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Paola Sofía Rivera Medina

Los territorios en la frontera norte eran muy extensos, pero sus condiciones extremosas,
además de que estaba incomunicada, lejana y abandonada. Durante la Colonia el gobierno
descuidó esos territorios, así que prácticamente estaban despoblados y abandonados.

El gobierno español daba concesiones para que emigrantes oriundos de Estados Unidos
se establecieran en esas tierras. La colonización de Texas se realizó sin control, de modo
que la especulación, el tráfico con las tierras, las invasiones y los despojos de propiedades
eran constantes. Así continuó en el México independiente, además de que la población
sajona superaba a la hispana. Los Wharton, David G. Burnet, Gail Borden, Samuel Houston,
Moisés Austin y otros más, obtuvieron tierras en Texas, muchas veces en forma ilícita. En
1833 Samuel Houston apoyó los proyectos expansionistas de Estados Unidos, secundados
por el presidente Andrew Jackson.

Entre 1829 y 1831 Anthony Butler, enviado del gobierno de Jackson, hizo gestiones ante
el gobierno mexicano para comprar Texas, pero fracasó y fue destituido. En este conflicto
se manifestaron en Texas dos tendencias: la de reconciliarse con el gobierno mexicano y
permanecer unidos a México y la separatista, que abrigaba las intenciones de unir Texas a
Estados Unidos.

Acontecimientos previos a la guerra

En 1835 los texanos a favor de la guerra tuvieron el pretexto para provocar el conflicto.
El gobierno mexicano dispuso que Texas y Coahuila se integraran en una sola entidad, pero
para los texanos esto era una agresión y se sintieron despojados de sus tierras. Estados
Unidos, interesado en dichos territorios, envió dinero y voluntarios a apoyar a los colonos.

En septiembre de 1835 Lorenzo de Zavala se nombró vicepresidente y Samuel Houston


presidente de Texas. El 7 de noviembre de 1835 se hizo la primera declaración de
independencia. Santa Anna había suprimido el federalismo, por lo que se rompió el pacto
entre México y Texas, y se desconocieron a las autoridades mexicanas.

El 11 de noviembre de 1835 los texanos se apoderaron de Álamo y de San Antonio de


Béjar. Estados Unidos envió tropas al mando del general Gaines.

En tanto Santa Anna marchó desde San Luis Potosí y el 5 de marzo de 1836 se apoderó
de San Antonio y del Fuerte del Álamo.
Paola Sofía Rivera Medina

Se proclamó por segunda vez la independencia de Texas. Powhatan Ellis asumió el puesto
de presidente y Lorenzo de Zavala de vicepresidente.

El general José Urrea se adueñó de Santa Rosa y Goliat. Houston y Santa Anna se
enfrentaron cerca de río San Jacinto el 18 de abril. Santa Anna recibió refuerzos de Vicente
Filísola y se fue a descansar, sin tomar las debidas precauciones.

El 21 de abril de 1836 Houston atacó a las fuerzas de Santa Anna que dormían matando
a los soldados mexicanos. Santa Anna huyó, pero fue capturado más tarde, prisionero y
ante el peligro de ser fusilado, reconoció la independencia de Texas. Se comprometió a
gestionar la paz y llegar a un acuerdo sobre los límites con México y a favorecer la anexión
de Texas a Estados Unidos. A esta negociación se le conoció como los Tratados de Velasco.
Por lo tanto, a finales de abril de 1836 se perdió Texas. Anastasio Bustamante sustituyó a
Santa Anna en la presidencia. La guerra de Texas fue el preámbulo de la lucha contra
Estados Unidos.

A finales de 1835, María Cristina, reina regente de España, aceptó como hecho la
independencia de sus antiguas colonias. Los gobiernos de México y España firmaron el
tratado de paz y amistad el 28 de diciembre de 1836, y fue aprobado por el Congreso el 1
de mayo de 1837. Así, México y España iniciaron una etapa diferente en sus relaciones.
España, representada por María Cristina de Borbón, reconoce al gobierno mexicano.

Europa

- Giuseppe Mazzini, revolucionario italiano, creó en 1831 la Sociedad Joven Italia para
combatir a la monarquía absoluta y emprendió una lucha por hacer de Italia una república
unificada y libre. En España y en plena guerra Carlista, Juan Álvarez Mendizábal decretó en
1835 la supresión de las comunidades religiosas y la venta de sus bienes.

- En 1824 murió Roberto Malthus, autor del Ensayo sobre el principio de la población y
sus efectos en la felicidad humana.

- En Francia se produjeron en 1836 manifestaciones obreras y populares; el primer


ministro, Adolfo Thiers, ordenó reprimirlas.

Europa y Asia

- Muere en 1837 el rey Guillermo IV y le sucedió en el trono la reina Victoria, quien habría
de ser la creadora del moderno imperio británico. Inglaterra se consolidó como una potencia
comercial e industrial. Surge en 1838 el Movimiento cartista en Inglaterra. En la Carta del
Pueblo se exigía el sufragio universal y se pronunció contra una sociedad inglesa
deshumanizada. El emperador de China, Dao Guanh, ordenó en 1839 la captura de los
traficantes y el castigo a los funcionarios corruptos sobornados por los traficantes de opio;
además, confiscó todo el opio almacenado en bodegas y barcos. Elliot protestó y se inició
la Guerra del Opio entre China e Inglaterra.
Paola Sofía Rivera Medina

El pueblo se debatía en la miseria y la ignorancia; en cambio, los terratenientes, el alto


clero y los mandos militares eran ricos y poderosos. El Estado carecía de recursos y en el
gobierno esta carencia era un mal constante. El país continuaba inestable, política,
económica y socialmente. Esa inestabilidad trajo desórdenes, pese a contar con
gobernantes.

Los franceses exigieron el pago de 800 000 pesos por concepto de las deudas y
reclamaciones durante la guerra de los Pasteles.

En medio de este panorama surgió un conflicto internacional. Francia, regida por Luis
Felipe de Orleáns, hizo reclamaciones contra el gobierno mexicano, pues súbditos franceses
habían sufrido daños en sus negocios y propiedades. Fue el caso de un pastelero francés
avecindado en Tacubaya, quien fue agredido y reclamaba 60 000 pesos por concepto de
perjuicios sufridos. Las reclamaciones llevaron al pueblo a bautizar el conflicto como la
Guerra de los Pasteles.

Sin declaración previa de guerra, se presentó en México la armada francesa al mando


del almirante Bazoche y del ministro Deffaudis, y el 21 de marzo de 1838 enviaron un
ultimátum al gobierno mexicano. Ante esas amenazas, Anastasio Bustamante se resistió a
negociar, y el 16 de abril Bazoche declaró el rompimiento de relaciones con México y
procedió a bloquear los puertos mexicanos.

Luego, en noviembre de 1838, desembarcó en Veracruz Charles Baudin exigiendo


respuesta al ultimátum. Las negociaciones fracasaron. El 27 de noviembre el puerto de
Veracruz y San Juan de Ulúa fueron bombardeados por los navíos franceses. El puerto
capituló.

El 4 de diciembre Santa Anna atacó a los invasores y en el campo de batalla recibió una
grave herida en una pierna, que le fue amputada posteriormente. Para el general esto fue
un hecho histórico y ordenó sepultarla con honores de guerra, aunque más tarde el
populacho la desenterró y la paseó por el puerto.

El puerto de Veracruz fue ocupado por los franceses y el gobierno quedó obligado a
firmar el tratado de paz. México se comprometió a pagar 600 000 pesos, además del castigo
de los daños sufridos por los súbditos franceses. Francia devolvería a México los navíos de
guerra capturados, se firmaría un tratado de comercio y navegación y Francia recibiría trato
de nación más favorecida. El conflicto terminó en los primeros meses de 1839.

Otros sucesos importantes, 1839 - 1845

Veremos ahora sucesos importantes que se produjeron en el país entre 1839 y 1845.
Paola Sofía Rivera Medina

En la primera mitad del siglo XIX el país enfrentaba circunstancias difíciles, reflejo del
descontento de la población. Uno de los sucesos más importantes fue la rebelión de Yucatán.

Yucatán fue olvidado por el gobierno, pero a pesar de ello estaba unido a la federación
y contribuía a su sostenimiento.

En 1835 se suprimió el pacto federal. Yucatán, al igual que los demás estados de la
Unión, había perdido su autonomía y soberanía al convertirse en un departamento bajo el
mandato de un gobernante designado desde la presidencia de la República.

Las causas inmediatas de la sublevación en Yucatán fueron los aranceles del comercio y
otras disposiciones contrarias a los intereses de los yucatecos. En mayo del mismo año, en
Tizimín, estalló la rebelión contra el centralismo. En 1840, Anastasio Torrens restableció el
federalismo en Yucatán. Al año siguiente decretó su independencia y firmó con Texas un
Tratado de Amistad y Comercio, pero en el transcurso de este mismo año decidió
reincorporarse al país, con algunas reservas.

El descontento continuó latente y se recrudeció en 1847, cuando inició una prolongada


y sangrienta guerra civil, conocida como la Guerra de Castas.

Entre 1840 y 1843 la inestabilidad del país persistía en ciudades como Celaya, Tampico,
Monterrey y otras, donde se presentaban rebeliones. En ese lapso Santa Anna ocupó en
tres ocasiones la presidencia. Incluso en 1841, apoyado en el Plan de Tacubaya, por el que
se integró una junta de notables que reconoció a Santa Anna como presidente, éste se hizo
proclamar dictador.

El 14 de junio de 1843 se proclamó una nueva constitución denominada Bases Orgánicas,


redactada por la Junta Nacional Legislativa, conocida también como Junta de Notables. En
las Bases se eliminaba el Supremo Poder Conservador y se establecía la Segunda República
Centralista. Los conservadores fueron sus beneficiarios, pues se consolidaron en un gobierno
centralizando los poderes y privilegios tanto del alto clero como de los militares.

Se convocó a elecciones en las que sólo participaron unos cuantos políticos y militares.
Santa Anna resultó triunfante pero ocupó el poder sólo unos días y a continuación lo alternó
con Mariano Salas, Nicolás Bravo y Mariano Paredes Arrillaga.

Estados Unidos continuaba su política agresiva contra México e inclusive tenía planes
para anexarse nuestro país.

El 12 de abril de 1844 el gobierno estadounidense declaró la anexión de Texas, y el 1 de


marzo de 1845 el Congreso la aprobó.
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En 1809, el ministro español Luis de Onís inició negociaciones con Washington para
delimitar la frontera norte de la Nueva España y Estados Unidos, con la idea de frenar el
expansionismo de éste. Las gestiones concluyeron en 1819 con la firma de un tratado sobre
límites en el cual España cedió la península de la Florida. A cambio, Estados Unidos se
comprometió a no hacer más exigencias territoriales.

A partir de 1821, México y Estados Unidos comenzaron a entablar contactos diplomáticos.


En 1823 el gobierno estadounidense reconoció a México como nación independiente y envió
a Joel Robert Poinsett para gestionar la firma de un Tratado de Amistad y Comercio. En
1832 se firmó el tratado sobre límites y el gobierno de Estados Unidos intentó anexarse
Texas.

La Guerra de Texas fue el preámbulo de este conflicto. En ella, el gobierno de Estados


Unidos participó en forma indirecta apoyando a los texanos con armas y dinero. Pero los
sucesos de 1844 y 1845 provocaron el estallido del conflicto, cuando el Congreso
estadounidense, en forma unilateral, decretó la anexión de Texas. El representante de
México ante el gobierno de Estados Unidos, Juan N. Almonte, se retiró, rompiéndose las
relaciones entre ambos países.

Antes de iniciadas las hostilidades, las fuerzas estadounidenses incursionaron en Texas,


argumentando que ese territorio abarcaba hasta el río Bravo. Estados Unidos buscaba que
el gobierno mexicano los atacara para acusarlo de agresión y con este pretexto iniciar la
guerra.

En 1803 Estados Unidos compró Louisiana, que era dominio de Napoleón Bonaparte.

México no estaba preparado para la guerra. El país se encontraba en la ruina económica,


social y política. El concepto de nación era prácticamente desconocido. Además, el ejército
y sus jefes, con pocas excepciones, carecían de armamento, municiones, alimento y
preparación.

En cambio, Estados Unidos era un país organizado, ambicioso, bien alimentado, con un
ejército preparado, dirigido, disciplinado y con suficiente armamento. Para evitar la guerra,
el gobierno mexicano declaró que Texas debía ser un país independiente.

Sucesos previos a la guerra

En la capital del país fracasaban las gestiones diplomáticas de paz de John Slidell;
Zacarías Taylor invadió Texas y se aproximó al río Bravo. En respuesta, el gobierno mexicano
envió a Mariano Paredes Arrillaga a detenerlo. Instigado por el alto clero y la aristocracia,
Paredes desobedeció y se pronunció desde San Luis Potosí, luego entró a la ciudad de
México y se apoderó del gobierno el 2 de enero de 1846.
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Lucas Alamán se pronunció en favor de Paredes y exigió que se instaurara una monarquía
encabezada por un príncipe católico bajo la tutela de España. Los republicanos rechazaron
estos planes y obligaron a Paredes a que respetara la fórmula republicana de gobierno.

Mientras, Taylor llegó a Matamoros, provocó el ataque de Mariano Arista, quien cruzó el
río Bravo y capturó soldados enemigos. El pretexto estaba dado y el Congreso de Estados
Unidos declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846.

Zacarías Taylor fue enviado a atacar Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y otros puntos.
Wool invadió Chihuahua; en la costa del Pacífico, Kearney se apoderó de la Alta California.
La armada estadounidense bloqueó los puertos de Tampico, Guaymas, Mazatlán, San Blas
y otros.

Arista y Taylor se enfrentaron en las llanuras de Palo Alto, cerca de Matamoros, y en


Resaca de Guerrero los mexicanos fueron derrotados. Taylor ocupó Matamoros y entró en
Monterrey. Ante ello Arista fue despojado del mando.

En la ciudad de México, Valentín Gómez Farías se pronunció en favor del federalismo y


Santa Anna lo apoyó. Paredes Arrillaga, aún presidente, exigió que el Congreso declarara la
guerra a Estados Unidos y pidió licencia para enfrentar las rebeliones que había en el país.
Nicolás Bravo asumió la presidencia.

Sin embargo, el 6 de diciembre de 1846 Santa Anna fue reconocido otra vez como
presidente, ocupando el poder. Más tarde, Santa Anna se enfrentó a las fuerzas de Taylor
en la Angostura, cerca de Saltillo, y lo venció; pero en vez de consumar su victoria, abandonó
el campo de batalla.

En la ciudad de México continuaban las revueltas. Aristócratas conocidos como polkos se


pronunciaron en favor del clero porque Gómez Farías había ordenado la confiscación de sus
bienes con el fin de obtener recursos para la guerra. Santa Anna se unió a ellos y suspendió
las disposiciones de Gómez Farías.

En tanto, Winfield Scott bombardeó Veracruz y los defensores se rindieron al no poder


defender el puerto.

La cercanía del puerto de Veracruz de la ciudad de México hacía menos costosa la


campaña contra México. Estados Unidos se decidió a emprenderla.

El gobierno había desprotegido el camino entre Veracruz y la capital por carecer de


fuerzas para defenderlo.

Pedro María Anaya ocupó la presidencia, porque Santa Anna se trasladó a Cerro Gordo
para combatir a las fuerzas de Scott. Las fuerzas mexicanas sufrieron una nueva derrota.

La ciudad de Puebla fue ocupada por los invasores el 25 de abril de 1847. La capital
estaba a su alcance.
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En los primeros días de agosto de 1847, Scott se encontraba en las cercanías de la capital,
que prácticamente estaba indefensa a pesar del peligro. El general Gabriel Valencia fungía
como jefe del ejército del norte y su misión era hacer frente al enemigo.

Entre el 19 y el 20 de agosto, los mexicanos sufrieron una nueva derrota en Lomas de


Padierna. El día 20, en la batalla de Churubusco, Anaya y Rincón se enfrentaron al enemigo.
Los defensores del convento de Churubusco no disponían de recursos suficientes y se
rindieron con una frase que se hizo célebre: “Si hubiera parque, ustedes no estarían aquí”.

Durante la batalla en Churubusco, Molino del Rey y Casa Mata también fueron atacados.

Se firmó un armisticio. Nicolás Trist negoció con el gobierno, representado por José
Joaquín de Herrera y Bernardo Couto. Estados Unidos exigió la entrega de Texas, Nuevo
México, parte de Tamaulipas, Coahuila y toda la Alta California. Las negociaciones no
tuvieron éxito y el 8 de septiembre se reanudó la lucha.

Entre el 12 y el 13 de septiembre fue atacado el Castillo de Chapultepec. Santa Anna


había encargado su defensa a Nicolás Bravo, sin embargo, Santa Anna no previó el asalto,
por lo que no había fuerzas ni recursos suficientes para defender el castillo. Santiago
Xicoténcatl, con el batallón de San Blas y cadetes del Colegio Militar, enfrentaron al
adversario. El 13 de septiembre la sede del Colegio Militar cayó en poder de los invasores.

Las garitas y los baluartes de la capital cayeron en poder de los estadounidenses. Santa
Anna abandonó la capital y ordenó la evacuación del ejército.

El 14 de septiembre de 1847 la capital estaba en poder de las fuerzas de ocupación. El


pueblo disparó contra el enemigo y Scott ordenó el fusilamiento de los atacantes, además
del cañoneo de las casas de donde salían los disparos.

El 16 de septiembre de 1847 toda resistencia había terminado y la bandera de Estados


Unidos ondeaba en Palacio Nacional.

Manuel de la Peña y Peña asumió la presidencia al huir Santa Anna y dispuso el traslado
de los poderes a la ciudad de Querétaro.

Pedro María Anaya ocupó la presidencia entre noviembre de 1847 y enero de 1848,
cuando lo relevó Manuel de la Peña y Peña, quien como presidente inició las negociaciones
de paz. Trist y Scott representaron a Estados Unidos y Bernardo Couto y Luis G. Cuevas a
México.

El 2 de febrero de 1848 se firmó el Tratado de Guadalupe, en la Villa de Guadalupe.


México perdió Alta California, Nuevo México, Arizona y Texas. A cambio, recibió 15 millones
de pesos y la promesa de que no sería sometido a nuevas reclamaciones. Se prometió
también que la vida y propiedades de los mexicanos allende la nueva frontera serían
respetadas, pero esta cláusula fue violada por Estados Unidos.

Para México, la derrota, el desaliento. Diez mil soldados vencieron a todo un pueblo
hundido en el caos, la anarquía, que en casi 40 años no había tenido paz. El egoísmo y las
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luchas internas destruyeron gran parte de sus riquezas y valores y le acababan de arrebatar
más de la mitad de su territorio.

Estados Unidos tuvo una ganancia muy importante. Se convirtió en la potencia que
pregonaba la doctrina Monroe y el destino manifiesto en sus relaciones diplomáticas en el
exterior. En el continente americano no podía haber intereses extraños a los suyos, y por el
destino manifiesto, se asumía que la providencia había dispuesto que fuera el más poderoso
del continente. Con ambos postulados se concedió la libertad de intervenir en los asuntos
internos de sus vecinos y del mundo.

La derrota en la Guerra con Estados Unidos marcó a toda una generación que ya no
compartía el entusiasmo de los primeros años de la Independencia. Su pesimismo y
desilusión se refleja en la literatura y la pintura de la época.

La Constitución de 1824 fue restablecida en 1846, pero el centralismo seguía pesando


en la vida del país, así como el dominio de la aristocracia y del clero, el cual tenía en sus
manos 80% de la propiedad territorial. Los gobiernos de Herrera y de Arista mantuvieron el
pacto federal, pero con debilidad. La economía en bancarrota y la anarquía crónica
continuaban azotando al país. El gobierno sin crédito, tanto interno como externo, acudía al
agio para subsistir. Los liberales procuraban reformar al país, pero las circunstancias del
mismo lo impedían.

Gobierno de José Joaquín de Herrera, 1848-1851

El 3 de junio de 1848, José Joaquín de Herrera asumió la presidencia, pero varios


problemas dificultaron su gestión. Mariano Paredes Arrillaga se levantó en armas, acusando
de traidores a los que firmaron el Tratado de Guadalupe, porque en él se había entregado
a Estados Unidos una parte importante del territorio mexicano. Por su parte, los partidarios
de Santa Anna exigían que volviera al país para que se hiciera cargo del gobierno. Herrera
utilizó el dinero entregado por Estados Unidos para pagar los adeudos pendientes, con lo
que se resolvieron temporalmente los problemas económicos del país.

Gobierno de Mariano Arista, 1851-1853

Mariano Arista quiso continuar con la política de su antecesor, pero se doblegó ante los
conservadores, quienes se aprovecharon para usurpar el poder. Arista lesionó los intereses
de los agiotistas, que eran los acreedores del Estado y de los militares, provocando mayores
conflictos. En Guadalajara, Jalisco, en octubre de 1852 se inició una rebelión encabezada
por José María Blancarte, que lanzó el Plan del Hospicio, donde se exigía el regreso de Santa
Anna al poder. En enero de 1853 el presidente, incapaz de sofocar el movimiento, renunció.
Asumieron el poder provisionalmente y en sucesión Juan Bautista Ceballos y José María
Lombardini. El 17 de marzo del mismo año Antonio López de Santa Anna ocupó la
presidencia por undécima y última vez.

Última presidencia de Antonio López de Santa Anna, 1853-1855


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Hasta Colombia viajó una comisión para solicitar a Santa Anna que retornara al país.
Lucas Alamán intervino en esta gestión.

Alamán se había encargado de frenar las desmesuras de Santa Anna, pero cuando murió,
éste comenzó a hacerse llamar Su Alteza Serenísima, Dictador Perpetuo y Héroe de la Patria,
títulos que ponían en evidencia su narcisismo y egolatría. Investido de esta manera, se
dedicó a perseguir a la oposición.

En 1854 se declaró dictador vitalicio. Vestía con elegancia y a los mandos del ejército los
atavió con lujo y derroche. Ante la carencia de recursos, el gobierno decretó impuestos
sobre la propiedad de carruajes y sobre balcones, puertas y ventanas de las casas.

En la siguiente lectura se transcribe el decreto de enero de 1854 que emitió el presidente


Antonio López de Santa Anna, donde establece el pago de contribuciones (impuestos), por
puertas y ventanas exteriores en los edificios urbanos y rústicos (del campo), de la
República.

Este impuesto aplicaba incluso a las personas más pobres pues dictaba que toda casa
de piedra, ladrillo o adobe, aun en despoblado, pagaría un real por cada puerta y cuatro
centavos por cada ventana exterior al mes, a partir del mes de febrero del año en curso.

La venta de la Mesilla

Estados Unidos presionaba para obtener más territorios, así compró la Mesilla, localizada
entre los ríos Bravo y Colorado. James Gadsden fue enviado para negociar. México recibió
por ese territorio 10 millones de dólares y firmó un nuevo tratado de paz que liberó a Estados
Unidos de su obligación de contener las invasiones de indios que atacaban territorio
mexicano.

Himno Nacional Mexicano

Como México carecía de un canto patrio, el gobierno convocó a un concurso para


componerlo. Francisco González Bocanegra, poeta mexicano, y el músico español Jaime
Nunó, por separado compusieron la letra y la música ganadoras. En septiembre de 1854 se
escuchó por primera vez el Himno Nacional Mexicano.

Plan de Ayutla. La política de Santa Anna dio origen a sublevaciones. Los liberales se
pronunciaron en su contra. En el sur del país, Juan Álvarez, Florencio Villarreal e Ignacio
Comonfort incitaron al país para levantarse en armas y arrojar del poder al dictador.

Santa Anna salió a combatir a los rebeldes. El 1 de marzo de 1854 se publicó el Plan de
Ayutla, el cual, en esencia, declaraba el desconocimiento de Antonio López de Santa Anna
como jefe de la nación y pedía a la organización una junta para elegir a un presidente
interino. Este presidente interino debía convocar a un Congreso extraordinario para que
estableciera un gobierno republicano, representativo y popular.

La revolución de Ayutla
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Con el Plan de Ayutla se inició una revolución para restablecer el régimen constitucional
y quitar del poder al dictador. Santa Anna amenazó de muerte a quienes tuvieran un
ejemplar del plan.

En julio de 1854 hubo levantamientos en Tamaulipas, Michoacán y San Luis Potosí. En


diciembre se extendieron a gran parte del país. Santa Anna recurrió a la persecución, el
asesinato y el incendio de poblaciones donde hubiera simpatizantes de esta revolución.

El gobierno convocó al pueblo para que se pronunciara a favor o en contra de Santa


Anna. El pueblo creyó en la convocatoria; pidió la salida de Santa Anna y propuso a Juan
Álvarez para sustituirlo.

A pesar del voto popular contra Santa Anna, la prensa gobiernista dijo que el pueblo se
había manifestado a favor del dictador. Sin embargo, la revolución se extendió por Veracruz,
Nuevo León, Oaxaca, Jalisco y Guanajuato.

El 9 de agosto de 1855, Santa Anna renunció y abandonó el país. Esta vez desapareció
definitivamente del escenario.

Europa

- Karl Marx y Friedrich Engels escribieron La Sagrada Familia en 1844.

- En 1847 se presentó una crisis generalizada en Europa; industria, comercio, bolsa de


valores, desempleo masivo y miseria. En febrero de 1848 Karl Marx y Friedrich Engels
publicaron el Manifiesto del Partido Comunista en Londres.

- Abdicó Luis Felipe de Orleáns y se estableció un gobierno provisional. En diciembre de


1848 Luis Napoleón Bonaparte fue electo presidente.

- El 2 de diciembre de 1852 Luis Napoleón Bonaparte se convirtió en Napoleón III,


emperador de los franceses. Inglaterra, Francia y Estados Unidos enviaron en 1853 a China
sus representantes para que este país firmara tratados, pero China los rechazó por
considerar sus pretensiones como desiguales.

América y Europa

- En 1819 se independiza Colombia. Venezuela se independiza con Simón Bolívar como


presidente, en 1821. Las fuerzas francesas apoyaron a Fernando VII y se restableció el
absolutismo en España, en 1823. En Inglaterra hubo reformas parlamentarias en 1832 que
permitieron a los irlandeses tener representantes en el Parlamento Británico.

Europa y Asia

- Durante la Guerra de Crimea en 1854, Rusia se enfrentó a Francia, Inglaterra,


Piamonte–Cerdeña y Turquía. Se exigía a Rusia su retiro de los Balcanes, además de
impedirle su entrada al mar Mediterráneo. En 1853 se desarrolla la Guerra entre Turquía y
Rusia.
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- En 1855 muere el zar de Rusia, Nicolás I, y lo sucedió su hijo Alejandro II.


Paola Sofía Rivera Medina

Este funcionario, de acuerdo con el gobernador, se opuso a la pretensión del militar ya


que no había presupuesto ni orden alguna de quienes, de acuerdo con la ley debían darla,
para semejante erogación. El comandante militar se enojó y esto hizo que la comunicación
entre la autoridad civil y la militar se hiciera áspera y, en ocasiones, carente de
comedimiento. El gobernador solicitó del ministerio de Guerra se llamara la atención de
Santa Anna y se le recomendara más respeto a las autoridades locales. Pero, al fin, el señor
Tarrazo renunció a su cargo y. entonces, ocurrió lo inesperado: el Congreso, tan celoso
antes de la autonomía estatal, no tuvo reparo en abdicar sus principios y designó gobernador
al propio Santa Anna, quien así reunió en sus manos el poder militar y civil. En última
instancia, la soberanía estatal había quedado en manos de un empleado federal.

Al dejar Santa Anna la comandancia militar en Yucatán, este cargo federal fue ocupado
sucesivamente por los generales Ignacio Mora y Felipe Codallos y, como encargado
provisional, el coronel José Segundo Carvajal. Los dos últimos siguieron los pasos de Santa
Anna en el sentido de exigir al ejecutivo estatal aportaciones económicas para satisfacer,
según decían, los gastos de la tropa a su mando, toda vez que el gobierno federal no
proporcionaba, oportunamente, las cantidades necesarias para tal fin. El gobierno yucateco,
carente de recursos pecuniarios, se negó constantemente a las reitera das solicitudes de los
jefes militares, creándose una situación de tirantez entre el ejército y el poder civil. Los
comandantes insinuaban que el jefe del ejecutivo local abrigaba intenciones de separar
Yucatán de México y permitían que los jefes y oficiales de las respectivas guarniciones de
Mérida y Campeche formularan actas en las que se ultrajaba a las autoridades yucatecas.

Mientras tanto, en el centro de la República, ocurrían hechos que conducirían a que


México, bajo la presión castrense, adoptara la forma de gobierno centralista.

Durante el periodo 1824-1828 ocupó la presidencia de la República, como resultado de


la elección en su favor, el general Guadalupe Victoria. En 1828, al efectuarse nuevamente
elecciones constitucionales para renovar al Poder Ejecutivo, se presentaron las candidaturas
de los generales Vicente Guerrero y Manuel Gómez Pedraza. El primero, antiguo insurgente
y, el segundo, realista. Bajo la presión militar triunfó el segundo. Entonces, el
pronunciamiento de La Acordada, promovido por el yucateco Lorenzo Zavala, determinó que
el Congreso de la Unión decretara que era presidente Guerrero y vicepresidente el general
Anastasio Bustamante, antiguo realista. Al finalizar 1829, como resultado de otro
pronunciamiento militar encabezado por los generales Santa Anna y Bustamante, ocupó la
presidencia de la República el segundo. A partir de aquel momento se vislumbraron indicios
de que pronto los generales Bustamante y Santa Anna darían un golpe para proclamar el
centralismo. Se aseguraba que se venía haciendo propaganda entre el ejército y que los
militares residentes en Yucatán habían sido ya invitados para tal efecto. Estos decidieron
esperar.

En una orgía celebrada en el puerto de Campeche, el 5 de noviembre de 1829. oficiales


de la guarnición de aquella plaza y un batallón de michoacanos, al grito de "Viva la República
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Central", se declararon en rebeldía a las autoridades yucatecas. Inmediatamente se celebró


una junta en la que se acordó declararse por el centralismo, deponer a todas las autoridades
que fungían de acuerdo con la Constitución e invitar al coronel José Segundo Carvajal a
asumir el mando civil y militar en el estado. El movimiento fue secundado, días después,
por las guarniciones de todas las poblaciones de la entidad. La de Mérida añadió algunos
puntos al plan sedicioso de Campeche, entre éstos el que consignaba que "Yucatán no
volverá a unirse a México hasta que éste no adoptara, para su gobierno, el sistema de
República central."

Dice respecto a este golpe militar Lorenzo de Zavala que:


Ochocientos hombres de guarnición en Campeche, y otros tantos en Mérida fueron suficientes para echar
abajo las leyes constitucionales: deponer al jefe supremo del Estado de Yucatán; disolver la Asamblea Legislativa,
y establecer un régimen militar, que bajo la denominación genérica de centralismo, sujetaba a una península de
700 000 habitantes a las ordenanzas del ejército.

Pero la República no había cambiado hasta entonces su sistema de gobierno. El


anunciado golpe centralista no se había efectuado y, el 6 de octubre del año siguiente, se
restableció en Yucatán la observancia de la Constitución federal y de la particular del estado
por los mismos que, en noviembre de 1829, se habían pronunciado militarmente contra el
federalismo y en favor del centralismo. El gobierno de la República no se dejó engañar y
rechazó todas las maniobras realizadas por los militares que se habían apoderado de los
destinos yucatecos.

Mientras tanto, la administración de Anastasio Bustamante había caído en el desprestigio,


más que nada, por el asesinato del general Vicente Guerrero, Santa Anna inició una nueva
revuelta que llevó al poder a Gómez Pedraza, al finalizar el año de 1832.

El 6 de noviembre de 1832, antes de que la revuelta de Santa Anna elevara al poder a


Gómez Pedraza, Yucatán había secundado el plan de Santa Anna que, triunfante, promovió
la reposición de las autoridades depuestas por los centralistas en 1829. El federalismo
prevaleció en la República y en Yucatán, hasta que en 1834, Santa Ann presidente de la
República con licencia, dio un golpe de Estado, se hizo cargo de la presidencia, destituyó al
vicepresidente Gómez Farías, disolvió las Cámaras Legislativas de la Unión el 31 de mayo
de 1834, y derogó la mayor parte de los decretos expedidos por Gómez Farías.

La nación se encaminaba hacia el centralismo. El comandante militar de Yucatán, general


Francisco de Paula y Toro, hostil al gobierno del estado, se rebeló contra las autoridades
locales y el Congreso de la Unión, en 1835, expidió las bases del 15 de diciembre de 1835
y las leyes constitucionales de 1834 que dieron al país las bases generales para organizarse
en forma de República central.

Yucatán, una vez más, contra los deseos de sus pobladores, bajo el peso de las armas
jefaturadas por empleados del gobierno nacional, volvió al centralismo.
Paola Sofía Rivera Medina

Dice el historiador yucateco Eligió Ancona que:


“Hallándose Yucatán desde 1834 en poder de los centralistas, no sólo se sometió dócilmente a este atentado
contra la Federación, sino que contribuyó a él en la esfera de sus facultades, porque la Legislatura presentó una
iniciativa al Congreso de la Unión el 10 de septiembre de 1835, pidiéndole que se declarase constituyente y
adoptase la forma de república central”

En verdad no fue el pueblo el responsable de semejante atentado, porque la península


entera se encontraba bajo la bota militar del general Francisco Toro, comandante militar y
gobernador de la región y hermano político del general Santa Anna. quien lo mantenía en
el mando para que le respondiera de la situación en esta entidad.

México entero sufrió enormes perjuicios a causa del centralismo. Texas se declaró
independiente con el apoyo de los Estados Unidos de Norte América, hecho que, pasados
algunos años, provocó la guerra de nuestra patria con ese poderoso país.

Pero más que ninguna otra región. Yucatán resintió los efectos negativos del sistema
recién impuesto a la nación. El arancel de aduanas adoptado por el gobierno central fue
sumamente gravoso. La nación, para sostener la guerra de Texas, se veía obligada a realizar
grandes gastos y éstos debía pagarlos el pueblo mediante contribuciones y otras exacciones.
Yucatán, por su situación de pobreza y falta de recursos propios, aun para subsistir, había
obtenido en 1827 el privilegio de no abonar más que las tres quintas partes de los derechos
aduanales que pagaban los otros estados de la República. Pero en las nuevas circunstancias
Yucatán fue obligado a abonar cuotas iguales a las de las otras partes del país.

No nos olvidemos que los yucatecos creían entonces que al incorporarse al Estado
mexicano haciendo constar su excepcionalidad, habían quedado a salvo muchos de los
privilegios heredados de la colonia, entre ellos, el de arreglar, de acuerdo con sus
necesidades, su arancel de aduanas.

Añádase que el gobierno central impuso un impuesto antes desconocido en Yucatán: el


designado con el nombre de internación o alcabala. El tráfico entre puntos de la misma
entidad debía resentir, como consecuencia, la obligación del pago de impuestos especiales.
Inútiles fueron las quejas elevadas ante la presidencia de la República por los ayuntamientos
yucatecos, por el comercio y por gran número de ciudadanos; las razones expuestas no
fueron atendidas, provocando un profundo malestar entre el influyente sector de los
comerciantes.

También se ordenó al gobierno yucateco enviar a México el 17, 15, 12, 10 y 8 % del
producto de sus aduanas. Así, las rentas del departamento disminuyeron notablemente y el
gobierno se vio en la imposibilidad de pagar regularmente los emolumentos de los
empleados.

Al malestar de los funcionarios y empleados, de los comerciantes y de los principales


ayuntamientos, se añadió el del pueblo en general por el sacrificio que se le impuso por la
salida de Yucatán de numerosos contingentes, integrados por labradores y artesanos, para
ir a pelear en la guerra de Texas. La mayoría de estos yucatecos captados por la fuerza para
enrolarlos en el ejército, jamás regresó a su tierra natal, dejando en la orfandad y la miseria
a sus deudos.
Paola Sofía Rivera Medina

El comandante general Joaquín Rivas Zayas, que había sustituido al general Toro en ese
puesto, se dirigió por carta al presidente Bustamante en demanda de comprensión para
Yucatán. En ese documento decía al supremo mandatario:
Por todas estas causas [las que expusimos antes] miliares de hombres elevan sentidas quejas y manifiestan
un alto descontento, de que se aprovechan los sediciosos para formar la opinión en contra de las instituciones
y a favor de la separación que llegará a realizarse, si el gobierno, al mismo tiempo que remedia tantos males,
no sostiene contra las maquinaciones e intrigas a los que todos los arrastran por corresponder a su confianza.

Pero todo fue inútil: el gobierno centralista de la nación cerraba los ojos y los oídos a la
realidad yucateca.

Desde 1838 los federalistas yucatecos creyeron que las condiciones eran propicias para
iniciar la insurrección. Se preparó el plan. Mas, descubierto éste, uno de sus caudillos,
capitán de una compañía de Tizimín, llamado Santiago Imán, fue sometido a juicio y
encerrado en prisión por nueve meses. Al obtener su libertad se refugió en el oriente de la
entidad y, de nuevo en contacto con los federalistas de Mérida y Campeche, con elementos
desertores del ejército y negros del rancho San Fernando, se pronunció en Tizimín, el 29 de
mayo de 1839. Se movilizaron las fuerzas centralistas y, después de varios encuentros, en
los que fue derrotado, se refugió, casi solo, en las selvas circundantes a algunas poblaciones,
cuyos habitantes simpatizantes del movimiento, le proporcionaban alimentos y toda clase
de ayuda. Pasado algún tiempo reorganizó sus fuerzas y se apoderó de Espita. De nuevo el
gobierno envió fuerzas veteranas para combatirlo. Una vez más Imán salió vencido y de
nuevo acudió al monte para rehuir la tenaz persecución en su contra. No obstante todos los
descalabros sufridos, el insurgente no perdió ánimo, tuvo la idea de que con la ayuda de los
mayas del oriente podía alcanzar el éxito deseado y a ellos acudió, ofreciéndoles abolir las
obvenciones religiosas, abolir o disminuir las contribuciones civiles y repartirles, en
propiedad, tierras. No bastaba más para que, por centenares, los mayas acudieran a
engrosar sus filas.

Ya con suficientes elementos Imán se apoderó, tras combate sangriento, de Valladolid,


que es la más importante población del oriente de la entidad. El 12 de febrero hizo levantar
un acta en la que se consignaron las demandas inmediatas de la insurrección: se restablecía
la Constitución local de 1825; se reponían las autoridades depuestas en 1834 y se cumplían,
en principio, algunos de los ofrecimientos hechos a los indios.

En Mérida, el 18 de febrero, las fuerzas de guarnición en la plaza se adhirieron al


movimiento y formularon el acta respectiva en la que se incluían, en su mayor parte, las
determinaciones tomadas en Valladolid y se declaraba, además, que "Yucatán sería
independiente de México, mientras éste no volviese a adoptar el sistema republicano federal
de gobierno". Después de esto el resto de la península, excepto Campeche, donde radicaba
el comandante general Rivas Zayas con su guarnición, reconoció lo hecho.

Rivas Zayas puso a Campeche en estado de resistir, por las armas, al federalismo
triunfante en toda la entidad. Pero al fin, el 6 de junio se redactó el documento relativo a la
capitulación de la plaza de Campeche, y ésta entró en posesión de las fuerzas federalistas.
Días después Rivas Zayas y todas sus fuerzas se embarcaron para Tabasco y Veracruz.
Paola Sofía Rivera Medina

La primera insurrección armada, realizada fundamentalmente por el pueblo, había


triunfado.

Anastasio Bustamante ocupaba la presidencia de la República, bajo el sistema centralista


de gobierno, cuando Yucatán se pronunció por el federalismo. Hasta aquel momento, la
demanda de Yucatán para reincorporarse a la nación se había limitado a exigir la vuelta de
la República al federalismo. Sin embargo, en marzo de 1841, el Congreso local había
decretado que la entidad no aceptaría ningún planteamiento, en el que no se reconociera,
constitucionalmente, el derecho que le asistía:
1° Para arreglar su administración interior de manera que pueda por el atender a sus
particulares necesidades.

2° Para determinar sobre materias religiosas lo que le parezca conveniente al bienestar y


prosperidad de sus pueblos.

3° Para no admitir en su territorio comandante general ni particular, ni más milicia que la


que organice, ni que a ésta se la saque total ni parcialmente, cualquiera que sea el objeto a
que se la pretenda destinar.

4° Para decretar el arreglo y los aranceles de sus aduanas marítimas, administrarlas y


aprovecharse de sus productos.

5° Para no contribuir a los gastos generales de la República sino por contingentes de


numerario, proporcionados a sus posibilidades respectivas y demandados por verdaderas y no
ficticias urgencias del Erario nacional.

6° Para no permitir que la Administración general de la República obligue a los yucatecos,


por levas, sorteos ni de otro modo cualquiera, a servir en la milicia de mar o tierra.

7° Para no sujetarse en lo demás sino a disposiciones libremente discutidas y dictadas por


un Congreso nacional, compuesto de representantes popularmente elegidos y en que cada
Estado, provincia o departamento tenga una representación igual.

En la imposibilidad material del gobierno centralista para someter a los federalistas


yucatecos por la fuerza de las armas a los dictados del centro, éste declaró facciosas a las
autoridades yucatecas y piratas a sus embarcaciones. Poco después se suscitó un incidente:
una embarcación yucateca había aprisionado un transporte marítimo beliceño que introducía
o practicaba el contrabando. Una corbeta inglesa, para recuperar el navío contrabandista,
sometió a amenazas y humillaciones al gobierno yucateco, exigiéndole, no sólo la devolución
del barco, sino una indemnización por los daños resentidos. Las autoridades peninsulares
no tuvieron más remedio que satisfacer las demandas que le fueron planteadas. Este suceso
fue aprovechado por los elementos que se hacían la ilusión de que sus intereses económicos
marcharían mejor si Yucatán se declaraba independiente de México. La idea cobró fuerza y
fue presentada ante la Cámara estatal de diputados, con el resultado de que se aprobara el
Acta de la Independencia de la Península de Yucatán. Por considerarla de interés nos
permitimos transcribirla a continuación:
Paola Sofía Rivera Medina

Artículo 1°. El pueblo de Yucatán, en el pleno uso de su soberanía, se erige en república


libre e independiente de la nación mexicana.

Artículo 2. Para el régimen administrativo de la república yucateca, se declaran vigentes e


inalterables, en todo lo que sea compatible con la independencia proclamada, las bases de la
Constitución sancionada y publicada el 31 de marzo último.

Artículo 3°. El actual Congreso se declara facultado para hacer las modificaciones y
adiciones constitucionales que requiere la nueva forma que debe darse a la administración
pública, en la que no habrá más que un solo fuero.

Artículo 4°. Todos los empleados elegidos o nombrados constitucional y legalmente,


continuarán en el ejercicio de sus destinos, y serán renovados en los periodos que designa el
Código fundamental

Artículo 5°. La república yucateca goza de plena libertad y facultad de entrar en relaciones
directas y de celebrar pactos y tratados con todos los gobiernos establecidos en las demás
naciones.

Artículo 6°. La república de Yucatán reconoce y se obliga a pagar la parte que


proporcionalmente le corresponda de la deuda extranjera que haya contraído la nación
mexicana hasta el 18 de febrero de 1840, previa liquidación y según bases que acuerde su
gobierno.

Artículo 7°. La república yucateca ofrece asilo y particular protección a todos los naturales
del continente septentrional que sean perseguidos por sus opiniones políticas.

Artículo 8°. La república yucateca admite en su territorio a todo hombre honrado, sea cual
fuere su nación y creencia religiosa.

Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados, en Mérida, octubre 1 de 1841.- Sales. -


Arredondo. - Vargas.

El Congreso del estado, bajo la influencia del vicegobernador, Miguel Barbachano, que a
la sazón se encontraba al frente del despacho por ausencia del titular Santiago Méndez,
aprobó dicha Acta. Pero Méndez, representante de los intereses mercantiles de Campeche,
se apresuró a retornar a su puesto e impidió que el Senado yucateco la aprobara, con lo
que el asunto quedó en suspenso.

En México se efectuaban cambios importantes. A partir de 1838 se suscitaron varios


levantamientos armados contra el presidente Anastasio Bustamante. En 1841 el general
Paredes se pronunció en Jalisco por el establecimiento de una dictadura, el plan fue
secundado en la capital de la República. Santa Anna se presentó de nuevo en la escena
política. En Tacubaya reunió a los principales jefes insurrectos y, al cabo de diversas
maniobras, Bustamante renunció y Santa Anna ocupó de nuevo la presidencia con la
promesa de que, en breve, se reuniría un Congreso que determinaría las bases sobre las
que se constituiría de nuevo la República. El ejército apoyó el plan. Yucatán, mientras tanto,
permanecía al margen y se entendía con Texas, que había proclamado su independencia de
México, para resistir cualquier agresión por parte del gobierno mexicano.

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