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Los territorios en la frontera norte eran muy extensos, pero sus condiciones extremosas,
además de que estaba incomunicada, lejana y abandonada. Durante la Colonia el gobierno
descuidó esos territorios, así que prácticamente estaban despoblados y abandonados.
El gobierno español daba concesiones para que emigrantes oriundos de Estados Unidos
se establecieran en esas tierras. La colonización de Texas se realizó sin control, de modo
que la especulación, el tráfico con las tierras, las invasiones y los despojos de propiedades
eran constantes. Así continuó en el México independiente, además de que la población
sajona superaba a la hispana. Los Wharton, David G. Burnet, Gail Borden, Samuel Houston,
Moisés Austin y otros más, obtuvieron tierras en Texas, muchas veces en forma ilícita. En
1833 Samuel Houston apoyó los proyectos expansionistas de Estados Unidos, secundados
por el presidente Andrew Jackson.
Entre 1829 y 1831 Anthony Butler, enviado del gobierno de Jackson, hizo gestiones ante
el gobierno mexicano para comprar Texas, pero fracasó y fue destituido. En este conflicto
se manifestaron en Texas dos tendencias: la de reconciliarse con el gobierno mexicano y
permanecer unidos a México y la separatista, que abrigaba las intenciones de unir Texas a
Estados Unidos.
En 1835 los texanos a favor de la guerra tuvieron el pretexto para provocar el conflicto.
El gobierno mexicano dispuso que Texas y Coahuila se integraran en una sola entidad, pero
para los texanos esto era una agresión y se sintieron despojados de sus tierras. Estados
Unidos, interesado en dichos territorios, envió dinero y voluntarios a apoyar a los colonos.
En tanto Santa Anna marchó desde San Luis Potosí y el 5 de marzo de 1836 se apoderó
de San Antonio y del Fuerte del Álamo.
Paola Sofía Rivera Medina
Se proclamó por segunda vez la independencia de Texas. Powhatan Ellis asumió el puesto
de presidente y Lorenzo de Zavala de vicepresidente.
El general José Urrea se adueñó de Santa Rosa y Goliat. Houston y Santa Anna se
enfrentaron cerca de río San Jacinto el 18 de abril. Santa Anna recibió refuerzos de Vicente
Filísola y se fue a descansar, sin tomar las debidas precauciones.
El 21 de abril de 1836 Houston atacó a las fuerzas de Santa Anna que dormían matando
a los soldados mexicanos. Santa Anna huyó, pero fue capturado más tarde, prisionero y
ante el peligro de ser fusilado, reconoció la independencia de Texas. Se comprometió a
gestionar la paz y llegar a un acuerdo sobre los límites con México y a favorecer la anexión
de Texas a Estados Unidos. A esta negociación se le conoció como los Tratados de Velasco.
Por lo tanto, a finales de abril de 1836 se perdió Texas. Anastasio Bustamante sustituyó a
Santa Anna en la presidencia. La guerra de Texas fue el preámbulo de la lucha contra
Estados Unidos.
A finales de 1835, María Cristina, reina regente de España, aceptó como hecho la
independencia de sus antiguas colonias. Los gobiernos de México y España firmaron el
tratado de paz y amistad el 28 de diciembre de 1836, y fue aprobado por el Congreso el 1
de mayo de 1837. Así, México y España iniciaron una etapa diferente en sus relaciones.
España, representada por María Cristina de Borbón, reconoce al gobierno mexicano.
Europa
- Giuseppe Mazzini, revolucionario italiano, creó en 1831 la Sociedad Joven Italia para
combatir a la monarquía absoluta y emprendió una lucha por hacer de Italia una república
unificada y libre. En España y en plena guerra Carlista, Juan Álvarez Mendizábal decretó en
1835 la supresión de las comunidades religiosas y la venta de sus bienes.
- En 1824 murió Roberto Malthus, autor del Ensayo sobre el principio de la población y
sus efectos en la felicidad humana.
Europa y Asia
- Muere en 1837 el rey Guillermo IV y le sucedió en el trono la reina Victoria, quien habría
de ser la creadora del moderno imperio británico. Inglaterra se consolidó como una potencia
comercial e industrial. Surge en 1838 el Movimiento cartista en Inglaterra. En la Carta del
Pueblo se exigía el sufragio universal y se pronunció contra una sociedad inglesa
deshumanizada. El emperador de China, Dao Guanh, ordenó en 1839 la captura de los
traficantes y el castigo a los funcionarios corruptos sobornados por los traficantes de opio;
además, confiscó todo el opio almacenado en bodegas y barcos. Elliot protestó y se inició
la Guerra del Opio entre China e Inglaterra.
Paola Sofía Rivera Medina
Los franceses exigieron el pago de 800 000 pesos por concepto de las deudas y
reclamaciones durante la guerra de los Pasteles.
En medio de este panorama surgió un conflicto internacional. Francia, regida por Luis
Felipe de Orleáns, hizo reclamaciones contra el gobierno mexicano, pues súbditos franceses
habían sufrido daños en sus negocios y propiedades. Fue el caso de un pastelero francés
avecindado en Tacubaya, quien fue agredido y reclamaba 60 000 pesos por concepto de
perjuicios sufridos. Las reclamaciones llevaron al pueblo a bautizar el conflicto como la
Guerra de los Pasteles.
El 4 de diciembre Santa Anna atacó a los invasores y en el campo de batalla recibió una
grave herida en una pierna, que le fue amputada posteriormente. Para el general esto fue
un hecho histórico y ordenó sepultarla con honores de guerra, aunque más tarde el
populacho la desenterró y la paseó por el puerto.
El puerto de Veracruz fue ocupado por los franceses y el gobierno quedó obligado a
firmar el tratado de paz. México se comprometió a pagar 600 000 pesos, además del castigo
de los daños sufridos por los súbditos franceses. Francia devolvería a México los navíos de
guerra capturados, se firmaría un tratado de comercio y navegación y Francia recibiría trato
de nación más favorecida. El conflicto terminó en los primeros meses de 1839.
Veremos ahora sucesos importantes que se produjeron en el país entre 1839 y 1845.
Paola Sofía Rivera Medina
En la primera mitad del siglo XIX el país enfrentaba circunstancias difíciles, reflejo del
descontento de la población. Uno de los sucesos más importantes fue la rebelión de Yucatán.
Yucatán fue olvidado por el gobierno, pero a pesar de ello estaba unido a la federación
y contribuía a su sostenimiento.
En 1835 se suprimió el pacto federal. Yucatán, al igual que los demás estados de la
Unión, había perdido su autonomía y soberanía al convertirse en un departamento bajo el
mandato de un gobernante designado desde la presidencia de la República.
Las causas inmediatas de la sublevación en Yucatán fueron los aranceles del comercio y
otras disposiciones contrarias a los intereses de los yucatecos. En mayo del mismo año, en
Tizimín, estalló la rebelión contra el centralismo. En 1840, Anastasio Torrens restableció el
federalismo en Yucatán. Al año siguiente decretó su independencia y firmó con Texas un
Tratado de Amistad y Comercio, pero en el transcurso de este mismo año decidió
reincorporarse al país, con algunas reservas.
Entre 1840 y 1843 la inestabilidad del país persistía en ciudades como Celaya, Tampico,
Monterrey y otras, donde se presentaban rebeliones. En ese lapso Santa Anna ocupó en
tres ocasiones la presidencia. Incluso en 1841, apoyado en el Plan de Tacubaya, por el que
se integró una junta de notables que reconoció a Santa Anna como presidente, éste se hizo
proclamar dictador.
Se convocó a elecciones en las que sólo participaron unos cuantos políticos y militares.
Santa Anna resultó triunfante pero ocupó el poder sólo unos días y a continuación lo alternó
con Mariano Salas, Nicolás Bravo y Mariano Paredes Arrillaga.
Estados Unidos continuaba su política agresiva contra México e inclusive tenía planes
para anexarse nuestro país.
En 1809, el ministro español Luis de Onís inició negociaciones con Washington para
delimitar la frontera norte de la Nueva España y Estados Unidos, con la idea de frenar el
expansionismo de éste. Las gestiones concluyeron en 1819 con la firma de un tratado sobre
límites en el cual España cedió la península de la Florida. A cambio, Estados Unidos se
comprometió a no hacer más exigencias territoriales.
En 1803 Estados Unidos compró Louisiana, que era dominio de Napoleón Bonaparte.
En cambio, Estados Unidos era un país organizado, ambicioso, bien alimentado, con un
ejército preparado, dirigido, disciplinado y con suficiente armamento. Para evitar la guerra,
el gobierno mexicano declaró que Texas debía ser un país independiente.
En la capital del país fracasaban las gestiones diplomáticas de paz de John Slidell;
Zacarías Taylor invadió Texas y se aproximó al río Bravo. En respuesta, el gobierno mexicano
envió a Mariano Paredes Arrillaga a detenerlo. Instigado por el alto clero y la aristocracia,
Paredes desobedeció y se pronunció desde San Luis Potosí, luego entró a la ciudad de
México y se apoderó del gobierno el 2 de enero de 1846.
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Lucas Alamán se pronunció en favor de Paredes y exigió que se instaurara una monarquía
encabezada por un príncipe católico bajo la tutela de España. Los republicanos rechazaron
estos planes y obligaron a Paredes a que respetara la fórmula republicana de gobierno.
Mientras, Taylor llegó a Matamoros, provocó el ataque de Mariano Arista, quien cruzó el
río Bravo y capturó soldados enemigos. El pretexto estaba dado y el Congreso de Estados
Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846.
Zacarías Taylor fue enviado a atacar Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y otros puntos.
Wool invadió Chihuahua; en la costa del Pacífico, Kearney se apoderó de la Alta California.
La armada estadounidense bloqueó los puertos de Tampico, Guaymas, Mazatlán, San Blas
y otros.
Sin embargo, el 6 de diciembre de 1846 Santa Anna fue reconocido otra vez como
presidente, ocupando el poder. Más tarde, Santa Anna se enfrentó a las fuerzas de Taylor
en la Angostura, cerca de Saltillo, y lo venció; pero en vez de consumar su victoria, abandonó
el campo de batalla.
Pedro María Anaya ocupó la presidencia, porque Santa Anna se trasladó a Cerro Gordo
para combatir a las fuerzas de Scott. Las fuerzas mexicanas sufrieron una nueva derrota.
La ciudad de Puebla fue ocupada por los invasores el 25 de abril de 1847. La capital
estaba a su alcance.
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En los primeros días de agosto de 1847, Scott se encontraba en las cercanías de la capital,
que prácticamente estaba indefensa a pesar del peligro. El general Gabriel Valencia fungía
como jefe del ejército del norte y su misión era hacer frente al enemigo.
Durante la batalla en Churubusco, Molino del Rey y Casa Mata también fueron atacados.
Se firmó un armisticio. Nicolás Trist negoció con el gobierno, representado por José
Joaquín de Herrera y Bernardo Couto. Estados Unidos exigió la entrega de Texas, Nuevo
México, parte de Tamaulipas, Coahuila y toda la Alta California. Las negociaciones no
tuvieron éxito y el 8 de septiembre se reanudó la lucha.
Las garitas y los baluartes de la capital cayeron en poder de los estadounidenses. Santa
Anna abandonó la capital y ordenó la evacuación del ejército.
Manuel de la Peña y Peña asumió la presidencia al huir Santa Anna y dispuso el traslado
de los poderes a la ciudad de Querétaro.
Pedro María Anaya ocupó la presidencia entre noviembre de 1847 y enero de 1848,
cuando lo relevó Manuel de la Peña y Peña, quien como presidente inició las negociaciones
de paz. Trist y Scott representaron a Estados Unidos y Bernardo Couto y Luis G. Cuevas a
México.
Para México, la derrota, el desaliento. Diez mil soldados vencieron a todo un pueblo
hundido en el caos, la anarquía, que en casi 40 años no había tenido paz. El egoísmo y las
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luchas internas destruyeron gran parte de sus riquezas y valores y le acababan de arrebatar
más de la mitad de su territorio.
Estados Unidos tuvo una ganancia muy importante. Se convirtió en la potencia que
pregonaba la doctrina Monroe y el destino manifiesto en sus relaciones diplomáticas en el
exterior. En el continente americano no podía haber intereses extraños a los suyos, y por el
destino manifiesto, se asumía que la providencia había dispuesto que fuera el más poderoso
del continente. Con ambos postulados se concedió la libertad de intervenir en los asuntos
internos de sus vecinos y del mundo.
La derrota en la Guerra con Estados Unidos marcó a toda una generación que ya no
compartía el entusiasmo de los primeros años de la Independencia. Su pesimismo y
desilusión se refleja en la literatura y la pintura de la época.
Mariano Arista quiso continuar con la política de su antecesor, pero se doblegó ante los
conservadores, quienes se aprovecharon para usurpar el poder. Arista lesionó los intereses
de los agiotistas, que eran los acreedores del Estado y de los militares, provocando mayores
conflictos. En Guadalajara, Jalisco, en octubre de 1852 se inició una rebelión encabezada
por José María Blancarte, que lanzó el Plan del Hospicio, donde se exigía el regreso de Santa
Anna al poder. En enero de 1853 el presidente, incapaz de sofocar el movimiento, renunció.
Asumieron el poder provisionalmente y en sucesión Juan Bautista Ceballos y José María
Lombardini. El 17 de marzo del mismo año Antonio López de Santa Anna ocupó la
presidencia por undécima y última vez.
Hasta Colombia viajó una comisión para solicitar a Santa Anna que retornara al país.
Lucas Alamán intervino en esta gestión.
Alamán se había encargado de frenar las desmesuras de Santa Anna, pero cuando murió,
éste comenzó a hacerse llamar Su Alteza Serenísima, Dictador Perpetuo y Héroe de la Patria,
títulos que ponían en evidencia su narcisismo y egolatría. Investido de esta manera, se
dedicó a perseguir a la oposición.
En 1854 se declaró dictador vitalicio. Vestía con elegancia y a los mandos del ejército los
atavió con lujo y derroche. Ante la carencia de recursos, el gobierno decretó impuestos
sobre la propiedad de carruajes y sobre balcones, puertas y ventanas de las casas.
Este impuesto aplicaba incluso a las personas más pobres pues dictaba que toda casa
de piedra, ladrillo o adobe, aun en despoblado, pagaría un real por cada puerta y cuatro
centavos por cada ventana exterior al mes, a partir del mes de febrero del año en curso.
La venta de la Mesilla
Estados Unidos presionaba para obtener más territorios, así compró la Mesilla, localizada
entre los ríos Bravo y Colorado. James Gadsden fue enviado para negociar. México recibió
por ese territorio 10 millones de dólares y firmó un nuevo tratado de paz que liberó a Estados
Unidos de su obligación de contener las invasiones de indios que atacaban territorio
mexicano.
Plan de Ayutla. La política de Santa Anna dio origen a sublevaciones. Los liberales se
pronunciaron en su contra. En el sur del país, Juan Álvarez, Florencio Villarreal e Ignacio
Comonfort incitaron al país para levantarse en armas y arrojar del poder al dictador.
Santa Anna salió a combatir a los rebeldes. El 1 de marzo de 1854 se publicó el Plan de
Ayutla, el cual, en esencia, declaraba el desconocimiento de Antonio López de Santa Anna
como jefe de la nación y pedía a la organización una junta para elegir a un presidente
interino. Este presidente interino debía convocar a un Congreso extraordinario para que
estableciera un gobierno republicano, representativo y popular.
La revolución de Ayutla
Paola Sofía Rivera Medina
Con el Plan de Ayutla se inició una revolución para restablecer el régimen constitucional
y quitar del poder al dictador. Santa Anna amenazó de muerte a quienes tuvieran un
ejemplar del plan.
A pesar del voto popular contra Santa Anna, la prensa gobiernista dijo que el pueblo se
había manifestado a favor del dictador. Sin embargo, la revolución se extendió por Veracruz,
Nuevo León, Oaxaca, Jalisco y Guanajuato.
El 9 de agosto de 1855, Santa Anna renunció y abandonó el país. Esta vez desapareció
definitivamente del escenario.
Europa
América y Europa
Europa y Asia
Al dejar Santa Anna la comandancia militar en Yucatán, este cargo federal fue ocupado
sucesivamente por los generales Ignacio Mora y Felipe Codallos y, como encargado
provisional, el coronel José Segundo Carvajal. Los dos últimos siguieron los pasos de Santa
Anna en el sentido de exigir al ejecutivo estatal aportaciones económicas para satisfacer,
según decían, los gastos de la tropa a su mando, toda vez que el gobierno federal no
proporcionaba, oportunamente, las cantidades necesarias para tal fin. El gobierno yucateco,
carente de recursos pecuniarios, se negó constantemente a las reitera das solicitudes de los
jefes militares, creándose una situación de tirantez entre el ejército y el poder civil. Los
comandantes insinuaban que el jefe del ejecutivo local abrigaba intenciones de separar
Yucatán de México y permitían que los jefes y oficiales de las respectivas guarniciones de
Mérida y Campeche formularan actas en las que se ultrajaba a las autoridades yucatecas.
Yucatán, una vez más, contra los deseos de sus pobladores, bajo el peso de las armas
jefaturadas por empleados del gobierno nacional, volvió al centralismo.
Paola Sofía Rivera Medina
México entero sufrió enormes perjuicios a causa del centralismo. Texas se declaró
independiente con el apoyo de los Estados Unidos de Norte América, hecho que, pasados
algunos años, provocó la guerra de nuestra patria con ese poderoso país.
Pero más que ninguna otra región. Yucatán resintió los efectos negativos del sistema
recién impuesto a la nación. El arancel de aduanas adoptado por el gobierno central fue
sumamente gravoso. La nación, para sostener la guerra de Texas, se veía obligada a realizar
grandes gastos y éstos debía pagarlos el pueblo mediante contribuciones y otras exacciones.
Yucatán, por su situación de pobreza y falta de recursos propios, aun para subsistir, había
obtenido en 1827 el privilegio de no abonar más que las tres quintas partes de los derechos
aduanales que pagaban los otros estados de la República. Pero en las nuevas circunstancias
Yucatán fue obligado a abonar cuotas iguales a las de las otras partes del país.
No nos olvidemos que los yucatecos creían entonces que al incorporarse al Estado
mexicano haciendo constar su excepcionalidad, habían quedado a salvo muchos de los
privilegios heredados de la colonia, entre ellos, el de arreglar, de acuerdo con sus
necesidades, su arancel de aduanas.
También se ordenó al gobierno yucateco enviar a México el 17, 15, 12, 10 y 8 % del
producto de sus aduanas. Así, las rentas del departamento disminuyeron notablemente y el
gobierno se vio en la imposibilidad de pagar regularmente los emolumentos de los
empleados.
El comandante general Joaquín Rivas Zayas, que había sustituido al general Toro en ese
puesto, se dirigió por carta al presidente Bustamante en demanda de comprensión para
Yucatán. En ese documento decía al supremo mandatario:
Por todas estas causas [las que expusimos antes] miliares de hombres elevan sentidas quejas y manifiestan
un alto descontento, de que se aprovechan los sediciosos para formar la opinión en contra de las instituciones
y a favor de la separación que llegará a realizarse, si el gobierno, al mismo tiempo que remedia tantos males,
no sostiene contra las maquinaciones e intrigas a los que todos los arrastran por corresponder a su confianza.
Pero todo fue inútil: el gobierno centralista de la nación cerraba los ojos y los oídos a la
realidad yucateca.
Desde 1838 los federalistas yucatecos creyeron que las condiciones eran propicias para
iniciar la insurrección. Se preparó el plan. Mas, descubierto éste, uno de sus caudillos,
capitán de una compañía de Tizimín, llamado Santiago Imán, fue sometido a juicio y
encerrado en prisión por nueve meses. Al obtener su libertad se refugió en el oriente de la
entidad y, de nuevo en contacto con los federalistas de Mérida y Campeche, con elementos
desertores del ejército y negros del rancho San Fernando, se pronunció en Tizimín, el 29 de
mayo de 1839. Se movilizaron las fuerzas centralistas y, después de varios encuentros, en
los que fue derrotado, se refugió, casi solo, en las selvas circundantes a algunas poblaciones,
cuyos habitantes simpatizantes del movimiento, le proporcionaban alimentos y toda clase
de ayuda. Pasado algún tiempo reorganizó sus fuerzas y se apoderó de Espita. De nuevo el
gobierno envió fuerzas veteranas para combatirlo. Una vez más Imán salió vencido y de
nuevo acudió al monte para rehuir la tenaz persecución en su contra. No obstante todos los
descalabros sufridos, el insurgente no perdió ánimo, tuvo la idea de que con la ayuda de los
mayas del oriente podía alcanzar el éxito deseado y a ellos acudió, ofreciéndoles abolir las
obvenciones religiosas, abolir o disminuir las contribuciones civiles y repartirles, en
propiedad, tierras. No bastaba más para que, por centenares, los mayas acudieran a
engrosar sus filas.
Rivas Zayas puso a Campeche en estado de resistir, por las armas, al federalismo
triunfante en toda la entidad. Pero al fin, el 6 de junio se redactó el documento relativo a la
capitulación de la plaza de Campeche, y ésta entró en posesión de las fuerzas federalistas.
Días después Rivas Zayas y todas sus fuerzas se embarcaron para Tabasco y Veracruz.
Paola Sofía Rivera Medina
Artículo 3°. El actual Congreso se declara facultado para hacer las modificaciones y
adiciones constitucionales que requiere la nueva forma que debe darse a la administración
pública, en la que no habrá más que un solo fuero.
Artículo 5°. La república yucateca goza de plena libertad y facultad de entrar en relaciones
directas y de celebrar pactos y tratados con todos los gobiernos establecidos en las demás
naciones.
Artículo 7°. La república yucateca ofrece asilo y particular protección a todos los naturales
del continente septentrional que sean perseguidos por sus opiniones políticas.
Artículo 8°. La república yucateca admite en su territorio a todo hombre honrado, sea cual
fuere su nación y creencia religiosa.
El Congreso del estado, bajo la influencia del vicegobernador, Miguel Barbachano, que a
la sazón se encontraba al frente del despacho por ausencia del titular Santiago Méndez,
aprobó dicha Acta. Pero Méndez, representante de los intereses mercantiles de Campeche,
se apresuró a retornar a su puesto e impidió que el Senado yucateco la aprobara, con lo
que el asunto quedó en suspenso.