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BOTANA - El Orden Conservador (Cap I Al III)
BOTANA - El Orden Conservador (Cap I Al III)
tt
querellas a través de un espacio territorial extenso en
\o superficie y escaso en población. ~jete déc!t,d~s no
V' . . ~<l!>ía?:".~~~!<i~~2_ar~"'f~~~iÍl:!~Y!!ida_![~?!í!.!~!?-ni ~
~~~:~~~:~~~;:d~l1~~~~~'/·l~.P~~ho~'ti.
l~i:::mr~~IJ§Iono~iiact<tt!:ai:·"'rsio ·er··10·~-que · 'én
definitiva se planteaba en 1880. La solución de tal
problema habrá de alcanzarse por medio de la fuerza,
~ siguiendo una ley interna, que presidió los cambios
políticos más significativos en la Argentina de la segun-
da mitad del siglo XIX. .
Tras estos hechos de sangre se escondía un enfren-
tamiento en~~""dos re io ~-..9ue 1reivindicaban intereses
'
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EL ORDEN CONSERVADOR
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c?n~apuestos: Buenos Aires y el interior. El primer
rial, adquiere control imperativo sobre el resto y lo
term~o del conflicto tenía una clara determinación
reduce a ser parte de una unidad más amplia. Este
espac.Ial. S~ trata~a, ~e unaciudad-puerto abierta al
extenor, as1~n!o hiSto~Ico del
virreinato, con un hinter- sector es, por definición, supremo; no reconoce, en
lan~ qu~ crec1a a medida que se ganaba la tierra salvaje. términos formales, una instancia superior; constituye el
El mteno~, en cambio, ·cubría una realidad geográfica centro con respecto al cual se subordina el resto de los
mucho mas .extet;tsa, en la cual se erguían sistemas de sectores y recibe el nombre de po_4e.r..f.J.Q/{tico (o como
pod~r. embnonanos, constituidos sobre la autoridad se leerá más adelante, Pf!J!!!': -~~!'Ji§.l). ·
tradicional de .caudillos que se desplazaban, según la , lQué medios posibilitarían llevar a cabo el así llama-
coyuntura particular de cada época, desde el Litoral \_do proceso de reducción a la unidad? Una breve
hasta los llanos de La Rioja. referencia a las teorías clásicas que hacen hincapié en el
acuerdo o en la coacción puede aclarar esta cuestión.
Para la perspectiva de análisis típica de las ~~2n'.as
' e; La constituci'ón de una unidad política ~ualistas, la unidad política resulta de un diálo-
go, o de una discusión, a cuyo término se alcanzará un
consenso por el cual todos los participantes se obligan
El .significado último del conflicto entre Buenos Aires
voluntariamente a transferir parte de su capacidad de
Y el Interior residía, aunque ello parezca paradoja! en decisión a una autoridad común que, de allí en más,
s~ falta ~e solución, pues ambas partes se enfrent;ban
~J:ª oJ>edecida. 3 Para otro punto de vista, en cambio, la
sm que mnguna lograra imponerse sobre la otra. De este constitución de una unidad política es empresa de
modo, un emp~te . inestable gobernaba las relaciones conquista y de coacción. La ~}>ediencia, en este caso,
de los pueb~én ~s írii~ntras no se lograra hacer
el .mb1on()pqbq -.~e .la VI~~~!lfiél_liilél realidad eJect.iva y
no se obtiene por la pei"Suasióll, sino por la violencia;
tdang:¡ e. · / no hay, en rigor, consenso voluntario sino acto de
asentimiento ante el peso actual o la amenaza inminente
El monopolio de la violencia, el hecho por el cual un de la fuerza. 4 Unos sostienen que la acción de transferir
~e?tro de poder localizado en un espacio reivindica con .parte de la capacidad de decisión es obra de una
1 exit() s'! P~~~(!lls!.?~_!~g(!~a para reclamar obediencia a
~la totalidad de la población ·añncada. en-·dicho territorio delegación que, de abajo hacia arriba, circula desde el
f es ~ c:racterístic~más s!gnificativa de una unidad
gobernado hasta el futuro gobernante; otros respon-
derán que la formación del poder político deriva de una
íi polztzca.En trabaJos antenores he procurado analizar
de.sde el punto de vista teórico, el proceso que d; tr~!!sfg~n~i-~ jD.YQbmtél.fia y coercitiva, casi diríamos
"~!'.~~da" .. <ti. . gobermtd,q por obra de la fuerza ..del
~n~n a una unidad política y lo he denominado,
ª
Siguiendo a R. Braun,, r!!t!_1!_c_ci'ón. la. Y.t!iqgd. 2 De un
modo u otro, por la v1a de la coacción o por el camino 1
gobernante,¡
· Uevadá.s 1 a sus últimas consecuencias, ambas teorías
de! ~cuerdo, un ~e terminado sector de poder, de los
constituyen racionalizaciones utópicas del proceso de
reducción a la unidad. Es a todas luces excepcional
mult1ples que actuan . en un hipotético espacio territo- Í
observar una acción política donde los factores coerci-
"
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tivos o consensuales se presenten excluyéndose mutua- El consenso se quebró el 11 de septiembre de 1852:
mente. Por el contrario: ambos medios de transferencia Buenos Aires I!R~..~!*lÜ.Ó .:tt¡¡msf~rir t=L .p<?ª-er. _q\!~ se
de poder se manifiestan combinados con grados de 1, r9l.e.n'.!:):P_3:t ~obre to<J.o en Jo concefll}ent~. a,Ja igMa1dad
intensidad variables cuando el observador emprende un " d~ representac::ión en el Congreso (dos clipJ!lª4~s pf>r
análisis de la realidad histórica~ 5
Retornemos a la Argentina del pasado siglo. Cuando
J l prov!:ncia) y a la nacionalización de la aduana anunciada
, en el artículo 19 del Pacto de San Nicolás. 8 Este
Justo José de Urquiza derrotó a Juan Manuel de Rosas ' rechazo se tradujo en la coexistencia armada, durante
en la batalla de Caseros, vi9 su fin una forma de casi una década. de dos proyectos de unidades políticas:
gobierno caracterizada por una descentralización auto- la Confederación con asiento en Paraná y Buenos Aires,
nomista según la cual las provincias, de lo que en aquel que culminó con la victoria· de esta última en la batalla
entonces se llamaba Confederación Argentina, se reser- de Pavón (1861).
vaban el máximo de capacidad de decisión.6 El sistema
benefició a las provincias más fuertes y no contempló,
en los hechos, la posibilidad de transferir mayor capa- Tres problemas básicos: integridad territorial,
cidad de decisión a un poder político que fuera centro identidad nacional, organización de un régimen político
de una unidad p,9lí~ más amplia. Tal era el objetivo
,/.que perseguía ( Urquiza; para ello propuso combinar la Quebrado ese atisbo de organización consentida de
/~ efectividad de 'la -~fuerZa -la victoria conquistada en el una unidad política, los presidentes posteriores a Pavón
campo de batalla- con la eficacia de un acuerdo desempeñaron su papel desde una provincia hegemónica
pactado por . los mismos gobernadores que, mientras en la que se tomaban decisiones con carácter nacional. 9
apoyaron a Rosas, fu~ron los protagonistas naturales del Después de Pavón el papel del presidente, definido nor-
régimen de la confederación. 1 mativamente en la Constitución sancionada en 1853
Los gobernadÓres se reunieron en la capilla de San y reformada en 1860 luego de la batalla de Cepeda,
Nicolás de los Arroyos y celebraron un pacto que los careció de los medios necesarios para hacer efectivo el
fpodet político debido a la coe~istencia obligada con el
comprometía a celebrar un Congreso Constituyente para
organizar políticamente a las catorce provincias. El f gobernador de Buenos Aires en la ciudad-capital de la
camino elegido er;:l el del acuerdo: los gobernadores ~ provincia más poderosa. 1 0 Tres presidencias: la de Bar-
elaboraron un consenso por el que cedían, de modo tolomé Mitre (1862-1868)·, la de Domingo Faustino
voluntario, una parte del poder de decisión que de Sarmiento (1868-1874) y la de Nicolás Avellaneda
antaño se reservaban. Con tal objeto establecieron un (1874-1880) protagonizaron este período que culminó
ámbito de comunicación, d Congreso Constituyente, eri 1880 con la elección de Julio A. Roca.
cuyas deliberaciones culminarían con el acto fundante En el transcurso de estas presidencias se manifestaron
de una unidad política que definiera las relaciones de tres probkmas básicos de cuya solución efectiva depen-
subordinación de las provincias con respecto al poder día la persistencia de la unidad política en ciernes:
central. había, en primer término, una cuestión acuciante refe-
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.¡ dos en este territorio, abrían el interrogante de saber si Eiii:re Ríos, confirmó la evolución de los hechos ante-
estaban dispuestos a integrar una comunidad más amplia riores. Tal do!JlÍn~ción coercitiva, aplicada en muchas
que la de aquellas comarcas limitadas en donde nacían regi<m.es, rl.o _se .corres¡tondió con la política de compro-
y percibían el marco natural de su vida cotidiana, lo mi~Q.lLSeguida-con B~enos Aires que, al igual que otras
cual planteaha una cuestión de identidad rl:f:lC.i~'1]91;. y, en pioYincias, no estaba dispuesta a subordinarse al pó<Jer
tercer término, era necesario impl<uúar en ese territorio e.<?!íti~o-l La reticencia de Buenos Aires se explica por la
y a partir de esos pueblos dispersos, un modo de di~isión de las facciones porteñas en: "_!~acio~istas"
elección estable de gobernantes capaces de formular conducidos _pQr Mitre y "autoiwmistas" dirigidospor
decisiones autoritativas que comprometieran a esa co- A~A~jll~ r.a·estrategia de Mitre, decidido a nacio-
munidad naciente en su conjunto, lo cual ponía sobre el nalizar Buenos Aires para subordinarla al poder central
tapete el problema de organizar un régimen, pglitt'JLQ. como al resto de las provincias, se enfrentó con la
La primera cuestión se relaciona eón la fuerza coerci- exitosa oposición de Alsina quien, para conservar las
tiva de qúe dispone el poder político para hacer frente tradiciones autonomistas de su provincia, no vaciló en
a deterniinados actores que impugnan su pretensión de aliarse con los grupos federales del interior para impo~
monopolizar la violencia. La segunda se refiere a los ner las candidaturas de Sarn1iento y de· Avellaneda.
mecanismos de comunicación entre actores localizados Esta contradicción dentro de la provincia hegemónica
en regiones diferentes; por cuya mediación se van generó una serie de efectos que no sólo influyeron
creando vínculos· de solidaridad más amplios que los sobre la integridad territorial sino también sobre los
anteriormente existentes. Y el tercer problema, en fin, mecanismos de comunicación que, en pasos sucesivos,
plantea la necesidad de · desarrollar sentimientos de identificaron a los grupos del interior con una comuni-
legitimidad compartidos acerca del valor que merece la dad política más amplia. A grandes rasgos, el papel
estructura institucional del poder político y las reglas de desempeñado por el autonomismo en la provincia de
sucesión que regularán la elección de los gobernantes. Buenos Aires puede ser· asim!!ado al de .lliL.aetoi:-mn la
Para entender el problema de la integridad territorial, suficieJ!!«: f~.P~<l .impedir la con~olid.ación el~ su
es preciso tener en cuenta dos movimientos de impugna- óponente;-pero sin el consenso indispensable pan! con-
ción al p0der político embrionario, de naturaleza di- quistar el poder presidencial. Adolfo Alsina quebró la
ferente. Por una parte, en efecto, en algunas provincias continuidad presidencial del mitrismo cuando se gestó la
del interior se produjeron movimientos de fuerza que sucesión de 1868, pero no alcanzó la candidatura
fueron controlados por el poder central. La represión de presidencial y fue vicepresidente de Sarmiento que
caudillos pertenecientes al partido federal: Angel Vicen- 1 contaba con el apoyo de un grupo de provincias del
te Peñaloza (1862-1863) y Felipe Varela (1866-1868), interior. Seis años después, Alsina tampoco obtuvo el
ilustró dramáticamente este proceso. 11 Del mismo mo- apoyo necesario para encabezar la coalición de gober-
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t·ntegridad entendida corno el ámbi- do, la victoria obtenida durante la presidencia de Sar-
to sobre el que debería ejercerse el poder miento frente al movimiento de Ricardo López Jordán
político; en segundo lugar, pueblos dispersos, instala- (1870-187.3), que siguió al asesinato de Urquiza en
dos en este territorio, abrían el interroga.nte de saber si Entre Río:s, confirmó la evolución de los hechos ante-
estaban dispuestos a integrar una comunidad más amplia riores. Tal dominación coercitiva, aplicada en muchas
que la de aquellas comarcas limitadas en donde nacían regiones, no se correspondió con la política de .'"''""""""'H.r
y percibían el marco natural de su vida cotidiana, lo misos seguida con Buenos Aires que, al igual
cual planteaba una cuestión de .identidad ruldon~{; y, en provincias, no estaba dispuesta a subordinarse
tercer término, era necesario implantar en ese territorio político.~ La reticencia de Buenos Aires se """""'u"""
y a partir de esos pueblos dispersos, un modo de división de las facciones porteñas en:
elección estable de gobernantes capaces de fonnular Mitre y "autonomistas"
decisiones autoritativas que comprometieran a esa co- estrategia de Mitre, a
munidad naciente en su conjunto, lo cual ponía sobre el nalizar Buenos Aires para subordinarla al poder
tapete el problema de organizar un régz.men pQlz'ticp. como al resto de las provincias, se enfrentó con
La primera cuestión :se relaciona con la fuerza coerci- exitosa oposición de Alsina quien, para conservar
tiva d~ que dispone el poder político para hacer frente tradiciones autonomistas su provincia, no vaciló en
a determinados actores que impugnan su pretensión de aliarse con los grupos federales del interior
monopolizar violencia. La segunda se refiere a los ner las candidaturas de Sanniento y de·
mecanismm; de comunicacwn entre actores localizados Esta dentro de provincia '"""'"·'u'~ ...,'"'"
en regiones diferentes, por cuya mediación se van que no sólo
creando vínculos de solidaridad amplios que los sino también
anteriormente Y el tercer problema, en fin,
plantea la de desarrollar de
legitimidad compartidos acerca merece la política
estructura institucional dd poder político y reglas de desempeñado
sucesión que regularán la elección de gobemantes. Buenos Aires
Para entender el problema de integridad territorial,
es preciso tener en cuenta dos movimientos
ción al poder político embrionario,
ferente. Por una parte, en efecto, en algunas provincias
del interior se produjeron movimientos de fuerza que
fueron controlados por d poder cent:r<JJ, La :represión de
caudillos pertenecientes al partido Angel Vicen-
te JP'eñaloza (1862-1863) y Felipe 866-1868),
ilustró dramáticamente este proceso.U mismo mo-
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•.
nadores que, a postre, consagró presidente al ministro interior que apoyaban a Avellaneda, en los combates de
de educación de Sarmiento, Nicolás Avellaneda. Barracas, Puente Alsina y Los Corrales, en 1880, ··se
Sobre la base de una contradicción con d correr enfrentaron el interior y Buenos Aires en bandos opues-
dél tiempo,- se resolvería en el 80, el autonomismo tos para decidir, por la fuerza de las armas, la subor-
porteño cercenó el ámbito de control imperativo del dinación definitiva de todas las provincias al poder
poder político y, al mismo tiempo, abrió nuevos canales político nacional. Estos actos de violencia dividieron al
de comunicación entre los grupos interior, Ya en viejo ejército de línea en grupos de oficiales antagónicos
1868, pero fundamentalmente en 18 7 4, las clases gober- que se desplazaron de un bando a otro y trazaron el
nantes de provincias trazaron alianzas para imponer cuadro para perfilar la autoridad militar y política de
en el Colegio Electoral un del interior que Julio A. RocaP
había hecho carrera en Buenos Aires. Nicolás Avella- Durante los 18 años que transcurrieron entre 1862 y
neda fue, quizá, la figura .que cristalizó por vez primera 1880, Roca, antiguo oficial de Urquiza en Cepeda y
estas expectativas: tucumano, universitario de Córdoba, Pavón, sirvió al ejército nacional participando en todas
hizo car;era desde nmy joven en el autonoxnismo porte- aquellas acciones que contribuyeron a consolidar d
ño como legislador, ministro gobierno durante la poder político central: estuvo a las órdenes del general
gobernación de Alsina y ministro nacional en la presi~ Paunero contra Peñaloza; combatió en la guerra del
denda de Sarmiento" Paraguay; enfrentó a Felipe Varela en 66 Las Salinas de
Pastos Grandes"; venció a Ricardo López Jordán en la
batalla de "Naembé"; sofocó el levantamiento de 1874
La crisis 80 en el interior derrotando al general Arredondo en los
campos de "Santa Rosa" y, por fin, incorporado al
tímido y balbuceante crecimiento un sentido ministerio de Avellaneda luego de la muerte de Alsina,
de comunidad no se produjo sin sobresaltos" Los presi- dirigió en 1879 la campaña del desierto que culminó
dentes provincianos po:;,teriores a Pavón terr!l.inaron sus con la incorporación de 15.000 leguas de tierras nue-
períodos gubernamentales movimientos de vas.~'~
fuerza. Sarmiento concluyó su presidencia luchando Esa trayectoria militar permitió a Roca mantener
contra elleva."fltamiento de 1874 y Avdla.11eda se vio obli- contactos permanentes desde sus comandancias de fron-
gado a trasladar al pueblo la n~sidenda del tera con las clases gobernantes emergentes que, progresi-
gobierno nacional, cuando goberna- vamente, reemplazarían a los gobernadores del pasado
dor de Buenos Aires, Carlos El resultado de es- régimen; labor paciente del militar desdoblado en polí-
tos enfrentamientos fue el poder tico que, sin adelantarse a los acontecimientos, fue
con significados moldeando un interés común para el "interiorH capaz
mientras la capitulación de ser asumido como valor propio por los grupos
"La Verde", en.l874, selló el triunfo gobernantes. Porque de eso se trataba: las provincias
autonomistas y interiores, en alguna medida integradas en un
-
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.territorial más amplio y subordinadas de modo coerci- convocaba las milicias de Buenos Aires, Entre Ríos,
tivo al poder central, advirtieron que el camino para Santa Fe y Córdoba. Roca, desde Rosario, organizaba la
adquirir mayor "peso" político consistía en acelerar el marcha sobre Buenos Aires. Durante cuatro días -del
proceso de nacionalización de Buenos Aires y no en 17 al 21 de junio- tres sangrientos encuentros, los ya
retardarlo. Los ejecutores naturales de ese interés co- nombrados de Barracas, Puente Alsina y Los Corrales,
mún serían los gobernadores vinculados con Roca a decidieron la victoria a favor de los nacionales. Habían
través del ministerio de guerra y cobijados por A vella- ...u_;nuerto tres~ mi! hqf!lb~~~-~Jo~. v~i~!.e mil ~qu_~_C.!>!!!Q~~-- _
neda. Organizados en una así llamada "Liga", cuyo ~ tteron con_ oc.h«:~!!.Jü~z~~ de --~tille-ría: _Buenos Aires se--
epicentro fue la provincia de Córdoba con el goberna- subordinaba al poder pOIItico central. 18
dor Antonio del. Viso y su ministro de gobierno Miguel El resultado de estos acontecimientos se tradujo en
Juárez Celman, Simón de Iriondo en Santa Fe, José dos leyes nacionales; una federalizó la ciudad de Buenos
Francisco Antelo en Entre Ríos, Domingo Martínez Aires que, desde el 8 de diciembre de 1880, quedó
Muñecas en Tucumán, Moisés Oliva en Salta, Vicente A. sometida a la jurisdicción exclusiva del gobierno nacio-
.Mmonacid en La Rioja, Absalón Rojas en Santiago del nal; el otro instrumento legal prohibió a las provincias
Estero y P. Sánchez de Bustamante en Jujuy, entre la formación de cuerpos militares bajo cualquier deno-
otros, tejieron una trama electoral que condujo a Roca minación que fuera. 19 " ••• Todo es fácil, recordó Avella-
hacia la presidencia. 1 s neda en su último mensaje, lo que tuesta es constituir
Cuando el interior consolidaba esta alianza, el poder una Nación y · fundar su gobierno bajo un régimen
en Buenos Aires se fragmentó entre los partidarios de la ordenado y libre."20 Roca retomará estos mismos con-
candidatura presidencial del gobernador Carlos Tejedor ceptos en sus palabras inaugurales. El presidente electo
y los porteños nacionales, antiguos partidarios del auto- cobijó a su futuro gobierno bajo el lema Paz y Adminis-
nomismo y del Partido Republicano como Carlos Pelle- tracz'ón y afirmó: "Necesitamos paz duradera, orden
grini, Aristóbulo del Valle, Dardo Rocha, Miguel Cané, estable y libertad permanente; y a este respecto lo
Pedro Goyena, Juan José Romero y Vicente Fidel declaro bien alto desde este elevado asiento para que
López 16 , quienes se incorporaron al movimiento que me oiga la República entera: emplearé todos los resortes
llevaba la fuerza de ~ periferia al centro del sistema y facultades que la Constitución ha puesto en manos
político nacional, según la expresión de Aristóbulo del del Poder Ejecutivo para evitar, sofocar y reprimir
Valle. 17 De nada valieron en esa circunstancia los cualquiera tentativa contra la paz pública. En cualquier
esfuerzos opositores, las vacilaciones del mismo Avella- punto del territorio argentino en que se levante un
neda y los intentos de conciliación de Dommgo Faus- brazo fratricida, o en que estalle un movimiento subver-
tino Sarmiento; la Liga de Gobernadores impuso su sivo contra una autoridad constituida, allí estará todo el
candidato en el Colegio Electoral en las elecciones del poder de la Nación para reprimirlo." 21 ·
11 de abril de 1880 mientras Buenos Aires emprendía Unión y gobierno ordenado: he aquí el lenguaje de
el camino de la resistencia armada. Dos meses despúés Avellaneda y Roca. La unión era sinónimo de intereses,
Avellaneda instalaba el gobierno nacional en Belgrano y valores y creencias reunidos en tomo de un sistema de
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poder común. Los actos de la guerra y de la paz dd regtmen em'prendida por los hombres del 80, y la
parecían converger hacia algunos interrogantes cruciales: fórmula política que la sustentó, contiene en sus ci-
lcómo hacer de la obediencia un hábito común entre mientos las respuestas precarias formuladas al drama dé
pueblos que sólo conocían la dispersión espacial del la desintegración territorial y de la guerra interna,
poder? ; lcómo consolidar la precaria integridad terri-
torial recién conquistada, gradas a una aún más frágil
identidad nacional? ; lcómo, sino a través de un gobier-
no ordenado y estable? Y gobierno aparecía como un
NOTAS
concepto representativo de una operación tanto o más 1 Los conceptos de monopolio de la violencia y de obediencia son de
compleja que la consistente en implantar una unidad neta raíz weberiana. Max Weber definía a la dominación como "la
política. Implicaba actos y procedimientos capaces de probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de detel!'minado
edificar instituciones que mantuvieran en existencia la contenido entre personas dadas", y al Estado como el "iootituto político
de actividad continuada, cuando y en la medida en que un ruadro
unidad política recién fundada. Exigía seleccionar a administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio legitimo de
quienes gobernarían y en virtud de qué reglas unos, y la coacción física para el mantenimiento del orden vigentel'. Max Wei:le¡;
no otros, tendrían el privilegio de mandar. El país se Economía y sociedad, Vol. I: Teoría de la organización sociaL Trad. y
nota preliminar de José Medina Echavarria, México, Fondo de Cultura
había dictado una fórmula prescriptiva de carácter Económica, 1944, p. 53 y ss.
federal, la Constitución Nacional, y sobre esa fórmula o, 2 Conf. Natal.io Botan:¡¡, La légitimité, problf:me politique, Louvaín,
quizás, encubierta bajo sus sentencias ideales, había que Centre d'Etudes Politiques, 1968, p. 51 y ss.
3 Conf. fmn4dois Boumcaud, Esquisse d'une théorie de l'llUtorité,
trazar una fórmula operativa que hiciera factible la Paris, Plon, 1961, p. 9 y ss.
producción de actos de gobierno. 4 Empleo las nociones de fuerza y violencia como sinónimos, Una de
La cuestión del régimen polític_o se planteaba, pues, las obras que mejor ilustran este punto de vista es la clásica de B(!]ftlr;md de
jouvenet Du Pouvoir, Histoire naturelle de sa croissamce, Geneve, Edi-
como un desafío, que sucedía a los anteriores, de crear tions du Ch.eval Ailé, 194 7 (hay traducción castellana).
la integridad territorial y de comunicar a los grupos en 5 Ver en este mismo sentido, pero aplicado a un concepto distinto,
la perspectiva de una comunidad más amplia; una C:ul J. Friedrich, Man and his Government, An Empirical Theory of
Politics, New York, McGraw·Hill, 1963, p. 188 (hay traducción castellana).
sucesión de problemas, claro está, que poco tiene que 6 Según la expresión de To!r«:uato S. Di. Teiia en Hacia Ul'U! política
ver con un ordenamiento lineal de los hechos, en virtud latinoamericana. Montevideo, Sociedad Latinoamericana Arca, 1970, p. 43.
del cual se yuxtaponen fases de desarrollo político en 7 "Comenzando por el mismo Urquiza que tenía el Gobierno d<e Entre
Ríos desde el 15 de diciemi:m: de 1841, muchoo de los Gobernadores que
un continuo que desemboca en un punto terminal concurrieron al Acuerdo de San Nicolás habían sido los jefes de Pr.ovin·
(como, por ejemplo, la modernización). No hay tal cias confederadas, según el sistema contra el cual debía p~rooucirse Ra
yuxtaposición: hay, más bien -en una unidad histórica reacción:. el General. don Benjamín Virasom era Gobernador de Corrientes
desde 184 7; el General don Celedonio Gutiérrez era Gobernador de
determinada: la Argentina de aquella época- respuestas Tucumán desde el 4 de octubre de 1841; el Coronel don Pedro Pasrual
parciales y contingentes .a problemas no resueltos en su Segura, Gobernador de Mendoza, lo había sido desde 1845 a 11!47; don
totalidad que se contienen unos a otros en una suerte Manuel Vicente Bustos era Gobernador de La Rioja desde 1849 y lo había
sido también en 1841; el General don Narciso Benavídez había flido
de caja china que encierra el secreto del progreso o de Gobernador de San Juan desde 1836, con la interrupción de 1.mos me8<:!5
la decadencia política. 22 De este modo, la construcción en 1841, y contimó en el gobierno hasta 1857; el General dorP.
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Lucero era Gobernador de San Luis desde 1841." Rodolfo Rivarola, Del
régimen federativo al unítan·o, Buenos Aires, 1908, .P. 40. se produjo no sólo en el autonomismo, sino también en el mitrismo, como lo
8 Conf. Jorge M. Mayer, Alberdi y .su tiempo, Buenos Aires, Eudeba, demuestra el desprendimiento de una fracción "popular" en donde figura-
1963, p. 409. ban E. Zeballos, Ezequiel Paz "y muchos otros ricachos -son palabras del
mismo Roca- antiguos mitristas". Ver al respecto E. Gallo, "La gran
9 Conf. O. Comblit, E. Gallo (h), A. O'ConneU, "La generación del
expansión económica y la consolidación del régimen conservador liberal.
80 y su proyecto; antecedentes y conseruenáas'', en Argentina, sociedad 1875-1895", en E. Gallo y R. Cortés Conde; La República Conservadora,
de masas. Buenos Aires, Eudeba, 1966, p. 36. Buenos Aires, Paidós, 1972, pp. 65-68.
1 o En agosto de 1862 el Congreso dictó una ley que estipulaba la
17 Las palabras de Aristóbulo del Valle en la sesión del Senado del 18
federalización de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires por el de octubre de 1880 son las siguientes: " •.• preferiría equivocarme con los
término de tres años. La legislatura de la provincia rechazó el proyecto de que llevan la fuetza de la periferia al centro y no del centro a la periferia.
federalización llegándose a una transacción según la cual se declaraba a la Sé que por este camino puede modificarse la fonna de Gobierno, pero sé
ciudad de Buenos Aires residencia provisoria de los gobernantes nacionales también que no será obstáculo para que quedara constituida una gran
por el término de cinco años. Al vencerse ·los ánco años, en octubre de Nación, capaz de· conservar su historia y sus tradiciones y de salvar su
1867, el Poder Ejecutivo Nacional devolvió a la Provincia de Buenos Aires grandeza en el futuro; mientras que, por el contrario, si nos equivocamos
la jurisdicción que ésta le había acordado sobre la ciudad. Conf. Rodolfo llevando la fuerza del Gobierno del centro a la periferia, constituiríamos
Rivarola, Del régimen federativo al unitario, p. 314 Y ss. quizá republiquetas incapaces de responder a los vínculos y tradiciones
1 1 El 28 de septiembre de 1868, el senador Nicasio Oroño declaró grandiosas de nuestro pasado", citado por Luis ll Sommariva, Historill de
que desde junio de 1862 hasta junio de 1868 hubo 117 revoluciones y 91 las intervenciones federales en las Provincias, Buenos Aires, El Ateneo,
combates donde murieron 4. 728 personas. Conf. José Nicolás Matienzo, 1929, VoL n; p. 109.
Le gouvernement représentatiffédéral dans la République Argentine, París, 1 8 Conf. Luis H. Sommariva, Historia de las intervenciones federales
Hachette, 1912, p. 257. en las Provincias, VoL ll, p. 88 s.; y Carlos Heras, "Presidencia de
12 Conf. Rodolfo Rivarola, "El presidente Roca y la consolidación del Avellaneda", en Academia Nacional de la Historia, Historill Argentina
poder nacional", en Revista Argentil'lll de Ciencias Políticas (en adelante Contemporánea 1862-1930, VoL I, Primera Sección, pp. 202 ss. Resulta
R.A.C.P.), Año IV, N~ 50, 12 noviembre 1914, p. 115. sumamente significativa la opinión que había vertido el diario "La Nación"
13 En los sucesos de 1874 los militares leales al gobierno fueron, un año antes de los hechos de sangre en la cual se sintetizan todos los
entre otros, José Ignacio Arias, Julio Campo&, Nicolás Levalle, Hilario elementos de que dispuso Roca para asegurar su triunfo; ellos fueron: los
Lagos, Conrado Villegas, Ju~o A. Roca y Apolinario lpola; mientras se gobernadores confabulados, el ejército nacional, parte del presupuesto del
contaban entre los opositores militares, José Miguel AITedondo, Fra."lcisco Ministerio de Guerra, la influencia del ministro que manipuló eficazmente
Leyría, Ignacio Rivas, Benito Machado, Manuel Taboada, Julián Murga, annas y dinero y la tolerancia del Presidente Avellaneda. Ver Rodolfo
Santiago Baibiene, NiColás Ocampo, José e- Paz, etc. En el 80 los jefes Rivarola, Del régimen federativo ai unitario, p. 187.
leales -fueron: Luis María Campos, Teodoro García, Napoleón .Uriburu, 19 Conf. Luis H. Sommariva, Historill de las intervenciones federales
Conrado Villegas, Manuel Campos, Nicolás Levalle, Antonio Donovan, en las Provincias, VoL ll, p. 106.
Eduardo Racedo, etc., y los opositores: José Miguel Arredondo, Julio 20 Cit. por Rodolfo Rivarol.a, "El presidente Roca y la consolidación
Campos, José Inocencia Arias, Hilarlo Lagos, Julián Martínez, Benito del poder nacional", p. 118.
Machado, etc. Conf. A. Rivcro Astengo, ]uárez Celman, 1844-1909, 21 Cit. por Armando Braun Menéndez, "Primera Presidencia de Roca",
Buenos Aires, Kraft, 1944, p. 78 y 166 s. p. 277.
14 Conf. A. Rivero Astengo, ]uáréz Celman, pp. 61 ss., y Armando 2 2 Esta idea acerca del progreso político está inspirada en las refle-
Braun Menéndez, "Primera Presidencia de Roca (1880.1886)", en Acade· xiones de Raymond Aron sobre el progreso y la historia en la lección IV
mía Nacional de la Historia, Historill Argentina Contemporánea de Dix-huit lefon~· sur la société industrielle, Paris, Gallimard, 1962 (hay
1862-1930, VoL I, Primera Sección, Buenos Aires, El Ateneo, 1965, p. traducción castellana).
269 y ss.
1 S Conf. A. Rivero Astengq ]uárez Celman, p. 171; y Carlos R. Melo,
Los partidos políticos a'l(entinos, .Córdoba, Universidad Nacional de Cor·
doba, 1964, p. 24. , .
16 Conf. Ezequiel Ramos Mexía, Mis memorias, 1853-1935, Buenos Al·
res, Librería y Editorial La Facultad, 1936, p. 66. En rigor, la fragmentación
EL ORDEN CONSERVADOR
l
42 EL ORDEN CONSERVADOR 43
partida con respecto a la estructura institucional dd la grave contradicción entre el principiQ de kgitimid,ad
régimen y en un acuerdo acerca de las reglas de de la monarquía hereditaria y el principio de le-
wcesión. De esta serie de acciones puede resultar una gitimidad de la república dectiva. 2 Cuando se quebra-
fórmula operatÚ)(J. o sistema de legitt:m~'dad que vincula ron los vínculos con la corona española, estos grupos
las expectativas, valores .e intereses de los a~t,ores con l~s dirigentes, huérfanos de la tutela de un principio de
instituciones del régimen y las reglas de sucesxon. Oeenc1a gobierno consagrado por la tradición, asumieron la
y acuerdo serían, pues, dos conceptos analíticos que cal~ penosa tarea de construir una legitimidad de reemplazo:
ficarían el proceso de legitimación al cual parecen someti- fórmulas conocidas como cuerpos teóricos e ignoradas
das las formas históricas de los regímenes políticos. como prácticas habituales de gooiemo, incitaban a
Estas nociones limitan nuestro análisis histórico a invención política, cuando no, a la mera reproducción
ciertos rasgos de la acción política más significativos, en de experiencias.
apariencia, que otros. Un régimen, en efecto, puede ser La fórmula que algunos llamaban republicana y otros
analizado a través .de políticas espedficas (economía, demócrata, intercambia."ldo las palabras como si fueran
educación, emigración, etc.) que permiten medir los resul- sinónimos, hada residir el origen del poder en una
tados de la acción de un grupo gobernante. El régimen entidad más vasta que las antiguas aristocracias, al
político semeja, de este modo, un conjunto de decisio- mismo tiempo que proponía una operación mucho más
nes gubernamentales que definen metas, seleccionan complicada para elegir a los gobernantes que aquélla
~~·medios y alternativas, imponen recompensas y san- definida por las yiejas reglas hereditarias y burocráticas.
dones. Otro punto de vista., que no excluye. al· anterior, F'1leblo y elección podían representar los términos de un
,. trata de entender, en cambio, el marco que produce proyecto de solución posible, en la medida en que no
dichas decisiones dentro del cual los actores se enfren- provocaran una fractura irremediable con costumbres
tan para determinar q~iénes, a la postre, ejercerán el políticas que gozaban dél beneficio de la tradición. El
poder político. Esta perspectiva n~s habrá de guiar en problema era aún más acuciante para las clases y grupos
las páginas que siguen con el obJeto de observar un dominantes, pues, junto con la caída del poder colonial,
régimen político como un orden de donde la carencia de fórmulas de reemplazo podía conducir a
·,algunos -y no todos- tienen el privilegio de fijar la anarquía o a la disolución política, lo cual implicaba,
'~metas, elegir medios y alternativas, adjudicar, en fin, naturalmente, el ocaso de su poder y de su prestigio.
recompensas y sancione:;, 1 La búsqueda de fónnulas prescriptivas que conciliaran
la desigualdad del antiguo régimen con los principios
igualitarios emergentes, estuvo jalonada por errores y
Alberdi y su fórmula prescriptiva fracasos pero, de algún modo, fue dejando sedimentos
que el observador pertinaz puede devolver hacia el
Desde los albores de la independencia, los criollos futuro en nuevos proyectos institucionales. Ese fue d
que asumieron, la conducción de las antiguas ~olonias propósito de Alberdi.
españolas enfrentaron, en términos teóricos y prácticos, Juan Bautista Alberdi fue d autor de una
44 NATALIO R. BOTANA EL ORDEN'<:ONSERVADOR 45
prescriptiva que gozó del beneficio de alcanzar una tros ríos, para ver opulentos y ricos nuestros Estados, .4
traducción institucional . sancionada por el Congreso Este programa constituye un conjunto de metas al que
Constituyente en 1853. Lo significativo de esta fórmula debe dar alcance una nación abierta al futuro; los-
consistió en su perdurabilidad sobre las vicisitudes de la campos específicos sobre los cuales se proye~~.ª-~.Qn: la
guerra interna entre Buenos Aires y la Confederación, inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales
las impugnaciones posteriores provenientes de muchas navegables, la colonización . de tierras de propiedad
provincias del interior y la resistencia de la misma nacional, la introducción y establecimiento de nuevas
Bu'enos Aires a ceder parte de su capacidad de deci- industrias, la importación de capitales extranjeros y la
sión al poder central. f Esta persistencia a través .de las exploración de los ríos interiores. 5
.múltiples oposiciones de que fue objeto, hizo qu~ la Para alcanzar estos fines es dable advertir en Alberdi
,! fórmula alcanzara los acontecimientos del 80 y justifi- la intención deliberada de provocar un trasplante cultu-
,),cata la acción política de los protagoni~tas del régimen ~ 1 ral. Alberdi rech..akª yna cqltJJI:íLtxa.dkional, la cultura
fpolítico en ciernes. . hispánica que Impide el cambio y la innovación, y
Como ya se ha dicho, la vinculación aquí propuesta opt·a por otro modelo: el de los países europeos en
entre, por una parte, Alberdi autor eJe Ul1,a,.Jc)rrrnlia trance de edificar una sociedad industrial que libe-
prescriptiva y, por la otra, su tradU:cción institut:!Qn~~Y re al hombre de la servidumbre de la naturaleza. Un
posterior vigencia en el 80, no derlvi-de un~SQID_pro cambio de tal envergadura no puede llevarse a cabo
bada rc:lación de ... C_¡l\lsalidad.!. Se trata, poT eT contrario~ si no es inyectando desde fuera, en -una cultura, se-
de una hipótesis que asume lo siguiente: a) que la gún él históricamente terminada, nuevos fermentos. de
fórmula influyó significativamente en las deliberaciones población y de riqueza que sean portadores de esos
del Congreso Constituyente;· b) que mediante elabora-. valores.
ción ulterior se prolongó más allá de las deliberacio-
nes del Congreso; e) que tradujo valores e intereses do- "¿cómo -se pregunta Alberdi-, en qué forma vendrá en lo futuro el
minantes en la Argentina de ese ·entonces, pese a las espíritu· vivificante de la civilización europe~ a nuestro suelo? Como vino
oposiciones que pudo sufrir la persona de Alberdi; y d) en todas las épocas: la Europa n_~.~- _t:!:~r~~.!..ll .~I?.!!!!i:l~l!!l$VO, sus hábitos de
industria, sus prácticas de Civilización, en I8s inmigraciones que nos
que no obstante ello; la fórmula perduró en el tiempo y envíe••• ¿Queremos plantar y aclimatar en Aniérica la libertad inglesa, 1a
otorgó a la postre un marco valorativo que sirvió de cultura francesa, la laboriosidad del hombre de Europa y los Estados
Unidos? Traigamos pedazos· vivgs de ellas en las costumbres de sus
guía -explícita o difusa- del régimen político impla,n- habitantes y radiquémoslas aquí."
.. tado en el 80.3
Esta fórmula prescriptiva tiene la particularidad de
justificar un régimen. político en cuanto hace al origen {~~bl!_C:!.ó.~ es el age11te priv!!c:s!~<!~._.dc:_Lc;ambi~
del poder y a su programa futuro. Alberdi sostuvo que ~l!l.ngal, pero no es el único. El
ferroc.a.rril y_~l vapor,
los argentinos debían darse una constitución para reali, las i11~t1stria.s y los capitales, que
se han desarrollado y
zar un determinado proyecto, "para tener población, acumulado en otras naciones, son los agentes comple-
para tener caminos de híerro,-·para ver navegados nues- mentarios e imprescindibles.
46 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN-cONSERVADOR 47
"Los caminos de fierro son a este siglo lo que los conventos eran en la inevitable que conviene establecer con aquellos que
Edad Media: cada época tiene sus agentes de cultura. ¿son insuficientes detentan posiciones de poder: "es preciso por consi-
nuestros capitale& para esas empresas? Entregadlas entonces a capitales guiente -sugiere Alberdi- que el nuevo régimen conten-
extranjeros. Dejad que los tesoros de fuera como los hombres se domici· ga algo del antiguo". 9 · ···· .....
lien en nuestro suelo." 7
Esta-fusión entre dos tendencias contradictorias en la
El medio seleccionado para a;l.canzar estas metas es el historia nacional, la centralización y la descentra-
régimen político, Y en esta circunstancia, la figura del lización, pone sobre el tapete la idea que se forjaba
legislador va delineando una concepción acerca de la Alberdi de la organización federal, pragmática y hasta
/organización y distribución del poder, del modo de imprecisa, porque "la federación o unidad, es decir la
elección de los gobernantes y de las garantías otorgadas mayor o menor centralización del gobierno general, son
a los gobernados que procura conciliar los valores un accidente, un acceso!iQ _subaltem<>..de la fonnª de
g~_h.i.eiD.Q".tO ---··-·-· .~ --·---- ~- ····· .. ·-~
igualitarios de una república abierta a todos, con los
valores jerárquicos de una república restrictiva, circuns- Federación evoca, en este sentido, un medio adapta-
,cripta a unos pocos. La piedra de toque de esta fórmula do a nuestra circunstancia histórica para alcanzar una
tiene sencillo diseño: funda una capacidad de decisión up.idad de régimen. No es el único -antes se ensayó la
dominante para el poder político central; otorga el unidad pura y fracasó- pero es, sin duda, el instru-
ejercicio del gobierno a una minoría privilegiada; limita .mento más eficaz. De aquí deriva el carácter mixto del
la participación política del resto de la población,· y fgobierno, "consolidable en la unidad de un régimen
asegura a todos los habitantes, sin distinción de naciona- 1nacional; pero no indivisible como quería el Congreso
lidad, el máximo de garantías en orden a su actividad. 1de 1826, sino divisible y dividido en gobiernos provin-
civil. hciales, limitados, como el gobierno central, por la ley
La cuestión que preocupaba a Alberdi era la ·de l federal de la República" •11
organizar un poder central, necesariamente fuerte para Este gobierno mixto, que expresa el término federa-
controlar los poderes locales y suficientemente flexible ción, retoma rasgos esenciales de los hábitos de obedien-.
para incorporar a los antiguos gobernadores de provincia cia trazados por la costumbre en las culturas de Améri-
a una unidad política más vasta. En términos prácticos ca del Sur. No hay, pues, ruptura-~va con un
el problema se expresaba así: Quk!L!r.ru'lkional; esa ruptura vendrá tlespués, cuando la
población nueva, la industria y la riqueza, den por tierra
"lCómo realizar una organización constitucional que abrace y concilie con la c:;!}ltura __~tigua. Mientras tanto, a medida que la
las libertades de cada provincia y las prerrogativas de toda la nación y de transición se pone en marcha, es preciso reorie_!!!!!"la.~
hecho permita a los gobiernos que deben aceptarla la continuación en ·el
mando de sus provincias? "'8 -
expectativas de obedien<:i,a hacia un nuevo centro
~~er. Allí emergerá un papel político inédito que
Este argumento deja entrever una tensión entre, por habra de integrar Jo nuevo y lo vkjo: el control racio-
una parte, la necesidad de .encontrar una fórmula con- nal de léJ.Jey y los símbolos de dominio y soberanía
creta....d~ r~dllCciÓll a, l~ l,!giJkd y, por la otra, ~f;cuerdo quebrados desde los tiempos de la independencia. Ese
1"
\
48 NATALIO R. BOTANA EL ORDEN CONSERVADOR 49
papel privilegiado, apenas perfilado en tiempos de Riva- " •.. una vez elegido, sea quien fuere d desgraciado a quien el voto del
país. col~,ue ~n la silla difícil de la presidencia, se le debe respetar con la
davia, puesto entre paréntesis en la época de Rosas y obstmacwn aega de la honradez, no como a hombre, sino como a la
recreado por la Constitución de 1853 es el papel del persona pública del Presidente de la Nación ... porque el respeto al
presidente. 12 De esta manera, la figura monárquica Pre~dente no es más que el respeto a la constitución, en virtud de la cual
ha s1do electo; es el respeto a la disciplina y a la suiJordi'f!llción que, en lo
reaparece bajo la faz republic<!na y Alberdi no escatima político como en lo militar, son la llave de.!a fuerza y <ielavictmia."IS
elogios -la llama "dicho profundo espiritual'':_ a la
sentencia de Bolívar:
Gracias a esta distinción tajante e:ntre el
ocupante, Alberdi parece adecuar· al carácter
"Los nuevos Estados de la América antes española necesitan reyes con
el nombre de presidente." 1 3
uria- argumentación trazada en los debates
cionales de Filadelfia y en los papeles del
que, por otra parte, Dahl ha retomado como centro de
En la fórmula alberdiana el presidente materializa el interés de su concepto de "democracia madisoniana". 16
poder central, pero no detenta todo el poder ni tam- Este argumento podría resumirse en la siguiexíte
poco ejerce un dominio irresponsable sobre la sociedad. puesta:. la constitución de la Federación Argentina
El dominio irresponsable proviene del despotismo de por objeto establecer una república no-tiránica.
uno solo; el gobierno responsable deriva de la legi- Impedir la tiranía es la finalidad básica del <tYobiemo
timidad del presidente investido por una constitu-
ción:
rep.!J.}:}licano y de esa finalidad se . deduce teoría b
normativa de las limitaciones del poder: si el poder -y
la naturaleza humana que en él subya-ce- puede
" .••en vez de dar el despotismo a un hombre, es mejor darlo a la.Jey.
Ya es una mejora el que la severidad sea ejercida por la constitución y no
rar en despotismo, es preciso prevenir esa tendencia a la
por la voluntad de un hombre. Lo 'peor del despotismo no es su dureza, corrupción y para prevenir es necesario encuadrar d
sino su inconsecuencia, y sólo la constitución es inmutable .•• Dad al poder ejercicio gubernamental dentro de límites
ejecutivo todo el poder posible, pero dádselo por medio de 1ma cons·
precisos, otorgando a magistratu,nlls diferentes
ti tución. " 14
de legislar, ej~cutar y sancionar, La
El presidente adquiere legitimidad no por su calidad presidente y la distribuci6n de actividad '"'~:·'"'"""'
intrínseca de gobernante, sino en razón del cargo su- judicial en cámaras y tribunales donde el
perior que él ocupa. El papel del presidente, el rol y el de las provincias estén debidamente
insti!~~ÍQf1alizado que un individuo está llamado a de-
serán, entonces, dos limitaciones fundamentales concm-
sempeñar, tiene más valor que su propia virtud de dantes con el argumento repu,blicano. En este la
gobernante. He aquí el quid de la cuestión que trans- fórmula alberdiana no se aparta de las pautas
fiere la trayectoria episódica de un gobierno personal el modelo norteamericano: un y
a una institución permanente bajo la cual hasta po- diputados representarán a las provincias
drá encontrar amparo la figura del gobernante medio- el proceso legislativo, en tanto
cre: y tribunales federales adjudicarán
50 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN GONSERVADOR 51
ordenado por una última instancia, la Corte Suprema de Los riesgos pueden emerger de los conflictos entre
Justiéia, a quien corresponde el control constitucional facciones adversas o de la demagogia del actor con
de las leyes. vocación de representante. Para prevenirlos es preciso
mediatizar los modos de elección de los representantes
segó_n. sea la importancia del cargo que está en juego. De
Lt"bertad política para pocos y Nbertad civü para todos esta manera, la fórmula alberdiana, fiel una vez más al
modelo norteamericano, prevé que el diputado será
Una vez prescriptos los poderes centrales y los pode- directamente elegido por el pueblo, mientras que el
res subordinados, los límites y los principios que pro- senador y el presidente detentarán su título de una
tegerán la federación del peligro histórico del despo- elección de segundo grado realizada en las legislaturas
tis~o, el problema, que inevitablemente surge, en el provinciales o en el seno de un colegio electoraL
horiZonte de una formula republicana es el de saber Como quiera que fuese, ya sea emprendiendo el
quiénes y bajo qué reglas podrán ejercer el gobierno de camino del comido directo o el de la elección indirecta,
Ia socie~d. Alberdi rechazó explícitamente toda forma el pueblo es siempre la fuente de la cual deriva la
de designación derivada de la herencia; se apartó en este legitimidad del gobernante. La cuestión reside en saber
sentido del modelo boliva.riano 17 y optó -al menos en cuáles son las fro11teras que encuadran esa entidad
principio, como veremos de inmediato- por la posición llamada pueblo, quiénes lo componen y quiénes perma-
democrática que sostuvieron, en Filadelfia, Wilson, necen marginados más allá de sus límites. Simple como
Mason y Madison, en contra del punto de vista aristocrá- parece, las respuestas que se ensayaron frente a tal
tico de Hamilton y Morris. 111 La posición democrática interrogante dividen, a grandes rasgos, a los que con-
hace derivar el título de legitimidad del gobernante ciben el gobierno como algo donde pocos intervienen de
-diputado, senador o p'residente- de la elección realiza- aquellos que lo imaginan como un proceso donde
da por el pueblo; no hay, en rigor, legitimidad posible participan muchos ciudadanos; lo cual, dicho en otros
para el demócrata si ella no proviene del consentimiento términos, se expresaría de este modo: el gobierno
poptdar. democrático es obra de un grupo reducido de personas
El modo de expresión del consentimiento popular y sólo ellas integran el pueblo donde reside d poder
puede traducirse de múltiples maneras, pero, si se deja electoral, o bien, ese conjunto es más abundante en
de lado, la manifestación directa de dicho consen- términos cuantitativos de forma que tiende a univer-
timiento, ios medios elegidos para actualizarlo deben salizarse, abarcando un núme:ro cada vez mayor de
hacerse efectivos a través de alguna forma de represen- miembros participantes.
tación. La representación, vista como una serie de actos Esta oposición entre "pueblo chico'' y "pueblo gran-
mediante los cuales un actor político autoriza a otro a de" está fundada en argumentos que asignan a unos
obrar en su nombre o le impone el deber de dar cuenta pocos la virtud de saber elegir y a la muchedumbre la
de su acdón 19 ' arrastra consigo, sin embargo, nuevos ignorancia de no saber elegir. El punto de vista alber-
riesgos y, por consiguiente, nuevas prevenciones. diano es, en este sentido, francamente restrictivo.
EL ORDEN CO~SERVADOR 53
52 NA TALIO R. BOTANA
"La inteligencia Y fidelidad en el ejercicio de todo poder depende de la 1.a libertad cJ.\'!l. _a'b!e. entonces Ja.~u,tª.Pgg:".lLimp,!~tar
calidad de las personas elegidas para su depósito; y la calidad de los la .llueva-cultura, porque esas garantías traerán .inmigl'a-
e_Iegidos tiene estrecha dependencia de la calidad de los electores. El
mte~a elector~ es la l!ave del gobierno representativo. Elegir es discernir
cgn1;. industria y riquezas. He aquí el agente más eficaz.
para'mejoraf líi"capacidad de discernimiento político.de
deli~rn;r· La 1gno~cta no discierne, busca un tribuno y toma un tirano.
V
La mJsena no debbera, se . vende. Alejar el sufragio de manos de la
~or:a?cia Y. de la indigencia es asegurar la pureza y acierto de su
pueblos que, en su trayectoria histórica, sólo han gesta-
do "eLcl.~sp<:>!isl!lQ"cl.!!LG~~~ (que es la tiranía) o el
ejerCICIO. "20 . . despQtismo del puebl() (gue es la revoh!Q.9n)" .25 Hay,
pues, una soluoón'única y"'durablepara el problema del
La cuestión que preocupaba a Alberdi es cómo hacer gobierno posible en América del Sur: ··
de ~n pueb~o -según él-. ~mergido e!l la miseria y en
1~ ~~?rancia, u?a colectiVIdad federativa apta para el " ..•ella consiste en elevar nuestros pueblos a la altura de la forma de go-
eJercicio del gob~e~o republicano. El camino no puede bierno que nos ha impuesto la necesidad; en darles la aptitud que les falta pa-
ser otro que el mdicado por los ejemplos históricos de ra ser republicanos; en hacerlos dignos de la república, que hemos proclama-
do, que no podemos practicar hoy ni tampoco abandonar; en mejorar el
Grecia y Roma, "donde el pueblo sufragante sólo gobierno por la mejora de los gobernados; en mejorar la sociedad para
constaba de los capaces es decir de una minoría obtener la mejora del poder, que es su expresión y resultado directo.•>26
reducidí~ima en comparación del pueblo inactivo".21 ·
Esta mmoría es la única calificada para ejercer la Si el desarrollo de esta argumentación es correcto,
libertad política:
puede afirmarse que la fórmula alper,<}i<J.nli..prescribe Ja
coexistencia de qos tip.os. -de. república federativa: la
" •••usar de la libertad política es tomar parte en el gobierno· gobernar
aunque no sea más que por el sufragio, requiere educación ~ando n~ república abierta y la repí{fJ_lic_a ,t:(?J.tiictW~- La república
ciencia, en el manejo de la cosa pública. Gobernar es manej~ la suerte de abierta est~ͪ l".~giqa por la. libertad civil; en· ella tienen
to~os; lo q~~ es más complicado que manejar su destino individual y . cal)1rui-1odos los ciudadanos, nacionales y extranjeros,
pnvado.'>22 '
. que hagan uso de las garantías consagradas por el texto
constitucional.27 · Esta es la república que la retórica
Al~nos, por c?nsiguieme, están habilitados para in- oficial presentará, luego, como dilatada en territorio,
terven~ en el gob1erno; el resto, en cambio, la mayoría plena de posibilidades, con una población numerosa, la
que h~o mal uso de la libertad política favoreciendo cual ofrecerá el ámhi:to _ad,e.cuado...para. incorporar. los
despotismos populares, sólo tiene derecho. al ejercicio de
valo.res.de._il}!lOY-ªGi9u .. y de cambio: para traer inmigra-
la libertad civi/23 : '
ción, extender las comunicaciones, implantar la indus-
"~epitc;> que estoy libre del fanatismo inexperto, cuando no hipócrita, tria y propagar la educación.
que ptde libertades políticas a manos llenas para pueblos que sólo saben Pero la república ahl~es, en sí, un-ª....~ªdicción
emplearlas en crear sus tiranos. Pero deseo abundantísimas las libertades en los términ...Q.s...:¡;uJ.es.AQ-~..Qn!m}.a __sus..ac.to~de.,g.o.bkrno:
civile~ o ec~nómicas de adquirir, enajenar, trabajar, navegar, comerciar,
transsta.r Y e¡ercer toda industria, porque veo en nuestro pueblo la aptitud lo~s q'l!e. la integran -nuevos inmigrantes y
conve~ente para practicarlas. Son practicables, porque son accesibles al viejos j:QQJ!Qs:- no intervienen en la designación de l9s
extranjero que trae su inteligencia; y son las más fecundas, porque son las gobernantes¡ n.o son electores ni representantes; perma-
llamadas a poblar, enriquecer. y civilizar a estos países."24
54 NA'fALIO R, BOTANA
EI, ORDEN CONSERVAD(fR 55
necen marginados en una suerte de trasfondo en ruyo el pasado siglo, después de los aconted-
centro se recorta un núcleo político capacitado para :revo!ucionados que tuvieron lugar en la Améri-
hacer gobierno y ejercer controt Esta es la república ca del Norte y en Fr<>.:ncia, advertían, no sin perplejidad,
restrictiva, construida sobre el ejercido de la libertad que el de libertad política y. económica podía
política; un á~bito donde la participación en el gobie:r~ sufrir erosión de un movimiento súbito e irresistible:
no se c1rcunscnbe a un pequeño número de ciudadanos; el de la igualdad.
un espado cuyos miembros se controlan a sí mismos y, Alberdi no prestó suficiente atención a este fenóme-
a la vez, controlan el contorno .que lo circunda, Ciudada- no. .. porque esperaba que la inmigración y la
nqueza habtían en las vieias tiemw de la
nos, en suma, habilitados para intercambiar d papel de
de un nue~o mundo más
elector y de representante que, de esta manera, hacen
todas las precauciones de la repre-
suy? un proc~so de aprendizaje donde el acto de ejercer
gobierno deVIene un valor próximo a su conducta
sentación pero las robusteció mediante una
habitual. Allí, en la república restrictiva, prima la · distinción entre el habitante y el ciudadano.
voluntad reflexiva de los hombres públicos naturalmente Otros pensadores, que también provenían del tronco
preparados para tomar sobre sí d manejo de la suerte conservador, se percataron de que todo el edificio
de todos. republicano podía en sus cimientos a medida
La totalidad, sin embargo, dada en la fórmula un aumento la igualdad social diera por
al~erdiana, ~o:r la república restrictiva república antiguas el)tre .ciudadano y
abxerta, y m1entras en una los que participan, mediante realidad emergente fue la qúe desli.imb:ró
el uso de la libertad política, delegarán de modo de Tocqueville. Casi dos décadas antes de que
voluntario su capacidad potencial de mando, en la otra constitucional, Tocqueville
los habitantes afincados en un pennanece:rán acerca de democracia en
dirigidos por un sistema de control impuesto desde en un libro sin
afuera. ''-l'ó'"~'"'-"''-'A '-'VU'U',,,,U y meditó.
este aristócrata francés,
antiguo régimen,
Alberdi y Tocqueville: ontec:imi~.: inédito e
la Hbertad frente al riesgo de la a través tiempo en intensi-
Este es el motivo principal
Esta es, a la postre, la vi~ja distinción entne Jiabitante a sostener la democracia
y ciudadano que, desde los tiempos de Rousseau, como tal, un
interrogaba sin cesar al pensamiento polítko de los un de naturaleza social que
siglos XVIII y XIX. 26 cuya respuesta aparejaba dominación aristocrática; por eso
graves consecuéncias de vista "el libro que estarnos leer -dke
Los legisladores que introductorias La en
56 NA TALIO R. BOTANA
Habrá,
60 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN CONSERVADOR 61
severas exigencias ya que nada :reasegura -he aquí la NOTAS
clave de la cuestión-- la calidad del voto si no es la ! Este argumento lo he desarrollado en mi trabajo ya citado La
calidad moral, intelectual o económica del ciudadano tegitimité, probl'eme politique. Caps. I y II. La idea de vinculación entre,
que lo emite. por un lado, los valores e intereses y, por el otro, el régimen político
deriva de las nociones de M. Weber acerca de la atribución y el n,,nnteni-
A!berdi permanece aferrado a esta concepción de las miento de la legitimidad Consultar al respecto M. Welm', Economía y
1 cosa~; _Tocqueville traspone el umbral de la. república Sociedad, Cap. I, Párrafo 6, donde el autor señala que la legitimidad de
un orden puede estar garantizada "de manera p_mamente intima" (y en
:restnctlva: los notables ya no están protegidos por un este caso por razones que haoen a la expresión llfectiva, religiosa o con
derecho de ciudadanía exclusivo, pero todavía las leyes arreglo a valores), o bien "por la expectativa de determinadas co:ll.!lecuen-
y las instituciones podráxl gestar .el milagro de m.e:diai- cias externas; o sea, por una situación de intereses" (p. 32). Sobre el
régimen político entendido como respuesta a ciertos problem;¡s básicos,
con éxito entre la cantidad delos electores y la calid¡¡.d Conf. M. Duverge~ Les régimes politiques, Paris, P.U.F. 1961, p. 9.
de los elegidos. No quedaba, al fin de cuentas, alter- traducción castellana por -Eudeba, Buenos Aires.) Sobre el concepto
nativa. Tocqueville descubre que las instituciones políti- política-marco (politics) contrapuesto a la política-programa (policy) ver
R. Aron, Democratie et tota!.itarisme, .!'aris, Ga!limard, 1965, Cap. I. (Hay
cas y la sociedad igualitaria permanecían, unas frente a traducción castellana por Seix Barra!, Barcelona.,)
otra, en una crítica confrontación. Alberdi no niega la· 2 Ambos principios de legitimidad han sido calificados de est¡¡ manera
bondad de las instituciones; hasta incorpora en su pro- por G. Ferrero en su obra Pouvoir, les génies invisibles de la cité, l?ms,
Plon, 1945. Hay traducción castellana.
yecto todos los recaudos que éstas proponen, pero las 3 Los textos públicos de J. B. Alberdi que hemos seleccionado como
mstala sobre un sudo en cuya superficie reinará una constitutivos del cuerpo teórico de la fórmula son: Bases y puntos de
severa distinción de rangos. Votarán los de arriba: los partida para la organización política de la República Argentina; Elementos
de derecho público provincial para la República Argentina; y Sistema
~ducados y los ricos; no podrán ni deberán elegir los económico y rentístico de la Confederación Argentina según la Constitu-
Ignorantes y los pobres. El acto de representación, al ción de 1853. La primera edición de las Bases... es del l~ de mayo de
exigir prudencia y sabiduría para su ejercicio, plantea Hl52 y la segunda, que contiene el proyecto de constitución, del 23 de
agosto de 1852. El Derecho Público :apm-eció en juli-o de 1853 y el
un serio dilema: o s'e universaliza la ciencia y el arte del Sistema económico y rentistico en febrero de 1855. Coillf. J. M. Mayer,
gobierno, o bien, mientras tanto, la responsabilidad de Alberdi y su tiempo, pp. 413, 430 s., 465 y 477. Como podJr~ advertine
manejar la suerte de todos, de asumir público desde esta selección es restringida y deja de lado varios textos públicos que
defienden l2s ideas expuestas en las tres obras citadas a de la
la particular perspectiva de lo privado, debe quedar en polémica que libró Albe:rdi con Sarmiento dmante el año Luego de
manos d7 u,n pequeño núcleo de privilegiados. la batalla .de Caseros, Sanniento, que nabí<~ regresado ¡¡. Chile, escribió l.a
Imposible mayor claridad. Pero ¿cabría calificar este co.mpaiiu. en el Ejército Grande (12-11·52). El libro, dedicado a Albttdi,
motivó de su parte una réplica inmediata, escrita en Quillot¡¡ (Chile)
discurso tan sólo como mera expresión de lo que en el durante el verano de 1853, bajo el título de Cartas sobre /1!, prensa y la
lenguaje cotidiano Jlarnadamos una actitud oligárquica? política militante en la República Argentina (llamadó!.s Cartas Q:J4iliota-
¿o es que tras este modo de ver las cosas se esconde nas). Un mes después, Samúento respondía con Las ciento y ~tnll. Po1r
fin, ya sancionada la Constitución Nacional e:n Santa Fe, vieroru la luz los
una cuestión algo más complicada que el mismo legis- Comer1tarios de la Constitución de !.a Confederación Argentin.~ de Sarmien-
lador desdoblado, esta vez, en observador y sociólogo to (setiembre de 1853) a los que siguier.o!';, hada el ténnino m~ e;re ¡;f¡o,
(algo que no disgustado a Tocqueville) buscará los Estudios sobre la Constitución ArgentiM de 1853 de Alberdi, Al
desentrañar? emplear la expresión "textoo públicos", hago referencia a !os texto5 de
Alberdi que fueron conocidos y gozaron de diwlg¡Rdón entre lo~ ;;:ctore§
políticos de ese entonces. Quiero insistir en este punto, J!liUes ,-,.:,
62 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN CONSERVADOR 63
trato de hacer una exégesis de huJo el pensamiento de Alberdi, sino de en los artículos del Federalista. Ver R. A. Dmhl, A Preface to Democratic
aquellas partes de una producción profusa -y muchas veces contradic- Theory, Chicago, The University of Chicago Press, 1956. Cap. I, particular-
toria- que pudieron servir de valores instrumentales para dichos mente p. 10.
actores. Por otra parte, una cantidad apreciable de los escritos de Alberdi 1 7 Insisto en la advertencia metodológica señalada en la nota N'? 2. En
recién fueron publicados entre 1895 y 1901, en 16 volúmenes, bajo el ese entonces Alberdi rechazó el principio hereditario-monárquico. No
título de Escritos póstumos; estos trabajos son importantes para mejor ocurre así con el autor de los escritos póstumos en cuyo volumen IV bajo
interpretar la intimidad del pensamiento de Alberdi, o para aclarar el título "Del Gobierno en Sud América según su Revolución Fundamen-
aspectos que permanecen en la penumbra, pero, ubicados en el punto de tal" (trabajo escrito en los años 1862-1863), Alberdi manifiesta su
vista del actor de 1853, 1870 o 1880, poca utilidad tienen ya que, para preferencia ocasional a favor de la monarquía. Dicho ·trabajo ha !!ido
ese entonces, bien puede sostenerse la hipótesis de su inexistencia histórica recientemente reeditado con un título diferente. Ver J. B. Alb~ La
aunque permanecieran guardados en los archivos del autor. monarquía como mejor forma del gobierno en Sud-América, estudio
4 Juan Bautista Aiberdi, Bases y puntos de partida para la organización preliminar y notas de Juan Pablo Oliver, Buenos Aires, A. Peña Lill.o,
política de la República Argentina, 3!! ed., Buenos Aires, Estrada, 1949, 1970. La expresión "modelo bolivariano" hace referencia a una forma
Cap. X, p. 46. concreta de régimen político expuesta por Simón Bolívar en su Carta de
5 J. B. Alberdi, Sistema económico y rentístico de la Confederación Jamaica (1815), donde escribió lo que sigue: "Su gobierno podrá imit;u- al
Argentina según su Constitución de 1853, Buenos .Aires. La Cultura inglés: con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder
Argentina, 1921, p. 40. ejecutivo, electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario si se quiere
6 J. B. Alberd~ Bases. •. , Cap. XV, p. 75 s. república, una cámara o senado legislativo hereditario, que en l¡¡s tem-
7 J. B. Alberdi, Bases. .. , Cap. XV, p. 89. pestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del
8 J. B. Alberd~ Bases. •. , Cap. XVII, p. 113 y Cap. XXVII, p. 210. gobierno, y un cuerpo legislativo de libre elección, sin otras restricciones
9 J. B. Alberd~ Bases. .. , Cap. XII, p. 56. que las de la cámara baja de Inglaterra. Esta constitución participaría de
l O J. B. Alberdi, Bases. .. , Cap. XIX, p. 131. todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios". V.
11 J. B. Alberdi, Bases... , Cap. XXI, p. 149. Lecuna, Cartas del Libertador, t. XI, p. 53, citado por J. L. Romero, El
12 "Yo no vacilaría en asegurar que de la constitudón del poder pensamiento político de la derecha latinoamericana, p. 92.
ejecutivo especialmente depende la suerte de los Estados de la América 18 Con f. R. A. Dahl, Pluralist Dem ocracy in the Uni ted S tates:
del Sud", J. B. Alberdi, Bases..., Cap. XXV, p. 182. Conflict and Consent. Chicago, Rand McNally, 1967, p. 34 ss.
l 3 J. B. Alberdi, Bases... , Cap. XII, p. 56. 1 9 Aquí adopto el concepto de representación formal expuesto por H.
14 J. B. Alberdi, Bases.•. , ·Cap. XXV, p. 183. La experiencia acerca Pitkin, que me· parece el más adecuado para aclarar este problema
de los gobie-rnos conservadores que, desde la sanción de la constitución particular de la representación política. Ver Ha~mah F. Pitkil!!, The
centralista de 1833, se sucedieron regularmente en la República de Concept of Representation, University of California Press. 1966, Clip. 3:
QJ.ile bajo el influjo, en sus orígenes, de la personalidad de Diego Po!" Formalistic Views of Representation.,
tales es para Alberdi -lo veremos más adelante-, fuente de un mode- 20 J. B. A!berdi, Derecho Público Provincial, Buenos Aires, Univer-
lo político -y no económico- digno de tomarse en consideración: "Chile ha sidad de Buenos Aires, Departamento Editorial, 1956, p. 100.
hecho ver que entre la falta absoluta de gobierno y el gobierno dictatorial hay 2 i J. lB. Alberdi, Bases. .. , Cap. XXII, p. 160.
un gobierno regular posible; y es el de un presidente constitucional que pueda 2 2 j. B. A!berdi, Sistema económico y rentístico de la Confederación
asumir las facultades de un rey en el instante que la anarquía le Argentina, p. 21.
desobedece como presidente republicano", Bases... , Cap. XXV, p. 181. 2 3 En este sentido, Alberdi condena severamente el sufragio uruvenal.
Sobre el pensamiento de Diego Portales puede consultarse J. L. Romero, Lo considera un medio que legitima despotismos o tiranías populare§, pues
El pensamiento político de la derecha latinoamericana, Buenos Aires, otmga poder a las mayorías irresponsabies (que, por otra parte, califica
Paidós, 1970, p.· 96 ss. y Tulio Halperin Donghi, Hispanoamérica después con términos peyorativos). "El sufragio universal, aeado bajo Rivadavia
de la Independencia, Buenos Aires, Paidós, 1972, p. 33 ss., 192 ss. y por ley del 14 de agosto de 1821, trajo la intervención de la chusma en
222 SS. el gobierno, y Rosas pudo conseroar el poder apoyado en el voto electoral
1 S j. B. Alberdi, Bases... , Cap. XXXIV, p. 273 s. de la chusma, que pertenece por afinidad a todos los despotismos:''\J. B.
1 6 Democracia madisoniana hace referencia, <evidentemente, a la teoría Alberdi, Derecho Público Provincia4 p. 137.
política de james Madison, que el ·mismo pensó y desarrolló antes y 24 j. B. Alberdi, Sistema económico y rentístico de lo. Confeder<i.ewn
durante la Convención Constituyente de Filadelfia en 1787 y que expuso A ?-gen tina, p. 246 s.
/
NATALIO R. BOTANA
La ·subordinación Buenos
nacional, lejos de atenuar esta
la unifica en un centro decisión
~
tálgico recuerdo de Miguel Cané: "Nuestros padres eran bernamental se despliega tanto sobre la gran mayoría de
soldados, poetas y artistas. Nosotros somos tenderos, la población, pasiva y no interviniente, como sobre los
mercachifles y agiotistas' 920 , ilustraron esta actitud. Co- miembros pertenecientes al estrato superior que empren-
rolario de ella fue la afirmación que hada de las déca- den una actividad opositora.
das anteriores al ochenta, tiempos de vida cívica vigoro- Si aceptamos como hipótesis plausible la relación de-
sa y de partidismo de buena fe, contrapuestos a lo que poder anotada en la segunda posibilidad, la oligarquía
vendrá después: el silencio, la clausura y la corrupción; puede ser entendida como un concepto que califica un
en una palabra: la oligarquía.2t sistema de hegemonía gubernamental, cuyo imperio en
Dado el carácter critico del concepto de oligarquía, la Argentina observaba Alberdi antes y después de
la cuestión que ocupará nuestro interés consistirá en 1880. El sistema hegemónico se organizaría sobre las
desentrañar la dimensión política del fenómenQ oligár- bazes de una untficación del origen electoral de los car-
quico en la Argentina de ese entonces, admitiendo, co- gos gubernamentales que, según la doctrina, deberían
mb supuesto, dos cosas sobre las cuales parece derivarse tener origen distinto. Este proceso unitario se manifes-
un acuerdo: a) que hay oligarquía cuando un pequeño taría según modalidades diferentes: primero por la inter-
número de actores se apropia de los resortes fundamen- vención que le cabría al gobierno nacional para nombrar
tales del poder; b) que ese grupo está localizado en una '. sucesores; después, por el control que aquél ejerce en el
posición privilegiada én la escala de la estratificación ! nombramiento de los gobernantes de provincia. La esca-
social. Ambos supuestos, sin embargo, no explican del /¡ la de subordinación que imaginaba Alberdi alcanzaría la
todo la dimensión política del fenómeno oligárquico. j! cúspide de un papel dominante, el de presidente, para
Suponga el lector. el análisis de una sociedad donde se 11 descender en orden de importancia hacia el gobernador
han verificado los supuestos a) y b). A grandes rasgos se ~ de la provincia el cual, a su vez, intervendría en la
podría plantear esta alternativa ~on respecto al compor~ designación de los diputados y senadores nacionales y
tamiento político de sus miembros: o bien ese pequeño en la de los miembros integrantes de las legislaturas pro-
número de actores, calificado por su riqueza y prestigio, vinciales. 23
se pone de acuerdo con respecto a un conjunto de re- El esquema de diferenciación electoral de naturaleza
glas que garantizan ·el· derecho de la oposición a suceder federativa que propone la fórmula prescripta es el si-
pacíficamente a lo.s gobernantes o, de lo contrario, di- guiente:
chas reglas no existen (y, si existen, son letra muerta) y
en su reemplazo se instau,ra la supremacía del grupo
gobernante sobre la oposición. 22
/
:renc1a a a Quien--
es •--><•'--''-''" política a
la cual se demento: d por- rentes.
qué y el qué
Esta óptica
en ténninos abstractos y, en r>Í
78 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN CÓNSERV ADOR 79
consecuencias, . podría crear imágenes elementales en su fórmulas: la préscriptiva y la operativa; ambas enhebra-
diseño y riesgosas en sus consecuencias. Proponer una ron un viejo diálogo entre constitución y realidad que,
relación simple, según la cual todos los presidentes fue- quizá, permita echar alguna luz sobre una complicada
ron directamente designados por su antecesor, signifi- ·historia.
caría Violentar b historia de un modo tan ingenuo co- La constitución establecía modalidades precisas para
mo el espíritu que suele animar ciertas generalizaciones elegir a los presidentes y a los · miembros del Senado
sociológicas de endeble factura. Los regímenes políticos Nacional; c_onsagraba_~LV()!() <fj!ec~~ e!l~cám~a baja;
oligárquicos tienen la característica de desplegar un reforzaba l_os _!~~g?s ,ul!!ta!!g~ del ~!s~e~a fed~rat1vo me;
complejo entrecruzamiento de actores y tendencias que ~ntervenciQ!L federal. ¿Que dl!ítancm se trazo
se enfrentan o se ponen de acuerdo. Si el lector tiene la entre teorÍa-y práctica?-- lComo- entender los movimien·
paciencia de recorrer las líneas de fusión y de discordia tos de impugnación que, bajo la crítica acerca de la
. que trazaron los grupos políticos desde 1854 hasta corrupción del sufragio, pusieron en jaque a una clase
1910 (le recuerdo, una vez más, el apéndice que figura gobernante en múltiples oportunidades? ¿cómo, en fin,
al final de este libro: Esquema de los grupos políticos advertir tras las formas institucionales la incesante ac-
entre 1854 y 1910) comprobará que esta observación ción que supone mantener las posiciones de poder ad-
tiene mucho de cierto. Por lo tanto, resulta bastante quiridas? Interrogantes, todos, que bien sinren de
claro. que· los mecanismos de control intraoligárquicos preámbulo para avanzar sobre un itinerario a cuyo tér-
poco tienen que ver con una imagen de designación mino alcanzaremos a percibir algunos rasgos institucio-
burocrática, trasladada sin sentido crítico desde otros nales de un régimen que perduró durante más de tres
contextos históricos, según la cual el de arriba nombra décadas.
al que le sucede y éste, a su vez, acata sus mandatos.
El camino interpretátivo es otro, del mismo modo
como la factura de hipótesis más flexibles permitiría
comprender un aspecto de la acción política de ese en- NOTAS
tonces, con todos los riesgos que ello supone, como un 1 Si se acepta la opinión de Paul Groussac en Sudamérica del
sistema de transferencia de poder mediante el cual un 20-6-1884 donde señala a Montesquieu como "maestro favorito" de Al-
reducido número de participantes logró establecer dos berdi, cit.: jorge M. Mayer, Alberdi y su tiempo, p. 923. .•
( procesos básicos: excluir a la oposición considerada peli- 2 J. B. Alberdi, Sistema económico y rentístico de la Con[ederac10n
Argentina, p. 245 s.
grosa para el mantenimiento del régimen y "cooptar" 3 Esta distinción a propósito de Alberdi entre el legislador Y el, so-
por .el acuerdo a la oposición moderada, con la que se ciólogo (o el historiador) puede leerse, referida a un objeto complementa-
podía transar sobre cargos y candidaturas. rio en M. Grondona, Los dos poderes, Bs. As., Emecé, 1973. .
- 1 4 Ver Jorge M. Mayer, Alberdi y su tiempo, pp. 863, 866, 871,
Esta manera de ayentar conflictos y de tejer alianzas 881-883.
puede hacer de telón de fondo para entender el modo 5 El 12 de noviembre de 1880, Roca envió un mensaje al Congreso
solicitando los fondos para costear una edición oficial de las obras comple-
como los actores se sirvierm, de un conjunto de institu- ~ de Alberdi dado que "su impresión responde a un verdadero int~~és
ciones. Nuestra hipótesis defiende la coexistencia de dos público". Ver jorge M. Mayer, Alberdi y su tiempo, p. 887. Esta adheswn
80 NA TALIO R. BOTANA EL ORDEN CONSERVADOR 81
pública puede apoyar la opinión de Juan Agustín García cuando afirmaba este sentido Raymundo Wilmart. "¿Debemos ir al gobierno parlamen·
que "en su concepto el gobernante argentino que más se había acercado a tario?", ibid., año 1, N~ 1O, 12-7-1911, p. 522.
la aplicación de los preceptos de Alberdi, fue el general Roca". Testimonio 22 Se resumen aquí dos categorías de análisis. La primera es la de
recogido por Federico Pinedo en En tiempos· de la República, Buenos oligarquía competitiva expuesta por R. Dahl. La segunda es :la de democra-
Aires, Mundo Forense, 1946, p. 10. cia de fachada, que describe E. S. Finer. En un caso se pondera el valor de
6 Reimpresa recientemente bajo el título: La revolución del 80, Bue- las reglas competitiva~ y el respeto de la oposición dentro del juego oligár-
.l
nos Aires, .Plus Ultra, 1964. Esta edición es la que utilizaré en las citas que quico; en el otro, se subrayan· los actos de eliminación y fabricación del
siguen. voto que realiza una clase social. dominante, instalada en un territorio que
7 J. B. Alberdi, La revolución del 80, p. 41 s. carece de ·comunicaciones físicas, mediante un derecho constitucional res-
8 J. B. Alberdi, La revolución del 80, p. 43. trictivo. Ver al respecto, R. A. Dahl, Polyarchy, Participation and Opposí-
9 J. B. Alberdi, La revolución del 80, p. 53 s. tion, New Haven, Yale University Press, 1971, sobre todo Cap. 3: Híston:
lO James Madison, El Federalista, N~ 51, cit. por Samuel P. Hunting" cal Sequences; y S. E. Finer, Comparative Govemment, London, Afien
ton, Political Order in Changing Societies, New Haven and London, Yale Lane, The Penguin Press, 1970, Cap. 9.
University Press, 1968, p. 7. 23 Conf. José Nicolás Matienzo, L·e Gouvemement représentatiffédéral
11 Conf. Thomas F. McGann, Argentina; Estados Unidos y el sistema dans la République Argentine, p. 217; y Rodolfo Rivarola, "Crónica", en
interamericano· 1880-1914, Buenos Aires, Eudeba, 1960. p. 9. R.A.C.P., año 1, N~ 7, 12-4-1911, p. 102 s._..Dice Matienzo: "Si se quisiera
1 2 Conf. Tulio Halperín Donghi, Los fragmentos del poder, Intro- trazar una línea de demarcación entre las prerrogativas del presuJente y las
ducción, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1969, p. 15. del gobernador en materia electoral, creo que sería exacto afirmar que, en
1 3 Conf. Mariano Grondona, La Argentina en el tiempo y en el mun- regla general, cada uno de estos magistrados designa al candidato que debe
do, Buenos Aires, Primera Plana, 1967, pp. 73 s. sucederle. El presidente ,es designado por su predecesor inmediato; lo mis-
14 Conf. Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en la mo. ocurre con el gobernador de cada provincia que es designado por el
Argentina. Del patriciado a la oligarquía, 1862·1904, Buenos Aires, Mar funcionario que él reemplaza". y Rivarola añade: "el gobernador de pro-
Dulce, 1970, pp. 150 ss. vincia dispone quiénes deben ser los diputados nacionales y quiénes los
1 S Conf. Miguel Angel Cárcano. Sáenz Peña, la revolución por· los. co- provinciales. Estos últimos que reciben su nombramiento del gobernador,
micios, Buenos Aires, 1963, p. 134. acatan en su oportunidad la orden dada por éste para elegir a los senadores
16 Conf. Carlos A. Floria; El comportamiento de la oposición en la de la nación".
Argentina, ponencia presentada al Primer Encuentro Internacional de Cien· 24 Ver Gerard Bergeron, Fonctionnement de l'Etat, Paris, A. Colin,
cia Política, organizado por la Facultad de Ciencia Política de la Universi· 1965, a quien se sigue en lo que se refiere a la noción de control, pp.
dad del Salvador, Buenos Aires, agosto de 1969. 43 y ss.
1 7 Retomo esta expresión y la aíslo de su contexto; como es sabido, 2 S Conf. G. Beorgeron. op. cit., p. 80 ss.
Veblen vinculó el consumo ostensible a una determinada configuración
social por él llamada "clase ociosa". Ver Thorstein Veblen, Teoría de la
clase ociosa, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1951,
sobre todo Cap. IV.
18 Cit. por Thomas F. McGann, Argentina, Estados Unidos y el sis-
tema ín,eramericano, p. 17.
19 Cit. por Carlos lbarguren, lA historia que he· vivido, Buenos Aires,
Eudeba, 1969, p. 28;
20 Cit. por Carlos Ibarguren, La historia que he vivido, Buenos Aires,
Eudeba, 1969, p. 61.
2 1 Uno de los puntos de vista más representativos de esta tenden-
cia que marca la antinomia entre la Argentina "buena" anterior al ochenta y
la Argentina "mala" posterior a esa fecha, es el de Pablo ToreUo en "Go-
bierno republicano representativo .sin municipios autónomos", R.A.C.P.,
afio II, N~ 14, 12-ll-1911, y "Comisionados federales con fines de fiscaliza·
ción en las provincias", ibid., año VI, N~ 65, 12-2-1916. Ver tamhih1 en