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Nuestro sistema difiere del Copyright de los países del common Law.

El derecho de
Autor en Argentina se encuentra legislado por la ley de Propiedad Intelectual No.
11.723, y la obra es inherente al autor, quien nunca pierde sus derechos morales
sobre ella.

Teniendo en cuenta que los autores únicamente pueden ser personas físicas, se
introduce la figura del titular de los derechos. Así el autor es el único que puede
transferir derechos económicos a un tercero. Pero el autor no puede transferir los
derechos morales, como ser el derecho a que se mencione su nombre (derecho de
atribución), de conservar la integridad de su obra, y el derecho de decidir si quiere
que su obra se dé a conocer al público.

Todos los derechos transferidos deben estar indicados de manera expresa, y son
independientes. En este sentido el derecho de reproducir no implica el derecho de
representación o el de distribución.

Para transformar una obra se requiere la autorización expresa del titular. Todas las
obras derivadas deben contar con el consentimiento expreso del Autor.

En relación al plazo de protección, el término de la obra en general en nuestro país se


determina durante toda la vida del autor y  luego de su muerte por 70 años.

Las obras fotográficas tienen una duración de 20 años desde la primer publicación.
Dichas obras deben incluir la fecha, la fecha de publicación, el nombre el autor o
editorial. De no incluirse estos datos no puede iniciarse acciones penales respectivas
por reproducción indebida del material.

Las obras cinematográficas duran toda la vida del autor y 50 años desde la muerte
del último colaborador.

Para que un contrato de transferencia de Propiedad Intelectual sea oponible a


terceros se debe inscribir en la Dirección Nacional de Derecho de Autor.

Copyright y Copyleft

Existen dos concepciones jurídicas tradicionales sobre la propiedad intelectual:


el copyright, difundido en la zona de influencia del derecho angloamericano y
el derecho de autor, prevaleciente en la zona de influencia del derecho latino.
Además, ahora existe otra concepción, de carácter universal, las licencias libres, que
algunos llaman “copyleft”. Y también existe el dominio público. Las dos primeras
tienen su origen en los monopolios que los monarcas concedían a los autores para
estimular la creación intelectual, y coinciden en proteger los derechos de los autores
concediéndoles la facultad de excluir a todas las demás personas del uso de las obras,
salvo la simple e individual lectura, visualización, audición, etc. La frase
representativa de estos dos sistemas es: “todos los derechos reservados” La tercera
-licencia libre- surge como respuesta a la realidad actual, en la que muchos autores
prefieren obtener una mayor difusión de sus obras permitiendo el uso libre de ellas, y
funciona a la inversa que las otras, reservando sólo algunos derechos que el autor
elige. La frase que la represente es: “algunos derechos reservados” El copyright está
más orientado a los aspectos patrimoniales, a la actividad de explotación de las obras
intelectuales, mientras que el derecho de autor persigue que la obra quede siempre
en la esfera de la personalidad del autor, poniendo el acento sobre los componentes
“morales” del derecho. Las licencias libres están orientadas a ampliar la gran masa de
conocimiento público ya existente, y al mismo tiempo a obtener para el autor mayor
difusión de su obra, sin descuidar la protección de sus derechos. Por último, el
dominio público está integrado por aquellas obras para las cuales finalizó el plazo de
protección de la ley, no obstante lo cual, subsisten el componentes morale del
derecho de autor, básicamente, el derecho de ser reconocido como tal, y a que se
mantenga la integridad de la obra.

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