, formando esta vez largas filas de estructuras que giraban y se
retorcían como serpientes. De súbito, una de las serpientes atrapó su propia cola y giró
"burlonamente" frente a él. A partir de esta imagen, Kekule desarrolló el concepto molecular que
le hizo más famoso: la idea de que muchos compuestos orgánicos vienen en cadenas o anillos
cerrados tales como el anillo de benceno. Fue la solución a un problema que en la química
orgánica había quedado por mucho tiempo sin respuesta” (Green, A.M., en Grof, S. Ob.cit).
Los Talleres
* que la intuición podría definirse como un "saber" sin disponer de los datos que
la mente racional necesitaría para llegar a la misma conclusión. Se refiere, no sólo a
anticipar hechos, sino a verdaderas sugerencias o advertencias respecto a lo que
hacemos o podríamos hacer y a las personas que encontramos. Y, si bien la intuición
aparece desde el mundo irracional –por lo cual se la suele confundir con las emociones-
no guarda ninguna relación con éstas. Las emociones pueden -al igual que los
contenidos mentales- también representar el mundo del condicionamiento.
* que los mensajes intuitivos aparecen en paralelo con los contenidos de nuestra
mente racional, y que simplemente parecemos haber sido condicionados a poner mayor
atención a lo segundo. Poner atención a uno u otro aspecto parece excluir –al menos
momentáneamente- al otro aspecto, puesto que se vivencian como lenguajes diferentes.
En 1997, las autoras formaron equipo con Alejandro Celis en la conducción de talleres
de desarrollo de la intuición, teniendo entonces el grupo así formado la oportunidad de
generar nuevos ejercicios y probar su efectividad, esta vez con un público más variado –
en cuanto a edad, nivel educacional y profesión-, si bien este tipo de Talleres se
siguieron impartiendo en Universidades –especialmente la Universidad Educares, en
Viña del Mar y Rancagua-. De igual modo, deseábamos verificar las conclusiones antes
expuestas y, en lo posible, obtener otras, de modo de trasladar las enseñanzas así
obtenidas al entrenamiento de psicoterapeutas, actividad que como equipo iniciamos en
1998.
Ejercicios Tipo
A continuación y, con un fin ilustrativo, describiremos dos de los ejercicios que más
utilizamos, y también expondremos algunas de las experiencias de los participantes de
nuestros grupos.
Este es un ejercicio publicado por Nancy Rosanoff (1988), al que se le hicieron ciertas
modificaciones. Se daba a los participantes indicaciones similares a las de una
imaginería (cerrar los ojos, relajarse y adoptar una postura cómoda), y luego se les
daban aproximadamente las siguientes instrucciones –cuyas indicaciones eran
deliberadamente inestructuradas, de modo de dar la mayor libertad posible al
participante para elaborar sus propios contenidos-:
“Has emprendido un viaje, y vas por un camino en plena naturaleza... al encuentro de tu propia
intuición. Has oído que todo el mundo tiene un encuentro diferente, muy personal. Algunos la
ven de una forma, otros de otra... algunos dialogan verbalmente con ella, otros en forma
telepática... pero a cada uno le habla en su propio lenguaje.
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Vas caminando, entonces... y mientras caminas reflexionas en inquietudes que te surgen... quizás
deseas formularle preguntas, o te preguntas con qué forma se aparecerá tu intuición... y mientras
reflexionas estas cosas, te diriges a un lugar natural que conoces –que puede hallarse en la playa,
el campo, un bosque, el desierto u otro lugar-... y en ese lugar sabes que te sientes seguro(a), a
gusto, con la certeza de que nadie te va a interrumpir... y es allí donde te encontrarás con tu
intuición.
Imagina que ya has llegado al lugar... Mira a tu alrededor: todo se halla tal como tú lo quisieras.
Te sientas, disfrutando la paz que te inspira el lugar... y simplemente esperas la llegada de tu
intuición.... En un momento determinado, sientes que ésta se aproxima. ¿Cómo te diste cuenta?
¿Viste, oíste, oliste o percibiste algo? Y ahora ya sientes que tu intuición ha llegado a encontrarse
contigo... ¿cómo la percibes? ¿Cómo podrías describirla?
Ahora, como surja, dialoga un poco con ella –quizás te comuniques en palabras, por imágenes o
telepáticamente-. Quizás tu intuición desee contarte qué es para ti, qué rol juega en tu vida... y
quizás te haga recordar ocasiones en que te dio alguna indicación... ¿Recuerdas esas ocasiones?
¿Cuáles eran las circunstancias? ¿Qué ocurrió? ¿Seguiste o no la indicación de tu intuición... y
cuáles fueron las consecuencias de lo que decidiste? Observa también cómo sentiste las señales
intuitivas: fue una imagen, un pensamiento, una sensación corporal... u otra forma?
Si lo deseas, puedes hacerle preguntas... cosas que te inquietan, y esperar su respuesta. Comparte
unos instantes más, antes de separarte. Y ahora que sabes cómo es que la intuición se manifiesta
en tu vida, establece un acuerdo con ella acerca de cómo llamarla cuando la necesites... ¿cómo la
vas a llamar? Puede ser algo muy simple: por ejemplo, cerrar los ojos y pedir que te aconseje, o
hacer algún tipo de ritual... tú decides. Y ahora, te despides de tu intuición... en la certeza de que
ésta no es una verdadera separación y que siempre cuentas con ella cuando la necesites.
La Toma de decisiones:
Hemos enseñado este ejercicio (también adaptado de uno de Rosanoff, 1988) para
mostrar que la intuición a veces requiere de pequeños trucos o estructuras para
manifestarse con más claridad. En este caso, por ejemplo –como con la mayoría de los
ejercicios- no es la estructura lo importante, sino la oportunidad que a través de ella se le
da a la intuición de manifestarse. Estas son, a grandes rasgos, las instrucciones que
utilizamos:
Una vez claras las alternativas que tienes, imagina que te levantas de tu asiento y te internas en
un camino campestre... a poco andar, llegas a un cruce de caminos, a una bifurcación. Frente a ti
se abren tantos caminos como alternativas tienes... imagina que cada uno de esos caminos
corresponde a una de las alternativas que has pensado: por ejemplo, que el primer camino de
izquierda a derecha corresponde a la primera alternativa en que pensaste, etc.
Una vez que has decidido cuál camino corresponde a cuál alternativa, intérnate en el primero de
ellos. Observa todo lo que va ocurriendo: cuál es tu experiencia al recorrer este camino, qué
sensación tienes. Observa si te resulta fácil o arduo recorrerlo; observa el paisaje a tu alrededor.
¿Te relaja o te cansa recorrer este camino? ¿Vale la pena recorrerlo?
Luego, regresa al punto inicial y repite el procedimiento con cada uno de los otros caminos. Al
finalizar la experiencia y, contactado con tu intuición, te sientas tranquilamente y te dejas sentir
la experiencia.
Experiencias de participantes
En el primer ejercicio se recogen las experiencias más variadas. Excepto las personas
que simplemente se bloquean –se duermen, no logran desconectarse de su mente
racional o dicen no lograr tener imágenes- la generalidad tiene una experiencia muy
didáctica, en la cual recuerdan incidentes en su vida en que han recibido claras señales
de la intuición; algunos han seguido la sugerencia y otros no, y la lección al respecto es
clara. La forma en que ven a la intuición varía en gran medida: algunos la ven con su
propio rostro y aspecto; otros, como una persona –conocida o no- a quien le atribuyen
sabiduría; otros, como un animal, una brisa, una voz interior. En general, las personas
quedan con la clara sensación de que en verdad depende de ellos –y no de otros
factores- conectarse con su propia intuición.
El segundo ejercicio resulta por lo general sorpresivo, puesto que las claves que se
muestran son a veces muy obvias e inesperadas. Una alternativa que se creía fácil y
simple aparece representada por un camino lleno de dificultades, y viceversa. Resulta
sorprendente para los participantes encontrarse con estas señales, las que sin embargo
suelen hacerles sentido. Por motivos que sólo podemos suponer –pues ni siquiera los
sujetos tenían claridad al respecto- solían aceptar estas indicaciones sin dudar de su
adecuación respecto a la situación conflictiva planteada. Lo que suponemos es que esto
simplemente se debe a que las señales provenientes de nuestro interior suelen ser
aceptadas más fácilmente que las que provienen de otras personas, y que, además, a los
participantes pueden haberles hecho sentido por quizás coincidir con alguna sensación
interna, aún vaga y poco formada.
Discusión
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Junto con confirmar lo observado en los primeros Talleres con estudiantes, pudimos
extraer una serie de otras conclusiones tentativas:
* que las formas más frecuentes en que aparecen las señales intuitivas son:
sensaciones características en el cuerpo, imágenes, pensamientos repentinos (que se
diferencian de nuestro tren de pensamientos habitual y automático).
* que una de las dificultades para escuchar esta “voz interna” es que con
frecuencia se ve contaminada por nuestros temores o deseos. Es decir, con nuestros
temores imaginamos eventos terribles y puede que nos sugestionemos de que en verdad
ocurrirán; y si nuestros deseos son también intensos, puede ocurrir un fenómeno
similar.
De lo anterior se desprende que cada persona elige, con mayor o menor consciencia,
escuchar o no sus propios mensajes intuitivos. Si damos prioridad a la comprensión
lógico-racional, el mensaje intuitivo simplemente se desdibuja y pasa a un segundo
plano. Producto del condicionamiento, este proceso ocurre en forma tan automática que
la persona rara vez se da cuenta de lo que hizo, y suele creer que simplemente no recibe
mensajes intuitivos.
cuando intentan hallar una explicación lógica al mensaje que perciben o acomodarlo
-por comodidad, temor o deseos personales- a sus circunstancias.
(1) Constancia:
La intuición nos hace navegar por aguas impredecibles. La realidad cambia, nosotros
cambiamos y también cambia nuestra intuición. “Escuchar la intuición” debe ser una
actitud continua en nuestra vida -en nuestra vida personal y profesional y en nuestras
actividades cotidianas- si deseamos obtener los máximos beneficios de ella. Y, también,
quizás no sólo estar abierto a que aparezca, sino también buscarla activamente: aprender
a situarse en el “espacio” psicológico en que podemos convocarla para solicitar su
orientación respecto a algo.
Familiarizarnos con los propios estados subjetivos, las propias claves y con las trampas
en que habitualmente caemos nos ayudará a pulir la precisión de nuestra intuición.
Mientras más conozcamos nuestros temores, la forma en que nos auto-engañamos o
intentamos deformar la realidad para acomodarla a nuestros deseos, más factible será
que nuestra percepción se vuelva realmente acertada y fina. Este trabajo es continuo:
requiere la decisión de hacerlo y la mantención de la prioridad de la consciencia y la
verdad por sobre otros factores. En compensación, esta apertura traerá a nuestra vida
cotidiana la posibilidad de una mayor inspiración, creatividad y sentido.
Abrirse a la intuición implica estar dispuesto(a) a que las cosas no sean como las
imaginamos o como las deseamos. Implica la posibilidad de renunciar a nuestras
creencias y ver desmoronarse una falsa seguridad. Ciertamente, los seres humanos
deseamos la mayor parte del tiempo cosas y experiencias desde nuestra mente o
condicionamiento, las que no necesariamente sintonizan con un orden más profundo y
sabio que hay en nuestro interior. Es, por supuesto, obvio que tenemos preferencias
respecto a que las cosas se den de una forma determinada; sin embargo, mientras menos
obsesionados estemos con que las cosas se den de ese modo, menor será la tensión que
experimentemos en nuestra vida y más abiertos estaremos a la verdad.
mayoría de las veces, parece ser más sabia y de verdad conveniente para nosotros que
los cálculos de nuestra racionalidad, que muchas veces se hallan más teñidos por el
temor y la pequeñez que por la grandeza humana de la que nosotros mismos somos
capaces.
Bibliografía:
Capra, F. (1982) The Turning Point. Nueva York: Simon and Schuster.
Celis, A. (Ed.) (1993) Inspiración Visionaria: la canalización y sus mensajes para el presente y
futuro. Editorial Transformación, Santiago.
Grof, S. (1993) Sabiduría Antigua y Ciencia Moderna (2ª Edición). Cuatro Vientos Editorial,
Santiago de Chile.
Real Academia Española (1992) Diccionario de la Lengua Española (21ª Edición). Espasa
Calpe, Madrid.
Twemlow, S.W., Gabbard, G.O y Fowler, C.J. (1980) The out-of-body experience:
Phenomenology. Ponencia al Encuentro Anual de la American Psychiatric Association, San
Francisco, USA.
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